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Unidad II - Los Evangelios - La Cuestión Sinóptica

La Unidad II se centra en el estudio de los Evangelios, destacando su origen apostólico y la historicidad de los mismos, que comunican fielmente la vida y enseñanzas de Jesús. Se exploran las similitudes y diferencias entre los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) y se presentan diversas hipótesis sobre su relación y redacción, incluyendo la teoría de las dos fuentes. Finalmente, se concluye que los Evangelios reflejan tanto la tradición oral apostólica como la creatividad de los evangelistas en su escritura.

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Unidad II - Los Evangelios - La Cuestión Sinóptica

La Unidad II se centra en el estudio de los Evangelios, destacando su origen apostólico y la historicidad de los mismos, que comunican fielmente la vida y enseñanzas de Jesús. Se exploran las similitudes y diferencias entre los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) y se presentan diversas hipótesis sobre su relación y redacción, incluyendo la teoría de las dos fuentes. Finalmente, se concluye que los Evangelios reflejan tanto la tradición oral apostólica como la creatividad de los evangelistas en su escritura.

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Unidad II – Los Evangelios

a. El Evangelio cuadriforme
En esta nueva unidad, nos dedicaremos al estudio de los Evangelios. Venimos
estudiando acerca de la importancia del Antiguo y del Nuevo Testamento, y que ambos
son fruto de una tradición oral puesta por escrito, gracias a la inspiración del Espíritu
Santo en autores sagrados.
Sin embargo, entre todos los escritos, el Evangelio cuadriforme cobra especial
importancia para los cristianos: son ellos los que nos revelan plenamente a Jesucristo,
nuestro Señor.

i. Origen apostólico de los Evangelios


Podemos rastrear el origen de “buena noticia” hasta el comienzo del Deutero-
Isaías. El alegre mensajero (mebasser) para Sión (Is 40,9) anuncia al pueblo desterrado
en Babilonia una buena noticia (bassorah): “Aquí llega el Señor Yahvé con poder, su
brazo lo sojuzga todo…” (Is 40,10).
Pero esta acción de dar una buena noticia la encontramos como una forma verbal
en el capítulo 61 de dicho profeta: “Me ha enviado… a dar la buena noticia a los
pobres”. (Is 61,1)
A lo largo del nuevo testamento, euangelizesthai (traducción de los LXX) ya no
solamente significa dar noticias buenas o partes de batalla, o novedades relativas al
culto o al Imperio, sino como anuncio del Evangelio. Jesús, por su parte, actualiza el
mensaje de esperanza de Is 40 por uno de cumplimiento: “El tiempo se ha cumplido y el
Reino de Dios ha llegado” (Mc 1,15). Este es el Evangelio predicado por Jesús.
Pero el Evangelio sobre Jesús fue predicado por los Apóstoles. Pablo predicó el
Evangelio de Cristo (Rm 15,19): “Él murió por nuestros pecados, fue sepultado, y
resucitó al tercer día…” (Cf. 1 Cor 15,3-4) Pablo entiende al Evangelio como el
mensaje de Cristo muerto y resucitado para nuestra salvación.
En los Hechos, encontramos a una especie de síntesis entre este sentido de
Evangelio de Cristo con el sentido de Evangelio de Dios, también paulino, y que
contiene el cumplimiento de las promesas en Jesús: “También os anunciamos la Buena
Nueva de que la Promesa que Dios hizo a los antepasados la ha cumplido…” (Hch
13,32). Pero el sentido profundo que subyace en los Hechos es que “Jesús es el Cristo”
(Hch 5,42).
Así, “Evangelio” terminó ampliando su significado, hasta identificarse tanto con
el cumplimiento de una promesa, con el mensaje de salvación, y con una Persona
concreta: Jesús de Nazaret.
Nos enseña el CVII:
«Nadie ignora que entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamento, los
Evangelios ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son el testimonio principal de
la vida y doctrina del Verbo Encarnado, nuestro Salvador.
La Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen origen
apostólico. Pues lo que los Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la
inspiración del Espíritu Santo, ellos y los varones apostólicos nos lo trasmitieron pro escrito,
fundamento de la fe, es decir, el Evangelio en cuatro redacciones, según Mateo, Marcos, Lucas y
Juan.»1

ii. La historicidad de los Evangelios


«La Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha creído y cree que los cuatro
referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús
Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de
ellos, hasta el día que fue levantado al cielo.

