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El Catequista Orador Ó El Catecismo Romano 01

Este documento describe un libro digitalizado por Google que ha pasado a ser de dominio público, lo que permite su acceso y uso por parte de todos. Se establecen normas de uso para garantizar que el material se utilice de manera no comercial y se respete la legalidad en diferentes jurisdicciones. Además, se presenta el contenido del libro, que incluye enseñanzas sobre la doctrina cristiana y la importancia de la instrucción religiosa.
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El Catequista Orador Ó El Catecismo Romano 01

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Tat
Co
0
1
EL

CATEQUISTA

ORADOR.

TOMO I.
1
EL

CATEQUISTA ORADOR

EL CATECISMO ROMANO

DISPUESTO

EN PLATICAS DOCTRINALES

EN OBSEQUIO DE LOS SEÑORES PÁRROCOS,

POR EL

P. Lr. Juan Planas


DOMINICO DIRECTOR DE LA CASA -MISION DE GERONA.

TOMO I.

SEGUNDA EDICION.

BAKCELONA.

IMPRENTA DE LOS HEREDEROS DE LA VIUDA PLA,


calle de la Princesa. ― 1857.
Con licencia.
Es propiedad del Autor.
AL EXMO. É ILMO.

SR. D. FLORENCIO LORENTE Y MONTON,

DIGNÍSIMO OBISPO DE GERONA, CABALLERO GRAN Cruz de Isabel LA


CATÓLICA , DE LA SAGRADA Y MILITAR Órden del Santo Sepul-
cro de Jerusalen, Senador del reino , y PresideNTE HONORA-
rio del Instituto de África , etc. etc.

LA PRESENTE OBRA

dedica

SU CASA MISION DE GERONA

EN RECONOCIMIENTO DE LOS SINGULARES BENEFICIOS

CON QUE SE DIGNA HONRARLA ,

Y POR LOS CUALES BESAN HUMILDEMENTE LA MANO DE

SU EXCA. ILMA .

sus mas obligados servidores y súbditos

Fr. Juan Planas Juan Capdevila


director. misionero.

Foamon Ferragut Esteban Blanagumá


misionero. misionero.

Esteban Sala Sebastian Corney


misionero. misionero.

Joaquin Sicars
Ignacio Compte
misionero. misionero.
J

A
PROLOGO .

Desde el nacimiento mismo de la Iglesia , y en aque-

llos mismos dias en que el cristianismo brillaba en todo su


esplendor , se echó de ver la necesidad indispensable de
la predicacion , no solo para instruir á los fieles en los
varios puntos del dogma católico y de la moral cristia-

na , sino tambien para animarlos á conservar el depó-


sito de la fé , y mantenerse firmes en la religion de Je-
sucristo , combatida ya entonces por maestros perversos
y seductores .
Convencido de esta necesidad el grande apóstol san
VIII

Pablo , escribia á su discípulo Timóteo estas palabras lle-


nas de energía y uncion : Conjúrote delante de Dios y
de Jesucristo.... que prediques la divina palabra , que
instes á tiempo y fuera de tiempo , que reprendas , rue-
gues y amonestes con toda paciencia y doctrina . Por-
que te advierto , que vienen tiempos en que muchos no
sufrirán la doctrina cristiana sana ; sino que al contra-

rio buscarán maestros conforme á sus deseos deprava-


dos ; y apartando los oidos de la verdad , los volverán

á escuchar las fábulas . Pero tú vela , tú trabaja cuanto


puedas , tú obra como buen evangelista , y cumple tu mi-
nisterio.
Pero si los ministros del Señor han debido velar

siempre como centinelas en Israel ; si en todos tiempos


han debido instruir , predicar , reprender , para preca-

ver á los fieles del engaño y seduccion , ¿ qué deberán


hacer en estos tristes dias en que los maestros del error
se han multiplicado de un modo tan asombroso , que
han llegado á establecer cátedras de impiedad hasta en
los pueblecillos y aldeas ? ¿ Qué deberán hacer en este
siglo infeliz , en que no parece sino que el infierno ha
vomitado sobre la tierra todas sus furias , y puesto en
órden de batalla sus negras legiones para dar un asal-
to general á la religion de Jesucristo ?
¡ Ah ! si cuando las huestes enemigas de la fé se
aprestan al combate , nosotros nos estamos como centi-

nelas dormidos ; si cuando los javalies salidos de las


selvas se preparan á devorar el rebaño de Jesucristo ,
nosotros como perros mudos no tenemos boca para la-
drar ; si cuando la Iglesia se vé acometida por sus cua-
tro lados , nosotros nos estamos arma al brazo sin to-
IX -

mar parte en el combate .... la Iglesia no sucumbirá,


porque no duerme ni dormita el Dios que la defiende ;

pero ¿ y las almas ?... ¿ y la gente sencilla ? ... ¿y la


fé de los pueblosnt ?...
me e
unada os isponer
Afort podem d de una arma que
a d a r a i a
bien manej nos asegu la victor . Esta arma es el
i s m o n o e s t o
Cat e c rom a disp u por orden de los Padres del
l i o o
de Trent , quien e s garon a
Conci lo entre á la Iglesi
to r
como una arma la mas á propósi para arrolla á
s o s t e n
cuanto enemig se presen á pelear en su campo .
s e s
Manéje bien esta espada en todos los púlpito y par-
a s n n a s s m o o l
roqui , suene las doctri del Cateci roman a
o no os espondemos
oido del puebl fiel y cristia ; y nosotr r
os alimos arantes
de su fé , y nosotr s g del triunfo de la
r d a d
ve .
Para facilitar un tanto á los señores Párrocos el uso

del Catecismo romano , en medio de las ocupaciones


contínuas que nos acarrea el ministerio de las misiones ,
á que tenemos la dicha de dedicarnos , hemos robado
algunas horas de sueño á nuestros ojos para componer
EL CATEQUISTA ORADOR , en el que bajo una serie de
pláticas las mas sencillas , emitimos toda la doctrina
mas necesaria del Catecismo romano .

No pretendemos instruir á los señores Párrocos ; al


contrario , nosotros quisiéramos aprender de ellos . Lo
que pretendemos sí , tomar parte y ayudarles en su
cargo pastoral , que miramos con la mayor estimacion
y respeto . Felices nosotros si por medio de nuestro tra-
bajo logran ellos instruir perfectamente á sus feligreses
en las doctrinas de la religion , y mantener puras su fé
y moralidad en medio de este siglo inmoral y libertino .
--- X

Tenemos motivos para esperar que los señores Pár-


rocos al paso que disimularán caritativamente los de-

fectos que notaren en el presente CATEQUISTA ORADOR,


no se desdeñarán servirse de aquello que les pareciere
haber escrito con algun acierto este su humilde servidor
y menor hermano en Jesucristo

Fr. Juan Blanas.


PRIMERA PARTE .

EL SÍMBOLO.
+
PLATICA I.

NECESIDAD DE LA INSTRUCCION CRISTIANA .

Non cesses , fili , audire doc-


trinam , nec ignores sermones
scientiæ. Prov. xix, 27.

Es muy cierto , fieles mios , que á muchos cristianos

se les pudiera hacer la misma reconvencion que hacia el


apóstol san Pablo á los atenienses cuando les decia , que
adoraban á un Dios que no conocian . Porque muchos hay ,
en efecto , que profesando la fé de Jesucristo , que par-
ticipando de sus sacramentos , que practicando exterior-
mente los ejercicios de su religion , no obstante Jesucris-
to es para ellos un Dios desconocido , porque ignoran la
grandeza de su majestad , la eficacia de sus méritos , la

extension de sus preceptos , la santidad de sus sacramen-


tos , y la excelencia de las disposiciones con que deben
recibirlos . Hábiles y muy instruidos en otras muchas co-
sas , ignoran la principal que mas les importa saber , cual
es , segun san Pablo , Jesucristo crucificado , sus miste-
14 --

rios , sus leyes , sus sacramentos y su evangelio . ¡ Igno-


rancia deplorable , hijos mios , que es el origen de esa
infinidad de culpas que inundan la tierra , y de la con-
denacion eterna de tantas almas que llenan el infierno !
Para desterrar tal ignorancia de esta parroquia , que
el Señor ha puesto á mi cargo y de la que me pedirá
estrecha cuenta un dia , comienzo hoy una serie de ins-
trucciones que oiréis todos los domingos que haya lugar ,
si , como es debido , teneis cuidado de asistir . En ellas os
enseñaré todo cuanto os conviene saber para quedar per-
fectamente instruidos en las cuatro partes de la doctrina
cristiana : os explicaré la multitud , variedad y uso de las
verdades comprendidas en los doce artículos del Símbo-
lo ; la necesidad , modo y forma de pedir á Dios lo que
expresan las siete demandas de la Oracion dominical ; el
sentido , extension y gravedad de los deberes impuestos
en cada uno de los diez preceptos del Decálogo ; el valor ,
eficacia y santidad de los siete Sacramentos, junto con las
disposiciones con que debeis recibirlos .
Feliz yo , si como buen maestro sé explicaros las ver-
dades y obligaciones de la religion que profesais ; pero
todavía mas dichosos vosotros , si como dóciles y aplica-
dos discípulos sabeis aprender á vivir como verdaderos
cristianos . Comenzaré hoy estas instrucciones por la que
debe ser la base y fundamento de todas las otras , mos-
trándoos la suma necesidad y obligacion que teneis de
instruiros á fondo en la doctrina cristiana , conforme al
consejo del Espíritu santo : Non cesses , fili , audire doc-
trinam , nec ignores sermones scientiæ .

Si vosotros , fieles mios , teneis por cosa muy necesa-

ria adquirir todos los conocimientos propios de vuestra


profesion particular ; si el médico juzga como indis-
15

pensable el instruirse bien en la medicina , el aboga-


do en las leyes , el labrador en las cosas del campo , y
cada cual en lo que atañe al estado que profesa , ¿ cuán-
to mas necesario é indispensable debeis juzgar el apren-
der bien la principal de todas las profesiones , la que es
comun á todos , y la primera que abrazasteis ? ¿ No
fuísteis primero cristianos , que médicos , legistas , ó la-
bradores ? ¿ No es alguna cosa mas , salir buenos cristia–
nos , que salir buenos payeses , buenos artistas , buenos
letrados ? ¿ De qué sirve , pues , ser sobresaliente en todo
lo demás , si antes no se aprende á ser buen cristiano ?
¡ Oh qué dignos de lástima son aquellos , que aplicán-
dose con el mayor empeño á varios ramos y ciencias hu-
manas ; que enriqueciéndose de muchas luces y conoci-
mientos terrenos , muestran una afrentosa pobreza de
conocimientos en lo que toca á religion y cristianismo !
Yo ciertamente no repruebo los demás estudios , yo no
condeno la aplicacion á las ciencias y á las artes ; pero
sí repruebo que la ciencia de las cosas mas necesarias
sea pospuesta á todas las otras ; sí condeno que la cien-
cia de la virtud y salvacion sea desatendida hasta el pun-
to de no ser ya cosa rara encontrar personas del vulgo ,
artesanos y mujercillas , que en materias de religion sa–
ben mucho mas que ciertos hombres de pró y que tie-
nen gran fama en el mundo .
¿ Pero qué ? decís vosotros ; sabemos ya el Credo , sa-
bemos el Padre nuestro , el Decálogo , el número de los

Sacramentos y otras cosas esenciales : ¿ qué mas se ne-


cesita ? Se necesita , hijos , que además de lo material de
las palabras entendais bastantemente su significacion . Es
verdad que toda la doctrina está encerrada y compren-

dida en estas cuatro cosas que me acabais de citar ; pero


no toda está en ellas suficientemente declarada , ni pue-
16

de serlo sin un estudio , sin un maestro que os desen--


vuelva y explique lo que en estas pocas cosas está reu-
nido y compendiado .
Así pues , no basta que me sepais recitar el Credo ; es
menester entrar en su espíritu y sustancia , enterarse
bien de todas sus palabras , comprender todos sus artí-
culos : sin esto jamás llegaréis á formaros una justa idea
de lo que es Dios en sí mismo , de lo que son sus ado-
rables atributos , de lo que es en calidad de nuestro
criador , redentor , santificador y un dia nuestro pre-
miador ó nuestro castigador .
Si hablamos del Decálogo , vosotros veis claro que ca-
da mandamiento se expresa en muy pocas palabras .
Amarás á Dios - no pronunciarás en vano su santo nom-
breno hurtarás no dirás falso testimonio - etc.
‫ ن‬Veis qué palabras tan breves ? ¿
‫ فا‬veis qué expresiones
tan concisas ? Pero bajo la corteza de estas breves y su-
cintas palabras ¡ cuántas obligaciones se os prescriben de
una parte , y cuántas culpas de otra se os prohiben !
¡ Ah ! Si vosotros conocierais perfectamente la multitud
de obligaciones impuestas en cada mandamiento , y con-
siguientemente la multitud de vuestras trasgresiones ,
cierto es que no serian tan áridas , pobres y escasas las
confesiones que muchos haceis , no sabiendo de qué acu-
saros , cuando teneis la pobre alma cargada de culpas ,
escaseando de pecados en medio de la copia y de la
abundancia . En diciendo yo no robo , yo no mato , yo no

quiero mal á nadie y otras rudezas por este estilo , ya lo


habeis dicho todo . Pero lo cierto es , que si un diestro
confesor con indagaciones y preguntas se pone á regis-
trar los abismos de vuestra conciencia , á veces encuen-

tra en ella mas pecados escondidos , que monstruos no


se ocultan en los profundos senos del mar.
17

Respecto á los Sacramentos poco sirve que sepais de-


cirme cuantos son : si no quereis profanarlos recibiéndo-
los indignamente , algo mas conviene que sepais . Con-
viene que sepais cual es la naturaleza de cada uno ,
cuales los efectos que producen , cuales las disposiciones
que requieren . Una sola cosa quiero haceros notar aquí,
para que os convenzais de vuestra poca instruccion en
materia de sacramentos . ¿ Puede ser mas pobre , mas
errónea y extravagante la idea que muchos habeis for-
mado del sacramento de la Penitencia ? ¿ Cuántos no sa-
beis el modo de examinar vuestros pecados , ni los mo-
tivos de formar dolor , ni las condiciones de un buen
propósito , ni las calidades de una legítima confesion ? Y
sin embargo es el sacramento que recibís todos los dias ;
es el sacramento mas necesario para reconciliaros con
Dios.
Y por decirlo todo en pocas palabras , el pequeño ca-
tecismo que se os enseñó cuando niños , fué estudio sufi-
ciente para aquella edad ; mas ahora que sois ya adultos ,

se os exige alguna cosa mas . Aquellos primeros rudi-


mentos fueron como la semilla , que se echa en el cam-
po , no para que quede siempre así en el mismo estado ,
sino para que á su tiempo nazca , crezca y produzca
frutos abundantes . Así , hijos mios , á medida que avan-
zais en juicio y adelantais en edad , debeis tambien ade-
lantaros y perfeccionaros en el conocimiento de las cosas
de la religion ; y por Dios no me seais tan sencillos de
creer que ya sabeis bastante .
Pero ¡ ah ! que muchos lo haceis todo al revés . Ape-
nas hecha la primera comunion , ya no os cuidais mas de
la doctrina cristiana ; ya os dais mengua de asistir cuan-
do se enseña ; ya mirais esta enseñanza como una ocupa-
cion pueril y un empleo de niños . ¿ Qué resulta de aquí?
T. I. 2
18

Lo que no puede menos de resultar : resulta que insen-


siblemente vais olvidando la poca doctrina que aprendis-
teis en la primera edad ; resulta que despues de algun
tiempo ya no os queda de ella mas que una lijera som-
bra ; resulta que al último venís á quedar sin idea algu-
r
na de religion , cual si fueseis unos salvajitos . No sabeis
formar un acto de fé , de esperanza , de caridad , de do-
lor , actos todos esencialísimos al cristiano : no entendeis
que cosa sea la misa , la encarnacion , la gracia , el pe-
cado , ni cual el medio de destruirlo . ¿ Puede haber ig-
norancia mas completa?
Los confesores temerian haceros una injuria si os pre-
guntasen sobre los artículos mas esenciales de la fé . Pe-
ro demos que á alguno le diese un dia gana de hacerlo ;
demos que os precisase á responder sobre la Trinidad ,
encarnacion , eucaristía , etc .; ¡ ah Dios mio ! estoy cier-
to que á algunos , solo por vuestra ignorancia , os hallaria "
incapaces de absolucion . Y sin embargo con la mayor
frescura vosotros pasais por todo , confesais , comulgais ,
os meteis en el matrimonio ; y sin una tintura de cristia-
nismo os colocais al frente tal vez de una dilatada familia .
¿ Qué mas ? Frecuentemente os encontrais á los extre-
mos de la vida ignorantísimos , y aquellos preciosos mo-
mentos que deberian emplearse en otras cosas , es fuer-
za que el sacerdote asistente los emplee en instruiros y
catequizaros . Si las diligencias del sacerdote salen fruc-
tuosas ó no , solo Dios puede saberlo .
En mi concepto no hay situacion mas desesperada que
la de un cristiano ignorante de las cosas de la religion .
Siendo ignorante , no puede menos que andar fuera del
camino del cielo ; no puede ser sino que lleva una vida
poco menos que de bestia . ¿ Y quién le convierte á este
cristiano bestia , ó á esta bestia cristiana ? Podrá Dios
19 --

hacerlo ; pero en lo humano apenas queda medio ni re-


curso . ¿ Qué harémos para convertirle ? ¿ Despertarémos
en su corazon la fé de las tremendas verdades de la re-
ligion ? Las ignora... ¿ Le excitarémos á actos de dolor ?
No los conoce... ¿ Le convidarémos á los sacramentos ?
No sabe lo que son... ¿ Le amenazarémos con los tor-
mentos del infierno ? No los comprende... ¿ Qué medio ,
pues , hemos de emplear para reducir á este desgraciado ?
Decidlo vosotros , que yo no lo sé.
Todas estas reflexiones que acabo de hacer , deben con-
venceros , hijos mios , de la absoluta necesidad que te-
neis de instruiros con tiempo en las cosas de la religion ,
del alma y de la salud eterna . Vosotros , hombres litera-
tos que me escuchais , cultivad en buen hora esos estu-
dios á que os habeis dado ; pero no olvideis el estudio
de la religion , que es la verdadera sabiduría . Así como
esta religion nada teme tanto como el ser ignorada , por-
que solo la aborrece el que no la conoce ; así esta mis-
ma religion una vez bien conocida os preservará de la
incredulidad dominante , os armará contra el vicio , y
santificando vuestros estudios , hará que ellos mismos sir-
van para vuestra salvacion .
Por lo que mira á vosotros , cristianos incultos , ha-
beis de saber que no teneis otro medio de instruiros que
asistiendo á la enseñanza cristiana . Quien sabe leer po-
drá instruirse tomando un catecismo en la mano ; pero
á vosotros que no sabeis , la doctrina que aquí se enseña
es el único medio de instruccion que os queda . Por tan-
to teneis mayor necesidad de asistir , y tal puede ser , que
os obligue á ello bajo culpa grave . ¿ Entendeis ? Digo
bajo culpa grave .
Vosotros igualmente , padres y gefes de familia , no ol-
videis que por razon de vuestro estado debierais ser los
- 20

primeros maestros de vuestros hijos y dependientes .


Pero ¿ cómo enseñarles lo que vosotros mismos no sa-
beis ? Aprended pues , para poder enseñar . Interin no es-
tais en disposicion de hacerlo , guardaos de añadir la in-
dolencia á la incapacidad , permitiendo que vuestros
hijos y dependientes pasen los dias festivos sin venir á
la iglesia á aprender la doctrina . De vuestra parte no
sois capaces de darles este pasto saludable , & no procu-
raréis á lo menos que vuestro Pastor tenga ocasion de
dárselo ?

En general os recomiendo á todos la asistencia á las


instrucciones cristianas . Ya que el Señor os ha hecho la
gracia inestimable de acogeros en el seno de la verdade-
ra religion ; ya que por su infinita misericordia teneis

quien siembra en vuestras almas la semilla de la doctri-


na evangélica , no la dejeis caer inutilmente por vuestra
culpa. Yo concluyo pidiendo á Dios con el Apóstol : que
os llene del conocimiento de su voluntad , y os dé toda la sa-
biduría é inteligencia espiritual , á fin de que os conduzcais
de una manera digna de Dios : procurando agradarle en to-
das las cosas , llevando frutos de buenas obras que os hagan
dignos de tener parte en la suerte de los santos (1 ) . Amen .

(1 ) Ad Colos. 1 9.
21

PLATICA II.

EL SÍMBOLO EN GENERAL .

In omnibus sumentes scutum


fidei, in quo possitis omnia tela
nequissimi ignea extinguere.
Ad Ephes . XV , 16.

Suponiendo teneis presentes las observaciones gene-


rales que el domingo pasado os hice sobre la necesidad
y obligacion de instruiros á fondo en la doctrina cristia-
na , paso hoy á exponérosla en detalle en las diferentes
partes que tiene , que son cuatro : á saber , doctrina de
fé contenida en el Símbolo , doctrina de esperanza com-
prendida en la Oracion dominical , doctrina de caridad
compendiada en el Decálogo y doctrina de buenas obras
comprendida en los Sacramentos.
Cuando se quiere levantar un edificio , la primera dili-
gencia es echar un buen fundamento ; porque si el
fundamento no es sólido , el edificio flaquea , vacila y se
desploma . Pregunto ahora : ¿ cuál es el fundamento so-
bre el cual debe sostenerse todo el edificio espiritual de
nuestra santificacion y salud ? La fé , hijos , la fé . Sin la
fé , os dice san Pablo , es imposible agradar á Dios : Si-
ne fide impossibile est placere Deo . Quien no tenga una fé
entera y sana , añade san Atanasio , sin duda perecerá
eternamente : Quam nisi quisque integram , inviolatamque
servaverit , absque dubio in æternum peribit. Es pues por la
doctrina de la fé que debo yo comenzar mis catecismos
é instrucciones , y vosotros vuestro estudio y aplicacion .
¿Y en dónde encontrarémos estas doctrinas de la fé ?
22 ---

Por lo que hace á vosotros que no sois llamados á ser


apóstoles , evangelistas ni doctores , encontrarémos las
suficientes en el Símbolo de los apóstoles , vulgarmente
dicho el Credo ; porque este Símbolo abraza en pocas pa-
labras todas las verdades que debe saber y creer un
simple cristiano . El Símbolo , dice san Agustin , es un
compendio simple , corto y perfecto . Simple , porque se pro-
porciona á la rudeza de los ignorantes ; corto , porque no
fatiga la memoria con muchas sentencias ; perfecto, porque
instruye plenamente (1 ) . Pero antes de entrar en pormeno-
res y declararos en particular sus artículos , me es forzoso
daros sobre este Símbolo algunos conocimientos genera-
les , que podrán servir por hoy de suficiente instruccion .

Al modo que un maestro , para facilitar á sus discípu-


los la inteligencia y memoria de la doctrina que les ha
dado , reduce á pocos principios las lecciones que les ha
enseñado en mayor escala y extension ; así el Señor aco-
modándose á nuestra flaqueza é incapacidad , nos ha da-
do el Símbolo ó Credo , que es un breve compendio de
las verdades mas esenciales que él ha revelado á su
Iglesia . Muchísimas son las verdades que ha revelado
Dios ; pero si bien vosotros debeis creerlas todas en ge-
neral sin desechar alguna , no teneis obligacion de saber-
las todas distintamente y en particular , pues os basta
conocer las primeras y fundamentales . "
Estas verdades fundamentales están comprendidas to-
das en los doce artículos que componen el Símbolo de
que tratamos , y cada una está puesta tan en su propio 2
lugar , que todas juntas forman el órden mas bello y ad-
C
mirable . Figuran en primera línea las verdades que mi-

) Aug. Serm . 115 de temp .


23 -

ran á las tres Personas de la santísima Trinidad , esto es ,


al Padre y las obras de la creacion , al Hijo y las obras
de la redencion , al Espíritu santo y las obras de nues-
tra santificacion . En el segundo órden están colocadas
las verdades que tratan de la Iglesia , y nos dan noticia
de las notas ó caractéres que distinguen la verdadera
Iglesia de Jesucristo de toda secta ó falsa religion , di-
ciéndonos que la verdadera Iglesia es una , santa , cató-
lica y apostólica . Por último acaba el Símbolo enseñándo-
nos cuatro verdades capitales que nos hacen conocer los
inestimables bienes que nos resultan de ser miembros de
la Iglesia y estar incorporados á ella , y son la comuni-
cacion recíproca de nuestras buenas obras , la remision
de nuestros pecados , la resurreccion de nuestros cuerpos
- Y aquí deseo que noteis bien una
y la vida perdurable .
cosa, y es , que aunque las verdades reveladas por Dios

no están todas expresamente indicadas en el Símbolo ;


todas empero las creemos implícitamente y en general en
la fé de la Iglesia , cuya verdad y autoridad reconoce-
mos en el artículo nono diciendo : creo la santa Iglesia
católica , pues no es posible creer la Iglesia , y no creer
las verdades que ella propone .

Pero lo que todavía quiero que noteis mas es , que el


Símbolo fué obra y composicion de los mismos apósto-
les , de aquellos grandes maestros de la fé , de los pa-
dres de la Iglesia cristiana , quienes reunidos en una
conferencia lo compusieron inspirados de Dios y lo die-
ron á la Iglesia . Habiendo ellos recibido de Jesucristo la
órden de dividirse por toda la tierra y anunciar á todas
las naciones la verdadera fé , Euntes prædicate evangelium
omni creaturæ , antes de separarse los unos de los otros
compusieron de comun acuerdo esta fórmula de fé , co-
mo lo atestigua la tradicion constante de todas las Igle-
― 24 -

sias ; y esto lo hicieron por tres motivos : 1.º para que


en su predicacion hubiese la mas perfecta uniformidad
posible , no solo en las doctrinas y sentimientos , sino
hasta en las palabras y expresiones : 2.° para que los
pueblos convertidos , aunque separados entre sí por la di-
ferencia de climas y distancia de lugares , en punto de
creencia no tuviesen mas que un solo lenguaje , así co-
mo no debian tener mas que una sola fé : 3.º para faci-
litar al comun de los fieles , que no son capaces de gran-
de estudio , el conocimiento de las verdades mas nece-
sarias con una fórmula breve , clara y proporcionada al
talento de cada uno .
Estos fueron , hijos mios , los fines que movieron á es-
tos padres y fundadores de la Iglesia á ordenar juntos
este excelente Símbolo que tenemos . ¡ Qué gloria para
la Iglesia poseer en el Símbolo las preciosas reliquias de
los santos apóstoles ; reliquias , no de uno solo , sino de
todos ; no de su cuerpo , sino de su espíritu ! ¡ qué dicha
para vosotros aprender aun hoy de la boca de estos
hombres insignes las verdades saludables que enseñaron
al mundo ! ¡ qué consuelo para los ignorantes , que no
saben la Escritura , tener un compendio de toda ella en
las doce sentencias que comprende el Símbolo ! ¡ qué
gozo , en fin , para los sabios , ver recopilado en pocas pa-
labras cuanto han leido en las Escrituras , cuanto han
aprendido en la tradicion !
Por aquí podeis conocer , hijos mios , cuales sean los de-
beres de todo cristiano en órden al Símbolo . Como os lle-
vo ya insinuado , el Símbolo se os fué dado para enseña-
ros las verdades mas esenciales de la religion ; de lo que
resulta que teneis obligacion de aprenderlo y conservar-
lo en la memoria . Esta obligacion , dice santo Tomás ( 1 ) ,
( 1) S. Thom. 2 2 , quæst . 2 , art. 7.
25 -

de sí es absolutamente grave , ni estaria libre de culpa


mortal quien no lo supiese ; puesto que su ignoran-
cia no pudiera proceder de otro principio que de una
culpable omision , y de no hacer ningun caso de los de-
beres anexos á la calidad de cristianos .

Y cuenta , que cuando os digo que debeis saber el


Símbolo , no entiendo solo en cuanto á las palabras , si-
no tambien , y todavía mas , en cuanto á la sustancia y al
sentido ; porque pudierais saberlo bellísimamente en lo
material , y con todo quedar ignorantísimos en las cosas
de fé , como en efecto sospecho que algunos quedais .
¿ De qué sirve saber uno rezar el Credo , si esta ciencia
no os trae instruccion ni luz ? ¿ qué aprovecha saber de-
cir: Creo en Dios Padre omnipotente , criador del cielo y
de la tierra , si no entendeis ni que cosa es Dios , ni qué
es su paternidad , ni en qué consiste su omnipotencia ,
ni qué indica el título de criador ? Menos condenables
seriais , si ignorando las palabras comprendieseis al
menos el espíritu y la sustancia . Pero saber rezar el
Símbolo , y no entender las verdades que contiene , es
para vosotros como un libro griego , que podeis echar
al fuego sin temor de que os haga falta .
Además , el Símbolo se os ha dado para que os sirva
de escudo contra las tentaciones y pecados . Al modo que
el militar , al ver dirigida contra sí la lanza enemiga , le-
vanta el escudo para detener el golpe ; así vosotros para
defenderos de las tentaciones y pecados que de todas
partes os amenazan , debeis serviros del Símbolo como
de escudo impenetrable á los dardos enemigos . De ahí
es que debeis rezarlo con frecuencia , como os lo enseña
con el ejemplo la misma Iglesia , que lo hace rezar mu-
chas veces cada dia en el oficio divino . Sí ;; debeis rezar-
lo frecuentemente , no solo para honrar á Dios con este
26

auténtico testimonio de vuestra fé , sino para defenderos

á vosotros mismos de las varias tentaciones á que dia y


noche estais expuestos . Quien repasa con frecuencia las

grandes verdades propuestas en el Símbolo , yo os ase-
guro que no se echa tan facilmente á pecar . ་
¿ A qué pensais atribuyo yo la mayor parte de los pe-
cados que haceis ? A que apenas teneis presentes las
verdades que profesais en el Símbolo . Si cuando , ó jó-
9 el demonio viene á brindarte con el pecado impuro ,
te hallase bien impresionado de la idea de un Dios om-
nipotente , que te mira , te observa y es testimonio de
vista de todo cuanto haces , ¿ crees tú que te precipita-
rias á él con la facilidad que te precipitas ? Si cuando , ó
mujer , te estás adornando á lo mundano para presen-
tarte al público como una diosa , atraerte las miradas y
obsequios de una turba de insensatos , y encender la
lascivia en cuantos tienen la desgracia de mirarte , te
acordases de un Jesucristo redentor que á tanta costa
redimió tu alma y la de ese prójimo que echas á per-
der , ¿ piensas tú que tendrias valor para pasar adelan-
te ? Si cuando , ó niña , te viene aquel inicuo tentador á
acechar á tu candor é inocencia , te hallase bien impre-
sionada de la verdad de una vida perdurable que te es-
pera , ¿ juzgas tú que accederias con la frescura que lo
haces ? No : os costaria ofender á Dios , no sabriais re-
solveros á cometer el pecado . El Símbolo , pues , es el es-
cudo que , segun el consejo de san Pablo , debeis em-
brazar para despuntar los dardos del tentador enemigo :
in omnibus sumentes scutum fidei , in quo possitis omnia
tela nequissimi ignea extinguere.
Pero entended , carísimos , que para que el rezo del
Símbolo os sirva al efecto y os resulte provechoso , no
-
basta que lo hagais de cualquier modo . Y aquí per-
-- 27

mitidme de paso una reflexion que otras veces tendré


ocasion de hacer ; y es , que con el frecuente uso de
ciertas cosas santas convertimos el oro en barro , quiero

decir , que por nuestra disipacion reducimos á nada los


ejercicios mas santos y las mejores prácticas de religion .
Es innegable que el Símbolo sea por sí mismo un exce-
lentísimo acto de fé ; ¿ pero es un acto de fé en el estilo
con que muchos lo rezais ? Lo seria si al rezarlo , vuestro
corazon anduviese de concierto con la lengua ; si lo que
decís con los labios lo confesaseis con el corazon . Mas

como de ordinario se reza sin atencion á lo que se dice ,


por pura costumbre ó rutina , formando un mecanismo
de palabras cuya significacion no se reflexiona ; de ahí
es que el tal rezo no es mas que un acto de fé material ,
que ni puede ser grato á Dios ni de provecho á vosotros
mismos .

Acostumbraos , pues , á rezarlo con séria atencion , con


viva fé , con devocion tierna y fervorosa . Con séria aten-
cion , aplicándoos , no solo á pronunciar bien las pala-
bras , sino á reflexionar el sentido de las grandes ver-
dades que aquí se os enseñan . Con viva fé , sujetando
interiormente vuestro espíritu á creer con firmeza cuan-
to protestais con la boca. Con tierna devocion , acompa-
ñando el rezo con aquellos santos afectos de piedad , de
respeto , de amor , de gratitud que naturalmente os debe
inspirar la fé de un Dios criador , redentor , santificador ,
y un dia , cuanto es de su parte , vuestro glorificador .
¡ Qué frutos , hijos mios , no produciria en vuestras
almas este Símbolo divino , si lo rezaseis del modo que
acabo de explicar ! ¡ qué gozo no derramaria en vuestro
corazon la memoria y creencia de estas verdades ! ¡ qué
fuerza no adquiririais para vencer á vuestros enemigos !
¡ qué estímulos para servir á Dios y amarle tiernamente !
- 28

Bien lo dejan comprender estas tres palabras del Símbo-


lo , creo en Dios . Creer en Dios , dice 'santo Tomás ( 1 ) ,
no es creer simplemente que hay Dios , no es solamente
prestar fé á sus palabras : hasta aquí llegan tambien los
mismos demonios , quienes convencidos de la triste prue-
ba de los tormentos que sufren , creen que hay un Dios
que los castiga y que los oprimirá eternamente confor-
me á su palabra . Creer en Dios , es mirarle como nuestro
sumo bien , es poner en él toda nuestra confianza , es
unirnos á él con todo nuestro corazon , es amarle con la
mejor voluntad y servirle con afectos de una verdadera
piedad filial . Esta , hijos , es la fé que santifica en la vi-
da , que consuela en la muerte , que corona en la eter-
nidad . Así lo veais vosotros cumplido . Amen .

PLATICA III.

EXISTENCIA DE DIOS .

Credere oportet accedentem


ad Deum , quia est. Ad He-
bræos XI , 6.

Despues de las reflexiones que os tengo hechas so-


bre el Símbolo en general , pide el buen órden de doc-
trina que pase á explicaros distintamente sus artículos,
descubriéndoos en cada uno un tesoro inestimable de
conocimientos , y haciéndoos observar la multitud de co-
sas que están escondidas bajo el velo de pocas palabras .
Creo en Dios Padre omnipotente , criador del cielo Y de

la tierra . Hé aquí el primer artículo del Símbolo apostó-

(1 ) S. Thom. 2. II . quæst. 2 , art. 2.


- 29

lico , el cual en pocas sílabas nos enseña mas verdades


que no pudieron descubrir los filósofos mas insignes con
todos sus estudios y afanes ; porque nos enseña la exis-
tencia de un Dios , la simplicidad de su naturaleza , la
distincion real de las divinas Personas , sus adorables
atributos y la creacion de todas las cosas . Materia abun-
dantísima como veis , y que pide ser tratada en diferen-
tes catecismos .

La primera palabra creo no mira solamente á este


primer artículo , sino que afecta y es comun á todos los
demás ; por lo cual debeis suponerla en todos , aunque
no se repita al principio de cada uno . Y notad que la
tal palabra creo no quiere decir aquí pienso , soy de opi-
nion , me parece y otras frases por este estilo ; sino que
significa que tenemos por cierto , por verdaderísimo , por
infalible cuanto se contiene en estos artículos ; porque
Dios , verdad indefectible , lo ha revelado á los apóstoles ,
los apóstoles lo han enseñado á la Iglesia , y la Iglesia
nos lo enseña á nosotros . Así que al pronunciar la pala-
bra creo , expresamos el asentimiento firmísimo que da-
mos á la palabra divina contenida en el Símbolo , cre-
yendo sin hesitacion alguna todas sus verdades aunque
árduas , aunque oscuras , aunque repugnantes á nues-
tros mismos sentidos ; y creyéndolas con absoluta certe-
za , mas de lo que creemos aquellas mismas cosas que co-
nocemos por evidencia , que vemos con los ojos , que
tocamos con las manos .

Presupuesta esta doctrina que era indispensable pre-


suponer , pasemos ya á explicar la primera verdad que
profesamos en el Símbolo , la cual nos dará suficiente
materia para la instruccion de hoy.

La primera verdad , pues , y que es la base y funda-


30

mento de todas las verdades sobrenaturales , es la exis-


tencia de Dios expresada en estas palabras del Símbolo ,
creo en Dios ; porque , como dice san Pablo , quien quie-
ra acercarse á Dios , lo primero que ha de hacer es creer
que lo hay : Credere oportet accedentem ad Deum , quia est.
Esta , digo , es la primera verdad ; porque si no comen-
zamos por creer la existencia de Dios , ¿ cómo podrémos
creer las demás verdades , cuya certeza estriba toda so-
bre la palabra indefectible de Dios que las ha revelado ?
Por esto el Señor ha tenido sumo cuidado en sentar bien

esta base ; por manera que su existencia es la cosa mas


clara é incontestable que hay en el mundo ; pues nos la
persuaden los oráculos de la fé , nos la demuestra la luz
de la razon , y nos la predica la voz de la misma natu-
raleza .

Sí , hijos , los oráculos de la fé nos persuaden la exis-


tencia de un Dios ; porque las divinas Escrituras en cada
página nos hablan de él , nos anuncian sus perfecciones ,
nos declaran su santísima voluntad . Dios mismo nos lo
asegura con su propia boca diciéndonos en muchos lu-
gares : Ego sum Dominus Deus tuus : Yo soy el Señor
vuestro Dios.
Mas aun cuando la fé no nos enseñase esta verdad ,
ella es por sí misma tan evidente , que para conocerla
no se necesita mas que tener lo que se llama sentido co-
mun ó razón natural . Yo no hè de hacer mas que abrir
los ojos , que contemplar el cielo , que observar la tier-
ra , que examinar las criaturas : ni una sola encuentro
entre tantas que no me predique altamente que hay un
Dios, que no me dé testimonio de esta verdad , que no
sea para mí una demostracion . Desde el primer astro que
gira en el alto cielo hasta el miserable reptil que se ar-
rastra sobre el polvo , todas claman á una voz : Ipse fe-
31

cit , et non ipsi nos : Dios es quien nos ha hecho , y no-


sotras no nos hemos hecho á nosotras mismas . La
avecilla que canta junto al agua , el corderillo que brin-
ca en el prado , la flor que crece en el campo , el pece-
cillo que juguetea en el rio , todos , todos me dicen con
voz muda pero elocuente : Ipse fecit nos : Dios , Dios nos
-
ha hecho. Muy bestia ha de ser quien no entienda
este lenguaje de todas las criaturas .
Mas para cimentaros aun mejor en esta verdad fun-
damental , seguidme con el pensamiento á lo mas reti-
rado de un espeso bosque . Despues de haber andado un
rato por entre breñas y matorrales , héos que de repen-
te nos hallamos á la entrada de un ancho y delicioso
prado en medio de él se levanta un magnífico palacio
que por su belleza , magnitud y preciosidad puede com-
petir con el Escorial . Observad cuantos adornos le her-
mosean por dentro y por fuera . Por defuera se ven es-
tatuas de finísimo mármol , jardines de forma la mas
bella , juegos de aguas los mas caprichosos y lindos ;
por dentro¡ oh ! admiran aquellas salas lujosamente ador-
nadas , soberbios cortinajes , pinturas insignes , lechos
dorados , mesas cubiertas de porcelana , con todo lo de-
más que pueda desearse en la habitacion de un prínci-
pe . Decidme ahora : ¿ os parece si este palacio puede
haber nacido por sí mismo en este bosque al modo que
nacen los hongos ? ¿A la simple vista de este edificio tan
magníficamente construido y tan sabiamente ordenado ,
no se levanta naturalmente vuestro pensamiento á ad-
mirar la sabiduría del arquitecto que formó el plan y
dirigió la obra ? ¿ no tendriais por fátuo á quien imagi-
nase que todas estas cosas se habian reunido allí por
mera casualidad , sin direccion de nadie ?
Pues este es nuestro caso . Al ver esta gran fábrica del
- 32 --

universo , el cielo , esa bóveda inmensa toda sembrada


y resplandeciente de astros tan admirables por su nú-
mero , por su hermosura y por su luz ; al ver esas dos
grandes lumbreras del firmamento , el sol y la luna , tan
reglados en sus movimientos y tan constantes en sus re-
voluciones ; al ver ese escuadron interminable de estre-
llas , que recorriendo en varias direcciones los anchos
espacios del cielo , nunca chocan entre sí , nunca se im-
piden el curso , antes todas juntas forman simétrica-
mente un cuadro el mas admirable y bello ; al ver
la tierra tan fecunda en toda suerte de producciones ,
tanta variedad de avecillas que pueblan los aires , de pe-
ces que habitan el mar , de flores que adornan los pra-
dos , de árboles que cubren los montes... ¡ ah ! quien no
es estúpido é insensato , no puede menos que levantar
sus ojos á lo alto , y confesar que hay un Dios que ha
dado sér á todas estas cosas , que á todas las preside y
gobierna ; un Dios cuya gloria publican los cielos y cuyas
admirables obras anuncia el firmamento : Cæli enarrant

gloriam Dei, et opera manuum ejus annuntiat firmamentum .


No vengais , pues , á decirme que Dios no se vé , que
no aparece à vuestros ojos materiales . ¿ Y qué ? ¿ hemos
de ver á Dios con los ojos del cuerpo para creer que lo
hay ? Con los ojos se ven las cosas corpóreas ; las espi-
rituales se entienden y no se ven . A mas de que ¿ cuántas

cosas creeis y sin embargo nunca las habeis visto ? ¿ Ha-


beis visto jamás esa alma que informa vuestro cuerpo ?
Con todo bien creeis tenerla . ¿ Y porqué ? porque aun-
que invisible en sí misma , se hace bastantemente cono-
cer por sus efectos de hablar , pensar , mover y obrar .
Pues si por las obras del cuerpo reconoceis la existencia
de vuestra alma , ¿ porqué no habeis de reconocer la
existencia de Dios por las obras de las cosas creadas ?
33

¡ Ah ! dice san Pablo , aunque Dios sea por sí mismo


invisible , se dá tanto á conocer por las obras de sus
manos , que es imposible no reconocerlo : Invisibilia ip-
sius per ea quæ facta sunt visibilia conspiciuntur .
¿ Pero qué ? diréis vosotros aquí : ¿ no hay personas
en el mundo , que rechazando toda creencia de Dios , nie-
gan redondamente que le haya ? Sí que las hay ; y lo
afirma claramente la misma Escritura : Dixit insipiens in
corde suo , non est Deus . Pero estas mismas palabras nos
muestran claramente lo absurdo de un tal asentimiento .

En primer lugar , la Escritura califica á estas personas


con el nombre de insensatas : Dixit insipiens ; indicándo-
nos con esto , que este asentimiento es una extravagancia ,
un delirio , un error que no puede caber en entendimien-
to sano . Además la misma Escritura añade , que estos
insensatos niegan á Dios en su corazon , in corde suo ; y
con esto quiere decirnos , que así lo dicen y lo piensan ,
no por efecto de una íntima conviccion , sino solo por-
que tal seria su deseo de que no le hubiese .

Porque , como estas gentes de que hablamos , son or-


dinariamente hombres sin freno , que quisieran vivir á
su capricho como bestias , tienen un interés , y les ven-
dria muy bien , que no hubiese un Dios que algun dia les
ajuste las cuentas . Viniese un nuevo apóstol á anunciarles
un Dios que no se cuidase de nada , que les dejase vivir
á su placer , que les permitiese hacer cuanto quisieran ;
yo os aseguro que no tendrian la menor dificultad en ad-
mitir su existencia . Pero como Dios es necesariamente
inspector de todas nuestras acciones ; como es amigo del
órden , enemigo del vicio , juez y castigador de los vicio-
sos , héos aquí la grande espina que les atormenta y les
punza ; héos aquí lo que en los arrebatos de su mal hu-
mor les obliga á desear , y tal vez á decir en el secreto
T. I. ― 3
- 34

de su corazon insensato : Non est Deus, no es verdad que


haya Dios.
No señor , creo vais á replicarme , no será solo el
temor lo que les obliga á decir que no hay Dios ; sino una
viva persuasion de que verdaderamente no le hay ; lo di-
cen tan claro , tan alto , y con tanto calor , que no nos de-
jan duda de que en realidad así lo piensan . - Escuchad-
me , hijos . ¿ Habeis jamás observado á un hombre cobar-
de obligado á andar solo en oscura noche ? ¡i Pobrecito !
está muriéndose de miedo : en cada esquina le parece
ver un asesino que le espera ; en cada bulto se figura un
fantasmon que va á agarrarle . Sin embargo oiréis que
grita , canta , gorjea . ¿ Porqué ? para de este modo dis-
traerse un poco ; para dar á entender que no tiene miedo
alguno ; para hacer del fanfarron y pasar por hombre va-
liente y bravo . Héos aquí una viva imágen de estas gen-

tes de que venimos hablando . Horripílanse á la sola


idea de un Dios justiciero que algun dia ha de tomar ven-
ganza de sus pecados . ¿ Qué quereis , pues , que hagan ?
Gritar , y gritar fuerte , que no hay Dios, para así distraer-
se un poco , y desvanecer , si ser puede , este pensamiento
importuno que sin cesar les retuerce el corazon .
Esto nos hace ver , hijos mios , hasta que punto de
maldad y perversion arrastran al hombre los vicios y el
amor á ellos , hasta el punto de querer borrar del corazon
ei sentimiento natural de la existencia de Dios , de negar
aquel Dios de quien han recibido el sér , y que tan amoro-
samente se lo conserva . Esto tambien nos hace ver , que
no hay error tan impío y monstruoso que no se abrace ,
cuando hay interés en abrazarlo . Porque en realidad
solo niega que haya Dios aquel para quien seria ex-
pediente y ventajoso que no le hubiese . De lo que debeis
inferir , que si no quereis ser ateos , ó á lo menos tenta-
35 -

dos á serlo , es necesario vivir en buen órden , y tener


del freno á ciertas pasiones desnaturalizadoras del hom-
bre . ¿ Sabeis de qué pasiones os hablo ? Os hablo señala-
damente de la impureza : guardaos , hijos , de ella , si
quereis conservar pura vuestra fé .
Una vez desterrada la fé de un Dios , ya no hay que

esperar otra cosa del hombre sino una depravacion la


mas cabal y completa : ya no hay barrera que no salte ,
ley que no atropelle , maldad á que no se arroje . ¿ Y qué
freno podrá detenerle cuando haya llegado á persuadir-
se, que no hay Dios á quien deba temer ?; Ah ! cuando se
ha llegado á tal punto , se acabaron todos los medios . El
temor de las leyes humanas , los respetos de humana
consideracion son débiles , son ineficaces , son nulos ;
harto lo prueba la historia de tantos delitos atroces que
se cometen todos los dias : De lo que es fuerza con-
cluir , que el quitar á Dios de por medio , al paso que es
el error mas absurdo y monstruoso , es tambien el mas
pernicioso y fatal á las buenas costumbres , al órden pú-
blico , á la pública seguridad . Por cuyo motivo dijo aquel
estadista , que si no hubiese un Dios, seria menester inven-
tarlo .

Cimentaos pues bien , hijos mios , en esta verdad fun-


damental de nuestra religion : si el impío desconoce á
Dios ; si el insensato le niega diciendo en su corazon : non
est Deus ; vosotros confesadle , vosotros reconocedle di-
ciendo en el vuestro : utique , utique est Deus : sí , sí ; hay
un Dios que todo lo ha creado , un Dios que todo lo go-
bierna , un Dios que todo lo observa , un Dios que me
castigará si le ofendo , un Dios que me coronará si le sir-
vo y le amo . Amen.
-- 36 --

PLATICA IV.

NATURALEZA DE DIOS Y SUS ATRIBUTOS .

Excelsior cœlo est , et quid


facies ? profundior inferno, et
unde cognosces ? Job. XI , 8 .

Teniendo , como confio teneis , profundamente graba-


das en vuestro corazon las verdades que en la instruccion
pasada os enseñé sobre la existencia de Dios , me parece
vais á hacerme esta pregunta : ¿ quién es este Dios cuya
existencia debemos creer ? Vosotros aquí me haceis una
pregunta á la que no puedo dar una respuesta justa , ade-
cuada y satisfactoria . Dios , hijos , es un sér tan elevado ,
que no podemos comprenderle con nuestro pequeño en-
tendimiento , ni formar de él una idea perfecta ; excelsior
cœlo est. Siendo Dios un sér infinito , dice santo To-
más ( 1 ) , y siendo nosotros criaturas limitadas , si pudié-
semos perfectamente comprenderle , ó él no seria lo que
es , ó nosotros no seríamos lo que somos ; porque ó él
dejaria de ser infinito , ó nosotros dejaríamos de ser li-
mitados .

Pero esto no impide que podamos nosotros concebir


alguna idea de Dios , imperfecta sí , pero bastante pura ,
bastante clara y exacta , para conocer lo que él es respec-
to á nosotros , y lo que nosotros somos en órden á él ,
para hablar dignamente de él y tener una íntima persua-
sion de su poder , sabiduría , bondad , justicia y otros
atributos adorables . Y esto nos basta , ni necesitamos

( 1 ) D. Thom. 1 part. quæst. 12 , art. 7.


37

mas para el buen arreglo de nuestra vida , que es lo que


mas importa.
Entro pues á hablaros de la naturaleza de Dios , y á
exponeros sus adorables atributos , no todos , porque esto
fuera imposible ; sino los mas principales y menos difí-
ciles de entender .

Para explicaros lo que es Dios , segun puede concebirlo


nuestra débil comprension , dejo á parte aquellas doc-
trinas sútiles y abstractas , que al paso que serian incom-
prensibles de la mayor parte de vosotros , dirian mal en
quien debe instruir al pueblo , no como profundo teólo-
go , sino como simple catequista . Vosotros debeis aquí
traer á la memoria la explicacion que en vuestra niñez
aprendisteis dar á los que os preguntaban ¿ quién es
Dios ? Dios , respondiais , es un puro espíritu , simpli-
císimo , eterno , inmudable , santísimo , y perfectísimo
en todo género de perfeccion . Así es , hijos , así es .
Dios es un puro espíritu que no tiene cuerpo , ni figu-
ra , ni color , ni calidad sensible ó material ; y de consi-
guiente no puede ser visto con los ojos , ni tocado con
las manos ni percibido con alguno de nuestros sentidos .
Cuando os vengan , pues , los ateistas del dia á preguntar :
¿á Dios quién le ha visto ? respondedles que tal pregun-
ta es una borricada insigne , y dejadlos estar . Si Dios ,
dice santo Tomás (1 ) , fuese compuesto de partes mate-
riales , estaria sujeto á cambiarse , cosa que repugna á su
naturaleza . Así pues cuando la Escritura y los predica-
dores parecen atribuirle brazos , ojos , piés , corazon , etc. ,
como si tuviese un cuerpo ni mas ni menos que el nues-
tro , tales expresiones no debeis entenderlas material-

(1) D. Thom. 1 part. quæst. 3 , art 1 .


- 38

mente como suenan , sino que debeis tomarlas en sentido


metafórico y espiritual . Las divinas Escrituras hablan así
á lo humano , para acomodarse á nuestra incapacidad ;
pero con este modo de hablar no quieren significar otra
cosa que ciertas perfecciones de Dios , que de otro modo
no podríamos entender : por ejemplo , por los brazos
quieren significarnos su poder , por los ojos su inteligen-
cia , por los piés su estabilidad , por el corazon su vo-
luntad , y así andad discurriendo .
Dios en segundo lugar es eterno . Eterno quiere decir
que siempre ha sido y siempre será , que jamás ha te-
nido principio ni jamás tendrá fin . Siendo Dios esen-
cialmente inmudable , dice santo Tomás ( 1 ) , no puede
concebirse un momento en que no haya sido , ni un
momento en que pueda dejar de ser .. Este atributo es
tan propio de Dios , que no puede convenir sino á él .
Es verdad que nuestras almas son inmortales , y du-
rarán eternamente ; pero esto no es por razon de su
naturaleza , sino por divino favor ; pues si Dios les
retirase aquel brazo con que las sostiene
1 , al punto re-
caerian en su primitiva nada . Dios solo es el sér nece-
sariamente existente por sí mismo ; Dios solo abraza to-
dos los tiempos y todas las duraciones , ó mejor dicho ,
no hay en Dios ni pasado ni porvenir , sino un invaria-
ble presente .
Dios en tercer lugar es inmudable. Este término inmu-
dable quiere indicarnos que no está sujeto á mudan-
za alguna , que está siempre en el mismo estado . Por-
que , como dice el angélico Doctor (2) , siendo Dios infinito
en todo género de perfeccion , nada puede perder ni

(1) D. Thom. 1 part. quæst . 10 , art. 2 .


( 2) D. Thom. 1 part. quæst. 9 , art 1 .
39

nada adquirir. Todo lo de este mundo es de su natu-


raleza voluble , variable , sin tener nunca un estado
de consistencia . Nosotros mismos estamos en mudanza
contínua ; mudamos de edad , de pensamientos , de gus-
tos , de inclinaciones , pasando diariamente por mil cam-
bios de alma y de cuerpo . No así Dios : él está siempre
inalterable y fijo en su sér , en sus pensamientos , en
sus afectos y quereres . Bien es verdad que á nuestro
pobre entendimiento le parece haber ocurrido mudanzas
en Dios , como cuando crió el mundo , cuando se hizo
hombre , cuando envió el diluvio , etc .; pero estas y
otras cosas que para nosotros son nuevas , no suponen
ninguna mudanza en Dios ; porque él sin mudar de de-
terminacion , sin hacer ninguna resolucion nueva , va
ejecutando sucesivamente en el tiempo cuanto tiene de-
cretado ejecutar desde la eternidad . Todo el cambio ,
pues , está en las criaturas , no en Dios.
Dios en cuarto lugar es perfectísimo . Perfectísimo quie-
re decir , que él contiene en sí cuanto de bueno , cuanto
de hermoso , cuanto de amable puede hallarse en las
criaturas , y aun infinitamente mas ; y que lo contiene sin
mezcla , sin sombra de imperfeccion ó defecto . Obser-
vad como las perfecciones en las criaturas están repar-
tidas , sin que sea posible encontrar una que las tenga
todas. Tulio , por ejemplo , fué un gran orador , pero no
fué un gran poeta : Homero fué un gran poeta , pero no
fué un gran astrónomo ; gran astrónomo fué Toloméo ,
pero no fué un gran guerrero : gran guerrero fué Ale-
jandro , pero no gran profeta como David . Y si hubiese
un hombre que poseyese todas las perfecciones de que
es capaz la humana naturaleza , todavía le faltarian las
que son propias de la naturaleza angélica : y si un ángel
poseyese todas las perfecciones que pueden convenir á
40 -

todos los ángeles , aun le faltarian las de otras criaturas


posibles que Dios puede crear .
No así Dios , hijos mios , no así Dios ; él contiene las
perfecciones de todos los hombres , de todos los ánge-
les , de todas las criaturas posibles , y aun infinitamente
mas . ¿ Quién puede oir esto sin sentirse palpitar el cora-
zon de amor de Dios ? ¡ Ah cristianos ! Todos los dias.
os entusiasmais , os enloqueceis por una hermosura ter-
rena , bien que caduca , bien que acompañada de mil
defectos é imperfecciones ; y una hermosura eterna ,
una hermosura infinita y sin sombra ¿ no os merecerá el
corazon ?... ¿ Y qué le falta á Dios para que no le ameis ?
¿ Qué podeis desear que no lo encontreis en él eminen-
temente ? ¿ Deseais hermosura ? Hermosísimo es . ¿ De-
seais talento ? Sapientísimo es . ¿ Deseais riquezas ? Ri-
quísimo es . ¿ Deseais poder ? Poderosísimo es. ¿ Deseais
amor ? Amorosísimo es... Seguid , seguid por todas las
criaturas ; y si todas juntas os presentan los motivos de
amor que os presenta Dios , os doy licencia para que
volvais á Dios las espaldas , y consagreis á las criaturas
vuestro corazon .
Dios en quinto lugar es omnipotente . Se le llama omni-
potente , porque puede hacer todo lo que quiere ; porque
no hay cosa alguna que pueda resistir á su voluntad ;
porque es dueño absoluto de todas las cosas , y sobre to-
das ejerce su dominio . No debeis pensar por esto , que
Dios pueda hacer cosa que desdiga de su sér . Aunque
sea omnipotente no puede pecar , no puede mentir , no
puede morir , etc .; porque estas cosas , dice santo To-
más ( 1 ) , mas bien son efectos de debilidad y miseria ,
que de fuerza y poder. A mas de que los atributos de

(1) D. Thom 1 part. quæst. 25 , art. 3 .


41 ――

Dios deben ir de acuerdo entre sí , y no destruirse mú-


tuamente . Si pudiese pecar¿dónde estaria su santidad ?
Si pudiese mentir ¿ dónde estaria su veracidad ? Si pu-
diese morir ¿ dónde estaria su eternidad ? A excepcion ,
pues , de lo que repugna á su sér , Dios puede hacerlo
todo y en este sentido se dice omnipotente .
Lo que aquí me admira es , que siendo Dios omnipo-
tente , os infunda tan poco temor , y le ofendais con tan-
to descaro . Tú sabes , blasfemo , que Dios puede secarte
la lengua mientras estás renegando ; no obstante renie-
gas . Tú sabes , impuro , que Dios puede mandarte la
muerte mientras estás cometiendo el pecado ; no obs-
tante lo cometes . Tú sabes , sacrílego , que Dios puede
confinarte al infierno mientras estás profanando sus sa-
cramentos ; con todo los profanas . Yo verdaderamente
no sé como he de llamar ese proceder ; no sé si he de
llamarlo temeridad , locura , furor , ó qué : tal vez vo-
sotros lo sabréis .
Dios en fin es santísimo . Entre los nombres de que se
sirve la Escritura para darnos alguna idea de Dios , ningu-
no es mas frecuente que el de santo . Este es el título de
que él mas se honra y gloría , el carácter por el cual mas
se ha hecho conocer , el atributo que mas desea ver imi-
tado de nosotros . Sed santos , nos dice en muchos luga-
res , así como yo lo soy : Sancti estote, quoniam ego sanc-
tus sum . Bien sé que muchos pensais eludir este precepto
diciendo , que la santidad no es posible à vuestras fuer-
zas y que no corresponde á vuestro estado . Pero ¿ son
verdaderas esas mentiras ?

¿ La santidad no es posible á vuestras fuerzas ? ¿ Y qué


medios tuvieron los santos que vosotros no tengais ?
¿Son por ventura ahora menos eficaces los sacramentos?
¿ La penitencia tiene menos virtud de perdonar ? ¿ La
-- 42 -

Eucaristía no contiene al mismo Jesucristo ? ¿ En el púl-


pito no resuenan las mismas máximas ? ¿ En el confeso-
nario no se inculcan las mismas doctrinas ? ¿ En el mismo

mundo no se ven todavía ejemplos ilustres que animan á


la virtud , é impelen á la santidad ?... Doncella traviesa ,
¿ no está condenando tus amoríos y tus vanidades aque-
lla amiga que poco ha dejó el mundo , entró en un con-
vento , y ocultó con el velo negro una hermosura que
tal vez brillaba mejor que la tuya ? Padre impío , ¿ no
está confundiendo tu irreligion aquella inocente hija , que
en la edad mas peligrosa vive modesta , frecuenta sa-
cramentos y observa en todos sus puntos la ley santa del
Señor ? Esposo infiel , ¿ no está condenando tu conducta
esa esposa amable que no se venga de tus infidelidades
sino con la paciencia , las lágrimas y encomendándote
á Dios ? Jóven relajado , ¿ no está afrentando tu liberti-
naje aquel conocido tuyo que en la flor de la edad teme
á Dios , ejercita la virtud , y vive puro como un angeli-
to? Ya veis , hijos , ya veis que á quien quiere ser san-
to , no le faltan ejemplos que seguir , no le faltan medios
que practicar .
Pero la santidad , decís , no corresponde á nuestro es-
tado . Os perdono ese disparate ; porque quizá no com-
prendeis bien lo que es un santo , ni cual la santidad
que se os pide . La santidad sabe tomar todas las fisono-
mías , se acomoda á todas las condiciones , y se aviene
con el estado de cada uno . ¿ Quiere un casado ser san-
to ? Ame y respete á la consorte , cuide de sus hijos , y
mírelos como un rebaño puesto á su cuidado , téngalos
bien instruidos en la doctrina cristiana , enséñeles con el

ejemplo á temer á Dios , á cumplir sus preceptos , á te-


ner horror al pecado , á practicar la virtud : haga esto ,
y será un santo . ¿ Quiere un soltero ser santo ? Cumpla
43

exactamente la ley santa del Señor , sea obediente á sus


padres y superiores , huya la compañía de gentes malas
y díscolas , aparte las ocasiones de pecado , ejercítese
en obras buenas , como frecuencia de sacramentos , de-
vocion á Jesucristo y á su santísima Madre , asistencia á
las funciones de iglesia : haga esto , y será un santo .
Pero haciendo esto , me replicais , no harémos gran-
des ayunos , grandes penitencias , grandes milagros como
hacian los santos . ¿ Y qué ?... ¿ pensais que para ser santo
es indispensable hacer grandes milagros y penitencias ?
Haciendo grandes penitencias y milagros pudierais ser
peores que demonios ; y sin hacerlos podeis ser unos
santos de primer órden . ¿ Quién mas santo que Maria
santísima ? Sin embargo no leeréis que hiciese un solo mi-
lagro en toda su vida . ¿ Quién mas penitente que Tertulia-
no? Con todo era un monstruo de iniquidad . A mas de que ,
yo os digo que haréis grandes milagros y penitencias .
¿ Qué milagro mayor que mantenerse puro un jóven en
medio de un mundo tan corrompido como el nuestro ?
¿ Qué mayor penitencia , que la que hace un padre de fa-
milia trabajando todo el año , aguantando el calor del
verano , el rigor del invierno , la fatiga del cuerpo , y no
teniendo para alimentarse sino un pedazo de pan or-
dinario y algunas legumbres mal condimentadas ? ¿ Sa-
beis que os falta para ser santos ? Una sola cosa , la vo-
luntad .

Yo , hijos mios , os he dicho lo mas conducente para


que os formeis una tal cual idea de Dios y de sus atri-
butos , ya que no es posible formarla enteramente exac-
ta y cabal ; porque Dios es infinitamente superior á
cuanto se puede decir y pensar . Si tenemos la feliz
dicha de salvarnos un dia , entonces sí que se rasgará el
velo que nos le esconde , y le verémos tal como es , en
- 41 -

su verdadera forma , cara á cara y abiertamente : Vide-


bimus eum sicuti est. ¡ O dia feliz ! ¿cuándo llegarás ,
cuándo ? Quiera Dios que este dia amanezca para mí y
todos vosotros . Amen .

PLATICA V.

UNIDAD DE DIOS . · EL CORAZON DIVIDIDO .

Videte quod ego sim solus,


nec sit alius Deus præter me.
Deut. xxxп , 39.

Una verdad esencialísima nos quedó por explicar so-


bre las primeras palabras del primer artículo que veni-
mos tratando , y es , que aquel Dios á quien vimos ser
perfectísimo en todo género de perfeccion , es único , esen-
cialmente único , siendo imposible que haya muchos . Esta
verdad , hijos mios , es del número de aquellas , que á
mas de estar apoyadas en la fé , son evidentes á la razon .
Suponed por un instante , dice santo Tomás (1 ) , que
‫ فا‬Cómo los quereis ? ¿ iguales ó
hubiese muchos dioses . ¿
desiguales ? Si los poneis desiguales , os resulta que el
mas pequeño no será Dios ; porque no será infinito , in-
dependiente , ni señor de todas las cosas . Si los poneis
iguales , ni el uno ni el otro será Dios ; porque ninguno
será perfectísimo ; pues el uno no podrá tener las per-
fecciones que tiene el otro : de otro modo ¿ en qué se dis-
tinguirian ? Con esto veis claro que es tan esencial á Dios
el ser único , como esencial le es el ser Dios , y que el
querer multiplicar á Dios es lo mismo que destruirle ,

(1) S. Thom. 1 part. quæst. 11 , art. 3.


- 45 -

y admitir muchos dioses equivale á no reconocer nin-


guno .
De aquí podeis deducir cuan mal haceis en adorar dos
dioses ; pues adorando á dos , os quedais sin ninguno .
¿ Qué dice , Padre ? os oigo exclamar , ¿ nosotros adorar
dos dioses ? Él nos libre de tal desatino : no , no reconoce-
mos mas que á un solo Dios , un Dios solo ; anatema al
maniqueo que establezca muchos . Escuchadme , hijos
mios , y vais á ver que sin pensarlo reconoceis dos dioses .
¿ No sois vosotros los que llevais el corazon dividido en-
tre dos señores ? ¿ No sois vosotros los que en parte cum-
plís la ley santa del Señor , y en parte seguís las máximas
perversas del mundo ? ¿ No sois vosotros los que preten-
diendo conciliar á Dios y al mundo , pensais poder ser-
vir al uno y al otro ? ¿ Y qué es esto , hijos mios , sino
colocar dos dioses en un mismo altar ? ¿ sino reconocer

y adorar muchos dioses ?


Facilmente me persuadiré de que vosotros mismos no
comprendeis lo absurdo de este procedimiento , y que
procediendo así pensais ir bien encaminados ; pero cum-
ple á mi deber desengañaros sobre este punto , y hace-
ros ver, que servir á Dios y al mundo , es un maniqueismo
práctico que el dogma de la unidad de Dios no tolera.
No importa que hoy traspase los límites de simple cate-
quista ; la doctrina que os daré no deja de ser suma-
mente buena y necesaria.

No podeis negarme que muchos estais en el empeño de


conciliar á Dios y al mundo , y que tratais de servir un
poco al uno y al otro . Para ser enteramente mundanos
no teneis bastante valor , porque conoceis que la con-
ciencia gritaria demasiado fuerte : para ser enteramente
de Dios tampoco teneis bastante virtud , porque compren-
- 46 --

deis que las pasiones se quejarian y vosotros no quereis


disgustarlas . ¿ Qué haceis para salir del apuro ? Lo que
una fingida madre queria se hiciese de un pobre niño
que reclamaba su madre verdadera . El niño , decia , no
sea ni todo mio ni todo tuyo , sino la mitad de cada
una : nec mihi , nec tibi , sed dividatur .
Hé aquí lo que muchos pretendeis hacer de vuestro
corazon ; ni todo de Dios , ni todo del mundo , sino por
mitades . Por la mañana á la iglesia , por la tarde á la di-
version : de oracion un poco , de disipacion mucho :
rezos y devociones en los labios , amores y obscenidades
en el corazon : ciertos dias á los sacramentos , muchas
noches al baile : una limosna de cuando en cuando , robos
y estafas siempre que haya proporcion : un confesor que
nos absuelva , un amante que nos sirva : el mundo para
vivir , Dios para morir : Nec mihi, nec tibi, sed dividatur.
No es mal discurrido este sistema , y cierto que tiene
algo de conveniencia ; pero si puedo hablar aquí franca-
mente , ¿ sabeis qué os voy á decir ? Que este sistema es
imposible , y que cuantos le seguís andais perdidos eter-
namente . ¿ Y qué no sabeis que Dios quiere dominar solo
en nuestro corazon , y que no admite competidor ni rival?
¿ Qué no sabeis que Dios y el mundo son de mucho
tiempo dos enemigos irreconciliables ? Si no lo sabiais ,
vais á aprenderlo .
El mundo sugiere el amor de los placeres , Dios pres-
cribe la mortificacion : el mundo autoriza el fausto , Dios
manda la modestia : el mundo aprueba el galanteo , Dios
lo abomina y detesta : el mundo canoniza los bailes , Dios
los condena y reprueba . Quiere el mundo que vos , mujer ,
sigais todas las modas , que no seais escrupulosa en admi-
tir amistades , que no haya diversion ni pasatiempo á que
no intervengais; quiere Dios que seais modesta en el ves-
- 47

tido , amante del retiro , aplicada al gobierno de la casa


y á la instruccion de la familia . Quiere el mundo que tú,
niña , consagres á su servicio esos tiernos años de tu vi-
da , 'que honres sus saraos con tu presencia , que dejes
el ser devota para cuando seas vieja ; quiere Dios que
consagres á él la flor de tu juventud , que vivas retira-
da y devota , que no cuentes con una vejez que quizás

no verás . Quiere el mundo que tú , jóven , vivas como


los demás de tu edad , apartado de sacramentos , entre-
gado á lo que llamas galanteo y yo llamo condenacion ;
quiere Dios que como el jóven Tobías huyas los ma-
los compañeros , frecuentes la iglesia , y le sirvas en
santo temor . ¿ Veis lo que quieren Dios y el mundo ?
Decidme ahora por favor : ¿ quién podrá unir en sí efec-
tos tan contrarios ? ¿ seguir máximas tan opuestas ? ¡ Ah!
que no es posible .
Ya sé lo que me vais á responder . Nosotros tambien
tenemos por imposible seguir á Dios y al mundo , cuan-
do el mundo nos condujese á una manifiesta violacion de
la ley de Dios : pero nosotros estamos muy distantes de
esto ; pues del mundo solo seguimos aquellas máximas ,
que si bien no son las mas escrupulosas , tampoco son
del todo malas y reprobadas . Este es , hijos mios , el

punto preciso que deseaba tocar , porque me dá ocasion


de disipar un error que causa la ruina eterna de infini-
tas almas. En tiempos antiguos eran los cristianos mas
francos tanto para el bien como para el mal . Los que
profesaban religion y piedad mostraban ingénuamente
su aversion al mundo ; los que seguian el mundo se re-
conocian francamente por desertores de la religion y pie-
dad . Los cristianos de hoy mas sútiles y refinados lo ha-
cen de otro modo : abrazan los vicios del mundo , pero
de tal modo disfrazados con el ropaje de la honestidad ,
- 48

que el mas vicioso quiere pasar por moral , y guardense


ustedes de decir lo contrario .
Al decir de estos ¿ qué pensais es ir al teatro ? es ir á
una distraccion la mas inocente . ¿ Qué juzgais es cor-
rer al baile ? es correr á recreos los mas lícitos . ¿ Qué di-
riais es tener amistades tiernas con personas de otro sexo?
es tener amistades que no traen peligro alguno . ¿ Y tener
conversaciones impuras ? es decir humoradas que se es-
capan . ¿Y hacer visitas que dan que sospechar al públi-
co ? es guardar atenciones de urbanidad y política . ¿ Y
leer libros malos ? es mirar composiciones ingeniosas y
de buen gusto . ¿ Y estafar al prójimo ? es saber mirar por
sí y por su familia . —¿Y los que viven así se tienen por
buenos cristianos ? ¡ Si se tienen !... como el que mas ; y
frecuentan sacramentos , y pican de devotos , y tienen
esperanza viviendo así de salvarse un dia .
Si se engañan ó no , vosotros mismos podréis decidirlo
si escuchais con reflexion el argumento que voy á pro-
poner . Segun la palabra formal de Jesucristo , no hay
mas que un solo camino que conduzca á la vida eter-
na : este camino es estrecho , son pocos los que le si-
guen , y estos son los que se violentan , los que se nie-
gan á sí mismos , los que le siguen llevando su cruz .
Esta proposicion en todas sus partes es de fé . Los secua-
ces del mundo no van por el camino estrecho , sino por el
ancho : no caminan con los pocos , sino con los muchos :
no se violentan , sino que se acarician : no siguen á Jesu-
cristo con la cruz , sino que siguen al mundo en sus pla-
ceres . Esta proposicion es de hecho . Luego ó la palabra
de Jesucristo es falsa , y esto es blasfemia , ó para los se-
cuaces del mundo no hay salvacion , y esta es la verdad .
¿ Qué respondeis ? Si el argumento no está bien hecho ,
haced el favor de decirme en que regla falta .
49 -

Yo os veo atónitos , hijos mios , y me parece os oigo


responder si para un cristiano no puede haber ni diver-
timientos , ni amoríos , ni lujo , ni regalos , ni mundo ;
luego tantas personas honestas que practican estas cosas
deberán condenarse ; luego los confesores que las absuel-
ven... No digais mas que ya os entiendo , y aquí teneis
la respuesta. Tan lejos estoy de suponer prohibido á los
cristianos toda clase de desahogos y divertimientos , que

con santo Tomás los reputo por tan necesarios al espíritu


como el alimento lo es para el cuerpo . El punto está en
que estos divertimientos y desahogos sean de tal condicion ,
que no se opongan á la ley de Dios . ¿ Quereis una regla
para discernirlo ? Ved ahí una , que es de santo Tomás .
Si vuestros recreos y diversiones son de naturaleza tal
que podais ofrecerlos á Dios como una cosa grata y dig-
na de él , son inocentes y meritorios ; sino , son pecados :
Si actus refertur in Deum, meritorius est, si non est referibi-
lis , peccatum est.
¿Qué decís á esto , hijos mios? ¿Os parece , mujeres cris-
tianas , si consumiendo horas en adornaros delante un to-
cador , si cargándoos de todas las modas para distinguiros
en una reunion de jóvenes , si admitiendo requiebros y de-
mostraciones que huelen á impureza , podeis decir á Dios
que todo lo dirigís á él como un sacrificio agradable ?
¿ Os parece , hombres cristianos , si entrando en aquel bai-
le , si yendo á aquella casa , si compareciendo á aquella
cita , podréis decir con los ojos vueltos al cielo : Señor ,
por vos voy á emplear una parte de esta noche , por vos
asisto á esta comedia , por vos bailaré un rigodon ? ¿ Os
parece , jóvenes , si leyendo aquel libro perverso , si pro-
firiendo aquella palabra indecente , si acechando á aque-
lla hermosura honesta , podeis decir francamente á Dios :
Dios mio , hago esto para vuestra mayor honra y gloria ?
T. I. - 4
50

¿ Os lo parece ? Pues si todas estas cosas no son referi-


bles á Dios , todas son pecado , os repetiré con el angé-
lico Doctor : Si autem non est referibilis , peccatum est.
Pero señor , me preguntaréis , si todas estas cosas
son pecados , ¿ qué pecados son ? ¿
‫ نا‬mortales ó veniales ?
Si son mortales , deberémos condenar una infinidad de
cristianos que viven como nosotros , y esto es duro ; si
son pecados veniales , no hay porqué acalorarse tanto ,
pues al fin ellos no quitan la gracia , ni se oponen al es-
píritu esencial del cristianismo . ¿ Qué nos responde ?
Queremos una decision ; pero clara , pero terminante.-
Ahí va la decision terminante y clara que quereis . Pri-
mero : todos esos actos que no son referibles á Dios , son
cuando menos pecados veniales. Segundo : por razon de
las circunstancias peligrosas que los acompañan , son casi
siempre pecados mortales . Tercero : aunque cada acto
singular no constituya siempre un pecado mortal , su con-
tinuacion conduce por una necesidad moral á gravísimos
delitos . Harto lo sabeis vosotros por experiencia.
Concluyamos de una vez . El espíritu de Dios , que es
espíritu de santidad é inocencia , no puede conciliarse con
esas vidas sensuales , que las máximas del mundo inspi-
ran : un corazon , pues , dividido entre Dios y el mundo ,
es un corazon perdido : divisum est cor eorum , nunc inte-
ribunt. Servicio de Dios y servicio del mundo , es un sis-
tema imposible : nemo potest duobus dominis servire . No
ser todo entero de Dios , es ser todo entero condenado :
qui non est mecum , contra me est . Así lo enseña la fé , así
lo demuestra la razon , así lo convence la experiencia .
¿ Pues...? pues resolverse .
Ya creo , hijos mios , que esta mañana me habré ga-
nado la fama de escrupuloso ó rigorista . ¿ Y qué predi-
car es este ? habrá pensado mas de uno de vosotros : esto
51 -

es llenar la cabeza de escrúpulos y perturbar las concien-


cias . Bien sé que á los ojos débiles es enojosa la luz ; pe-
ro si en los púlpitos no la hacemos brillar , ¿ dónde la
divisaréis ? Si yo , vuestro párroco y pastor , no os digo
la verdad limpia , ¿ de quién esperais oirla ? ¿ De ese mun-
do que os fascina y engaña ? Si hoy he puesto en claro
las doctrinas que acabais de oir , es porque me intereso
por vuestro bien , es porque quisiera veros á todos bue-
nos en vida , justos en la muerte , y felices en la eter-
nidad . Amen .

PLATICA VI.

INMENSIDAD DE DIOS . EL PECADO EN SU PRESENCIA .

Quò ibo à spiritu tuo ? et quò


à facie tua fugiam ? Ps . 138 , 7.

Si bien el dogma de la inmensidad de Dios no está ex-


presamente declarado en el primer artículo del Símbolo ,
sin embargo pertenece á él , y merece ser explicado con
toda claridad y extension ; porque una vez bien com-
prendido , puede ser el mejor freno para conteneros de
pecar.
Dios , hijos , es inmenso ; y esto quiere decir que él
con su esencia está presente en todo lugar : en el cielo ,
en la tierra , y en los mas profundos abismos . Todo lo
ocupa , todo lo llena de sí mismo , sin que por esto esté
circunscrito en lugar alguno . Persuadido el real Profeta
de esta inmensidad de Dios , le decia : Quò ibo à spiritu
tuo ? et quò à facie tua fugiam ? ¿ Adónde iré , Señor , para
sustraerme de vuestro espíritu ? ¿ Adónde huiré para es-
conderme de vuestra presencia ? Si subo al cielo , allí
52 -

estais si bajo al abismo , allí os encuentro : si me tras–


lado al extremo del mar , allí siento los efectos de vues-
tra mano . Dije para mí mismo , tal vez las tinieblas de
la noche serán un buen velo para esconderme de las mi-
radas del Señor : Dixi , forsitan tenebræ conculcabunt me;
mas pronto conocí que en su presencia la noche mas os-
cura brilla como el dia mas claro , y que yo quedo igual-
mente descubierto á sus divinos ojos puesto entre tinie-
blas , que colocado en medio de la luz : Nox sicut dies il-
luminabitur : sicut tenebræ ejus , et ita lumen ejus .
Gran verdad , hijos mios , que bien meditada seria un
freno poderosísimo para nunca pecar : pensar que Dios
nos está siempre presente , que es testigo de vista de
todo cuanto hacemos y pensamos . ¿ Y quién tendria la
audacia de pecar y ofenderle , si esto pensase ? Explique-
mos , pues, hoy detenidamente el dogma de la inmensidad
de Dios , ó por mejor decirlo , despertemos la fé ador-
mecida sobre esta importante verdad , y así finalmente
conocerémos el gran desatino de quien comete el pecado .

No habréis ciertamente olvidado lo que respondiais en


vuestra niñez cuando os preguntaban : ¿ de qué modo
está Dios en todo lugar ? Está en todo lugar , deciais , por
esencia , conservándonos y favoreciéndonos : está en to-
do lugar por presencia , viendo y presenciando cuanto
hacemos : está en todo lugar por potencia , pudiendo cas-
tigarnos y perdernos .
En efecto es así : Dios está en todo lugar favorecién-
donos ; desde el cielo nos gobierna , en la tierra nos
sostiene , por fuera nos dirige , por dentro nos conser-
va y anima . Miro el sol , y viéndole digo : aquí está mi
Dios , ahí está conservándome ese hermoso astro que me
alegra con su luz y me vivifica con su calor . Miro la
- 53 -

tierra , y viéndola exclamo : aquí está mi Dios , ahí está


conservándome este suelo que me alimența con sus fru-
tos . Siento el aire , y al momento digo : aquí está mi
Dios , ahí está conservándome ese elemento que con su
blandura me refresca y conserva la vida . Sea que en-
tre en mí mismo , sea que vaya divagando por fuera ,
en todas partes descubro á mi Dios , y siempre dispuesto
á favorecerme . Si duermo él me hace compañía , si tra-
bajo él me ayuda , si salgo al campo me acompaña , si
me quedo solo no me deja .
¡ O amable compañía ! ¡ ó dulce presencia ! ¡ ó Dios de
mi corazon ! ¿ Será posible , Dios mio , que hallándome
yo siempre en vuestra dulce y benéfica presencia , viva
insensible á tanto amor ? Pluguiese al cielo , hijos mios ,
que nuestra ingratitud no pasase mas allá . Lo estraño , lo
increible es , que estando entre los brazos de este buen
Dios , que cual madre nos regala en su seno , allí le ofen-
damos , allí le insultemos . Si hubiese un lugar en este
mundo donde Dios no estuviese presente dando continuas
pruebas de su amor , seria menos mal ir allá á pecar ;
pero este lugar , hijos mios , es imposible hallarlo . Si le
ofendeis en casa , habeis de ofenderle en medio de aque-
llos hijos y conveniencias , que su bondad os ha dado , y
todavía os conserva . Si le ofendeis en el campo , habeis
de ofenderle á vista de aquellas posesiones y terrenos
que él fecundiza y os hace fructificar . Si le ofendeis de
dia , habeis de ofenderle delante de aquel sol que él en-
ciende en el cielo para que os ilumine y os guie . Si le
ofendeis de noche , habeis de ofenderle entre las tran-
quilas sombras que él esparce sobre la tierra para vues-
tro sueño y reposo . ¡ Ah ! á quien tiene valor para pecar
contra un Padre tan tierno y benéfico , es menester ad-
vertirle que lleva una piedra por corazon .
54

Además Dios está en todo lugar por presencia , vien-


do y presenciando cuanto hacemos . No hay eclipses , no
hay noche , no hay tinieblas que nos pongan á cubierto de
sus miradas . Gran cosa , pues , lograste , hijo mio , cuan-
do para ofender á Dios te escondiste en lugares secretos ,
cerraste las puertas y encargaste silencio á las mismas
paredes ; entonces te creiste seguro , y juzgando que
nadie te miraba , dijiste como aquel insensato de la Escri-
tura : las tinieblas me ocultan , las paredes me esconden ,
nadie observa lo que hago : tenebræ circumdant me , et pa-
rietes cooperiunt me , nemo conspicit ; quem vereor ? ¡ Infe-
liz ! ¿no advertias que estabas bajo las miradas de todo
un Dios ? ¿ Y cómo puede ser que su presencia no te
causare el rubor y vergüenza , que sin duda te hubiera
producido la presencia de un hombre que te hubiese sor-
prendido en el delito ?
Se cuenta del rey Antígono , que una vez oyó desde su
palacio que los soldados de la guardia murmuraban de él .
Levantóse al punto , y saliendo al balcon les dijo con
gran calma soldados , si quereis murmurar de vuestro
rey , idos un poco mas allá para que él no lo oiga . ¡ Ah !
carísimos pecadores , os diré yo tambien ; & vosotros es-
tais resueltos á cometer esa impureza , esa injusticia , ese
pecado ? bien : & no hay honor , no hay conciencia , no
hay remordimiento que os contenga ? bravo : pero al me-
nos usad de alguna cortesía con vuestro Dios , alejaos un
poco de él , retiraos á un lugar donde él no os vea ni os
oiga . Buscad en este pueblo una casa , en esta casa un
aposento , en este aposento un rincon donde Dios no esté
presente ; y si lo encontrais , andad , desgraciados , id
allá á pecar :: Ibi
Ibi pecca , ubi nescis Deum esse , os dice san
Agustin.
¿Habeis jamás reflexionado quién es este Dios á cuya
55

vista os atreveis á pecar ? Oidme , y lo aprenderéis . Si el


demonio mas obstinado del infierno viese un solo instan-

te á este Dios que os mira cuando pecais , á la vista de


un sér tan puro , tan santo , se avergonzaria de su mal-
dad , y se veria forzado á amarle con amor tan vehe-
mente , que al punto de demonio malvado se convertiria
en ardentísimo serafin . Tanta es la hermosura , tanta la
santidad y pureza de Dios . ¿ Y delante de un Dios tan
santo y puro cometes , cristiano , cometes acciones que
te sabria mal las supiese el hombre mas despreciable de
la tierra ? O no tienes fé , ó has perdido el juicio .
Notad aquí , hijos mios , una cosa que puede ser os
inspirará mas profundo respeto á la presencia de Dios ,
y es , que él se ocupa tanto de cada uno de nosotros en

particular , nos mira tan´atentamente en todo lugar y


momento , como si en el cielo y en la tierra no hubiese
mas que él y nosotros , como si no tuviese otro cuidado

que mirarnos y observarnos . ¿ Qué respeto no debe in-


fundirnos esta mirada fija y contínua de Dios , dirigida
siempre sobre cada uno de nosotros , puesta siempre
sobre nuestros pasos y acciones ? Una persona de au-
toridad que escuche nuestros discursos , que observe
nuestros modales , ¿ qué comedimiento , qué circunspec-
cion no nos inspira ? Y con todo esa persona con sus
estudiadas observaciones ¿ qué descubriria ? solo el exte-
rior ; no el corazon . Pero la mirada penetrante de Dios
entra en nuestro espíritu y descubre hasta lo mas íntimo
de nuestra intencion .

El vé , ó satírico , que aquel discurso patético que ha-


ces del prójimo , no va dirigido , como parecia , á excitar
la compasion , sino á poner á la vista de los otros sus fal-
tas y flaquezas . El vé , ó soberbio , que aquellas tus
afectadas humillaciones no las haces con el fin de ser
- 36 --

despreciado , sino para atraerte nuevas atenciones y ma-


yores alabanzas . Él vé , ó rico , que las limosnas que en-
vias á aquella familia pobre , no tienen por objeto sacarla
de la miseria , sino facilitarte la presa de alguna inocente
doncella. Pero yo voy á deciros alguna cosa mas . No solo
Dios descubre en nosotros lo que los hombres no pue-
den descubrir , sino lo que quizás no conocemos noso-
tros mismos . Tú piensas , mujer , que aquel amor tuyo
es tan santo como sagrada es la persona á quien lo diri-
ges ; con todo Dios vé que es un amor todo carnal y sen-
sible. Tú juzgas , ó superior , que las correcciones que das
son siempre efectos de razon y de celo ; no obstante Dios
sabe que las mas veces son desahogos de la cólera y del
mal genio . Tú jurarias , cristiano , que las obras buenas
que haces , las haces únicamente por Dios ; pero Dios
conoce que son por seguir tu inclinacion , y complacerte
á ti mismo . ¡Oh ! ¡ cuántas cosas vé Dios todas al revés de
lo que nosotros nos las imaginamos ! ¡ cuántos pecados
descubre en aquello que nos parecen virtudes !
Por último , hijos mios , Dios está en todo lugar por
potencia , y esto quiere decir que su poder llega á donde
quiera que huyais ; que en cualquier lugar que seais siem- 9
pre estais á tiro de su arco , y no hay que pensar que
yerre el golpe cuando quiera castigaros . Huid , escon-
deos , enterraos . ¿ Qué lograis ? nada : porque al poder
de Dios no se escapa cosa alguna .
Entendiendo David que el rey Saul buscaba ocasion
para matarle , el temeroso jóven abandona al punto su
patria , huye al desierto , y errante y fugitivo pasa de
monte en monte , no creyéndose seguro entre los ma-
1
torrales mas espesos , ni sobre las peñas mas inacce-
sibles , ni dentro las cuevas mas oscuras . Si duerme ,
palpita si come , sospecha si habla , teme : si anda ,
57

tiembla al ruido de sus mismos pasos . Ni de dia ni de


noche sosiega su espíritu , porque siempre le parece ver
aquella lanza fatal con que Saul habia intentado traspa-
sarle contra la pared . Y con todo Saul no podia cerrar
todos los pasos al inocente David , no podia amurallar
todas las fronteras de su reino , ni impedir que escapase
al reino vecino .

Pero tú , pecador mio , que habiendo ofendido á Dios ,


sabes ya que le tienes por enemigo declarado , ¿ dónde
piensas guarecerte para escapar á los golpes de su furor ?
¿ dónde? ¿ dónde ? ¡ Ah , Señor ! dice David , que no hay
. escondrijo en este mundo que pueda ofrecerme seguridad .
Si me elevo por los aires , tu illic es , allí estais vos : si
me oculto en los abismos de la tierra , ades , allí me sor-
prendeis : si huyo á la otra parte del mar , illic tenebit me
dextera tua , allí me cogerá vuestra mano . Sí , sí , peca-
dor ; en la ciudad y en el campo , en el trabajo y en el
descanso , en público y en el retiro , illic tenebit , allí te
cogerá la mano del Señor siempre que quiera castigar,
te ; en el dia mas claro y en la noche mas oscura , en la
mesa y en el sueño , en el juego y en el pecado , illic
tenebit... Huye , escóndete , entiérrate ; no hay esperan-
za para ti de librarte con la fuga . ¿ Y no palpitas ? ¿y no
tiemblas ?

¡ Ah ! hijos , consideraos siempre en la presencia de


Dios como lo hacia David , quien asegura que siempre le
parecia ver al Señor delante de sí : Providebam Dominum
in conspectu meo semper . Sobre todo cuando os conozcais
expuestos á cometer algun pecado , avivad la fé de esta
presencia divina , y decid como la casta Susana , melius
est incidere in manus vestras , quàm peccare in conspectu
Domini. ¿ Sabeis el caso ? voy á referirlo por conclusion .
Vióse la noble señora acometida un dia por dos jueces ,
-- 58 ---

quienes la amenazaron con una próxima y afrentosa


muerte si no se prestaba á sus brutales deseos . Oido este
terrible dilema , comenzó ella á discurrir de este modo :
¿ Qué haré ? Si consiento soy rea , si no consiento soy
muerta si me conservo pura moriré inocente , si me
rindo viviré sin honor . En este apuro acordóse de la
amorosa presencia del Señor , y tocada hasta lo mas ín-
timo del espíritu de respeto y amor á tal presencia ; ea ,
responde , yo no me rindo ; si he de perder el honor y
la vida , piérdanse en buen hora ; mas vale morir ino-
cente , que pecar delante de Dios que me mira : melius
est incidere in manus vestras , quàm peccare in conspectu .
Domini. Hacedlo así vosotros , y no habrá tentacion tan
fuerte que pueda induciros á pecar . Amen .

