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CAMACHO Pichardo, Gloria - Desamortizacion A La Reforma Agraria Toluca 1856-1930

El libro 'De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930' de Gloria Camacho Pichardo explora la historia de la propiedad de la tierra en los municipios de Lerma y Ocoyoacac, analizando los cambios socioeconómicos y políticos en el sur del valle de Toluca. A través de cinco capítulos, se examinan la desamortización, la reforma agraria y las continuidades en la organización pueblerina, así como los conflictos agrarios que han persistido hasta el presente. La obra se basa en una amplia investigación y está dedicada a diversas personas que han influido en la vida de la autora.
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CAMACHO Pichardo, Gloria - Desamortizacion A La Reforma Agraria Toluca 1856-1930

El libro 'De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930' de Gloria Camacho Pichardo explora la historia de la propiedad de la tierra en los municipios de Lerma y Ocoyoacac, analizando los cambios socioeconómicos y políticos en el sur del valle de Toluca. A través de cinco capítulos, se examinan la desamortización, la reforma agraria y las continuidades en la organización pueblerina, así como los conflictos agrarios que han persistido hasta el presente. La obra se basa en una amplia investigación y está dedicada a diversas personas que han influido en la vida de la autora.
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D

e l a des amor t iza c ión a l a re for ma


ag rar i a , 1856- 1930. L o s puebl o s y sus
t i er ras en el su r del va l l e d e Toluc a

G l o r i a C a m a c h o P i c h a r d o
Dr. en D. Jorge Olvera García
Rector

Dra. en Est. Lat. Ángeles Ma. del Rosario Pérez Bernal


Secretaria de Investigación y Estudios Avanzados

Dr. Édgar Samuel Morales Sales


Coordinador del Centro de Investigación en Ciencias
Sociales y Humanidades

Mtra. en Hum. Blanca Aurora Mondragón Espinoza


Directora de Difusión y Promoción de la
Investigación y los Estudios Avanzados
D
e l a des amor t iza c ión a l a re for ma
ag rar i a , 1856- 1930. L o s puebl o s y sus
t i er ras en el su r del va l l e d e Toluc a

G l o r i a C a m a c h o P i c h a r d o
De la desamortización a la reforma agraria,
1856-1930. Los pueblos y sus tierras en el sur del
valle de Toluca

Este libro fue positivamente dictaminado


conforme a los criterios editoriales de la
Secretaría de Investigación y Estudios Avanzados

Primera edición: agosto 2015

ISBN: 978-607-422-609-6

D.R. © Universidad Autónoma del Estado de México


Instituto Literario núm. 100 ote.
C.P. 50000, Toluca, México
http://www.uaemex.mx

Impreso en México
Printed in Mexico

El contenido de esta publicación


es responsabilidad de los autores.

La reproducción parcial o total del contenido de la presente obra, sin contar


previamente con la autorización por escrito del editor en términos de la Ley
Federal del Derecho de Autor y, en su caso, de los tratados internacionales
aplicables, viola derechos reservados.
Dedicatoria

Para Juan, Fernando y a mi angelito por nacer


En memoria de mi madre
Agradecimientos

Este libro no hubiera visto la calle sin el apoyo profesional, académico


y económico de muchas personas e instituciones. En primer lugar
mi agradecimiento a El Colegio de México, institución en donde
realicé mis estudios doctorales y años después (2011), con el respaldo
del Dr. Ariel Rodríguez Kuri y del Dr. Luis Aboites Aguilar, se me
concedió una estancia sabática, para concluir y precisar muchos de
los temas abordados en este trabajo. También agradezco al Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología por proporcionarme una beca
para realizar mis estudios de posgrado sin dificultad. Asimismo, a la
Universidad Autónoma del Estado de México, concretamente a dos
de sus espacios universitarios: el Centro de Investigación en Ciencias
Sociales y Humanidades, lugar que me abrió sus puertas en 2002 y en
el que siempre sus coordinadores, Dr. Manuel Velázquez Mejía, Dr.
Francisco Lizcano Fernández y Dr. Édgar Samuel Morales Sales, en
todo momento me proporcionaron el apoyo profesional y académico
para trabajar en el oficio que me apasiona: ser historiadora; y la
Secretaría de Investigación y Estudios Avanzados, en particular a la
Dra. Ángeles María del Rosario Pérez Bernal.

A Luis Aboites, amigo entrañable, crítico incansable y lector


cuidadoso de los insufribles borradores de este trabajo, gracias por
dirigir en primera instancia este texto y después, ya sin la presión
de un examen de grado, permitirme contar nuevamente con tus
observaciones tan cuidadosas y lectura crítica a este texto. A Romana
Falcón, Diana Birrichaga, Carmen Salinas Sandoval, Antonio Escobar,
Dolores Palomo y Édgar Mendoza, amigos y colegas con quienes
comparto el gusto por el estudio de los pueblos y sus tierras, gracias
por sus observaciones y cuestionamientos sobre este texto dentro del
Seminario Desamortización civil en México siglo XIX, coordinado
por el Dr. Antonio Escobar, en las reuniones efectuadas en el Centro
de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, en
la Ciudad de México. A todos los integrantes del seminario también
agradezco sus comentarios.

Por último, este libro está dedicado a Juan y a mi regalo de dios:


Fernando, quien me insistía con frecuencia que ya dejara de hacer
mi tarea y me pusiera a jugar con él. También dedico este texto a
dos personas grandiosas y fundamentales en mi vida: mi madre
y mi entrañable amiga Rocío, ambas inspiración y fortaleza. A mi
madre y mi padre por dejar que hiciera de mi vida un papalote. A
mis queridos hermanos Adris, Ely, May, Lupita y Ana, cómplices de
la vida y guardianes leales en todo momento. A la frescura de mis
sobrinos Giovanni, Maximiliano, Daniela, Valery y Camila. A Jaime
por compartir su sabiduría. A la amistad y compañerismo de Diana,
Carmen, Gaby, Lupita, Liliana y Tere. A Isabel, Lucía, Pedro, Magda,
Inés, Édgar, Jesús y Elisa, que no están tan cerca, pero que siempre
están presentes. También dedico este texto a los alumnos del seminario
de Historia Social de la licenciatura en Historia de la Universidad
Autónoma del Estado de México, con quienes he discutido mucho de
los temas que se abordan en este texto, gracias a sus observaciones
y críticas frescas pude reflexionar un poco más en los temas que se
presentan en este libro. Las necedades que no cambié, son sólo errores
míos. Mil gracias a todos.

Gloria Camacho Pichardo


Agosto de 2015
Índice

Introducción 17

Capítulo I
La economía del sur del valle de Toluca: segunda 37
mitad del siglo XIX
a) La continuidad de la economía local 38
b) Los municipios y haciendas en Ocoyoacac y Lerma 45
c) La población 63

Capítulo II
La desamortización, 1856-1890 75
a) La organización pueblerina: una caracterización 76
b) La desamortización, un éxito de la federación 82
(1856-1880)
c) El fallido intento estatal por desamortizar los 94
bienes comunes, 1880-1900

Capítulo III
Cambios y continuidades en la organización 115
pueblerina, 1880-1910
a) La fractura de la hacienda municipal 116
b) El movimiento de la propiedad. La compra-venta 137
de terrenos desamortizados
c) Conflictos por lagunas y montes. El inicio de la 145
traición a la familia

Capítulo IV
La reforma agraria y la fractura de la organización 161
pueblerina decimonónica, 1910-1930
a) Hacia la propiedad comunal 163
b) Panorama general de la reforma agraria: tipos y 172
lugares del reparto
c) La reforma agraria y las secuelas de la 176
desamortización
d) Continuidad de la organización pueblerina 198
decimonónica: El compromiso

Capítulo V
El desplazamiento del ayuntamiento en el proyecto 205
agrario posrevolucionario
a) Fin de la gran familia decimonónica y el inicio de 206
la nueva familia ejidal
b) La hacienda pública 211
c) Cuentas debilitadas 214

Conclusiones 227
Anexos, mapas y gráficas 233
Archivos 259
Bibliografía 260
Índice de cuadros

Cuadro 1: Composición de la carga en el Estado de México: 44


ferrocarril nacional, 1894 (toneladas)
Cuadro 2: Producción agrícola y ganadera de las haciendas 49
ubicadas en los municipios de Lerma y Ocoyoacac,
1889-1893
Cuadro 3: Producción agrícola del distrito de Lerma. Porcentaje 52
con respecto a la producción total del Estado de
México, 1879-1911 (kilogramos)
Cuadro 4: Producción de trigo. Porcentaje con respecto al total 54
del Estado de México (kilogramos)
Cuadro 5: Producción de maíz. Porcentaje con respecto al total 54
del Estado de México (hectolitros)
Cuadro 6: Producción agrícola de las fincas rústicas de Lerma, 55
1873 (kilogramos)
Cuadro 7: Producción agrícola del municipio de Ocoyoacac, 1874 56
(kilogramos)
Cuadro 8: Haciendas del Estado de México con alta producción 58
agrícola, 1889-1893 (cargas)
Cuadro 9: Población en los distritos del Estado de México, 1870- 64
1910 (% con respecto al total)
Cuadro 10: Población en varios municipios del Estado de México. 66
Índice porcentual (1879=100)
Cuadro 11: Población de los municipios de Lerma y Ocoyoacac 66
Cuadro 12: Población por categoría de localidad en Lerma 67
(porcentajes)
Cuadro 13: Porcentaje de población ubicada en el piso de Montaña, 69
pueblos de Lerma
Cuadro 14: Población por categoría de localidad en Ocoyoacac 70
(porcentajes)
Cuadro 15: Porcentaje de población ubicada en el piso de Montaña, 70
pueblos de Ocoyoacac
Cuadro 16: Ingresos del municipio de Lerma, 1857-1865. Propios 123
Cuadro 17: Ingresos del municipio de Lerma, 1857-1865. Arbitrios 123
Cuadro 18: Ingresos de la municipalidad de Lerma en 1880 125
Cuadro 19: Incremento porcentual de las rentas municipales en 126
Lerma
Cuadro 20: Ingresos del municipio de Ocoyoacac 131
Cuadro 21: Ingresos de Ocoyoacac, 1869 133
Cuadro 22: Ingresos de Ocoyoacac, 1886-1890 134
Cuadro 23: Ingresos totales de los municipios del distrito de Lerma 135
Cuadro 24: Noticia general de ingresos habidos en cada una de las 136
municipalidades del distrito de Lerma, 1912-1913
Cuadro 25: Cuadro de propiedades de los propios del ayuntamien- 140
to, adquiridas por Rosalía Lechuga y Lino León
Cuadro 26: Bienes adquiridos por Ramón Palmero y María 141
Muciño como resultado de la desamortización de los
bienes comunales
Cuadro 27: Propiedades adquiridas por Enrique M. González de 142
los montes de Ocoyoacac
Cuadro 28: Cuadro de dotación de tierras de los municipios de 174
Lerma y Ocoyoacac
Cuadro 29: Propietarios del fraccionamiento practicado en 1892 186
Cuadro 30: Propiedades de Ángel Sánchez Campbell 187
Cuadro 31: Bienes que vendió Amalia Vilchis al pueblo de 191
Coapanoaya, 1922
Cuadro 32: Ingresos del municipio de Lerma en el año de 1916 222
Índice de anexos, mapas y gráficas

Anexo 1 Desamortización de los propios en Lerma, 1856. 235


Parcialidad de San Diego

Anexo 2 Desamortización de los propios en Lerma, 1863. 236


Parcialidad de San Diego

Anexo 3 Padrón de causantes del censo al 6% sobre el valor de 239


los terrenos adjudicados en el barrio de San Diego,
1890-1891

Anexo 4 Padrón de terrenos pertenecientes a bienes propios del 241


H. Ayuntamiento de esta municipalidad de los propios
de Lerma para el cobro del 6% anual correspondiente
al año fiscal de 1893-1894

Anexo 5 Lista de terrenos de común repartimiento adjudicados 243


en el municipio de Ocoyoacac, 1875

Anexo 6 Padrón general de los vecinos de la municipalidad 245


de Ocoyoacac que adquirieron terrenos de común
repartimiento en la ranchería del Pedregal, 1889

Anexo 7 Padrón de adjudicatarios del barrio de Cholula 250


de los terrenos ubicados en el llano de Ocoyoacac
pertenecientes a los de común repartimiento “La
Cuchilla”, 1892

Anexo 8 Fraccionamiento y adjudicación de los terrenos de 252


común repartimiento ubicados en el llano de Perea, 1899
Mapa 1 Zona de estudio 255

Mapa 2 Pisos ecológicos 256

Mapa 3 Bienes desamortizados y los que permanecieron sin 257


desamortizarse

Gráfica 1 Valoración de los ingresos de Lerma por concepto de 258


propios y arbitrios

Gráfica 2 Valoración de los ingresos de Ocoyoacac por concepto de 258


propios y arbitrios
Introducción

Esta historia inicia con una pertinente reflexión para explicar el complejo
tema de la propiedad de las tierras de los pueblos. El estudio sobre el marco
político de la desamortización en España, Francisco Tomás y Valiente
concluía de la siguiente manera:

ya sé, que el historiador -dicen- debe detenerse ante el hoy y no


franquear la sutil e invisible barrera que separa el tiempo pasado del
presente. Se también que no es académicamente usual terminar un
pequeño libro de historia opinando sobre un problema presente. Pero
me parece válido e ilustrativo contemplar cómo lo que pasó, puede
seguir pasando, y ello no porque la historia se repita, sino porque se
continúa. Y es que los tiempos cambian, sí; pero en algunos aspectos
cambian muy poco (Tomás y Valiente, 1997: 634).

La reflexión anterior me llevó a plantearme el interrogante ¿cómo entender


la historia de la propiedad de la tierra de los pueblos de los municipios de
Lerma y Ocoyoacac, pertenecientes al valle de Toluca, entre 1856-1930? sin
dejar de considerar lo que aparecía en las noticias de los periódicos sobre los
problemas agrarios que enfrentaban los pueblos de esta zona. Por ello, parto
de dos premisas: la primera se refiere a los constantes conflictos de estos
pueblos en la primera década del siglo XXI; y la segunda, es mi experiencia
de haber estudiado los proyectos de desecación de las lagunas del Alto río
Lerma en la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. De
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

esta investigación llamaron mi atención las estrategias de resistencia que


promovieron los pueblos ante un proyecto que pretendió modificar su vida.
Lo anterior llevó a confirmar mi idea de que a lo largo de su historia, los
pueblos de ambos municipios habían tenido un papel activo en el control de su
territorio. Muestra de ello ocurrió en julio de 2002: en un periódico apareció
un encabezado que decía “Alerta indígena sobre posible guerra agraria en
Ocoyoacac”.1 En estas pugnas resaltan dos elementos de la organización
pueblerina: el sentido de vecindad y los recursos productivos. Los pueblos
enfrentados argumentaban la importancia del sentido de comunidad, lo que
se traducía en la postura de que sólo los vecinos hijos del pueblo podían tener
acceso a los recursos productivos. En el mismo sentido, dos años antes, los
vecinos del pueblo de Atlapulco señalaban que si aceptaban la expansión de
la urbanización perderían su organización comunitaria conformada por los
bosques, la tierra, el territorio y la vecindad.2 En octubre de 2010 los vecinos
del pueblo de Cholula tomaron la presidencia municipal de Ocoyoacac,
con el argumento de que no pagarían el uso del agua que les cobraba el
ayuntamiento, porque ellos eran los propietarios originales de ese recurso.

A partir de estas evidencias, resultó atractivo estudiar la problemática que


enfrentaron los vecinos de los pueblos en ambos municipios, por el uso y
la propiedad de sus recursos productivos. La investigación parte del análisis
de dos proyectos gubernamentales que buscaron imponer un cambio en
la vida rural: la desamortización de los bienes de las corporaciones civiles
de 1856 y la reforma agraria de 1915. Al hacerlo pretendí romper con las
etapas tradicionales en las que se ha dividido la historia agraria de México,
motivo por el que traté de vincular ambos proyectos para intentar elaborar
una interpretación sobre la problemática agraria centrando la atención en la
organización pueblerina. Ello también me permitió observar que el problema
de la falta de tierras por las que pelearon los revolucionarios en 1910, por lo

1
Este conflicto ocurrido entre los vecinos de Acazulco y los de Atlapulco, Tepexoyuca y Coapanoaya se
relaciona con la resolución de un conflicto por tierras, así como por la dotación y reconocimiento de
bienes comunales que efectuó el gobierno federal entre 1920 y 1940. La Jornada, 18 de julio de 2002.
2
La Jornada, 13 de noviembre de 2000 (Suplemento mensual).

18
Introducción

menos en esta zona, poco tuvo que ver con las políticas de desamortización
de la propiedad que promovieron los liberales de la segunda mitad del siglo
XIX. Destacan más bien las continuidades en la organización corporativa de
los pueblos y el dominio de sus bienes.

En la historiografía mexicana, los temas relacionados con la desamortización


de los bienes de las corporaciones civiles y la reforma agraria, ambos
encaminados a modificar la tenencia de los recursos productivos, han sido
estudiados de manera separada. Esta investigación propone vincularlos
mediante el estudio detallado de la organización pueblerina en los municipios
de Lerma y Ocoyoacac, en el sur del valle de Toluca. La selección de estos
municipios se explica por dos razones: la primera tiene que ver con el
propósito de contrastar los rasgos de esas dos localidades considerando que
Lerma era un municipio más heterogéneo en cuanto a su población, mientras
que el de Ocoyoacac mostraba un carácter indígena muy marcado.

La ciudad de Lerma se fundó en 1613 y estuvo habitada por colonos


propietarios y administradores españoles. El lugar elegido para fundar esta
ciudad incluía tierras de los pueblos de San Mateo Atenco, Tlalachco (Santa
María Atarasquillo) y Ocoyoacac. Este hecho ayuda a explicar la constante
pugna de Lerma con esos pueblos por el control de los principales recursos
durante el periodo colonial y el siglo XIX. Mientras que Ocoyoacac estaba
conformado por pueblos con un predominio de población otomí (García,
1999: 287-290 y 305-309). Este contraste resultó atractivo considerando
que se trata de municipios limítrofes y que por ello comparten un mismo
espacio geográfico que se caracteriza por su diversidad topográfica. La
segunda razón es que la zona de estudio se ubica en una ruta comercial de
gran preponderancia que unía y une a la capital del país con la ciudad de
Toluca y el occidente de México. Este hecho es importante, por ejemplo, para
contrastarla con la dinámica de lugares más aislados del propio Estado de
México como Sultepec.

19
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

En cuanto a las investigaciones referentes a la desamortización de las


corporaciones civiles, varios autores han señalado que dicho proceso no
implicó el despojo total de los bienes de los pueblos (Fraser, 1972: 615-652;
Powell, 1972: 653-675; Buve, 1996: 25-37; Knowton, 1978: 24-61; Salinas,
1996: Escobar, 2000: 105-125; Bazant, 1966: 193-212; Quezada, 1996: 212-243;
Escobar y Gutiérrez: 1999: 205-259). Falcón resalta que la desamortización
“constituye una de las principales lagunas historiográficas” de la historia
de México, además de que es un proceso que se ha caracterizado por las
“indefiniciones y confusiones”, así como por su complejidad y diversidad
a lo largo y ancho del territorio (Falcón, 1999: 67). En este sentido cabe
preguntarse si los pueblos conservaron sus tierras en determinadas áreas
del país. Y si así fue ¿cómo conservaron sus recursos y cómo resistieron a
la desamortización? Más aún, conviene preguntarse si la conservación de
recursos significaba la continuidad de la organización pueblerina, en el
supuesto de que el régimen comunitario era uno de los mecanismos que
garantizaba cierto grado de permanencia de esa organización en el contexto
del fortalecimiento y consolidación del Estado mexicano, fenómeno que
ganó fuerza durante las primeras décadas del siglo XX.3

Los trabajos sobre desamortización de las corporaciones civiles en el Estado


de México son escasos. En relación con la desamortización en Ocoyoacac,
Menegus señala que los vecinos lograron conservar los terrenos de común
repartimiento, así como los bienes de comunidad que comprendían los ejidos,
montes y pastos (Menegus, 1995: 179). Quezada Rojas también afirma que las
tierras de común repartimiento en Metepec, nunca dejaron de pertenecer a
los vecinos de los pueblos, aunque en algunos casos síndicos o regidores de

3
Para el caso español, Moreno Fernández realizó un análisis del régimen comunal y la reproducción de la
comunidad campesina en las sierras de La Rioja en los siglos XVIII y XIX e indica cuál era el fundamento de
la permanencia del régimen comunal: “Sin ser la única clave del sistema, los pastos y montes comunales
articulaban sus elementos dotándolos de una capacidad de adaptación francamente notable, puesto que
resultaba sencillo modificar sobre la marcha los criterios de aprovechamiento en el caso de que fuera
necesario. Éste es el fundamento de la permanencia del régimen comunal. Existía en las zonas rurales un
amplio consenso sobre cuál debía ser el uso dado a los espacios comunes” (Moreno, 1998: 88). Guerra
señala que para los pueblos de México la desamortización implicaba la destrucción de la vida colectiva
con la que se identificaban; el proyecto de propiedad individual les resultaba ajeno (Guerra, 1991, 1: 265).

20
Introducción

los ayuntamientos se vieron favorecidos por las medidas desamortizadoras.4


Los vecinos trataron de conservar la organización pueblerina al buscar que
los terrenos adjudicados sólo beneficiaran a los antiguos usufructuarios
(Menegus, 1995: 158). No obstante, la desigualdad social entre los vecinos,
basada en el acceso diferencial a los recursos comunes, era una constante
antes y después de la desamortización, y en ocasiones la voz del pueblo
consideraba la posibilidad de la privatización de los terrenos como una forma
de contrarrestar tal desigualdad.

En Ocoyoacac y Metepec los hacendados no mostraron interés por las


tierras desamortizadas. Ante este hecho cabe preguntarse cómo entender
la privatización de las tierras comunales en lugares que nunca se vieron
amenazados por grandes terratenientes. En dichos lugares los propios
vecinos de los pueblos y los pudientes locales que fungían como autoridades
en los ayuntamientos fueron los que se involucraron en la adjudicación de los
bienes. Por lo visto, estas personas pertenecían a la élite política y económica
de las localidades.5 Este tipo de hallazgos ha llevado a Kouri a proponer que
los estudios sobre desamortización no explican claramente “cómo, dónde,
cuándo y por qué (o por qué no) se fraccionaron las tierras de los pueblos”
(Kourí, 2001: 201).6 Sugiere analizar qué tierras estuvieron consideradas en la
desamortización, es decir, si se trataba de las tierras de común repartimiento,
los propios, los ejidos o el fundo legal.7 Lo anterior no es una singularidad
4
Sobre la adjudicación de los bienes de los pueblos en el Estado de México, véase (Menegus, 1995: 144-
189; Quezada, 1996; Hernández, 1994, entre otros).
5
Quezada señala que “todos o la mayoría de los integrantes del ayuntamiento estuvieron involucrados en el
proceso de desamortización” (Quezada, 1996: 80). Sobre las haciendas, Menegus indica que “las haciendas
no sólo no se extendieron físicamente entre 1845 y 1895, sino que los pueblos lograron recuperar algunas
tierras que antiguamente les pertenecían” (Menegus, 1995: 166).
6
Este autor coincide con Friedrich Katz, quien señala que los beneficiados con las expropiaciones de las
tierras de los pueblos no eran los hacendados sino más bien grupos de campesinos pudientes, usureros
pueblerinos y caciques locales (Cit. en Kourí, 2001: 203).
7
En España muchos bienes comunales siguieron en manos de los pueblos, a pesar de que la privatización
de algunos de ellos había sido una constante a principios del siglo XIX y que se reforzó en 1855 con
la ley de Desamortización General. Esa ley especificaba que quedaban exceptuados los terrenos de
aprovechamiento común si el ayuntamiento demostraba que los terrenos no habían sido arrendados.
Además se excluían las dehesas boyales destinadas al pastoreo, así como los montes y bosques. Sobre
estos últimos el gobierno español consideró que debían permanecer en manos públicas. Para 1926, ya
finalizado el proceso de desamortización, más de 6,800,000 hectáreas seguían siendo bienes comunales
(Iriarte, 2001: 51; Iriarte, 1998, 115).

21
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

mexicana. En Perú se observa también una gran diversidad de resultados


obtenidos por los pueblos indios en relación con los proyectos liberales. Los
pueblos tuvieron una participación directa en los debates políticos nacionales
lo que les permitió preservar su autonomía frente a los grupos de poder. La
intervención de las comunidades del altiplano boliviano a finales del siglo
XIX en la vida política del país fue más consciente y activa, con el objeto de
conservar una posición socioeconómica a través de alternar las negociaciones
con los enfrentamientos. Los actores colectivos en los Andes se oponían a
todo aquello que consideraban perjudicial a “su estatuto, sus bienes y su
visión del mundo” (Démelas, 2003: 347-378).

Por su parte, Schenk señala que en la zona de Sultepec, al sur del Estado de
México, la privatización de las propiedades comunales fue caótica, debido a
que después de medio siglo de promulgada la ley del 25 de junio de 1856, la
privatización en muchos pueblos aún no finalizaba. Agrega que las formas
más comunes de resistencia pasiva por parte de los vecinos del distrito de
Sultepec consistieron en “ignorar las encuestas, las llamadas y las leyes de
gobierno” (Schenk, 1995: 23-29). No obstante, la conclusión de Schenk, es que
en Sultepec a un gran sector de la población no se le despojó de sus tierras;
lo que ocurrió fue la aparición de pequeños propietarios (Schenk, 1991:
263). Asimismo, sostiene que el surgimiento de ese grupo de propietarios
obedeció al deficiente sistema de comunicaciones en la zona, dado el medio
montañoso que favoreció su aislamiento con respecto a los valles centrales.
Este aislamiento permitió la producción de autoconsumo y el desarrollo de
un mercado regional (Schenk, 1991: 266).

A diferencia de la zona de Sultepec, los municipios de Lerma y Ocoyoacac


distaban de ser zonas aisladas, ya que mantenían un amplio intercambio
económico con las ciudades de México y Toluca. En esta zona el proceso de
desamortización fue distinto dependiendo del lugar en donde se ubicaban los
diversos recursos productivos. Lo anterior llevó a la necesidad de distinguir
tres pisos ecológicos: la laguna, la planicie y la montaña. En esos tres pisos
ecológicos el proceso de privatización de la propiedad rural asumió distintas

22
Introducción

modalidades de acuerdo con las necesidades e intereses de los vecinos


de los diversos pueblos, y también con los propósitos de los proyectos
gubernamentales y grupos de interés.

Es de destacar que el desarrollo agrícola de esta zona no mostró el dinamismo


que pudo apreciarse en Chalco, Ixtlahuaca, Cuicatlán y Papantla. Las
características ambientales tampoco eran las más idóneas para los cultivos,
pues frecuentemente debían enfrentar las heladas, así como las inundaciones
por las crecientes de los tres cuerpos de agua ubicados en la zona sur del Alto
río Lerma.

Como parte de esta nueva forma de aproximación a la situación agraria


de finales del siglo XIX, destaca el estudio sobre los rancheros, un grupo
olvidado hasta hace poco por la historiografía mexicana. En su trabajo sobre
la Huasteca, Escobar Ohmstede señala que a partir de 1870 los cambios no
sólo se presentaron en términos de la propiedad de la tierra, sino que también
se percibe un cambio social en vista del crecimiento de los sectores medios
rurales a los que se les conoce como rancheros (Escobar 2000: 120). Schryer
señala que esta clase de pequeños propietarios surgió a mediados del siglo
XIX y su número era mayor que los propietarios de grandes haciendas. Los
rancheros de Pisaflores, por ejemplo, eran “nuevos ricos” que adquirieron
títulos privados de tierras que habían sido comunales (tierras de común
repartimiento). Este autor indica que la concesión de títulos de tierras de
carácter comunal fortaleció la desigualdad entre campesinos ricos y pobres.

En este contexto los primeros lograron hacer efectivos sus derechos sobre
grandes extensiones de tierra. En el municipio de Xochicoaco, Hidalgo, la
mayor parte de las tierras fue transformada en pequeños ranchos privados,
cuyos propietarios eran precisamente estos campesinos ricos que formaban
parte de la organización pueblerina (Schryer, 1986:37-38). Para 1890 muchas
de las tierras comunales que pertenecían al municipio de Pisaflores se había
registrado ya como propiedad privada.8
8
Schryer señala que “muchos de los propietarios de la sierra de Jacala eran campesinos ‘nuevos ricos” que

23
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Sobre Guerrero, Jacobs señala que para 1886 la desamortización estaba


lejos de realizarse. En ese año el gobernador “había encontrado multitud
de terrenos comunes poseídos por los pueblos y ayuntamientos”. El
autor no encontró una amplia resistencia ante la posible aplicación de
la ley Lerdo; antes bien, señala que algunos pueblos demandaron la
aplicación de la ley de desamortización de las tierras comunales (Jacobs,
1990: 71-72). El origen de los rancheros se vinculó con la acumulación
de tierras comunales desamortizadas. Jacobs señala que la Ley Lerdo
propició el surgimiento de una élite aldeana conformada por prósperos
minifundistas (Jacobs, 1990: 66-72). Subraya que la formación de la
nueva élite lugareña se presentó en escala muy limitada.9 En el municipio
de Paintla la élite lugareña se apropió de todas las tierras comunales. Con
la ley de desamortización ese grupo vio la posibilidad de consolidar su
posición destacada en el pueblo (Jacobs, 1990: 75-76). No obstante, esta
adjudicación, en el estado de Guerrero en general no hubo una expansión
de las haciendas como resultado de la desamortización de las tierras
comunales. Jacobs argumenta que los pueblos trataron de sobrevivir a los
efectos de la desamortización, como ocurrió en el distrito de Alarcón y
en el municipio de Huitzuco. En este sentido comparto el argumento de
Guardino, quien destaca que la sociedad campesina no era tan igualitaria
pues “la riqueza se distribuía inequitativamente, y el relativo bienestar
económico de un individuo tenía mucho que ver con la posición de su
familia dentro de la comunidad campesina” (Guardino, 2010: 42). Por ello
uno de los temas centrales en este estudio es el que se relaciona con la
desigualdad social al interior de la organización pueblerina.

Por su parte, la historiografía sobre la reforma agraria es amplia. Existen


varios estudios generales sobre las diversas modalidades del reparto de
las tierras y la política de dotación de ejidos desde 1915. La historiografía

habían adquirido títulos privados sobre tierras antiguamente comunales’ (Schryer, 1986: 24, 37, 41 y 72).
9
Falcón señala que en Guerrero los hacendados entregaron sus tierras a los aparceros y arrendatarios,
motivo por el que no hay una fuerte tensión entre las haciendas y comunidades pues los terratenientes no
contaban con un estímulo económico fuerte para “expandirse agresivamente sobre los pueblos vecinos”
(Falcón, 1985: 367).

24
Introducción

tradicional señala que hacia 1910 la mayoría de la población rural carecía de


tierras y que los hacendados habían adquirido un monopolio virtual sobre
los recursos. Asimismo, indica que la propiedad comunal para 1910 “casi
había desaparecido”. Por tal motivo una de las causas de la revolución iniciada
ese año fue la desigual distribución de las tierras (Whetten, 1953: 71 y 79).10
Meyer señala que esta visión “fundamenta la interpretación tradicional
agraria de la revolución mexicana” (Meyer, 1986: 486-488). Los estudios de los
estadounidenses Tannenbaum, McBride y Whetten, centrados en el siglo XX,
caracterizan a la Revolución mexicana y a la reforma agraria como un proyecto
de reivindicación de los pueblos en vista del despojo que habían sufrido en el
siglo anterior. Esta posición ha sido criticada entre otros por Guerra y Meyer.
El primero encontró que en Oaxaca 78.3% de la población vivía en pueblos
con tierra (Meyer, 1986: 493), mientras que Meyer señala que 40% de los
pueblos llegaron al siglo XX ejerciendo dominio sobre la explotación de sus
recursos productivos. Lo anterior lleva a cambiar el enfoque y a retomar la
idea de Buve: en la historiografía tradicional el hacendado era el “bribón” que
acaparaba las tierras, pero ahora de lo que se trata es de observar si dentro del
pueblo tenemos un número mayor de “bribones” (Buve, 1998: 148).

Reivindicando en gran medida a los autores “agraristas”, Knight señala que en


las investigaciones sobre el despojo de tierra y el conflicto agrario durante el
porfiriato se le ha concedido al hacendado el papel de villano central. Knight
llega a la conclusión de que no fue el hacendado el único villano, sino que
también los rancheros o los pudientes de los pueblos se aprovecharon de las
políticas agrarias impuestas entre 1880 y 1890 (Knight, 1996: 125-126 y 141).
El comportamiento de los villanos locales es muy importante en este trabajo,
sobre todo al momento de caracterizar las demandas de los vecinos durante
la reforma agraria posrevolucionaria.11
10
Además McBride señala que los pueblos “terratenientes disminuyeron desde el siglo pasado por lo que
perdieron parte de su importancia en el sistema agrario mexicano” (McBride, 1951: 26-32, 62-63, 81-84).
Por su parte Tannenbaum afirma que “Las haciendas se han apropiado de los valles y los pueblos se han
retirado hacia las montañas. Éste fue, en parte, el resultado natural del desarrollo de las grandes propiedades”
(Tannenbaum, 1952: 32).
11
Rosberry encuentra que en Pátzcuaro los vecinos del pueblo que tuvieron más vínculo con
“espacios sociales más amplios” fueron los que mayores beneficios obtuvieron de las tierras comunales

25
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

En suma, la desamortización y la reforma agraria impactaron de


distintas maneras la organización pueblerina, pues la primera propició el
acaparamiento de los recursos desamortizados en los vecinos pudientes,
en particular los de común repartimiento, mientras que la reforma agraria
debilitó las finanzas municipales y en general la posición del ayuntamiento.
Ahora interesa conocer no tanto la amarga experiencia que sufrieron los
pueblos por los proyectos del Estado, sino los componentes internos de los
pueblos que actuaron en función de lo que proponía el Estado liberal y de
lo que podía resultar más idóneo para sus intereses como la gran familia
pueblerina, según se concebían a sí mismos. En este sentido combinaron
“las viejas formas y argumentos con las novedades políticas e intelectuales
que ofrecían el Estado y los políticos” (Guardino, 2010: 46). Como bien
señalan Joseph y Nugent, los pueblos debaten, critican, rechazan, revaloran
y presentan alternativas, es decir, hay una articulación entre la formación del
Estado y los sectores subordinados (Joseph y Nugent, 2003: 50).

El pueblo en el siglo XIX

A finales del siglo XVIII por pueblo de indios se entendía “una entidad
corporativa, reconocida legalmente, donde vivían 80 tributarios o más
(aproximadamente 360 habitantes indios) [...] y donde había una iglesia
consagrada, gobernantes indígenas electos anualmente y una dotación
de tierra inajenable” (Tanck de Estrada, 1999: 31). El pueblo contaba con
personalidad jurídica y en consecuencia tenía la capacidad de litigar por
sus bienes porque gozaba del reconocimiento de las diversas instancias
gubernamentales. Al mismo tiempo, los vecinos tenían derechos y
obligaciones, relativos al servicio comunitario y al aprovechamiento de los
recursos productivos, entre otros. Esta forma cambió con la constitución
de Cádiz de 1812, que estableció que el ayuntamiento constitucional
reemplazaría a la república de indios como gobierno local (Tanck de

desamortizadas: “aproximadamente un tercio de los que tenían tierras (más o menos la décima parte del
total) tenía recursos sustanciales en el contexto del pueblo, mientras que alrededor de la mitad de los que
no tenían tierras en realidad casi no tenía nada” (Rosberry, 2004: 77-78).

26
Introducción

Estrada, 1999: 547). En la constitución se concedió al ayuntamiento un papel


importante en el manejo de las tierras y demás recursos. De esta manera,
los ayuntamientos administraron durante el siglo XIX los bienes comunales
que durante la etapa colonial habían pertenecido a los pueblos de indios.12
En México, en general, y en el Estado de México, en particular, el principio
gaditano quedó establecido.

Definir al pueblo obliga a incluir los elementos siguientes: el vecindario,


el ayuntamiento y el territorio. Esta organización funcionaba con base en
la pertenencia de los vecinos a una “gran familia”, que contaba con una
base territorial bien definida.13 Asimismo, destaca la relación múltiple
que mantenía el ayuntamiento con el vecindario y con el territorio. Los
vecinos eran hijos del pueblo, lo que les daba acceso a los bienes comunales
(tierras de común repartimiento, pastos, aguas, montes y bosques). Al
mismo tiempo estaban obligados al trabajo comunitario en obras públicas
y religiosas. Los hijos del pueblo que pertenecían a “La gran familia”14
reconocían al ayuntamiento como la autoridad que administraba y
regulaba los recursos productivos.

12
Si bien es cierto que los ayuntamientos no poseyeron estas tierras en términos de propiedad, sí gozaron
de su usufructo (Escobar y Gutiérrez, 1999: 215).
13
Los términos gran familia e hijos del pueblo eran empleados entre 1850-1900 por los vecinos de los pueblos
del valle de Toluca cuando argumentaban que debían ser considerados a la hora de organizar el uso de
determinado recurso productivo. Por ejemplo, en la solicitud de medición y fraccionamiento del llano de “El
Compromiso” se decía que “se fraccionará entre los cuatro barrios expresados (Santiaguito, San Miguel, San
Pedro Cholula y Santa María) y el pueblo de Tepexoyuca como si fuese una sola familia puesto que todos
somos hijos de la misma municipalidad”. Archivo Histórico Municipal de Lerma (en adelante AHML), Tierras,
caja 3, exp. 23. “Expediente relativo al fraccionamiento del llano de “El Compromiso” de la municipalidad de
Ocoyoacac”. Esta expresión era empleada también por las autoridades locales para fortalecer la organización
pueblerina y la lealtad de los vecinos del pueblo hacia el ayuntamiento. Ducey señala que mientras se
formaban los nuevos ayuntamientos constitucionales la respuesta de los “hijos del pueblo” fue adoptar la
identidad nacionalista de ciudadano y adaptarla a sus propios intereses. En el antiguo régimen los hijos del
pueblo consideraban que el rey era su mejor aliado contra sus enemigos locales. La ausencia del monarca
destruyó la legitimidad del Estado. Ducey asegura que los ayuntamientos ofrecieron amparo a sus hijos frente
al proceso de centralización que empezaron a experimentar desde las reformas borbónicas. Los pueblos
buscaron en el discurso moderno de los ayuntamientos amparar sus derechos tradicionales. En términos de
este trabajo el derecho a sus recursos productivos (Ducey, 1999: 138-141).
14
“La gran familia” entendida como la unidad y el vínculo común entre el vecindario y el ayuntamiento,
funciona a partir de que los vecinos son reconocidos por las autoridades locales como hijos del pueblo y a
su vez los vecinos reconocen la autoridad de los cuerpos locales. En ese sentido era un reconocimiento
recíproco, en dos direcciones.

27
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Las autoridades locales representaban a los vecinos del pueblo en los litigios
con haciendas o con otros pueblos, no sólo por su obligación con respecto al
vecindario sino porque también la explotación del territorio del pueblo (al
menos de una parte) se traducía en ingresos municipales. El pueblo del siglo
XIX se puede definir como el conjunto de vecinos que reivindicaban el lugar
de origen, y que además contaba con una efectiva organización colectiva
y un marcado sentido del parentesco: todos estos factores les permitieron
defender su patrimonio. Así lo expresaban los vecinos del pueblo de
Coapanoaya: “ya que todas las familias de Coapanoaya forman una especie
de hermandad en la que los vecinos se siguen reconociendo como hijos del
lugar de origen y procuran que sólo entre sus propias familias se verifiquen
lazos matrimoniales”.15Así se interpretan a sí mismos cuando dicen que son
vecinos del pueblo.

Esta organización funcionaba a través de la articulación de cada uno de los


elementos que conformaban el conjunto, es decir, vecindario, ayuntamiento
y territorio. En este tipo de organización existían acuerdos o arreglos entre
sus partes para el buen funcionamiento del conjunto. A lo largo de esta
investigación, la atención se centrará precisamente en esa familia pueblerina,
en sus cambios y continuidades, así como también en sus conflictos y
tensiones.

Problemas e hipótesis

Este estudio trata de vincular la desamortización de los bienes de las


corporaciones civiles con la reforma agraria. En términos metodológicos,
el punto de unión de ambos procesos es la construcción de la organización
pueblerina durante la segunda mitad del siglo XIX y las tres primeras décadas
del siglo XX. A partir de esa vinculación, las preguntas centrales son las
siguientes:

15
Archivo General Agrario (en adelante AGA), Restitución y Dotación, exp. 2425, legajo 3, f. 6. “Informe
reglamentario que rinde Candelario Reyes a la Comisión Nacional Agraria, 28 de abril de 1928”.

28
Introducción

¿De qué manera ambos proyectos, promovidos por las élites políticas,
intentaron cambiar el sistema de propiedad agraria y más allá a la sociedad en
su conjunto?; ¿cómo se modificó o cómo se mantuvo el control de los vecinos
pudientes y el común del pueblo sobre los recursos productivos después de
la desamortización de los bienes corporativos civiles y de la reforma agraria?;
¿cuáles fueron las reacciones de los vecinos frente a esos proyectos nacionales?;
¿cuál fue el papel del ayuntamiento en estas dos etapas de cambio agrario?

La hipótesis central es que la desamortización de los bienes de los pueblos


de los municipios de Lerma y Ocoyoacac ocasionó un cambio radical en la
organización pueblerina. El cambio se percibe a partir de que los vecinos
pudientes de los pueblos comenzaron a acaparar los bienes comunales sin que
con ello se pueda hablar de un despojo masivo, en el supuesto de que se presentó
una desamortización y después vino la desvinculación de los bienes de los
pueblos, es decir, una vez que los vecinos se hicieron propietarios vendieron
sus tierras propiciando con ello que unos cuantos acapararán la tierra. Los
vecinos que se adjudicaron los bienes comunales controlaban la actividad
política y económica de ambos municipios. Sin duda, la desigualdad social
que se generó implicó rupturas. El acaparamiento desató un gran malestar al
interior de la organización pueblerina, así como con sus autoridades locales,
aunque no destruyó tal organización. Otro cambio significativo tuvo lugar
con la puesta en marcha de la reforma agraria que subrayó la separación del
ayuntamiento, es decir, la autoridad política local, del manejo de los recursos
productivos. Dicha separación se tradujo en el surgimiento de una nueva
gran familia ejidal que siguió funcionando pero ahora sin la intervención
directa del ayuntamiento. Con ello se creó una nueva organización de los
pueblos, al dar lugar al surgimiento de una estructura económica y política
ligada a los ejidos, dependiente sobre todo de la autoridad federal.

Un aspecto importante de esta hipótesis es señalar que los vecinos del común
del pueblo intentaron hacer, por así decir, su propia reforma agraria, en tres
sentidos: 1) para enfrentar la desigualdad social, 2) para recuperar tierras
que antes habían sido desamortizadas y luego vendidas y acaparadas, 3) para

29
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

desplazar al ayuntamiento del control y manejo de los recursos productivos.


Con la creación de los ejidos del siglo XX los ayuntamientos quedaron al
margen del control de los recursos productivos debilitando seriamente los
ingresos municipales, pues la tierra como lo estableció el artículo 27 de la
constitución de 1917 era propiedad de la nación y el gobierno federal se
esmeró por imponerse como la única autoridad política que representaba y
hacía efectivo el interés supremo de la nación. Además del dominio territorial
por parte de la federación, había un claro interés por alcanzar un papel
decisivo en las cuestiones políticas locales.

Debemos señalar que no en todos los lugares ocurrió el mismo proceso. Esta
investigación ha permitido observar un fenómeno que parece importante. Se
refiere a que durante las primeras décadas del siglo XX la autoridad municipal
no quedó relegada del control de sus recursos. Muestra de ello es que en uno
de los casos que se analiza, el del llano de “El Compromiso”, perteneciente a
Ocoyoacac, el ayuntamiento mantuvo el control de ese llano hasta después
de 1940, a pesar de que se trataba de un bien comunal y que en más de una
ocasión había estado expuesto a ser desamortizado. Esta controversia la
sostuvieron los vecinos de los cuatro barrios del municipio de Ocoyoacac en
contra de las autoridades de la cabecera. En años posteriores los vecinos de
los barrios argumentaron que de acuerdo con la legislación agraria los ejidos
eran independientes del ayuntamiento por lo que iniciaron un litigio para
desplazar a la autoridad local.

Por otro lado, en cuanto al papel del ayuntamiento, Salinas Sandoval


argumenta que durante las diferentes etapas del siglo XIX (federalismo,
centralismo, imperio, república restaurada) las autoridades estatales
lucharon por convertir a los ayuntamientos en una autoridad eficiente en
la administración de los municipios. La autoridad estatal a través de los
prefectos y subprefectos y posteriormente los jefes políticos, pretendía que
los ayuntamientos respondieran a sus intereses políticos y económicos.
Estas autoridades locales reconocidas por la legislación eran las encargadas
de organizar el mundo municipal bajo la autoridad de los prefectos y

30
Introducción

subprefectos intermediarios de la alta jerarquía estatal. Pese a que por


decreto era muy claro el papel que debía fungir el ayuntamiento, este
órgano de gobierno también actuó para “encontrar beneficios para la
colectividad”. En determinados momentos los ayuntamientos “eran las
autoridades de los pueblos; es decir, en quienes los habitantes depositaban
su confianza por la comunión de intereses que tenían” (Salinas, 2001: 96).
En este trabajo sólo nos referiremos a la relación que tenía el ayuntamiento
con el territorio, dejando de lado su acción y función administrativa local
referida a: elecciones, servicios, beneficencia, salubridad, tranquilidad
pública y vigilancia del comercio (Salinas, 2001: 76). En ese sentido,
analizamos cómo ven los pueblos al ayuntamiento y cómo pretendían que
actuaran sus autoridades, en el entendido de que se concebían como hijos
del pueblo que formaban parte de una gran familia en el que la autoridad
local debía fungir como el padre de esa familia. Por ello se insiste en que los
factores internos desataron el enfrentamiento de esta autoridad a finales del
siglo XIX, con la “gran familia” al olvidar su papel de garante de los bienes del
vecindario. Cabe aclarar que esta separación no implicó obviamente el fin
de la organización pueblerina. En su lugar surgió lo que aquí se denomina,
en términos del proyecto agrario posrevolucionario, “la familia ejidal”, bajo
el control de la autoridad federal.

En términos metodológicos, la investigación se desarrolla en dos vertientes


principales. En la primera se intenta reconstruir la organización pueblerina
en el periodo 1850-1870. Asimismo, se hace una caracterización de la
desamortización insistiendo en que no ocurrió un despojo masivo de los bienes
de los pueblos, tal y como lo plantean los autores agraristas citados y que según
ellos es lo que explica la participación de los pueblos en el movimiento armado
de 1910. Una vez definido lo que se entiende por organización pueblerina y
caracterizada la desamortización para la zona de estudio, se intenta aclarar la
conexión entre la desamortización y la reforma agraria.

El segundo aspecto metodológico sobre el estudio de la desamortización y la


reforma agraria hace énfasis en dos cuestiones: por un lado conocer cuáles

31
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

recursos (montes, pastos, lagunas, tierras) estuvieron involucrados en la


desamortización y cuáles en la reforma agraria, e incluso habría que señalar
cuáles quedaron al margen de la reforma agraria. Por otro lado, se hizo un
seguimiento de los actores (vecinos del común y pudientes y autoridades
locales) que encabezaron la desamortización y la reforma agraria.

En este trabajo se observan tres fenómenos fundamentales. El primero se


refiere a la clara desamortización de las tierras de común repartimiento
en ambos municipios beneficiando tanto a vecinos pudientes como al
común del pueblo; en el segundo momento se destaca la desvinculación y
adjudicación de los recursos productivos de uso común como los bosques,
de la que se aprovecharon los vecinos pudientes. En este momento se observa
una marcada desigualdad social, pues generalmente los vecinos pudientes
controlaban la economía y la política de ambos municipios. Por último,
durante la reforma agraria se dotó a los pueblos de las tierras de las pocas
haciendas de la zona, para reivindicar un supuesto despojo, el que por
supuesto no existió. Cabe aclarar que en la zona de estudio no se encontró
ninguna compañía deslindadora y cuando se les solicitaba información sobre
terrenos baldíos, las autoridades manifestaban que en la zona no existía tal
categoría de terrenos.16

En suma, se insiste en un enfoque que da preponderancia a la manera en que


los grupos locales se manifiestan para resistir, avalar, adaptar las iniciativas
externas, pero además en su capacidad para ajustar cuentas y proponer
cambios sociales, económicos y políticos dentro de los pueblos. La visión de
una vida pueblerina estática y hasta cierto punto folclórica debe desterrarse.
Si insistimos en la vida pueblerina, es porque tal organización había probado
su flexibilidad y sobre todo su capacidad de garantizar la reproducción de los
habitantes del vecindario. Falcón señala que una de las riquezas de “la historia
de los pobres y marginados” radica en que permite abordar la negociación
cotidiana, es decir, la capacidad que tienen los sectores subalternos para
16
Debo manifestar que tampoco encontré en los acervos consultados tierras que fueran propiedad de la
iglesia. En un estudio posterior convendría consultar el archivo parroquial de ambos municipios.

32
Introducción

ajustarse, negociar o transigir lo que les proponía el sector hegemónico


(Falcón, 2005: 14). En este sentido los pueblos combinaron “las viejas formas
y argumentos con las novedades políticas e intelectuales que ofrecían el
Estado y los políticos” (Guardino, 2010: 46). Si se quiere, es la historia de
cómo llega y cómo se va el ayuntamiento; después de 1920 comenzó su
desplazamiento sistemático, que es lo que puede observarse hoy en día en la
vida de los pueblos.

Las fuentes

Se consideraron estos municipios en razón de la rica información que se localizó


en los archivos municipales de Lerma y Ocoyoacac, así como en el Archivo
Histórico del Estado de México. Esta documentación permitió identificar
varios momentos importantes en relación con las políticas que buscaban
transformar la forma de apropiación y explotación de los recursos productivos
después de 1856. Destaca la documentación sobre la desamortización de
las tierras de común repartimiento y los propios de los ayuntamientos. No
obstante, los montes, bosques, pastos y las aguas no se vieron afectados por
la desamortización, al menos hasta 1890, cuando se dictó un decreto que
autorizó al ejecutivo del estado a llevar a cabo “el fraccionamiento de la
propiedad común de los pueblos” (Colección de decretos, XXI, 1889: 201).

Así, es posible vislumbrar hasta este momento dos etapas en la desamor-


tización, la primera involucra a la ley federal de 1856 que ordenaba la
desamortización de las tierras de común repartimiento y los propios de
los ayuntamientos, y una segunda etapa impulsada por el vecindario y la
autoridad estatal para llevar a cabo la desamortización de recursos de uso
común, sin lograr buenos resultados. En estos términos la consulta de la
legislación estatal emitida entre 1856 y 1900 junto con la de los archivos
municipales fue fundamental para corroborar la periodización anterior.

La documentación del Archivo General Agrario se encuentra en la ciudad


de México en la serie de Restitución y Dotación de ejidos, estos papeles son

33
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

valiosos por los testimonios que presentan los pueblos en relación con la
defensa de sus recursos, además de mapas que muestran las tierras que se
estaban dotando. Para el análisis de la situación fiscal de los ayuntamientos
fue necesario consultar los fondos de Tesorería y Estadística de los archivos
municipales. Así fue posible reconstruir los ingresos de los dos municipios.
Sobre el movimiento de la propiedad y el acaparamiento de las tierras por
parte de los pudientes de los pueblos, fue muy útil la información del Archivo
General de Notarías del Estado de México.

El trabajo está estructurado en cinco capítulos. En el primero se aborda


la economía general del país y de la zona de estudio; se comparan sus
características con áreas más dinámicas del Estado de México y se concluye
que la economía de los municipios de Lerma y Ocoyoacac mostraba
una notable continuidad a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, a
pesar de su cercanía con mercados importantes y la introducción del
ferrocarril. En el segundo capítulo se aborda el primer proyecto del Estado:
la desamortización. En éste se hace una definición de lo que se entiende
por organización pueblerina, gran familia e hijos del pueblo. Asimismo, se
sigue el proceso de la desamortización de los bienes de las corporaciones
civiles en los bienes de los propios y las tierras de común repartimiento. En
este apartado se concluye que los bienes de común repartimiento fueron
desamortizados rápidamente, mientras que los bienes como los pastos,
lagunas, bosques y tierras de uso común tuvieron otro ritmo. En este
capítulo se aborda también el proceso de la desvinculación de bienes de
uso común, es decir, es el momento en que los vecinos pudientes lograron
convertirse en adjudicatarios concentrando una cantidad considerable de
tierra y generando con ello una clara desigualdad social en los pueblos.

En el tercer capítulo se abordan los cambios y continuidades que experimentó


la organización pueblerina en vista de la aplicación del primer proyecto del
Estado que pretendía cambiar la organización social de los pueblos en su
conjunto. En este capítulo se expone a la gran familia decimonónica que
involucra a los vecinos, ayuntamiento y territorio. Se analizan los cambios

34
Introducción

que experimentó la hacienda municipal con la aplicación de la ley de


desamortización. De igual forma, se hace un seguimiento del movimiento
de la propiedad de los bienes que sí fueron desamortizados. De este análisis
resultó que la mayor parte de los llanos y bosques permanecieron en manos
de los pueblos o fueron divididos y desvinculados. Con ello, un grupo de
caciques locales logró acaparar la tierra y provocó una creciente desigualdad
social al interior de los pueblos. Además se abordan los conflictos por las
lagunas y los montes, lo que permite adentrarse en un primer enfrentamiento
entre las autoridades locales y la gran familia, motivo por el cual el común
del pueblo comenzó a ver con buenos ojos el proyecto desamortizador. Estas
autoridades representaban los intereses de los vecinos pudientes, sin que
por ello dejaran de formar parte de la gran familia pueblerina, de la que los
vecinos del común, finalmente, se sintieron ajenos.