Los Apóstoles, ciertamente, después de la ascensión del Señor, predicaron a sus oyentes
lo que El había dicho y obrado, con aquella crecida inteligencia de que ellos gozaban,
amaestrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad.

Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las
muchas que ya se trasmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas
atendiendo a la condición de las Iglesias, reteniendo por fin la forma de proclamación de manera
que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús. Escribieron, pues, sacándolo ya
de su memoria o recuerdos, ya del testimonio de quienes "desde el principio fueron testigos
oculares y ministros de la palabra" para que conozcamos "la verdad" de las palabras que nos
enseñan (cf. Lc., 1,2-4).2

Como vemos, los Evangelios tienen el fundamento en la vida histórica de Jesús,


que luego fue proclamada por los Apóstoles y transmitida fielmente a las iglesias. De
allí, que los autores sagrados escribieron el mismo mensaje de maneras muy diferentes.
Pero esto trae consigo unas preguntas muy importantes: ¿por qué hay tres
evangelios muy parecidos, mientras uno difiere del resto? ¿A qué se debe que haya
algunas diferencias entre los parecidos? ¿Cómo se explicaría su redacción?
Por el momento, sólo nos ocuparemos de los primeros tres evangelios, llamados
sinópticos. El tratamiento de este problema se llama cuestión sinóptica.

b. La cuestión sinóptica
Los tres primeros evangelios son llamados “sinópticos” porque su gran afinidad
permite verlos juntos. Por ellos, se llama sinopsis al manual que, disponiendo el texto
de Mt, Mc y Lc en columnas yuxtapuestas, permite la visión simultánea y la
comparación de sus formulaciones. ¿Qué relación existe entre estos tres escritos? La
crítica de las fuentes entiende esto desde el punto de vista genealógico: la relación entre
los tres sinópticos es analizada basándose en la dependencia de uno respecto de otro; la
investigación trata, pues, de identificar qué evangelio tiene prioridad literaria respecto
de los otros.
Para ello, se han propuesto algunas soluciones que vamos a abordar en este
encuentro:

1
Dei Verbum 18.
2
DV 19.
i. Hipótesis del “Evangelio primitivo”
Los tres sinópticos serían obras independientes, derivadas de un evangelio
primitivo hoy perdido, redactado en hebreo o en arameo. G. E. Lessing (1729-1784) fue
el primero en proponer este modelo explicativo. Él pensaba en el Evangelio de los
hebreos o en el Evangelio de los nazarenos, mencionado por los Padres. Este proto-
evangelio habría contenido el relato exhaustivo de la vida de Jesús desde su nacimiento
hasta la resurrección. Cada evangelista habría tomado de ese relato los materiales que
consideró oportunos. A título complementario, a veces se postura que Mc dispuso de
una versión abreviada.

No explica las diferencias sustanciales, por ejemplo, en los relatos de la


infancia o en las últimas palabras de Jesús. Tampoco explica la ausencia de muchos
elementos de la narración en Mc, ni la notable presencia de material propio, con
respecto a Mt y Lc.

ii. Hipótesis de los fragmentos


Shcleiermarcher (1768-1834), autor de esta teoría, situaba la redacción de los
evangelios al término de un proceso de compilación de pequeños relatos independientes
unos de otros. Los pequeños fragmentos de los escritos habrían sido compilados de
manera ordenada en un relato (diégesis), según el Evangelio de Lucas (1,1). Cada
evangelista habría realizado su selección particular.

El defecto de este modelo explicativo es opuesto al del anterior: da cuenta de las


divergencias, pero no de las convergencias.
iii. Hipótesis de la tradición oral
En el trasfondo de la escritura de los evangelios no se disciernen textos ya
fijados, sino el flujo de una tradición oral que se remonta a los apóstoles. Las
concordancias se deben a la regulación apostólica de la tradición oral, mientas que las
divergencias reflejarían la huella dejada por cada evangelista en base a su círculo de
lectores.

