Simbolos de Pertenencia Territorial
Simbolos de Pertenencia Territorial
TERRITORIAL: PARTICIPACIÓN
CIUDADANA PARA EL DESARROLLO
LOCAL
1 J. Gallastegui, Términos para la enseñanza de una geografía social, humanista y crítica, ediciones Facultad
1
dominados, estas estrategias de organización pueden ser muy útiles para superar
problemas de escasez de recursos y conflictos asociados a la deficiente distribución de
los bienes y servicios.
Se escoge este tema porque creemos necesario en la sociedad chilena, implementar
políticas de inclusión, es decir, incentivar a los habitantes del territorio a incurrir
activamente en los procesos de planificación, para habitar y construir su espacio
cotidiano desde la acción comunitaria. Estas acciones de organización —radios
comunitarias, clubes deportivos, centros juveniles o juntas de vecinos, etc.—
proporcionan dinámicas socioculturales que generan en los habitantes sentimientos de
apropiación e identidad, dos conceptos muy importantes para la construcción de
símbolos de representación social, que pueden manifestarse como una estética del
barrio y en la ocupación de los espacios públicos. Se cree que motivar a las
organizaciones comunitarias en estas dinámicas socioculturales debería ser una
política de Estado, incorporando estrategias de educación informal en la ciudad, que
faciliten y entreguen las herramientas necesarias para que los ciudadanos tomen
conciencia que ellos pueden construir y conservar los espacios públicos. Estas
motivaciones por parte del gobierno, podrían contribuir en la transformación de las
ciudades en lugares afectivos y ciudadanos más comprometidos y respetuosos con sus
entornos cotidianos.
Esta investigación, si bien es cierto, es planteada desde la geografía, tiene la
característica de ser interdisciplinaria, ya que para comprender los procesos de
percepción ambiental se acude a los aportes de las ciencias del comportamiento y
también utiliza influencia del urbanismo en los procesos de relaciones estructurales.
Las capturas de discursos populares y el análisis de los textos tienen gran influencia de
la antropología y la lingüística, respectivamente. No podemos dejar de nombrar la
investigación proveniente de la sociología, que aporta con el estudio de las relaciones
grupales en el territorio. Estos aportes teóricos-prácticos se enmarcan en una
globalidad (ciencias sociales), para abordar el tema de la valoración de los espacios
públicos y el sentido de pertenencia territorial.
La investigación hace una propuesta teórica desde la geografía social, utilizando el
paradigma de la geografía humanista, crítica y contrapuesta a los postulados
neopositivistas, para abordar la temática de la participación ciudadana desde la
geografía de la percepción, ligada a la filosofía fenomenológica, incorporando aspectos
de las ciencias sociales para comprender la percepción y cognición de los sujetos
respecto del territorio habitado. Se asigna importancia a la identificación de símbolos y
lugares de valoración, para planificar el territorio con y desde los ciudadanos. En este
aspecto, Néstor García Canclini señala “la identidad tiene su santuario en los
monumentos”, según esta frase y los antecedentes recopilados se asigna importancia a
las representaciones simbólicas que podrían generar valoración de lugares cotidianos
2
desde monumentos que representen la historia o el entorno de un lugar y puedan
fomentar desde un imaginario colectivo, la organización comunitaria de la población.
Esta propuesta de monumentos viene a contraponerse con la visión de dominio y hasta
decorativa de los símbolos que predominan en las ciudades modernas, carentes de
significado y relación simbólica con su entorno. Así lo muestra el poeta Nicanor Parra
(ver imagen nº1) en la exposición montada en el Centro Cultural Palacio la Moneda en
agosto del 2006, donde da a entender que los habitantes, al no sentirse identificados
con los monumentos, expresan sentimientos de rechazo.
La metodología que se utiliza en esta investigación es de tipo cualitativa, hermenéutica
y de naturaleza descriptiva, donde el investigador recoge la información en espacios
cotidianos, desde dentro de los grupos, buscando los espacios de significación para las
personas, por lo que, por ende, es de carácter inductivo, parte de datos observados o
recopilados en el área de estudio. Este tipo de levantamiento de información es
conocido como etnometodología, que “se ocupa de la organización de la vida
cotidiana”,3 y enfatiza lo subjetivo, lo inductivo y la síntesis.
Es evidente que los problemas de la globalización tienen incidencias a nivel local. “El
Estado está hoy mucho más moldeado por las reglas del juego que imponen el Fondo
Monetario Internacional, la Organización Mundial de Comercio y Banco Mundial, que
por las necesidades y demandas de su propia sociedad”.4 La planificación urbana,
orientada por principios económicos de rentabilidad, olvida que el territorio está
habitado por sujetos y asume que está habitado por clientes que demandan servicios
habitacionales, desplazamiento y consumo. Así, toma interés estudiar al sujeto, las
organizaciones comunitarias y los vínculos que estos materializan en el territorio
habitado. No se puede dejar de lado al gobierno local y las incidencias que este tiene en
la canalización de herramientas para el empoderamiento de las organizaciones
comunitarias y las repercusiones que pueden tener estas actividades en el territorio.
Toma interés conocer cómo se relaciona el hombre con el medio ambiente circundante,
cómo se construye la identidad y los sentidos de pertenencia territorial, la importancia
de los procesos de socialización, las relaciones sociales cercanas, los comportamientos
y costumbres que diferencian a un grupo de otro. Sabemos que los procesos recién
3Ibid.
4 M. Barbero. “Identidad y diversidad en la era de la globalización”, en Diversidad cultural, Consejo
Nacional de la Cultura y las Artes, LOM, Santiago de Chile, 2005, p. 29.
3
nombrados, se van modificando en el tiempo, según los sentimientos, ideas y creencias.
El individuo, en primer lugar, construye su identidad personal, posteriormente una
identidad colectiva y una territorial, determinadas por el grupo social al que se siente
perteneciente y al territorio que este grupo ocupa. Se torna necesario estudiar los
grupos humanos y por supuesto, la relación de estos con el entorno.