En el cuarto capítulo se expone el segundo proyecto del Estado: la reforma


agraria. En este capítulo se trata el retorno a la propiedad colectiva, en
virtud del fracaso del programa liberal que buscaba la individualización de
la propiedad. Se hace un seguimiento de las principales dotaciones que se
dieron a los pueblos de los municipios de Lerma y Ocoyoacac. Se aborda
también cómo asumieron los vecinos de los pueblos el otro gran proyecto del
Estado mexicano, pues adoptaron el reparto agrario para recuperar tierras
que ellos habían vendido una vez que fueron desamortizadas y desvinculadas.

Por último, el quinto capítulo analiza el desplazamiento del ayuntamiento del


control territorial y fiscal que tenía de los principales recursos, al convertirse
el gobierno federal, con base en el artículo 27 de la Constitución de 1917,
en el propietario de las tierras y aguas. Con ello los pueblos adoptaron una
nueva forma de organización pueblerina, concibieron de hecho una gran
familia ejidal, en la que también resultarían traicionados pues los integrantes
de los comisariados ejidales, también vecinos de los pueblos, comenzaron
a acaparar las mejores tierras de los pueblos. Además, los vecinos tuvieron
que pagar por la explotación de recursos de uso común como los pastos y
bosques. En este naciente panorama de transformación los pueblos no fueron

35
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

sujetos pasivos; se adaptaron y respondieron de acuerdo con sus intereses.


Sin duda, uno de los grandes perdedores fue el ayuntamiento, tanto en lo
fiscal como en lo político, como se tratará de mostrar en esta investigación.

36
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX
Capítulo I

En este capítulo se caracteriza la economía local en un contexto de


crecimiento de la economía nacional y de promoción de iniciativas de
modernización de las actividades agrarias. Se trata de contrastar y resaltar
las particularidades de la zona de estudio en la que no se presentó una
dinámica económica significativa. Buve demuestra que en otras zonas
durante el porfiriato muchos particulares presionaron a los pueblos para
despojarlos de sus tierras y sus recursos naturales en vista del desarrollo
de una “agricultura audaz y creciente” (1998: 127). A finales del siglo XIX,
ante el aumento de la demanda internacional de materias primas, México
reactivó su economía y en algunas zonas tuvo lugar un notable auge de la
agricultura, la explotación de los bosques, las minas y la ganadería, entre
otras actividades (Guerra, I, 1991: 329).

En contraste, el rasgo más llamativo de la economía local era su continuidad,


no obstante la introducción del ferrocarril, la cercanía con la ciudad de México
y otros mercados de importancia en Toluca y el Bajío. Tal continuidad se
observa en la producción agrícola, ganadera e industrial. Durante el régimen
de Porfirio Díaz, las élites, dueñas de las principales haciendas del centro del
país, dirigieron su economía hacia los mercados internos, lo que no sugiere
que tal orientación significara un estancamiento. Al contrario mostraron
auge, como ocurrió con el azúcar de Morelos y el algodón de La Laguna, las
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

que se convirtieron en regiones sumamente ricas y dinámicas a finales del


siglo XIX, con productos de consumo interno (Tutino, 1990: 242).

En este capítulo se mostrarán algunos elementos que sugieren la continuidad


económica en el sur del valle de Toluca durante la segunda mitad del siglo
XIX. Los pueblos involucrados en este estudio exhiben esfuerzos colectivos
de defensa de un espacio comunal que estaba siendo acaparado por los
vecinos pudientes amparados por las propuestas individualistas de propiedad
formuladas por los gobernantes liberales de la segunda mitad del siglo
XIX. Sin duda, la ausencia de hacendados acaparadores y preocupados por
desarrollar una agricultura intensiva en la zona es otra característica que
permite entender esta continuidad económica, incluso algunos propietarios
decidieron devolver parte de sus tierras a los pueblos. Nuestra comparación
se enriquece si se contrasta con el crecimiento de otras zonas agrícolas del
Estado de México, como los distritos de Chalco y Toluca.

a) La continuidad de la economía local

Desde el periodo colonial el sur del valle de Toluca se caracterizó por


una significativa producción agrícola y ganadera. Llegó a ser importante
abastecedor de alimentos de las ciudades de México y Toluca. Asimismo,
la actividad ganadera fue notable debido a las fértiles zonas de planicie y
a la humedad de las tierras que permitían el crecimiento de pastos para la
alimentación de los animales.1El valle se destacó también por una importante
1
En 1746 Antonio Villaseñor y Sánchez hacía referencia a la importancia de la producción agrícola tanto
de Chalco como de Toluca. En relación con el primero señalaba que “Esta jurisdicción es muy fértil y
abundante de todo lo necesario para la vida humana, y en 46 haciendas de labor que hay en ella todos los
años regulados unos con otros cogen 250 mil fanegas de maíz, y 30 mil cargas de trigo con la abundancia de
las demás semillas, madera, carbón, gran cantidad de azúcar, mieles, frutas de tierra caliente, y legumbres
de su país”. En el caso de Toluca señalaba el mismo argumento de bonanza agrícola “Los frutos que produce
esta jurisdicción, y en que comercian sus vecinos son los que produce la tierra fría, como maíz, cebada y haba
en crecidas cantidades, respecto que aun siendo corto el recinto que la abraza es fértil todo el valle, donde
hacen sus siembras, pero el renglón en que logra mayor utilidad es el de las muchas partidas de ganado de
cerda”. Mientras que para el caso de Lerma argumentaba un posible estancamiento agrícola: “Los frutos que
únicamente produce son los maíces y otras semillas, en muy corta cantidad […] todo lo más son cerros y
barrancas incapaces de labor, por lo cual se hallan precisados a comprar lo necesario en las jurisdicciones
confinantes” (Villaseñor y Sánchez, 1992: 107, 190-191). Véase también (León, 2002: 103-107). A finales del
siglo XIX Manuel Rivera Cambas aludía a la baja producción agrícola de Lerma: “Las producciones agrícolas

38
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

producción de carne de cerdo y de sus derivados, tales como jamón, tocino,


mantecas y los chorizos, los cuales eran vendidos a la ciudad de México por
los criadores de cerdo que además eran “arrieros y comerciaban los productos
del cerdo” (León, 2002: 154). Otra actividad era la explotación lacustre, de
suma importancia desde el periodo prehispánico y que prevaleció por lo
menos hasta la primera mitad del siglo XX (Albores, 1990: 221).

El río Lerma tiene su origen en el sur del valle de Toluca que contaba con
tres lagunas (Atenco, Chimaliapan y Chignahuapan) que hacían posible las
actividades lacustres (Boletín Hidrológico, 1970: 1-9). El clima del valle es
templado-subhúmedo, propio para el cultivo del maíz, haba y frijol, no así
para el trigo. León García señala que a finales del siglo XVIII el trigo y el maíz
que se producían en el valle de Toluca no eran de los mejores, e incluso estos
productos eran considerados de calidad inferior, comparados con los del
valle de México, en particular los de Chalco y los del Bajío (León, 2002: 142).
Ello se explica por los suelos de esta región, que son del tipo andosol, feozem
y de montaña. El suelo de tipo andosol permite una vegetación compuesta
por pino, oyamel, aile y encino. Ahí predomina la actividad forestal. Los
suelos feozem se ubican en los límites de la planicie y pie de monte, presentan
algunos problemas de inundación. Este tipo de suelo tiene una vegetación
rica en tulares y pastizales, son propios para el cultivo de granos, legumbres y
hortalizas (Atlas, 1993: 22 y 116).

A pesar de su favorable ubicación para la circulación mercantil, el cambio


de la economía de las últimas décadas del siglo XIX no fue tan significativo
en Lerma y Ocoyoacac.2 Tal fenómeno se podría explicar por el peso de

de Lerma se reducen a maíz y otras semillas, aunque en poca cantidad, pues no cuentan con suficientes
tierras a propósito, siendo las de su jurisdicción, en cuatro leguas de ancho y tres de largo, cerros y ciénegas
incapaces de labor, por cuya razón los vecinos limitándose a la cría de cerdos, buscan el sustento en los
pueblos inmediatos” (Rivera, 1972: 37).
2
Incluso en una descripción escrita en 1889, por Alfonso Luis Velasco, se argumenta sobre el atraso de
la entidad: “El Estado de México es una de las entidades federativas de La República Mexicana, que tiene
gran importancia como centro agrícola e industrial. Compuesto en su totalidad por pequeñas poblaciones,
no progresa como debiera, por su proximidad a la capital; puesto que en los centros de población poco
numerosa, el fanatismo se desarrolla con tal fuerza” (Velasco, 1980: 9).

39
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

los pueblos de vecinos fuertemente vinculados con sus recursos lacustres y


de bosque, es decir, que sus habitantes formaban parte de una importante
organización pueblerina en la que era fundamental la conservación de
sus recursos en su calidad de comunes y bajo la administración de los
ayuntamientos. Las lagunas eran importantes debido a que los recursos que
se obtenían formaban parte de la subsistencia de los pobladores (Albores,
1990: 222; Camacho, 2007: 21-26 y Camacho, 1998: 233-238). El argumento
más consistente para explicar la continuidad económica se vincula con la
ausencia de una oligarquía poderosa con interés de expandirse en el valle.
Vale la pena señalar que los pueblos de Chalco-Amecameca y los de Morelos
también contaban con una resistente estructura comunal. Sin embargo, a
diferencia de Lerma y Ocoyoacac, hacendados poderosos y acaparadores de
los principales recursos impusieron drásticos cambios en la economía de
esas zonas. Debido a ello, la concentración de la tierra tuvo mayor impulso
con la aplicación de la legislación liberal decimonónica, pues, los hacendados
dedicaron esas tierras al desarrollo de una agricultura comercial de cereales,
en Chalco, y de azúcar, en Morelos. La concentración de la tierra propició
una participación distinta de los vecinos en el movimiento armado de 1910,
así como en el proceso de reforma agraria (Tortolero, 1996: 230; Anaya,
1997:49; Warman, 1988: 57-59 y 77-79).

Por si fuera poco, en la zona de este estudio, la oligarquía falló en su intento


por desecar las lagunas en 1870 y en 1906, lo que hubiera propiciado una
expansión de la propiedad privada de la tierra agrícola con la entrada de
capitales en la producción, por ello no se se estableció una fábrica de papel
como la de San Rafael que tuvo un fuerte impacto en la zona de Tlalmanalco.
Los dueños de la industria se apropiaron de los principales recursos
productivos.

En general los estudiosos consideran que el avance de la desamortización


guarda estrecha relación con el desarrollo económico que experimente
determinado lugar. Muestra de ello son los casos de Papantla y Cuicatlán.
En esos sitios el motor de la economía giró en torno a la producción de

40
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

artículos comerciales como la vainilla, el tabaco y el café.3 El caso de Papantla,


estudiado por Kourí, muestra una notable diferencia en comparación con el
sur del valle de Toluca debido a que en aquel lugar se desarrolló el cultivo de la
vainilla que alcanzó gran importancia económica. Los habitantes de Papantla
eran campesinos dispersos e independientes y su actividad económica estaba
orientada a la autosubsistencia. Hasta 1861 Papantla se caracterizó por ser
una región aislada dedicada en buena medida a la milpa. A partir de 1880,
con el auge del cultivo de la vainilla se rompió el aislamiento al posibilitar la
vinculación de la agricultura de Papantla con mercados más amplios (Kourí,
2001: 207). Este auge agrícola explica que las mismas autoridades locales
impulsaran la desamortización, debido a que la tierra alcanzó un gran valor.
Como resultado, se desató una fuerte competencia entre los vecinos por
ampliar sus propiedades, sin que se fortalecieran las haciendas, lo que dio
lugar a la consolidación de un sector campesino enriquecido. En Papantla la
privatización de las tierras de los pueblos se llevó a cabo con poca resistencia
y sin violencia (Kourí, 2001:213).

Por su parte, en Oaxaca el proceso desamortizador tomó fuerza en 1890,


con la introducción del ferrocarril y el impulso de la agricultura comercial,
factores que propiciaron la transformación agraria. Las tierras cercanas a
las líneas del ferrocarril incrementaron su valor. Los vecinos de los pueblos
solicitaron la privatización de sus tierras debido al auge del cultivo del
café, para evitar el arribo de intereses foráneos. Así ocurrió en los pueblos
de Chilchota y Juchila (Chassen, 1998: 166-168). La distribución de la
propiedad en Oaxaca fue desigual debido a que las tierras más fértiles que
tenían acceso al ferrocarril fueron rápidamente desamortizadas, a diferencia
de las menos fértiles y alejadas de las líneas férreas, es decir, la privatización
de las tierras en Oaxaca se llevó a cabo en las zonas que estaban claramente
vinculadas con el mercado (Chassen, 1998: 170 y 174). En Cuicatlán el
fenómeno de privatización tuvo lugar hasta 1890, en coincidencia con la
introducción del ferrocarril y la expansión de cultivos comerciales. En esta
3
El café, el tabaco y el azúcar fueron algunos de los principales productos de exportación del estado de
Veracruz, así como de las tierras bajas de Oaxaca y Chiapas (Tutino, 1990: 245).

41
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

área se invirtió un importante capital oaxaqueño y extranjero que propició


un aumento considerable de los cafetales e ingenios de la región de la
Cañada (Mendoza, 2001: 199-200 y 209).

Al igual que en los casos anteriores en Tlalmanalco, Estado de México, la


desamortización de los bienes comunales recibió impulso, justo cuando se
estableció en 1890 la fábrica de papel San Rafael. Esa millonaria inversión
provocó una intensificación de la aplicación de la ley de desamortización
de los bienes de las corporaciones civiles. Los propietarios de la fábrica
adquirieron los terrenos de las haciendas, así como el control de los
principales recursos de los pueblos (Huerta González, 1996: 285). La
explotación intensiva de los recursos productivos trastocó el uso de los
suelos, bosques y aguas, al modificar la relación de las diversas unidades
de producción. El bosque empezó a explotarse a gran escala. Incluso
el mismo gobierno estatal invitó a los pueblos y a los ayuntamientos a
arrendar este importante recurso para aumentar los fondos municipales
(Huerta González, 1996: 289). La introducción del ferrocarril en la zona
tuvo gran impacto ya que los propietarios de la fábrica lograron el control
total de ese medio de transporte.

Como se ve, en todos estos lugares puede vincularse la desamortización con


el auge de la agricultura comercial, la instalación de fábricas y la presencia
del ferrocarril. En contraste, en Chalco y Cuernavaca-Cuautla el fenómeno
de acaparamiento y concentración de los principales recursos fue anterior a
la aplicación de la ley de desamortización de los bienes de las corporaciones
civiles, en virtud de que en esas zonas la producción cerealera y azucarera
ya tenía gran importancia durante el periodo colonial. En este caso, la
desamortización sólo consolidó el proceso (Ávila, 1999: 43-44; Warman,
1988, 53-54 y Anaya, 1997: 101 y 106). En una publicación reciente, Horacio
Crespo, argumenta que en el caso de Morelos, la desamortización de la
propiedad corporativa propuesta por los liberales de la segunda mitad
del siglo XIX, no fue el origen de la ruina de los “pueblos campesinos”. El
problema consistió en “disciplinar su fuerza de trabajo a las nuevas exigencias

42
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

productivas”. Crespo argumenta que los hacendados ensancharon sus


cañaverales sobre sus propios terrenos por dos vías: la primera al recuperar
tierra que había sido explotada de manera indirecta por arrendatarios; y la
segunda, a través de aquella tierra que resultó beneficiada por los nuevos
canales de irrigación (Crespo, 2009: XVII-XVIII).

A diferencia de los espacios a los que se ha hecho referencia, la introducción


del ferrocarril ayuda a explicar la continuidad económica de los municipios
ubicados en el sur del valle de Toluca, pues amplió las posibilidades de
abastecer a los grandes centros urbanos con productos de haciendas cada
vez más lejanas, es decir, hubo una mayor competencia entre áreas diversas
(Tutino, 1990: 242). La construcción del ferrocarril México-Toluca se inició
en 1872, factor que provocó una explotación más intensiva de las maderas en
la zona cuando se inauguró en 1883.

Kuntz señala que el impacto del Ferrocarril Central Mexicano en el Estado


de México no fue tan considerable como en otros lugares (Kuntz, 1998: 273).
El trigo que se embarcaba representaba sólo 3% de la producción local. Por
su parte, el ferrocarril nacional mexicano tuvo más relevancia en la zona de
estudio pues tocaba los puntos de Lerma, Salazar, Jajalpa y Toluca. Su carga
estaba compuesta de la siguiente manera: 60% de materiales de construcción,
20% de productos agrícolas y 12% de artículos manufacturados (Kuntz,
1998: 281). Resulta evidente que la producción agrícola transportada en el
ferrocarril nacional era ínfima en comparación con los productos forestales
(véase cuadro 1). Las estaciones de Lerma, Jajalpa y Salazar cargaban
42.5% del total de productos forestales, 3.2% de cereales y 19.5% de otros
productos agrícolas. Es posible suponer, como señala Kuntz, que el grueso
de la producción agrícola de esta localidad se consumiera en los sitios de
producción o se comercializara en localidades cercanas, es decir, en los
mercados tradicionales de Santiago Tianguistenco, Capulhuac y Ocoyoacac
(Kuntz, 1998: 286).

43
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Cuadro 1
Composición de la carga en el Estado de México:
ferrocarril nacional, 1894
(toneladas)

Materiales Productos Mercancías


Estaciones Cereales Otros agrícolas
construcción forestales diversas
Tlalnepantla 6,996 645 12 11 72
Lechería 6,990 17 6 6 30
Cuautitlán 90 78 299 165 698
Teoloyucan 163 328 1,487 9 64
Huehuetoca 1,247 4,061 70 57 28
Naucalpan 14,601 26 140 60 175
Río Hondo 605 33 0 0 363
Dos Ríos 2,325 803 0 37 20
Salazar 10 15,785 0 3 4
Jajalpa 0 5,654 30 3 34
Lerma 2 8,964 215 551 141
Toluca 86 9,101 2,547 1,902 4.081
Palmillas 0 0 84 0 0
Del Río 0 0 70 1 .5
Ixtlahuaca 0 11,392 1,792 6 53
Flor de María 4 7,943 495 16 80
Basoco 24 4,258 342 18 6
Tultenango 12 2,469 118 3 41
Suma 33,154 71,557 7,677 2,848 5,890
% en total 24.5 52.9 5.7 2.1 4.3
Fuente: (Kuntz, 1998: 280).

La economía del sur del valle de Toluca se basó en actividades lacustres,


agrícolas, ganaderas y forestales para mercados locales. No hubo grandes
empresas ni cultivos comerciales, pero en cambio estaba presente una
tradición lacustre que funcionaba en buena medida gracias a la organización
pueblerina. En 1870 se intentaron desecar las grandes áreas de laguna para
el desarrollo de la agricultura comercial y se intentó de nuevo en 1906 pero
con la finalidad de utilizar sus aguas para generar energía eléctrica (Camacho
Pichardo, 2007 y Camacho Pichardo, 1998), ambas iniciativas fracasaron
debido a que los pueblos se mostraron reacios ante los cambios en su modo

44
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

de vida que implicaban esos proyectos. La débil presencia de la oligarquía en


la zona, por lo menos en la segunda mitad del siglo XIX, junto con la fuerte
oposición de los vecinos fueron las causas principales que impidieron la
desecación de las lagunas del Alto río Lerma. Puede pensarse que la exitosa
oposición a la desecación de las lagunas en esos lugares es uno de los indicios
más claros de la continuidad local. Conviene ahora ahondar en la economía
de ambos municipios.

b) Los municipios y haciendas en Ocoyoacac y Lerma

Esta historia sobre el proceso de desamortización en los municipios de


Lerma y Ocoyoacac se ubica en una zona situada entre los 2,630 msnm
y los 3,000 msnm. En estas circunstancias físicas se distinguen tres pisos
ecológicos: la laguna, la planicie y la montaña (véase mapa 2).4 Este espacio
físico es el escenario en el que actúan los diferentes protagonistas de esta
historia: vecinos pudientes y el común de los pueblos, ayuntamientos,
haciendas y los gobiernos estatal y federal, en relación con el manejo de los
recursos productivos.

Algunos autores han señalado que en otras áreas, como Chalco y Atlixco, la
presencia de los pueblos de indios es más fuerte en las zonas de montaña,
mientras que en las partes bajas hay un relativo predominio de las haciendas
con una población blanca o mestiza (Tortolero, 1996: 16-17; Castañeda,
2005: 42). Esta distribución se halla también en el sur del valle de Toluca.
Pero hay al menos una diferencia. A pesar de que estaban ubicados en
las partes altas, en Lerma, los pueblos también contaban con derechos de
explotación de los recursos de la planicie y de la laguna. Quizá este hecho
explica la continuidad económica en la zona, pues los hacendados no
4
Este análisis de los pisos ecológicos se retoma de la propuesta de Tortolero para el caso de Chalco. Define
tres pisos ecológicos en su zona de estudio: el valle, el pie de monte y la montaña. El valle se caracterizaba
por ser un espacio lacustre, en el que se encontraban las mejores tierras para el cultivo de los cereales.
Por su parte, en el pie de monte y la montaña, el bosque era el recurso más codiciado en vista de las
actividades económicas desarrolladas a finales del siglo XIX. Tortolero encuentra que las haciendas de la
zona se extendieron sobre los distintos pisos ecológicos y desplazaron a los pueblos del usufructo de los
principales recursos (Tortolero, 1996: 16).

45
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

expandieron sus propiedades como tampoco se logró la desecación de las


lagunas. Antes bien, una de las características que sobresale en esta zona
es el constante conflicto entre los pueblos por asegurar la propiedad de
diversos recursos. Por ejemplo los habitantes de Lerma, con población en
su mayoría de blancos y mestizos se enfrentaron a los vecinos del pueblo de
Santa María Atarasquillo, ubicados en la parte alta, por la propiedad de la
laguna.5 Este conflicto tiene su origen desde la misma fundación de Lerma,
ocurrida en 1613. Esta ciudad fue fundada por colonos españoles dirigidos
por Martín Reolín Barejón (García Castro, 1999: 306). Lerma se estableció
en terrenos que habían sido del corregimiento de Tlalaxco, es decir, del
mismo Santa María Atarasquillo, pueblo con el que Lerma sostuvo largos
litigios (Romero, 1971: 82). García Castro señala que los fundadores de
esta ciudad estaban convencidos de que con el paso del tiempo Lerma sería
el más importante centro poblacional del sur del valle de Toluca. Por el
contrario, su población predominante no india, explica su lejana relación
en el siglo XIX, con los pueblos de indios sujetos a la cabecera municipal de
Lerma. García Castro considera que el fracaso de esta ciudad en el periodo
colonial se debió a esa “continuidad funcional que estuvo determinada,
en gran medida dentro del área mesoamericana, por la presencia de una
estructura espacial indígena preexistente” (García Castro, 1999: 309).

La población en Ocoyoacac era mayoritariamente indígena. Ocoyoacac


fungió como cabecera de las congregaciones efectuadas en 1576 y 1593.
Los pueblos congregados fueron San Pedro Cholula, San Pedro Atlapulco,
San Jerónimo Acazulco y Coapanoaya (Menegus, 1995: 151). La población
indígena hacía uso de los recursos de montaña como de la planicie y de la
laguna, sin entrar en conflictos con los hacendados; más bien las tensiones se
presentaron entre los mismos pueblos, así como con las autoridades locales
las que se fueron enriqueciendo (véase mapa 1).

5
El litigio se refiere a la propiedad de la ciénega de Chignahuapan. Casa de la Cultura Jurídica de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación en el Estado de México (en adelante CCJ-SCJN-EM), Fondo EM,
Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, subserie Principal, caja 1, exp. 3, ff. 4-69. Véase
además CCJ-SCJN-EM, Primer Juzgado de Distrito en Toluca, Serie Amparo, subserie principal, caja 3, exp.
53, 1880. “Amparo promovido por Evaristo Montoya en contra de los actos del juez Mariano Rivera”.

46
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

Los pueblos ubicados en la zona de montaña como Atlapulco, Analco, Santa


María Atarasquillo, Huitzizilapan, San Mateo Atarasquillo y Ameyalco se
dedicaban a la explotación de los bosques. Por ejemplo en Xochicuautla,
Huitzizilapan y Tlalmimilolpan la principal actividad era la fabricación de
carbón y el corte de madera.6 En estos lugares resalta la fuerte presencia
de población indígena. En un informe de 1914 el presidente municipal de
Ocoyoacac subrayaba la importancia de los bosques en la economía de
los pueblos ubicados en la zona de montaña. Manifestaba que el pueblo
de Atlapulco contaba con 8,045 hectáreas de bosque y 150 hectáreas de
terrenos de temporal, mientras que la extensión de bosques de Coapanoaya
y Tepexoyuca era de 3,209 hectáreas y las tierras de labor de temporal
alcanzaban las 1,000 hectáreas.7 Queda claro que estos dos últimos pueblos
contaban con mayores extensiones de bosque que de terrenos de cultivo. Por
lo tanto, las iniciativas para roturar los bosques se debieron a la demanda
por tierra de cultivo generada por el crecimiento de población, fenómeno
que como veremos en el siguiente apartado se observa con más fuerza en el
municipio de Ocoyoacac a finales del siglo XIX. La apertura de terrenos de
labor obligó a las autoridades locales a buscar mecanismos para evitar estas
prácticas por parte de los vecinos. En 1903 en sesión ordinaria de cabildo
se decía:

Que el próximo sábado 25 suba en corporación el H. Ayuntamiento a


visitar oficialmente el pueblo de Atlapulco, para ponerse al tanto del
estado que guardan las cosas, comenzando con las escuelas, juzgado
auxiliar, y enseguida el panteón, y una vista de ojos a los montes
aunque sea ligeramente, para evitar la apertura de terrenos para labor
en terrenos montuosos, así como también la tala de árboles que se
está haciendo.8

6
AHML, Estadística, vol. 3, “Informe relativo a varios ramos de estadística de la municipalidad de Lerma,
diciembre de 1875”. Velasco Toro destaca que las actividades centrales del distrito de Lerma eran “la
agricultura, la ganadería, el corte de madera, la fabricación de aguardiente, harinas, aceite, quesos,
mantequillas, pulques, etc.” (Velasco, 1980: 119).
7
AHML, Tierras, caja 12, exp. 11, “Informe del presidente municipal de Ocoyoacac dirigido al secretario
general de gobierno del estado, 10 de enero de 1914”.
8
Archivo Histórico Municipal de Ocoyoacac (en adelante AHMO), Actas de Cabildo, vol. 3, ff. 58-58v,
“Sesión de cabildo de 23 de abril de 1903, presidente Bartolo Fonseca”.

47
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Ahora bien, en los pueblos de las partes más bajas, es decir, en la zona de
planicie como Tultepec, San Pedro Cholula, Lerma, San Mateo Atenco y
Ocoyoacac, destacaba la combinación de actividades agrícolas, ganaderas
y lacustres. Los habitantes de estos pueblos frecuentemente entraban
en conflicto entre sí por el uso de la laguna y de los pastos. En esta zona
estaba latente la pugna por mantener el control de la explotación de ambos
recursos productivos. Cabe apuntar que en las cabeceras municipales de
Lerma y Ocoyoacac residían los vecinos pudientes de ambos municipios, los
cuales también controlaban las actividades comerciales y por si fuera poco
ocupaban los principales cargos políticos.

La alimentación de los vecinos de los pueblos se componía de maíz


combinado con productos de la laguna como el pescado blanco y negro,
rana, juíl, chichicuilote, acocil, papa de agua y berros. Los vecinos vendían
sus productos en las plazas principales de Santiago Tianguistenco y Toluca.
El tule, otro producto que formaba parte de la flora lacustre, se vendía o
intercambiaba entre los pueblos ya sea como materia prima o en forma de
objetos artesanales (Camacho, 1998: 233).

Resulta conveniente llamar la atención sobre la producción de las haciendas


ubicadas en ambos municipios, pues así se podrá entender el escaso interés de
sus dueños en las tierras y en los recursos productivos cercanos a ellas. A fines
del siglo XIX las haciendas y los ranchos de ambos municipios se dedicaban a
la agricultura y ganadería. Destacaba la producción de maíz, cebada, haba y
abundaba el ganado lanar, porcino, bovino, caballar y mular. En este periodo
no hay una referencia exacta que indique el interés de los hacendados por la
explotación de los recursos forestales (véase cuadro 2).

48
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

Cuadro 2
Producción agrícola y ganadera de las haciendas ubicadas en los municipios de
Lerma y Ocoyoacac, 1889-1893
Municipio

Producción en Ganado
Nombre de la finca Propietario Extensión
cargas (cabezas)

Hacienda de San Isidoro de la 126 Maíz 100 Lanar 1,170


Nicolás Peralta y sus Torre caballerías Cebada 20 Porcino 600
anexas Catarina y Haba 8 Bovino 1,400
Cocoapa Mular 54
Caballar 30
Hacienda de Doña Señores Salceda 80 Siembra como la Caballar 11
Rosa y hermanos caballerías anterior Mular 50
Asnal 30
Lerma

Lanar 800
El Rancho de Alta Señores Salceda 6 Siembra como la Bovino 2,000
Empresa y hermanos caballerías anterior Porcino 125
Cabrío 25
Caballar 2
Rancho de Santa Gumersindo 1 caballería Siembra iguales Lanar 200
Teresa Pavón semillas que las Porcino 15
anteriores Mular 4
Caballar 3
Hacienda de Jajalpa Luis Pliego y 23 Maíz 25 bueyes
Pliego caballerías Cebada 16 mulas
Haba
Hacienda de Luis Pliego y 28 Maíz 400 Bovino 110
Texcalpa Pliego caballerías Trigo 60 Lanar 270
Ocoyoacac

Explota zonales de Caballar 70


leña 50
Rancho de Felipe González 11 Maíz 300 Bovino 55
Amomolulco caballerías Lanar 210
Caballar 25
Rancho de las Gumersindo 2½ Maíz 100 Bovino 12
Ánimas Pavón caballerías Lanar 70
Fuente: (Miño y Téllez, 1999: 259-260).
Caballería= 42.79 hectáreas, (Robelo, 1908: s/n).

49
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

En 1875 se decía que la agricultura era la actividad por excelencia en las


haciendas de San Nicolás Peralta, Santa Catarina y Doña Rosa ubicadas
en Lerma.9 En ciertas noticias estadísticas de 1894 se hacía referencia a
las actividades de las haciendas situadas en el municipio de Ocoyoacac,
se mencionaba que la hacienda de Jajalpa contaba con terrenos de labor y
de monte, además de que se cultivaba trigo y maíz con “éxito regular”. Del
monte se informaba que tenía en su mayoría árboles de ocote y encino, pero
se subrayaba que no se explotaba comercialmente.10 La hacienda de Texcalpa,
propiedad de Luis G. Pliego, era de labor, monte y cría de ganado. Se cultivaba
trigo y maíz también con regular éxito. En relación con la explotación forestal
se indicaba que el monte tenía árboles de ocote y encino. El monte producía al
año entre 400 y 500 zontles de leña. El informe no especifica dónde se vendía
la producción forestal.11 No obstante, en actas de cabildo constantemente se
discutía sobre la explotación de madera que hacían los pueblos de la montaña
como Atlapulco, Tepexoyuca, Acazulco y Coapanoaya y se mencionaban los
perjuicios a las arcas municipales por la falta de pago, lo que hace suponer
que había una explotación intensiva de este recurso por parte de los pueblos,
no de las haciendas.12 También se especifica que uno de los beneficiarios de
los montes eran los ingenieros encargados de la construcción del ferrocarril
9
AHML, Estadística, vol. 3, “Informe relativo a varios ramos de estadística de la municipalidad de Lerma,
diciembre de 1875”.
10
El síndico de Ocoyoacac informaba en 1877 que en la municipalidad las actividades económicas eran la
pesca, la extracción de madera, piedra para construcción y la caza. Los productos agrícolas se componían
de maíz, trigo, haba y cebada. Asimismo, insistía que en este lugar no había terrenos que pudieran
arrendarse para dedicarlos a la agricultura. AHML, Estadística, vol. 3, “Informe del síndico de Ocoyoacac
Narciso González, 15 de octubre de 1877”.
11
AHMO, Estadísticas, vol. 3, exp. 10, “Noticias relativas a los pormenores de las fincas del campo,
diciembre de 1894”.
12
En las sesiones de cabildo celebradas en Ocoyoacac se hacía énfasis que los vecinos de Atlapulco talaban
el monte de Tilapa y llevaban a vender las maderas al llano de Salazar, en este lugar estaba ubicada una
de las principales estaciones del ferrocarril, que como ya se vio era la que registraba una mayor carga
de productos forestales. Véase cuadro 1. AHMO, Actas de Cabildo, vol. 3, ff. 39-40, “Sesión de cabildo,
presidente Bartolo Fonseca, 6 de agosto de 1896”. En relación con los fondos municipales se expresaba que
la explotación de maderas debía beneficiar a las arcas municipales. En 1913 el síndico informaba que en
la Estación de Salazar se encontraban varios negociantes “haciendo compra de vigas, leña y carbón, sin
ninguna retribución y todo esto sale de los montes de esta municipalidad y era de opinión, salvo el parecer
de la Y. Corporación se le asignara un impuesto a cada objeto y combustible de estos, y de esta manera se
podía adquirir algunos fondos para la mejora del agua que está emprendida y llevarla a su término por
ser tan importante esta obra desde luego.” AHMO, Actas de Cabildo, vol. 4, ff.40-40v, “Sesión de cabildo,
presidente Luz Pavón, 16 de enero de 1913”.

50
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

México-Toluca.13 La producción forestal en el municipio de Ocoyoacac,


sobre todo en los pueblos de montaña (Tepexoyuca, Atlapulco, Acazulco y
Coapanoaya) estuvo dirigida a la construcción, la leña y el carbón ocupaban
un lugar muy importante en la economía de esos pueblos. En 1889 una
circular del gobierno del estado hacía saber a los vecinos de Ocoyoacac:

Transcríbase a los auxiliares de Cholula, Coapanoaya, Tepexoyuca,


Acazulco y Atlapulco la circular No. 11 previniéndoles de la manera
más formal cuiden con toda escrupulosidad de que los vecinos de sus
respectivos pueblos se abstengan de destrozar los árboles para sacar
leña y madera de construcción en grandes cantidades como lo han
estado haciendo para especulizar y además que retiren los contratos
que tienen hechos con personas de poblaciones extrañas, por las cuales
se destrozan de manera inconsiderada los arbolados, y sólo hagan uso
los vecinos para cubrir sus más urgentes necesidades.14

Como se ve, los pueblos más que las haciendas eran los que explotaban los
bosques. Además de la producción forestal también se practicaba la ganadería
gracias a la disponibilidad de pastos cortos en los lomeríos que eran zonas
que captaban mayor humedad.15

En relación con la agricultura, el cultivo más común era el maíz tanto


en las haciendas como en los pueblos. El maíz se vendía principalmente
en la ciudad de México, mientras que el trigo a pesar de ser cultivo
comercial, no tenía la fuerza que había ganado en otras zonas como
Atlixco. En comparación con los otros cultivos ocupaba el último lugar en
la producción agrícola del municipio de Lerma y en ocasiones ni siquiera
se consideraba en las noticias estadísticas sobre producción agrícola anual.
Así se observa que en el distrito de Lerma entre 1879 y 1911, la producción
13
AHMO, Actas de Cabildo, caja 2, f. 22v., “Sesión de cabildo, presidente Alejo Quezada, 24 de febrero de 1881”.
14
AHMO, Actas de Cabildo, caja 2, ff. 17-17v., “Sesión de cabildo, presidente José Flores, 2 de mayo de 1889”.
15
Había ganado vacuno, caballar, mular, cabrío, lanar y porcino en los distritos del Estado de México. En
1886 se registraron a nivel estatal 769,987 cabezas de ganado y 811,593 en 1889, no obstante en 1905 la
ganadería estatal se enfrentó a una fuerte caída registrando sólo 366,606 cabezas de ganado. Cabe señalar
que los distritos más representativos en su producción ganadera entre 1886 y 1905 fueron: Temascaltepec,
Jilotepec, Sultepec y Toluca (Miño y Téllez, 1999: 343-348 y 359-360; Atlas, 1993: 150).

51
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

de trigo nunca fue mayor al 5% con respecto a la producción total del


Estado de México (véase cuadro 3). Los principales distritos cerealeros
del Estado de México eran Chalco, Toluca, Tenancingo, Valle de Bravo,
Ixtlahuaca, Jilotepec, Tenango y Texcoco (Tortolero, 1998: 167).

Cuadro 3
Producción agrícola del distrito de Lerma. Porcentaje con respecto a la
producción total del Estado de México, 1879-1911 (kilogramos)

Productos 1879* 1898 1899 1900 1901 1902 1911

29,150
Alfafa (3.5)
653 12,560 100
Arvejón (3.9) (32.6) (7.2)
142,200
Carbón (16.5)
22,873 37,893 64,005 58,200 3,625 2,680 331,661
Cebada (4) (3.4) (6) (5) (7.4) (7.6) (2)
560 15,980 400 60 159
Frijol (7.8) (7.1) (7.4) (7.1) (.7)
5,375 180,591 4,993 5,815 2,410 800 3,113
Haba (11.3) (70.2) (12) (5.3) (3.9) (1.7) (5.2)
9,560
Leña (.8)
7,570
Maguey (7.0)
274,120 1,256,842 149,282 142,500 108,482 110,000 57,958
Maíz (16) (34) (4.9) (5.5) (5.4) (5.7) (4)
235,537
Paja (41.3)
80 6,895 19,910 11,749
Papa (7.4) (1.2) (12.2) (1.9)
113,550
Pulque (5.6)
11,826 1,136,444 559,000 429,400 259,750 301,670
Trigo (5.2) (5) (1.7) (2) (1.7) (1.4)
5,148,680
Zacate (47)
Fuente: * (Miño y Téllez, 1999: 311-312). La información de los años de 1898, 1899, 1900, 1901, 1902 y
1911 se obtuvo de Concentración de los datos estadísticos del Estado de México, 1898, 1899, 1900, 1901,
1902 y 1911, respectivamente.

52
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

En el cuadro 3 no se observa un incremento considerable en la producción de


frijol, maíz y trigo, en relación con la producción total del Estado de México.
Resalta la producción de maíz en 1898, pues alcanzó el mayor porcentaje en
producción (34%) con relación a lo que obtuvieron los otros distritos. Sin
embargo, en años posteriores la producción local presentó una fuerte caída.
En 1899 aportó apenas 4.9% de la cosecha de maíz del Estado de México,
mientras que Jilotepec contaba con 33% de la producción estatal. La cebada
fue otro de los productos que logró una producción constante, incluso en
1911 se incrementó casi 16 veces de la que se obtuvo en 1879. En el cuadro 4
se observa esta dinámica de baja producción agrícola del distrito de Lerma en
el caso del trigo, en comparación con otras áreas más dinámicas como Chalco
y Jilotepec que arrojaron mayores montos de producción. En 1899 Chalco,
Ixtlahuaca y Jilotepec aportaban 56% de la producción estatal de trigo.

En relación con el maíz también se observa una continuidad. En el Estado de


México en 1898 el maíz se concentraba en los distritos de Jilotepec, Lerma y
Toluca con un 71% en relación con la producción estatal. Hay que aclarar que
el distrito de Lerma en 1898 había registrado la mayor cantidad con respecto
a toda la entidad. Sin embargo, para 1899 se observa en Lerma una caída
exorbitante hasta 5% en la producción del maíz cuando en 1898 registró
34%. Para 1911 la producción de maíz en el distrito de Lerma disminuyó
más del 50% y sólo representaba 3% de la producción total del Estado de
México (véase cuadro 5).16 Para 1900 Ocoyoacac registraba una cosecha
anual de maíz de 28,000 kilogramos, cebada 2,000 kilogramos, trigo 32,000
kilogramos y 1,000 kilogramos de haba.17

16
Sin duda, la información estadística se debe tomar con cuidado pues en ocasiones se aprecian notables
variaciones de un año a otro como es el caso de Lerma. Mientras que en 1898 se registra una producción
de trigo de 286,040 kilogramos, en 1899 registró 1, 136,444. En Ixtlahuaca y Jilotepec se observa el mismo
fenómeno de elevado crecimiento, no ocurre lo mismo en Chalco.
17
AHMO, Estadística, caja 3, exp. 18, “Informe del presidente municipal Bartolo Fonseca, 14 de febrero de 1900”.

53
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Cuadro 4
Producción de trigo. Porcentaje con respecto al total del Estado de México
(kilogramos)

Distrito 1898 1899 1900 1911


Chalco 2,386,710 2,481,450 2,518,834 4,974,724
Ixtlahuaca 3,240,200 5,631,989 2,040,160 2,272,208
Jilotepec 613,639 4,485,489 7,789,120 782,304
Lerma 286,040 1,136,444 559,000 301,670
Total 15,972,079 22,494,336 32,350,385 21,189,012
Porcentajes
Chalco 15% 11% 8% 23%
Ixtlahuaca 20% 25% 6% 11%
Jilotepec 4% 20% 24% 3.6%
Lerma 1.8% 5% 1.7% 1.4
Total 100 100 100 100
Fuente: Concentración de los datos estadísticos del Estado de México, 1898, 1899, 1900 y 1911,
respectivamente.

Cuadro 5
Producción de maíz. Porcentaje con respecto al total del Estado de México
(hectolitros)

Distrito 1898 1899 1900 1911


Chalco 222,477 221,414 156,500 158,785
Ixtlahuaca 79,204 65,138 44,168 62,900
Jilotepec 933,746 998,000 51,852 51,751
Lerma 1,256,842 149,282 142,500 57,958
Texcoco 112,732 110,570 103,488 109,756
Toluca 400,000 296,345 202,081 282,050
Porcentajes
Chalco 6.1% 7.2% 9% 8%
Ixtlahuaca 2.2% 2.1% 3% 3.2%
Jilotepec 26% 33% 3.1% 3%
Lerma 34% 5% 9% 3%
Texcoco 3.1% 4% 6.2% 6%
Toluca 11% 10% 12.1% 14%
Total de producción en el 3,658,726 3,055,077 1,659,508 1,986,627
Estado de México
Fuente: Concentración de los datos estadísticos del Estado de México, 1898, 1899, 1900 y 1911,
respectivamente.

54
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

Para tener una idea de cuál era la producción de los pueblos y haciendas de
los municipios de Lerma y Ocoyoacac hemos considerado los informes de
producción agrícola de 1873 y 1874. La producción de maíz en las haciendas
ubicadas en Lerma era superior a la que cosechaban los pueblos, mientras que
en Ocoyoacac la producción agrícola de las haciendas era inferior a la de los
pueblos. Además como rasgo particular, en Lerma no se registra producción
de trigo, quizá porque las condiciones geográficas no son las más adecuadas
para su cultivo en virtud de que con frecuencia se sufre de inundaciones. Por
su lado, en Ocoyoacac el cultivo del trigo se registraba en las haciendas de
Jajalpa y Texcalpa, no así en los pueblos (Véanse cuadros 6 y 7).

En 1913 la Dirección General de Agricultura dependiente de la Secretaría de


Fomento levantó un cuestionario para conocer qué porción del territorio era
útil para la actividad agrícola. El presidente municipal de Lerma informó que
en ese municipio todos los terrenos eran adecuados para la agricultura y que
aproximadamente se cultivaban 15,000 hectáreas. Las zonas de laguna y la
llanura eran muy fértiles dadas las condiciones de humedad de los suelos. Un
informe de 1948 señalaba que los terrenos de Lerma eran húmedos propios
para el cultivo del maíz “por ser en calidad muy superiores a los de riego”.18

En este informe se subrayaba la feracidad de los suelos del valle debido a la


presencia de la laguna.

Cuadro 6
Producción agrícola de las fincas rústicas de Lerma, 1873 (kilogramos)

No. de Nombre Maíz Cebada Haba Frijol Alverjón Papa


Fincas
Hdas. De San Nicolás 32,000 3,000 8,000
3
Peralta y anexas
Hda. De Doña Rosa y 8,000 500 150
2
rancho de Alta Empresa
Continúa en siguiente página

AGA, restitución y dotación de ejidos, exp. 2269, f. 4, “Informe de Guillermo Gallardo Vásquez, 30 de
18

marzo de 1948”.

55
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

1 Rancho de Santa Teresa 1,000


109 Terrenos de Lerma 6,000 40
224 Terrenos de Xochicuautla 6,000 140 60 40 50
260 Terrenos de Huitzizilapan 4,000 2,000 160 80 60 200
Terrenos de 1,200 40 20 20 24
60
Tlalmimilolpan
25 Terrenos de Amomolulco 400 20
Totales 58,600 5,700 8,430 140 134 200
Fuente: AHML, Estadística, vol. 2, 1873, “Noticia que manifiesta el número de fincas rústicas que hay en esta
municipalidad con expresión de sus productos anuales”.

Cuadro 7
Producción agrícola del municipio de Ocoyoacac, 1874 (kilogramos)

Lugares Maíz Cebada Trigo Haba


Ocoyoacac 5,400 600 160
Coapanoaya 200
Tepexoyuca 600 200
Acazulco 320 240
Atlapulco 500 320
Hda. de Jajalpa 540 160 120
Hda. de Texcalpa 720 80 90
Rancho de San Antonio Amomolulco 480 50 40
Rancho de San José las Ánimas Amomolulco 120 8
Total 8,680 1,850 210 200
Fuente: AHML, Estadísticas, vol. 3, 1874, “Noticia de las semillas que siembra la municipalidad de
Ocoyoacac”.

Por su parte, el presidente municipal de Ocoyoacac Luz Pavón respondió en


1913 que se cultivaban 3,500 hectáreas (35% del total de tierras del municipio);
y 500 hectáreas (5%) eran susceptibles de cultivarse. El resto de los terrenos
no eran adecuados para el cultivo: 45,000 hectáreas eran de bosque (45%),
500 hectáreas de pasto (5%) y 1,000 hectáreas de terreno desnudo (10%).19 Es
claro que en Ocoyoacac había una mayor proporción de terrenos de bosque
aunado a los pastos, mientras que los terrenos de cultivo eran relativamente
menores, a diferencia de lo que ocurría en Lerma. En Ocoyoacac una vez

19
AHML, Tierras, caja 12, exp. 4, “Noticias sobre el cuestionario realizado por la Dirección General de
Agricultura dependiente de la Secretaría de Fomento para conocer cuál es la porción total del territorio
apropiado para la agricultura y cuál la que por diversos conceptos resulta inadecuada, 21 de agosto de 1913”.

56
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

que los vecinos concluían sus trabajos agrícolas se dedicaban a comerciar sus
semillas en los pueblos inmediatos y con la ciudad de México. La producción
agrícola de los pueblos de Coapanoaya, Tepexoyuca y Acazulco era escasa
debido a que su actividad por excelencia consistía en hacer carbón y cortar
madera, por estar ubicados en la montaña.20

Ahora corresponde abordar la baja producción agrícola de las haciendas.


En Lerma Isidoro de la Torre, dueño de la hacienda de San Nicolás Peralta,
puede caracterizarse como un empresario innovador y dinámico aunque no
precisamente en esta hacienda. Entre 1855 y 1881 este personaje adquirió
varias fincas rústicas: en Yautepec las haciendas de San Nicolás Borromeo,
San José Cocoyoc y San Nicolás Pantitlán. En Ixtlahuaca era dueño de las
haciendas San Pedro Nose, San José del Río, Tepetitlán y Enyege. Huerta
señala que las haciendas azucareras eran las más atractivas para Isidoro
de la Torre, ubicadas en el valle de Morelos. Las haciendas de Yautepec
producían azúcar, miel y aguardiente y las de Ixtlahuaca eran productoras de
trigo. Incluso en 1881, las haciendas de San Carlos y Santiago Tenextepango
se convirtieron en las unidades agrícolas modelo por la introducción de
maquinaria moderna.21 No ocurrió lo mismo con la hacienda de San Nicolás
Peralta localizada en el municipio de Lerma, en la que se producía maíz y se
criaba ganado sin que haya noticia de grandes innovaciones en sus procesos
productivos (Huerta, 1978: 175, 178 y 181). Durante el porfiriato los hijos de
Isidoro de la Torre consolidaron su posición de hacendados poderosos pero
sólo en la zona azucarera de Morelos (Huerta, 1978: 186). Para comprobar
la baja producción agrícola en las haciendas de la zona de estudio, veamos
la producción de varias de ellas a finales del siglo XIX. En el cuadro 8 se
observa que a pesar de que la hacienda de San Nicolás Peralta registra una
extensión más grande que otras propiedades es la que cuenta con la más baja
producción agrícola.

20
AHMO, Presidencia, vol. 2, exp. 4, “Noticia de las semillas que siembran en la municipalidad de
Ocoyoacac, 1874”.
21
En 1902 la hacienda de Tenextepango, propiedad de Ignacio de la Torre y Mier, hijo de Isidoro de la
Torre, era la más productiva del estado de Morelos (Huerta, 1978: 185; Womack, 1985: 42-43 y 47).

57
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Cuadro 8
Haciendas del Estado de México con alta producción agrícola 1889-1893 (cargas)

Haciendas Distrito Extensión Maíz Trigo Cebada Número de Salario


en hectáreas trabajadores
Jalpa Cuautitlán 4,558 3,000 70 600 50 18
El Moral Chalco 1,290 4,000 200 300 50 31
Enyeje Ixtlahuaca 12,803 2,000 2,000 200 160 12 a 18
Solís Ixtlahuaca 14,362 6,800 3,150 180 340 12 a 18
Tepexpan Texcoco 1,376 2,461 800 2,000 25 25
Veladero Tenango 3,956 1,000 7,000 1,000 149 25
Tenería Tenancingo 3,440 1,000 4,000 120 18
La Gavia Toluca 64,500 2,000 1,500 2,000 250 12
Hda. Del Río Toluca 2,580 800 200 80 12 a 18
San Nicolás Lerma* 5,391 100 20 150
Peralta
Fuente: (Anaya, 1997: 51). *Los datos del distrito de Lerma se obtuvieron de Miño Grijalva y Téllez
González, Estadísticas, 259. Una carga equivale a 161 kilogramos (Robelo, 1908: s/p).

En los municipios de Lerma y Ocoyoacac, también debemos considerar


los fenómenos naturales que frecuentemente ocasionaban la pérdida de las
cosechas, como heladas e inundaciones. López Rosado señala que al inicio
del régimen porfirista la producción de maíz del país había alcanzado 2.7
millones de toneladas; sin embargo, agrega que esta producción descendió
continuamente debido a las adversas condiciones climáticas. En 1894 sólo se
produjeron 1.4 millones de toneladas (López, 1988. 169).

En relación con las heladas en el valle de Toluca, en julio de 1896 los presidentes
de los municipios del distrito de Lerma hacían las siguientes declaraciones:

Las heladas de los días 15 y 16 del mes pasado destruyeron las dos
terceras partes de las cosechas y la otra tercera no está lo desarrollada
que debiera estar [...] Las heladas antes citadas causaron daños
de consideración en la cosechas y se perderá una gran parte por la
escasez de lluvia [...] En la parte baja las cosechas fueron destruidas
completamente por las heladas y en la parte alta con la sequía sólo
el trigo se cultivó [...] En resumen, las cosechas en el distrito tienen

58
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

malas perspectiva, pero pueden componerse algo en algunos lugares


con las lluvias.22

Las heladas afectaban enormemente las cosechas en el valle de Toluca.23 En


1909 Ramón Corral secretario de Gobernación informó que debido a los males
ocasionados por las heladas a las cosechas se había decretado la exención
de los derechos de importación del maíz. Rafael M. Hidalgo, secretario de
gobierno del Estado de México, indicó que los lugares que presentaron graves
estragos a causa de ese fenómeno fueron los distritos de Jilotepec, Otumba,
Texcoco, Ixtlahuaca, El Oro, Tlalnepantla, Chalco, Cuautitlán, Zumpango,
Lerma, Toluca y Tenango. Asimismo, los distritos menos afectados estaban
ubicados en el suroeste: Tenancingo, Sultepec, Temascaltepec y Valle de
Bravo. Sobre las pérdidas agrícolas indicaba:

De las heladas de septiembre, puede decirse que abrazaron todo el


territorio del Estado, causando considerables pérdidas que se estiman
en cerca de cinco millones de pesos, pues casi en su totalidad se
acabaron los maizales de temporal hechos en los últimos días de abril
y primeros de mayo, salvándose solamente y eso con un demérito
probable del 25% la mayor parte de los de regadío. La pérdida de la
cebada puede tenerse por completa y las de frijol, haba y arvejón en
un 75%.24

En ese mismo año, 1909, el presidente municipal de Lerma expuso que debido
“al mal tiempo en los meses de cultivo las cosechas fueron considerablemente
menores que en otros años”.25 Por lo menos entre 1900 y 1910 se observa esta
caída en la producción del maíz, véase cuadro 5.
22
AHML, Estadística, vol. 12, 1896, “Informe del jefe político del distrito de Lerma dirigido al secretario
general del superior gobierno, 9 de julio de 1896”.
23
En julio de 1890 se hacía la siguiente declaración: “He aquí lo que ha pasado en las sementeras del valle
de Toluca; el hielo ha quemado las milpas, como dicen nuestros hacendados, en los últimos días del mes
de mayo. Las milpas de las haciendas de Doña Rosa, Buenavista, San Juan de la Cruz, La Magdalena, La
Garzesa, Palmillas, San José y otras, que apenas tenían sus plantas de 15 a 20 centímetros, en una noche se
han convertido en campos de rastrojo” (Cit. en Escobar, 2004: 194).
24
AGNM, Gobernación, s/s, caja 830, exp. 8, “Informe de Rafael M. Hidalgo dirigido a Manuel Araoz vocal
de la junta proveedora de cereales 23 de diciembre de 1909”.
25
AHML, Estadística, vol. 17, 1909, “Informe del presidente municipal de Lerma José Calixto Ortega”.