PLATICA VII.

LA SANTÍSIMA TRINIDAD . DIOS PADRE DEL HOMBRE .

Tres sunt qui testimonium


dant in cœlo , Pater , etc. 1 .
Joann. v, 7.

Despues de haber dicho en el primer artículo del Sím-


bolo creo en Dios , luego seguimos diciendo Padre y es-
ta palabra nos conduce naturalmente al misterio de la
santísima Trinidad ; pues , como dice el Catecismo ro-
mano , este misterio adorable á la par que incomprensi-
ble nos viene indicado por el nombre Padre que aquí tri-
butamos á Dios . Sí , fieles : aquel Dios que el otro dia
vimos ser único y simplicísimo en su naturaleza , inclu-

ye tres personas entre sí distintas ; y aunque la primera


no es la segunda , ni la segunda es la tercera , con todo
estas tres personas no son sino una sola naturaleza , una
sola esencia , un solo Dios.
59

Esta trinidad de las divinas Personas junta con la uni-


dad de naturaleza , es cuanto hay de mas admirable , de
mas estupendo , de mas incomprensible en Dios . Este es
el gran misterio que jamás hubiéramos llegado á descu-
brir , si no hubiese venido á manifestárnoslo la luz de la
revelacion . Que Dios existe ; que es perfectísimo ; pri-
mer principio de todas las cosas é independiente de to-
do ; que este Dios es esencialmente único , eterno , in-
mutable... hasta aquí podemos llegar con nuestra luz
natural ; pero que este Dios único y simplicísimo sub-
sista en tres personas realmente distintas , sin que entre
ellas haya ni superioridad , ni dependencia , ni desigual-
dad de tiempo , de dignidad , de perfeccion …
.. este , re-
pito , es el gran misterio que solo la fé nos ha podido
descubrir .
Bien quisiera yo hablaros tambien hoy con la claridad
que acostumbro y vosotros necesitais ; pero tratando de
un misterio , y de un misterio tan alto como el presente ,
la claridad es imposible , fuerza es ser algo oscuro . Mas
no por esto dejaré de hablaros de él á mi modo ; ya por-
que este misterio es el principalísimo entre todos los
artículos de nuestra fé , ya porque todo cristiano debe
estar suficientemente instruido en él , só pena de eterna
condenacion . Os explicaré , pues , este misterio de la
santísima Trinidad hasta el punto que os conviene en-
tenderlo , dándoos en seguida alguna declaracion sobre
los diferentes sentidos del nombre Padre que tributamos
á Dios en el Símbolo .

Por mas que nuestro pobre entendimiento no alcance


á comprender , como siendo Dios único y simplicísimo ,
subsiste en tres Personas entre sí distintas;;; es cierto no
obstante que así es , porque la fé nos lo dice claro . Dios ,
60

que no puede engañarnos , se ha dignado revelarnos es-


ta verdad . ¿ Qué otra prueba necesitamos para creerla ?
Jesucristo nos ha dicho por boca de su amado discípulo
san Juan , que tres son los que dan testimonio en el cielo , el
Padre , el Verbo y el Espíritu santo , y que estos tres son
un mismo Dios . El mismo Salvador encargó expresa-
mente á sus discípulos el anunciar su evangelio á todas
las gentes , y bautizarlas en nombre del Padre , y del Hi-
jo , y del Espíritu santo.
¿ Qué mas ? Como si Dios hubiese querido facilitarnos
la creencia de este misterio en sí altísimo y en la apa-
riencia repugnante y contradictorio , nos le ha revelado
de una manera muy acomodada á nuestra débil com-
prension , haciéndolo en algun modo sensible y palpa-
ble. Leamos el evangelio de san Mateo , y en el capítulo
quinto donde nos refiere la historia del bautismo de Je-
sucristo verémos sensibilizada toda la santísima Trini-
dad : sensibilizada la persona del Padre que hace oir su
voz , vox Patris audita est : sensibilizada la persona del
Hijo que aparece en forma humana , in similitudinem ho-
minum factus : sensibilizada la persona del Espíritu san-
to que se deja ver en figura de paloma , in columbæ spe-
cie. Es pues evidente segun la fé , que en Dios hay trinidad
de personas. Ahora como este Dios trino en personas sea
uno en la esencia ó naturaleza , esto es lo que no pode-
mos entender . Es misterio : misterio que debemos ado-
rar y creer humildemente , sin pretender examinarlo .
Lo que debeis saber bien , hijos mios , es que estas
tres Personas divinas son perfectamente iguales : iguales
en dignidad , iguales en perfeccion , iguales en gloria ,
iguales en todo . Porque siendo la naturaleza divina una
misma en todas tres , es consiguiente que todas tres ten-
gan unas mismas perfecciones . Y así aunque decimos
64

que el Padre es la primera Persona , el Hijo la segunda ,


el Espíritu santo la tercera , no se ha de entender que
entre ellos haya antes ó despues , mayor ó menor , mas
ó menos ; sino que todas tres tienen una misma divini-
dad , una igual gloria , una majestad coeterna . No hay
entre estas Personas otra diferencia que llamarse la pri-
mera Padre , porque conociéndose á sí mismo engendra
una imágen en todo semejante á sí , que es el Hijo ; la
segunda se llama y es Hijo , porque procede del Padre
y es engendrado de él ; la tercera se llama y es Espíritu
santo , porque procede del Padre y del Hijo por via de
amor y por inspiracion de recíproca voluntad . ·
Fuera de estas tres operaciones propias y personales ,
todas las demás que hay en Dios son comunes á las tres
Personas ; y así todo lo que hace el Padre lo hace el
Hijo , y lo hace el Espíritu santo . Bien es verdad que la

creacion y las obras de la omnipotencia se atribuyen al


Padre , porque es el principio de todo sér ; que la re-
dencion y las obras de sabiduría se atribuyen al Hijo ,
porque es la sabiduría eterna del Padre ; que la santifi-
cacion y las obras de amor se atribuyen al Espíritu san-
to , porque es el amor sustancial del Padre y del Hijo ;

pero todas estas obras divinas proceden de un mismo


poder , de una misma sabiduría , de un mismo amor ,
que son comunes á las tres divinas Personas .
Ved ahí , fieles , lo que la religion os enseña del mis-
terio de la santísima Trinidad . Vosotros os equivocariais
si pensaseis que os basta tener de él una fé puramente
especulativa , y que nada obrase en vuestro corazon .
No , hijos , no os basta creer en Dios uno y trino ; este
misterio inefable os impone la obligacion de adorarle
con frecuencia , amarle con ternura , imitarle con fide-
lidad .
62

Adorarle con frecuencia : los serafines le adoran ince-


santemente en el cielo ; y como ofuscados del resplan-
· dor de tanta gloria , se cubren el rostro con las alas y
claman incesantemente : Santo , Santo , Santo , Señor
Dios de los ejércitos , toda la tierra éstá llena de su gloria .
¡ Cuán justo es que á este perenne trisagio que los sera-
fines entonan en el cielo , contestemos con frecuencia los
que vivimos en la tierra : Gloria al Padre , gloria al Hi-
jo , gloria al Espíritu santo !
Amarle con ternura . ¡ Qué amor , hijos mios , debería-
mos tener á estas tres augustas Personas ! ¡ Al Padre
que nos ha engendrado en la palabra de verdad , al Hijo
que se ha hecho nuestro hermanito segun la carne , al
Espíritu santo que nos ha elegido por su templo y mo-
rada ! ¡ Qué ! debe decir un cristiano , el Padre me ha
amado hasta el punto de darme á su unigénito Hijo ; el
Hijo me ha amado hasta el extremo de derramar por mí
toda su sangre ; el Espíritu santo me ha amado hasta el

exceso de llenarme de sus gracias y de sus dones : ¿ y


yo seré insensible á tanto amor y ternura para con un
Dios tan santo y bueno ? Confesémoslo , amados mios :
si somos tan frios , tan helados en el amor de la Trini-
dad adorable , es porque jamás nos tomamos la pena de
hacer estas reflexiones .

Imitarle con fidelidad. No vengais á decirme que no es


posible imitar un misterio tan sublime y alto : podemos
imitarle á nuestro modo , puesto que el mismo Dios se
ha dignado hacerse modelo . ¿ En qué consiste el misterio
inefable de la santísima Trinidad ? ¿no consiste en la
unidad de las tres divinas Personas en una sola natura-
leza ? Unámonos , pues , nosotros con Dios por amor , ha-

ciéndonos un mismo espíritu con él , conforme nos dice el


Apóstol : unámonos con nuestros prójimos con el vín-
63

culo de la caridad , amándonos recíprocamente y for-


mando un solo corazon , como nos lo dejó mandado Je-
sucristo : de esta suerte imitarémos la santísima Trinidad
en el modo que es imitable .
Pasemos ahora á dar una declaracion mas extensa del
nombre Padre que tributamos á Dios en este primer ar-
tículo . Aunque este nombre Padre , que damos á Dios
principalmente , haga referencia á su Hijo único y natu-
ral , y en este concepto sea propio y característico de la
primera Persona ; no obstante conviene á Dios aun res-
pecto de nosotros que somos sus criaturas . Sí , cristia-
nos : Dios á mas de ser padre por naturaleza de su uni-
génito Hijo , es tambien padre nuestro , y ¡ oh por cuan-
tos títulos !

1.º Es nuestro padre por título de creacion . ¿ Quién mas


verdaderamente padre que el que nos ha dado el sér ,
la vida y cuanto tenemos ? Miraos de cabeza á piés , y
ved si teneis algo que no lo hayais recibido de Dios ; ved
que os quedaria si Dios os hiciera restituir todo lo que
os ha dado . ¡ Oh , qué motivo de amor y reconocimiento
teneis aquí ! ¿ Qué erais cien años atrás ? Menos que una
hormiga que anda sobre la tierra , menos que un gusa-
nillo que se arrastra sobre el polvo , menos que un gra-
nito de arena de que hace juegos el viento . Habeis
venido al fin á representar vuestro papel en este gran
teatro del mundo ; habeis nacido hombres , que vale
tanto como decir , criaturas las mas nobles entre todas
las criaturas sensibles ; con un cuerpo bello , robusto y
naturalmente dirigido al cielo ; con una alma inmaterial ,
inteligente , muy superior al bruto y poco menos que el
ángel ; con tres potencias espirituales que , al decir de
santo Tomás , son una viva expresion del misterio inefa-
ble de la santísima Trinidad . ¿ Y no será un deber de
― 64

rigurosa justicia servir y amar á un Padre que tanto nos


ha dado ?
Escuchad . Si un sabio escultor , habiendo visto el
tronco de un árbol echado entre basuras é inmundicias ,
lo hiciese trasladar á su casa , y con mano hábil forma-
se de él una estatua tan linda y bella , que colocada des-
pues en el museo de un príncipe llegase á ser la admi-
racion de nacionales y extranjeros ; si esta estatua pu-
diese abrir los ojos , entender y hablar , ¿ qué os parece
haria ? ¿ cuáles juzgais serian sus primeras palabras ?
¿ no serian palabras de amor y reconocimiento por su
artífice ? ¿ no le diria llena de gratitud : doyte las gracias
por lo que me has hecho ; aquí estoy pronta á servirte ,
haz de mí lo que quieras ? Avergoncémonos , hijos , aver-
goncémonos de no sentir una ley natural que sentiria el
mismo leño si fuese capaz de sentimiento .
2.° Dios es nuestro padre por título de conservacion .
Dios no es como los demás artífices , que apenas han
concluido una obra la abandonan . Apenas el pintor ha
concluido su cuadro , lo deja ; apenas el arquitecto ha
acabado un edificio , se retira. ¿ Porqué ? porque las
obras de las criaturas una vez producidas , no necesitan
mas de sus causas y pueden subsistir sin ellas : la esta-
tua existe cuando ya no existe el que la labró ; el hijo
vive aun cuando ya falleció su padre . Pero esto , Dios
mio , no se puede decir de vos . En cada instante volve-
ríamos á nuestra primitiva nada , si vuestra mano pater-
nal dejase de sostenernos : nuestra vida es una reno-
vacion continua del beneficio de la creacion : cada

momento que vivimos es un nuevo don de vuestra libe-


ralidad . De lo que infiero , ó Dios de mi amor , que en
todo momento os debemos las mismas adoraciones , las
mismas acciones de gracias que debiéramos haberos dado
65 --

desde el primer instante de nuestra vida , si hubiésemos


tenido la dicha de conoceros .
3.º Dios es nuestro Padre por título de adopcion . Ape-
nas el sacerdote bautizante , vertiendo el agua sobre
nuestras cabezas , hubo pronunciado el Yo te bautizo en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu santo, cuando
el Padre celestial nos adoptó por hijos , pronunciando
sobre cada uno de nosotros aquellas palabras tan llenas
de ternura y bondad : hic est filius meus dilectus, este bau-
tizado es mi hijo querido en quien pongo todas mis com-
placencias . ¡ O favor ! ¡ ó benignidad ! Detengámonos un
poco , hijos mios , en reflexionar sobre este favor , que
ciertamente lo merece .
Decidme : ¿ no hay muchos millones de hombres na-
cidos entre idólatras , herejes , y en reinos donde no
es conocida la religion de Jesucristo ? Cierto que sí. ¿ No
podiamos nosotros nacer como uno de ellos en Constan-
tinopla , Pequin , ó junto á alguna sinagoga de judíos ?
No cabe duda alguna . ¿ Y qué méritos vió el Señor en
nosotros para preferirnos á tantos , y hacernos nacer en
el seno de su Iglesia ? Cierto que ninguno . Y si despues
de habernos él elegido por hijos suyos con tanta libera-
lidad y amor , nosotros no le servimos y amamos con todo
el corazon , ¿ no es verdad que somos unos ingratos ? Ver-
dad es , y mas clara que el sol . Y si en vez de servirle y
amarle nosotros , le ofendemos y ultrajamos , ¿ no es igual-
mente verdad que somos peores que demonios ? Verdad
es , y tan manifiesta como la otra .
Acercaos , pues , hijos ingratos y desleales , escuchad las
reconvenciones de vuestro Padre Dios . Si ego Pater, ubi
est honor meus ? Si yo soy vuestro Padre , ¿ dónde está el
honor , dónde el respeto , dónde la obediencia que me
debeis ? ¡Hijos ingratos ! ¿ qué mas podia hacer yo por vo-
T. I. - 5
- 66 ---

sotros de lo que he hecho ? Os he criado á mi imágen con


preferencia á otros infinitos que he dejado en la nada ; os
conservo todos los instantes una vida que no empleais
sino en ofenderme ; os he llamado á mi Iglesia , prefirién-
doos á otros que me hubieran correspondido mejor ; os he
limpiado con mi bautismo , os he infundido mi gracia y
mis dones , os he santificado con mis sacramentos hasta
daros en alimento mi propia carne . Beneficios de esta na-
turaleza merecian mejor correspondencia; parece que de-
bian haberos ganado el amor y el corazon . Pero vosotros
en vez de amor me pagais con ultrajes . Si como soy vuestro
padre, fuese un enemigo vuestro , ¿ pudierais correspon-
derme peor ? ¡ Ah hijos desnaturalizados ! ¿ Qué mal
os he hecho para portaros así ? ¿ en qué os he contrista-
do ? Hablad , responded . Quid feci tibi ?... Responde mihi .
Dejo que cada uno de vosotros responda en el secreto
de su corazon á estas patéticas preguntas de un Padre tan
tierno y bondadoso ; y suplico á su misericordia que ese

glorioso título de hijos suyos que llevais , no sea un títu-


lo mas para vuestra eterna condenacion . Amen .

PLATICA VIII .

LA CREACION DEL MUNDO. - PROVIDENCIA DE DIOS .

Omnia in sapientia fecisti, im-


pleta est terra possessione tua.
Psalm. 103, 25 .

Uno de los dogmas sobre el cual el Símbolo llama muy


particularmente nuestra atencion , es el de la creacion del
mundo , de la que nos habla expresamente en el primer
artículo , que concluye con estas palabras : Criador del
cielo y de la tierra . Haciendo el Símbolo expresa mencion
67

de esta verdad , es claro que teneis obligacion de en-


tenderla ; y cumple á mi deber explicárosla , sino en
todas sus partes , al menos en los puntos mas necesa-
rios y dignos de que los sepa un cristiano .
Crear , que es lo mismo que hacer una cosa de la
nada , es obra que solo puede hacerla Dios . Nosotros
podemos hacer una cosa de otra que ya existe de las
piedras podemos formar un edificio , del paño un vesti-
do ; pero hacer una cosa de la nada , es imposible , esto
no cabe en el poder de ninguna criatura . Júntense todos
los monarcas del universo , yo os aseguro que todos ellos
juntos no podrán hacer una mosca . Dios solo puede sacar
de la nada , como de una rica y fecunda mina , innume-
rables criaturas , sin costarle mas trabajo que una sola pa-
labra , ó sea un acto simplicísimo de su voluntad . Y esto
es lo que en efecto ha hecho el Señor , conforme lo tes-
tifican las citadas palabras , Criador del cielo y de la tierra .
Con estas palabras confesamos creer , que hubo un
tiempo en que nada existia de cuanto existe , excepto
Dios , y que en el momento que á él agradó , todas las
cosas salieron de la nada sin otro instrumento ni materia
que el eficaz imperio de su voz : Ipse dixit, et facta sunt ;
ipse mandavit , et creata sunt . Háganse , dijo él , y al ins-
tante las criaturas , como si fuesen animadas , respondieron
á su voz y dijeron : aquí estamos : Vocatæ sunt , et dixe-
runt : adsumus . Si bien el Símbolo solo nombra el cielo

y la tierra , lo que podria dar ocasion de pensar que so-


lo estas dos cosas fueron criadas por el Señor , no obs-
tante en estas dos cosas vienen comprendidas todas las
demás que en ellas hay , diciéndonos claramente el Pro-
feta , que el Señor hizo el cielo , la tierra , el mar y cuan-
to hay en ellos : Fecit cœlum , et terram , mare et omnia
quæ in eis sunt. Y no solo debemos creer que el Señor
68 -

crió este mundo corporal y visible que se presenta á


nuestra vista , sino que crió tambien un mundo invisible
y espiritual que no alcanzamos con los sentidos ; mundo
que se compone de los ángeles y almas racionales , que
son espíritus invisibles y la parte mas excelente de las
obras de Dios . De este mundo espiritual nos habla cla-
ramente el Símbolo Niceno , el cual á las palabras del
de los Apóstoles , Criador del cielo y de la tierra , añade
por via de explicacion : Y de todas las cosas visibles é
invisibles : visibilium omnium et invisibilium .

Aquí se me presenta un punto muy importante , ínti-


mamente unido con la fé de la creacion é inseparable de
ella ; y es , que Dios despues de haber criado el mundo ,
no le abandonó para no cuidarse mas de él , ni lo deja cor-
rer á la ventura ; sino que lo preside , lo gobierna , y di-
rige todas sus cosas aun las mas pequeñas á los altos fi-
nes de su adorable providencia . Verdad importante , que
deseo os quede altamente impresa en la memoria , y que
será la materia de la presente instruccion .

Aunque el artículo que explicamos nada nos dice ex-


presamente de la providencia de Dios , con todo nos lo
indica bastante con decirnos que él es Criador del cielo y
de la tierra : porque la idea de criador lleva necesaria-
mente consigo la idea de gobernador universal y perma-
nente . ¿ Y cuál es el monarca que no gobierna á sus súb-
ditos , que no se cuida de sus estados ? ¿ Y quereis que
Dios , que á mas de ser el monarca del universo , es el
hacedor de todas las cosas , olvide sus criaturas , las
abandone , y no se interese mas por ellas de lo que
se interesaria si en nada le perteneciesen ? El buen sen-
tido y la buena razon repelen y rechazan semejante ab-

surdo . Quédeos pues , hijos mios , bien impresa en el en-


69

tendimiento esta verdad : que así como todas las cosas


salieron de las manos de Dios , así á todas se extiende
su providencia y cuidado .
Esta providencia es la que mantiene siempre igual é
inalterable el órden físico de este mundo , la que regula
constantemente el movimiento periódico de los planetas ,
el cambio continuo de dia y noche , el giro invariable de
las estaciones , la reproduccion incesante de los hom-
bres , de las plantas , de los animales etc. Los objetos
mas pequeños , como la hormiga , la flor , entran en el
cuidado de esta providencia adorable , la cual , como di-
ce la Escritura , no se olvida de alimentar las avecillas
del cielo , ni de vestir los lirios del campo , ni de procu-

rar al buey su pasto y pesebre .


Esta misma providencia es la que dirige todos los su-
cesos de la tierra ; no solo aquellos sucesos grandes y
estrepitosos que cambian y descomponen la faz del mun-
do , como las caidas y fundaciones de imperios , cambios
y revoluciones políticas , desastres de guerras , de pes-
tes , de inundaciones ; sino hasta los sucesos mas pe-

queños que acaecen cada dia , y que para nosotros


son casuales , como por ejemplo , que yo salga á tal hora
de casa, que vaya á paseo á tal parte , que hable con tal
persona , etc. En este sentido decimos , y decimos bien ,
que no se mueve hoja que Dios no quiera ,
Esta misma providencia es la que dirige los males fí-
sicos que a veces experimentamos , y los encamina sa-
biamente á la consecucion de algun bien mayor que su
bondad se ha propuesto . Así permite la muerte de la
avecilla inocente para que viva el gavilan ; permite la
tempestad para que purifique el aire ; permite los vene-
nos para que sirvan en ciertas enfermedades ; y á este
tenor andad discurriendo .
70

Y si Dios cuida de las cosas mas bajas y materia-


les , ¿ podrá olvidar al hombré , que es la criatura mas no-
ble , por quien ha hecho lo demás , y de quien es sin-
gularmente Dios , Señor y Padre ? Figuraos si esto es
posible . Si hay en Dios una especial providencia , esta
es para nosotros . De él tenemos el movimiento , la res-
piracion y la vida , como nos dice san Pablo ; de él re-
cibimos el vestido que nos cubre , el alimento que nos
sostiene , el techo que nos abriga ; él dispone y dirige
nuestras carreras , nuestras vocaciones , nuestros nego-
cios , nuestras empresas , ordenándolo todo á los altos fines
de su eterna sabiduría : él en fin cuida de todas nuestras
cosas aun las mínimas y triviales , no permitiendo siquie-
ra que nos caiga un cabello de la cabeza sin licencia su-
ya : capillus de capite vestro non peribit. ¿ Quereis mas ?
Los mismos pecados , bien que de él sumamente aborre-
cidos , entran en el plan de su providencia : él se sirve
de los tiranos para que triunfen los mártires , de la ca-
lumnia para que brille la inocencia , de la impureza pa-
ra que adquiera mas lustre la castidad . Fácil me fuera
mostrarlo con gran número de ejemplos .
Héos aquí , hijos mios , aquella providencia universal
que á todo atiende , á todo preside y todo lo endereza
segun sus miras de una manera tan eficaz como suave .
Attingit à fine usque ad finem fortiter , et disponit omnia
suaviter.

Que no vengan los deistas modernos diciendo , que


es degradar y envilecer la majestad del Señor , hacerla
bajar á cosas tan pequeñas y menudas ; ó darla muchos
engorros . Esta es una pedantería que apenas seria to-
lerable en la boca de un rústico , ¿ cuánto menos en unos
hombres que se precian de filósofos y de sabios ? Si Dios
no ha creido envilecerse dando el sér á todas las cosas ,
- 71

¿ cómo podrá decirse que se envilezca gobernándolas ?


¿ cómo podrá decirse que le habia de ser muy engorroso
el gobierno de todo el mundo , si no le costó trabajo al-
guno el crearlo ? Que los soberanos de la tierra se vean
agobiados con el gobierno de sus pueblos , que necesi-
ten de ministros , generales , gobernadores , está bien ;
porque siendo criaturas muy limitadas , no pueden abar-
car mucho , ni hacerlo todo por sí mismos . Pero Dios
que está por todo , Dios que todo lo llena de sí mismo ,
¿ qué embarazo , qué fatiga ha de hallar en el gobierno
de todas las cosas ? ¿ Piensan los deistas modernos que el
poder de Dios se mide por sus escasos talentos ?.. ¡ Bue-
no estaria él !

Pero yo , hijos mios , no solo trato aquí de cimentaros


en la fé de la providencia de Dios , sino tambien de jus-
tificarla á vuestros ojos . Muchos hay , y quizás entre vo-
sotros , que porque las cosas de este mundo no andan
siempre segun su modo de pensar , censuran la conduc-
ta de Dios y se echan á reformadores de su providencia.
¿ Porqué , dicen , habia Dios de quitarme el padre preci-
samente cuando mas le necesitaba ? ¿ porqué ha de per-
mitir que me denigre aquel murmurador ? ¿ porqué ha de-
bido enviarme ese revés y esta desgracia ? Indica mihi,
cur me ita judices . ¡ Ah fieles mios ! si vosotros supie-
rais todos los porqué Dios dispone estas y otras cosas
que no os caen muy en gracia , tal vez adorariais su ma-
no , y bendeciriais mil veces su providencia . Vuestra vis-
ta es muy limitada , y ordinariamente la fijais en un solo
punto ; no mirais sino á vosotros mismos y á vuestro
propio interés , y por lo comun vuestras miradas no pa-
san mas allá de la vida presente : cuando la vista de Dios
abraza el universo entero , y disponiendo las cosas hu-
manas , tiene mas en cuenta su gloria y nuestra salvacion
- 72 -

que nuestros intereses transitorios y caducos ; mas la vida


venidera , que la presente que vivimos . Esta sola reflexion

deberia bastar para cerrar eternamente ciertas bocas im-


prudentes y blasfemas .
Tantas cosas que Dios ha criado , vosotros las encon-
trais defectuosas , imperfectas y aun nocivas ; y sin du-
da las hubierais desterrado del mundo , si el Señor os hu-
biese llamado por consejeros suyos . Pero para discurrir
de este modo , ¿ conoceis vosotros bien todas las relaciones
que tienen con el plan general del mundo ? Si , vosotros
veis una máquina muy complicada , aunque no conoz-
cais el uso de todas sus piezas , aunque algunas os pa-
rezcan inútiles ó perjudiciales , os absteneis de censurar
el artífice ; porque sabeis que él pudiera daros razon de
todo , y mostraros que todo sirve al fin que él se ha pro-
puesto . ¿ Porqué pues censurais en tantas cosas la pro-
videncia de Dios , no conociendo la extension y amplitud
de sus designios ? No se puede juzgar bien de un cua-
dro mientras no se vé mas que un solo ángulo ó una
sola parte ; para juzgar con acierto es menester verlo
todo .

Otra cosa hay que os revuelve el juicio y os hace decir


mil despropósitos contra la providencia de Dios ; y es la
desigualdad de estados y condiciones en este mundo . Pero
decidme : ¿ no es esta desigualdad la que mantiene unido
todo el cuerpo social , mediante la mútua necesidad que
los unos tienen de los otros , los pobres de los ricos y es-
tos de los pobres , los grandes de los pequeños y los pe-
queños de los grandes ? Si no hubiese diversidad de miem-
bros en nuestro cuerpo, ¿ como pudiera este subsistir ? Si
todo fuese ojos , ¿ dónde estaria el oido , dónde las manos ,
dónde los piés ?
Pero es triste cosa , decís , que los unos naden en la
73

abundancia y tengan todas las conveniencias de la vida ,


y los otros perezcan en la miseria y estén faltados de to-
do . Hijos mios , de esto no tiene Dios la culpa . Dios , que
es el supremo distribuidor de los bienes , ha puesto una
buena porcion en manos de los ricos ; pero al mismo
tiempo les ha mandado estrechamente tener cuidado de
los pobres , socorrerles generosamente , tratarles como
á hermanitos pequeños puestos á su cargo y bajo su res-
ponsabilidad ; y si no lo hacen serán condenados sin re-
medio . Quiere el Señor que los ricos se salven principal-
mente por el ejercicio de caridad ; y si esta les falta , no
quiere que falte á los pobres la paciencia , que todavía es
un camino mas seguro para ir al cielo . Y aquí os diré de
paso , que tal vez la pobreza que vosotros juzgais un
abandono de Dios , es un favor de su providencia paternal
y misericordiosa . Me explicaré . Hay ciertos predestinados
que no entran en el cielo sino á empellones , y que se sal-
van porque no han tenido proporcion de condenarse . Si
el Señor les diese bienes temporales , los emplearian en
usos malos , se entregarian á todo género de excesos , y
al último irian á rodar al infierno . ¿ Qué hace el Señor ?
les quita misericordiosamente estos bienes , al modo que
una madre prudente arranca un cuchillo de las manos de
su hijo , con el cual prevé que se ha de cortar . El niño
suspira , grita , patea ; no importa , la prudente madre le
deja en su desconsuelo ; porque mas vale que llore el hi-
jo , que no que se lastime y haga verter su sangre .
Aquí veis , hijos mios , claramente justificada la pro-
videncia de Dios . La fé de una tal providencia debe ha-
ceros adorar sus divinas disposiciones , sean las que fue-
ren , y reprimir toda suerte de quejas , lamentos , im-
precaciones y blasfemias. Esta misma fé debe inspiraros
un santo abandono en las manos de Dios , una entera re-
- 74

signacion á sus órdenes , una filial confianza en todas


vuestras necesidades , peligros y contratiempos : seguros
por una parte de que Dios os ama , y ciertos por otra de
que nada os puede suceder sin su expresa voluntad ó
permision .
Sea pues eternamente exaltada , bendecida y glorifi-
cada la divina providencia ; mas al mismo tiempo sea
siempre cumplida de nosotros su santísima voluntad .
Amen .

PLATICA IX.

CREACION Y FIN DEL HOMBRE .

Habetis fructum vestrum in


sanctificationem ; finem verò vi-
tam æternam. Ad Rom. vII , 22.

Antes de despedirnos del primer artículo del Símbolo ,


que dias ha venimos explicando , quiero hablaros del
hombre , que es la criatura mas noble de la tierra , y una
de las obras maestras que ha hecho el Señor . Despues que
el Señor hubo criado todas las demás cosas , formó aque-

lla criatura en cuyo favor habia hecho las otras , quiero


decir el hombre , y en él reunió de un modo admirable
las propiedades de todas las cosas creadas . Todas las de-
más criaturas , ó eran puramente espirituales , como los
ángeles , ó puramente corpóreas , como el cielo , la tierra ,
y las plantas . Estas dos sustancias tan diversas las reu-
nió el Señor en un solo viviente tan real como maravillo-
so , y de esta union resultó una sustancia tercera , que
es el hombre , criatura á un mismo tiempo espiritual y
corpórea espiritual , porque tiene una alma que es pu-
ro espíritu ; corporal , porque tiene cuerpo como todos.
75 -

los demás séres materiales . Así que por razon del alma
el hombre es superior á todas las cosas terrestres ; por
razon del cuerpo es un grado inferior á los espíritus an-
gélicos .
Es digno de saberse el modo con que Dios formó esta
criatura admirable ; pues él nos da una clara idea de su
excelencia y dignidad . Las demás criaturas fueron cria-
das con la simple voz fiat , hágase ; para criar al hom-
bre se juntaron las tres augustas Personas de la santí-
sima Trinidad : faciamus hominem : las demás criaturas
fueron hechas , ó de la nada , como los ángeles , ó de otras
materias preexistentes , como los peces del agua , las aves
del aire , las bestias de la tierra ; el hombre en su parte
principal , que es el alma , fué hecho del soplo del mismo
Dios ; por manera que así como el soplo sale del cora-
zon , así puede en algun modo decirse que nuestra alma
salió del corazon amorosísimo de Dios , y que resultó de
un tierno suspiro del Altísimo . Es verdad que en la par-
te inferior , que es el cuerpo , Dios le formó de barro pa-
ra que aprendiese á humillarse ; pero este barro quiso el
Señor organizarlo con su propia mano , no admitiendo
para ello el concurso y ministerio de criatura alguna , ni
aun de los mismos ángeles : Manus tuæ fecerunt me , et
plasmaverunt me. Así fué criado el hombre .
‫ نا‬Os parece pues , hijos mios , si una criatura tan noble
en sí misma , hecha por Dios con tanto esmero y aten-
cion , habrá sido puesta en el mundo sin fin ni destino
alguno ? ¿ ó bien si habrá sido criada para cualquier
cosa ? A juzgar por el tenor de vida que comunmente os
veo llevar , habria de concluir , ó que el Señor os ha
puesto en el mundo sin plan ni objeto , ó bien que os ha
puesto en él únicamente para ocuparos en nulidades y
bagatelas . Y á fé que no es así . Cuando yo veo que un
- 76 ―

pintor se esmera mucho en dejar bien acabado un cua-


dro , y que emplea en él los colores mas finos , luego
comprendo que esta obra no será colocada en una choza ,
sino en el estrado de un noble é ilustre personaje . Así
debemos discurrir del hombre al ver los preciosos ma-
teriales que emplea el Señor al criarle , y el sumo cui-
dado que tuvo en que saliera perfecta esta obra suya , no
se puede pensar sino que le destinó á un fin muy noble
y alto . Cual sea este fin , vais á verlo en la presente ins-
truccion .

Con solo dar una mirada al mundo , desde luego se vé ,


que en él no hay criatura alguna que esté ociosa , que
no tenga su objeto y no sea destinada á algun fin . Giran
los cielos en continuo movimiento , lucen los planetas ,
brilla la luna , resplandece el sol , produce la tierra , fruc—
tifica la planta , trabaja el bruto , todos los séres natura-
les obran con arreglo al fin de su creacion , cumpliendo
cada cual con el oficio que se le encomendó . ¿ Será sola-
mente el hombre quien no tenga fin , destino ni empleo
en el universo ? ¿ Habrále Dios criado así á la ventura , sin

plan ni designio , sin fin ? Numquid vane constituisti omnes


filios hominum ?
No ciertamente , hijos mios. Fin tenemos y algo mas
excelente que las criaturas insensatas . Esta alma tan no-

ble que nos anima , este cuerpo tan hermoso que nos
adorna , esta frente elevada , estos ojos naturalmente di-
rigidos al cielo , dicen claramente , que hemos compare-
cido en este mundo para ocupar un puesto muy honro-
so , hacer un papel muy brillante , y conseguir un fin
mucho mas noble y elevado . ¿ Y cuál es este fin ? ¿ Para
qué hemos venido al mundo ? ¡ Ah , hijos mios ! no he-
mos venido al mundo para poseer riquezas , ni conseguir
- 77

honores , ni disfrutar placeres , ni recrearnos únicamen-


te en la tierra , como parece que muchos juzgais , pues-
to que no os ocupais en otra cosa : hemos venido sí , es-
cuchadlo bien , para servir á Dios en esta vida , y gozarle
eternamente en la otra . Así os lo enseña la fé ; así lo apren-
disteis en el catecismo que en vuestra niñez os pusieron
en las manos .
Fin verdaderamente grandioso sobre cuanto se puede
pensar ; fin que iguala al que tienen los espíritus angé-
licos ; fin que no es menos que el que tiene Maria san-
tísima ; fin¡ cosa asombrosa de decir ! fin que es tan ex-
celente como el del mismo Dios . Sí , cristiano , sí : tan
excelente es el fin para el cual Dios te crió , que en esto
ni el mismo Dios te aventaja , ni tiene fin mas noble que
el tuyo . Dios es fin de sí mismo , y su felicidad consiste
en conocerse , amarse y gozarse , ¿ no es así ? Pues este
mismo Dios es tu fin tambien , y para que le conozcas ,
ames y goces , te ha criado . Entiende bien esto , cristia-
no , y fíjalo bien en tu corazon ; no para que te ensober-
bezcas de tu dignidad ; sino para que adorando profun-
damente la bondad del Señor , busques el fin para el cual
te crió .

El fin próximo é inmediato fué para que le sirviése-


mos en esta vida , mediante la observancia de su santa
ley y el cumplimiento de su divina voluntad . Esta debe
ser nuestra principal ocupacion mientras vivamos en la
tierra , la mia , la vuestra , la del artesano en la tienda ,
la del labrador en el campo , la del mercader en el trá-
fico , la de la mujer en casa , la de la monja en el con-
vento , la del pastor en la cabaña , la del monarca en el
trono : esta debe ser la principal ocupacion del rey y del
vasallo , del superior y del súbdito , del rico y del pobre ,
del jóven y del viejo . No es necesario que os halleis en
78

una carrera mas lucida que otra ; lo necesario es que sir-


vais á Dios , sea el que fuere vuestro estado . Y no me
digais aquí , que vuestro estado no es á propósito para
servir al Señor . ¿ Qué ? hijos mios ¿ qué ? Cualquiera que
sea vuestra situacion , ¿ no podeis absteneros de pecar ?
¿ no podeis cumplir los preceptos de la santa ley de Dios ?
¿ no podeis referir á él vuestros pensamientos , palabras
y obras ? ¿ no podeis amarle con ternura , encomendaros
á él con confianza , dejaros en sus manos con entera re-
signacion ? Haced esto , y lo teneis hecho todo : haced
esto , y serviréis al Señor tan bien como yo predicando ,
como la monja cantando , como el anacoreta haciendo
penitencia .
Pero si vosotros afanados únicamente por las cosas de
esta tierra , olvidais el servicio de Dios , entonces habré
de deciros que vuestra vida es inútil , y que no haceis
mas que perder el tiempo en bagatelas . Una cosa en tan-
to vale , en cuanto sirve al fin para el cual es hecha . ¿ De
qué me sirve un reloj , si no me señala las horas ? ¿ Qué
hago de un cuchillo , si no corta ? ¿de una llave , si no
abre ? ¿ de una pluma , si no puedo escribir con ella ?
Así , hijos mios , si nosotros declinamos de nuestro fin ,
olvidando el servicio de Dios , para nada vale nuestra vi-
da , para nada valen nuestras obras ; es en vano que ha-
yamos venido á este mundo . Somos como aquellos hom-
bres frívolos , que son buenos para todo , menos para
desempeñar el oficio que tienen .
¿ Quereis que os lo diga todo ? Si no servimos á Dios ,
ni solamente conseguimos aquello que tanto deseamos
conseguir por nuestros afanes y cuidados terrenos . ¿ Qué
os proponeis conseguir con ese círculo eterno de cuida-
dos , gestiones y empresas ? ¿ no es la felicidad , tal como
puede disfrutarse en este mundo ? Pues yo os aseguro ,
79

que esta felicidad no la conseguiréis mientras vivais apar-


tados del servicio de Dios . Dios es nuestro fin , es nues-

tro centro , es nuestro todo : apartados de él no podemos


hallar paz , felicidad ni contento ; porque ninguna cosa
descansa ni está satisfecha mientras no reposa en su cen-
tro . Mirad una avecilla : sea ella puesta en una jaula te-
jida de hilos de oro , sea mantenida con manjares los mas
exquisitos , sírvala una princesa con su real mano , ¿ es-
tará contenta ? no . Vosotros la veréis saltar inquieta por
aquí y por allá , la veréis roer con el pico aquellos hilos
de oro que la aprisionan , la veréis buscar por todas par-
tes un agujero para huir y escapar . ¿ Porqué ? porque
está fuera de su centro . Ella nació para volar libre por la
campiña , no para estar arrestada en una jaula . ¿ Cómo ,
pues , podrá hallar paz y descanso un hombre que vive
apartado de Dios , si Dios es el único centro donde pue-
de descansar ? ¡ Ah ! que esto es imposible. Así es , mi

Dios , exclamaba san Agustin , así es ; y yo lo sé por ex-


periencia propia . Fuera de vos no hay paz , no hay sa-
tisfaccion , no hay felicidad sólida . Vos nos habeis hecho
únicamente para vos , y nuestro corazon está siempre in-
quieto mientras en vos no descansa : Fecisti nos , Domine,
ad te; et inquietum est cor nostrum donec requiescat in te.
¡ Oh ! ¡ cuántos que me escuchais , sabeis esta verdad
por una triste experiencia ! Vos , avaro , os prometiais
que seriais luego feliz si os salia bien aquel negocio , si
llegabais á poseer aquel tesoro : el negocio os salió bien ,
el tesoro ya le teneis . Y bien ¿ estais ya satisfecho ?
¿ sois ya feliz ? No : teneis lleno el bolsillo , pero vacío el
corazon mas feliz y contenta vive aquella pobre mujer
que sirve á Dios en su miseria , que vos con todo vues-
tro oro y vuestra plata . Vos , impuro , creiais que nada
os quedaria que desear si llegabais á conquistar aquel
80 -

corazon inocente y sin experiencia : las diligencias os


dieron el efecto que deseabais ; aquella cándida paloma
cayó víctima de vuestra sensualidad . Decid ahora la ver-
dad : ¿ cómo habeis encontrado el cáliz de Babilonia ?
¡ Ah ! apenas gustado os llenó de sustos la conciencia ,
de veneno el alma , de inquietud el corazon . Vuélvete ,
hombre , adonde quieras , dice san Agustin , vuélvete y
revuélvete , busca y rebusca ; fuera de Dios todo es des-
abrido , todo amargo ; Dios solo puede darte contento
y reposo : Versa et reversa , dura sunt omnia ; Deus solus
requies.
Dejando ahora á parte todas estas reflexiones , ¿ no
deberémos al menos servir á Dios por la recompensa que

nos ofrece ? ¿ Porqué quiere Dios que le sirvamos en el


breve curso de esta vida ? Para premiarnos en la eterni—
dad , haciéndonos gozar de él mismo . Aquí está nues-
tro verdadero y último fin ; aquí se manifiesta no sé si
diga la bondad de Dios ó bien nuestra ceguedad y locu-
ra . Podia Dios obligarnos á servirle sin recompensa al-
guna ; podia señalarnos un premio temporal y limitado ;
podia exigirnos millones de años de servicio ; pero no :
el Señor , que es rico en misericordias , por pocos años
empleados aquí en la tierra en honor suyo , nos ofrece
una recompensa eterna , la cual no es otra cosa que la
posesion y el gozo de él mismo : Ego ero merces tua mag-
na nimis . Este es el fin altísimo á que nos ha destinado ;
á vivir con él , á reinar con él , á ser dichosos con él ;
no ya por algun tiempo , sino por una eternidad . ¿ Pué-
dese concebir un fin mas noble y excelente que este? Ya
lo he dicho , pero aun lo diré otra vez : los ángeles , los
santos , Maria santísima , Dios mismo no le tienen mas
excelente y noble .
W
Aquí es , hijos mios , donde no puedo menos que de-
― 81

plorar la inconcebible locura de muchos cristianos , quie-


nes viven tan olvidados de este su último fin , que en
nada piensan menos que en conseguirle . En todo pien-
san , en todo aciertan , en todo se ocupan menos en el
fin para el cual son criados . Como las bestezuelas insen-
satas jamás piensan sino en la tierra , jamás trabajan sino
por cosas de la tierra . Adquisiciones , ganancias , nego-
cios , placeres , diversiones ; héos aquí todos sus pensa-
mientos , héos aquí todos sus afanes . Cualquiera diria que
estas gentes no creen en la otra vida , y que piensan que
todo acaba en este mundo . Ello no será así ; pero uno
casi se siente tentado á pensarlo . De otro modo ¿ cómo
se explica ese furor por la adquisicion de las cosas tran-
sitorias y caducas , y esa indiferencia , esa insensibilidad
por las cosas eternas y celestiales ?
Siempre he leido en la Escritura con sorpresa la gran-
de necedad de Esaú , que por un plato de lentejas ven-
dió la primogenitura á su hermano Jacob . Pero bien
puede perdonársele á Esaú su imprudencia en vista de
la de muchos cristianos . Que me diga aquel jóven , aquel
viejo , aquella doncella , aquel casado ; que me digan á
qué precio tienen vendida la herencia del cielo . ¡ 0
Dios ! tiénenla vendida por un vil placer , por una mise-
rable satisfaccion , por la ganancia de pocos sueldos : á
este precio vil vendieron al demonio su alma . Bien pue-
de el demonio estar satisfecho de su compra ; muy ba-
rato le resultó tan preciosa mercadería ; mas cara hu-
biera pagado una bestia en el mercado . Al presente vo-
sotros no sentís pena alguna por haberos así despojado
de la herencia del cielo : tampoco la sentia Esaú al prin-
cipio de haber renunciado su primogenitura , quien , co-
mo dice el texto sagrado , abiit parvipendens quod pri-
mogenita vendidisset ; pero así como Esaú reflexionando
T. I. ― - 6
82

despues el paso imprudente que dado habia , prorumpe


en clamores y gritos de desesperado , irrugiit clamore
magno ; así vendrá un dia en que vosotros los daréis de
arrepentimiento y desesperacion por tamaña pérdida .
Antes que el lance llegue , y mientras el caso todavía
admite remedio , atended , hijos mios , á tres reglas que
os doy por conclusion..1.ª Pensad con frecuencia y te-
ned siempre ante los ojos el fin para el cual sois criados .
2.a Mirad las cosas de la tierra , no como vuestro fin ,
sino como medios que Dios os ha dado para conseguirlo .
3. Considerad el pecado como vuestro mayor enemigo ;
porque él solo puede haceros perder vuestro último fin .
Estas tres reglas bien aplicadas os animarán á servir á
Dios en esta vida , y os conducirán á gozarle eternamente
en el cielo . Amen.

PLATICA X.

LA REDENCION DEL HOMBRE . - OBLIGACION DE SERVIR Á DIOS


DESDE LA PRIMERA EDAD .

Empti estis pretio magno : jam


non estis vestri. 1 ad Corint. VI,
19 et 20.

Hasta aquí , fieles mios , os he explicado el primer


artículo del Símbolo , en el cual he tratado difusamente
de la primera Persona de la santísima Trinidad y de las
obras de la creacion : hoy emprendo la explicacion del
segundo , en el cual se comienza á hablar de la segunda
Persona y de las obras de nuestra redencion . Este se-
gundo artículo está concebido en estas palabras : Creo
en Jesucristo su Hijo único , señor nuestro . Aquí , como
veis , se nos descubre un nuevo órden de cosas , y se
- 83 --

nos ofrece una doctrina muy interesante ; pues se nos


habla de la grande obra de la encarnacion divina , la cual
excede á la obra de la creacion explicada en el artículo
precedente , y es la mas admirable que Dios ha hecho y
puede hacer.
Lo primero que en esta materia debeis entender es ,
cómo y en qué sentido la segunda Persona de la santí-
sima Trinidad se llama Jesucristo ; lo que no os será muy
difícil si teneis presente , que esta segunda Persona , á

saber el Hijo , es Dios y hombre juntamente : como Dios


es engendrado del divino Padre desde la eternidad ; co-
mo hombre fué engendrado de Maria vírgen en el tiem-
po : como Dios tiene padre sin madre , que es la primera
Persona ; como hombre tiene madre sin padre , que es
Maria santísima : como Dios ha sido siempre ; como hom-
bre tuvo principio como nosotros . Ahora bien : este di-
vino Hijo , en cuanto es simplemente Dios , se llama Ver-
bo eterno ; en cuanto es juntamente Dios y hombre , se
llama Jesucristo : nombre compuesto de Jesus y Cristo ,
que expresa admirablemente su excelencia y el gran en-
cargo que vino á desempeñar sobre la tierra .
El primer y principal nombre de este Dios encarnado
ó hecho hombre es el nombre adorable de Jesus ; nom-
bre que quiere decir salvador , libertador , redentor ;
porque él nos ha salvado librándonos de nuestros peca-
dos . Si no hubiese sido Jesus , nuestros pecados no te-
nian remedio , nuestra suerte hubiera sido la misma que
la de los ángeles rebeldes , y para nosotros no quedaba
otro recurso que ser para siempre prisioneros del infier-
no . Como el género humano habia hecho á Dios una in-
juria infinita , y era incapaz de ofrecerle una satisfaccion
proporcionada , nuestro caso era semejante al de un in-
feliz que teniendo grandes deudas que pagar , y no té--
84

niendo con que satisfacerlas , es conducido al último su-


plicio . Pero Jesus se ofreció á satisfacer por nosotros , y
para nuestro rescate dió nada menos que su vida ; vida
que por ser de una Persona divina era de un valor infi-
nito . ¡ Sea eternamente bendita su misericordia !
Por aquí podeis conocer , porque en este artículo da-
mos á Jesucristo el título de Señor nuestro . Le damos el
título de Señor , porque á mas del derecho de señorío
que como Dios tenia sobre nosotros , se adquirió otro es-
pecial por habernos rescatado de la esclavitud del peca-
do y del demonio . En efecto : cada uno es señor de lo
que ha comprado con su dinero , y como de cosa propia
tiene derecho á disponer de ello conforme á su gusto .
¿ Cuánto mas , pues , Jesucristo puede disponer de noso-
tros como legítimo señor , habiéndonos comprado , no
con oro y plata , sino con su propia sustancia , con su
preciosa sangre , con su misma vida ? De este principio
inferia san Pablo que nosotros no somos ya nuestros ,
sino de Jesucristo ; que nuestra alma , nuestro corazon ,
nuestro cuerpo y cuanto poseemos no es ya nuestro , si-
no de Jesucristo ; que nuestra vida , nuestros años , nues-
tros instantes no son ya nuestros , sino de Jesucristo : y
de consiguiente que á su servicio debemos darnos no solo
en los años de nuestra vejez y caducidad , sino desde la
edad primera y luego que tenemos la dicha de conocer-
le : Empti estis pretio magno : jam non estis vestri.
¡ Oh si* vosotros comprendieseis bien esta verdad !
¡ cuánto os avergonzariais , viejos , de haber consumido
en pecados los mejores años de vuestra vida ! ¡ cuánto os
animariais , jóvenes , á entregaros por entero al servicio
de Jesucristo desde esa tierna edad en que os hallais !
Consiguiente á la doctrina que os he expuesto , voy á
manifestaros la estrechísima obligacion que tiene todo
85

cristiano de darse al servicio de Dios desde sus primeros


años .

Bien veo , hijos mios , que con la doctrina de hoy ten-


go de haceros salir los colores á la cara ; pues voy á
traeros á la memoria los desórdenes de vuestros prime-
ros años y los pecados de vuestra pequeñez , pecados que
quizás algunos llevais todavía en el alma por no haber-
los jamás borrado con una sola lágrima , ni expiado por
una legítima confesion . ¿ No es verdad , hijos , que ape-
nas comenzasteis á conocer á Dios , comenzasteis tambien
á ofenderle ? ‫ا¿ن‬No es verdad que aquellos primeros años ,
que debierais pasar puros é inocentes como unos angeli-
tos , vinieron ya manchados con pecados y vicios los mas
disformes ? Sí que lo es : y si vosotros recordais los pri-
meros pasos de vuestra vida , habréis de decir lo que san
Agustin confesaba de sí con lágrimas : Tantillus puer , et
tantus peccator : poca edad y mucha malicia , un pequeño
niño y un grandísimo pecador .
En vista de este desórden que es harto frecuente , ya
por el descuido de los padres , ya por los malos ejem-
plos que se vén en la primera edad , ya en fin por la mi-
seria de nuestra naturaleza siempre propensa al mal , me
dirijo hoy particularmente á los jovencitos para hacerles
ver cuanto les importa mantenerse fieles á Dios en la ju-
ventud , ofreciéndole esta primera flor de su edad . La
primera razon que para ello os presento , mis amados jóve-
nes , es que los servicios hechos á Dios en la edad tierna , le
son mucho mas agradables ; así lo asegura el angélico
Doctor : Servitium Deo in adolescentiâ exhibitum , est illi
gratius . No quiero decir con esto que no se pueda entrar á
servir á Dios en cualquier edad . Tanta es su bondad que no
rehusa nuestro servicio siempre que de nuestros extra-
86

víos nos volvamos sinceramente á él , aunque lo hagamos


en una edad decrépita y decadente , como lo testifica el
ejemplo de tantos que se entregaron á Dios en edad ma-
dura , y llegaron á ser lumbreras de santidad ; pero na-
die podrá negarme que no sea singularmente grato á Dios
el servicio de la edad primera.
Dándole las primicias de nuestros años , le hacemos un
sacrificio mas precioso ; porque le ofrecemos no solo una
edad la mas bella , sino tambien la mas tentada . Me ex-
plicaré . Darse á Dios despues de haberse revolcado en to-
das las inmundicias de la tierra , despues de haber servido
largo tiempo al mundo , despues de haber conocido por
experiencia propia su vanidad , sus traiciones , su nada ,
no es ciertamente una grande cosa ; pero darse á Dios en
un tiempo en que el mundo brinda , halaga y se presenta
con semblante risueño y lisonjero , no pintando al enten-
dimiento sino imágenes de felicidad , ¿ quién no vé que
esta es una cosa mas excelente y meritoria ? Darse á Dios
cuando el mundo ha despedido al hombre ya por inútil ,
cuando el pecado llega ya á fastidiar , cuando las mismas
pasiones cansadas de tantos excesos piden quietud y re-
poso , cosa es que vale bien poco ; pero darse á Dios cuan-
do el mundo acaricia , las tentaciones aprietan , la carne
se rebela , y las ocasiones de dejarle se presentan á cada
paso ... ¡ oh ! esta sí que es prueba cierta de verdadera
virtud , y señal cierta de que se ama á Dios de veras .
Vosotros mismos podeis juzgarlo por lo que cada dia
pasa delante de vuestros ojos . Si veis á un viejo ó una
vieja que reza mucho , frecuenta sacramentos , lleva vi-
da cristiana y devota , este espectáculo os conmueve tan
poco , que ni siquiera os deteneis en mirarle ; pero cuan-
do veis un jóven , una tierna doncella que no se dejan
llevar de la corriente del mundo , y en medio de las ten-
- 87 -

taciones , peligros y malos ejemplos saben conservarse


fieles á Dios , modestos , castos , inocentes y devotos , es-
ta es una vista que os afecta , y os hace sentir una tierna
emocion . Los mismos mundanos les miran con ojos de
veneracion y aprecio ; aprecio y veneracion que les sir-
ve de leccion saludable , y que no pocas veces les induce
á imitar su ejemplo . San Agustin confiesa de sí , que la
vista de ciertos jóvenes inmaculados y de ciertas vírge-
nes inocentes fué lo que hirió mas profundamente su co-
razon , y le determinó á salir de una vez del lodo de sus
impurezas .
Será tal vez por esta razon , que Jesucristo nuestro sal-
vador se mostró siempre tan amante de la juventud ino-
cente y virtuosa . Apenas entraba en una ciudad , cuando
los niños , atraidos de su dulzura celestial , venian á co-
ros y se llegaban á su persona . Él los acariciaba , él les
instruia , y jamás les despedia sin darles su santísima
bendicion . Si alguna vez los apóstoles querian apartarles
para que no le molestasen ; dejad , les decia el amantísi-
mo Salvador , dejad que se arrimen á mí estos virtuosos
jovencitos : Sinite parvulos venire ad me ; ellos son mi ale-
gría , mi gozo y mi corona ; de ellos es el reino de los
cielos : talium est enim regnum cœlorum . Notad , fieles ,
que no dijo el Salvador , de ellos será el reino de los cie-
los , sino de ellos es ; porque quien en la primera edad
busca y halla á Jesucristo , ya puede decir que tiene un

pié dentro el paraiso .


Sí , tiene un pié dentro el paraiso ; porque este tal no
halla en el camino del cielo los obstáculos y dificultades
que encuentran otros . Vosotros no podeis comprender lo
que cuesta convertirse á Dios , cuando se ha tenido la des-
gracia de gastar los mejores años en la corrupcion del vi-
cio y en el desahogo de las pasiones . ¿ Cuántos esfuerzos no
88 -

se deben hacer para vencer los malos hábitos con quienes


por tanto tiempo se ha vivido ? ¿ cuánta violencia para
acostumbrarse á la piedad que nunca se ha practicado ?
Tanta es la violencia , tales los esfuerzos que se requie-
ren , que muchos desgraciados prefieren ir al infierno
antes que emprender lo que les parece colosal empresa .
Ellos conocen prácticamente la verdad de aquel oráculo
divino : que los vicios de la juventud se internan , se en-
trañan , se encarnan hasta los huesos : Ossa ejus imple-
buntur vitiis adolescentiæ .
Estas dificultades no las sienten los que se aplican
pronto al ejercicio de la virtud . Al modo que una planta
todavía tierna toma facilmente cualquiera direccion que
se la quiera dar ; al modo que la cera blanda recibe fa-
cilmente aquella forma que se la quiera imprimir ; así un
corazon todavía vírgen y no contaminado con vicios y
pecados , recibe con la mayor facilidad las impresiones
de la virtud , y toma la direccion hácia el cielo .
De ahí es que nuestra salvacion depende en gran par-
te , por no decir del todo , de la vida buena ó mala que se
lleva en la juventud . Pluguiese á Dios , hijos mios , que
comprendieseis bien esta verdad que ignoran la mayor
parte de los hombres , y que es causa de la condenacion
de tantos ; y que todos los cristianos conociesen que la
eternidad feliz ó desgraciada que les espera despues de
esta vida , depende en gran manera de esta primera edad ,
que la mayor parte de ellos emplean tan mal . ¿ Porqué
pensais que el Espíritu santo nos inculca en tantos lu-
gares de la Escritura , que pensemos desde jovencitos en
nuestra salvacion , y que comencemos á ejercitarnos en la
virtud desde nuestros primeros años ? ¿ Porqué pensais nos
dice el Sabio : acuérdate , hijo , de tu Criador en los dias
de tujuventud , antes que la vejez no te caiga encima , y con
89

ella te vengan los años tristes y displicentes ? ¿ Porqué pen-


sais nos dice el Eclesiástico : hijo mio , abraza desde la
niñez el santo temor de Dios... aplícate á la virtud con cons-
tancia ; que si bien esto te costará un poco al principio , no
pasará mucho tiempo sin que recojas sus frutos hermosos y
saludables ? ¡ Ah fieles ! Todo esto demuestra que la ju-
ventud es de mas importancia de lo que los hombres se
figuran , y que la felicidad ó infelicidad de la otra vida
depende ordinariamente del buen ó mal empleo de la pri-
mera edad . Quien la emplea en el servicio de Dios , per-
severa en él todo el resto de su vida , y se salva : quien
al contrario la emplea en el pecado , continúa en él has-
ta la muerte , y se condena . Por esto dice la Escritura ,
que el hombre sigue hasta la última edad el camino que to-
mó en la juventud.
Parece increible que las primeras costumbres se im-
priman tan profundamente en los jóvenes , que no se
borren hasta la última edad ; pero no hay cosa mas cierta .
Así como el lienzo conserva siempre algo del primer co-
lor que se le dió , por mas que se lave ; así como un vaso
conserva por mucho tiempo algo del primer licor que se le
infundió , por mas que se limpie ; así el hombre conserva
las virtudes ó los vicios de sus primeros años , y los guar-
da todo el resto de su vida . Esta regla podrá tener sus
excepciones , y quizás no se verifica constantemente en
todos ; pero se verifica en la mayor parte . La experien-
cia nos muestra , que así como es raro encontrar personas
que , habiendo sido disolutas en la juventud , hayan de-
jado de serlo cuando viejas ; así es tambien muy raro en-
contrar personas que , habiendo sido de buenas costum-
bres cuando jóvenes , hayan prevaricado despues . Di-
choso pues , mil veces dichoso quien desde la juventud
se entrega todo al servicio de Dios : este , dice el Doctor
90 -

angélico , tiene una certeza moral de su salvacion : Qui ·


ab adolescentia serviunt Deo , securi de sua salute discedunt.
Esta es , hijos mios , la principal ventaja que resulta
de una juventud bien arreglada y virtuosa : partir de es-
te mundo con una consoladora probabilidad de ir al cielo .
¿ Quién puede concebir cuales sean en el tiempo calami-
toso de la muerte la tranquilidad , el gozo , la confianza
de un cristiano , que volviendo sus miradas atrás , ob-
serva que desde los primeros años ha servido á Dios , y
que á excepcion , tal vez , de alguna caida pasajera , se
ha conservado constantemente fiel ? Tal es el consuelo
que en aquellos momentos siente , que dá por bien em-

pleados todos los sacrificios y penas que ha llevado en el


breve curso de su vida .
Concluiré con aquel aviso memorable del Eclesiástico :
Memento Creatoris tui in diebus juventutis tuæ , antequam
veniat tempus afflictionis : acordaos , hijos mios , de vues-
tro Criador en vuestros años juveniles , si quereis libra-
ros de aquellos dias tristes de remordimientos , afliccio-
nes y angustias que van viniendo y no tardarán á llegar .
No os engañen los malos ejemplos de vuestros compañe-
ros , ni los halagos del mundo , ni los atractivos de la
edad , ni las sugestiones de tantos que os dicen , que
conviene condescender por algun tiempo con las malas
inclinaciones , y que tiempo os sobrará despues para ser-
vir á Dios ; porque pasaréis mas adelante en el vicio de
lo que pensais , y quizás un dia reconoceréis , que no es
fácil volver atrás .

Teniendo siempre á la vista los motivos eficacísimos


que acabo de proponeros , aplicaos desde ahora al ser-
vicio de aquel Dios , que es el señor soberano de todos
los hombres , de todos los tiempos y de todas las edades ;
y abrazad el partido de la virtud antes que el vicio eche
91

en vosotros sus perniciosas semillas : y si alguna ha echa-


do ya , antes que ponga raices y tome incremento . Este
es el camino , ó carísimos , el único camino de haceros
amables á Dios y á los hombres , de ser felices en esta
vida en el modo que podeis serlo , y felices despues por
toda una eternidad .

Por lo que toca á vosotros , cristianos de edad ya adul-


ta , que sabeis haber empleado malamente el tiempo pre-
cioso de vuestros primeros años , no retardeis mas vues-
tra conversion á Dios . Habeis perdido la juventud , la
virilidad ; no os queda mas que una vejez inútil y ape-
nas buena para nada : ¿ querréis perderla tambien ? Son
verdaderamente dignos de llorarse tantos años perdidos ..
Pero ¿ qué hacer ? el mal está hecho , y no se puede fa-
cilmente remediar . Podeis con todo en algun modo re-
mediarlo sirviendo de hoy en adelante al Señor con mas
aplicacion , fidelidad y amor . ¡ Oh , mis amados ! No mas
retardos , no mas dilaciones . Aut citò , aut nunquam : 6
presto , ó nunca . Pensadlo seriamente y muy despacio :
ó presto , ó nunca . Antes que la muerte llegue , borrad
con lágrimas vuestras culpas , llorad tantos años perdi-
dos , emplead santamente el poco tiempo que os queda .
Decid incesantemente al Señor : Delicta juventutis meæ , et
ignorantias meas ne memineris : Dios mio , no os acordeis
de los delitos de mi juventud , y poned en olvido las
iniquidades de mi vida . Tal vez el Señor se compadezca
de vosotros ; tal vez acepte aun los desechos del mundo
y el servicio de vuestros últimos dias , y en prueba de
su misericordia infinita os recompense eternamente en el
cielo . Amen .
92 -

PLATICA XI.

ENCARNACION DEL HIJO DE DIOS . EXCELENCIA DE LA CASTIDAD .

O quàm pulchra est casta ge-


neratio cum claritate. Sap.iv, 1 .

El segundo artículo del Símbolo que os expliqué el


domingo pasado comenzó á insinuarnos el gran misterio
de la encarnacion del Hijo de Dios : el tercero que em-
prendo explicar hoy , pasa á declararnos el modo con que
este Hijo de Dios se encarnó ó se hizo hombre , dicién-
donos que fué concebido por obra del Espíritu santo. Mu-
chas son las verdades de fé que conviene saber sobre es-
te misterio ; para que las entendais bien , voy á expo-
néroslas con distincion Ꭹ claridad .
La primera es , que la segunda Persona de la santísi-
ma Trinidad se ha encarnado ó hecho hombre : no la pri-
mera ni la tercera . Cierto es que el Padre podia encar-
narse , y no menos el Espíritu santo : pero en realidad
no se encarnó sino la Persona del Hijo . El porqué se hi-
zo así , no toca á nosotros averiguarlo ; bien que no faltan
razones bastante sólidas para demostrar , que fué cosa
muy conveniente que este misterio se efectuase en la se-
gunda Persona , y no en las otras dos . Santo Tomás pro-
pone tres que convencen ( 1 ) .
La segunda verdad es , que el Hijo de Dios haciéndo-
se hombre no se despojó de la divinidad , ni dejó de ser
Dios . Esta verdad , que á primera vista parece muy oscu- 1
ra , se hace bastante sensible por alguna paridad . Si una

(1) D. Thom. 3 part. quæst. 3 , art. 3 .


93 -

el sol
densa nube se interpone entre nosotros y el sol ,, ocul-
tándonos sus rayos y resplandores , es cierto que aquel
astro nada pierde por esto de su luz , y que queda tan
brillante y luminoso como era antes . Del mismo modo es-
condiéndose el Hijo de Dios bajo el velo de nuestra hu-
manidad , nada perdió de su grandeza infinita , y quedó
tan Dios como antes era . Mas : así como el sol ilumina la
nube , y la nube no oscurece al sol ; así en este misterio
nuestra naturaleza quedó ennoblecida por la divinidad ,
y la divinidad no quedó destruida ni contaminada por
nuestra naturaleza .
Tercera verdad : si el Hijo de Dios encarnándose no
dejó de ser Dios , se sigue que en Jesucristo debemos re-
conocer y confesar dos naturalezas distintas , divina y
humana : la una divina , porque es Dios ; humana la otra ,
porque es hombre : Dios verdadero , porque es engen-
drado de la sustancia del Padre ; hombre perfecto , por-
que , engendrado de la sustancia de Maria vírgen , tiene
como nosotros una alma racional dotada de entendimiento
y voluntad , y un cuerpo compuesto de carne , sangre y
huesos igualmente que el nuestro . Estas dos naturalezas
se unieron íntimamente en Jesucristo ; pero sin mezcla ,
sin confusion alguna : por manera que cada una retuvo
su propio sér ; la divina el sér divino , la humana el sér
humano . No falta alguna semejanza para hacer un tanto
sensible esta verdad . Si vosotros ingertais la pua de un
árbol en el tronco ó rama de otro árbol de especie di-
ferente , por ejemplo la pua de un peral en el tronco de
un manzano , resulta un árbol que os presenta dos espe-
cies diferentes , y os dá frutos de dos árboles distintos
en naturaleza . Así unidas en Jesucristo la naturaleza di-
vina y humana , quedaron entre sí distintas sin confusion
alguna.
94 ----

Cuarta verdad : aunque en Jesucristo reconocemos dos


naturalezas realmente distintas , no reconocemos en él
mas que una sola Persona , que es la del Verbo . Es ver-
dad que siguiendo el curso natural , la naturaleza huma-
na debia tener su personalidad propia , como la tiene en
nosotros ; pero por un milagro fué impedida en Jesucris-
to , y suplida por la personalidad del Hijo de Dios . De lo
que resulta , que aunque en Jesucristo haya la divinidad
y humanidad entre sí distintas , no hay mas que un solo
sugeto , un solo individuo , una sola persona ; al modo
que yo no soy mas que un solo hombre , aunque estoy
compuesto de alma racional y de cuerpo , cosas entre sí
bien distintas y diferentes .
Quinta y última verdad : la encarnacion de Jesucristo
no fué cosa de hombre , sino obra toda del Espíritu san-
to . El Espíritu santo bajando en Maria la dió una fecun-
didad divina , y la hizo madre sin perjuicio de su virgi-
nidad . Aquí es , hijos mios , donde debemos exaltar es-
ta obra admirable de Dios , exclamando con el Sabio :
Oh quàm pulchra est casta generatio cum claritate : ¡ oh qué
hermosa es esta concepcion casta y pura , en la que no
tuvo parte hombre alguno , sino la virtud sola del Altí-
simo y la purísima sombra del Espíritu santo ! Aquí es
tambien donde debemos conocer la hermosura , el valor ,
la excelencia de la virtud de la castidad ó santa pureza .

Notad , hijos , notad . El Hijo de Dios haciéndose hombre ,


no rehusó sujetarse á todas las miserias que afectan nues-
tra miserable condicion ; se sujetó al hambre , á la sed ,
al calor , al frio , al cansancio y á la misma muerte .
Una hay á que no quiso sujetarse , y es á ser concebido
como nosotros . ¡ Oh ! Esta miseria le causó horror , la
juzgó indigna de su pureza y santidad , la apartó de sí
por un milagro el mas grandioso . Prueba clara de lo que
95 -

ama Dios la castidad , y de cuanto detesta el vicio con-


trario . Ah si vosotros , hijos mios , conocieseis bien toda
la hermosura y excelencia de esta virtud angelical , ¡ qué
diligencia tendriais en adquirirla ! ¡ qué cuidado en con-
servarla ! ¡ qué circunspeccion en no exponerla ! Para ver
si logro enamoraros de esta celestial virtud , voy á expo-
neros sus prerogativas y excelencias .
-

Quien quiera comprender la excelencia y hermosura


de la castidad , no ha de hacer mas que escuchar el pa-
negírico que de ella hacen todos los santos Padres y Doc-
tores de la Iglesia . ¡ Qué pintura tan bella hacen de esta
virtud ! ¡ qué elogios tan magníficos tejen á las almas pu-
ras que la profesan ! Unos las llaman el escuadron mas her-
moso de la Iglesia , como san Cipriano : otros , los ánge-
les de la tierra , como san Juan Crisóstomo otros , cria-
turas bajadas del cielo , como san Ambrosio : otros , flores
hermosísimas cuyo olor recrea al mismo Dios , como san
Bernardo : otros , serafines vestidos de carne , como san Ge-
rónimo . Y no creais , hijos mios , que estos elogios sean
desmedidos ni exagerados ; pues la misma Iglesia par-
ticipa de este modo de pensar , diciendo que no tiene
palabras bastantes para elogiar la pureza . Vosotros re-
pararéis , que cuando la Iglesia nombra las diferentes
virtudes y prerogativas de Maria santísima , lo hace con
un estilo natural , como que no le causasen admira-
cion ; pero cuando llega á la virtud de su pureza y á la
prerogativa de su virginidad , de repente cambia de to-
no , y como fuera de sí exclama : Sancta et immaculata
virginitas , quibus te laudibus efferam , nescio : ¡ ó santa é
inmaculada virginidad , no sé , no sé con qué alabanzas
elogiarte !
Ya no me admira que aquellos que dichosamente po-
-- 96

seen la inestimable joya de la castidad , lo espongan to-


do , lo sacrifiquen todo antes que dejársela robar . Yo
pudiera traeros aquí un sin número de ejemplos de almas
castas , que han sufrido cárceles , destierros , martirios ,
primero que permitir se les echase un borron en su pu-
reza . Vaya uno solo , que servirá por todos . Un noble per-
sonaje asistió á la entrada de una doncella ilustre que to-
mó el hábito de religiosa dominica . Era la casta doncella
de una figura interesantísima , y sobre todo encantaba por
la expresion tierna y viva de sus ojos . Quedó el tal se-
ñor tan ciegamente enamorado de ellos , que de aquel
dia en adelante no cesaba de molestar á la casta esposa
de Jesucristo , introduciendo en el convento cartas amo-
rosas en que la manifestaba su pasion . Temió la cándi-
da novicia los malos resultados que pudiera traer á ella
y al convento una negativa absoluta dada á tan pode- ཏཾ
roso señor. ¿ Qué hace , pues ? Toma la pluma y escri-
be , diciéndole : Señor , quien todo lo niega , á veces todo ·
lo ha de conceder . Yo tengo dos cosas que os agradan ;
voy á regalaros una para que me dejeis la otra . Aquí teneis
mis ojos que tanto en gracia os han caido , son bien vuestros ;
yo me quedo con la pureza , que tengo ofrecida á mi esposo
Jesus . Escrito esto , cierra la carta , toma el cortaplumas ,
se saca con él los ojos , dejándolos caer en un vaso , y
vaso , ojos y carta lo envia todo al señor que la solici-
taba . ¿ Qué os parece , hijos , de este ejemplo ? ¡ Oh , á
cuántos que me escuchais deberia ruborizar el ejemplo
de esta novicia ! Comprended al menos cuanto aprecian
los castos esta hermosa virtud , que los impuros ajan y
pisotean .
Si quereis comprender vosotros el aprecio que hace
Dios de la castidad , escuchad al Eclesiástico , quien os
dice que no hay cosa tan preciosa en el mundo , que
97 -

pueda compararse con una alma pura y honesta : Omnis


autem ponderatio non est digna continentis animæ . Poned de
una parte todas las esposas del mundo , sean princesas ,
sean reinas , sean emperatrices ; poned de otro lado á
una doncellita sumamente pobre , pero pura en el alma ,
- Y honesta en el cuerpo : ¡ oh ! vale mas ella sola á la
vista de Dios , que todas las reinas con sus galas , dia-
mantes , joyas y coronas . Así lo comprendió Maria san-
tísima , cuando se la notificó que ella era la elegida para
ser madre del Hijo de Dios .
Vosotros sabeis , hijos mios , que cuando hubo de
efectuarse la encarnacion del Verbo divino , un embaja–
dor celestial se presentó á Maria y la dijo : Dios te salve,
llena de gracia , el Señor es contigo , y bendita tú eres en-
tre todas las mujeres y sabeis tambien que oyendo ella
esta salutacion , se alarmó y entró en inquietudes y an-
siedades , como nos lo dice claro el Evangelio : turbata
est in sermone. Pregunto ahora : ¿ porqué se alarmó la
santísima Vírgen ? ¿ qué fué lo que puso en inquietud y
zozobra su corazon ? ¿ Fué la presencia del ángel ? no :
ella estaba muy acostumbrada á recibir semejantes visi-
tas . ¿ Fué el saludarla llena de gracia ? tampoco : nada
podia serle mas grato que esta plenitud sobrenatural .
‫ فا‬Fué el decirla el Señor es contigo ? menos : nada desea-
ba ella tanto como la asistencia del Señor . Lo que la
asustó fueron aquellas últimas palabras , bendita tú eres
entre todas las mujeres . ¿ Y sabeis porqué ? Porque se-
gun el estilo de la Escritura , en que estaba ella muy
versada , se llaman mujeres todas las que no son don-
cellas , las que han tenido algun menoscabo en su vir-
ginidad .
Si el ángel le hubiese dicho , bendita eres entre todas
las doncellas , sin duda se hubiera quedado tranquila ;
T. I. — 7
98

porque no le hubiera ocurrido sospechar que su pureza


podia padecer detrimento ; pero como la llamó bendita
entre las mujeres , se alarmó ; porque sospechó que el ser
madre de Dios la habia de costar el ser vírgen . Por esto
antes de dar su consentimiento quiso cerciorarse bien , si
siendo madre dejaria de ser pura ; y hasta que entendió
le quedaria intacta su amada pureza , no dió el sí , ni
aceptó la alta dignidad de ser madre de Dios : fiat mihi
secundùm verbum tuum . ¿ Podia ella manifestar de un mo-
do mas expresivo su amor á la castidad ? Y vosotros , hi-
jos mios , que haceis profesion de ser devotos de Maria
santísima , ¿ podeis menos que enamoraros de esta ange-
lical virtud ? ¿ Tendriais valor para comparecer en su
presencia manchados con la impureza ? ¡ Oh ! Si conta-
minados de este asqueroso vicio os pusieseis á su vista ,
volveria ella la cara para no veros . Pensad esto , amados
mios , cuando vais á visitar á Maria en sus altares .
Y entended al mismo tiempo , que por mas cosas que
digamos en honor de la castidad , siempre nos quedaré-
mos cortos y nos restará mucho que decir ; pues mien-
tras vivamos en este mundo , no será posible conocer
exactamente lo que ella es , ni cual sea su mérito y va-
lor. ¿ Sabeis dónde se conoce esto ? En el cielo : allá es
donde descubre ella toda su hermosura ; allá es donde res-
plandece como en su propia esfera : allá es donde recibe los
honores y obsequios que son debidos á su rango . Yo me
arrebato , hijos mios , cuando leo lo que nos dice san Juan en
su Apocalípsis . Mostróle Dios la hermosa ciudad del cielo ,
y en un golpe de vista le hizo ver los escuadrones in-
terminables de bienaventurados que la habitan . Quedó
el Profeta extasiado y como fuera de sí al ver el número ,
la alegría , la gloria de aquellos celestiales moradores .
Pero héos aquí que entre tantos repara unos que le lla-
99

man muy particularmente la atencion . Van vestidos de

ropajes blancos , llevan en sus cabezas guirnaldas de flo-


res , están al rededor de Jesucristo sirviéndole dia y no-
che , y le acompañan á dó quiera que vaya , como
que fuesen su propia corte . Deseoso el Profeta de saber
quienes son aquellas dichosas criaturas , pregunta á un
ángel : Hi qui amicti sunt stolis albis , qui sunt ? aquellos
que veo vestidos de ropas blancas & quienes son ? Y el
ángel le responde : Hi sunt qui cum mulieribus non sunt
coinquinati ; virgines enim sunt : estos son una clase de
personas que no se han embrutecido con mujeres , y han
permanecido castos y puros . ¿ Veis , hijos mios , cuanta
es la excelencia de la castidad ? ¿ veis cuáles son los ho-
nores que se la tributan en el cielo ? ¿ Qué mas debo de-
ciros yo , para que os resolvais á tomarla por vuestra
amiga é inseparable compañera ? ¡ Ah ! Si lo que os llevo
dicho no os induce á ser castos , inútil será que me canse
en deciros mas . Solo os diré , y esto notadlo bien , que
al paso que la castidad es tan hermosa , es sumamente
delicada , de cualquiera cosa se ofende . Se ofende de
una accion , de una palabra , de un deseo , hasta de un
pensamiento que esté fuera del órden y desdiga de la
modestia. Es una señora en extremo melindrosa ; y no
puede sufrir que se la exponga al aire libre del mundo ,
ni que se la lleve al sarao , ni que la acompañe el corte-
jo , ni que se la haga asistir á reuniones de gente relaja-
da ; porque en todos estos lugares siente ella palabras
que la ofenden , vé acciones que no le agradan , repara
peligros que la asustan . Es como la flor que llamamos
rosa , que no está segura sino rodeada de espinas .
Mirad , hijos , una rosa . ¡ Qué flor tan bella ! ¡ qué ga-
lana en la figura ! ¡ qué hermosa en el color ! ¡ qué agra-
dable en la fragancia ! Pero observad tambien como está
100

metida entre espinas , que la rodean y tienen como pri-


sionera. Cuando nace , espinas ya la esperan : mientras
está viva , espinas la coronan : cuando muere , sobre es-
pinas deja caer sus hojas . ¿ Sabriais vosotros decirme
porqué Dios la ha formado así ? Yo creo que la ha for-
mado así en beneficio de ella misma . Es ella de una ma-
teria tan delicada , de una organizacion tan exquisita y
primorosa , que estaria expuesta á mil encuentros , si no
fuesen las espinas que la guardan y la defienden . Héos
aquí una imágen , la mas propia de la castidad . Hermo-
sa como es , necesita de estar entre espinas : y es impo-
sible que guarde mucho tiempo su candor en una per-
sona si no está defendida por las espinas del recato , del
retiro y de la mortificacion .
Entended bien esto los que os entregais á las ocasio-
nes peligrosas , exponiendo vuestra pureza á los riesgos
mas evidentes . La castidad no puede conservarse sino
con mucha vigilancia y á fuerza de precauciones . Si tú ,
doncellita , no te retiras de aquellos tratos y amoríos ; si
tú , jovencito , no te separas de aquellas salas de diversion ;
si tú , cristiano , no dejas aquellas compañías y amistades ,
no quiero echarla de profeta , pero desde ahora os ase-
guro que vuestra castidad toca á las últimas agonías , y
que podeis contarla tan muerta como todos los muertos .
Dios proteja vuestra castidad , como protegió la del casto
José , la de la desposada Susana y la de la viuda Judit .
Amen.
101 --

PLATICA XII.

NACIMIENTO DE JESUCRISTO . EL PECADO IMPURO.

Ecce Virgo concipiet, et pariet


Filium . Isai. VII , 14.

Habiéndonos dicho el tercer artículo del Símbolo , que


Jesucristo fué concebido por obra del Espíritu santo , con
un órden muy natural pasa á asegurarnos que nació de
Maria vírgen : Natus ex Maria virgine.
El gran misterio de la encarnacion encerrado desde la
eternidad en el secreto consejo de Dios , efectuado des-
pues ocultamente en el seno virginal de Maria , vino al
fin á hacerse visible y manifiesto al mundo ; pues pasa-
do el período regular de nueve meses , Jesucristo nació
de Maria vírgen , conforme nos dice el Símbolo . Este na-
cimiento divino se verificó el año cuatro mil de la crea-

cion del mundo , en la noche del veinte y cinco de


diciembre , en una pequeña ciudad de Judea llamada
Belen.

Lo primero que aquí conviene saber es , que Maria es


verdadera madre de Jesucristo , no solo en cuanto es
hombre , sino tambien en cuanto es Dios encarnado ó
vestido de carne humana . Bien parece extraño que Ma-
ria sea madre de aquella Persona divina que fué engen-
drada del eterno Padre y no de ella ; pero á mas de que
esta es una verdad de fé definida contra Nestorio en el

Concilio general de Éfeso , se hace algun tanto manifies-


ta por otros ejemplos que tenemos á la vista . ¿ Las de-
más madres no son verdaderas madres de los hijos que
dan á luz ? Sin duda . ¿ Y el alma racional , que es la prin-
cipal parte del hijo , la engendran ellas ? No , sino que
102-

Dios la cria. Luego si ellas son madres verdaderas no solo


del cuerpo que engendran , sino tambien de la persona del
hijo que consta de cuerpo y alma , ¿ porqué Maria no po-
drá ser madre verdadera de aquella Persona divina que
concibió y dió á luz , aunque no la haya engendrado ?
No sé , hijos mios , si vuestro entendimiento llega á en-
tender lo que voy explicando ; si no lo comprendeis ,
contentaos con saber y confesar que Maria es madre de
Dios , y esto os será suficiente .

Lo que conviene entendais bien es , que Maria por


ser madre de Dios no dejó de ser vírgen . Esto sí que
conviene lo entendais bien ; porque no faltan hombres
impíos y sin pudor que vendrán á deciros , ser cosa im-
posible que una mujer sea juntamente vírgen y madre .
Que siguiendo el órden natural una madre no puede ser
vírgen , es cosa que ya sabemos , y no necesitamos de que
vengan á enseñárnosla los impíos ; pero aquí se trata
de un prodigio , y prodigio tan grande que los siglos
pasados no vieron otro igual , ni los venideros verán
otro semejante . Que nos digan esos mentecatos : ¿ no
pudo Dios formar á Adan de una tierra vírgen sin con-
curso de hombre ? ¿ No pudo formar á Eva de una cos-
tilla de Adan sin que mediase generacion ? ¿ Por cual
razon , pues , no pudo Jesucristo nacer de una madre
vírgen ? ¿ Por la razon de que así lo dice la impiedad ?
Razon concluyente !...
Nosotros , hijos mios , confesemos con la Iglesia , que
Maria fué vírgen purísima antes del parto , en el parto ,
y despues del parto . Antes del parto ; porque concibió á
Jesucristo sin concurso de criatura alguna y por sola
obra del Espíritu santo , conforme lo habia predicho
Isaías : Ecce virgo concipiet. En el parto ; porque Jesu-
cristo salió de sus castísimas entrañas sin daño alguno
103

de su integridad , conforme al mismo oráculo de Isaías :


Ecce virgo concipiet , et pariet. Despues del parto ; porque
segun la constante tradicion de la Iglesia , Maria se con-
servó perpetuamente vírgen hasta la muerte .
De la doctrina hasta aquí expuesta infiérese natural-
mente un punto de la mas importante moralidad . Si en
el nacimiento de Jesucristo todo fué casto , todo puro ,

todo inmaculado ; si Jesucristo prefirió trastornar las le-


yes de la naturaleza antes que nacer de una madre con-
taminada , bien se deja ver cuan abominable debe ser
el vicio de la deshonestidad . Ya sé que el mundo lo
piensa de otro modo , y que sobre este punto corren
hoy las máximas mas malignas é infernales ; pero con el
evangelio en la mano voy á confundir á los apologistas
de la impureza , haciéndoos ver toda la fealdad de este
asqueroso vicio.

Aunque el apóstol san Pablo nos advierte que la des-


honestidad ni siquiera debe nombrarse entre nosotros ;
con todo me es forzoso hablaros de ella alguna vez , para
que conozcais la malicia de un pecado que , al decir de
algunos Santos , precipita él solo mas almas al infierno ,
que todos los demás vicios juntos .
Entre las personas mundanas y perdidas corre gene-
ralmente esta infernal doctrina , que la deshonestidad es
un mal de poca consideracion , una flaqueza tolerable , y
aun una cosa natural que no puede imputarse á culpa .
Así te lo enseñó , ó cristiano , aquel librito que te dió á
leer el amigo para que te despreocupáras . Así te lo ase-
guró , ó doncellita , aquel infame tentador , viendo que te

resistias á cometer este pecado . Así te lo juró , ó jóven ,


aquel mal compañero , viendo el horror que te causaba un
tal delito . ¡ Qué ! decian ¿ esto te hace temor ? Esto no
104--

es pecado alguno : por esto nadie va al infierno : si por


esto Dios quisiese condenar á los hombres , bien pudie-
ra cerrar el cielo y estarse solo en él .
Pero yo pregunto : ¿ el que una cosa sea pecado ó no ,
depende acaso de lo que dicen hombres díscolos y liber-
tinos ? ¿ depende por ventura de lo que enseñan librotes
asquerosos é inmorales ? ¡ Ah ! Si así fuese , bien pudié-
ramos borrar de una plumada todo el Decálogo . No , hi-
jos mios , no es de esos hombres perdidos ni de esos li-
bros impíos de quienes debeis tomar las reglas para
saber si la deshonestidad es pecado ; sino de la singular
aversion que Dios le tiene , y de los términos de rigor
con que su santa ley la prohibe .
¿ Hay pecado mas detestado de Dios que el de impu-
reza ? Subid á los tiempos de Noé , y oiréis que el Señor
herido de dolor en lo mas íntimo del corazon dice , que

se arrepiente de haber criado al hombre , y que va á ex-


terminarlo de la tierra : Tactus dolore cordis intrinsecus ,
delebo , inquit , hominem quem creavi à facie terræ ; pœni-
tet enim me fecisse eos . ¿ Qué es lo que así amarga el co-
razon de Dios ? ¿ qué es lo que así le provoca á enojo é
?... ¿ Es el pecado de Adan ? No. ¿ Es el fra-
indignacion ?……
tricidio de Caín ? No. ¿ Es la idolatría extendida por to-
das partes ? No. ¿ Pues ?... Es el pecado impuro al que
los hombres se habian entregado sin pudor y sin freno :
Omnis quippe caro corruperat viam suam . ¿ Comenzais á
ver lo que es la impureza ?
Vosotros la considerais como una flaqueza digna de
perdon ; pero Dios la considera como una maldad digna
del mayor castigo . No hay pecado alguno que Dios haya
perdonado menos que este , ni que lo haya castigado con
mas rigor. El diluvio universal que destruyó todo el li-
naje humano á excepcion de ocho personas , & en pena de
- 105 ―

qué pecado fué ? En pena de la impureza . Y el fuego que


cayó sobre las cinco ciudades de Pentápolis reduciéndo-
las á cenizas con todos sus moradores , ¿ en castigo de
qué pecado fué ? En castigo de la impureza . ¿ Por qué
motivo fueron sacrificados en el desierto veinte y cuatro
mil israelitas , la tribu de Benjamin exterminada , el rei-
no de David diezmado con peste , Onán muerto de re-
pente ? Por motivo de la impureza . En vista de estos
castigos , y de otros que omito por la brevedad , ¿ habrá
todavía quien califique la impureza de pecado insignifi-
cante , de pecado que Dios facilmente compadece y per-
dona ? ¿ Se deberá oir de la boca de ciertos cristianos
aquella desatinada proposicion , que si Dios por tales co-
sas quisiese excluirnos del cielo , pudiera cerrar sus
puertas y quedarse en él solo ?
Reflexionad , hijos mios , sobre el rigor con que la ley
del Señor prohibe este pecado . Otros pecados de su na-
turaleza mortales pueden ser veniales por parvedad
de materia , como un hurto , una murmuracion , una
calumnia en materias leves ; pero no es así en la desho-
nestidad . La ley de Dios no reconoce en ella poquedad
de materia ; sino que declara por delito grave cualquie-
ra trasgresion , aun la mas mínima . Podrá haber aquí
pecado venial por defecto de conocimiento ó adverten-
cia ; pero por respecto á la materia no hay cosa que
sea leve , nada que sea venial ; todo es siempre pecado
mortal gravísimo , y todo está sujeto á eterna condena-
cion . Y así son pecados graves , escuchadlo bien , son
pecados graves no solo los actos externos consumados ,
como los tocamientos ; sino hasta las miradas impúdicas ,
hasta las conversaciones deshonestas , hasta los gestos

significativos , hasta los deseos , hasta los pensamientos .