Las organizaciones comunitarias ocupan lugares determinados en el espacio
caracterizado por sedes, oficinas, lugares de reuniones, viviendas de dirigentes,
esquinas, canchas, plazas, entre otros espacios significativos y valorados, lugares que
son el núcleo de las relaciones sociales donde se materializan los intercambios de ideas,
comportamientos, creencias, objetivos, etc. Estos espacios afectivos pueden tener gran
importancia en la participación comunitaria, en la planificación municipal, en las
dinámicas sociales y, se cree, pueden ser la canalización para la intervención y
mantención de los espacios públicos.
Para fomentar el desarrollo endógeno, toma gran interés el gobierno local y las
herramientas que este sepa proporcionar al empoderamiento de las organizaciones
comunitarias, con el objeto de que puedan decidir e influir en el territorio que habitan
para descentralizar la toma de decisiones y poner en manos de la participación
ciudadana (organizaciones comunitarias) los territorios, su ocupación y mantención.
Al no considerar a las organizaciones comunitarias o a los sujetos en los procesos de
planificación, se generan desequilibrios en las intervenciones, ya que, no se producen
sentidos de apropiación y de pertenencia territorial, pues los sujetos no consideran las
intervenciones como propias, provocando negación a las acciones impuestas y al
territorio.
Se propone desde la filosofía de la centralidad, la confección de una cartografía
participativa para conocer a las organizaciones comunitarias desde dentro,
preguntándonos cuáles son los lugares de valoración para esos sujetos, para así poder
diseñar estrategias de ocupación, conocer problemas, proponer soluciones, y, en
síntesis, planificar el territorio con los habitantes.
De este planteamiento se extrae la siguiente pregunta de investigación: ¿Las
organizaciones sociales pueden autodelimitarse en el territorio que ocupan,
reconociendo símbolos que proporcionen valor y significado al territorio habitado? De
esta, se extrae el objetivo de la investigación.
El objetivo planteado refiere a analizar cómo las organizaciones comunitarias generan
símbolos de pertenencia territorial a través de una cartografía participativa para
valorar y significar el territorio.
4
MARCO TEÓRICO
5 Es la ciencia que estudia los fundamentos y métodos del conocimiento científico. H. Capel, Filosofía y
ciencia en la geografía contemporánea, Barcanova, Barcelona, 1981.
5
la cultura en el proceso de conocimiento del comportamiento humano y social.
− El neopositivismo nace a partir de la década del 50 del siglo pasado, por el
esfuerzo intelectual que se proponen los miembros del Círculo de Viena, donde el
“empirismo lógico” de la mano de los métodos cuantitativos, se posicionan en las
ciencias sociales, a través de las estadísticas y las matemáticas. Manteniendo la
experimentación como base de la producción de conocimiento, continuando con
el método inductivo, pero ya no para decidir sobre la verdad, sino que, la
probabilidad de verdad.
− Movimientos críticos o radicales, nacen en todas las ciencias sociales en la década
del 60 del siglo XX, en respuesta y contraposición al nuevo positivismo.
Sustentados en la cuestión psicológica y la valoración de la experiencia personal,
contribuyen a cuestionar los enfoques positivistas y generar un renovador interés
por corrientes filosóficas como la fenomenológica y el existencialismo. La filosofía
existencialista se presenta como no-metafísica, antihipotética y pretende no dar
sino una descripción de las realidades psicológicas existentes6 que critican la
reducción del hombre a un porcentaje o probabilidad.
6 La filosofía existencialista se presenta como no-metafísica, antihipotética y pretende no dar sino una
descripción de las realidades psicológicas existentes. Cita a Gallo en Op. cit. Gallastegui, 2006.
7 Op. cit. Capel.
6
la relación de los fenómenos humanos con el espacio geográfico. “La cuestión de la
unidad de la geografía, responde a las dificultades de integrar el conjunto de ramas
geográficas en un cuerpo teórico y metodológico único”.8 Las distintas ramas de la
geografía humana se han ido especificando, algunas han desaparecido por completo,
otras renacen con nuevos nombres y sustentos teóricos de otras ciencias sociales.
De las ramas de la geografía humana destaca la geografía social francesa, propuesta por
Pierre George, quien postula una geografía sensible a la realidad social, e incorpora, al
análisis espacial, las estructuras sociales, las diferenciaciones sociales, la marginación,
entre otros. El objetivo perseguido por este enfoque es el estudio de “la dimensión
social de la ciudad, la vinculación directa de los espacios urbanos con las estrategias de
los agentes sociales, el carácter del producto social que el espacio urbano posee, su
naturaleza de espacio de conflicto y lucha social”.9 Se comienza a estudiar lo urbano, las
ciudades por los problemas de sobrepoblación y la migración campo-ciudad que
generan desequilibrios en las formas de habitar la ciudad, materializado en problemas
de exclusión, pobreza, hacinamiento, etc.
La geografía humanista es un paradigma crítico, contrapuesto a los postulados
neopositivistas. Da importancia a los significados, valores, objetivos y propósitos de las
acciones humanas. Propone un enfoque comprensivo que permite el conocimiento
empático a través de la experiencia vital concreta, postula un enfoque globalizador y
subjetivo. Pasando de un análisis espacial, al análisis de un concepto abstracto, el lugar,
que es el ámbito de la existencia real de la experiencia vivida. Destacando la
importancia de los lazos afectivos al lugar y al paisaje cultural.10
De la geografía humanista nace la geografía de la percepción ligada a la filosofía
fenomenológica, existencialista e idealista. Utiliza el análisis intersubjetivo y no
descarta la implicación del investigador en el tema a través de la empatía con el medio.
Entre las características de esta perspectiva destacan los métodos cualitativos y
hermenéuticos,11 la visión antropocéntrica y holística de la relación del hombre con el
medio. Se trata de una visión pospositivista, reflexiva, que centra sus temas de
investigación en los valores morales del espacio y de sus usuarios, en la influencia de
variables culturales y sociales en el proceso cognitivo, en la valoración paisajística, en
el papel de símbolos y significados urbanos.12
Es necesario hacer una diferencia entre la vertiente humanista de la geografía de la
percepción, con la geografía de la percepción y del comportamiento, aunque las dos
1994.
7
estudian el espacio subjetivo, esta última es “restrictiva al situar el yo personal o
colectivo en un segundo plano de la formación de los hechos geográficos, es
mecanicista, ya que se apoya en el modelo de estímulo respuesta y convierte al hombre
en algo pasivo”.13 Estas dos formas de estudiar la percepción desde la geografía utilizan
teorías, métodos, técnicas y fuentes no solo distintas sino en ocasiones contrapuestas.
