Nina, una antigua sirvienta de una casa acomodada ahora en ruinas, se esfuerza
por ayudar a su señora, doña Paca, una burguesa antiguamente rica y a sus hijos,
mendigando en las iglesias madrileñas mientras oculta el origen de su escaso
dinero. Para mantener las apariencias, inventa que sus ingresos provienen de un
supuesto trabajo para un sacerdote generoso llamado don Romualdo. Además,
establece una amistad con Almudena, un ciego de origen árabe y religión judía
que comparte con ella historias fantásticas y milagrosas.
Benina, una anciana que también vive en la pobreza, como tantos otros que
viven en la pobreza absoluta en Madrid, pero, a diferencia de todos, en medio de
su miseria toda ella es bondad, misericordia. No tiene odios de clase, ni deseo
de venganza, ni resentimientos por ofensas o insultos. Ella sufre como todos, o
incluso más, porque une a sus sufrimientos los de otros que la rodean; pasa
hambre como todos, pero reparte su comida con los que también la necesitan; es
tenida por ladrona por administrar el poco dinero mejor que su señora y por
delincuente por pedir limosna para que puedan comer en casa. Su bondad es
ignorada por la mayoría, aunque algunos, como Almudena y don Frasquito, que
irònicamente son un ciego y un loco, reconocen su verdadera belleza.
Un día visita a la señora de Benina un sacerdote, que se hace llamar
precisamente don Romualdo, para anunciarle que ha heredado de un lejano
pariente. Coincide esta buena noticia, que volverá a la familia Juárez una vez
más rica, con que Paca descubre que Benina estuvo mendigando y, ofendida y
en el colmo de la hipocresía social, la expulsa de la casa. A partir de ese
momento, Benina sigue cuidando de Almudena en los arrabales de Madrid,
perdona la ingratitud de doña Paca.
Comentario
“-Señá Benina (...)”
El nombre de Benina es elocuente, derivado de Benigna, lo que anticipa cómo
se la caracteriza con atributos de ángel o Cristo.
Misericordia es una novela dialogada, donde todos los personajes tienen voz, y
se intercalan numerosas observaciones documentales de Galdós, como la
detallada descripción de la Iglesia de San Sebastián al inicio de la novela
(aunque no aparezca en este fragmento).
"(...) he llegado a tal extremidad de miseria y humillación, que aceptarla la
peseta, sí, señora, la aceptaría, olvidándome de quién soy y de mi dignidad"
En Misericordia, los personajes se disponen en dos espacios sociales: la
burguesía empobrecida y la mendicidad, conectadas por Benina, quien transita
entre ambos mundos. En este caso, quien habla es Don Frasquito Ponte
Delgado, un hombre viejo, educado, imaginativo, de caballerosidad quijotesca y
absolutamente pobre, aunque intenta fervientemente disimularlo. Él ejemplifica
claramente el sentido del honor que caracteriza a estos burgueses caídos en
desgracia, que a menudo prefieren pasar hambre antes que recibir limosna.
Sienten una profunda humillación social y son esclavos de sus antiguas glorias y
apariencias. A este espacio pertenece también Doña Paca, la señora de Benina,
cuyo apego a su apariencia social la lleva a cometer la gran ingratitud final de la
novela: despreciar a la mujer que la ha salvado a costa de grandes sacrificios,
por haber obtenido su dinero de maneras humillantes.
"(...)¿cómo quiere usted que yo reciba ese anticipo, sabiendo, como sé, que
usted pide limosna para atender a su señora? No puedo, no... Mi conciencia
se subleva..."
Aquí entra en juego la segunda realidad social en la que se desenvuelve Benina:
la de los mendigos agolpados en la entrada de la Iglesia de San Sebastián, donde
Benina pide limosna a escondidas de su señora. Galdós retrata esta situación de
miseria mediante la observación directa, precisa y veraz de las zonas pobres de
Madrid.
Notemos también la caracterización lingüística del personaje de Don Frasquito.
Aunque en este fragmento no es tan evidente como en otras partes de la novela,
donde emplea arcaísmos y expresiones en francés o latín, vemos aquí un rasgo
de su estilo con frases como “mi conciencia se subleva”, una expresión que la
humilde y poco educada Benina difícilmente podría comprender.