Y no creais que esta doctrina sea de algun teólogo
- 106--

escrupuloso ó rigorista , no : es doctrina de san Pablo ,


quien indistintamente declara excluidos del cielo á cuan-
tos son culpables de impureza en cualquier modo que
sea: Scitote, quod omnis fornicator aut immundus non ha-
bet hæreditatem in regno Dei.
Que vengan ahora los libertinos á decirnos que la des-

honestidad es una friolera , un pecado frívolo . Lenguas


de demonios , ¿ cuándo callaréis ?... Si vosotros quereis
ser lascivos , sedlo en hora mala ; pero dejaos de buscar
defensas á vuestras abominaciones ; dejaos de propalar
doctrinas que vosotros mismos no creeis . Si creeis que
las impurezas son pecados de nada , ¿ cómo es que te-
neis tanta vergüenza de decirlas en la confesion ? ¿ cómo
es que antes que decirlas , preferís hacer mil confesiones
malas , mil comuniones sacrílegas ? Me atrevo á deciros ,
que si la confesion os causa tanto horror , es por los pe-
cados de impureza mas que por ninguna otra cosa .
Yo , hijos mios , observo en este pecado una particu-
laridad que no noto en ningun otro , y es que sin salir
de su especie es incomparablemente mas fecundo que
otro alguno . Me explicaré . Otros pecados ó son de en-
tendimiento como la herejía , ó de corazon como el odio ,
ó de gula como la intemperancia ; pero la deshonestidad
se enseñorea de todo el hombre , le infecciona de cabeza
á piés , de dentro y de fuera , y es como un pecado uni-
versal que le contamina cuantas potencias y sentidos
tiene . Le contamina el entendimiento con pensamientos
los mas torpes , le contamina la imaginacion con imáge-
nes las mas sucias , le contamina la memoria con recuer-
dos los mas brutales , le contamina la voluntad con de-
seos los mas abominables . Si pasamos del interior al
exterior , le contamina los ojos con miradas impurísi-
mas , le contamina la lengua con expresiones obscenas ,
107 -

le contamina el oido haciéndole ávido de discursos ,


cuentos y chuladas deshonestas.
Para un impuro no hay diferencia de tiempos ni de
circunstancias : á toda hora , en todo lugar , de dia igual-
mente que de noche , tanto en compañía como en sole-
dad , en las iglesias lo mismo que en las calles , siempre
le domina el placer abominable , siempre le hierve la
bestial inclinacion . No puede ver una cara hermosa , sin
que la desee impuramente : no puede entrar en conver-
sacion , sin que la ensucie con obscenidades : no puede
quedar solo , sin que se deleite en mil nefandas repre-
sentaciones . De lo que resulta una cadena , una abun-
dancia de pecados que solo Dios puede calcular . Por es-
to en las Escrituras santas el demonio impuro se llama
Asmodeo , que quiere decir abundancia de pecados .
Y en verdad : ¿ qué abundancia de pecados no ocasio-
na la impureza ? Pecados para buscar medios de satisfa-
cerla ; y aquí vienen los hurtos domésticos , el abandono
de la familia , la disipacion de la hacienda , el empobre-
cimiento de la casa : pecados para seducir las personas
castas y timoratas ; y aquí entran los regalos insidiosos ,
los billetes amatorios , las promesas fingidas , la entrega
de libros impíos , de pinturas obscenas, de novelas es-
candalosas : pecados para encubrir el delito; y aquí des-
filan la profanacion de sacramentos , las confesiones hi-
pócritas , las comuniones sacrílegas , las procuraciones
de abortos , la muerte de tantas infelices criaturas asesi-
nadas antes del bautismo para que no se descubra el
autor infame de su existencia. No nos cansemos mas ,

hijos mios , y digámoslo todo de una vez el vicio im-


puro arrastra una cadena infinita de pecados : jóven hay
que si le pudiésemos contar todos los pecados que lleva
en el alma por causa de la deshonestidad , alineados
--- 108

á cuatro de fondo llegarian mas allá de los límites del


mar .
De este número prodigioso de pecados resulta lo que
los teólogos llaman costumbre ó hábito de pecar , el cual
coloca al impuro en una grandísima dificultad de enmen-
darse , y en una casi necesidad de perderse . Él concibe
á veces algunos deseos de convertirse ; pero llevado de
la costumbre continua en pecar como antes : él en ciertos
momentos aborrece su infame vicio , lo detesta , lo mal-
dice ; pero el mal hábito no le deja desprenderse de él :
él llega á fastidiarse de sí mismo , suspira , llora , con-
fiesa ; pero á pocos dias de confesado , tal vez á pocas
horas , repite lo mismo que acaba de confesar . Esta fa-
tal experiencia de su miseria le quita toda esperanza de
enmendarse jamás ; y medio desesperado dice para sí :
¿ de qué me sirve arrepentirme , si nunca persevero ? ¿ qué
me aprovecha confesarme , si siempre vuelvo á lo mis-
mo ? Este es pleito perdido , de consiguiente vamos vi-
viendo así ; y ya que hemos de condenarnos , condené-
monos saciados de placeres .
Héos pues , fieles mios , el horrible término á que con-

duce aquel vicio que el mundo llama pasion natural ,


flaqueza perdonable , pecado frívolo . Yo no concederé
jamás al impuro que su mal sea sin remedio , no . Siem–
pre que él quiera sinceramente sujetarse á la curacion ;
siempre que se decida á hacer una confesion buena , á
entregarse á un caritativo director , á dejar las ocasio-
nes , á frecuentar sacramentos , á encomendarse de veras
á Dios y á su santísima Madre , reconocerá que su mal
no es incurable . El punto está en que quiera hacerlo : la
dificultad consiste en que quiera sujetarse á estos reme-
dios indispensables ...
Lo que importa es prevenir el mal antes de contraer-
109 -

le. Y así si vosotros , ó mis amados jóvenes , manteneis


todavía cándido el hermoso lirio de la pureza , de veras
os encargo procureis guardarlo bien . Encomendaos de
corazon á Maria santísima , amable protectora de la cas-
tidad : dejaos ver á menudo en el confesonario : fre-
cuentad la sagrada comunion : apartad con cuidado to-
da ocasion y peligro : mortificad los sentidos : pelead
con la carne y sus pasiones , y en el cielo recibiréis la
palma de vuestros triunfos . Amen .

PLATICA XIII.

EL PORQUÉ DEL NACIMIENTO DE JESUS . - REMEDIOS PARA LA LASCIVIA .

Apparuit gratia Dei Salvatoris


nostri erudiens nos, ut abnegan-
tes sæcularia desideria , sobriè
vivamus in hoc sæculo. Ad Tit.
11, 11.

Con la explicacion de la encarnacion y nacimiento de


Jesucristo parece quedaba dicho cuanto hay que decir
sobre el tercer artículo del Símbolo ; no obstante que-
da por explicar una doctrina á mi juicio muy nece-
saria , cual es el fin que se propuso el Hijo de Dios vi-
niendo al mundo y naciendo hombre . El Símbolo apos-
tólico nada nos dice expresamente sobre el particular ;
pero bien nos lo dice el Símbolo de la Misa con aquellas
palabras : Propter nos homines et propter nostram salutem
descendit de cœlis , et incarnatus est de Spiritu sancto , na—
tus ex Maria virgine , que quieren decir , Jesucristo bajó
del cielo , se encarnó y nació de Maria vírgen por causa
de nosotros hombres y por causa de nuestra salud . Este
fué el fin primario y principal ; pero no fué el único , y
dos razones lo demuestran.
-110.-

Primeramente la venida de Jesucristo á redimirnos


solo era necesaria en la suposicion que Dios quisiese de
nosotros una satisfaccion cabal por nuestras culpas ; por-
que esta debiendo ser proporcionada á la ofensa , y de
consiguiente infinita como la ofensa misma , no se podia
dar sino por un Dios humanado . Pero ¿ no hubiera Dios
podido independientemente de tal condicion concedernos
el perdon y la gracia ? Cierto que sí. Así como nos ha-
bia criado con una sola palabra , con una sola palabra
nos podia salvar . Suponiendo aun que nuestra redencion
no pudiese verificarse sino por medio de una satisfaccion
infinita ofrecida á Dios , todavía no se vé la necesidad de
aquel gran cúmulo de penas á que Jesucristo quiso su-
jetarse naciendo hombre .
Siendo todas las acciones de Jesucristo de un valor
infinito por la infinita dignidad de la divina Persona , la
menor de sus humillaciones bastaba para nuestra reden-
cion ; una lágrima , un suspiro , una súplica , todo era
suficiente para aplacar á Dios , satisfacer á su justicia, y
salvar al género humano . ¿ Porqué , pues , ha querido él
nacer sujeto á tantas humillaciones y padecimientos , si
nosotros con menos trabajo podiamos ser redimidos ?
Estas reflexiones me precisan á sentar , que Jesucristo
al nacer hombre , y sujeto á tantas penas , se propuso
conseguir algun otro fin á mas de nuestra redencion .
Cual haya sido este fin , es lo que trato de declarar , para
deducir de aquí un punto gravísimo de moral cristiana .
San Pablo nos asegura , que Jesucristo naciendo hom-
bre ha aparecido entre nosotros como maestro que vie-
ne á enseñarnos á renunciar los deseos del siglo y á
vivir sobriamente en este mundo : Apparuit gratia Dei
Salvatoris nostri , .. erudiens nos, ut abnegantes ... sæcularia
desideria sobriè vivamus in hoc sæculo . Con su nacimiento
111--

ha querido señaladamente enseñarnos á combatir aque-


lla triple concupiscencia que , segun san Juan , causa la
condenacion de la mayor parte de los hombres , á saber:
el amor excesivo de las riquezas , de los honores y de
los placeres de la carne : Omne quod est in mundo, concu-
piscentia carnis est , et concupiscentia oculorum, et superbia
vitæ.
Para enseñarnos á combatir el amor excesivo á las ri-
quezas , nace pobre , pobrísimo , y en una absoluta falta
de todo su palacio es una miserable cabaña , su lecho
un monton de heno , su trono un establo , sus adornos
unos pobres pañales . Para enseñarnos el desprecio de
los honores nace humilde , humildísimo , y en el estado
mas abyecto que pueda concebirse ; nace en despoblado ,
en medio de bestias , desconocido de todo el mundo . Pa-
ra enseñarnos á reprimir los deseos de la carne , nace en-
tre las mayores penas y sufrimientos : érase en lo mas
crudo del invierno , y no tenia una chispa de fuego para
calentarse ; érase en la hora mas inclemente de la noche ,
y tenia que estarse expuesto al aire mas rígido y helado ;
érase en la edad mas tierna y delicada , y estábase re-
costado sobre un duro pesebre . ¡ Oh qué lecciones !
Ved pues , hijos mios , uno de los adorables fines que
se propuso el Hijo de Dios al nacer hombre : se propuso
enseñarnos con sus penas y dolores á reprimir los deseos
de la carne , á privarnos de los placeres culpables , á poner
freno á esa pasion indómita de la deshonestidad . Si vo-
sotros conmovidos con la vista de las penas que él sufre
en su nacimiento , deseais renunciar á las culpables sa-
tisfacciones del cuerpo y curar del vicio deshonesto , es-
cuchadme hoy con atencion , que vengo á daros reme
Jes
dios seguros para conseguirlo .

O
DE M
- 112 -

Aunque el vicio deshonesto sea el mas maligno de todos


los vicios ; aunque su curacion sea mas árdua y difícil
que la de cualquier otro , segun el cuadro que de él os
presenté el otro dia ; no obstante no debeis reputarlo
como incurable en cualquier grado que le tengais , siem-
pre que verdaderamente decididos á dejarlo , os resolvais
á aplicar los remedios que hoy os indicaré . Estos reme-
dios no pueden ser ni mas eficaces ni mas seguros ; pues
están prescritos por Jesucristo médico soberano de nues-
tras almas .
Habiéndosele pedido en cierta ocasion que curase á
un hombre que estaba poseido del demonio impuro , dijo
estas notables palabras : esta casta de demonios no se
arroja sino con la oracion Ꭹ el ayuno : Hoc genus dæmo-

niorum non ejicitur nisi per orationem et jejunium. Aquí


teneis la receta que el Médico celestial ha prescrito para
curar de la impureza ; ayuno y oracion , oracion y ayu-
no , por el cual no debeis entender la sola abstinencia
del alimento corporal , sino todo aquello que en cual-
quier modo mortifica la carne y los sentidos .
La oracion , hijos mios , es el primer remedio que de-
beis aplicar remedio necesario para todo mal , pero ne-
cesarísimo para este de que tratamos ; porque siendo él
de una naturaleza tenaz y de una condicion terca , como
dice santo Tomás : vitium maximæ adhærentiæ ; es tam-
bien de mas difícil curacion . Es menester entendais que
la castidad es un don que os ha de venir del cielo ; y
que por lo mismo debeis pedirlo á Dios , y pedírselo in-
cesantemente .
Oracion , pues , amados mios , oracion contínua , hu-
milde y fervorosa . Particularmente en aquellos momen-
tos en que la pasion se os desboca y asalta , ¡ ah ! enton-
ces mas que nunca levantad vuestros ruegos al Señor ,
- 143

entonces echaos á sus piés con toda la humildad de vues-


tra alma ; entonces representadle con lágrimas vuestra
extrema necesidad ; entonces suplicadle ardientemente
venga á sosteneros con los auxilios eficaces de su gracia .
Sin duda vuestros gemidos llegarán á oidos del Señor ;
sin duda le enternecerán el corazon , y obtendrán de su
bondad el socorro oportuno ; porque , como asegura el
Concilio de Trento , Dios no niega el don de la castidad
á quien se lo pide en debida forma : Deus donum castita-
tis rectè petentibus non denegat .
Esta doctrina del santo Concilio os deja sin palabra á
vosotros , cristianos impuros , que para excusaros de
vuestras deshonestidades , salís siempre con el vano pre-
texto de vuestra fragilidad . Reprendidos por un celoso
confesor por vuestros excesos bestiales , jamás sabeis de-
cir otra cosa , sino que sois frágiles . Pero quisiera saber
si habeis jamás pensado en acudir á Dios para que os dé
las fuerzas que os faltan . ¿ Cuándo os habeis tomado la
pena de pedirle el don de la continencia ? ¿ cuándo ha-
beis hecho una sola súplica á Maria santísima para que
os haga castos ? ¿ cuándo habeis vertido una sola lágrima
á los piés de un Crucifijo implorando su misericordia ?
Decidlo , decidlo : ¿ cuándo ? ¿ cuándo ? .. Pues si jamás os
ha venido al pensamiento pedir á Dios que os ayude á des-
truir el vicio deshonesto , ¿ cómo teneis cara para excu-
saros con vuestra fragilidad ? Si frágiles sois , á la oracion ,
infelices , á la oracion á buscar fuerzas .
Pero aquí debo advertiros , que la oracion sola os re-
sultaria infructuosa , si por otra parte no procurais apar-
tar de vosotros todo lo que puede induciros á la impu-
reza . Pedir á Dios que os libre del fuego impuro , y
luego suministrar pábulo á la llama para que arda , es
una contradiccion , un desatino , una locura . Es menes-
T. I. -- 8
114

ter segun la enseñanza de Jesucristo , que á la oracion


junteis el ayuno , es decir la mortificacion : quitando á la
pasion impura toda especie de incentivo , y practicando
lo conveniente para enflaquecerla y debilitarla .
Muchos son los incentivos de la impureza que voso-
tros debeis quitar : yo los recorreré rápidamente y como
quien dice á la lijera . El primero y mas temible es la fa-
miliaridad con personas de otro sexo . Despues del peca-
do original , hombre y mujer han sido siempre el uno
al otro ocasion de tropiezos y caidas . El Señor que co-
noce bien la fragilidad del barro de que somos com-
puestos , ¿ cuántos avisos , cuántas advertencias nos ha
dado sobre este punto ? Si te sucede , dice por el Ecle-
siástico , ver un corro de mujeres , guárdate de entrete-
nerte en él : In medio mulierum noli commorari : y si vie-
res una sola , no te acerques á ella , ni menos aun te
sientes á su lado : Cum aliena muliere ne sedeas omninò .
Bien sé que estas advertencias deben entenderse con dis-
crecion y no así materialmente como suenan ; pero cuan-
do menos siempre indican , que se requiere gran pru-
dencia tratar con personas de otro sexo : y que tratarlas
con frecuencia , con muestras de afecto y confianza , como
de ordinario sucede entre jóvenes , no puede ser jamás
sin peligro inminente .
Pero la persona que yo trato , responde uno , no me
trae ningun peligro : es tan buena , tan modesta , tan re-
catada , que los pintores pudieran sacar de ella una imá-
gen de santa Catalina de Sena . A mas de que no habla-
mos cosa que esté fuera del órden ; conversamos sí , pero
con toda prudencia y circunspeccion . - ¡ Ah hijos mios !
Yo , para haceros favor , quiero creer que la persona es
tal como la describís , y que todo pasa entre vosotros
con toda moderacion y decencia ; pero ¿ sabriais voso-
115

tros decirme cuanto tiempo durará está decencia y mo-


deracion ? ¡ Ah ! que si no se quita la familiaridad , no
faltarán desgracias . Si no es la primera semana , si no es
el primer mes , será el segundo , será el tercero , ó será
mas adelante ; y aun puede ser que el demonio tome pa-
ciencia mucho tiempo para dar un golpe mas certero . Al
principio podrá haber algun respeto y miramiento ; pero
tras del respeto vendrá la mutua confianza , tras la con-
fianza vendrá la pasion , tras la pasion la pérdida de la
pureza . ¡ Ay cuántos pudieran servir de triste ejemplo de
esta verdad que predico !..
Otro incentivo de la impureza , que debeis apartar , es
la ociosidad . Una persona ociosa es un milagro que no
piense cosas malas : porque no teniendo otra distraccion ,
el entendimiento naturalmente se va á donde le lleva la

inclinacion y el genio . Por esta razon nos dice el Espí-


ritu santo , que la ociosidad es un mal maestro que no
puede enseñar sino cosas malas : Multam malitiam docuit
otiositas . Por esto san Bernardo solia decir á sus monjes :
Hijos , haced que cuando el demonio venga á tentaros , os
halle siempre ocupados . ¡ Oh cuántas menos serian vues-
tras tentaciones si practicaseis este documento !
Otro incentivo de la deshonestidad son los bailes , co-
medias y otros pasatiempos , que el mundo llama recreos
honestos , y que los santos llaman invenciones del demo-
nio . Yo no vengo á decidir , si estas diversiones en el
modo que hoy se practican deben reputarse por pecados
mortales . Basta á mi intento poder asegurar , y esto es
innegable , que son peligrosas , peligrosísimas , por ir
siempre acompañadas de músicas , meneos y otras cosas
las mas propias para excitar y conmover el apetito sen-
sual y poner en desórden los deseos del corazon . Yo
apelo á vuestra propia conciencia : consultadla desapa-
416 -

sionadamente , y ella os dirá que las diversiones munda-


nas han sido el primer orígen de vuestros desórdenes y
disoluciones . Ya sé que vosotros no lo reconoceis así , y
que de ordinario quien se lleva toda la culpa de los pe-
cados impuros que cometeis , es el demonio . ¡ Pobre de-
monio ! siempre la culpa á ti , porque no puedes respon-
der y defenderte . ¿ Quereis que os diga cuál es el demonio
principal que os induce á pecar ? Es aquel jóven que tra-
tais con tanta confianza ; es aquella sala de baile á que
infaliblemente asistís ; es aquel trato y amistad que no
quereis dejar . Estas , estas son las verdaderas causas de
vuestros pecados ; estos , estos los demonios que debeis

conjurar. Yo no digo que el demonio alguna vez no in-


tervenga con sus sugestiones ; pero tampoco debeis pen-
sar vosotros que siempre está de humor para veniros á
tentar : otros quebraderos de cabeza tiene . A mas de que ,
si por vosotros mismos ya sabeis iros al infierno , ¿ qué
necesidad tiene él de gastar el tiempo enseñándoos el
camino ?

Hasta aquí , hijos mios , habeis oido cuales son los in-
centivos que debeis quitar á la pasion impura ; ahora voy
á deciros en pocas palabras los medios positivos que de-
beis aplicar para enflaquecerla y sujetarla . El primero es
una regular frecuencia de sacramentos despues de haber
hecho una buena confesion general . Así como la confe-
sion bien hecha debilita los malos hábitos ; así frecuen-
tada los destruye , dice santo Tomás . Frecuentadla , pues ,
lo mas que podais : y no hagais como hacen muchos ,
que no vuelven á confesarse hasta que de nuevo han cai-
do . ¡ Oh qué error ! Cuando advertís que el espíritu co-
mienza á desfallecer , y que las pasiones vuestras vuelven
á inquietarse , corred luego á confesaros , para adquirir
nuevas fuerzas con que resistir al enemigo .
117

Esta frecuencia de confesiones que os aconsejo , os re-


sultará mas eficaz y provechosa , si procurais hacerlas con
un mismo confesor . Muchos deshonestos tienen la máxi-
ma de mudar de confesor todas las veces que van á con-
fesar para que su mal hábito no sea conocido , van de
confesonario en confesonario en busca de sacerdotes que
no los conozcan : hacen como ciertos pícaros que habitan
en las grandes ciudades , que por no ser descubiertos de la
policía , mudan cada mes de domicilio . Esto es un error ,
hijos mios . Si el confesor no conoce vuestras dolencias ,
¿ cómo aplicará el remedio oportuno ? Si no está versado
en la direccion de vuestra alma , ¿ cómo quereis que la
conduzca con seguridad ? Elegid , pues , un confesor , y
procurad que sea sabio , prudente y celoso de vuestra
salvacion . Si es sabio , os conducirá con acierto ; si es
prudente , no os rechazará aunque vea vuestras flaque-
zas ; si es celoso , os dirá francamente la verdad , sin tra-
tar de complaceros ni adularos .
Otro socorro muy poderoso hallaréis en la sagrada co-
munion . La comunion , dice santo Tomás , entre otros
efectos saludables tiene la virtud de calmar los ardores

de la concupiscencia : sedat animi concupiscentiam , me-


diante la participacion del Cuerpo inmaculado de Jesu-
cristo . Así como el que ha comido miel halla desagrada-
ble todo otro alimento ; así el que gusta las dulzuras del
Pan eucarístico cobra fastidio á todo lo que sabe á car-
ne . Por esto la Eucaristía es llamada en la Escritura san-
ta , pan de elegidos , y vino que produce vírgenes .
La devocion á Maria santísima es otro medio que no
debeis olvidar . Bajo su amparo debeis acogeros , á la ma-
nera que los polluelos se acogen bajo las alas de su ma-
dre para escapar del gavilan . ¡ Oh cuánto os enseñan es-

tos animalitos ! Al sentir que el gavilan alea por el aire ,


118 -

huyen aturdidos , buscan á la madre , y piando la llaman


que venga en su ayuda y ella viéndoles venir extiende
las alas , les abriga con ellas , y de este modo les defien-
de y les salva . Esta es una imágen de lo que hace Maria
santísima con aquellos que perseguidos del gavilan de la
impureza corren á su amparo . Quien la busca la halla ,
y quien la halla nada tiene que temer .
Por último os servirá mucho al intento hacer alguna
mortificacion corporal acompañada de algunas reflexio-
nes sobre las máximas eternas . Memorare novissima tua ,
dice el Espíritu santo ; acuérdate de la muerte , juicio ,
infierno y eternidad , et in æternum non peccabis , y`nun-
ca jamás pecarás .
Estos son , fieles mios , los principales remedios que
debeis aplicar contra el vicio de la impureza . Siempre
que vosotros los practiqueis con exactitud y perseveran-
cia , por envejecido que tengais este vicio , no podrá me-
nos que ceder á su eficacia . Estos remedios están com-
probados por la experiencia de cuantos los han puesto
en práctica , y lo que es mas son prescritos casi todos
por el mismo Jesucristo médico divino de nuestras do-
lencias espirituales . Practicadlos , pues , con puntualidad
y constancia , y no tardaréis en veros libres de este pe-
cado maligno y de la eterna perdicion á que conduce .
Amen .
119

PLATICA XIV.

LA PASION DE JESUCRISTO . EL PECADO EN EL CRISTIANO .

Ipse vulneratus est propter ini-


quitates nostras, attritus est prop-
ter scelera nostra. Isai. LIII , 5 .

Entramos , hijos mios , á la explicacion del cuarto ar-


tículo del Símbolo , en el cual se nos dice , que Jesucristo
padeció bajo el poder de Poncio Pilatos , fué crucificado,
muerto y sepultado . No es de este lugar referir la historia
circunstanciada de la pasion y muerte de Jesucristo , la
que supongo sabeis al menos en cuanto á los principales
pasajes ; sino dar alguna luz sobre cada una de las pala-
bras que componen el presente artículo .
La primera nos dice que Jesucristo padeció. Aquí se
presenta desde luego una dificultad . ¿ Cómo pudo Jesu-
cristo padecer siendo Dios ? Respondo , que como Dios
no pudo padecer ; pero sí como hombre . No padeció la
divinidad ; pero sí la humanidad . Con todo decimos que
Dios padecíó , y decimos bien ; porque la persona era
verdaderamente divina , bien que solo padeciese en la
naturaleza humana .

Dice el artículo , que Jesucristo padeció bajo el poder de


Poncio Pilatos . ¿ Porqué se hace aquí mencion de este
malvado ? Para mayor certeza de la verdad ; para seña-
lar la época en que se verificó la pasion de Jesucristo ;
para que los incrédulos , que no se fian de los sagrados
evangelistas , puedan , si gustan , informarse en otros his-
toriadores , si es verdad que en tiempo de Poncio Pila-
tos fuese crucificado en Jerusalen un hombre justo á quien
120

llamaban Jesus . Pilatos , que gobernaba entonces en Ju-


dea por mandato del emperador Tiberio , fué el que en
calidad de juez sentenció á Jesucristo ; y así las dichas
palabras indican que el Salvador padeció en tiempo de
Pilatos y por sentencia del mismo Pilatos.
Añade el artículo , que Jesucristo fué crucificado . Esta
palabra fija la especie de suplicio que el divino Salvador
toleró por amor nuestro . No fué casualidad , dice el Ca-
tecismo romano , que Jesucristo muriese en una cruz ,
sino disposicion divina ; para que así como la muerte ha-
bia nacido de un leño , así de un leño naciese la salva-
cion ; y así como el demonio venció á nuestros primeros
padres en el árbol del paraiso , así quedase vencido en
el árbol del Calvario : ut qui in ligno vincebat , in ligno
quoque vinceretur.

En consecuencia de las penas que Jesucristo sufrió en


la cruz , dice el artículo , que murió, es decir , que des-
pues de haber agonizado cerca tres horas , al fin consu-
mó el último sacrificio , gustó el cáliz amarguísimo de la
muerte , separándose su santísima alma de su cuerpo sa-
cratísimo . No creais por esto que la divinidad se separase
ni del alma ni del cuerpo . Por mas que estos se separa-
ron mútuamente entre sí , el Verbo divino se mantuvo
inseparablemente unido á la una y al otro ; porque , como
dice santo Tomás ( 1 ) , el Verbo divino jamás ha dejado
aquello que unió á sí en la encarnacion .
Concluye el artículo , diciendo que Jesucristo fué sepul-
tado. Esta palabra se ha añadido , dice santo Tomás ( 2 ) ,
para mayor prueba de la verdad de su muerte ; porque
en realidad no se puede dar mayor prueba de la muerte

(1) D.Thom. 3 part. quæst . 50 , art. 2.


(2) D. Thom. 3 part. quæst. 51 , art. 1 .
124 --

de una persona que el sepultarla . Advertid , no obstan-


te , que si bien el cuerpo de Jesucristo fué sepultado , no
estuvo sujeto á la corrupcion ; sino que en virtud de la
divinidad con la que estaba unido , se conservó incor-
ruptible é inalterable , segun lo habia ya profetizado
David diciendo : Non dabis sanctum tuum videre corrup-
tionem .

Para sacar ahora una importante moralidad de la doc-


trina hasta aquí expuesta , conviene oir á san Pablo , quien
nos asegura , que Jesucristo se entregó á los padecimien-
tos y á la muerte por causa de nuestros pecados : Ipse
vulneratus est propter iniquitates nostras , attritus est prop-
ter scelera nostra . De aquí se infiere , segun el mismo
Apóstol , que los que pecan , en cuanto es de su parte ,
renuevan la pasion á Jesucristo y vuelven á crucificar-
le : Rursùs crucifigentes Filium Dei. Cual maldad , dice el
Catecismo romano ( 1 ) , es mucho mayor en un cristiano
que no lo fué en los mismos judíos que le clavaron en
la cruz ; porque si ellos le hubiesen conocido , no le ha-
brian crucificado ; al paso que el cristiano le crucifica
despues de conocerle , despues de haber recibido singu-
lares muestras de su amor , despues de haberle jurado
obediencia y fidelidad . De lo que es fuerza concluir , que
un pecado cometido por un cristiano , es mucho mas
enorme y será mas severamente castigado que si lo hu-
biese cometido un judío . Así vais á verlo en la presente
instruccion .

No cabe duda , hijos mios , que los mismos pecados


hechos por un cristiano serán mas severamente castiga-
dos que los de un judío ,
porque van acompañados de

(1) Catech. cap. 5 , num . 11 .


- 122

algunas circunstancias que los hacen mucho mas enor-


mes . La primera es , que un cristiano que peca , peca
con mayor conocimiento del mal que hace , y con una
noticia mas clara de la ley de Dios que viola . Es verdad
que los judíos tenian alguna luz para hacer un justo dis-
cernimiento entre el bien y el mal , pues tenian las Es-
crituras y los profetas ; pero esta luz era eclipsada de
muchas sombras , estaba oculta bajo diversas señales y
figuras , y su claridad en nada era comparable con la
claridad de la hermosa luz del evangelio . Así pues los
judíos podrán traer al tribunal de Dios alguna escusa de
sus pecados , aunque mal fundada ; diciendo que ellos no
habian visto bien claro lo que les era mandado , ni lo que
les era prohibido . Pero ¿‫ فنا‬de qué escusa podrá servirse un
cristiano pecador , teniendo delante los ojos la ley clara
del Señor , teniendo trazado el camino que debe andar,
y no teniendo que hacer otra cosa sino seguir las pisadas
que le dejó marcadas Jesucristo ?
Un judío soberbio , por ejemplo , podrá decir , que él
no entendió ni tal vez jamás oyó estas palabras del Sal-
vador : Discite à me, quia mitis sum et humilis corde : apren-
ded de mí , que soy manso y humilde de corazon ; que
él no sabia que el Hijo de Dios se hubiese humillado
hasta tomar la forma de esclavo ; que al contrario era
opinion muy comun entre ellos , que el Mesías vendria
acompañado de grandeza y de fausto . Pero ¿ qué podrá
pretextar un cristiano soberbio , constándole haberse
hecho siervo el Señor del universo , y habiendo oido
tantas veces el beati mites , dichosos los mansos y hu-
mildes ?
Un judío vengativo podrá alegar , que él no habia
visto el ejemplo ilustre del Calvario , ni creia tener un
precepto expreso de perdonar las injurias ; pues era doc-
123

trina corriente entre los hebreos , que no se debia amar


sino á los amigos . Pero un cristiano que ha oido infinitas
veces el diligite inimicos vestros : amad á vuestros enemi-
gos ; que sabe que su divino Maestro muriendo pidió per-
don por los que le crucificaban , ¿ qué color podrá dar á
sus odios y venganzas ?
Un judío impuro podrá pretextar , que antes de la en-
carnacion del Verbo la carne no se dejaba facilmente su-
jetar ; que impura como estaba no era digna de un pre-
sente tan grande como el de la virginidad ; que en fin
no era tan gran delito ensuciarla con torpezas , no ha-
biéndola aun santificado el misterio de la encarnacion ,
ni purificado el bautismo , ni consagrado los demás sa-
cramentos . Pero ¿ qué podrá alegar un cristiano que em-
brutece su cuerpo con deshonestidades , despues que
Verbum caro factum est , despues que el bautismo lo pu-
rificó de toda inmundicia , despues que ha servido mu-
chas veces de urna al Cuerpo adorable de Jesucristo sa-
cramentado .?
¡Ah ! El Príncipe de los apóstoles hablando de estos
cristianos , llega á decir esta tremenda expresion : Melius
erat illis non cognoscere viam justitiæ , quàm post agnitionem
retrorsùm converti : menos mal les fuera no haber sido
jamás cristianos , ni haber conocido el camino de la jus-
ticia , que despues de un tal conocimiento violar los pre-
ceptos que sabian debian guardar : sí , menos mal les
fuera ; porque entonces su pecado seria menos enorme ,
y su castigo menos severo .
No solo , hijos mios , los pecados de un cristiano son
mucho mas enormes por razon de que son cometidos
con mas conocimiento ; sino tambien porque van acom-
pañados de mayor ingratitud . ¿ Quién puede contar los
beneficios inestimables que el Señor ha hecho á los cris-
- 124 ―

tianos con preferencia á los demás ? Sin hablar del cono-


cimiento claro de su santa ley que nos ha dado , lo cual
es un beneficio que sobrepuja á todo cuanto se puede
decir y pensar ; sin tomar en consideracion la eleccion
que ha hecho de nosotros para hijos suyos , haciéndonos
herederos de su reino ; ¡ qué beneficio , qué favor no fué
darnos á su unigénito Hijo , y entregarle á la muerte por
nuestro amor ! ¡ Y cuán sensible le ha de ser verse ofen-
dido de unas criaturas á quienes él ama tan tiernamente ,
á quienes trata como hijos y á quienes ha hecho tan-
to bien !
Ser ofendido de un enemigo , no es un golpe muy sen-
sible , pues no se esperaba de él otra cosa ; pero ser in-
juriado de quien se creia ser un buen amigo , de quien
se le trataba como á tal , de quien se esperaba toda suer-
te de servicios , ¡ oh ! esta es una píldora que se sienta
muy mal en el estómago y que cuesta mucho digerir .
Que Dios se vea ofendido de los infieles , de los paganos ,
de los idólatras , la injuria no puede herirle tan al vivo
en el corazon ; pues estos son enemigos declarados , de
quienes no puede esperar otra cosa . Que se vea ofendido
de los judíos , esto es ya alguna cosa mayor ; pues á es-
tos ha hecho mas favores que á los infieles . Pero que se
vea ofendido de los cristianos , de aquellos á quienes da
los dulces nombres de amigos , hermanos y esposas ; de
aquellos á quienes ha amado hasta el exceso de hacerles
herederos de su sangre , de su corazon y de su reino ,
¡ oh qué sensible le ha de ser !
Bien lo declara él mismo por boca del Profeta . Si un
infiel , dice , si un infiel que no me conoce me llenase
de injurias , lo sufriria con paciencia : si un judío que no
ha experimentado mi ternura me cargase de oprobios ,
tambien lo llevaria con resignacion : Si inimicus meus
125

male dixissel mihi , sustinuissem utique ; pero tú , cristiano ,


tú á quien yo contaba en el número de mis buenos ami-
gos ; tú , á quien tengo dadas tantas muestras de amor
y cariño , ¿ tú ofenderme ? ¿ tú ultrajarme ? ¿ tú traspa-
sarme el corazon ? ¡ Esto sí que me es sensible ! ¡ esto sí
que me toca en lo mas vivo !

¿Y despues de qué , hijos mios , y despues de qué ofen-


den los cristianos á Dios ? Despues de haberle jurado so-
lemnemente en el bautismo toda fidelidad , todo amor ,

toda obediencia . ¡ Oh cuánto agranda esta circunstancia


la malicia de su pecado ! Traed á vuestra memoria el dia
feliz de vuestro bautismo . Cuando por primera vez os
presentasteis á la Iglesia para ser bautizados , el sacer-
dote se adelantó hasta la puerta del templo , y detenién-
doos allí sin dejaros pasar adelante os preguntó : ¿ qué
pides ? Vosotros respondisteis por boca de vuestros pa-
drinos pido ser bautizado y entrar en el gremio de la Igle-
sia : el sacerdote que conocia bien las tremendas obliga-
ciones que ibais á contraer , os previno diciéndoos : mira

bien lo que pides , y haz atencion á lo que prometerás . Tú


no puedes ser admitido al bautismo que deseas , á menos
de renunciar al mundo , al demonio y á sus pompas :
¿ los renuncias pues ? Vosotros respondisteis : abrenuntio,
abrenuntio sí , sí , los renuncio . ¿ Y quieres , añadió el
sacerdote , observar fielmente la ley santa del Señor ?
Vosotros contestasteis : volo , volo : quiero , quiero .
En virtud de estas promesas pasó el sacerdote á con-
feriros el bautismo ; fuisteis admitidos á la sociedad de

los cristianos , y celebrasteis con Dios un pacto el mas


solemne é irrevocable . Dios por su parte os prometió
miraros y trataros como á hijos suyos , y vosotros por la
vuestra le prometisteis obedecerle , servirle y amarle co-
mo á vuestro Padre . Pecando despues ¿ qué habeis he-
126

cho ? Habeis violado esta promesa , habeis rasgado tan


solemne pacto , habeis burlado á Dios . Sí , mujer , dán-
dote á las vanidades del mundo has violado aquel solem-
ne abrenuntio , que en presencia de cielo y tierra profe-
riste en el dia de tu bautismo . Sí , hombre , cometiendo
aquella impureza , aquel robo , aquel otro pecado , vio-
laste aquel solemne volo con que prometiste á Dios guar-
dar fielmente todos los preceptos de su ley.
Vosotros habeis echado tan en olvido estas promesas ,

que apenas sabeis haberlas hecho ; pero no falta quien


hará que os acordeis de ellas algun dia . Las tiene presen-
tes la Iglesia ante cuyo ministro las pronunciasteis ; las
tiene presentes el ángel tutelar del templo dentro el cual
las proferisteis ; las tiene presentes el mismo Dios , á quien
directamente las empeñasteis .

¡ Oh cuánto debeis temer que en el dia de la cuenta se


os presenten todos estos testigos para confundiros , su-
cediéndoos lo mismo que aconteció á un antiguo apósta-
ta de la fé ! Sabiendo el diácono que le habia bautizado ,
que el infeliz habia apostatado de la fé y pasado al ban-
do de los infieles , ¿ qué hizo ? Tomó aquel mismo vestido
blanco que le habia puesto en el dia de su bautismo , y
poniéndoselo delante los ojos , mira , le dijo , mira , após-
tata , este vestido ; ¿ le conoces ? Es el mismo que lleva-
bas el dia que te hice cristiano ; el mismo . Este vestido
que entonces fué la señal de tu fidelidad á Dios , y que
hoy es testigo de tu perfidia , queda en mi poder , y lo
guardaré para que te confunda algun dia.
No lo dudes , vil desertor de la fé , no lo dudes : yo
traeré al tribunal de Dios este vestido en el dia de tu

cuenta : él levantará el grito contra ti ; él te dará en ros-


tro las promesas que tan pérfidamente has violado ; él
te acusará en presencia de cielo y tierra , sin que tú
- 127

puedas contestar á sus cargos , ni replicar á sus acusa-


ciones . Fieles mios , cuando os llegue la hora de la cuen-
ta ; cuando seais presentados al tribunal de Dios , ¿ os
sucederá lo que este santo diácono amenazaba á aquel
infeliz apóstata ? Vuestra conducta lo ha de decidir.
Yo terminaré esta plática con aquellas mismas pala-
bras que Josué dijo á su pueblo estando próximo á mo-
rir : Dominum elegisti... ut sit tibi Deus . Cuando vosotros
fuisteis hechos cristianos , elegisteis públicamente al Se-
ñor para vuestro Dios , y prometisteis observar fielmente
todos sus preceptos . Testigos son de ello cuantos intervi-
nieron en aquel solemne acto : testigos las piedras de
aquella pila bautismal donde fuisteis bautizados , testigos
los ángeles que asistieron con respeto á aquellas augus-
tas ceremonias , testigos los padrinos que os recibieron
en sus brazos . Y no me digais que vosotros no hicisteis
tales promesas , sino que los padrinos las hicieron en
vuestro nombre sin consultar vuestro voto ni voluntaḍ ;
porque vosotros mismos las habeis ratificado despues
siempre que habeis confesado , comulgado y ejercido li-
bremente algun acto de religion . Vosotros habeis oido ,
sagrados tribunales de la penitencia , las ratificaciones de
sus promesas , prometiendo ellos mismos observar invio-
lablemente las obligaciones que contrajeron en su bautis-
mo ; vosotros les convenceréis de perjuros si no las cum-
plen con fidelidad . Ojalá , hijos mios , que en el dia de
vuestra muerte podais decir con el apóstol san Pablo :
Cursum consummavi , fidem servavi : he concluido mi car-
rera , he sido fiel á lo que prometí en mi bautismo ; solo
me falta recibir la corona de justicia que el justo Juez me
tiene reservada en el cielo . Amen .
- 128

PLATICA XV.

DESCENDIMIENTO DE JESUCRISTO Á LOS INFIERNOS . — PELIGROS


DE QUIEN PECA EN CONFIANZA DE LA CONFESION .

Non derelinques animam meam


in inferno. Psalm . 15, 10.

Despues de habérsenos hablado en el artículo prece-


dente de las humillaciones é ignominias de Jesucristo , se
nos habla en este de sus glorias y triunfos . Dos cosas nos
dice este quinto artículo del Símbolo : la una es , que Je-
sucristo bajó á los infiernos ; la otra , que al tercer dia
resucitó . Expliquemos hoy la primera parte , dejando la
segunda para otro dia .
Vímos en el artículo pasado , que el cuerpo de Jesu-
cristo difunto fué colocado en el sepulcro ; pero el alma
¿ á dónde fué ? ¿ dónde estuvo durante su separacion del
cuerpo ? El almà , hijos mios , siempre unida á la divini-
dad se fué á los infiernos , y allí estuvo todo el tiempo
que el cuerpo quedó en el sepulcro .
Vosotros desearéis saber , qué se entiende aquí por in-
fiernos . Se entienden aquellos lugares subterráneos don–
de están detenidas las almas privadas de la vista de Dios .
Así como es muy diversa la condicion de estas almas , así
son muy diferentes los lugares destinados para acogerlas .
Tres nos señala el Catecismo romano . El primero y mas
profundo es aquel en que padecen y padecerán eterna-
mente las almas de los condenados , el cual , como dice

santo Tomás , es el que propiamente llamamos infierno .


El segundo es el purgatorio , á donde van confinadas por
algun tiempo las almas de aquellos que mueren en gra-
129

cia de Dios ; pero están manchadas de alguna culpa ve-


nial , ó son deudoras á la justicia divina de alguna pena
por culpas no plenamente satisfechas . El tercero , comun-
mente llamado seno de Abrahan ó limbo de los santos Pa-
dres , donde moraban las almas de los patriarcas , pro-
fetas y demás justos que murieron antes de la venida de
Jesucristo . Aunque estas almas nada tuviesen que pur-
gar , no podian entrar en el cielo , que estaba cerrado
por la culpa del primer padre ; y por esto estaban allí
esperando su redencion , y solicitándola ardientemente
con sus deseos y oraciones .
Falta ahora saber á cual de estos tres lugares indica-
dos bajó Jesucristo con su alma santísima . Para enten-
der esto , debeis notar con el angélico Doctor (1 ) , que de
dos modos puede una persona hallarse presente en
algun lugar ; ó con los efectos de su poder , ó con la
real presencia de su misma persona . Del primer modo
un soberano está presente en todo el reino á donde se
extiende su autoridad : del segundo solo está presente en
su palacio donde reside . Así pues la fé nos dice , que Je-

sucristo bajó realmente en persona al seno de Abrahan ;


pero no nos asegura si realmente bajó á los otros dos lu-
gares , es decir , al purgatorio y al infierno de los conde-
nados . Que bajó á ellos ó en realidad ó por virtud , es
cosa muy probable , y por tal la reconoce santo To-
más (2) ; pero cierto como cosa de fé solo hay , que bajó
realmente en persona al limbo de los santos Padres .
Y qué fué á hacer allí ? Fué á consolar aquellas san-
tas almas con la alegre noticia de que habia llegado el
momento de su libertad . Allí estaban Adan , Eva y su

(1) D. Thom. 3 part. quæst. 52, art. 2 .


(2) D. Thom . Ib .
T. I. - 9
130

hijo Abel ; allí estaban los patriarcas Abrahan , Isaac y


Jacob ; allí estaban los profetas Moisés , Isaías , Jere-
mías y Daniel ; allí los reyes David , Ezequías , Josías
y Josafat ; allí las nobles matronas Judit , Ester , Débora ,
y Ana madre de Samuel ; allí , en fin , estaban Joaquin y
Ana padres de Maria santísima , José su esposo , Juan el
precursor , y otras innumerables almas que se habian
santificado durante el viejo Testamento . Ellas no pade-
cian ningun dolor sensible , es verdad ; pero sufrian la
pena de verse privadas de la felicidad del cielo , que les
era prometida por los méritos de Jesucristo .
A estas almas , pues , se presentó Jesucristo inmedia-
tamente despues de su muerte , asegurándolas que es-
taba cumplida la grande obra de su redencion y acaba-
do el tiempo de su destierro . Entre ellas estuvo todo el
tiempo que el cuerpo fué depositado en el sepulcro , es
decir , hasta el tercer dia , en el que subió de los infier-
nos y se cumplió aquel vaticinio de David : Non derelin-
ques animam meam in inferno .
Hagamos ahora , hijos mios , una reflexion moral que
me parece de suma utilidad . Muchos cristianos ¡ oh , y
cuántos ! esperan locamente imitar este adorable miste-
rio de Jesucristo . Ellos bajan hasta lo mas hondo de los
infiernos , es decir , se hacen reos de bajar allá un dia
por el pecado mortal que cometen , presumiendo que
saldrán de su estado de condenacion por una buena con-
fesion que tienen propósito de hacer . Hagamos este pe-
cado , dicen , y resignémonos á vivir algun tiempo en
peligro de caer en las cárceles eternas del infierno : Pene-
trabo omnes inferiores partes terræ : otro dia nos confesa-
rémos , y Dios misericordioso sacará nuestras almas de
tanto peligro : Non derelinques animam meam in inferno .
¡ Oh qué locura es esta , hijos mios ! ¡ oh qué desatino !
- 131

‫ ف‬Con qué , hagamos este pecado y despues nos confesaré-


mos ? Falta saber si en realidad os confesaréis : dado que
lo hagais , falta saber si lo haréis bien : y caso que lo ha-
gais bien , falta saber si por esto dejaréis de condenaros .
Mi opinion es , que quien peca en confianza de la confe-
sion , se coloca en riesgo inminente de condenarse . Las
razones que voy á proponer , dirán lo que vale esta mi
opinion.

Pudiera deciros , hijos mios , y pudiera decíroslo sin


temor de equivocarme , que pecando en confianza de ha-
cer despues una confesion , desde luego os indisponeis
á hacerla bien aun cuando logreis hacerla . Mas como
yo deseo cortaros toda retirada , os concedo por esta vez
que os confesaréis , y os confesaréis bien . ¿ Dejaréis por
esto de condenaros ? Dos peligros hay aquí : el uno es de
no confesaros ó de no confesaros bien ; el otro es de con-
denaros aun cuando os hayais bien confesado ; no por
falta de la confesion , sino por el hábito que entre tanto
adquirís de pecar de propósito , y que os tirará á come-
ter nuevos pecados . Y ved ahí , hijos mios , que escapa-
dos del primer peligro , os queda aun el segundo ; y sois
como un caminante , que habiendo escapado por casuali-
dad de las garras de un fiero leon , cae en las uñas de
un formidable oso .

Tres son las razones que me hacen pronosticar vues-


tra ruina eterna , si os aventurais á pecar confiados en
que os confesaréis despues : una por parte del demonio ,
que irá adquiriendo mayor ascendiente y dominio sobre
vosotros ; otra por parte de vosotros mismos , que iréis
perdiendo las fuerzas para resistirle ; y otra por parte de
Dios , que irá retirando sus gracias en castigo de vues-
tra presuncion .
132

La astucia de que suele valerse el demonio cuando


quiere coger á una alma es , al principio pedirle poco ,
para conseguir despues mucho , y al fin alcanzarlo todo .
Hace como un general astuto , que pide solamente el
paso de sus tropas por el reino vecino , y despues se
queda con las plazas y castillos . Comete ese pecado , di-
ce el maligno á un pobre jóven , y comételo por esta
sola vez ; despues te confesarás y no volverás á come-
terlo . Gusta ese placer sensual , dice á una inocente don-
cella , una vez no - mas ; luego irás al confesonario á es-
cupir todo el veneno que tiene , y ya no vuelves á
gustarlo. ¿ No ves ? dice á una mujer infeliz , tú estás en
necesidad , y aquel hombre se ofrece á asistirte ; con-
siente en lo que te insinua ; en saliendo del apuro te
confiesas bien , y le dices resueltamente que no quieres
mas semejantes cosas . ¿ Veis , hijos mios , veis que cor-
tés es el demonio ? ¿ qué comedido en el pedir ? No os
pide que le entregueis vuestra alma para siempre , no :
solo por poco tiempo la quiere , hasta que hagais una
buena confesion . Pero ¿ tendréis vosotros el candor de
creerlę ? El Espíritu santo os avisa que no le creais ja-
más : Non credas inimico tuo in æternum . Si un rey ene-
migo pidiera á otro rey su rival el privilegio de ocu-
parle una plaza fuerte por algunos meses , prometiéndo–
le volvérsela antes de un año , ¿ juzgais si le creeria ?
Y sin embargo vosotros creeis al demonio , vuestro ene-
migo jurado , cuando os dice : dame por poco tiempo tu
alma , y despues te la volveré ; déjame alojar algunos
meses en tu corazon , y despues saldré en confesándote .
¿ Puede haber engaño mas claro que este ? Y con todo
sois muchos los que caeis en el lazo .
El demonio , escuchad esto , es como la serpiente , que
donde logra meter la cabeza , facilmente introduce todo
133

el cuerpo . La gran dificultad del tentador maligno con-


siste en conseguir el primer pecado ; una vez ha conse-
guido esto , ya tiene abierta la puerta , se os entra todo
entero en el alma , planta en medio de vuestro corazon
su estandarte victorioso , y quedais , como plaza con-
quistada , en su dominio . Cuanto tiempo durará el cau-
tiverio ¿ quién puede saberlo ? Los hijos de Jacob entra-
ron en Egipto con intencion de estar allí no mas que el
tiempo preciso para comprar víveres ; pero el resultado
fué tan contrario á sus intenciones , que quedaron allá
cautivos cuatrocientos años , y su cautividad hubiera si-
do eterna , si Dios con milagros nunca oidos no les hu-
biese sacado del poder de Faraon .
Tambien una persona que se determina á pecar ,
resuelve hacerlo por poco tiempo : la doncella para
que aquel jóven la quiera por esposa , la pobre para que
aquel señor la socorra , la oprimida para que aquel po-
deroso la ayude á ganar el pleito . No tienen ellas in-
tencion de continuar en su mal vivir , esto no . En ha-
biéndome casado , dice la una ; en habiendo salido del
apuro , dice la otra ; en habiendo ganado el pleito , dice
la tercera , entonces me confesaré y emprenderé de nue-
vo la vida buena . Esta es su intencion : pero ¿ y el re-
sultado ? El resultado suele ser , que la vida mala dura
años y años ; y si Dios al último no hace un milagro
para sacarlas de las garras del demonio , quedan eterna-
mente sus esclavas .
-
Yo quiero suponer ahora — advierto que no todas las
suposiciones son verdaderas - quiero suponer , digo,
que al cabo de tiempo logreis arrojar al demonio de vues-
tra alma por medio de una buena confesion . ¿ Qué pen-
sais os sucederá ? que acostumbrado él á habitar en vo-
sotros , volverá cuanto antes á ver si puede introducirse
134 -

de nuevo. ¿ Habeis observado la diferencia que hay en-


tre el perro forastero y el que se cria en vuestra casa ?
Si al forastero le amenazais , se os huye luego , y no le
veis mas ; pero el que se ha criado en vuestra casa ,
vuelve siempre , aunque le echeis á palos . Lo propio
sucede con el demonio . Tenedle siempre forastero vi-
viendo en santo temor de Dios , y os aseguro que si
alguna vez viene á incomodaros , con solo levantar la
mano para hacer la señal de la cruz le haréis huir ; pe-
ro si le dejais domesticar en vosotros viviendo en peca-
do , aunque le arrojeis por medio de una buena confe-
sion , siempre le tendréis á vuestro lado soplando la
tentacion. Es pues evidente , hijos mios , que el decir :
haré este pecado , y despues me confesaré ; es un decir de
tontos , que conduce á la condenacion eterna ..
Esto lo comprenderéis mejor , si reflexionais sobre la
flaqueza que el pecado deja en el alma , aun cuando se
consiga quitarlo por la confesion sacramental . Sucede en
la confesion lo mismo que en un gran combate , en el
cual aunque se consiga la victoria , no por esto se mata

á todos los enemigos . Quedan muertos muchos en el


campo , es verdad ; pero muchos solo quedan levemente
heridos , muchos no mas que lijeramente contusos , mu-
chos enteramente sanos ; y á veces escapan tantos , que
reuniéndose despues bajo las órdenes de un experto ge-
neral , acometen á los vencedores y les vuelven la ju-
gada .
Lo mismo debeis figuraros que sucede en la confe-
sion . Si se hace bien , quedan muertos por la absolucion
todos los pecados mortales , esto es cierto ; pero no que-
dan muertos todos los enemigos de nuestra salud : mu-
chos solo quedan heridos lijeramente , algunos no reci-
ben mas que una leve contusion . Y entre estos debeis
135 ―

contar los malos hábitos , es decir , aquella propension


al mal , aquella facilidad á volver á los mismos vicios
que una vez se han tenido . ¿ Y quién puede calcular las
ventajas que el demonio sabrá sacar con el tiempo de
este gran mal que queda en el alma ? Vosotros os per-
suadís que despues de la confesion habeis de quedar co-
mo si nunca hubieseis pecado : la mujer mundana pien-
sa hacerse de repente como una doncellita que no sabe
lo que es malicia ; el blasfemo habitual piensa volver á
la condicion de un niño que nunca ha dicho palabra ma-
la ; el impuro piensa quedar como una vírgen que nun-
ca ha gustado el placer sensual ; pero santo Tomás pien-
sa todo lo contrario . Despues de la absolucion, dice , que-
dan algunas reliquias de las culpas pasadas , que son los
hábitos contraidos , los cuales tienen al alma en continuo
riesgo de recaer . En efecto vemos por la experiencia
de todos los dias , que despues de la confesion una mu-
jer mundana vuelve facilmente á sus liviandades , un blas-
femo á sus reniegos , un impuro á sus deshonestidades .
Demos que vuelvan á confesarse ; pero como tampoco
esta confesion les quita las reliquias de las culpas pasa-
das , van siempre de mal á peor , de caida en caida ,
hasta que llega á verificarse en ellos aquel proverbio
español : enfermedad larga , muerte al cabo ; el cual podeis
acomodar á nuestro intento , diciendo : vida viciosa , pro-
nóstico de condenacion . ¿ Habiais pensado jamás que á
esto pudiera conduciros aquella vuestra favorita y per-
versa máxima : haré este pecado , y despues me confesa-
ré? Pues ahora lo veis .

Mas porque deseo dejaros bien instruidos sobre el


asunto que venimos tratando , escuchad la verdad mas
importante de cuantas al presente os he de explicar . Ha-
beis de saber , que una vez hayais cometido el pecado
136 —
mortal , no podeis.con las solas fuerzas del libre albedrío
convertiros á Dios . Es menester que el Señor coopere
con su gracia , que despierte vuestra voluntad , que os
excite á contricion , y de tal modo os prevenga , que si
él no es el primero á convertirse á vosotros , es imposi-
ble que vosotros os convirtais á él . Notad bien esto, hi-

jos mios ; porque los que pecan confiados en que des-


pues ya se confesarán , parece se han metido esta manía
en la cabeza , de que pueden convertirse á Dios sin mas
auxilio que su voluntad y sus propias fuerzas . ¡ Locos !
Es tan imposible que un pecador se convierta , si Dios
primero no le excita á ello , como es imposible que un
muerto resucite por su propia virtud , ó que una piedra
se levante de tierra sin que nadie la impulse .
Ahora bien : los que cometeis el pecado mortal con-
fiados en que despues os convertiréis por medio de una
buena confesion , ¿ estais seguros de que Dios os excita-
-
rá á ello con su gracia ? — Confiamos que sí . — Hijos
mios , mi pregunta no es esta ; sino si estais ciertos de
que Dios os excitará á la conversion : ¿ sí ó no ? Si es
que sí , hacedme el favor de decir , cual ha sido el ángel
que ha bajado á traeros esta revelacion : y si es que no ,
¿ dónde teneis el juicio , cuando os arrojais al pecado sin
saber si Dios querrá ó no sacaros de él ? La sola teme-
ridad de poneros en riesgo de no recobrar jamás la gra–
cia , es , á mi juicio , un justo motivo para que el Señor
os la niegue .
Concluyamos , pues , con aquel famoso consejo del
Espíritu santo : Hijo , ¿ has pecado ? no vuelvas á pecar ;
sino ruega que se te perdonen tus culpas pasadas . Tú
has pecado , cristiano mio , y has pecado con la espe-
ranza de confesarte despues . ¡ Oh qué disparate has he-
cho ! La confesion sabe Dios si la harás ó no la harás .
--- 137

No vuelvas á pecar , hijo ; porque aunque esperas conver-


tirte , es muy fácil que tu esperanza quede burlada . Cuan-
to mas animosamente pecas , mas se radican en ti los malos
hábitos , mas ascendiente adquiere sobre ti el demonio ,
mas se retira de ti el Señor . Si tienes , pues , seso en la
cabeza , guárdate , guárdate de volver á pecar. Y aun
temiendo por tus culpas pasadas , vuelve á llorarlas de
nuevo , vuelve á pedir el perdon . ¿ Quién sabe cómo
habrán ido las confesiones hechas hasta aquí ? ¿ jura-
rias que han sido buenas ? Examínalas bien , hijo , exa-
mínalas bien ; y verás cuantos motivos tienes para dudar
de su bondad . Recurre , pues , á Dios para que te sean
perdonadas tus culpas , y hazlo con aquel corazon con-
trito y humillado que nunca deja de alcanzar lo que pi-
de . Amen .

PLATICA XVI .

LA RESURRECCION DE JESUCRISTO . RESURRECCION MÍSTICA


DEL ALMA .

Quomodò Christus surrexit à


mortuis... ità et nos in novitate
vitæ ambulemus. Ad Rom. vi , 4.

En la pasada instruccion os expliqué la primera parte


del artículo quinto , que trata del descendimiento de Jesu-
cristo á los infiernos : hoy nos toca declarar la segunda ,
que habla de su resurreccion al tercer dia de entre los
muertos .
Para entender bien este misterio , debeis suponer que
el alma de Jesucristo moró en los infiernos todo el tiem-

po que su adorable cuerpo estuvo en el sepulcro , que


fueron tres dias , no enteros , sino comenzados , esto es,
138 -

una parte del viérnes , todo el sábado y la madrugada del


domingo . Pasados estos tres dias , su alma subió de los
infiernos , volvió á unirse al cuerpo que yacia yerto en
el sepulcro , y le dió una vida gloriosa é inmortal .
Podia Jesucristo resucitar inmediatamente despues de
su muerte , ¿ quién no lo conoce ? pero no convenia que
así fuese , dice santo Tomás ( 1 ) ; porque en tal caso su
muerte no se hubiera creido verdadera ; y no creyéndo -
se que verdaderamente hubiese muerto , tampoco se ha-
bria creido que verdaderamente hubiese resucitado . Pa-
ra que no quedase , pues , duda alguna sobre la verdad
de su resurreccion , quiso el Salvador diferirla hasta al
tercer dia.

Vosotros ya entendeis que Jesucristo no resucitó co-


mo Dios , sino en cuanto hombre ; porque fué en cuanto
hombre que padeció y murió . Con todo resucitó por la

virtud propia de su divinidad , no por algun poder ex-


traño ; resultando cumplido lo que habia predicho Da-
vid , que Jesucristo no deberia su resurreccion sino al
poder de su mano y á la fuerza de su propio brazo : Sal-
vavit sibi dextera ejus , et brachium sanctum ejus . Como la
divinidad nunca se separó del cuerpo que estaba en el
sepulcro , ni del alma que descendió á los infiernos , ha-
bia virtud en el cuerpo para juntarse con el alma , y la
habia en el alma para unirse de nuevo al cuerpo , y
efectivamente volvieron á unirse entre sí por virtud de
la divinidad que residia en ambos.
De aquí resulta una diferencia muy notable entre la
resurreccion de Jesucristo y la de algunos que leemos
haber resucitado en el antiguo y nuevo Testamento . Es-
tos resucitando volvieron á su condicion primera de

(1 ) S. Thom. 3 part . quæst . 53 , art . 2 .


-- 139-

criaturas mortales , y en efecto despues de haber sobre-


vivido por algun tiempo , volvieron á morir . Pero no fué
así Jesucristo : él resucitó á una vida inmortal , por ma-
nera que , como dice san Pablo , la muerte no tendrá ya
mas dominio sobre él : mors illi ultrà non dominabitur.
Su cuerpo fué revestido de los cuatro dotes bienaventu-
rados , á saber : claridad , impasibilidad , agilidad y su-
tileza . Por cual motivo han dicho algunos santos Padres ,
que Jesucristo resucitó todo Dios ; porque totalmente libre
de la fragilidad de la carne , no se descubria en él otra
cosa que la virtud de la divinidad .

Aquí teneis , hijos mios , las principales cosas que he


creido debia explicaros sobre la resurreccion de Jesu-
cristo ; mas de poco os serviria la simple explicacion de
este misterio , si no os indicase ahora las consecuencias
morales que debeis deducir de cuanto llevo explicado .
San Pablo nos dice , que así como Jesucristo resucitó de
entre los muertos ; así nosotros debemos resucitar á nue-
va vida : Quomodò Christus surrexit à mortuis... ità et nos
in novitate vitæ ambulemus . Para comprender bien lo que
con esto quiere decirnos san Pablo , conviene sepais , que
en nosotros hay otra vida , otra muerte , y otra resurrec-

cion á mas de la del cuerpo : una vida incomparablemen-


te mas preciosa , una muerte sin comparacion mas funes-
ta , una resurreccion infinitamente mas necesaria : es decir
la vida del alma , que recibe el sér de la gracia ; la muer-
te del alma , que consiste en el pecado ; la resurreccion
del alma , que es la penitencia .
Nuestra alma muerta por la culpa original resucitó
por primera vez á la vida de la gracia , cuando en el
bautismo fuímos hechos cristianos . ¡ Feliz el que ha con-
servado siempre esta vida nueva ! ¡ dichoso el que no ha
vuelto á morir por la culpa ! ¡ qué consuelo ! ¡ qué gozo !
- 140 -

¡ qué dicha ! Pero en fin , nos dice san Pablo , si por un


efecto de vuestra fragilidad habeis tenido la desgracia de
volver á morir cayendo en el pecado , procurad resucitar
de nuevo á la gracia , conforme Jesucristo resucitó de
entre los muertos . Esta es la resurreccion mística del al-
ma , que será la materia de la presente instruccion .
-

Sin la resurreccion mística del alma , hijos mios , vale


tan poco la vida del cuerpo , que se puede decir que no
vivimos . Tú pasas por vivo , decia Jesucristo á un peca-
dor , y sin embargo eres muerto : Nomen habes quod vi-
vas , et mortuus es . Y á la verdad : ¿ qué es delante de
Dios una alma en pecado , sino una alma muerta que lle-
va á todas partes su sepulcro ; un cadáver corrompido
cuyo hedor es insoportable ? Pecadores , héos pues lo que
sois ; sois la sepultura de una alma muerta ; y si no lo
creeis , si no lo veis , si no lo sentís , vuestra misma in-
sensibilidad es la prueba mas clara de que efectivamente
estais muertos . ¡ Ah si pudieseis ver como está esa infe-
liz alma que llevais dentro de vosotros ! La veriais tan
asquerosa , tan disforme , que os pareceria la imágen de
un demonio . Es necesario , pues , que esa alma salga
cuanto antes del sepulcro de sus pecados , y que por la
penitencia resucite á una nueva vida de gracia , así como
Jesucristo resucitó á una vida inmortal .
Jesucristo , hijos mios , para salir del sepulcro empleó
su poder divino á fin de superar los obstáculos que se
le oponian sacudió de sí el sudario , rompió las atadu-
ras , apartó la losa , trastornó los guardias y tomó una
vida absolutamente nueva. ¿ Y vosotros qué esfuerzos
habeis hecho hasta aquí para salir del sepulcro de vues-
tros pecados ? Decid que ninguno , y confesaréis la pura
verdad . Os habeis postrado varias veces á los piés de un
- 141

confesor , no con el designio de convertiros enteramente


á Dios , sino para cubrir el expediente , y adormecer los
remordimientos de una conciencia que no os daba repo-
so : os habeis acusado de odio , blasfemia , murmura,
cion , hurto , impureza , etc .; mas de qué ha servido
esta acusacion ? Todo se ha quedado en el mismo estado
que antes . El enemigo es aborrecido como siempre , la
blasfemia continua en vuestros labios , la fama del próji-
mo sigue denigrada , el acreedor queda sin ser satisfe-
cho , las impurezas van siguiendo como antes de confe-
saros , y de consiguiente vuestra alma aun está tan muer-
ta como estaba .
Cuando yo viere que habeis sacudido el sudario que
os envuelve en la culpa , es decir , todo aquello que os
es ocasion de pecar ; que ya no vais á aquella casa , que
ya no tratais tal persona , que ya no teneis aquella amis-
tad : cuando viere que habeis trastornado los guardias,
quiero decir , las compañías malas que os pervierten ;
que dejais aquel amigo que os sugiere máximas contra
la religion , aquel que os aconseja el pecado , aquel que
aspira á haceros un indiferente : cuando viere que qui-
tais la losa que os cubre , es decir , aquello que hasta
ahora os ha impedido volver á Dios ; que aquel mal li-
bro va al fuego , que aquellas cartas amorosas son ras-
gadas , que aquellos regalos se echan por la ventana ;
entonces , hijos mios , entonces creeré que verdadera-
mente vuestra alma ha resucitado : que no lo vea con mis
ojos , que no lo palpe con mis manos , jamás lo creeré :
nisi videro , non credam .
¡Ay amados de mi alma ! ¿ no es ya hora de hacer al-
guna cosa para esa pobre alma que teneis difunta ? ¿ No
basta haber perdido la juventud ? ¿ no basta haber des-
perdiciado la virilidad ? ¿ no basta haber malogrado par-
142 -

te de la vejez ? ¿ no basta , hijos , no basta haber vivido


en pecado tantos años ?... ¿ Qué esperais , decídmelo por
favor , qué esperais para emprender una vida nueva ?
¿ esperais , acaso , una cadena de pecados que no podais
romper ? ¿ un endurecimiento de corazon que no podais
ablandar ? ¿ una muerte imprevista que os cierre los ojos ,
世-
que os lleve á la eternidad sin daros tiempo para de-
cir Jesus ?
Cambiad luego de conducta , mis carísimos , para que
yo pueda decir de cada uno de vosotros lo que un ángel
dijo de Jesucristo resucitado : Surrexit , non est hic : ha
resucitado , ya no es lo que era . Sí ; ese feligrés mio ,
poco ha tan libertino , ya no reniega , ya no profiere pa-
labras impuras , ya no escandaliza , surrexit. Esta mujer
hasta aquí tan mundana , ya vive retirada en su casa , ya
viste y habla con modestia , ya es devota y frecuenta los
sacramentos , surrexit . Ese impuro ya tiene á raya sus
pasiones ; ese murmurador ya ha hecho enmudecer su
lengua maldiciente ; ese avaro ya abre sus manos para
restituir lo ajeno ; ese mercader ya lleva su balanza mas
justa , surrexit. ¿ Cuándo llegará , hijos mios , el dia que
yo podré decir esto ? ¿ cuándo será que podré decir de
cada uno de vosotros lo que aquel padre del hijo pró-
digo : Hic filius meus mortuus erat , et revixit : este mi
hijo que era muerto por la culpa , ha resucitado á la gra-
cia . El dia que yo pueda decir esto , contad hijos , que
será el mas feliz de mi vida .
Pero advertid , que no basta resucitar simplemente ;
es necesario que volvais à vuestra alma toda la hermo-
sura que le quitó el pecado . Jesucristo no se contentó
con resucitar ; sino que restituyó á su sacratísima huma-
nidad toda la hermosura que habia perdido en el sepul-
cro . Su cabeza ya no apareció coronada de espinas , sino
143

rodeada de gloria : sus manos ya no se vieron horadadas


de clavos , sino adornadas de esplendor y de luz : su ros-
tro ya no apareció sombrío y pálido , sino hermoso y bri-
llante como el sol.
El dia que vosotros os convirtais de veras á Dios-
haga él que sea pronto - todo vuestro porte ha de ser
muy diferente de antes ; de tal modo , que todo el mun-
do conozca vuestra mudanza , y glorifique por ello al
Padre celestial . Es una ilusion que el demonio forma en
muchas almas , pensar que es mejor convertirse en se-
creto y sin que nadie lo entienda , que ofrecer al públi-

co un ejemplo que le conmueva y edifique . Este es el


motivo que obliga á muchos á ocultar su conversion , des-
pues de efectuada : temen parecer convertidos , ó se dan
mengua de que se diga que se han enmendado , y seme-
jantes á los judíos , que no se atrevian á hablar clara-
mente de Jesucristo , no tienen valor para declararse fran-
camente siervos suyos .

De aquí es , que para que el mundo no conozca que


se han convertido , van usando las mismas modas aun-
que insensatas , van siguiendo con las mismas compañías
aunque peligrosas , van frecuentando las mismas diver-
siones aunque poco cristianas , van continuando las mis-
mas relaciones aunque perjudicialísimas para su alma .
De hablar de Dios , de asistir á la iglesia , de manifestar
devocion , de frecuentar sacramentos , ¡ guárdenos Dios !
no fuese que el mundo sospechara que se han converti-
do . ¿ Y qué diria la gente , exclama aquella doncella , si

viese que ya no voy al baile ni trato con aquel jóven ? ¿ Qué


pensaria el mundo , dice aquel jóven , si viese que dejo
aquella amistad y me retiro de aquella casa ? Dirian que
me he vuelto devoto y quiero ser santo...- Almas de no
... ¿ y qué lo digan ? ¿ Acaso no es mejor que di-
sé que …
144 --

gan esto , que lo que tal vez ahora dicen ? Lo que ahora
dicen es lo que debierais mirar .
Pero me objetaréis tal vez : ¿ porqué ha de saber el
mundo , que yo me he convertido ? ¿ no basta que me re-
concilie con Dios en secreto , y sin hacer ruido ni publici-
dades ? Las publicidades no agradan á Dios ; lo que él
quiere es el espíritu y el interior . Teneis la desgracia , hi-
jos mios , de comprender ciertas cosas muy al reves de lo
que son . - Si Dios no quiere publicidades , ¿ porqué ha
mandado edificar templos donde se le tribute un culto
público y exterior ? ¿ Porqué ha dicho por san Lucas : Sic
luceat lux vestra coràm hominibus , ut videant opera vestra
bona : brille la luz de vuestro ejemplo á la vista de los
hombres , para que vean vuestras buenas obras ? ¿ Por-
qué , en fin , ha amenazado con eterna condenacion á los
que se avergonzaren de confesarle delante de los hom-
bres ? ¡ Ah ! las publicidades deberiais evitarlas , cuando
son de cosas que escandalizan al prójimo y ofenden á
Dios ; no cuando contribuyen á la edificacion de vuestros
hermanos y á la gloria del Señor . De consiguiente , hijos
mios , si teneis la dicha de resucitar á la vida de la gra-
cia , dejad que lo entienda todo el mundo ; así como Je-
sucristo resucitado se dejó ver de Magdalena , de los
apóstoles , de los discípulos , probándoles con muchos y
varios argumentos la verdad de su resurreccion .
Por último debeis procurar que la resurreccion místi-
ca de vuestra alma sea estable y duradera . Lejos de vo-
sotros aquellas vergonzosas alternativas de confesiones y
recaidas , por las cuales unas llagas se suceden á otras ,
haciéndoos semejantes al perro que vuelve al vómito , como
dice san Pedro . Yo he lavado mis piés , decia la Esposa
de los Cantares , ¿ cómo , pues , los mancharé de nuevo ?
Acabo de dejar mi ropa , ¿ cómo quereis que la vuelva á to-
143 -

mar ? ¿ Podeis olvidar , hijos mios , que la mujer de Lot


fué convertida en estatua de sal , por haber mirado atrás
para ver á Sodoma que habia dejado ? ¿ Podeis olvidar
que , segun la palabra de Jesucristo , quien echa mano al
arado y vuelve atrás , no es apto para el reino de los cielos ?
¿Podeis olvidar lo que dice san Pedro , que el que ha-

biéndose justificado , recae en la culpa , se coloca en un


estado peor que el de antes ?
Sin embargo ¡ cuántas resurrecciones pasajeras ! ¡ cuán-
tas conversiones de pocos dias ! ¿ Son verdaderas estas
conversiones ? Al ver la facilidad con que volveis al pe-
cado , entro en grandes temores de que jamás os habeis
convertido bien , ni habeis recibido con fruto los sacra-
mentos . Este mi temor se funda en la naturaleza de los
sacramentos mismos . Los sacramentos son de suma efi-
cacia para impedir las recaidas ; porque á mas de la gra- -
cia santificante que confieren á quien dignamente los
recibe , producen otra gracia que los teólogos llaman pre-
servativa , la cual consiste en ciertos auxilios particulares
que fortifican admirablemente al alma para conservar la
vida que en ellos adquirió . Vosotros en el curso de vues-
tros años os habeis acercado varias veces á estos sacra-
mentos . Y bien : ¿ habeis recibido estos auxilios ? Mos-
tradme los efectos . ¿ Dónde está la perseverancia que
habeis tenido ? ¿ cuándo habeis sido otros muy diferentes
de lo que erais antes de la confesion ? Y no viéndose en
vosotros los efectos de la gracia , ¿ podré yo pensar que
habeis recibido esta gracia que los produce ? ¿ Podré ja-
más persuadirme que el sol ha salido , si no veo la luz?
¿ creeré jamás que estoy junto al fuego , si no siento el
calor ? ¡ Ah ! todas las señales indican que para vosotros
los sacramentos han sido vanos , inútiles y aun perju-
diciales .

T. I. -10
― 146 -

Pero señor , me diréis , nosotros hasta ahora hemos vi-


vido en buena fé sobre nuestras confesiones . -¿En bue-
na fé ? ¿ Y qué es buena fé ? Segun explican los teólogos ,
buena fé es una persuasion razonable y prudente fundada
sobre la ignorancia invencible , por la cual se cree lícita
y bien hecha una cosa que no lo es. ¿ Y dónde está en
vosotros esta persuasion prudente y razonable de habe-
ros confesado bien , cuando jamás habeis experimentado
ningun efecto de la buena confesion ?
Pero puede ser , replicais , que nuestras confesiones
hayan sido buenas , y que á pesar de esto hayamos vuel-
to á pecar . Cuando las hacíamos , bien nos parecia tener
el dolor y propósitos necesarios . Sin negar la posibili-
dad absoluta de haber sido buenas tantas confesiones , á
las que han seguido las recaidas mas frecuentes y vergon-
zosas , os diré , que no teneis razon alguna para supo-
nerlo . Cuando el dolor es sincero y el propósito eficaz ,
no tan facilmente se cambia la voluntad . Yo veo que si
os fijais en un puntillo , si os empeñais en un negocio de
este mundo , sois constantes é inmudables hasta salir con
la vuestra. ¿ Porqué ? porque lo emprendeis con una vo-
luntad firme , resuelta y decidida . Viendo , pues , que en
la enmienda de vuestra vida sois mas inconstantes y vo-
lubles que las veletas que se colocan en lo alto de las
torres , ¿ no debo pensar que todos vuestros propósitos
solo han sido ceremonias y cumplimientos ?
Fijaos de una vez , hijos mios ; renovad con una con-
fesion general vuestras confesiones pasadas , que cuando
menos son muy dudosas ; y resucitando pronto á una vi-
da santa y cristiana , perseverad en ella constantes hasta
la muerte . Amen .
447

PLATICA XVII.

LA ASCENSION DE JESUCRISTO . - DESEOS DE UN CRISTIANO EN SU


DESTIERRO .

Ascendet pandens iter ante


eos... transivit Rex eorum coram
eis , et Dominus in capite eo-
rum . Mich. 11 , 13.

En este sexto artículo se nos propone creer la admi-


rable ascension de Jesucristo al cielo y su descanso á la
diestra de Dios Padre omnipotente . Varias son las cosas
que debeis notar aquí , si quereis tener un conocimiento
de este misterio , que es el complemento y la corona de
todos los misterios de Jesucristo .

Primeramente debeis notar , que Jesucristo subió al


cielo como hombre , no como Dios . En cuanto Dios no te-
nia necesidad de subir , porque ya estaba en él por ra-
zon de su inmensidad : lo que subió , pues , fué la hu-
manidad , esto es , el alma y cuerpo que , aunque unidos
á la Persona divina , no estaban en el cielo .
Se dice que Jesucristo subió al cielo , no al paraiso .
¿Sabeis porqué ? Porque el paraiso propiamente consis-
te en la clara vision de Dios ; y como el alma de Cristo
fué siempre beata , y gozó de la vista de Dios desde el
primer instante de su encarnacion , si dijésemos que su-
bió al paraiso , usaríamos un modo de hablar muy im-
propio . Decimos igualmente que subió , esto es , que se
levantó ; no por ministerio de otros , como leemos de
Enoc , Elías y Habacuc ; sino por sí mismo y por virtud
propia. Y esto no solo en virtud de la divinidad , como
ya puede suponerse , sino tambien en virtud de la hu-
148 -

manidad ; porque siendo ya su cuerpo glorioso y dotado


de agilidad , sin otro auxilio podia trasladarse de la tier-
ra al cielo .
Mas ¿ cuál es el estado actual de Jesucristo ? El Sím-
bolo nos dice , que está sentado á la diestra de Dios Pa-
dre ; pero os advierto , que estas palabras no debeis en-
tenderlas materialmente como suenan , sino en sentido
metafórico y figurado . Esta expresion está sentado, no in-
dica que esta sea la posicion del cuerpo de Jesucristo :
antes es muy probable que está en pié , así como muy
probablemente lo estarémos tambien nosotros , cuando

ya resucitados nos hallarémos en el cielo ; ya porque es-


tar en pié es la actitud y posicion natural del hombre ;
ya porque estar sentado es indicio de flaqueza y cansan-
cio . Esto no pasa de opinion . Si Jesucristo está de pié
ó sentado , de cierto nadie lo sabe . El Símbolo solo nos
dice que está sentado , para significarnos el dichoso des-

canso de que goza despues de los trabajos y fatigas de


su vida mortal , y para darnos alguna idea del dominio
absoluto que el Padre, le ha dado sobre todas las cosas.
Del mismo modo nos dice , que está á la diestra de Dios ;
cuando por otra parte sabemos , que siendo Dios un es-
píritu simplicísimo , no tiene derecha ni izquierda . Pero
como entre nosotros la derecha es un lugar de distincion
y honor , el Símbolo se sirve de esta expresion para que
entendamos , que Jesucristo está en igual puesto de ho-
nor , en igual gloria y majestad que su divino Padre .
A nuestra poca capacidad le parece que para nosotros
hubiera sido mejor que Jesucristo se hubiese quedado
visible acá en la tierra : lo mismo parecia á los apósto-
les , quienes se entristecieron sobremanera al anuncio
de su próxima partida . Pero Jesucristo les dijo : expe-
dit vobis ut ego vadam , os es útil y conveniente que yo
149 --

me vaya . Y esto por tres razones que toca el Catecismo


romano ( 1 ) , y explana admirablemente santo Tomás ( 2 ) .
1. Para abrirnos las puertas del paraiso . Si Jesucristo se
hubiese quedado en la tierra , aquellas puertas estarian
todavía cerradas ; y por santa que llevásemos nuestra vi-
da , la muerte no seria para nosotros un tránsito á vida
mejor , sino que quedariamos en lugar de penosa priva–
cion , como quedaban los justos del antiguo Testamento .
Cuando al presente estamos seguros , que si de nuestra
parte no ponemos obstáculo , el momento último de nues-
tra vida puede ser el primero de nuestra eterna felici-
dad. De suerte que ahora , habiendo vivido cristianamen-
te , se puede morir por gusto :
a
2. Para ejercer en el cielo el oficio de abogado nues-
tro. ¿ Qué pensais vosotros que hace Jesucristo á la dies-
tra de su divino Padre ? ¡ Ah ! su presencia no es ociosa,
sino muy benéfica . Así como él se ofreció sobre la cruz
por nosotros ; así continua á ofrecerse por nosotros en el
cielo , mostrando al divino Padre sus llagas que todavía
conserva en su carne glorificada . Por nosotros ruega in-
cesantemente , y en virtud de sus súplicas son otorgadas
tantas gracias y bendiciones que contínuamente bajan so-
bre la tierra.
a
3. Para enseñarnos el término á que debemos aspirar ,
y el camino que debemos seguir para conseguirlo . Por
esto dijo el profeta Miqueas : que Jesucristo nuestro rey
subió al cielo abriendo el camino ante nuestros ojos , y
pasando él el primero para que nosotros le siguiésemos :
Ascendet pandens iter ante eos ... transivit rex eorum co-
ram eis , et Dominus in capite eorum . Porque , en efecto ,

(1 ) Catech. 1 part. cap . 7 , num . 7 et 8.


(2) D. Thom. 3 part. quæst. 57, art. 1 .
150

con su ascension al cielo nos hace conocer que nosotros


no tenemos nuestra habitacion sobre la tierra ; sino que
el paraiso es nuestra patria ; y despues de haber pasado
aquí en este mundo un cierto número de años , en el cie-
lo debe terminar nuestra carrera . De lo que resulta , que
todos nuestros deseos , mientras vivimos en este des-
tierro , deben dirigirse á la consecucion de aquella glo-
ria que es nuestro último fin , y que debe formar nues-
tra eterna felicidad . Así vais á verlo en la presente
instruccion .

Varias veces , hijos mios , habia Jesucristo enseñado á


sus discípulos , que en este mundo no estaban sino de
paso , que su peregrinacion sobre la tierra era breve , y
que siendo criados para el cielo , allá debian dirigir sus
miradas , sus deseos y su corazon ; pero á fin de darles
una leccion que fuese mas persuasiva que todos los dis-
cursos , quiso que fuesen testigos de vista de su ascen-
sion , y espectadores de aquel débil rayo de gloria que
hizo brillar á sus ojos al separarse de ellos y subirse al
empíreo . Despues de aquella vista fué tal el desprecio
que ellos concibieron á todo lo de aquí bajo , que ya no
tuvieron otro deseo que el de adquirir aquella gloria á
la que habian visto subir á su divino Maestro .

Nosotros , hijos mios , no hemos visto subir á Jesu-


cristo al cielo como los apóstoles , es cierto ; pero ¿ qué
importa ? Sabemos por la fé que está allí , que allí nos
espera , que allí nos prepara el lugar que hemos de su-
bir á ocupar antes de mucho , y que allí somos llamados
á vivir eternamente felices con él : Vado parare vobis lo-
cum ; ut ubi sum ego , et vos sitis . Todas nuestras miras
pues ¿ á dónde han de encaminarse sino á la consecu-
cion de aquella gloria , que es nuestro último fin , y que
151 ―

debe formar eternamente nuestra verdadera felicidad ?


Al cielo , pues , al cielo . Si creeis que la tierra es un des-
tierro ; si conoceis que el cielo es vuestra patria , ¿ por-
qué amar tanto este destierro y valle de lágrimas ?
¿Qué hallais aquí , hijos mios , que pueda contentar
vuestro corazon ? A dó quiera que volvais la vista , no
veis mas que angustias , lágrimas y miserias : á dó quie-
ra que pareis el oido , no escuchais otra cosa que lamen-
tos , llantos y suspiros : por aquí odios , por allí envidias ;
por acá peligros , por allá tribulaciones ; por todas par-
tes molestias , desgracias y amarguras . ¿ Y aun quereis
hacer de esta tierra ingrata vuestra morada y habita-
cion ? Al cielo nuestros pensamientos , al cielo nuestras
miradas , al cielo nuestro corazon . Si aun no podemos
subir allá en alma y cuerpo , subamos con el pensamien-
to , subamos con el deseo .
Pero ¡ ah ! ¿ cuántos hay entre vosotros que mas de-
seais la tierra que el cielo ? ¿ cuántos que preferís la in-
feliz habitacion de este mundo á los eternos contentos
del paraiso ? ¿ cuántos que de buena gana cederiais el
paraiso á cualquier otro , con tal que Dios os dejase es-
tar eternamente en este mundo ? ¡ Dios mio , qué locura !
Os pareceis á los tontos hijos de Ruben , cuando con to-
do el pueblo hebreo marchaban á la tierra de promision .
Ellos sabian cuan rica , cuan fértil , cuan deliciosa era
aquella tierra á la que se encaminaban : sabian que era
abundante en frutos , benigna en el clima , y que por
todas partes chorreaba leche y miel . Con todo ¿lo cree-
réis ? porque en el camino hallaron un miserable prado
donde podian apacentar sus ganados , allí querian ha-
cer alto , allí querian quedarse ; de suerte que se pre-
sentaron á Moisés su conductor y le dijeron : Terra uber-
rima est; precamurque te, ut des nobis eam in possessionem :
- 152

esta tierra es muy fértil , y te suplicamos nos la dés en


posesion . ¿ Qué decís , insensatos ? Mas fértil es la tierra
de promision que el Señor quiere daros . -No importa ,
dicen ellos ; este prado que hemos hallado al paso , lo es
tambien bastante ; y si tú , Moisés , quieres dárnoslo en
posesion , con él estarémos contentos , da nobis eam in
possessionem . ¿ Vióse jamás igual desatino ?
Pues todavía es mayor el vuestro , hijos mios , cuan-
do contentos en la tierra mirais con tanta indiferencia el
cielo . Vosotros sabeis cuan rica , cuan feliz , cuan deli-
ciosa es aquella habitacion : sabeis cuantos son los con-
tentos , cuantas las dulzuras , cuanta la dicha de aquella
patria . No obstante ¿ quién lo creeria , si no lo estuviese
viendo ? porque en el camino de la tierra hallais algu-
nos bienes miserables que satisfacen un poco vuestros
apetitos , aquí quisierais hacer alto , aquí quisierais es-
tableceros , aquí os quedariais de buena gana , si el Se-
ñor os lo permitiera . ¿ Qué decís , insensatos ? Mas di-
-
choso es el cielo que Dios quiere daros . No importa ,
respondeis vosotros , esta tierra tambien lo es bastante ;
y si el Señor quisiera dárnosla en posesion , aquí nos
quedaríamos siempre contentos , da nobis eam in posses-
sionem . ¡ 0 bajeza !
Ponderando san Pablo la fé de Abrahan , dice : que

habiendo pasado con su familia á establecerse en la tier-


ra de Canaan , habitaba allí como peregrino en tierra
extranjera , no edificando palacios , no levantando casti-
llos , no construyendo ciudades , cosas que hubiera po-
dido hacer atendidas sus grandes riquezas ; sino habi-
tando en tiendas y casillas , in casulis habitando . ¿ Y
porqué ? Porqué lleno de fé , responde el mismo apóstol ,
pensaba en la vida eterna , esperaba una habitacion mas
noble , suspiraba por aquella ciudad celestial , que no es
- 153

fabricada por manos de hombres , sino construida por el

mismo Dios , cujus artifex et conditor Deus . ¡ O cristiano !


tú que tienes á Dios por herencia , el cielo por patria ,

la gloria por destino , ¿ en qué piensas ? ¿ Puedo hablar


con libertad ?... Como si eternamente hubieses de vivir
aquí bajo , piensas únicamente en las cosas caducas y
transitorias ; sin acordarte que eres un peregrino sobre
la tierra ; sin reflexionar que no tienes en ella estada fija
y permanente ; sin pensar que eres criado para morar
en aquella ciudad celestial , cujus artifex et conditor Deus,
que ha fabricado el mismo Dios para tu eterna habita-
cion . De lo que resulta , que vas consumiendo la vida en
trabajar por los bienes miserables de este mundo , sin

que por los bienes inestimables del cielo hagas cosa que
valga la pena de referirla . Muestra sino lo que has he-
cho hasta ahora para conseguir el cielo ; muéstralo , si
tienes atrevimiento para ello . Veinte años habia que el
buen Jacob servia á su suegro Labán , promoviendo sus
intereses sin cuidar de los propios ; pero abriendo al fin
los ojos dijo para sí : es justo que yo alguna vez mire
por mí y por mi familia : Justum est ut aliquando provi-
deam domui meæ. ¡ Qué ! ¿ Siempre he de trabajar por los
otros ? ¿ siempre he de buscar los intereses de Labán ?
¿ siempre he de descuidar mis propios negocios ? No , no :
yo tengo mujer , yo tengo hijos , yo tengo familia ; es
muy puesto en razon que alguna vez mire por ellos y por
mí : Justum est ut aliquando provideam domui meœ.
Hijos mios , ¿ cuándo abriréis los ojos como Jacob ?
Hay quizás veinte y mas años que servís al mundo , al
demonio y á la carne ; siempre trabajando por ellos ,
siempre buscando sus intereses , siempre promoviendo
sus ganancias , sin que hasta el presente hayais hecho
por vuestra alma cosa que valga . ¿ No es ya hora de de-
154 -

cir como aquel santo Patriarca : es razon que comience


á mirar por mí ? Habeis perdido la infancia , habeis per-
dido la mocedad , habeis perdido la juventud ; ya no os
queda mas que la triste vejez : ¿ y todavía no es tiempo
de resolverse y decir : Justum est, ut aliquando provideam
domui meæ , es justo que comience á trabajar por el cie-
lo? En morior , decia Esaú , quid mihi proderunt primo-
genita ? Estás casi muriéndote , cristiano , ¿ qué te apro-
vecha el mundo ? nada : ¿ qué todas las riquezas ? nada :
¿ qué todos los placeres ? nada . Sin embargo , por estas
cosas únicamente trabajas , por estas solo suspiras , en
estas solo piensas : el cielo con todas sus delicias no te
ha merecido hasta la hora presente un solo cuidado , un
solo suspiro , un solo pensamiento .