Después de haber definido el paradigma que sustenta esta investigación y haber
planteado que nos centraremos en el estudio de la relación del hombre con el entorno,
nos vemos en la necesidad de comprender los procesos mediante los cuales los
hombres conocen, estructuran, interpretan y expresan la información que capturan del
medio ambiente, para hacer valoraciones e identificar símbolos que generen sentidos
de pertenencia en el territorio habitado.
“Las colectividades humanas no viven con cada uno de los elementos del medio, sino,
con todos a la vez”
Pierre George
Para empezar con este apartado debemos definir medio ambiente, este “es el entorno
vital: el conjunto de elementos físicos, biológicos, económicos, sociales, culturales y
estéticos que interactúan entre sí, con el individuo y con la comunidad en que vive,
determinando su forma, carácter, comportamiento y supervivencia”.14 Ahora podemos
definir la percepción ambiental, como una propiedad mental, el medio ambiente
percibido es algo que supone “la superficie total a partir de la cual las decisiones se van
definiendo y que incluye elementos naturales y artificiales, reales e irreales,
geográficos, políticos, económicos y sociológicos”.15 Podemos suponer que el medio
ambiente percibido constituye el espacio de acción de los sujetos, puesto que lo que no
se conoce, no puede ser objeto de oportunidades para actuar. Por último, la cognición
ambiental es “el conocimiento, imágenes, información, impresiones y creencias que los
individuos y grupos tienen acerca de los aspectos elementales, estructurales,
funcionales y simbólicos de los ambientes físicos reales o imaginarios, sociales,
culturales, económicos y políticos”.16
13 Ibid.
14 D. Gómez, Evaluación de impacto ambiental, Agrícola Española, Madrid, 1998, p.13.
15 Brookfiel, H. “On the environment as perceived” in C. Board et al., ed., Progress in Geography, vol.1,
8
Para comprender los procesos humanos recién expuestos, podemos abordarlos desde
la psicología y desde la antropología. Aunque ambas direcciones admitan que la
cognición relaciona al hombre con su medio ambiente, la psicología hace hincapié en el
conocimiento del medio ambiente, mientras que la antropología afirma que los
procesos cognitivos convierten el mundo en algo significativo. Para efectos de esta
investigación, abordaremos el tema de la percepción y cognición ambiental desde la
antropología, ya que tiene una visión más concordante con el paradigma escogido de la
geografía humanista.
La visión antropológica sugiere que el esquema mental, las clasificaciones, las
taxonomías, y lo cognitivo, sean muy importantes para estructurar y actuar en el
mundo. Es necesario considerar las costumbres cognitivas con el fin de entender la
manera a través de la cual el medio ambiente es conocido y estructurado por los sujetos.
Las personas como organismos activos, adaptativos y buscadores de objetivos o fines,
estructuran el mundo a partir de tres factores esenciales: el organismo, el medio
ambiente y el medio cultural, los cuales se interrelacionan a fin de conformar
representaciones cognitivas.17
La manera a través de la cual el espacio y la gente en el espacio se organizan, refleja las
categorías cognitivas espaciales, temporales y sociales propias de la identidad social del
grupo considerado. La cognición en sentido antropológico, tiene que ver con la
construcción de lugares —físicos o sociales—, definiendo lo que se realiza, en dónde y
cuándo, quien está allí o aquí, y cuál es la diferencia entre aquí y allí.18
La cognición ambiental, según Rapoport, trata sobre la clasificación de los elementos
ambientales, las interrelaciones entre estos elementos (distancia y sistemas
direccionales) y la representación global o esquemas que sirven de medio de
orientación de las personas en un trozo de mundo. Es por estos esquemas que el autor
identifica aspectos básicos en la existencia de procesos de mapificación, a través de los
cuales la gente identifica dominios espaciales, define su lugar en ellos, se orienta en el
espacio y se mueve a través del mismo.19
No podemos dejar de considerar, al hablar de representaciones mentales, de los mapas
cognitivos. Francisco Rodríguez dice que “en la percepción del ambiente intervienen
tres partes: un ambiente real, un organismo animal y un ambiente simbolizado fruto de
la actividad cognitiva del organismo, que constituye un modelo subjetivo del medio
ambiente real, modificable por la experiencia, utilizable en la simulación y en la toma
de decisiones y cuya objetividad —esto es, su grado de ajuste al ambiente real—
eds., Stroudsburg, 1976, p. 3; A. Rapoport, Aspectos humanos de la forma urbana: hacia una confrontación
de las ciencias sociales con el diseño de la forma urbana, editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1991.
17 Ibid.
18 Ibid.
19 Ibid.
9
condiciona la eficacia de la acción. A este modelo le llama mapa cognoscitivo”.20 Pero
también están los mapas mentales definidos como “un dibujo de la ciudad que la
persona lleva en su mente: las calles, barrios, plazas, que son importantes para él de
algún modo enlazadas y con una carga emocional adjunta a cada elemento.21
Después de conocer las formas y las variables que influyen en los procesos de
percepción, cognición y representación, es necesario comprender cómo los individuos
expresan la información que tienen acerca de su medio ambiente. De esta forma, se
distinguen dos maneras de ejercer representaciones de las experiencias adquiridas,
una a través de los relatos y otra a través de esquemas mentales.