59
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

En la segunda mitad del siglo XIX la explotación forestal adquirió gran fuerza
en las partes altas del valle. La inauguración del ferrocarril en 1883 dio lugar
a una mayor explotación de los bosques, lo que posibilitó la comercialización
de las maderas hacia otros mercados, particularmente la ciudad de México,
así como para la construcción de las vías férreas.26

Las fuentes documentales de los archivos municipales resaltan en particular


la explotación cotidiana que efectuaban los vecinos de los montes, como
el extraer leña y materiales para la construcción. También aparecen en las
actas de cabildo de los años de 1880-1900 indicios del descontento de los
vecinos por la excesiva explotación que llevaban a cabo los arrendatarios de
los montes del municipio de Ocoyoacac. Esta explotación coincide con la
construcción de líneas férreas. En 1872, a iniciativa de Mariano Riva Palacio,
gobernador del Estado de México, se iniciaron los trámites de construcción
del ferrocarril México-Toluca. En virtud del fracaso de este proyecto por falta
de capital, la construcción se vio detenida y no fue sino hasta 1880 cuando
comenzaron las obras, una vez que el gobierno del Estado de México celebró
un contrato con la Compañía Constructora Nacional Mexicana. Concluido
el tramo en 1883, el gobernador interino de la entidad declaró que esta obra
traería enormes mejoras a la economía en virtud de que los productos de “los
terrenos frío, templado y caliente encuentran fácil mercado en la populosa
ciudad de México” (Baranda y García, 1987, II: 64-274). Años después, en
1893, las quejas por la excesiva explotación de madera en los pueblos de
Ocoyoacac eran una constante:

Una comunicación de la Jefatura Política del distrito en la que


manifiesta que tiene conocimiento que previo el consentimiento de
los auxiliares respectivos que expiden licencias ignorándose por donde
se ingresan dichos productos, se están talando inconsiderablemente
montes de Atlapulco, Coapanoaya y Acazulco.27

26
AHMO, Actas de cabildo, vol. 3, 1901-1902, f. 65v., “Sesión de cabildo, Alejo Quezada presidente
municipal, 15 de mayo de 1902”.
27
AHMO, Actas de cabildo, vol. 2, 1893, f. 34, “Sesión ordinaria de cabildo, Bartolo Fonseca presidente
municipal, 12 de octubre de 1893”.

60
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

Al parecer la madera que se explotaba en estos lugares se dirigía a la ciudad


de México. En algunos documentos aparecen licencias a particulares; sin
embargo, en otras ocasiones se indica que eran los propios vecinos los que
hacían esa excesiva explotación de los bosques para posteriormente vender
la madera en la estación del llano de Salazar, tal era el caso de los vecinos
de Atlapulco y San Miguel Almaya.28 Asimismo hay varias solicitudes
de contratistas para explotar los bosques de Atlapulco, Coapanoaya y
Tepexoyuca. En 1897 Rufino Angulo obtuvo licencia del jefe político para
extraer dos mil arrobas de raíz de zacatón; Casto Cortina y su hermano
solicitaron permiso para explotar la misma raíz.29 También hay solicitudes
para aprovechar la madera del pueblo de Atlapulco. En 1900 los contratistas
Tranquilino Moreno y Pablo Peña solicitaron licencia para fabricar carbón.
Al primero se le otorgó la concesión para usar la madera, debido a que su
contrato estableció respetar el uso que hacían los vecinos del palo muerto,
para cubrir sus necesidades domésticas. Mientras, de Peña decían que:

la explotación que solicita sería perjudicial al vecindario pobre,


porque valido de su concesión procuraría monopolizar toda clase de
madera muerta dejando a todos los demás sin tener con qué cubrir sus
necesidades más urgentes.30

Al parecer, las autoridades locales de los pueblos que contaban con recursos
forestales estaban de acuerdo en otorgar las concesiones en virtud de que las
arcas municipales resultaban beneficiadas. La inconformidad provino de los
vecinos del pueblo de Atlapulco, que para 1903 ya no estuvieron de acuerdo
con tal explotación, en virtud de que Tranquilino Moreno subarrendaba:

28
AHML, Actas de cabildo, vol. 3, 1896, f. 40, “Sesión de cabildo, Bartolo Fonseca presidente municipal, 6
de agosto de 1896”.
29
AHMO; Actas de cabildo, vol. 3, 1897, f. 27, “Sesión de cabildo, Bartolo Fonseca presidente municipal,
20 de mayo de 1897”. La explotación de raíz de zacatón mostró un gran auge en las dos últimas décadas
del siglo XIX. Esta planta se producía en San Felipe del Progreso, Toluca y Zinacantepec, se empleaba
como forraje para el ganado y para la elaboración de utensilios de limpieza tales como escobetas, escobas
y cepillos. Este recurso solía darse en suelos que habían sido forestales e impropios para la agricultura
(Romero, 2002: 151-152).
30
AHMO, Actas de cabildo, vol. 3, 1901-1902, f. 15v., “Sesión de cabildo, José Romero presidente municipal,
5 de septiembre de 1901”.

61
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Los vecinos del pueblo de Atlapulco se oponen abiertamente a la


concesión ya dicha porque alegan que Moreno no disfruta de ese
beneficio sino que los beneficiados son otros que están aprovechándose
bajo el nombre del contratista.31

En las dos últimas décadas del siglo XIX se presentó un gran movimiento
en la explotación de la madera, tan es así que en 1901 Ramón Palmero, uno
de los principales explotadores de madera en la zona, solicitó al gobierno
dar por concluido el contrato de arrendamiento del monte de Atlapulco para
la explotación de “madera de palo vivo” debido a que ya no había árboles
apropiados para tal objeto.32 Este aprovechamiento de madera se registró en
los dos municipios, en particular en Ocoyoacac.

Para terminar este apartado, se pueden destacar dos aspectos importantes.


Por un lado, la continuidad en la economía en la zona de estudio en
comparación con otras áreas más dinámicas como Chalco, Toluca y Jilotepec,
grandes productores de maíz, trigo y cebada; y por otro, un relativo auge
en la explotación forestal que no dejó grandes ganancias a los pueblos ya
que se trataba de contratistas ajenos a los municipios y que daba lugar a una
peligrosa deforestación. En el tercer capítulo se aborda el caso de Ramón
Palmero, uno de los principales explotadores de madera, además de ser uno
de los primeros adjudicatarios de los montes de los pueblos de Ocoyoacac,
una vez que se desvincularon los bienes de uso común. La ausencia de
hacendados poderosos que impulsaran el cambio económico de la zona fue
fundamental, en virtud del fracaso de desecar las lagunas. Proyecto propuesto
por el gobernador de la entidad en 1856 y 1870 e impulsado por un grupo
de capitalistas que finalmente no contaron con los recursos suficientes para
llevarlo a término, o bien, no les interesó el proyecto por las características
físicas inadecuadas de la zona para el desarrollo de la agricultura comercial.
Hechos fundamentales que propiciaron la continuidad de la economía la
31
AHMO, Actas de cabildo, vol. 3, 902-1903, f. 52, “Sesión de cabildo, José Romero presidente municipal
19 de marzo de 1903”.
32
AHMO, Actas de cabildo, vol. 3, 1901-1902, f. 28v., “Sesión de cabildo, Bartolo Fonseca presidente
municipal 7 de noviembre de 1901”.

62
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

cual se dirigió a satisfacer las necesidades locales, así como del comercio que
mantuvieron los pueblos con los mercados cercanos como el de Santiago
Tianguistenco. Por último, el ferrocarril no hizo más que reforzar el fuerte
vínculo existente con la importante ruta comercial entre la capital del país, el
valle de Toluca y en general con el occidente de México. Pero ese vínculo no
cambió la organización económica local.

c) La población

El aspecto demográfico constituye un elemento de análisis importante para


comprender por qué en determinado espació si se privatizaban las tierras y
por qué en otros no. Considerar este factor, permite distinguir en la zona de
estudio qué tan difícil fue la desamortización en aquellos lugares con una alta
presencia indígena, con alta densidad demográfica o con usufructo de bienes
ubicados en los tres pisos ecológicos (montaña, llano y laguna). Tal fue el
caso del barrio de San Pedro Cholula, municipio de Ocoyoacac, que reclamó
al ayuntamiento su derecho de usufructuar los bienes comunales ubicados
en la planicie y en la laguna. El barrio de Cholula consiguió la categoría de
pueblo debido a su alto índice de población, condición que le permitió exigir
su derecho a los bienes comunales del municipio.

A lo largo del periodo de estudio, el comportamiento demográfico en ambos


municipios no mostró alteraciones considerables. Destaca más bien el proceso
que experimentaron algunos barrios o pueblos que más bien cambiaron su
condición de barrios a pueblos o de pueblos a municipios. Este fue el caso
del San Pedro Cholula, del municipio de Ocoyoacac; o el de Santa María
Atarasquillo, del municipio de Lerma. Estos cambios generaron un sinfín de
controversias en cuanto a la administración, la propiedad y el usufructo de los
recursos colectivos.33 Primero se tratará de mostrar el modesto crecimiento
de población que experimentaron ambos municipios en comparación con
otras áreas de economías más dinámicas como Toluca, Jilotepec y Chalco,
posteriormente se analizará la dinámica al interior de los municipios.
33
Esta problemática se podrá apreciar en el segundo y tercer capítulo.

63
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Para esta comparación resulta pertinente conocer el crecimiento de población


por distritos en la entidad. Los distritos que experimentaron un crecimiento
importante en su población son los que también lograron destacar en la
industria, la minería y el desarrollo de la agricultura y ganadería. El distrito de
Lerma experimentó un proceso de disminución de 5.8% registrado en 1879
a 4.8% en 1910 con respecto al total de población estatal. En contraste los
distritos de Ixtlahuaca y Jilotepec contaban en 1879 con 15% de la población
total, así como los distritos de Chalco y Texcoco con 15%. En el cuadro 9 se
puede observar que en 1879 el 45% de la población se concentraba en los
grandes centros de producción agrícola, ganadera y minera.

Cuadro 9
Población en los distritos del Estado de México, 1870-1910 (% con respecto al total)

Distrito 1870 1873 1879 1885 1897 1910


Toluca 73,559 80,481 82,204 91,886 104,828 150,414
% 12 12 11.3 11.7 12.7 15.2
Ixtlahuaca 58,183 65,770 62,964 72,095 75,459 75,219
% 9.5 8.6 7.5 7.2 7.2 7.6
Tenango 47,201 52,321 52,069 60,691 61,757 77,325
% 7.0 7.6 7.7 7.7 7.5 7.8
Chalco 46,512 49,273 54,002 57,565 66,107 71,930
% 7.0 7,2 7.7 7.4 8.0 7.3
Jilotepec 44,116 47,978 50,342 56,188 63,562 48,092
% 7.2 7.0 7.0 7.2 8.0 5.0
Texcoco 42,203 43,723 48,542 52,147 56,049 56,547
% 7.0 6.4 7.0 7.0 7.0 6.0
Lerma 39,558 40,871 41,752 47,953 42,868 47,462
% 6.4 5.9 5.8 5.1 5.2 4.8
Tlalnepantla 37,136 39,380 48,011 55,601 54,792 60,302
% 6.0 6.0 7.0 7.1 7.0 6.1
Villa del Valle 34,496 35,711 42,263 46,742 44,003 51,203
% 6.0 5.2 6.0 6.0 5.3 5.2
Otumba 30,213 33,374 - - 33,615 35,155
% 5.0 5.0 4.1 4.0
Continúa en siguiente página

64
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

Cuautitlán 30,046 31,565 32,583 33,726 31,707 34,788


% 5.0 4.6 5.0 4.3 4.0 3.5

Tenancingo 29,035 49,030 54,349 57,815 63,248 72,264


% 5.0 7.2 8.0 7.4 8.0 7.3
Sultepec 28,802 46,.100 36,578 54,679 54,570 66,804
% 4.7 7.0 5.1 7.0 7.0 7.0
Temascaltepec 27,618 39,431 47,018 37,618 40,091 49,054
% 4.5 6.0 7.0 5.0 5.0 5.0
Zumpango 26,787 28,315 25,863 26,173 29,205 26,972
% 4.4 4.1 4.0 3.3 4.0 3.0
Coatepec 20,146 - -
Harinas 3.3
%
Morelos - 32,066 31,981
% 4.5 4.1
El Oro de - - - - - 65,979
Hidalgo 7.0
%
Estado de 615,611 683,323 710,559 782,559 821,861 989,510
México 100 100 100 100 100 100
Fuente: (Miño y Vera, 1998: 204,234-236, 349, 351-354, 457, 486-487, 490- 492).

A continuación se contrasta el crecimiento de población de los dos


municipios, en relación con otros municipios. Entre 1870 y 1930 la población
en Lerma y Ocoyoacac creció paulatinamente. Una vez restablecido el
sistema federal en 1856, los municipios de Lerma y Ocoyoacac formaron
parte del mismo distrito. En 1870 el municipio de Lerma tenía un total de
12,873 habitantes. En 1893 se presenta una relativa pérdida de población
pues sólo registra 11,714, la causa es que en 1879 San Mateo Atenco se
convirtió en municipio independiente de Lerma; la población en haciendas
y ranchos era relativamente escasa y en 1879 sólo el 11% de los 11,118
habitantes pertenecía a la entidad. Así ocurrió en 1893, cuando de 11,714
habitantes, sólo 13.3% vivía en los ranchos y haciendas del municipio de
Lerma (Miño y Vera, 1998: 150, 302-303 y 405). En el cuadro 10 se resume

65
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

la población en ambos municipios, así como la de otros municipios con


mayor fuerza económica en la entidad.

Cuadro 10
Población en varios municipios del Estado de México
Índice porcentual (1879=100)

Lugar 1879 1897 1900* 1910** 1921*** 1930****


Lerma 11,118 11,714 12,907 15,808 16,058 15,511
100 105 116 142 144 139
Ocoyoacac 7,352 8,851 9,651 10,359 8,691 9,970
100 120 131 141 118 136
Texcoco 15,807 18,899 20,161 19,171 18,880 21,517
100 119 127 121 119 136
Chalco 2,650 14,905 15,756 15,973 11,473 14,432
100 562 594 602 433 545
Ixtlahuaca 13,417 12,581 15,189 15,110 17,768 20,014
100 94 113 113 132 149
Toluca 41,881 42,574 63,758 76,971 77,998 89,895
100 102 152 184 186 215
Tlalmanalco 4,839 5,654 5,723 6,026 8,376
100 117 118 125 173
San Felipe del 15,669 19,754 26,440 28,304 26,600
Progreso 100 126 169 180 170
Mineral del Oro 3,526 7,033 12,469 30,889 27,364
100 199 354 876 776
Fuente: (Miño y Vera, 1998: 150, 152, 302-304, 405-406, 491-551);* Censo y división territorial del Estado
de México, 1901; **División territorial de los Estados Unidos Mexicanos, 1910; ***Censo General de
Habitantes Estado de México, 1921; **** Quinto Censo de población. Estado de México, 1930.

Cuadro 11
Población de los municipios de Lerma y Ocoyoacac

Lugar 1870 1879 1893 1900* 1910** 1921*** 1930****


Lerma 12,893 11,118 11,714 12,907 15,808 16,058 15,511
Ocoyoacac 7,963 7,352 8,851 9,651 10,359 8,691 9,970
Fuente: (Miño y Vera, 1998: 150, 152, 302-304, 405-406, 491-551); * Censo y división territorial del Estado
de México, 1901; **División territorial de los Estados Unidos Mexicanos, 1910; ***Censo General de
Habitantes Estado de México, 1921; **** Quinto Censo de población. Estado de México, 1930.

66
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

Los cuadros 10 y 11 reflejan el paulatino crecimiento que experimentaron


los municipios de Lerma y Ocoyoacac en relación con los otros municipios
considerados. El aumento de población más notable se observa entre 1897 y
1910, mientras que la baja demográfica es más evidente en Ocoyoacac que en
Lerma entre 1910 y 1930. San Felipe del Progreso, El Mineral del Oro y Toluca
presentan un crecimiento notable gracias al desarrollo de la minería, los
obrajes y la agricultura, respectivamente. Cosa similar sucede en Chalco, en
donde se registra un importante crecimiento de población por su producción
agrícola, así como por su cercanía con la fábrica de San Rafael.

Si bien hasta el momento hemos expuesto una relativa continuidad en la


demografía general de la zona, corresponde observar si existió movimiento
de la población al interior de los municipios, es decir, entender la distribución
de la población de ambos municipios por tipos de localidades pueblos,
haciendas, barrios, ranchos y rancherías, así como por pisos ecológicos. Esto
resulta importante para observar en qué localidades se reflejó el aumento
mencionado entre 1897 y 1910.

En el municipio de Lerma se observa entre 1870 y 1900 un decrecimiento


considerable de la población en los pueblos, de 87% a sólo 48%; no obstante
para 1910 y 1930 tuvo lugar una recuperación demográfica en ese tipo de
localidades. El cuadro 12 muestra la distribución de la población en los pueblos.

Cuadro 12
Población por categoría de localidad en Lerma (porcentajes)

Categoría 1870 1879 1893 1900 1910 1921 1930


Ciudad 11.0 11.0 12.0 43.0 23.0 8.1 7.2
Pueblos 87.0 75.0 66.0 48.0 60.6 64.2 64.8
Haciendas 10.6 12.0 6.0 11.9 8.0 7.0
Barrios 2.0 2.5 8.0 .3 15 15.8
Ranchos 0.05 1.3 .8 .8 2.0 2.1
Rancherías .9 2.8 1.3 3.3 2.5 2.8
Total 100 100 100 100 100 100 100
Fuente: Elaboración propia.

67
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Los pueblos ubicados en el piso de montaña fueron los que concentraron una
mayor cantidad de población, mientras que la ciudad de Lerma sólo registró
un crecimiento relevante entre 1900 y 1910. Quizá se presentó un fenómeno
de migración hacia fuera del área de Lerma y Ocoyoacac debido a las escasas
posibilidades de la agricultura. El presidente municipal declaraba al respecto
en 1908 que:

Tengo el honor de acompañar las noticias de producción agrícola,


hortícolas y explotación de maderas en esta municipalidad durante el
año de 1907, formadas con los datos que se pudieron recabar, pues
debo hacer del superior conocimiento de Ud. el propietario de la
hacienda de “Doña Rosa” manifiesta que por la suma escasez de brazos
para el trabajo, ignora el rendimiento que pueda haber dado el maíz, la
haba y la cebada y que la falta de personal se hace sentir cada día más y
que no pudiéndose dar los cultivos con oportunidad los rendimientos
tienen que ser menores.34

Como se aprecia en el cuadro 12, las haciendas en 1893 registraron una


pérdida de población de 12% a 8% en 1922. Si bien entre 1900 y 1910 se
observa un crecimiento considerable en el municipio de Lerma, de 12,907
habitantes en 1900 a 15,808 en 1910, cabe señalar que este incremento se
localiza sobre todo en los pueblos. La población de ese tipo de localidades
pasó del 48%, del total en 1900, a 61% en 1910. Por lo tanto se observa en
Lerma un aumento de población en los pueblos del municipio, lo que nos
lleva a pensar que quizá los pobladores no veían muy redituable su labor
en la agricultura y preferían la explotación forestal. En 1879 tres cuartas
partes de la población del municipio de Lerma se concentraba en los pueblos
ubicados en el piso ecológico de montaña (San Miguel Ameyalco, San Mateo
Atarasquillo, Santa María Atarasquillo, San Francisco Xochicuautla y San
Lorenzo Huitzizilapan). Si bien es cierto, que para 1900 y 1930 los pueblos de
montaña sólo registraron la mitad de la población total del municipio (véase
cuadro 13), eso no indica que hubiera un decremento en su población la cual

34
AHML, Estadística, vol. 17, 1908, “Informe del presidente municipal de Lerma José Calixto Ortega,
10 de febrero de 1908”.

68
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

se mantuvo, quizá lo que ocurrió fue que la cabecera municipal registrara una
recuperación de sus habitantes.

Cuadro 13
Porcentaje de población ubicada en el piso de Montaña, pueblos de Lerma

Año Población Porcentaje


1870 6,991 53.9
1879 8,333 74.9
1893 7,750 66.1
1900 6,248 48.4
1910 8,147 51.5
1921 8,757 54.5
1930 8,350 54
Fuente: (Miño y Vera, 1998: 150, 302-303, 405, 494-551).
* Censo y división territorial del Estado de México, 1901.
**Censo General de Habitantes Estado de México, 1921
*** Quinto Censo de población Estado de México, 1930

Entre 1870 y 1930 en Ocoyoacac la población estaba concentrada en los


principales pueblos: Ocoyoacac, Coapanoaya, Tepexoyuca, Acazulco,
Atlapulco y en sus barrios Santa María, San Pedro Cholula, Santiaguito y San
Miguel. El resto se ubicaba en las haciendas, ranchos y rancherías. En 1893
sólo 962 o 10.8% de los 8,851 habitantes vivían en las haciendas, ranchos
y rancherías (Miño Grijalva y Vera Bolaños, 1998: 152, 303-304 y 406). En
este municipio se observa una concentración de la población en los pueblos
tanto de montaña como de la parte plana de los llanos de “El Pedregal”, “El
Compromiso” y “El de Perea”.

Entre 1870-1930 el porcentaje de habitantes en los pueblos y barrios del


municipio nunca fue inferior al 80%, mientras que la población registrada
en las haciendas nunca superó el 4%. Este rasgo nos permite visualizar la
fuerza demográfica de los pueblos. Cabe observar otro punto del cuadro
14; se refiere a que la población ubicada en los pueblos sólo fue inferior en
1874 con 47% con respecto a los barrios que registraron 50.7%. Un rasgo a
destacar es que los pueblos estaban ubicados en la montaña mientras que los

69
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

barrios en el llano. Esto es importante, pues las disputas por el usufructo de


los bienes colectivos entre el barrio de San Pedro Cholula y la cabecera, fue
una constante en la segunda mitad del siglo XIX.

En Ocoyoacac aparece una tendencia hacia una baja de población en los


barrios de 50% del total en 1874, a 40% de población total en 1893. En este
periodo se registró un movimiento de la propiedad en la zona de montaña: los
llanos de “Perea” y “El Compromiso” a finales del siglo XIX todavía no habían
sido desamortizados, por lo tanto se puede suponer un posible movimiento
hacia la montaña, en donde algunos bienes sí fueron desamortizados como
se verá en el cuarto capítulo. Las rancherías también experimentaron un
crecimiento de 2% que había en 1879 a 7% en 1910.

Cuadro 14
Población por categoría de localidad en Ocoyoacac (porcentajes)

Categoría 1874 1879 1882 1883 1885 1893 1900 1910 1921 1930
Pueblos 47.0 50.3 47.8 48.3 47.6 48.9 89.8 89.5 72.2 76.2
Haciendas 2.3 2.4 2.4 2.4 2.4 3.3 2.7 1.9 2.0 3.1
Barrios 50.7 43.3 42.4 42.5 43 40.1 14.4 13.1
Ranchos 1.2 2.0 2.0 2.0 .7 .7 1.5 .3 .3
Ranchería 2.7 5.3 4.8 5 6.8 6.7 7.0 5.9 7.1
Total 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
Fuente: Elaboración propia.

Si hacemos un seguimiento del porcentaje de población ubicada en el piso


ecológico de montaña, observamos un incremento del 9% entre 1870 y 1890
como se observa en el cuadro 15.

Cuadro 15
Porcentaje de población ubicada en el piso de Montaña, pueblos de Ocoyoacac

Año Población Porcentaje


1870 3,190 40
1874* 3,357 47
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70
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

1879 3,699 50
1882** 3,990 48
1893 4,333 49
1910*** 5,475 53
1921**** 4,287 49
1930***** 5,291 54
Fuente: (Miño y Vera, 1998: 152, 303-304 y 406, 491-551).
*AMO, Presidencia, vol. 2, exp. 4.
**AMO, Presidencia, vol. 3, exp. 1.
***División territorial de los Estado Unidos Mexicanos, 1910.
****Censo General de Habitantes Estado de México, 1921
*****Quinto Censo de población Estado de México, 1930.

Entre 1890 y 1900 se fraccionaron los bienes comunes de los pueblos de


Coapanoaya, Acazulco, Atlapulco y Tepexoyuca todos pueblos de montaña,
después de que vendieron sus tierras comenzó una mayor presión por
las mismas. Quizá no por un incremento de la población, sino por la
concentración de la propiedad en unas cuantas manos. Tal presión se puede
documentar en las actas de las sesiones de cabildo, cuando se discutía sobre
la posibilidad de repartir las tierras empezando por los cerros, es decir,
bienes que eran de uso público y que no estaban contemplados en la ley de
desamortización de 1856. En 1880 algunos urgían a que se dividieran.35 Debe
aclararse que en estas acciones el presidente municipal abogaba por repartir
estos recursos sólo entre los hijos del pueblo, de igual forma se manifestaron
autoridades y vecinos cuando se intentó fraccionar los llanos de “Perea” y
“El Compromiso”. Sin embargo, esta dinámica privatizadora dio paso a la
concentración de la tierra entre los vecinos más pudientes del municipio. El
argumento anterior de la autoridad municipal de entregar tierra sólo a los
vecinos no excluye el fenómeno del malestar y desigualdad.

Debemos resaltar la respuesta que emitió el presidente municipal de


Ocoyoacac en 1883, al considerar que si se repartían las tierras debía ser
en beneficio del conjunto de vecinos y no sólo de los pobres del pueblo.
Por ese hecho los sectores más pudientes no estarían conformes si no eran

35
AHMO, Actas de cabildo, caja 2, 1888, f 17v., “Sesión ordinaria de 12 de abril de 1888, presidencia de
Francisco Vilchis”.

71
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

considerados en el fraccionamiento de los recursos comunes, como lo eran


los llanos ubicados en el municipio de Ocoyoacac. En 1883 el común de
vecinos de los pueblos de Lerma, Ocoyoacac y Tultepec sostuvo un litigio con
los vecinos pudientes por la propiedad del llano de “Perea”. En este conflicto
el gobierno del estado resolvió que mientras el poder judicial no emitiera una
sentencia final, ni las autoridades políticas ni los involucrados tenían facultad
de alterar las cosas litigiosas.36 En 1895 Alfonso Fonseca, pariente cercano
del presidente municipal Bartolo Fonseca, argumentó lo siguiente sobre el
repartimiento del llano de “El Compromiso”:

Que en virtud de que los vecinos todos de esta población hacen


uso del llano pastal que se pretende fraccionar y que al practicar
dicho fraccionamiento, si la repartición se hace sólo entre la gente
menesterosa resultarían perjudicados, los demás que aunque tienen
algunas proporciones, no pueden considerarse como propietarios,
puesto que estos son de poco interés y siendo varios de estos los
que han solicitado dicho fraccionamiento, si se les elimina pudiera
darse origen algunos temores de ser perturbada la tranquilidad
pública, tanto más cuanto alegan el derecho de vecindad, pide se
consulte a la Superioridad si los expresados, así como los que poseen
ya en adjudicación algunos terrenos de común repartimiento en
adjudicación deben ser considerados el número de los que deben ser
agraciados o excluidos de este número para la formación respectiva.37

Es evidente que los vecinos pudientes reclamaban su derecho de gozar del


reparto de los recursos de uso común, además de que estaban respaldados
por las autoridades locales para hacer efectivo ese derecho. Iracheta concluye
que en Ocoyoacac las autoridades ejercieron un cacicazgo que se hacía
palpable en la larga permanencia del poder local por parte de un grupo
familiar (Iracheta, 1998: 109 y 111).

36
AHML, Tierras, caja 2, exp. 15, ff. 5v-6, “Ocurso del presidente municipal de Ocoyoacac Francisco C.
González dirigido al jefe político de Lerma, 11 de mayo de 1883”.
37
AHMO, Actas de Cabildo, vol. 3, ff. 35v-36, “Sesión ordinaria de cabildo de 22 de agosto de 1895,
presidente municipal Francisco Vilchis”.

72
La economía del sur del valle de Toluca:
segunda mitad del siglo XIX

Bartolo Fonseca fue repetidas veces presidente municipal, hecho que


lo favoreció en el reparto de las tierras de los pueblos. Alfonso, Bartolo y
Francisco Fonseca resultaron beneficiados con el reparto de los bienes de
común repartimiento y de los propios del ayuntamiento.38 Esta permanencia
en el poder por parte de algunas familias hizo posible el predominio del
gobierno local sobre el federal.

A pesar de que en la zona se introdujeron algunas innovaciones como el


ferrocarril, los cambios y las transformaciones no avanzaron en mayor grado
debido a que no se instalaron grandes fábricas ni se introdujeron cultivos
comerciales que activaran la economía local; los pueblos permanecieron
dependientes de su actividad agrícola, lacustre, ganadera y forestal sin
grandes cambios. Se mantuvo el grado de tensión por el control de los
recursos entre los vecinos de los pueblos. No hubo cambios a pesar de ser
una zona conectada con dos de los principales centros comerciales como son
las ciudades de México y Toluca.

El crecimiento de población no fue tan alto como ocurrió en los municipios


de El Oro y Chalco, no obstante se observó movimiento al interior por tipo
de localidad. Los pueblos de la montaña registraron un incremento en su
población, lo que no ocurrió con las haciendas y ranchos ni con la ciudad de
Lerma. Este fenómeno puede explicar el grado de tensión que existía entre los
pueblos de montaña. Los conflictos también estuvieron presentes en la zona
de planicie, con el barrio de San Pedro Cholula, uno de los más poblados
del municipio de Ocoyoacac y que con frecuencia exigía el usufructo de los
bienes colectivos, por ello buscó cambiar de categoría para ser pueblo y hacer
efectivo los derechos que ello implicaba. De igual forma ocurrió en Lerma, el
enfrentamiento entre pueblo cabecera (Lerma) y pueblo por así decir “sujeto”

38
AHMO, Actas de Cabildo, vols. 1-4, Entre 1880 y 1885 Bartolo Fonseca había sido síndico del ayuntamiento
de Ocoyoacac; de 1890 a 1893 fue presidente municipal; Paulino Fonseca fue presidente en 1895 y 1896.
De julio de 1896 a 1897 Bartolo Fonseca nuevamente fue presidente municipal. En los años de 1901, 1903,
1905, 1908 y 1912 Bartolo Fonseca ratificó de nuevo el cargo de presidente municipal. Otro personaje con
el que compartió este control sobre el poder local fue Alejo Quezada. En 1916 otro integrante de la familia,
Francisco Fonseca, ocupó tal puesto en Ocoyoacac.

73
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

(Santa María Atarasquillo), también fue una constante, por el derecho al


usufructo de los bienes comunales como se verá en los capítulos siguientes.

Corresponde ver cómo se llevó a cabo la desamortización de los bienes de las


corporaciones civiles en términos de esta continuidad de la economía local,
la ubicación de la población indígena en torno a los recursos productivos y la
organización pueblerina en su conjunto.

74
La desamortización, 1856-1890

Capítulo II

Este capítulo intenta reconstruir de manera detallada el manejo de los


recursos entre los vecinos de los pueblos para identificar el papel que
desempeñaron los ayuntamientos con el territorio. En este proceso la
condición de vecino resulta fundamental para conservar el manejo común
de los recursos, lo mismo que la noción de un sistema basado en la idea de
una unidad familiar entre vecinos y ayuntamiento.

Se analizan los cambios en la organización pueblerina al aplicarse las medidas


desamortizadoras en los municipios de Lerma y Ocoyoacac. En algunos casos
destacan las iniciativas de los vecinos por desconocer al ayuntamiento como
administrador de los recursos, tal como sucede en el caso de los montes, en
cambio, al mismo tiempo se observa una fuerte presencia del ayuntamiento
en el control de el uso de las lagunas de Lerma.

De acuerdo con la información disponible, pueden proponerse dos etapas de


este proceso de transformación. La primera va de 1856 a 1880 y se distingue
por 1) una rápida desamortización de terrenos de común repartimiento y
de los propios; 2) el avance de este proceso ocurrió sobre todo en el nicho
ecológico que aquí hemos denominado planicie; 3) por el hecho de que la
desamortización ocurrió en términos de la legislación de 1856. La segunda
etapa, que cubre los años de 1880 a 1890, se caracteriza por 1) un intento
fallido por desamortizar terrenos comunales, que se hallaban situados en la
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

montaña, así como en la laguna; 2) porque se trata de un esfuerzo del gobierno


del estado; 3) porque involucró a una población mayoritariamente indígena.
Además en esta segunda etapa debe tenerse muy en cuenta la introducción
del ferrocarril y el desarrollo de la industria en el Estado de México como
prioridades del ejecutivo estatal.

En esta historia será fundamental tener claro qué clase de tierras se


estaban desamortizando, es decir, si estamos hablando de tierras de común
repartimiento, propios, fundo legal o los ejidos y cuál era su ubicación en cada
uno de los tres pisos ecológicos (montaña, planicie y laguna). Este capítulo
tiene como eje de análisis el funcionamiento de la organización pueblerina
con base en el territorio (montaña, planicie y laguna), el vecindario y el
ayuntamiento.

a) La organización pueblerina: una caracterización

En la introducción llamamos la atención sobre tres elementos que formaban


parte de la organización pueblerina: el vecindario, el ayuntamiento y el
territorio. Para empezar a armar nuestra caracterización, nos centraremos en
primer lugar en los recursos productivos. Por ello resulta pertinente explicar
qué se entiende por bienes de comunidad a finales del siglo XVIII. Menegus
señala que los bienes de comunidad eran las tierras que servían para sufragar
los gastos del pueblo. Estos bienes eran comunales y no se enajenaban, es decir,
pertenecían al pueblo en su conjunto. La diferencia consistía en el uso que
hacían de ellos los vecinos. Por su parte, las tierras de común repartimiento
eran parcelas familiares de usufructo individual; los pastos, aguas y montes
eran de uso colectivo (ejidos), y los propios. En estos últimos se consideraban
pastos, tierras de labor y montes. Los ingresos que se obtenían de los propios
entraban a las cajas de comunidad y constituían la parte monetaria de los
bienes (Menegus, 2001: 89).

Una vez que en 1824 se estableció el régimen federal y que los ayuntamien-
tos constitucionales sustituyeron a los pueblos de indios, la intención del go-

76
La desamortización, 1856-1890

bierno estatal fue concederles propios y arbitrios para fortalecer los fondos
municipales. Por tal motivo, uno de los temas centrales de discusión de los
legisladores del Estado de México fue sobre el manejo y administración de
los bienes de los pueblos. Legisladores como José María Luis Mora busca-
ban definir si formaban parte de los propios del municipio.1 Una vez que los
ciudadanos contaron con ayuntamientos constitucionales (como se les llamó
por su vínculo con la constitución de Cádiz de 1812), era necesario otorgarles
recursos para fortalecer la menguada hacienda municipal. Annino señala que
una de las principales consecuencias de la constitución de Cádiz fue que los
ayuntamientos comenzaron a controlar las tierras de los pueblos limitando
con ello el desarrollo de una sociedad propietaria, tal y como proponía el pro-
yecto liberal (Annino, 1995: 225).2 En 1824 la comisión de Gobernación del
Congreso del Estado de México dictaminó sobre la conveniencia de conceder
propios y arbitrios a los ayuntamientos del estado. En esa comisión se estable-
ció que los propios eran las tierras de común repartimiento, el fundo legal y
las que se denominaron de comunidad. Así, es posible considerar a los pastos,
aguas y montes como parte de los propios, en el entendido de que todos estos
recursos eran parte de los bienes de comunidad antes descritos. Del mismo
modo la ley del 9 de febrero de 1825 buscó beneficiar a los ayuntamientos
con arbitrios.3 La administración de las tierras de común repartimiento era
esencial para sostener el orden económico de los pueblos. Estas tierras se
incorporaron como parte de los propios de los ayuntamientos y se cobró una
pensión por hacer uso de ellos (Birrichaga, 2003: 184). En la constitución
local de 1827 se estableció que los ayuntamientos se encargarían de la orga-
nización y administración de esos recursos (Pacheco Chávez, 1999: 249-253).

Pacheco Chávez aclara que estas disposiciones provocaron malestar en


algunos pueblos porque resultaban perjudicados en términos de la posesión
1
Sobre la organización del gobierno al interior de los pueblos y los propios ver el texto Birrichaga y
Ramírez, 2011, 208-219.
2
Mendoza indica que la constitución de Cádiz proporcionó mayores atribuciones a los ayuntamientos;
en el ámbito político el alcalde concentró funciones de administración y justicia, mientras que en el
económico los bienes comunales fueron administrados por el ayuntamiento (Mendoza, 2011: 61).
3
AHMO, Presidencia, vol. 1, exp. 1. De acuerdo con la ley del 9 de febrero de 1825 sobre ayuntamientos, los
pueblos entendieron que las tierras que ellos poseían en común pertenecían a los propios del ayuntamiento.

77
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

y uso de la propiedad comunal, pero agrega que también hubo lugares en


donde los vecinos se mostraron conformes con estas medidas ya que el
ayuntamiento decidía la forma de obtener más beneficios de los bienes de la
comunidad. En dicha legislación quedó claro que los pueblos eran los dueños
originales de los bienes comunales. En general, los pueblos de los municipios
de Lerma y Ocoyoacac estuvieron de acuerdo con que el ayuntamiento
administrara el uso de las lagunas, pastos y montes de los pueblos de ambos
municipios, en su condición de propios del ayuntamiento. No obstante,
como se verá en años posteriores algunos vecinos de los pueblos, como
Atarasquillo, ya no estaban conformes con el manejo que hacía Lerma de la
laguna. El desacuerdo se presentó cuando al interior de los pueblos existía
desigualdad social, pero este asunto será tratado más adelante.

En la ley de ordenanzas municipales de 1845 se ratificó que las tierras


en común, los pastos, las magueyeras y las aguas que estaban bajo
la administración de los ayuntamientos pertenecían a los pueblos
(Birrichaga, 2003: 193-194). En 1875 los legisladores ratificaron que los
fondos propios del ayuntamiento estaban compuestos por las tierras,
edificios, aguas estancadas, así como los montes y aguas de uso público
(Colección de decretos, XI, 1875: 131).4

Los vecinos de los pueblos y el ayuntamiento se organizaban para el uso de sus


recursos en los siguientes términos.5 Los bienes comunales eran sembrados
en común y sus productos se empleaban en la reposición y conservación
de las cosas del mismo vecindario, por ejemplo, en los gastos de los litigios
y en otras obras de utilidad pública. La costumbre de los vecinos era que
esos bienes se trabajaran en común, al mismo tiempo que se reconocía

4
El decreto No. 82, 16 de abril de 1875. Dispone la manera de formar los fondos propios y de arbitrios de
las municipalidades y municipios del estado.
5
Cabe señalar que en ninguno de los dos archivos municipales de Lerma y Ocoyoacac existe
documentación de los años de 1850-1855, ésta inicia en 1856 y en ocasiones es muy dispersa. Para
caracterizar el funcionamiento del sistema disponemos de expedientes de fechas posteriores que, sin
embargo, nos permiten conocer cuál era la relación entre los pueblos y el ayuntamiento en cuanto al
uso de los recursos productivos. Esta caracterización se desprende de las respuestas emitidas durante el
proceso de desamortización.

78
La desamortización, 1856-1890

la administración del ayuntamiento o de los auxiliares sobre los bienes


comunales. No existía un reglamento específico que estableciera la manera
de explotarlos y administrarlos, ni tampoco de cómo debía informarse de los
productos que se obtenían de dicha explotación.6

Las lagunas, uno de los pisos ecológicos de la zona de estudio, quedaron


bajo la administración del ayuntamiento como parte de los propios.7 Estas
autoridades establecieron normas de explotación que debían cumplir aquellos
que solicitaban el arrendamiento o licencia de las lagunas para la pesca, corte
de tule y caza de pato, además de que así se estableció en la legislación estatal
de la primera mitad del siglo XIX. En 1864 vecinos de los pueblos de Lerma,
Ocoyoacac y Tultepec sostuvieron un conflicto por el llano de “Perea” que
contaba con una zona de pastos y otra de laguna. En esa ocasión el presidente
municipal de Ocoyoacac manifestó con toda claridad que los pastos de la
ciénega y la laguna eran parte de los propios del ayuntamiento y que por ello
a esa autoridad le correspondía conceder permisos para su explotación.8

Los vecinos de los pueblos estaban conformes con que sus recursos de uso
común debían generar ingresos a los fondos municipales. En 1868 el auxiliar
de Atarasquillo, pueblo perteneciente al municipio de Lerma, comunicó al
jefe político el perjuicio que les ocasionaba la introducción de un particular
en sus “propiedades comunales”:

Participo a usted que en el monte de nuestra propiedad el C. Hilario


Gutiérrez, vecino de Huisquilucan, sembró un gran terreno de cebada
y noticias tengo de que dicho individuo ha pagado quince pesos de
renta al juzgado de Huisquilucan la que corresponde a nosotros por
lo que suplicamos a usted que dicha renta se nos pase y si no que se
recoja la cebada para aumento de los fondos de esa municipalidad,

6
AHMO, Tierras, vol. 1, exp. 18, “Ocurso de los vecinos de Ocoyoacac dirigido al prefecto político de
Toluca, 1874”.
7
Knowlton señala que en Jalisco el control del agua por parte del gobierno generó confusión y disputas,
aunque también permitió que los ayuntamientos continuaran manejando ese recurso (Knowlton, 1978: 42).
8
AHML, sección Presidencia, vol. 4, exp. 3, “Ocurso del oficial mayor sobre terrenos que disputan la
municipalidad de Lerma y Ocoyoacac, 1864”.

79
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

quedaremos muy conformes. Tengo el honor de insertarlo a usted para


su superior conocimiento y a fin de que disponga en el caso lo que
estime conveniente para que los vecinos no sean otra vez perjudicados
en sus propiedades comunales.9

Para ilustrar la importancia de los beneficios económicos que obtenía el


ayuntamiento por concepto de los bienes comunales contamos con un
informe de 1860. En ese año el tesorero municipal de Lerma manifestó que
los ingresos totales del ayuntamiento sumaron 393.42 pesos, de los cuales
60% se obtenía por concepto de arrendamientos de terrenos y permisos para
pastar y cortar tule.10

Como ya se apuntó en la introducción, ser vecino de un lugar otorgaba el


derecho de gozar del beneficio de la explotación de los bienes comunales.
Coincido con Hernández Chávez y Carmagnani cuando afirman que la
vecindad es un vínculo y una especie de parentesco que liga a todos los
habitantes de un pueblo. Los integrantes del pueblo compartían intereses
que los hacían formar parte de una familia. El término familia se empleaba
con frecuencia entre los vecinos cuando se aludía al posible fraccionamiento
de tierras, pues en caso de fraccionarse las parcelas debían ser adjudicadas
sólo a miembros de esa familia. La vecindad se fundaba en la comunidad
de intereses y en el derecho al disfrute de los montes, aguas, pastos y
demás aprovechamientos comunes. Otorgaba el derecho a participar de los
beneficios propios del pueblo y a intervenir en la administración municipal
como elector o elegible.11 Pero al mismo tiempo la condición de vecino

9
AHML, sección presidencia, vol. 5, exp. 20, f. 1, “Ocurso del auxiliar de Atarasquillo José María Ortega
dirigido al jefe político de Lerma, 19 de noviembre de 1868”.
10
En 1860 la tesorería municipal de Lerma informaba que los ingresos de los fondos municipales se
obtenían de los siguientes rubros: recaudación de plaza y degüello de ganado menor y mayor, 68.60 pesos;
multas, 5.25 pesos; arrendamientos de terrenos, 5.75 pesos; licencia para diversiones públicas, 4.37 pesos;
licencia para pastar animales 2.00 pesos; por corte de tule de la ciénega 4.00 pesos; por réditos del común
de la cabecera del año pasado 85.50 pesos, por buena cuenta de la renta del rancho de Alta Empresa 150.00
pesos y por derechos municipales al maíz y al aguardiente 68.00 pesos. El 60% de arrendamientos de
terrenos y permisos para pastar y cortar tule corresponde a la sumatoria de los datos anteriores. AHML,
Presidencia, vol. 2, exp. 94, “Estado de la caja trimensual que manifiesta el ingreso y egreso de la tesorería
municipal de Lerma, 31 de marzo de 1860”.
11
AHML, Tierras, caja 1, exp. 24. Un ejemplo relativo a este sistema de vecindad sobre derechos y

80
La desamortización, 1856-1890

obligaba a cumplir con las cargas y tributos inherentes (Carmagnani y


Hernández, 2000: 375). Guerra señala que efectivamente la condición de
vecino se mantenía a partir de esos vínculos internos (Guerra, 1991, I: 273).

El asunto de la vecindad y el derecho que implicaba la explotación de los


recursos se manifestaba en los siguientes términos. En 1885 Juan Olivera y
León Navarrete, vecinos de Lerma, solicitaron al ayuntamiento del lugar una
fracción de la ciénega del común perteneciente a esa población. El presidente
municipal respondió que tenían derecho a recibir el terreno que denunciaban
en razón de que “son vecinos de esta población […] y yo desearía que todos
estos terrenos fuesen repartidos entre los vecinos todos o al menos entre
los más necesitados”.12 Los solicitantes cumplían con el requisito de ser
reconocidos por el común y por la autoridad local como vecinos del pueblo.

La vecindad también era reconocida por las autoridades locales con la


prestación de servicios comunitarios. En 1892 Camilo Tomás señalaba que
era vecino de Coapanoaya y una vez que fue considerado hijo del pueblo se le
concedió un terreno situado en el monte. Sin embargo, el presidente municipal
de Ocoyoacac indicaba que Camilo Tomás no era vecino de Coapanoaya sino
de Tepexoyuca, además de que nunca había prestado sus servicios al pueblo,
motivos suficientes para no ser considerado en el fraccionamiento del llano
de “El Compromiso”. El ayuntamiento rechazó la solicitud de Camilo Tomás
porque podía dar pauta a que otros individuos que no fueran hijos del pueblo
intentaran adjudicarse sus terrenos. Este era el argumento del auxiliar de
Coapanoaya, Dionisio Hinojosa:

obligaciones lo manifestaron Francisco Albino y hermanos vecinos del pueblo de Santiago Analco cuando
señalaba que “por los servicios prestados por Felipe Santiago nuestro padre, la autoridad y notables del
pueblo; le dieron en donación un pedazo de monte situado en el cerro de las Tablas; que tuvo en posesión
en vida la que se trasmitió a nosotros a su fallecimiento”. Como se apuntó en la introducción, el uso de la
expresión hijos del pueblo se vincula con el interés de los vecinos del pueblo por conservar sus derechos
de usufructuar sus recursos; asimismo, la autoridad local hizo uso del término para lograr el apoyo del
vecindario, al que le ofreció conservar sus derechos tradicionales.
12
AHML, Tierras, caja 2 exp. 18, “Ocurso del presidente municipal de Lerma José María Ortega, 16 de junio
de 1885”.

81
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

y como este individuo no lo consideramos ni yo ni los demás vecinos


de mi pueblo como vecino de él, no lo comprendimos en la lista de
adjudicatarios que se presentó, y es claro que no debe admitirse porque
con este motivo era dar libertad a otros muchos que por el simple
hecho de haberse casualmente avecindado por más o menos tiempo
en este pueblo, se creerían con derecho a una fracción de la misma
manera que el ocursante.13

Además de hijos del pueblo, también se empleaba el término gran familia


como argumento de peso en el esfuerzo por conservar los bienes en su carácter
comunal. En 1898 los vecinos del pueblo de Tepexoyuca de la municipalidad
de Ocoyoacac se enfrentaron con los vecinos de los barrios de San Miguel,
Santiaguito, Santa María y San Pedro Cholula por el uso y posesión del llano
pastal de “El Compromiso”. Una vez que se trató de fraccionar ese recurso
común los vecinos de Tepexoyuca presionaron a las autoridades de la cabecera
municipal de Ocoyoacac para que la división sólo beneficiara a los hijos
reconocidos de esa gran familia. Si los bienes comunales se repartían entre
los hijos del pueblo, la organización pueblerina continuaba funcionando al
no permitir el arribo de individuos ajenos a esa gran familia.

En suma, los bienes comunales de los pueblos en el Estado de México fueron


declarados parte de los del ayuntamiento, es decir, los montes, las aguas, los
pastos y las tierras de común repartimiento. Si bien los pueblos reconocían
la administración que hacía el ayuntamiento sobre sus recursos comunes,
también es cierto que los vecinos mostraron una clara preocupación por
conservar los recursos en beneficio de los integrantes de la organización
pueblerina.

b) La desamortización, un éxito de la federación (1856-1880)

Algunos autores como Knowlton, Menegus, Kourí, Schenk, Escobar, entre


otros, han señalado que después de la ley del 25 de junio de 1856 las primeras

13
AHML, Tierras, caja 3, exp. 14, “Ocurso del auxiliar de Coapanoaya Dionisio Hinojosa, 29 de junio de 1892”.

82
La desamortización, 1856-1890

tierras que se afectaron fueron las de común repartimiento y los propios del
ayuntamiento. Este fenómeno se explica porque eran bienes explotados en
parcelas individuales que se entregaban a cada familia del pueblo o porque
eran tierras arrendadas a los habitantes del pueblo o a foráneos. Por esas
razones su desamortización resultaba más fácil (Knowlton, 1998: 78-79).
Los montes, pastos y aguas experimentaron un proceso distinto, ya que por
su uso público no fueron considerados en el proyecto desamortizador. En
coincidencia con la interpretación de esos autores, en la documentación de
los archivos municipales de Lerma y Ocoyoacac se distingue un periodo que
va de 1857 a 1880 en el que la ley de desamortización no tuvo gran impacto
en esa clase de recursos mientras que los propios y las tierras de común
repartimiento sufrieron una rápida desamortización.

Primero veamos qué ocurrió en el municipio de Lerma. La adjudicación de los


propios fue relativamente rápida. Estos bienes se encontraban ubicados en la
planicie, muy cerca de la ciudad de Lerma. Eran los terrenos de la parcialidad
de San Diego y el Rancho de Alta Empresa. De los primeros se tiene noticia
por las escrituras que se localizan en el Archivo Municipal de Lerma. Una
razón que parece explicar la aceptación de desamortizar los propios se
debe a que la población de la ciudad estaba compuesta en su mayoría por
mestizos o blancos, mientras que la población indígena estaba concentrada
en los pueblos de la montaña de San Mateo y Santa María Atarasquillo, San
Lorenzo Huitzizilapan, Santiago Analco y San Miguel Ameyalco. Los vecinos
de estos últimos pueblos no compartían el proyecto de individualización, o
lo aceptaban sólo si convenía a sus intereses, así, conservaron el uso comunal
de sus bienes, integrados por lagunas, pastos y montes.14

En relación con los propios del ayuntamiento ubicados en torno al barrio


de San Diego encontramos 37 escrituras de adjudicación de esos bienes. Las
14
Un censo de población revela que en 1885 el número de habitantes del distrito de Lerma con expresión
a la raza y al idioma era el siguiente: el número total de habitantes era de 47,953, de donde 1,475 era
población blanca; 12,236 mestiza y 34,242 indígena. Más de la mitad de la población del distrito Lerma
estaba compuesta por indígenas (Miño Grijalva y Vera Bolaño, 1998: 356). En estas noticias se observa un
predominio de la población indígena en otros distritos del Estado de México por ejemplo en Toluca de
91,886 habitantes, había 1,078 de raza blanca; 35,422 mestiza y 55,386 eran indígenas.

83
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

escrituras se otorgaron entre octubre y noviembre de 1856 a todos aquellos


vecinos que habían contribuido al servicio comunitario. Los lugareños
adquirieron ese derecho por los servicios que prestaron al pueblo como
integrantes de la familia ayuntamiento-vecindario. Dicho de otro modo,
en la desamortización de estos bienes aparece la obligación y el derecho
que les otorga su condición de vecinos (véase anexo 1).15 Estos terrenos
se encuentran ubicados aproximadamente entre los 2,630 y 2,640 msnm,
es decir, en la planicie (ver mapa 1). La cantidad de tierra concedida a
cada adjudicatario varió entre los cuatro y diez cuartillos de sembradura
de maíz.16 Con la repartición de estos bienes se dio paso a la creación de
un grupo de pequeños propietarios en una parte de la planicie de Lerma.
En 1863 ya eran 90 los adjudicatarios de terrenos de los antiguos propios
del ayuntamiento de Lerma, quienes pagaban una contribución anual al
ayuntamiento de 4.50 pesos cada uno (véase anexo 2). En 1863 se presentan
los mismos adjudicatarios de 1856, con la excepción de María Florentina,
quien ya no era dueña del terreno adquirido sino que ahora era de Antonio
Angulo; asimismo, José María García, quien en 1856 se adjudicó un solo
terreno, en 1863 aparecía ya con dos. Gregorio León, quien se presentó como
adjudicatario en dos ocasiones, sería presidente municipal de Lerma en 1864
(García Castro, 1999: 50).

Un padrón de adjudicatarios de 1890 de los terrenos ubicados en el barrio de


San Diego, en Amomolulco y en la calle principal, revela que los adjudicatarios
se habían reducido de 90 a 72. En esta relación logramos observar que algunos
de ellos se apropiaron de más de un terreno de los antiguos propios. Quizá para
estos años ya se habían presentado algunos casos de compra-venta, motivo
por el que resulta fundamental seguir la pista a los posibles acaparadores
de tierra en esta zona. Rosalía Lechuga aparece registrada seis veces en el
padrón de 1890, mientras que Lino León y José María García aparecen en tres

15
AHML, Tierras, caja 1, exps. 6 y 7, “Escrituras de adjudicación de los propios del ayuntamiento ubicadas
en la parcialidad de San Diego, octubre-noviembre de 1856”.
16
Un cuartillo es una medida de áridos y equivale a 1.892 litros, es decir, cuatro cuartillos equivale a 7.568 litros
de sembradura de maíz y 10 cuartillos equivalen a 18.920 litros de sembradura de maíz (Robelo, 1908: s/p).