¡ Ay cuánto temo , cristianos despreciadores del cielo ,


que al último os suceda lo que aconteció á los convida-
dos , que no hicieron caso de asistir al convite que les

habia preparado aquel príncipe de que habla Jesucristo


en su evangelio ! ¿ Sabeis el caso ? escuchadlo , pues pa-
rece que el Salvador lo refiere expresamente para voso-
tros . Un príncipe queriendo solemnizar las bodas de su
hijo , dispuso un magnífico banquete al que convidó á
muchos , vocavit multos . Mas ellos pegados á sus tareas y
negocios materiales , se excusaron de asistir , alegando
cada cual su pretexto . He comprado una heredad , dijo Y
el uno , y me es forzoso ir á verla : escúsame . Me he ca-
sado , contestó otro , y no puedo asistir : escúsame . ¿ Y
qué sucedió ? que el príncipe muy indignado contra
aquellos ingratos , los castigó como merecian , y en se-
guida convidó á otros que aceptaron el ofrecimiento y
fueron á ocupar su lugar .
Hijos mios , el mismo Jesucristo al referir este caso ,
dijo en términos expresos , que era figura de lo que pasa
155 -

en el convite de la gloria en el reino de los cielos . Dios


convida á él á todos los hombres ; pero vosotros sois á
quienes llama primero y á quienes dá la preferencia .
¿Qué haceis vosotros ? En vez de presentaros con pron-
titud , dándole mil gracias por tanta distincion , despre-
ciais el convite , y traeis un sin número de escusas para
no asistir. Que habeis de pensar en la familia ; que os
embarazan los cuidados de esta vida ; que os sacan de
tino las necesidades del cuerpo , y otros mil pretextos á
este tenor ; pero el único motivo verdadero es , que no
teneis gana de asistir : illi autem nolebant venire . ¿ Qué
hará el Señor ? Llamará á otros en vuestro lugar , y ellos
irán al cielo á ocupar vuestro destino .
¡ Qué ! ¿ pensais que Dios no hallará quien de buena
el cielo , que vosotros no quereis ? ¿ pen-
gana le acepte el
sais que porque vosotros no quereis el cielo , quedará
por esto desierto y Dios tendrá que estarse solo en él ? No ,
no : de cuantas sillas hay prevenidas en el convite de la
gloria , ni una sola quedará vacía : si vosotros no las ocu-
pais , las ocuparán otros . Leed la Escritura santa , y veréis
que siempre que refiere la reprobacion de uno , á ren-
glon seguido refiere la eleccion de otro . Judas pierde la
plaza que ocupaba en el colegio apostólico : ¿ quedará
ella sin proveerse ? No : luego vendrá Matías á ocuparla.
Esaú es reprobado de Dios : ¿ quedará por tierra su co-
rona ? No : Jacob la recoge y ciñe á su cabeza . Saul
es obligado á bajar del trono : ¿ quedará sin rey que lo

ocupe ? aguardad : no tardará en subir á él el pastorci-


llo David . Una infinidad de ejemplos semejantes que su-
ceden todos los dias ante nuestros ojos sin que lo ad-
virtamos , nos convencen de que cuando uno desprecia el
cielo que Dios queria darle , luego se presenta otro y lo

acepta . Verdad tremenda , hijos mios , que debe hacer


156 --

temblar á cuantos miran el cielo con indiferencia ; pues


es muy temible que Dios ofendido de su descortesía , les
prive de la corona que les tenia preparada , y deje que
otro la arrebate .
Si vosotros no quereis ser del número de estos des-
graciados , suspirad continuamente por el cielo , y se-
guid fielmente el camino que el Hijo de Dios os ha ense-
ñado para conseguirlo . No fué casualidad que él subiese
al cielo desde el monte Olivete ; monte que solia ser el
lugar de su oracion , monte que está situado en frente
del Calvario , que fué el teatro de sus ignominias y do-
lores . ¿ Sabeis qué significa esto ? Significa que al cielo
no se va sino por el camino del Calvario , es decir , por la
penitencia , por la mortificacion y la cruz : significa que
es ilusoria aquella pretension tan comun entre vosotros
de querer pasarlo bien en esta vida y en la otra ; de que-
rer gozar de un paraiso en la tierra , sin perjuicio de go-
zar de otro paraiso en el cielo . Queden estas palabras
profundamente grabadas en vuestro corazon , y sean en
adelante la regla de vuestra conducta . Amen .

PLATICA XVIII .

EL ALMA EN EL JUICIO PARTICULAR .

Statutum est hominibus semel


mori ; post hoc autem judicium .
Ad Hebr . IX, 26.

Tres son , dice el Catecismo romano , los principales


oficios de nuestro señor Jesucristo : el de redentor , el de
abogado y el de juez . El de redentor lo ejerció durante todo
el tiempo de su vida mortal ; el de abogado lo ejerce des-
157

de que subió á los cielos , y está sentado á la derecha


de Dios Padre ; el de juez lo ejercerá el último dia del
mundo , cuando vendrá á juzgar á los vivos y á los
muertos : conforme nos enseña el séptimo artículo del
Símbolo (1 ).
No por esto debemos pensar , añade el Catecismo , que
solo hayamos de ser juzgados al fin del mundo : pues á
mas de aquel juicio público y solemne de que nos habla
el presente artículo , debemos creer otro juicio secreto y
particular que pasará ocultamente entre Dios y nuestra
alma . En el mismo instante y lugar que morirémos , Dios
levantará su tribunal , y puesta nuestra alma en este tri-
bunal sin dilacion de tiempo , deberá rendir cuentas de
todo y recibir la sentencia que irrevocablemente decidi-

rá su suerte por toda la eternidad ; ó de eterna salvacion ,


si se halla justa y limpia de toda culpa mortal ; ó de con-
denacion eterna , si es pecadora y se halla contaminada
de algun pecado grave . De lo que resulta , que si en este
primer juicio ella alcanza sentencia favorable , nada ten-
drá que temer en el segundo , y quedará por siempre sal-
vada ; al revés , si en este primer juicio recibe sentencia
contraria , nada le quedará que esperar en el otro , y
quedará condenada por siempre .
De esto habeis de inferir , hijos mios , que todo vuestro
cuidado debeis ponerlo en quedar bien en este juicio
particular , porque de él depende todo . Pues si todo de-
pende del juicio particular , me diréis vosotros , ¿ qué
necesidad despues habrá del juicio universal ? Tomad
un poco de paciencia , y no querais aprenderlo todo de
una vez otro dia que entraré mas de lleno en la expli-
cacion del séptimo artículo , satisfaré vuestros deseos ,

(1) Catech. 1 part. cap . 7 , num. 1 .


- 158

de manera que nada os quedará que desear . Por hoy


contentaos con aprender las doctrinas pertenecientes al
juicio particular , las cuales os manifestarán cual es la
situacion de una alma puesta en el tribunal de Dios .

Luego que el alma sale del cuerpo , sin pérdida de


tiempo , sin dilacion de un solo instante , es presentada
delante de Dios , su juez , para darle razon de cuanto ha
hecho en esta vida , desde la primera accion hasta el úl-
timo pensamiento . Suponed , hijos mios , que esta alma
es una de tantas que pasan la mayor parte de esta vida
en pecado mortal ; una de las de aquellos que apenas
han conseguido la absolucion sacramental y recibido la
sagrada Eucaristía , ya el dia siguiente , ó á lo menos
pocos dias despues , vuelven á las culpas pasadas , sin
que jamás se conviertan enteramente á Dios ; antes si-
guiendo siempre el mismo tenor de vida , llegan á la úl-
tima enfermedad cargados de culpas , y si bien entonces
confiesan y comulgan , su confesion y comunion son sa-
crílegas como las otras que han hecho : suponed , digo ,
que esta alma que es presentada al tribunal de Dios , es
la de uno de estos infelices cristianos , ¿ cuál juzgais ha
de ser su espanto , cuál su horror , al verse ya fuera de
este mundo , al verse con la conciencia llena de delitos ,
al verse en la presencia de aquel Dios á quien tantas
veces ha ofendido ? ¡ Ay vista ! ¡ ay presencia ! ¡ ay tri-
bunal !

La reina Ester se presentó un dia ante el monarca


Asuero en ocasion en que estaba sentado en el trono , con
la corona en la cabeza , el cetro en la mano , el rostro
lleno de majestad , y rodeado de los grandes y magna-
tes del reino ; y fué tal la impresion que hizo en ella es-
te espectáculo imponente , que perdió el color , faltóle
- 159 -

el corazon , y cayó, desmayada en brazos de una de las


damas que la acompañaban . Y atended , que Ester era la
esposa mas amada de Asuero , no habia violado la fide-
lidad del tálamo , ni se tenia la menor sospecha de su ho-
nestidad . ¿ Qué ha de ser , pues , cuando una alma in-
fiel , rea de mil culpas y pecados , fije la vista en el
rostro airado de su divino Juez ? ¡ Ah ! que al solo verle
se estremece la infeliz , pierde el aliento y está por caer
á sus piés desmayada y muerta . Cobra ánimo , alma des-
venturada , recoge tu espíritu y serenidad ; pues bien los
has menester para sufrir el exámen que va á hacerse de
toda tu vida , y rendir cuentas las mas minuciosas de
cuanto has hecho viviendo en el cuerpo . ¡ Ay exámen !
¡ ay cuentas ! ¡ ay dia!

Os confieso , hijos mios , que al figurarme la tribula-


cion y angustias de esta alma infeliz , la mente se me
trastorna y el corazon me deja . ¿ Pues qué ?... ¿ todas
las acciones , las acciones todas de su vida han de pasar
por el exámen , sin que se deje una sola por pequeña ,
sin que escape una sola desapercibida ? Así es , hijos ,
así es... Todos los pensamientos que le pasaron por la
mente desde el primero que hizo en la infancia hasta el
último que formó antes de salir del cuerpo , todos , todos

son puestos en exámen , á todos se les averiguan los ob-


jetos , á todos se les consideran las circunstancias , de
todos se toma razon si fueron puros , si fueron inocentes ,
si fueron dirigidos á Dios . ¡Ay cuántos pensamientos va-
nos se descubren , cuántas meditaciones impuras , cuán-
tas intenciones torcidas , cuántas ... !
Del exámen de los pensamientos se pasa al de las pa-
labras , y todas una por una se van poniendo en minu-
cioso escrutinio ; cuantas salieron de la boca en un dia ,
cuantas en un año , cuantas en todo el tiempo que duró
460

su vida ; todas sufren un exámen detenido y circunstan-


ciado ; de cada una se averigua si fué ociosa , si fué fal-
sa , si fué deshonesta , si fué detractora , si fué blasfema...
¡ Ay cuánto debe temblar cualquier pecador !
. De las palabras pasa al exámen de las acciones , y to-
das cuantas ha hecho se pesan en rigorosa balanza ; ca-
da paso que dió , cada movimiento que hizo , cada acto

de sentido que ejerció , son objeto de un exámen particu—


lar ; se examina cuántas fueron sus miradas , á qué ob-
jetos eran dirigidas ; con qué fin han sido dadas ; si fue-
ron modestas , si lascivas , si fueron para otros ocasion
de pecar , á quiénes , á cuántos , en qué grado y con qué
resultados ... todo es discutido con el mayor esmero , to-

do es ponderado con el mas severo primor . ¡ Ay alma !


¡ qué espanto , qué temblor debe ser el tuyo !
Crecen , hijos mios , crecen sus angustias , viendo que
todavía se le van buscando nuevas culpas , y se le des-
cubren muchos pecados que ella ignoraba , y no creia
tener . ¿ Os asombrais ? escuchadme . ¿ Muchas acciones
malas no son ahora tenidas por indiferentes , y aun por
buenas , por causa de una ignorancia crasa ó afectada
que encubre su malicia ? ¿ Cuántos contratos usurarios
pasan por ganancias legítimas ? ¿ cuántas venganzas se
creen ser actos de celo ? ¿ cuántas diversiones culpables
se canonizan como desahogos inocentes ? ¿ cuántas obli-
gaciones se dejan por motivos que parecen justos , y que
en el fondo no pasan de pretextos vanos? Pues todas es-
tas culpas se presentan en el juicio sin disfraces , toman
su propia fisonomía y aparecen lo que verdaderamente
son . ¡Ay qué angustias las del alma pecadora , verse car-
gada de muchas culpas que su ignorancia culpable no le
dejaba conocer !
Agrándase , si cabe , su tribulacion , viendo que se le
-- 161

atribuyen los pecados ajenos cual si los hubiese hecho


ella misma . Todos los pecados de los hijos cometidos por
falta de educacion ; todos los del prójimo causados con
sus escándalos y malos ejemplos ; todos los de los de-
pendientes ó fomentados ó no impedidos con su omision
y condescendencia ; todos , todos se le imputan cual si
fuesen propios y personales . ¡ Ay juicio ! ¡ ay exámen !
¡ ay alma !
Su asombro y turbacion suben hasta el punto mas al-
to , viendo que se le buscan pecados en las mismas obras
buenas que practicó . Se la examinan las limosnas , y se

halla que las mas fueron hechas por vanidad : se la exa-


minan las devociones , y se descubre que las mas fueron
practicadas con disipacion : se la examinan las misas que
oyó , los ayunos que hizo , las comuniones que recibió ,
y se encuentra que muchas de estas cosas mas fueron
hechas por miras humanas que por espíritu de devocion ,
mas por complacerse á sí misma que por agradar á Dios .
¿ Qué haces , alma infeliz , qué haces en vista de tan-
tos pecados ? ¿ Los niegas ?... pero ¿ cómo negarlos , si
tu misma conciencia es la primera que te acusa ; si el
Dios que te juzga los ha visto con sus propios ojos ?
¿ Huyes ?…… pero ¿ á dónde ? ¿ á dónde huirás que no te
alcance un Dios omnipotente é infinito ? ¿ Te apelas ?...
¿y á qué tribunal , infeliz , á qué tribunal llevas tu cau-
sa , si estás convencida en el tribunal supremo de Dios ?
¡ O pobre alma ! ¿ qué recurso te queda ?... No otro , si
recurso puede decirse , no otro sino que tú misma te ar-
rojes al infierno , que conoces tener bien merecido .
¿ Lo creeréis , hijos mios ? Ni aun este paso le queda
abierto por entonces al alma infeliz ; sino que se la obli-
ga primero á reconocer y confesar su monstruosa ingra-
titud á los beneficios divinos . Para que vosotros formeis
T. I. -11
162-

una justa idea de esta nueva angustia y tribulacion , per-


mitid que me sirva de un pasaje de la historia . Vencido
de los romanos un rey de Persia , enemigo jurado de
aquella insigne república , fué conducido prisionero á la
presencia del procónsul , quien rodeado de su ejército
le esperaba en la plaza del foro . Llegado allí el cautivo
monarca , se le encara el general latino , y con un tono
medio severo y medio benigno le habla y le dice : Dime ,
persa , ¿ qué ofensa , qué agravio has recibido del pue-
blo romano para hacerle contínua guerra ? Apenas el
fiero rey oye esta reprension , se enternece como un ni-
ño , y sin saber contestar palabra , prorumpe en copio-
so llanto .

Pues , hijos mios , si tan fuerte impresion hicieron en


un corazon bárbaro las reconvenciones de un hombre

medio indignado , ¿ qué conmocion tan terrible no ha de


sentir el alma pecadora , puesta en el tribunal de Dios ,
cuando el divino Juez le tire en rostro su brutal ingrati–

tud á sus grandes beneficios ? ¿ Qué agravio te he hecho ,


le dirá ; qué injuria has recibido de mí , para ofenderme
del modo que has hecho ? Vamos , manifiesta los moti-
vos , dí las razones de ese tu odio contra mí : Quid feci
tibi, aut quid molestus fui ? Responde mihi . ¿ Han sido , por
ventura , mis innumerables beneficios los que te han mo-
vido á ofenderme y despreciarme ?
Dime , ingrata : ¿ quién te sacó de la nada ? ¿ quién te
dió el sér , la vida y los talentos ? Y todos los demás bie-
nes que poseiste , ¿ quién te los dió sino mi dulce benefi-
cencia ? Quid habes quod non accepisti ? ¿ Y tú ? ………
. Tú
me has correspondido pisoteando mis leyes , blasfeman-
do mi nombre , profanando mis sacramentos , despre-
ciando mi majestad . Yo te doté de un entendimiento
semejante al de los ángeles , para que le empleases en
163

conocerme y buscar medios de servirme ; pero tú le has


empleado en discurrir trazas para engañar al inocente ,
en buscar medios para seducir la honestidad , en inven-
tar modos para ejecutar las maldades mas enormes . Ese
corazon que tienes , naturalmente inclinado á amarme ,
¿quién te lo dió , quién? ¿ Y no pedia toda razon , que to-
dos sus afectos se dirigiesen á mí ? No obstante has
hecho participar de tu amor á los parientes , á los ami-
gos , á las rameras , y hasta á las bestias de tu establo .
¿Y yo ?... Yo jamás he podido conseguir de ti un solo
afecto , un solo Dios mio , os amo.
Lo mismo , ingrata , lo mismo has hecho con todos los
demás bienes que te dí . Te dí riquezas , y las derro-
chaste en vicios : te dí honores , y los cambiaste en or-
gullo te dí salud , y la consumiste en torpezas : te dí
hijos , y los criaste desenfrenados : te dí amigos , y los
pervertiste con escándalos : te dí dependientes , y los
oprimiste con crueldad . ¿ Qué beneficio has recibido de
mí , que no hayas empleado en ofenderme ? ¿ Tanta in-

‫ ف‬tanta mali-
gratitud he podido hallar en una criatura ? ¿
cia ha podido abrigarse en ese corazon ?
Amados de mi alma : al escuchar reproches tan jus-
tos , reconvenciones tan merecidas , ¿ cuál debe ser la con-
fusion del alma delincuente ? ¿ cuál la angustia ? ¿ cuál
el furor ? Me parece estar viendo á la miserable , que
volviendo á todos lados sus sombrías miradas , busca
la horrenda boca del infierno para arrojarse en él des-
esperada. Pero , detente , desgraciada , y toma cora-
je ; pues ahora viene el momento mas cruel para ti . Le-
vanta , la dice el divino Juez , levanta esos ojos , y mí-
rame. ¿ Vés esas llagas ? ¿ las vés ?... De ellas ha salido
la preciosa sangre que corrió en abundancia por tu re-
dencion ; de ellas salió el precio infinito con que te
- 164

compré un reino de gloria en el cielo . Y tú , ¿ qué has


hecho ? Me has renovado estas llagas tan acerbas ; has
profanado esta sangre tan preciosa ; has despreciado un
reino comprado con grandes penas . ¿ Beneficios como
estos merecian tal correspondencia ? ¿ qué dices ? ¿ qué
respondes ? Habla , explícate , defiéndete si puedes …
..
Basta , Dios mio , basta de invectivas contra esa alma

infeliz demasiado es lo que hasta aquí ha sufrido . Mi-


radla , Juez eterno , miradla sin aliento , toda confusa ,
toda avergonzada , toda temblorosa á vuestros piés . La
vista de sus pecados , el conocimiento de su ingratitud ,
las tremendas reprensiones que acaba de oir de vues-
tros labios ... ¡ ah Dios mio ! todo esto la tiene tan
abatida y desmayada , que mueve á lástima y compa-
sion . ¡ O mi Dios ! Sírvale todo esto de suficiente castigo
por sus grandes culpas , que harto castigada queda . Por
lo demás , clementísimo Juez , usad con ella de miseri-
cordia, y concededla el perdon . -¿Cómo ? ¿ ahora mi-
sericordia ? ¿‫ ن‬ahora perdon ? no lo merece. - Bien veo ,
Señor , que no lo merece ; pero ¿ y esas llagas ?
- Estas

llagas claman venganza , pidiendo á gritos su pronta con-


denacion . Un momento , Dios mio , una mirada....
- Acabóse : está convencida , está juzgada ; al infierno
á cumplir la sentencia .
A vosotros me vuelvo , mis amados hijos , ya que por

aquella infeliz alma no queda recurso ni apelacion . De-


cidme , carísimos : ¿ esta horrible suerte tocará á alguno
de vosotros ? Yo os amo mucho , os deseo todo bien ;
yo haria lo que Dios sabe para que á ninguno tocase .
Pero temo , fieles , temo que de los que me escuchais
ha de tocar á mas de uno esta suerte desgraciada . To-
mad el consejo mejor que puedo daros en mi vida . Con-
vertíos cuanto antes á Dios ; arreglad cuanto antes vues-
165

tra conciencia ; haced cuanto antes aquella confesion que.


en la muerte quisierais haber hecho , para que así lo-
greis un juicio benigno y favorable . Amen .

PLATICA XIX.

EL GÉNERO HUMANO EN EL VALLE DE JOSAFAT .

Hic est qui constitutus est à


Deo judex vivorum et mortuo-
rum. Act. X , 42.

A mas del juicio particular que celebra Dios á solas


con el alma en el mismo instante que muere la persona ,
nos enseña el séptimo artículo del Símbolo , que habrá
otro público y solemne al fin del mundo , al cual con-
currirán todos los hijos de Adan ; diciéndonos con térmi-
nos los mas claros , que Jesucristo ha de venir del cielo
á juzgar á los vivos y á los muertos : Inde venturus est
judicare vivos et mortuos.
Es verdad que la potestad de juzgar es comun á las
tres divinas Personas ; pero aquí se atribuye especial-
mente á Jesucristo , por dos razones que insinua santo
Tomás ( 1 ) . La primera , porque el juzgar es un acto de
sabiduría , y
la sabiduría es el atributo propio del Hijo ;
así como el poder es el atributo del Padre , y el amor
el del Espíritu santo . La segunda , porque Jesucristo
juzgará el mundo , no solo en cuanto es Dios , sino tam-
bien en cuanto es hombre . Así como en cuanto hombre

él fué juzgado , sentenciado y condenado á un suplicio


de malhechores ; así es justo que como hombre venga á

(1 ) D. Thom. 3 part. quæst. 59 , art. 1 .


- 166 -

juzgar , y sea reconocido de todos por juez soberano del


universo . Además parece justo que todos los que han
de ser juzgados , sientan y vean á su juez ; y como la
mayor parte no podrán verle en forma de Dios , porque
serán condenados , y de consiguiente privados de tanta
dicha , por precision han de verle en forma humana .
Este juicio solemne lo celebrará Jesucristo al fin del
mundo : in consummatione sæculi. Si me preguntaseis
cuando será el fin del mundo , os habria de responder ,
que esto nadie lo sabe . Esta es la respuesta precisa que
Jesucristo hizo á sus discípulos , cuando le preguntaron
sobre este asunto . Cuando será aquel dia , les dijo , lo
ignoran los ángeles del cielo , ni yo mismo lo sé : esto
solo lo sabe mi Padre celestial . De die autem illo nemo
scit , neque angeli in cœlo, neque Filius , nisi Pater. ¡ Cómo!
¿ ni Jesucristo lo sabia ? Lo sabia ciertamente para sí ;
pero no para comunicarlo á los otros.
Con todo , el mismo Salvador indicó los extraordina-
rios sucesos que precederán aquel dia formidable , y que
serán como correos que anunciarán su próxima llegada .
Los principales serán : 1. ° Una general perversion de
costumbres que inundará toda la tierra de vicios y mal-

dades ; de modo que apenas se encontrará ningun ado-


rador del verdadero Dios . 2. ° Una espantosa combina-
cion de calamidades públicas que asolarán el mundo ,
como pestes , guerras , terremotos , inundaciones , etc.
3.º La aparicion de una multitud de maestros y predica-
dores falsos , que con milagros fingidos engañarán á mu-
chos y los apartarán de la verdadera fé . 4.° La aparicion
de Elías y Enoc sobre la tierra , y la predicacion del
evangelio en todos los ángulos del universo . Cuando
viereis todas estas cosas , decia Jesucristo , estad ciertos
que no está léjos el dia del juicio .
167

Pero la señal mas próxima é inmediata será la des-


composicion de toda la naturaleza . El sol se eclipsará
contra el órden astronómico , la luna tomará un color de
sangre, las estrellas parecerán desprenderse de sus esfe-
ras y caer del cielo , las nubes arrojarán encendidos ra-
yos , el aire producirá horrendas tempestades , la tierra
bamboleará con horribles sacudimientos , y por último
un diluvio universal de fuego reducirá á cenizas cuanto
hay sobre la superficie de la tierra , hombres , plantas ,
palacios , ciudades , provincias , reinos , todo . Despues
de esta general catástrofe se oirá inmediatamente el soni-
do de una trompeta que llamará á todo el género huma-
no á la resurreccion , y lo citará á comparecer en el va-
lle de Josafat , que es el lugar destinado para celebrar
el último juicio .
Pero , si en saliendo el alma del cuerpo , diréis voso-
tros , queda ya decidida su suerte para siempre , ¿ qué
necesidad habrá de un juicio último ? — Si hablamos de
necesidad absoluta , no habrá ninguna ; pero por va-

rias razones será muy conveniente que al fin del mun-


do haya un juicio universal . Aunque en el juicio particu-
lar , dice santo Tomás (4 ) , el hombre recibe lo que sus
obras merecen ; con todo es conveniente otro juicio pú-
blico y solemne : 1.° para ratificacion de todos los juicios
particulares , y para que todo el mundo reconozca la
justicia con que Dios ha procedido condenando á unos y
salvando á otros : 2.º para hacer públicas muchas virtu-
des que en este mundo estuvieron ocultas por la humil-
dad de los que las profesaban , y quitar la máscara á
muchos hipócritas , que encubriendo con la mas fina as-
tucia sus maldades , supieron aparentar santidad : 3.º pa-

(1 ) D. Thom . 3 part . quæst 59 , art. 5 .


168 -

ra tapar la boca á los calumniadores de la Providen-


cia , y obligarles á confesar la sabiduría , justicia y recti-
tud con que gobernó las cosas de este mundo : 4. ° para
que el cuerpo que se unió con el alma para servir á Dios
ó para ofenderle , reciba el premio ó castigo que en
derecho le corresponda .
Estas son , hijos mios , las doctrinas mas esenciales que
un cristiano debe saber sobre el artículo séptimo del Sím-
bolo , que nos habla de la venida de Jesucristo á juzgar á
los vivos y á los muertos ; en consecuencia de las cuales
os pondré hoy á la vista el cuadro imponente que ofrecerá
el género humano reunido á juicio en el valle de Josafat.

Cuando todo el género humano habrá dejado de exis-


tir ; cuando toda la tierra no presentará sino un gran
monton de cenizas ; cuando en todo el universo reinará
un silencio profundo y espantoso ; entonces , dice san Pa-
blo , se oirá la trompeta del arcángel que llamará á todos
los muertos á la resurreccion , y en seguida á juicio :
Surgite , mortui , venite ad judicium . Este venite resonará
en los hermosos palacios del cielo ; y si nuestras almas
están allí , ite , las dirán los ángeles , id , almas dichosas ,
id á buscar vuestros cuerpos que os esperan en el sepul-
cro para recibir juntos el premio de vuestros trabajos .
Este venite retumbará tambien en las horrendas cavernas

del infierno ; y si nuestras almas están allí , ite, las dirán


los demonios , andad , almas desgraciadas , andad á bus-
car vuestros cuerpos que os aguardan en la tumba para
padecer juntos los castigos de vuestros pecados . ¡ Hijos
mios muy amados ! ¿ dónde estarán nuestras almas cuan-
do llegue el caso de haber de buscar nuestros cuerpos?
¿ bajarán del cielo ?... ¿ subirán del infierno ? ... Vale la
pena de pensarlo .
― 169

Efectuada la resurreccion , irémos todos al valle de Jo-


safat . Si somos de los buenos , volarémos lijeros por los
aires acompañados de ángeles ; si somos de los malos ,
irémos allá arrastrados por demonios . De todos modos en
un abrir y cerrar de ojos nos hallarémos todos reunidos
en el famoso valle . ¡ O valle ! ¡ ó valle ! ¿ qué será de no-
sotros puestos allí ? ¿ nos hallarémos todos en el mismo
lado ? Bien quisiera yo , mis amados hijos , veros todos á
mi rededor á la derecha de Jesucristo , y poderle decir
lo que él dijo á su divino Padre poco antes de morir :
Quos dedisti mihi , non perdidi ex eis quemquam : Dios mio,
de cuantas ovejas me encargasteis ninguna se ha perdi-
do ; mirad , todas las tengo aquí , ni una sola falta . Pero
¿tendré esta dicha ?
Jesucristo nos asegura , que los ángeles bajarán del
cielo , y harán una separacion : Exibunt angeli, et separa-
‫ فا‬de
bunt... ¿ Y cuál separacion ? ¿ de ricos y de pobres ? ¿
nobles y plebeyos ? ¿ de sabios é ignorantes ? ¿ de sa-
cerdotes y seglares ?... ¡ Ay ! no , que estas distinciones
no tendrán lugar en aquel dia : el papa estará sin tiara ,
el cardenal sin capelo , el obispo sin mitra , el emperador
sin corona , el rey sin cetro , el juez sin toga ; no habrá
otra distincion que la de buenos y malos , la de réprobos
y elegidos : los unos serán puestos á la derecha , los otros
serán colocados á la izquierda , separabunt malos de me-
dio justorum. ¡ O amarga separacion !
A la derecha pasará san Pedro con cuantos papas imi-
taron su vida ; á la izquierda pasará Júdas con los que
siguieron su ejemplo . A la derecha David con todos los
reyes que gobernaron santamente su vida y sus pueblos ;
á la izquierda Saul con cuantos monarcas imitaron sus
malas obras. A la derecha Ambrosio , Agustino , Dionisio
con todos los obispos buenos ; á la izquierda Udon , Mar-
- -
170 -

celo y Novato con todos los obispos malos . A la derecha


Domingo , Francisco y Bernardo con todos los santos re-
ligiosos ; á la izquierda Capela , Lutero y Bucero con to-
da la pandilla de religiosos relajados . ¡ Dios de mi amor !
¿ qué será de mí en aquella separacion ? ¿ Pasaré á la de-
recha con mi padre santo Domingo , con los Tomases ,
Jacintos , Luises y demás santos de la ínclita religion do-
minicana , ó tendré que quedarme á la izquierda confun-
dido con la escoria de los malos religiosos ? ¡ Ah Señor !
Vos sois mi juez , y si quereis condenarme , mil motivos
teneis para ello : por esto no tengo otro recurso que acu-
dir á vuestra piedad y deciros : Inter oves locum præsta .
A mas de esta separacion general habrá otras particu-
lares y mas sensibles . Separacion entre hermanos : á la
derecha Abel , á la izquierda Cain ; á la derecha Isaac ,
á la izquierda Ismael ; á la derecha Jacob , á la izquier-
da Esaú . Tú , dirá el ángel á uno de dos hermanitos ,
fuíste obediente á tus padres , huíste las malas compañías ,
te conservaste inocente y pio , á la derecha : tú , dirá al
otro , fuíste inobediente , malicioso , impuro , ladron , á la
izquierda. Separacion entre casados : á la derecha Ester ,
á la izquierda Asuero ; á la derecha Job , á la izquierda
su mujer blasfema ; á la derecha Susana , á la izquierda
sus cinco galanes . Tú , dirá el ángel á un marido , hon-
raste el matrimonio , conservaste la castidad de tu esta-
do , tuviste cuidado de la familia , la edificaste con el
ejemplo de una vida santa y cristiana , á la derecha : tú,
dirá á la mujer , que fuíste una consorte infiel , mantuvis-
te amistades secretas , fomentaste las vanidades y tratos
de tus hijas , y léjos de reprimirlas las escandalizaste con
tus malos ejemplos , á la izquierda . ¿ Qué haces aquí ,
caballero , entre los escogidos ? -Poco á poco , ángel :
yo soy el señor tal ; soy de familia muy antigua : he he-
171 -

cho un brillante papel en el mundo ; he tenido grandes


empleos y riquezas . - Por lo mismo , pues , que abu-
saste de ellas para ofender á Dios , á la izquierda . ¿ Y tú ,
niña , qué haces entre las vírgenes ? -¡Ah , chiton , án-
gel ; por Dios no me sonrojes aquí en público ! — Indig-
na ; has podido disimular tus picardías al padre , á la
madre , al confesor ; pero yo sé cuanto has hecho , á la
izquierda con las rameras . ¡ O separacion , ó amarga se-
paracion !
Apenas hecha , ábrense los cielos de par en par , y co-
mienza á salir un hermosísimo ejército de espíritus ce-
lestiales . Al frente vá el glorioso estandarte de la cruz ;
ó aquella misma en que murió Jesucristo nuestro bien ,
como afirman algunos santos , ú otra formada milagro-
samente , como juzgan otros . ¡ Oh qué sensaciones tan
contrarias produce su vista en los de la derecha y en los
de la izquierda ! Aquellos , puestos de rodillas , levantan
sus manos , y saludándola alegres la dicen : Salve , crux
sancta salve , cruz preciosa , gloria del universo , ale-
gría de nuestros corazones : estos confusos y avergonza-
dos bajan la vista , y no se atreven á levantar los párpa-
dos para mirarla . La lleva el arcángel san Miguel , á
quien la Iglesia llama abanderado de la milicia angélica ,
signifer sanctus Michael , siguiéndole otros ángeles que
llevan los demás trofeos de la pasion . Por corona de es-
ta lucidísima procesion viene Jesucristo acompañado de su
santísima Madre y de cuantos espíritus bienaventurados
hay en el cielo . Mortales , bajad los ojos , todo el mundo
doble rodillas , humíllese toda grandeza ante el Juez de
vivos Ꭹ de muertos .
Mientras todos los corazones palpitan de temor , el

gran Juez toma asiento en un trono majestuoso prepa-


rado de antemano por ministerio angélico ; y haciendo
172 -

una seña á uno de sus mas allegados cortesanos , le man-


da traer aquel gran libro en que están escritos los pecados
de todo el mundo : Liber scriptus proferetur , in quo totum
continetur , unde mundus judicetur : aquel libro , mujeres ,
en que están escritos todos vuestros galanteos , enamo-
ramientos y coqueterías : aquel libro , jóvenes , en que
están escritos todos vuestros reniegos , impurezas y es-
cándalos : aquel libro , viejos , en que están escritas todas
vuestras confesiones fingidas , todas vuestras comuniones
sacrílegas , todas vuestras vidas pasadas en mal hacer :
aquel libro , niños , en que están escritas vuestras inobe-
diencias , vuestras reyertas , vuestras travesuras . ¡ O Dios ,
qué confusion cuando se comience á publicar tantos pe-
cados que hasta entonces habian estado ocultos ! ¡ qué
vergüenza ! Verse señalado con el dedo , y oir que se
dice por todos lados : mira aquel hombre que parecia un
santo , ¿ quién hubiera dicho que fuese un ladron ? aque-
lla mujer que parecia tan honrada , ¿ quién hubiera creido
que fuese una adúltera? aquel jóven tan compuesto , ¿ quién
hubiera pensado que en secreto cometiese tantas abomi-
naciones ? aquella doncella tan modesta en la apariencia ,
¿ quién hubiera soñado que fuese una impura ? ¡ O Dios ,
qué insufrible pena será esta !
Pensadlo un poco , hijos mios , particularmente los
que callais vuestros pecados en la confesion . Si el con-
fesarlos ahora á un hombre os causa tanta pena , que

no podeis resignaros á sufrirla , ¿ qué será cuando se pu-


bliquen á la faz de todo el mundo ? ¿ Qué será , mujer ,
cuando se publiquen tus infidelidades secretas , y las vea
aquel mismo marido á quien haces tan fingidas caricias ?
¿ qué será , doncellita , cuando se manifiesten tus impu-
rezas ocultas , y las vea aquel mismo confesor á quien
sacrílegamente las callas ? ¿ qué será ?…..
173

Hecha esta pública manifestacion , que se hará en po-


cos instantes , se volverá Jesucristo á los justos , y con
palabras que inundarán de júbilo sus corazones , venid ,
les dirá , venid , benditos de mi Padre , caros amigos ,
hijos de mis sudores y de mi sangre , venid á poseer mi

reino : venite , possidete regnum . Apenas pronunciadas es-


tas palabras , prorumpirán en gritos de alegría los justos ;
y batiendo las manos , y elevándose por los aires , al
cielo , gritarán , al cielo , al paraiso . Aquella pobre mu-
jer , que nadie se dignaba mirar en el mundo , ¡ oh qué
contenta vuela gritando : al cielo , al cielo , al paraiso !
Aquel jóven un dia tenido por salvaje , porque no era
libertino , ¡ oh qué lleno de júbilo sube cantando : al cie-
lo , al cielo , al paraiso ! Al cielo , al cielo aquel sacerdote
un dia perseguido del mundo , porque con la voz y el
ejemplo combatia sus máximas. Al cielo , al cielo aque-
llas religiosas afligidas , aquellas vírgenes puras , que los
politicones del siglo llamaron gente inútil , gente ociosa
y de solo peso á la sociedad .
Necios filósofos , mundo perverso , ha llegado en fin
para vosotros la hora. Jesucristo se vuelve á los de la
izquierda ; y con una voz mas aterradora que el trueno ,
andad , les dice , andad malditos al fuego eterno ; al fue-
go , malvados , al fuego con Lucifer y sus ángeles : Ite
maledicti in ignem æternum . Apenas pronunciadas estas
palabras , se parte en dos mitades el valle de Josafat ,
ábrese una profunda cavidad que llega hasta el infierno ,
y por ella caen en aquellas lóbregas mazmorras todos los
pecadores , turcos , herejes , cismáticos , filósofos , liber-
tinos , blasfemos , deshonestos , ladrones , y volviendo
luego á cerrarse la tierra , Dios arroja la llave en la eter-'
nidad , en señal de que no se abrirá mas .
Ahí teneis en compendio la historia del gran dia del
174-

juicio con sus principales circunstancias . ¿ La creeis ?


Disimulad , hijos , esta pregunta , que no viene fuera del
caso ; pues no faltan cristianos , que iniciados en las doc-
trinas de la impiedad , disputan sobre este punto , y aun
ponen en ridículo este dogma capital de nuestra fé . De-
cidme , pues , francamente : ¿ creeis vosotros el juicio ?
Sí , me respondeis , lo creemos ; porque el Símbolo nos
lo dice tan claro , que no puede quedarnos la menor du–
da. ¿Con qué vosotros creeis el juicio y todavía pe-
cais ?
Esto es lo que me admira , lo que me pasma , lo que
apenas puedo creer á pesar que lo estoy viendo . ¿ Es
posible que creais este juicio , y al mismo tiempo reine
la impureza en vuestros cuerpos , la blasfemia en vues-
tros labios , la injusticia en vuestras manos , la iniquidad
en vuestro corazon ? ¿ es posible ? Una de dos , hijos mios ,
ó estais locos ó no pensais en este juicio ; aquí no hay
medio , porque ningun hombre cuerdo puede pensar en
él y pecar al mismo tiempo . Si creeis el juicio , ¿ cómo
estais dispuestos para presentaros en él ?... ¿ cómo os
vais disponiendo ?... ¡Ay de mí ! Todos os prometeis que
en el último no os irá mal , y casi ninguno se aplica á
vivir bien . ¿ No es esto una locura ? Si no lo es , no sé
que lo será.
Tomad , hijos , el medio que os enseña san Pablo para
quitar al juicio de Dios todo lo que puede tener de ter-
rible para vosotros . El medio es llamar ahora á exámen
toda nuestra vida , hacer una sincera y humilde confe-
sion de nuestras culpas á los piés de un sacerdote , vivir
en adelante con cautela y vigilancia para no repetirlas ,
y procurar expiarlas con mortificaciones y penitencias
voluntarias . Si así lo hiciéremos , nos dice el Apóstol ; si
ahora nos juzgáremos á nosotros mismos , no habrá Dios
- 175 -

de juzgarnos en el último dia : Si nosmetipsos dijudicare-


mus , non utique judicaremur à Domino . Amen .

PLATICA XX.

EL ESPÍRITU SANTO . EL ALMA EN ESTADO DE GRACIA .

Charitas Dei diffusa est in


cordibus nostris , per Spiritum
sanctum , qui datus est nobis .
Ad Rom. v , 5 .

En el primer artículo del Símbolo os hablé , hijos mios ,


de la Persona del Padre y de las obras de la creacion ;
en los seis siguientes traté de la Persona del Hijo y de las
obras de nuestra redencion ; en este octavo me toca dis-
currir sobre la Persona del Espíritu santo y las obras de
nuestra santificacion . Entramos en una materia oscura ,

misteriosa , y muy superior á nuestro entendimiento ;


pero yo la trataré con toda la claridad posible , limitán-
dome á las doctrinas mas esenciales y precisas .
Todos los dias teneis en los labios la Persona del Es-
píritu santo la teneis cuando al santiguaros decís : En
nombre del Padre , y del Hijo , y del Espíritu santo : la te-
neis todas las veces que rezando el santísimo rosario con-
cluís sus decenas diciendo : Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu santo . Pero ¿ entendeis vosotros lo que
es este Espíritu santo que á cada momento nombrais ?
Soy de parecer que si yo os preguntase á cada uno en
particular ¿ qué es el Espíritu santo ? pocos sabriais que
contestarme .
El Espíritu santo , pues , es la tercera Persona de la
santísima Trinidad , realmente distinta del Padre y del

Hijo de quienes procede : igual en todo al Padre y al


176 -

Hijo que la espiran ; Dios único con el Padre y con el


Hijo , de quienes personalmente se distingue . Muchas
cosas he dicho en pocas palabras ; para que las entendais ,
os las expondré ahora por separado y con mas distin-
cion .
He dicho en primer lugar , que el Espíritu santo es la
tercera Persona de la santísima Trinidad . Así como á la

primera conviene el nombre de Padre , y á la segunda le


es propio el nombre de Hijo ; así la tercera se distingue
con el nombre de Espíritu santo . Mas ¿ porqué , me di–
réis vosotros , se dá particularmente el nombre de Espí-
ritu santo á la tercera Persona ? ¿ El Padre no es tambien
espíritu y santo ? ¿ El Hijo no es igualmente espíritu y
santo ? ¿ Porqué , pues , se atribuye como propio el nom-
bre de Espíritu santo á la tercera Persona , pudiéndose
igualmente atribuir y conviniendo á las otras dos ? Esto
nace , dice santo Tomás ( 1 ) , de que la tercera Persona
procede del Padre y del Hijo por espiracion , ó sea por
via de amor y voluntad ; y como no se encuentra un
nombre propio para expresar esta procedencia , nos es
preciso expresarla con el nombre comun de Espíritu
santo .

El modo con que el Espíritu santo procede del Padre


y del Hijo , es lo que mas debeis entender ; porque en
esto consiste la distincion de esta tercera Persona de las
otras dos . Ya he dicho que procede por via de espira-
cion , de amor , de voluntad . Así como el Padre cono-
ciéndose ab æterno á sí mismo y sus infinitas perfecciones ,
con este conocimiento engendra al Hijo ; así el Padre y
el Hijo amándose mútuamente á sí mismos , con este re-
cíproco amor espiran ab æterno al Espíritu santo .

(1) D. Thom. 1 part. quæst. 36, art. 1 .


177

Advertid , pero , que aunque el Espíritu santo proce-


de del Padre y del Hijo , es Dios como ellos , porque
tiene la misma naturaleza divina ; igual á ellos en poder ,
en dignidad , en perfeccion , en todo . No importa que
nombrando las tres Personas divinas siempre pongamos

al Espíritu santo en el último lugar ; esto no indica que


sea inferior , dependiente , ni desigual : se hace única-
mente porque así lo exige el órden de procesiones .
Ya sabeis que aunque las tres Personas divinas sean
un solo Dios , y que lo que hace la una fuera de sí lo
hacen tambien las otras ; esto no obstante , unas obras se

atribuyen al Padre , otras al Hijo , otras al Espíritu santo .


Al Padre se le atribuye la creacion , porque es obra del
poder ; al Hijo la redencion , porque es obra de sabidu-
ría ; al Es
píritu santo la santificacio , porque es obra de
n
amor . Por manera que todo lo que contrib
uye á la san-
tificacion de nuestras almas , como el temor de la justicia
divina , el odio del pecado , la esperan
za del perdon , el
amor de la virtud , la caridad , la gracia , las virtude ,
s
todo , todo es obra del Espíritu santo . Por esto decia san
Pablo , que la caridad y gracia de Dios se han derram
ado
en nuestros corazone por el Espíritu santo que se nos
s
ha dado : Charitas Dei diffusa est in cordibus nostris per
Spiritum sanctum qui datus est nobis .
Para que comprendais mejor los admirables efectos
que el Espíritu santo produce en nosotros , os pondré á
la vista la gran felicidad de una alma , que despues de
haber sido esclava del pecado , se reconcilia con Dios y
vive en estado de gracia . Asunto interesante , hijos mios ,
que al paso que os manifestará los inestimables frutos

del Espíritu divino , os estimulará á buscar la gracia de


Dios por medio de la penitencia .

T. I. -12
178

Me parece , hijos mios , estar oyendo á una alma pe-


cadora , que viéndose privada de la gracia de Dios , des-
amparada del Espíritu santo , despojada de los méritos
que poseia antes que cayese en la culpa , se lamenta de
su desgracia , y exclama cual otro Job : Quis mihi tribuat,
ut sim juxta dies pristinos ? ¿ quién me concediera volver
á los dias de mi inocencia , á aquel tiempo dichoso en
que , viviendo en gracia de Dios , me veia favorecida del
Espíritu santo , rica de méritos y rodeada de mis buenas
obras como una madre de sus caros hijos ? ¡ Ah dias feli–
ces , cómo habeis pasado ! ¿ Volveréis , dias venturosos ,
volveréis ?...
Consuélate , alma afligida , consuélate ; pues está en
tu mano , ayudada de la divina gracia , volver al estado
feliz en que te hallabas antes que cayeses en pecado . Al-
gunas lágrimas , una humilde confesion , una sincera pe-
nitencia de tal modo te renovarán , que no solo revivirán
tus buenas obras , no solo recobrarás tus pasados mé-
ritos , sino que el Espíritu santo de tal suerte te limpia-
rá , que ninguna señal te quedará de tus pasadas culpas ;
de tal suerte te restituirá tu primera inocencia , que ni
tan solo se conocerá hayas sido pecadora ; de tal suerte
te volverá las joyas de sus dones , que quizá quedarás
mas rica , mas bella , mas amable de lo que eras antes .
¿ Lo crees ?... Voy á manifestarlo con la Escritura santa .
El hijo pródigo vuelve arrepentido á là casa de su pa-
dre , se arrodilla á sus piés y confiesa humildemente su
culpa . Padre , le dice , he pecado contra el cielo y contra
vos : yo no soy digno de ser llamado hijo vuestro , ni
tengo valor para suplicaros que me reconozcais por tal ;
solo os pido que me recibais en vuestra casa en clase de
criado . Viendo el piadoso padre el arrepentimiento del
hijo , ¿ qué hace ? ¿ qué dice ? ¿ qué responde ? Citò ,
-- 179

dice á sus criados , proferte stolam primam , et induite


illum traed al momento sus primeros vestidos , y po-
-
nédselos . Pero , buen viejo , ¿ qué vestidos son esos
que mandais traer ? ¿ son los que el hijo se llevó cuando
huyó de vuestra casa ? mirad que están tan estropeados
que no pueden servir . —No son esos , responde el buen
padre , los vestidos que yo pido ; sino aquellos que él
llevaba cuando vivia en mi casa , en mi obediencia , en
mi amor. Vengan luego esos vestidos , y pónganse inme-
diatamente á mi hijo : Ciò proferte stolam primam , et
induite illum.

¿Lo entiendes , cristiano pecador , lo entiendes ?...


Este hijo pródigo fuiste tú cuando por el pecado huiste
de tu Padre celestial ; este vestido primero era la gra-
cia , la inocencia , el candor que tenia tu alma antes que
pecases ; pero si tú vuelves arrepentido á la casa de es-
te buen padre ; si tú te arrodillas á sus piés en un con-
fesonario ; si tú le confiesas sínceramente tu culpa , vien-
do él tu dolor y humildad , ¿ qué hará ? ¿ qué dirá ? Cilò,
dirá á los ángeles , que son sus criados , proferte stolam
primam , et induite illum : traed al punto aquel vestido de
gracia é inocencia que llevaba este mi hijo antes que me
ofendiese , y ponédselo .
¿ Cuál será tu dicha , hijo mio , cuando los ángeles á
porfía te irán vistiendo aquel ropaje glorioso , tejido con
hilos de caridad y hermoseado de varias virtudes , in
vestitu deaurato , circumdata varietate ? ¿ cuál tu contento ,
cuando otra vez te veas adornado con aquel vestido de
pureza que llevabas en los dias de tu inocencia ? ¡ Oh !
¡ con cuánta razon podrás decir á los ángeles lo que
aquella mujer del evangelio decia á sus amigas : Con-
gratulamini mihi , quia inveni drachmam quam perdide-
ram : dadme el parabien , pues he recobrado la joya que
- 180 -

habia perdido ! lo que habia perdido por el pecado , lo


he hallado por la penitencia ; la hermosura que me ha-
bia quitado la culpa , me la ha restituido la gracia : con-
gratulamini mihi , dadme la enhorabuena………
..
Sí que la mereces , alma feliz ; pues se cumple en ti
lo que el Señor tenia mandado en el capítulo veinte y
uno del Éxodo . Si compras un esclavo hebreo , decia á
su pueblo , te servirá siete años , y pasados estos le de-
jarás libre . Con el vestido que habrá entrado en tu casa ,
con él saldrá . Si tenia mujer , la mujer saldrá tambien
libre con él . Si durante los siete años de esclavitud le

nacen hijos , estos serán del señor ; pero él quedará libre


con todo lo demás .
Hijos mios muy amados , pecando mortalmente cais-
teis en la mas lamentable esclavitud del demonio ; pero
si volveis á Dios por la penitencia , él os dará libertad ;
por manera que saldréis de la esclavitud con todo lo que
teniais cuando entrasteis en ella y aunque los hijos que
os han nacido durante el cautiverio quedan del demonio ,
quiero decir , aunque las buenas obras hechas en pecado
no os servirán de nada ; no obstante todo el bien que
hicisteis antes , revivirá por la penitencia y recobraréis
todos los méritos que teniais . ¿ Y esto , carísimos , no os
excita , no os mueve á dejar el pecado y á convertiros
á Dios ? Si no lo haceis , bien lo deberiais hacer .
¿Y cómo será posible que no lo hagais , si reflexionais
que junto con las obras buenas recobrariais tambien to-
das las virtudes ? Gracia y virtudes , dice santo Tomás ,
van siempre inseparablemente unidas . Así como una rei-
na va siempre acompañada de camaristas que la sirven ;
así como el sol está siempre rodeado de planetas que
le obsequian ; así como una corona imperial está siem-
pre circunvalada de hermosos diamantes que la ador-
181

nan ; del mismo modo la gracia santificante va siempre


acompañada de las virtudes , que como camaristas la
sirven , como planetas la obsequian , como diamantes la
adornan. Cuando ella entra en una alma por la peniten-
cia , entra tambien el hermoso y variado coro de las
virtudes entra la castidad con su fisonomía angelical y
embelesadora ; entra la modestia con su aspecto tímido
y verecundo ; entra la humildad con su genio pacífico y
suave ; entra la fortaleza con su humor marcial y guer-
rero ; entra la justicia con su carácter recto é inflexible ;
entra la prudencia con su cara anciana y venerable ; to-
das , dice el angélico Doctor , todas las virtudes entran
en el alma por la penitencia : Per pænitentiam omnes vir-
tutes restituuntur.

¡ Oh qué hermosa queda el alma adornada con estas


nuevas galas ! ¡ qué bella se presenta otra vez á la vista
del Señor ! Es como una esposa en el dia que se presen-
ta á su esposo , tan jovencita , tan amable , tan hermosa ,
que Jesucristo , esposo celestial , pregunta como admirado :
Quæ est ista , quæ ascendit de deserto ? ¿ quién es esa cria-
tura que sube del desierto de la culpa tan hermosa y
amable ? Y el alma ¿ qué responde ? Verecunda y medio
sonrojada , dice : ¿ qué os admirais , esposo mio , de mi
hermosura , sabiendo que ella es obra toda vuestra ? Si
vos no hubieseis bajado tan ensangrentado de la cruz , yo
no subiria tan bella del desierto de mi culpa : si yo no
me hubiese bañado en vuestra sangre divina , no me
presentaria hermosa como soy : vuestra sangre , Jesus
mio , vuestra sangre aplicada sobre mí en la confesion ,
es la que ha purificado mi vida , posuit immaculatam vi-
tam meam . --Fieles mios , si este tierno coloquio entre
Jesucristo y el alma convertida no os excita á la conver-

sion , casi no sé que mas deciros .


182 -

Os diré por último con santo Tomás , que á veces el


alma convertida se levanta de su pecado con un amor de
Dios mas perfecto que el que tenia antes de ofenderle ,
y que en consecuencia el Señor la eleva á un grado mas
alto de santidad , y la admite á un trato mas familiar y
amistoso , que el que le permitia cuando era inocente .
Vedlo sino en san Pedro . Dijo Jesus en la última cena en
presencia de todos los apóstoles : uno de vosotros me
venderá . San Pedro deseaba saber quien seria el traidor ;
pero no atreviéndose á preguntarlo él mismo , se valió de
san Juan. Después de su pecado vió un dia que san Juan
seguia á Jesus , y entonces sin reparo alguno le pregun-
ta : Domine , hic autem quid? ¿ Qué es eso , buen Apóstol ?
Cuando eras inocente no te atrevias á hacer preguntas
á Jesucristo , ¿y ahora que has pecado , osas ? Es , dice el
cardenal Cayetano , que los convertidos entran á veces
en una comunicacion con Dios mas íntima y franca que
la que tenian antes de su culpa ; y aun llegan frecuente-
mente á ser mas queridos del Señor , que aquellos que
nunca le ofendieron.
Observad como en la Escritura santa los hijos segun-
dos se vén casi siempre preferidos á los primogénitos .
Primogénito era Cain ; pero mas favorecido de Dios fué
Abel primogénito era Ismael ; pero mas estimado fué
Isaac : primogénito era Esaú ; pero mas querido fué Jacob .
Notad que , segun la doctrina de los santos Padres , los
primogénitos representan los inocentes , á quienes á veces
el Señor prefiere los hijos segundos , es decir los que han
sido grandes pecadores . En efecto , cuando Jesucristo
trató de dar un príncipe á su Iglesia , no eligió para es-
te cargo á Juan , hombre inocentísimo ; sino á Pedro que
habia sido un perjuro : cuando quiso formar un apóstol
que llevara su nombre por todas las naciones , no echó
183 ―

mano de Santiago , hombre que nunca habia cometido


culpa grave ; sino de Pablo que habia sido un gran
blasfemo y aun insigne perseguidor de su Iglesia .
Todas estas reflexiones os hacen ver , hijos mios , la

gran dicha á que aun podriais llegar , si una vez os re-


solvieseis á dejar el pecado y convertiros sinceramente á
Dios . Yo sé que muchos de vosotros sois pecadores , no
por malicia , sino por fragilidad ; no por gusto de ofen-
der á Dios , sino por no saber resistir á las pasiones ; no
enamorados del vicio , sino miserablemente engañados
del demonio . Yo sé que muchos vais pasando los años
en vicios y pecados , no porque esteis contentos en
vuestra vida mala , sino porque viéndoos tan grandes
pecadores , os parece imposible que el Señor os admita
otra vez á su divino amor . Pero , alentaos , amados hijos ;
cobrad ánimo , hijos amados ; pues si quereis , no solo
podeis salir de vuestro infeliz estado , sino que podeis
llegar á conseguir grandes virtudes , á ser grandes san-
tos y muy estimados del Señor . Dios no espera sino
que os resolvais para daros la mano y ayudaros á subir
al cielo . Resolveos , pues , y experimentaréis la felicidad
de que goza una alma en estado de gracia . Amen .

PLATICA XXI.

LA IGLESIA CATÓLICA .

Vocati estis in societatem Je-


su Christi Domini nostri. Ad
Corint. 1, 9.

Despues de habérsenos hablado en el octavo artículo


del Espíritu santo , en este nono pasa á hablarnos de
la Iglesia , cuya autoridad reconocemos diciendo : Creo
184 -

la Iglesia católica . Este artículo , hijos mios , es en algun


sentido el mas importante de todos ; porque de él de-
pende la fé de todos los demás : por manera que sin au-
toridad de la Iglesia , podriamos negar las Escrituras , el
Evangelio y el Símbolo mismo . La razon es , porque
aunque el Símbolo , el Evangelio y las santas Escrituras
sean reveladas por Dios , á nosotros no nos constaria que
lo fuesen , si no hubiese la autoridad infalible de la Iglesia
que nos lo propone y asegura.
Supongo que ya sabeis que por este nombre Iglesia
no se entienden estos edificios materiales destinados á los

actos de religion y de culto ; sino que se entiende una


sociedad , un cuerpo , una reunion de personas , en la
cual se halla la verdadera fé , el verdadero culto de Dios ,
la verdadera religion , y fuera de la cual no puede haber
salvacion para nadie . Esta congregacion de personas no
es la de los mahometanos , judíos ni protestantes ; sino
la de aquellos que profesan la fé de Jesucristo , la fé ca-
tólica romana , en cuyo gremio por la misericordia de
Dios nosotros hemos nacido . Que nuestra Iglesia católica
romana sea la única verdadera , con exclusion de cual-
quier otra , se conoce desde luego con solo reflexionar ,
que de ella y no de otra alguna se verifican las notas ó
señales que el Espíritu santo nos ha dado para distinguir
la verdadera Iglesia de todas las sectas ó falsas religio-
nes . De estas notas ó señales os hablaré despues .
Nuestra Iglesia puede considerarse de dos modos : de
un modo general y mas vago , y de un modo particular
y limitado . Considerada en el modo mas general , es la
union de todos los fieles llamados al conocimiento del

verdadero Dios , y que componen un solo cuerpo místi-


co del cual Jesucristo es gefe y cabeza . En este sentido
la Iglesia comprende no solo los fieles que viven sobre
- 185 -

la tierra , sino tambien los que están en el otro mundo y


partieron allá en estado de gracia . Por esto se distingue
en tres Iglesias , ó mejor dicho , en tres partes de una
misma Iglesia , que son , la Iglesia triunfante , la Iglesia
purgante y la Iglesia militante . La triunfante es aquella
porcion de fieles que reinan con Jesucristo en el cielo ;
la purgante es la porcion de aquellos fieles que están
detenidos en la cárcel del purgatorio hasta lograr una
perfecta expiacion de sus pecados , y la militante es
la porcion de fieles que viven sobre la tierra , expuestos
á los combates de los enemigos de su salvacion y toda-
vía inciertos de su eterna suerte . Estas tres Iglesias son ,
como ya he insinuado , tres partes de una sola y misma
Iglesia ; porque todas tienen una misma cabeza , que es
Jesucristo .
La Iglesia , considerada en particular , no es otra co-
sa que la misma Iglesia militante , aquella que al presen-
te milita sobre la tierra , á saber , la congregacion de
todos los fieles bautizados , que viviendo bajo la obedien-
cia de legítimos pastores , participando de los mismos
sacramentos , profesando la misma fé , forman un solo
cuerpo moral , del cual Jesucristo es cabeza invisible y
el Pontífice romano cabeza visible . De esta Iglesia mili-
tante se habla señaladamente en el Símbolo , cuando se
dice : Creo la santa Iglesia católica : y de esta tengo áni-
mo de hablaros hoy , explicándoos cual es su constitu-
cion , cuales sus prerogativas , cuales sus notas ó carac-
téres. De lo que podréis deducir , cuanta es nuestra
dicha en ser miembros de esta Iglesia , y cuanta la obli-
gacion de corresponder á Dios por habernos llamado , sin
mérito alguno de nuestra parte , á esta congregacion
santa .
186

Aunque de lo dicho podeis conocer quien pertenece y


quien no á la Iglesia , quiero hacéroslo mas manifiesto
para que entendais bien cual es la forma que Jesucristo
le ha dado . Tres cosas nos son indispensables para ser
miembros de la Iglesia : el bautismo , la profesion de la
fé , y la subordinacion á los legítimos pastores .

En primer lugar es necesario el bautismo ; porque él


es la puerta por donde se entra á la Iglesia y el sacra-
mento que nos incorpora á ella . Por falta del bautismo
están fuera de la Iglesia los infieles , es decir , los judíos ,
los mahometanos y los idólatras .
Se requiere en segundo lugar la profesion de la fé .
Profesion de fé quiere decir , una firme adhesion de
entendimiento y de corazon á las verdades que la Iglesia
nos propone , sin rechazar ninguna por incomprensible
que sea , por contradictoria que parezca . Por falta de es-
ta profesion están fuera de la Iglesia los herejes y los
apóstatas : los herejes , porque rehusan obstinadamente
creer algunos puntos de la doctrina católica ; los apósta–
tas , porque renuncian totalmente á Jesucristo y á su
religion . Aunque estos hayan recibido el bautismo , están
fuera de la Iglesia , porque ellos mismos se han separado
con su voluntaria infidelidad .

Es necesario , por último , la sumision y obediencia á


los legítimos pastores ; porque Jesucristo instituyendo la
Iglesia , la dió la forma de una sociedad bien ordenada ,
en la cual ha de haber órden , sujecion y dependencia
de unos á otros ; debiendo los unos mandar , los otros
obedecer ; tocando á unos instruir , á otros aprender y
callar . De lo que resulta , que quien quiere vivir inde-
pendiente y rehusa obedecer , rompe con lo restante del
cuerpo , y cesa de pertenecer á la Iglesia . Tales son los
cismáticos , que desprecian la autoridad de la Iglesia y
187

de sus pastores , y niegan la obediencia al romano Pon-


tífice , que es la piedra fundamental y el centro de la
unidad católica .
¿Y los pecadores pertenecen á la Iglesia ? Mientras sus
pecados no sean de aquellos que ó destruyen la fé , como
la herejía ; ó rompen el vínculo de la unidad católica , co-
mo el cisma ; ó llevan excomunion , como la muerte de un
clérigo , y otros ; todos los demás , de cualquier especie
que sean , no les quitan el ser miembros de la Iglesia.
Pero son miembros muertos , notadlo bien , miembros
privados de todas las influencias vitales que Jesucristo
derrama incesantemente sobre su Iglesia ; miembros que
no participan de los méritos , gracias y bienes espiritua-
les que con tanta abundancia circulan en ella . ¡ No es esta
pequeña desgracia !
Vista la esencia de la Iglesia , vosotros desearéis , hi-
jos mios , que os indique sus prerogativas . Muchas son
estas ; pero yo me limitaré á dos que son las principa-
les , á saber : infalibilidad y perpetuidad . Infalibilidad
quiere decir , que la Iglesia no puede errar en cuanto nos
enseña ó nos manda , y que es imposible nos enseñe co-
sa que sea falsa y que nos mande cosa que sea mala ,
porque Jesucristo la tiene hecha la promesa mas formal
de estar siempre con ella , dirigirla é iluminarla para que
nunca yerre . De aquí nace la rigurosa obligacion que
tenemos de ser dóciles á sus preceptos , de sujetar á ella
nuestra fé ; creyendo cuanto ella nos propone , y practi-
cando cuanto ella nos manda .
Esto no quiere decir , que nuestra fé esté exclusivamen-
te apoyada en la autoridad de la Iglesia , esto no ; porque
nuestra fé estriba toda en Dios solo y en su palabra in-
falible ; no obstante la Iglesia es el medio seguro de que
Dios se sirve para hacernos saber cuales son las cosas
- 488

que él ha revelado , y cuales no . Por esto , cuando se


os pregunta , porqué creeis que en Dios hay tres Perso-
nas ; que Jesucristo tiene dos naturalezas ; que la Euca-
ristía contiene realmente el cuerpo de Jesucristo , etc .:
lo creo así , respondeis , porque Dios lo ha revelado . Si
despues os preguntan como sabeis que Dios lo ha reve-
lado ; vosotros respondeis : porque la Iglesia , maestro
infalible de la verdad , me lo enseña . ¿ Veis ? Por medio
de la Iglesia sabeis que Dios ha revelado una cosa ; pero
esta cosa la creeis , porque la ha revelado Dios .
La otra prerogativa de la Iglesia es la perpetuidad .
Perpetuidad quiere decir , que la Iglesia nunca perecerá ;
que siempre triunfará de sus perseguidores por bravos
y poderosos que sean ; que sobrevivirá á todas las per-
secuciones y durará hasta el fin del mundo . La razon de
esto es la promesa que Jesucristo la tiene hecha de de-

fenderla siempre , y no permitir jamás que el infierno


prevalezca contra ella . ¡ Cuán manifiesto y palpable es
el cumplimiento de esta promesa ! Diez y ocho siglos ha
que la Iglesia está fundada . En el curso de estos años
han desaparecido muchas dinastías , han perdido hasta el
nombre muchos reinos , hanse hundido grandes imperios
y se ha cambiado muchas veces la faz del mundo . ¿ Y la
Iglesia ? La Iglesia continua firme y estable .
En el curso de estos años la Iglesia , cuando mas cuan-
do menos , ha sido objeto de una persecucion contínua :
la han perseguido los tiranos con sus espadas , los he-
rejes con sus argumentos , los sofistas con sus plumas ,
los libertinos con sus malas doctrinas ; pero ella les ha
visto desaparecer sucesivamente , les ha visto caer en el
infierno uno despues de otro , sin desplomarse , sin hun-
dirse , sin conmoverse siquiera . ¿ Puede haber prueba
mas clara de que ella es obra de Dios ? Yo no sé como
- 489

los incrédulos que gustan tanto de cosas claras y palpa-


bles , no saben ver esta , que llegarian á ver hasta los
mismos ciegos .

Pasemos ya á discutir el punto principal de la mate-


ria , á saber , si nuestra Iglesia es la Iglesia verdadera ,
la sola que puede conducirnos á la salvacion . No igno-
rais que en el mundo hay muchas sectas , religiones ó
iglesias que cada cual se gloría de ser la verdadera ; y
que así como nosotros tenemos por verdadera la católica
romana , el judío tiene por verdadera la suya , el maho-
metano la suya , el protestante la suya , y cuantos secta-
rios hay la suya .
¿ Es posible que todas sean igualmente buenas , igual-
mente conducentes para la eterna salvacion ? No , hijos ,
no iglesias que tienen doctrinas tan contrarias , máxi-
mas tan opuestas , cultos tan diferentes , no pueden ser
todas verdaderas , no pueden conducir todas á la salva-
cion eterna fuerza es que entre tantas haya una verda-
dera , y que todas las demás sean falsas , espúreas y
diabólicas .
¿Y cómo podrémos discernir entre tantas iglesias cuál
sea la verdadera ? No es muy difícil , hijos mios ; pues
el Señor se ha dignado distinguirla con caractéres tan
claros , que el mas ignorante puede conocerla . El Sím-
bolo de los Apóstoles nos señala cuatro , diciéndonos que
la Iglesia de Jesucristo es una , santa , católica y apostóli–
ca : et unam , sanctam , catholicam et apostolicam Eccle-
siam . Examinemos en particular estos cuatro caractéres ,
y verémos que conviniendo solo á la Iglesia romana ,
ella es la única verdadera con exclusion de todas las
otras .

El primer carácter esencial de la Iglesia verdadera es


la unidad , que vale tanto como decir , que una Iglesia
- 190-

no puede ser verdadera , si los individuos que la com-


ponen no están unidos entre sí , de modo que formen
una sola sociedad . ¿ Sabeis porqué ? porque la union y
concordia es el distintivo de las obras de Dios ; así como

la discordia y la division es el distintivo de las obras del


demonio . Ahora bien , este carácter de unidad conviene
admirablemente á nuestra Iglesia ; porque todos los que
la componen , aunque separados por distancia de luga-
res , por diversidad de climas , guardan entre sí la con-
formidad mas perfecta , teniendo todos una misma fé ,
unos mismos sacramentos , una misma cabeza .
Una misma fé ; porque lo que se cree en España , se
cree en Portugal , en Francia , en Italia y donde quiera
que haya católicos . Por todo se reza el mismo Símbolo ,
por todo se enseñan los mismos dogmas , por todo se
profesa la misma fé . Unos mismos sacramentos ; porque
en todo lugar los católicos piensan lo mismo acerca su
número y esencia , en todo lugar son igualmente admi-
nistrados y recibidos , en todo lugar el mismo bautismo ,
la misma confirmacion , la misma Eucaristía , etc. Una
misma cabeza ; porque todos los fieles del mundo reco-
nocen á un mismo gefe visible , que es el romano Pon-
tífice ; y todas las Iglesias particulares comunican con la
Iglesia de Roma que es la madre de todas .
El segundo carácter de la verdadera Iglesia es la san-
tidad ; porque siendo Dios santísimo en todas sus obras ,
como dice el Profeta , sanctus in omnibus operibus suis ;
la Iglesia , que es obra suya , debe necesariamente parti-
cipar de la santidad de su autor .
¿ Y quién no vé cuán justamente se atribuye á nues-
tra Iglesia el título de santa ? Ella es santa en su autor ,
que es Jesucristo ; santa en sus dogmas , que se refieren
todos al culto y conocimiento del verdadero Dios ; santa
191 -

en su moral , que tiende á santificar á todo el mundo ;


santa en sus leyes y preceptos , que hacen santos á los
que fielmente los observan ; santa , en fin , en muchos
de sus miembros , que llevan una vida del todo conforme
á las santas máximas del Evangelio . No importa que en-
tre los mismos católicos haya muchos pecadores y vi-
ciosos ; por esto no deja de ser santa la Iglesia . Así co-
mo una madre buena y piadosa puede tener hijos dís-
colos y perversos , sin que los vicios de estos rebajen en
nada su bondad ; así la Iglesia sin perder un ápice de su
santidad , puede tener discípulos perversos y malvados .
Si son perversos , lo son por su malicia , lo son porque
se apartan de las doctrinas de esta buena madre y tan
lejos está ella de aprobar su conducta , que la reprueba
altamente , la llora con lágrimas , y tantea todos los me-
dios para reducirles al buen camino .
El tercer carácter de la verdadera Iglesia es la cato-
licidad , es decir , que la Iglesia verdadera debe ser uni-
versal ; porque las Escrituras nos la representan bajo la
figura de un gran reino que se extiende por todas las
partes del universo .

Este carácter , hijos mios , es tan propio de nuestra


Iglesia , que sus mismos enemigos no se atreven á negár-
selo ; pues siempre que hablan de ella la señalan con el
nombre de católica . Y en efecto , ella no está circunscri-
ta á un solo lugar , á una sola provincia , á un solo rei-
no , como las sectas de los mahometanos , judíos y pro-
testantes ; sino que se extiende del norte al mediodía ,
de oriente á poniente . No solo vive en aquellos reinos
que la profesan por ley de Estado ; sino que vive en
medio de los protestantes , vive entre los turcos , vive
entre los salvajes de la América , del Asia y del África ;
pues en todas partes se encuentran católicos unidos en-
192

tre sí , unidos con el vínculo de la misma fé y con la


participacion de los mismos sacramentos .
El último carácter de la verdadera Iglesia es que sea
apostólica , esto es , fundada por los apóstoles , y descen-
diente de ellos en cuanto á la sucesion de ministros y en

cuanto á la propagacion de doctrinas ; todo lo que se


verifica exactamente en nuestra Iglesia . En primer lugar ,
la sucesion de ministros viene de los apóstoles , y de
ellos ha pasado á nosotros sin interrupcion alguna . Des-
de Pio IX , que actualmente reina , podeis subir de gra-
do en grado hasta san Pedro que fué el primer papa de
la Iglesia ; como igualmente recorriendo la serie de los
obispos católicos , hallaréis la raiz en algun apóstol que
consagró al primero , este consagró á otro , y así sucesi-
vamente hasta llegar á los que actualmente tenemos .
Con la sucesion del sacerdocio , se ha conservado
inalterable la misma doctrina de los apóstoles hasta no-
sotros . Lo mismo que se enseña ahora , se enseñaba en-
tonces ; no se creia entonces ningun artículo que no se
crea ahora . Prueba tan sencilla como convincente de que
nuestra Iglesia es la misma que fundó Jesucristo.
Héos aquí , hijos mios , como los cuatro caractéres se-
ñalados por el Espíritu santo , para reconocer la Iglesia
verdadera , convienen perfectamente á la nuestra . ¡ Cuán-
tas gracias debemos dar á Dios por habernos hecho hijos
de esta Iglesia ! Pero advertid , que de nada nos serviria
ser hijos de una Iglesia santa , si nosotros fuésemos mal-
vados . ¿ Habeis observado en los campos que junto con
el trigo crece la mala yerba ? Pero aguardad : llega el
tiempo de la siega , se separa el grano de la mala semi-
lla ; aquel se coloca en el troje , y esta se echa al fuego .
Al presente todos crecemos juntos en el campo de la Igle-
sia , buenos y malos ; pero vendrá el tiempo de las cuen-
- 493

tas generales , y entonces se hará la separacion debida de


unos y otros los buenos al cielo á gozar eternamente
con Dios ; los malos al infierno á arder eternamente con
los demonios . Haga Dios que no os toque esta última
suerte . Amen.

PLATICA XXII.

LA COMUNION DE LOS SANTOS . - EFECTOS DEL PECADO EN EL ALMA .

Particeps ego sum omnium ti-


mentium te , et custodientium
mandata tua. Psalm. 118, 63.

El artículo nono del Símbolo consta de dos partes en-


tre sí muy conexas : la primera trata de la Iglesia , de
la que os hablé en la pasada instruccion ; la segunda
trata de la comunion de los santos , de la cual debo ha-
blaros hoy . Estas dos partes , como veis , van íntima-
mente unidas , y la una lleva consigo la otra ; porque si
la Iglesia es un cuerpo compuesto de muchos miembros
bajo una misma cabeza , es consiguiente que estos miem-
bros tengan entre sí una comunicacion recíproca de bie-
nes , como la tienen todos los miembros de cualquiera
sociedad y esta comunicacion de bienes es la que lla-
mamos comunion de los santos .

No se habla aquí , hijos mios , de aquella comunica-


cion exterior que hay entre nosotros mediante la profe-
sion de una misma fé , la participacion de unos mismos
sacramentos y la subordinacion á los mismos pastores ,
no ; se habla de una comunicacion interior é invisible ,
por la cual participamos de todos los bienes espirituales
que hay en la Iglesia , como son los méritos infinitos de
Jesucristo , el fruto de los sacramentos , del sacrificio del
T. I. -13
194

altar , de las indulgencias , oraciones , virtudes y demás


obras buenas así públicas como privadas que hacen los
verdaderos fieles . De suerte que por el presente artículo
confesamos creer , que todo el bien público y privado
que se hace en la Iglesia , redunda en provecho de to-
dos sus miembros , por el mútuo comercio que la cari-
dad establece entre ellos .
De consiguiente , no creais que esta comunicacion de
bienes solo la tengamos con aquellos fieles que son nues-
tros conocidos , parientes , recomendados , ó que se
juntan con nosotros para practicar el bien ; la tenemos
con cuantos fieles hay diseminados por todo el mundo ,
aunque estén separados de nosotros por distancias in-
mensas . Ellos no saben nada de nosotros , ni nosotros
tenemos noticia de ellos ; con todo en virtud de la comu-
nion de los santos ellos participan del bien que nosotros
hacemos , y nosotros participamos del bien que ellos .
practican . Los sacramentos que se administran en la
América , los sacrificios que se ofrecen en el Asia , las
oraciones que se hacen en el África , los ayunos , limos-
nas , actos de humildad , de paciencia , de amor de Dios
que practican tantas almas justas que jamás hemos co-
nocido ; todo , hijos mios , todo son riquezas para noso-
tros , porque de todo participamos , conforme al testi-
monio del real Profeta : Particeps ego sum omnium timen-
tium te , et custodientium mandata tua .
Debo empero advertiros
advertiros ,, que esta doctrina tiene sus
límites y excepciones : porque no todos los fieles parti-
cipan indistintamente de los bienes espirituales de la
Iglesia ; sino solamente aquellos en cuyo corazon reinan
la caridad , la justicia y la gracia santificante . Por esto
la tal participacion se llama comunion de los santos ; por-
que no gozan de ella sino los santos , esto es , los que
195

están en gracia de Dios . Los pecadores quedan exclui-


dos de ella ; porque privados como están de la gracia ,
son incapaces de gozarla . ¿ Pero no son miembros de
la Iglesia ? — Sí lo son ; pero miembros muertos que no
pueden recibir el influjo vital que anima y vivifica los
demás miembros ; así como una mano muerta , aunque
unida al cuerpo , queda privada del sentido y movimien-
to de que gozan los miembros sanos . Esta sola reflexion

deberia bastaros , hijos mios , para procurar vivir siem–


pre en gracia de Dios , á fin de poder tener parte en el
tesoro comun de la Iglesia .
Este tesoro comun ni los mismos justos lo participan
igualmente y en el mismo grado , sino quien mas , quien
menos , conforme á la disposicion de cada cual , y á
proporcion de lo que se aplica á hacer buenas obras .
Sucede en esto lo mismo que en los contratos de com-
pañía que hacen los comerciantes , en los cuales no se
reparte la ganancia á todos los socios por iguales partes ,
sino á proporcion del capital que ha puesto cada uno :
quien ha puesto mas , percibe mas ; quien ha puesto me-
nos , percibe menos . Así , si vosotros poneis pocas buenas
obras en el fondo de la Iglesia , poco os tocará en la re-
particion ; si contribuís con muchas , mayor será vuestra
ganancia . Esto os lo advierto , para que trabajeis por el
tesoro comun de la Iglesia lo mas que podais , y no seais
como aquellos que quieren vivir á costa de los otros.
Pero lo que sobre todo debeis procurar , es estar libres
de toda culpa mortal ; porque una sola que tengais , os
excluye de la comunion de los santos , y os hace incapaces
de tener parte en los bienes comunes de la Iglesia . ¿ Qué
digo ? Es el pecado de una naturaleza tan maligna , que
no solo priva al alma del bien espiritual de los otros ;
sino que la despoja de todo el bien que ella misma ha
196 -

hecho ; esteriliza y vuelve en parte inútil todo el bien


que hace , y aun la indispone para hacer en adelante
bien alguno , que sea meritorio para el cielo . Esto quiero
manifestaros hoy , para que comprendais los tristes
efectos que el pecado mortal produce en el alma .

El primer efecto que el pecado produce en el alma es ,


despojarla del mérito de todas las obras buenas que ha
hecho viviendo en gracia de Dios . Una alma que ha-
biendo vivido algun tiempo en gracia de Dios cae en pe-
cado , es semejante á un navío cargado de muchas ri-
quezas , el cual habiendo hecho felizmente una parte de
su viaje , el dia menos pensado es embestido en medio
del mar de una recia tormenta , y echado á fondo , ó es-
trellado contra una roca la tripulacion se pierde sin re-
medio , las riquezas desaparecen , todo el trabajo hecho
para adquirirlas queda inútil en un instante.
Hay diez , quince , veinte ó mas años que una perso-
na viviendo en gracia de Dios frecuenta sacramentos ,
reza muchas oraciones y practica todas las virtudes que
buenamente puede . ¡ Qué cúmulo de méritos , qué abun-
dancia de riquezas celestiales ha adquirido en este tiem-
po ! Mas el dia que ella consiente en un solo pecado mor-
tal , pierde todos estos méritos , queda privada de todas
estas riquezas , sin que absolutamente le quede nada .
Haya ella hecho mas penitencias que los antiguos her-
mitaños y anacoretas ; haya dado á los pobres todos sus
bienes ; haya convertido mas almas que los apóstoles ;
haya amado tanto á Dios como le amó Maria santísima ...
¡ cosa admirable , pero cierta ! todos estos méritos que-
dan borrados por un solo pecado mortal . ¿ Qué pensais
haber hecho , pues , hijos mios , cuando cometisteis el
pecado ? Yo lo diré por vosotros : de un golpe arrojas-
197

teis al mar todas las riquezas espirituales que habiais


llevado de muy lejos ; de una sola plumada borrasteis
todos los méritos que teniais escritos en el libro de la
vida ; con un solo paso desandasteis todo el camino que
habiais hecho para llegar al cielo . ¿ Es posible podais
escuchar tan triste verdad , sin sentiros impulsados á
correr á los piés de un confesor ?
¡ Oh , cómo puedo yo repetir sobre vosotros lo que
Jeremías llorando decia sobre la arruinada Jerusalen :
Manum suam misit hostis ad omnia desiderabilia ejus ! El
demonio vuestro enemigo se ha apoderado de cuanto te-
niais de mas apreciable : se ha apoderado de los ayunos ,
limosnas , penitencias , confesiones y comuniones que
habiais hecho viviendo en gracia ; se ha apoderado de
los méritos , virtudes y obras buenas que con tanta fati-
ga habiais juntado ; de todo , de todo se ha apoderado
este cruel enemigo , manum suam misit hostis . ¿ Dónde
están los méritos adquiridos en diez , veinte , treinta ó
mas años ? ¡ Ah ! el demonio es dueño de todo . ‫ فنا‬De to-
do ?... ¿ Y aquellas comuniones que con tanto fervor hi-
cisteis en vuestra niñez ; y aquellas devociones que con
tanta piedad practicasteis en la mocedad ; y tantos actos
de caridad , paciencia , humildad , etc. que ejercitasteis
antes de caer en pecado , tambien han caido en poder
del demonio ? Sí , sí ; tambien han caido : manum suam
misit hostis . ¡ Infelices pecadores ! Si antes no hubieseis
hecho tanto bien para el cielo , seria menos lamentable
vuestra desgracia ; pero haber hecho tanto bien , haber
reunido un caudal tan hermoso de méritos , y ahora ver-
le todo en poder del enemigo... ¡ oh ! esto es triste , esto
es desgarrador .
No solo , hijos mios , el pecado despoja al hombre de
todo el bien espiritual que ha hecho ; sino que inutiliza
-- 198

todo el bien que hace , dejándolo sin mérito ni valor


para el cielo . Supongamos que uno haya cometido un
pecado mortal en el primer dia del año , y que con este
pecado ha llegado al último dia del mes de diciembre
sin quitarlo ni con una contricion perfecta , ni con una
buena confesion . Supongamos que durante este año él
ha hecho gran número de obras buenas ; que no solo ha
hecho una buena obra cada dia , no solo una en cada
hora , sino una en cada minuto : ¿ sabeis cuántas obras
buenas ha hecho ? Quinientas veinte y cinco mil nueve-
cientas sesenta . Y de todas estas buenas obras ¿ cuántas
habrá que le sean recompensadas en el cielo ? Ni una ,
fieles , ni una ...

¡ Oh , qué pasmados os quedaréis , pecadores mios ,


cuando en el tribunal de Dios veréis que se deja sin
premio á vuestras buenas obras , y que se las considera
de ningun valor ! Vosotros presentaréis allá vuestras li-
mosnas , ayunos y oraciones ; y diréis al Señor lo que
le decian los judíos : Quare jejunavimus , et non aspexisti?
¿ Porqué , Señor , porqué dejais sin premio nuestras
buenas obras ? Hemos ayunado : ¿ porqué no premiais
nuestros ayunos ? quare. Hemos rogado : ¿ porqué no
recompensais nuestras oraciones ? quare . Hemos socor-
rido al pobre : ¿ porqué no coronais nuestras limosnas ?
quare... ¿ Y qué os responderá el Señor ? Lo mismo que
respondió á los judíos : Ecce in die jejunii vestri invenitur
voluntas vestra: habeis ayunado , es cierto : habeis reza-
do , no lo niego : habeis hecho limosnas, no cabe duda :
pero como todas estas cosas las habeis hecho en estado
de culpa , haciendo mas vuestra voluntad que la mia, no
teneis derecho á pedirme premio alguno , ni yo tengo
obligacion de dároslo .
¡ Si supierais , hijos mios , la lástima que me haceis
1.99

cuando os veo practicar el bien y hacer muchas obras ,


que si no fuese el pecado , podrian seros de un gran
mérito delante de Dios ! Porque , vaya : aunque pecado-
res , vosotros no dejais de rezar el rosario todos los dias ,
no dejais de oir misa todas las fiestas , no dejais de ejer-
citar muchos actos buenos así en público como en par-
ticular . ¿ Y no es una lástima , que tanto bien haya de
quedar sin premio , sin corona en el cielo ? Pensadlo ,
pensadlo... Yo sospecho que con esas obras buenas que
haceis , dais al demonio mucho que reir y le haceis di-
vertir grandemente . Así parece insinuarlo Jeremías , cuan-
do bajo la figura de la destruida Jerusalen dice del alma
pecadora : Viéronla sus enemigos , y se mofaron de sus
fiestas : viderunt eam hostes , et deriserunt sabbata ejus .
Sí , sí el demonio se burla de vuestras devociones ex-
teriores , de vuestras prácticas piadosas , que os han
quedado como tristes restos de vuestra pasada virtud :
las vé cuando las ejercitais , viderunt eam hostes ; pero se
rie , se mofa de ellas , et deriserunt sabbata ejus ; porque
sabe que son infructuosas para el cielo , indignas de la
menor recompensa .
No solo el pecado hace infructuoso todo el bien que
practica el hombre ; sino que además de esto le indispo-
ne para hacer en adelante cosa alguna que sea meritoria
para el cielo . ¿ Cuántas veces Dios rico en misericordias
le convida á la conversion y le llama á los sacramentos ,
ya por sus inspiraciones secretas , ya por la voz sensible
de sus ministros ? ¿ Y qué le responde el miserable ? Co-
mo el convidado del Evangelio responde redondamente y
sin rodeos : Non possum venire, no puedo venir . —¡ Có-
mo no puedes ! ¿ y porqué ? -Non possum , absoluta-
mente no puedo : quisiera , debiera ; pero no puedo . -
Explícate . Me explicaré : uxorem duxi , estoy despo-
- 200 ·

sado con la culpa , y esta me tiene atado con ligaduras


tan amables , que no me permite venir .
Llega Navidad , llega Pentecostés , llega la fiesta de
la Asuncion de la Vírgen : la Iglesia publica indulgen-
cias , abre los confesonarios , prepara á sus hijos el con-
vite eucarístico , y los excita á comparecer . Muchos , en
efecto , comparecen y se aprovechan . Y tú , alma peca-
dora , ¿ cómo no compareces ? - Non possum , quisiera ,
debiera ; pero no puedo . Viene la cuaresma : la Igle-
sia no solo convida , sino que manda severamente á to-
dos sus hijos presentarse á la confesion y comunion pas-
cual . ¿Comparecerás ahora , pecador mio ? - Non pos-
sum , quisiera , debiera ; pero ¿ cómo podré dejar la
culpa mi querida esposa ? -¿ Veis , hijos mios , veis
como el pecado indispone al hombre para obrar el bien?
Tambien puedo yo decir lo que el ángel dijo á Tobías :
que los que cometen el pecado , son los peores enemi-
gos de su alma : Qui faciunt peccatum , hostes sunt animæ
suæ. ¿ Y qué enemigo mas cruel contra el alma , que el
pecador mismo ? ¡ Ah , inhumano ! Si tú no quieres tener
consideracion alguna á la injuria que haces á Dios ; si la
sangre de Jesucristo no hace impresion en tu espíritu ;
si no quieres tener piedad de tu ángel custodio á quien
entristeces con tus pecados... ténla á lo menos de ti mis-
mo , ténla de tu pobre alma : miserere animæ tuæ . Tú la
has despojado de cuanto ella habia hecho para el cielo ,
¡ qué barbaridad ! tú inutilizas todo el bien que actual-
mente hace , ¡ qué tiranía ! tú la indispones para el bien
que pudiera hacer en adelante , ¡ qué furor ! Miserere
animæ tuæ , tén una vez compasion de tu pobre alma, y
reparando con una síncera penitencia los enormes daños
que la has hecho , trátala de hoy en adelante con mas
consideracion ; y nunca olvides que es criada para gozar
de Dios en el cielo . Amen .
201

PLATICA XXIII.

LA REMISION DE LOS PECADOS . -BENEFICIO DE LA SANTA CONFESION .

Accipite Spiritum sanctum :


quorum remiseritis peccata, re-
mittuntureis: et quorum retinue-
ritis, retenta sunt. Joan. xx , 23 .