a. Ciudad e imagen
El conocimiento ambiental, se logra mediante un proceso que implica el
almacenamiento, la organización, reconstrucción y evolución de las imágenes de las
características ambientales que no están presentes en el momento. Las imágenes
sintetizan informaciones concretas y abstractas. “Las primeras, incluyen sistemas
paralelos de estructuración de la información; mientras que las abstractas son procesos
secuenciales. Todas las imágenes, sin embargo, son esquemáticas y, por lo tanto,
formadas a través de la integración de muchos elementos aislados”.22 Las imágenes y
los esquemas juegan un papel importante en la cognición ambiental. Las imágenes se
consideran, así como representaciones mentales de aquellas partes de la realidad
conocidas, a través de una experiencia directa o indirecta.23 Toda ciudad es la imagen
que tienen los ciudadanos de ella, estos, como sujetos constructores del territorio. Los
estudios de la imagen, toman en cuenta las perspectivas grupales de la percepción, que,
desde la ciudad, influye en los individuos y sus grupos. Para comprender las relaciones
de los imaginarios grupales con los sujetos se cita: “Las imaginaciones grupales edifican
mundos urbanos desde deseos colectivos. Nos desplazamos entonces desde la ciudad a
los ciudadanos, como creadores, estos de la realidad social”.24
Para referirnos a las imágenes mentales, debemos necesariamente citar a Kevin Lynch,
quien proporciona un marco de referencia para el estudio de la cognición en relación
con el ambiente, así como una metodología de investigación apropiada para el análisis
de los mapas mentales.25
10
Para percibir el medio físico, Lynch expone que existen influencias que actúan sobre la
imaginabilidad,26 como el significado social de una zona, su función, su historia e incluso
su nombre. Los contenidos de las imágenes de la ciudad referibles a las formas físicas,
pueden, para mayor comodidad, ser clasificados dentro de cinco tipos de elementos:27
− Sendas: son los conductos que sigue el observador normal, ocasional o
potencialmente. Pueden ser calles, senderos, líneas de tránsito, canales o líneas
férreas.
− Bordes: son los elementos lineales que el observador no usa. Son los límites entre
dos fases, rupturas, líneas de continuidad como playas, cruces de ferrocarriles,
bordes de desarrollo, muros. Constituyen referencias laterales y no ejes
coordinados.
− Barrios: son las secciones de la ciudad cuyas dimensiones oscilan entre medianas
y grandes, concebidas como de un alcance bidimensional, en el que el observador
entra en su seno mentalmente y que son reconocibles como si tuvieran un carácter
común que los identificara.
− Nodos: son los puntos estratégicos de una ciudad a los que puede ingresar un
observador y constituyen los focos intensivos de los que parte o a los que se
encamina.
− Hitos: son otro tipo de punto de referencia, el observador no está en ellos, sino
que le son exteriores, por lo general se trata de objetos físicos definidos con
bastante sencillez.
26 Cualidad de un objeto físico que le da una gran probabilidad de suscitar una imagen vigorosa en
cualquier observador. K. Lynch, La imagen de la ciudad, Gustavo Gili, Barcelona, 1998.
27 Ibid.
28 Ibid.
11
estructura y dejó de lado el significado”,29 a raíz de esta crítica que se le hace a Lynch,
nos vemos en la necesidad de buscar un autor que le asigne importancia y analice el
tema de la significación de las imágenes que se elaboran de la ciudad. Rapoport (1998)
dice al respecto que los significados ayudan a los elementos a ser notados y pueden
compartirse dentro de un grupo social. Aporta en la sistematización de la relación
sociedad y entorno, diciendo que “un barrio consolidado, implica la interacción entre
tres ámbitos fundamentales en la vida social urbana: físico, social y simbólico”. Este
autor desarrolla la conexión existente entre el medio ambiente físico y el medio
ambiente social, con el universo simbólico como eje de interacciones que penetra las
esferas físico-humanas provocando una interacción permanente de acciones,
emociones y materialización en la ocupación de los espacios. Para trabajar con los
significados y las valoraciones del territorio, se utiliza en esta investigación la acepción
que utiliza Rapoport de procesos de mapificación, como una parte de la cognición
ambiental relacionada a la clasificación y la interrelación de los elementos ambientales.
b. Ciudad y relato
Otra forma de representar las percepciones del medio ambiente es a través del lenguaje
o los relatos que los sujetos exponen al referirse al espacio que habitan. Estos expresan
una realidad vivida y un territorio construido, tienen una importante carga identitaria
y son muy útiles para valorar espacios populares, que es donde más abundan estos
relatos. Hay que exponer que los discursos emitidos por los medios masivos de
comunicación generan unificación de discursos, lo que atenta directamente a los relatos
populares, ya que se dan procesos de aculturación donde los sujetos reproducen
discursos ajenos a su entorno cotidiano. De esta manera, Martín Barbero plantea desde
el barrio una lucha por la identidad de los grupos populares.30
Lo popular “quiere decir que hace posible las aspiraciones y expectativas colectivas
producidas por y desde los grupos sociales de base”,31 el sentido de lo popular, emerge
en las prácticas que tienen lugar en las plazas, cementerios, rituales deportivos, radios
comunitarias, fiestas populares de barrio, etc., en todas estas prácticas se pueden
rastrear ciertas señales de identidad a través de las cuales se expresa, se hace visible un
discurso de resistencia o de réplica al discurso burgués. Al estudiar relatos populares,
lo que estamos investigando, o mejor, el lugar desde el que investigamos, no es la
literatura, sino la cultura. Se trata del discurso que articula la memoria del grupo y en
el que se dicen las prácticas, destacando, no la expresión de su vocabulario, sino la
12
expresividad de su saber contar.32
Saussure reflexiona sobre el lugar que ocupa la lengua en la vida social. Como la lengua
es un sistema de signos que expresa ideas, habría que considerar que la lingüística es
una rama del estudio de los signos, es decir, de la semiología, entendida como la ciencia
general del estudio de los signos, incorpora el análisis de discurso como un instrumento
que estudia la construcción social de la realidad. Existe una relación directa entre los
discursos emitidos y las prácticas sociales, dice Van Dijk (1977) “que existe una
dependencia de los signos respecto del texto y al contexto”.33 Por otra parte, Holliday
distingue tres metafunciones del lenguaje: ideológica que confiere estructuras a las
experiencias, interpersonal que fragua relación entre los participantes y textual que
confiere coherencia y cohesión a los textos.34
En conclusión, el estudio de la lingüística, es un aporte a cualquier análisis en ciencias
sociales, su carácter transdisciplinar, la hace una herramienta utilizada por distintas
disciplinas. Para efectos de la geografía, se utiliza la expresión espacial del discurso,
como un instrumento para conocer cómo estos influyen sobre la conformación de
espacio y la valoración espacial que pueden expresar los sujetos. Según José García “se
confiere identidad a una ciudad (o cualquier territorio) cuando lo verbalizamos de
manera oral o escrita”,35 así denotamos que el discurso es capaz de construir la imagen
que cada sujeto tiene de la ciudad. De esta misma manera, se puede aplicar el sentido
de identidad, a través de la verbalización a los discursos masivos que son
representativos de los grupos humanos u organizaciones comunitarias o sociales,
ejemplos de estas verbalizaciones son los himnos de clubes deportivos, canciones
populares, símbolos comunes que generan imágenes compartidas que expresan
significados similares, provenientes del territorio y las dinámicas que se dan en él,
traspasada en expresiones a los sujetos. “Esto significa analizar el discurso como
interacción social y desde esa perspectiva, el aspecto más decisivo lo constituye el
contexto o situación en la que este se produce”.36 El profesor García lo destaca muy bien,
dando importancia no solo a los discursos emitidos por los sujetos, sino también, a los
contextos, barrios, poblaciones, que dan un marco espacial a la construcción de las
verbalizaciones.