84
La desamortización, 1856-1890

ocasiones. Cabe señalar que Lino León fue presidente municipal de Lerma,
por lo que también se aprovechó de estas medidas desamortizadoras.17 Si
bien los propios habían sido desamortizados, éstos quedaron bajo el cuidado
de los mismos vecinos de Lerma. Con la adjudicación de esos recursos el
ayuntamiento recibió ingresos. Este aspecto se tratará con más detalle en
el siguiente capítulo en el que se estimarán los ingresos que obtenía este
organismo por concepto de tierras de común repartimiento que habían sido
desamortizadas. En este momento sólo advierto que por decreto estatal de
20 de octubre de 1868 los adjudicatarios debían pagar como contribución
municipal 3% anual sobre el valor del terreno y no 6% como se había dispuesto
en la ley federal de 1856 (Salinas Sandoval, 1996: 65).

El caso del Rancho de Alta Empresa, que también formaba parte de los
propios del ayuntamiento de Lerma, presenta una situación distinta, debido
a que el rancho se adjudicó a un solo particular y no a varios vecinos como
ocurrió con los propios del barrio de San Diego. Alta Empresa se encontraba
ubicado al este de la ciudad de Lerma y contaba con porciones de planicie y
montaña. Antes de 1856 el ayuntamiento arrendaba esta propiedad de la que
obtenía ingresos en beneficio de los fondos municipales. Es posible rastrear
algo de la historia de esta finca. En 1772, por orden del virrey se contrató
a José Paradas y Rivadeneiro para realizar el proyecto de desecación de la
laguna de Lerma. Una de las condiciones que exigió la autoridad local para
no oponerse a la obra tenía que ver con el reparto de los terrenos que se
desecaran, los cuales debían dividirse entre el vecindario. La obra sólo avanzó
en una pequeña porción. En 1791 nuevamente Jacobo García trató de llevar
a cabo el proyecto de desecación en la misma línea, cuando éste murió, el
ayuntamiento de Lerma tomó posesión de los terrenos del Rancho de Alta
Empresa considerándose desde entonces como propios del ayuntamiento,

17
Resulta pertinente señalar que Lino León fue presidente municipal de Lerma en dos ocasiones, en
1893 y 1897. (García Vázquez, Lerma, 50). Este personaje fue uno de los acaparadores de los bienes
de comunidad de Lerma. En 1899 se le adjudicaron 24 hectáreas en el llano de “Perea”. AHEM, Fondo
Gobernación, Serie Gobernación, vol. 84, exp. 17, f. 16, “Relativo al fraccionamiento y adjudicación de
terrenos del llano de Perea”.

85
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

hasta el 30 de septiembre de 1856.18 En términos de la ley del 25 de junio de


1856, se le adjudicó a José Guadalupe González, quien reconoció 600 pesos
de impuesto anual a favor de los fondos municipales. Entre 1865 y 1867 los
600 pesos se destinaron por decreto imperial a la enseñanza pública de la
municipalidad. En 1872 estos recursos volvieron a las arcas municipales.
En 1875 un funcionario subrayaba que “se trata y forma la parte más
esencial de los propios de la municipalidad”.19 Al hacer énfasis en que esos
ingresos eran fundamentales para la hacienda municipal, queda claro que
la desamortización no afectó los fondos municipales de los ayuntamientos
toda vez que el adjudicatario quedó obligado a pagar al ayuntamiento una
cantidad anual. El rancho de Alta Empresa generó considerables ingresos al
ayuntamiento, incluso hasta 1930. En ese año una autoridad reconocía que el
rancho era una de sus fuentes fundamentales de ingreso.20

En Lerma se desamortizaron los propios en beneficio de los vecinos del


lugar. A cambio el ayuntamiento recibió un ingreso anual por los terrenos
que desamortizaba. No sucedió lo mismo con los bienes comunales (montes
y pastos) que existían en los pueblos ubicados en las partes altas, como
Ameyalco, Santa María y San Mateo Atarasquillo, Analco y Huitzizilapan,
que permanecieron sin cambios, es decir, como terrenos de uso común.
Tampoco se desamortizaron las aguas de las lagunas.

Veamos ahora la desamortización en Ocoyoacac. Este municipio contaba


con zonas de laguna, planicie y una porción montañosa que alcanza los
3,200 msnm. En la noticia de habitantes de los distritos y municipios
del Estado de México de 1879, se informaba que de un total de 7,352
habitantes; 6,717 eran indígenas (91%), 634 era población mestiza y sólo un
habitante era español (Miño Grijalva y Vera Bolaños, 1998: 263). El idioma
predominante era el otomí.
18
AHML, Presidencia, vol. 4, serie histórico, f. 5, “Informe del presidente municipal de Lerma dirigido al
secretario de la prefectura política de Toluca, 23 de febrero de 1865”.
19
AHML, Tesorería, caja 13, 1875, “Informe del jefe político de Lerma al superior gobierno del estado”.
20
AHML, Tierras, caja 14, exp. 8, “Ocurso de José Esquivel presidente municipal de Lerma, 12 de
diciembre de 1930”.

86
La desamortización, 1856-1890

Menegus demuestra que las tierras de común repartimiento y los propios


se desamortizaron lentamente en Ocoyoacac. Esos terrenos se encontraban
ubicados en la planicie y su desamortización ocurrió hasta después de 1867.
En 1874 se emitió una circular estatal en la que se ordenó cumplir con la ley
del 25 de junio de 1856. En esta circular se insistía en apresurar la división de
los terrenos de común repartimiento. Hay que aclarar que en ese año todavía
no existía un interés claro por parte de las autoridades estatales para llevar a
cabo el fraccionamiento de bienes como los pastos, montes y aguas.

En 1875 el presidente municipal de Ocoyoacac alegaba que los montes,


pastos y aguas no debían desamortizarse porque no estaban considerados
en la ley de 1856.21 Pero al mismo tiempo informaba que un terreno
nombrado Titizihuahuan y otros diez terrenos diseminados eran de común
repartimiento y que por lo tanto estos ya habían sido adjudicados en 1867.
Asimismo, anexaba una lista de los 70 adjudicatarios de los terrenos antes
mencionados (véase anexo 5). Estos terrenos fueron otorgados a vecinos del
municipio. En esa lista destaca el nombre de Alejo Quezada, quien en 1875
fungió como síndico y en 1892 como presidente municipal de Ocoyoacac
(Camacho Pichardo, 2007: 54). La calidad de las tierras desamortizadas fue
descrita como “medio fangosas” y “arenosas”, quizá por su cercanía a la zona
de laguna.

En 1889 el presidente municipal de Ocoyoacac manifestó la necesidad de


fraccionar unos terrenos que se encontraban ubicados en la ranchería del
Pedregal, situada en la llanura. Estos terrenos eran de común repartimiento,
los cuales debían ser adjudicados entre el vecindario (véase mapa 3). El
ayuntamiento buscó que los terrenos de común repartimiento fueran

21
La aplicación de la ley de desamortización de los bienes de las corporaciones civiles de 1856 fue lenta y no
involucró a todos los bienes de los pueblos. En esa legislación quedó claro que los recursos de uso común
no estaban considerados en las iniciativas desamortizadoras. Es frecuente que los pueblos emplearan
el artículo ocho de la ley de desamortización de los bienes de las corporaciones civiles que en síntesis
estableció que no eran sujetos a desamortización “los edificios destinados inmediata y directamente al
servicio u objeto del instituto de las corporaciones. De las propiedades pertenecientes a los ayuntamientos
se exceptuarán también los edificios, ejidos y terrenos destinados exclusivamente al servicio público de las
poblaciones” (Dublán y Lozano, 1876, VIII: 19).

87
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

adjudicados a los vecinos de Ocoyoacac, para evitar el arribo de foráneos. En


este fraccionamiento se observa el interés del ayuntamiento de Ocoyoacac por
llevarlo a la práctica sin perjudicar los ingresos municipales, ya que una vez
adjudicados generarían al municipio el 10% anual sobre el valor de cada uno
(véase anexo 6). Es importante indicar que en este caso se pretendía cobrar
más del 3% que establecía la ley. En la lista anexa se aprecian casos en los
que se repiten los adjudicatarios: León González, Nicanor Ramírez, Hilario
Estrada y Paulino Fonseca. También hay que notar que algunos adquirieron
una cantidad mayor de tierra, como Felipe A. Alfonso, Nicanor Ramírez y
José González Vázquez, mostrando con ello un posible acaparamiento de las
tierras entre los mismos vecinos del pueblo. Como se dijo, la gran familia no
implicaba la inexistencia de desigualdad social.

En 1892 se llevó a cabo la adjudicación de los terrenos ubicados en el llano de


Ocoyoacac denominado “La Cuchilla”. En este fraccionamiento de los terrenos
de común repartimiento se observa que algunos vecinos resultaron más
beneficiados que otros, debido a que se les concedió una mayor cantidad de
tierra. A Calixto Eduardo se le concedieron 10,120 m2, mientras que Santiago
Arzaluz sólo recibió 475 m2 (véase anexo 7). A pesar de esta diferencia, el
ayuntamiento afirmaba la imposibilidad de conceder a los vecinos dos
porciones de terrenos en los diferentes llanos ubicados en Ocoyoacac, pues
aseguraba que “no es de justicia, porque para eso sería necesario darles dos
fracciones a cada uno de los demás y los terrenos no alcanzan”.22

Otro caso por demás interesante fue el reparto que se hizo del llano de
“Perea”, considerado como parte de las tierras de común repartimiento.
Algunos indicios sobre la disputa del llano datan de 1864, aunque cabe
aclarar que las diferencias existían desde el periodo colonial. Los pueblos
enfrentados por lograr su propiedad fueron Ocoyoacac, Lerma y Tultepec,
motivo por el que este bien no se fraccionó sino hasta finales del siglo XIX,

22
AHML, Tierras, caja 3, exp. 14, “Ocurso del presidente municipal de Ocoyoacac Alejo Quezada en
respuesta a la solicitud de Esteban Martínez al jefe político sobre la adjudicación de un terreno situado en
el llano de Cholula, 1892”.

88
La desamortización, 1856-1890

aunque no es muy clara la manera en que fue privatizado. Los prolongados


litigios posibilitaron la continuidad del régimen comunal del llano.23 En
1899 comenzó el fraccionamiento y adjudicación de los terrenos del llano de
Perea, considerados, como se dijo, terrenos de común repartimiento (véase
anexo 8). Los beneficiados con este fraccionamiento fueron los vecinos de
Lerma, Ocoyoacac y Tultepec. Sin embargo, a principios del siglo XX se
indicó que los terrenos aún continuaban sin dividirse.

En el pueblo de San Mateo Atenco la división de los terrenos de común


repartimiento se efectuó hasta 1870.24 Este pueblo presentó la misma
tendencia a desamortizar este tipo de tierras ubicadas en torno a la planicie
al igual que en los otros casos descritos. Al mismo tiempo que se favorecía a
los vecinos del pueblo también resultaban beneficiadas las arcas municipales.
Sin duda, la desamortización fue más fácil en la parte llana o plana, debido a
que ya estaba presente la tradición de usufructuar individualmente las tierras
de común repartimiento. Imponer el sistema de propiedad privada no fue
difícil y menos si el ayuntamiento recibía beneficios por la explotación de
esas tierras.

Para ambos municipios se planteó el relativo éxito de la desamortización de


los propios y de las tierras de común repartimiento. En 1870 el gobernador
Riva Palacio daba cuenta de los alcances logrados con el reparto de las tierras
de comunidad en el Estado de México. En su informe manifestaba el lento

23
AHML, Tierras, caja 1, exp. 29. En 1875 se estableció por decreto que no era posible la adjudicación de
aquellos terrenos que estuvieran en litigio. Decreto No. 78. Ambrosio Medina diputado presidente, 12 de
abril de 1875.
24
AHML, presidencia, vol. 6 bis., exp. 11, f. 1. La división se llevó a cabo entre los vecinos del pueblo
“Jesús Reyes auxiliar del pueblo de San Mateo Atenco, ante usted como mejor haya lugar, y salvar las
protestas oportunas comparezco y digo: que en junio del año próximo pasado el auxiliar que lo fue el
C. Cástulo Silva, en unión de los principales vecinos de los once barrios que lo componen el expresado
pueblo pidieron a Usted para los vecinos pobres, la adjudicación en lotes, de los terrenos que se miran
en el intermedio de dicha población, el barrio de Santa María y la hacienda de Buenavista: y usted tuvo
a bien disponer que dichos terrenos se valuasen y dividiesen [ ... ] en ciento cuarenta lotes de a cuarenta
varas de extensión superficial cada uno. Remitiendo al auxiliar de San Mateo Atenco lista de los CC. ha
quienes deben repartirse los lotes de los terrenos de común repartimiento”, Es importante señalar por qué
considero a San Mateo Atenco. Este pueblo formaba parte del municipio de Lerma, hasta el 12 de octubre
de 1871 cuando se erigió en municipalidad.

89
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

avance de la privatización: “el repartimiento de las tierras de comunidad dista


mucho de estar concluido y ni se ha atendido a él con la eficacia que demanda”
(Memoria, 1870: 29). Incluso indicaba que no contaba con información sobre
el repartimiento de tierras de los distritos de Sultepec, Temascaltepec y la
Villa del Valle (Valle de Bravo) y que de los otros distritos se tenían datos
incompletos. A pesar de que en los archivos aparecen registros de padrones
que dan noticia de las tierras de común repartimiento y los propios que
fueron adjudicados a los vecinos de los pueblos, en 1874 el gobierno del
estado emitió una circular en la que indicaba:

Ha visto el C. Gobernador con profunda pena que no obstante las


prevenciones de la ley de 25 de junio de 1856, no han sido divididos
los terrenos de común repartimiento, dando origen esa comisión
a los continuos pleitos de los pueblos y muy particularmente a la
paralización de la riqueza que continúa en una gran parte en el estado,
que por muchos años ha tenido, sin que los vecinos de cada pueblo
teniendo derecho exclusivo de la propiedad en la fracción que le
corresponde procuren el mayor cultivo de los terrenos haciendo en
ellos las mejoras que demanden su conveniencia y su interés.25

En respuesta a esta circular el ayuntamiento de Ocoyoacac proporcionó la


lista de 70 adjudicatarios de terrenos de común repartimiento; las autoridades
locales insistieron en que los montes y los ejidos no estaban contemplados
en la ley desamortizadora. Su argumento era que “nadie ha pensado en que
[los montes] se dividan en pequeños lotes porque esto implicaría su ruina
con gran perjuicio del público en general, por la falta de leña y de carbón
que se haría sentir de una manera horrible”.26 El ayuntamiento de Ocoyoacac,
para evitar la pérdida del monte, aseguraba que era posible desamortizarlo
y “sacarlo de la propiedad del municipio”, pero advertía que si se repartía en
fracciones pequeñas para que se cultivara lo único que se conseguiría sería

25
AHML, Tierras, caja 1, exp. 27, f. 1, “Circular # 1 de la sección de gobernación relativa a que se cumpla
con la ley de 25 de junio de 1856, sobre que se dividan los terrenos de común repartimiento, 26 de enero
de 1874”.
26
AHML, Tierras, caja 1, exp. 27, f. 4, “Informe del presidente municipal de Ocoyoacac José Cruz González
a la circular # 1 sobre incumplimiento de la ley del 25 de junio de 1856, 31 de enero de 1874”.

90
La desamortización, 1856-1890

acabar con los montes.27 Se observa el interés de las autoridades locales por
evitar que los recursos comunes salieran de la administración del municipio.
Pero no ocurría lo mismo con las tierras de común repartimiento que ya
contaban con una tradición de explotación individual. En el párrafo citado se
aprecia también que las autoridades locales consideraban al monte como de
su propiedad, cuando se suponía que sólo lo administraban. El ayuntamiento
de Ocoyoacac estaba en total desacuerdo con la privatización y consecuente
fragmentación del monte.

En 1872 los vecinos de Santa María Atarasquillo y San Mateo Atarasquillo, de


la municipalidad de Lerma, manifestaron su inconformidad ante la solicitud
de Francisco Albino y hermanos, vecinos de Santiago Analco, quienes
pretendían adjudicarse el cerro de las Tablas, por tratarse de tierras de común
repartimiento. Los vecinos expresaron que no era posible la adjudicación
debido a que eran:

bienes comunales de los tres pueblos y que la ley no permite que los
montes sean destrozados: de haber abierto los expresados una parte
del cerro, es cierto pero que no sólo ellos sino que muchos vecinos
han hecho otro tanto en el citado cerro pero como comunal que se
siembran un año o dos y lo largan.28

Algunos vecinos pretendieron desamortizar los montes argumentando que


se trataba de tierras de común repartimiento confiando en que así sería
posible lograr la adjudicación. Sin embargo, como eran de uso común no
estaban contemplados dentro de los bienes a desamortizar. Ocurría el mismo
caso con el derecho que tenían los pueblos arriba citados sobre las lagunas.
En 1870 los vecinos de los pueblos de Santa María Atarasquillo, San Mateo
Atarasquillo, Ameyalco y Santiago Analco, se quejaban con el jefe político

27
AHML, Tierras, caja 1, exp. 27, ff. 5-5v., “Informe del presidente municipal de Ocoyoacac José Cruz
González a la circular # 1 sobre incumplimiento a la ley del 25 de junio de 1856, 31 de enero de 1874”.
28
AHML, Tierras, caja 1, exp. 24, “Ocurso de Pantaleón Morales en representación de los vecinos de
Santiago Analco y Santa María y San Mateo Atarasquillo dirigido al Juzgado Auxiliar de Santiago Analco,
12 de marzo de 1872”.

91
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

porque se les pretendía despojar de la propiedad que tenían de una parte de


la laguna de Lerma:

Los que suscribimos [...] ante el superior gobierno como mejor


proceda decimos: que conforme a los títulos que obran en nuestro
poder nos pertenece en propiedad una parte considerable de la ciénega
denominada laguna de Lerma y con sorpresa hemos sabido que sin
llenarse los requisitos prevenidos de las leyes se pretende expropiarnos
dando nuestros terrenos en remate a diversos particulares nosotros
hemos repugnado en toda ocasión ese proceder pero no habiendo
dado curso la Jefatura Política de Lerma que le hicimos para nombrar
apoderado [...] protestamos entre tanto contra toda providencia que
vulnere nuestros derechos.29

Es claro el desacuerdo de los vecinos de los pueblos ante la posibilidad de


desamortizar recursos de carácter comunal que les representaban enormes
beneficios pues contaban con el derecho de explotar diversos recursos de
montes, pastos y lagunas. Asimismo se observa la postura de los vecinos del
común de acudir a la autoridad estatal y por lo tanto intentar dejar fuera
la administración de los ayuntamientos sobre los recursos. A los vecinos
de otros pueblos cuya tradición era netamente lacustre como San Pedro
Tultepec les era prácticamente imposible apostar por la privatización. Lo
mismo ocurrió en 1870 cuando se pretendió llevar a cabo la desecación de
las lagunas de Lerma por iniciativa del gobernador del Estado de México
(Camacho Pichardo, 2007: 95 y 136). En ese momento el gobernador aseguró
a los pueblos que quedarían como propietarios de los terrenos desecados, pero
los vecinos no apoyaron el proyecto ya que se lesionaba el uso comunitario y
las actividades lacustres:

Los que suscribimos, naturales y vecinos del pueblo de San Pedro


Tultepec de la municipalidad de Ocoyoacac en el distrito de Lerma

29
Resulta pertinente señalar que los vecinos de estos pueblos contaban con zonas de pie de monte y de
montaña que no fueron afectadas después de la aplicación de la ley de desamortización. AHML, presidencia,
vol. 6 bis, exp. 11, “Ocurso de los vecinos de los pueblos de Santa María y San Mateo Atarasquillo,
Ameyalco y Santiago Analco dirigido al jefe político de Toluca, 16 de mayo de 1870”.

92
La desamortización, 1856-1890

del Estado de México [...] que desde tiempo inmemorial estamos


en quieta y pacífica posesión de una gran parte del lago o ciénega
conocida con el nombre de Lerma que hoy tratan de disecar el superior
gobierno del mencionado Estado, sujetando a censo los lotes en que
ha proyectado distribuir el mencionado lago [...] Solicitamos del C.
Presidente de la República, se digne declarar que el lago que hemos
dicho poseemos como de uso público de nuestro pueblo desde tiempo
inmemorial, no está comprendido en los terrenos de que habla la ley
de desamortización de 25 de junio de 1856, en razón a que el citado
lago, no se nos adjudica ahora puesto que ya de antemano lo teníamos
en propiedad.30

Sin duda en el discurso de los vecinos se aprecia el reconocimiento de la


laguna como de su propiedad, así como su carácter comunal. En esta lógica
la idea de la individualización no era aceptable, y no lo era debido al gran
peso que tenía el argumento de la vecindad y de la gran familia como se
consideraban a sí mismos, factores que permitían conservar la propiedad
bajo el dominio exclusivo del pueblo.

Ahora bien, si existía la iniciativa por parte de los vecinos por desamortizar
bienes comunales era porque al interior del sistema había una clara desigualdad
social. Este último argumento aparece constantemente en el discurso de los
pueblos. Destacan así algunos nombres de individuos que fueron integrantes
de distintos ayuntamientos (Bartolo Fonseca, Alejo Quezada, Lino León y
José María Ortega), quienes resultaron beneficiados con el movimiento de la
propiedad de la tierra.

En esta primera etapa se observa una clara tendencia en ambos municipios


de adjudicar las tierras de común repartimiento y los propios entre los
vecinos reconocidos como hijos del pueblo. Así sucedió con los propios
adjudicados en Lerma que quedaron en manos de los vecinos reconocidos
por el ayuntamiento de Lerma en vista de los servicios prestados al pueblo.

30
AHML, presidencia, serie histórico, vol. s/n., “Ocurso de los vecinos del pueblo de San Pedro Tultepec,
22 de abril de 1870”.

93
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Lo mismo sucedió con las tierras de común repartimiento adjudicadas


en el municipio de Ocoyoacac. En un padrón de 1873 se registraron 207
adjudicatarios de terrenos de común repartimiento de los pueblos de Santa
María Atarasquillo, San Mateo Atarasquillo, San Miguel Ameyalco y Santiago
Analco, del municipio de Lerma. En ese padrón se indica que todos eran
vecinos. En este repartimiento no estaban considerados los montes que
solicitaron Francisco Albino y hermanos.31

Como se ve, la desamortización avanzó en ambos municipios y propició el


acaparamiento de terrenos, factor que creó una inconformidad que se hizo
presente décadas después en el momento de la reforma agraria. Este avance
correspondió a las tierras de común repartimiento, toca tratar otra fase de la
desamortización en la que se involucra al ejido que, en palabras de Labastida,
son bienes “para los usos comunes del pueblo” (Labastida, 1893: 21).

c) El fallido intento estatal por desamortizar los bienes comunes, 1880-1900

El proceso de adjudicación de los bienes de uso común fue distinto al de los


bienes de común repartimiento o propios. Un aspecto que hace diferente la
privatización de los recursos comunes fue la intervención del jefe político que
trató de limitar la autonomía municipal en relación con el usufructo de los
recursos de uso común, privilegio que antes era exclusivo de las corporaciones
civiles (Huerta González, 1996: 309).

Además entre 1880 y 1900 se presentaron importantes cambios económicos


en el país motivados por la expansión del capital nacional y el arribo del
capital extranjero. Es la etapa en la que se construyeron más vías férreas que
estimularon el intercambio comercial e incrementaron la explotación de
los recursos productivos. El Estado de México no quedó al margen de ese

31
AHML, Tierras, caja 1, exp. 25, “Lista nominal de individuos a quienes se han fraccionado los terrenos
de común repartimiento de los pueblos de Santa María Atarasquillo, San Mateo Atarasquillo, San Miguel
Ameyalco y Santiago Analco formada con arreglo a la superior disposición del C. gobernador del estado,
14 de marzo de 1873”.

94
La desamortización, 1856-1890

movimiento económico.32 El tendido de vías férreas fue considerable. De tal


manera, que la comunicación por rieles en el territorio estatal benefició a
los distritos de Texcoco, Otumba, Tlalnepantla, Cuautitlán, Jilotepec, Lerma,
Toluca, Ixtlahuaca y Chalco (Navarro y Casanova, 1970: 143).

El ferrocarril que unía a la ciudad de Toluca con la ciudad de México y


Naucalpan se concluyó en 1883. Una de las condiciones que se estableció
en el contrato era la creación de una estación en Lerma por considerar que
era el único centro de población importante, además de que era el lugar de
intercambio de la zona (Rivera Cambas, 1972: 23). El impulso al ferrocarril
también buscaba promover el desarrollo industrial del estado. En el distrito
de Toluca se fundaron varias industrias de gran impacto en la economía. Las
fábricas principales del valle de Toluca eran “La Industria Nacional” (1890),
“La fábrica de San Pedro” (1890) y “La Compañía Cervecera Toluca y México
S.A.” que hacían un importante uso de madera.33 Quizá la industria más
relevante del estado fue la fábrica de papel “San Rafael”, fundada en 1894.
Ésta fue la primera en estar totalmente mecanizada y en explotar la pulpa de
la madera. Sus propietarios trataron de controlar las zonas de monte y las
aguas que eran propiedad de los pueblos ubicados en la zona de Tlalmanalco
y también en Tochimilco, Puebla (Castañeda, s/a: 10-12).

Con el desarrollo de la industria el gobierno estatal buscó tener injerencia


sobre los bosques. Muestra de ello son las evidencias, en las que se registra
la aprobación del gobernador, de las licencias o contratos de arrendamiento
para el uso y explotación de los bosques que autorizaban los ayuntamientos.
En la zona de estudio no se estableció una empresa de la magnitud de la
fábrica San Rafael; sin embargo existen varias solicitudes de arrendamiento a
particulares de los montes y de raíz de zacatón en el municipio de Ocoyoacac.
Aunque no está especificado cuál era el destino de la madera que se explotaba
32
En el estado de México los gobernadores que apoyaron el desarrollo económico de la entidad fueron José
Zubieta (1881-1885) y José Vicente Villada (1889-1904) (García Luna, 1998: 56).
33
La “Industria Nacional” poseía dos motores de vapor con fuerza de 100 caballos, consumiendo leña por
valor de 3,000 pesos anuales; la fábrica de “San Pedro”, por su parte, consumía cerca de 1,500 de leña al año.
No tengo noticia de dónde y quiénes abastecían de madera a esas industrias (Navarro y Casanova, 1970: 154).

95
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

resulta claro que en estos arrendamientos la intervención del ejecutivo


estatal era una constante.34 Menegus señala que estos arrendatarios eran
contratistas de la ciudad de México, Toluca y Lerma (Menegus, 1995: 179).
Hay excepciones pues a finales del siglo XIX se presentó una solicitud de
arrendamiento de Enrique M. González, vecino del municipio de Ocoyoacac
y dueño de la hacienda de Texcaltenco.35 Díaz Ortega señala que la producción
de madera era considerable: cuatro establecimientos en el distrito de Toluca
contaban con una fuerte inversión de capitales que oscilaba entre 100,000 y
600,000 pesos. Este florecimiento en la explotación de la madera se debió al
incremento de los durmientes para extender las vías férreas, lo que acrecentó
la demanda de este producto.36 Además, la madera era utilizada para la
construcción, la elaboración de muebles, pisos y utensilios caseros, y también
como combustible en las fábricas (Díaz, 2002: 41). Estos usos son los que
se describen en las noticias proporcionadas por el presidente municipal de
Ocoyoacac a la Dirección de Estadística de la República Mexicana. En los
informes estadísticos de 1900 se indicaba que las maderas que se explotaban
en los montes de Atlapulco, Acazulco, Tepexoyuca, Coapanoaya y Jajalpa
eran utilizadas por los vecinos para la “construcción, leña y carbón”.37 Los
34
En 1922 el propietario de la hacienda de la Marquesa señalaba que los vecinos de los pueblos de Acazulco
y Tepexoyuca habían abusado de la explotación de sus montes al grado de extinguirlos, vendiendo la
madera a la fábrica de San Rafael y Anexas “convirtiendo en yermo lo que antes era monte cerrado”. AGA,
Dotación de ejidos, legajo 19, exp. 23/2248, f. 352.
35
AHEM, Fondo Gobernación, Serie Municipios, vol. 9 exp. 8, “Contrato de arrendamiento celebrado
entre los vecinos de Atlapulco y Enrique M. González, 3 de marzo de 1898”. Los vecinos estuvieron de
acuerdo con el contrato, en virtud de que el pueblo resultaba beneficiado con los ingresos que obtendría
el ayuntamiento de Ocoyoacac, además de que podían conseguir trabajo en esa explotación. Sin embargo
cuando González solicitó en 1899 la prórroga de arrendamiento, los vecinos se opusieron; no obstante el
gobierno del estado aprobó la prórroga a González pasando por alto al vecindario y al ayuntamiento en
beneficio del particular.
36
De acuerdo con Arnold entre 1853 y 1910 varias zonas de la India experimentaron severos cambios
con la introducción del ferrocarril. Uno de ellos fue la enorme devastación de árboles utilizados en la
construcción de puentes y durmientes. Debido a esta devastación el gobierno británico fundó en 1864 el
Servicio Forestal de la India y entre 1865 y 1878 se promulgaron diversas leyes en torno a este recurso.
En estas leyes se ordenó la formación de selvas estatales y se estableció la empresa forestal más grande
de administración gubernamental. Las leyes forestales prohibieron a los pobladores el apacentamiento,
la obtención de combustible y la agricultura nómada. Estos actos lesionaron los antiguos derechos de
los pobladores generando malestar y actos de resistencia. La razón principal que motivó al gobierno a
intervenir en los recursos forestales fueron los ingresos que se obtendrían con este manejo y no el interés
por conservar las selvas (Arnold, 2000: 162-166).
37
En las actas de cabildo del municipio de Ocoyoacac se indica el uso doméstico de la madera: “no hay
regla fija sobre su expendio porque los vecinos bajan cada cual en hombros la que necesitan para sus casas

96
La desamortización, 1856-1890

vecinos del pueblo de Acazulco al concluir sus actividades agrícolas se


dedicaban a labrar madera que posteriormente vendían en la ciudad de
México, por su parte, los hijos de Coapanoaya también se ocupaban de hacer
carbón y de cortar madera.38 Los pueblos ubicados en las partes altas, tanto en
Ocoyoacac como en Lerma, dependían de la explotación de sus montes para
uso doméstico, así como de los beneficios industriales que les brindaba la raíz
de zacatón y la madera, en virtud de que contaban con reducidas parcelas
para el cultivo.

En este contexto económico varios factores explican la segunda etapa de


desamortización de los recursos de uso común: la inversión de capital en la
explotación de madera, expresada en las solicitudes de arrendamientos de
montes a finales del siglo XIX, así como en la injerencia del ejecutivo estatal
sobre los recursos de uso común y la necesidad apremiante de madera para la
construcción de durmientes. En la actividad forestal resalta el papel “protector”
del gobierno del estado, que consideró que los pueblos no eran capaces de evitar
la tala inmoderada de ese recurso. Por esa presunta incapacidad, decían las
autoridades, no debían administrar los bosques. En España el Estado culpaba
a los pueblos de manejar inadecuadamente sus montes, por lo tanto debía ser
el gobierno central el que los administrara. González de Molina argumenta
que con estas medidas sólo se lograba restar autonomía a los pueblos en el
manejo de sus recursos forestales (González de Molina, 2000: 27).

En el Estado de México se esgrimió el mismo argumento justo en 1889.


El ejecutivo envió una circular a los auxiliares de los pueblos de Cholula,
Coapanoaya, Acazulco, Tepexoyuca y Atlapulco en la que se advertía que
los vecinos de esos pueblos dejaran de “destrozar los árboles para sacar leña
y madera de construcción en grandes cantidades [...] y además que retiren

y algunas veces que la venden lo hacen indistintamente”. AHMO, Actas de cabildo, caja 2, f. 23, “Sesión de
cabildo presidente municipal Antonio Bobadilla, 28 de mayo de 1885”. Véase además, AHMO, Estadísticas,
caja 3, exp. 18, “Boleta para recoger datos referidos a la producción y explotación de las maderas, Bartolo
Fonseca, 27 de febrero de 1900”.
38
AHMO, Estadística, caja 2, exp. 4, “Noticia del estado que guardan varios ramos de la administración
pública en Ocoyoacac, 1872-1875”.

97
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

los contratos que tienen hechos con personas de poblaciones extrañas, por
las cuales se destrozan de una manera inconsiderada”. Por si fuera poco, se
les advertía que hicieran uso de la madera sólo para cubrir sus necesidades
más urgentes con la obligación de sujetarse a las reglas establecidas por el
gobierno del estado. Sin duda, en esta circular se observa el intento de limitar
la autonomía de los pueblos en el manejo y administración de los bosques.
Curiosamente en años posteriores el gobierno local aprobó el arrendamiento
de los montes de esos pueblos a particulares, cuando en 1889 había ordenado
que los pueblos terminaran los contratos en virtud de la excesiva explotación.39

La respuesta pueblerina fue diversa: en ocasiones se vislumbra la aceptación


de la intervención estatal, como fue en el caso de los montes, en otras la
oposición del ayuntamiento es total, como sucedió con las lagunas. Una de las
constantes por parte de los vecinos de los pueblos se relaciona con el interés
de articular estrategias encaminadas a eliminar la intervención estatal y del
ayuntamiento. Desde esta perspectiva, se examinará ahora la segunda etapa
sobre la desamortización de los bienes de las corporaciones civiles.

En 1868, en respuesta a una circular emitida por el gobierno federal, en la que


se ordenó el reparto de los terrenos baldíos, las autoridades de Ocoyoacac
argumentaron que tenían la posesión y uso público de montes y terrenos:

Y en esta municipalidad tanto la cabecera como los pueblos que le


pertenecen, poseen montes y terrenos destinados a un uso público y
cedido por autoridad competente pues todos aquellos tienen los títulos
de propiedad del gobierno colonial.40

Si los vecinos de Ocoyoacac manifestaron temor fue por la ley federal de


terrenos baldíos de 1867 que sirvió para tratar de justificar y asegurar la

39
AHMO, Actas de cabildo, caja 2, 1889, f. 17v., “Sesión de cabildo, presidente municipal José Flores, 2 de
mayo de 1889”. Sobre esta posición del gobierno del estado relativa a la conservación de los bosques, véase
Gaceta de Gobierno, 1889: No. 9.
40
AHML, Tierras, caja 1, exp. 18, f.6, “Informe de Calixto Nabor presidente municipal de Ocoyoacac, 10 de
agosto de 1868”.

98
La desamortización, 1856-1890

apropiación de los bienes comunes a pesar de que en la ley de 1856 no habían


sido considerados. Hay que recordar que en la circular que emitió el gobierno
federal el 20 de agosto de 1856 se indicó que quedaban exceptuados de la
desamortización los montes de las municipalidades.

Siendo así no tenía sentido preocuparse por la propiedad de estos recursos.


Sin embargo, a finales del siglo XIX se registraron en Ocoyoacac varias
solicitudes sobre el arrendamiento de los montes. Menegus señala que
posiblemente este interés se debió a la introducción del ferrocarril que
facilitó el aprovechamiento de este recurso con fines netamente comerciales
(Menegus, 1995: 179). Aunado a esta dinámica comercial, en 1889 el
congreso del estado autorizó al ejecutivo a intervenir en los recursos de
uso común (Colección de decretos, 1892, XXI: 201-202).41 Con este cobijo
jurídico, en 1890 el gobierno del estado emitió una circular en la que
señalaba que ninguna corporación civil o eclesiástica tenía capacidad legal
para adquirir o administrar bienes raíces. Asimismo, apuntaba que ni los
ejidos ni los terrenos denominados de común repartimiento debían existir
como propiedad comunal. Se insistía en que los ejidos y los terrenos de
común repartimiento debían adjudicarse en propiedad privada. El gobierno
aseguraba que para 1890 esos bienes continuaban en su carácter de tierras
comunales porque “ni uno ni otros han perdido su carácter de propiedad de
los pueblos y municipios”.42

A pesar de que en esa circular quedó clara la postura del gobierno estatal, sobre
desamortizar los bienes de uso común, buena parte de ellos continuaron en
su forma comunal bajo la administración del ayuntamiento. No obstante este
relativo fracaso, la intervención del ejecutivo del estado era insistente sobre la
explotación de los bienes de uso común. Muestra de ello fue el arrendamiento
que aprobó el gobernador Villada en 1897. Dicho arrendamiento se le concedió

41
En el decreto No. 57, 17 de octubre de 1889, artículo primero se estableció: “Se autoriza al ejecutivo del
estado para que dicte todas las disposiciones legislativas que juzgue conveniente, a fin de que cuanto antes
se haga efectivo el fraccionamiento de la propiedad común de los pueblos”.
42
AHML, Tierras, caja 3, exp. 7, “Circular # 20 emitida por el gobierno del estado, 1890”.

99
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

a Fernando Zepeda para la explotación del monte del pueblo de Atlapulco,


municipio de Ocoyoacac. El ingreso que obtenía la hacienda municipal era
de 50 pesos mensuales, suma que debía utilizarse para las mejoras materiales
del pueblo.43

De igual forma, en 1896 Rufino Angulo solicitó la explotación de la raíz


de zacatón del monte ubicado en el mismo pueblo de Atlapulco. Angulo
justificaba su solicitud alegando que los vecinos no hacían uso de ese recurso,
mientras que él lo aprovecharía en su taller. El ayuntamiento formó una
comisión para que dictaminara sobre la solicitud. Las apreciaciones de esa
comisión fueron las siguientes:

La Comisión está convencida de que es preciso normalizar la


explotación de la raíz de zacatón porque siendo ésta uno de los ramos
que actualmente constituye uno de los productos de explotación que
ha encontrado fácil salida en los mercados extranjeros muy justo es
que esta explotación produzca a la municipalidad de Ocoyoacac y
principalmente al pueblo de Atlapulco positivos beneficios y para
lograrlo es muy conveniente que se pongan en juego los medios que
aconseja la sana razón, y esto sólo se consigue por medio de contratos
racionales que produzcan beneficios a las partes contratantes.44

La raíz que se pretendía extraer de los montes de Atlapulco era un producto


de exportación e incluso se insinuaba que Angulo no pagaba lo que en
realidad obtenía por explotar la raíz de zacatón.45 La comisión sugería que
si se le otorgaba el arrendamiento debía ser en condiciones favorables a los
vecinos del municipio. En 1899 el gobierno del estado envió una circular al
jefe político de Lerma en la que ratificaba la posición del ejecutivo en relación
con la desamortización de los montes. En la circular se afirmaba que “por

43
AHML, Tierras, caja 6 bis, exp. 10, 1897, “Cuenta de las mejoras materiales que se han dado en el pueblo
de Atlapulco con las rentas que ha pagado el Sr. Fernando Zepeda en junio y julio de 1897”.
44
AHEM, Fondo Gobernación, Serie Municipios, vol. 9, exp. 49, f. 16, “Dictamen de la comisión del
ayuntamiento de Ocoyoacac, 24 de marzo de 1898”.
45
Sobre la importancia de la raíz de zacatón para los pueblos de montaña del sur del valle de Toluca véase
Camacho y Escudero, 2009, 47-48.

100
La desamortización, 1856-1890

ahora” debían exceptuarse los terrenos montuosos “pues el gobierno se


reservará determinar en su oportunidad”.46 El hecho de que los legisladores
dejaran en claro que posteriormente indicarían de qué manera se procedería
con los terrenos montuosos, evidencia que a los legisladores no les quedó
otra opción que amenazar a las autoridades locales para tratar de limitar su
control territorial.

Caso similar ocurrió en la zona de las lagunas, pues el ayuntamiento permitió


el arrendamiento más no su privatización. A partir de 1880 se presentaron
varias solicitudes de particulares para adquirir en propiedad algunas porciones
de las lagunas de Lerma. El ayuntamiento de este lugar las rechazó, al mismo
tiempo que llevó a cabo una fuerte defensa por mantener en mancomún el
terreno cenagoso y de laguna. Al ayuntamiento le interesaba conservar el uso
común de estos recursos así como continuar fungiendo como la autoridad
encargada de otorgar los arrendamientos, permisos y licencias para su
explotación. En 1882 Lino León solicitó la adjudicación de una parte del lago
de Lerma. El síndico y el regidor del ayuntamiento acordaron:

Que los límites entre [Lerma] y San Mateo Atenco no están precisados,
y sin embargo hay una perfecta armonía entre ambas poblaciones
poseyéndose en mancomún el terreno cenagoso al que pertenece el
denunciado […] es evidente que aquella buena armonía se turbaría
quedando ambas poblaciones envueltas en dificultades […] Que por
dicho motivo así como por el pertenecer a los ejidos de la ciudad el
sitio de que se trata está por una parte comprendido en la excepción
del último apartado del artículo 8 de la ley general del 25 de junio
de 1856 y no está en las facultades de ninguna autoridad hacer la
enajenación que se pretende.47

Nótese que para 1882 las autoridades municipales de Lerma y San Mateo
Atenco todavía subrayaban el hecho de que las lagunas eran parte de los ejidos

46
AHML,
Tierras, caja 5, exp. 6, “Circular #48 del Superior Gobierno del Estado, 20 de mayo de 1899”.
47
AHML,
Tierras, caja 2, exp. 10, “Solicitud de Lino León de un terreno de los propios de la municipalidad
de Lerma, 11 de noviembre de 1882”.

101
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

y por lo tanto no estaban consideradas por la ley del 25 de junio de 1856. El


presidente municipal de Lerma se oponía a todo intento por fraccionar las
lagunas, favoreciendo así la propiedad comunal. Otras solicitudes como la
de José María Ortega y socios quedaron pendientes de resolución.48 Resulta
lógico preguntar por qué se presentaba mayor beligerancia en la zona de la
laguna, posiblemente la respuesta se relaciona con la ubicación del recurso,
es decir, su administración era más efectiva para el ayuntamiento porque
se hallaba de manera inmediata y directa sin la intervención de auxiliares,
a diferencia de lo que ocurría con los montes. Los permisos, licencias y
arrendamientos para el corte de tule, la pesca y la caza de pato producían
ingresos seguros en beneficio de los fondos municipales y se efectuaban
directamente en el ayuntamiento de Lerma. Cabe preguntarse por qué fue
diferente con los propios ubicados en el barrio de San Diego y el Rancho de
Alta Empresa, los cuales fueron desamortizados rápidamente y sin ningún
obstáculo por parte del ayuntamiento. Quizá la diferencia se deba a que
una vez desamortizado el rancho de Alta Empresa comenzó a generar altos
beneficios al ayuntamiento. Además los terrenos ubicados en la parcialidad
de San Diego fueron adjudicados a los propios vecinos de Lerma, los pueblos
sujetos a Lerma con una población mayoritariamente indígena no estuvieron
involucrados en este reparto. Más bien las diferencias en relación con las
autoridades de Lerma se refieren a la propiedad de la laguna. Esta relación es
más compleja, pues varios pueblos se disputaban la propiedad de la laguna
entre los que se contaban San Pedro Tultepec, San Mateo Atenco, Santa María
Atarasquillo, Lerma y San Pedro Cholula. Además de que las autoridades
locales no estaban muy involucradas con los intereses de los pueblos sujetos.
De ahí el constante interés por ejemplo de los vecinos de Santa María
Atarasquillo por separarse de Lerma y formar su propio municipio como se
verá en el siguiente capítulo. Por ello, mientras no se desecaran las lagunas,
era más conveniente continuar con la explotación lacustre a través de los
permisos, licencias y arrendamientos que beneficiaban directamente a las
arcas municipales de Lerma.
48
José María Ortega fue presidente del ayuntamiento en 1868, y Lino León lo fue en 1893 y 1897
(García, 1999: 50).

102
La desamortización, 1856-1890

En 1897 Domingo Galindez, Cástulo Méndez, Mercedes López de Olivera


y Francisco O. de Sánchez, vecinos de Lerma, solicitaron al jefe político la
adjudicación de varias fracciones de la ciénega con el propósito de desecarlas
y hacer productivos sus terrenos. El presidente municipal de Lerma indicó
los inconvenientes que acarrearía tal adjudicación:

no son de adjudicarse las fracciones de ciénega que solicitan los


ocursantes, en virtud de resultar perjuicio de tercero, y el tercero es
la clase menesterosa a quien debe repartírselos, que está bien puede
personalmente trabajarlos y cultivarlos y producir a los fondos
municipales la utilidad correspondiente.49

El ayuntamiento pugnaba por no dividir este recurso de uso público y se


amparaba en el argumento de que en todo caso debía repartirse entre las clases
menesterosas: no obstante, dejaba abierta la posibilidad de que se explotara
la laguna en forma individual y en beneficio de los fondos municipales.50
Ese mismo año la secretaría general de gobierno publicó la noticia de que
los terrenos solicitados pertenecían a la federación, es decir, aparte de la
intervención estatal, ahora el ayuntamiento debía de considerar la posible
injerencia federal.

Mientras la laguna permaneció sin dividir y con una clara injerencia del
ayuntamiento en su administración, la intervención estatal adquirió otros
matices en la planicie y en el monte. Un ejemplo es el del llano de “El
Compromiso”, ubicado en el municipio de Ocoyoacac. En 1889 el presidente
municipal de Ocoyoacac dio noticia de que eran 693 los interesados en lograr
la adjudicación de los terrenos ubicados en el llano de “El Compromiso”.51

49
AHML, Tierras, caja 3, exp. 17, “Minuta del presidente municipal de Lerma J. M. Madero, 24 de agosto
de 1897”.
50
En el capítulo III se abordará el tema de los ingresos municipales y se tratará de detallar los propios y los
arbitrios de los municipios de Lerma y Ocoyoacac.
51
AHML, Tierras, caja 5, exp. 6, “Lista de los vecinos pobres de esta municipalidad a quienes corresponde
ser adjudicatarios de las fracciones del terreno denominado llano de “El Compromiso” que se trata de
repartir, conforme a lo dispuesto por el Superior Gobierno del Estado, lista presentada por el presidente
municipal Alejo Quezada 23 de junio de 1899”.

103
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Las primeras iniciativas encaminadas al fraccionamiento mencionan que el


citado llano pertenecía a los vecinos de los barrios de Santiaguito, San Miguel,
Cholula y Santa María, todos del municipio de Ocoyoacac.

El llano era de suma importancia para los vecinos y el ayuntamiento. En


abril de 1892 el ayuntamiento celebró un contrato con Eduardo González,
representante legítimo de Felipe González, propietario de la hacienda de
Texcaltenco, ubicada en el municipio de Ocoyoacac. En ese contrato se le
adjudicaba al hacendado dos caballerías y media (106 hectáreas) del llano
pastal que pertenecía a los vecinos de los barrios antes citados.52 Los vecinos
se quejaron ante el gobierno del estado por los términos de ese contrato,
debido a que había sido aprobado por el jefe político de Lerma. El gobierno
argumentó que esta autoridad carecía de facultades para aprobar el contrato
celebrado con el hacendado sobre dividir y adjudicar el llano. Además,
tal aprobación debía contar con la autorización del gobierno del estado,
debido a que la legislatura ya había otorgado facultades al ejecutivo para
desamortizar los bienes comunes de los pueblos (Colección de decretos,
XXI, 1892, 201-202). En este caso, se aprecia la injerencia de la autoridad
estatal, motivada por el mismo vecindario, cuando se percataban de que
las autoridades municipales trataban de lesionar los intereses comunales.
No obstante, en julio de 1892 en sesión de cabildo, el ayuntamiento aprobó
otorgar a Felipe González una y media caballería del terreno pastal, es decir,
aproximadamente 63 hectáreas de terreno.53

Ahora bien, como el gobierno estatal ya había ordenado el fraccionamiento


del llano de “El Compromiso” entre los vecinos de la municipalidad, se
presentaron algunas iniciativas de particulares que trataron de beneficiarse
con el procedimiento. A Cayetano Rodríguez, al solicitar una fracción del
llano se le respondió:

52
AHMO, Tierras, caja 1, exp. 30, f. 6, “Minuta del Jefe Político de Lerma Felipe Alonso 25 de abril de 1982.
53
AHML, Tierras, caja 3, exp. 14, “Cabildo extraordinario 27 de julio de 1892”.

104
La desamortización, 1856-1890

que después de haberse dado las que corresponden a los vecinos de los
cuatro barrios que son los dueños legítimos del llano en cuestión, (se
considerará la solicitud de Cayetano Rodríguez) pues el solicitante de
que nos ocupamos pertenece al pueblo de Coapanoaya.54

Es de notar que la condición de vecino era fundamental para lograr la


adjudicación de una porción del llano, y este beneficio sólo correspondía a los
vecinos de los barrios de Cholula, Santiaguito, Santa María y San Miguel. La
división del llano de “El Compromiso” tuvo que esperar. El fraccionamiento
del llano se retomó en 1898 pero ahora como iniciativa de los vecinos del
pueblo de Tepexoyuca. La petición se justificaba porque los de Tepexoyuca
mantenían conflicto con los vecinos de los cuatro barrios (Cholula,
Santiaguito, San Miguel y Santa María) por el uso y posesión de ese llano.
Los de Tepexoyuca propusieron una forma de medición y fraccionamiento:

Primero: que se mida todo el llano por un agrimensor titulado y se


divida en dos fracciones una laborable que se fraccionará entre los
cuatro barrios expresados y otra para pastos que disfrutarán en común
dichos barrios y el pueblo de Tepexoyuca como si fuese una sola familia
puesto que todos somos hijos de la misma municipalidad. Tercero: Los
vecinos que hayan ocupado terrenos de dicho llano, sea que los tenga
actualmente en su poder o que los hayan pasado a terceras personas no
tendrán ningún derecho a que se les de nueva fracción y aquellas que
tengan dos o más fracciones se les sujetará a que tengan solamente la
que en derecho le corresponda. Cuarta: Todos los vecinos que hayan
tomado fracciones en el llano de Perea no tendrán derecho a que se
les dé nueva fracción en el llano de “El Compromiso”. Quinta: Tanto
los vecinos de los cuatro barrios como los del pueblo de Tepexoyuca
pueden poner corrales en el terreno pastal para encerrar a sus animales
mientras lo disfrutan en común; pero el día en que se fraccione ese
terreno por quintas partes entre los cuatro barrios y Tepexoyuca los
que tengan corrales los trasladarán al lugar que le corresponda en la
parte que les toque.55

54
AHMO, Tierras, caja 1, exp. 31, f. 3, “Ocurso de Alejo Quezada presidente municipal de Ocoyoacac
dirigido al jefe político de Lerma, 21 de julio de 1892”.
55
AHML, Tierras, caja 3, exp. 23. (Cursivas mías), “Sobre el fraccionamiento del llano del Compromiso de

105
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

En la propuesta de los vecinos de Tepexoyuca se distinguen varios aspectos


que conviene comentar. Destaca el dividir el terreno sólo en cinco partes, es
decir, entre los cuatro barrios y el citado pueblo. El principal argumento para
hacer esta división era que todos formaban parte de una misma familia, de una
gran familia, además se reconocían como hijos de la misma municipalidad,
para evitar que por no ser hijos del mismo pueblo pudieran quedar excluidos.
Su iniciativa pretendía evitar el acaparamiento al interior de los pueblos, pues
se indicaba que “todos los que tengan dos o más fracciones se les sujetará
a las que les correspondan”. Esta propuesta de división no prosperó y los
vecinos de los cuatro barrios continuaron con el usufructo del llano sin que
se lesionara el carácter comunal de ese predio y sin afectar la administración
del ayuntamiento. No obstante, se observa que cuando el ayuntamiento
celebró el contrato con el particular, el vecindario desconoció la autoridad
del ayuntamiento y apeló al ejecutivo del estado para que lo impidiera.

En 1901 el presidente municipal de Ocoyoacac informó que los vecinos de los


barrios de Santiaguito, Cholula, San Miguel y Santa María, continuaban en el
usufructo común del citado llano, es decir, no se había llevado a cabo ningún
fraccionamiento, también se informaba que la división estaba en trámite y
que se otorgaría una fracción a los mismos vecinos que lo usaban en común.56
Por lo visto se trataba de aparentar ante las autoridades superiores que se
estaba trabajando en el fraccionamiento del llano, pero eso no significaba que
se tuviera el interés de llevarlo a cabo. Sin duda, el propósito era conservar
dicho predio en su forma comunal bajo la administración del ayuntamiento.57
Ante la intervención creciente del ejecutivo del estado sobre los recursos
de uso común, los vecinos actuaron conforme a sus intereses, pues en

la municipalidad de Ocoyoacac; bases formuladas por los vecinos de Tepexoyuca, 15 de enero de 1898”.
56
AHML, Tierras, caja 6, exp. 4, “Noticia sobre bienes comunes y propios del ayuntamiento de Ocoyoacac,
Bartolo Fonseca presidente municipal, 15 de octubre de 1901”.
57
En la serie tierras del Archivo Municipal de Ocoyoacac se observa que todavía en 1940 el ayuntamiento
otorgaba arrendamientos de los terrenos ubicados en el llano de “El Compromiso” a los vecinos de los
barrios de Santa María, San Miguel, Cholula y Santiaguito. Se observa una especie de relación familiar
contradictora en virtud de que en ocasiones el ayuntamiento de Ocoyoacac aplicó en otros recursos el
fraccionamiento y en otros como fue el caso de “El Compromiso” hizo todo lo posible por mantener su
dominio y control.

106
La desamortización, 1856-1890

ocasiones recurrían a esa autoridad para que resolviera su malestar porque


el ayuntamiento consentía la desigualdad social; y en otras, pactaban con la
autoridad local para continuar con el uso del bien en su calidad de comunal.

La desigualdad social en los pueblos es una clara tendencia que reflejan


ambos municipios como motor central que incidió en la búsqueda de los
vecinos por desamortizar los bienes de uso común. Con respecto a los montes
ubicados en el municipio de Lerma, no hubo posturas de arrendamiento,
sino más bien un claro afán por dividir y adjudicar los montes entre
el vecindario. La razón era el malestar de los vecinos del pueblo con sus
autoridades, motivo por el que se presentaron algunas iniciativas para lograr
una división equitativa de los recursos comunes. En 1869 Antonio Baltazar,
Pedro Francisco, Antonio Francisco y Francisco Mateo, vecinos del pueblo de
Xochicuautla, manifestaron al jefe político de Lerma que en 1864 Gregorio
Mier y Terán, en su calidad de propietario, donó al común de ese pueblo una
parte del monte de la hacienda de San Nicolás Peralta. En 1864 Francisco
Baltazar, auxiliar del pueblo, distribuyó el monte entre 43 vecinos del lugar.
Años después, en 1869, Andrés García, auxiliar de Xochicuautla, privó a los
vecinos del uso y posesión del monte, al tiempo que concedió este beneficio
“a otros vecinos con quienes tiene parentesco espiritual y que seguramente
no las necesitan por tener propiedades de que nosotros carecemos”.58 Por lo
anterior solicitaban la ayuda de las autoridades estatales para que se respetara
la distribución del monte practicada en 1864. También exigieron protección
ante “los desmanes” del auxiliar del pueblo. Como se ve, este abuso de las
autoridades locales motivaba a los vecinos del común del pueblo a solicitar
la intervención estatal y con ello resolver conflictos surgidos en torno a la
explotación de los bienes comunes.