Inmediatamente despues del artículo que mira á la


Iglesia y á la comunion de los santos, colocaron los Após-
toles el artículo que trata de la remision de los pecados ,
para que entendamos que esta solamente se halla en la
Iglesia católica , y que fuera de ella es imposible encon-
trarla . A fin de que vosotros tengais un cabal conocimiento
de este artículo , conviene tomar la cosa por sus funda-
mentos .
Es evidente , hijos mios , que el poder de perdonar
los pecados no puede proceder sino de Dios . Siendo Dios
el ofendido , á él solo pertenece conceder la potestad de
perdonar en su nombre . Antes que Jesucristo viniese al
mundo , ningun hombre tuvo tal facultad , ni en tiempo
de la ley natural , ni en tiempo de la ley escrita . Hubo
entonces patriarcas santísimos , profetas llenos del espí-
ritu de Dios , hombres insignes en piedad ; pero no se
lee que á ninguno de ellos confiriese Dios la facultad de
perdonar los pecados . Esta facultad estaba reservada á
la Iglesia de Jesucristo .
Jesucristo fué el primero que la ejerció sobre la tier-
ra , perdonando á la Magdalena , á la adúltera y á otros
que leemos en el Evangelio ; mas debiendo él partir pa-
ra el cielo , la dejó á su Iglesia con aquellas famosas pa-
labras que dijo á los apóstoles y á sus sucesores : Recibid
202

el Espíritu santo ; serán perdonados en el cielo los pecados


á aquellos á quienes vosotros los perdonáreis en la tierra :
serán retenidos á aquellos á quienes vosotros los retuviereis .
Los obispos , pues , y los sacerdotes son aquellos á quie-
nes Dios ha conferido el poder de perdonar . Ellos no son
propiamente mas que ministros é instrumentos de que
Dios se sirve para un tal efecto ; pero su palabra no so-
lo tiene virtud de declarar el perdon de los pecados , si-
no de perdonarlos efectivamente ; y por esto cuando ab-
suelven á un penitente no le dicen : Declaro que Dios te
perdona ; sino , Yo te perdono : ego te absolvo .
Esta potestad de perdonar los pecados la dió el Señor
á su Iglesia sin límites ni restricciones ; por manera que
puede ella perdonarlos aunque sean muchos en número
y enormes en malicia . Digo aunque sean muchos en nú-
mero; porque Jesucristo preguntado por san Pedro , cuan-
tas veces debia perdonar á quien peca , él no le prescri-
bió ni término , ni número , ni medida ; sino que le dijo :
le perdonarás tantas cuantas veces se presentare dis-
puesto . Digo aunque sean enormes en malicia ; porque
Jesucristo no limitó la facultad á esta ó á aquella especie
de pecados ; sino que la extendió á todas indistintamen-
te , quodcumque solveritis ; por manera que no es posible
concebir un pecado tan monstruoso , al cual no se ex-
tienda el poder de la Iglesia . De ahí es , que cuando en
el Evangelio se dice , que hay algunos pecados que no
se perdonan ni en este mundo ni en el otro , esto no se
debe entender en todo rigor , como si ellos fuesen de su
naturaleza imperdonables ; sino que es muy difícil obte-
ner el perdon de ellos , no por defecto de potestad en la
Iglesia , sino por la mala disposicion de quien los co-
mete .
¡ Qué confianza , hijos mios , debe inspiraros esta ver-
203

dad de fé que profesais en el presente artículo cuando


decís : Creo la remision de los pecados : credo remissionem
peccatorum ! Si á alguno de vosotros le sucediese el ser
tentado de desesperacion en vista de sus grandes peca-
dos , diga luego en su corazon : Creo la remision de los
pecados . Pero mis pecados son enormes , son innume-
rables por el número , son excesivos por la malicia . —-
No importa ; Creo la remision de los pecados . Pero me
han sido perdonados muchas veces , muchísimas , y siem-
pre los he repetido . -No importa ; Creo la remision de
los pecados . La fé nos asegura que la Iglesia tiene po-
der para perdonarnos siempre que recurramos al sacra-
mento de la penitencia , instituido para este fin .
Notad empero , hijos mios , que este poder de la Igle-
sia queda sin efecto , cuando el penitente no lleva las
disposiciones que Dios exige . Yo quisiera que reflexio-
nasen bien esto algunos cristianos poco instruidos , quie-
nes se figuran que todo el valor de la confesion consiste
en la absolucion del sacerdote ; resultando de ahí , que
mientras puedan quedar absueltos , ya tienen por segu-
ro el perdon de sus pecados . Que lo entiendan de una
vez. No es la sola absolucion la que produce el perdon
de las culpas ; sino la absolucion unida con las buenas
disposiciones del penitente : si estas faltan , la absolu-
cion de nada sirve .
¿ Y cuáles son las disposiciones que Dios exige para
perdonarnos los pecados ? En esto , fieles mios , es don-
de debeis admirar y bendecir la infinita misericordia de
Dios . No exige ayunos severísimos , no disciplinas de
sangre , no largas peregrinaciones ; sino un síncero do-

lor de las culpas cometidas , un buen propósito de no


cometerlas mas , y la lijera vergüenza de manifestarlas
al sacerdote en la confesion . ¿ Podia Dios concederos el
204

perdon con pactos mas suaves ? ¿Podia Jesucristo insti-


tuir un tribunal mas benigno que el de la penitencia ?
Sin embargo jó ingratitud humana ! lejos de darle mil
gracias por haber instituido la confesion como medio
muy fácil para conseguir el perdon de las culpas , mu-
chos la mirais con horror , la reputais por un suplicio
insoportable . Para desvanecer vuestras preocupaciones
sobre la confesion , voy á haceros evidente el gran be-
neficio que Jesucristo nos hizo instituyéndola .

Una de las cosas que mas admiro , es ese horror que


algunos teneis á la santa confesion . En vez de bendecir
mil veces á Jesucristo por haberla instituido ; en vez de
aprovecharos de este medio tan suave para alcanzar la
remision de vuestros pecados ; al contrario , le teneis
una cierta aversion , y la mirais con la mala cara que
un reo mira el suplicio . Pero decidme : ¿ podia Jesucris-
to instituir un tribunal mas benigno ? ¿ podia establecer
un juicio mas suave ? ¿ podia nombrar unos jueces mas
acomodados á nuestra flaqueza ?
Su Padre celestial le habia dado la potestad de juz-
garnos , como dice san Juan : omne judicium dedit Filio .
¿ Qué hizo el amable Salvador viéndose revestido de es-
ta potestad ? La trasladó á los sacerdotes , para que sien-

do el juez y el reo de la misma condicion , se entendie-


sen mejor los dos , y el juicio resultase mas benigno y
misericordioso . ¡ Ah ! Me parece que el divino Padre ,
viendo que Jesucristo confiaba la confesion á los hom-
bres , habria podido decirle : ¿Qué haces , Hijo mio , qué
haces ? Yo te he dado la potestad de perdonar mis inju-
rias y ofensas ; porque estoy cierto de tu rectitud y jus-
ticia ; porque no dudo de que mirarás por mi gloria y
honor . Pero ¿ qué haces tú ? Apenas has recibido esta
205

potestad , la trasladas y confias al hombre pecador . ¿ Qué


quieres que haga aquel sacerdote con el pecador que
vaya á postrarse á sus piés ? Es claro lo que hará ; acor-
dándose de que él es pecador tambien , le tratará con la
misma benignidad y dulzura que quisiera él ser tratado .
Siendo pecador el juez igualmente que el reo, ¿ qué han
de hacer sino entenderse los dos , y procurar componer

la cosa del mejor modo que sea posible ? -¡O miseri-


cordia inefable de Jesus ! ¿ quién es el ingrato que no te
bendice ? ¡ O santa confesion ! ¿ quién es el inhumano que
te aborrece ?

¿ Sabeis , hijos mios , lo que costó á Jesucristo la san-


ta confesion ? ¿ Sabeis lo que le costaron aquellas tres
palabras Ego te absolvo , que el sacerdote pronuncia so-
bre vosotros cuando confesais ? ¿ Lo sabeis ?…
.. Le costa-
ron setenta y dos espinas que traspasaron su sacratísima
cabeza : le costaron cinco mil azotes que descargaron
sobre sus delicadísimas espaldas : le costaron tres horri-
bles clavos que le tuvieron seis horas pendiente de una
cruz le costaron hasta la última gota de su sangre y la
misma vida . Estas cosas le costaron á Jesucristo las tres

palabras de la absolucion . ¿ Y vosotros tendréis por car-


ga insoportable el haberos de confesar para ser absuel-
tos ? ¡Qué ingratitud !
Yo quisiera que consideraseis una vez la gran dife-
rencia que hay entre este tribunal de Jesucristo y los
tribunales de los hombres . En los tribunales humanos á

la confesion del reo suele seguir inmediatamente el cas-


tigo ; y el acusado que llega á confesar los delitos que
se le imputan , pronuncia contra sí mismo la sentencia
de condenacion . Pero en la confesion quien se acusa ,
evade la pena ; quien confiesa el delito , por lo mismo
queda declarado inocente , y se le despacha al punto sin
- 206 -
1
mas que una lijera penitencia . Comparad , os suplico ,
el trato diferente que se da á los reos en el tribunal de
Dios y en el de los hombres ; y quejaos despues , si te-
neis valor , de haberos de sujetar al de la confesion . Pa-
ra que podais hacer su comparacion con mas exactitud,
poned á vuestra vista lo que sucedió al ladron llamado a

Dimas , conforme nos lo refiere el Evangelio .


Se le forma causa á Dimas en el tribunal del juez Pi-
latos ; se le acusa de ladron , homicida y malhechor , y
despues de varias preguntas é indagaciones confiesa el
infeliz que son verdaderos los crímenes que se le impu-
tan . ¿Y qué sucede? Que Pilatos , oida su confesion , le
condena al punto á morir clavado en una cruz . Puesto en
la cruz en compañía de Jesucristo , le confiesa los mis-
mos delitos . Señor , le dice , memento mei , acordaos de
mí pecador indignísimo : soy un ladron , soy un asesino,
que tengo bien merecida la pena que paso . ¿ Y qué re-
sulta de esta confesion? Que Jesucristo le responde al
instante : hodie mecum eris in paradiso : consuélate , que-
das perdonado , hoy mismo estarás en el paraiso en mi
compañía . ¡ O santa confesion hecha en el tribunal de
Jesucristo , de cuánta eficacia eres para alcanzar el per- J

don ! —¡Y aun vosotros , fieles , la mirais de reojo ! ¡ y


aun os causa cierto horror ! ¡ y aun la huís lo mas que e
podeis ! ¿ Cabe mayor locura ? a
Me gustaria saber qué es lo que encontrais repugnante
en la confesion . - Es , me diréis , el haber de manifes-
tar nuestras miserias á un hombre . -¿Eso ?... ¡ Fortu-
na , pues , que Jesucristo no nombró á los ángeles para
confesores , fortuna ! ... Porque si manifestar nuestras
miserias á un hombre os repugna tanto , creo que pri- ra
mero os dejariais matar que manifestarlas á un ángel . Yo
comprendo que el confesar las propias flaquezas á un
207

hombre no deja de ser un acto bastante humillante y


vergonzoso ; pero tambien seria razon comprendieseis
vosotros , que aquel hombre que escucha vuestros peca-
dos , es un pecador como vosotros mismos y quizás ma-
yor ; una criatura compuesta del mismo barro , que en
nada se distingue de vosotros sino en el carácter . ¿ Qué
pensais dice el confesor en su corazon cuando oye
vuestros pecados ? Lo que Jesucristo dijo en la últi–
ma cena indicando al traidor que le habia de vender :
qui intingit mecum manum in paropside , hic me tradet : es-
te penitente , piensa el confesor , dice que ha tenido odio
al prójimo ; yo tambien he sido dominado de esto mismo
muchas veces , intingit mecum manum : dice que ha mur-

murado de sus hermanos ; yo tambien he sido reo de


murmuracion , intingit mecum manum : dice que se ha
dejado llevar de sus pasiones ; yo tambien tengo las mias ,
y si no he cometido sus excesos , gracias á que Dios me
ha muy particularmente asistido , qui intingit mecum ma-
num . Esto piensa , hijos mios , no pocas veces el confesor
oyendo vuestros pecados .
A mas de que , vosotros abultais un poco la confusion
que causa el decir las propias faltas á un hombre ; la
pintais mayor de lo que es ; pues san Cipriano asegura ,
que una confesion humilde mas bien es un honor que
una infamia . ¿ Quién ha tenido jamás por infame á David ,
porque ciento y mas veces confesó sus caidas en aque-
llos salmos , que sabia habian de ser cantados en todas
las iglesias del mundo ? ¿ Quién ha tenido por infame á
san Agustin , porque compuso un libro entero de sus
culpas , á fin de que supiesen todos los hombres cuan
gran pecador habia sido ? ¿ Quién ha tenido por infame
al emperador Teodosio , porque confesó publicamente á
san Ambrosio la culpa y la excomunion incurridas por
208

la horrible matanza hecha en Tesalónica ? Cuando voso-


tros oís referir estas confesiones de hombres tan grandes ,
es cierto que no las teneis por actos viles é infames ; si-
no por hechos heroicos y dignos del mas grande honor.
¡ Y luego os quejaréis de haber de decir vuestros peca-
dos en la confesion !...

Si estas reflexiones no acaban de quitaros el horror


que teneis á este sacramento instituido por Jesucristo ,
escuchad otra que tal vez os tocará el corazon . Yo llamo
vuestra atencion sobre aquella mañana en que , yendo á
confesar bien dispuestos , merecisteis ser absueltos . ¿ Có-
mo ibais ? ibais tristes , afligidos , agobiados de un mal-
estar en el corazon el mas insoportable . ¿ Cómo volvis-
teis ? volvisteis contentos , alegres , llenos de satisfaccion .
¿ Cómo ibais ? ibais espantados , confusos , con la frente cu-
bierta de sudor por la angustia . ¿ Cómo volvisteis ? volvis-
teis consolados , gozosos , como que vuestros amigos os lo
conocieron en la cara . ¿ Cómo ibais ? con una opresion de
alma que jamás habeis sentido mayor . ¿ Cómo volvisteis ?
con una tranquilidad de espíritu que jamás habeis expe-
rimentado igual . ¿ No es así ? Tanto lo es , que si la con-
fesion de las culpas no fuese un precepto divino , voso-
tros mismos debierais buscarla por vuestra propia con-
veniencia y bienestar .

A mas de esto , Jesucristo ha elegido tales ministros de


la confesion , para que podais conseguirla sin la menor difi-
cultad . ¿ Porqué pensais entregó él las llaves del cielo á los
hombres y no á los ángeles ? No las entregó á los ángeles ,
porque estando ellos por naturaleza muy separados de no-
sotros , dificilmente los hubiéramos hallado para que nos
le abriesen : las entregó á los hombres, porque viviendo
ellos en medio de nosotros , podemos hallarlos á cada pa-
so y se nos hacen encontradizos sin buscarlos . Entrad en
209

las iglesias los dias festivos y muchos que no lo son , á


toda hora veréis confesores que os esperan : id por las
calles y plazas ; hallaréis confesores con tanta frecuencia ,
que muchos se quejan de que haya tantos , bien que yo
me lamento de que haya tan pocos . Este encuentro con-
tínuo de confesores ¿ no es , hijos mios , un ofrecimiento
tácito que se os hace de la absolucion ? Y si vosotros re-
husándola morís en vuestra impenitencia , ¿ no lo ten-
dréis bien merecido ?
Escuchad esta reflexion , y concluiré . Sitió Josué la
ciudad de Jericó , no circuyéndola con su ejército , no
arruinándola con máquinas ; sino disponiendo que los
sacerdotes por espacio de seis dias diesen una vuelta al
rededor de ella , tocando las trompetas que tenian cos-
tumbre de tocar en tiempos de jubileo y de perdon ;
quarum in jubilæo erat usus . Al son de estas subian los
sitiados sobre los muros , reian á carcajadas de Josué
y sus sacerdotes , se burlaban de un tal arte de po-
ner sitios . Pero ¿ qué sucedió ? que el séptimo dia al
sonido de las trompetas sacerdotales cayeron los muros
de la ciudad , entró el ejército sitiador y degolló á todo
viviente . ¿ A quién dará Jericó la culpa de su ruina ?
Tiene á la mano el perdon , y lo rehusa : los sacerdotes
le ofrecen la paz , y la desprecia : vuelven á ofrecérsela ,
y se burla del ofrecimiento . Si despues con matanza hor-
renda queda destruida , que vaya á buscar quien la com-
padezca.
Hijos mios , Dios os ofrece el perdon , y vosotros lo
rehusais os señala la confesion como medio para recon-
ciliaros con él , y vosotros la despreciais : los sacerdotes
os convidan á la paz , y vosotros os burlais de ellos . Si
despues una muerte repentina os coge en el pecado , ¿ de
quién será la culpa ? ¿ de quién os quejaréis ? Quiera Dios
T. I. 14
210

que la confesion que despreciais al presente , no os haga


falta algun dia . Amen .

PLATICA XXIV.

LA RESURRECCION DE LA CARNE .

Scio quod Redemptor meus


vivit, et in novissimo die de ter-
ra surrecturus sum , et in car-
ne mea videbo Deum meum.
Job. XIX , 25.

Así como en el artículo décimo , explicado en el do-


mingo pasado , se nos propone creer la espiritual re-
surreccion del alma , mediante la remision de los pecados,
así en el undécimo , que debo explicar hoy , se nos en-
seña la resurreccion material de nuestros cuerpos , me-
diante el sonido de la última trompeta , como dice san
Pablo in novissima tuba . Esta resurreccion de nuestros

cuerpos nos la enseña el presente artículo con estas pa-


labras , creo la resurreccion de la carne , carnis resur-
rectionem ; las cuales palabras quieren decir , que nues-
tro cuerpo separado del alma por la muerte , y reducido
á polvo por la corrupcion , recobrará en el último dia
su primera forma , y uniéndose de nuevo con el alma ,
volverá á vivir.
Conviene , hijos mios , atender bien á las palabras con
que está redactado el presente artículo , porque de ellas
se deduce una importantísima verdad . ¿ Porqué decimos ,
creo la resurreccion de la carne , y no decimos , creo la re-
surreccion del hombre ? Ningun inconveniente habria en
decir esto ; y si lo dijésemos hablaríamos con toda pro-
piedad no obstante los apóstoles nos han enseñado á
decir la resurreccion de la carne , para que no creyésemos
--- 211

que todo hombre muere en cuanto al alma y en cuanto


al cuerpo . El hombre tiene dos sustancias : la una comun
con las bestias , que es la carne : la otra comun con los
ángeles , que es el alma . Lo que muere es el cuerpo ; el
alma no muere , ni puede morir , porque de su naturale-
za es inmortal. Así que , confesando nosotros expresa-
mente la resurreccion de la carne , venimos tácitamente á
confesar que el alma es inmortal y no tiene necesidad de
resurreccion .
Bien sé que los nuevos materialistas nos hacen el ho-
nor de decir , que tenemos una alma ni mas ni menos
que la de los borricos , la cual en la muerte se disipa y
desvanece . Que ellos tengan alma de jumento no me cos-
taria mucho el concederlo , puesto que viven , piensan y
obran como los jumentos ; pero que no vengan á decir-
me que yo tengo alma de borrico , porque á pesar de
toda su sabiduría jamás me convencerán . Yo siento que
mi alma está dotada de razon , entendimiento y libertad :
los jumentos no tienen libertad , entendimiento ni razon.
Yo conozco el bien y el mal , elijo libremente lo uno ó
lo otro , siento remordimientos cuando hago una accion
mala , y experimento placer cuando practico una accion
virtuosa : los borricos ni sienten remordimientos , ni
tienen eleccion , ni distinguen entre acciones buenas ó
malas . Yo observo que mis deseos no pueden quedar
satisfechos con todos los bienes de la tierra , y de esto
me resulta una inclinacion invencible á otra vida mas
feliz y dichosa : las bestias no se cuidan de otra vida , y
mientras lo de aquí les vaya bien , no apetecen mas .
Todas estas reflexiones , dejando á parte lo que nos dice
la fé , muestran claramente , que tenemos una alma in-
material , inmortal , que durará eternamente y no está
sujeta á morir .
- 212

Mas no solo el alma vive y vivirá inmortal ; sino que


el mismo cuerpo resucitará inmortal un dia , y volvien-
do á tomar su primera forma , vida y movimiento , vi-
virá eternamente unido con el alma . En esto consiste
aquella resurreccion de la carne , de la cual se nos habla
en el presente artículo , y que será la materia importante
de la instruccion de hoy .

Ninguna dificultad debeis tener , fieles mios , en creer


la resurreccion de nuestros cuerpos en el último dia del
mundo ; porque á mas de enseñárnosla claramente la fé ,
nos la persuade la misma razón . Dios mismo fué quien
con sus propias manos amasó el cuerpo de Adan , quien
lo animó con el soplo de su boca , quien le infundió el
alma . ¿Es creible que Dios deje perecer para siempre el
trabajo de sus manos , la obra maestra de su poder , el
depositario de su divino espíritu ? No.
Su justicia está empeñada en que resuciten nuestros
cuerpos ; pues habiendo ellos cooperado con el alma al
bien ó al mal , es justo que participen del premio ó de
la pena correspondiente á la parte que en ello habrán
tenido . ¿ No es el cuerpo el que se mancomuna con el
alma para cometer los pecados de impureza , hurto , in-
temperancia , murmuracion , etc. ? Es , pues , muy jus-
to , que sienta algun dia la pena de estos delitos . ¿ No es
el cuerpo el que sufre el rigor del ayuno , la fatiga de la
oracion , el cansancio de la vigilia , la mortificacion de
los sentidos y la represion de las pasiones ? Es , pues ,
muy puesto en razon , que logre algun dia la recom-
pensa de sus trabajos . ¿ Y cómo pudiera lograrla , si no
resucitase ?

A mas de que , el alma sin la compañía del cuerpo no


pudiera quedar enteramente premiada , habiendo sido
213

buena ; ni suficientemente castigada , habiendo sido ma-


la . No quedaria siendo buena enteramente premiada ;
porque su bienaventuranza no seria completa mientras
no pudiese hacer participante de su felicidad á su anti-
guo compañero , al cual conserva un amor y propension
innatos no quedaria siendo mala suficientemente casti-
gada ; porque su pena no seria cabal mientras no tuvie-
se en su compañía al cómplice de sus delitos , al cual
mantiene ella un odio y aversion indecibles .
Estas razones unidas á lo que nos enseña la fé , no de-
ben dejarnos la menor duda sobre la resurreccion de la
carne. Pero ¿‫ فا‬de qué modo se hará la tal resurreccion ?
A esta pregunta contesta san Pablo , diciendo : que se
hará en un instante , en un cerrar y abrir de ojos : in
momento , in ictu oculi . En tocando el reloj del cielo la
última hora del mundo , resonarán por los cuatro ángu-
los de la tierra las trompetas angélicas , que anunciarán
á todos los muertos haber llegado el momento de resu-
citar . Al sonido de estas voces se levantarán todos los
hijos de Adan , y se pondrán de pié animados , vivientes
é incorruptibles : canet enim tuba , et mortui resurgent in-
corrupti.
No creais , hijos mios , que hayamos de resucitar con
cuerpos diferentes de los que ahora tenemos , no ; por-
que si así fuese , no seria una resurreccion verdadera ,

sino una nueva produccion . Cada uno de nosotros vol-


verá á tomar la misma , la mismísima carne que habrá
tenido en esta vida , los mismos ojos , las mismas ma-
nos , los mismos miembros ; porque , como os decia , la
justicia de Dios exige , que el mismo cuerpo que sirvió
al alma de instrumento para hacer las obras buenas ó
malas , sea participante con ella del mismo premio ó
castigo . Esta doctrina bien aplicada puede serviros mu-
214 -

cho , ya para animaros á practicar el bien , ya para con-


teneros de obrar el mal . Cuando el cuerpo os pide pla-
ceres ilícitos , debeis decirle : aguarda , que ahora no es
tiempo de placeres , sino de mortificaciones ; cuando ha-
yas resucitado no te faltarán placeres , y mas puros y
satisfactorios que los presentes. Cuando se cansa de re-
sistir á las pasiones y se queja del yugo de la ley de
Dios , debeis decirle : anímate , que ya llegará el tiempo
del descanso ; en el cielo gozarás eternamente el premio
de tus trabajos y fatigas . ¡ Oh , qué impresiones tan san-
tas harian estas reflexiones en vosotros , si supierais ha-
cerlas oportunamente cuando las circunstancias lo exi-
gen ! Yo sé de cuanto ellas me han servido en mas de
una ocasion ...

Pero ¿ cómo será posible que vuelvan á su antigua


forma unos cuerpos convertidos en polvo y ceniza ?
Héos aquí una dificultad que tiempo ha retuerce y ator-
menta el entendimiento de los pobres incrédulos , sin
que hasta ahora hayan podido atinar , como podrá Dios
hacerlo cuando trate de resucitar nuestros cuerpos . Ya
se vé , si Dios tuviese un poder tan escaso como escaso
tienen ellos el talento , algo difícil le fuera reunir polvos
dispersos por los cuatro elementos , y darles nueva vida .
Pero descansen los incrédulos sobre el particular , pues

cuando al Señor le plazca resucitarnos , ya tomará sus


providencias y sabrá como ha de hacerlo . - Pero noso-
tros , dicen , no sabemos concebir esta renovacion pro-
digiosa de nuestros cuerpos . ¿ Y qué importa que no
lo sepan ? Esto no prueba sino que han estudiado poco . Yo
comprendo muy bien , que siendo Dios omnipotente , para
él no puede haber cosa imposible ni difícil ; que habien-
do tenido bastante poder para criarnos de la nada , mu-
cho mas lo tendrá para reunir nuestras cenizas , y rea-
215 -

nimar una materia ya existente ; que sabiendo resucitar


las yerbas y las flores en cada primavera , haciéndolas
salir de la tierra donde estaban sepultadas , tambien sa-
brá cumplir su palabra y resucitar el mundo entero . Es-
tas cosas me parecen muy sencillas , y si los incrédulos
no llegan á entenderlas , es preciso confesar que tienen
muy poca capacidad .
Aquí , hijos mios , conviene notar una cosa . Aunque
sea cierto que á cada uno deba restituírsele su propio
cuerpo , no debeis creer que se le restituya con aquellas
imperfecciones y monstruosidades que tal vez tuvo en
esta vida . La resurreccion será obra de Dios ; y como
todas las obras de Dios son perfectas , él corregirá todos
los defectos naturales , dando al cuerpo aquella total in-
tegridad que tenia en su primera creacion . Por la misma
razon , él corregirá los defectos de la edad , volviéndo-
nos el cuerpo , no cual fué en la niñez , ni cual fué en
edad decrépita y avanzada , sino en la edad florida de
treinta y tres años , que es la edad en que murió Jesu-
cristo , como dice san Pablo , in mensuram ætatis pleni-
tudinis Christi.

Esta resurreccion , que en sustancia será la misma pa-


ra todos , no será la misma en calidad . Los cuerpos re-
sucitarán muy diferentes segun será diferente la condi-
cion de las almas que deberán animarlos ; de las cuales
unas bajarán de las delicias del cielo , y otras subirán de
los tormentos del infierno . ¡ Oh qué cuerpos tan dife-
rentes encontrarán las unas y las otras ! Las que bajarán
del cielo , encontrarán sus cuerpos tan hermosos , tan
resplandecientes , que serán una viva imágen del cuerpo
glorioso de Jesucristo , como dice san Pablo : Reformabit
corpus humilitatis nostræ , configuratum corpori claritatis
suæ. Las que subirán del infierno , encontrarán sus cuer-
- 216 --

pos tan disformes , tan horribles , que serán una viva


pintura del demonio .
Los cuerpos de los justos serán revestidos de cuatro

dotes admirables : de la impasibilidad , por la cual esta-


rán libres de toda incomodidad , dolor y alteracion ; de la
claridad , por la cual estarán luminosos y resplandecien-
tes como el sol , conforme lo asegura el mismo Jesucris-
to : Tunc justi fulgebunt sicut sol in regno Patris eorum ;
de la agilidad , por la cual vendrán á ser tan lijeros ,
que sin cansancio alguno podrán trasladarse de un lugar
á otro en un instante , como si fuesen puros espíritus ;
de la sutileza , por la cual , sin dejar de ser cuerpos ,
podrán penetrar las sustancias mas sólidas , al modo que
Jesucristo penetró la piedra que cerraba su sepulcro , y
entró á puertas cerradas en el Cenáculo . Al contrario ,
los cuerpos de los condenados tendrán cuatro calidades
enteramente opuestas á las que acabo de describir ; pues
serán en extremo atormentados , inmobles , horribles ,
trasformados en monstruos espantosos . Basta deciros que
son cuerpos de almas condenadas .
Inferid de aquí , hijos mios , cuan contrarias serán las
impresiones que hará en las almas justas y en las almas
pecadoras la vista de sus propios cuerpos . Mirará á su
cuerpo el alma justa , y ¡ oh qué contento será el suyo
al verle tan ágil , tan resplandeciente , tan bello , des-
pues de haberlo dejado tan macilento y consumido en
la muerte ! Entonces abrazándose tiernamente , bendeci-
rán juntos los pocos dias de penitencia pasados en este
destierro , que tanta dicha les merecieron . Mirará el al–
ma condenada á su cuerpo , y ¡ oh qué rabia , oh qué
desesperacion será la suya al verse precisada á entrar
en un cuerpo tan horrible y asqueroso , y á estar en él
eternamente encarcelada ! ¿Es posible , exclamará , es
- 217

posible que yo haya de estar por una eternidad encer-


.
rada dentro ese saco de corrupcion ? ¡ Cuerpo maldito ! ……
¿y eres tú por quien yo estoy condenada ? ¿ eres tú por
i Malditos gustos , cuán caros me
quien ofendí á Dios ? ¡
costaréis ! ¡ Ah ! Si me fuese dado volver á vivir contigo
en el mundo , ¡ qué trato tan diferente te daria ! Te en-
frenaria como un bruto... te oprimiria con disciplinas y
cilicios... te mataria con ayunos y penitencias . ¡ Maldito
cuerpo !... ¡ que por complacerte me vea yo condenada !……
Hijos mios , es cierto que nosotros recobrarémos un
dia este mismo cuerpo que al presente tenemos ; pero
¿ en qué estado lo hallarémos ? Si deseais saberlo , ob-
servad como le tratais al presente ; porque san Pablo
asegura , que al último dia recogerémos lo que en vida
hubiéremos sembrado : Quæ seminaverit homo , hæc et
metet. Si al presente le teneis del freno , sujeto y obe-
diente á la ley de Dios , no podrá faltaros una feliz re-
surreccion ; mas si al presente le complaceis , secundan-
do sus apetitos desordenados , no podeis esperar mas
que una resurreccion desgraciada . Yo os la deseo feliz ,
hijos mios ; mas á vosotros toca procurarla . Procuradla
por medio de un exacto cumplimiento de la ley santa
del Señor , y os aseguro que vendrá un dia en que no
tendréis por mal empleado vuestro trabajo . Amen .

PLATICA XXV.

LA VIDA ETERNA . - ENTRADA DE UN JUSTO EN EL CIELO .

Hæc est vila æterna , ut cog-


noscant te solum Deum verum ,
et quem misisti Jesum Christum .
Joan. XVII , 3.

Hemos llegado , hijos mios , al duodécimo artículo del


218 -

Símbolo , el cual así como es el último de los artículos ,


así tambien nos declara una verdad , que es la consuma-
cion y el fruto de todas las otras . Esta verdad consiste
en que á la universal resurreccion de los muertos , de que
os hablé el último dia , seguirá una vida inmortal , que
fijará ó nuestra eterna felicidad , ó nuestra eterna des-
gracia ; cual vida el Símbolo nos propone creer con
estas palabras : Creo la vida perdurable : Credo vitam
æternam . Si bien es verdad que con estas palabras con-
fesamos creer , no solo la vida perdurable que los elegi-
dos gozarán con Dios en el cielo , si que tambien la vida
perdurable que los condenados pasarán entre tormentos
en el infierno ; no obstante lo entendemos principalmen-
te de la primera ; porque la vida eterna , segun la doc-
trina de Jesucristo , no significa ni es otra cosa , que
aquella vida feliz que esperamos gozar eternamente en
el cielo contemplando á Dios y á Jesucristo su enviado :
Hæc est vita æterna , ut cognoscant te solum Deum verum,
et quem misisti Jesum Christum . Y ciertamente , no pa-
rece pueda darse el nombre de vida , y de vida eterna á
aquella eternidad de penas que debe ser la herencia de
los condenados : á esta mejor le cuadraria el nombre de
muerte eterna , ó de segunda muerte , como la llama la
Escritura santa . No obstante , es cierto que en el presen-
te artículo confesamos la verdad de una y otra vida , ó
lo que es lo mismo , la existencia de un paraiso y de un
infierno .
Yo , hijos mios , dejando para otro dia la explicacion
de las penas del infierno , me ocuparé hoy de la felici-
dad de la vida eterna . Mas ¿ qué podré deciros de aque-
lla vida inefable , de aquel torrente de delicias , que solo
pueden comprender los que las gustan ? Si san Pablo,
que las vió en su rapto al tercer cielo , no supo decirnos
219

otra cosa sino , que el ojo no vió jamás , ni el oido oyó , ni


el corazon del hombre comprendió la grandeza de los bienes
que Dios ha preparado á los que le aman ; yo que nunca
las he visto & de qué expresiones me serviré para hacé-
roslas comprender ? Tal vez logre dar una tal cual idea
de la vida eterna diciéndoos , que ella es una vida exen-
ta de todos los males , y en la cual se goza de todos los
bienes ; por lo que comprenderéis en algun modo en
que consiste la dichosa felicidad que Dios nos ha pre-
parado en el cielo .

Para que sea mas sensible lo que voy á deciros sobre


la felicidad de la vida eterna que esperamos , suponed ya
llegada la hora de hacer nuestro feliz tránsito del traba-
jo al descanso , del destierro á la patria , de la tierra al
cielo . ¡ Tránsito feliz ! ¿ cuándo te verificarás ? para efec-
tuarlo no creais , fieles , que necesitemos ni la misterio-
sa escala que vió Jacob , ni el carro encendido que ar-
rebató á Elías , no : san Pablo nos asegura que un rapto

divino nos levantará de la tierra y nos hará subir sobre


las nubes , rapiemur in nubibus : de aquí volarémos por
las grandes regiones del aire , y pasando lijeros de esfe -
ra en esfera , en pocos instantes habrémos llegado á los
collados eternos , sobre los cuales está edificada la ce-
lestial Sion , y cuyas puertas ama el Señor sobre todos
los tabernáculos de Jacob. Ya el ángel nuestro conduc-`
tor nos la muestra con el dedo ; y ¡ mira ! nos dice , ¡ mi-
ra la ciudad de perfecta hermosura , el gozo de toda la
tierra , el tabernáculo de Dios con los hombres ! Ecce,
ecce tabernaculum Dei cum hominibus . ¡ O vista ! ¡ ó esplen-
dor ! ¡ ó hermosura !
¿Cuál pensais será nuestro gozo al llegar á la cumbre
del monte santo y á las puertas de la ciudad celestial ?
220 -

Para comprenderlo , representaos al pueblo hebreo cuan-


do perseguido de los ejércitos egipcios que le picaban la
retaguardia , y pasadas las espantosas profundidades del
mar rojo , llegó salvo á la orilla opuesta : representaos
su alegría , cuando volviendo la vista sobre el mar que
acababan de pasar , vieron que naufragaba entre sus
olas aquella bárbara gente que les perseguia y que por
tantos años les habia afligido . ¡ Qué gritos de alegría !
¡ qué palmoteo ! ¡ qué alabanzas á su Señor Dios ! ¡ Oh !
Llenos de contento , cantemos , decian , cantemos him-
nos al Señor , quien nos ha librado del fiero tirano que
por tanto tiempo nos oprimió : Cantemus Domino , glo–
riosè enim magnificatus est : equum et ascensorem dejecit
in mare.
Pues si tanto se alegró Israel al verse libre de la opre-
sion de los egipcios , ¿ cuál será nuestro contento , cuando
mirando desde las puertas del cielo á esta tierra , triste
y antigua morada de nuestra esclavitud , verémos con-
fusos y derrotados los enemigos de nuestro eterno des-
canso ? Ansiedades crueles , dirá aquel padre cristiano ,
que tanto me afligisteis para sostener mi familia y con-
servar mi decoro , habeis cesado para siempre : cante-
mus Domino. Muerte desapiadada , dirá aquella casta
consorte , que tantas lágrimas me hiciste derramar , qui-
tándome mi esposo y mis hijos , estarás eternamente
separada de mí : cantemus Domino . Temores de condena-
cion , dirá aquella alma religiosa , que dia y noche me
traspasasteis el corazon cual crueles espinas , estaréis
por siempre arrancadas de este pecho : cantemus Domi-
no. Enfermedades y dolores , dirán los justos todos , en-
vidias y contiendas , muerte y pecado , quedaos en el in-
feliz valle del llanto , que á nosotros ya no nos afligiréis
mas : Jam non erit ampliùs neque luctus , neque clamor.
221

Pero ¿ qué mas se espera para abrirnos las puertas


del cielo , y franquearnos la entrada ? No otra cosa , sino
que nos hayamos despedido de la fé y esperanza , nues-
tras fieles compañeras hasta aquel punto . Esperanza ,
pues , dirémos , nuestro único consuelo en las amargu-
ras del pasado destierro ; vuélvete , vuélvete á la tierra
á confortar á los que aun están lejos de la patria : noso-
tros estamos ya á salvo , y tocamos la posesion del bien
prometido : quod videt quis , quid sperat ? Y tú , ó fé , que
nos has conducido hasta aquí , mostrándonos el sumo
Bien por entre sombras y enigmas , puedes volverte tam-
bien , pues ya vamos á verle sin sombras ni velos , y
cara á cara : nunc autem facie ad faciem .
Aquí , fieles mios , se nos abrirán de par en par las
augustas puertas del empíreo , y al dar nosotros la pri-
mera mirada á aquella ciudad celestial , ¡ ó Dios ! encon-
trará la vista todo cuanto puede imaginarse de magnífi-
co y bello . Para que comenceis á formar una idea de su
hermosura , oid al evangelista san Juan , quien en el ca-
pítulo veinte y uno de su Apocalípsis nos hace su des-
cripcion . Yo ví , dice , la nueva Jerusalen edificada so-
bre un monte muy alto , y adornada de hermosura
prodigiosa cual conviene á la esposa del Rey de la glo-
ria que la ha fundado . Ví que tenia un muro muy alto
con doce puertas , en cada una de las cuales habia un
ángel de centinela ; y este muro era todo fabricado de
perlas y diamantes . Entré dentro , y ví que toda la ciu-
dad era formada de oro purísimo ; de oro los palacios ,
de oro las plazas , de oro las calles , y oro trasparente
como el mas puro cristal . Ví que un rio de agua purísi-
ma que salia de los piés del Cordero divino , regaba la
bella ciudad ; y en sus frescas orillas crecian plantas ,
que daban frutos para salud de las gentes . Busqué un
222

templo , y en toda ella no le encontré ; porque el mismo


Señor es el templo . Tampoco ví sol ni luna , ni para na-
da son menester ; pues la misma claridad de Dios la ilu-
mina . Ni reparé hubiese sucesion de dias y noches ;
porque allí se goza siempre de un dia claro y sereno .
Despues de esto ví una turba tan grande de bienaventura-
dos , que nadie pudiera contarlos : estos bienaventurados
se habian reunido allí de varios pueblos , gentes y na-
ciones ; y todos iban vestidos de hermosísimos ropajes ,
llevando cada uno su palma en señal de victoria . Lo
mas admirable es , que entre tanta gente no se oia un
lamento , una queja , un suspiro : no habia quien sufrie-
se , quien vertiese una lágrima , quien suscitase una
contienda ; porque allí todo es paz , todo es órden , todo
es alegría , todo es gloria , y gloria eterna .
Figuraos ahora , hijos mios , cual ha de ser nuestra
sorpresa , cual nuestra admiracion , cual nuestro júbilo ,
cuando por primera vez pondrémos la vista en aquella
hermosa ciudad , y verémos aquellos objetos tan supe-
riores á cuanto hemos visto en este valle de lágrimas.
Podréis entenderlo un poco por medio de una semejan-
za . Suponed que un hombre nace en una oscurísima
cárcel situada debajo tierra , y que permanece en ella
hasta la edad de treinta años , sin que jamás haya llega-
do á sus ojos un rayo de luz . Trascurrido este tiem-
po , suponed que de repente es sacado de la cárcel don-
de ha nacido , y colocado sobre un elevado monte al
punto de la media noche . Levanta él su mirada al cielo ,
y vé aquella inmensa bóveda toda sembrada de brillan-
tes estrellas que con el mayor órden y silenciosas hacen
su ordinario curso . A esta simple mirada , á la sola vis-
ta de este espectáculo para él enteramente nuevo , ¡ oh !
queda ya el hombre fuera de sí lleno de admiracion
223

y alegría . Pero calculad cuanto se le aumentará esta


alegría y admiracion , al reparar que mientras está con-
templando tan hermoso espectáculo , vé que por la parte
de oriente comienza a aparecer la bella aurora , la
cual aumentando progresivamente su claridad , va ha-
ciéndole visible la tierra , y descubriéndole por gra-
dos sus bellezas . ¡ Oh ! soy de opinion que este hom-
bre queda extasiado , y que no acierta á resolver , si
lo que está viendo es un sueño ó una realidad . Mas
héos aquí , que mientras enagenado contempla este
nuevo espectáculo , despunta el sol , y difundiendo sus
dorados rayos en todas direcciones , le pone de ma-
nifiesto el grandioso cuadro de toda la naturaleza . ¡ O
sorpresa ! Extiende nuestro hombre sus miradas por
todos lados , y en todo cuanto vé descubre una maravi-
lla . Aquí descubre un mar inmenso , allí montes altísi-
mos . Aquí vé llanuras espaciosas cubiertas de flores ,
allí fuentes cristalinas que riegan los campos . Aquí oye
el canto de las aves que saludan al dia , allí el murmu-
llo de los rios que saltan de peña en peña . Aquí descu-
bre una ciudad , allí una selva . Aquí repara un navío
que surca las aguas , allí un corderillo que hace cabrio-
las en el prado... Figuraos á este habitador de las som-
bras , que nunca vió mas que noche , que nunca palpó
mas que tinieblas y horror ; figuraos cuan sorprendido
queda á la vista de objetos tan hermosos , tan varios y
para él tan nuevos .
Pues esto es lo que nos sucederá á nosotros al entrar
en el paraiso . Nos hallarémos de repente en un palacio ,
pero de materia nunca vista ; en una ciudad , pero de
construccion nunca imaginada ; en un paraiso , pero de
un aire , de una amenidad , de unos recreos nunca ex-
perimentados . Cada sentido encontrará su objeto parti-
224

cular : luz purísima los ojos , armonías suavísimas el oi-


do , dulzuras inefables el gusto , fragancias exquisitísimas
el olfato , calidades finísimas el tacto ; pero estos obje-
tos nos parecerán tan nuevos , tan peregrinos , cuan
nuevo y peregrino ha sido el espectáculo de este mundo
á nuestro habitador de las tinieblas .
Os parece tal vez , fieles mios , que asombrados con la
hermosura de aquella ciudad , nos detendrémos muy
despacio á mirarla ; pero no será así : otra cosa mas no-
ble y divina nos arrebatará los pensamientos y el cora-
zon . Mirad á la esposa de los Cantares , cuando va en
busca de su amado : entra en la ciudad de Jerusalen por
tantos títulos deliciosa , admirable y bella ; pero ¿ acaso
se para un instante en mirarla ? No. Apenas topa con los
centinelas que la guardan , les pregunta : ¿ visteis á mi
amado ? num quem diligit anima mea vidistis ? .. y sin de-
tenerse para oir la respuesta , cual ciervo herido de amor,
pasa adelante ansiosa de hallar á su bien . Sin correr
gran trecho , héos que le encuentra entonces llena de
júbilo le echa los brazos al cuello , le aprieta castamente
contra su corazon , y exclama : He hallado á mi querido ,
ya le tengo en mis brazos y jamás le dejaré : inveni quem
diligit anima mea , tenui eum , nec dimittam .
Tales y aun mayores serán las ansias de nuestra alma

al llegar al cielo : ella buscará á Dios su dulce y ama-


ble esposo , y le buscará con mas anhelo que un cuerpo
grave busca el centro , el fuego su esfera , y el torrente el
seno del mar . Y descubriéndole luego á favor de aque-
lla luz que los teólogos llaman lumen gloriæ , volará há-
cia él mas lijera que el viento , y abismada en un piéla-
go de dulzuras , encontré , exclamará , encontré al amado
de mi corazon , mi hermoso lirio , mi clara fuente , mi

vida , mi bien , mi Dios , inveni ; ya le tengo , tenui eum ;


225

ya le abrazo , nec dimittam ; yo seré siempre suya , y él


será siempre mio . Este sol divino que adoré escondido
bajo las sombras de la fé , ya le veo á cara descubierta ,
inveni : este dulce esposo por quien tanto suspiré , ya le
abrazo al presente , tenui eum : este buen Dios á quien
amé ansiosa , ya le gozaré eternamente , nec dimittam .
Le encontré ¡ ó hallazgo ! le tengo ¡ ó posesion ! eterna-
mente le gozaré ¡ ó seguridad !
Esta , hijos mios , será nuestra bienaventuranza esencial ,
ver á Dios , poseer á Dios , gozar de Dios . Bien quisiera
yo daros una idea cabal de ella ; pero ni yo soy capaz de
explicarla , ni vosotros de entenderla ahora . Me conten-
taré , pues , con deciros lo mismo que san Gerónimo es-
cribia á la vírgen Eustoquio para animarla á servir fiel-
mente á Dios . Levanta , le decia , levanta , vírgen del
Señor , tus pensamientos al cielo , y comienza á mirar de
lejos el premio que te espera . ¡ Qué dia para ti será aquel
en que la Vírgen-Madre acompañada de coros de vírge-
nes te saldrá al encuentro , y entonará con ellas el him-
no de tu triunfo ! ¡ Qué momento para ti será aquel , en
que tu divino Esposo viéndote volar hácia él cual ino-
cente paloma , extenderá sus brazos y te dirá : acércate ,
amiga mia , y llégate ya á mis brazos : surge, amica mea,
et veni : pasado ha el invierno de tus trabajos : ven á co-
ronarte con flores de eterna primavera ! Jam hyems tran-
süt. ¡ Qué dia para ti será aquel en que los ángeles vién-
dote subir tan hermosa del desierto de esta vida , se pre-
guntarán admirados : Quæ est ista quæ ascendit de deserto,
deliciis affluens ? quién es esta que sube del desierto del
mundo rebosando delicias , y dulcemente apoyada en los
brazos de su amado ! ... Pero ¿ cuál será tu alegría , Eus-
toquio , cuando tu cara madre te vea entrar en su com-
pañía para nunca jamás separaros ? ¿ cuando todos los
T. I. -15
· 226 -

bienaventurados vendrán á darte el parabien por tu feliz


llegada? ¿ cuando coros de purísimas vírgenes vendrán
á recibirte con cánticos , y uniendo tu voz con las suyas
cantarás el cántico nuevo que resuena perennemente en
el paraiso ? ¡ Qué dia , Eustoquio , qué momento tan feliz
para ti será aquel ! ... Cuando , pues , venga el mundo
á halagarte con sus grandezas ; cuando venga el demo-
nio á tentarte con sus sugestiones ; cuando venga la car-
ne á brindarte con sus placeres , vuela , vuela con el
pensamiento al cielo , y comienza á ser ahora lo que
eternamente has de ser esse incipe , quod futura es.
Esto que san Gerónimo decia á la vírgen Eustoquio ,
digo yo á vosotros , mis amados fieles . Pensad con fre-
cuencia en las delicias de la vida eterna , y estoy cierto
que no omitiréis medio para conseguirla . Amen .

PLATICA XXVI.

LOS BIENES DEL CIELO .

Simile est regnum cœlorum


homini negotiatori . Matth. xi ,45 .

No cabe duda , hijos mios , que el Señor está suma-


mente deseoso de daros la vida eterna , cuyas felicidades
os expliqué el último dia ; pero al mismo tiempo desea
saber qué es lo que vosotros teneis intencion de hacer
para merecerla y conseguirla . Los bienes del cielo no se
dan de valde , sino que se venden á quien quiera com-
prarlos á un precio justo y razonable . Por esto el Señor
se porta como un mercader que quiere despachar sus
mercaderías : Simile est regnum cœlorum homini negotiato-
ri. ¿ Qué hace este ? Para excitar los deseos de los com-
227

pradores , no solo les presenta algunas muestras de los


géneros que tiene por vender ; sino que les hace entrar

en su tienda , y les pone á la vista sus preciosas merca-


derías , á fin de que formen mejor juicio de su valor y
ofrezcan por ellas un precio justo y equitativo .
Esto es puntualmente lo que hace Dios con los bienes
del cielo nos los pone continuamente delante los ojos ,
haciéndonos ver cuantas son las felicidades de aquella
vida perdurable. Y nos dice lo que dijo á Moises : Ego
ostendam omne bonum tibi , te haré ver todos los bienes
que tengo en mi reino , veamos ahora á qué precio quie-
res comprarlos . No creais , hijos mios , que Dios sea
muy exigente , ni que quiera se los compreis á precio
muy subido como que no busca sino vuestra ganan-
cia , os los dará tan baratos , que casi podréis decir que
os los llevais por nada . Lo que yo temo es , que ni aun
así se los querréis comprar , y que le obligaréis á hacer
lo que hace el tendero cuando no quereis poneros bien
con él en la compra , que retira la pieza y os vuelve las
espaldas . Veamos , pues , que es lo que el Señor os pide
por el cielo , y que es lo que vosotros ofreceis .
Me parece , fieles , que desde luego vais á hacerme
esta pregunta : ¿ Cuánto pide Dios por los bienes del
-
cielo ? ¿ á qué precio están ? — Al mismo , hijos , que pa-
garon por ellos los santos que los poseen . -¿Y á qué
precio los compraron los santos ? - A esta pregunta res-
ponderá por mí san Pablo : los antiguos patriarcas y
profetas por la sola esperanza de conseguirlos , unos su-
frieron azotes , injurias , cadenas y cárceles , como Isaías
y Jeremías : otros fueron quemados , descuartizados y
muertos de varias maneras , como Eleázaro y los Maca-
beos otros anduvieron errantes por las soledades , ves-
tidos de pieles , pobres , hambrientos y angustiados ,
como Elías y Eliséo .
228 -

Si venimos á la ley de gracia , unos lo renunciaron


todo por Jesucristo , y padecieron alegres por su santo
nombre azotes , contumelias , cruces y muerte , como los
apóstoles otros se presentaron á los tiranos , subieron
contentos á los cadalsos , dando por la fé hasta la última
gota de su sangre , como los mártires : otros se enterra-
ron vivos en los desiertos , afligieron sus cuerpos con ci-
licios y disciplinas , y pasaron los dias en lágrimas , las
noches en oracion , las semanas en el ayuno y toda la
vida en la penitencia , como los anacoretas y confesores :
otros dejaron al mundo sus riquezas y vanidades , y se
escondieron en los claustros , haciendo allí vida de án-
geles , sin mas pensamientos que los del cielo , como las
vírgenes religiosas . Esto hicieron , hijos mios , esto hi-
cieron los santos por los bienes del cielo .
Ya me parece os oigo decir : Si pues los pagaron tan

caros : si nosotros hemos de comprarlos á este precio...


¿ Qué quereis decir ? ¿ que los quisierais mas acomodo ?
Vamos , que por esto no hemos de reñir ; y contad que el
Mercader celestial os dará los bienes infinitos de su reino
á un precio mucho mas bajo . Con mejor afecto que Ju-
das vendiendo á su Maestro , os dice : Quid vultis mihi
dare , et ego eum vobis tradam ? ¿ qué me quereis dar , y
os lo entregaré ? Me parece no rehusaréis darme por
ellos treinta dineros , que es el precio vil por el cual fuí
vendido á los judíos . ¿ Os está bien á treinta dineros ?
Vengan , pues , treinta dineros , et ego eum vobis tradam,
y el cielo queda por vosotros . Vamos á contarlos : ob-
servancia de los diez mandamientos de la ley de Dios ;
diez cumplimiento de los cinco preceptos de la Iglesia ;
quince : mortificacion de los cinco sentidos corporales ;
veinte ejercicios de las siete virtudes contrarias á los
pecados capitales ; veinte y siete : las tres virtudes teologa-
229 ---

les , fé , esperanza y caridad ; treinta . —¡ Precio pequeño


por unos bienes que , como dice san Pablo , ni los ojos
han visto , ni el oido ha percibido , ni el corazon del
hombre es capaz de desear !
Pero ¿ qué es lo que observo ? Observo que á pesar de
daros el Señor el cielo por un precio tan módico , toda-
vía algunos meneais la cabeza , y vais diciendo entre dien-
tes : es caró , es caro……
. ¿ Qué ? ¿ á treinta dineros hallais
caros unos bienes que los santos compraron con mil
ayunos , con mil penitencias y martirios ? ¿ á treinta di-
neros hallais caro el subir al paraiso despues de vuestra
muerte , el ir á ver y abrazar á vuestros padres , el ir á
escuchar los cánticos, de los serafines , y gozar de las
delicias del empíreo por una eternidad , y mientras Dios
será Dios ?

Vamos , que el Señor no quiere dejaros descontentos ;


está dispuesto á disminuir el precio , y de los treinta di-
neros que acaba de pediros , permite que quiteis veinte
y dos ; y quédese por ocho . ¡ A ocho dineros el cielo !
¿ quién lo compra ? Quien lo quiera á este precio , co-
mience á contar y cumplir las ocho bienaventuranzas .
Bienaventurados los pobres de espíritu : bienaventurados
los humildes bienaventurados los que lloran : biena-
venturados los que tienen hambre y sed de justicia :
bienaventurados los misericordiosos : bienaventurados
los limpios de corazon : bienaventurados los pacíficos :
bienaventurados los que padecen persecucion por la jus-
ticia ; quoniam ipsorum est regnum cœlorum , porque los
que cumplan estas cosas , poseerán el reino del cielo .
¡ O avaricia humana ! ¡ ó desprecio de los bienes ce-
lestes ! Yo conozcó que muchos todavía los hallais caros
vendidos á un precio tan miserable . ¡ Regateros ! ¿ ni
ocho dineros vale para vosotros el cielo con todas sus
- 230

riquezas ? A un precio mucho mayor comprais todos los


dias las cosas transitorias , el infierno y la condenacion .
Pero sea así ; ya que quereis ser tan generosos con el
mundo , y tan avaros con Dios , disminúyase el precio ;
de los ocho dineros que os pedia , quítense seis , y qué-
dese por dos . ¡ A dos dineros el cielo con todas sus de-

licias , á dos dineros ! ¿ quién lo compra ? Con el amor


de Dios y con el amor del prójimo , el cielo queda para
quien lo quiera . Ama á Dios , cristiano , y ámale sobre .ww

todas las cosas ; ama al prójimo , y ámale como á ti


mismo con estas dos monedas cumples toda la ley y te
haces dueño del paraiso .
¡ Ah ! me parece que os oigo murmurar entre dientes
У decir son dos dineros lo que se pide por el cielo ;
pero ¿ qué dineros ? Dineros de un valor sumo , dineros
de un peso tan grande , que en ellos estrivan toda la ley
y los profetas . ¿ No se podria rebajar alguna cosa ? -
¡ Rebajar alguna cosa !!! ¿‫ فا‬de dos dineros hemos todavía
de recortar ? Acabemos : ex denario conveniam tecum , os 1.
dice el Mercader celestial , voy á daros el cielo por un
dinero , con tal que sea moneda buena y corriente . ¿ Sa-
beis lo que quiero ? Præbe, fili mi, cor tuum mihi ; dame
hijo mio , tu corazon ; y yo te daré el cielo . Pero antes de
recibirlo , ostende mihi numisma ; quiero examinarlo para
saber si lleva la imágen del rey y la debida inscripcion .
está 00
Cujus est imago hæc ? ¿ De quién es esa imágen que
grabada en la moneda de tu corazon ? Si es la imágen
del mundo , del demonio , de la carne , no la admito ;
tal moneda solo es conocida en el infierno ; en el cielo
no pasa ni se admite . Dame un corazon en el cual esté
grabada la imágen de mi corazon , un corazon que , co-
mo el de aquella Santa , contenga esta inscripcion : Mi
mi
Jesu , amo te plus quàm me , plus quàm cor meum;
231

adorado Jesus , os quiero mas que á mí misma , mas que


á mi propio corazon . - Venga un corazon de esta espe-
cie , os dice el Señor , y yo os daré mi reino : ex denario
conveniam tecum .

¿ Qué ? ¿ todavía no os resolveis ? ¿ ni este solo dinero


quereis desembolsar ? ¿ Qué tengo que hacer , pues , si
ni por un dinero quereis el cielo ? ¿ habré de retirar una
mercadería tan preciosa , por la cual los santos lo dieron
todo ? ¡ Ay de mí ! Todos los dias estamos viendo cuan
caras pagais al demonio sus infames mercaderías . Os
viene este mercader infernal , y mostrándoos cuatro ba-
gatelas , os dice : hæc omnia tibi dabo , si cadens adorave-
ris me ; todas estas cosas te daré , si postrándote á mis
piés me entregas el alma . ¿ Y vosotros ? vosotros os ar-
rodillais , le entregais el alma , y le comprais una conde-
nacion eterna . Se presenta el demonio á una doncella ; y
mostrándole cuatro divertimientos , cuatro galanteos , cua-
tro malas amistades , ¿ ves ? le dice , todo esto tendrás
tú , si postrándote me das tu alma . ¿ Y ella ? ella no tiene
reparo alguno en entregarle el alma , para comprarse un
infierno . Se presenta á aquel hombre , y poniéndole de-
lante los ojos algunos placeres bestiales , ¡ mira ! le dice ,
tú gozarias de ellos si cadens adoraveris me , si me ado-
ras y entregas tu alma . ¿ Y él ? Él no solo le entrega el
alma , sino el honor , la tranquilidad , la reputacion , por
comprarse una eternidad desgraciada . Se presenta á aquel
codicioso ; y mostrándole cuatro adquisiciones injustas ,
cuatro intereses miserables , & reparas ? le dice , todo es-
to será tuyo , si cadens adoraveris me , si cometes tal usu-
ra , si haces tal injusticia , si me entregas tu alma . ¿ Y
él ? Él no tiene ninguna dificultad en entregar cuanto le
pide este mercader infernal , para comprarse tormentos
sin fin.
- 232

Se os presenta despues Dios nuestro señor , os abre


el paraiso á vuestra presencia , os hace ver sus riquezas,
sus delicias , sus glorias : mirad , os dice , todo lo tengo
por vender , ex denario conveniam tecum , por un solo di-
nero os lo daré ; con tal que me entregueis vuestro cora-
zon , mi reino queda vuestro . ¿ Y vosotros ? Vosotros
vais meneando la cabeza y diciendo : es caro , es caro .--
¿ Caro es ? ¿ quereis , pues , por nada el reino del cielo ?
¿ lo quereis por nada ? Venid , acercaos ; que por nada

2
lo tendréis . Por un nada de llorar vuestros pecados , por
un nada de trabajo en confesaros , por un nada de pe-
nitencia , por un nada de enmendar la vida , por un nada
de servir á Dios podeis poseer el cielo . Dad á Dios este
nada , y por este nada él os lo dará todo.
Sí , hijos mios ; es un nada lo que os costaria hacer una
buena confesion ; y por este nada Dios os daria el cielo :
es un nada lo que sufririais en reprimir vuestras pasio-
nes ; y por este nada conseguiriais el paraiso : es un na-
da lo que habriais de padecer para cumplir exactamente B
la ley santa del Señor ; y por este nada el reino del cie-
lo seria vuestro . ¿ Quereis que os lo diga todo ? Dios no
pide que hagais mas para conseguir el cielo de lo que
haceis para alcanzar una cosa vana de este mundo . ¡ Ved

si puede dároslo mas barato ! Vosotras , mujeres , estais


seguras de ir al cielo , solo tengais tanto cuidado en con-
¡que
servar limpia vuestra alma , como lo teneis en conservar
limpios vuestros vestidos . Vosotros , jóvenes , podeis pro-
meteros el paraiso , solamente si para alcanzarlo em-
pleais una parte del trabajo que empleais en el servicio
de vuestra querida . Vosotros , mercaderes , seréis eter- CO
namente dichosos , si tan solo derramais por vuestra sal-
vacion alguna de aquellas gotas de sudor que derramais

en vuestras tareas diarias . Vosotros , literatos , sois due-


233 -
ños del reino de la gloria , con tal que solo sufrais por
conseguirla lo que os cuesta un poco de fama y de aura
popular.
Con estos pactos , hijos mios , os ofrece Dios el cielo .
Cuidado en despreciarlo , cuidado en desechar el ofre-
cimiento ; porque el Señor puede pasarse muy bien sin
vosotros , y dar á otros el reino de los cielos que voso-
tros no quereis . Resolveos pronto á dar á Dios lo poco
que os pide ; y él os dará en recompensa lo mucho que
posee , que es su eterna felicidad . Amen .

PLATICA XXVII.

EL INFIERNO.

Descendant in infernum vi-


ventes. Psal 54 , 16.

Habiéndoos manifestado el estado felicísimo de los


justos en el cielo , al cual propiamente conviene el nom-
bre de vida eterna , pide el buen órden que pase á mani-
festaros el estado infelicísimo de los réprobos en el
infierno , el cual merece propiamente el título de eterna
muerte , y con esto pondré fin á la doctrina del Símbolo
que dias ha venimos explicando .
¿Y qué ? me diréis , ¿ hemos absolutamente de creer
la existencia del infierno ? -Si sois católicos , no tiene
lugar una tal pregunta ; porque la existencia del infierno
es un dogma de fé tan claramente revelado por Dios
como cualquier otro ; por lo que debeis rechazar toda
creencia , ó debeis admitir la del infierno . Si fueseis del

número de aquellos que ya se han despreocupado , y que


se rien del infierno como de un espantajo inventado por
f
- 234

los eclesiásticos para atemorizar al pueblo sencillo ; os


diria, que negar la existencia del infierno , no solo es con-
tradecir abiertamente á la fé , sino á la misma luz natural .
Admitiendo un Dios , como forzosamente debemos ad-
mitir , no podemos admitirle si no es santo , si no es justo ,
si no es provido , si no es castigador del vicio . ¿ Dónde
estarian su santidad , su justicia , su providencia , si
dejase correr sin castigo las maldades y las culpas ? En-
tonces su gobierno seria peor que el de los hombres ; pues
estos saben muy bien castigar los delitos que interesan
al bien público y á la sociedad . Decidme ahora : ¿ casti-
ga Dios siempre las culpas en esta vida ? No ; antes ve-
mos con mucha frecuencia que los mas malvados son
los mas felices . ¿ Qué se sigue , pues , sino que en el otro
mundo ha de haber un infierno donde sean castigadas
las culpas , que no pocas veces quedan impunes en el
presente ? Este argumento es tan claro , que equivale á
una demostracion .
Pero eso de un infierno , dicen los incrédulos , seria
demasiado rigor para castigar unas flaquezas que se es-
capan al hombre miserable . Dios es bueno , y tanto ri-
gor desdiria de su bondad . - - Eso tienen de bueno los

incrédulos , que siempre están dispuestos para exaltar


la bondad de Dios ; para esto no podeis hallar predica-
dores ni mas celosos ni mas elocuentes que ellos . ¿ Y sa-
beis porqué la exaltan tanto ? Para poderse entregar
mejor á sus desórdenes sin inquietudes ni remordimien-
tos . Pero deberian advertir , que la bondad de Dios no
es una bondad estúpida como la de algunos padres , que
dejan que sus hijos cometan ciertas maldades en su pre-
sencia , sin jamás tomar un látigo ; sino una bondad racio-
nal , que obrando de concierto con la justicia , sabe pre-
miar al justo y castigar al impío .
}
- 235

Pero ¿ no pide la justicia que haya proporcion entre la


culpa y la pena ? ¿ y qué proporcion hay entre un pecado
de pocos instantes y un infierno de tormentos eternos ? —
Héos aquí el acostumbrado argumento de los incrédulos ,
la cancion que nunca cesan de cantar , por mas que les
digamos que es cancion vieja , que de tanto oida se ha he-
cho ya molesta y fastidiosa . Que me digan primeramen-
te: ¿ no están suficientemente avisados de que el pecado ,
bien que momentáneo , será castigado con pena eterna ?
¿ no se lo ha dicho Dios , ya por medio de las Escrituras ,
ya por el oráculo de la Iglesia , ya por el asentimiento
unánime de cuantos gozan de sano juicio ? ¿ Porqué , pues ,
cometen libremente el pecado momentáneo , que saben
ha de arruinarles para siempre ? ¿ quién les precisa ?
¿quién les violenta ?
A mas de que ¿ dónde han aprendido que la duracion
del castigo haya de ser igual á la de la culpa ? ¿ La mis-
ma justicia humana sigue esta regla ? ¿ guarda esta pro-
porcion ? Un hurto es una cosa que se comete en breve
rato , y con todo se castiga con años de presidio : un homi-
cidio es accion que se hace en un instante , y sin embargo
se castiga con la muerte , que es una pena bien larga ,
puesto que priva para siempre de la vida .
En fin , Dios castigando el pecado con un infierno
eterno , guarda la mas exacta proporcion . Tanta es , dice
santo Tomás , la gravedad intrínseca del pecado , que
encierra una malicia infinita por respeto á la persona
ofendida , que es Dios . Si la ofensa hecha á Dios es in-
finita , es evidente que merece una pena igualmente in-
finita ; y como no puede ser infinita en la intension , por-
que la criatura es incapaz de sufrirla , ¿ qué mas queda
sino que lo sea en la duracion ? ·
Tales son , hijos mios , las reflexiones que la misma
236-

luz natural nos suministra para establecer contra la in-


credulidad el dogma del infierno ; y si ellas no bastan
para convenceros , deben bastar á lo menos para hace-
TOL
ros confesar vuestra imprudencia , caso que no creais en
él . Vosotros , á lo mas , solo teneis algunas dudas sobre
este punto . ¿ Quién sabe , soleis decir , si hay infierno ó
no le hay ? Puede ser que sí ; puede ser que no . - -Yo orr

quiero ahora suponer que la existencia del infierno no


201
es una cosa cierta , ¿ no os dice la prudencia que en esta
ΠΟ
duda debeis tomar el partido mas seguro ? Si la creencia
0.
del infierno os ayuda á vivir cristianamente ¿ qué habréis
elo
perdido en el caso de que no le haya ? Tan solo algunos
ans
contentos fugaces que ni siquiera son dignos de un hom-
bre racional . Al contrario , si no creyendo en el infierno
vivís malamente , ¿ dónde vais á parar en el caso que
r
realmente exista ? Vais á parar en un abismo de males
terribles y eternos . ef
stá
Hechas estas observaciones , que he creido debia ha-
etr
cer para precaveros de los sofismas con que ciertos hom-
bres procuran engañaros abusando de vuestra sencillez no

y candor , pasemos á examinar las penas que un répro- ee


bo sufre en el infierno .

Es doctrina corriente entre los santos Padres y Docto- Ber


der
res , que en el centro de la tierra hay una vasta conca-
hig
vidad cerrada por todas partes con insuperables terra-
raz
plenes ; fabricada por Dios , para hacer ostentacion del
poder de su brazo en vengarse de los pecadores ; llena
toda de fuego verdadero y corpóreo , que irritado con-
tinuamente por el soplo de la indignacion divina ,
nunca se apaga . Representaos aquí la infelicidad de un со
to
pecador que , entregado por sentencia del divino Juez
‫انا‬
en poder del demonio , atado de piés y manos con nu-
237-

dos indisolubles , en pocos instantes se halla trasladado


de su aposento á las puertas fatales de aquella horrenda
prision . Héos que se le abre debajo sus piés la espantosa
profundidad , y puesto sobre el borde de tan alto preci-
picio , siente ya todo de un golpe el ardor insoportable ,
el hedor insufrible , los bramidos aterradores de aquel
horroroso lugar de azufre encendido . Horripílase á tal
vista el infeliz ; grita , se desespera , busca por donde
agarrarse ; ¡ vanos esfuerzos ! El implacable verdugo le
arroja sin compasion en medio de aquel abismo de fue-
go , ábrense por lo alto las inflamadas olas para tragár-
selo , y habiéndole engullido en su profundo seno , ciér-
ranse otra vez para no abrirse jamás : misit eum in
abyssum , et clausit.
¡ Desventurados pecadores ! ¡ víctima desgraciada de
la ira divina ! ¿ qué es de ti en ese piélago interminable
de fuego ? ¿ qué es de ti ? Miradle , hijos mios , como
está rodeado de fuego por todas partes , como está pe-
netrado del fuego hasta las entrañas . ¡ Ay vista ! Fuego
engulle por la boca , fuego atrae por las narices , fuego
le entra por los ojos , por las orejas , por todos los poros
del cuerpo : no solo tiene caldeada la piel , sino encen-
dida la carne , abrasados los huesos , inflamados los
nervios árdele la sangre en las venas , cual plomo
derretido ; árdele el cérebro dentro la cabeza , árdele el
hígado , árdenle los pulmones ... ¡O Dios ! el mismo co-
razon que tiene en medio del pecho es una grande ascua
de fuego , que arde y chispea.
Si este fuego en que arde el pecador infeliz fuese se-
mejante al que tenemos aquí en la tierra , alimentado ó
con aceite , ó con azufre , ó con betun , ¡ ay qué tormen-
to tan desapiadado ya fuera ! Pero carísimos de mi alma ,
¿ qué tiene que ver este fuego criado por Dios para be-
238

neficio del hombre , con aquel fuego encendido por Dios


para castigo de los malvados ? Fuego es ; pero fuego
misterioso que atormenta y no mata ; fuego portentoso ,
que devora la víctima y no la consume ; fuego admira-
ble , que conserva la misma carne que roe ; fuego in-
comprensible , que no solo atormenta el cuerpo que pe-
netra , sino la misma alma á la que extiende su fuerza ་
y accion ; que no solo causa la sensacion dolorosa pro-
pia del fuego , sino todas las especies de tormentos que
es capaz de sentir una criatura infeliz segun la terrible
proposicion de santo Tomás : Nihil deerit in damnatis, i
quod ad tristitiam possit pertinere . Nihil deerit, ni sed ar-
dentísima , ni hambre rabiosa , ni frio intensísimo , ni
vistas horribles , ni hedor insoportable, ni... pero ¿ á que
་་
me canso ? Nada , nada de cuanto es apto para atormentar ,
falta al infeliz condenado ; porque aquel fuego horrible
le hace sentir todos los dolores , todos en sumo grado
todos á un mismo tiempo : nihil deerit.
Para aguantar tantas penas , tantas en sumo grado ,
tantas á un mismo tiempo , ¿ cuál de vosotros , amados
pecadores , tendrá valor ? ¿ cuál lo tendrá ? quis po-
terit ? quis poterit ? ¿ Tendrásle tú , cristiano sensual , que
ni siquiera lo tienes para hacer un ayuno que la Iglesia
te impone por tus pecados ? ¿‫ فا‬tendráslo tú , mujer delica-
da , que ni lo tienes para estar media hora á los piés de
un Crucifijo á llorar tus culpas ? ¿ tendrále V. , señor ca-
ballero , que palidece al solo nombre de penitencia ?
¿ tendrále V. , señora , que vive entre delicias ,, que res-
pira ámbares , que descansa sobre plumas ? quis poterit ?
quis poterit ?... Si al infierno vais , como ciertamente iréis
si no mudais de rumbo , ¿ cómo podréis aguantar aquel
cúmulo de penas ? ¿ cómo ?……
.
Deteneos un poco en este pensamiento , y decidme
239

despues , cuales serán entonces vuestros desesperos ,


cuales vuestros ayes , cuales vuestras contorsiones .
Pero , ¿ qué digo ayes ? ¿ qué digo contorsiones ? Erré ,
hermanos , erré ; ni estos tristes desahogos puede con-
seguir el mísero condenado . Arde en medio de aquellos
fuegos ; mas ni siquiera puede desahogar su pena con
un triste lamento ; porque la abundancia de materia in-
flamada que le entra por la boca , le ahoga la voz en las

mismas fauces : impii in tenebris conticescent . Hierve en


medio de aquel horno ; mas ni siquiera logra el alivio
de poder dar una contorsion , de hacer un movimiento ,
de trasladarse á otro punto ; porque la inmensa mole de
lava infernal que tiene encima , le hace estar inmóvil co-
mo una piedra : fiant immobiles quasi lapis . ¡ Quién no se
horroriza ! ¡ Estar encerrado dentro una masa inmensa de
materia encendida , inmensa por arriba , inmensa por
debajo , inmensa por los lados ... estar encerrado , sin
cambiar jamás de sitio , sin respirar jamás aire , sin ex-
halar jamás un gemido , sin un momento de tregua , sin
un vislumbre de remedio , sin esperanza de salida ... es-
tar comprimido , inmutable , casi ahogado ., . immobiles
quasi lapis ! ¡ Ah ! que yo tiemblo , yo palpito . Maldito
pecado , arquitecto malvado de tal prision , ¿ y aun ha-
brá quien te acoja ? ¿ quién te acaricie ?
Suspended , hijos mios , vuestros justos horrores , y
sabed que nada ó casi nada os he dicho hasta ahora
del infierno . Cuanto el alma excede al cuerpo en digni-
dad y nobleza , tanto mas horrenda es la nueva escena

que voy á ofrecer á vuestra vista ; representándoos , no


ya los tormentos que afligen á un cuerpo miserable , si-
no la desesperacion de una alma que se vé privada de
Dios sumo bien . Criada ella por Dios , lleva impresa en
el corazon una inclinacion vehemente hácia él. Es cier-
240 -

to que mientras vive en este mundo , esta inclinacion


queda algo debilitada , tal vez adormecida por el contra-
peso de los bienes creados y frágiles á que ella se inclina.
¿ Pero qué ? caida en el infierno , privada allá bajo de
todos los bienes sensibles que la encantaban , iluminada
de una vivísima luz experimental , que le muestra que
aquella felicidad que buscaba está en solo Dios ; todo
esto despierta la tal inclinacion de su adormecimiento , le
hace tomar toda su fuerza y vigor , y una irresistible
tendencia para unirse á Dios , verle , abrazarle y poseer-
le . Figuraos ahora las desolaciones , la desesperacion ,
la rabia de esta alma reprobada , viéndose rechazada de
Dios , á quien tiene ella una propension tan vehemente .
Esta propension natural la empuja incesantemente hácia
Dios ; pero Dios incesantemente la repele de sí y la re-
chaza : suspira ella por Dios ; mas Dios se esconde de
ella : llama ella á Dios ; pero Dios no la oye . Y¡ó tor-
mento ! no oyéndola , siempre mas la invita : escondién-
dose , siempre mas la inflama : repeliéndola , siempre
mas la mueve los deseos de unirse á él .

¿ Qué hace , pues , esta alma así rechazada de aquel


Dios que tanto desea , y por cuya posesion tanto suspira ?
le aborrece , le detesta , le abomina : y por una inclina-
cion deliberada contraria á la natural , quisiera estar tan
lejos de Dios que distase infinitamente . Pero ¡ ah ! que
le hallará por dó quiera que se vuelva . Si se hunde en las
llamas , allí hallará á Dios que las atiza ; si se envuelve
en las tinieblas , allí halla á Dios que las aumenta : si
se sepulta en sí misma , tambien allí halla á Dios que se
le muestra implacable . ¡ O tormento ! no poder conseguir
lo que tanto desea , y hallar siempre lo que tanto abor-
rece !!! Sube la infeliz , sube de nuevo con el pensa-

miento al cielo , y viendo que no puede conseguirle , de-


- - 241 -

sea que tampoco Dios exista ; mas conoce ser esto impo-
sible por la necesidad de su esencia : desea que Dios
no sea feliz ; mas vé que esto repugna á la plenitud de
sus perfecciones : desea que nadie le conozca ni adore ;
mas repara que una multitud casi infinita de criaturas
le bendicen y alaban : desea que al menos no la casti-
gue ; mas comprende que su furor es implacable . Al
considerar todo esto , grita llena de rabia : Pues que no
pueda atormentarme... pero , si es omnipotente !!! Pues
que esté lejos de mí... pero , si es inmenso !!! Pues que
me perdone... pero , si es inflexible !!! Pues que acabe
de una vez... pero , si es inmudable !!! O imposible ! ¡ ó
rabia ! ¡ ó desesperacion !
Se estremece la desgraciada , se araña , se desespera :
dirige de nuevo el pensamiento al mundo , y sus bienes
fugitivos la afligen ; contempla el fuego , y sus ardores
la inflaman ; mira al cielo , y sus glorias la atormentan ;
se reconcentra en sí misma , y sus desconsuelos la des-
garran . Abandonada de todos , atormentada en todo ,
desolada y afligida por todo , blasfema de sí misma , de
los cielos , de los Santos , de Maria santísima , de Dios ,
á los cuales quisiera ver condenados , hundidos en el
abismo . Mas esto mismo le sirve de mayor pena ; porque

comprende que todo redunda en mayor gloria de aquel su


enemigo omnipotente que , riéndose de sus tormentos ,
se complace de ellos con toda su corte : in interitu vestro
ridebo .¡Triste suerte ! Y es la que vosotros , amados
mios , todos los dias os elegís por un placer , por un
interés , por un nada . ¿ Qué os parece ? ¿ es esa buena
eleccion ?

Y atended , que aun nos queda para ver lo mas hor-


rendo de este espantoso cuadro , y es... ¡ la eternidad !
¡ O eternidad ! ¿ quién podrá comprender tus horrores ? Es-
T. I. - 16
242

taban cinco reyes amorreos sitiando la ciudad de Gabaon ,


cuando fueron sorprendidos y atacados por el ejército
de Josué , aliado de los gabaonitas . A la primera carga
del capitan hebreo quedan dispersados aquellos bárba-
ros , y abandonando el campo y pertrechos de guerra ,
echan á huir desordenadamente por los fragosos caminos
de Betoron . Síguenlos los israelitas con encarnizamiento ;
y el cielo , para darles completa victoria , embiste al
ejército fugitivo por el frente con un granizo tan impe-
tuoso , que la mayor parte van cayendo muertos , ya al
filo de las espadas de los perseguidores , ya á los golpes
de las piedras que arrojan las nubes . Habia muchas ho-
ras que duraba la fuga y el estrago ; y los amorreos que
quedaban vivos , no viendo otro medio de escapar , es-
peraban con grande ansia la noche , para que con sus ne-
gras sombras viniese á sustraerles del furor de las hues-
tes enemigas y de los golpes del cielo . Miran , pues , por
debajo de los escudos al sol ; pero le vén todavía muy
distante del ocaso . Siguen la fuga acongojados y cubier-
tos de polvo, y nuevamente vuelven á mirar al sol ; pe-
ro le reparan aun muy alto . Echan otra corrida ; y por
tercera , sexta y octava vez miran el planeta , observan
las sombras de las colinas y de los árboles , y ¡ ó es-
panto ! conocen por fin que el sol está fijo en medio del
cielo , que no declina al ocaso , que no hay esperanza
de la noche . Figuraos el aturdimiento , los bramidos , el
furor y rabia del fugitivo ejército . Alcanzados de las

espadas hebreas por detrás , heridos por el frente del


horrendo granizo , cansados , sin aliento ; por un porten-
to nunca visto vén que les está cerrado el único camino
de salvarse , la noche . ¡ Ah ! entonces llenos de rabia echan
espuma contra aquel sol que , quieto en medio del cielo ,
parece les juega una burla .
- 243

Héos aquí , hermanos mios , una lijera sombra de lo


que sucede á un pecador precipitado en el infierno .
Embestido por una parte de aquel fuego cruel que le
causa todos los tormentos , herido por otra del cielo con
la mas espantosa de todas las penas , se vuelve por ins-
tinto natural á pensar en la salida , en el término , en el
cuando deberá acabar . Pero no descubriendo allá bajo
medio alguno de escapar, levanta sus miradas al cielo , y
vé que mientras brille aquel Sol divino que le hiere con
sus rayos , no tendrá fin el dia de la venganza . Pero ¡ ó
Dios ! ¿ este Sol cuándo se pondrá ? Pasará á nuestro
modo de entender mil años en sus penas , y mirando al
Sol de justicia , advertirá que no ha corrido un solo gra-
do , y que mil años son un nada delante de él , como es
un nada el dia que pasó : mille anni ante oculos tuos tam-
quam dies hæsterna quæ præteriit . Pasará en aquellos ar-
dores mil siglos mas , y volviéndose á aquel divino Sol ,
observará que aun está fijo en medio del cielo , y que na-
da da señal de movimiento : apud quem non est transmuta-
tio , nec vicissitudinis obumbratio . Pasarán sobre el infeliz
otros millones de siglos... pero ¿ á qué me fatigo? Ya
está cierto el miserable de que tanto dista este Padre de
las luces de llegar al ocaso , cuanto dista de cesar de ser
Dios . Sí ; es siempre el mismo , y sus años nunca vienen
á menos : tu autem idem ipse es , et anni tui non deficient.
Sí , nunca vienen á menos ; porque sin curso , sin movi-
miento , sin sucesion están siempre fijos en un eterno
presente . Figuraos á tal vista cual será la desesperacion
del infeliz condenado . Tú ahora padeces , se dirá ; des-
pues de mil siglos aun padecerás ; despues de millones
de siglos aun estarás aquí ; despues de tantos millones
de siglos cuantos instantes han trascurrido desde el prin-
cipio del mundo , cuantas arenas hay en el mar , cuantas
244

estrellas en el firmamento ... pero , ¿ porqué me entre-


tengo en contar ? nunca mas saldrá , nunca mas paz , nun-
ca mas perdon , nunca mas salud , nunca , nunca . ¡ O nun-
ca cruel ! ¡ ó eternidad desesperada ! Vanidades del mun-
do , placeres del mundo , locuras del mundo , este es el
término á que finalmente llevais .
¿Quién no tendria por necio al que por gozar de un
breve placer se obligase con pacto á bajar luego al in-
fierno , y tolerar por cien millones de siglos aquellas pe-
nas ? Y no obstante , hijos mios , trascurridos pocos dias
pudiera el tal decir : estos son ya de menos , y por grande
que sea mi deuda , al fin he comenzado á pagarla . Ven-
drá un dia en que tendré pagada la milésima parte; ven-
drá otro en que habré satisfecho la octava ; vendrá en
fin un momento que yo apenas diviso ahora , en que po-
cas horas me quedarán de estar aquí . Saldré en fin , iré
á gozar de Dios , y un solo instante de verle enjugará el
llanto de tantos siglos . Pero no entran no tales pensa-
mientos en aquella cárcel de desesperados : allá la deu-
da nunca disminuye ; allá la pena nunca se extingue .
Serán destruidos estos templos , reducidas á polvo estas
casas , cambiado el mundo , celebrado el juicio , y des-
pues del juicio habrán pasado millones de años ; y si os
condenais ¡ no lo permita Dios ! tanto os quedará aun
por padecer cuanto os quedó el primer instante que al
infierno caisteis . Allí no hay mitades que contar , partes
que disminuir , términos que esperar . Allí no hay mas
que un nunca y un siempre : un nunca salir , un siempre
padecer . ¿ Es posible , que á una alma penetrada de estas
verdades , haya ya criaturas que la encanten , place-
res que la seduzcan , mundo que la arrastre ? ¿ Y que al

frente de tales pensamientos le parezcan amargas las lá-


grimas , costosa la conversion , difícil la penitencia ? ¡ Ah!
245 -

dice san Bernardo , estas cosas son muy lijeras al que


medita las penas eternas : hæc lævia sunt meditanti pœnas
æternas .

Y sin embargo , aun no lo he dicho todo . No solo pa-


decerá el condenado por toda la eternidad ; sino que en
algun modo la padecerá toda entera en cada momento.
No gozará el infeliz de aquellas distracciones de enten-
dimiento que, ó por necesidad natural , ó por la conver-
sacion de los amigos consiguen en este mundo los afligi-
dos , no sino que ocupado siempre de la aprension vi-
vísima de sus penas , está continuamente reflexionando
el siempre de su padecer , y el nunca de su acabar . Pu-
diese él sacudir de su mente esta idea horrible de la
eternidad : ya que la ha de pasar toda en tormentos , pu-
diese á lo menos ignorarlo ya que ignorarlo no puede ,
pudiese á lo menos divertir el entendimiento con otras
ideas ; siquiera distraerse alguna vez . Pero no ; ha de pa-
decer eternamente , ha de saberlo , ha de pensarlo conti-
nuamente , sin cesar y con la mayor viveza . ¡ 0 tor-
mento , quinta esencia de todos los tormentos ! Mira ar-
riba , y halla una bóveda de infinito espesor que le cu-

bre : mira á los lados , y vé un inmenso terraplen que le


rodea : mira abajo , y encuentra un impenetrable pavi-
mento que le sostiene : no hay rendija por donde echar
una mirada ; no hay agujero por donde enviar un la-
mento ; por todo halla escritas con letras de fuego estas
tremendas palabras : siempre, jamás, eternidad . Padeces ,
y padecerás siempre ; no sales , ni saldrás jamás ; eres
infeliz , y lo serás por una eternidad . Esto piensa de dia ,
esto medita de noche , esto vé siempre , esto verá sin fin ,
sin un momento de distraccion , de sueño , de olvido .
¡ O eternidad ! ¡ ó infierno !
‫ نا‬creeis vosotros es-
Decidme ahora , pecadores mios , &
246

te infierno espantosísimo é interminable ? ¿ creeis que


vuestro pecado os encamina en derechura á aquel abis-
mo de penar ? ¿ creeis que si continuais viviendo así ,
dentro pocos dias rabiaréis allá bajo como desesperados ?

Si no lo creeis , andad , infelices , andad á disponeros


para aprenderlo un dia allá con eterna experiencia pro-
pia. Pero si lo creeis , decidme por favor , ¿ qué nombre
he de dar á vuestra conducta ? Si uno solo de los hijos
de Adan hubiera de condenarse, todos deberíamos tem-
blar ; y sabiendo que las almas caen en el infierno como
copos de nieve , vosotros reís , vosotros jugais , vosotros
cerrais adrede los ojos para caer sin advertirlo en aque-
llos incendios . ¡ Qué delirio es este , Dios mio , qué de-
lirio !
Trabajad , hijos mios , para que no caigais en aquel
abismo de penas , donde no hay esperanza , alivio ni
remedio ; antes bien podais ir á gozar de aquel sumo
Bien , en quien están reconcentradas todas las delicias .
Amen .
SEGUNDA PARTE .

LOS SACRAMENTOS.
R M

སྙན། །
1
PLATICA I.

LOS SACRAMENTOS EN GENERAL .

Haurietis aquas in gaudio de


fontibus Salvatoris . Isai. XII , 3.

Si bien es verdad , hijos mios , que todo cristiano de-


be estar perfectamente instruido en las cuatro partes de
la doctrina cristiana , no se puede dudar que la parte
que mira á los sacramentos exige de nosotros mayor es-
tudio y aplicacion : porque no solo debeis saber lo que
Dios nos ha revelado acerca de ellos ; sino que además
debeis entender cual es la naturaleza de cada uno , cual

la materia de que se componen , cuales los efectos que


producen , y cuales las disposiciones que requieren para
recibirlos santamente y con fruto ; á fin de que no suce-
da que acercándoos á recibir algunos de ellos , por
vuestra ignorancia y poca disposicion estas cosas santas
sean entregadas á los perros , y estas preciosas perlas ven-
gan á ser arrojadas á los puercos.
- 250

Y aquí me habeis de permitir que os diga francamente


una cosa ; y es , que segun manifestais en la práctica ,
la noticia que comunmente teneis de los sacramentos es
muy escasa y miserable , por no decir enteramente falsa
y equivocada ; dándome con esto á sospechar , que no
solo los recibís sin fruto , sino que los recibís con per-
juicio de vuestra propia alma . Con solo ver el modo con
que algunos os presentais á recibir los sacramentos , cual-
quiera dirá que ni entendeis lo que son , ni teneis idea al-
guna de lo que vais á hacer. ¿ Quién creerá que entienda
lo que es la Penitencia , un cristiano que se presenta á con-
fesar con la mayor frescura , sin haber hecho un diligente
exámen de sus culpas , sin haberse excitado á un verda-
dero dolor , sin haber formado propósito de enmendar-
se ? ¿ Quién creerá que sepa lo que es la Eucaristía , un
cristiano que del confesonario corre al altar sin prepa-
rarse un instante , y del altar huye á casa sin detenerse
un breve rato para dar gracias á Jesucristo ? Y sin em-
bargo esto sucede muy á menudo .
Vosotros debierais reflexionar , que los sacramentos
son los canales por los cuales se nos comunican los mé-
ritos de Jesucristo ; y que por ellos se adquiere la gra-
cia , por ellos se conserva , por ellos se aumenta , y por
ellos se vuelve á recobrar cuando se ha tenido la des-
gracia de perderla , como dice el santo Concilio de Trento :
Per quo omnis justitia vel incipit , vel cœpta augetur , vel

amissa reparatur . O bien debierais reflexionar , que son


siete fuentes que fluyendo de las llagas de nuestro divi-
no Salvador , nos dan agua de vida eterna , como lo ha-
bia predicho Isaías : Haurietis aquas in gaudio de fontibus
Salvatoris . Si esto reflexionaseis , fieles mios , ¡ qué cui-
dado tendriais en instruiros bien sobre la doctrina de los
sacramentos , á fin de que por falta de instruccion no os
251

resultasen infructuosos ! Por lo que á mí hace , os daré


cuantas instrucciones podais desear en materia de sacra-
mentos ; pero antes de entrar en la explicacion de cada
uno en particular , juzgo indispensable daros de ellos
una noticia general que les comprenda á todos .

Para tomar la cosa por sus principios , lo primero que


debeis entender es , qué significa esta palabra sacra-
mento . Dejando aparte algnnas significaciones vagas que
se le pueden atribuir , aquí se toma por una señal exterior
Y sensible , instituida por Jesucristo para dar á conocer la

gracia que invisiblemente produce en nuestras almas . Dios ,


dice santo Tomás ( 1 ) , ha querido acomodarse en todo á
nuestra naturaleza y condicion . Nuestra condicion es ,
venir en conocimiento de las cosas invisibles y espiritua-
les por medio de las cosas corporales y sensibles . Como
por los sacramentos se nos confiere una cosa invisible y
espiritual , que es la gracia , ha sido consiguiente que
esta cosa se nos hiciese conocer por medio de señales
sensibles , como por el agua conocemos la gracia que se
nos confiere en el bautismo , por el crisma la que se
nos dá en la confirmacion , y así id discurriendo de los
demás sacramentos . Y por esta razon se dice , que el sa-
cramento es una señal exterior y sensible.
Mas no debeis pensar que los sacramentos sean seña-
les puras de la gracia , que la signifiquen simplemente
sin hacer mas ; no , sino que son señales prácticas , efi-
caces , operativas , que no solo significan la gracia , sino
que realmente la producen . Así el agua del Bautismo no
solo significa la purificacion interior del alma , sino que
la purifica la Penitencia no solo significa el perdon in-

(1 ) D. Thom. 3 part. quæst. 60 , art. 4 .


252-

visible de los pecados , sino que realmente los borra : la


Extrema-uncion no solo significa la renovacion del espí-
ritu , sino que en efecto lo renueva . Y esta es , hijos mios,
la gran ventaja que nuestros sacramentos llevan sobre
los sacramentos de la ley antigua. Tambien los de la an-
tigua ley tenian sus sacramentos , como la circuncision ,
el cordero pascual , las purificaciones legales , etc .; pero ,
como dice san Pablo , estos eran unos sacramentos pobres,
que tenian solo la virtud de figurar la gracia , no de
conferirla. ¡ Cuántas gracias debeis dar á Dios , por ha-

beros dado unos sacramentos tan eficaces para santificar


vuestras almas !