32 Ibid.
33 R. Wodak y M. Meyer, Métodos de análisis crítico del discurso, Jedesa, Barcelona, 2003.
34 Ibid.
35 J. García, “Imagen urbana y discurso: Valparaíso y la joya del Pacífico”, Revista Notas Históricas y
13
3. Hombre, territorio y símbolos
14
cualquier producción humana material o inmaterial.40
Expuestos los conceptos claves, podemos entrar en las relaciones simbólicas que el
hombre utiliza en sus procesos de socialización, desde los procesos cerebrales hasta los
procesos socioculturales que lo rodean. Desde luego, los procesos mencionados son
completamente distintos e impensablemente asociados, por un lado, lo biológico como
el potencial genético, estructuras cerebrales, conexiones sinápticas y regiones del
cerebro. Por otra parte, la cultura con el estudio de los papeles que existen en la
sociedad, las funciones de los individuos, circunstancias de las funciones, las metas que
se fijan, problemas que se plantean y pretenden resolver. Ahora, si incorporamos la
variable lingüística podemos comenzar a relacionar estas dos áreas del conocimiento,
y mejor aún, citar a Howard Gardner, profesor de psicología de la Universidad de Harvard,
y su libro La teoría de las inteligencias múltiples publicado en 1995 donde señala “el
dominio de los símbolos, construido por los eruditos, es idealmente adecuado para salvar
la brecha entre el sistema nervioso con sus estructuras y funciones y la cultura con su
papel y actividades”.41
Después de reconocer la importancia de los sistemas simbólicos en el ámbito del
conocimiento, podemos adentrarnos a las reacciones que provocan los símbolos (sin
ser las únicas) en los individuos como la identidad, la pertenencia, los imaginarios
sociales y, por supuesto, como es de nuestro interés, su relación y materialización en el
territorio.
40 L. San Martín, “Sentido común y desarrollo local: hacia una formulación de una cultura de lo cotidiano”,
en Territorio, historia local y patrimonio, Secretaría Ministerial Quinta Región Valparaíso, Departamento
de Cultura, 2002.
41 H. Gardner, Estructuras de la mente: la teoría de las inteligencias múltiples, Fondo de Cultura Económica,
15
manera que la identidad social de un individuo también pueda derivarse del
conocimiento de su pertenencia a un entorno o entornos concretos, juntamente con el
significado valorativo y emocional asociado a estas pertenencias.
El sentido de pertenencia a determinadas categorías sociales, incluye también el
sentido de pertenencia a determinados entornos urbanos significativos para el grupo.
Detrás de esta idea, se encuentra la consideración del entorno como algo más que el
escenario físico donde se desarrolla la vida de los individuos, sino un producto social,
fruto de la interacción simbólica que se da entre las personas que comparten un
determinado espacio. Los contenidos de estas categorizaciones vienen determinados
por la interacción simbólica que se da entre las personas que comparten un
determinado espacio y que se identifican con él, a través de un conjunto de significados
socialmente elaborados y compartidos. Es de esta manera como el entorno urbano
supera la dimensión física para adoptar también una dimensión simbólica y social. El
espacio urbano representa a nivel simbólico un conjunto de características que definen
a sus habitantes como pertenecientes a una determinada categoría urbana en un
determinado nivel de abstracción, y los diferencian del resto de personas en base a los
contenidos o dimensiones relevantes de esta categoría en el mismo nivel de
abstracción.
El imaginario social es un modelo de legitimidad e identidad. Según Bronislaw Baczko44
“es una de las fuerzas reguladoras de la vida colectiva. Al igual que las demás referencias
simbólicas, los imaginarios sociales no indican solamente a los individuos, su
pertenencia a una misma sociedad, sino que también, definen más o menos, los medios
inteligibles de sus relaciones con esta, con sus divisiones internas, con sus instituciones,
etcétera. De esta manera el imaginario social es igualmente una pieza efectiva y eficaz
del dispositivo de control de la vida colectiva y en especial del ejercicio del poder. Por
consiguiente, es el lugar de los conflictos sociales y una de las cuestiones que están en
juego de esos conflictos”. En el mismo contexto, pero desde la percepción individual,
Lynch incorpora el término imaginabilidad y lo define como la cualidad de un objeto
físico que le da una gran probabilidad de suscitar una imagen vigorosa en cualquier
observador de que se trate. Se trata de esa forma, de ese color o de esa distribución, que
facilita la elaboración de imágenes mentales del medio ambiente que son vívidamente
identificadas, poderosamente estructuradas y de suma utilidad.
En sí “los símbolos y los sistemas simbólicos adquieren su máxima utilidad cuando
entran en el diseño de productos simbólicos complejos: historias, solución de
problemas, rituales, y crítica“.45 Este marco teórico sustenta la captura de las
expresiones populares, en su contexto natural, en el barrio, en la feria, en la cancha, la
44 B. Bronislaw, Los imaginarios sociales: memorias y esperanzas colectivas, Nueva visión, Buenos Aires,
1999.