No obstante, a pesar de que la autoridad estatal respetaba el hecho de


que los recursos de uso público debían continuar bajo esa condición, las
iniciativas de algunos vecinos por tratar de dejar fuera al ayuntamiento
58
AHML, Tierras, caja 1, exp. 20, f. 1, “Solicitud de los vecinos Antonio Baltazar, Pedro Francisco, Antonio
Francisco y Francisco Mateo dirigida al jefe político de Lerma, 28 de abril de 1869”.

107
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

en el manejo de sus recursos eran evidentes. En ocasiones se optaba por


la vía de la individualización para enfrentar la opresión del ayuntamiento.
Esta desigualdad local la vivieron los vecinos del pueblo de San Lorenzo
Huitzizilapan. Por tal motivo, no tuvieron más remedio que solicitar el
fraccionamiento de unos terrenos, debido a que no se hacía un uso equitativo
de esos recursos:

Los que suscribimos y demás personas, cuyos nombres se refieren


alcaldes, naturales y vecinos del pueblo de San Lorenzo Huitzizilapan
de la municipalidad de Lerma […] decimos, que desde inmemorial
tiempo poseemos en propiedad pero en común de dicho pueblo, unos
ranchos denominados el Jaral y la Meza y otros terrenos montuosos y
pastales […] cuyos ranchos y terrenos fueron adquiridos por nuestros
antepasados mediante compras […] Nuestra posesión, como decíamos
ha sido en común; pero como sucede siempre en las cosas que se
tienen en esta calidad el disfrute o goce de ellas no es igual pues unos
los tienen en mayor escala que otros, según su posición, influencia,
atrevimiento, comodidad y esto precisamente pasa entre los vecinos
de nuestro pueblo, respecto de los ranchos y demás terrenos de que
hemos hecho mérito, pues mientras que algunos de nuestros vecinos
se han aprovechado y se aprovechan hasta enriquecerse con el goce de
los referidos montes y terrenos, otros por el contrario carecen de un
palmo de tierra para sembrar, y con mil restricciones se les permite
hacer uso de las maderas del monte; lo que da por resultado, que las
personas que quieren abusar, destrozan e inutilizan las maderas con
perjuicio de los demás, o se posesionan de gran extensión de monte y
terreno, impidiendo a los otros su uso.59

En este párrafo es evidente la desigualdad social, por lo tanto es difícil


hablar de una relación armónica al interior del pueblo. En 1878 el presidente
municipal de Lerma consideraba necesario el fraccionamiento de esos terrenos
montuosos pertenecientes al pueblo de San Lorenzo Huitzizilapan. Esta
autoridad argumentó que con el fraccionamiento se evitaría la destrucción

59
AHML, Tierras, caja 2, exp. 2, “Solicitud de los vecinos de San Lorenzo Huitzizilapan al Jefe Político de
Lerma sobre el fraccionamiento de unos terrenos de comunidad, 22 de septiembre de 1877”.

108
La desamortización, 1856-1890

de la parte montuosa y se daría fin a las continuas discordias que existían en


ese pueblo por la posesión en común de los terrenos montuosos; aseguraba
que los terrenos debían distribuirse de manera equitativa entre los vecinos sin
permitir el acaparamiento.60 En 1880 se realizó la medición y avalúo de los
terrenos de comunidad del pueblo de San Lorenzo Huitzizilapan. Quedaron
divididos en 491 lotes de 22,747 varas y con un valor de 54.50 pesos cada uno.61
En el fraccionamiento que se realizó de acuerdo con el número de cabezas
de familia pertenecientes al pueblo de Huitzizilapan sólo se consideraron los
terrenos “baldíos”, excluyéndose los boscosos o montuosos, es decir, los de
uso público.62 Para algunos pueblos como el de Huitzizilapan la división y
adjudicación de terrenos no era considerada un problema puesto que abría la
posibilidad de eliminar los abusos.

En 1903 los vecinos del pueblo de Santa María Tlalmimilolpan, de la


municipalidad de Lerma, manifestaron que debido a que los auxiliares del
ayuntamiento habían vendido unos terrenos montuosos en contra de la
voluntad del pueblo, pugnaban por la división de los terrenos vendidos.
Para tratar de evitar estas ventas, solicitaron al ayuntamiento de Lerma
el fraccionamiento del monte, distribuyéndolo sólo entre los vecinos. El
ayuntamiento no contestó a esta demanda en virtud de que estaba prohibido
el fraccionamiento de montes y terrenos arbolados. Al no recibir respuesta de
sus autoridades los quejosos dirigieron su petición al gobierno del estado. El
vecindario argumentó que era importante dividir el monte en predios para
cubrir de ese modo sus necesidades. Sin embargo, en su solicitud se observa
que sólo se trataba de una división aparente, debido a que manifestaron
que una vez fraccionado el monte los vecinos se unirían en sociedades
particulares para evitar las posibles ventas.63 Los vecinos continuarían con
60
AHML, Tierras, caja 1, exp. 34, “Ocurso del presidente municipal de Lerma dirigido al Jefe Político de
Lerma, 2 de abril de 1878”.
61
Una vara equivale a 0,838, es decir, 22,747 varas equivalen a 19,061 metros (Robelo, 1908: s/p).
62
AHML, Tierras, caja 1, exp. 34, “Informe del agrimensor Luis G. Aranda dirigido al presidente municipal
de Lerma, 9 de junio de 1880”.
63
AHEM, Fondo Gobernación, Serie Gobernación, vol. 90, exp 29, ff. 6-12, “Solicitud de los vecinos de Santa
María Tlalmimilolpan dirigida al gobernador del Estado, 25 de agosto de 1903”. Falcón señala que en el
Estado de México eran muy frecuentes las denuncias colectivas de los pueblos para evitar la pérdida de sus

109
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

el usufructo comunal del recurso a través de las sociedades.64 El propósito


era doble: por un lado aparentar la privatización del recurso, y por el otro
desconocer la autoridad de los auxiliares al dejarlos fuera del manejo de
ese recurso, así como al ejecutivo estatal, como ocurrirá con los ejidos de la
época posrevolucionaria. El gobernador del estado no accedió a la solicitud
del vecindario. No obstante, la iniciativa es relevante debido a que los vecinos
se resistían a cambiar radicalmente el uso comunal.

La misma desigualdad social se aprecia en Ocoyoacac. En 1892 los vecinos


de los barrios de Santiaguito, Cholula, San Miguel y Santa María informaron
al jefe político de Lerma sobre el fraccionamiento que estaba realizando el
presidente municipal de Ocoyoacac en los llanos de “El Pedregal” y “El de
la Comunidad”. El presidente municipal adjudicó estos bienes de común
repartimiento a Antonio Vilchis Bobadilla, Francisco Cruz González y a otras
personas, quienes según los quejosos distaban de padecer una condición
menesterosa al contrario, eran de los “más acomodados de la población”.65

En apariencia, hay una falta de cumplimiento por parte de los vecinos de los
pueblos para llevar a cabo la desamortización de los bienes de uso común,
pero lo que se observó en este capítulo es que debido a la desigualdad que se
generó al interior de los propios pueblos los vecinos trataron de buscar que
se desamortizaran bienes como los bosques, aunque, como se constató, tanto
en Lerma como en Ocoyoacac se registró un esfuerzo del ayuntamiento para
evitar y frenar la desamortización de los recursos de uso común como los

recursos. En Sultepec una sociedad compró terrenos indivisos. Estas “sociedades agrarias” tenían como
principal objetivo continuar con la posesión de los bienes de los pueblos (Falcón, 1999: 72).
64
Sobre las sociedades agrícolas en el Estado de México, véase, Neri, 2011: 38-86. La sociedad agrícola
formada en 1903 por vecinos de San Lucas Tepemajalco, municipio de San Antonio la Isla, permite observar
que dicha sociedad se creó debido a que los vecinos del pueblo se inconformaron con su ayuntamiento.
Su malestar se debía a que las autoridades lanzaron una convocatoria para arrendar la laguna y fangos que
pertenecían a los bienes comunales del pueblo de San Lucas. Esta forma de propiedad les permitió a los
vecinos del pueblo de Tepemajalco mantener el bien comunal, sin que se dividiera y adjudicara, y lo más
importante, sin la injerencia del ayuntamiento.
65
AHML, Tierras, caja 6 bis, exp. 2, “Ocurso de los naturales de los barrios de San Miguel, Santiaguito,
Cholula y Santa María dirigida al Jefe Político de Lerma, 20 de diciembre de 1892”.

110
La desamortización, 1856-1890

montes y las lagunas; ello y los prolongados litigios permitieron conservar la


gran familia decimonónica que se ha descrito en este capítulo.66

En Ocoyoacac se observa una rápida desamortización en tierras de común


repartimiento, ubicadas en la planicie (véase anexo 5), mientras que los
pastos, lagunas y montes se conservaron como propiedad comunal. En 1901
el presidente municipal respondió a una circular del gobierno del estado en
la que se le solicitaban noticias acerca de la situación de los bienes comunes
y propios del ayuntamiento. En su respuesta dio a conocer que el pueblo de
Coapanoaya tenía un terreno montuoso que medía 75 caballerías (3,150
hectáreas) y fraccionado entre 98 individuos que eran vecinos del citado
pueblo. Los pueblos de Tepexoyuca y Acazulco contaban con un terreno
montuoso cuya extensión era de 60 caballerías (2,520 hectáreas). Agregaba
que este terreno no se había fraccionado debido al litigio que sostenían estos
pueblos con los vecinos de Coapanoaya y Atlapulco y con las haciendas de
Texcalpa y la Marquesa. Asimismo, el pueblo de Atlapulco poseía en común
un terreno montuoso que medía 188 caballerías (7,896 hectáreas) cuya
división se hallaba pendiente debido al conflicto que mantenía con los pueblos
de Acopilco y la Magdalena. En relación con el llano de “El Compromiso”,
el presidente municipal de Ocoyoacac indicaba que todavía mantenía su
carácter comunal, pero argumentaba que su fraccionamiento y división era
sólo mero trámite debido a que sería adjudicado entre los mismos vecinos
del pueblo.67

En este informe del presidente municipal de Ocoyoacac se desprende con


claridad que la mayor parte de los terrenos comunales de los que se daba
cuenta aún mantenían su carácter de uso común debido a que estaban
en litigio con otros pueblos. Al mismo tiempo resalta que el monte era el
66
Escobar Ohmstede y Gordillo señalan que en Huejutla y Yahualica la resistencia de los pueblos
indígenas, “así como los antiguos y reñidos litigios pendientes entre los pueblos sobre la propiedad de
dichas tierras, explica por qué después de tantos años, ni la propiedad está enteramente dividida así
como debiera estarlo, ni la desamortización de los bienes de los ayuntamientos ha llegado a su completa
realización” (Escobar y Gordillo, 1998: 26).
67
AHML, Tierras, caja 6, exp. 4, “Noticia del presidente municipal de Ocoyoacac sobre bienes comunes y
propios de la municipalidad, 15 de octubre de 1901”.

111
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

principal recurso al que acudían los pueblos de ese municipio. En 1892 el


auxiliar del pueblo de Atlapulco de la municipalidad de Ocoyoacac manifestó
que no era posible dividir el monte de ese pueblo debido a que estaba en litigio
de una parte con Acopilco y de la otra con los vecinos de Tilapa. El auxiliar
aseguraba que “inmediatamente que sepan que se divide el monte entre
vecinos de Atlapulco, vendrán reclamaciones del Distrito Federal, tumultos
y atropellamientos de parte de Tilapa, como le consta a la Jefatura Política”.68
Los vecinos empleaban con mucha frecuencia este discurso, para evitar el
fraccionamiento de los recursos comunes, por ello era necesario mantener
latente la amenaza de posibles motines o enfrentamientos, que surgirían en
caso de realizarse la privatización.69

En suma, entre 1856 y 1900 los bienes que se repartieron en los municipios
de Lerma y Ocoyoacac fueron los propios del ayuntamiento y las tierras de
común repartimiento con base en la legislación federal del 25 de junio de
1856, mientras que los recursos de uso común como las aguas, montes y
pastos se mantuvieron en común, motivado por la posición que asumió el
ayuntamiento ante las iniciativas desamortizadoras del gobierno estatal, así
como por los litigios con otros pueblos. Por un lado, era importante mantener
el control comunal por medio de los vecinos de los pueblos, y por el otro,
destaca el afán de las autoridades locales por asumir la administración sobre
el uso y explotación de esos recursos en vista de los beneficios que acarreaba
a los fondos municipales, como sucedió con la explotación de las lagunas
que frecuentemente eran arrendadas.70Por si fuera poco, los ayuntamientos
cobraron réditos por las tierras adjudicadas a los vecinos, es decir, por las
tierras de los propios y las de común repartimiento.
68
AHML, Tierras, caja 6 bis, exp. 2, “Ocurso del auxiliar del pueblo de Atlapulco dirigido al jefe político de Lerma”.
69
Scott plantea la gran diversidad de estrategias de resistencia disfrazada que pueden introducir los grupos
subordinados en el discurso público. Algunas de esas estrategias son “la posesión espiritista, el chisme,
la agresión por medios mágicos, el rumor, así como la amenaza, la violencia, la carta y la confrontación
colectiva anónimas” (Scott, 2000: 167 y 171-172). (cursivas mías)
70
Esto ocurrió también en la laguna que era del pueblo de San Lucas Tepemajalco, en donde el ayuntamiento
trató de arrendarla en beneficio de las arcas municipales. Incluso uno de sus argumentos fue el señalar
que la laguna formaba parte de los arbitrios del ayuntamiento. Al ser parte de los arbitrios, las autoridades
justificaban su derecho a arrendar ese bien y obtener beneficios económicos, sin necesidad de consultar al
pueblo de San Lucas (Neri, 2011: 74).

112
La desamortización, 1856-1890

En este capítulo nos hemos percatado de varios fenómenos. En la introducción


se señaló que la desamortización en Lerma y Ocoyoacac fue diferente y puede
dividirse en dos periodos que involucran la legislación federal por un lado y la
estatal por el otro. Asimismo se argumentó que se trata de respuestas distintas
de los diversos actores, es decir, hay momentos en los que se observa una total
aceptación por parte del vecindario a desamortizar ciertos recursos debido a
la desigualdad social, en otras, se registra una clara oposición por parte del
ayuntamiento ante la privatización, en virtud de la pérdida de injerencia en el
manejo y administración de los bienes de los pueblos. También está presente
el constante arrendamiento del monte en el municipio de Ocoyoacac para
fines netamente comerciales, acción que provocaba el enojo de una parte de
la familia. El interés por arrendar obedecía a la presencia del ferrocarril y al
impulso industrial en el Estado de México.

Una tendencia general en la primera etapa de la desamortización (1856-


1880), es la clara aceptación y la respuesta positiva del vecindario a privatizar
sus tierras siempre y cuando se beneficiara a los hijos del pueblo. En ocasiones
esta aceptación se percibe como un intento disfrazado del vecindario por
apoyar la desamortización para dejar fuera al ayuntamiento y al ejecutivo del
estado y con ello abrir la posibilidad de continuar con el usufructo comunal
y la libre gestión de sus recursos. Considero que este último punto es una
posible línea de unión con la reforma agraria de 1920 en cuanto al papel que
debía de ejercer el ayuntamiento en el manejo de los ejidos.

En la segunda etapa 1880-1900 los largos litigios también contribuyeron a la


conservación de bienes comunes, lo que motivó el fracaso de la privatización.
Knight sugiere que hasta 1870 en muchas regiones los pueblos lograron
conservar sus tierras. Muestra de ello son los casos estudiados en el centro de
México, Guerrero y Oaxaca, asimismo señala que la agresión a la propiedad
comunal sólo se presentó en los decenios de 1880 y 1890, durante el proceso
de fortalecimiento del Estado mexicano, la “estabilidad y rápido desarrollo
capitalista” (Knight, 1985: 77). En los municipios ubicados en el valle de
Toluca la pugna por la propiedad comunal debió esperar al nuevo siglo.

113
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Finalmente, considero oportuno rescatar la opinión de Miño Grijalva, quien


asegura que el proyecto del Estado mexicano se encaminó a gravar los bienes
de los pueblos y convertirlos en objetos fiscales. Entonces es posible pensar
que la desamortización benefició en un principio a la corporación municipal
que aseguró una renta sobre la propiedad agraria, aunque este punto se tratará
con más profundidad en el próximo capítulo.

114
Cambios y continuidades en la organización
pueblerina, 1880-1910
Capítulo III

La historia que se ha relatado acerca de los pueblos y sus tierras en los


municipios de Ocoyoacac y Lerma, permite mostrar los cambios y las
continuidades en torno al manejo y explotación de los bienes de los pueblos
después de que se aplicó la ley de desamortización del 25 de junio de 1856.

En este capítulo se tratan tres aspectos. En primer lugar se aborda el


impacto que sufrió la hacienda municipal a partir de la aplicación de la ley
de desamortización de los bienes de las corporaciones civiles. Este aspecto
se analiza en términos del proceso de fortalecimiento del Estado mexicano
y la paulatina decadencia de la hacienda municipal. En segundo lugar se
trata de observar qué tanto el movimiento de la propiedad propiciado con
la desamortización favoreció el fortalecimiento de los caciques locales.
Es importante analizar si la propiedad se concentró en algunos sectores
privilegiados de los pueblos, de tal manera que ésta diera paso a una
inconformidad de los vecinos con las autoridades locales propiciando con
ello un rompimiento y una posible apertura a las iniciativas agrarias del siglo
XX. Por último, se pretende demostrar que la conflictividad se manifestó
básicamente por el control de los recursos comunes: las lagunas y los
montes. En este capítulo se considera el malestar o disgusto de los pueblos
por las funciones administrativas y gubernativas de la autoridad local que
lesionaban los intereses de la gran familia pueblerina. Cabe señalar que sólo
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

mencionaremos las cuestiones relacionadas con el territorio.1 Este abuso


involucraba también a los jueces conciliadores y a los auxiliares del mismo
nivel municipal.

a) La fractura de la hacienda municipal

Para analizar la hacienda municipal en relación con los bienes comunales de


los pueblos, resulta fundamental conocer las iniciativas de finales del siglo
XVIII, que se vinculan con la propiedad individual de la tierra. Menegus
dice que la transformación del régimen de propiedad tuvo su origen con las
medidas adoptadas por los Borbones para privatizar la propiedad comunal
de los pueblos de indios. Una de las principales preocupaciones de los
reformistas borbónicos era el beneficio que obtendrían los indígenas del
cambio de propiedad corporativa a propiedad individual (Menegus, 1995:
279). La legislación indiana otorgó a los pueblos tierras suficientes para su
sustento. Esta propiedad pertenecía al pueblo bajo el régimen de propiedad
comunal. El proyecto reformista de los Borbones a partir del Reglamento
de Bienes de Comunidad de 1767 trató de arreglar las cuentas de las cajas de
comunidad y reordenar el ramo de propios, para extinguir con ello la forma
de explotación colectiva de la tierra. La Corona estableció que los ingresos
de los pueblos debían provenir de la pensión que cada individuo estaba
obligado a pagar por usufructuar una parcela de tierra de los propios o por
el arrendamiento de tierras municipales (Menegus, 1995: 286 y 288). Ya se
dijo que en 1824 el congreso del Estado de México estableció que todas las
tierras de los pueblos debían considerarse como propios del ayuntamiento.
En lugar de conseguir la traslación de dominio de la propiedad a los
individuos, se confirmaba la titularidad de esa propiedad en favor del pueblo
1
Como ya señalamos el papel de los ayuntamientos en relación con los pueblos es mucho más amplio
y responde no sólo a los vecinos de los pueblos, sino además a los intereses del gobierno estatal. La
administración local involucraba diversas actividades vinculadas con la educación, la vigilancia, la
salubridad, las cárceles, los hospitales, el mercado, los recursos naturales entre otros. En este sentido Salinas
Sandoval explica que los principales motivos de disgusto de los pueblos hacia las autoridades locales no
sólo se refiere a las cuestiones de las tierras, también había malestar por “los abusos a las contribuciones,
selección arbitraria de individuos al servicio de las armas, prisión arbitraria, mal reparto de tierra, exigir
títulos de propiedad a los vecinos, manipulación de precios de artículos de primera necesidad, multas,
despojos de la propiedad por medio de embargos, y el cobro excesivo del diezmo” (Salinas, 2001: 211).

116
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

(Menegus, 1995: 289). En su mayoría los propios de los ayuntamientos del


valle de Toluca en 1856 fueron adjudicados a los habitantes carentes de
una parcela de labor (Menegus, 1995: 291-292). Los propios y otras tierras
de usufructo colectivo pasaron a ser parcelas de común repartimiento; en
este sentido se puede hablar de una redefinición del usufructo. Después de
1870 se consideró el traslado de dominio, es decir, el cambio de propiedad
común a individual.2 Una vez que se realizó el traslado de dominio de
la propiedad puede hablarse del funcionamiento de la política liberal de
fomentar la creación de los propietarios privados.

A finales del siglo XVIII los pueblos tenían como ingresos fundamentales los
propios que correspondían al producto originado por el arrendamiento de
sus tierras y bienes; como arbitrios sólo se consideraba la contribución de
un real y medio que debía cubrir cada vecino para sufragar los gastos de la
comunidad. En el siglo XIX aparecieron nuevos impuestos en beneficio de
las arcas municipales, tales como el fiel contraste (pesas y medidas), multas,
corral del consejo, entre otros. Cabe destacar que durante el periodo de los
Borbones se trataron de eliminar los arbitrios, buscando incrementar los
ingresos por concepto de propios, mientras que en el periodo independiente
los liberales hicieron lo inverso: reducir los propios y aumentar los arbitrios
(Menegus, 1995: 293-294 y 296).

Como se vio en el capítulo anterior, durante el siglo XIX los ayuntamientos de


Ocoyoacac y Lerma mantuvieron el dominio sobre los recursos productivos
antes y después de la aplicación de la ley de desamortización de los bienes de las
corporaciones civiles. El presidente municipal controlaba los arrendamientos
de los bienes de los pueblos, el síndico era la autoridad que representaba a los
pueblos cuando se entablaba algún litigio por los recursos comunales como
montes, pastos y lagunas. En relación con las políticas desamortizadoras
correspondió al ayuntamiento gestionar el fraccionamiento de los terrenos
2
Este afán por mantener el control de la tierra entre los vecinos del lugar es más notable en
Ocoyoacac, Menegus señala que para evitar un posible problema por el acceso a la tierra entre
los vecinos fue necesario fortalecer las relaciones endogámicas para mantener el control sobre la
propiedad (Menegus, 1995: 292 y 296).

117
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

de común repartimiento para tratar de que fuera lo más equitativo posible y


beneficiar a los vecinos de los pueblos. El propósito original de las autoridades
locales era evitar en lo posible el acaparamiento de los recursos, además de
advertir que sólo los vecinos del pueblo tenían derecho de adjudicarse los
bienes comunales.3 Pero esta postura de las autoridades locales no debe llevar
a pensar en la inexistencia de la desigualdad social en los pueblos; como se
ha visto, existía una fuerte competencia y concentración de los recursos entre
los vecinos más pudientes, los cuales ocuparon cargos en el ayuntamiento.

La ley del 9 de febrero de 1825 estipuló que los bienes de comunidad debían
formar parte de los propios de los ayuntamientos. En la constitución estatal
de 1827 los bienes de comunidad y las tierras de repartimiento quedaron
igualados ante la ley (Pacheco, 1999: 249-253). Los bienes de comunidad
debían ser administrados en común por los pueblos pero representados por
sus ayuntamientos (Huitrón, 1972: 21). Los propios eran los bienes raíces
rurales y urbanos que eran propiedad de los pueblos y de las municipalidades,
así como las tierras que poseían en común los pueblos, persistía el concepto
patrimonial y corporativo (Miño, 1994: 85). Debido a ello, la idea liberal
de privatización era entonces un esfuerzo del Estado por convertir a las
comunidades en individuos y a sus posesiones en objetos fiscales. El interés del
Estado era contar con la posibilidad de gravar las tierras que eran propiedad
de los pueblos (Miño, 1994: 39-40).4 Miño Grijalva sostiene que está en desuso
el argumento de que la desamortización implicó la ampliación del mercado
de tierras en beneficio de los grandes propietarios, pues el gran beneficiario
con estas medidas fue el municipio ya que aseguró una renta sobre el valor
de la propiedad agraria adquirida, como sucedió con la desamortización de

3
En la actualidad este argumento de la vecindad es aplicado en los pueblos de Acazulco y Atlapulco del
municipio de Ocoyoacac. Información testimonial proporcionada por un ejidatario de Tepexoyuca el 17
de febrero de 2004. “Para ser vecino del pueblo debes de cumplir con los trabajos comunitarios en función
del pueblo o de la iglesia”.
4
Birrichaga apunta que después de la legislación de 1856 en Texcoco los arrendatarios de las tierras de
comunidad o la de los Santos denunciaron sus terrenos. En 1857 en Chimalhuacán se desamortizaron
29 sitios, de los cuales la tesorería municipal recibió de rédito anual 149 pesos dos reales. Al parecer
adjudicar las tierras de repartimiento entre los arrendatarios benefició al municipio debido a que le
permitió contar con ingresos regulares (Birrichaga, 2003: 273-274).

118
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

las tierras de común repartimiento y los propios (Miño, 1994: 86).5 Para las
autoridades locales la relación entre privatización y aumento de rentas locales
era por demás precisa:

Los que suscribimos síndico y secretario municipal [...]se hizo saber


a la respetable asamblea, la necesidad urgente que hay en fraccionar
el llano pastal de esta cabecera, en virtud de que muchos carecen de
hogar en que recoger a su familia, así como que alguno no tienen en
qué plantar una mata de maíz cosa indispensable para la subsistencia;
además, que fijándonos que los fondos municipales no son suficientes
para sufragar los gastos tan crecidos de la municipalidad es muy
conveniente procurar por dicho fraccionamiento, para que de este
modo los censos aumenten la recaudación, y de este modo se cubra
el adeudo que reporta la localidad[...]La cuestión es, que la clase
menesterosa sea beneficiada con el fraccionamiento de referencia, así
como los fondos municipales.6

Queda claro que las autoridades locales asumieron el programa liberal de


fomentar la propiedad privada, porque este proyecto beneficiaba también al
erario local. Aunque hubo recursos como las lagunas y los bosques que no
fueron desamortizados porque el ayuntamiento consideró que afectaba sus

5
Archivo General de Notarías de Toluca (en adelante AGNT) Protocolo y apéndice, Notario Francisco
Villavicencio, ff. 72-73. Rafael Nava síndico del Ayuntamiento de Metepec, concedió en propiedad las
aguas que nacían en los barrios de San Francisco y Coaxustenco, en beneficio de la hacienda de “La
Asunción”, propiedad de Jesús Pliego y Albarrán. La solicitud se hizo con base en la ley de 1856: “se haga
la adjudicación con calidad de censo redimible por el precio de 1,500 pesos al 6% que causarán 90 pesos
anuales pagaderos anticipándose también 270 pesos [...] Y considerando por otra parte que esas aguas
sólo han rendido hasta aquí cosa de 18 pesos, mientras que en lo sucesivo producirán 90 pesos anuales,
el Ayuntamiento aprobó las bases”. Escritura celebrada entre Rafael Nava síndico del ayuntamiento de
Metepec y Jesús Pliego y Albarrán, 8 de abril de 1869. En el archivo de la Suprema Corte de Justicia en
el Estado de México se encontró un amparo de 1880 en el que los vecinos de un pueblo perteneciente al
municipio de Calimaya se quejaban de un censo que debían pagar al ayuntamiento por concepto de las
tierras desamortizadas. El tesorero municipal manifestó lo siguiente: “El pueblo de Santa María Nativitas
de donde son vecinos los peticionarios, forman parte integrante de la municipalidad de Calimaya y tanto
los productos que por censos reditúan los bienes desamortizados conforme a las leyes de reforma, de ese
pueblo, como de cualquier otro, y aun del casco de la cabecera forma el tesorero municipal con el cual
vive la misma municipalidad conforme a lo acordado por el superior gobierno del estado en disposiciones
antiguas y al presupuesto general que sigue en el presente año...”, 26 de abril de 1880. CCJ-SCJN-EM, Juzgado
de Distrito de Toluca, Amparo, Principal, caja 2, exp. 41, año 1880, f. 18.
6
AHMO, Actas de Cabildo, vol. 4, f. 70v., “Sesión ordinaria de cabildo de 22 de octubre de 1908, presidente
municipal Luis G. Pliego”.

119
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

ingresos.7 Desamortizar este tipo de bienes fue un problema posterior que


se vincula con los beneficios concedidos a los caciques locales, motivo por
el que los vecinos buscaron otras alternativas, por ejemplo las del programa
agrario posrevolucionario. Así lo expresaba el presidente municipal cuando
se refería a la posibilidad de desamortizar el llano pastal de “El Compromiso”:

que en el llano pastal y muy cerca de Cholula se encuentran varias


casuchas que han formado algunos individuos sin permiso de la
autoridad; pues esto es debido, primeramente a su ignorancia y en
seguida que son unos menesterosos e indigentes que no tienen donde
vivir, por lo que sería muy bueno dejando a salvo el recto juicio de la
respetable asamblea que se dividiese ese terreno vacante entre todos los
pobres: mas creé que de este modo se hace un bien tanto al desvalido
como a los fondos de la población en virtud de que acrecientan sus
censos.8

Esta era la posición de las autoridades locales de Ocoyoacac en cuanto a la


posibilidad de desamortizar los bienes comunales. En 1875 la legislatura
estatal decretó que los fondos municipales se formaban con los productos o
réditos de los bienes raíces que tuvieron en común las corporaciones y que
posteriormente fueron adjudicados como tierras, aguas estancadas, montes
y aguas de uso público (Miño, 1994: 86). A partir de este decreto esos bienes
fueron sujetos de gravamen e impuesto de carácter individual. Entonces, uno
de los beneficiarios con la desamortización fue “la corporación municipal al
7
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, 1er Juzgado de Distrito, Serie Amparo, Caja 2, exp. 42, ff. 3v-4. Vale la peña
exponer el caso del pueblo de Jalatlaco, en el valle de Toluca, que buscó el amparo de la justicia federal
en contra de las autoridades de su ayuntamiento, porque estas últimas se negaron a acatar lo dispuesto
en la legislación de 1856 sobre desamortización de los bienes de las corporaciones civiles y continuaron
administrando los montes que habían sido adjudicados a los vecinos de Jalatlaco. Así lo expresaron “por
manera que el repartimiento acordado en la suprema circular de 9 de octubre de 1856 y que fue objeto
del reglamento de 20 de abril de 1878 es solamente la prueba del lote que haya tocado a cada parcionero
no del dominio general, operación que eluden las autoridades políticas contra lo preceptuado en la
resolución federal de 21 de octubre de 1856, para mantener los terrenos en el estado que tenían antes
de la desamortización, a fin de que los municipios los exploten con provecho de sus arcas que no de los
indios propietarios a quienes hizo dueños la nueva legislación reconociéndose el origen de la propiedad”.
No obstante, el ayuntamiento de Jalatlaco demostró que los quejosos no contaban con el “título de
adjudicación”, por tal motivo no eran legalmente dueños y por consecuencia les fue negado el amparo.
Amparo promovido por los vecinos de Jalatlaco en contra de su ayuntamiento, 10 de agosto de 1882.
8
AHMO, Actas de Cabildo, vol. 4, f. 48v., “Sesión ordinaria de cabildo de 25 de junio de 1908, presidente
municipal Bartolo Fonseca”.

120
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

asegurar una renta sobre el valor de la propiedad agraria” (Miño, 1994: 86). Si
bien era importante la cuestión fiscal por concepto de tierras desamortizadas,
en el fondo también lo era el dominio y control territorial que asumió el
ayuntamiento. Una vez que este control entró en conflicto y crisis debido a
los intereses de los vecinos del común, estos asumieron otra posición para
protegerse. Este cambio de postura se observa en el conflicto que entablaron
los vecinos de Atarasquillo con las autoridades de Lerma.

En Lerma los propios del ayuntamiento fueron desamortizados rápidamente


entre 1856 y 1857. El ayuntamiento logró acrecentar las contribuciones
debido a que se trasladó el dominio de la tierra de propiedad corporativa
a propiedad individual, es decir, estos propios se otorgaron en propiedad
particular a los vecinos de Lerma. No obstante, por algunas referencias
localizadas en las fuentes municipales, las autoridades locales se quejaban
de la falta de pago por parte de los adjudicatarios. En 1859 el presidente
municipal de Lerma manifestó su inconformidad porque “no tienen las
arcas municipales ni un centavo” a pesar de que ya se habían repartido las
tierras de la parcialidad de San Diego que formaba parte de los propios del
ayuntamiento. Agregaba que:

Conforme a la suprema circular de 15 del actual que impone a los


capitales una contribución por una sola vez al ilustre Ayuntamiento
que tengo el honor de presidir le corresponde satisfacer la suma de
doscientos pesos por el capital de diez y siete mil cuatrocientos setenta
y cinco que tiene impuestos en las fincas que del ramo de propios se
adjudicaron varios vecinos de esta municipalidad conforme a la ley
de desamortización, y como para que en pago no tienen las arcas
municipales ni un centavo para verificarlo.9

Hay noticias de que el ayuntamiento conservó algunas tierras, Así lo muestra


la solicitud de Ignacio Lechuga de 1859, quien se dirigió al ayuntamiento
de Lerma para requerir el arrendamiento de una milpa perteneciente a la

9
AHML, tierras, caja 1, exp. 9, “Ocurso del presidente municipal de Lerma sobre que los adjudicatarios de la
parcialidad de San Diego reúnan el capital que tiene a censo redimible, 29 de mayo de 1859”.

121
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

parcialidad de San Diego: “suplico se sirva prorrogarme por siete años el


arrendamiento de ella, por ser así de justicia”.10 No obstante, según el anexo
2 sobre desamortización de los propios de Lerma, se observa que las tierras
fueron concedidas en propiedad individual a una gran cantidad de vecinos de
la ciudad de Lerma. Para 1863 Ignacio Lechuga ya aparece como adjudicatario
de los propios del barrio de San Diego.

Ahora corresponde hacer un seguimiento de la situación de la hacienda


municipal de Lerma y Ocoyoacac, ya que se presenta una gran disparidad. La
principal diferencia entre ellos es la importancia de los municipios. Quizá el
contraste explique por qué las autoridades de Lerma ejercían pleno control
sobre los productos, licencias y arrendamientos que se hacían de la laguna y
de los pastos, mientras en Ocoyoacac la mayor parte de los bienes de los que se
podía obtener un importante ingreso se encontraban en litigio entre diversos
pueblos. La explotación de las maderas fue sólo relevante hasta finales del
siglo XIX, aunque esta actividad se vio mermada por el conflicto que se originó
por el manejo de este recurso entre el vecindario y aquellas personas que eran
arrendatarias y que resultaron beneficiadas por las autoridades municipales.

En relación con los ingresos del municipio de Lerma, en el cuadro 16 se observa


un crecimiento entre 1856 y 1865. En 1869 contaba con ingresos anuales por
un total de 2,738.58, cifra que significaba 53.46% del total del distrito. Para
1894 casi duplicó sus ingresos (4,335.28) cantidad que representaba 61% del
total de ingresos municipales en el distrito. En el cuadro se observan los
ingresos que obtenía el municipio en los diferentes rubros. En los cuadros
16 y 17 se presentan los propios y arbitrios que cobraba el ayuntamiento
de Lerma, se trata de confirmar el dominio territorial que ejercía este
organismo político después de la aplicación de la ley de 1856, pues con ello
se pretende observar si efectivamente hay una fractura en la economía de la
organización pueblerina.

AHML, Tierras, caja 1, exp. 10, “Solicitud de Ignacio Lechuga para continuar con el arrendamiento de una
10

milpa de los propios del ayuntamiento de Lerma, 1 de septiembre de 1859”.

122
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

Cuadro 16
Ingresos del municipio de Lerma, 1857-1865. Propios

Concepto 1857 1860 1861 1863 1865


Réditos por el rancho de Alta 600.00 600.00 600.00 600.00 600.00
Empresa
Réditos por 81 terrenos 400.50 364.50 378.00 377.40 393.15
adjudicados en el barrio de San
Diego
Renta de cuatro terrenos ubicados 8.50
en el barrio de
San Diego
Renta de cuatro terrenos de 13.50 13.50 13.50 13.50 13.50
Amomolulco
Total de propios 1,014.00 986.50 991.50 990.90 1,006.65
Fuente: AHML, Tesorería, caja 1.

Cuadro 17
Ingresos del municipio de Lerma, 1857-1865. Arbitrios

Concepto 1857 1860 1861 1863 1865


Extracción de tule en la ciénega 12.00 12.00 12.00 12.00 16.00
Por degüello de 260 reses 81.26 81.25 81.25 81.25 82.00
Por degüello de 260 cerdos 32.50 32.50 32.50 32.50 42.00
Por degüello de carneros 6.50 12.62 9.37 13.00 6.00
Por derecho de plaza 40.00 36.00 50.00 40.00 96.00
Fiel contraste 10.00 12.00 15.00 10.00 10.00
Corral del consejo 10.00 12.00 20.00 10.00 12.00
Por diversiones públicas 6.00 6.00 10.00 6.00 12.00
Por multas correccionales 10.00 10.00 20.00 10.00 25.00
Ramo de pesca 25.00 25.00 30.00
Réditos de 1000 pesos 60.00 60.00
Producto de pasto 12.00
Animales 12.00
Derechos municipales de 168 168.00
barriles de aguardiente
Licencia de juegos permitidos 6.00
Total arbitrios 233.26 214.37 250.12 299.75 589.00
Total propios 1,014.00 986.50 991.50 990.90 1,006.65
Total propios y arbitrios 1,247.25 1,200.87 1,241.62 1,290.65 1,595.65
Fuente: AHML, Tesorería, caja 1.

123
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Como se ve en el cuadro 16, en el ramo de propios sobresale el ingreso


obtenido por el rancho de Alta Empresa. Éste formaba parte de los propios
del ayuntamiento y una vez que se adjudicó, los réditos fueron destinados a
los fondos municipales. En este sentido el ayuntamiento resultó beneficiado.
Además en los cuadros 16 y 17 se aprecia que los ingresos por concepto
de propios eran superiores a los arbitrios. Entre 1856 y 1865 los ingresos
del ayuntamiento de Lerma por concepto de propios significaban más de
la mitad del ingreso total; por desgracia falta información anterior a 1856
para corroborar que efectivamente los ingresos por dominio territorial
aumentaron una vez que se aplicó la ley de 1856. La ley de desamortización
proporcionó a las tesorerías municipales “una vía legal para conservar
los ingresos derivados de los bienes de comunidad”, aunque no fue fácil
el cobro del 6% correspondiente a los terrenos de común repartimiento
(Birrichaga, 2003: 259-260). En Texcoco los censos impuestos a las
tierras desamortizadas continuaron formando parte de los propios de la
municipalidad (Birrichaga, 2003: 276).11

El argumento de Menegus de que en el siglo XIX se tomaron algunas medidas


tendientes a incrementar los ingresos en el ramo de arbitrios es sólo válido
parcialmente. Si bien es cierto que durante ese siglo se crearon nuevos
impuestos, también es cierto que esos ingresos no superaron el monto de lo
que el municipio obtenía por concepto de propios. A finales del siglo XIX y
durante las tres primeras décadas del siglo XX la situación fue distinta, pues
efectivamente los arbitrios superaron a los propios.

Ahora bien, durante el imperio de Maximiliano (1865-1867) los ingresos


provenientes del arrendamiento del rancho de Alta Empresa fueron asignados
por orden del emperador al fondo de instrucción pública. Sin duda, los
beneficios que obtenía el ayuntamiento por concepto del rancho resultaban
esenciales para la economía del municipio, así se detalla en el cuadro 18
11
Birrichaga concluye que en la primera mitad del siglo XIX el arrendamiento de los propios del ayuntamiento
y los censos sobre las tierras de arrendamiento, fueron los principales mecanismos de financiamiento
“para cubrir el pago de aranceles, las obras públicas, las fiestas de los santos, los préstamos forzosos y los
gravámenes impuestos por las autoridades locales, estatales y federales” (Birrichaga, 2003: 298).

124
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

correspondiente al año de 1880. En este cuadro resalta un aumento en los


ramos de arbitrios y propios en comparación con los años 1857-1865.

Cuadro 18
Ingresos de la municipalidad de Lerma en 1880

Propios Ingreso Arbitrios Ingreso


1.-Rédito de 19,531.03 firmados en el 1,171.86 1.-Arrendamientos de ciénega 16.00
rancho de Alta Empresa y hacienda 2.-Mercado y ramo de carnes 312.00
de Chacona y terrenos de esta ciudad 3.- Fiel contraste 16.00
y barrio de Amomolulco, al 6% anual 4.- Corral del consejo 12.00
conforme a la ley federal de 25 de junio 5.- Diversiones públicas 10.00
de 1856. 6.- Juegos permitidos 15.00
105.28 7.- Revisión de fierros 8.00
2.- Rédito de 13,160.58 fincados en 8.- 2% municipal y 3ª parte del 300.00
terrenos de la cañada de Alferez y cobro a contrabandistas
ranchos del Capulín y la Mesa al 8 al 9.- Alimento de reos 409.00
millar anual conforme al decreto No. 10.- 40% de rezagos de 24.33
78 de 12 de abril de 1875. contribución personal
11.- Depósito de bienes 10.00
3.- Rédito de 2,405.00 impuestos mostrencos
a depósito irregular en poder de 216.45 12.- Derecho de registro civil y 25.00
varias personas de esta ciudad al 9% ley general
conforme a varias autorizaciones de 13.- Refrendo de patentes de casa 2.00
junio de 1873. de empeño
14.- Contribución federal ley del 50.00
timbre
Ingreso total 1,493.59 1,209.33
Ingreso total de propios y arbitrios 2,702.92
Fuente: AHML, Tesorería, caja 23, 1880.

Del total de ingresos municipales de Lerma en 1880, los arbitrios


representaban 45%, a diferencia de 1865 cuando sólo registraba 36% del
total de ingresos. En 1890 los ingresos que percibió el municipio de Lerma
aumentaron con respecto a 1880, ya que se percibieron 4,982.15. En 1895
se registró un ingreso de 4,215.31 que correspondía al 44% de los réditos de
capitales, censos de bienes propios, productos de la ciénega y licencias de

125
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

pastos.12En el cuadro 19 se observa que entre 1857 y 1930 el rubro de propios


muestra un relativo crecimiento y sufre una baja considerable para 1912. En
contraste el incremento notable de los arbitrios en el municipio de Lerma.

Cuadro 19
Incremento porcentual de las rentas municipales en Lerma

1857 1865 1880 1890 1895 1905 1912 1918 1925 1929

Propios 100 97 147 154 182 183 26 85 239 123

Arbitrios 100 252 518 1412 1092 2417 405 1516 4897 3703

Fuente: Elaboración propia.

Vale la pena detenerse y analizar los ingresos del municipio a partir, no de


la división tradicional de los propios y arbitrios de los fondos municipales,
sino desde el dominio territorial que ejercía el ayuntamiento en función de
los recursos productivos. Antes de 1910 los ingresos por concepto de propios
habían permanecido estables; lo que se observa es un constante crecimiento
de los arbitrios. Los propios resultaron afectados debido a que el control
territorial que ejercía el ayuntamiento se fue debilitando, lo que se vincula
con la pérdida de poder que sufrió este órgano de gobierno al permitir la
desigualdad social al interior de los pueblos. El aumento de arbitrios supone
la necesidad del ayuntamiento de hacerse de recursos para subsanar estas
pérdidas que iban más allá de pérdidas económicas; más bien se trataba
del fenómeno general del desplazamiento del ayuntamiento del dominio
territorial que antes ejercía y que había obstaculizado la iniciativa de los
liberales decimonónicos por fomentar la propiedad individual. El aumento
de los arbitrios se debía a que por concepto de dominio territorial se estaba
dejando de percibir ingresos. Para 1910 los ingresos provenientes de arbitrios
representaban más del 90% de los ingresos totales en Lerma (véase gráfica 1).
Sin duda, la organización pueblerina fundada en los vecinos, el ayuntamiento
12
AHML, Tesorería, caja 38, 1895, “Estado que manifiesta los ingresos obtenidos en esta municipalidad, 1895”.

126
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

y el territorio mostraba un deterioro en virtud de que los ayuntamientos


veían reducida su injerencia en el control territorial. Entre 1856 y 1900 se
observa que el ayuntamiento logró mantener los ingresos que se generaron
con la desamortización de ciertos bienes, así como el control del uso de
recursos como la laguna y los pastos; en cambio, después de 1910 se observa
un estancamiento en los ingresos por propios y posteriormente una drástica
reducción por ese mismo concepto que refleja el debilitamiento del dominio
territorial local.

Miño explica que con la abolición de las alcabalas, el gobierno del Estado
de México buscó establecer nuevas fuentes de ingresos para los municipios,
motivo por el que en 1896 se decretó la Ley de arbitrios para la municipalidad
de Toluca y los otros municipios del estado. Con esta ley desaparecieron
los propios, que fueron absorbidos por la nueva fiscalidad liberal, en ésta
permaneció el impuesto del 3% y del 8% al millar, sobre el valor de los
terrenos de común repartimiento. Miño asegura que uno de los cambios
más significativos en esta reforma tributaria fue que el estado guardó para
sí los impuestos más rentables sobre la propiedad raíz y los derechos sobre
establecimientos mercantiles y de patente a la industria (Miño, 1994: 87-88).

En un decreto de 1899, el gobernador Vicente Villada estableció que “todos


los terrenos o predios de origen comunal o de repartimiento, quedan
sometidos al pago de la contribución predial que causa la propiedad
en el estado” (Colección de decretos, XXV, 1897: 594). No obstante, el
artículo séptimo estableció que los capitales que obtenía o se reconocían al
ayuntamiento de los terrenos o predios que se adjudicaron conforme a la
ley de desamortización de 1856 “quedaban exceptuados de la contribución
predial”. En la ley de ingresos de las municipalidades de 1901 se reafirmó
esa excepción referente a aquellas tierras cuyos propietarios ya habían
asumido el compromiso de pagar al ayuntamiento sus respectivos censos
por tratarse de tierras desamortizadas, como ocurrió con las tierras de
común repartimiento, los propios y los bienes de uso común como las

127
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

aguas, montes y pastos (Colección de decretos, XXVI, 1899: 539).13 En esta


condición continuaron generando ingresos a la hacienda municipal hasta
1917 cuando el congreso propuso que las tierras de común repartimiento
y los propios pasaran a formar parte de la hacienda estatal. Este punto se
abordará en el quinto capítulo.

Es pertinente aclarar que algunos arbitrios formaban parte del dominio


territorial que controlaba el ayuntamiento. Además de los réditos que
obtenía de las tierras desamortizadas, el ayuntamiento de Lerma mantuvo
bajo su control los contratos de arrendamiento de las ciénegas, las licencias
de extracción de tule y el uso del pasto y de los montes, todos estos recursos
eran parte de los arbitrios del ayuntamiento. Sobre la laguna, el ayuntamiento
adoptó la desamortización de manera distinta. Se negó a la división en virtud
de que era difícil su repartición entre los vecinos por las pugnas que existían
entre los pueblos y porque se trataba de agua estancada que en ocasiones
subía de nivel de acuerdo con la temporada de lluvias. Prefería mantenerla
bajo su administración y en beneficio de los vecinos de los pueblos, sin dejar
de lado la posibilidad de su explotación y obtener ingresos considerables. En
1895, se decía sobre la laguna:

No se hace figurar la partida referente al arrendamiento de la ciénega,


porque esa superioridad, al consultarle el contrato respectivo,
manifestó en arreglo otro contrato que produciría mayores ventajas
al ayuntamiento, pero a solicitud de esta esa misma superioridad
autorizó el cobro a los extractores de productos de la ciénega que no
fueran vecinos de la municipalidad.14

Las lagunas eran importantes para el ayuntamiento de Lerma, en virtud de


los continuos contratos o remates que celebraban con algunos postores. En

13
Resulta paradójico que se indicara que el gobierno auxiliaba a las municipalidades con lo que se obtenía
por concepto de la contribución predial. “Los administradores de rentas municipales, recaudarán el
impuesto del once al millar a los terrenos que se llamaron de común repartimiento, con cuyo producto
el gobierno auxilia a las municipalidades, de conformidad con el decreto no. 49 de 21 de mayo de 1898”.
(Cursivas propias)
14
AHML, Tesorería, vol. 38, 1895, “Informe del tesorero del municipio de Lerma, febrero de 1895”.

128
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

estos convenios el ayuntamiento condicionaba al arrendatario el uso de la


laguna sólo en determinadas épocas del año. Generalmente el arrendatario las
explotaba cuando los vecinos del pueblo se dedicaban a las labores agrícolas.
En el párrafo anterior se aprecian dos cosas: la primera que no se informaba
lo que obtenía el ayuntamiento del arrendamiento y la segunda que las
autoridades locales buscaban al mejor postor para arrendar la laguna. El
primer punto es significativo en virtud de que se aprecia un ocultamiento
de recursos, como ocurrió con la explotación de los bosques, de la que se
hablará más adelante.

En 1900 la ley de ingresos para las municipalidades del Estado de México


estableció que los ingresos por concepto de aguas quedarían a cargo de los
administradores estatales. Con esta medida el gobierno estatal pretendió
tener injerencia en el recurso hídrico. A pesar de esa disposición es un hecho
que en la zona de estudio la injerencia del gobierno estatal tuvo que esperar
hasta que las aguas del río Lerma fueron declaradas propiedad de la nación,
el 29 de diciembre de 1921, en ese momento el ayuntamiento sufrió una
pérdida de ingresos (Colección de decretos, XXVI, 1899: 539).15 Antes de esta
declaratoria, el ayuntamiento de Lerma recibía recursos por las licencias que
otorgaba a los vecinos para que hicieran uso de la laguna. Estos ingresos se
registraban en el ramo de aprovechamientos.16

15
El 31 de agosto de 1900 se decretó sobre las aguas lo siguiente: “El impuesto por arrendamiento de
aguas, manantiales, arroyos, ríos, lagunas, etc., que pertenezcan a las municipalidades y municipios, se
recaudarán por los administradores de rentas municipales, de conformidad con las leyes federales y las del
estado y de acuerdo con las bases que establezca la secretaría general de gobierno”.
16
AHML, Tesorería, vol. 83, “Visita de inspección a la administración de rentas municipales practicada
por Jesús García por orden del superior gobierno del Estado de México, 1910”. En 1911 el presidente
municipal pensaba cobrar un impuesto a los dueños de animales que entraran a pastar a la ciénega. La
corporación aprobó el cobro a las “personas que no sean de esta vecindad”. Hay que resaltar que en este
documento el ayuntamiento reconocía al vecindario como dueño de la ciénega, por lo tanto tenían el uso
libre de ese recurso, aunque bajo la administración del ayuntamiento. AHML, Tesorería, vol. 88, “Acuerdo
del ayuntamiento de Lerma, presidente municipal Carlos Maiz, 4 de abril de 1911”. En 1917 debido a
la escasez de ingresos en las arcas municipales en Lerma, el tesorero municipal propuso al presidente
cobrar un impuesto fijo a las canoas que navegaran en el río o en la ciénega de 40 centavos, 60 centavos y
hasta 1.00 peso. El cobro se fijaría según el tamaño de la canoa y el uso (pesca, extracción de vegetales o
traslado de un lugar a otro). AHML, Tesorería, vol. 104, “Ocurso del tesorero municipal de Lerma dirigido
al presidente municipal, 7 de junio de 1917”.

129
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Hasta este momento hemos constatado que el ayuntamiento de Lerma no


resultó perjudicado con las medidas desamortizadoras; al contrario, percibía
importantes ingresos de fondos municipales.17

Esta situación sólo cambió una vez que se pusieron en prácticas las medidas
agrarias federales posteriores a 1917. Sin duda, como lo hemos expresado
las entradas por el dominio territorial que tenían las arcas municipales eran
considerables.

Para entender la cuestión fiscal de los ayuntamientos a finales del siglo XIX,
es necesario revisar las medidas que aplicaron los gobernadores del Estado
de México con respecto a la hacienda municipal. En 1884 el gobernador José
Zubieta argumentaba que los fondos de los ayuntamientos eran escasos, motivo
por el que consideraba urgente hacer una valoración de toda clase de terrenos,
para lograr el aumento de los fondos generales (Marichal et al., 1994: 137-139).
En 1897, durante el gobierno de Vicente Villada fue creada la Administración
de Rentas Municipales. Este órgano se fundó en virtud de que se consideraba
que los ayuntamientos tenían abandonada la hacienda municipal, motivo por
el que se argumentaba que “no se contaba ni con los fondos necesarios para
sus atenciones más precisas” (Marichal et al., 1994: 185). Dio inicio entonces
una paulatina injerencia por parte del gobierno estatal en los asuntos fiscales
de los municipios. En las memorias de gobierno de Villada de 1897 a 1899 se
indica que gracias a la creación de las administraciones de rentas municipales,
la hacienda municipal observó un importante crecimiento en el Estado de
México. En palabras de Villada:

17
En la ciudad de Tlaxcala, el ayuntamiento se resistió al reformismo liberal, pues los bienes de los propios
tales como el arrendamiento o usufructo de las aguas o bosques representaban la parte más importante de
ingreso. Juárez Flores demuestra que la ciudad se enfrentó a los pueblos que eran arrendatarios de bosques
y aguas, los cuales trataron de hacerse propietarios de los montes apelando a la ley de desamortización
de 1856. Estos pueblos al parecer no estaban convencidos de que el monte fuera de la propiedad del
ayuntamiento. Incluso el ayuntamiento “ante la pobreza de su estructura fiscal, los ingresos provenientes
por el arrendamiento de sus bienes de propios, como fue el caso de los montes de la Malintzin, le llevaron
a oponer y a resistir la intervención y enajenación de esos bienes.” (Juárez, 2007: 125 y 145).