El doble mérito de esta teoría consiste en la valoración de la transmisión oral en


la prehistoria de los Evangelios, así como la creatividad literaria y teológica cuya
influencia reconoce cuando la tradición es puesta por escrito. Ahora bien, más allá de
las semejanzas de género, las analogías estructurales entre un evangelio y otro superan
la capacidad de retención de la memoria; por otro lado, ¿acaso es posible atribuir las
notables diferencias sólo a la libertad expresiva de los evangelistas?

iv. Primera conclusión


Los tres modelos presentados nos permiten comprender las convergencias entre
los sinópticos o bien explicar sus divergencias, pero no explican a la vez las semejanzas
ni las diferencias. Para esclarecer este doble fenómeno, hay que introducir en el modelo
explicativo otro parámetro: las mediaciones literarias de un evangelio a otro. La
reconstrucción de la filiación pasa entonces de una derivación inmediata a un modelo
genealógico, es decir, un evangelio fue escrito antes que los otros dos.

v. Modelo de las dos fuentes


Este modelo explicativo deriva del anterior, y es desarrollado a finales del siglo
XIX. Aplica tres principios:

 Mc es el Evangelio más antiguo


 Una fuente denominada “Q” está en el origen de la doble tradición.
 Mt y Lc se han beneficiado de tradiciones particulares.
1. La triple tradición se explica por la prioridad marcana
La estructura de Mt y Lc muestra que estos dos evangelios retoman y adaptan
el escenario biográfico adoptado por Mc. En cambio, divergen entre sí cuando se alejan
de la narración marcana.
El material se encuentra en gran parte en Mt (523 versículos de los 661 de Mc).
Por el contrario, en Lc se encuentran sólo 364 versículos de Mc. ¿Cómo explicar esta
diferencia? Mt ha preferido tradiciones paralelas para toda una serie de perícopas
marcanas. Por otro, Lc se ha servido bastante de una tradición no marcana.
Se observa, no obstante, que una pequeña parte del relato de Mc no se
encuentran ni en Mt ni el Lc: su integración ha chocado con la teología de los dos
evangelistas, con su cristología o con razones de conveniencia redaccional.
Lengua y estilo en Mc son simples, prefiere emplear una lengua popular y
contiene numerosos semitismos. Mt y Lc hacen correcciones estilísticas y lingüísticas
que tienden a eliminar los semitismos más toscos.
El comentario del texto de Mc es abreviado pocas veces en Mt y Lc, pero
aclarado con frecuencia. Por ejemplo, Mc 8,29: “Tú eres el Cristo”, en Mt 16,16 es “Tú
eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”; y en Lc 9,20: “el Cristo de Dios”.

2. La doble tradición tiene como origen una segunda fuente, una fuente de logia
llamada Q, que Mt y Lc utilizaron independientemente
Mt y Lc tienen en común abundante material, totalmente ausente de Mc. Se trata
esencialmente de palabras de Jesús, con algunos textos narrativos. Conocemos esta
fuente, hoy perdida, gracias al hecho de que fue incluida en los dos evangelios;
originalmente fue llamada Q para indicar su naturaleza incierta.
Esta fuete debió llegar a los dos evangelistas en forma escrita y en griego. Las
identidades verbales atestiguadas por ambas partes no se explicarían de otro modo. La
hipótesis de una forma escrita se basa en el hecho de que las tradiciones tomadas de la
fuente muestran que siguen de cerca el mismo orden en los dos evangelios. Cada
evangelista trató la fuente según sus procedimientos redaccionales. Mt los reunió en
bloques temáticos, mientras que Lc introdujo el texto por bloques enteros, y por ello los
estudiosos se basan en él para reconstruir el texto de la Fuente Q según el orden lucano.
3. Mt y Lc dispusieron de tradiciones propias
Junto a Mc y Q, Mt y Lc tuvieron acceso por separado a un tesoro tradicional
particular. De él tomaron relatos y palabras exclusivos de sus respectivos evangelios. Ni
el material propio de Mt ni el de Lc ofrecen, desde el punto de vista literario o
teológico, una consistencia tal que indique la presencia de una fuente escrita. Por esta
razón, el modelo de las dos fuentes habla solamente de tradiciones propias, concebidas
en forma de documentos escritos o de relatos que circulaban en la tradición oral viva.
Este tesoro tradicional pertenecía a la comunidad de Mt o fue compilado en el curso de
las investigaciones que presidieron la escritura del evangelio de Lc.

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