45 Op. cit. Gardner.
16
calle, la sede o donde los habitantes estimen conveniente poner de manifiesto las
verbalizaciones o comportamientos que evidencien una afectividad territorial o
símbolos de pertenencia. Respecto a lo expuesto por Gardner, se destaca la importancia
de la historia en los procesos sociales y su significado para el territorio o barrio como
sistema simbólico de identidad. Se cree que estos sistemas pueden generar en la
población organización y trabajo en equipo, que apunta a la solución de problemas. Los
rituales vienen a ser tradiciones del barrio como los vendedores pregoneros, partidos
de fin de semana, celebración de fiestas populares. Por último, la crítica, como sistema
simbólico es una educación informal, alternativa al discurso preponderante de los
grupos dominantes, y que los sujetos asimilan. Un ejemplo de estas críticas son los
rayados en muros referentes a mensajes claros y dirigidos a una institución de poder.
b. Territorio y símbolos
Definir qué se entiende por territorio y territorialidad dará las pautas para entrar en la
comprensión de la construcción e intervenciones que se efectúan desde relaciones de
sujetos que establecen vínculos de apropiación en el espacio. Entenderemos por
territorio la delimitación espacial de un proceso de apropiación de una parte de la
superficie terrestre por un grupo social.46 Este proceso de apropiación da a las personas
la calidad de sujetos constructores y transformadores de la realidad y del espacio. De
este se desprende el concepto de territorialidad que proviene de la biología,
específicamente, de la etología que entiende “cómo los sentimientos propios de los
animales —incluido el hombre—, de identidad, pertenencia, seguridad y defensa
colectivos, se transforman en un instinto agresivo sobre un territorio. Sentimiento de
deseo de poseer y aspirar a controlar un determinado espacio, por la necesidad
instintiva de supervivencia, de sustentarse del entorno, de ahí que se delimite, se le
cuide y se le defienda. La territorialidad según Joan Nogue (1998). 47 es un concepto
estrictamente geográfico y social; entendiéndose como un instinto innato ni
necesariamente agresivo, sino como una forma de comportamiento espacial, un acto de
intencionalidad, una estrategia con tendencias a afectar, influir o controlar a la gente y
los recursos de un territorio. Según esta definición, territorialidad está en directa
relación con la percepción ambiental, la experiencia y la construcción de los espacios
comunes, ya que a través de este sentimiento de territorialidad se delimitan espacios,
se construyen discursos que caracterizan a los habitantes, por ende, les proporciona
como antes definimos, identidad y pertenencia.
En la ciudad moderna existe una tendencia de carencia en la relación entre el diseño de
17
las intervenciones humanas y su entorno circundante. En este sentido, es muy
atingente, hablar de los monumentos, en lugares de uso público. “Vemos que los objetos
de una instalación trabajan con la realidad, no con su representación”48 e incluso
algunas intervenciones “adquieren un carácter decorativo, carentes de significados y
relaciones simbólicas con su entorno”.49
¿Qué tiene que ver lo recién expuesto, con lo simbólico y el territorio? Los monumentos
son la mayor expresión social de las dinámicas simbólicas de la ciudad. Estos hitos son
estructuras educativas, desde la perspectiva informal, para que los habitantes
comprendan, interpreten y construyan su entorno cotidiano. Para aseverar esto,
podemos citar a Rapoport ”los símbolos son un efecto esencial del proceso por el que el
hombre percibe, evalúa y conforma su entorno” y “en la medida que los símbolos
comunican, pueden establecer un paralelismo entre la estructura social y la
organización del espacio, capaz de decir al pueblo algo acerca de cómo comportarse y
qué cabe esperar en relación con la visión del mundo, las jerarquías y demás aspectos
similares”.50 Así los símbolos son “cualquier artificio gracias al cual somos capaces de
hacer una abstracción”.51
Por consiguiente, existe una correspondencia entre la cultura y el diseño de las formas
construidas: estas influyen en las estructuras sociales y en las conductas individuales,
abstraen la estructura y los ideales de la sociedad y la cultura. Por tanto, “los símbolos
ayudan al hombre a comprender el mundo y a transformarlo en una configuración
cultural significativa que encarna, físicamente, en las formas construidas y es expresada
en documentos escritos, los símbolos gráficos, las canciones, los mitos y muchas otras
estructuras simbólicas”.52
De esta manera, podemos llegar a la definición del concepto de símbolos de pertenencia
territorial, que vienen a generar en los individuos sentimientos o relaciones afectivas
con el entorno habitado. Estas intervenciones se materializan en formas físicas y
abstractas, que requieren de la interpretación para ser comprendidas y poseen una
gran carga social. Se materializan solo en algunos lugares y proporcionan en los
individuos identidad y pertenencia territorial.
Muy asociado al concepto antes expuesto, encontramos el de patrimonio cultural
intangible, que “comprende un conjunto de dinámicos procesos de creación cultural y
organización simbólica de la realidad, que contribuyen a crear una tradición y una
identidad cultural de los grupos humanos que las desarrollan”.53 En consecuencia lo
48 C. Roser, Arte para todos, miradas para enseñar y aprender el patrimonio, Trea, Asturias, 2003.
49 Ibid.
50 A. Rapoport, Aspectos de la calidad del entorno, editorial La Gaya Ciencia, Barcelona, 1974.
51 S. Langer, Feeling and Form, Scribner's, Nueva York, 1953.
52 Op. cit. Rapoport,1974.
53 Grupo de trabajo interministerial, Política nacional de protección, conservación, difusión y desarrollo del
18
intangible es lo esencial, el capital que estructura y da sentido al patrimonio tangible.54
Al generar esta asociación entre conceptos, podemos decir que los símbolos de
pertenencia territorial vienen a ser parte del definido patrimonio cultural intangible,
destacando que el patrimonio no necesariamente es lo construido, sino los procesos
humanos que llevaron a la construcción de las estructuras sociales y físicas.
Como conclusión del apartado, se identifica una falta de participación ciudadana y la
necesidad de incorporar en la planificación y por ende en el diseño de la ciudad a los
habitantes de la misma, para construir espacios democráticos y vínculos afectivos con
el entorno. Se sostiene mediante este marco de referencia, que la identificación de
símbolos de pertenencia territorial valora los espacios cotidianos, incorporando
afectividad territorial a los individuos que lo habitan. Dentro de estos símbolos, los
monumentos, que significan y valoran el espacio circundante o prácticas y relaciones
sociales, son de vital importancia para los sentidos de apropiación y de territorialidad.
Esta forma de generar espacios de participación se contrapone con lo expuesto por
Néstor García Canclini “… los monumentos y museos son, con frecuencia, testimonios
de la dominación más que de una apropiación justa y solidaria del espacio territorial y
del tiempo histórico”,55 se alude a los monumentos proliferados por los grupos de
poder, donde ejercen imaginarios de dominación e identidades ajenas a los espacios
cotidianos, ejemplos de estos monumentos son los relacionados con disputas
territoriales, victorias navales o personajes que dan su vida por la patria.