"O no se convencía Ponte, o convencido de lo buena que sería para él la
posesión de la peseta, le repugnaba el acto material de extender la mano y
recibir la limosna. Benina reforzó su argumentación diciéndole: ‘Y puesto
que es el niño tan vergonzoso, y no se atreve con su patrona, ni aun dándole
a cuenta la cantidá, yo le hablaré a Bernarda, yo le diré que no le riña, ni le
apure... Vamos, tome lo que le doy, y no me fría más la sangre, Sr. D.
Frasquito’.”
Estos usos lingüísticos contrastan con los de Benina, como podemos ver en este
párrafo: emplea “cantidá” en lugar de “cantidad”, y el tono maternal revela su
carácter, al referirse a Frasquito como si fuera un niño (“el niño no quiere”).
En este fragmento también se percibe la capacidad argumentativa de Benina. A
menudo se la tacha de "sisona" o embustera, y aunque es hábil en mentir y
manipular, lo hace siempre con generosidad, benignidad y con un fin último de
caridad.
"Y sin darle tiempo a formular nuevas protestas y negativas, le cogió la
mano, le puso en ella la moneda, cerrole el puño a la fuerza, y se alejó
corriendo."
Este gesto remonta a la compleja psicología de los personajes en la obra. Ya no
estamos ante arquetipos simplificados, como los que abundaban en las novelas
románticas —“una bella y lánguida doncella”, “un judío médico de
sobrenaturales pociones”, “un hombre melancólico, imaginativo y defensor de
la libertad”—. En lugar de eso, Galdós nos presenta personajes complejos como
Benina: luminosa, aunque poco agraciada; misericordiosa y mentirosa; práctica
y servicial; astuta y mansa. Se preocupa tanto por saciar el hambre como por ser
bondadosa.
Otros ejemplos de estos personajes complejos son el ciego Almudena, gran
amigo de Benina, de raza árabe y religión judía, fiel y a la vez algo fanático,
violento y compasivo, autosuficiente y necesitado de amor. La mujer con quien
vive, Pedra, también es multifacética: Almudena dice de ella “Ser güena, ser
mala... Coger ella tudo, dar ella tudo”. Y Almudena, por supuesto, es fácilmente
identificable por su particular lenguaje judeo-español, otro rasgo de la maestría
de Galdós en la caracterización.
"Quedose parado y mudo; contempló a la Benina como a visión que se
desvanece en un rayo de luz..."
A lo largo de la novela, Benina es representada como un ángel o un ser divino.
En ocasiones, Galdós le pone en la boca palabras de Cristo, como las
Bienaventuranzas, o la sitúa en escenas que evocan un juicio injusto en el que
permanece callada, como una víctima inocente. Se le ve también como una
figura celestial que acoge a los necesitados.
Con sus novelas de espiritualistas de finales del siglo XIX, Galdós se une al
movimiento de renovación espiritual y de vuelta a los principios del Evangelio,
favoreciendo a los humildes y necesitados, tal como defendió el papa León XIII
en su encíclica Rerum novarum (1891), donde se revisó la doctrina social de la
Iglesia en favor de los pobres. Estas novelas de Galdós toman inspiración como
Tolstói o Dostoievski, y sus ideas de volver a una religión cristiana primitiva, de
los pobres y la compasión.
"...y con la derecha sacó el pañuelo y se limpió los ojos, que le lloraban
horrorosamente. Lloraba de irritación oftálmica senil, y también de alegría,
de admiración, de gratitud."
Podemos hacer tres notas importantes. Por un lado, la ironía y el humor propio
del narrador, incluso en las escenas más conmovedoras que intentan (y por ello
el humor) no llegar a sentimentalismos cursis. En segundo lugar, podemos
encontrar manifestado justamente lo que hablábamos del naturalismo
espiritualista en Galdós. Sin dejar de mostrarnos realidades duras, como la vida
entre los marginados de Madrid o el desprecio de los burgueses y de la Iglesia
hacia los necesitados, Galdós también se enfoca en los sentimientos religiosos
sinceros, la práctica de la caridad y las bienaventuranzas. Para él, la belleza del
espíritu sobrepasa la fealdad de la materia. Personajes como Benina o
Almudena, aunque vivan en la miseria, “poseen un alma resplandeciente”. Y,
por último, tras leer este pequeño fragmento podemos encontrar perfectamente
ilustrado lo que significa el título Misericordia, también tema central de la obra:
el corazón que baja a las miserias de los otros y se compadece.