Si deseais ahora saber de qué modo nuestros sacra-


mentos producen la gracia en el alma , habré de valer-
me de una expresion que regularmente no entenderéis
lo que quiere decir . Dicen los teólogos , que la producen ex
opere operato , esto es , por una virtud y eficacia intrínse-
ca é inherente al mismo sacramento ; de modo que su

virtud no depende ni de la piedad de quien lo adminis-


tra , ni del mérito de quien lo recibe . No de la piedad de
quien lo administra ; y así si un sacerdote bautiza , absuelve
ó consagra , aunque sea un gran pecador , válidamente
consagra , absuelve y bautiza , mientras su malicia no sea
tanta que llegue á quitar alguna cosa esencial al sacra-
mento . Tampoco depende la virtud del sacramento del
mérito de quien lo recibe. Esto no quiere decir , notadlo
bien , que el sacramento produzca infaliblemente la gra-
cia tanto si lo recibís bien dispuestos como en mala dis-
posicion , no requiérense de vuestra parte las debidas
disposiciones ; y si estas faltan , el sacramento queda sin
efecto . Solo quiere decir , que el efecto debe siempre
atribuirse al sacramento , no á vuestras disposiciones ;
pues ellas no hacen mas que quitar el obstáculo que pudiera
253

impedirlo . Esto lo veréis claro con un ejemplo . Si cuan-


do el sol brilla en el cielo , vosotros os estais en vuestro
aposento con la ventana cerrada , os quedais á oscuras ,
y si la abrís , entra luego la luz é ilumina toda la pieza .
Pregunto ahora ¿ quién es la causa de esta iluminacion ?
¿ sois vosotros abriendo la ventana , ó es el sol introdu-
ciendo sus rayos ? Es evidente que el sol es toda la cau-
sa , y que vosotros no haceis mas que quitarle el impe-
dimento . Del mismo modo , si vosotros os llegais á un
sacramento mal dispuestos , á pesar de su eficacia nada
puede obrar ; si os poneis en buena disposicion , obra y
produce la gracia . Pero ¿ á quién se deberá atribuir es-
ta produccion ? Al sacramento , no á vosotros ; así como
cuando lo recibís infructuosamente , la culpa es vuestra ,
no del sacramento .
Aquí pudiera ocurriros una dificultad . ¿ Cómo siendo
los sacramentos cosas materiales , pueden producir la
gracia ,, que es una cosa espiritual , sobrenatural y divi-
na ? ¿ Qué proporcion hay entre los unos y la otra ? —--
Naturalmente ninguna : lavaos y volveos á lavar , jamás
conseguiréis borrar un solo pecado . No producen , pues ,
los sacramentos la gracia santificante por virtud natural ,
sino por institucion divina . Su autor es Jesucristo , y so-
lo él como Dios podia dar á las cosas materiales que se
aplican en los sacramentos , la virtud de perdonar los pe-
cados , conferir la gracia y santificar el alma .
Falta ahora saber cuantos sacramentos instituyó Jesu-
cristo . Siete cuenta el santo Concilio de Trento , á saber :
Bautismo, Confirmacion , Eucaristía , Penitencia, Extrema-
uncion , Orden y Matrimonio . No busqueis otra razon à
priori de este número , que la voluntad de Dios , á quien
agradó instituirlos así , ni mas ni menos . Si os conten-
tais con una razon de congruencia , santo Tomás trae
234 -
To
una , que es bellísima , y que no dudo os gustará ( 1 ).
Con siete sacramentos , dice el santo , Dios ha provisto
misericordiosamente á todas las necesidades espirituales
de nuestra alma , con el mismo órden que habia provis-
to las de nuestro cuerpo . Siete cosas son necesarias pa-
ra la vida natural nacer , crecer , nutrirse , recobrar la
salud perdida , reparar las fuerzas consumidas por la
enfermedad , sucesion contínua de superiores que go- DC
biernen , y de padres que conserven el género humano . are
Pues hé aquí lo que hacen los sacramentos respecto á la
vida espiritual de nuestra alma : por el Bautismo rena-
cemos , la Confirmacion nos hace crecer , la Eucaristía
nos alimenta , la Penitencia nos cura , la Uncion nos for-
talece contra los peligros de la muerte , el Órden perpe-
tua la sucesion de ministros en la Iglesia , y el Matrimo-
nio le proporciona hijos espirituales .
Todos estos sacramentos son grandes , hijos mios , y
muy dignos de vuestro aprecio y veneracion : pero cada
uno , dice santo Tomás ( 2 ) , tiene alguna excelencia par- Mo
ticular , que en diverso sentido le hace preferible á los
otros . Respecto á la dignidad intrínseca , el principal de
todos es la Eucaristía , porque contiene en sí al mismo
autor de la gracia , que es Jesucristo : respecto á la dig-
nidad del ministro , son la Confirmacion y el Orden , por-

que solo el obispo puede conferirlos : respecto á la sig-


nificacion , es el Matrimonio , porque representa la union
hipostática del Hijo de Dios con la especie humana y su
desposorio espiritual con la Iglesia : respecto á la nece-
sidad , son el Bautismo y la Penitencia , porque el pri-
mero es indispensable á todos , y el segundo á cuantos
han perdido la gracia .

(1) D. Thom . 3 part. quæst . 65 , art. 1 .


(2) D. Thom . 3 part. quæst. 65 , art. 1 .
-255

Todos estos sacramentos tienen efecto comun , que es


conferir la gracia santificante ; pero esta gracia la con-
fieren de diferente modo , segun la naturaleza de cada
uno. Hay algunos que fueron instituidos expresamente
para trasladarnos del estado de culpa al estado de la gra-
cia , y estos por su institucion confieren la gracia que
los teólogos llaman primera , como el Bautismo y la Pe-
nitencia , llamados sacramentos de muertos ; porque ha-
cen revivir el alma muerta por el pecado . Otros fueron
instituidos con el fin de aumentar la gracia ya habitante
en nosotros , y estos producen la gracia que los mismos
teólogos llaman segunda , como la Confirmacion , Euca-
ristía , Uncion , Órden y Matrimonio ; los cuales son lla-
mados sacramentos de vivos ; porque requieren estado de
gracia para recibirlos dignamente . Esto no impide que
puedan venir casos en que el sacramento de vivos pro-
duzca la primera gracia , y el de muertos la segunda .
El primer caso seria , cuando estando uno en pecado
mortal , pensase de buena fé que estaba en gracia , y con
esta buena fé se llegase á un sacramento de vivos , le
conferiria la primera gracia . El segundo caso sucede ,
cuando la persona recibe el sacramento de muertos es-
tando ya en gracia de Dios , como son los que se confie-
san sin tener culpa grave .
A mas de la gracia santificante , que es comun á todos
los sacramentos , hay otro efecto que es propio y parti-
cular de algunos , y es un carácter , un sello , una marca
espiritual que nos consagra particularmente á Dios , ó en
calidad de cristianos , como en el Bautismo ; ó en calidad
de soldados de Jesucristo , como en la Confirmacion ; ó
en calidad de ministros de Dios , como en el Órden . Dos
diferencias muy notables hay entre la gracia y el carác-
ter : la primera es , que la gracia puede perderse , y de
- 256

hecho se pierde por el pecado ; mas el carácter es inde-


leble , y no hay culpa tan grave que pueda borrarlo , y por
esto queda en el alma toda la vida y quedará por toda
la eternidad . La otra diferencia es , que la gracia solo la
reciben los que están bien dispuestos ; y la reciben mas
ó menos conforme la mayor ó menor disposicion ; pero
el carácter lo reciben todos , aunque indispuestos , con
tal que se les administre válidamente el sacramento .
Ahí teneis , fieles mios , las cosas mas dignas de sa-
berse sobre los sacramentos en general : como habeis
visto , yo las he corrido al vuelo , sin detenerme en ha-
cer ninguna reflexion : pero espero daros mas luz y ha-
cer las aplicaciones oportunas cuando os los vaya expli-
cando sucesivamente en particular . Entre tanto , demos
gracias de buen corazon á nuestro amabilísimo Reden-

tor , por habernos preparado estos medios fáciles al pa-


so que eficaces para adquirir la gracia , aumentarla y
conservarla . ¡ Ah fieles ! A nosotros los sacramentos nos
cuestan poco ; pero á Jesucristo le costaron mucho ; pues
le costaron nada menos que la sangre y la vida . Haga-
mos de ellos el debido aprecio y estimacion ; estimacion
y aprecio que debemos acreditar , ya usándolos con fre-
cuencia , ya recibiéndolos con toda disposicion . Los sa-
cramentos son siete árboles plantados en el paraiso de
la Iglesia , que producen frutos de vida eterna para los
que dignamente los gustan . Son siete copas llenas de la
sangre preciosa de Jesucristo , la cual aplicada digna-
mente á nuestras almas , tiene la virtud de santificarlas.

Son siete fuentes , que fluyendo de las llagas sacratísi-


mas del Salvador , dan aguas abundantes para apagar la
sed de nuestros corazones . ¡ Hijos ! gustad con frecuen-
cia los frutos de estos árboles acercad á menudo á

vuestros labios la sangre de estas copas : acudid lo mas


257

que podais á buscar agua en estas fuentes . Yo os ase-


guro que no tardaréis á experimentar lo que anunció
Isaías : Haurietis aquas in gaudio de fontibus Salvatoris .
Amen .

PLATICA II.

EL BAUTISMO . GRANDES OBLIGACIONES QUE IMPONE AL CRISTIANO .

Quicumque baptizati estis ,


Christum induistis . Galat.11.17.

Habiéndoos explicado los · sacramentos en general en


todos los puntos que mas os conviene entender , y supo-
niendo que tendréis cuidado de conservar en la memo-
ria las doctrinas que sobre el particular os tengo dadas ,
pasaré á la explicacion de cada sacramento en particu-
lar , empezando por el Bautismo , que es el primero de
todos , el mas necesario , y la puerta de todos los demás
sacramentos .
No creais , hijos mios , que sea inútil la explicacion
del Bautismo ; antes debeis reputarla muy necesaria ;
porque habiendo vosotros recibido este sacramento en

una edad en que no erais capaces de conocer su excelen-


cia , ni los admirables efectos que produce , ni las es-
trechísimas obligaciones que impone ; es menester su-
plir ahora la falta de las reflexiones que entonces no
pudisteis hacer , á fin de estimularos á vivir segun el
espíritu de Jesucristo , á cuya sagrada Persona estais in-
corporados desde que fuisteis bautizados , como dice san
Pablo Quicumque baptizati estis , Christum induistis . A
mas de que no pudiera llegar el caso que la salvacion
de algun niño moribundo dependiese de vuestra habili-
T. I. - 17
- 258

dad en conferirle sólidamente el Bautismo ? Estos casos


llegan todos los dias : y no es cosa rara , que los que los
presencian hayan de lamentarse de no haberse instruido
en la materia . Es , pues , de suma importancia el estar
al corriente de las doctrinas tocantes al Bautismo ; y el
cristiano que no las sabe , falta en un punto muy esen-
cial.
El Bautismo , fieles mios , es aquel sacramento institui-
do por Jesucristo , en el cual por medio de la ablucion del
cuerpo hecha con determinadas palabras , es significada y
producida la purificacion interior del alma verificada por la
gracia . No os acongojeis al oir esta complicacion de pa-
labras : yo las iré desenvolviendo de modo que todos las
entenderéis .
En primer lugar , el Bautismo fué instituido por Jesu-
cristo como todos los demás sacramentos . Si deseais sa-
ber cuando le instituyó , el Catecismo romano satisface
vuestro deseo , diciendo : que le instituyó cuando su
santo Precursor le bautizó en el rio Jordán . Entonces con
el contacto de su carne sacratísima santificó el elemento

del agua , y le comunicó la virtud de limpiar las almas


del pecado ; de modo que por institucion de Jesucristo
el agua , y solo el agua es materia apta para el Bautis-
mo . Asimismo entonces toda la santísima Trinidad , en
cuyo nombre se confiere el Bautismo , se manifestó sen-
siblemente el Padre haciendo sonar de lo alto su divina

voz , el Hijo estando presente en forma humana , y el


Espiritu santo apareciendo en figura de paloma .
De ahí resulta , que la materia de este sacramento es
el agua natural : la práctica de la Iglesia es aplicarla
bendita y mezclada con el óleo consagrado por el obis-
po ; pero esto no pertenece á la esencia del sacramento ,
y para su valor basta cualquier agua verdadera .
- 259

Ni es necesario lavar con ella todo el cuerpo del bau-


tizado ; basta que se lave una parte principal , como la
cabeza ; y si esto no se puede , basta que se lave aque-
lla parte que se presenta ; advirtiendo , empero , que si
la ablucion no se ha hecho en la cabeza , el Bautismo
cuando menos es dudoso , y debe repetirse bajo condi-
cion . En todo caso es menester verter el agua en tal
cantidad , que corra ; pues no bastan algunas gotas ,
porque una cosa es lavar , y otra es mojar simplemente .
Esta ablucion se debe acompañar con las palabras
prescritas por Jesucristo , que constituyen la forma de
este sacramento . En el bautismo solemne nosotros las

pronunciamos en latin , porque así lo ha dispuesto la


Iglesia ; pero en el bautismo privado que se confiere en
caso de necesidad , pueden pronunciarse en cualquier
idioma . Y así , si llega el caso de haber de administrar
este sacramento , podeis decirlas en nuestra lengua pro-
vincial de este modo : Jo te batejo en nom del Pare , y del
Fill , y del Esperit sant . Advertid con cuidado , que todas
estas palabras son esencialmente necesarias ; de modo
que si faltase una , el bautismo seria nulo .
La materia y la forma debe aplicarles el que bautiza ;
de lo que se sigue que quedaria inválido el sacramento ,
si uno vertiese el agua , y otro pronunciase las palabras .
Igualmente la materia y la forma se deben aplicar á un
tiempo mismo , esto es , no se deben terminar las pala-
bras sin ya derramar el agua , ni derramar toda el agua
sin haber ya comenzado las palabras . No digo que entre
estas dos cosas deba haber una correspondencia perfecta ;
pero sí que al menos deben tocarse en alguno de los ex-
tremos .

Con esto ya entenderéis , que cualquiera puede ser


ministro de este sacramento . Es verdad que el bautismo
- 260

solemne , que se administra con las ceremonias prescri-


tas por la Iglesia , solo pertenece al obispo y al párroco ,
y con facultad de estos á todo sacerdote , y aun al sim-

ple diácono ; pero el bautismo de necesidad puede cual-


quiera administrarlo válidamente , observando , si se
puede , un cierto órden , y dando la preferencia al mas
digno , al clérigo sobre el secular , al hombre sobre la
mujer ; exceptuando aquellos casos en que conviene
darla al mas práctico , por no exponer el sacramento al
peligro de nulidad .
Hasta ahora , hijos mios , yo no he hecho mas que
explicar las doctrinas pertenecientes á la válida adminis-
tracion del bautismo : estas noticias pueden ser útiles
á otros en caso que alguna vez debais administrarlo ;
pero no á vosotros que ya lo habeis recibido . Pasaré ,
pues , á otro punto que interesa personalmente á todos ,
y es sobre las grandes obligaciones que contrajisteis en
el dia que por el santo Bautismo fuisteis hechos cris-
tianos.

Para que mejor podais comprender las tremendas obli-


gaciones que contrajisteis en vuestro bautismo , refle-
xionad un poco , os suplico , sobre los admirables efec-
tos que este sacramento produjo en vuestras almas .
Fácil os será verlos , si considerais cuan infeliz es el es-
tado de un niño , que es presentado á la Iglesia para
ser bautizado ; lo que podeis inferir de las varias cere—
monias que practica la misma Iglesia antes de adminis-
trarle este sacramento . ¿ Porqué pensais se detiene al
bautizando á la puerta del templo , antes de introducirle
al bautisterio ? ¿ Qué juzgais denotan tantos exorcismos
que hace el sacerdote , conjurando al demonio á que
salga de aquella criatura ? ¿ Qué imaginais indica aquel
- 261 -

soplarle el sacerdote repetidas veces al rostro , á seme-


janza de lo que hizo Dios cuando infundió á Adan el es-
píritu animador ? ¿ Qué imaginais significa aquel untarle
con saliva las narices y orejas , á imitacion de lo que
practicó Jesucristo con un endemoniado sordo y mudo ?
Y por último , aquel continuo formar cruces sobre su
frente , pecho y espaldas , ¿ qué pensais demuestra ?
¡ Ah fieles todas estas ceremonias muestran muy
claramente cual es el infeliz estado de aquel infante . El
detenerle á la puerta del templo indica , que no es digno
de ser admitido en el número de los fieles ; porque sien-
do excluido del cielo por el pecado original , deberia
quedar excluido de la Iglesia , que es su figura y su
puerta . Los exorcismos que se le hacen , denotan que es
esclavo del demonio , y que este espíritu de tinieblas
tiene puesto su trono en aquella pobre alma , oprimién-
dola como déspota y tirano . El soplarle al rostro de-
muestra , que se halla en estado de muerte espiritual ,
del cual no puede salir sino por la gracia de Jesucristo .
El untarle las narices y orejas declara , que es incapaz
de percibir el olor de las cosas espirituales , y de escu-
char con fruto las palabras de vida eterna .
Pero apenas aquel infante es bañado con las aguas
saludables del bautismo , apenas el sacerdote ha pro-
nunciado sobre él estas palabras santificadoras : Yo te
bautizo en nombre del Padre , y del Hijo , y del Espiritu
santo , se verifica en él un cambio tan repentino como
dichoso el demonio le suelta y huye ; el pecado origi-
nal queda enteramente borrado ; la gracia entra y toma
posesion de su alma ; Dios le recibe por hijo , y por hijo
ardientemente amado ; Jesucristo le toma por hermano ;
el Espíritu santo le consagra por su templo ; el cielo
le abre sus puertas ; y él dejando el sér de criatura
262

terrena , adquiere el sér de criatura nueva , celestial y


divina .

Tales fueron , hijos mios , los admirables efectos que


el Bautismo obró en vosotros ; pero si por una parte es-
tos efectos son grandes , grandes son por otra los empe-
ños y obligaciones que habeis contraido . En primer lu-
gar , habeis contraido la obligacion de creer en Dios , y
de creer todas las verdades que él ha revelado , Por esta
razon el sacerdote antes de admitiros al bautismo , os
preguntó varias veces sobre vuestra fé , diciéndoos :
៤ Crees en Dios Padre omnipotente ? ¿ crees en Jesucristo su
Hijo? Y á este tenor prosiguió haciéndoos otras pregun-
tas . Vosotros por boca de vuestros padrinos respon-
disteis á todas : Credo , creo ; y con esta solemne palabra
prometisteis no tener en toda vuestra vida otra fé que la
de la Iglesia .
Y no creais que la fé que prometisteis , sea una fé
cualquiera ; sino una fé firme , pública y eficaz : firme,
obligándoos á no dar jamás lugar alguno á dudas , per-
plejidades ni vacilaciones sobre los artículos que la Igle-
sia os propone : pública , empeñándoos á profesarla abier-
tamente á la faz de todo el mundo , sin jamás avergonza-
ros de ella , sin jamás dar á entender que la renunciais ;
y esto , sean las que fueren las circunstancias en que os
encontreis , aunque esteis en el lance de perder la vi-
da : eficaz , obligándoos á acreditarla con obras corres-
pondientes , y á no ser del número de aquellos que con-
fiesan á Dios con la boca , y le niegan con los hechos ,
como dice san Pablo : Qui profitentur se nosce Deum, fac-
tis autem negant.
Decidme ahora , hijos mios : ¿ habeis vosotros mante-
nido la fé en la forma que la prometisteis en el bautis-
mo ? ‫¿ن‬Qué
‫ا‬ os dice la conciencia ?... ¿ Cuántas veces oyen-
263 -

do discurrir á un libertino sobre materias de religion ,


habeis vacilado en la fé , diciendo allá dentro vuestro
corazon : parece que este hombre dice verdad: ¿ quién sabe si
lo que nos enseñan es una pura patraña ? ¿ Cuántas hallán-
doos en compañía de alguno de esos burlones de las
doctrinas católicas , habeis disimulado cobardemente
vuestra fé ; y si bien no habeis llegado á aprobar positi-
vamente sus herejías , habeis no obstante aparentado con
el semblante y con el gesto , que pensabais como él ?
¿ Cuántas habeis desmentido vuestra fé con las obras ,
creyendo especulativamente una cosa , y haciendo prác-
ticamente lo contrario ? Si lo mirais bien , quizás halla-
réis que estas veces no han sido pocas .
Además , el Bautismo os obliga á renunciar el mun-
do , el demonio y la carne ; no permitiendo jamás que
ellos tengan ascendiente sobre vosotros . Por este motivo
el sacerdote antes de conferiros el santo Bautismo , os
exigió una promesa formal de renunciar el mundo y sus
vanidades , de renunciar el demonio y sus sugestiones ,
de renunciar la carne y sus ilícitos placeres . Abrenuntias
Satana ? et omnibus pompis ejus ? et omnibus operibus ejus ?
A cuales preguntas vosotros respondisteis : abrenuntio ,
sí , sí , todo lo renuncio . El modo con que vosotros cum-
plís esta palabra tan formal y solemne , no hay necesi-
dad de que yo lo diga ; vuestra conducta habla . Solo os

advertiré , que formaria muy mal concepto de nuestra


santa religion quien no juzgase de ella sino por el sis-
tema de vuestra vida . ¿ Quereis que os lo demuestre?
Hagamos aquí una suposicion .
Suponed que viene del Asia un infiel , quien jamás ha
oido hablar de cristianismo : entra en esta poblacion , y
dirigiéndose á uno de vosotros os pregunta : ¿ cuál reli-
gion es aquí la dominante ? - La cristiana , contestais .
264

-¿Quién fué su autor ? replica el infiel . - Jesucristo ,


respondeis . -¿Qué leyes os ha impuesto ? vuelve él á
preguntar . Aquí vosotros recordando las obligaciones
contraidas en el Bautismo se las exponeis diciéndole : el
dia que fuimos hechos cristianos , nos obligamos con ju-
ramento el mas solemne á imitar la vida y los ejemplos
de Jesucristo fundador de nuestra religion . Y como su
vida fué santísima , y no respiraba otra cosa que pure-

za , abnegacion y desprecio de las cosas terrenas ; no—


sotros hicimos una total renuncia de las cosas de este

mundo , particularmente de tres , que son la soberbia ,


avaricia y lujuria . De modo que la humildad es nuestra
divisa , la pureza es nuestro distintivo , la cruz es nues-
tra enseña . Para nosotros no hay pompas , no hay lujo ,
no hay ambicion de honores , no hay codicia de rique-
zas , no hay deseos de placeres ilícitos ; porque todo lo
tenemos renunciado desde el dia de nuestro bautismo .
Decidme ahora por favor : cuando este hombre , des-
pues de haber escuchado un discurso tan hermoso , co-
mience á recorrer esas calles , y no vea otra cosa que
objetos de diversion , trofeos de lujo , refinamientos de
sensualidad ; cuando entrando en vuestras casas oiga
que no hablais sino de modas , de divertimientos , de
adquisiciones , placeres y mundo ; cuando saliendo por
esas plazas vea tanto orgullo , tanta inmodestia , tanto
escándalo , tanto desórden , que quizás no habrá visto
ni en Constantinopla , ni en el Cairo , ni en alguna de
las poblaciones paganas , ¿ qué dirá ? …. ¿ qué pensará de
nuestra religion ?... Se reirá de una religion que ni á los
mismos que la profesan persuade : graduará de sueños
nuestras revelaciones , de fábulas nuestras doctrinas , de
supersticiones nuestros misterios . Héos pues , hijos mios ,
el honor que haceis á la religion , el cumplimiento que
dais á las promesas hechas en el Bautismo .
265 ---

Por el Bautismo os obligasteis á vivir segun el espíri-


tu de Dios , llevando una vida pura , santa é inmacula–
da. Tanto es así , que san Pablo escribiendo á los nue-
vamente bautizados , no les daba otro nombre que el de
santos , como si fuese una misma cosa ser bautizado y
ser santo , profesar el cristianismo y profesar santidad .
Si esta doctrina os parece dura , recordad el eminente
rango á que os ha levantado el Bautismo , y pronto de-
jará de parecéroslo .
Por el Bautismo habeis venido á ser hijos de Dios y
herederos de su reino . ¿ Qué piden estos títulos ? Si sois
hijos de Dios , es claro que debeis amarle como á vues-
tro padre , serle en todo sumisos y obedientes como hi-
jos verdaderos ; sosteniendo el decoro de tan excelsa
filiacion con la integridad de vuestra vida , sin deshon-
rarla jamás con acciones bajas é indignas . Si sois here-
deros del cielo , es evidente que debeis tener miras y
sentimientos conformes al fin altísimo á que sois llama-
dos ; levantando al cielo vuestros pensamientos , y no
teniendo la vista fija sobre la tierra á semejanza de los
brutos que no tienen otro destino .
Por el Bautismo fuisteis hechos hermanos de Jesucris-
to , fuisteis unidos con él , como que no formais sino un
mismo cuerpo . ¿ Qué exige este honor ? Exige que os
revistais de su espíritu , que imiteis sus ejemplos , que
seais como otras tantas copias suyas en la caridad , hu-
mildad , mansedumbre y demás virtudes cristianas ; de
modo que toda la vida de Jesucristo se manifieste y res-
plandezca en vuestros cuerpos : Ut et vita Jesu manifes-
tetur in corporibus nostris.
Por el Bautismo habeis venido á ser templos vivos del
Espíritu santo , habeis sido consagrados á Dios con los
mismos ritos Ꭹ ceremonias que se le consagran las Igle-
--- 266 -

sias. ¿ Qué pide una tal consagracion ? Pide que mireis


vuestras personas con el mayor respeto ; que os conser-
veis con inviolable pureza ; que os preserveis de todo
pensamiento , palabra y accion que pueda contristar al
Espíritu santo que habita en vosotros .
Estas son , hijos mios , las principales obligaciones que
contrajisteis en vuestro bautismo ; obligaciones tan esen-
ciales á vuestra profesion de cristianos , que nadie os
las puede dispensar . Para animaros á cumplirlas con to-
da fidelidad , seria muy útil , que de tiempo en tiempo,
particularmente el dia cumpleaños de vuestro bautismo ,
os acercaseis á aquella pila sagrada donde fuisteis reen-
gendrados , y allí con vivos sentimientos de fé os dije-
seis aquí me sacó el Señor de la esclavitud del de-
monio ; aquí me recibió por hijo suyo ; aquí me hizo
heredero de su reino , y aquí mismo yo le prometí servirle
como á mi padre ; aquí juré serle obediente , fiel y su-

miso ; aquí renuncié el demonio , el mundo y sus vani-


dades . En seguida deberiais darle gracias por tan ines-
timable beneficio , renovarle vuestras promesas y protestar
serle mas fieles en el porvenir. Si de este modo celebraseis
el aniversario de vuestro bautismo , tendriais un grande
estímulo para vivir bien y un medio poderoso para con-
seguir el cielo . Amen .
267

PLATICA III.

LA CONFIRMACION . EL SOLDADO DE JESUCRISTO PUESTO EN


CAMPAÑA .

Accipite armaturam Dei , ut


possitis resistere in die malo,
et in omnibus perfecti stare .
Ephes. vi , 31 .

No basta haber recibido la vida espiritual en el Bau-


tismo esto puede ser suficiente para los niños que mue-
ren antes del uso de la razon ; pero no lo es para los
que sobreviven , y quedan expuestos á los peligros de
perder la gracia . Muchos son los peligros , combates y 1
tentaciones que encontramos ya desde nuestra primera
edad vosotros lo sabeis , mis amados hijos . Peligros
por parte de nuestras mismas pasiones , que en aquella
estacion comienzan á desarrollarse y á hacer sus prime-
ros ensayos ; combates por parte del mundo , que se
aprovecha de nuestra inexperiencia para seducirnos con
sus malos ejemplos y con sus máximas perversas ; ten-
taciones por parte del demonio , que entonces mas que
nunca pelea para apartarnos de Dios , y conquistar nues-
tros corazones enteramente novicios . ¡ Cuán fácil es , que

desde la infancia nos dejemos llevar al mal y nos extra-
viemos del buen camino ! Y si los principios son malos ,
¿ cuáles serán las consecuencias ? Nosotros , pues , aun-
que bautizados , necesitamos de un nuevo socorro , que
nos fortifique en la vida espiritual todavía muy flaca y

débil para sostenerse por sí sola ; y este socorro nos lo


ha proporcionado Jesucristo con el sacramento de la
1
Confirmacion , el cual confirma , perfecciona y acaba lo
que el Bautismo ha comenzado en nosotros .
268 -

Esto no es decir , que la Confirmacion sea necesaria


para salvarnos con necesidad de medio ; pero sí que lo TA
es con necesidad de precepto : de suerte que quien la
rehusase teniendo proporcion de recibirla , pecaria gra-
vemente ; ya porque desobedeceria á Jesucristo que no
instituyó en vano este sacramento , ya porque volunta-
riamente se privaria de las gracias y auxilios que él co-
munica , y sin las cuales es moralmente imposible con-
servar la vida espiritual entre tantos peligros que por
todos flancos la amenazan . ¿ Qué pensariais de un viajero
que precisado á andar por caminos infestados de asesi-
nos y ladrones , rehusase aceptar las armas que un buen
amigo le ofreciese para su defensa ? Este viajero es el
cristiano expuesto á los peligros del mundo ; Jesucristo
le ofrece en el sacramento de la Confirmacion una arma
L
espiritual para defenderse , le manda que la acepte,
diciéndole Accipite armaturam Dei , ut possitis resistere Ter
in die malo . Si él , pues , la rehusa , se hace culpable ;
porque se expone al riesgo evidente de sucumbir á sus
enemigos espirituales . De lo que debeis inferir , que
pecan gravemente aquellos padres flojos y omisos , que
no cuidan de que en llegando sus hijos á una convenien-
te edad sean confirmados ; porque dejándolos con el solo Ea
Bautismo , quedan siempre niños , débiles y flacos en la
vida espiritual , y de consiguiente expuestos á sucumbir

al primer encuentro del enemigo .


No solo esto , hijos mios , sino que incumbe á los pa-
dres disponer á sus hijos para que reciban con fruto este
sacramento , teniendo mucho cuidado de que no lo pro-
fanen recibiéndole en estado de culpa grave , si por su

edad son capaces de haberla cometido . Aquí se trata de


un sacramento de vivos , el cual está instituido , no para
dar la primera gracia , sino para aumentarla ; y por lo
- 269 -

mismo de un sacramento que debe ir precedido de la


confesion , ó á lo menos de una contricion perfecta , si el
que ha de recibirlo ha tenido la desgracia de perder la
inocencia del Bautismo . Cuiden , pues , los padres de
preparar y disponer el corazon de sus hijos anticipada-
mente , ya excitándoles á hacer una buena confesion ,
ya instruyéndoles de los grandes efectos que la Confir-
macion produce en el alma , ya haciéndoles tener pré-
viamente algunos dias de devoto recogimiento . Esto , me
diréis , nunca lo hemos practicado . - Bien lo sé que
nunca lo habeis practicado , y harto lo deja ver el poco
fruto que se saca de la Confirmacion ; pero esto no prue-
ba que no tengais obligacion de hacerlo , sino solo que
hasta al presente habeis faltado á los deberes de buenos
padres .
Los efectos que la Confirmacion produce en quien
dignamente la recibe son admirables ; lo que se echa de
ver por los ritos y ceremonias que practica el obispo al
tiempo de conferirla . 1. ° El obispo hace la imposicion de
las manos sobre el confirmando ; y esto denota que en
virtud de este sacramento el Espíritu santo baja sobre su
alma , al modo que bajó sobre los apóstoles el dia de
Pentecostés . 2. ° El obispo le unge la frente con el cris-
ma , que es un compuesto de aceite y bálsamo consa-
grado ; y esto indica que la gracia del Espíritu santo
fortifica su alma contra los enemigos de su salvacion , y
le hará suave cuanto puede hallar de penoso y difícil en
la observancia de los deberes cristianos . 3.º Esta uncion

se la hace el obispo en forma de cruz ; y esto declara


que la cruz ha de ser su enseña , que jamás debe aver-
gonzarse de ella , y que con esta señal hará huir ver-
gonzosamente á todos sus adversarios . 4. ° El obispo le
hiere lijeramente la mejilla ; y con esto le demuestra
- 270--

que debe estar pronto á sufrir toda suerte de contradic-


ciones por el nombre de Jesucristo , seguro de que no le
faltarán los auxilios y gracias convenientes para sufrirlas
con mérito y con honor .
Pero el principal efecto de la Confirmacion es impri-
mir en el alma un sello , un carácter , que como el del
Bautismo no se puede borrar . Este carácter es como una
señal de que somos alistados en la milicia de Jesucristo ,
de que pertenecemos á su bandera y estamos obligados
á sostener su fé como soldados bravos y valientes . Para
conseguir este objeto , junto con el carácter se nos da
una gracia de fortaleza , la cual nos hace semejantes á
un guerrero veterano , que atento á la gloria de su prín-
cipe , sufre alegre las fatigas de la guerra , entra imper-
turbable en el combate , y presenta al enemigo un pecho
de bronce . Tales , hijos mios , debeis presentaros voso-
tros en el campo de este mundo , todo lleno de peligros ,
tentaciones y combates : como buenos soldados de Jesu-
cristo debeis pelear con honor , resistir con ánimo , triun-
far con gloria . Para poder conseguir esto , voy á daros
instrucciones las mas oportunas .

No debeis pensar , hijos mios , que podais estar libres


de tentaciones mientras vivais en este mundo ; antes

debeis estar persuadidos de que las experimentaréis


fuertes y frecuentes ; ya porque es muy natural que el
demonio os haga contínua guerra para reduciros á su es-
clavitud , ya porque Dios como buen padre dispondrá al-
gunas veces , que seais tentados para mayor bien de
vuestra alma , como él mismo os lo previene. Hijo , os
dice por el Eclesiástico , resolviéndote tú á servirme , pre-
·
párate para la tentacion . Porque eres grato á Dios , dijo
tambien un ángel á Tobías , ha sido necesario que viniese
-- 271

la tentacion á probarte . ¡ Cosa estraña ! Si hubiese dicho :


porque eres un gran pecador mereces ser tentado , no
me causaria admiracion ; pero decir , porque agradas á
Dios , porque eres bueno , justo , inocente , por esto
mismo ha sido necesario que viniese la tentacion á pro-
barte , ¿ quién puede entenderlo ? No obstante así es . Son
tantos los frutos que pueden resultar de las tentaciones ,
que el apóstol Santiago llama dichoso al que las padece :
Beatus vir, qui suffert tentationem . ¿ Porqué ? Porque , res—
ponde , despues que haya sido probada su fidelidad , re-
cibirá la corona de la vida : Quoniam cùm probatus fue-
rit, accipiet coronam vitæ.
Además , por medio de las tentaciones el alma ejer-
cita la fé , la esperanza , el amor de Dios , la humildad ,
la paciencia y otras virtudes cristianas : por medio de
las tentaciones consigue el alma grandes méritos y sa-
tisface mucho por sus pecados ; conoce su propia flaque-
za , experimenta la necesidad de recurrir á Dios , y en
efecto á él recurre . ¿ Cuándo fué que los apóstoles acudie-
ron á Jesucristo con gran solicitud ? Cuando se levantó en
el mar una tan recia tormenta , que por poco no les echa
á pique . Así el alma jamás suele recurrir á Dios con mas
humildad , fervor y frecuencia , que cuando se halla
acometida de la tentacion . Nadie , pues , se queje ni
desconsuele por mas tentado que se vea ; porque por
horribles , por diabólicas que sean las tentaciones , nun-
ca le harán desagradable al Señor , con tal que no las
consienta .

Aquí está mi temor , dirá tal vez alguno ; yo no sen-


tiria tener tentaciones , si supiese de cierto que no las
consiento ; pero mi espíritu queda ordinariamente tan
perplejo , que no puedo decidir si he consentido ó nó . —
Muy justo es vuestro temor , hijos mios , y me gusta que
272 --

lo experimenteis , pues suele ser indicio de un alma


timorata ; pero yo quiero daros algunas reglas por las
cuales podais decidir si consentís ó no á la tentacion .
1. Siempre que la tentacion os cause pena , esta pena
es indicio claro de que no la consentís . No está el mal
en sentir una tentacion , lo está en consentirla ; pero es-
te consentimiento no existe mientras la tentacion desa-
grada , mortifica y molesta . 2. Siempre que practiqueis
medios para resistirla y vencerla , es cierto que estais
muy lejos de consentir . Si vosotros veis que al presen-
tarse un ejército enemigo , la ciudad cierra las puertas ,
las tropas corren á las armas , los paisanos toman un
fusil y acuden á la muralla , ¿ pensaréis que hay intencion
de rendirse ? No ; antes todo indica que se está en el
ánimo de recibir con balas al enemigo , si tiene la pre-
suncion de acercarse . Así , si cuando la tentacion em-
biste , el alma cierra las puertas del entendimiento y co-
razon , se arma de santos pensamientos y embraza el
escudo de la fé , ¿ pensarémos que la consiente ? No ; an-
a
tes manifiesta claro que la abomina y rechaza . 3. Siem-
pre que no pongais por obra aquello que la tentacion os
persuade , pudiéndolo facilmente ejecutar , podeis pro-
bablemente inferir que no la habeis consentido ; porque
toda vez que se puede hacer el mal , y no se hace , es
porque no se quiere , y así falta el consentimiento y no
hay pecado . Esta regla puede tener sus excepciones ;
pero las mas de las veces se verifica .
Lo que mas os conviene saber , es la táctica que ha-
beis de guardar en los combates que los enemigos de
vuestra salvacion os presentan incesantemente ; porque
de los medios que en esto emplearéis , depende el triun-
fo ó la derrota. Si el combate es con el demonio , vues-
tra gran máxima ha de ser , entrar con gran ánimo en
273

la lucha , porque este ánimo le espanta . Un santo Padre


de la Iglesia dice , que el demonio es leon y es hormi-
ga ; porque hace el oficio del uno y de la otra , confor-
me se le teme ó se le resiste . Si el alma pelea como
hormiga cobarde , el demonio cobra ánimo y la embiste

como leon , tamquam leo rugiens ; pero si el alma resiste


con valor de leon , el demonio queda vencido como mi-
serable hormiga. ¿ Y cómo no pelearéis con valor , hijos
mios , si , avivando la fé , considerais que todo lo po-
deis , sostenidos del brazo del Señor que os conforta ?
¿ si pensais que combatís por la causa del mismo Dios ,
por no ofenderle y no perder su gracia ? ¿ si atendeis al
gran premio que os espera , que no es menos que la
eterna gloria ? ¿ si os acordais que Dios os está mirando
cuando peleais , y que solo espera veros vencedores pa-
ra entregaros la palma y la corona ? ¿ si por último re-
flexionais que el mismo Jesucristo se pone de vuestra

parte , animándoos con su ejemplo y fortaleciéndoos con


su gracia ? ¡ Ah ! Señor , decia el santo Job , pone me
juxtà te , et cujusvis manus pugnet contra me : poneos Vos
á mi lado , y venga quien quiera á desafiarme .
Si el combate es con la carne y las pasiones , vuestra
gran regla ha de ser resistir luego , y resistir con dig-
nidad . Cuando adviertes , os dice el Espíritu santo , que
tu carne comienza á rebelarse contra ti , locum tuum ne
dimiseris , no dejes tu lugar y posicion . Tu posicion es ,
dominar la concupiscencia , refrenar el apetito y tenerle
humillado bajo de tus piés : sub te erit appetitus tuus .
Cuando él quiere sublevarse , te toca sujetarle , repri-
mirle , no consentir que se enseñoree de ti . Este es , hijos
mios , el remedio soberano que debeis aplicar contra la
sublevacion de vuestras pasiones , resistencia pronta .
¿ Se levantan movimientos de impureza ? No estar allá
T. I. - 18
274 ----xxx

vacilando , no esperar , no deliberar : pronto , pronto á


chafarles la cabeza . ¿ Se levantan movimientos de cóle-
ra , envidia , impaciencia , etc. ? ¿ qué aguardais ? Re-
. primidlos luego , y con una pronta resistencia enseñad-
les á no sublevarse otra vez . Ya sé que no somos dueños
de los primeros movimientos de nuestras pasiones ; pero
luego que entra la reflexion , es menester encadenarlas ,
y no consentir que levanten la cabeza .

Este medio que acabo de indicaros , es muy eficaz


para contener las pasiones cuando se rebelan contra el
espíritu ; pero hay otro mas eficaz todavía , que no solo
las reprime , sino que las mata en su raiz , y es el ejer-
cicio de las virtudes que les son contrarias . Así como en
las enfermedades del cuerpo nos servimos de los reme-
dios opuestos ; así conviene hacerlo con las pasiones , que
son enfermedades del alma . ¿ Es la intemperancia la que
quiere dominaros ? Oponedle la virtud de la abstinencia.
¿ Es la lascivia ? Oponedle la oracion y el ayuno . ¿ Es la
envidia ? Oponedle la caridad cristiana . ¿ Es la cólera ?
Oponedle la mansedumbre de Jesucristo . ¿ Es el orgu-
llo ? Escudaos con la humildad , que es la enemiga ca-
pital y la exterminadora de todas las pasiones. Yo os
aseguro que si echais mano de estos medios , pronto
veréis desaparecer estas semillas de perdicion .
Por último , hijos mios , si la lucha es con el mundo ,
vuestra gran mira ha de ser evitar las ocasiones , de las
cuales suele nacer la tentacion . La tentacion unas ve-
ces viene de Dios , que quiere probar y purificar el
alma ; otras viene del demonio , que quiere arruinarla y
perderla ; otras viene de la carne , que quiere compro-
meterla y dominarla ; pero lo mas ordinario y fre-
cuente es , originarse de las ocasiones exteriores en
que la persona se pone temerariamente . Quftense estás
275

causas , y desaparecerán en gran parte las tentaciones .


Todos los dias oimos á muchos quejarse de que son muy
tentados ; pero ¿cómo no han de serlo , si ellos mismos
buscan la tentacion ? Una persona que mira , habla , es-
cucha sin discrecion ni miramiento , ¿ es estraño que des-
pues sea molestada de malos pensamientos ? Una persona
que mantiene tratos , familiaridades , aficiones con gentes
que no debiera , ¿ es estraño que sea acometida de de-
seos impuros ? Una persona que todos los dias va al
baile , á la tertulia , á la reunion , mezclándose con gen-
te libertina , escuchando el cuentecillo indecente , pre-
senciando el gesto provocador , ¿ es milagro si es tenta-
da ? No : el milagro seria que no lo fuese .
Lo peor que hay en esto es , que tales personas no
quieren sea dicho , que las ocasiones á que se exponen .
sean la causa de sus tentaciones y caidas . Yo , dice una
doncella , voy al baile ; pero salgo de él la misma que
entro : si veo , si oigo , si presencio cosas que están fue-
ra del órden , no hago caso de ellas , y solo cuido
de divertirme : un mal pensamiento jamás me ha veni-
do ; un mal deseo en mi vida lo he experimentado ; un
movimiento impuro no sé lo que es . - ¡ Trapacera !!!
¿ á mí quieres persuadir esto ? Andate á engañar á quien
sea mas sencillo que yo . Si un dia Dios te toca el cora-
zon ; si un dia te resuelves á hacer una buena confesion
general , entonces lo verémos ... Yo , dice un jóven , fre-
cuento aquella casa , trato familiarmente con tal perso-
na , la considero cual otro yo ; pero su vista , su presen-
cia , sus palabras no me hacen la menor impresion ; un
mal pensamiento jamás se me asoma ; una mala inclina-

cion jamás la experimento . ¡ Angelito de Dios ! ¿ y
cuál ha sido el serafin que ha bajado á ceñirte el cíngu-
lo de pureza , y á destruir en ti toda raiz de sensuali-
-276-

dad ? Sin duda habrá sido el mismo que bajó á ceñir los
lomos del angélico doctor santo Tomás . Vamos : esos
pecados que no quieres ahora decir , los dirás un dia,
si te resuelves á hacer una buena confesion .

Por lo que á mí hace , jamás creeré que una perso-


na que se mete temerariamente en las ocasiones del
mundo , esté libre de tentaciones y de pecados . Bastan-
tes son , hijos mios , las tentaciones que todos los dias
nos presenta el demonio ; bastantes son las que incesan-
temente nos ofrecen nuestras mismas pasiones ; ¿ porqué
buscar otras en el mundo ? ¿ porqué ir á provocar nue-
vos enemigos ? Tened siempre presente , que en este
género de combates quien huye triunfa ; quien embiste
queda vencido , y no podrá ceñir la corona de triunfo ,
lo que Dios no permita . Amen .

PLATICA IV.

LA SAGRADA EUCARISTÍA .

Memoriam fecit mirabilium


suorum misericors et miserator
Dominus,escam dedit timentibus
se. Psal. 110 , v. 4.

Al sacramento de la Confirmacion , explicado en la


plática anterior , sigue inmediatamente el santísimo
sacramento de la Eucaristía ; sacramento el mas santo ,
el mas augusto , el mas digno de nuestra veneracion y
amor ; sacramento que encierra los tesoros mas precio-
sos de la sabiduría infinita de Dios , las obras mas ad-
mirables de su poder , las finezas mas tiernas de su
bondad ; sacramento en el cual , como dice el Profeta,
Jesucristo ha reunido y compendiado todas las maravi-
277

llas de su bondad y misericordia : memoriam fecit mira-


bilium suorum misericors et miserator Dominus.

No teneis obligacion , hijos mios , de saber distinta-


mente todas las verdades pertenecientes á este gran sa-
cramento ; porque hay algunas tan altas y difíciles , que
solo pueden alcanzarlas los sabios teólogos ; pero sí es-
tais obligados á saber mas de las que comunmente sa-
beis. ¡ Ay de mí ! Es tan poco lo que algunos sabeis sobre
el inefable misterio de la Eucaristía , que sois incapaces
de responder acertadamente á las preguntas mas obvias
y triviales. Si os preguntan : & que cosa es la Eucaristía ?
respondeis : Aquello que hay en el altar mayor . Si os
piden ¿ quién está en la hostia sagrada ? contestais :
Dios nuestro señor . Si os preguntan ¿ dónde está Jesu-
cristo ? decís : En todo lugar . Si os piden que cosas
son necesarias para comulgar ? respondeis : Pensar bien
con los pecados . El corazon se cae á pedazos , hijos mios ,
cuando oimos de la boca de cristianos tales despropósi-
tos y groserías ; cuando escuchamos de gente bautizada
unas respuestas , que ni un turco pudiera darlas mas
insulsas y desacertadas ; cuando vemos en los hijos de
la Iglesia tanta ignorancia sobre el principal de nuestros
sacramentos.
Para desterrar esta ignorancia , que ciertamente habrá
sido causa de infinitas comuniones sacrílegas , me de-
tendré muy despacio en explicaros en diferentes pláticas
todo lo concerniente al augusto sacramento de la Euca-
ristía ; y así quedeis suficientemente instruidos de lo que
es , de los efectos que causa , y de las disposiciones que
pide . Por hoy me limitaré al primer punto , mostrán-
doos lo que es .

La Eucaristía , fieles mios , es aquel sacramento que


278 ―

bajo las especies de pan y vino consagrados contiene real y


verdaderamente el cuerpo , la sangre , el alma y la divini-
dad de nuestro señor Jesucristo . Este sacramento fué ins-
tituido por el mismo Jesucristo en la última cena que
hizo con sus discípulos la noche antes de su pasion . Oid
como explican los evangelistas la tierna historia de la
institucion de este divino sacramento . Dicen que el ama-
ble Salvador despues de haber comido junto con ellos
el cordero pascual , que era figura de la Eucaristía , to-
mó en sus santas y venerables manos un pan ácimo , es-
to es un pan sin levadura , que habia quedado sobre
la mesa ; y levantando sus ojos al cielo , lo bendijo , lo
consagró y lo distribuyó á los discípulos diciéndoles :
Tomad y comed; esto es mi cuerpo . Igualmente tomando

un vaso de vino , levantó de nuevo sus ojos al cielo , lo que


bendijo , lo consagró y lo alargó á los mismos discípulos
diciendo : Bebed todos ; esto es mi sangre.

De este modo fué instituida la sagrada Eucaristía ;


pero como este divino sacramento debia perpetuarse en
la Iglesia hasta el fin del mundo , ¿ qué hizo el amable a st
Salvador ? Acto continuo ordenó de sacerdotes á los
mismos apóstoles , con encargo de ir ordenando nuevos
sucesores en el ministerio sacerdotal , dándoles á todos
la potestad de hacer lo mismo que él habia hecho : Hoc
facite in meam commemorationem , les dijo : haced esto en
memoria de mí : lo que vale tanto como decir , os doy
poder para hacer lo mismo que acabo de hacer yo :
bendecid en mi nombre el pan y el vino ; proferid sobre
ellos las mismas palabras que yo he proferido ; y estas DOS
palabras tendrán en vuestros labios la misma eficacia ant
que han tenido en los mios ; es decir , cambiarán el pan
en mi cuerpo y el vino en mi sangre . Del mismo modo
que lo dispuso el Salvador , se practica aun hoy en la JOS
- 279

santa misa. El sacerdote toma el pan y el vino , pronun-


cia sobre ellos las mismas palabras que Jesucristo pro-
nunció , y en virtud de estas palabras se hace allí pre-
sente el mismo Jesucristo .

Digo que se hace allí presente , no con presencia figu-


rada ó simbólica , como pretendian los herejes calvinis-
tas ; sino con presencia real , verdadera y corpórea , .como
enseña la fé . Las palabras de que usó Jesucristo en el
acto de instituir este sacramento , son tan claras y preci-
sas , que hacen evidente esta verdad . No dijo : Tomad y
comed; esta es la figura de mi cuerpo , sino , esto es mi
cuerpo . Tampoco dijo : Bebed todos ; este es el símbolo de
mi sangre , sino , esto es mi sangre. Y para expresarlo
aun mas claro y quitar toda duda y cuestion , añadió ,
que les daba el mismo cuerpo que en breve seria entre-
gado á la muerte , quod pro vobis tradetur ; y que les
daba la misma sangre que seria derramada por la re-
dencion de muchos , qui pro vobis et pro multis effundetur.
De consiguiente así como fué real el cuerpo y verdadera
la sangre que Jesucristo ofreció en la cruz ; así es real
el cuerpo y verdadera la sangre que contiene la Euca-
ristía .
Aquí me preguntaréis tal vez si la Eucaristía contie-
ne realmente el cuerpo y la sangre de Jesucristo , ¿ qué
se hacen el pan y el vino ? ¿ quedan ? - No.- ¿ Se
aniquilan ? - Tampoco . -¿ Pues qué se hacen ? - En
virtud de las palabras de la consagracion se convierten
en el cuerpo y en la sangre de Jesucristo . Pero
nosotros no vemos ninguna señal de esta conversion ;
antes todo parece indicarnos , que el pan queda pan , y
el vino queda vino ; pues quedan la misma figura , el
mismo color , el mismo sabor , etc. - No importa , hi-
jos , no importa la fé os asegura , que aquello que á
280-

vuestros sentidos parece pan y vino , no es tal cosa , si-


no el cuerpo y sangre de Jesucristo . ¿ Sabeis porqué no
percibís ninguna señal de esta conversion , admirable ?
Porque por un milagro el mas sorprendente , hecha la
conversion del pan y del vino , quedan los mismos acci-
dentes que tenian antes de la conversion , á fin de evitar
ciertos inconvenientes que resultarian , si Jesucristo apa-
reciese en la Eucaristía en su propia forma . Tres incon-
venientes se seguirian de esto , segun santo Tomás ( 1 ) .
El primero seria , que nadie se atreveria á comulgar ;
porque es cosa horrible á los hombres comer carne y
beber sangre humana . El segundo , que los infieles ha-
rian burla de este sacramento , si viesen que comemos
á nuestro señor Jesucristo en su propia forma . El terce-
ro , que nuestra fé no tendria mérito alguno , si Jesu-
cristo se hiciese visible á nuestros ojos .
Pero parece imposible , diréis , que á la simple pro-
nunciacion de pocas palabras , el pan y el vino se con-
viertan en el cuerpo y en la sangre de Jesucristo . - Por
Dios , hijos , no me salgais con imposibles donde inter-
viene el poder del Omnipotente . Si Dios pudo convertir
la mujer de Lot en estatua de sal , la vara de Aarón en
serpiente , el agua de las bodas de Caná en vino , ¿ no
podrá hacer una semejante conversion en la Eucaristía ? Si
creemos que pudo criar de la nada todas las cosas , ¿ no
debemos mas facilmente creer que puede convertir una
sustancia en otra ? Y si por la virtud del calor natural , el
pan que comemos se convierte en nuestra carne , ¿ qué
dificultad hay en que por virtud divina se convierta en
cuerpo de Jesucristo ? Vuestro reparo tendria lugar si
dijésemos , que la conversion del pan y del vino se hace

(1) D. Thom. 3 part. quæst . 75, art. 5.


281 -

por la virtud natural de las palabras del sacerdote ; pero


este disparate nadie lo dice .
De lo dicho se infiere , que entre la Eucaristía y los
demás sacramentos hay tres diferencias muy dignas de
notarse . La primera es , que los demás sacramentos so-
lo tienen virtud de causar la gracia ; pero la Eucaristía
contiene al mismo autor de la gracia , que es Jesucristo .
La segunda es , que en los demás sacramentos la mate-
ria no se muda , sino que queda la misma que era , co-
mo el agua en el bautismo , el crisma en la confirma-
cion , etc.; pero en la Eucaristía la materia se convierte
en cuerpo y sangre de Jesucristo , y no quedan de ella
sino los accidentes ó calidades sensibles . La tercera es ,

que los otros sacramentos no duran mas que el tiempo


que se administran y reciben ; pero la Eucaristía es un
sacramento permanente , porque Jesucristo queda bajo
las especies sacramentales mientras estas no se destruyen
ó alteran de modo que lleguen á corromperse .
De esta verdad de fé se deduce otra que todos de-
beis entender , y es , que Jesucristo está todo entero tan-
to en la hostia como en el cáliz , tanto bajo la especie
del pan como bajo la especie del vino , aunque por ra-
zones diversas . Precisamente en virtud de las palabras
de la consagracion el pan se convierte en el solo cuer-
po , el vino en la sola sangre ; pero como en el estado
actual de Jesucristo cuerpo y sangre son inseparables ,
por concomitancia natural donde está el cuerpo está
tambien la sangre ; donde están cuerpo y sangre está
tambien el alma ; y por razon de la union hipostática
donde están el cuerpo , la sangre y el alma , está igual-
mente la divinidad .
No solo Jesucristo está todo entero bajo cada una de
las dos especies , sino tambien bajo cualquiera partícu-
282

la , aun la mas mínima , de cada especie , á semejanza de


nuestra alma , que está toda en todo el cuerpo y toda en
cada una de sus partes . De ahí es , que dividiéndose la
hostia , solo se dividen las especies , no el cuerpo de Je-
sucristo ; y que vosotros recibís á Jesucristo todo entero ,
aunque no recibais mas que una pequeñísima parte de
la hostia .

¡ Con cuánta razon , hijos mios , la Iglesia llama á la


Eucaristía misterio de fé , mysterium fidei ! Porque , en
verdad , no hay misterio alguno que ejercite tanto nues-
tra fé como este divino sacramento . En los demás mis-

terios yo creo lo que no veo ; pero en este no solo he de


creer lo que no veo , sino lo contrario de lo que me pa-
rece ver . Me parece ver pan , y he de creer que no es
pan me parece gustar vino , y he de creer que no es
vino . Mas he de creer aquello que contradice abierta-
mente á los principios de mi razon . La razon me dicta ,
que los accidentes siguen siempre la suerte de la sus-
tancia ; con todo he de creer , que en la Eucaristía la
sustancia se muda , sin que se muden los accidentes . La
razon me dice , que una pequeña hostia no puede con-
tener todo el cuerpo de un hombre , á no ser que sus
partes se empequeñezcan y reduzcan á muy escasas di-
mensiones ; sin embargo he de creer , que todo el cuerpo
de Jesucristo , sin empequeñecerse , está dentro el bre-
ve círculo de una hostia . La razon me enseña , que un
mismo cuerpo , sin multiplicarse , no puede estar á un
mismo tiempo en muchos lugares ; no obstante he de
creer , que Jesucristo , sin multiplicarse , está en el cie-
lo , en la hostia y en cuantos lugares del mundo se con-
servan partículas consagradas .
Pero ¿ qué ? porque estas verdades son superiores á
nuestra corta capacidad , ¿ dejarémos de creerlas firme-
283

mente , sabiendo de cierto que Dios las ha revelado ?


No , amados mios , no : desde el momento que Dios ha
revelado claramente una verdad , tanto si se entiende
como si no se entiende , no queda otro partido que hu-
millarse , creer y callar . Yo estoy persuadido de que to-
dos creeis sin perplejidad alguna cuanto la Iglesia nos
enseña sobre el gran misterio de la Eucaristía ; pero de-
bo advertiros que vuestra creencia debe ir acompañada
de una conducta que la recomiende y la honre , por no
dar motivo á los herejes de obstinarse en su incredu-
lidad.
Todos los argumentos que los herejes nos proponen
contra el santísimo Sacramento del altar , pueden reba-
tirse ; y de hecho los rebatimos , dándoles la mas com-
pleta solucion . Uno hay , empero , al cual apenas sabe-
mos que responder , y que hiere no poco á vuestra
reputacion y buen nombre . Escuchadlo . Dicen los here-
jes , que ni los mismos católicos creen la presencia real
de Jesucristo en la Eucaristía ; y de esto infieren que
tampoco ellos están obligados á creerla . ¿ Y cómo pen-
sais prueban el antecedente ? Lo prueban por las irre-
verencias , profanaciones y escándalos que notan en
nuestros templos . ¿ Cómo es posible , dicen , que los ca-
tólicos crean á Jesucristo presente bajo las especies sa-
cramentales , cuando les vemos cometer en sus templos
unas indecencias que un turco se guardaria bien de
hacer en su mezquita ? Personas que en la iglesia hablan ,
rien , chuchean , y hacen mil acciones indevotas , ¿ pué-
dese pensar que crean estar en la presencia de Jesucristo ,
verdadero Dios y verdadero hombre ?
¿ Veis , hijos mios , como vuestro poco respeto á la
Eucaristía redunda en desdoro de la fé y en mengua de

la religion ? ¿Veis como da pretexto á los sectarios para


284

obstinarse en sus errores ? Vean ellos confirmada vuestra


fé con una conducta edificante y religiosa ; vean que
estais ante la sagrada Eucaristía con toda modestia y
devocion ; y si no lograis inspirarles la fé de este divino
misterio , á lo menos dejaréis confundida su increduli-
dad ; á lo menos les quitaréis el único pretexto que les
queda para no convenir con nosotros . Si de hoy en ade-
lante os veo estar aquí con todo comedimiento y deco-
ro , conoceré que quedais bien enterados de lo que es
la Eucaristía , y que no ha sido del todo infructuosa la
presente instruccion . Amen .

PLATICA V.

OBLIGACION DE RECIBIR LA EUCARISTÍA , Y DISPOSICIONES PARA


RECIBIRLA DIGNAMENTE .

Nisi manducaveritis carnem


Filii hominis , et biberitis ejus
sanguinem, non habebitis vitam
in vobis. Joan. vi, 33.

Habiéndoos explicado en la pasada instruccion lo que


es la Eucaristía considerada en sí misma , corresponde
explicaros hoy lo que es considerada como alimento de
nuestras almas : sobre lo que son tantas las cosas que se
ofrecen por decir , que no será posible decirlas todas en

una sola plática ; pues trato de dejaros perfectamente


instruidos en la materia
1 , de modo que ninguna noticia
necesaria os quede por adquirir . - Os advierto que la
materia es de suyo algo intrincada , y que conviene no
dormirse mientras yo me explicaré .

Lo primero que ocurre explicar , es la obligacion de


recibir la Eucaristía . Este sacramento no es necesario
- 285 -
-

para salvarse con necesidad absoluta , que los teólogos


llaman necesidad de medio ; pues que sabemos que los
niños bautizados que mueren , se salvan sin la comu-
nion ; y que los mismos adultos pueden salvarse , si mue-
ren privados de ella sin culpa suya : pero es necesario
con necesidad de precepto ; lo que quiere decir , que quien
pudiendo recibirle lo deja , se hace reo de culpa grave .
El precepto lo tenemos muy formal y expreso en
aquellas palabras de Jesucristo : Si no comeis la carne del
Hijo del hombre y no bebeis su sangre , no tendréis la vida
en vosotros palabras que , segun el sentir de los teólo-
gos , nos imponen una obligacion rigurosa de recibir la
Eucaristía , aunque no nos especifiquen en cuales oca-
siones debemos hacerlo .
Pero los mismos teólogos convienen , en que este pre-

cepto divino nos obliga á comulgar cuando nos hallamos


en peligro de muerte ; porque si en algun tiempo nos
obliga , es sin duda en el de mayor necesidad . ¿ Y
qué tiempo de mayor necesidad que aquel en que el
alma se halla rodeada de angustias , remordimientos ,
terrores y peligros de eterna condenacion ? Entonces mas
que nunca necesita ella de un confortativo celestial , y
este confortativo de nadie puede esperarlo mejor que de
Jesucristo sacramentado .

A mas del peligro de muerte , el mismo precepto di-


vino nos obliga á comulgar muchas veces en el curso de
nuestra vida. ¿ Y quién puede dudarlo ? Si Jesucristo
instituyó la Eucaristía para alimento de nuestras almas ,
sin duda quiso que la recibiésemos con alguna frecuen-
cia ; pues el alimento de poco sirve cuando no se toma
sino muy raras veces . Quien se propusiese no comer
sino alguna ú otra vez en su vida , seguro es que no la
contaria muy larga.
286

Debemos pues , segun el precepto de Jesucristo , co-


mulgar varias veces durante la vida ; pero como muchos
eludirian este precepto , si cada cual pudiese fijarse á su
arbitrio el tiempo de cumplirlo , la Iglesia ha pasado á
señalarlo , mandando estrechamente á todos los fieles
llegados á edad competente , que comulguen á lo menos
una vez cada año , en el tiempo de Pascua . En consecuen-
cia de este precepto eclesiástico , todos los que no reci-
ben la Eucaristía dentro el año , ó por propia culpa se
imposibilitan para recibirla , cometen un pecado grave
de inobediencia , y están obligados á quitar el impedi-
mento voluntario , y á habilitarse para comulgar cristia-
namente . Digo cristianamente , hijos mios ; para que en-
tendais , que con una comunion sacrílega no se cumple
el precepto eclesiástico ; antes quien comulga sacrílega-
mente , comete dos pecados , uno contra obediencia , otro
contra religion .
Reflexionad esto , vosotros que comulgais del modo
que sabe Dios , reflexionadlo .... Preguntados del confe-
sor sobre el cumplimiento de la comunion pascual , res-
pondeis con prontitud y satisfaccion : Padre , todos los
años he comulgado , no he dejado pasar cuaresma sin reci-
bir la comunion . Falta saber ahora , hijos mios , si vues-
tras comuniones han sido lo que debian ser . Si han sido
buenas , nada tengo que deciros ; pero si han sido sacrí-
legas , menos mal os fuera no haber comulgado jamás .
Puesto , pues , que no cumple el precepto de la Iglesia
quien hace una comunion indigna , importa sobremanera
explicar bien cuales son las disposiciones con que debeis
llegaros á la sagrada Eucaristía : y esto es lo que voy á
hacer en la presente instruccion .

Las disposiciones que se requieren para comulgar


287

dignamente son de dos especies : unas miran al cuerpo ,


otras pertenecen al alma ; y tanto las unas como las
otras pueden ser ó de absoluta necesidad ó de simple
conveniencia .

Por lo que toca á las primeras , no hay necesidad de


larga explicacion . Para comulgar debeis estar en ayu-
nas , con el ayuno que se llama natural , el cual , á di-
ferencia del eclesiástico, queda violado tomando cualquiera
cosa por mínima que sea . Sobre lo que , empero , no
debeis escrupulizar hasta el punto de llevar las cosas al
extremo , como hacen ciertas personas muy sencillas ,
que se abstienen de comulgar ó porque han deglutido
un poco de saliva , ó porque les ha entrado una gota de
agua al tiempo de lavarse la cara , ó porque les ha que-
dado entre los dientes algun residuo de la cena anterior .
No conviene , hijos mios , dar en tales extremos ; pues ,
segun la doctrina segura de los teólogos , ninguna de
estas cosas quebranta el ayuno natural , de suerte que
impida el comulgar.
Este ayuno natural no es de precepto divino , pues es
cosa sabida que Jesucristo dió la comunion á los após-
toles despues de haber comido el cordero pascual ; pero
la Iglesia lo exige por el honor y respeto debidos al
Cuerpo adorable de Jesucristo y tan rigurosamente lo
exige , que solo lo dispensa cuando su precepto impedi-
ria el cumplimiento de otro precepto mas grave , como
es el caso de enfermedad peligrosa , en el cual prevalece
el precepto divino de recibir la sagrada comunion . Fue-
ra de este caso , y algun otro muy raro , peca gravísi-
mamente quien comulga no estando en ayuno natural .
A mas del ayuno , otra disposicion se requiere por
parte del cuerpo , bien que de simple conveniencia ; y
es la limpieza , decencia y compostura exterior . Si una
288

lijera tintura de urbanidad y buena crianza que tenga-


mos , no nos permite presentarnos á la antesala de un
gran señor con vestidos sucios , cabello descompuesto y
aire inmodesto y descortés , ¿ cuánto mas debemos guar-
darnos de presentarnos en esta forma á recibir á un Dios
sacramentado ? No insistiré mucho sobre este particular ;
porque la cosa es de sí muy obvia y clara : solo diré de
paso , que no hallo muy conforme el que una muchacha,
por ejemplo , para ir al baile se ponga los mejores ador-
nos que tiene , y para ir á comulgar se cubra con un
vestido cualquiera ; que no veo razonable que un jóven
salga el domingo pulcro y aseado como el mas pulido
mozalvete , y que se presente á la comunion mas sucio
ý desaliñado que un andrajoso mendigo ; que no en-
cuentro justo que una persona para tratar con el mun-
do use de los modales mas corteses y finos que sabe , y
que para recibir á Jesucristo se permita un aire descor-
tés é indevoto . Estas son groserías que todos los dias pre-
senciamos , groserías que con sumo cuidado debeis evitar .
Pero lo que sobre todo debeis procurar , es la inme-
diata preparacion del alma . Sí , hijos mios ; vuestro prin-
cipal cuidado ha de ser adquirir las disposiciones inte-
riores , que hacen al alma digna de recibir un huésped
divino , cual es Jesucristo . ¿ Y cuáles son estas disposi-
ciones ? La primera y la absolutamente necesaria es la
pureza de conciencia , que consiste en estar limpio de
toda culpa , á lo menos grave , ó sea vivir en gracia de
Dios . Este es aquel vestido nupcial , sin el cual , segun
el mismo Jesucristo , á nadie es permitido acercarse al
convite eucarístico . Por esto , sabiendo vosotros que te-
neis algun pecado mortal , y aun estando en duda fun-
dada de si lo teneis ó no , debeis purificaros de él antes
de llegaros á la santa comunion.
289

Esto , hijos mios , no es un simple consejo ; sino un


precepto riguroso anunciado por san Pablo con aquellas
palabras tantas veces oidas : Probet autem seipsum homo,
antequàm de pane illo edat, et de calice bibat. Antes de co-
mulgar , dice el Apóstol , cada cual pregunte su propia
conciencia , vea , busque , examine cual es delante de
Dios , y si tiene la pureza necesaria para comer el Pan
eucarístico . Y si hallare , añade el santo Concilio de
Trento , que su conciencia está contaminada de culpa
grave , procure limpiarla mediante una buena confesion .
Sí , mediante una buena confesion ; y no penseis poder
prescindir de ella , supliéndola con un acto de contri-
cion . El santo Concilio sabia muy bien que la contricion
perfecta borra toda culpa grave : pero como nadie pue-
de estar seguro de que la tiene ; como es muy fácil to-
mar la apariencia por la realidad , no quiso que afian-
zándonos sobre una contricion tal vez aparente , nos ex-

pusiésemos á cometer un sacrilegio ; y por esto mandó


con términos los mas severos , que nadie , teniendo con-
ciencia de culpa grave , por mas que le parezca estar
contrito , se atreva, á acercarse á la comunion sin haber
confesado antes : nullus sibi conscius peccati mortalis,
quantumvis sibi contritus videatur , absque præmissa sacra-
mentali confessione , ad sacram Eucharistiam accedere au-
deat.

Confesion , pues , fieles mios , confesion antes de co-


mulgar : no una confesion de pura ceremonia , hecha

sin dolor ni propósito , como sospecho son las que algu-


nos haceis ; no una confesion hecha ó con un sacerdote
indulgente buscado al intento , ó con un confesor desco-
nocido que no pueda descubrir vuestros hábitos , oca-
siones y reincidencias ; no una confesion que solo os
sirva de paliativo y calmante para adormecer la concien-
T. I. ---19
290 --

cia y quitarle el remordimiento de una mala comunion ;


sino una confesion acompañada de las debidas circuns-
tancias ; una confesion que os deje sin ningun remordi-
miento fundado ; una confesion que os haga formar un
juicio prudente de que habeis recobrado la gracia de
Dios . Si vuestra confesion es dudosa , dudoso es tambien
el estado de gracia ; y si el estado de gracia es dudoso ,
por Dios guardaos de comulgar ; porque en tal estado re-
cibiriais la comunion lo mismo que Judas . Esta doctrina
no tiene lugar cuando la duda es infundada , como ordi-
nariamente suelen serlo las de ciertas almas muy tími-
das y escrupulosas : si estas almas quieren obrar con
acierto , depongan toda ansiedad , sujétense al parecer
del director , y vayan á comulgar siempre que él se lo
mande .

Por lo demás , queriendo vosotros acercaros á la co-


munion , no solo debeis tener la mira de no profanar el
sacramento , sino tambien de honrarlo ; no solo de evi-
tar el gran atentado de una comunion sacrílega , sino
tambien de hacer una comunion fructuosa y santa . Para
conseguir esto , no basta ya estar limpio de toda culpa
grave ; se requiere alguna cosa mas . Aunque os halleis
en estado de gracia , si comulgais de una manera poco
devota , con un corazon lleno de defectos habituales aun-
que pequeños , sin viveza de fé y sin fervor de caridad ;
no haréis un sacrilegio , os lo concedo ; pero poco ó nin-
gun fruto sacaréis de vuestra comunion ; porque si no
profanais positivamente el cuerpo del Señor , tampoco
haceis de él el justo discernimiento que se debe.
¿ Qué se requiere , pues , para comulgar santa y pro-
vechosamente ? Dos cosas : limpiar el alma de todo afec-
to á las culpas leves , y adornarla de santas virtudes.
Aquí no se habla de aquellas culpas veniales que se co-
291

meten por sorpresa ó pura fragilidad , de las cuales ni


los mismos santos están enteramente libres : tampoco se
habla de aquellas culpas veniales que se cometen con
mayor reflexion , pero á las que siguen luego la displi-
cencia y el arrepentimiento . A estas culpas no se puede
decir que se conserve el afecto , y de consiguiente no
impiden el fruto de la comunion .
Se trata , pues , de aquellas culpas veniales que.se
cometen á ojos abiertos y con toda advertencia y delibe-
racion ; que forman una cadena contínua en la vida de
muchos cristianos ; que son la materia ordinaria de sus
confesiones , sin que jamás se vea la enmienda . Pongo
ejemplos para que me entendais mejor : tibieza habitual
en las cosas de piedad ; descuidos en el cumplimiento
de los propios deberes , leves sí , pero bien advertidos ,
y multiplicados hasta el exceso ; nada de benignidad ,
de mansedumbre , de sufrimiento con el prójimo ; renci-
llas , envidias, sospechas , sinsabores con ciertas personas
con quienes no se congenia ; hablillas , murmuraciones ,
lijeras sí , pero picantes , pero frecuentes ; espíritu de con-
tradiccion , de crítica , de queja ; apego desmedido á la
hacienda , á la familia , al propio dictámen ; amistades ,
deshonestas no , pero muy tiernas , muy apasionadas ;
disipacion contínua en la oracion ; nada de paciencia en
los trabajos ; poca ó ninguna mortificacion del genio ó
del amor propio , etc. etc. Héos aquí unas faltas en que
se incurre á todas horas ; faltas que ó no se confiesan ó
se confiesan sin propósito firme de corregirlas ; y de
consiguiente faltas que impiden en todo ó en parte el
fruto de la comunion . Por lo tanto , hijos mios , importa
mucho purificaros bien de ellas antes de comulgar .
Dos medios teneis para purificaros de estas faltas ha-
bituales y cotidianas : el primero es confesarlas con una
292

voluntad sinceramente resuelta á corregirlas y extirpar-

las ; el segundo detestarlas con un acto de dolor general


acompañado de un verdadero propósito de proceder en
adelante con mas cautela . Este segundo medio es mas
sencillo ; pero el primero es mas seguro .
Por último , fieles mios , tratando de hacer una co-
munion provechosa , debeis adornar el alma con las san-
tas virtudes , disponiéndoos próximamente á recibir á
Jesucristo con actos fervorosos de veneracion , humildad ,
confianza y amor . ¡ Con qué veneracion se acercaron los
Magos á Jesucristo cuando fueron á adorarle en el pese-
bre ! ¡ Con qué humildad se le presentó el Centurion
cuando se confesó indigno de hospedarle en su casa !
¡ Con qué confianza se le llegó la hemorroisa cuando fur-
tivamente le tocó el extremo del vestido ! ¡ Con qué amor
le adoró Magdalena cuando arrodillada le besó los piés
y los bañó con ardientes lágrimas ! Tales deben ser
vuestros afectos cuando vais á comulgar ; y no me digais
que os pido demasiado . ¿ Acaso no es el mismo Jesucris-
to el que viene á visitaros ? ¿ Por ventura no es algo mas
recibir á Jesucristo dentro el corazon , que adorarle ex-
teriormente ?...
No echeis al olvido , amados mios , las instrucciones
que acabo de daros sobre las disposiciones con que de-
beis acercaros á la sagrada Eucaristía : cuidad sobre to-
do de recibirla con gran pureza de conciencia y con
gran fervor de corazon . Con la primera evitaréis un sa-
crilegio ; con el segundo conseguiréis muchas gracias y
bendiciones , y despues el cielo . Amen .
- 293

PLATICA VI.

FRUTOS DE LA BUENA COMUNION .

Hic est panis de cœlo descen-


dens , ut si quis ex ipso mandu-
caverit , non moriatur. Joan. vi ,
50 , 51 .

Vistas en la última instruccion las disposiciones con ⚫


que debemos acercarnos á la sagrada comunion , nos
quedan por ver los efectos admirables que ella produce
en nuestras almas , cuando la recibimos bien preparados
y dispuestos . Pero ¿ cómo podré yo explicar los inesti-
mables frutos , las inmensas riquezas que Dios nos pre-
para en este celestial convite ? Hijos mios , son tantos los
bienes , tantas las gracias que recibimos en la santa co-
munion , que la Iglesia al considerarlo exclama atónita :
¡ O convite sagrado , en el cual se recibe á Jesucristo ,
se renueva la memoria de su pasion , el alma se llena de
gracia , y se nos da una prenda de la gloria venidera !
O sacrum convivium , in quo Christus sumitur , recolitur
memoria passionis ejus : mens impletur gratia , et futuræ
gloriæ nobis pignus datur.
Para daros alguna idea de los admirables dones que
recibimos en este divino sacramento , es indispensable
presuponer la gran diferencia que hay entre él y los seis
restantes. Comparada la Eucaristía con los demás sacra-
mentos , es entre ellos lo que el sol entre los astros , lo

que el oro entre los metales , lo que la fuente respecto


del riachuelo . Porque , en verdad , los otros sacramen-
tos no son sino riachuelos que nos comunican una can-
tidad determinada de gracia ; pero la Eucaristía es la
- 294 —

fuente , es el manantial donde la recibimos de lleno : los


otros sacramentos obran en nosotros por una virtud co-
municada de Jesucristo ; pero en la Eucaristía el mismo
Jesucristo en persona es quien obra en nosotros , quien
nos alimenta de su propia sustancia , quien vive y habi-
ta en nuestro corazon con todos los tesoros de sus gra-
cias , sumamente deseoso de derramarlas á manos llenas .
Por manera , hijos mios , que si nosotros no ponemos
obstáculo á su infinita largueza y caridad , es tal la copia
·
de gracia que nos comunica , que justamente podemos
llamarla con la Iglesia , gracia llena y sobreabundante :
Mens impletur gratia .
Esto lo comprenderéis mejor examinando en particu-
lar y con órden los frutos que la santa comunion obra en
nuestras almas ; lo que voy á hacer con toda la claridad
y precision que me sean posibles .
- $20
El Pan eucarístico , dice el angélico Doctor ( 1 ) , pro-
duce en nuestras almas unos efectos muy semejantes á
los que el alimento material produce en nuestros cuer-
pos ; porque así como el alimento material mantiene la can

vida del cuerpo , le da fuerzas y vigor , lo hace crecer y 200


lo conduce á perfecto estado ; así el alimento eucarístico ade
mantiene la vida del alma , le infunde vigor y fuerzas , C
y la levanta á nuevos grados de perfeccion y santidad.
En primer lugar mantiene la vida del alma , que es la
gracia ; por manera que , segun la doctrina del mismo
Jesucristo , quien come este Pan celestial en el debido
modo , no morirá de muerte espiritual : Hic est panis de
cœlo descendens , ut si quis ex ipso manducaverit , non mo- Del

riatur. ¿ Y cómo ha de morir , hijos mios , si él le forti- COD

(1) D. Thom. 3 part. quæst. 79 , art. 1 .


295 -

fica contra todo lo que pudiera hacerle caer en pecado ?


¿ si él quita las fuerzas á cuantos enemigos pueden in-
ducirle á la culpa ? Quítense al demonio los ardides tram-
posos con que nos tienta ; quítese á la carne la concu-
piscencia desenfrenada con que nos combate ; quítese
al mundo el atractivo falaz con que nos seduce : desar-
mados estos tres enemigos capitales , no es verdad que
casi somos impecables ? Pues héos aquí lo que hace la
santa comunion : reprime las tentaciones del demonio ,
mitiga los ardores de la concupiscencia , quita el amor
del mundo .

La comunion reprime las tentaciones del demonio ; así lo


asegura santo Tomás : repellit omnem dæmonum impugna-
tionem ( 1 ) . Hijos mios , no perdais de vista esta máxima .
Hay ciertas almas á quienes el demonio persigue de un
modo particular : nunca les permite descanso ; jamás les
concede treguas ; siempre está á su lado soplando la ten-
tacion. ¿Quieren estas almas un alivio ? Comulguen con
alguna frecuencia ; y pronto experimentarán , con gran
satisfaccion suya , que las tentaciones son menos fre-
cuentes , menos violentas , menos importunas ; y pronto
conocerán que el demonio las tiene mas respeto y con-
sideracion , ó mejor dicho , que huye de ellas y se retira .
Cuando los filisteos vieron comparecer el arca del Se-
ñor en el campamento de los hebreos , ¡ ah ! gritaron ,
estamos perdidos ; ahí está el Dios de Israel que viene
en socorro de su pueblo : huyamos , huyamos de la pre-
sencia de ese Dios terrible : Venit Deus in castra .... væ
nobis.... quis nos salvabit de manu Deorum sublimium ?
Del mismo modo , hijos mios , cuando nosotros hemos
comulgado , nos presentamos terribles y formidables á

(1) D. Thom. 3 part . quæst . 79 , art . 6 .


296

los demonios mismos , los cuales viendo que llevamos


dentro el pecho al Dios que destruyó su imperio , tiem-
blan , huyen y se esconden . No os oiga , pues , quejaros
mas de las tentaciones del demonio ; porque os diré , que
las padeceis por vuestro gusto , puesto que para quitar-
las , ó al menos disminuirlas , no habeis de hacer mas
que frecuentar la santa comunion .
La sagrada comunion mitiga la concupiscencia ; así lo
enseña tambien santo Tomás : diminuit fomitem ( 1 ) . No
digo que mate enteramente nuestras pasiones , porque
estas quedan siempre para nuestro ejercicio , como en-
seña el santo Concilio de Trento ; lo que digo es , que

disminuye su fuerza , que reprime sus movimientos , que


las sujeta hasta un punto que no deben inspirarnos gran
cuidado . Por esto san Bernardo decia á los fieles de su

tiempo : Si vosotros observais que vuestras pasiones van


perdiendo las fuerzas ; que los movimientos de ira , en-
vidia , incontinencia van siendo cada dia menos impe-
tuosos , atribuidlo al Cuerpo y Sangre de Jesucristo que
recibís en la comunion : pero si á pesar del Cuerpo y
Sangre de Jesucristo que recibís , vuestras pasiones man-
tienen siempre la misma fuerza ; entonces temblad , por-
que esto es indicio de que vuestras comuniones no son
lo que deberian ser .
Pero la pasion que queda mas humillada y abatida
por la eficacia de la sagrada Eucaristía , es puntualmen-
te la mas fiera y peligrosa de todas , quiero decir , la
impureza . Esta pasion indomable y desenfrenada halla
un gran freno en la santa comunion ; porque la Carne
inmaculada de Jesucristo comunica á la nuestra sus pu-

rísimas calidades , y su Sangre purísima purifica la masa

(1) D. Thom. 3 part. quæst. 79 , art. 6 ad secundum.


297 -

de la nuestra infectada por el pecado . Por esta razon la


Eucaristía se llama en las santas Escrituras pan de elegi-
dos , y vino que produce vírgenes ; porque nos quita el
gusto de los placeres sensuales , y á manera de ángeles
nos hace vivir en el cuerpo , como si cuerpo no tuviése-
mos . Ahora sabréis , cristianos carnales , cual entre otras
es la causa de vuestras miserias ... es la poca ó ninguna
frecuencia de la santa comunion .

La santa comunion quita el amor del mundo . Desde el


dia que una persona comienza á frecuentarla , comienza
tambien á tratar al mundo con el desprecio que merece ;
porque conoce que en él todo es humo , todo es vani-
dad , todo farsa , como decia un rey escarmentado . ¿ Y
que no lo veis ? Comienza una doncellita á frecuentar la
santa comunion ... á Dios mundo , á Dios bailes , á Dios
amantes , á Dios galas . Las galas se convierten en un
vestido oscuro y modesto , el amante es Jesucristo , el
baile se deja por la iglesia ; y aquella misma doncellita ,
que poco antes era quizás la mas fanática partidaria del
mundo , es despues la que mas le detesta y abomina.
Un cambio semejante se nota en cuantos comienzan á
gustar el Pan eucarístico con alguna frecuencia y bue-

na disposicion . ¿ Y sabeis porqué ? Porque es propio


de este Pan celestial traer al alma tal suavidad y dulzu-
ra , que pronto la hace olvidar todas las delicias mate-
riales de la tierra : Panem de cœlo præstitisti eis , omne
delectamentum in se habentem .
Pero no paran aquí los efectos admirables de este di-
vino Sacramento . Así como el alimento material no solo
conserva la vida del cuerpo , sino que lo hace crecer
hasta llegar á la debida estatura y perfeccion ; así el Pan
cucarístico no solo nos preserva de la muerte del alma ,
sino que nos hace crecer de virtud en virtud , de méri-
298 ―

to en mérito , de santidad en santidad . Por esto fué fi-


gurado en aquel pan misterioso que el ángel dió á Elías
en el desierto , con el cual quedó tan confortado el pro-
feta ,, que sin otro alimento pudo caminar cuarenta dias
y cuarenta noches contínuas hasta la cumbre del monte
Oreb. Porque , en efecto , tal es el vigor espiritual que
la Eucaristía infunde en quien dignamente la recibe , que
hace grandes progresos en el camino de la virtud , y
llega felizmente á la cumbre de la perfeccion.
No importa que estos progresos no sean siempre sen-
sibles y manifiestos ; por esto no dejan ellos de verifi-
carse . Sucede en el órden de la gracia lo mismo que en
el órden de la naturaleza . ¿ Acaso cuando crecemos en
el cuerpo , lo sentimos ? No ; sino que vamos creciendo
insensiblemente y sin advertirlo . Pues lo mismo pasa en
cuanto al alma : se puede crecer , y muchas veces real-
mente se crece en la gracia , en el fervor , en la devo-
cion y en todas las virtudes cristianas , sin que se co-
nozca , sin que por algun tiempo se noten los adelantos ;
pero lo que no se conoce por de pronto , se conocerá
despues . -Esto vaya dicho de paso para consuelo de
aquellas almas buenas que frecuentan la santa comu-
nion , y no obstante les parece que no sacan fruto alguno .
En consecuencia de este aumento de gracia , la Euca-
ristía nos purifica directamente de los pecados veniales
B
que cometemos todos los dias , se entiende de aque-
llos á los cuales no conservamos afecto ; porque , como
dice santo Tomás ( 1 ) , este divino sacramento nos exci-
ta á un acto de caridad ; y es cosa ya sabida que todo

acto de caridad destruye las culpas veniales , á las que


no se tiene apego actual . ¿ Quereis mas ? El mismo pe-

(1) D. Thom. 3 part. quæst. 79 , art. 4 .


299

cado mortal queda destruido por la eficacia de la Euca-


ristía , si cuando la recibimos juzgamos inculpablemente
no tenerlo , ó lo que es lo mismo , nos acercamos á ella
de buena fé . Así lo enseña expresamente el angélico
Doctor ( 1 ) .
Por último , hijos mios , en la Eucaristía recibimos
una prenda inefable y segura de nuestra eterna felicidad
en la gloria , como nos lo dice la Iglesia : Et futuræ glo-
riæ nobis pignus datur . Esto quiere decir , que el ban-
quete eucarístico con que Jesucristo nos regala acá en la
tierra , es como un ensayo de aquel banquete eterno , en
que nuestra alma será saciada allá en el cielo ; y que la

divinidad que ahora recibimos oculta bajo los velos de


pan , la verémos un dia al descubierto y la gozarémos
con toda plenitud . Y esto no es ya una simple conjetu-
ra , no es una cosa meramente probable ; sino una cosa
cierta , una cosa infalible ; porque el mismo Jesucristo
dijo : Quien come mi Carne y bebe mi Sangre , tiene la vida
eterna no dice el Salvador , tendrá la vida eterna , sino ,
tiene ; porque puede contarla por tan suya , como si ya
realmente la poseyese .
Ya teneis , fieles mios , explicados los efectos que la
santa comunion produce en nuestras almas , los cuales ,
como veis , son grandes y admirables . - Pero ¿ cómo sé
concilia , me diréis , tanta eficacia en este divino Sacra-
mento , con el poco fruto que generalmente se observa ?
-Esto , hijos mios , proviene del mal uso que se hace
de este sacramento , ó de la poca frecuencia con que se
recibe . Si vosotros comulgais por costumbre y por ruti-
na , con poco fervor y preparacion , con el corazon lleno
de afectos viciosos , ¿ qué extrañeza es que no experi-

(1 ) D. Thom. 3 part. quæst . 79 , art. 3 .


- 300 -----

menteis los efectos saludables de la Eucaristía? La culpa


no es del alimento , sino del estómago , ó de vuestra
mala disposicion . Si no frecuentais este sacramento ,
¿ cómo quereis experimentar los efectos de un alimento ,
que no tomais sino rarísimas veces ? Por mas que un
alimento sea nutritivo y sustancioso , ¿ qué vigor puede
dar , si solamente se toma de tiempo en tiempo ? Y si
Jesucristo es el alimento del alma , ¿ porqué dejais pasar
semanas y meses sin recibirle ? ¿ porqué limitaros á re-
cibirle solamente en la cuaresma ?... Acostumbraos á

comulgar con frecuencia y buena disposicion , y enton-


ces conoceréis por experiencia propia de cuanta eficacia
es la Eucaristía para conservar la vida del alma , pro-
gresar en la virtud , y llegar felizmente al cielo , que es
lo que os deseo . Amen .

PLATICA VII.

TRES INJURIAS QUE SE HACEN Á JESUCRISTO EN LA EUCARISTÍA .

Filios enutrivi et exaltavi ; ipsi


autem spreverunt me. Isai . 1, 2

Os he explicado , fieles mios , lo qué es la Eucaristía ,


las disposiciones que pide y los efectos admirables que
produce ; todo lo que os habrá hecho venir en conoci-
miento del amor inefable de Jesucristo en la institucion

de este divino misterio . Mi pensamiento es continuar mis


instrucciones sobre esta materia , haciéndoos ver cuan

mal correspondemos á este amor de Jesucristo , y la su-


ma ingratitud con que le pagamos sus bondades .
Tres clases de personas se muestran señaladamente
ingratas á Jesucristo en este adorable sacramento : las
304

unas hallan insípido este alimento celestial , y por esto


no lo frecuentan las otras se familiarizan demasiado con
él , y por esto lo reciben sin fervor : las últimas no ha-

cen de él un justo discernimiento , y por esto comulgan


en pecado . ¿ Y son posibles , diréis , estas cosas ? - Pa-
rece que no , hijos , que no han de ser posibles ; pero
todo cabe en la miseria humana . Por lo que os diré , vais
á quedar convencidos de que verdaderamente así pasa ,
y de que Jesucristo sufre los mayores desprecios de
aquellos mismos á quienes ha hecho el alto honor de
alimentarlos con su propia Carne y Sangre : Filios enu-
trivi et exaltavi; ipsi autem spreverunt me.

Es innegable , hijos mios , que muchos cristianos ha-


llan tan insípido el Pan eucarístico , que llegan á disgus-
tarse de él , se abstienen de comerlo lo mas que pueden ,
y no se resuelven á recibirlo sino á duras penas . Tal vez
este es el deplorable estado de algunos de vosotros ; es-
tado que no pudiera menos que causaros grandes inquie-
tudes y cuidados , si una vez llegaseis á comprender los
fatales síntomas que presenta .

El síntoma mas cierto de una salud ya alterada , ó


que comienza á alterarse , es la inapetencia de los ali-
mentos mas sabrosos y mas propios para excitar el ape-
tito . Desde el momento que esta inapetència se declara
en una persona , se la juzga afectada de alguna enfer-
medad secreta , y no se duda de que tiene dentro algun
mal humor que la predomina . No importa que su color
sea sano ; que ella misma no sienta el mal ; que diga
que va muy bien en la salud sin tener cosa que le due-
la : el síntoma no engaña .