METODOLOGÍA
Aires, 2005.
19
rápida y tienen bajos costos económicos; las segundas, en cuanto se basa en el juicio
subjetivo de los participantes y del investigador, por ende, sus conclusiones no son
generalizables. Es necesario aclarar la diferencia entre el sujeto observado y el sujeto
observador, el primero es el objeto de estudio y el segundo es quien hace los juicios de
valor e interpretación del sujeto observado.
Para este estudio los grupos reducidos serán organizaciones comunitarias, que
representan la participación ciudadana en el territorio y sus dirigentes son los sujetos
individuales en los cuales se buscará la información necesaria para valorizar y significar
el territorio. También es importante incluir a la escuela y los sujetos que en esta se
forman, para comprender las valoraciones que hacen los sujetos de menor edad del
territorio.
Como ya se expuso, nos proponemos el siguiente objetivo, analizar cómo las
organizaciones comunitarias generan símbolos de pertenencia territorial a través de
una cartografía participativa para valorar y significar el territorio. Según este objetivo
se propone como instrumento para valorar y significar el territorio, la elaboración de
una cartografía participativa, la cual se pretende nutrir con la estrategia metodológica
de los mapas mentales, las experiencias de los sujetos que representan a organizaciones
comunitarias y la visión de los niños en las valoraciones del territorio.
Las cartografías participativas se elaboran en grupos pequeños buscando consensos en
los espacios de valoración, las organizaciones identificadas ocupan y valoran el espacio,
de forma diferenciada, según la actividad que ejercen en el territorio. Se intentará
identificar en las cartografías, lugares comunes de valoración para posteriormente
analizarlo y estudiarlo con mayor profundidad.
La idea es entrar en las organizaciones comunitarias identificadas, como un observador
y como un actor, que escucha e interviene en las reuniones sociales, y así, captura las
expresiones ligadas a las acciones que las acompañan.
En primer lugar, se delimita el área de estudio, se hace una aproximación de las
características sociales del área a investigar. En segundo lugar, se identifican las
organizaciones comunitarias de importancia para el estudio, estas organizaciones se
escogen por participación ciudadana, concurrencia, usos de espacios públicos,
importancia gubernamental y en la comprensión del territorio. Posteriormente, se
aplica en cada una de las organizaciones identificadas las siguientes estrategias
metodológicas.
20
ligada a la acción”56 esto quiere decir, que no se captura una expresión solo como
discurso, sino que, se acompaña de las expresiones ligadas a este. Pretende recopilar
información sobre pautas socio-culturales del territorio en estudio, se visitarán
reuniones formales de las organizaciones sociales que se detecten en el territorio, para
reconocer comportamientos y tener una primera impresión de las relaciones
interpersonales que se experimentan en estas reuniones sociales, conocer sus
dinámicas, comportamientos, liderazgos, roles, organización de los tiempos, usos del
lenguaje, en definitiva, pautas socioculturales.
El objetivo de esta estrategia metodológica, es estudiar a los sujetos y los grupos
humanos “desde dentro” tratando de captar los fenómenos en estado natural, para
comprender lo que sucede, procurando conocer el punto de vista de los sujetos. Es
necesario aclarar que las observaciones no son espontáneas ni casuales, no solo se mira,
sino que el sujeto observador busca la información necesaria para la investigación (en
este caso los símbolos de pertenencia territorial), con organización de las capturas, para
validar la investigación. Además, no hay que limitarse a observar, también es necesario
dialogar con la gente para encontrar lo que se busca.
Para aplicar esta herramienta es necesario entrar en las organizaciones comunitarias
como un participante, entrevistar sujetos y establecer conversaciones informales, para
posteriormente exponer las pretensiones metodológicas a los sujetos, esto es, para que
ellos se hagan partícipes del trabajo de investigación. Para fines de organización de la
información, se diseñan fichas de datos, necesarios para construir un perfil de las
organizaciones comunitarias, se elaboran entrevistas, dibujan croquis y se capturan
discursos escritos u orales.
2. Mapas mentales
Esta estrategia metodológica pretende identificar espacios de valoración en el
territorio, conociendo las percepciones que tienen los grupos sobre el espacio que
habitan y cuáles son sus principales referencias. Los sujetos observados confeccionan
una mapificación de su entorno organizacional o individual y guían al sujeto observador
a identificar las valoraciones del espacio y los símbolos que generan pertenencia.
Está muy relacionado con los procesos de cognición ambiental expuestos en el marco
teórico, donde se destaca el siguiente párrafo de Amos Rapoport “los elementos
ambientales, las interacciones entre estos elementos y la representación global o
esquemas que sirven de medio de orientación de las personas en una parte del mundo”.
Es por estos esquemas que el autor identifica aspectos básicos en la existencia de
56A. Gravano, Antropología de lo barrial: estudio sobre producción simbólica de la vida urbana, Espacio,
Buenos Aires, 2003.
21
“procesos de mapificación”, a través de los cuales la gente identifica dominios
espaciales, define su lugar en ellos, se orienta en el espacio y se mueve a través del
mismo.
La herramienta consiste en plasmar en una hoja, de forma guiada, la percepción que las
personas tienen del territorio, dando énfasis a los hitos o lugares de valoración y
significado para los sujetos de las respectivas organizaciones comunitarias,
posteriormente, se explican e interpretan los resultados en forma individual,
generando un diálogo entre el sujeto observador y el sujeto observado que elaboró la
representación.
Para hacer el análisis de los mapas mentales nos centraremos en la clasificación
propuesta por Kevin Lynch respecto a la identificación de cinco tipos de elementos en
los contenidos de las imágenes mentales e interpretando lugares de valoración
identificados por los sujetos observados.
3. Captura de relatos
Esta estrategia metodológica orienta la búsqueda de discursos, canciones, relatos,
himnos, etc., que identifiquen a los sujetos observados desde el significado de la
verbalización de sus actividades e inferir de estos las relaciones entre los grupos
sociales con el territorio. Identificar estos discursos, nos ayuda a caracterizar a los
sujetos observados con un determinado territorio. Estas verbalizaciones proporcionan
identidad y sentidos de pertenencia territorial en los grupos locales.