130
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

Séame permitido, sin embargo, citar en esta parte de mi Memoria las


cifras totales que revelan una casi duplicación en las entradas de los
ayuntamientos, pues éstas que en 1897-1898 ascendían a 237,811.81 en
1900-1901 llegaron a la suma de 525,577.96 (Marichal et al., 1994: 188).

Hasta este momento la situación en torno a la hacienda municipal iba por


buen camino, pues los ingresos municipales no se veían perjudicados, como
se aprecia en la cita anterior, y el incremento era considerable. Sin embargo,
cambió el panorama en relación con la hacienda municipal; este punto se
verá en el último capítulo.

Ahora corresponde abordar la situación de la hacienda municipal de


Ocoyoacac. Este municipio es totalmente diferente al de Lerma, la diferencia
radica en que los ingresos por concepto de propios son menores y sólo se
vieron incrementados con la aplicación de la ley de desamortización. Al
ayuntamiento le correspondía conceder contratos de arrendamientos y
licencias para el aprovechamiento de los bosques, que eran de gran importancia
para los pueblos del municipio. En los registros del archivo municipal
aparecen noticias de ingresos municipales desde 1835 (véase cuadro 20). En
éstos, destaca que se obtenía una mayor cantidad por concepto de propios,
aunque hay que aclarar que el ayuntamiento sólo cobraba por el uso del pasto.

Cuadro 20
Ingresos del municipio de Ocoyoacac

1835 1844 1866


Propios Arbitrios Propios Arbitrios Ingreso
Pastos 35.50 Plaza 100.73 Cargo 42.00 Pensión Cargos existentes 1.63
28.00
Contribución Multas 72.06 Pastos por Multas 99.4 Ramo de puestos 134.85
directa los animales
503.73 transeúntes que
han pastado en
el llano de este
pueblo 39.40
Continúa en siguiente página

131
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Pensión de Diversión Puesto de plaza Fiel Puestos de ambulantes


carnes 31.76 pública 1.30 en ventas públicas contraste 2.6 32.52
114.03
Donación para Aguardiente Pensión de carnes 53.67
reposición de 24.6
cárcel 226.50
Multas 103.93

Elaboración
de aguardiente 72.00

Corral de consejo 22.05

Pensión de panaderías
4.00

Diversiones públicas
8.00
Comidas para reos 36.00

Totales 570.36 400.59 195.43 152.00

Total de
propios y 970.95 347.43 468.67
arbitrios
Fuente: Año 1835 Cuenta y relación jurada que el ciudadano Vicente Vilchis manifiesta al ilustre
ayuntamiento de San Martín Ocoyoacac, como depositario de los ingresos y egresos que ha tenido el
fondo municipal, 31 de diciembre de 1835. AHMO, Tesorería, vol. 1, exp. 3.
Año 1844 Cuenta general y relación jurada que Miguel Bobadilla presenta a los jueces de paz de la
Comarca de San Martín Ocoyoacac, como depositario de los fondos públicos de propios y arbitrios, 7 de
enero de 1845. AHMO, Tesorería, vol. 1, exp. 15.
Año 1866 Cuenta del fondo municipal de Ocoyoacac, 15 de enero de 1867. AHMO, Tesorería, vol. 2, exp. 2.

A partir de 1869, una vez que se aplicó la ley de desamortización, el


ayuntamiento comenzó a cobrar los censos por los bienes adjudicados. Si bien
los propios eran una parte minúscula de los ingresos totales, es un indicador
importante el hecho de que se le reconocía un censo al ayuntamiento. Entre
1835 y 1844 el ayuntamiento cobraba a los vecinos por el uso de los pastos.
En 1869, la tesorería registró el cobro de los censos por terrenos fraccionados
(ver cuadro 21).

132
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

Cuadro 21
Ingresos de Ocoyoacac, 1869

Propios Arbitrios
Por un terreno de labor ubicado en términos Plaza 200.25
de este pueblo conocido con el nombre de Ambulante de expendio de carnes 18.00
Huitzihuilan, repartido entre 46 personas, con Por degüello de 204 reses 57.25
un valor de 1.92 al 3% anual 57.10 Corral de consejo 18.00
Multas 80.00
Fiel Contraste 15.00
Por otros 10 terrenos fraccionados entre 24 Diversiones públicas 2.50
personas valor de 1.18 al 3%. 35.66 Productos de 2% 180.00
Por revisión anual de fierros 3.2
Productos de defunciones 21.00
Nacimientos 75.00
Matrimonios 80.00
92.46 (9.9%) 842.66 (91%)
Total de propios y arbitrios 935.12
Fuente: Noticia del cuadro de valores que rinden anualmente los ingresos de la tesorería municipal por el
ramo de propios y arbitrios. AHMO, Tesorería, vol. 13, exp. 9.

Como se vio en el capítulo anterior, en el municipio de Ocoyoacac una gran


cantidad de tierras de común repartimiento fue desamortizada entre 1869 y
1890, además, el municipio experimentó un movimiento de población hacia
el piso de montaña que generó una mayor presión por la tierra. Los recursos
de uso público (pastos y bosques) que no habían sido desamortizados
comenzaron a ser requeridos en parcelas individuales, tanto por los vecinos
empobrecidos como por los sectores pudientes de los pueblos. A lo anterior
debe sumarse el hecho de que entre 1890 y 1910 comenzó el proceso de
concentración de la propiedad al iniciarse la venta de los terrenos que habían
sido desamortizados. Ambos factores generaron tensión en la organización
pueblerina, pues en ocasiones los caciques se apoderaron de más tierras y,
por supuesto, propiciaron la desigualdad y la inconformidad de los vecinos
del común. Este factor produjo una crisis a la gran familia pueblerina
decimonónica.

133
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Entre 1886 y 1890 los ingresos por concepto de propios en Ocoyoacac


eran muy bajos. Como se ve en la gráfica 2, sólo en 1890 se registra un leve
aumento del total de ingresos, justo cuando se fraccionó la mayor parte de
tierras de común repartimiento. Así se aprecia en los anexos 5, 6 y 7, en los
que se indican las personas que fueron beneficiadas con el fraccionamiento
y la clase de tierras ubicadas en el llano de “La Cuchilla” y en “El Pedregal”.
En esos anexos se especifica, también, la extensión del terreno y el censo que
debían cubrir los vecinos por concepto de los terrenos adjudicados. En el
cuadro 22 se describen los ingresos por censos y se observa que en 1886 se
obtenía 1.67% del ingreso total, mientras que en 1890 el ingreso por concepto
de propios correspondió al 30%, un aumento considerable.

Cuadro 22
Ingresos de Ocoyoacac, 1886-1890

Concepto 1886 1887 1888 1889 1890


Censos al 6% 8.11 118.76 28.31 43.45 256.87
Censos al 3%
Censos al 8%
Mercados 243.82 260.28 331.59 272.05 320.67
Degüello de ganado 80.50 80.00 47.75 59.84 38.72
Corral de Consejo 10.00 2.00 14.08 5.50
Registro civil .75 21.00
Diversiones públicas 5.65
Juegos permitidos .42
Registro de fierros 1.75 2.79
2% municipal 136.13 122.44 139.42 151.97 98.21
Derecho de consumo .72 43.40
Giros mercantiles 5.64 13.96 7.40 8.78 38.12
Derecho de patente 13.88
Réditos de capital
Fiel contraste 6.62 2.23 5.27
Multas 2.00 8.50
Contribución federal 20.81 13.77 25.52 24.61
Total 484.20 624.87 568.96 601.95 864.08
Fuente: Noticia que manifiesta el nombre y producto total de los artículos que en el quinquenio de 1886
a 1890 se cobraron en esta municipalidad, así como el de los impuestos federales. AHMO, Tesorería, vol. 1,
exp. 10. Nota: Se cobra el 6% correspondiente a los propios del ayuntamiento de acuerdo con la ley del 25
de junio de 1856.

134
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

A diferencia de Lerma, en Ocoyoacac el recurso más importante eran los


bosques, aunque en los registros encontrados en el ramo de tesorería de
Ocoyoacac, no hay evidencia de estos ingresos. Se conocen estos ingresos
porque en actas de cabildo y en presidencia se resolvieron diversos contratos
de arrendamiento y licencias, que otorgaba el ayuntamiento a los particulares.
En esos documentos se enfatizaba lo importantes que eran esos ingresos
para la hacienda municipal. Sin duda este ingreso era fundamental a las
arcas locales. Llama la atención el que no se registraran en tesorería. Quizá
esto se debe a que la injerencia del gobierno estatal por este recurso fue una
constante a finales del siglo XIX, lo que provocaría debilitar las arcas locales.
En suma, en Ocoyoacac los ingresos por concepto de propios nunca fueron
superiores a los arbitrios, sin embargo, se percibe un incremento en función
de que las tierras de común repartimiento se desamortizaron. En los cuadros
23 y 24 se observa que entre 1903 y 1912 disminuyeron los ingresos de los
municipios que conformaban el distrito de Lerma. A pesar de que se creó un
gran número de arbitrios, los ingresos municipales decrecieron.

Cuadro 23
Ingresos totales de los municipios del distrito de Lerma

Municipalidad 1903 1912


Lerma 4,652.34 1,208.25
Ocoyoacac 2,090.47 353.29
Atenco 1,705.36 387.87
Otzolotepec 931.96 315.70
Xonacatlán 918.56 247.64
Total 10,298.69 2,512.75
Fuente: AHML, Tesorería, caja 28.

El cuadro 24 detalla los ingresos de la hacienda municipal en Lerma y


Ocoyoacac. Los datos registran un incremento notable de los arbitrios que el
ayuntamiento debía cobrar. A pesar de ese incremento, entre 1903 y 1912, no
se aprecia un aumento en los ingresos, al contrario, se observa una fractura
de los ingresos, quizá por las políticas instrumentadas por el gobierno federal
para desplazar y debilitar las finanzas locales.

135
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Cuadro 24
Noticia general de ingresos habidos en cada una de las municipalidades del
distrito de Lerma, 1912-1913

Ramos Lerma Ocoyoacac Atenco Otzolotepec Xonacatlán Total

Aprovechamientos 152.93 2.89 8.56 34.00 198.38


Alcances por cuentas .68 .68
glosadas
Andamios .30 .30
Carruajes, carros 47.20 6.00 10.50 6.00 4.00 73.70
Corral del consejo 3.45 2.36 2.68 1.20 9.69
Canales, goteras, etc. 1.68 2.76 .84 5.28
Censos al 6% 9.67 5.40 13.07
Expendios de licores 219.57 87.18 108.38 74.39 77.40 566.92
Giros mercantiles 17.35 4.20 5.07 1.00 2.08 29.70
Hoteles, mesones, etc. 2.00 2.00
Juegos permitidos 7.50 9.73 17.23
Matanzas 101.37 59.35 22.50 35.41 14.69 233.32
Multas correccionales 114.62 32.23 11.73 11.67 170.25
Mercados 51.70 68.95 7.12 71.80 8.49 280.06
Montes 20.00 20.00
Once al millar 10.91 2.35 29.92 43.18
Ordeñas .20 1.50 1.70
Pailas, tenerías, etc. 15.20 1.00 16.20
Profesiones y ejercicios 17.28 5.60 4.50 6.40 33.78
Réditos de capitales 70.00 70.00
Registro civil 150.90 44.85 23.06 55.76 58.50 333.07
Recargos 19.69 5.64 21.06 1.58 6.81 54.78
Rezagos 5.36 24.09 58.69 5.32 94.16
Reintegros 2.96 2.96
Renta de locales 25.25 25.25
Sumas 1,066.79 315.79 332.54 286.18 224.36 2,225.66
Contribución federal 141.46 38.20 55.35 29.52 23.28 287.74
Totales 1,208.25 353.99 387.87 315.70 247.64 2,513.45
Fuente: AHML, Tesorería, caja 93, 1913. Administración de rentas municipales.

Así, se puede afirmar que en el municipio de Lerma la desamortización sí


provocó un incremento en los ingresos municipales, no así en el caso de

136
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

Ocoyoacac, municipio en donde los ingresos por concepto de propios no


crecieron, aunque se debe señalar que posiblemente las autoridades no
proporcionaban y ocultaban esa información en tesorería, o porque los vecinos
no hacían el pago de los terrenos que adquirieron vía la desamortización.
Sin lugar a dudas se observa una caída drástica de los ingresos de ambos
municipios y en general del distrito de Lerma; esto se podría explicar con
la tendencia a debilitar las arcas municipales como parte de la política
de fortalecimiento del Estado mexicano. Corresponde ahora analizar el
movimiento de la propiedad que experimentaron ambos municipios a partir
de la venta que se hizo de los bienes desamortizados.

b) El movimiento de la propiedad. La compra-venta de terrenos


desamortizados

La inconformidad de los vecinos de los pueblos de Lerma y Ocoyoacac


surgió, como ya se explicó en el segundo capítulo, por el fenómeno de
desigualdad que se había acentuado con la desamortización. El malestar
se generó debido a que algunos vecinos lograron acaparar una parte de
los bienes de común repartimiento que se desamortizaron, como fue el
caso de los Lechuga y León en el municipio de Lerma, y de los Fonseca en
Ocoyoacac. Estas familias destacaban por tener una importante participación
en las actividades agrícolas y comerciales que se desarrollaban en los dos
municipios.18 Cabe señalar que este apartado sólo hará referencia a las tierras
que concentraron algunos vecinos de los pueblos con la desamortización.
Asimismo se mostrará el movimiento de la propiedad a partir de que los
vecinos comenzaron a vender las tierras adjudicadas, los personajes que las
adquirieron y las actividades económicas y cargos políticos que tenían dentro
de la organización pueblerina. Esta tendencia debe destacarse en virtud de la
ausencia de hacendados poderosos.

18
AGNT, Lerma, Notario José de Jesús Cortés, 23 de diciembre de 1890, f. 43. Bartolo Fonseca, vecino de
Ocoyoacac, comerciante y agricultor, se dedicaba a prestar dinero a los vecinos del municipio a cambio de
las escrituras de propiedades de los solicitantes. Si el pago no se cubría en el plazo convenido, el prestamista
tenía la opción de tomar el terreno.

137
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

El anexo 1 detalla la desamortización de 1856 de los propios del ayuntamiento


de Lerma ubicados en el Barrio de San Diego. Este repartimiento en parcelas
individuales se hizo a 36 adjudicatarios, todos declararon ser vecinos de
Lerma. La cantidad de tierra adjudicada a cada uno variaba de cuatro a
doce cuartillos de sembradura de maíz. En esta adjudicación no se concedió
más de una parcela a cada adjudicatario. En el anexo 2 de 1863 aparece otra
relación de individuos beneficiados con la desamortización de los propios del
ayuntamiento ubicados en el mismo Barrio de San Diego. En esa ocasión fueron
55 los beneficiarios, además de los 36 que resultaron favorecidos en 1856.
En la adjudicación de 1863 aparece el nombre de Gregorio León, presidente
municipal de Lerma en esos años. Al igual que Francisco Hernández, León
logró adquirir dos parcelas de tierra, de la que no se especifica la cantidad
sino sólo la cifra de 4.50 pesos que era el censo que los adjudicatarios debían
pagar anualmente a los fondos municipales.

Entre 1890 y 1891 se registran 72 adjudicatarios de los propios del Barrio de


San Diego. En el anexo 3 se detalla el valor de los terrenos adjudicados así
como el nombre de los adjudicatarios y la cuota anual que debían entregar
a los fondos municipales. Destaca en este anexo un aspecto fundamental
relacionado con el movimiento de la propiedad: de los 36 adjudicatarios de
1856, para 1890 sólo cinco continuaban con la propiedad adquirida en aquel
año. En 1890 es posible apreciar la concentración de la propiedad entre
algunos propietarios. Rosalía Lechuga adquirió siete parcelas de tierra de los
propios del Barrio de San Diego, todos con valor de 75 pesos y 4.50 como
cuota anual que debía ir a los fondos del ayuntamiento. Sobresale el caso de
Lino León, vecino de Lerma y presidente municipal en 1893 y 1897, quien
entre 1890 y 1894 era adjudicatario de cuatro parcelas de tierra del mismo
barrio (García, 1999: 50). Para aclarar se presenta el cuadro 25 en el que se
manifiesta el nombre del anterior propietario y el poseedor en 1894.

Cabe detenerse en los casos de Lino León, de otros comerciantes y


propietarios que lograron acumular una cantidad considerable de tierras que
se adjudicaron como parte del proyecto de individualización contenido en

138
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

la ley de desamortización de los bienes de las corporaciones civiles de 1856.


Lino León, junto con otros comerciantes de la zona como Ramón Palmero,
Bartolo Fonseca y Enrique M. González, este último, propietario de una
hacienda y presidente municipal, lograron concentrar una gran cantidad de
tierra. Veamos el caso de León con mayor detenimiento.19 En 1896 Daniel
Olivera vendió a León un terreno que adquirió de los bienes de común
repartimiento ubicado en la ranchería de los Alanices, en el municipio de
Ocoyoacac. Esta zona medía 26,150 m2, con un valor de 134.87.20 Asimismo
en 1899, en el fraccionamiento de los terrenos de común repartimiento del
“Llano de Perea” (véase anexo 8), aparece nuevamente Lino León beneficiado
en dos ocasiones.21 En este último fraccionamiento se observa que León
fue el propietario que adquirió la mayor cantidad de terreno de ese llano.
Pero hay que detenerse en un punto fundamental: como se dijo, Lino León
no era vecino de Ocoyoacac, sino de Lerma, es decir, el movimiento de
propiedad originó la entrada de vecinos ajenos a la gran familia pueblerina.
Esta entrada fue permitida por los mismos vecinos y las autoridades locales.
Este movimiento de la propiedad se llevó a cabo en el piso ecológico que
hemos denominado de llanura y que formaba parte de los bienes de común
repartimiento.

19
AHML, Estadística, vol. 8. En un informe de 1877 sobre la industria fabril y manufacturera del distrito
de Lerma aparecen las siguientes industrias y sus dueños: en Lerma Lino León de reboso; Cástulo Méndez
de pan; Severiano Ortega de pieles y Serafín Villota de aguardiente. AHML, Estadísticas, vol. 8, 1912. Para
1912 en unas noticias sobre las principales personas de la banca, el comercio, la industria y la agricultura
que residen en Lerma, se mencionaba que Lino León se dedicaba principalmente a la actividad agrícola.
20
AGNT, Notario José de Jesús Cortés, Notaría 1 de Lerma, caja 2, protocolo 2, ff. 12-12v., “Escritura de
venta celebrada entre Daniel Olivares y Lino León, 29 de diciembre de 1896”.
21
AHEM, Fondo Gobernación, Serie Gobernación, vol. 84, exp. 17, ff. 7-200, “Fraccionamiento y
adjudicación de terrenos del Llano de Perea, 30 de mayo de 1899”.

139
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Cuadro 25
Cuadro de propiedades de los propios del ayuntamiento, adquiridas por Rosalía
Lechuga y Lino León

Propietario en 1890 Poseedor en 1894 Valor Cuota anual


Apolunio López Rosalía Lechuga 75.00 4.50
Tomás Camacho Rosalía Lechuga 75.00 4.50
Felipe Martínez Rosalía Lechuga 75.00 4.50
José Salinas Rosalía Lechuga 75.00 4.50
José María Zacarías Rosalía Lechuga 75.00 4.50
José Mancilla Rosalía Lechuga 75.00 4.50
Lino León Lino León 204.70 12.28
Agustín Serrano Lino León 75.00 4.50
Cleto de Jesús Lino León 66.08 3.96
Esteban García Lino León 75.00 4.50
Fuente: AHML, Estadística, vol. 12, 1894.

En Ocoyoacac, en el piso de montaña, hay varios ejemplos ilustrativos


de individuos que hacían un uso considerable de las maderas: Ramón
Palmero, Rufino Angulo, Enrique M. González y Tranquilino Moreno.
Estos personajes se presentaron en varias ocasiones a firmar contratos de
arrendamiento de los montes de Atlapulco, Coapanoaya y Tepexoyuca,
pueblos todos del municipio de Ocoyoacac.22

Después de que se desamortizaron los bienes comunales a los vecinos de


Coapanoaya conforme al reparto de 1891, estos comenzaron a vender
sus propiedades. Uno de los adjudicatarios de los montes de Coapanoaya
fue Ramón Palmero, quien era vecino de la Estación de Salazar. Palmero
era comerciante y arrendatario de los montes y por lo tanto estaba muy
interesado en adquirirlos en propiedad. En el cuadro 26 se observa la
cantidad impresionante de bienes que logró adquirir después de que esos
bienes eran comunales.
22
AHMO, Estadística, vol. 3, exp. 19, “Noticia general de la Secretaría de Fomento, Colonización e Industria
sobre la producción y explotación de las maderas, 18 de febrero de 1901”. AHEM, Gobernación, Municipios,
vol. 19, exp. 8, f. 1, “Contrato de explotación de maderas celebrado entre los vecinos de Atlapulco y Enrique
González, 3 de marzo de 1898”. AHEM, Gobernación, Municipios, vol. 9, exp. 49, f. 5,”Solicitud de Rufino
Angulo para explotar la raíz de zacatón del monte de Atlapulco, 19 de diciembre de 1896”.

140
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

Cuadro 26
Bienes adquiridos por Ramón Palmero y María Muciño
como resultado de la desamortización de los bienes comunales

Fecha de Dueño anterior Comprador Ubicación del Tipo de Censo y valor Extensión Fuente
adquisición terreno propiedad del terreno
11 de enero José Abraham Ramón Llano del Bienes 70 pesos Tres 2-2v
de 1908 Ocoyoacac Palmero Portezuelo comunales hectáreas (c.5)
Coapanoaya
20 de enero Juan Reyes Ramón Tres Peñas Bienes 60 pesos 16 6v-7
de 1908 Coapanoaya Palmero Coapanoaya comunales hectáreas (c. 5)
29 de febrero Cesáreo Hernández María Ladera de Casa Bienes 100 pesos a censo 12 23v-24
de 1908 Ocoyoacac Muciño Vieja comunales redimible que adeuda hectáreas (c. 5)
esposa de Co apanoaya al ayuntamiento
Palmero
29 de febrero Donaciano Lujano María El Zarco Bienes 100 pesos y adeuda 12 24-24v
de 1908 Ocoyoacac Muciño comunales 100 a censo al hectáreas (c. 5)
esposa de ayuntamiento
Palmero
22 de junio de Zacarías Tadeo María Malacatepec Bienes 100 pesos libres de 21 75-7v
1908 Ocoyoacac Muciño Coapanoaya comunales gravamen hectáreas (c. 5)
10 de Luz Pavón María Ladera del Sauco Bienes 100 pesos y reporta 11 25v-26
diciembre de Ocoyoacac Muciño Ocoyoacac comunales censo al ayuntamiento hectáreas (c. 5)
1908
26 de Hipólito Zepeda María Cerro Grande Bienes 70 pesos y reporta 14 33-33v
diciembre de Ocoyoacac Muciño Coapanoaya comunales censo al ayuntamiento hectáreas (c. 4)
1908
20 de marzo Lorenzo Huerta María El Portezuelo Bienes 13 57v-58
de 1909 Ocoyoacac Muciño Coapanoaya comunales hectáreas (c. 5)
23 de marzo José Regino María Cerro de las Bienes 100 pesos y reporta 12 58v-59
de 1909 Ocoyoacac Muciño peñas comunales censo al ayuntamiento hectáreas (c. 5)
2 de julio de José Gabriel Ramón Llano del Bienes 150 pesos y reporta 13 95v-96
1909 Ocoyoacac Palmero Portezuelo comunales censo al ayuntamiento hectáreas (c. 5)
Coapanoaya
2 de julio de Domingo Zarco Ramón Abajo del Bienes 60 pesos y reporta 380 metros 96-96v
1909 Ocoyoacac Palmero Portezuelo comunales censo al ayuntamiento (c. 5)
Coapanoaya
13 de agosto José Albino Ramón Cañada de ojo Bienes 80 pesos y reporta 12 22v-23
de 1909 Ocoyoacac Palmero de Buey comunales censo al ayuntamiento hectáreas (c. 5)
Coapanoaya
22 de Bartolo Fonseca Ramón 2 terrenos Bienes 300 pesos por cada 14 41-41v
septiembre de Ocoyoacac Palmero situados en comunales terreno y reconocen hectáreas (c. 5)
1909 el pueblo de censo al ayuntamiento
Coapanoaya El
portezuelo viejo
22 de Luz Pavón María Loma del Puente Bienes 90 pesos y reconoce 11 41v_42v
septiembre de Muciño de Madera comunales censo al ayuntamiento hectáreas (c. 5)
1909
30 de julio de Alejo Quezada María Coapanoaya Bienes 100 pesos y reporta 80 metros 2v-3
1910 Ocoyoacac Muciño comunales censo redimible (c. 6)
Fuentes: Todas las escrituras se obtuvieron del Archivo General de Notarías de Toluca. Notaría 1 de Lerma,
Escribano público Mariano León, cajas 4, 5 y 6.
c.= caja
141
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

La concentración de tierra por parte de un particular en terrenos de montaña


se explica por su actividad comercial y por haberse destacado como uno
de los principales arrendatarios de los montes de los pueblos de Atlapulco,
Coapanoaya y Tepexoyuca.23 Enrique M. González fue uno de los principales
caciques de Ocoyoacac. Era propietario de la hacienda de Texcaltenco y
para colmo presidente municipal. Este personaje también se destacó por
ser arrendatario de los montes de los pueblos del municipio de Ocoyoacac,
además de que logró adquirir gran parte de los pastos comunales para
alimentar a sus ganados. En los dos casos (pastos y bosques) por tratarse
de bienes de uso común, no era posible acceder a la propiedad. Después de
1890, una vez que se aplicó la ley de desamortización y se dividió este recurso
productivo entre los vecinos, fue posible conseguir la propiedad. En el cuadro
27 se presenta el número de propiedades que logró adquirir González. Estos
bienes eran comunales como así lo expresan los propietarios en las escrituras
de compra-venta registradas en el archivo de notarías del Estado de México.
Entre mayo de 1909 y noviembre de 1910, González logró adquirir 221
hectáreas de bienes comunales ubicados en la montaña, cuando los antiguos
dueños no alcanzaban ni las 30 hectáreas de manera individual.

Cuadro 27
Propiedades adquiridas por Enrique M. González de los montes de Ocoyoacac

Dueño Tipo de
Fecha Comprador Ubicación Precio y censo Extensión Fuente
anterior propiedad
27 de mayo José Marcos Enrique M. La Mesa Bienes 70 pesos y 10 (has.) 76-76v
de 1909 Ocoyoacac González Coapanoaya comunales reporta censo al (c. 5)
Propietario ayuntamiento
26 de junio Guadalupe Enrique M. El Escobal Bienes de 165 pesos y 13 (has.) 92v-93
de 1909 Mora González Coapanoaya comunidad reporta censo al (c. 5)
ayuntamiento
Continúa en siguiente página

23
Sin lugar a dudas Ramón Palmero estuvo muy interesado en la explotación de la madera en estos años.
Además de adquirir propiedades boscosas, también fue uno de los principales arrendatarios en Lerma y
Ocoyoacac. El 15 de noviembre de 1900 el presidente municipal de Lerma le concedió el arrendamiento de
los montes del pueblo de San Felipe Tlalmimilolpan. Sobre este arrendamiento incluso se demuestra que
los vecinos del pueblo aceptaron y solicitaron trabajo en la explotación del monte. CCJ-SCJN-EM, Fondo EM,
Sección 1er juzgado de distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal, caja 1, exp. 11, f. 6v., “Amparo
promovido por los vecinos de San Felipe Tlalmimilopan en contra del ayuntamiento de Lerma, 11 de
febrero de 1901”.

142
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

28 de junio María Muciño Enrique M. -Ladera de la Bienes 900 pesos y 12 (has.) 93-94v
de 1909 González casa vieja comunales reporta censo al ( c. 5 )
-Ladera del Bienes ayuntamiento 12 (has.)
Sauco comunales
-El Sauco Bienes 12 (has.)
comunales
-El Cerro de Bienes 12 (has.)
las Peñas comunales
-Cerro Grande Bienes 14 (has.)
comunales
-Malacatepec Bienes 21 (has.)
comunales
-San Francisco Bienes 14 (has.)
comunales
-Tres Peñas Bienes 14 (has.)
comunales
10 de julio Agustín Enrique M. El Tiradero Bienes 120 pesos y 14 (has.) 98v-99
de 1909 Ignacio González Coapanoaya comunales reporta censo al (c. 5)
ayuntamiento
22 de Calixto Tadeo Enrique M. Malacatepec Bienes 100 pesos y 23 (has.) 42v-43
septiembre Ocoyoacac González Coapanoaya comunales reporta censo al (c.5)
de 1909 ayuntamiento
9 de octubre Manuel Enrique M. San Francisco Bienes 100 pesos y 12 (has.) 51-52
de 1909 Pichardo González Coapanoaya comunales reporta censo al (c. 5)
Ocoyoacac ayuntamiento
19 de Gregorio Enrique M. El Temascal Bienes 90 pesos y 14 (has.) 58v-59
noviembre Monterrubio González Coapanoaya comunales reporta censo al (c.5)
de 1909 ayuntamiento
23 de julio Ramón Enrique M. Tres Peñas Bienes 100 pesos y 14 (has.) 93v-94v
de 1910 Palmero González Coapanoaya comunales reporta censo al (c.5)
ayuntamiento
9 de Tomás Enrique M. Puente Viejo Bienes 60 pesos y 10 (has.) 29v-30
noviembre Paulino González Coapanoaya comunales reporta censo al (c. 6)
de 1910 ayuntamiento
Fuentes: Todas las escrituras se obtuvieron del Archivo General de Notarías del Estado de México. Notaría
1 de Lerma, Escribano público Mariano León, cajas 5 y 6.
c. = caja

Otro ejemplo que demuestra la concentración de los bienes comunales


del municipio de Ocoyoacac se observa en la trayectoria de la familia
Fonseca. Como ya se dijo, algunos integrantes de esta familia ocuparon
cargos políticos durante varios años.24 En 1909 Bartolo Fonseca adquirió,
de María de Jesús Rosales, de Ocoyoacac, 14 hectáreas de terreno montuoso
de origen comunal, ubicado en el Llano del Portezuelo en el pueblo de

24
En las actas de cabildo de Ocoyoacac, por lo menos entre 1890 y 1920, se aprecia que tres familias
controlaban el poder político local, los Fonseca, Quezada y Vilchis.

143
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Coapanoaya.25 En ese mismo año Francisca González viuda de Zarza le


vendió 14 hectáreas del Portezuelo Viejo, Coapanoaya.26 Posteriormente
Bartolo Fonseca vendió esos terrenos a Ramón Palmero (véase cuadro 26).
Esta concentración de la propiedad fue cuestionada en años posteriores
por los vecinos de los pueblos, como se verá en el siguiente capítulo. No
hay que olvidar que fueron los mismos vecinos quienes vendieron sus
tierras, aunque no sobra decir que los compradores fueron los pudientes
del municipio, es decir, aquellas personas que tenían el poder económico
y político para adquirir los terrenos. Para 1911 un grupo de vecinos de
Ocoyoacac externaba su gran malestar hacia su autoridad municipal en los
siguientes términos:

[Nuestro] ayuntamiento hace años que no es elegido popularmente;


tantos años hace que ya hemos perdido la cuenta y los que hoy peinamos
canas, casi ni recordamos la edad de oro en que disfrutábamos de
libertades municipales. De ese defecto de elección depende que el
ayuntamiento no se crea el padre de los pueblos, sino que se tenga
como el azote de ellos cuando el poder le mandaba castigar y oprimir.
A individuos ajenos a la municipalidad a cuyos intereses estaban en
pugna con los de ella eran los favorecidos y de aquí dimanaba que
no sólo no hubiera justicia, sino que se despojase al pueblo o a los
habitantes de sus propiedades en beneficio del cacique dominante. La
municipalidad de Ocoyoacac tenía extensos ejidos, que ha perdido en
supuestos pleitos, en transacciones leoninas y en convenios que ignora,
pues los habitantes, nunca los sancionaron esos terrenos están en
manos de personas que ningún desembolso hicieron para adquirirlas
y que a título de su influencia hoy nos venden el favor de no haberse
apoderado de la totalidad de ellos.27

25
AGNT, Notaría 1 de Lerma, caja 5, ff. 29v-30, “Escritura de compra-venta entre María de Jesús Rosales
y Bartolo Fonseca, escribano Mariano León, 1 de febrero de 1909”. Bartolo Fonseca además de que en
diversas ocasiones fue presidente municipal, también era un importante comerciante de la zona.
26
AGNT, Notaría 1 de Lerma, caja 5, ff. 12v-13, “Escritura de compra-venta celebrada entre Francisca
González y Bartolo Fonseca, escribano Mariano León, 27 de julio de 1909”.
27
AHML, Presidencia, vol. 43, exp. 14. (Cursivas mías). “Queja de los vecinos de los barrios, pueblos y
rancherías del municipio de Ocoyoacac dirigida al jefe político del distrito de Lerma, 28 de junio de 1911”.

144
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

Al final de la nota los vecinos expresaban su solicitud de reemplazar al


ayuntamiento, debido a que estaba compuesto por caciques que sólo habían
acaparado las tierras en beneficio suyo y de otros grupos de poder, como
así se demostró con los casos de Ramón Palmero y Enrique M. González.
La “traición” a la familia pueblerina inició con la acumulación de los bienes
del pueblo en beneficio de los sectores pudientes que también eran vecinos.
Ahora corresponde explicar qué ocurrió con los conflictos en términos de
esta desigualdad social al interior de los pueblos.

c) Conflictos por lagunas y montes. El inicio de la traición a la familia

El problema más apremiante en ambos municipios fueron los conflictos


por la propiedad de los recursos de uso común como los bosques y las
lagunas. Estos litigios que tenían antecedentes coloniales, continuaron
durante buena parte del siglo XIX, e incluso llegaron a prolongarse hasta las
postrimerías del siglo XX.28 En Lerma y Ocoyoacac se presentó el conflicto
por límites y por la propiedad de los recursos productivos. Una de las
características de estos conflictos fueron los acuerdos a los que llegaban las
partes involucradas para tratar de dar solución al problema, por lo menos
durante un tiempo. Los proyectos agrarios propuestos por los gobiernos
estatal y federal, revivían el malestar de los vecinos involucrados, quienes
sacaron provecho de la nueva legislación que se generó en torno a la
propiedad de las tierras, bosques y aguas.

Este apartado se centra en la respuesta de los vecinos de los pueblos a la ley


de desamortización del 26 de junio de 1856, y de cómo se aplicó la ley según
las necesidades de los pueblos de los municipios de Ocoyoacac y Lerma.
El análisis hace énfasis en la respuesta de los pueblos considerando que se
trata de grupos activos que responden a un proyecto del Estado mexicano.
Paradójicamente el proyecto de individualización propuesto por los liberales
28
“Cuatro heridos al enfrentarse 400 comuneros por un predio en el Edomex”. 700 ejidatarios de Acazulco
bloquearon la carretera Marquesa-Tenango exigiendo la presencia de autoridades de la Dirección General
de Gobierno para resolver una disputa de tierras y linderos con sus vecinos de Atlapulco. La Jornada, 30
de julio de 1998.

145
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

decimonónicos fue asumido por los vecinos de los pueblos para contrarrestar
el inicio de la traición de uno de los componentes de la organización
pueblerina: el ayuntamiento. Este proyecto propició una concentración de la
propiedad lo que motivó a una parte del común del pueblo a inconformarse
y enfrentar abiertamente al ayuntamiento.

Para conocer esa historia empezaremos por la laguna, que era un foco de
tensión entre los vecinos de los pueblos, pues varios de ellos habían subsistido
gracias a la pesca, corte de tule y caza de pato. Al ser un recurso de uso
común, quedó bajo la administración de los ayuntamientos. Como ya se vio,
los beneficios que obtuvo el municipio de Lerma por concepto de explotación
de la ciénega eran importantes.

Uno de los conflictos más serios que enfrentó a los vecinos con las
autoridades locales fue el de los pueblos de Santa María Atarasquillo,
Analco y Ameyalco con las autoridades de la ciudad de Lerma. En 1879
los vecinos de Lerma esgrimían un derecho que era cuestionado por los
vecinos del pueblo de Santa María Atarasquillo. Estos últimos promovieron
un amparo en el que alegaban la posesión y propiedad de la ciénega
denominada de Chignahuapan. Evaristo Montoya, representante de
Atarasquillo, denunciaba que las autoridades políticas favorecían a los
vecinos de Lerma. Montoya argumentaba que las autoridades políticas
“patrocinan los intereses de la ciudad de Lerma contra la justicia que
nosotros tenemos, estorbándonos todo medio legal de defensa para que a
mansalva e impunemente nos arrebatara la ciudad citada nuestro derecho
a la ciénega”.29 Solicitaban que las autoridades de Lerma no concedieran
permisos a vecinos ajenos al municipio. Las licencias servían para que
los ganados pastaran en la ciénega. En este asunto parece claro que las
autoridades de Lerma trataron de dejar fuera a los vecinos de Atarasquillo
del derecho que tenían del usufructo de este recurso y pretendieron

29
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal, caja 1,
exp. 3, f. 5, “Amparo promovido por Evaristo Montoya y vecinos del pueblo de Santa María Atarasquillo del
distrito de Lerma por violación a los artículos 16,17 y 27 de la constitución general, 31 de enero de 1879”.

146
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

arrinconarlos en el piso ecológico de montaña, dada la ubicación del pueblo


referido (véase mapa 2).30

Ante el reclamo de los vecinos de Santa María Atarasquillo, la respuesta de


las autoridades de Lerma no se hizo esperar. Esgrimieron tres argumentos. El
primero tiene que ver con las ordenanzas municipales de 1845 en las que se
disponía que:

los lagos o pantanos que estén en terrenos de los pueblos sean


desecados por los mismos pueblos, y que lo hagan los particulares
por su cuenta mando si tuvieren aquellos en tierras de su pertenencia,
pudiendo la autoridad en caso de resistencia disponer la desecación y
obligar al dueño al pago de lo que costare.31

El segundo punto que defendió la autoridad de Lerma se refería a la distancia.


Los terrenos en disputa estaban distantes del pueblo de Atarasquillo y muy
cercanos a la ciudad de Lerma. Entonces, según la lógica de las autoridades,
el terreno en disputa formaba parte de su fundo legal. El tercer y último
argumento indicaba que los habitantes de Atarasquillo no explotaban los
productos lacustres de la laguna, “arrendando el tiro de patos, la pesca, la
extracción de tule”. En ese sentido las autoridades de Lerma sólo reconocían
al pueblo de Atarasquillo la propiedad y posesión de los terrenos montuosos.
El juez de distrito defendió la propiedad de Lerma, porque las autoridades
de este municipio mantenían contratos de arrendamiento con otros pueblos
para obtener ingresos en beneficio de las arcas municipales:

30
De acuerdo con información proporcionada por el cronista del municipio de Lerma, en la actualidad
los vecinos de Santa María Atarasquillo ya no conservan los terrenos que desde entonces reclamaban. El
cronista comenta que los vecinos de ese pueblo no mostraron una fuerte resistencia, motivo por el que los
vecinos de Lerma resultaron los principales beneficiados con la propiedad de los recursos; además que los
miembros de la familia Cejudo, en la actualidad, son los descendientes de las familias más opulentas del
siglo XIX. No sucedió lo mismo con los vecinos de los pueblos de Analco y Ameyalco, que sí se enfrentaron
violentamente para conservar sus bienes que tenían desde el periodo colonial. Entrevista a Sonny García
Vázquez, cronista municipal, 28 de marzo del 2003.
31
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er juzgado de distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal, caja 1,
exp. 3, f. 25, “Amparo promovido por Evaristo Montoya y vecinos del pueblo de Santa María Atarasquillo
del distrito de Lerma por violación a los artículos 16,17 y 27 de la constitución general, 31 de enero de 1879”.

147
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Lerma que aun siendo distinta entidad política como lo era desde el
23 de febrero de 1873 hasta abril de 1877 continuó este arrendamiento
que esta municipalidad tiene de años atrás hasta la fecha concertada
con el pueblo de San Pedro Totoltepec de la municipalidad de Toluca
como se demuestra por los enteros que aquel pueblo hizo a la tesorería
de esta ciudad.32

El representante del pueblo de Santa María Atarasquillo insistía en que


sus representados eran los legítimos poseedores de la laguna. Montoya
citó algunos actos de posesión tales como introducir sus ganados para que
pastaran en la ciénega, cortar tule y pescar. Un elemento que sobresale en
este juicio de amparo es el interés de los pueblos por limitar la injerencia
del ayuntamiento en los recursos productivos. Montoya aseguraba que el
ayuntamiento de Lerma no tenía derecho al dominio y administración de
bienes raíces, porque se lo impedía el artículo 27 de la constitución de 1857:

Las corporaciones civiles conforme al artículo 27 constitucional, ni


pueden ya tener dominio en bienes inmuebles, ni capacidad para
administrarlos o poseerlos, ni siquiera personalidad para presentarse
ante un juzgado.33

Montoya se preguntaba cómo era posible contar con la propiedad cuando no


se tenía el dominio sobre ese recurso. El amparo utilizado por los vecinos de
Atarasquillo consistió en manifestar que de acuerdo con la legislación de 1856
y 1857, las corporaciones no debían tener derechos sobre bienes inmuebles.
Al recurrir a la legislación de 1856 lo hacían en calidad de propietarios
individuales, es decir, para hacer a un lado a la autoridad local recurrieron a
la legislación que postulaba el fin de los bienes de las corporaciones civiles:

32
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal,
caja 1, exp. 3, ff. 27-27v., “Informe del Juez de Distrito del Estado de México, Donaciano Quezada, 8 de
febrero de 1879”.
33
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal, caja 1,
exp. 3, f. 48, “Amparo promovido por Evaristo Montoya y vecinos del pueblo de Santa María Atarasquillo
del distrito de Lerma por violación a los artículos 16,17 y 27 de la constitución general, 31 de enero de 1879”.

148
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

Ahora veamos como a nosotros no nos ofende efectivamente


la mencionada ejecutoria habla de pueblos y mi parte no se ha
presentando con ese carácter: individualmente y como particulares
me han otorgado su poder mis representados y al pedir amparo de
posesión, ante el juez común, y al pedirlo después ante la justicia
federal no lo he hecho representando a la persona moral del pueblo de
Santa María Atarasquillo; si bien que represento los derechos de mis
poderdantes, pero individualmente; es decir de cada uno de ellos; y
nunca he tomado sobre mis hombros la penosísima carga de sostener
lo que es un imposible legal, que un pueblo tenga los derechos que
abiertamente le han quitado las leyes.34

Montoya aseguraba que los vecinos del pueblo de Santa María Atarasquillo
tenían la posesión y propiedad por el simple hecho de ser naturales del pueblo.
La legislación de 1856 sólo les confirmó la propiedad, pues estableció que los
terrenos de común repartimiento eran propiedad de los pueblos a quienes
primitivamente se les concedieron: “la ley de reforma de 25 de junio, no ha
venido a hacerles una adjudicación que no necesitaban porque de antemano
tenían la propiedad.” Ahora bien, como la laguna era el motivo de conflicto
entre los vecinos de Atarasquillo con las autoridades de Lerma, Montoya
señaló que no era posible hacer la división de ese recurso natural en tanto no
se llevara a cabo la desecación debido a que:

Está la ciénega en la calidad de bienes que no son de cómoda división


y por lo mismo tendremos que disfrutarla en mancomún, aunque ya
reducida a propiedad particular y con nuestro derecho expedito para
enajenar nuestras acciones o derechos parciales ya confirmados por la
legislación vigente.35

34
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal, caja
1, exp. 3, ff. 51-51v., “Amparo promovido por Evaristo Montoya y vecinos del pueblo de Santa María
Atarasquillo del distrito de Lerma por violación a los artículos 16,17 y 27 de la constitución general, 31
de enero de 1879”.
35
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal,
caja 1, exp. 3, ff. 55v-58, “Amparo promovido por Evaristo Montoya y vecinos del pueblo de Santa María
Atarasquillo del distrito de Lerma por violación a los artículos 16,17 y 27 de la constitución general, 3 de
marzo de 1879”.

149
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Como se ve, los vecinos del pueblo de Atarasquillo vieron en la legislación de


1856 un medio legal para intentar dejar fuera al ayuntamiento de Lerma del
control de la laguna.36 En este apartado nos hemos referido al propósito de
los vecinos de Atarasquillo por dejar fuera a las autoridades locales de Lerma
en relación con la propiedad de la laguna. Pero, además, hay un claro interés
desde 1872 por formar un municipio independiente de Lerma “con el objeto
de librarse de la férrea mano de nuestro enemigo de la cabecera”. Incluso se
presentaron como propietarios individuales del lago, pero sólo en apariencia,
pues argumentaron que por ser ciénega era difícil dividirla y por lo tanto
debían continuar con el uso colectivo, como era la costumbre. En abril de
1879 la Suprema Corte de Justicia de la Nación decidió conceder el amparo a
Evaristo Montoya y a sus representados. No obstante los vecinos de Lerma se
opusieron a esa decisión.

y sin embargo de que en tumulto y a balazos fueron a impedirnos que


trazáramos una zanja en la ciénega de Chignahuapan dando mueras a
la sentencia que nos amparaba y desobedeciendo el modo más abierto
el mandato de la autoridad federal.37

Los de Atarasquillo se valieron de la legislación desamortizadora de 1856


para defender su derecho de propiedad sobre las lagunas: lo mismo hacían
los vecinos de Lerma, quienes argumentaron que desde 1870 se había llevado
a cabo el fraccionamiento en lotes de la ciénega. En este fraccionamiento se
les otorgó la posesión, no así el título de propiedad; asimismo aseguraban que
desde entonces hicieron un uso individual y colectivo de la laguna “quieta
y pacíficamente”.38 El presidente municipal de Lerma al parecer sí acató el
amparo otorgado a los vecinos de Atarasquillo, no así los vecinos de Lerma

36
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal,
caja 3, exp. 53, f. 1, “Amparo promovido por Evaristo Montoya en representación de los vecinos de
Atarasquillo, 1880”.
37
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal,
caja 3, exp. 53, f. 2v., “Amparo promovido por Evaristo Montoya en representación de los vecinos de
Atarasquillo, 1880”.
38
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal, caja 3,
exp. s/n, f. 1, “Ocurso presentado por los vecinos de Lerma dirigido al Juez de Distrito, 1880”.

150
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

quienes se manifestaron en contra de las nuevas disposiciones que tenían que


ver con la prohibición de que entraran a pastar sus ganados.

Los vecinos de Lerma trataron de desplazar a los vecinos de los pueblos de las
partes altas como Ameyalco, Analco, Santa María y San Mateo Atarasquillo
para hacerse por completo de la propiedad de la laguna que era de usufructo
colectivo y propiedad de los pueblos desde “tiempo inmemorial”. Ante este
interés por reducir el dominio de los pueblos indígenas en las zonas más
fértiles del valle de Toluca, la defensa de los pueblos no se hizo esperar. Como
se ha visto, Atarasquillo luchó por conservar el dominio y propiedad de la
ciénega de Chignahuapan.39

Otra evidencia de la manera como enfrentaron las autoridades de Lerma


la desamortización se observa en la iniciativa de un particular por adquirir
la propiedad de una parte de la laguna. En 1895 Bulmaro Albarrán, vecino
de la ciudad de Toluca, solicitó al gobierno del estado la adjudicación de
la ciénega ubicada en las inmediaciones de la ciudad de Lerma. Sobre este
punto, las autoridades de Ocoyoacac señalaron que la ciénega era propiedad
de los vecinos de ese lugar, aunque estuviera en litigio con los vecinos de
Tultepec. Se indicaba que era propiedad de Ocoyoacac en virtud de que en
esa ciénega pastaban y abrevaban los ganados de los vecinos del municipio.
Cabe destacar que las autoridades locales hacían hincapié en que se debía
aclarar si se solicitaba el agua o la tierra “pues [para] cada una de estas cosas
hay disposiciones legales distintas”.40 Ahora bien, Albarrán denunciaba la
ciénega con apoyo a la ley del 25 de junio de 1856. Ante ello la autoridad local
respondió que no era posible la adjudicación debido a que:

Sobre este particular basta leer el art. 1º de la ley antes citada para
persuadirse de que la denuncia del señor Albarrán es improcedente
pues dicho artículo prescribe: que las fincas rústicas y urbanas que

39
Sobre este caso se aborda lo que ocurrió después, una vez que se puso en marcha el reparto agrario
posterior a 1915.
40
AHMO, Actas de cabildo, vol. 3, f. 34, “Sesión de cabildo, presidente municipal Francisco Vilchis, 15 de
agosto de 1895”

151
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

administran como propietarias las corporaciones se adjudiquen a los


arrendatarios, y el señor Bulmaro no lo es de la ciénega que denuncia.41

Las autoridades de Lerma insistieron en que la ciénega estaba comprendida


dentro de las excepciones del artículo ocho de la ley de 1856, ya que era de
uso público para los vecinos de Ocoyoacac, Tultepec y Cholula, además del
artículo primero de dicha ley sólo beneficiaba a los arrendatarios. Todos
mantenían sus ganados con los pastos y rastrojos, la pesca y el tule para la
elaboración de petates.42Argumentaron que sólo se podía desamortizar
siempre y cuando se efectuara el fraccionamiento entre los mismos vecinos
y cuando se concluyera el litigio que existía entre los pueblos de Ocoyoacac
y Tultepec. Por dichas razones, Bulmaro Albarrán, no logró adjudicarse la
parte que solicitó de la ciénega de Lerma.

Para 1920 era evidente que las autoridades de Lerma nunca habían dejado de
tener el control sobre la ciénega. Ese año el presidente municipal manifestó
que en beneficio de la agricultura, el ayuntamiento continuaba celebrando
contratos de arrendamiento de fracciones de terrenos cultivables de la
ciénega de Chignahuapan. Sólo en 1920 el número de contratos celebrados
era de 186, rubro que generaba ingresos importantes al ayuntamiento.43 Al
parecer, el ayuntamiento no daba cuenta exacta de las sumas que obtenía por
concepto de los arrendamientos que celebraba por el derecho de explotar la
laguna. Ya fueran grandes o pequeños, los recursos económicos que generaba
la laguna iban directamente a las arcas municipales.

A finales del siglo XIX, también había conflictos en la zona de montaña. Lo


que vale destacar es que muchos de los litigios trataron de resolverse mediante
la reforma agraria de 1917. Estos litigios tenían que ver también con el

41
AHMO, Actas de cabildo, vol. 3, f. 34, “Sesión de cabildo, presidente municipal Francisco Vilchis, 15 de
agosto de 1895”.
42
AHMO, Actas de cabildo, vol. 3, f. 34v, “Sesión de cabildo, presidente municipal Francisco Vilchis, 15 de
agosto de 1895”.
43
AHEM, Fondo Gobernación, Serie Gobernación, vol. 240, exp. 4, f. 18v., “Informe del presidente municipal
de Lerma, 1920”.

152
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

interés de los vecinos por dejar fuera a las autoridades locales. Sin duda, los
conflictos más intensos se desarrollaron en el municipio de Ocoyoacac, esto
se explica en virtud de ser la zona más poblada. Los pueblos del municipio
de Ocoyoacac, como se dijo en el segundo capítulo, se caracterizaban por ser
sumamente herméticos y trataron de conservar sus recursos sólo en beneficio
de los hijos del pueblo.44 Muchos de los litigios que tenían lugar en este piso
ecológico se remontaban al periodo colonial. La legislación decimonónica
tendiente a fomentar la propiedad privada de la tierra les dio nuevo impulso.
En el segundo capítulo apuntamos que los recursos que tardaron en
desamortizarse o que enfrentaron mayores obstáculos fueron los de laguna
y montaña. Para tratar de contrarrestar las medidas desamortizadoras
e incluso también para dejar fuera al ayuntamiento de la injerencia que
tenía sobre los recursos productivos de los pueblos, algunos vecinos
constituyeron sociedades agrarias. La creación de estas sociedades fue
también una respuesta de algunos integrantes de los pueblos para no
perder su posición dentro de la organización pueblerina. Estas sociedades
pretendieron conservar la propiedad comunal, bajo el supuesto de que se
dividía el recurso entre todos los integrantes de la sociedad agrícola, sin
dejar por supuesto su carácter comunal. En 1882 los pueblos de Tepexoyuca
y Acazulco, al enfrentarse con los vecinos de Coapanoaya y Atlapulco por
la propiedad del monte ubicado en el municipio de Ocoyoacac, se valieron
de esta figura. Los dos primeros insistían en que tenían la posesión del
monte desde el periodo colonial y acusaban a los vecinos de Coapanoaya
y Atlapulco de haber usurpado su derecho a esa propiedad. Este monte,
indicaban los vecinos de Tepexoyuca y Acazulco, entraba en la categoría
de bienes de común repartimiento. En este sentido, deseaban la división
y adjudicación con base en la formación de una sociedad agrícola. La
creación de esta sociedad no implicó la pérdida del usufructo colectivo.
A la hora de su dotación ejidal esta misma escritura fue utilizada por los

44
Un ejidatario del pueblo de Tepexoyuca comentaba que los vecinos de los pueblos de Acazulco y
Atlapulco continúan con el muy arraigado sentido de vecindad y de ser hijos del pueblo, pues sus bienes
comunales deben continuar en manos de los vecinos, es decir, se reúnen en asamblea para aprobar la
cesión de derechos pero ésta debe ser sólo para los hijos del pueblo. Entrevista a Emilio Corona Reyes, 19
de febrero de 2004.