Ved ahí como debeis discurrir respecto al alimento


espiritual de nuestras almas . Perder el deseo y apetito
302-

de la santa comunion , es uno de los síntomas mas temi-


bles para un cristiano ; y verse en esta inapetencia es-
piritual sin entrar en sérios cuidados por la salud del
alma , es la señal mas cierta de una conciencia , ó ya del
todo desarreglada , ó que está muy próxima á caer en
un desarreglo cabal y completo .
Ya sé , hijos mios , que vosotros lo discurrís de otro
modo ; que esa inapetencia de la Eucaristía la atribuís ,
no á vuestra relajacion , sino á los cuidados de la fami-
lia , á las distracciones del mundo , á las obligaciones
del estado ; y que á imitacion de los convidados del
Evangelio hallais un cúmulo de escusas para no compa-
recer a convite eucarístico . Villam emi , dice el uno ,
tengo intereses que cuidar , ¿ cómo quieren que frecuen-
te los sacramentos ? Uxorem duxi , dice el otro , tengo
una familia que dirigir , ¿ cómo podré desocuparme y
hallar tiempo para la comunion ? Juga boum emi quinque,
dice el otro , estoy en el tráfico , en un curso de nego-
cios que me ocupan todo entero , ¿ cómo será posible
que vaya á comulgar con la preparacion conveniente ?
Si alguna vez pienso en ello , el fastidio se apodera de
mí y me lleva á otros objetos .
Yo te creo bien , mi amado hijo , cuando te oigo de-
cir , que cuando piensas en ir á comulgar , el fastidio se
apodera de ti . Pero ¿ de dónde procede ese fastidio , si-
no de la relajacion de vida en que miserablemente has
caido ? Mientras tuviste algun celo por tu salvacion ;
mientras viviste con un tal cual fervor ; mientras velaste
sobre tu conciencia , bien sabias conciliar las ocupacio-
nes del mundo con la frecuencia de la comunion . ¿ Sabes
cuando comenzaste á fastidiarte de ella ? Quando cha-
ritatem primam amisisti , cuando comenzó á resfriarse el
fuego de caridad que ardia en tu corazon ; cuando co-1
303 -

menzaste á dejar la oracion , á quitar la lectura de libros


buenos , á no escuchar la palabra de Dios ; cuando co-
menzaste á tomar gusto á las bagatelas del siglo , á sus
diversiones , á sus asambleas , á sus espectáculos . En-
tonces fué , hijo mio , entonces fué cuando comenzaste á
decir de la comunion lo que los judíos decian del maná :
anima nostra nauseat super cibo isto levissimo : ¿ qué tan-
tas comuniones ? Esto es bueno para las que llamamos

beatas , ó para los que no tienen otra cosa que hacer ;


no para mí que estoy rodeado de mil negocios que me
lo impiden .
Yo no sé , fieles mios , si cuando hablais así , hablais
de buena fé ; lo que sé es , que ordinariamente la co-
munion se deja porque así no se ha de entrar en por-
menores con la conciencia ; porque así no se ha de velar
tanto sobre la propia conducta ; porque así se puede lle-
var un cierto tenor de vida que no se aviene bien con la
frecuencia de comuniones . Se conoce ser necesario una
de dos , ó dejar la comunion , ó mejorar la vida . ¿ Qué
se hace ? Lo que cuesta menos .... se deja la comunion .
Pero ¿ habeis calculado á donde puede conduciros es-
te abandono de la comunion ? Desde el momento que la
comunion llega á ser enojosa á una persona , es eviden-
te que ella la evita lo mas que puede , que la va remi-
tiendo siempre de un tiempo á otro , que se limita á re-
cibirla cuando mas una vez al año . ¿ Qué resulta de esto ?
Resulta que así como un enfermo cuanto menos come ,
menos gana tiene de comer , mas aborrece el alimento ,
mas se debilita , mas desfallece ; así esta persona cuanto
menos comulga , menos gana tiene de comulgar , menos
tiene de gracias , menos de fuerzas espirituales , menos
de vigilancia sobre su conducta : resulta que insensible-
mente va cayendo en la tibieza , en la relajacion , en el
304-

olvido de Dios , hasta que de paso en paso llega al mas


profundo de los abismos . A esto quizás aludia el Profeta
cuando decia á Dios : Ecce qui elongant se à le , peribunt :
Señor , los que se apartan de Vos , retrayéndose de la
comunion , perecerán .

No creais , hijos mios , que yo apruebe , y aun menos


que os excite á una frecuencia de comuniones hechas
sin espíritu y sin devocion ; al contrario , juzgo muy re-
prensibles á aquellos cristianos , que se familiarizan tan-
to con la comunion , que van á recibirla con la mis-
ma lijereza con que hacen cualquier otra cosa . Es muy
laudable comulgar frecuentemente ; mas no habeis de
pensar que todo consiste en hacerlo muchas veces , sino
en hacerlo con la debida disposicion . ¿ De qué sirve co-
mulgar todas las semanas , si no se procura hacerlo con
fervor y piedad ? Mas vale una comunion hecha con pie-
dad y fervor , que cien comuniones hechas con negligen-
cia y frialdad .
¿ De qué pensais proviene el que ciertas personas ,
que á lo mas comulgarán diez ó doce veces al año , tie-
nen mas piedad , fervor y sólida virtud , que otras que
comulgan todos los domingos , y puede ser tres ó cuatro
veces la semana ? Proviene de que aquellas comulgan
con la preparacion debida , disponiéndose con cuidado ,
purificándose de sus defectos en cuanto lo sufre la fragi-
lidad humana ; al paso que las otras comulgan como
por rutina , llenas de mil defectos habituales que nunca
confiesan , y si lo hacen , no es con propósito firme de
enmendarlos . Ellas comulgan con frecuencia ; pero no se
nota en ellas ningun cambio favorable , ningun fruto só-
lido , ningun aumento en la virtud ; antes siempre se vén
las mismas pasioncillas , los mismos defectos , las mis-
mas personas . ¡ Cosa extraña ! Una sola comunion bas-
-- 305 -

taria para hacer un gran santo ; y por lo que se vé , con


muchas comuniones aun no se llega á ser un cristiano
tal cual.
Entiendan estas personas , que para comulgar frecuen-
temente no basta llevar una vida exenta de los pecados
mas groseros : es menester un cuidado regular en evitar
las faltas leves , á lo menos las que llamamos habituales
ó de costumbre es menester una vigilancia mediana
sobre los movimientos del corazon y uso de los sentidos :
es menester una aplicacion seria á los actos de piedad y
á las obras de obligacion . Si de otro modo comulgan ,
poco provecho les harán sus repetidas comuniones.
Pasemos ahora , hijos mios , á la clase de cristianos
que profanan positivamente la Eucaristía . ¿ Quiénes son
estos ? Por el presente solo os diré , que hay una especie
de sacrílegos , que en algun modo pudiéramos llamar
sacrílegos de buena fé , y son aquellos que estando efec-
tivamente en pecado mortal , no lo creen ; y así no
tienen ningun reparo en recibir el sacrosanto Cuerpo de
Jesucristo. ¿ Y son estos verdaderos sacrílegos ? Ved ahí
una cuestion importante y práctica , que merece toda
vuestra atencion . Oid como la resuelve santo Tomás ( 1 ) .
Pregunta este sapientísimo Doctor : si el que comulga
con algun pecado mortal , que no conoce , ¿ hace una co-
munion sacrílega ? Y responde así : Sin duda comulga
sacrilegamente , si el no conocerlo es por culpa suya ; lo que
ordinariamente proviene ó de una ignorancia crasa del de-
recho , que no excusa ; como si uno piensa que la simple
fornicacion no es pecado ; ó de una omision culpable en exa-
minarse , contra lo que dice san Pablo : Probet autem se-
ipsum homo . Así que , aunque este pecador en su concien-

(1 ) D. Thom. 3 part . quæst. 80 , art. 4 ad secundum .


T. I. - 20
- 306

cia no se crea en pecado mortal , peca recibiendo el Cuerpo


de Jesucristo ; porque su misma ignorancia es un pecado.
Otra cosa fuera si lo ignorase inculpablemente . Estos son
los propios términos de santo Tomás , á los cuales nada
pongo ni quito .
Segun esto & creeis , hijos mios , que tantos que no tie-
nen por pecado lo que verdaderamente lo es , son excu-
sables delante de Dios de sus malas comuniones ? ¿Creeis
que tantos avaros que se tienen por justos luego que han

hallado un medio de paliar sus usuras ; que tantos im-


puros que se creen inocentes , porque , segun dicen , ig-
noraban que la impureza fuese pecado ; que tantos pa-
dres que descuidan la educacion de sus hijos ; creeis ,
digo , que tales personas y otras semejantes , comulgan-
do en la falsa persuasion de que no tienen pecado mor-
tal , dejan de hacer una comunion sacrílega ? No , no ;
ellas no evitarán el castigo que san Pablo amenaza á los
profanadores del Cuerpo de Jesucristo .
Pero hay tres pecados , que tienen una oposicion mas
directa con la Eucaristía , y son manantiales fecundos
de malas comuniones ; á saber , el odio , el hurto y la
impureza .
La Eucaristía es el símbolo de la union entre los cris-

tianos , y aun el vínculo que forma , mantiene y fortalece


esta union. Así como el pan se hace de muchos gra-
nos de trigo , de tal modo confundidos entre sí , que no
forman mas que un solo cuerpo ; así los que reciben la
Eucaristía deben mantener entre sí tal union de caridad ,
que formen un solo corazon y una sola alma . Esto no
obstante , es cosa muy ordinaria ver comulgar en una
misma mesa á personas que no se hablan , no se salu-
dan , y de mucho tiempo nutren en sus corazones un
odio mutuo é irreconciliable . Dos preguntas voy á diri-
307

gir á estos desgraciados . Cuando os llegais al tribunal


de la penitencia , ¿ os acusais de ese odio ó no ? Si no os
acusais , ¿ qué confesiones son las vuestras ? Si os acusais ,
y á pesar de esto el confesor os permite la comunion ,
¿ qué especie de confesor es el que teneis ?
Si no temiera desviarme de mi objeto , os propondria
la estrechísima obligacion que teneis de reconciliaros con
vuestro enemigo antes de comulgar ; pero me contentaré
con deciros , que mientras dure vuestra enemistad , os
guardeis de comulgar ni en vida ni en muerte ... ¡ Jesus !
diréis , ¿ quién oyó jamás predicar una tal doctrina ? —
La expresion , hijos mios , no se me ha escapado inad-
vertidamente ; la he dicho con toda premeditacion , y

aun la repetiré mientras permanezcais en vuestra ene-


mistad , guardaos de comulgar ni en vida ni en muerte.
Es verdad que no comulgando por la cuaresma , come-
teréis un gran pecado ; pero lo cometeréis incomparable-
mente mayor , si comulgais con el odio en el corazon .
Es verdad que queriendo morir sin comulgar , seréis in-
faliblemente condenados ; pero al cabo vuestra condena-
cion será mas llevadera y menos horrenda , que si co-
mulgais sin haberos reconciliado con vuestro prójimo.
Otro manantial fecundo de malas comuniones es el
robo . Si pudiésemos pasar revista de cuantos comulgan ,
¡ ay Dios mio ! ¡ cuántos sacrilegios veríamos por este pe-
cado ! ¿ Cuántos hay que saben ó deben saber , que al-
gunos bienes que poseen no son suyos ; porque los han
adquirido oprimiendo al pobre , despojando al desvalido ,
siguiendo y ganando pleitos por medios injustos y con-
denables ? Y con todo comulgan ... ¿ Cuántos hay que
retienen bárbaramente el salario de sus sirvientes ó jor-
naleros ; que no satisfacen las deudas contraidas por
ellos mismos ó por sus padres ; que no hacen las resti-
308

tuciones cien veces mandadas por el confesor ? Y no


obstante comulgan... ¿ Cuántos hay que viven y engor-
dan de la sangre del público , trampeando en sus com-
pras y ventas , falseando las mercaderías , sirviéndose
de la necesidad de los pobres para hacerles pagar las
cosas mucho mas de lo que valen ? Y sin embargo co-
mulgan... ¿ Y es verdad esto ? - Hijos mios , si no lo fue-
se , no lo diria . - Pero esto será porque ellos tendrán
algunas razones para creer que tales cosas les son lícitas ,
y no les privan del derecho de comulgar . Como se lo

arreglan allá en su conciencia , yo no lo sé ; lo que sé


es , que se van á todos los diablos cargados de sacri-
legios .
El tercer manantial de comuniones sacrílegas es la im-
pureza . Son pocos los impuros que hayan purificado bien
sus manchas cuando se acercan á recibir el Cuerpo pu-
rísimo de Jesucristo : son pocos los que no conservan
I
todavía un deseo secreto de volver á sus desarreglos ;
deseo que descubririan ellos mismos , si no fuesen cie-
gos : son pocos los que con sus prontas recaidas no dén
motivo de sospechar que jamás tuvieron una síncera vo-
f
luntad de corregirse . Pero ellos , me diréis , confiesan
antes de presentarse al altar . — Convengo : mas ¿ qué
confesiones suelen ser las suyas ? Si quieren hablar con
sinceridad , ellos mismos dirán , que suelen ser confesio-
nes de apariencia y de farsa ; confesiones sin dolor , sin
propósito , sin integridad ; confesiones en que se tram-
pea lo mas que se puede para que el pobre sacerdote no
venga en conocimiento de las reincidencias , hábitos y
ocasiones . No vale , pues , decir : ellos confiesan antes de
recibir la comunion ; porque esto no quiere decir , sino
que cometen dos sacrilegios ; uno en el confesonario ,
1
otro en el altar .
309

Así , hijos mios , se corresponde al amor inefable que


Jesucristo nos muestra en la Eucaristía ; así se le pagan

sus beneficios ... unos no se dignan recibirle ; otros le


reciben sin fervor ; otros le reciben en pecado . ¡ Por
Dios no seais vosotros de esos ingratos , por Dios ! Reci-
bidle con fervor , con pureza de conciencia , y este buen
Dios os llenará de bienes , y despues os dará el cielo por
recompensa . Amen .

PLATICA VIII.

NOTICIA GENERAL DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA .

Pœnitemini... ut deleantur pec-


cata vestra. Act. III , 19.

« Si los cristianos , dice el santo Concilio de Trento ,


<«< fuesen tan fieles á Dios , que se mantuviesen firmes en
<«< la gracia recibida en el bautismo , no habria habido
«< ninguna necesidad del sacramento de la Penitencia ;
« pero Dios , que es rico en misericordia , conociendo
<< nuestra fragilidad y previendo nuestras caidas , ha es-
<«< tablecido un remedio para dar la vida á los que des-
<< pues del bautismo se hubieren entregado á la servidum-
« bre del pecado y á la potestad del demonio ; y este
<< remedio es el sacramento de la Penitencia ……
.. llamado

<<< de los santos Padres la segunda tabla despues del nau-


༥ fragio ; porque es el único recurso que queda á un cris-

<< tiano para salvarse , despues que ha tenido la desgra-


<< cia de perder la gracia bautismal . »
De este sacramento intento hablaros hoy : pero antes
de entrar en su explicacion , no puedo dejar de adverti–
ros , que vamos á tocar una materia , que pide gran cui-
310
;
dado , mucho estudio y suma atencion ; pues se trata de
un sacramento que , despues del bautismo , es el mas
necesario de todos ; de un sacramento que es indispen-
sable á todo cristiano que haya pecado mortalmente ; de
un sacramento en el cual mas ha de hacer el sugeto que
lo recibe , que el mismo sacerdote que lo administra ; y
de consiguiente de un sacramento sobre el cual cual-
quiera ignorancia pudiera traeros males sin cuento y
daños irreparables .
En los demás sacramentos el ministro lo hace casi to-

do , y poco ha de hacer el sugeto que los recibe , como


se vé en el Bautismo , Confirmacion y Eucaristía , donde
el mismo ministro que profiere la forma , prepara y apli-
ca tambien toda la materia ; pero en el sacramento de la
Penitencia sucede lo contrario . En este sacramento vo-

sotros debeis hacerlo casi todo , y el ministro es el que


hace menos . Al sacerdote no corresponde mas que oir
vuestros pecados , imponeros penitencia saludable y da-
ros la absolucion ; pero toca á vosotros prestar y dispo-
ner bien toda la materia ; á vuestro cargo queda todo el
cuidado del exámen , toda la sinceridad del dolor , toda
la eficacia del propósito , toda la integridad de la confe-
sion , todo el cumplimiento de la penitencia ; por mane-
ra que cualquiera falta esencial que cometieseis en al-
guna de estas cosas , haria el sacramento nulo y quizás
sacrílego .
Cumple , pues , á
à vuestro deber escuchar atentamente
las doctrinas pertenecientes á la penitencia , y no perder
palabra de cuanto os diré . Por hoy me limitaré á daros
una noticia general de este sacramento .

Para tener una idea exacta de la penitencia , es me-


nester considerarla ó como virtud ó como sacramento.
311

Cuando vosotros , en vista de vuestros pecados , conce-


bís dolor de haberlos cometido , y , resueltos á no co-
meterlos mas , deseais dar á Dios la debida satisfaccion ;
entonces teneis la virtud , ó mejor dicho , el espíritu de
la penitencia . Cuando despues , penetrados de estos bue-
nos sentimientos , os arrodillais á los piés del confesor ,
haceis una confesion dolorosa de vuestros pecados y con-
seguís de ellos la competente absolucion ; entonces reci-
bís el sacramento de la Penitencia .
El sacramento de la Penitencia no ha sido siempre
necesario para obtener la remision de los pecados ; pues
en tiempo de la ley natural y escrita bastaba para ello
la virtud , es decir , bastaba que el pecador detestase sus
culpas , y las expiase á su modo : pero despues que Je-
sucristo en la nueva ley ha instituido el sacramento de la
Penitencia , no basta la sola virtud para conseguir el per-
don de los pecados ; sino que es necesario recurrir al
remedio que él ha ordenado , esto es , al sacramento .
Esta institucion la tenemos clara en aquellas memo-
rables palabras que el Salvador dijo á los apóstoles : Del
mismo modo que el Padre me ha enviado á mi , yo os envio
á vosotros... recibid al Espíritu santo : serán perdonados
los pecados á quien vosotros los perdonareis , y serán rete-
nidos á quien vosotros los retuviereis . ¿ Qué significan es-
tas palabras ? Significan que Jesucristo ha erigido en su
Iglesia un tribunal permanente , ante el cual deben com-
parecer los pecadores para obtener el perdon de sus
culpas significan que en este tribunal están sentados los
sacerdotes en calidad de jueces , los cuales pronuncian-
do la sentencia en nombre del mismo Jesucristo , ó des-
atan al pecador de sus pecados ó le declaran todavía
atado significan , en fin , la institucion de este sacra-
mento en forma de verdadero juicio .
-- 312 -

A este juicio debe comparecer , á este tribunal se ha


de presentar quien quiera conseguir el perdon de sus
pecados . Aquí no hay que recalcitrar ; aquí no hay que
discurrir ; porque cualquier otro medio que se discur-
ra , será insuficiente , será inútil , será ilusorio . Llorad ,
tened oracion , dad limosnas , martirizaos con cilicios ,
mataos á penitencias.... mientras no os resolvais á pre-
sentaros al tribunal de la confesion , son inútiles vues-
tras lágrimas , vanas vuestras oraciones , infructuosas
vuestras limosnas . Esto , hijos mios , os lo digo en tono
alto , para que esteis advertidos contra una doctrina hoy
bastante comun entre ciertos hombres impíos , quienes
dicen , que para quedar perdonados de las culpas , no
hay necesidad de confesarse con los hombres , sino que
basta confesarse con Dios . Si estos infelices supieran
quienes son los autores de tal doctrina , tal vez se guar-
darian de adoptarla . Sepan , pues , que es doctrina de
los protestantes , de esa secta estrafalaria que jamás ha
podido avenirse con la confesion .
No creais por esto , que todo consista en presentarse
en el tribunal de la confesion , y que Jesucristo dando á
los sacerdotes la potestad de perdonaros en el sacra-
mento de la Penitencia , os haya dispensado de la peni-
tencia como virtud . ¡ Oh ! esta es la grande equivocacion
que muchos padeceis ; dar toda la importancia á la ab-
solucion del sacerdote , y no cuidarse del espíritu inte-
rior de penitencia , que es lo que mas importa , y sin el
cual es inválida la absolucion . Os figurais que en levan-
tando el confesor la mano para absolveros , ya está he-
cho todo ; y no advertís , que si de vuestra parte no po-
neis la penitencia interior , esto es , dolor y propósito ,
no se ha hecho nada .
Dos cosas , notad bien esto , dos cosas entran como
313

partes esenciales en la composicion de este sacramento :


la accion del penitente y la accion del sacerdote . Por
parte del sacerdote se requiere la absolucion , esto es
verdad pero ella sola no basta ; porque si bastase , en-
tonces convendria decir , que todos los que se levantan
absueltos de los piés del sacerdote , quedan verdadera-'
mente perdonados y reconciliados con Dios . No obstan-
te sabemos , que la absolucion dada por el sacerdote
aquí abajo , no siempre es ratificada allá arriba , y que
muchas veces mientras el sacerdote dice en la tierra :
Yo te absuelvo , Dios dice en el cielo : Yo te condeno . ¿ De
dónde procede esto ? Procede de que , aunque el sacer-
dote pone lo que es de su parte , el penitente no contri-

buye con la parte que á él corresponde .


Esta parte con que el penitente ha de contribuir para
que el sacramento sea válido , no consiste solamente en
la acusacion de los pecados , sino que principalmente
consiste en el dolor del corazon , el cual , tomado en to-
da su extension , abraza la detestacion de los pecados
cometidos , el propósito de huirlos y la voluntad de re-
parar la injuria hecha á Dios . Si el penitente no concur–
re con esta parte , el sacerdote , conociéndolo , tampoco
puede concurrir con la suya , es decir , no le puede ab-
solver ; porque aunque el sacerdote tiene potestad para
conceder el beneficio de la absolucion , no la tiene para
concederlo á todos indistintamente ; sino que debe hacer
una prudente distincion entre penitentes y penitentes ,
absolviendo á los dignos , y dejando sin absolucion á los
indignos .
De lo que debeis inferir , hijos mios , que la natura-
leza de este sacramento es muy poco conocida de una
grandísima parte del pueblo cristiano . Primeramente no
la conocen aquellos , que se figuran que el sacerdote es
314 -

árbitro y dueño de la absolucion , de modo que pueda


dispensarla á troche y á moche . De ahí viene el pleitear
y disputar para obtenerla , cuando el confesor , no vien-
do suficientes señales de la buena disposicion del peni-
tente , ó tal vez teniendo pruebas claras de su indispo-
sicion , reusa el concedérsela . ¡ Oh , qué disparate , hijos
mios ! Sin duda el confesor , cuanto es de su parte , os
absolveria con ambas manos ; pero ¿ qué puede él ha-
cer , si vosotros se las atais con vuestra indisposicion ?
Cuando esto sucede , os levantais murmurando del po-
bre confesor , quien se queda triste por no haber podido
desataros de los pecados ; y luego correis á decir á los
amigos , no ha querido absolverme ... ¿ Porqué en vez de
decir : no ha querido , no decís , que no ha podido ?
Diciéndolo así hablariais mejor .
¿Quereis vosotros que el confesor , absolviéndoos en
mala disposicion , haga traicion á su ministerio , com-
prometa su propia conciencia , y contribuya á vuestro
mayor daño ? Es que sucederia así . Haria traicion á su
ministerio ; porque concurriria con vosotros á profanar el
sacramento : comprometeria su conciencia ; porque se ha-
ria reo de un pecado gravísimo : contribuiria á vuestro
mayor daño ; porque , sin quitaros un solo pecado de en-
cima , os pondria en la falsa persuasion de que quedais
verdaderamente perdonados .
Esto está bien , diréis vosotros ; pero ¿ porqué no ha
de creernos el confesor cuando le aseguramos venir bien
dispuestos ? Nos llegamos á sus piés , le descubrimos
nuestros pecados mas secretos , escuchamos con docili-
>
dad sus consejos , le juramos que nos pesa de haber ofen-
dido á Dios , que estamos resueltos á enmendarnos , y
aun á morir primero que volver al pecado . ¿ Porqué en
estas circunstancias no hemos de ser creidos ? ¿ qué
-- 315 --

otras seguridades se quieren ? ¿ qué mas disposiciones


se necesitan ? Se necesita , hijos mios , que todas esas
palabras no vengan desmentidas por las obras . Permi-
tidme una pregunta , y pronto nos entenderémos . Si un
hombre que os hubiese ya engañado varias veces , os
pidiese una suma considerable de dinero , prometién-
doos á fé de hombre de bien volvérosla dentro poco
tiempo , ¿ se la dariais sin otra seguridad que su pala-
bra ? contestad , se la dariais ? Cierto estoy que no .
¿ Cómo quereis , pues , que el confesor crea la palabra
de un penitente , cuya falsedad ha experimentado en
otras confesiones ; y que le eche la absolucion por la ra-
zon única de que él dice estar bien dispuesto ? ¿ No es
mas conforme que el confesor , en vez de precipitar la
absolucion , se tome un poco de tiempo para descubrir
mejor las disposiciones del penitente , y hacerle practicar
algunos remedios oportunos para curar de sus vicios ?
Pero si en el entretanto el penitente muere & adónde
irá su alma ? —¿Adónde hubiera ido , pregunto yo tam-
bien , si hubiese muerto antes de presentarse á la con-
fesion ? Es una fuerte cosa que no sepais discurrir sino
para vuestro daño . Se pasará un año entero , y quizás
la mayor parte de la vida , en el pecado mortal , sin que
jamás se piense á donde iria á parar la pobre alma ,
muriendo en tal estado ; y si el confesor trata de cum-
plir su obligacion , difiriendo la absolucion diez ó quin-
ce dias , entonces salen las dudas , entonces vienen los
temores , entonces se pregunta : si en estos dias me mue-
ro ¿ qué será de mi alma ? Será lo que vosotros querais .
Ejercitaos en actos de contricion ; encomendaos de co-
razon á Maria santísima ; implorad humildemente la mi-
sericordia de Dios ; que si el Señor ha tenido piedad de
vosotros por tantos años , mucho será que no la tenga
por pocos dias.
316

Hoy , hijos mios , no me he propuesto mas que daros


una idea general del sacramento de la Penitencia ; otro
dia os lo explicaré distintamente en todas sus partes . Por
conclusion os repito , que no es precisamente la absolu-
cion del sacerdote la que asegura vuestra conciencia ;
sino la absolucion unida á vuestra buena disposicion in-
terior . A esta debeis principalmente atender , si quereis
tener una esperanza fundada de haber conseguido el
perdon . De otro modo os juzgaréis sanos siendo enfer-
mos ; pensaréis andar por el camino del cielo , y anda-
réis por el de la condenacion . Dios os libre de este error .
Amen.

PLATICA IX.

EL EXAMEN DE LA CONCIENCIA .

Si nosmetipsos judicaremus,
non utique judicaremur. 1 Cor.
XI , 31 .

De tal modo , fieles mios , ha conciliado Dios su mi-


sericordia y su justicia en el sacramento de la Peniten-
cia , que una y otra tienen en él su lugar , su funcion y
su parte . Tiene su lugar la misericordia , concediendo
al pecador el perdon de todas sus culpas , aunque sean
infinitas en el número y enormes en la malicia : tiene
su lugar la justicia , exigiendo del mismo pecador cier-
tas condiciones penosas , sin las cuales el sacramento no
produce ningun fruto . Por no cumplir los cristianos con
estas condiciones que la justicia de Dios les impone , se
les convierte en veneno un sacramento que fué institui-
do para su remedio , teniendo muchos sobrado motivo
317 -

para temer , no tanto por los pecados cometidos , cuanto


por las confesiones mismas destinadas á borrarlos . Esta
es la peor desgracia , haber encontrado la muerte en un
sacramento instituido para dar la vida : desgracia gran-
de si se conoce , mas grande si no se conoce , grandísi-
ma si no se procura remediarla .
Para que vosotros podais formar juicio del valor ó
nulidad de vuestras confesiones , voy á explicaros mi-
nuciosamente cuales son las cosas indispensables para
recibir válidamente y con fruto el sacramento de la Pe-
nitencia. Cinco son estas cosas , como supongo sabeis
ya desde niños , á saber : exámen , dolor , propósito , con-
fesion y satisfaccion : cosas todas tan necesarias , que en
faltando una sola , queda nulo el sacramento .
Comenzando hoy por el exámen , os diré desde luego ,
que para hacerlo bien , debeis tomar las reglas de aquel
exámen que hará Dios sobre vosotros luego despues de
vuestra muerte . Él llamará á riguroso exámen , no solo
las acciones malas , sino las palabras , los pensamientos ,
las complacencias , los deseos , las intenciones , las mi-.
ras , cuanto habréis hecho de mal y cuanto habréis omi-
tido de bien . Nada escapará á aquellos ojos divinos , y
no habrá pecado cuya malicia no quede en descubierto
con todas sus circunstancias . Pues esto es lo que con la
debida proporcion debeis hacer , si quereis evitar la se-
veridad del juicio de Dios ; porque , como dice san Pa-
blo , si nos juzgamos á nosotros mismos como corres-
ponde , no serémos juzgados del Señor : Si nosmetipsos
judicaremus , non utique judicaremur . Entremos en el
asunto , y prestadme atencion .

Aunque el exámen de la conciencia no sea parte esen-


cial del sacramento de la Penitencia , es no obstante una
- 348 —

preparacion necesaria para recibirlo ; porque el peniten-


te no puede informar al confesor del estado de su alma ,
si él mismo no se ha informado antes ; y él no puede
estar informado , sin un prévio y maduro exámen de la
propia conciencia. Para comprenderlo mejor , debeis
presuponer , que Jesucristo instituyendo el sacramento
de la Penitencia , nos ha mandado la confesion , y no una
confesion como quiera , sino una confesion clara , dis-
tinta y circunstanciada ; una confesion que abrace todos
los pecados mortales , con distincion de número , de es–

pecies y de circunstancias . Quien no hace esta confesion ,
exceptuando el caso de una verdadera imposibilidad ,
lejos de recibir la gracia del sacramento , comete un
enorme sacrilegio . ¿ Y cómo será posible hacerla , si no
ha precedido un exámen detenido y diligente , cual lo
manda el santo Concilio de Trento ? Diligentem sui dis-
cussionem .
¡ Oh ! responderá alguno , yo puedo ahorrarme tanta
molestia , porque tengo un confesor muy sabio y carita-
tivo , el cual me hace muchas preguntas , que me sir-
ven de exámen . - Si teneis un confesor sabio y carita-

tivo , procurad conservarle , porque vale mas que un


tesoro ; mas no penseis que por esto yo os pase la escu-
sa . Primeramente , puede muy bien suceder , que el con-
fesor , ó por estar cansado , ó por no mortificar á otros
penitentes que esperan , ó por no tener tiempo , se olvi-
de de preguntaros . Dado que os pregunte , es moral-
mente imposible que os pregunte sobre todos los puntos
necesarios , y que adivine todas las especies de pecados
que habeis cometido . Y aun cuando las adivinase , ¿ qué
le sabréis responder , si no estais preparados con el exá-
men ? Entonces no podeis responder sino á la ventura ,
dispuestos á decir sí y á decir no á una misma pregun-
319

ta , segun lo primero que os venga á la lengua ; ó bien


dispuestos á responder afirmativamente á cuantas pre-
guntas os haga el confesor , aunque sean discordes y
contrarias . Esto no sucederia si empleaseis en el exámen
la debida atencion y el tiempo suficiente .
Pero ¿ cuánto tiempo debe emplearse en el exámen ?
-No se puede fijar la misma regla para todos ; porque
esto depende de tres circunstancias : del mayor ó menor
intervalo que ha habido desde la última confesion ; del
tenor de vida que se ha llevado , y del mas ó menos de
memoria que se tiene . Es evidente que mas tiempo ne-
cesita quien confiesa raras veces , que quien lo hace con
frecuencia ; mas el que ha vivido envuelto en muchos
vicios y pecados , que el que ha llevado una conducta
cristiana ; mas el que tiene poca memoria , que el que
posee mucho talento . Quien vive en gracia de Dios y
frecuenta los sacramentos , puede examinarse suficien-
temente en pocos instantes : quien ha cometido un pecado
mortal , y no espera el segundo para confesarse , puede
prescindir de todo exámen ; pero aquellos que han cai-
do en diferentes especies de culpas , y tal vez muchas
veces en cada una de ellas , necesitan un tiempo consi-
derable para examinarse bien ; porque han de repasar
muchas cosas , que no es tan fácil verlas con una sola
mirada.
El Catecismo romano da una regla general y aplica-
ble á todos , y es que cada cual ponga en el exámen de
su conciencia aquel cuidado que las personas prudentes

acostumbran poner en los negocios mas importantes :


summa illa cura et diligentia adhibenda est , quam in rebus
gravissimis ponere solemus . Si una mujer pierde una joya
muy querida , ¿ con qué atencion , con qué diligencia no
la busca ? Accendit lucernam , et everrit totam domum ; en-
- 320

ciende luz , y con ella examina todos los ángulos de la


casa , remueve los muebles , registra los armarios , bar-
re los aposentos , y todo lo revuelve de arriba abajo :
despues sale de casa , recorre los lugares donde ha es-
tado ; iglesias , tiendas , plazas , calles , todo lo exami-
na , todo lo mira con ojos atentos . Héos aquí , hijos
mios , la regla que debeis seguir en el exámen de vues-
tros pecados , si quereis disponeros para una buena y
saludable confesion .
Pero vosotros ordinariamente seguís una regla del to-
do contraria . ¿ Se trata de un negocio temporal ? No se
perdona estudio , diligencia ni fatiga : se pasan los dias
enteros discurriendo los medios de conducirlo á buen

éxito . ¿ Se trata del alma y del ajuste de cuentas con


Dios ? Este es un asunto que se despacha en pocos mo-
mentos : en habiendo dado un golpe de vista superficial
sobre la conciencia , ya está hecho todo .
De ahí es , que muchos dejan de confesarse con fre-
cuencia , porque , segun dicen , no tienen de qué acusar-
se. ¡Oh ! esta es una cosa envidiable , si es verdadera,
no tener nada que decir en la confesion . ¿ Y cómo lo ha-
ceis , benditos de Dios , para manteneros tan puros é
inocentes ? Yo confieso todas las semanas , y por mi des-
gracia nunca me falta materia : ¿ y vosotros no sabeis
qué decir despues de haber pasado largo tiempo sin
confesaros ? Voy á deciros el porqué . Porque cuando os
examinais , os contentais con dar una mirada superficial
á vuestra conciencia , sin jamás penetrar en el fondo y
en el interior.
Entrad , entrad en los adentros de vuestra alma , y

veréis cuantas abominaciones os encubria vuestra igno-


rancia ó precipitacion . Tú , ó jóven , que examinándote
no sabes encontrar mas que alguna inobediencia , men-
321 -

tira ó murmuracion ; entra , entra en el fondo de tu con-


ciencia , y hallarás centenares de pensamientos impuros ,
de deseos carnales , de acciones torpes , de discursos
obscenos , de escándalos dados , de blasfemias proferi-
das , de misas mal oidas ó dejadas . Tú , mujer , que en

tu exámen apenas hallas mas que algun acto de impa-


ciencia con la familia , alguna lijera vanidad y un poco
de mal genio ; entra , entra un poco mas adentro , y des-
cubrirás aquellas aficiones poco cristianas , aquellas mi-
radas poco castas , aquellas conversaciones nada hones-
tas . Tú , padre de familia , que hasta ahora no habias visto
en tu conciencia sino aquellos pecados de mayor bulto ,
que hasta un turco llegaria á ver ; entra , entra un poco.
mas en tu interior , y descubrirás odios inveterados , fies-
tas profanadas , deudas no pagadas , restituciones no
hechas , omisiones gravísimas en la educacion de tus hijos :
todos encontraréis muchos otros pecados que por vuestra
negligencia en examinaros nunca habiais descubierto .
Entre tanto ¿ qué pensais de todas vuestras confesio-
nes hechas con tan lijero exámen ? Han sido malas , nu-
las , sacrílegas ; porque por vuestra culpa han quedado
sin la debida integridad . De consiguiente estais en el
caso de tener que repetirlas todas por medio de una con-
fesion general . Otra cosa seria si hubieseis puesto en el
exámen el debido cuidado : entonces aunque se os hu-
biesen pasado por alto algunos pecados , vuestras confe-
siones no habrian dejado de ser buenas ; porque habrian
tenido la integridad formal , la cual basta para la justi–
ficacion , segun enseña el santo Concilio de Trento . Y
así aquellos pecados olvidados hubieran quedado ab-
sueltos como los demás , no teniendo vosotros otra obli-
gacion que confesarlos despues si os viniesen á la me→
moria.
T. I. - 21
322

Vosotros desearéis saber cual ha de ser la materia par-


ticular del exámen , y con razon lo deseais ; porque este es
el punto principal del asunto que venimos tratando . Fun-
dándose la necesidad del exámen sobre la necesidad de

la confesion , es claro que todo lo que es materia nece-


saria de la confesion , lo es tambien del exámen . Mate-
ria necesaria de la confesion son todos los pecados mor-
tales no confesados , ó mal confesados , ó confesados y
no perdonados por falta de sincero dolor ; distinguiendo
la especie , el número y las circunstancias .
Tratando , pues , de examinaros bien , lo primero que
debeis llamar á exámen , son las confesiones pasadas ;
porque este no ha de ser precisamente desde la última
confesion , sino desde la última bien hecha . Mucho im-
porta , hijos mios , asegurarse bien de este punto ; por-
que dado que las pasadas confesiones hayan sido malas ,
si la buena fé no os excusa , lo que es muy difícil , no
haréis mas que acumular sacrilegios .
Asegurados prudentemente de las confesiones ante-
riores , debeis examinar en qué , desde la última , ha-
beis ofendido gravemente á Dios . A Dios se le puede
ofender gravemente de cuatro modos : con pensamiento,
palabra , obra y omision . A todos estos puntos se ha de
extender vuestro exámen ; pero ha de ser mucho mas
detenido y maduro en llegando á aquellos pecados , que
mas facilmente se pierden de vista ó se olvidan . Los pe-
cados de obra , esto es , adulterios , latrocinios , borra-
cheras , etc. , como que dejan tras de sí una mayor im-
presion , facilmente se presentan á la memoria ; y por
esto no son los que piden un exámen mas serio y pro-
fundo bien que deben ser examinados hasta que se
pueda clasificar la especie , el número y las circunstancias .
Hay otros pecados que se consuman dentro de noso-
323
tros mismos con la mayor prontitud y rapidez , como du-
das en la fé , deseos impuros , juicios temerarios , odios ,
etc. Estos pecados , que se llaman de pensamiento, son los
mas fáciles de cometerse y los mas difíciles de acordar-
se ; porque el pensamiento malo viene , pasa , vuelve ,
huye , torna en un momento ; y en un momento , habien-
do consentimiento deliberado , se peca . Es necesario ,
pues , pasar revista general de este ejército de pensa-
mientos , para saber el número ; y no creais que baste
decir en general : He tenido malos pensamientos , sin ex-
plicar ni en qué materia , ni en cuál número , ni si fue-
ron consentidos ó no . Porque si fueron consentidos , de-
beis notarlos expresamente en el exámen , aunque hayan
sido instantáneos , aunque no los hayais puesto en obra ,
aunque los hayais retractado despues del consentimiento ;
porque la retractacion posterior no hace que no haya
habido pecado , antes lo supone. Así que , no son excu-
sables aquellos cristianos que dicen : Consentí en malos
pensamientos ; pero despues me supo mal , y los retracté.
- Hicisteis bien en retractarlos ; pero el pecado ya es-
taba hecho .

Los pecados de palabra , aunque es mas fácil hallarlos


en el exámen , que los de pensamiento , no obstante hu-
yen tambien muy facilmente de la memoria ; porque ,
como dice el proverbio , las palabras vuelan . Se habla
todo el dia , y se habla sin miramiento ni reflexion con-
tra Dios y contra el prójimo , profiriendo blasfemias ,
juramentos , maldiciones , calumnias , murmuraciones ,
obscenidades , chistes contra la religion , etc. ¿ Quién pue-
de contar las palabras pecaminosas que se profieren de
un cabo de dia al otro? Sobre este punto , pues , es tambien
necesario un exámen diligente y no superficial ; particular-
mente á aquellos de vosotros que no teneis circunspeccion
- 324

ni miramiento en el hablar , y que echais á fuera cuanto


os viene á la boca . No basta confesaros en general de
que habeis proferido palabras malas ; es menester decla-
rar sobre qué materia han versado , si contra la religion ,
si contra la pureza , si contra la caridad : es menester
averiguar si han sido en materia grave , si en presencia
de otros , de cuantos , con qué intencion , con qué resul-
tados , etc. Todas estas averiguaciones son de absoluta
necesidad .
Por último , hijos mios , hay otra clase de pecados que
suelen pasar muy desapercibidos , y son los pecados de
omision , los cuales se cometen siempre que culpablemen-
te se omite alguna cosa que hay obligacion de hacer ,
como dejar la misa , no cumplir los votos , etc. A mas de
las obligaciones comunes á todo cristiano , como son las
que nos imponen los preceptos de la ley de Dios y de la
Iglesia , hay otras propias del estado de cada uno , como
de amo ó criado , de padre ó hijo , de párroco ó feligres ,
etc. El no cumplir estas obligaciones se dice pecado de
omision ; pecado muy frecuente , pero pecado de que
apenas se hace escrúpulo , y que pocos lo confiesan . Las
confesiones ordinariamente no versan sino sobre puntos

generales y pecados comunes á toda clase de personas ;


rarísimos son los que se hacen cargo de las obligaciones
individuales y propias de su estado . Esta omision es un
descuido imperdonable . Si no sabeis vuestras obligacio-
nes , esta ignorancia es un pecado : si las sabeis , y no
las tomais en cuenta cuando haceis el exámen , esta omi-
sion es un pecado todavía peor .
Concluiré la presente instruccion con aquellas memo-
rables palabras de san Pablo : Omnes nos adstabimus an-
te tribunal Christi . El exámen de nuestra vida de un mo-
do ú otro se ha de hacer ; ello es inevitable . Si nosotros
325

no lo hacemos aquí , Jesucristo lo hará en su tribunal .


Hagámoslo nosotros bien , y Jesucristo no tendrá que
hacerlo : Si nosmetipsos judicaremus , non utique judicare-
mur. Amen .

PLATICA X.

EL DOLOR DE LOS PECADOS .

Recogitabo tibi omnes annos


meos in amaritudine animæ
meæ. Isai. XXXVIII , 15.

Despues del exámen , la segunda cosa que Dios exige


del pecador para perdonarle en el sacramento de la Pe-
nitencia , es el dolor de sus pecados . Este dolor de los
pecados es una cosa todavía mas necesaria que el exá-
men de conciencia ; porque el exámen solo es necesario
en la suposicion de que se pueda hacer ; y si alguno lo
omitiese inculpablemente , no por esto dejaria de quedar
perdonado : pero el dolor es necesario en el modo mas
absoluto ; porque debe entrar como parte esencial en la
composicion del sacramento , de manera que por cual-
quier motivo que falte , el sacramento queda sin efecto ,
ó mejor dicho , el sacramento no es sacramento .
Yo quisiera que notasen bien esto aquellas personas
que , disponiéndose para confesar , gastan todo el cui-
dado y solicitud en examinar los pecados , y despues
cuidan poco ó nada de excitarse al dolor . En este de-
fecto caen ciertos cristianos de vida relajada , los cuales ,
al paso que no tienen escrúpulo de nada , en punto del
exámen quieren hacer del delicado y melindroso . Ellos

viven á lo peor , sin sacar jamás fruto alguno de sus con-


326

fesiones ; con todo en llegando el dia de confesar , se


muestran escrupulosos hasta al ridículo en la averigua-
cion de sus culpas ; no tienen otro temor que el de olvi-
darse de alguna ; y cuando han formado una gran lista
de ellas en la memoria , entonces sin otra diligencia se
juzgan divinamente preparados para la confesion . En ex-
citarse á dolor , que debiera ser su cuidado principal ,
no piensan ni atinan , ó cuando mas todo su dolor con-
siste en rezar aprisa y sin reflexion algun acto de con-
tricion que han aprendido de memoria ó leen en algun
libro devoto .
Entiendan estos escrupulosos ridículos é ignorantes ,
que para el sacramento de la Penitencia no solo se re-
quiere elRAJ exámen de los pecados , sino tambien , y mu-
cho mas , el dolor del corazon . Si este dolor falta , falta

todo . El santo rey Ezequías , que debia estar bien ins–


truido en la materia , no pensaba que para alcanzar el
perdon de los pecados bastase el examinarlos bien , si-
no que además era menester llorarlos y detestarlos en el
alma . Por esto decia al Señor : repasaré , Dios mio , to-
dos los años de mi vida , y los repasaré en la amargura
de mi corazon : Recogitabo tibi omnes annos meos in ama-
ritudine animæ meæ.

A fin de que vosotros , hijos mios , sepais formar el


competente dolor para recibir el sacramento de la Peni-
tencia , os mostraré su necesidad , sus calidades y sus
motivos.

A no verlo por la experiencia , no se pudiera creer la


suma ignorancia en que viven muchos cristianos sobre
´una cosa tan esencial al sacramento de la Penitencia , cual
es el dolor de los pecados . Nos sucede no pocas veces ,
que despues de haber oido la confesion de algun peni-
327 -

tente , le preguntamos : ¿ os habeis arrepentido de vues-


tros pecados ? ¿ os habeis ejercitado en actos de dolor ?
y oimos que nos responde : l'adre , no . -¡ Padre , no !!!
Y cómo venís á confesar sin una condicion tan necesa-

ria ? ¿ Ignorais que el dolor es indispensable para el va-


lor del sacramento ? - Padre , me habia olvidado ; pero
ahora lo formaré , ahora voy á decir el acto de contri-
cion. -¿Ahora ? Dejando á parte la opinion de algunos
teólogos que enseñan , que el dolor debe preceder á la
confesion , decidme : si yo , creyéndoos dispuestos , no os
hubiese hecho esta pregunta , y os hubiese dado en se-
guida la absolucion , ¿ qué confesion hubiera sido la
vuestra ? ¿ quién os libraba de un sacrilegio ? - Padre ,
-
ya contaba en que V. R. me ayudaria á tener dolor .
Hijo mio ¿ que soñais ? Yo puedo ayudaros en el exá-
men , haciéndoos venir al entendimiento algunos peca-
dos que no conoceis , ó teneis olvidados : puedo ayuda-
ros en la confesion , haciéndoos preguntas oportunas y
discretas : puedo aliviaros en la penitencia , imponién-
doos la mas benigna y suave ; pero ¡ el dolor ! hijo mio ,
¡ el dolor ! yo no puedo suplirlo , ni formarlo por vos :
esta disposicion ha de ser toda vuestra ; y si ella falta ,
todo va por tierra .
Este dolor , hijos mios , no ha de ser un dolor de ca-
beza , ó de alguna otra parte exterior de vuestro cuerpo ,
sino del corazon ; y no de ese corazon material que te-
neis en el pecho , sino del corazon espiritual , es decir ,
del alma . Animi dolor le llama el santo Concilio de Tren-
to , esto es , un acto de la voluntad que aborrece y de-
testa el pecado cometido ; que concibe de él tristeza ,
sentimiento y horror ; que lo retracta eficazmente y con
vigor y fuerza ; que quisiera no haberlo cometido jamás .
No es esta una cosa muy difícil de entender , porque
328 -

la experimentais todos los dias en el curso de los nego-


cios temporales . Si vosotros os habeis metido impruden-
temente en algun negocio peligroso ; si habeis dado algun
paso indiscreto y perjudicial ; si habeis tomado un mal
partido sobre cualquier cosa , de lo que os resulta algun
daño en el honor , en el buen nombre , ó en el interés ,
¿ qué sucede ? Sucede que al punto entra en vosotros el
arrepentimiento ; que desde luego mirais con aversion
aquel negocio , aquel paso , aquel partido ; que deseais
ardientemente nunca haber hecho tal cosa , y os enojais
contra vosotros mismos , condenando vuestra impruden-
cia y temeridad .
Hé aquí , pues , lo que es el dolor de los pecados , y
lo que experimenta una alma que se duele de veras de
haberlos cometido . Cometidos que son , no puede ella
hacer que cometidos no sean ; pero si no puede desha-
cerlos en cuanto al efecto y realidad , los deshace con
la voluntad y el deseo ; de tal modo que si tuviese la
proporcion de cometerlos de nuevo , no los cometeria ;
si tuviese en su mano el destruirlos , los destruiria . Pero
como destruir el pecado en sí mismo es una cosa impo-
sible , ¿ qué hace ? Lo destruye en sus incentivos que lo
han ocasionado y todavía duran ; y así aparta ocasiones ,
juegos , compañeros , lugares de licencia y de desórden ,
á fin de que no le sean en adelante ocasion de pecar ,
así como lo fueron tiempo atrás : lo destruye en sus
efectos y consecuencias que todavía subsisten y son par-

te del pecado mismo ; y así repara los escándalos , re-


sarce los daños , cumple las restituciones , perdona las
injurias , se reconcilia con los enemigos , á fin de que ni
sombra quede del pecado que tanto aborrece . Este es el
verdadero dolor de los pecados ; este es el dolor que de-
beis tener cuando venís á confesar .
329

Mas para que conozcais mejor el dolor verdadero ,


conviene explicar las calidades que lo distinguen . Tres
son las principales calidades que debe tener el dolor
para que sea verdadero : ha de ser interior , sobrenatural
y sumo .
Interior , esto es , que resida en el corazon , ó sea en
la voluntad . La voluntad fué la que concibió el pecado ,
la que se complació en el pecado , la que se separó de
Dios por el pecado ; es pues muy justo que ella sienta
tambien la amargura , el aborrecimiento , el dolor del pe-
‫ فا‬cómo quedaria remediado el mal ,
cado . De otro modo &
si no se aplicase el remedio en su propia sede ? ¿ Cómo
quedaria satisfecha la justicia , si no fuese castigado el
primer delincuente ? De la voluntad nació el pecado , de
ella misma ha de nacer el dolor .
Si esto es así , como verdaderamente lo es , ¡ oh , cuán
equivocados van muchos cristianos en materia del do-
lor ! Para muchos el dolor no es otra cosa , que un jue-
go de palabras , una combinacion de expresiones , un
mecanismo de labios ; y nada de corazon . Bien ó mal
examinada que tienen su conciencia , se ponen á recitar
alguna fórmula de dolor , que guardan en la memoria ó
hallan escrita en algun libro de devociones ; y con esto
se consideran ya muy bien dispuestos para confesarse .
Mas yo les pregunto : ¿ cuándo recitais esas fórmulas de
dolor , está vuestro corazon profundamente penetrado
de lo que profiere la lengua ? ¿
‫ نا‬siente vuestra alma aquel
íntimo pesar que indicais tener , cuando hiriéndoos el
pecho , decís : Dios mio , me pesa de todo corazon de ha-
beros ofendido? Si no es así , bien podeis rezar tantos ac-
tos de contricion como querais : habréis pronunciado
muchos actos de dolor ; pero no habréis tenido un dolor
verdadero .
-- 330

El segundo carácter del verdadero dolor es que sea


sobrenatural , esto es , concebido por motivos sobrenatu-
rales , revelados por Dios y conocidos por la fé ; no ya
por motivos humanos y terrenos . Si os arrepentís de
vuestras culpas por motivos puramente naturales , como
seria por la pérdida del honor , de la hacienda , de la
salud y otras cosas semejantes , os arrepentís inutilmen-

te. ¿Y cuántos hay que , experimentando las conse-


cuencias desastrosas de sus excesos , maldicen el dia y
la hora en que pecaron , y reniegan del lugar ó de la per-
sona que los indujo á pecar ? Así lo hace la doncellita
cuando vé que se han hecho públicas sus flaquezas ; así
lo hace el jóven cuando tiene perdida la salud por sus
intemperancias ; así lo hacen el padre y madre descui-
dados cuando han de devorar los disgustos que les oca-
siona la familia mal educada . Pero este arrepentimiento
no agrada á Dios , no tiene mérito delante de él , no al-
canza el perdon ; porque nace de motivos muy bajos y
mezquinos.
El dolor que alcanza el perdon , es el que se forma
por motivos propuestos por la fé . ¿ Y qué nos dice la fé
sobre el pecado ? Dos cosas : la primera es , que el pe-
cado es una injuria hecha á Dios , bien sumo , infinita-
mente amable , digno de que le sirvamos de todo cora-
zon ; pues es nuestro padre , nuestro redentor , nuestro
bienhechor , que no nos ha hecho mas que bien . La se-
gunda , que el pecado es causa funesta de incompren-
sibles males ; porque priva al pecador de un reino de
gloria que se le tenia preparado en el cielo ; porque le

hace reo de un castigo espantoso y eterno en el infierno ;


porque le imprime una mancha abominable en el alma ,
que desfigura y borra toda su belleza .
De estas dos verdades bien meditadas nace en el co-
331 -

razon un doble acto de dolor , que llamamos de contri-


cion y atricion , ambos sobrenaturales ; pero el uno in-
comparablemente mejor que el otro . Conviene notar bien
la diferencia , porque es muy diversa la eficacia . Si vo-
sotros teneis dolor del pecado por el noble motivo de
haber disgustado á Dios , por manera que os sabria mal
haberlo hecho , aun cuando no hubiese un infierno que
temer ni un cielo que esperar , entonces teneis el dolor
de contricion ; y este acto es tan grato á Dios , que al
punto os perdona todos los pecados aun antes de llega-
ros al sacramento de la Penitencia . Si despues detestais
vuestras culpas , porque os privan de la gracia y amis-
tad de Dios , os quitan el derecho al paraiso , os expo-
nen á sufrir males sin cuento en el infierno , entonces
teneis el dolor de atricion , el cual por sí solo no llega á
justificaros , sino solamente unido con el sacramento . Si
me preguntais ¿ cuál de estos dos dolores se requiere
para la confesion ? os diré , que os esforceis á concebir
ambos ; pero que el de atricion basta.
El tercer carácter del verdadero dolor es que sea su-
mo. Esto quiere decir , que debeis sentir mas la ofensa
hecha á Dios , que no sentiriais la ruina de vuestros bie-
nes , la muerte de la persona mas amada , y la pérdida
de vuestra propia vida ; mas que no sentiriais el sufrir
ó experimentar cualquier otro mal , por grande que lo
supongamos. Si vuestro dolor no llega á este grado , no
es apto para el sacramento de la Penitencia . Si esto es
así , dirá alguno , yo debo sospechar de todas mis con-
fesiones ; porque jamás he tenido tanto dolor de mis pe-
cados , como de ciertas desgracias temporales que me
han acaecido en el curso de mi vida . Estas me han to-

cado mas al vivo , y me han hecho derramar mas lágri–


mas , que las ofensas que tengo hechas á Dios . ¿ Qué de-
332 -

bo pensar , pues , de mis confesiones ? - Comprendo


muy bien lo que me decís ; pero para vuestra tranquili–
dad os respondo , que cuando se dice que el dolor de los
pecados debe ser superior á todo otro dolor , esto no se
entiende en línea de sensibilidad y ternura , sino de pre-
ferencia y apreciacion . Para amar á Dios sobre todas las
cosas , no es necesario sentir por él aquella ternura sen-
sible que experimentamos respecto á ciertas cosas que
amamos en este mundo ; basta que estemos en la dispo-
sicion de preferir su amistad á cualquiera persona , pla–
cer ó interés . Del mismo modo , para que el dolor de
haber ofendido á Dios sea sumo , no se requiere que sea
tierno y sensible , y que nos haga derramar lágrimas
como las derramamos en la pérdida de una persona muy
amada ; basta que nos ponga en la disposicion de querer
no haberle ofendido , aunque de no ofenderle se hubiese
seguido cualquier otro mal .
Hasta aquí , hijos mios , os he explicado las calida-
des que ha de tener el dolor ; ahora voy á manifestaros
en pocas palabras los medios que debeis emplear para
conseguirlo . El primero es , cesar desde luego de come-
ter pecados ; porque el pecado es el mayor obstáculo á
la gracia de la conversion . ¡ Cosa rara ! Muchos hay que
al mismo tiempo que resuelven confesarse , y aun tienen
ya prefijado el dia de hacerlo , prosiguen en su mal vi-
vir , y continuan pecando hasta la vigilia de la confe-
sion ; presentándose en el confesonario con pecados co-
metidos la noche anterior . ¿ Es presumible que Dios
mude de repente su corazon , y les conceda la gracia del
arrepentimiento ? Puede hacerlo ; pero de ley ordinaria
no lo hace . Así como entre dos potencias enemigas no
se concluye un tratado de paz si antes no ha precedido
una tregua ó suspension de hostilidades ; así ordinaria-
333

mente el pecador no recibe la gracia de la compuncion ,


que le reconcilia con Dios , si algun tiempo antes no se
prepara á recibirla , retirándose del pecado .
El segundo medio que debeis emplear para conseguir
el dolor , es la oracion . La oracion , como sabeis , es el
medio mas seguro para alcanzar las gracias y misericor-
dias del Señor lo que la oracion no logra , es inútil
buscarlo por otros caminos . Debeis , pues , decir al Se-
ñor , y decírselo humildemente : Converte me , Domine,
et convertar ad te : Dios mio , tocad mi corazon con la
gracia de un sincero arrepentimiento , penetrad mi alma
del mas vivo dolor : y yo que ahora soy impotente para
salir de mi mal estado , al punto me convertiré á Vos .
Esta súplica hecha con humildad y perseverancia os al-
canzará una gracia , que os compungirá el corazon y
ablandará su dureza .
El tercer medio de conseguir el dolor es considerar
atentamente los motivos que son aptos para excitarlo .
Jamás vuestra voluntad podrá aborrecer los pecados , si
vuestro entendimiento no está antes bien convencido del
gran mal que ellos son . Esta conviccion no es obra de
un momento ; para formarse se necesita tiempo , recogi-
miento y madura reflexion . Es fácil decir : me pesa de
haber ofendido á Dios , porque es bondad infinita y puede
castigarme con el infierno . Pero ¿ habeis bien meditado lo
que es este Dios ofendido ? ¿ concebís bien lo que signi-
fica esta palabra infierno ? Estas son píldoras que os tra-
gais así enteras , y por esto no sentís el amargor : para
experimentarlo es menester entretenerlas en la boca é
irlas masticando poco á poco . ¿ Cómo será posible que
la voluntad deteste el pecado , si de propósito y muy
seriamente no os aplicais á reflexionar su malicia y sus
daños ? Esto es querer un efecto , sin poner la causa que
debe producirlo .
334

Tomad bien vuestras medidas , hijos mios , y con el


uso de los medios que acabo de indicaros , procuraos
aquel sincero dolor que Dios os exige para perdonaros
vuestras culpas y volveros á su gracia y amistad . Amen .

PLATICA XI.

EL PROPÓSITO DE NO PECAR .

Juravi , et statui custodire ju-


dicia justitiæ tuæ. Psal. 118 , v.
106.

A mas del exámen de la conciencia y del dolor de los


pecados , hay , hijos mios , otra cosa sumamente nece-
saria para recibir con fruto el sacramento de la Peniten-
cia , y es un sincero propósito de no ofender mas á Dios .
Este propósito es tan necesario como el mismo dolor , y
casi os diria que dolor y propósito son una misma cosa ;
pues no se puede concebir un dolor verdadero de haber
ofendido á Dios , sin un verdadero propósito de no ofen-
derle mas. Quien no tiene este sincero propósito podrá
con fingidos actos de dolor engañarse á sí mismo y al
confesor ; pero no á Dios á quien son manifiestas todas
las cosas , y penetra los sentimientos mas ocultos del
corazon .

Este , hijos mios , este es el gran punto en que ordi-


nariamente se falta ; este el escollo fatal en que caen
muchísimos pecadores . Ellos confiesan , se arrepienten ,
suspiran , lloran ; pero en el fondo del corazon conser-
van siempre vivo el afecto al pecado , mantienen la in-
tencion , bien que escondida , de volver á cometerlo :
repiten cada año , y quizás mas.á menudo , sus confesio-
335 -

nes , renuevan los actos de su arrepentimiento ; pero


nunca llegan á una verdadera conversion , nunca acaban
con dejar el pecado . ¿ Y qué aprovecha confesar y llo-
rar las culpas , si nunca se dejan ? ¿ Qué especie de pe-
nitencia es esta , arrepentirse de los pecados y continuar
en ellos ? Quien no tenga voluntad de dejarlos , bien
puede ahorrarse el trabajo y el rubor de declararlos en
la confesion ; porque esto de nada le sirve .
Sin duda , hijos mios , vosotros estais convencidos de
esto ; pues cuando vais á confesar decís y prometeis ,
que en adelante guardaréis exactamente los preceptos de
la ley santa del Señor : Juravi , et statui custodire judicia
justitiæ tuæ. ¡ Oh , si lo hicierais del mismo modo que lo
prometeis ? Lo prometeis , sí ; pero ¿ despues ? Despues
obrais del modo que ya sabe la conciencia de cada uno .
Tratemos hoy de la importantísima materia del pro-
pósito , exponiendo con toda claridad y precision las
propiedades que debe tener , á fin de que sepais distin-
guir el verdadero del falso , y no os equivoqueis en un
punto del cual depende vuestra eterna salvacion.

Tres son las propiedades que ha de tener el propósito


para que sea apto para una buena confesion : ha de ser
universal , absoluto y eficaz .
Universal quiere decir , que debeis tener una voluntad
sincera , resuelta , decidida á absteneros en adelante de
toda especie de pecados : no solo de aquellos que natu-
ralmente aborreceis ; no solo de aquellos que no teneis
interés en cometerlos ; no solo de aquellos á que no es-
tais muy inclinados ; sino de todos indistintamente , has-
ta de aquellos hácia los cuales experimentais una fuerte
propension ; hasta de aquellos que os son mas favoritos
y que os parece no podeis dejar de cometer ; hasta de
- 336 -

aquellos que favorecen vuestros intereses y de los cua-


les depende el bienestar de vuestra vida . Todos sin ex-
cepcion debeis incluirlos en vuestro propósito , diciendo
con el santo rey David : Omnem viam iniquam odio habui:
aborrezco y detesto toda especie de pecados , toda , toda .
Pero ¿ es esto lo que haceis , hijos mios ? ¡ Ah ! mien-
tras se trata de aquellos pecados que os interesan poco
y que naturalmente aborreceis , sois muy generosos en
aborrecerlos y dejarlos ; pero cuando se llega á aquel
pecado que es el predilecto , el favorito , el dominante
en vuestro corazon , entonces se deja ver lo que es vues-
tro propósito . Dirá aquella doncellita al confesor : Padre ,
nunca mas inobediencias ; nunca mas murmuraciones ;
nunca mas mentiras ; nunca mas . —¡ Bravo , niña , bra-
vo ! Pero ¿ y dejarás tambien aquellos amores , y rom-
perás tambien aquella amistad , y mortificarás tambien
aquella pasion ? —¡Oh , Padre ! á esto no puedo resol-
verme ; es punto poco menos que imposible . — Dirá
aquel traficante : Padre , desde hoy dejo el juego , re-
nuncio los amores , aborrezco los espectáculos , perdono
-
al enemigo . ¿ Sí ?... ¿ y tambien dejais aquel contrato
injusto , aquella usura , aquel monopolio ? y tambien
restituiréis aquellos bienes mal adquiridos ? - Alto aquí ,
Padre ; pida V. cuanto quiera : pero por Dios no me to-
que en tales cosas ; porque es tocarme en la vida . Dirá
aquel jovencito : ¡ Ay , Padre , cuánto siento los disgus-
tos que he dado á mis padres , los reniegos que he pro-
ferido , las misas que he dejado ! Jamás lo haré , jamás .
- Harás bien , hijo mio , en no hacerlo mas . Pero di-
me : &tampoco irás á aquella casa ? ¿tampoco frecuen-
tarás aquella persona ? ¿tampoco mantendrás aquellas
relaciones ? —No se lo prometo , Padre ; porque si se
lo prometiese , tampoco lo cumpliria .
337 -

Héos aquí , hijos mios , como lo hacen muchos cris-


tianos cuando van á confesar : quieren convertirse ; pero
con ciertas excepciones : quieren enmendarse ; pero has-
ta un cierto punto : quieren dejar algunos pecados ; pero
con tal que Dios les disimule otros . Pida Dios cuanto
quiera de ellos , todo lo harán gustosos , como no sea
dejar aquel pecado que es su predilecto. ¿ Quiere Dios
que el impuro practique muchas devociones ? Las prac-
ticará , mientras pueda continuar en sus impurezas .
¿ Quiere que el avaro haga muchos ayunos ? Los hará ,
mientras pueda seguir en sus usuras . ¿ Quiere que aque-
lla doncella frecuente los sacramentos ? Los frecuentará ,
como no haya de dejar sus tratos . De suerte que la cues-
tion no es regularmente sobre todos los pecados , sino
sobre pocos , y á veces sobre uno solo . Quisiese Dios
pasarles un solo pecado , ellos se abstendrian gustosos
de todos los demás pudiese el confesor disimular sobre
un cierto punto , no hay cosa que ellos no estuvieran
dispuestos á cumplir . Pero como Dios no tiene necesidad
de capitular con ellos ; como el confesor les intima que
se ha de despedir aquella persona , que se ha de salir
de tal casa , que se ha de cortar tal amistad , que se ha
de dejar aquel negocio , y que sin hacer esto , no se ha
hecho nada ; ellos no saben avenirse á este divorcio ge-
neral ; y por no dejar un solo pecado , se quedan con
todos los demás .

¡ Oh , padre ! diréis vosotros , es que un corte así vio-


lento y una renuncia así universal cuesta mucho . ¿ No
habria un medio de componer la cosa ? ― Si vosotros lo
sabeis , decidlo ; yo no lo sé . Parece que el medio se-
ria no romperlo todo de una vez ; sino irlo haciendo poco
á poco : hoy se deja un pecado , mañana se desarraiga
un vicio , otro dia se quita una ocasion ; y así sin penar
T. I. 22
338
- El me-
tanto , se llegaria á una conversion completa .
dio es ingenioso ; pero impracticable . Vuestro plan pu-
diera admitirse , cuando se tratase de enmendar pecados
veniales y de adquirir virtudes ; pero no puede adoptarse

cuando es cuestion de pecados mortales . Estos es me-


nester dejarlos todos de una vez ; porque la gracia del
sacramento es incompatible con el mas mínimo de ellos :
y quien se confiesa sin el propósito general de dejarlos
todos , no consigue el perdon siquiera de uno .
A mas de esto , el propósito debe ser absoluto . Absoluto
quiere decir , que quien se confiesa debe formar la re-
solucion de ser fiel á Dios en todo evento y circunstan-
cia , aunque esto le hubiese de costar la hacienda , el
honor y la propia vida ; porque la amistad de Dios es
preferible á toda otra cosa : y quien no tiene este amor
de preferencia , no es digno de él . ¿ Quién , preguntaba
san Pablo despues de su conversion , quién podrá sepa-
rarme en adelante del amor de Jesucristo ?... ¿ La tribu-
lacion ? no . ¿ La angustia ? no . ¿ El hambre , la persecu-
cion , la muerte ? no : no hay cosa en el cielo ni en la
tierra que pueda separarme de Jesucristo . Vosotros pen-
saréis , hijos mios , que estas expresiones eran hijas de
una caridad sublime propia de san Pablo , y que una
resolucion como la suya no es cosa de rigorosa obliga-
cion , sino de simple consejo ; pero os equivocais : una
tal resolucion es absolutamente indispensable á todo
pecador que se confiesa .
Inferid de aquí , que son inconciliables con un buen
propósito ciertas condiciones y reservas que clara ó tá–
citamente ponen algunos cuando prometen no pecar mas .
Prometen abstenerse del pecado , si no se encuentran
mas en aquella necesidad , si no va á solicitarlos mas
aquella persona ; si no se vén tentados de nuevo al mal .
339

¿ Qué reservas son esas , hijos mios ? Sabed que tales


reservas y restricciones hacen nulo vuestro propósito .
Que tengais necesidad ó no la tengais ; que hayais de
sufrir persecuciones ó no las hayais de sufrir ; que ven-
ga á solicitaros aquel tentador ó que os deje en paz ; en
todas estas circunstancias y en otros mil lances posibles
debeis excluir la voluntad de pecar.
Inferid tambien , que son nulos los propósitos de cier-
tos habituados y reincidentes , que en el mismo acto de
confesarse conservan una cierta desconfianza de enmen-
darse , y una especie de prevision de que volverán á
caer ; desconfianza y prevision que ellos mismos des-
cubren alguna vez al confesor con las respuestas inde-
cisas que le hacen . Pregúntales el confesor : ¿
‫ فا‬cometeréis
mas estos pecados ? - Yo no quisiera , padre , come-
-
terlos mas . Yo no pregunto si quisierais ó no ; sino
si volveréis á cometerlos . ― Padre , espero que no . -
Espero... ¿ qué espero ? debeis decir redondamente : Pa-
dre , no ; primero morir . - Pero la voluntad es tan fla-
-
ca... De eso me quejo , que es flaca ; que si la tuvieseis
resuelta como la debierais tener , ya no estariais aquí
dando giros y mas giros . Mirad como lo haceis en los
negocios del mundo . Si tomais á pecho un asunto , y
quereis resueltamente llevarlo á cabo , ¿ quién es capaz
de haceros desistir ? Cuando la voluntad quiere decidi-
damente una cosa , no es tan flaca como suponeis , so-
bre todo siendo sostenida de la gracia del Señor , que
nunca desampara á quien , desconfiando de sus propias
fuerzas , funda en ella sus propósitos y resoluciones.
Ahora me tocaria explicar el último carácter que de-
be tener el propósito , el cual es que sea eficaz ; pero
siendo este un punto de suma importancia y que por sí
solo pide una plática entera , lo reservo para otro dia :
340 -

dándoos hoy por conclusion algunas reglas para conocer


si vuestro propósito es verdadero ó no . No quiero decir
que podais conocerlo de un modo seguro é infalible ;
porque nada mas fácil que padecer en esto una equi–
vocacion , tomando , como se dice , la sombra por el
cuerpo : pero sí que podeis conjeturarlo con bastante
probabilidad , teniendo en consideracion los indicios
y señales que ordinariamente acompañan al buen pro-
pósito .
El primero es , sujetarse con docilidad á los remedios
que prescribe el confesor para no recaer en el pecado .
Para hacerme comprender me serviré de una compara-
cion . Enferma un hombre , y , como se acostumbra ,
llama luego al médico para que venga á visitarle . Llega
el médico , toma el pulso , y reflexionando un poco di-
ce el mal es grave.... conviene sangrar . -¿Sangrar ?
responde el enfermo , V. se guardará bien de hacerlo ;
no estimo tan poco mi sangre.- Mañana tomará un vo-

mitorio para limpiar el estómago . —¿Vomitorio ? ¡ peor !


tómelo V. , si le gusta . - Observará rigorosa dieta : agua
caliente , y nada mas . - Señor médico , ¿ ha venido V.
para matarme de hambre ? - Cierren aquella ventana ,
-
que el aire frio no le conviene . No , no , que se que-
de abierta ; porque el calor me ahoga . -¿Qué diréis,

cristianos , de este enfermo ? ¿tiene verdadero propósito


de curar ?... Pues si cuando el médico espiritual os di-
ce : tened cada dia un rato de oracion , frecuentad los
santos sacramentos , leed algun libro de piedad , id á oir
la divina palabra , practicad alguna mortificacion corpo-
ral ; vosotros no quereis acomodaros á nada , todo os
repugna , todo os fastidia , teneis una señal nada dudosa
de vuestra indisposicion . Al contrario , si abrazais gus-
tosos el método y reglamento de vida que él os aconse-
341

ja , entonces dais á conocer que deseais de veras perse-


verar en la gracia y no recaer en lo sucesivo .
El segundo indicio de un buen propósito es , quitar
prontamente las causas ordinarias del pecado . No hablo
aquí de las ocasiones que se llaman próximas ; porque
sobre estas tendré que explicarme difusamente cuanto
antes ; hablo en general de todas aquellas cosas que or-
dinariamente conducen á pecar , aunque en rigor no
puedan calificarse de ocasiones próximas ; como por
ejemplo , cierta libertad de miradas , cierta frecuencia
con personas de otro sexo , ciertos pasatiempos y espec-
táculos , ciertas reuniones no muy edificantes , etc. Tales
cosas debe evitar quien seriamente propone huir del pe-
cado ; porque no es cosa fácil conseguirlo , si siempre se
está cerca de aquellas cosas que lo ocasionan y fomen-
tan . Si yo os veo , pues , muy solícitos de quitar estos
incentivos ordinarios de vuestras culpas , tendré funda-
mento para pensar que estais sólidamente convertidos ;
porque un tal sacrificio no puede ser efecto sino de un
cambio verdadero y de una voluntad resuelta . Al revés ,
si pasada la confesion , todo está ya acabado , y prose-
guís en el mismo sistema que antes , podréis decir que
estais arrepentidos y resueltos ; pero vuestra conducta
dirá siempre lo contrario .
La última señal , y la mas segura de un buen propó-
sito , es la mudanza de vida , es el cambio de costum-
bres , es el no cometer mas pecados , á lo menos , el
tardar mucho tiempo á recaer en ellos . Yo no puedo
concebir que un proposito sea bueno , si no produce un
cambio total en la persona . Dad un golpe de segur á un
árbol ¿ cómo conoceréis si el hierro le ha entrado hasta
el corazon ? Si al cabo de poco tiempo observais que las
hojas comienzan á marchitarse , que los ramos pierden
342 -

la lozanía y verdor , que los frutos mueren , que el tron-


co queda seco , esto es señal de que la incision ha sido
profunda ; pero si el árbol queda como antes con el
mismo follaje , con la misma lozanía , con el mismo ver-
dor , contad que la herida ha sido superficial y no ha
pasado de la corteza . Del mismo modo , si despues de
la confesion se vé reforma , enmienda , cuidado de per-
severar en gracia de Dios , se deberá suponer que el
propósito ha sido bueno y ha entrado hasta el alma ; pe-
ro si despues de la confesion todo queda en el mismo
lugar , y van siguiendo las mismas costumbres ; enton-
ces es menester decir que el propósito ha sido superficial
y aparente .
Os he explicado , hijos mios , las señales mas seguras
de un buen propósito ; si , examinándoos sin lisonja ni
adulacion , las hallais en vosotros mismos , quedaos tran-
quilos , dad mil gracias á Dios , y procurad perseverar
en el bien , hasta que llegue el feliz momento de recibir
la recompensa en el cielo . Amen .

PLATICA XII.

OCASIONES PRÓXIMAS .

In via ruinæ non eas... ne po-


nas animæ tuæ scandalum . Eccl.
XXXII , 25.

Ya tendréis presente , hijos mios , que el último dia


nos quedó sin explicar la tercera propiedad que ha de
tener el propósito , para que sea tal como Dios lo exige
en el sacramento de la Penitencia . No quise explicarla
entonces , porque este es un punto importantísimo que
― 343

pide ser tratado con mucha detencion , y que para ex-


ponerlo bien , se necesita una plática entera .
No creo hayais olvidado , que todo cristiano al acer-
carse á la confesion , ha de tener un propósito eficaz . Pe-
ro ¿ qué quiere decir propósito eficaz ? Quiere decir , que
el penitente no solo ha de estar resuelto á no cometer
mas el pecado mortal , sino tambien á apartar todas las
ocasiones que próximamente pueden inducirle á come-
terlo . Esta es una obligacion gravísima , absoluta , in-
dispensable : pero ¿ la cumplen todos los que se confie-
san ? ¿ la reconocen siquiera ?
Todos están persuadidos de que para confesarse bien ,
es necesario el propósito de abstenerse del pecado ; pe-
ro no todos quieren convencerse de que sea tambien
necesario el propósito de apartar la ocasion . Un impuro
reconoce que no ha de cometer mas impurezas ; pero
pretende que puede continuar en aquel trato que las
ocasiona . Un blasfemo confiesa que no ha de decir mas
blasfemias ; pero supone que puede proseguir en aquel
juego que las causa . Un avaro concede que no ha de
hacer mas injusticias ; pero niega que haya de dejar
aquel tráfico que le da ocasion de hacerlas . De ahí es ,
que só pretexto de que están resueltos á evitar el peca-
do , pretenden ser absueltos , por mas que se resistan
obstinadamente á dejar la ocasion de cometerlo .
Esta , hijos mios , es una obstinacion incalificable , es
una pertinacia que hace nulas y sacrílegas las confesio-
nes . Por mas resolucion que mostreis en evitar el peca-
do , si al mismo tiempo no estais sinceramente decididos
á apartar la ocasion , sois indignos de ser absueltos , sois
incapaces de recibir con fruto ningun sacramento .
Bien sé que esta doctrina no agrada á los que viven
enredados en ciertas ocasiones que no quieren cortar :
344

bien sé que los confesores que la aplican en el confeso-


nario , y los predicadores que la enseñan en los púlpitos ,
son tratados de ignorantes , escrupulosos y rigoristas ;
pero ¿ qué he de deciros ? la verdad no se debe callar ,
mayormente cuando el silencio redundaria en perjuicio
de las almas . Si vosotros me escuchais sin prevencion ,
veréis la verdad de esta doctrina , que está fundada en
aquellas palabras del Eclesiástico : In via ruinæ non eas...
ne ponas animæ tuæ scandalum .

Antes de entrar en el asunto conviene comprendais


bien , qué cosa es la ocasion ; porque sin esto seria muy
fácil equivocar las especies . La ocasion no es otra cosa
que una circunstancia exterior , la cual ó por su mis-
ma naturaleza , ó por fragilidad de la persona , ó por
lo uno y lo otro , induce á pecar. Si puesta la persona

en aquella circunstancia , no corre gran riesgo de come-


ter el pecado , la tal circunstancia se llama ocasion remo-
ta ; pero si puesta la persona en ella , está en peligro
inminente de ofender á Dios , entonces se dice ocasion
próxima.
Hay algunas cosas de una naturaleza tan maligna , que
de sí son ya muy incitativas al pecado , como la lectura
de un libro obsceno , la vista de imágenes torpes , el
trato familiar con mujeres de mal vivir , etc. , y estas
cosas forman una ocasion próxima , que se llama abso-
luta ; porque lo es respecto de todos , lo es siempre , y
lo es en cualquiera circunstancia . Hay otras cosas que
incitan á pecar , no porque sean malas por sí mismas ,
sino por una particular disposicion ó flaqueza de la per-
sona ; y estas cosas forman una otra ocasion próxima ,
que se dice relativa ; porque no lo es respecto de todos ,
sino solo para aquella persona flaca ó mal dispuesta : y
-- 345 -

aun respecto de ella puede dejar de serlo con el cambio


de tiempo y de circunstancias . - De estos principios de-
beis inferir algunas consecuencias muy necesarias en la
práctica .
1.° Debeis inferir , que cualquiera que sea la cosa que
induce próximamente á pecar , ella será siempre ocasion
próxima de pecado . Y así , no solo puede ser ocasion
próxima una persona de diferente sexo , sino que puede
serlo tambien un libro , un compañero , un café , un jue-
go , un empleo , etc. Es verdad que las personas de di-
ferente sexo suelen ser las ocasiones mas comunes , las

mas peligrosas , las mas buscadas ; pero no son las úni-


cas . Todo lo que incita próximamente á pecar , es oca-
sion próxima de pecado , sea el pecado de la especie que
se quiera ; porque siendo pecado , es material que sea
de esta ó de aquella especie , es indiferente que proceda
de esta ó de la otra causa .
2.° Debeis inferir , que para que una cosa sea ocasion
próxima de pecado , no es necesario que os excite á pe-
cados externos ó de obra ; basta que los pecados sean
internos , como de pensamiento , deseo , complacencia ,
etc. Hay muchos que concurriendo frecuentemente al
baile , porque allá no cometen las mas grandes picar-
días , no quieren persuadirse de que están en ocasion
próxima de pecado , á pesar de que consienten en mil
pensamientos malos , en mil deseos impuros , en mil
complacencias bestiales . ¿ Y un baile que los incita á tales
delitos , no les será ocasion próxima de pecado ? Lo que
digo de un baile , entendedlo de un trato , de una ter-
tulia , de una conversación , etc.

3.° Debeis inferir , que ciertas cosas son ocasion pró-


xima á unas personas , y no lo son á otras ; y que dis-
curren muy mal aquellos que piensan poder hacer todo
346

lo que hacen los demás . Todas mis amigas tratan , dice


una muchacha , ¿ y yo no podré hacerlo ? Todos los de
mi edad asisten al baile , dice un jóven , ¿ y yo no podré
asistir ? Todas las damas de mi clase van á la comedia ,
dice una señora , ¿ porqué no podré ir yo tambien ? —
¿Porqué ? porque , atendida vuestra fragilidad , estas co-
sas son para vosotros ocasiones próximas de pecado , y
tal vez no lo serán para otros mas virtuosos y menos frá-
giles ; que si lo fuesen , pecarian lo mismo que vosotros
exponiéndose á ellas .
Presupuestas estas doctrinas , que ha sido fuerza pre-
suponer , pasemos á examinar si hay ó no obligacion de
evitar las ocasiones , ó para reducir la cuestion á sus
propios términos , veamos si un cristiano puede ó no ser
válidamente absuelto sin tener propósito de evitar la
ocasion .
Si hablamos de las ocasiones remotas , es cierto que
no hay obligacion rigorosa de huirlas , á lo menos to-
das , y no encontraréis ningun confesor tan severo que
os precise á ello só pena de negaros la absolucion ; pues
esto no es posible mientras vivamos en este mundo :
porque qué es lo que hay en él , que no pueda sernos
remotamente ocasion de pecado ? Mas si hablamos de las
ocasiones próximas , es cierto , hijos mios , que hay obli-
gacion estrechísima , incontestable de apartarlas , de
huirlas , de abandonarlas ; y que quien confiesa sin un
propósito sincero de hacerlo , su confesion es una men-
tira , sus lágrimas son una hipocresía , su penitencia es
una farsa . Él podrá decir al confesor , que tiene un odio
verdadero al pecado ; pero todas sus palabras serán una
ficcion , y nada mas.
Cuando de veras se aborrece una cosa , se detestan
sus causas , se abominan sus concomitantes , se aborre-
-- 347

ce hasta su memoria . Y sino , mirad como os portais con


las cosas que verdaderamente aborreceis . ¡ Ay si una
persona os cae en desgracia ! No la podeis ver cerca de
vosotros , no podeis sufrir su presencia , ni siquiera que-
reis que se os hable de ella . Y amando la ocasion del
pecado , y conservando la voluntad de continuar en
aquel trato , en aquella casa , en aquel juego , que os
indujeron á pecar , ¿ quereis persuadirme que teneis al
pecado aquel odio perfecto que se requiere en la con-
fesion ? Estas son cosas que se contradicen ; estas son
mentiras que no hariais creer ni al niño mas cándido .
Así debió comprenderlo el papa Inocencio XI , cuando
condenó la doctrina de ciertos teólogos , que enseñaban
que alguna vez puede ser absuelto el que se halla en
ocasion próxima de pecado , la cual puede , pero no
quiere abandonar : Potest aliquando absolvi qui in proxi-
ma peccandi occasione versatur , quam potest , et non vult
dimittere . Así se explicaban aquellos buenos teólogos ;
pero ¿ qué hizo el Sumo Pontífice ? declaró que su doctri-
na era extravagante , errónea y perjudicial á las almas ;
y prohibió severamente á los confesores el hacer uso de
ella en la administracion del sacramento de la Peniten-
cia. ¿ Porqué ? Porque vió que no puede conciliarse con
un verdadero dolor del pecado la persistencia voluntaria
en la ocasion próxima .
Lástima da el oir los argumentos ingeniosos que
nos hacen algunos penitentes , que , bien hallados en
sus ocasiones , no las quieren dejar . Padre , nos dice
uno , bien puede V. R. permitirme continuar en la oca-
sion , que yo le prometo no pecar . Se conoce , hijo
mio , que estais poco instruido en la doctrina cristiana .
¿Cómo podeis prometer no pecar , poniéndoos en la oca-
sion próxima , si por el solo hecho de poneros en ella ya
-348-

cometeis un pecado ? Suponed que un hombre por mera


diversion se pone á saltar sobre un estanque helado , con
peligro evidente de que el hielo se quiebre , y él quede
sumergido ; decidme : aunque tal desgracia no le suceda
¿ peca ? Sí , me responderéis ; porque aunque en reali-
dad no pierde la vida , se pone temerariamente en ries-
go inminente de perderla . Pues aplicad la respuesta á
nuestro caso , y quedamos convenidos . Exponiéndoos al
peligro de perder la gracia de Dios , pecais por el solo
hecho de exponeros á perderla.
Pero yo , replica , supongo que tal peligro no existe ;
porque he resuelto firmemente no pecar . -¿Y sobre
cual fundamento apoyais vos la suposicion ? Una de dos :
ó contais con vuestras fuerzas , ó contais con la gracia
de Dios . Si pensais sosteneros con vuestras fuerzas , la

misma experiencia deberia desengañaros y haceros ver ,


que si otras veces habeis pecado en la misma ocasion , á
pesar de vuestras resoluciones pasadas , no podeis pre-
sumir que vuestra resolucion actual surta mejor efecto .
Si confiais en la gracia de Dios , deberiais saber , que la

gracia de Dios no es para los soberbios y temerarios ,


sino para los humildes y cautelosos : Superbis Deus re-
sistit , humilibus autem dat gratiam . ¿ Y cuándo se ha vis-
to que Dios haya dado su gracia á los temerarios y so-
berbios ? Tan lejos está de esto , que la retira de los
mismos santos desde el momento que llega á descubrir
en ellos algun humo de soberbia ; y por poco que les vea
envanecerse , los deja caer miserablemente para que
aprendan á mantenerse humildes . Un solo ejemplo os
citaré , para que os persuadais de ello .
Viéndose David muy favorecido de Dios , dijo un dia
con algo de presuncion y jactancia : ahora sí que no me
mudaré mas ; ahora sí que no pecaré eternamente : Ego
-- 349 -

dixi in abundantia mea : non movebor in æternum . ¿ No


pecarás eternamente ? debió pensar el Señor oyendo es-
ta expresion vana y jactanciosa ; pronto se verá : cuan-
do te halles en la ocasion , cuando eches una mirada á
Betsabé , entonces verémos á que viene á parar toda tu
constancia. En efecto , vino la ocasion , David miró ; y
una sola mirada fué bastante para ocasionarle la caida
mas vergonzosa . Al golpe de tal caida abrió los ojos ;
y entonces echó de ver que la causa de ella habia sido
su poca humildad : Priusquam humiliarer , ego deliqui.
Venid ahora á decirme , que Dios os dará su gracia
cuando esteis en la ocasion : la negó á David , ¿ y os la
dará á vosotros ?... Podeis contar con su gracia en las
ocasiones que os sorprendan impensadamente , ó en las
que os pongais por motivos indispensables de justicia ,
obediencia ó caridad ; no en aquellas á que os exponeis
por antojo y capricho .
¡ Oh ! padre , dirá alguno , la ocasion á que me expon-
go , me es en cierto modo necesaria ; porque si la dejase ,
me resultaria daño en el interés , en el honor y en la
familia. Cuidado , hijos , cuidado en fingir necesida-
des donde verdaderamente no las hay. Yo no entraré
ahora á examinar si la ocasion en que suponeis estar , es
ó no voluntaria ; quiero concederos que es necesaria
hasta un cierto punto ; pero ¿ lo es mas que las manos
que teneis ? Seguramente que no . Pues si tu mano , dice
Jesucristo , te es ocasion de pecar , córtala , sepárala ,
apártala de ti : Si manus tua scandalizat te , abscinde , et
projice abs te. ¿ Os es mas necesaria que los ojos ? Cier-
tamente que no . Pues si tu ojo te es ocasion de ofender
á Dios , dice el mismo Jesucristo , arráncalo , quítalo ,
arrójalo lejos de ti : Si oculus tuus scandalizat te , erue
eum , et projice abs te.
350

Entendedlo , fieles , entendedlo : no hay motivo algu–


no ni de recta intencion , ni de interés , ni de amistad ,
ni de gratitud , ni de conveniencia , que os pueda hacer
lícito el continuar en la ocasion próxima , el irla á bus–
car , ó lo que es todavía peor , el retenerla en vuestra
casa . No vale el decir : el público lo admirará , el público
sospechará , el público murmurará : es menester pasar
por todo . No sirve el decir ya me iré retirando poco á
poco hasta despedirme del todo : este es el medio de no
hacerlo jamás . Si la ocasion se ha de quitar , es menester
quitarla pronto , de un golpe , y de una sola vez para
siempre . Y esto que os digo , no es solamente un con-
sejo que yo os doy para evitar los pecados venideros ;
es una condicion precisa que Dios os impone para per-
donaros los pecados presentes .
De lo dicho hasta aquí debeis inferir cuatro cosas ,
a
que deseo os queden bien impresas en la memoria . 1.ª
Que pecais gravemente cada vez que os exponeis á la
ocasion próxima , aunque por algun incidente no resulte
a
ningun mal . 2. Que en la confesion debeis acusaros ,
no solo del mal cometido , sino de todas cuantas veces os
exponeis á la ocasion próxima de cometerlo . 3.ª Que no
debeis contar con las absoluciones que habeis recibido
durante vuestra permanencia en la ocasion próxima ,
porque todas han sido inútiles , nulas y sacrílegas . 4.ª
Que no habrá para vosotros ni absolucion , ni gracia , ni
cielo , mientras no trateis de dejar las ocasiones próxi-
mas en que voluntariamente os hallais . Es menester de-
cidirse por lo uno ó por lo otro ó renunciar el cielo ,
ó renunciar la ocasion próxima : aquí no caben transac-
ciones . Haga Dios que abraceis el último partido . Amen .
351

PLATICA XIII.

LA CONFESION SACRAMENTAL .

Confitebor adversùm me in-


justitiam meam Domino . Psalm .
31 , v. 5.