Para efectos de esta estrategia, se utilizarán los vínculos establecidos con los sujetos
observados, en la estrategia de observación participante, la participación de reuniones
formales y rituales populares (como partidos de fútbol, campeonatos de brisca, juegos
de domino, etc.), donde de persona a persona, el investigador, recopila la información
necesaria mediante entrevistas, historias de vida, conversaciones informales y la
observación directa para identificar lugares simbólicos.
El análisis de los textos obtenidos como resultados de esta herramienta metodológica,
se proponen realizar a través de dos de las tres metafunciones identificadas por
Holliday (ver p. 23): en primer lugar, la función textual, donde trabajaremos con las
características gramaticales del texto, esto quiere decir, los verbos, adjetivos,
sustantivos, etc. que utilizan los sujetos en el discurso. La segunda función son las
condiciones interpersonales inscritas en los relatos, condiciones de productividad,
circulación y consumo. La productividad dice relación con la acción de quien, y como se
produce el discurso, la circulación está en relación con el lugar donde se producen las
locuciones y el consumo, dice relación en cómo se captura una expresión verbal.
Mediante el reconocimiento de los significados, que tienen para los sujetos los lugares
22
de valoración, se proponen símbolos para fortalecer el sentido de barrio en el área que
se escoja como territorio de estudio. Lo expuesto toma la teoría de Amos Rapoport
expuesta en el marco teórico.
4. Representación de información
Esta herramienta metodológica consiste en sintetizar y analizar la información
recopilada en los mapas mentales, mediante el Sistema de Investigación Geográfico
(SIG) Arc View 3.2. Se elaborará una cartografía para representar las valoraciones
elaboradas por los sujetos y grupos observados en el proceso de investigación y
específicamente en las mapificaciones. Se destacan los espacios públicos de
importancia y se intentará identificar un lugar valorado por la mayoría de los sujetos y
las organizaciones comunitarias, posteriormente, se elaborarán propuestas de
intervención en el lugar, orientas a la reconstrucción de memorias históricas,
identificación de fiestas populares, costumbres, tradiciones, leyendas, que transforman
los espacios físicos en lugares con cargas emotivas de gran valor para los sujetos.
Para el análisis de esta estrategia metodológica se debe identificar de manera general,
en el territorio estudiado, todos los espacios de valoración identificados por los
dirigentes de las organizaciones comunitarias. Además de una superposición de los
resultados obtenidos en las distintas organizaciones comunitarias, que nos permitirá,
elaborar conclusiones respecto de los territorios valorados por los dirigentes de las
instituciones sociales que funcionan en el área de estudio.
COMENTARIO FINAL
23
Respondiendo a la pregunta expuesta por García Canclini.57 “¿qué es lo propio de una
sociedad, lo que una política cultural debe favorecer?” se debe favorecer una política de
democratización cultural, donde las dinámicas socioculturales “se basen en el principio
de que la cultura es una fuerza social de interés colectivo que no puede quedar a merced
de las disposiciones ocasionales del mercado y que debe ser apoyada de acuerdo a
principios consensuados”,58 siendo el Estado y las instituciones culturales públicas las
que proporcionen las herramientas para que las organizaciones sociales inter vengan
en los espacios públicos cotidianos, gestionando condiciones de acceso igualitarios a
todos los niveles o grupos sociales, de esta manera se fortalecen los barrios, se genera
participación comunitaria, empleo, en resumen, desarrollo local.
La metodología propuesta busca estudiar el territorio desde dentro conociendo a los
actores con estrategias como la observación participante, que intenta unir las acciones
con los discursos de los sujetos, los mapas mentales, que materializan las valoraciones
en las cartografías participativas, y los discursos analizados, que le dan significado al
espacio habitado. El posterior análisis y síntesis de la información destaca la
incorporación de la historia en los procesos sociales y cómo en esta se pueden
identificar símbolos que expresen sentimientos de pertenencia hacia el territorio. Con
estas etapas de investigación podemos proponer monumentos participativos,
indagando en la recuperación de la memoria histórica de lugares valorados.
Podemos identificar la necesidad de incorporar en la planificación y, por ende, en el
diseño de la ciudad, a los habitantes de la misma, para construir espacios democráticos
y vínculos afectivos con el entorno. Se sostiene que la identificación de símbolos de
pertenencia territorial puede valorar los espacios cotidianos, incorporando afectividad
territorial a los individuos que lo habitan. Dentro de estos símbolos, los monumentos,
que significan y valoran el espacio circundante o prácticas y relaciones sociales, son de
vital importancia para los sentidos de apropiación y de territorialidad. Esta forma de
generar espacios de participación se contrapone con la frase expuesta por García
Canclini “los monumentos y museos son, con frecuencia, testimonios de la dominación
más que de una apropiación justa y solidaria del espacio territorial y del tiempo
histórico”.59
Se alude a los monumentos proliferados por los grupos de poder, donde ejercen
imaginarios de dominación e identidades ajenas a los espacios cotidianos, ejemplos de
estos monumentos son los relacionados con disputas territoriales, victorias navales,
colonizadores, etc. Incorporar en el territorio instalaciones populares relacionadas con
las historias locales, podría ayudar a consolidar los barrios desde las emociones y
24
sensaciones que estos símbolos puedan evocar en los grupos humanos. Con frecuencia,
las intervenciones en los espacios públicos se realizan desde procesos intelectuales
(razonamiento e inteligencia), dejando de incorporar elementos tan importantes como
la afectividad (sentimientos y emociones) que expresa vínculos entre los sujetos e
identificación de los grupos con el territorio.
Por último, abordar el tema de las dinámicas socioculturales desde la geografía y su
objeto, el estudio del territorio, propone una visión integradora, sistémica,
interdisciplinaria, intersubjetiva y sintética, que permite enlazar elementos difíciles de
conciliar desde otras disciplinas. Es importante destacar el rol del geógrafo en los
fenómenos socioculturales ya que pueden aportar considerablemente en el desarrollo
local de barrios deprimidos mediante técnicas de intervención social como la
animación sociocultural con el objetivo de promover la cultura popular.
25
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Santiago de Chile, 2001.
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26