153
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

vecinos de Tepexoyuca y Acazulco para lograr que las autoridades agrarias


les reconocieran y confirmaran sus bienes comunales.

En la formación de esta sociedad en 1882 resaltan algunos puntos que tienen


que ver con la intención de continuar con el usufructo colectivo de una parte
de los montes. Por ejemplo, se estableció que:

Todo terreno de cultivo o con aptitud de ser cultivado y especulado,


se dividirá en lotes para cada uno de los socios, cuyas fracciones son
vendibles y entrarán al comercio común. El uso de las aguas, pastos y
montes que expresen los títulos de propiedad respectivos, son y serán
de uso común para los nombrados socios, quienes pueden destinar la
madera para combustión o construcción.45

En este párrafo hay una distinción importante. El terreno de cultivo o con


posibilidades de ser cultivado podía venderse entre los mismos socios pero el
uso de las aguas, montes y pastos continuaría siendo de uso común entre los
socios. En esta sociedad no aparece ningún vecino considerado como cacique
o pudiente del pueblo. Las sociedades no sólo sirvieron para aparentar una
división de los terrenos de uso común, sino que también se formaron para
dejar fuera a la autoridad municipal. Así dio inicio el desplazamiento que
sufrió esta autoridad local en cuanto al dominio territorial que desempeñaba
en la organización pueblerina.

Es muy claro el testimonio de la sociedad agrícola que se formó en 1882,


en el pueblo de San Pedro Totoltepec, que estableció la eliminación del
ayuntamiento de toda injerencia en los bienes de la sociedad agrícola. En una
de sus bases se estableció lo siguiente:

Con el objeto de adquirir y poner en explotación los terrenos conocidos


con el nombre de común repartimiento y que conforme a la ley de 25
de julio de 1856 sobre desamortización [...] han convenido, en formar

45
AGNT, vol. 2, notario Jesús María Hernández, f. 83v., “Sociedad Agrícola, poder conferido a sus
representantes, otorgada por los vecinos de los pueblos de Tepexoyuca y Acazulco, 28 de octubre de 1882”.

154
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

una sociedad agrícola bajo las bases siguientes: sin intervención de la


autoridad municipal y con arreglo a lo prevenido en su artículo 27 de
la constitución federal de 1857.46

La legislación de 1856 ayudó a los pueblos a conservar los bienes comunales.


En 1882 los vecinos de Ameyalco del municipio de Lerma se enfrentaron a
los vecinos de Coapanoaya del municipio de Ocoyoacac, por la propiedad
de un monte. Antonio e Isidro Cordero, vecinos de Ameyalco, trataron de
adjudicarse esa propiedad en virtud de la ley de desamortización de 1856.
El pueblo de Coapanoaya argumentó que, de acuerdo con la citada ley, los
montes, quedaban exceptuados, motivo por el que continuó con la posesión.47
Otro caso elocuente de las prácticas que adoptaron los pueblos al hacer uso
de la propia legislación liberal, fue el amparo que buscaron los vecinos de
Santa María Atarasquillo, representados por Evaristo Montoya, en contra
del ayuntamiento de Huisquilucan, quien repartió los bienes comunales del
pueblo a particulares de Huisquilucan. Aquí el argumento:

pues bien durante muchos años, según lo manifestado como legítimos


poseedores dueños de esos terrenos hemos llevado a pastar nuestros
animales en el, hemos hecho leña y carbón en los lugares de monte y
aprovechado en una sola palabra todos aquellos frutos que un predio
raíz puede dar a su poseedor. Mas en las circunstancias hemos sido
turbados y molestados en nuestra posesión por el ayuntamiento de
Huisquilucan, municipalidad del distrito de Tlalnepantla que sin
audiencia nuestra y sin ser competente para entender en negocios
de estos géneros a mandado repartir a favor de varios vecinos del
propio Huisquilucan el terreno poseído por nosotros y comprendido
en el área entes descrita mandando fuerza armada que lleve adelante
sus determinaciones, sin cuidarse de los daños que a nosotros
nos resulten pero como tales actos violan en nuestro perjuicio las

46
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal, caja
3, exp. 56, f. 5, “Testimonio de la escritura de sociedad agrícola, otorgada a los vecinos del pueblo de San
Pedro Totoltepec, 2 de septiembre de 1882”.
47
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal, caja
1, exp. 23, ff. 2-2v., “Amparo promovido por Antonio e Isidro Cordero, 1882”.

155
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

garantías que nos conceden los artículos 16 y 27 de la constitución


federal porque somos molestados en nuestras posesiones.48

El ayuntamiento de Huisquilucan solicitó al juez de distrito anular el


amparo que solicitaron los vecinos de Atarasquillo, pues argumentó que los
vecinos de Huisquilucan “poseían y administraban como particulares los
terrenos montuosos y de pasto que antes pertenecieron al común y que si
el ayuntamiento, reintegra y acuerda la división con arreglo a las leyes de la
materia […] habría obrado en el ámbito de sus facultades”.49 Por esta razón
solicitaron al juez de distrito de Toluca desechar el amparo. No obstante, el
pueblo de Atarasquillo defendió su derecho y logró que se le concediera el
amparo abrigando su postura en el marco de la propia ley de desamortización
y en las posteriores circulares. Montoya argumentó la posesión de esos
bienes que les dio el juez de letras de Toluca el 16 de octubre de 1856 a los
vecinos de Atarasquillo. Montoya y sus representados acudían no como
corporación, sino amparados bajo el reformismo liberal pues “Montoya y sus
representados invocan como particulares las garantías individuales que les
otorga la constitución general”.50 El juez de distrito indicó que no se les podía
negar el amparo debido a la posesión de los bienes que les había otorgado el
juez de letras en 1856. Si bien el artículo 27 de la Constitución de 1857 privó a
las corporaciones civiles de adquirir en propiedad o administrar por sí bienes
raíces, la legislación no indicó:

que los bienes que fueron de las comunidades de indígenas, según


las antiguas leyes han entrado al dominio de la nación, ni que hayan
quedado sin dueño, porque la prohibición constitucional se limitó a
impedir la amortización de esos bienes garantizando la primera parte

48
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal, caja
1, exp. 64, f. 5v., “Amparo promovido por Evaristo Montoya en contra de los actos del ayuntamiento de
Huisquiluca, julio 18 de 1883”.
49
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal, caja
1, exp. 64, ff. 10-10v., “Amparo promovido por Evaristo Montoya en contra de los actos del ayuntamiento
de Huisquiluca, julio 18 de 1883”.
50
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal, caja
1, exp. 64, f. 20v., “Amparo promovido por Evaristo Montoya en contra de los actos del ayuntamiento de
Huisquiluca, julio 18 de 1883”.

156
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

del expresado artículo 27 la propiedad de estos a favor de los mismos


indígenas, conforme a las leyes […] que la reforma que llevaron a
efecto la desamortización; que nacionalizaron los bienes del clero;
que son las hoy vigentes y las que sirven para determinar la propiedad
de aquellos bienes lejos de privar a los indígenas de los terrenos que
pertenecían a las antiguas comunidades, la respetan, prohibiendo
sólo la subsistencia de aquellas comunidades de carácter perpetuo y
ordenando que tales terrenos se repartan entre los individuos que las
forman, que entre las diversas disposiciones legales que apoyan estos
conceptos pueden citarse la circular de 19 de diciembre de 1856 que
partiendo del principio de que es incuestionable que no debe tolerarse
la subsistencia de las comunidades de indígenas declara “que se deben
repartir los bienes de que han sido propietarios” y al efecto ordena
que aunque se deben adjudicar a los arrendatarios aun los terrenos
de comunidad, cuando en tiempo hábil lo hubieren pedido, los
réditos que en tal caso deben pagar los inquilinos, deben percibirse
siempre por los indígenas; y previniendo a mayor abundamiento que
los terrenos no arrendados se reparten entre los mismos indígenas
con total arreglo a lo establecido en la circular de 9 de octubre del
mismo año y en las posteriores concordantes; porque según se dice
terminantemente aquella circular las leyes de desamortización, en vez
de dañar a los indígenas los favorecen convirtiéndolos en propietarios:
que en consecuencia de esto, aunque hoy los indígenas formando
la corporación que antes se llamó comunidad[cursivas mías] ya no
pueden adquirir bienes raíces según la segunda parte del artículo 27
de la constitución son individualmente los propietarios de los terrenos
que pertenecían a las antiguas comunidades; debiendo hacerse el
repartimiento de ellos en la forma legal, y esta propiedad les está
garantizada por la primera parte del mismo artículo 27, llenándose
así el objeto que las leyes de reforma se propusieron al desamortizar
esos bienes, sin alterar su propiedad y respetándose a su vez en sus dos
partes el precepto constitucional.51

51
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal, caja
1, exp. 64, ff. 21-22, “Amparo promovido por Evaristo Montoya en contra de los actos del ayuntamiento
de Huisquiluca, julio 18 de 1883”.

157
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Bajo el amparo de la legislación que trató de desamortizar los bienes de


las corporaciones civiles en 1856, Montoya y los vecinos de Atarasquillo
defendieron la posesión del bosque y los pastos, en su carácter de propietarios
individuales. Por ello, es importante destacar que las autoridades judiciales
reconocieron la propiedad, que individualmente defendieron los vecinos
de Santa María Atarasquillo. Como lo argumenta Ducey, para el caso de
Veracruz, todas las reacciones de las comunidades tuvieron en común “la
creación de un sincretismo liberal que reflejó la tenacidad de los pueblos por
defender su propio modo de vida” (Ducey, 2008: 330).

Otros pueblos hicieron lo propio con la excepción establecida en el artículo


8 de la ley de desamortización del 25 de junio de 1856. En 1882 los pueblos
de Atlapulco, San Miguel Almaya y Coaxusco, continuaban en la posesión
comunal de sus montes en virtud de la excepción que planteó el artículo 8,
donde se estableció que los bienes de uso público quedaban exceptuados
de la legislación desamortizadora (Fraser, 1972: 632-636). Estos terrenos
pertenecían única y exclusivamente a los vecinos. Por tal motivo la Suprema
Corte de Justicia reconoció a los pueblos de Atlapulco, Coaxusco y Almaya la
propiedad en los terrenos de sus antiguas comunidades.52

Como se ve, en los conflictos que se presentaron era frecuente la manipulación


o el manejo de la ley de 1856. Los vecinos la emplearon para conservar el
control corporativo de sus principales recursos en el entendido de que se
trataba de sociedades dedicadas a la agricultura, pesca, caza y a la explotación
de recursos forestales. Entre 1880 y 1900 el malestar de los vecinos con las
autoridades locales tuvo su origen una vez que dejaron de asumir el papel que
habían desempeñado en 1825 los ayuntamientos constitucionales, es decir, el
de proteger y conservar los recursos productivos de los pueblos. En cuanto
estas autoridades locales no cumplieron con su papel en términos de la “gran
familia” y decidieron favorecer el interés de algunos sectores del vecindario

52
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, Sección 1er Juzgado de Distrito Toluca, Serie Amparo, Subserie Principal, caja 2,
exp. 47, ff. 1-1v., “Amparo promovido por los vecinos de los pueblos de Atlapulco, Almaya y Coaxusco, 1882”.

158
Cambios y continuidades en la organización pueblerina, 1880-1910

e incluso a personas ajenas, el vecindario empezó a configurar una nueva


organización pueblerina en la que ya no se consideró a la autoridad local.

Como se trató de demostrar en los apartados que componen este capítulo, la


hacienda municipal a finales del siglo XIX no había experimentado una baja
en el monto de sus ingresos; al contrario, estos resultaron favorecidos por los
beneficios económicos que resultaron de la desamortización de las tierras
de común repartimiento y los propios. Algunos bienes de uso común como
los de la montaña también fueron privatizados y los vecinos adquirieron los
terrenos; sin embargo, los vecinos pudientes de los pueblos comenzaron a
acaparar los bienes, hecho que generó malestar entre los hijos del pueblo.
En Lerma, el malestar se generó porque las autoridades de este municipio
pretendieron preservar el control total de la laguna, limitando el de los otros
pueblos que también argumentaban su derecho de propiedad. Por eso, la
iniciativa del pueblo de Santa María Atarasquillo, para formar un municipio
independiente. Hay que subrayar que sólo las autoridades de Lerma podían
cobrar el derecho de explotar la laguna, acción que disgustó enormemente
a los vecinos de los pueblos que también peleaban por ese beneficio. La
concentración de la propiedad en manos de algunos caciques al interior
de los pueblos, llamados así por los vecinos, el desencanto de que sólo el
ayuntamiento era el que recibía beneficios económicos de la laguna como
ocurrió con el caso de Lerma, y la formación de las sociedades moldearon un
malestar de los vecinos hacia las autoridades locales.

159
La reforma agraria y la fractura de la organización
pueblerina decimonónica, 1910-1930
Capítulo IV

El propósito de este capítulo es mostrar cómo la reforma agraria permitió


a los vecinos del común recuperar tierras que habían vendido con la
desamortización y que fueron adquiridas por los vecinos pudientes. La base
legal de la reforma agraria fue el artículo 27 de la Constitución de 1917 que
declaró a la nación como el “propietario originario” de las tierras, aguas y los
recursos del subsuelo (Silva, 1959: 255). Con ello se pretendía, entre otras
cosas, desplazar al ayuntamiento del manejo del territorio.

Como se expuso en los capítulos I y II, hay que recordar que debido a
las condiciones económicas que experimentó el sur del valle de Toluca
a finales del siglo XIX, el proceso de desamortización de los bienes de
las corporaciones civiles presentó ciertas peculiaridades: no existían ni
hacendados acaparadores de tierras, ni tampoco una economía dinámica.
Éste es, a final de cuentas, el motivo por el que la mayor parte de las tierras
se mantuvo en poder de los vecinos. Pero además, como se observó en
el capítulo III, parte de esa tierra se concentró en unos cuantos vecinos
pudientes. Una vez que los pueblos ubicados en la zona de montaña de
ambos municipios experimentaron un relativo crecimiento de población
entre 1874 y 1921, justo en el momento en que algunos caciques lograron
concentrar una cantidad considerable de tierras que habían sido comunales,
la presión sobre ellas no se hizo esperar. Muestra de ello son los constantes
litigios entre los pueblos por recuperar o adquirir tierras para el cultivo,
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

además se vislumbra un reiterado interés por mantener el acceso y el


derecho a los tres pisos ecológicos: laguna, planicie y montaña.

Los vecinos pudientes de ambos municipios lograron acaparar una


gran cantidad de tierra, mientras que otros sectores no contaban con
ese beneficio. No hay que olvidar que uno de los objetivos del proyecto
desamortizador consistió en promover la propiedad privada de la tierra
y generar un numeroso grupo de pequeños propietarios individuales que
hicieran redituable la actividad agrícola. Esta iniciativa no rindió los frutos
esperados, pues la tierra fue parcialmente acaparada por los caciques. En
virtud de ese fracaso, un grupo de pensadores sociales, de finales del siglo
XIX y las dos primeras décadas del siglo XX, se dieron a la tarea de responder
sobre el pésimo estado en el que se encontraba el campo en México,
motivo por el que propusieron regresar al usufructo colectivo de la tierra, a
través de los ejidos. Bajo la influencia del positivismo y del evolucionismo
propuesto por Charles Darwin, estaban convencidos de que los pueblos
indígenas se encontraban en esa situación debido al estado de evolución en
el que permanecían. En este sentido trataron de explicar que los pueblos de
indios debían recuperar sus tierras en su forma comunal porque no estaban
preparados para el sistema individual que proponían los liberales, mientras
que el sistema comunal les resultaba efectivo para resolver sus necesidades.1
Además existía la preocupación de que había más “vagos y malentretenidos”
desligados de sus tierras, por lo tanto argumentaban que “la seguridad de
México depende, en grado muy considerable, de que se logre mantener al
indio sobre la tierra”. Así era como estaban percibiendo el problema los
juristas de la época (McBride, 1951: 105).

Este capítulo fija la atención en las modalidades de las demandas agrarias


de los pueblos, es decir, si recurrieron a la restitución o a la dotación para

1
Bajo la influencia de los juristas y pensadores de las dos primeras décadas del siglo XX, McBride llegó a
la siguiente conclusión: “el concepto de la propiedad individual de bienes raíces es algo que todavía no se
comprende, y que obligarlos a seguir con demasiada rapidez las maneras del hombre civilizado equivale
a exponerlos a la codicia de elementos más avanzados de la población y, por consiguiente, excluye toda
posibilidad de que exista en cualquier otra condición que no sea la de siervo” (McBride, 1951: 107).

162
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

hacerse justicia y recuperar tierras que alguna vez vendieron. También


interesa observar qué tanto el proyecto agrario de 1917 permitió concluir
largos litigios que sostuvieron los pueblos por sus bosques, logrando con ello
la restitución y confirmación de sus bienes comunales, como sucedió con los
bosques de Ocoyoacac.

a) Hacia la propiedad comunal

No es posible entender esta historia sin detenerse en el análisis del segundo


gran proyecto del gobierno federal; la reforma agraria. Para esto debemos
preguntarnos cómo abordar el problema agrario en una zona en la que se
conservó, en buena medida, la propiedad comunal, donde las haciendas no
expandieron sus propiedades, como en el caso de Morelos. Para entender la
problemática que dio base a las iniciativas agrarias posteriores a la Revolución
Mexicana es necesario entender cómo estaban percibiendo los juristas,
políticos e ideólogos de la época al problema agrario y el deterioro de finales
del siglo XIX de las ideas liberales de individualización.

Es lugar común entre algunos autores de la primera mitad del siglo XX subrayar
el acaparamiento de la propiedad como resultado de la aplicación de la Ley de
desamortización de los bienes de las corporaciones civiles y eclesiásticas del 25
de junio de 1856, la Constitución de 1857 y la Ley de deslinde y colonización
de terrenos baldíos. Sin embargo, otros no comparten tales afirmaciones;
Kourí, por ejemplo, asegura que estas generalizaciones sólo han contribuido
a una falsa interpretación de dos procesos fundamentales relacionados con
el segundo proyecto que se estudia en este libro y que se refiere a la reforma
agraria: el acaparamiento de tierras durante el porfiriato, como producto de
un despojo masivo de las tierras de los pueblos (Kourí, 2009: 260). Agrega
que faltan estudios que corroboren las afirmaciones realizadas por González
Roa, Mendieta y Núñez, Tannenbaum, entre otros. Todos ellos aseguran
con marcado énfasis que la participación de los indígenas en el movimiento
armado de 1910 se debía al despojo de las propiedades de los pueblos y a
la falta de personalidad jurídica para defender sus propiedades (Mendieta,

163
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

1937: 149-150; González y Cobarrubias, 1917: 36 y 60; González, 1919: 87-88


y 122; Tannenbaum, 2003: 225).

En el programa agrario posrevolucionario aparecen dos personajes que


estuvieron relacionados con la redacción del Decreto del 6 de enero de 1915
y posteriormente con artículo 27 de la Constitución de 1917: Andrés Molina
Enríquez y Luis Cabrera. Este proyecto surgió de la percepción que tenían los
juristas e ideólogos de la época de los pueblos indígenas durante el porfiriato,
en el supuesto de que estos pueblos, de acuerdo con su estado de evolución,
no estaban preparados para adoptar el modelo de propietarios individuales,
como lo sugerían los liberales decimonónicos: de ahí el fracaso del modelo
liberal de la segunda mitad del siglo XIX (Kourí, 2009). Resulta pertinente
conocer cómo se fue desgastando este liberalismo, que dio paso a un creciente
interés no por los individuos sino por los grupos, es decir, los pueblos.

¿Qué estaban entendiendo los políticos, ideólogos, intelectuales en 1910


sobre la necesidad de conceder ejidos a los pueblos? ¿Por qué pensaban que
el otorgamiento de tierra a los vecinos pondría fin a los males económicos
que aquejaban al país? Como ya se mencionó en el segundo capítulo, el
proyecto liberal decimonónico consistió en fomentar la propiedad privada
de la tierra con la aplicación de la Ley de desamortización de los bienes de
las corporaciones civiles y eclesiásticas de 1856. El proyecto liberal buscaba
promover el mercado de tierras pues se pensaba que al estar en manos
corporativas obstaculizaba la economía del país.

Algunas de estas ideas las expresaron Ponciano Arriaga, Ignacio Vallarta y


José María Castillo Velasco, quienes coincidieron en que una gran cantidad
de tierra en el país permanecía inculta, mientras un número considerable
de hombres se encontraba “en la más horrenda pobreza, sin propiedad, sin
hogar, sin industria ni trabajo” (Silva, 1959: 68, 71 y 76). Se insistía en que la
tierra debía entregarse al mayor número posible de miembros de la sociedad.
Castillo Velasco consideraba que si se repartía la tierra se daría solución a
“casi” todos los problemas nacionales. “Para cortar tantos males no hay en

164
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

mi humilde juicio más que un medio, y es el de dar propiedad a los indígenas


ennoblecidos con el trabajo y alentarlos con el fruto de él” (Silva, 1959: 79).
El propósito era evitar la concentración de la tierra en grandes latifundios, así
como lograr el aumento de la producción agrícola nacional.

Wistano Luis Orozco consideraba que la propiedad de la tierra debía


entregarse sin interferencia política ni del Estado, es decir, debía dejarse al
“libre juego de las leyes económicas”. La propiedad, decía, era fundamental
para la transformación, primero, material y, después, política del país. Se
pensaba que con la formación de la empresa individual rica y activa era
posible lograr el enriquecimiento agrícola de México (Cfr. Córdova, 1979: 66).
Estaba vigente la idea de que el verdadero problema del campo mexicano era
la propiedad comunal; esos ideólogos sostenían que los individuos eran los
creadores de la riqueza y “los individuos en la comunidad se anulan como
tales” (Córdova, 1979: 74).

El desgaste del proyecto del liberalismo se hizo patente en virtud de que no


había resuelto la problemática que sufría el campo mexicano. Este desgaste del
proyecto individualista era tal que se nota un cambio evidente en la propuesta
de Justo Sierra, al insistir que la propiedad de la tierra no era un derecho
natural, sino social, lo que contradecía la posición individualista defendida
por el liberalismo decimonónico (Silva, 1959: 101). Este liberalismo sólo
había provocado una excesiva concentración del territorio en pocas manos,
así lo argumentaban Mendieta y Núñez y González Roa.

Andrés Molina Enríquez fue uno de los principales precursores de la reforma


agraria, además, tuvo gran influencia en personajes vinculados con las
iniciativas de cambio agrario. Se pronunció en contra de la concentración
agraria y favoreció la mediana y pequeña propiedad. Molina Enríquez
lamentó la destrucción de las comunidades a partir de la aplicación de la
Ley de desamortización de 1856, porque hacía de los indígenas “un factor
de inestabilidad social y política” (Molina, 1978: 39).2 La repartición de
2
Véase además Marino, 2009: 173.

165
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

los terrenos de los pueblos indígenas, decía Molina Enríquez, sólo había
ocasionado la pérdida de sus terrenos, mientras que la comunidad les ofrecía
a los vecinos de los pueblos “la ventaja de la posesión de la tierra y la de
no perder esa posesión”. Molina Enríquez apostaba a la comunidad por las
siguientes ventajas:

La comunidad tenía para los indígenas notorias ventajas [...] aunque


los terrenos comunes eran en lo general estériles y de mala calidad,
ofrecían a los mismos indígenas medios de vivir en todos los estados
de su evolución, desde la horda salvaje hasta el pueblo incorporado [...]
rendían esos terrenos muchos aprovechamientos de que los indígenas
podían gozar sin mucho trabajo, sin capital y lo que es muy importante,
sin menoscabo alguno apreciable de dichos terrenos: entre esos
aprovechamientos podemos señalar los de los montes como la madera
que tomaban para vender, en leña, en vigas, en morillos, en carbón,
y para alumbrarse y para calentar sus hogares [...]los de las llanuras,
como pasto que utilizaban para la alimentación de sus animales [...] los
de las aguas, como la caza de patos y de otras aves, la pesca de peces y de
otros animales de alimentación también (Molina, 1978: 126).

Para Molina Enríquez la desamortización sólo había propiciado la


desaparición de las arboledas. Los indígenas vendieron a precios risibles los
terrenos que se les habían repartido. Ejemplifica que un pedazo de terreno le
pudo costar al comprador “algunas piezas de pan, otro algunos cuartillos de
maíz y los más algunas jarras de pulque o algunos cuartillos de aguardiente”
(Molina, 1978: 127). Por último, Molina aseguraba que la desamortización
“por fortuna” se había hecho con poco empeño en los pueblos, pues las
tierras en su calidad de comunes eran fundamentales para el desarrollo de
los vecinos de los pueblos. Mendieta y Núñez, González Roa, Tannenbaum
y otros autores se equivocaron cuando aseguraban que efectivamente la
aplicación de esta legislación había perjudicado enormemente a los pueblos
pues los había dejado sin tierra y sólo con la posibilidad de participar en el
movimiento armado.

166
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

Luis Cabrera coincidía con Molina Enríquez sobre los beneficios que
conllevaba mantener la propiedad en comunidad. Propuso reconstituir
los ejidos procurando que fueran inalienables y tomando las tierras de las
haciendas circunvecinas ya sea por medio de compras o por expropiación
por causa de utilidad pública. En 1912 Cabrera consideraba fundamental dar
tierra no a los individuos sino a los grupos sociales (Cabrera, 1992: 486-487).
Indicaba que gracias a que los pueblos no dividieron sus tierras de común
repartimiento, muchos se habían salvado de la crisis social y económica que
afectaba al país después de la dictadura de Díaz (Cabrera, 1992: 488). Según
Cabrera quienes estaban levantados en armas eran quienes no tenían tierras,
aquellos pueblos que habían sido despojados por los hacendados.

Pero hay algo más; Cabrera veía en los ejidos coloniales la tranquilidad de las
“familias avecindadas” alrededor de la iglesia, es decir, los ejidos aseguraban
la subsistencia a los pueblos (Cabrera, 1992: 489). En la propuesta de
reconstituir los ejidos de los pueblos subyace la idea de que se debía “[poner]
la propiedad de los ejidos en manos de la Federación, dejando el usufructo
y la administración en manos de los pueblos que han de beneficiarse con
ellos” (Cabrera, 1992: 506). Este usufructo debía hacerse tal y como estaban
acostumbrados los pueblos, es decir, en su forma comunal.

Este viraje hacia la propiedad comunal se evidencia en un documento


publicado por el gobierno del Estado de México en 1913, titulado “Necesidad
de no fraccionamiento de los terrenos montuosos de propiedad municipal o
de común repartimiento”. En este escrito destaca el propósito de conservar
este recurso en su forma comunal, por lo que establecía que:

es de inmediata necesidad que las autoridades respectivas del Estado


conozcan los inconvenientes que presenta el fraccionamiento o
división de los montes o bosques de propiedad municipal o de
común repartimiento […] recomendando a todas las autoridades
políticas y municipales, vigilen e impidan toda clase de subdivisiones
y fraccionamientos de los terrenos montuosos de que se trata […] Al
fin de considerar el asunto en toda su amplitud y por ser oportuno

167
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

hoy que está a discusión el problema agrario, debe hacerse presente


que en las regiones montañosas que constituyen la parte principal
del territorio del Estado de México y de varios otros de la república,
la conservación de los bosques y demás recursos forestales, se liga
estrechamente con dicha cuestión agraria, pues los pueblos de la
montaña en cuyos terrenos por la naturaleza del suelo, su gran declive
y clima, no se dispone sino de raras parcelas propias para el cultivo
agrícola, tiene que atenerse de manera preferente y casi exclusiva a las
explotaciones forestales para sus elementos de vida y prosperidad.3

Cabrera recomendaba reconstituir los ejidos de los pueblos conservando el


carácter comunal, porque sólo de esa manera podían sobrevivir. Con ello se
lograría que los vecinos no participaran en la revolución iniciada en 1910
y se conseguiría que los vecinos trabajaran sus tierras. De esta manera,
se evitaría que emigraran a las ciudades a trabajar, en donde no siempre
encontraban sustento.

Sin duda el personaje que más contribuyó a definir un programa agrario fue
Emiliano Zapata. Aquí retomo el trabajo de John Womack para enfatizar el
programa agrario de Emiliano Zapata en el estado de Morelos, que presenta
otros matices. El último gobernador de Morelos elegido por Porfirio Díaz,
Pablo Escandón, continuó la política de atender de manera preferente los
intereses políticos y económicos de los hacendados (Womack, 1985: 40).
Debido a estos privilegios, el programa agrario de Zapata estableció que se
restituyeran las tierras a los pueblos, los dueños legítimos. Antonio Díaz Soto y
Gama, abogado, zapatista, encargado de perfeccionar estas ideas, subrayó que
el problema agrario debía ser un tema fundamental de la política nacional. En
un estudio reciente, Horacio Crespo argumenta para el caso de Morelos que
la desamortización de la propiedad corporativa propuesta por los liberales
de la segunda mitad del siglo XIX, no fue el origen de la ruina de los “pueblos
campesinos”, más bien el problema con ellos consistió en “disciplinar su
fuerza de trabajo a las nuevas exigencias productivas”. Crespo argumenta

3
AHML, Tierras, vol. 12, exp. 8. Escrito del Secretario de Gobierno Rafael M. Hidalgo, 1913. “Necesidad
de no fraccionamiento de los terrenos montuosos de propiedad municipal o de común repartimiento”.

168
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

que los hacendados ensancharon sus cañaverales sobre sus terrenos que eran
explotados de manera indirecta o que resultaron beneficiados por los nuevos
canales de irrigación (Crespo, 2009: XVII y XVIII).

En enero de 1915 Venustiano Carranza emitió un decreto en el que estableció


que las autoridades estatales debían distribuir provisionalmente las tierras
a quienes las solicitaran. Sin embargo, su proyecto no pretendió revivir las
antiguas comunidades, más bien se debía dar tierra a la población rural que
estuviera en condiciones “miserables”; por último y más importante, la tierra
no pertenecía al común del pueblo, entonces quedaba abierta la postura de
que la tierra debía ser de la nación como lo estableció más tarde el artículo 27
de la Constitución de 1917.

La ley agraria del zapatismo se expidió nueve meses después, el 28 de octubre


de 1915. Antes de que se expidiera esta ley, en el estado de Morelos, ya se
había repartido tierra a cien pueblos de esa entidad. Warman señala que la
propuesta del zapatismo consistió en cambiar la estructura agraria por medio
de “la restitución de la propiedad histórica de las comunidades”, a las que
se les debía otorgar plena autonomía para establecer la forma de organizar
su producción. Además, a esta restitución se debía sumar un sistema de
dotación individual, la tierra concedida no se debía vender aunque era
posible organizar su explotación de manera cooperativa (Warman, 1990: 15).

El programa agrario propuesto por los zapatistas se intentó aplicar en el


Estado de México durante el gobierno de Gustavo Baz, sin embargo, su
impacto resultó limitado en virtud de que Baz sólo permaneció en el poder
de diciembre de 1914 a octubre de 1915. En cuanto al programa agrario
propuesto en el Plan de Ayala, Francisco Pacheco, jefe militar en el Estado de
México, publicó un bando en diciembre de 1914, en el que exhortó a todos
los pueblos del estado que habían sido despojados de sus tierras y aguas, a
que presentaran sus comprobantes respectivos para proceder a confirmar sus
títulos de propiedad. Gustavo Baz creó una Sección de Agricultura dentro
de la secretaría general de gobierno, la que se encargó de aquellos asuntos

169
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

relacionados con los terrenos usurpados por los hacendados a los pueblos
(Alanís, 1987: 174-175). En el periodo de Baz se dio posesión de tierras y
montes a varios pueblos: San Andrés Las Gamas, Zepayautla, San Miguel
Hila, Zumpango, Acazulco y Tepexoyuca, estos dos últimos pertenecientes
al municipio de Ocoyoacac (Alanís, 1987: 180). En los estudios sobre el
zapatismo en la entidad no se tiene noticia de que los vecinos de los pueblos de
Lerma y Ocoyoacac se enlistaran en las filas zapatistas, para reclamar la tierra
que los hacendados les habían despojado, más bien se registra su renuencia
a cualquier indicio de despojo. Por ejemplo, para 1911, hubo solicitudes de
adjudicación de terrenos de común repartimiento, por individuos que no eran
hijos del pueblo, lo que causó enorme malestar a la población. Así ocurrió
con los vecinos de la ranchería de El Pedregal, municipio de Ocoyoacac:

El juez de primera instancia del distrito presente. Pongo en


conocimiento de usted, que el día 13 del actual por conferencia
telefónica comunicó a esta jefatura el presidente municipal de
Ocoyoacac, que al pasar el síndico del H. ayuntamiento, a ratificar
las medidas de un terreno de común repartimiento de la ranchería
del Pedregal, cuya diligencia le fue ordenada por la misma jefatura ya
de regreso le salieron al camino más de cien indígenas de aquel lugar
en actitud hostil, y haciéndose de su persona se lo llevaron para la
citada ranchería lo ultrajaron en palabra e hicieron resistencia a que
cumpliera con la comisión que llevaba de esta jefatura, trastornando
de una manera alarmante el orden público. Al tener conocimiento
esta jefatura del atentado e insubordinación de dichos vecinos, se
ordenó al regidor de policía de la municipalidad de Ocoyoacac que
saliera al Pedregal con la fuerza que se le mandó y procediera a la
aprehensión de los responsables del motín.4

La resistencia de los vecinos buscaba evitar a toda costa el reparto de tierras de


común repartimiento que en ese momento pretendieran hacer las autoridades
a vecinos ajenos al pueblo. También se dijo que si había confrontación ésta

4
CCJ-SCJN-EM, 1er Juzgado de Distrito, Amparo, Principal, caja 3, exp. 88, f. 17, “Amparo promovido por
los vecinos de El Pedregal en contra de los actos de las autoridades del ayuntamiento de Ocoyoacac, 17
de noviembre de 1911”.

170
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

se explicaba en virtud de la propia desigualdad que existía al interior de los


pueblos. Así lo manifestaron algunos vecinos del pueblo de Cholula:

Con motivo de gestionar actualmente el deslinde, fraccionamiento y


reparto de los terrenos que forman el ejido del pueblo de Ocoyoacac,
con acuerdo de las disposiciones expedidas por la secretaría de
fomento en las circulares 1 y 2 de 8 de enero y 17 de febrero último, los
vecinos acaudalados de la población que tienen detentados parte de
los terrenos comunales, han influido en el ánimo de las autoridades del
distrito para que se les persiga, maltrate y humille, consiguiendo por
ese medio reprobado que el jefe político del distrito haya librado orden
de aprehensión en contra de los quejosos.5

Todo lo contrario ocurrió en la zona de Chalco-Amecameca, en donde


la participación de los pueblos en el movimiento armado iniciado
en 1910 fue sumamente activa en virtud de que los hacendados sí los
habían despojado de sus tierras y bosques, además se desecó la laguna
de Chalco afectando sus actividades lacustres, fuente fundamental de
subsistencia (Beltrán, 2010: 60-64). Este proyecto fue llevado a cabo por
Iñigo Noriega, uno de los más ricos hacendados de la zona, quien además
de contar con el capital tenía el apoyo incondicional de Porfirio Díaz
para realizar proyectos de tal magnitud (Anaya, 1997: 93). No ocurrió lo
mismo en Lerma y Ocoyoacac pues, como veremos, los vecinos adoptaron
el programa agrario para poner fin a los litigios que existían entre los
pueblos, establecer los límites y acabar con los caciques locales o, en su
defecto, para conseguir tierras de las haciendas. Su participación en el
movimiento armado no obtuvo los resultados que se manifestaron en los
pueblos de Chalco y Amecameca.

Corresponde abordar el segundo proyecto de reforma agraria, bajo otros


matices; trata acerca de pueblos que conservaron los derechos de sus tierras.

5
CCJ-SCJN-EM, 1er Juzgado de Distrito, Amparo, Caja 2, exp. 63, f. 1, “Amparo promovido por Avelino de
Jesús, Camilo Ferreira, Antonio Monroy y Santiago Sóstenes en contra de los actos de Jefe Político de
Lerma, 17 de mayo de 1912”.

171
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Resulta atractivo hacer el análisis de espacios en los que no se desamortizaron


todos los bienes de los pueblos y en los que no hubo un fenómeno masivo de
despojo de las tierras, más bien lo que se observa son grandes tensiones entre
los pueblos por el control del recurso o de conflictos entre autoridades locales
con los pueblos. Se trata de pueblos que continuaron con el uso comunal de
recursos fundamentales como las lagunas y los montes.

b) Panorama general de la reforma agraria: tipos y lugares del reparto

Entre 1910 y 1930 las demandas agrarias de los vecinos de los pueblos de
los municipios de Ocoyoacac y Lerma se dirigieron contra las tierras de
las principales haciendas: San Nicolás, Doña Rosa, Jajalpa y Texcaltenco.
Asimismo los vecinos buscaron recuperar aquellos bienes que se disputaban
con otros pueblos. Algunos hacendados argumentaron que los pueblos
solicitaban dotación de ejidos a pesar de que contaban con tierras suficientes
para mantener a sus pobladores. Sobre Atarasquillo y Santiago Analco decía
la dueña de San Nicolás:

Por la negativa de la Comisión Local Agraria, no se probó en


los expedientes en cuestión que los pueblos que solicitan tierras
pertenecientes a San Nicolás Peralta, no las necesitan pues son
propietarios de terrenos en mucha mayor extensión de lo que conforme
a la ley deben hacerse las dotaciones. Los terrenos pertenecientes a los
referidos pueblos, son de labor, pasto y monte, estando comprendidos
entre la cabecera de la municipalidad de Lerma y la estación de Salazar.
Es bien fácil probar que los pueblos solicitantes no necesitan ejidos,
dada su densidad de población y la extensión de los terrenos de que
actualmente son propietarios.6

De acuerdo con Salomón Eckstein hay cuatro tipos de distribución de la


tierra: restitución, dotación de tierras y aguas, ampliación y creación. Existen
además, el reconocimiento, confirmación y titulación de bienes comunales.

6
AGNM; Obregón-Calles, 339, 818-A-77, “Memorandum, de Amanda Díaz de la Torre propietaria de la
hacienda de San Nicolás Peralta, 1924”.

172
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

Para fines de este trabajo sólo hablaremos de la restitución, dotación y del


reconocimiento, confirmación y titulación. La restitución consiste en otorgar
la propiedad de la tierra a los pueblos que tuvieran la posibilidad legal de
demostrar sus derechos. Mientras que la dotación de ejidos se otorgaba a
aquellos pueblos que no lograran demostrar satisfactoriamente la propiedad
de sus tierras o se concedía a los pueblos que tuvieran la necesidad de contar
con el ejido (Eckstein, 1966, 37). El recurso de reconocimiento, confirmación
y titulación de bienes comunales fue el procedimiento agrario mediante el
cual los pueblos que mantenían el estado comunal de sus bienes, solicitaban
a las autoridades agrarias se los confirmaran y titularan (Rojas, 1999: 41-49).
En los municipios de Lerma y Ocoyoacac se observa una particularidad
importante al momento de hacer efectivo el programa agrario propuesto por
el Estado mexicano. Muchas de las tierras dotadas a los pueblos provenían de
las escasas haciendas del lugar. Por ello, el argumento de los hacendados de
que en ocasiones los pueblos contaban con más tierras es válido, pues la mayor
parte de los bienes de uso común eran de los pueblos y de las adjudicaciones
realizadas por los vecinos pudientes. En general, las autoridades agrarias
confirmaron los bienes comunales en beneficio de los pueblos.

En 1918 los vecinos de San Pedro Tultepec, que frecuentemente estaban en


conflicto con los vecinos de Ocoyoacac y Tultepec por el control de la laguna,
solicitaron la restitución de tierras y lagunas, por resolución presidencial
de 1926 se les negó tal solicitud. Sin embargo, en 1929 se les concedió una
dotación, pero se les aclaró que en ese momento no había tierras disponibles
sino hasta que la laguna fuera desecada.

En el cuadro 28 se presenta un panorama general de las superficies otorgadas


a los pueblos de los municipios de Lerma y Ocoyoacac entre 1917 y 1930.
Además se especifica el nicho ecológico en el que se ubicaban los ejidos
dotados. Este cuadro incluye sólo las tierras que eran propiedad de los
hacendados. Sin duda, los bienes de uso común de los pueblos como bosques,
laguna y pasto, recibieron otra respuesta en virtud de que algunos habían sido
adjudicados a vecinos y ellos a su vez los habían vendido a ciertos caciques,

173
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

como sucedió con los bosques. En el caso de la laguna, ésta continuó bajo
la administración del ayuntamiento de Lerma sin posibilidad de dividirse
hasta que fue declarada propiedad federal en 1924. En Ocoyoacac los pastos
continuaron bajo el dominio y control del ayuntamiento. Los pueblos fueron
dotados con las tierras de las haciendas, mientras que aquellas propiedades
que adquirieron los pudientes a finales del siglo XIX, los vecinos del común
intentaron recuperarlas a través de la reforma agraria sin éxito, más bien
fueron los pudientes quienes nuevamente se las vendieron a los pueblos.

Cuadro 28
Cuadro de dotación de tierras de los municipios de Lerma y Ocoyoacac

Fecha de Fecha de
Fecha de Superficie Vecinos Nicho
Nombre resolución resolución Fuente
Solicitud entregada dotados Ecológico
provisional presidencial
San Jerónimo AHEM,
15 de 25 de
Acazulco y 31 de mayo Comisión Local
febrero de noviembre Montaña
Santa María de 1924 Agraria, vol. 165,
1918 de 1926
Tepexoyuca exp. VII-B-3 Y 4.
AHEM,
24 de 5 de 2 de Comisión
San Pedro No hay Planicie y
septiembre diciembre diciembre de Agraria Mixta,
Tultepec dotación laguna
de 1918 de 1920 1926 vol. 165, exp.
VII-A-1
AHEM,
Comisión
San Mateo 21 de julio 23 de agosto 10 de mayo 472
310 Laguna Agraria Mixta,
Atenco de 1919 de 1920 de 1921 hectáreas
vol. 166, exp. 6
VII-D-1.
AHEM,
28 de Comisión
San Miguel 5 de abril 20 de mayo 379
noviembre 435 Montaña Agraria Mixta,
Ameyalco de 1920 de 1926 hectáreas
de 1924 vol. 165, exp.
VII-A-2.
AHEM,
3 de 12 de
23 de enero 406 Montaña y Comisión
Ocoyoacac febrero de septiembre 1,320
de 1930 hectáreas planicie Agraria Mixta,
1921 de 1929
vol. 233, exp. S/N
AHEM,
Santa María 30 de julio 26 de abril 20 de febrero 1,430 Comisión
529 Montaña
Atarasquillo de 1921 de 1923 de 1924 hectáreas Agraria Mixta,
vol. 233, exp. S/N

Continúa en siguiente página

174
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

AHEM,
Santa María 7 de julio 22 de abril 7 de enero de 1,366 Comisión
439 Montaña
Tlalmimilolpan de 1924 de |1925 1926 hectáreas Agraria Mixta,
vol. 233, exp. S/N
AHEM,
10 de 25 de 10 de
San Nicolás 1,067 Planicie y Comisión
febrero de febrero de octubre de 250
Peralta hectáreas montaña Agraria Mixta,
1928 1929 1929
vol. 233, exp. S/N
AHEM,
1 de
San Juan 189 Comisión Local
noviembre
Coapanoaya hectáreas Agraria, vol. 165,
de 1928
exp. VII-B-2
AHEM,
26 de Comisión
San Pedro 2 de enero 1,936 Planicie y
octubre de 450 Agraria Mixta,
Tultepec de 1929 hectáreas laguna
1929 vol. 165, exp.
VII-A-1
AHEM,
Santa María 9 de mayo de 835 Comisión
Tepexoyuca 1929 hectáreas Agraria Mixta,
vol. 69, exp. 9

La propiedad de los bienes de uso común como los bosques se resolvió


gracias al reconocimiento, restitución y confirmación de bienes comunales.
En este caso los pueblos lograron recuperar parte de los bienes que habían
acaparado algunos particulares después de la aplicación de la ley de 1856.
En cuanto a la planicie la dinámica fue distinta, pues permanecieron bajo el
control de las autoridades locales hasta muy entrada la década de 1940. No
ocurrió lo mismo con la zona de laguna, pues la desecación iniciada en 1940
motivó disputas por los terrenos desecados entre los pueblos involucrados y
el gobierno federal (Camacho, 1998: 278). Este último tema no se aborda en
este texto.7

La vía de la restitución fue muy limitada para los vecinos de los pueblos, pues
como se aprecia en el cuadro 28 sólo se realizaron dotaciones. El motivo se
debió fundamentalmente a la falta de títulos para comprobar derechos de
propiedad. La idea de los constituyentes de 1917 era conceder a través de la

7
Sobre los conflictos agrarios ocurridos después de la desecación de las lagunas del Alto río Lerma, véanse
las tesis de Barrón, 2010 y Hernández, 2011.

175
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

dotación la posesión y no la propiedad, la restitución implicaba reconocer la


propiedad de un bien a los pueblos. En su trabajo sobre el ejido de Namiquipa,
Chihuahua, Nugent y Alonso encontraron que los vecinos de este lugar,
lograron conservar sus tierras entre 1880 y 1910 lejos de las manos de las
compañías deslindadoras o de las grandes haciendas. Los namiquipeños
lucharon por hacer valer sus derechos a la propiedad de las tierras, motivo
por el que después de 1920 se opusieron al proyecto agrario federal, que
pretendió consolidar su poder sobre ellos a través del ejido (Nugent y Alonso,
2003: 181-182). Los vecinos de este lugar solicitaron la restitución de tierras
al gobernador del estado de Chihuahua. En esta solicitud se les restituyó el
ejido. Para los campesinos de este lugar, lograr la restitución significó un
triunfo, pues implicaba el reconocimiento del Estado posrevolucionario de
sus antiguos derechos sobre la tierra mientras que la dotación sólo significaba
para ellos una posición subordinada (Nugent y Alonso, 2003: 189).

En el sur del valle de Toluca los vecinos de los pueblos de Tepexoyuca,


Atlapulco, Acazulco y Coapanoaya, además de conseguir la dotación de
ejidos, lograron la restitución y confirmación de sus bienes comunales. En
ambos casos el ayuntamiento quedó al margen del manejo de esos recursos
productivos, lo que generó tensión entre las autoridades locales y los vecinos.
Aunque muy pronto la relación de los vecinos con las nuevas autoridades
(comisariado ejidal) comenzó a deteriorarse, ya que también incurrieron en
abusos como, al cobrar por el uso de los pastos cuando este recurso era de
uso común y por tanto no pagaban por el usufructo.

c) La reforma agraria y las secuelas de la desamortización

Varios de los pueblos de esta zona mantuvieron enfrentamientos continuos


por el control de los recursos. Como se vio en el capítulo tres, desde la segunda
mitad del siglo XIX se tiene noticia de los conflictos de los vecinos de Ocoyoacac,
Tultepec y Lerma por la propiedad de la laguna. Asimismo los vecinos de
Atlapulco y Acazulco, Acazulco y Tepexoyuca, Acazulco y Coapanoaya, se

176
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

enfrentaron por la propiedad de los bosques.8 En esos prolongados conflictos


resulta evidente el interés de las autoridades por asegurar el control de ese
recurso fundamental para su economía. Esta dimensión se aprecia en el caso
de los pueblos del municipio de Ocoyoacac, como lo expusimos en el primer
capítulo. Incluso por la falta de terrenos laborables los vecinos de los pueblos
de montaña como Atlapulco, frecuentemente hacían “un destrozo de árboles
y rompen terrenos para sembrar cebada”.9

Las diferencias por los recursos entre los vecinos de los pueblos de Santa
María Atarasquillo y San Miguel Ameyalco reflejan esta situación. Si bien es
cierto que desde finales del siglo XIX los vecinos de Atarasquillo se habían
enfrentado a las autoridades de Lerma para que éstas dejaran de intervenir
en el manejo de las lagunas, nunca lograron su objetivo pues las autoridades
de Lerma conservaron su injerencia sobre los recursos de uso común, incluso
con el amparo que la Suprema Corte de Justicia de la Nación les concedió a
los de Atarasquillo a finales del siglo XIX.

En 1920 el malestar por el control de ese recurso entre los pueblos


circunvecinos (Santa María y San Mateo Atarasquillo, Ameyalco y Analco)
era evidente. Emilio Hidalgo, representante de los vecinos de San Miguel
Ameyalco, expuso al presidente municipal de Lerma su inconformidad contra
los vecinos de Santa María y San Mateo Atarasquillo. Su reclamo obedecía
a los daños que habían sufrido los intereses de Ameyalco en relación con
la laguna y monte que disfrutaban en común los vecinos de Santa María y
San Mateo Atarasquillo, Santiago Analco y San Miguel Ameyalco. Hidalgo
argumentaba que uno de los grandes perjuicios fue el repartimiento de la
laguna de 1918, sobre el que indicaba:

8
Los conflictos aún no concluyen. El 30 de julio de 1998, cerca de 700 ejidatarios de Acazulco bloquearon
la carretera Marquesa-Tenango para exigir la presencia de las autoridades del gobierno del estado para
que resolviera una disputa de tierras y linderos con sus vecinos de Atlapulco. La Jornada, 30 de julio de
1998, 1. En febrero de 2000 se enfrentaron los vecinos de Acazulco y Tepexoyuca por el mismo motivo:
problemas agrarios. Viejos problemas por tierras que ni la reforma agraria pudo resolver. La Jornada, 9
de febrero de 2000.
9
AHMO, Actas de Cabildo, caja 5, f. 46v., “Sesión de cabildo, presidente municipal Magdaleno Navoa, 2 de
junio de 1921”.

177
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

el proletariado de nuestro pueblo que formamos la gran mayoría


resiente notorios perjuicios económicos y materiales; así como
también las dificultades surgidas con el repetido pueblo de Santa
María Atarasquillo evitándonos el esquilmo de los montes también
de propiedad comunal y no exclusiva, como esa H. Presidencia se
sirvió indicarnos en reciente citatorio [...] nos vimos compelidos a
hacer ordenada y prudente requisición por lo que nos importan los
derechos comunales de dichos lugares de los que paulatinamente y con
menoscabo de leyes civiles que fueren aplicables al caso así como de las
federales relativas a la materia hemos sido segregados sacrificándose
patentemente el interés colectivo por el bienestar individual.10

Una vez que se aplicó el fraccionamiento, en 1918, los intereses de los


vecinos de Ameyalco resultaron seriamente lesionados en virtud de que
se había generado una clara desigualdad entre los pueblos involucrados
con la división. El terreno que se fraccionó tenía una dimensión de 2,169
metros lineales de sur a norte para estos pueblos (Santa María y San Mateo
Atarasquillo, Ameyalco y Analco) y el resto hacia el sur para Lerma. Este
fraccionamiento se realizó con la idea de impulsar el desarrollo agrícola
de la zona debido a que los terrenos que se fraccionaban eran sumamente
productivos. Con este fraccionamiento los pueblos interesados quedaban
comprometidos a dar término a los litigios que enfrentaban. Al mismo
tiempo debían expresar su conformidad con la parte que se les asignara,
además de pagar una renta anual al municipio de Lerma de 50 centavos por
cada 743 metros cuadrados de sembradura.11 Este fraccionamiento contó
con la autorización del gobierno estatal.

Para enfrentar el fraccionamiento de 1918 de la laguna y del monte,


realizado por autoridades municipales, los vecinos de Ameyalco trataron
de recuperar sus bienes demandando la restitución de esas mismas tierras.

10
AHML, Tierras, vol. 13, exp. 8, “Solicitud de Emilio Hidalgo al presidente municipal de Lerma, 26 de abril
de 1920”.
11
AHML, Tierras, caja 13, exp. 3, “Convenio celebrado entre las principales autoridades de los pueblos
de Ameyalco, Analco, San Mateo y Santa María Atarasquillo para el fraccionamiento de la laguna de
Chignahuapan, 1 de mayo de 1918”.

178
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

Ante las autoridades agrarias, hay que aclarar que los vecinos de ese pueblo
sólo buscaron la restitución argumentando que el fraccionamiento había
sido injusto debido a que sólo habían beneficiado a un sector minoritario de
vecinos del mismo pueblo. En ese sentido su alegato estaba dirigido a tratar
de recuperar tierras que se “sacrificaron” en beneficio del “interés individual”.
También destaca el argumento de que con el repartimiento de los bienes de
uso común sólo se había favorecido a los sectores pudientes de los pueblos de
Santa María y San Mateo Atarasquillo:

Como si los hechos ocurridos hubiesen sido una agresión de nuestra


parte para connotados elementos de Santa María, identificados
por sus prácticas éstos se han intentado contrarrestar no nuestras
justas aclaratorias para rehabilitarnos sin que, con miras bastardas
los dictámenes del Superior Gobierno imperante al cual nos hemos
sometido y constituyéndose en trastornadores del orden y la armonía
en que hemos vivido pacíficamente con nuestros vecinos; ponen de por
medio injustificadas agresiones consignaciones calumniosas y hasta
públicas manifestaciones hostiles que por fortuna no han encontrado
eco entre nuestros moradores, animados solamente del fraternal deseo
de aclarar errores sin perjuicio de nuestra alianza y común amistad.12

Asimismo, el gobierno estatal había fomentado las diferencias entre los


vecinos de Santa María y San Mateo Atarasquillo, Santiago Analco y
Ameyalco, cuando en épocas pasadas “había cierta armonía” en el usufructo
de esos recursos de uso común. Al buscar la restitución los vecinos
de Ameyalco trataron de desconocer el fraccionamiento de 1918 por
considerar que había propiciado la desigualdad, al mismo tiempo acudían
al gobierno federal atacando al gobierno estatal y al municipal por propiciar
el acaparamiento de tierras. En el discurso de los vecinos hay un marcado
interés por recuperar el uso comunal, en contra del individualismo, lo que
nos lleva nuevamente a la modalidad corporativa vía los ejidos.

12
AHML, Tierras, vol. 13, exp. 8, “Ocurso de Emilio Hidalgo dirigido al presidente municipal de Lerma, 26
de abril de 1920”.