La cuarta condicion que Dios exige del pecador en el


sacramento de la Penitencia , es la confesion . Aunque ,
segun el uso comun , todo el sacramento de la Peniten-
cia se llama confesion , porque es su parte mas mani-
fiesta y sensible ; sin embargo , si queremos hablar con
propiedad y exactitud , solo debemos llamar confesion
aquella parte del sacramento que consiste en la acusa-
cion de los pecados , que se hace al sacerdote con espe-
ranza de obtener el perdon de ellos , en virtud de la
potestad que le ha conferido Jesucristo .
No debeis dudar , hijos mios , que la confesion así en-
tendida y pudiendo realizarse , es un medio absolutamen-
te necesario para conseguir el perdon de los pecados
cometidos despues del bautismo . Cuantos pecadores ha
habido desde el tiempo de los apóstoles hasta nuestros
dias , todos , absolutamente todos , habiendo podido , han
tenido que sujetarse á esta confesion ; y aunque hayan
sido obispos , reyes ó papas , si han querido obtener el
perdon de sus culpas , han tenido que sufrir el rubor y
vergüenza de manifestarlas al ministro de Dios en el sa-
cramento de la Penitencia , pudiendo verificarlo .
Bien es verdad que ha habido herejes que han im-
pugnado este dogma de la confesion ; pero la Iglesia ha
acudido pronto á taparles la boca , excomulgándolos ,
352 -

separándolos de su gremio como miembros pútridos y


pestilenciales . Así excomulgó en el siglo iv á los herejes
llamados novacianos ; así excomulgó en el xi á los
herejes llamados albigenses ; así ha excomulgado en es-
tos últimos tiempos á los luteranos , calvinistas y demás
chusma de sectarios enemigos de la confesion . Y para
acabar con ellos de una vez , el santo Concilio de Trento re
ha definido , que la confesion auricular es necesaria jure
divino , es decir , por ley impuesta por Jesucristo ; ful-
minando anatemas contra quien diga lo contrario.
Por lo tanto , hijos mios , si habeis tenido la desgracia
de cometer pecados graves , debeis tener la humildad de
declararlos al ministro de la penitencia : pudiendo veri-
ficarlo no os queda otro medio de borrarlos . Lloradlos ,
detestadlos , haced penitencia de ellos ; si no llegais al
punto de la confesion pudiendo hacerla , todo habrá sido
inútil . O confesarse cuando se puede , ó condenarse.
¿ Lo entendeis ? O confesarse , ó condenarse . Pero no
consiste la cosa en confesarse como quiera , sino en con-
fesarse segun las reglas de una buena confesion . Cuales
sean estas es lo que importa sepais ; pues temo que
muchos faltais en esta parte por poca luz é instruccion .
Estadme atentos , y aprenderéis cuanto os importa saber
sobre el particular .

Lo primero que debeis saber es , cual sea la materia


necesaria de la confesion , ó lo que es lo mismo , qué
pecados teneis obligacion de confesar . El santo Concilio
de Trento ha definido , que hay obligacion de confesar
todos los pecados mortales , con distincion de especies ,
de número y de circunstancias. No importa que ahora
no entendais la significacion de estos términos , pronto
os la haré conocer con toda claridad .
353 -

He dicho primeramente , que debeis confesar todos los


pecados mortales con distincion de especies . La distin-
cion específica de los pecados consiste en ser opuestos ,
ó á preceptos formalmente diversos , porque una cosa
es el precepto , por ejemplo , de no murmurar , y otro
el de no blasfemar ; ó á virtudes diferentes , como son la
religion , la justicia , la castidad , etc .; ó á diversos res-
pectos de la misma virtud , como el ofender al prójimo en
la vida , en el honor y en la hacienda , son tres modos
diferentes de pecar contra la virtud de la justicia . Y por
esto no basta decir en la confesion : he pecado ; es me-
nester declarar contra cual precepto , contra cual virtud ,
y de qué modo se pecó contra ella , poniendo cada cosa
en su lugar con el órden que le corresponde .
He dicho en segundo lugar , que debeis confesar to-
dos los pecados mortales con distincion del número . Si
este lo sabeis con certitud , debeis decirlo por ejemplo ,
¿ sabeis de cierto que habeis pecado tres veces contra la
castidad ? Debeis decir : este pecado lo he cometido tres ve-
ces; y no decir dos ó tres , como acostumbrais , poniendo
en duda lo que es cierto . Si no podeis asegurarlo , decid
lo que os parezca mas verosímil ; por ejemplo : he peca-
do como unas diez ó doce veces contra la templanza . Y si
ni esto podeis hacer, como sucede á los habituados , en-
tonces echad el cálculo por las veces que poco mas ó
menos acostumbrais pecar cada dia , cada semana ó ca-
da mes .
Y advertid , que no debeis disminuir el número por
temor , ni aumentarlo para mayor seguridad , como lo
hacen algunos que preguntados del confesor , ¿ cuántas

veces han cometido tal pecado ? responden de pronto :


no me acuerdo despues discurriendo un poco , serán ,
dicen , como unas treinta ó cuarenta veces ; mas para me-
T. I. - 23
354 -

jor asegurarlo , pongámoslo á cincuenta . - Hijo mio , ¿ qué


embrollo es ese ? Primero no os acordabais , despues han
sido treinta , y por fin hemos llegado á cincuenta . Mirad
que la confesion no es como las compras , en las cuales
se usa aquello de tanto quiero , y tanto te daré ; en ella
no queremos mas ni menos de lo que es .
He dicho , por último , que debeis confesar todos los
pecados con distincion de las circunstancias que varian
la especie . Sucede á veces que el pecado se reviste de
una nueva malicia , ó por razon del lugar en que se co-
mete , como un hurto cometido en la iglesia ; ó por el
estado de la persona que lo comete , como una impure-
za cometida por una persona ligada con el voto de cas-
tidad ; ó por el fin particular que se tiene en cometerlo ,
como si uno robase para poder fornicar , etc. Todas es-
tas circustancias , pues , que revisten el pecado de una
nueva malicia , se han de declarar en la confesion : y en
esto no cabe duda alguna , pues lo ha definido así el
santo Concilio de Trento .
La duda es sobre otras circunstancias que se llaman
agravantes , las cuales aumentan la malicia del pecado
sin trasferirlo á una nueva especie , como robar diez
ducados es pecado mortal , robar cincuenta es un peca-
do mayor , robar mil es un pecado todavía mayor . Estas
circunstancias de diez , cincuenta , mil no mudan la es-
pecie del pecado ; pero en la misma especie varian no-
tablemente su gravedad . Es todavía dudoso si tales cir-
cunstancias se han de declarar ; porque la Iglesia no ha
definido este punto sin embargo es sentencia mas pro-
bable , mas segura , y que tranquiliza mas la conciencia ,
la que enseña , que las circunstancias agravantes se han
de exponer en la confesion ; y esta sentencia es la que
os aconsejo y exhorto á seguir .
355

Vista la materia necesaria de la confesion , pasemos á


examinar las calidades que ha de tener para que sea
buena . Muchas señalan los teólogos ; pero yo solo ex-
plicaré las que son de mayor necesidad . La primera es
la integridad , que consiste en declarar distintamente to-
dos los pecados mortales , aun dudosos , de que uno se
conoce reo . De varios modos se puede faltar culpable-
mente á la integridad de la confesion .
1. ° Por olvido. Algunos omiten cosas sustanciales,
porque en el acto de confesarse se olvidan de ellas . ¿ Es-
te olvido puede servirles de excusa ? Alguna vez sí , al-
gunas veces no ; porque puede ser voluntario , y tam-
bien involuntario : involuntario , cuando ha precedido el
suficiente exámen ; voluntario , cuando no se han hecho
las debidas diligencias para el exámen . El primero no
hace inválida la confesion , el segundo sí .
2. Por ignorancia . Algunos dejan de confesar ciertas
cosas , porque no las tienen por pecado , siéndolo en
realidad . ¿ Esta ignorancia podrá excusarlos ? Os hago la
misma respuesta : unas veces sí , otras no ; porque pue-
de ser culpable , y tambien inculpable . Es inculpable ,
cuando hechas las debidas diligencias para instruirse ,
no se logra conocer la malicia de algun acto : y en este
caso la ignorancia , así como excusa de pecado , no vi-
cia la confesion . Es culpable , cuando se omiten los me-
dios necesarios para instruirse en los propios deberes .
¿ Cuántos hay tan idiotas en la divina ley , que ignoran
las obligaciones mas esenciales del cristiano ? ¿ cuántos ,
que siendo culpables de mil impurezas , odios , injusti-
cias , etc. , responden al confesor : Padre, esto yo no lo te-
nia por pecado ? ¡ Ignorancia brutal ! Esto no sucederia ,
si tuviesen mas cuidado de asistir á los sermones , cate-

cismos y demás instrucciones que les proporciona la


356

Iglesia . Su ignorancia , pues , es culpable , y hace nulas


y sacrílegas sus confesiones .
3. Por rubor. Algunos , particularmente los jóvenes ,
que por su edad son naturalmente tímidos y verecun-
dos , de tal modo se dejan dominar de la vergüenza ,
que habiendo cometido alguna falta considerable , no
tienen valor para manifestarla al confesor . Son estos muy
dignos de compasion , y ciertamente son los que yo mas
compadezco ; pero deben animarse á vencer su vergüen-
za considerando , 1. ° que no se les obliga á decir sus
pecados á un numeroso concurso de personas , sino á
un hombre solo ; á un hombre que es capaz de las mis-
mas flaquezas ; á un hombre que , si quieren , no ha de
ser su superior , sino un simple sacerdote aprobado ,
elegible á su arbitrio , á quien sean totalmente desco-
nocidos ; á un hombre obligado por todas las leyes di-
vinas y humanas á guardar un inviolable silencio sobre

las cosas oidas en la confesion ; que no puede revelarlas


en ningun tiempo , ni durante la vida del penitente , ni
despues de su muerte ; en ningún modo , ni directa ni
indirectamente , ni por palabras ni por señas , ni para
promover el mayor bien , ni para impedir el mayor mal ,

aunque fuese su propia muerte ; 2. ° que este hombre


tanto les tratará con mas caridad y dulzura , cuanto les
vea sumergidos en mayores vicios ; y que muy lejos de
indignarse al oir sus pecados enormes , bendecirá mil
veces á Dios por haberle ofrecido la ocasion de perdo-
narlos : 3.º que mas vale sufrir un poco de rubor ante
un hombre solo , que verse abochornado en presencia
de todo el mundo en el valle de Josafat : 4. ° que con un
solo pecado que callen , la confesion es nula y sacrílega ;
y de consiguiente quedan sin perdonar los otros pecados
que confiesan . — Y aquí quiero que noteis un error , que
--- 357

he notado yo con harto sentimiento mio . Algunos cris-


tianos hay , que de mucho tiempo vienen callando un so-
lo pecado en sus confesiones , acusándose ingenuamente
de todos los demás . Cuando despues tratan de revalidar
aquellas confesiones mal hechas por medio de una con-
fesion general , piensan que basta declarar aquel solo
pecado que callaron , sin necesidad de hacer de los otros
ninguna mencion ; y así cuando preguntados sobre ellos
por el confesor , responden : Padre, estos pecados ya los
tenia confesados. - ¿ Y qué importa eso ? Como no que-
daron absueltos , estais en el caso de repetir su confesion .
Otra cosa seria , si aquel pecado lo hubieseis callado por
olvido natural : entonces sí que bastaria confesar sola-
mente aquel , sin hacer mencion de los demás .
La segunda calidad que ha de tener la confesion es la
humildad . En esta faltan aquellos penitentes , que en vez
de confesarse ingenuamente culpables , tratan de excu-
sarse y defenderse , echando la culpa ó al natural , ó á
la necesidad , ó lo que es peor , al prójimo , convirtiendo
la confesion en una verdadera murmuracion . Así los pa-
dres se excusan con los hijos y los hijos con los padres ,
el marido con la mujer y la mujer con el marido , el amo
con los criados y los criados con el amo ; pudién-
dose decir que mas confiesan los pecados ajenos , que
los suyos propios . A todos estos les estaria bien que
el confesor hiciese con ellos lo que dicen hizo uno
con una mujer , que para excusarse le confesó las faltas
de su marido . Bien , la dijo el confesor , por tus pecados
rezarás tres Ave Marias ; por los de tu marido ayunarás
tres veces esta semana . — ‫ ن‬Cómo ? Padre , ¿ he de ha-
cer yo penitencia por los pecados de mi marido ? -¡ Va-
ya ! ¿no los has confesado tú ? pues haz tú la penitencia
por él.
358

No intento con esto excluir de vuestras confesiones


toda suerte de excusas . Hay algunas que son admisi-
bles , convenientes y aun necesarias á la integridad de
la confesión . ¿Quereis saber cuáles son ? Aquellas que
no solo son verdaderas , sino que atenuan la culpa , y
hacen variar notablemente el juicio del confesor ; como
si en el pecado hubo falta de reflexion , de consentimien-
to perfecto , etc .; porque estas circunstancias hacen pe--
cado venial lo que de otro modo seria mortal . Pero to-
das las demás excusas , las cuales ó no son verdaderas ,
ó en nada disminuyen la malicia de vuestra culpa , las
debeis suprimir ; porque en el primer caso quitan la in-
tegridad de la confesion , y en el segundo son indicio de
poca humildad .

Otra calidad requiere la buena confesion , y es la sen-


cillez , la cual consiste en decir simplemente los pecados ,
sin mezcla de cosas impertinentes , inútiles y extrañas á
la confesion misma . Es un martirio para los pobres con-
fesores tener que escuchar á ciertas personas , que antes
de decir el pecado , comienzan un largo preámbulo , y
cuentan todo el hecho y la historia de que tuvo orígen .
¿ De qué sirven tantas palabras ? Vicne , por ejemplo ,
una mujer á confesar , y en vez de declarar sencilla-
mente sus faltas , comienza diciendo : Me acuso , Padre,
que yo soy una pobre mujer que paso muchas penas en
— -
este mundo . ¡ Malo ! prevengámonos de paciencia .
Sí , Padre , tengo un marido que es un bestia ; nunca va
á la iglesia , siempre está en la taberna , se retira muy
de noche , y cuando él entra en casa parece que en-
tra una legion de demonios . ― Por Dios , hermana ,
mirad que eso es murmurar , y no confesar . Padre ,

déjeme V. desahogar , que lo necesito . Fué tanto lo que


el otro dia me incomodé , viendo que nunca salia de la
-
359-
taberna , que sin saber lo que me decia , exclamé : ya

la taberna pudiese caerte encima . - Buena mujer , si


hubieseis dicho sencillamente que habiais echado una
maldicion contra vuestro marido , ya lo teniais dicho to-
do : lo restante ha sido inútil é impertinente . - Guar-
daos , pues , fieles mios , de esas narraciones importu-
nas , que no sirven sino de enredar la confesion , perder
el tiempo , cansar al confesor y fastidiar á los demás
penitentes que esperan .
Por último , la confesion ha de tener otra condicion to-
davía mas necesaria , y es que sea prudente . Prudente
en el modo de confesar ciertos pecados de impureza , no
usando expresiones indecentes que ofendan la modestia .
Prudente en no herir la reputacion del prójimo , guar-
dándoos mucho de descubrir el cómplice de vuestros pe-
cados , y de pronunciar el nombre de la persona con
quien habeis pecado . Y si las circunstancias fuesen ta-
les , que el confesor pudiese venir en su conocimiento ,
entonces estais obligados á dirigiros á otro confesor á
quien sea desconocida la tal persona ; se entiende siem-
pre que podais hacerlo sin grave inconveniente y sin no-
table dilacion .
Me parece , fieles mios , que con lo que os llevo dicho
teneis lo bastante para conocer el verdadero modo de
confesaros , y los defectos que debeis evitar . Aprove-
chaos de estas doctrinas ; pues ellas os dicen lo que de-

beis hacer para conseguir el perdon de los pecados , re-


cobrar la gracia y conseguir el cielo . Amen .
360 -

PLATICA XIV.

LA SATISFACCION SACRAMENTAL .

Facite ergo fructus dignos pœ-


nitentiæ . Luc. 111 , 8. ·

A mas del exámen , dolor , propósito y confesion que


ya os tengo explicado , aun os queda , hijos mios , otra
cosa por cumplir , si deseais recibir fructuosamente el
sacramento de la Penitencia ; y es tan esencial , que sin
el deseo de cumplirla el sacramento seria nulo . ¿ Sabeis
cuál es ? Es la satisfaccion .

No debeis pensar , que todo esté concluido con aquel


Señor mio Jesucristo que rezais mientras el sacerdote os
dispensa la absolucion , y que en levantándoos del con-
fesonario , ya no os queda otra cosa que hacer . No , no :
aun despues de haber recibido la absolucion de vuestras
culpas , os queda la obligacion de hacer penitencia de
ellas porque , como declara el santo Concilio de Tren-
to , perdonándonos el Señor el pecado , ordinariamente
no nos perdona toda la pena que por él merecimos ; si-
no que la pena eterna en que habiamos incurrido , la
conmuta en otra pena temporal , que debemos pagar ό
en esta vida ó en la otra . Esta doctrina es tan cierta ,
que el mismo Concilio excomulga á quien sostenga lo
contrario : Si quis dixerit totam pœnam simul cum culpa
remitti ... anathema sit.
Las divinas Escrituras están llenas de ejemplos que
hacen evidente esta verdad . Perdonó Dios á Adan el pe-
cado de inobediencia ; sin embargo en pena del mismo
pecado fué expulsado del paraiso , condenado á ganarse
361

el sustento con el sudor de su frente y precisado á llevar


una vida trabajosa y llena de angustias . Perdonó Dios á
los israelitas el pecado de idolatría ; no obstante en cas-
tigo de este mismo pecado fueron privados de la tierra
de promision , y obligados á andar errantes cuarenta
años en el desierto . Perdonó Dios á David su adulterio
y homicidio ; con todo en penitencia de estos mismos
pecados hubo de ver la muerte del hijo de su pecado , el
deshonor de su propia mujer y la rebelion de sus vasa-
llos . Estos ejemplos , y otros que pudiera aducir , prue-
ban con evidencia que Dios castiga temporalmente los
pecados que ha perdonado , si el mismo pecador no to-
ma contra sí venganza de ellos con mortificaciones vo-
luntarias .

Sobre este principio se fundan las penitencias que los


confesores imponen antes de conceder la absolucion ; pe-
nitencias , que si bien son la parte mas sencilla é inteli-
gible del sacramento , son probablemente la parte menos
conocida de muchos cristianos ; pues con los defectos
esenciales que cometen en su cumplimiento , muestran
la poca instruccion que tienen sobre este punto . Voso-
tros podréis juzgar de esto , por la doctrina que voy á
sentar sobre la satisfaccion sacramental.

La experiencia me ha enseñado , que tres son los prin-


cipales defectos en que suelen caer los penitentes res-
pecto á las penitencias impuestas por el confesor : unos
las rehusan ; otros sin rehusarlas , no las cumplen ; otros
cumpliéndolas , las cumplen mal .
Unos las rehusan . No quiero decir que haya quien re-
huse toda suerte de penitencia , porque esto seria una
prueba clarísima de verdadera indisposicion ; pero son
bastante frecuentes los casos de hallar penitentes , que
362

no quieren acomodarse á la penitencia que el confesor


les prescribe , y que piden se la conmute en otra ó mas
benigna ó mas acomodada á su genio y humor . Si esta
peticion fuese fundada , podria pasar , y nada tendria de
censurable . Siempre que el confesor , no bien enterado
de vuestro estado y condicion , os imponga una peniten-
cia ó moralmente imposible de cumplir , ó sobradamen-
te gravosa , teneis derecho á pedirle la conmutacion : y
en este caso él no puede dejar de concedérosla ; pues el
santo Concilio de Trento le manda , que en la imposi-
cion de las penitencias no solo atienda al número y gra-
vedad de los pecados cometidos , sino tambien á las fuer-
zas y circunstancias del penitente que tiene á sus piés :
attenta qualitate criminum et pænitentium facultate.
Pero sí es muy condenable el rehusar la penitencia
impuesta , solo porque es algo incómoda , solo porque
resulta un tanto molesta ; y alegar pretextos frívolos , y
encontrar dificultades quiméricas , y fingir una carga
insoportable donde verdaderamente no la hay . Porque
en fin ¿ cuáles son estas penitencias que hallais tan gra-
vosas , tan difíciles de cumplir ? ¿ Son disciplinas ? ....
¿son cilicios ?... ¿ son ayunos de muchos dias ? ... ¡ Ay
si un confesor impusiera hoy semejantes penitencias ! le
tratariais de ignorante , de indiscreto , de rigorista ; y
pudiera estar seguro de que á su confesonario nadie se
acercaria , menos que fuese alguna monja . Todas las
grandes penitencias se reducen hoy ¿ á qué ? ... á algu-
nas oraciones diarias , á algunas visitas de iglesia , á
alguna frecuencia de sacramentos , á la lectura de algun
libro espiritual , y á otras cosas por este estilo .
¡ Ah ! es cierto que en esta parte los confesores se in-
clinan mas á la suavidad que al rigor... Sea que teman ,
que dándoos mucha penitencia , dejariais de cumplirla ,
363

ó hacer odioso el sacramento ; la verdad es que os dan


penitencias muy leves por culpas muy graves ; • que os

imponen pocas prácticas de virtud por excesos de gran-


des vicios que os prescriben breves ratos de oracion
por años enteros consumidos en pecados . ¿ Y estas pe-
nitencias os parecen gravosas ? Pues ¿ qué hubierais di-
cho , si hubieseis vivido en los primeros siglos de la
Iglesia , cuando estaban en uso las penitencias canóni-
cas ? Entonces como si la Iglesia no se fiase de la pru-
dencia de sus ministros , señalaba por sí misma la pena
que debia imponerse por cada pecado : por esos peca-
dos que ahora satisfaceis con una parte del rosario , se
daba una penitencia pesadísima , que duraba tres , siete ,
diez , quince años , y á veces toda la vida .
Es verdad que la Iglesia , acomodándose despues á la
fragilidad de sus hijos , ha dejado al arbitrio de los con-
fesores la imposicion de la penitencia ; pero no por esto
ha cambiado el espíritu de su primitiva severidad ; por-
que el Dios que se ofende hoy , es el mismo que se ofen-
dia entonces , y los pecados que se cometian entonces ,
no eran mas graves que los que se cometen hoy . Así que ,
aunque la Iglesia al presente no obliga á los confesores
á la observancia de los cánones penitenciales , nos man-
da con todo que estemos bien instruidos en ellos , á fin de
acomodar en lo posible á la severidad antigua las peni-
tencias que imponemos : nos manda que pongamos estos
cánones á la vista de los penitentes , para que formen una
justa idea de sus pecados , y conciban de ellos el debido
horror : nos manda , en fin , que impongamos penitencias
saludables , ni demasiado graves para no hacer odiosa la
confesion , ni demasiado leves para que los penitentes
no tengan en poco sus pecados y no tomen ánimo para
cometerlos con mas facilidad .
-364-

La resistencia , pues , que algunos haceis al confesor


sobre el punto de penitencias , no es ciertamente de muy
buen agüero , ni es indicio de muy buena disposicion : si
vosotros estuvieseis fervorosamente contritos , toda peni-
tencia os pareceria fácil , suave y pequeña .
El segundo defecto lo cometen aquellos , que no rehu-
san la penitencia , pero tampoco la cumplen . ¿ Qué juicio
debemos formar de estos ? Aquí conviene hacer una dis-
tincion una cosa es el cumplimiento efectivo de la peni-
tencia , que es posterior al sacramento ; otra cosa es la
voluntad de cumplirla , que debemos tener cuando nos
confesamos . El primero , que se llama satisfaccion in re, no
es parte esencial del sacramento , sino parte integral y
completiva mas la voluntad de satisfacer , ó sea la sa-
tisfaccion in voto , es parte esencial , y tan esencial como
el dolor y la confesion . De lo que se sigue , que si la pe-
nitencia no se cumple , porque no se tuvo voluntad de
cumplirla cuando el confesor la impuso , el sacramento
es nulo por falta de la debida disposicion ; pero si ha-
biendo tenido voluntad de cumplirla , despues se deja
por pereza , por negligencia ó cualquier otro motivo , el
sacramento será válido , si no hubo otro defecto ; mas la
omision será pecado mortal , si se omite del todo ó en
alguna parte considerable la penitencia que fué impuesta
por pecados graves .
De tal modo no es lícito al penitente omitir la peniten-
cia impuesta , que ni puede de propia autoridad conmu-
tarla en otra , aunque mayor y mejor ; porque siendo este
sacramento instituido en forma de juicio , el reo debe
estar á la pena impuesta por el juez , y no puede por sí
mismo cambiarla en otra . De lo que debeis inferir , hi- F

jos mios , que si por alguna circunstancia no prevista la


penitencia impuesta se os hiciese impracticable , inopor-
365

tuna ó de difícil ejecucion , deberiais dirigiros al mismo


confesor que os la impuso , para que os la conmutara en
otra , ó bien deberiais repetir con otro la misma confe-
sion , y pedirle una penitencia mas llevadera y acomo-
dada á vuestras circunstancias .
El tercer defecto que se nota en el cumplimiento de la
penitencia , es el cumplirla malamente . Este defecto , hi-
jos mios , se comete de varios modos . 1. ° Difiriendo por
mucho tiempo el cumplimiento . Si el confesor no deter-
mina el tiempo , estais obligados á cumplirla lo mas
pronto que buenamente podais ; si determina el tiempo ,
fijándola á tantos dias , á tantas semanas , etc. , debeis
hacerla en el tiempo prefijado , sin que os sea permitido
ni anticiparla ni retardarla . No sabré deciros de fijo co-
mo peca quien sin justo motivo retarda el cumplimiento
de la penitencia impuesta ; pero sí os diré , que no sa-
bria como excusar de pecado mortal á los que lo retar-
dan por mucho tiempo , y tal vez hasta la vigilia de vol-
ver á confesar. Dejar el sacramento sin la debida integri-
dad por un tiempo tan considerable , ¿ puede ser menos
que pecado mortal ? Repito , que no sabria como defen-
derlo .
2.º La penitencia se cumple malamente , cumpliéndola
con negligencia y disipacion ; pues vosotros no debeis.
ignorar , que cuando se manda un acto exterior , se manda
indirectamente el acto interior que debe acompañarlo ;
como cuando la Iglesia nos manda el rezo , la misa , etc. ,
nos manda indirectamente la atencion interior que se re-
quiere para hacer bien tales cosas . Pues al modo que no
oye bien la misa quien asiste á ella con distraccion no- .
table y voluntaria ; así falta al cumplimiento de la peni-

tencia quien la cumple con un espíritu indevoto y vo-


luntariamente distraido .
- 366

3. La penitencia se cumple malamente cumpliéndo-


la en estado de culpa grave . ¿ Qué deberémos decir ,
pues , de los que recaen en el pecado antes de haber to-
talmente cumplido la penitencia ? Que esto , no obstante ,
deben continuar en cumplirla hasta acabarla . ¿ Y será
ella meritoria ? Eso no porque la raiz de todo mérito
es la gracia . ¿ Será al menos satisfactoria por las culpas
confesadas ? Tampoco porque , segun el Catecismo ro-
mano , para satisfacer se requiere ser justo y amigo de
Dios . Pues & de qué sirve cumplir la penitencia cuando
se ha caido en pecado ? Sirve de completar el sacramento
y de obedecer al precepto del confesor . Dos cosas debeis
distinguir en la penitencia impuesta , el precepto del
confesor , y la satisfaccion que debeis á Dios por los
pecados cometidos . Cumpliéndola en pecado , satisfaceis
al precepto del confesor ; pero no obteneis la remision
de la pena debida á vuestras culpas , ni dais á Dios cum-
plida satisfaccion .

Por estos principios podréis conocer , hijos mios , de


que modo habeis cumplido hasta ahora con esta parte
del sacramento de la Penitencia : examinaos sobre ello ,
y sobre todo os aconsejo no quejaros en adelante , si el
confesor juzga conveniente cargar un poco la mano , im-
poniéndoos penitencias un tanto severas ; porque todo lo
que haréis de penitencia en este mundo , os ahorraréis
de hacerla despues en el purgatorio .
Pero yo , dirá alguno , tengo un secreto para no hacer-
la ni aquí ni allá . —¿De veras ? ... Gran secreto es ese :
hacedme el favor de enseñármelo , porque yo no lo sé .
• -¿No lo sabe ? ¡ Son las indulgencias !!! Gana uno las
mas que puede , y así se libra de hacer penitencia en
este mundo y en el otro . - Muy bueno seria el secreto ,
si se pudiese efectuar ; pero en el modo que lo enten-
367

deis & pensais si es posible ? Es cierto que en la Iglesia


hay un tesoro inagotable de méritos , formado de los
méritos de los santos , de los méritos de la Reina de to-
dos los santos , Maria santísima , y sobre todo de los
méritos infinitos de Jesucristo , de los cuales reciben el
valor todos los otros méritos : es cierto tambien que la
Iglesia tiene potestad para distribuir este tesoro , y apli-
car por medio de indulgencias á sus hijos aquella por-
cion que crea conveniente ; pero ¿ pensais vosotros que ,
concediendo ella estas indulgencias , intenta fomentar
nuestra delicadeza ? No , no puede ser esta su intencion .
Si nos concede indulgencias , es para que suplan lo que
nosotros no podemos hacer ; no para que ellas lo hagan
todo , y nosotros nada .
Nosotros somos deudores á Dios de sumas tan gran-

des , que con solo lo nuestro es imposible se las poda-


mos pagar. ¿ Qué hace la Iglesia ? Saca del tesoro comun
aquella cantidad precisa de satisfacciones que son me-
nester para completar el total de lo que debemos á Dios ;
de modo que ellas no nos descargan de toda la deuda ,
sino solamente de aquella parte que con nuestras peni-
tencias no podríamos satisfacer : y así como - notad
bien esto se hace indigno de toda gracia quien , pu-
diendo pagar una parte de la deuda , no lo hace ; así
desmerece las indulgencias , quien de su parte no procura
satisfacer á Dios , quien con penitencias y obras buenas
no paga lo que puede . Que esta doctrina os sirva de
estímulo para practicar todo el bien que podais , á fin
de que os sean perdonados vuestros pecados . Amen .
- 368 -

PLATICA XV.

LA EXTREMA- UNCION.

Infirmatur quis in vobis ? in-


ducat presbyteros Ecclesiæ , et
orent super eum , ungentes eum
oleo in nomine Domini. Jacob.
.. 4.
V,,.1

<< Siendo nuestro Redentor infinitamente bueno , dice


<< el Concilio de Trento , ha querido proveernos en todos
«< tiempos de remedios saludables contra todos los ata-
« ques de nuestros enemigos : y así como en los demás
<< sacramentos nos ha preparado poderosos socorros para
<< defendernos durante nuestra vida ; así tambien ha que-
<< rido fortalecernos al fin de nuestra carrera con el sa-
«< cramento de la Extrema -uncion . Porque aunque en
<< todo el tiempo de la vida procura el demonio devorar
<< nuestras almas por cuantos medios le sugiere su mali-
<«< cia ; no obstante en ningun tiempo emplea con mas
<«< cuidado sus astucias y artificios para perdernos , que
<< cuando nos vé próximos á morir . »>
De este texto del santo Concilio se pueden formar va-
rias razones que prueban , que todo cristiano está estre-
chamente obligado á instruirse en lo que concierne á la
Extrema-uncion . La primera es , porque este sacramen-
to no se administra sino en tiempo de grave enferme-
dad , cual tiempo no es el mas á propósito para instruirse
en él , si no se ha hecho de antemano cuando se podia
cómodamente hacerlo . La segunda , porque supuesto que
podemos morir en todo tiempo , debemos estar siempre
preparados para ello ; y no cabe duda que una parte
- 369

muy considerable de esta preparacion , es estar instrui-


dos en lo que toca á este sacramento , que es el medio
ordinario establecido por Dios para conseguir la gracia
de una buena muerte . La tercera , porque las últimas
acciones de la vida son las mas importantes de todas ;
pues las faltas que entonces se cometen son irreparables .
Se puede reparar el mal uso que tal vez se ha hecho en
vida de los otros sacramentos ; pero ¿ cómo se podrá
remediar el daño que ocasionamos á nuestras almas ,
cuando por ignorancia culpable recibimos indignamente
el sacramento de la Extrema-uncion ?

Conviene , pues , hijos mios , instruirse en él con


tiempo , á fin de tenerlo en el concepto que se merece ,
de desearlo cuando llegue la ocasion , de pedirlo con
santo anhelo en la última enfermedad , y de despojarse
de ciertas preocupaciones muy comunes , por las cuales
muchos se exponen á la desgracia de no recibirlo , ó de
recibirlo infructuosamente . Si me escuchais con aten-
cion , aprenderéis todo cuanto os interesa saber sobre el
particular .

La Extrema-uncion es un sacramento , en el cual se un-


gen diversas partes del cuerpo del enfermo bajo una cierta
forma de oraciones para alivio espiritual y corporal del en-
fermo mismo . Se ignora el tiempo preciso en que Jesu-
cristo lo instituyó , y poco importa el saberlo ; pues nos
basta saber, que realmente fué instituido por Jesucristo ,
y que su administracion estaba ya en uso en los prime-
ros siglos de la Iglesia , y aun en tiempo de los mismos.
apóstoles . No pueden ser mas claras las palabras del
apóstol Santiago . ¿ Enferma alguno de vosotros ? dice ,
haga venir á los presbíteros de la Iglesia , los cuales hagan
oracion por él , ungiéndole con oleo en nombre del Señor ; y
T. I. 24
370 -

esta oracion de fé salvará al enfermo ; y si estuviere en pc-


cados se le perdonarán .
Aquí teneis , hijos mios , todas las partes constitutivas
de este sacramento ; la materia , la forma , el ministro ,
el sugeto , y los efectos . La materia en el oleo , el cual
se aplica con varias unciones sobre los cinco sentidos del
cuerpo , que son las cinco principales puertas que dan
entrada al pecado en nuestra alma ; queriendo el Señor
que por los mismos caminos que entró la culpa , entre
tambien la gracia .

La forma consiste en la oracion que dice el sacerdote


en cada una de las cinco unciones , la cual oracion está
concebida en estos términos : « Por esta santa uncion y
por su infinita misericordia , Dios te perdone todos los
pecados que has cometido con la vista , oido , olfato ,
gusto , tacto y con el andar . »
El ministro es el sacerdote . Es muy conveniente , si
se puede , convocar otros sacerdotes á mas del adminis-
trante , á fin de que oren juntos y asistan á la uncion
sacramental . Si esto no se puede , júntense al menos los
domésticos al rededor del lecho del paciente , y unan sus
oraciones á las del sacerdote para mayor eficacia de un
sacramento que , á diferencia de los otros , se llama
sacramento de oracion .
El sugeto es el hombre bautizado y gravemente enfer-
mo , el cual haya sido capaz de pecar . Por esta razon no
se puede administrar este sacramento á los niños antes
del uso de la razon ; tampoco se puede conferir á los
fátuos ó locos de nacimiento , si no han tenido jamás al-
gun lucido intervalo ; como ni tampoco se puede dar á
los que no están enfermos y en peligro probable de
muerte. De ahí es , que no se da la Extrema - uncion ni
á los reos que han de ser ajusticiados , ni á los soldados
374

antes de entrar en combate ; porque aunque están pró-


ximos á la muerte , no son enfermos .
No debeis creer , empero , que para recibir este sa-
cramento se hayan de esperar los últimos momentos de
la vida : este es un error popular , al que tal vez ha da-
do orígen y motivo el mismo nombre de extrema-uncion .
¿ Porqué pensais se llama extrema ? No se llama así , por-
que se haya de recibir en los extremos momentos de la
vida ; sino porque es la última de las unciones que se
dan en los sacramentos de la Iglesia . Cuatro son los sa-
cramentos que se confieren por medio de uncion : el
primero es el Bautismo ; el segundo la Confirmacion ; el
tercero el Órden ; el cuarto la Extrema- uncion . A este
último se le dá el nombre de uncion extrema , porque es
la posterior en el órden de los sacramentos ; no porque ,
como os llevo dicho , se haya de retardar hasta el punto
en que se ha ya perdido toda esperanza de salud . Al
contrario , como pronto os haré ver , un tal retardo es
directamente opuesto á uno de los fines de este sacra-
mento .

Entre tanto no dejaré de haceros observar , que de


este error proviene la aversion y horror que comunmen-
te teneis á la Extrema-uncion . Como vivís persuadidos
de que no se ha de administrar sino á los enteramente
desauciados , el solo nombre de extrema-uncion os es-
panta y trastorna , porque os la figurais como presagio
de una muerte cercana , inminente é inevitable . Y es

por esta razon , que muchos la diferís lo mas que po-


deis , y que los mismos parientes por una caridad mal
entendida procuran se retarde lo mas que sea posible ;
porque pensais que recibir la Extrema- uncion , es lo mis-
mo que llamar la muerte para que venga á marchas for-
zadas . ¿ Puede haber un error mas frívolo y pueril ? Pa-
372

ra que os desengañeis , atended á los efectos que pro-


duce este sacramento .
Dos son los principales , y uno de ellos es el alivio
corporal del enfermo . Tan lejos está la Extrema-uncion
de apresurar la muerte , que al contrario fué instituida
para reponer al enfermo en la salud y aunque la salud
corporal no sea su efecto ordinario , principal y absolu-
to , no deja algunas veces de conseguirse por su virtud
y eficacia . Este es el sentido de aquellas palabras de
Santiago Oratio fidei salvabit infirmum : la oracion de fé
salvará al enfermo , esto es , contribuirá á su curacion ,
si es conveniente á la salud de su alma . ¿ De dónde pro-
cede , pues , el aborrecimiento que muchos tienen á este
sacramento ? O de la falta de fé , ó de la poca instruc-
cion.
Aquí dirá alguno : lo que hace aborrecible este sa-
cramento es , que en habiéndolo recibido no se tarda á
morir , y poquísimos recobran la salud . - Así suele su-
ceder : pero ¿ sabeis porqué ? O porque se ponen obstá-
culos á su eficacia , ó porque se espera á recibirlo cuando
ya se está medio muerto , y no se puede curar sin un
milagro evidente . Este sacramento fué instituido para
dar la salud , pero no para darla de un modo milagroso .
De consiguiente , para que obre la curacion conforme
á la institucion de Jesucristo , es menester pedirlo luego
que se entra en grave peligro de muerte , y no aguardar
cuando la muerte es ya inminente é inevitable .
Pero lo que debe inspiraros mayores deseos de reci-
birlo , son los efectos espirituales que produce en el al-
ma . Estos efectos son varios ; no obstante podemos
reducirlos á dos , que son , quitar los pecados con sus
reliquias , y armar al enfermo contra los peligros de
aquel extremo paso.
- 373

Primeramente quita los pecados . Y ¿ qué pecados


quita ? ¿ los mortales ó los veniales ? De los veniales na-
die duda , porque este es un efecto comun á todos los
sacramentos , mientras el que los recibe no ponga im-
pedimento ; pero la eficacia de la Extrema - uncion no se
limita á borrar los pecados veniales , sino que se extien-
de tambien á los mortales ; de modo que ella puede su-
plir , y efectivamente suple en muchos casos , el sacra-
mento de la Penitencia . Suponed que una persona es
embestida de un mal violento que le quita el uso de
todos los sentidos , pero que la deja expedita en el uso
de las facultades interiores . En tal situacion ella puede
concebir interiormente dolor de sus pecados ; pero no
puede manifestarlo exteriormente ni por palabras ni por
señas . En este caso ¿ qué auxilio se le puede dar ? El de
la Extrema- uncion : ella suple entonces el sacramento
de la Penitencia ; ella dá valor á los actos interiores del
enfermo ; ella le borra los pecados mortales que no pue-
de confesar . Y atended , que esta doctrina es segura ;
pues está fundada sobre las palabras de Santiago , que
atribuye á este sacramento la remision de los pecados ,
sin distinguir entre mortales y veniales , diciendo abso-
lutamente et si in peccatis sit , remittentur ei : está fun-
dada sobre la misma forma de que se usa en su adminis-
tracion , la cual se extiende á todos los pecados sin
distincion de graves y leves ; pues dice : Indulgeat tibi
Deus quidquid... deliquisti : está fundada en fin sobre el
lenguaje comun de los teólogos , que llaman la Extre-
ma- uncion suplemento y consumacion de la Penitencia .
Notad esta palabra consumacion , la cual quiere decir ,
que este sacramento consuma y acaba la obra que la
Penitencia habia dejado imperfecta ; pues no solo des-
truye los pecados , sino que borra hasta sus reliquias ,
374 -
esto es , quita la flaqueza , la propension al mal , la pe-
santez para el bien , que habian quedado como funestos
residuos de las culpas ya perdonadas .
A mas de este efecto , tiene otro sumamente aprecia-
ble , y es armar al enfermo contra los peligros del último
paso . Tres son los peligros principales á que se halla
expuesto un cristiano en la última enfermedad . El pri-
mero es por parte de los dolores del cuerpo : los dolo-
res de una enfermedad mortal suelen apurar tanto la
paciencia del pobre enfermo , que necesita de una vir-
tud mas que ordinaria para aguantarlos cristianamente .
Se puede decir que sufre una especie de martirio ; y de
esta especie de martirio que sufre , provienen los arreba-
tos , las quejas , los enfados , las maldiciones que tal vez
echa contra el mal y contra los domésticos , oponiéndo-
se abiertamente á la soberana y siempre adorable vo-
luntad de Dios . Al socorro de estas flaquezas del pobre
doliente viene el sacramento de la Extrema-uncion , tra-
yéndole una gracia que Santiago llama de alivio ; et al-
leviabit eum Dominus ; cual gracia le mitiga los dolores ,
infundiéndole fuerzas y vigor para tolerarlos paciente-
mente .

El segundo peligro á que está expuesto el enfermo , es


una cierta tristeza opresora , que se apodera de él en
vista de la cercana muerte . No hay consternacion mayor
que la que comunmente se experimenta entonces . La
separacion eterna de las cosas mas amadas , la memoria
de una vida que por momentos se acaba , la proximidad
de una eternidad que ya comienza á manifestarse , la
conciencia que grita , el mundo que desaparece , la mu-
jer que suspira , los hijos que lloran , los hermanos que
se despiden , ¡ ay ! todo , todo conspira entonces á poner
al enfermo en turbacion y en angustias . Pero él consi-
375

gue en medio de sus penas un gran confortativo con la


Extrema-uncion ; pues este sacramento tiene la virtud de
calmar estos horrores y espantos , excitando en él una
gran confianza en Dios , serenándole el entendimiento y
ensanchándole el corazon . Así lo asegura el santo Con-

cilio de Trento , diciendo : Ægroti animam alleviat et


confirmat , magnam in eo divinæ misericordiæ fiduciam ex-
citando.

El último peligro , y el mayor de todos á que está ex-


puesto el enfermo , es por parte del demonio . Que el de-
monio en los últimos momentos de la vida nos asalta con

mas rabia y furor que en ningun otro tiempo , ni si-


quiera ocurre dudarlo ; pues lo dice claramente la mis-
ma Escritura santa : Descendit ad vos diabolus habens iram
magnam , sciens quia modicum tempus habet . Vosotros sa-
beis , hijos mios , que cuando llega el dia de dar una
batalla grande y decisiva , se presentan en el campo de
batalla todas las fuerzas del ejército , no se deja un sol-
dado en los cuarteles , se retiran las guardias , se reunen
los destacamentos , y todos van á tomar parte en la ac-
cion . ¿ Porqué ? Porque la accion es decisiva : si se gana ,
ya no hay temor de perder ; si se pierde , ya no queda
esperanza de ganar. Lo mismo habeis de figuraros que
sucede en la muerte . Sabe el demonio que de aquel punto
depende todo si os vence , quedais suyos por siempre ;
si le venceis , por siempre le habeis escapado . ¿ Qué
quereis , pues , que haga , sino poner en accion todas
sus fuerzas , toda su táctica , toda su malicia , para coge-

ros en alguna tentacion y arruinaros eternamente ? ¿ Y


cómo libraros entonces de los asaltos de un enemigo tan
formidable ?
Ya sé que podrá seros de gran socorro y ayuda la
asistencia de un buen sacerdote ; pero el mayor socorro
376 -

debeis esperarlo del sacramento de la Extrema- uncion ,


el cual , como asegura el Concilio de Trento , fué insti-
tuido para ayudar al enfermo á superar los artificios
del espíritu maligno : ut tentationibus dæmonis facilius re-
sistat.
Sin necesidad de extenderme mas , vosotros veis , hi-

jos mios , cuan preciosos son los frutos de este sacra-


mento : sirva esto para quitar ese horror que le teneis ,
para suplicar á Dios os haga la gracia de poderlo recibir ,
y sobre todo para vivir de tal modo , que cuando llegue
la ocasion , lo recibais santamente . Amen .

PLATICA XVI.

EL ORDEN SAGRADO .

Honora Deum , et honorifica


sacerdotes. Eccl. vii , 33.

Aunque parece que el conocimiento del sacramento


del Órden solo es necesario á los eclesiásticos que lo han
recibido y á los ordenandos que se disponen á recibirlo ;
no obstante importa mucho que todos los fieles estén
instruidos en él , por lo menos hasta un cierto punto .
Casi diria que no hay un solo cristiano , á quien mas ó
menos no sea necesario instruirse en la doctrina católica
sobre este sacramento .
Hay algunos que piensan abrazar el estado eclesiásti-
co ; hay otros que algun dia pensarán lo mismo : unos
son patronos de beneficios , que tienen derecho á pre-
sentar sugetos dignos de ser ordenados ; otros son pa-
dres de familia , que destinan á sus hijos al ministerio
eclesiástico . ¿ Y cuántas faltas irreparables se cometen
377

en esto , que no se cometerian si se estuviese mas ins-


truido en la excelencia y obligaciones de este estado ?
Por otra parte á cada paso se ofrece ocasion de ha-
blar sobre esta materia : no solo se trata de las cosas
eclesiásticas en los sínodos y en las curias , sino tambien
en los cafés , en las tabernas y en los mercados ; y aque-
llas altas cuestiones que antes ventilaban los obispos ,
los papas y los concilios , hoy jó adelantos de nuestro
siglo ! hoy las resuelve un cafetista , un peon , un cual-
quiera . ¡ Tanto es lo que se ha hecho de moda el tratar
de las cosas eclesiásticas ! ¿ Y quién no conoce las malas
impresiones que han de causar esos continuos discursos
de gente lega y tal vez poco afecta á la Iglesia , si no se
tiene el entendimiento ilustrado con principios sólidos y
verdaderos ?
No juzgo necesario , hijos mios , el exponeros distin-
tamente la naturaleza del sacramento del Órden , sus
efectos , sus diversos grados , y las obligaciones que
van anexas á cada grado ; estas cosas son mas para tra-
tarse en una aula que en un púlpito : pero no puedo
dispensarme de mostraros la dignidad , la grandeza , la
excelencia del sacerdocio , que es el grado mas alto al
cual se refieren todos los otros . Y esto al objeto de que
aprendais á mirar con aprecio y veneracion á los minis-
tros de la Iglesia , conforme á aquel precepto del Ecle-
siástico : Honora Deum , et honorifica sacerdotes .

No hay cosa que pueda daros una idea mas justa de


la dignidad y excelencia del sacerdocio , que la explica-
cion de las dos potestades que tienen los que están re-
vestidos de este carácter ; la una sobre el cuerpo místico
de Jesucristo , que es la congregacion de los fieles ; la
otra sobre el cuerpo real y verdadero de Jesucristo , que .
es la sagrada Eucaristía .
- 378 -

Por lo que hace á la primera , ¿ qué es lo que dijo Je-


sucristo á los sacerdotes ? Dijo : todo lo que vosotros
perdonareis sobre la tierra , será perdonado en el cielo :
quæcumque solveritis super terram , erunt soluta et in cœlis.
Con estas palabras del Salvador queda manifiesto y pa-
tente el poder verdaderamente divino que tienen los
sacerdotes para perdonar los pecados ajenos , siendo
ellos mismos hombres frágiles , mortales y pecadores .
¿Y cuál poder es este ? Vosotros , hijos mios , no haceis
de él un gran caso , porque lo veis usado todos los dias ,
porque veis que son muchos los que lo tienen ; pero si
cuando estais mirando á un sacerdote que levanta la ma-
no para absolver á un pecador , pudieseis ver al mismo
tiempo el cambio repentino y admirable que la absolu-

cion obra en aquella alma , sin duda quedariais atónitos , y


exclamariais como los fariseos : quis potest dimittere pec-
cata , nisi solus Deus ? Porque ¿ qué pensais veriais ? Ve-
riais que á la simple pronunciacion de aquellas palabras
Ego absolvo te , caen á pedazos las infames cadenas con
que el demonio tenia cautiva á aquella pobre alma ; ve-
riais que aquella infeliz alma que poco antes era mas
sucia que el lodo y mas negra que el carbon , queda al
punto mas pura que el armiño y mas blanca que la nie-
ve ; veriais que de repente se le cierra el infierno que le

estaba abierto , y se le abre el cielo que le estaba cer-


rado . ¡ O poder de los sacerdotes ! ¿ Quién , á excepcion
de Dios , lo tiene igual ? Nadie , hijos mios , nadie : ni lo
tienen los santos , ni lo tienen los ángeles , ni lo tiene la
misma santísima Vírgen.

Para que comprendais mejor lo que os vengo dicien-


do , figuraos á un miserable pecador , que lleno de heri-
das , yace tendido y moribundo en medio de un cami-
no , como aquel infeliz que encontró el Samaritano del
- 379

evangelio . Él se vé cercano á la muerte ; y bien cierto


de que por momentos su alma va á caer en el infierno ,
mira afligido á cuantos pasan por allí , y con voz lasti-
mera les suplica le libren de tanta desgracia , perdonán-
dole sus pecados . ¿ Quién , pregunto , podrá socorrer á
este infeliz en sus apuros ? Aunque pasen por allí todos
los reyes y emperadores de la tierra , & tendrán poder
para salvar á aquel pecador ? No ... Aunque pasen todos
los santos y ángeles del cielo , ¿ podrán absolverle de sus
pecados ? Tampoco... Si pasa la misma Madre de Dios ,
tan poderosa y benigna como es , ¿ podrá perdonarle sus
culpas ? Podrá hacerse su medianera delante de Dios ;
pero perdonarle , no . Haced , empero , que se le acerque
un sacerdote , el sacerdote mas indigno de cuantos hay
en la Iglesia , y que , disponiéndole al dolor , pronuncie
sobre él aquellas palabras : Ego absolvo te , yo te perdo-
no : ved al punto á aquel infeliz restablecido en la gracia
de Dios ; vedle sacado de repente de la boca del infier-
no ; vedle próximo á subir al paraiso . ¡ O poder ! ¿ puede
haber otro mayor ?

Pero esto es lo de menos , en comparacion de la otra


potestad que Jesucristo ha dado á los sacerdotes sobre
su cuerpo real y verdadero . ¿ Qué pensais hace el sacer-
dote al tiempo de la misa , cuando se inclina un poco so-
bre la hostia y el cáliz , y profiere en secreto algunas
palabras ? Llama á Jesucristo delante de sí ; invita á Je-
sucristo á venir del cielo sobre el altar ; manda á Jesu-
cristo que se haga presente en la hostia y en el cáliz que
tiene en las manos ; y ¡ ó prodigio ! al eco de sus pala-
bras Jesucristo obedece , Jesucristo baja del cielo , Jesu-
cristo se pone en sus manos , Jesucristo se deja á su dis-
posicion , permitiéndole que lo menee , que lo ofrezca ,
que lo coma , que lo dé á comer á otros , conforme tenga
380 -

gusto y voluntad . ¿ Hay cosa mas prodigiosa y admirable


que esta?
Si fué cosa asombrosa el que la santísima Vírgen con
aquellas sencillas palabras : Ecce ancilla Domini , atrajese
al Verbo eterno á encarnarse en sus entrañas castísimas ;
¿ no es cosa igualmente admirable , que al pronunciar el
sacerdote estas pocas palabras : esto es mi cuerpo , el mis-
mo Verbo divino baje sobre el altar , se reproduzca en la
hostia , y , por decirlo así , se encarne de nuevo en sus
manos ? Yo no sé hallar desigualdad entre estos dos pro-
digios . Pero yo me equivoco : hay entre ellos una des-
igualdad muy notable , y es , que el que se obró en las
entrañas de Maria , no se cumplió mas que una sola vez ;
y el que se obra en las manos del sacerdote , se verifica
y repite todos los dias .
De esta excelencia y dignidad del carácter sacerdotal ,
debemos todos , tanto los sacerdotes como los seglares ,
inferir prácticamente algunas cosas : cada clase las que
le correspondan . Nosotros debemos inferir , que en cali-
dad de ministros de Jesucristo , tenemos obligacion de
llevar una vida pura , inmaculada y poco menos que an-
gelical ; siendo devotos en el rezo , fervorosos en el altar ,
constantes en la oracion , asiduos en el confesonario ,
incansables en la predicacion , santos en casa , celosos

en la iglesia , edificantes en público : estas son las con-


secuencias prácticas que yo y los demás sacerdotes de-
bemos aplicarnos á nosotros mismos : y ¡ ay si las olvida-
mos ! ¡ ay si no vivimos conforme á ellas ! Pero vosotros ,
hijos mios , debeis inferir tambien , que no hay cosa mas
digna de vuestra veneracion que el carácter sacerdotal ,
y las personas que de él están revestidas .
Verdaderamente , si los sacerdotes ejercen sobre la
tierra el mismo ministerio que Jesucristo ejerció ; si los
381 ---

sacerdotes han recibido de Jesucristo el mismo poder que


él recibió de su divino Padre ; ¿ no se infiere en buena
lógica , que debeis mirarlos con el mismo respeto que
mirariais á Jesucristo , si apareciese visiblemente entre
vosotros ? Sin duda . Los santos que , llenos de una viva
fé , penetraban bien la grandeza del carácter sacerdotal ,
nos dejaron ejemplos los mas señalados del sumo respeto
que le tenian. ¿ Qué respeto no manifestaron hácia el sa-
cerdocio un san Antonio , un san Francisco de Asís y una
santa Catalina de Sena ? Esta última hacia tal aprecio de
los sacerdotes , que besaba reverentemente la tierra don-
de habian dejado impresas sus huellas.
¡ Cómo cambian los tiempos ! Hoy el sacerdocio es la
cosa mas vil y abyecta , no solo en el concepto de los fi-
lósofos y libertinos , sino tambien en el de muchas per-
sonas que prestan obsequio á la fé , á la religion y á la
Iglesia . Que los incrédulos , que los impíos no tengan
para los sacerdotes mas que desprecio , aversion y rabia ,
no me admira ; esto está en el órden regular de las cosas .
Sus malas costumbres , que les conducen á aborrecer la
religion , por una consecuencia necesaria les conducen
tambien á aborrecer á los ministros que la predican , la
promueven y la defienden . Lo que jamás sabré compren-
der es , el desprecio , el envilecimiento en que ha caido
el sacerdocio para muchas personas que no son del todo
irreligiosas y libertinas .
Muchas son las causas que han concurrido á producir
este desórden ; pero como las mas de ellas son indepen-
dientes de nosotros y no las podemos quitar , me abs-
tendré de recordarlas . Solo tomaré en consideracion la

razon acostumbrada con que pretenden justificarse los


despreciadores del clero , la cual consiste toda en la con-
ducta poco edificante de algunos eclesiásticos que no
382

viven conforme á su carácter . Pero ¿ es concluyente esta


razon ? ¿ Es razon censurar y despreciar indistintamente
á todos los eclesiásticos , porque algunos son defectuosos
ó malos ? Me parece que no . Si valiese esta razon , no
hay clase alguna en la sociedad que no debiese ser cen-
surada y despreciada ; pues en todas las clases abundan
las personas malas ó defectuosas . ¿ Son por ventura ho-
nestos y fieles todos los casados ? ¿ son justos y leales
todos los mercaderes ? ¿ son incorruptos todos los jue-
ces ? Vosotros os guardaréis bien de responderme que
sí. Pues infamarlos á todos , aborrecerlos á todos , per-
seguirlos á todos por la malicia de algunos de ellos , po-
cos ó muchos que sean . ¿ Os gustaria este modo de dis-
currir ? ¿ lo hallariais justo ? Pues si esto os pareciera
injusto respecto de los demás estados , ¿ dejará solamente
de serlo respecto de nosotros ?
Vosotros debierais haceros cargo , de que en este mun-
do no hay estado enteramente libre de toda mancha .
Los ángeles pecaron en el cielo , Adan pecó en el parai-
so , Pedro y Judas pecaron en la escuela de Jesucristo ;
y Dios lo permitió así , para que entendamos , que en
todo estado y en cualquiera profesion corremos riesgo
de prevaricar , si no tomamos nuestras precauciones .
Aunque , pues , la conducta de algunos eclesiásticos pue-
da merecer vuestro desprecio , no podeis extenderlo á
todo el órden sacerdotal , sin hacerle la mas clara injus-
ticia ; porque si en él se encuentran sugetos poco dignos
de su carácter , flojos , relajados y mundanos ; tambien
se encuentran otros que hacen honor á su clase , y son ,
como los quiere san Pablo , sobrios , justos , edificantes ,
aplicados á la santificacion propia y ajena , y como lám-
paras encendidas , que derraman por todas partes luces
brillantes de doctrina Ꭹ santidad .
383 -

Si me lo permitís , aun os diré mas : os diré , que ni á


los mismos sacerdotes viciosos debeis despreciar , y mu-
cho menos hacerlos el blanco de vuestras críticas y cen-
suras . Si las personas no merecen vuestro respeto , lo
merece el carácter que tienen ; porque en fin , por defec-
tuosos que los supongais , no dejan de ser sacerdotes ,
no dejan de ser ministros de Dios , no dejan de ejercer
con grande utilidad vuestra las principales funciones de
su ministerio .

¿ Y quién tiene la culpa , si en la Iglesia hay algunos


sacerdotes viciosos ? ¿ Puedo hablar con libertad ?....
pues la culpa la teneis vosotros , vosotros mismos que
sois tan severos en criticarlos y censurarlos . ¿ Porqué
algunos han resultado malos eclesiásticos ? Porque cuan-
do eran niños , en vuestras casas los criasteis sin conduc-
ta y sin temor de Dios ; porque los metisteis en la Iglesia

con la mira de que con el tiempo fuesen el apoyo de


la familia , empleando á favor del hermano , del sobri-
no , de la sobrina los réditos eclesiásticos ; porque los
obligasteis á ordenarse sin vocacion , y sin dejarles con-
sultar si Dios los llamaba ó no al ministerio de la Iglesia :
porque , en fin , una vez ordenados , no cesais de dis-
traerlos de las obligaciones propias de un sacerdote ,
enredándolos en vuestros asuntos temporales , llamán-
dolos á vuestros negocios de familia , inspirándoles vues-
tras ideas y costumbres profanas . Y despues de ser
vosotros la causa principal de que en la Iglesia haya al-
gunos sacerdotes malos , ¿ aun os atreveis á sindicarlos
y á ponerlos en ridículo ? Callad , callad , que el silencio
y la confusion son las únicas cosas que os convienen .
Disimuladme , hijos mios , esta digresion un poco aca-
lorada que acabo de hacer ; me ha sido forzoso hacerla ,
para que veais la sinrazon con que se ataca al órden
384

eclesiástico . Sin duda que en la muerte os gustará tener


á vuestro lado un eclesiástico que oiga vuestros pecados ,
que os absuelva , que os conforte en las últimas agonías .
No los desprecieis , pues , ahora ; para que en pena de
este desprecio , no disponga Dios que en la muerte os
encontreis sin un sacerdote , y hayais de morir como
turcos , sin sacramentos , sin Crucifijo y sin luz . Amen .

PLATICA XVII.

EL MATRIMONIO .

Sacramentum hoc magnum


est, ego autem dico in Christo et
in Ecclesia . Ephes. v , 32.

Estamos ya , hijos mios , en el séptimo y último sa-


cramento de la Iglesia , que es el Matrimonio , al cual
san Pablo llama con razon sacramento grande , porque
representa grandes y sublimes misterios , á saber , la
union hipostática de la naturaleza humana con la divina
en Jesucristo , y la union moral de Jesucristo mismo con
la Iglesia su esposa : Sacramentum hoc magnum est , ego
autem dico in Christo et in Ecclesia .
Si en la eleccion de las doctrinas no debiese yo aten-
der mas que á mis sentimientos y deseos , os digo inge-
nuamente que , en vez de tratar del matrimonio , preferiria
hablaros de la virginidad , persuadiéndoos , suplicán-
doos que consideraseis seriamente las grandes ventajas
de esta virtud , que hace á los hombres en la tierra se-
mejantes á los ángeles del cielo , á fin de que enamora-
dos de ella , reprimieseis los deseos de la carne , vivie-
seis solo para Dios , y descansaseis tranquilos en la
385 ―

práctica de la piedad y en la meditacion de las verdades


eternas .
Pero como el matrimonio es un estado instituido por
Dios , bendecido por Jesucristo y autorizado por la Igle-
sia , es de mi obligacion instruir á los que sois llamados
á él , para que reconociendo su santidad y las obligacio-
nes que le son esenciales , os conduzcais cristianamente
en este género de vida , en el cual , como en cualquier
otro , podeis obrar vuestra propia santificacion . Y esta ,
hijos mios , es una de las materias mas interesantes que
en el curso de nuestras pláticas se nos puedan ofrecer ;
porque del estado del matrimonio depende todo el bien
y el mal , no solo el temporal , sino el eterno ; no solo
el de las familias , sino el de los estados ; no solo el de
los estados , sino el de toda la Iglesia en comun .
Suponed un matrimonio arreglado segun la ley de
Dios en este matrimonio reina la paz y concordia con-
yugal ; en la paz y concordia conyugal florece la buena
educacion de los hijos ; de la huena educacion de los
hijos resultan sugetos que son buenos en cualquier esta-
do ó carrera que emprendan : buenos sacerdotes , si
abrazan el estado eclesiástico ; buenos religiosos , si pro-
fesan en un claustro ; buenos padres , si entran en el
matrimonio ; buenos superiores , si han de mandar ;
buenos súbditos , si han de obedecer . Al contrario : su-
poned un matrimonio malamente concluido : en este ma-
trimonio reina una anarquía completa , una guerra con-
tinua , un odio irreconciliable entre marido y mujer ; la
familia crece sin educacion , embebida de malos ejem-
plos , amaestrada en todo género de iniquidad , y así
propaga despues el desconcierto y el desórden en todas

las carreras á que se dedica .


Con esto podeis conocer , hijos mios , con cuanta aten-
T. I. --- 25
386

cion debeis escuchar las doctrinas pertenecientes á este


sacramento , cuyo conocimiento ó ignorancia son raices
fecundas de bienes ó de males incalculables para la Igle-
sia y para la sociedad . Por hoy me limitaré á explicaros
la institucion del matrimonio , los efectos que produce
y el fin por el cual fué instituido ; de todo lo que con-
cluiréis , que es un sacramento grande , como lo llama
san Pablo.

El matrimonio , considerado en sí mismo , es la legíti-


ma union del hombre y la mujer para vivir juntos todo el
tiempo de la vida , á fin de dar y educar hijos á Dios y á
la sociedad . Esta union no fué siempre y en todo tiempo
el sacramento que es hoy dia ; pero siempre y en todo
tiempo fué un contrato instituido y bendecido de Dios ;
cosa que seguramente no conocen aquellos que no mues-
tran en el matrimonio mas que una propension pura-
mente carnal y del todo semejante á la de los brutos .
Dios , hijos mios , Dios criador lo instituyó en el prin-
cipio del mundo , cuando dió á Eva por compañera á
Adan . Oid lo que la Escritura santa nos dice sobre
el particular . << Luego que el Señor hubo criado á
Adan , dijo : No es bueno que el hombre sea solo ; ha-
gámosle una ayuda semejante á él . Hizo , pues , que
Adan entrase en un dulce y profundo sueño ; y estando
así dormido , le sacó una costilla , de la cual formó á la
mujer , y la presentó á Adan por consorte . Entonces
Adan con luz profética exclamó : Hé aquí ahora el hueso
de mis huesos y la carne de mi carne ; ... por esto dejará el
hombre á su padre y madre , y estará unido á su mujer , y
serán dos que formarán una sola carne . Y Dios los bendi-
jo , diciendo : Creced , multiplicaos , y llenad la tierra . »
De esta sencilla , pero divina historia , vosotros , hijos
387 ―

mios , debeis aprender algunas cosas que dan mucha luz


para el asunto que tratamos . La primera es el tiempo de
la institucion del matrimonio . Este no fué propiamente
instituido cuando Dios crió á Adan y á Eva , porque en-
tonces no hizo mas que formar los dos sexos ; sino cuan-
do despues de haber criado á Eva , la presentó á Adan ,
é hizo que los dos se viesen , se aceptasen y se ama-
sen . El ofrecimiento que Dios hizo á Adan de esta mu-
jer ,, y el que ella le hizo de sí misma , pidiéndole con
este acto de su ofrecimiento , que la recibiese por mu-
jer , así como ella estaba contenta de recibirle por ma-
rido , fué , segun los teólogos , un verdadero contrato
matrimonial , del que Dios mismo , que habia sido el
autor , quiso ser tambien el ministro y el testigo . Des-
pues que el Señor hubo criado á Eva , no la dejó con
Adan para que los dos celebrasen á solas el contra-
to matrimonial ; sino que quiso intervenir él mismo en
aquel acto , ofreciendo al esposo la mano de la esposa .
¿Y porqué lo hizo ? No solo para declararnos la santidad
del matrimonio , al que no se desdeñó de asistir como
padre de los contrayentes ; sino tambien para manifes-
tarnos la libertad que debe haber en este contrato , para
el cual es absolutamente necesario el libre y mutuo

consentimiento de ambas partes ; pues el matrimonio


no quedó definitivamente contraido hasta que Adan y
Eva hubieron prestado libremente su mutuo consenti-
miento .
De esto debeis deducir , que el recíproco consenti-
miento de las partes , es decir , aquel sí, Padre , que res-
ponden al sacerdote los contrayentes en el acto de ca-
sarse , es la causa eficiente del matrimonio ; y la union
que de él resulta entre el tal hombre y la tal mujer , es
lo que forma la esencia del matrimonio mismo . Pero
388

¿ qué union , hijos mios ? Union por la cual la tal mujer


pertenece exclusivamente al tal hombre , y el tal hom-
bre pertenece exclusivamente á la tal mujer ; union no
solo de cuerpos , sino tambien y mucho mas de afectos
y de voluntades ; union por la cual de dos personas vie-
ne á formarse una sola persona segun el espíritu y segun
la carne ; union , en fin , estable , permanente y perpe-
tua hasta á la muerte de uno de los dos contrayentes .

Aquí teneis las dos propiedades principales del ma-


trimonio , á saber : la indisolubilidad y la unidad , que
son la segunda cosa que debeis aprender de la historia
referida al principio . La indisolubilidad debeis recono-
cerla en aquellas palabras que dijo Adan : Dejará el
hombre á su padre y madre , y estará unido á su mujer ; y
estas palabras indican que el matrimonio es un vínculo
perpetuo que queda indisoluble hasta la muerte . Es ver-
dad que entre los hebreos se introdujo el libelo de re-
pudio , por el cual el hombre y la mujer quedaban libres
para pasar á otro matrimonio ; pero este uso , ya fuese
lícito , como sostienen algunos teólogos , ya fuese sola-
mente tolerado , como defienden otros , fué ciertamente
abolido por Jesucristo , quien redujo el matrimonio á la

indisolubilidad en que fué instituido .


Esta ley podrá parecer demasiado dura ; pero si bien
se mira , no puede ser mas útil y ventajosa . Primeramen-
te , porque no pudiendo disolverse jamás el matrimonio ,
es natural que se proceda con mayor cordura y refle-
xion en contraerlo , rogando á Dios , consultando perso-
nas prudentes , y atendiendo mas á las costumbres y
virtud del sugeto , que á la hermosura del cuerpo y á
las riquezas temporales . En segundo lugar , porque si
el matrimonio pudiese disolverse , ¿ dónde iríamos á pa-
rar ? Raras veces faltarian motivos para procurarlo ; las
389

discordias y los odios se aumentarian , y este santo es-


tado se convertiria en piedra de escándalo , en que á ca-
da paso vendria á tropezar la honestidad de los casados .
De estos escollos salva en gran parte la ley de la indi-
solubilidad . Considerando los casados que , aunque por

justas causas se separen , quedan siempre ligados con


un vínculo que no les permite contraer nuevas alianzas ,
se hacen mas comedidos , procuran conservar la paz ,
sufrirse mutuamente , y moderar sus pasiones . De modo
que los casados por el propio bienestar deben bendecir
la ley de la indisolubilidad restablecida por aquella sen-
tencia de Jesucristo : Quod Deus conjunxit , homo non se-
paret.
La otra propiedad del matrimonio es la unidad , y es-
to es lo mismo que decir , que el matrimonio es de su
naturaleza vínculo de uno solo con una sola . Nunca fué

lícito á una mujer el tener muchos maridos , porque es-


to seria un desórden que horrorizaria á la naturaleza ;
pero fué lícito á los hombres alguna vez el tener mas
de una mujer , como nos lo demuestra la historia de los
antiguos patriarcas . Mas como este uso no estaba libre
de muchos inconvenientes , y era solamente tolerado en
atencion á la necesidad perentoria de propagar el géne-
ro humano , Jesucristo lo revocó , y restituyó el santo
matrimonio á su unidad primitiva , diciendo : Et erunt
duo in carne una.

Explicadas las propiedades del matrimonio , pasemos ,


- Os ad-
hijos mios , á ver los fines de su institucion .
vierto que entramos en un punto mas interesante y
práctico que los que hemos tocado hasta ahora ; pues él

os hará ver cuales son los fines que debeis prefijaros


al contraer matrimonio .

El primero puede ser el mismo que Dios se propuso


390-

en su institucion , el cual fué establecer por este medio


una dulce y agradable sociedad , por la cual el hombre
y la mujer pudiesen auxiliarse mutuamente en los tra-
bajos , cuidados y educacion de la familia , compartien-
do entre sí , como buenos compañeros , los consuelos y
los trabajos , las fatigas y el reposo , los bienes y los
males . Por lo tanto , si vosotros veis que no podeis lle-
var solos la carga de los cuidados domésticos , podeis
elegiros una amable compañera que os ayude en ello ;
pues á este objeto dijo el Señor : Non est bonum homi-
nem esse solum faciamus ei adjutorium simile sibi.
Un otro fin muy legítimo y santo podeis tambien pro-
poneros contrayendo matrimonio , y es encontrar en él
un saludable remedio contra el vicio de la incontinen-

cia . El matrimonio que fué instituido por Dios en el es-


tado de la inocencia al objeto de propagar la especie
humana , despues del pecado ha sido concedido por Dios

para remedio de la principal herida abierta por el pe-


cado mismo , á fin de que quien no quiera ó no pueda tole-
rar la rebelion de la carne , se valga de él para librarse
del peligro de incontinencia . Y aquí diré de paso , que
ciertas personas harian muy bien en tomar este reme-
dio ; porque al fin siempre es mejor casarse , que vivir
en un estado continuo de pecado y de perdicion : Melius
est nubere , quam uri. Nada mas diré sobre el particular ;
porque quien ha de entenderme ya me entiende .
El último fin , y al mismo tiempo el mas noble , que
podeis proponeros en el matrimonio , es tener hijos que ,
reengendrados en la gracia por el santo bautismo y cris-
tianamente educados , sirvan para glorificar á Dios en
esta vida y en la otra.
Decidme ahora , hijos mios : & son estos los fines , son
estas las intenciones que comunmente se tienen al con-
391

traer matrimonio? Al contestar á esta pregunta , mejor


fuera morderme el labio y guardar profundo silencio ,
porque he de decir cosas que hacen poco favor al pue-
blo cristiano . Las mujeres no tienen de ordinario otra
mira que sustraerse á la dependencia y sujecion de los
padres , entrar en el mando de una casa , y hacer figu-
ra en la direccion de una familia . ¿ Y los jóvenes ? Estos
solo piensan en cobrar una buena dote , en colocarse en
una posicion ventajosa , en tener hijos á quienes puedan
trasmitir el nombre , el orgullo y el patrimonio de la
casa. Y pluguiera á Dios que no se mezclasen otros fi-
nes todavía mas bajos y detestables ! ¿ Cuántos entran en
el matrimonio no mas que por un instinto de concupis-
cencia , á manera de las bestias insensatas ?...
Aquí pudiera concluir la plática , si no fuese por una
observacion que me ocurre hacer , y que acabará de
poner en claro la naturaleza del matrimonio . El matri-
monio , que en los tiempos anteriores á Jesucristo no era
mas que un simple contrato natural , en la ley de gra-
cia ha sido elevado por el mismo Jesucristo á la digni-
dad de un verdadero sacramento . De modo que el ma-
trimonio entre los cristianos no es solamente un oficio de
naturaleza , como lo es entre los gentiles y los idólatras ;
sino una cosa sagrada y santificada por el Señor , uno
de los siete sacramentos de la Iglesia que consagra y
santifica á los esposos en el acto de contraerlo . De lo
que resulta, que entre los cristianos no puede celebrarse
dignamente , si no se celebra con espíritu de santidad y
religion , y con una conciencia libre de pecado grave .
Así que , hijos mios , si la juventud , si la ocasion , si
el demonio os hubiesen precipitado en alguna torpeza ,
debeis purificaros antes con una buena y saludable con-
fesion , á fin de no incurrir en un sacrilegio y privaros
392-

de la gracia del sacramento . Y para que vuestra confe-


sion sea verdaderamente tal , os aconsejo no diferirla ,
como acostumbrais , hasta el mismo dia de casaros ,
cuando todas las cosas están ya prevenidas y el séquito
se halla reunido en la iglesia . Porque si vosotros , como
á veces sucede , me venís entonces para confesaros , reos
de muchos pecados y pecados recientes , y con una con-
ciencia tan enredada y mal dispuesta , que yo no pueda
formar juicio de que sois dignos de la absolucion ; po-
dréis vosotros decirme , que el matrimonio no se puede
diferir , que todo está preparado, que los convidados aguar—
dan todas estas razones no podrán jamás autorizarme
para absolveros ; y con harto sentimiento mio os veréis
en la dura alternativa , ó de diferir el matrimonio , ó de
cometer un sacrilegio . Para no hallaros en tales aprietos
y angustias , anticipad la confesion , tomad el tiempo
que sea menester para arreglar la conciencia antes que
el lance llegue . De este modo recibiréis los frutos del
sacramento , esto es , una gracia multiforme que os dará
todos los auxilios especiales que sean menester para
conduciros santamente en el estado del matrimonio , y
asegurar en él vuestra eterna salvacion . Amen .

PLATICA XVIII.

OBLIGACIONES DEL MATRIMONIO .

Mulieres , subditæ cstote viris,


sicut oportet in Domino . Viri , di-
ligite uxores vestras , et nolite
amari esse ad illas. Coloss . II ,
18 et 19.

Aquel Dios que nos llama á todos indistintamente al


cielo , no nos llama á todos por el mismo camino , sino á
393-

unos por uno , á otros por otro . Como él es dueño abso-


luto de todos , á cada cual le señala su lugar , le deter-
mina sus funciones y le designa el estado en que quiere
le sirva . El que escoge un estado diferente del que Dios
le ha designado , siente un malestar continuo , pasa in-
utilmente la vida , y al fin por regla comun se pierde .
Así como unas plantas crecen muy bien entre las aber-
turas de las peñas , y otras no medran sino en terreno
craso y fértil ; unas apetecen la sombra y el fresco , y
otras no prosperan sino estando expuestas á los rayos
ardientes del sol ; así nosotros , unos somos criados para
servir á Dios en el mundo , otros para servirle en la Igle-
sia ; uno que se perderia en el siglo , logra salvarse en el
claustro ; otro que en el claustro se condenaria , consigue
salvarse en el siglo . Lo que importa es elegir con dis-
cernimiento , consultar la voluntad de Dios , y antes de
decidirse por un estado hacer lo que hace un caminan-
te que vé delante de sí muchos caminos sin saber cual

de ellos debe tomar ; quien antes de emprender nin-


guno , piensa , delibera , pregunta y se informa .
Y si esto debe hacerse en todos los estados , ¿ podrá
exceptuarse el del matrimonio ? Todos convienen en que
para entrar en el estado eclesiástico y religioso , se ne-
cesita una vocacion particular ; mas para el estado del
matrimonio se figuran que no hay tal necesidad . Sin em-
bargo yo soy de opinion , que si en el mundo hay un es-
tado que no se deba elegir sin un manifiesto llamamien-
to de Dios , es el estado matrimonial . Se dice comun-
mente que el matrimonio es la religion mas pesada y
austera de todas , y se dice una verdad ; pues este esta-
do lleva consigo gravísimas obligaciones que cumplir ,
cruces difíciles que soportar , y peligros no pequeños de
perderse .
394-

Si tal es la condicion de los casados , dirá alguno , lo


mejor será mantenerse célibe : Si ita est causa hominis
-
cum uxore, non expedit nubere . A esto responderé lo
que Jesucristo respondió á los que le propusieron este
reparo : Non omnes capiunt verbum istud : la perpetua
virginidad no es virtud de todos ; y así podrá casarse
quien se sienta llamado de Dios á hacerlo , y con tal que
cumpla las obligaciones de este estado , podrá santifi-
carse como cualquier otro . Cuales sean las obligaciones
que impone el matrimonio , es lo que voy á explicar .

Cuatro son las principales obligaciones que el matrimo-


nio impone á los casados : amor recíproco , fidelidad inal-
terable , honestidad conyugal y cohabitacion perpetua .
El primer deber , que es el fundamento y la base de
todos los otros , es amarse mutuamente . No hay cosa
mas intrínseca y esencial al matrimonio , que este amor
recíproco y este espíritu de union . Cuando se dice que
el matrimonio es la union del hombre y de la mujer , no
se entiende solamente una union material y de cuerpos ;
sino tambien y principalmente de corazones y volunta-
des , por la cual de dos voluntades se venga á formar
una voluntad sola y un solo espíritu . Tanto es ello así ,
que la sola union moral de los ánimos , sin la union ma-
terial de los cuerpos , basta por sí para formar un ver-
dadero y legítimo matrimonio , como lo fué entre Maria
santísima y san José , quienes contrajeron matrimonio
verdadero , no obstante que tenian el voto y el ánimo
de guardar perpetua virginidad .
Pero este amor de que os hablo , ha de tener ciertos
caractéres y ciertas condiciones . Primeramente ha de ser
un amor verdadero , es decir , no de solas ternuras y
oficiosidades ; sino un amor de hechos y de obras , un
- 395 -

amor que induzca á los casados á interesarse vivamente


el uno por el otro , á disimularse y sufrirse caritativa-
mente en sus defectos , á servirse y auxiliarse mutua-
mente en las necesidades tanto del cuerpo como del al-
ma , á repartirse el peso , los cuidados y trabajos de la
vida .

En segundo lugar , ha de ser un amor constante , esto


es , un amor que dure tanto como la vida , un amor que
sea siempre el mismo , tanto en los primeros dias del
matrimonio como en los años siguientes , tanto en la ju-
ventud como en la vejez , tanto en el tiempo de salud
como en el tiempo de enfermedad . Comprendo que este
amor no podrá ser siempre igual en sensibilidad y ter-
nura ; pero en el fondo y en la sustancia puede y debe
quedar siempre el mismo sin alteracion ni menoscabo .
Por último , ha de ser un amor cristiano , es decir , un
amor que tenga la caridad por principio y la salvacion
eterna por fin ; un amor que contribuya á la mutua san-
tificacion , y que no sirva jamás á ella de impedimento y
de obstáculo : un amor que mantenga á los consortes
estrechamente unidos con Dios , sin que llegue al punto
de condescender con ciertas pretensiones ilícitas , ni de
apropiarse el uno los pecados y las pasiones del otro .
Así , por ejemplo , si vuestra mujer ha recibido una in-
juria de alguna persona , os es permitido tomar parte
en su afliccion , y aun procurarle la satisfaccion debida :
pero hacer vuestros sus odios y resentimientos ; pero
aprobar sus desafueros ; pero secundarla en cuanto la
cólera y el espíritu de venganza pueden inspirarle ; este
no es obrar de buen marido y de marido cristiano .
Igualmente , si el marido tiene alguna pretension imper-
tinente y estrambótica , que no esté en oposicion con la
ley de Dios , os será permitido , mujer , ser condescen-
396-

diente y complacerle ; pero si su pretension tiende á


traspasar los límites que la ley de Dios ha señalado al
matrimonio , no será obrar como mujer cristiana con-
descender á ella y secundarla .

Estos son , hijos mios , los caractéres propios del amor


conyugal ; pero ¡ qué raro es encontrar entre los con-
sortes un amor que esté revestido de estos caractéres !
Ordinariamente faltan ó por exceso ó por defecto : ó se
tienen un amor estúpido y ciego que les induce á com-
placerse mutuamente hasta el punto de perjudicar á la
propia conciencia ; ó se tienen un amor lánguido é indi–
ferente , que degenera en desafecto , en desunion y en
reyertas diarias . Estos son extremos viciosos , que voso-
tros , hijos mios , debeis con cuidado evitar .
Otro deber de los casados es la fidelidad , una fideli-
dad inviolable , por la cual el marido sea todo y única-
mente de la mujer , y la mujer sea toda y exclusivamen-
te del marido . Y noten bien esto ciertos maridos , los
cuales en esta parte se reputan mas libres que sus con-
sortes . Mientras pretenden que sus mujeres sean un sa-
crario de pudor y honestidad , ellos se arrogan el dere-
cho de obsequiar á otras , como si por ser maridos tu-
viesen un privilegio exclusivo . Quítense de la cabeza
tal error : la obligacion en este punto es mutua , y
corre igual tanto de una parte como de la otra . En otros
puntos la superioridad podrá ser del marido , y de la
mujer la sujecion ; pero en punto de fidelidad no hay su-
perioridad ni sujecion , sino una igualdad perfecta .
¿ Y en qué consiste la fidelidad ? Consiste primera –
mente , en que los casados no dén á otros ninguna liber-
tad sobre sus personas . La violacion del tálamo es aquel
pecado horrendo y monstruoso que se llama adulterio ;
pecado que es la peor plaga de los matrimonios y la
397-

suprema de todas las iniquidades ; porque á mas de la


malicia comun á todos los pecados de carne , encierra
en sí la malignidad de la injusticia y la violacion de
aquella fidelidad recíproca , que se juraron al pié de los
altares , y de la cual Dios es testigo y garante .
Y no creais que la fidelidad conyugal no obligue á
mas que á evitar el monstruo del adulterio ; porque
obliga tambien á no dar á otros ningun ascendiente so-
bre el propio corazon , á no fomentar aficiones , á no te-
ner apegos , á no enredarse en cortejos con personas ex-
trañas . Toda especie de afectacion , todo deseo de agra-
dar , todo lo que pueda infundir desconfianza , celos y
sospecha en el ánimo del consorte , debe evitarse como
contrario á la fidelidad .
A mas de la fidelidad , tienen los casados otra obliga-
cion muy grave que cumplir , y es la honestidad conyu-
gal. Poco diré sobre el particular ; porque prefiero que
cada cual lo aprenda de su confesor , á quien podrá con-
sultar si alguna duda ó algun escrúpulo le molesta . Di-
ré no obstante , que no todo es permitido á los casados ;
que Dios les ha fijado ciertos límites que no deben tras-
pasar , y que muchos por traspasarlos andan condenados
eternamente .
El último deber de los casados es la perpetua cohabi-
tacion , lo que quiere decir , que las personas casadas
deben vivir juntas y no separarse , menos que razones
gravísimas obliguen á ello , y esto despues de haber
tanteado todos los medios de impedirlo . Inútil parece
hablar de esta obligacion , puesto que es una consecuen-
cia legítima de cuanto se ha dicho sobre el amor que
deben tenerse los casados ; pero como las separaciones y
los divorcios se hacen cada dia mas frecuentes , no será
tiempo perdido hacer de ella un exámen particular .
398 -

¿Qué debemos decir de los que se separan ó divor-


cian ? ¿Se ha de condenar á todos indistintamente ? No.
Los divorcios considerados en sí mismos son ciertamen-
te un gran mal ; ya porque deshacen una union que Dios
quiere sea estable y perpetua ; ya porque son escanda–
losos al público , á quien ofrecen abundante materia de
censuras , murmuraciones y sátiras ; ya porque son fa-
tales á las mismas personas que se separan , las cuales
es muy posible que contraigan otras alianzas no muy
legítimas y honestas .
Esto no obstante , así como hay males que se dicen
necesarios , los cuales se permiten para evitar un mal
mayor ; así no negaré yo que haya causas justas , que en
el juicio de la autoridad competente , hagan lícita y tal
vez necesaria la separacion de los consortes , como por
ejemplo , adulterios , violencias , atentados contra la vi-
da , ocasion inevitable de pecado , etc. Pero hablando
ingenuamente , ¿ pueden la mayor parte de los divorcios
alegar estas causas á su favor ? Estoy cierto que no . Bien
examinados los motivos , no suelen ser otros que , ó

amores ilegítimos que hacen insoportable el yugo matri-


monial , ó un espíritu de mutua intolerancia , que nada
quiere sufrir . Es fácil echar polvo á los ojos de la justi-
cia humana , para que no pueda descubrir el fondo de
la verdad ; pero á Dios no se le engaña así facilmente .
Si los casados se tuviesen un amor verdadero , constan-
te Ꭹ cristiano , de este amor resultaria la fidelidad , de la

fidelidad provendria la castidad conyugal , y por último


resultado la cohabitacion perpetua .

Estos son , hijos mios , los principales deberes del es-


tado matrimonial , en vista de los cuales no puedo dejar
de deciros lo que san Pablo escribia á los de Corinto :
Yo á nadie obligaré á que se case ó á que se mantenga
399 G

soltero ; porque el Señor no me ha dado sobre esto nin-


guna órden expresa : præceptum Domini non habeo ; pero
sí daré un consejo que me inspira la caridad . ¿ Eres ca-
sado ? Vive contento , y no busques la separacion . ¿ Eres
soltero ? Déjate de buscar mujer . Si la tomares , cierta-
mente no pecarás ; como ni tampoco pecará la vírgen ,
si toma marido ; pero desde ahora pronostico al uno y á
la otra , que una vez colocados en el matrimonio , no les
faltarán disgustos , cruces y tribulaciones : tribulationem
tamen carnis habebunt hujusmodi . Quiera el Señor conce-
deros una luz superior para no errar en un punto de tan-
ta consecuencia . Amen .

FIN DEL PRIMER TOMO .

INDICE.

Dedicatoria. pag . 5
Prólogo. 7
PRIMERA PARTE. - EL SÍMBOLO .
PLÁTICA I. -Necesidad de la instruccion cristiana . 13
II.-El Símbolo en general. 21
III.-Existencia de Dios. 28
IV. Naturaleza de Dios y sus atributos. 36
V. -Unidad de Dios . - El corazon dividido . 44
VI.-Inmensidad de Dios . -El pecado en su presencia. 51
VII.-La santísima Trinidad . - Dios padre del hombre. 58
VIII.-La creacion del mundo .-Providencia de Dios. 67
IX. -Creacion y fin del hombre .. 71
PLÁTICA X.- La redencion del hombre . - Obligacion de servir á Dios
desde la primera edad. pag. 82
XI.-Encarnacion del Hijo de Dios . - Excelencia de la castidad . 92
XII.-Nacimiento de Jesucristo .-El pecado impuro. 101
XIII.-El porqué del nacimiento de Jesus. - - Remedios para la
lascivia. 109
XIV.-La pasion de Jesucristo. - El pecado en el cristiano . 119
XV.-Descendimiento de Jesucristo á los infiernos.- Peligros de
quien peca en confianza de la confesion.. 128
XVI.-La resurreccion de Jesucristo. 1 Resurreccion mística del
alma. 137
XVII.-La ascension de Jesucristo.-Deseos de un cristiano en su
destierro . 147
XVIII. -El alma en el juicio particular.. 156
XIX.-El género humano en el valle de Josafat. 165
XX.-El Espíritu santo .-El alma en estado de gracia. 175
XXI.-La Iglesia católica.. 183
XXII.-La comunion de los Santos .-Efectos del pecado en el alma. 193
XXIII.-La remision de los pecados.-Beneficio de la santa confesion. 201
XXIV.-La resurreccion de la carne.. 210
XXV.-La vida eterna.- Entrada de un justo en el cielo.. 217
XXVI.-Los bienes del cielo . 226
XXVII.-El infierno. 233
SEGUNDA PARTE. -LOS SACRAMENTOS .

PLÁTICA I.-Los sacramentos en general. 249


II.-El Bautismo. — Grandes obligaciones que impone al cris-
tiano . 257
III.-La Confirmacion . El soldado de Jesucristo puesto en
campaña.. 267
IV.-La sagrada Eucaristía . 276
V. -Obligacion de recibir la Eucaristía , y disposiciones para
recibirla dignamente. 284
VI.-Frutos de la buena comunion. 293
VII.-Tres injurias que se hacen á Jesucristo en la Eucaristía . 300
VIII.-Noticia general del sacramento de la Penitencia.. 309
IX.-El exámen de la conciencia.. 316
X.-El dolor de los pecados . 325
XI.-El propósito de no pecar.. 331
XII.-Ocasiones próximas. 342
XIII.- La confesion sacramental . 351
XIV. La satisfaccion sacramental .. 360
XV.-La Extrema -uncion . 368
XVI.-El Orden sagrado. 376
XVII.-El Matrimonio. 384
XVIII.-Obligaciones del matrimonio. 392

FIN DEL ÍNDICE .

La aprobacion del Ordinario se hallará en el siguiente tomo.

1977
2387
BIBLIOTECA DE MONTSERRAT

13020100017569

BIBLIOTECA
DE
MONTSERRAT

D
Secció XXI

Format 89

177/1
CAT

Biblio

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