179
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Por si fuera poco en 1923, Santa María Atarasquillo, solicitó dotación de un


monte. El ingeniero encargado de esta solicitud indicó que las tierras afectables
pertenecían a la hacienda de San Nicolás. Además, el mismo ingeniero
informaba que Santa María contaba con 99 hectáreas de terrenos laborables y
la tercera parte del monte equivalente a 192 hectáreas. Este pueblo no recurrió
a la acción de restitución del monte porque éste permanecía en manos de
ellos como terrenos del común, sólo solicitó la dotación de tierras que eran
propiedad de la hacienda.13 A esta solicitud se opuso la dueña de la citada
hacienda diciendo que el pueblo contaba con tierras suficientes.14 El ingeniero
encargado de emitir un informe sobre la viabilidad de la dotación señaló que
el ayuntamiento de Lerma se oponía porque el pueblo de Atarasquillo estaba
en constante pugna con Lerma debido a su propósito de tener acceso a la
laguna.15 Estos pueblos mantuvieron un interés constante por garantizar su
acceso a los recursos que existían en los tres pisos ecológicos.

Como se ha intentado mostrar, las tensiones de los pueblos y sus


ayuntamientos por el control de sus bienes se reflejó tanto en el proyecto de
desamortización de los liberales como en el reparto agrario; los pueblos eran
sujetos activos ante las diversas políticas impuestas por el Estado mexicano,
por ello en 1928 el ayuntamiento de Lerma insistía en cobrar por tierras de
común repartimiento que habían sido adjudicadas. Ante las pretensiones de
la autoridad local, los pueblos de Ameyalco, Atarasquillo y Analco, buscaron
ampararse en contra del ayuntamiento de Lerma, por insistir en cobrar a
los vecinos de dichos pueblos por bienes que fueron desamortizados y que
debían aportar un ingreso a las arcas municipales. El presidente municipal de
Lerma, Pascual Cejudo, solicitó

13
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 165, exp. 5, (VII-A-3), f. 37, “Solicitud de dotación de ejidos a los
vecinos del pueblo de Santa María Atarasquillo dirigida a la Comisión Local Agraria, 8 de febrero de 1923”.
14
AGNM, Obregón-Calles, 339, 818-A-77, “Memorandum, de Amanda Díaz de la Torre propietaria de la
hacienda de San Nicolás Peralta, 1924”.
15
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 165, exp. 5, (VII-A-3), f. 37, “Informe del ingeniero Alfonso Cortés
dirigido a los miembros de la Comisión Local Agraria, 8 de febrero de 1923”.

180
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

ordenar la baja de los terrenos de la ciénega de Chignahuapan,


en los registros de la administración de rentas del estado, por estar
plenamente comprobado que son pertenecientes al municipio, donde
deben sus tributos respectivos; se sirvió acordarse citen desde luego
todos los poseedores de dichos terrenos, para que se presenten en esta
presidencia con la nota de las medidas, capacidad y colindantes de
cada uno, como se le recomienda, notifique a todos en tal sentido, a fin
de expedirles sus títulos correspondientes, para los efectos de la ley.16

La cuestión fiscal se conecta con la desamortización, pues las autoridades


locales de Lerma reconocían a la laguna como parte de sus terrenos de común
repartimiento. Estos bienes al ser distribuidos en parcelas a los vecinos
conforme a la subdivisión practicada en 1918, otorgó a cada “ciudadano el
título de adjudicación”. Esta autoridad sólo requería la contribución predial
que estaba establecida en la ley de ingresos municipales.17 Resulta significativo
el hecho de que los vecinos de los pueblos antes citados, argumentaran que el
ayuntamiento no tenía derecho de otorgar títulos de propiedad. Si se concedía
este beneficio, entonces se corría el riesgo de reconocerle al ayuntamiento
su condición de propietario, cuando esta figura la perdió de acuerdo con la
ley de desamortización del 25 de junio de 1856. Por si fuera poco, con la
legislación agraria, en particular la ley agraria del 29 de agosto de 1927, en
sus artículos 14 al 20, parte final del 30, 31 y 32 quedó muy claro el papel
subordinado que debía desempeñar la autoridad local al insistir que:

corresponde a la comisión local agraria, al comisario ejidal y al consejo


de vigilancia todo lo relativo al reparto de los terrenos comunales, de
común repartimiento, ejidales etc. etc, a que se refiere la ley de 6 de
enero de 1915, reparto sobre el cual no tienen ninguna facultad ni
competencia en el reparto los ayuntamientos.18

16
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, 1er JD, Amparo, caja 9, exp. 245, f. 4, “Amparo promovido por los vecinos de
Atarasquillo en contra del ayuntamiento de Lerma, 9 de abril de 1928”.
17
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, 1er JD, Amparo, caja 9, exp. 245, f. 14, “Ocurso del presidente municipal de
Lerma, Pascual Cejudo con respecto al amparo que promovieron los vecinos de Atarasquillo en contra del
ayuntamiento de Lerma, 3 de julio de 1928”.
18
CCJ-SCJN-EM, Fondo EM, 1er JD, Amparo, caja 9, exp. 245, ff. 22-22v., “Ocurso dirigido al juez de distrito
por Domingo Alejandro, representante de los vecinos de Atarasquillo, 23 de julio de 1928”.

181
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Este desplazamiento del ayuntamiento se conecta con la desamortización


de finales del siglo XIX, pues la autoridad local fue perdiendo de manera
paulatina el manejo del territorio.

Otra conexión entre la desamortización y la reforma agraria se observa en la


solicitud de restitución de un bosque que manifestaron los vecinos del pueblo
de Coapanoaya. Esta propiedad se mantuvo en constante litigio durante
buena parte del siglo XIX. En 1921 los vecinos de Coapanoaya solicitaron
la restitución del bosque que reclamaban como suyo los de Tepexoyuca y
Acazulco. Mientras ese monte permaneciera en manos de los vecinos del
pueblo de Coapanoaya no habría problema con la repartición porque el monte
continuaría en manos del vecindario, pero advertían, que si se adjudicaba
a otros individuos ajenos al pueblo entonces se rompía con el arreglo que
habían establecido con las autoridades locales:

Los que suscribimos originarios y vecinos del pueblo de Coapanoaya,


de la municipalidad de Ocoyoacac, del distrito de Lerma […] que desde
hace muchos años somos dueños legítimos de los montes colindantes
con el pueblo de Tepexoyuca, Acazulco, La Marquesa, Atarasquillo
y la hacienda de Jajalpa, cuyos terrenos por acuerdo del pueblo, del
ayuntamiento y del gobierno, en el año de 1891 fueron fraccionados
solamente a los vecinos de nuestro pueblo […] para explotarlo y con el
producto cubrir las necesidades de nuestro lugar. Pasaron solamente
unos ocho años cuando individuos paisanos nuestros comenzaron a
vender, otros a enajenar; y resultando que todo el monte ya está en
poder de varios dueños los cuales se titulan legítimos dueños, sin
saber nosotros en qué condiciones poseen el monte, por ser indebida
han seguido abarcando el resto que nos quedaba, sin que hasta hoy
tengamos donde sacar algo insignificante.19

En el texto se indica que algunos vecinos del pueblo de Coapanoaya que


resultaron beneficiados con la adjudicación de 1891 del monte que era de
uso común, vendieron el terreno adquirido propiciando así el acaparamiento
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 165, exp. 7 (VII-B-2), f. 2, “Ocurso de los vecinos del pueblo de
19

Coapanoaya dirigido al presidente de la Comisión Local Agraria, 22 de junio de 1920”.

182
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

en unas cuantas manos. Una vez que se puso en marcha la reforma agraria
los vecinos de este pueblo solicitaron a la Comisión Local Agraria la
restitución o en su defecto la dotación del monte argumentando que habían
sido despojados de este recurso por Ramón Palmero, Amalia Vilchis viuda
de González y Enrique y Agustina González.20 Como se vio en el capítulo
3 Palmero había sido uno de los principales arrendatarios de los montes de
Atlapulco y Coapanoaya. Pero además Palmero adquirió una gran cantidad
de terrenos comunales en la zona de montaña, y no fue precisamente por
usurpación, sino por tratos de compraventa con los propios vecinos. Amalia
Vilchis, Enrique González y Agustina González, decían los vecinos, eran los
dueños absolutos del monte. De acuerdo con una información testimonial
presentada por los vecinos de Coapanoaya, se deduce el interés de éstos por
recuperar el monte: “es público y notoria la apremiante necesidad de los
vecinos de hacerse nuevamente de sus montes […] y que es de todo punto
necesario la recuperación de los montes comunales”.21 La Comisión Local
Agraria advirtió que debido a que los vecinos no comprobaron la propiedad
del recurso el trámite continuaría por la vía de dotación. El 15 de marzo de
1927 la Comisión Local Agraria negó la dotación de las tierras que solicitaban.

En este procedimiento de dotación resulta importante la postura que asumió


José María Leañez, representante del pueblo de San Juan Coapanoaya. Este
personaje argumentó que para entender la dotación de tierras al pueblo
primero se debía conocer cómo había quedado dividida la propiedad después
del fraccionamiento de 1891. Así expuso la siguiente clasificación:

I- Terrenos que aún conservan algunos de los pueblos. II- Terrenos que
están vendidos a personas particulares que no son del pueblo, por lo
que eran dueños por la adjudicación. III- Terrenos que se compró para
el pueblo a la Sra. Amalia Vilchis viuda de González. IV- Terrenos que

20
AGA, Restitución, exp. 2435, legajo 1, ff. 43-47, “Revisión del expediente de restitución y dotación de
ejidos promovido por los vecinos del pueblo de San Juan Coapanoaya, 1 de noviembre de 1928”. En 1911
Enrique González fue presidente municipal de Ocoyoacac.
21
AHEM, Fondo Gobernación, Serie Gobernación, vol. 258, exp. 22, ff. 16-16v., “Información testimonial
presentada por los vecinos del pueblo de San Juan Coapanoaya, 14 de julio de 1921”.

183
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

compró una sociedad de vecinos del pueblo de San Juan Coapanoaya


a la señora Herbort.22

El representante agregaba que las autoridades municipales pretendían


separarlo de su cargo e instalar un Comité Administrativo Agrario; acusaba
a esas autoridades de apoyar solamente a un grupo reducido de vecinos que
ya incluso se habían declarado antiagraristas. Es importante aclarar que
Leañez representaba a los vecinos de Coapanoaya para solicitar dotación de
tierras ante las instancias federales, por tal motivo no era reconocido por
las autoridades locales. En esa sesión de cabildo de finales de 1925, también
los vecinos a los que representaba se quejaban de que Leañez cobraba
indebidamente el arrendamiento de parcelas que pertenecían a los vecinos
de Coapanoaya. Además, de explotar el monte y vender sus productos a un
contratista de la ciudad de México sin la autorización correspondiente.23
Resulta importante subrayar que no se indica un despojo de tierras porque se
reconoce el fraccionamiento y adjudicación que llevó a cabo el jefe político de
Lerma en 1891. No obstante, en el informe de Candelario Reyes se insistió que
los vecinos al solicitar la restitución expresaron que habían sido despojados
por Ramón Palmero, Amalia Vilchis y Enrique y Agustina González, pero
además por Ignacio L. Pliego, propietario de la hacienda de Jajalpa.

Hay otro punto: la residencia de los vecinos de Coapanoaya. Reyes indica


que 29 familias vivían dentro del perímetro del pueblo de Coapanoaya, en
el paraje denominado Río Hondo, mientras que el resto (167) residían en el
pueblo de Ocoyoacac y en sus barrios (San Miguel, Santiaguito, Santa María
y Cholula). El pueblo de Coapanoaya gozaba de independencia política con
respecto a las autoridades de Ocoyoacac; además de que mantenían un fuerte
sentido de vecindad, practicaban la endogamia como un recurso que les

22
AGA, Restitución y dotación, exp. 2435, legajo 1, f. 19, “Ocurso de José María Leañez dirigido al
subdelegado de la Comisión Nacional Agraria 8 de octubre de 1927”.
23
AHMO, Actas de Cabildo, caja 5, ff. 105-106, “Sesión de cabildo, presidente Jesús Martínez 31 de diciembre
de 1925”. El 8 de mayo de 1930 los vecinos del pueblo de Coapanoaya se quejaban de José María Leañez
presidente del Comité Administrativo Ejidal porque no había repartido las parcelas por partes iguales a sus
vecinos, además de que había tomado los mejores terrenos para sus familiares. Sesión de Cabildo Abundio
Guadarrama presidente, 8 de mayo de 1930. AHMO, Actas de Cabildo, vol. 6, f. 30.

184
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

permitía defender su patrimonio. Veamos cómo expresaban este sentido de


pertenencia y vecindad:

En épocas pasadas, cierta autoridad de Ocoyoacac, con el propósito


simple de aumentar la población de la cabecera o con la mira torcida
de que ésta tuviera derecho a los montes de Coapanoaya, los obligó a
que trasladaran sus casas a dicha cabecera, bajo la única obligación
para ella de seguirles reconociendo aquella independencia y que a la
postre ha trascendido no sólo a lo que se refiere a las autoridades sino
también en el orden privado, ya que todas las familias de Coapanoaya
forman una especie de hermandad en la que los vecinos se siguen
reconociendo como hijos del lugar de origen y procuran que sólo entre
sus propias familias se verifiquen lazos matrimoniales.24

El propietario de la hacienda de Jajalpa trató de defenderse de la expropiación


alegando que el pueblo de Coapanoaya no existía debido a la residencia que
los vecinos establecieron en Ocoyoacac. En este caso, los vecinos se salieron
con la suya, pues recuperaron bienes que ya habían perdido pero porque
ellos mismos habían vendido sus propiedades. En 1928 la Comisión Nacional
Agraria dotó al pueblo con 189 hectáreas que pertenecían a la hacienda de
Jajalpa; también se afectó a Ramón Palmero, quien no había demostrado la
propiedad de trece fracciones de monte que aseguraba había adquirido en el
fraccionamiento de 1891, y que como se demostró en el tercer capítulo las
adquirió a través de la compra de bienes comunales que se dividieron una vez
que se aplicó la ley de desamortización, todas estas compras contaban con
escritura notarial.

Es oportuno destacar la importancia del fraccionamiento que se llevó a cabo


en 1891. En un informe de 1949 dirigido al Jefe del Departamento Agrario
se menciona que los vecinos de Coapanoaya dividieron el monte en 105
fracciones de acuerdo con las disposiciones establecidas en 1856. En 1892
estos bienes se escrituraron en el registro público de la propiedad. A partir de

24
AGA, Restitución y dotación, exp. 2435, legajo 3, f. 6, “Informe reglamentario que rinde Candelario Reyes
a la Comisión Nacional Agraria, 28 de abril de 1928”.

185
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

entonces el monte salió del dominio comunal para incorporarse al régimen


de propiedad privada, tan anhelado por los liberales decimonónicos. Entre
1904 y 1916 algunos de esos propietarios vendieron sus terrenos a Enrique
González, quien había logrado acaparar 41 de las 105 fracciones (véase cuadro
29). Más tarde, González heredó esos terrenos a su esposa Amalia Vilchis,
quien luego decidió venderlos nuevamente a los vecinos de Coapanoaya.
Estos propietarios argumentaron que los vecinos del pueblo habían vendido
sus propiedades, por lo que no podían alegar despojo. José Odriozola Puebla,
uno de los beneficiarios del fraccionamiento, consideró que debían respetarse
los derechos adquiridos por los pequeños propietarios a finales del siglo XIX.25

Cuadro 29
Propietarios del fraccionamiento practicado en 1892

Felipe González Esteban Pavón Dionisio Hinojosa José Basilio


Eduardo González Juan Pablo Felipe A. Alfonso Zacarías Tadeo
Enrique González Filomeno Hinojosa Camilo Ignacio Bernardino Tadeo
Albino Rosano Apolonio Calixto José Albino José Leañez
Esteban Rosales Jacinto Pérez José Alberto Jesús Vidal
Pedro Celestino José Eugenio Quirino Leañez Apolinar Leañez
Vicente de Paul José Alejo Donaciano Lujano José García
José Eleuterio Tadeo José Serapio José Regino José Zepeda
Lorenzo Huertas José Juan Cesáreo Hernández Francisco Reyes
José Esteban Gregorio Zarza Juan Hernández Calixto Tadeo
Román Acosta Esteban Ildefonso José Marcelino Domingo Zarza
Doroteo Villegas Francisco Tadeo Bonifacio Juan Tiburcio de Jesús
Carlos Tadeo Marcelino Ignacio Laureano Filomeno Maximiliano Vidal
Patricio Reyes José Marcos Agustín Ignacio José Vidal
Juan Reyes Trinidad González Félix Juan Tomás Paulino
Martín Vidal Cristino de Jesús Cipriano Engrande Hipólito Quezada
Marcos Reyes Nicolás Hinojosa Hipólito Zepeda Ramón Nonato
Hilario Reyes Benigno Valentín Carmen Acosta Melesio Vidal
José Hilario Máximo Téllez Prisciliano Agüero Guadalupe Mora
José Simón José Cancino José María Huertas Félix Abundio
Continúa en siguiente página

25
AGA, Reconocimiento, confirmación y titulación de bienes comunales, exp. 128, legajo 1, ff. 432-
433, “Ocurso de José Odriozola Puebla representante de los pequeños propietarios de los montes de
Coapanoaya dirigido al Jefe del Departamento Agrario, 28 de marzo de 1949”.

186
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

Luz Pavón Hilario Huertas Tomás Inocente


José Martínez Nazario Tadeo Pascual Gregorio
Fuente: Relación de terrenos ubicados en el municipio de Ocoyoacac que fueron fraccionados y vendidos
a los vecinos de acuerdo con las leyes de 1856 inscritos en el año de 1892. AGA, Reconocimiento,
confirmación y titulación de bienes comunales, exp. 128, legajo 1, ff. 506. Sólo se mencionan 86 fracciones
(Cursivas propias).

Para 1949 la venta iniciada en 1891 había generado un acaparamiento de esas


propiedades en un grupo reducido de particulares: Ángel Sánchez Campbell
contaba con 391 hectáreas, José Odriozola Puebla con 300, Eduardo de
Nicolás con 18, Jesús Talavera Basurto con 36, Francisco Manino con 40,
Jesús Cervantes 12, Felipe Chinias con 18, Manuel Sánchez Garibay con 24 e
incluso la Compañía Nestlé con cinco. Para ejemplificar esta concentración
es pertinente revisar el caso de Ángel Sánchez Campbell, quien adquirió sus
propiedades de María Muciño viuda de Ramón Palmero. Éste era uno de los
principales arrendatarios del bosque de los pueblos de Coapanoaya, Acazulco
y Tepexoyuca. En el cuadro 30 se indican los terrenos que Sánchez adquirió
del monte de Coapanoaya entre 1900 y 1920, así como los antiguos dueños de
la propiedad. Palmero heredó sus propiedades a su viuda María Muciño. Ésta
vendió sus 27 fracciones a Ángel Sánchez Campbell.

Cuadro 30
Propiedades de Ángel Sánchez Campbell

Terreno Extensión Propietario antes de Propietario Propietario en


1900 antes de 1910 1940
Malacatepec 21-60-00 Zacarías Tadeo María Muciño Angel Sánchez
hectáreas Campbell
Cerro Grande 14-10-00 “ José María Huerta María Muciño Angel Sánchez
Campbell
Tres Peñas 14-80-00 “ Luz Pavón María Muciño “
Cerro Grande 14-00-00 Ramón Palmero María Muciño “
Cerro Grande 14-10-00 Ramón Palmero “ “
Paso Grande 14-40-00 Marcos Reyes “ “
Continúa en siguiente página

187
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Tres Peñas 16-40-00 Juan Reyes Gregorio “


Palmero
Muciño
Cerros de las cabezas 14-06-00 Bonifacio Juan “ “
Las cabezas 13-40-06 Vicente Paul “ “
Llano de Portezuelo 13-20-60 José Abraham “ “
Debajo de Portezuelo 13-20-00 Domingo Garza “ “
El Portezuelo 13-70-00 Lorenzo Huerta “ “
Paso Grande 13-40-00 Ramón Palmero “ “
Llano del Portezuelo 13-66-00 Ramón Palmero “ “
Llano del Portezuelo 13-90-00 Bernardino Tadeo “ “
Llano del Portezuelo 13-60-00 José Gabriel Ramón “
Palmero
Portezuelo vieo 14-20-00 Francisca González María Muciño “
viuda de Zarza que
posteriormente
adquirio Bartolo
Fonseca
San Francisco 14-30-00 José Leañez María Muciño “
Llanos del Portezuelo 14-40-00 Ramón Palmero “ “
Llano del Portezuelo 14-60-00 Ramón Palmero “ “
El Llano del Portezuelo 14-70-00 La viuda de Bartolo “ “
Fonseca María de
Jesús Rosales
Cerro de las Peñas 12-40-00 José Degino “ “
El Sauco 12-30-00 Donaciano Lujano “ “
Loma del puente de 11-70-00 La viuda de Enrique “ 2
madera González
Ladera de la casa vieja 12-10-00 Cesareo Hernández “ “
Ladera del sauco 11-00-00 Luz Pavón “ “
Ojo del buey 12-70-00 José Albino Gregorio “
Palmero
Total de hectáreas 375-86-00
Fuente: Solicitud de Ángel Sánchez Campbell para revisar el estudio legal practicado sobre los bienes
comunales del pueblo de Coapanoaya dirigida al Secretario de Asuntos Agrarios. AGA, Reconocimiento,
confirmación y titulación de bienes comunales, exp. 128, legajo 10, ff. 206-208.

Los vecinos de Coapanoaya trataron de recuperar el monte que habían


vendido a través de la compra. En 1921 nombraron a José María Leañez,
Calixto Vidal Morán y Encarnación Tadeo como representantes legales de
los vecinos del pueblo de Coapanoaya, quienes celebraron un contrato de

188
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

compra-venta de una fracción de monte propiedad de Enrique González.


Con esta operación trataron de recuperar el monte que había sido de los
vecinos del citado pueblo.26

Finalmente en 1928 se concedió la dotación de 189 hectáreas a los vecinos


de Coapanoaya. No obstante, se aclaró en la resolución que debían
respetar las propiedades que quedaron al interior del ejido derivadas de la
desamortización de 1891, porque los vecinos del pueblo vendieron el monte
una vez que se fraccionó. En este caso no hubo despojo, pero sí concentración
de la propiedad en unos cuantos vecinos que en ocasiones no eran del lugar.
Sin embargo, muchos de ellos como ya se dijo formaban parte del grupo
político y económico que controlaba el municipio.27

La reforma agraria ratificó la propiedad de esos bienes en manos de los


propietarios que las adquirieron desde 1891. Como se ve, en este caso la
reforma agraria respetó el fraccionamiento derivado de la desamortización
de una porción de las antiguas tierras del pueblo de Coapanoaya. Hay que
aclarar que se les dotó de 189 hectáreas de la hacienda de Jajalpa, no obstante
el dueño Ignacio L. Pliego manifestó en 1926 que el pueblo de Coapanoaya
no tenía necesidad de tierras en virtud de que poseían “grandes extensiones
de terrenos […] la venta de diez terrenos que la señora Amalia Vilchis viuda
de González hizo a favor de los vecinos de Coapanoaya y con la minuta de
contrato de venta de doce terrenos que la señora Victoriana Herboldt de
Cordero hizo a favor de los propios vecinos de Coapanoaya”.28

Hay que destacar la venta que hizo Amalia Vilchis viuda de Enrique M.
González, en virtud de que los terrenos que vendió a los vecinos de Coapanoaya

26
AHEM, Gobernación, serie Gobernación, vol. 258, exp. 22, f. 12, “Ocurso de los vecinos de Coapanoaya
dirigido al presidente municipal de Ocoyoacac, 10 de junio de 1921”.
27
Hoy en día los vecinos de Ocoyoacac todavía describen a Sánchez Campbell como un usurpador,
debido a que no era vecino del lugar y por lo tanto no tenía ningún derecho sobre la propiedad, que le fue
reconocida por las autoridades federales.
28
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 165, exp. VII-A-2, f. 94, “Ocurso de Ignacio L. Pliego dirigido al
presidente y miembros de la Comisión Local Agraria, 14 de septiembre de 1926”.

189
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

el 30 de mayo de 1922, habían sido parte de los bienes comunales del pueblo
de Coapanoaya. Bienes que alguna vez los mismos vecinos vendieron a
Enrique M. González, su marido. Vilchis ofrecía estos terrenos en virtud de
que frecuentemente los vecinos de Coapanoaya explotaban los bosques sin
autorización alguna. Este era el argumento:

La promovente solicitó de este juzgado licencia para enajenar las


fracciones de terreno montuoso, ubicadas en el pueblo de Coapanoaya,
de la municipalidad de Ocoyoacac, diciendo que dichas fracciones por
estar limitadas por pequeñas propiedades pertenecientes a los vecinos
de los distintos pueblos que componen aquella municipalidad y por no
estar deslindados debidamente con linderos y signos que los distingan,
ha sufrido serios perjuicios y devastaciones en los árboles que las
contienen: que estos perjuicios se han registrado hace más de diez
años sin que se haya podido evitarlos, ya por lo apartado del lugar en
que se encuentran y por la inseguridad que existe en aquellas regiones,
que para evitar estos inconvenientes se ha resuelto enajenarlos.29

Los terrenos montuosos ubicados en el municipio de Ocoyoacac resultaban


de difícil explotación para los particulares en virtud de lo aguerridos que eran
los vecinos de Coapanoaya, Tepexoyuca y Atlapulco, situados en la parte alta,
además de que la mencionada Vilchis vivía en la ciudad de Toluca, sin el menor
sentido de pertenencia; por eso tampoco contaba con el reconocimiento de
los vecinos de los pueblos. Las quejas a las que hace referencia Vilchis, de que
los vecinos de Ocoyoacac explotaban el bosque sin permiso y autorización,
empiezan justo después de que vendieron sus terrenos, es decir, entre 1910
y 1913. Posteriormente los de Coapanoaya optaron por comprar esos bienes
que alguna vez formaron parte de sus bienes comunales. A continuación se
detallan los bienes que Vilchis vendió a los de Coapanoaya.

29
AGNEM, Notaría 1 Toluca, Notario Silviano García, ff. 75v-76, “Escritura de venta de terrenos celebrada
entre Amalia Vilchis y los vecinos de Coapanoaya representados por José María Leañez y Encarnación
Tadeo, 30 de mayo de 1922”.

190
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

Cuadro 31
Bienes que vendió Amalia Vilchis al pueblo de Coapanoaya, 1922

Dueño anterior Dueño Fecha de Propiedad Extensión y


actual adquisición precio
Jefatura del Enrique M. 1 de julio de Comunal “Tiradero” 18 hectáreas
Distrito de Lerma González 1892 110 pesos
Herencia de su Enrique M. 2 de abril de Terreno montuoso 22800 metros 2
padre Felipe González 1895 190 pesos
González
Compra a Enrique M. 5 de septiembre Terreno montuoso 475 metros
Rosendo Mendoza González de 1913 situado en Coapanoaya 120 pesos
Tomás Paulino Enrique M. 9 de noviembre Terreno de origen 10 hectáreas
González de 1910 comunal “Puente Viejo” 60 pesos
José Marcos Enrique m. 27 de mayo de Terreno de origen 10 hectáreas
González 1909 comunal “La Meza” 100 pesos
Guadalupe Mora Enrique M. 26 de junio de Terreno de origen 13 hectáreas
González 1909 comunal “El escobal” 165 pesos
José Zepeda Enrique M. 25 de julio de Terreno de origen 14 hectáreas
González 1909 comunal “Ladera del 140 pesos
Crucero”
Calixto Tadeo Enrique M. 22 de Terreno de origen 23 hectáreas
González septiembre de comunal “Malacatepec” 230 pesos
1909
Carmen Acosta Enrique M. 14 de Terreno de origen 15 hectáreas
González septiembre de comunal “Cero grande” 100 pesos
1909
Manuel Pichardo Enrique M. 9 de octubre de Terreno de origen 12 hectáreas
González 1909 comunal “San Francisco” 120 pesos
José Calixto Enrique M. 12 de octubre Terreno de origen 14 hectáreas
González de 1909 comunal “Las Peñas” 100 pesos
José Alejo Enrique M. 12 de octubre Terreno de origen 12 hectáreas
González de 1909 comunal “San Francisco” 130 pesos
José Basilio Enrique M. 23 de abril de Terreno de origen 14 hectáreas
González 1910 comunal “Cañada 145 pesos
Honda”
Jacinto Pérez Enrique M. 26 de abril de Terreno de origen 12 hectáreas
González 1910 comunal “Cerro de 100 pesos
San Francisco”
Pascual Gregorio Enrique M. 24 de enero de Terreno de origen 22 hectáreas
González 1913 comunal “Malacatepec” 230 pesos
Continúa en siguiente página

191
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

María Muciño Enrique M. 28 de junio de Terreno de origen 12 hectáreas


González 1909 comunal “Ladera de la 125 pesos
Casa Vieja”
María Muciño Enrique M. 28 de junio de Terreno de origen 11 hectáreas
González 1909 comunal “Ladera del 250 pesos
Sauco”
María Muciño Enrique M. 28 de junio de Terreno comunal “El 12 hectáreas
González 1909 Sauco” 185 pesos
María Muciño Enrique M. 28 de junio de Terreno de origen 12 hectáreas
González 1909 comunal “Cerro de las 125 pesos
Peñas”
Maria Muciño Enrique M. 28 de junio de Terreno de origen 14 hectáreas
González 1909 comunal “Cerro Grande” 100 pesos
María Muciño Enrique M. 28 de junio de Terreno de origen 21 hectáreas
González 1909 comunal “Malacatepec” 125 pesos
María Muciño Enrique M. 28 de junio de Terreno de origen 100 pesos
González 1909 comunal
María Muciño Enrique M. 28 de junio de Terreno de origen 14 hectáreas
González 1909 comunal “San Francisco” 120 pesos
Gregorio M. Enrique M. 19 de Terreno de origen 14 hectáreas
Monterrubio González noviembre de comunal “El Temascal” 150 pesos
y José E. 1909
Monterrubio
Ramón Palmero Enrique M. 23 junio de Terreno de origen 11 hectáreas
González 1910 comunal “Loma del 100 pesos
Puente de Madera”
Abigail López Enrique M. 28 de mayo de Terreno ubicado en el 65 pesos
González 1915 pueblo de Coapanoaya
Fuente: Escritura de venta de terrenos celebrada entre Amalia Vilchis y los vecinos de Coapanoaya
representados por José María Leañez y Encarnación Tadeo, 30 de mayo de 1922. AGNEM, Notaría 1 Toluca,
Notario Silviano García, ff. 70-74.

En 1914 los vecinos de los pueblos de Acazulco y Tepexoyuca solicitaron la


dotación del bosque de Coapanoaya. Los vecinos de este pueblo manifestaron
su malestar pues argumentaron que ellos pagaban al ayuntamiento sus
censos respectivos, además de que consideraban que esos terrenos ya eran
de propiedad privada.30 El presidente de la Comisión Local Agraria resolvió

AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 165, exp. 11, (VII-B-34), f. 27v., “Ocurso del Juez Auxiliar de
30

Ocoyoacac dirigido al presidente de la Comisión Agraria Mixta, 14 de diciembre de 1914”.

192
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

que no debía concederse la dotación a los citados pueblos en virtud de que los
solicitantes no eran agricultores, pues su actividad era la forestal. Por su parte,
el presidente municipal de Ocoyoacac manifestó que sí se les debía conceder
la dotación.31 Los vecinos del pueblo de Tepexoyuca alegaban que no querían
dotación sino restitución de su ejido “primitivo”. Según ellos, éste contaba
originalmente con una extensión de 4,699 hectáreas de las cuales había
perdido 2,836. Sin embargo, los vecinos no explicaban cómo perdieron esas
tierras. Ahora bien, solicitaban el monte debido a que sus ejidos coloniales
eran de mancomún y para el uso y explotación forestal del monte.32 De esta
forma, los vecinos buscaban recuperar un bien común. La Comisión Local
Agraria resolvió no conceder la restitución a los vecinos de estos pueblos,
en virtud de que ellos se dedicaban a la explotación de la madera y no a
la agricultura. Incluso el propietario de la hacienda de La Marquesa señaló
que los vecinos sólo querían la dotación del bosque para continuar con la
excesiva explotación forestal que hacían para surtir de madera a la fábrica de
San Rafael:

Los terrenos de la Marquesa son áridos impropios para el cultivo,


por lo que es de suponer que únicamente los quieren los pueblos de
Acazulco y Tepexoyuca para talar el monte, abuso que ya cometieron
durante la revolución. Robustece esta suposición el hecho de que han
extinguido el monte en sus propios terrenos vendiendo a las fábricas
de San Rafael y anexas; la madera y convirtiendo en yermo lo que
antes era monte cerrado. En otros términos los aludidos vecinos que
tienen terrenos suficientes para cultivarlos, quieren los de la Marquesa
para talarlos y abandonarlos, como han venido haciendo con los
suyos. Hago notar, además, que el monte propiedad de los pueblos de
Acazulco y Tepexoyuca, talado por ellos, era treinta veces mayor que
el que existe en la Marquesa.33

31
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 165, exp. 11 (VII-B-3 y 4), f. 121v., “Informe del vocal de la Comisión
Local Agraria Manuel A. Vilchis, 14 de abril de 1924”.
32
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 165, exp. 11 (VII-B-3 y 4), f. 118, “Informe del ingeniero Román C.
Manjarrez dirigido a la Comisión Local Agraria, 12 de marzo de 1924”.
33
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 165, exp. 11 (VII-B-3 y 4), f. 85, “Oficio de Pedro Bang dueño de la
hacienda de la Marquesa, 1 de marzo de 1922”.

193
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Así, es posible argumentar que los vecinos de los pueblos de Tepexoyuca


y Acazulco vieron en la reforma agraria el medio ideal para tratar de
recuperar ese bosque, que señalaban como comunal, a pesar de que había
sido fraccionado en 1891. No obstante, en 1929 el presidente de la república
concedió la dotación y no la restitución que alegaban los vecinos del pueblo.
La dotación fue de 835 hectáreas, lo que no logró satisfacer la demanda de los
vecinos porque se reconoció la propiedad adquirida por los particulares, es
decir, el bosque adjudicado en 1891.

Con respecto a la laguna de Lerma, se tiene noticia que desde 1870 los vecinos
de Lerma, Ocoyoacac y Tultepec se enfrentaron por conseguir la legalización
de su propiedad. En 1918 los vecinos de Tultepec solicitaron la restitución de
las ciénegas y lagunas del municipio de Lerma y posteriormente la dotación de
estos recursos. Los vecinos de este pueblo defendían esa propiedad diciendo

que si bien el artículo 27 constitucional prohíbe a los pueblos poseer


terrenos en común, esto se entiende cuando los posee como tales
pueblos; pero no cuando individualmente los poseen como sucede
con la ciénega mencionada, la que si no se ha dividido es por no ser
de fácil división y en la que cada uno de los promoventes ejerce actos
de verdadero dueño y poseedor.34

Una vez que las aguas de la laguna de Lerma así como su lecho y ribera fueron
declarados propiedad de la nación en 1924, los vecinos de Tultepec solicitaron
que se les reconociera su derecho al uso de esas aguas así como dotación de
tierras (Gaceta de gobierno, XVII, 1924: 283). En 1929 el gobernador resolvió
no conceder la dotación de ejidos al pueblo de San Pedro Tultepec.35 La razón
fue que como el río Lerma había sido declarado propiedad de la nación,
las ciénegas y lagunas gozaban de la misma condición; por ello sólo se les

34
AHEM, Comisión Agraria Mixta, exp. 3 (VII-A-1), f. 120, “Ocurso del abogado consultor dirigido a los
Miembros de la Comisión Local Agraria del Estado, 2 de septiembre de 1919”.
35
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 165, exp. 3 (VII-A-1), ff. 155-155v., “Resolución presidencial sobre
dotación de ejidos, 26 de octubre de 1929”.

194
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

confirmó su derecho de extraer tule, pescado y pato de la laguna.36 En 1929 se


revocó la resolución negativa y el presidente de la república les concedió una
extensión de 1,936 hectáreas de las cuales sólo se les otorgaron efectivamente
510. Las autoridades agrarias explicaron que no había terrenos disponibles
para la dotación completa. En 1930 el pueblo de Tultepec insistía en la
restitución, o en su defecto en la dotación de los bienes que habían disfrutado
en mancomún. Los vecinos insistieron que habían sido despojados por los
pueblos circunvecinos (Lerma, Ocoyoacac, Cholula y San Pedro Tlaltizapán)
y la hacienda de Texcaltenco. En 1939 se concedió la ampliación de ejidos al
pueblo de Tultepec, no obstante se continuó con el problema de que no había
tierras para efectuar la dotación, motivo por el que debieron esperar a que
se iniciaran los trabajos de captación de las aguas de los manantiales del río
Lerma para abastecer de agua a la ciudad de México.37

En vista de que este proyecto preveía la desecación de las lagunas de Lerma,


sólo entonces con los terrenos libres de las aguas era posible otorgar tierras
a los vecinos de Tultepec. En 1943 el presidente de la república dispuso que
los terrenos que quedaran al descubierto con motivo de la captación del agua
de los manantiales de Almoloya del Río, se reservaran para satisfacer las
necesidades de 20 pueblos, entre ellos San Pedro Tultepec.38

Buscar la restitución de bienes obedecía al interés de vecinos por recuperar


terrenos que habían sido de su propiedad. En 1922 los vecinos de San
Mateo Atenco desconocieron a Porfirio González como representante del
Comité Agrícola del pueblo porque solicitó dotación de tierras cuando lo

36
AGA, Restitución y dotación de tierras, exp. 2269, f. 26v., “Ocurso del abogado consultor del pueblo de
Tultepec Rodiles Maniau, 2 de septiembre de 1919”.
37
En 1942 se iniciaron esos trabajos de captación de las aguas de los manantiales de Almoloya del Río
que daban origen al río Lerma. Este proyecto generó dos efectos: proporcionar mayor cantidad de agua
a la ciudad de México y la desecación de las lagunas. Por tal motivo, los pueblos debieron enfrentar otro
proceso para obtener las tierras que quedaron descubiertas debido a que eran bienes de la federación
(Camacho, 1998: 273-279).
38
AGA, Restitución, Confirmación de Bienes Comunales, legajo 1, exp. 276.1/125, ff. 354-356, “Informe
respecto al estudio general relacionado con lo que solicitan los vecinos de San Pedro Tultepec sobre
confirmación de derechos comunales, 30 de agosto de 1947”.

195
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

que ellos buscaban era la restitución, debido a que contaban con títulos que
justificaban y amparaban la propiedad del pueblo.39

Pero la reforma agraria no fue la panacea que resolvió los problemas de los
pueblos. Muy pronto surgió una nueva inconformidad con el programa
agrario: pagar por el uso de recursos que antes eran de uso común para el
conjunto de los vecinos. En 1921 la Comisión Nacional Agraria propuso
recaudar fondos para evitar que “el cambio de la tenencia de la tierra” provocara
serias pérdidas tributarias. Esta iniciativa proponía que todo adjudicatario de
una parcela debía pagar un censo o renta a la nueva autoridad agraria (comité
particular administrativo), pero además debía pagar otro censo o renta por el
uso de “los terrenos de pasto, monte o arbolado que se disfrutaran en común”
(Aboites, 2003: 234-235).

Algunos vecinos argumentaron que una vez que la propiedad era concedida
como ejido no debían pagar por el usufructo al ayuntamiento. Sin embargo,
sí tuvieron que pagar a las autoridades agrarias por el derecho de uso de los
pastos. Juan N. García, vecino del pueblo de San Miguel Ameyalco, alegaba
que como vecino del pueblo tenía todo el derecho de gozar de los beneficios
de la dotación de ejidos concedida al pueblo de San Miguel:

me permito manifestar a usted que el presidente del comité quiere que


yo pague 25 centavos por cabeza por el permiso de pasteo cosa que
yo veo enteramente injustificada por ser ejido del pueblo de donde
yo soy originario y vecino, tanto más cuanto que yo no les he pedido
absolutamente nada de terrenos para sembrar, sino exclusivamente
pastos para mi ganado, por no tener donde mandarlos a comer.40

Además del malestar de los vecinos generado por la obligación de pagar


por el uso del pasto para sus ganados y por la explotación de la leña, los

39
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 66, E-VII-D-1, f. 318, “Ocurso dirigido al presidente de la Comisión
Agraria Mixta Vicente Reyes, 2 de octubre de 1922”.
40
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 165 (VII-A-2), f. 95, “Solicitud de Juan N. García dirigida al
presidente de la Comisión Local Agraria, 10 de junio de 1917”.

196
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

ejidatarios del pueblo de San Martín Ocoyoacac advertían que se estaban


cometiendo abusos por parte de las personas que integraban el Comité
Particular Administrativo. Denunciaban que “los componentes del comité
se reservaron las mejores tierras, y no sólo eso sino que tomaron para sí,
dos parcelas para cada individuo, distribuyéndose las demás de una forma
arbitraria”.41Además se quejaban amargamente sobre los impuestos que se
les cobraban

Que nos tienen verdaderamente agobiados, pues por el uso de una


parcela nos cobraron 2.25 anuales, y que a hoy se nos exigen 3.50[…]
de igual manera se nos exigen 0.50 por cabeza de ganado mayor y 0.12
por ganando menor, en el uso de los pastos; por extraer leña muerta
para uso doméstico, se nos cobra por un tercio 10 centavos cada
individuo, y asimismo están gestionando para conseguir se permita la
tala del pequeñísimo monte, con que se nos ha dotado.42

Antes era evidente la necesidad de dejar fuera al ayuntamiento del manejo


que ejercía del territorio. Sin embargo, la reforma agraria también implicó
cambios que causaron descontrol a los vecinos de la nueva familia ejidal,
como fue la obligación de pagar a las autoridades agrarias por la explotación
de recursos de uso común, así como los abusos en los que incurrieron las
nuevas autoridades ejidales. En 1925 los vecinos del pueblo de San Miguel
Ameyalco también se quejaban de que los integrantes del Comité Particular
Administrativo se negaban a otorgarles permiso para explotar el monte del
ejido. Tampoco daban cuenta del dinero que cobraba por el uso de los montes
y de los pastos pertenecientes al ejido del pueblo:

y que el mismo presidente hace recolecciones de dinero para diferentes


fines, sin que expidan los recibos correspondientes y sin que al pueblo
de conocimiento de el uso que hace tanto de esas cuotas, como de lo
que cobran por concepto de pastos, por lo que estiman que el cargo

41
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 69, exp. 1-602, f. 109, “Ocurso de los ejidatarios del pueblo de San
Martín Ocoyoacac dirigido al Presidente de la Comisión Nacional Agraria, 7 de abril de 1931”.
42
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 69, exp. 1-602, f. 109, “Ocurso de los ejidatarios del pueblo de San
Martín Ocoyoacac dirigido al Presidente de la Comisión Nacional Agraria, 7 de abril de 1931”.

197
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

que ocupa el señor Don Emilio Hidalgo, sólo a servido para que abuse
y estafe al vecindario.43

En suma, entre 1920 y 1930, los pueblos recibieron tierras de montaña tanto
de haciendas como de propietarios enriquecidos, los vecinos pudientes, por
efecto de la desamortización. En cierto sentido se puede decir que los pueblos
lograron corregir “los abusos desamortizadores” pero quizá lo más importante
fue que recuperaron porciones de terrenos vía la compra o la dotación, con
los que pudieron asegurar la vida pueblerina, ya sin el ayuntamiento, como
había ocurrido a lo largo del siglo XIX.

Una problemática comenzó a generarse en virtud de que las nuevas autoridades


ejidales empezaron a beneficiarse con el programa agrario posrevolucionario.
Como ya se vio, uno de los problemas fundamentales que enfrentaron los
vecinos de los pueblos antes de la reforma agraria fue precisamente el abuso
de las autoridades locales. Por ello cuando inició el programa de reparto
agrario pareció que las dificultades de los vecinos tendrían fin; sin embargo,
las diferencias comenzaron a surgir.

d) Continuidad de la organización pueblerina decimonónica:


El compromiso

Hasta aquí se ha tratado el proyecto agrario que adoptaron los pueblos en


relación con los terrenos que habían sido desamortizados, así como de los
que no se dividieron como fue el caso del piso de laguna. Corresponde tratar
ahora un caso particular que tiene un fuerte componente de continuidad
de la organización pueblerina decimonónica por su estrecha relación entre
vecinos, territorio y ayuntamiento. A diferencia del acaparamiento de los
montes en los pueblos de Coapanoaya, Acazulco y Tepexoyuca por parte
de algunos pudientes, el llano de “El Compromiso” tiene otra historia. El
nombre del llano se relaciona con el compromiso que asumieron los vecinos

43
AHML, Presidencia, vol. 55, exp. 8, “Informe de Emilio Hidalgo presidente del comité particular
administrativo, 17 de diciembre de 1925”.

198
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

de los barrios de Cholula, Santiaguito, San Miguel y Santa María con el


ayuntamiento de Ocoyoacac, para disfrutar del beneficio de una parcela de
ese llano en calidad sólo de arrendatarios. Se tiene noticia que desde ese año
se buscó su fraccionamiento, el que siempre resultó en intentos fallidos.44
En 1896 los vecinos del barrio de Santiaguito alegaban que el citado llano
formaba parte de los bienes comunales de los barrios de Cholula, San Miguel,
Santiaguito y Santa María. Asimismo expresaban que el presidente municipal
concedía el beneficio de explotar ese recurso a individuos que no eran vecinos
de los barrios:

El señor presidente municipal de dicho Ocoyoacac ha ido el día dos del


corriente [...] a señalar unas fracciones del mencionado llano, una para
el C. Anacleto Bentura que nos impide la entrada y salida a nuestras
humildes casas y chozas que tenemos construidas hace muchos años
y que por lo mismo, la inmemorial servidumbre de vía o camino la
hemos adquirido desde inmemorial tiempo y otra para el C. Esteban
Pavón, que es vecino de Coapanoaya y que por lo mismo no debe tener
parte en la repartición, pero aun cuando la tuviera, no se le debería dar
sino la que previamente fuese señalada y aprobada. Por estos hechos se
ve que el señor presidente municipal se arroja facultades que no tiene
y nos despoja de derechos adquiridos, pues nos veríamos obligados a
dejar y abandonar nuestras casas si se nos impide la entrada a ellas.45

Por su parte, el presidente municipal Paulino Fonseca advirtió que esos


terrenos pertenecían a los de común repartimiento de la ranchería del
“Pedregal”. En 1909 aparece un personaje más, Enrique González, dueño de
la hacienda de Texcaltenco, quien aseguraba que disfrutaba del uso del llano
en “mancomún” para que sus ganados pastaran con libertad. Este hacendado
se oponía al fraccionamiento del llano; exigía que en caso de llevarse a
cabo la repartición se le otorgara un pago por su derecho que tenía sobre el
terreno. Los beneficiarios del predio debían hacer ese pago; de no hacerlo,

44
AHML, Tierras, caja 6, exp. 8, “Solicitud de los vecinos del barrio de Santiaguito dirigida al jefe político,
4 de mayo de 1896”.
45
AHML, Tierras, caja 6, exp. 8, “Solicitud de los vecinos del barrio de Santiaguito dirigida al jefe político,
4 de mayo de 1896”.

199
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

no podrían tomar posesión de las parcelas.46 En 1908, en sesión de cabildo


se discutió la importancia de fraccionar el citado llano por dos razones:
la primera era la necesidad de los vecinos de contar con una parcela para
mantener a sus familias y la segunda, “más urgente”, para mejorar los fondos
municipales debido a que no les era posible sufragar los gastos “tan crecidos
de la municipalidad”. De ahí el interés del ayuntamiento de promover el
fraccionamiento para aumentar la recaudación.47 En 1910 los vecinos de los
cuatro barrios hicieron una nueva solicitud al ayuntamiento para dividir el
llano de “El Compromiso” y cubrir así las necesidades más apremiantes de
sus familias:

Los que suscribimos salvas las protestas necesarias ante Ud.


Respetuosamente comparecemos exponiendo que en atención a
las grandes dificultades que hay para ganarse lo necesario para la
subsistencia y comprendiendo que la única fuente de riqueza es la
agricultura, pedimos a esa H. corporación se fraccione el llano de el
Compromiso y la ciénega que corresponde a esta municipalidad y la
que ya está deslindada y cuya escritura y copia se adjunta al Superior
Gobierno del Estado, en esta virtud encarecemos muy atentamente
como antes decimos, se repartan dichos predios entre la gente pobre
de este pueblo, para que con su trabajo personal en estos terrenos
divididos puedan obtener lo necesario para el sostén de su familia.48

En virtud de que el fraccionamiento no se llevó a cabo, en 1916, algunos


vecinos del barrio de Cholula comenzaron a realizarlo por su cuenta. Sin
embargo, los líderes de esos vecinos fueron aprehendidos por las autoridades
municipales.49 Pese a ello los vecinos de Cholula continuaron fraccionando los

46
AHML, Tierras, caja 9, exp. 4, 1909, “Informe del jefe político de Lerma dirigido a Enrique González, 24
de mayo de 1909”.
47
AHMO, Actas de Cabildo, vol. 4, 1908, f. 70v., “Sesión de cabildo, presidente municipal Luis G. Pliego, 22
de octubre de 1908”.
48
AHML, Tierras, caja 10, exp. 6, 1910, “Solicitud de los vecinos de los barrios de Santiaguito, San Miguel,
Cholula y Santa María dirigida al ayuntamiento de Ocoyoacac, 14 de febrero de 1910”.
49
AHEM, Gobernación, serie Gobernación, vol. 203, exp. 12, f. 1, “Informe del presidente municipal de
Ocoyoacac dirigido al secretario general de gobierno, 5 de mayo de 1916”.

200
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

terrenos.50 Debido a estas diferencias, en 1920 y 1921 el gobernador Agustín


Millán autorizó al ayuntamiento de Ocoyoacac a fraccionar el llano de “El
Compromiso” en beneficio de los citados pueblos. En este fraccionamiento
los vecinos quedaron en calidad de arrendatarios según el contrato que
celebraron con el ayuntamiento. Los vecinos pagaban al ayuntamiento de
Ocoyoacac entre 19 y 27 pesos; sin embargo los contratos quedaban sujetos
a la voluntad del presidente municipal o del síndico, quienes en ocasiones
anulaban el contrato que tenía alguno de los poseedores para concederlo a
otros de “su simpatía o parientes”. La extensión del llano era de 167 hectáreas,
que se dividieron de la siguiente manera:

se dividió en cuatro partes, para Santiaguito, San Miguel, Santa María y


Cholula, tocándole a cada uno, respectivamente con arreglo al número
de habitantes y en la forma que a continuación se expresa: Al barrio
de San Miguel a cada agraciado 2,982 metros cuadrados; al barrio de
Santiaguito a cada agraciado 2,314 metros cuadrados; al barrio de
Santa María a cada agraciado 1,793 metros cuadrados; cuyas parcelas
las poseen en carácter de arrendamiento y por 20 años según contrato
con el ayuntamiento de esta localidad.51

A pesar de que al principio del párrafo citado el llano se dividió en cuatro


partes, el barrio de Cholula no fue considerado porque se decía que ya
contaba con suficientes tierras de labor.52 Esta decisión causó enorme disgusto
a los vecinos de Cholula. En años posteriores buscaron por todos los medios
evitar que el ayuntamiento continuara arrendando ese llano a los vecinos
de los otros barrios. Consideraban que el llano era comunal y por lo tanto
como propietarios originales no estaban obligados a pagar el arrendamiento.
Durante la década de 1940 se generó una gran inconformidad entre los
vecinos de los barrios pues se negaban a continuar pagando al municipio por
50
AHEM, Gobernación, serie Gobernación, vol. 229, exp. 36, f. 1, “Comunicación del presidente municipal
de Ocoyoacac Magdaleno Novoa dirigida al secretario de gobierno en la que informa de la detención del
juez auxiliar de Cholula, 21 de enero de 1919”.
51
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 69, exp. 03 (1-602), f. 37, “Dictamen referente al asunto
restitudotatorio de tierras, relativo al pueblo de Ocoyoacac, 1922-1941”.
52
AHEM, Fondo Fomento, serie aguas, vol. 6, exp. 27, f. 18, “Informe de Rodolfo González dirigido al
Director del Departamento de Tierras y Aguas, 25 de mayo de 1918”.

201
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

terrenos que consideraban que eran de su propiedad; por ese motivo buscaron
la titulación de sus bienes comunales.53 Este hecho provocó descontento
entre las autoridades municipales pues durante más de 20 años gozaron del
beneficio de arrendar unos terrenos sin que hubiera el mínimo disgusto entre
los vecinos beneficiados. El cambio de actitud de los vecinos resulta evidente
pues entre la posibilidad de la confirmación de bienes comunales, trataron de
dejar fuera al ayuntamiento del control que ejercía sobre el llano, tal y como
había ocurrido en décadas anteriores.

En 1930 se resolvió dotar con 406 hectáreas a los barrios pertenecientes a


Ocoyoacac, resultando afectadas las haciendas de Texcaltenco, Jajalpa y
Texcalpa.54 Una vez que se otorgó la posesión definitiva del ejido a los citados
pueblos el presidente municipal se negó a firmar el certificado de posesión
definitiva. Esta actitud se debe a que los ayuntamientos no tenían injerencia
en los ejidos de los pueblos, así como por las pérdidas al tesoro municipal
porque los ejidos dejaron de aportar ingresos al municipio.55 No obstante, en
1931 los ejidatarios de los pueblos de Ocoyoacac se quejaban de los excesivos
impuestos que cobraba el Comité Particular Administrativo. Estaban
obligados a pagar por el pastoreo así como por la extracción de leña muerta
para uso doméstico, cuando antes contaban con este beneficio sin cobro
alguno por el simple hecho de ser vecinos del pueblo.56 Como se ve, el nuevo
53
En años posteriores los vecinos de los barrios de Ocoyoacac trataron por todos los medios de que
el llano de “El Compromiso” fuera confirmado como bien comunal debido a que “El convenio que se
aprobó consistió en el reparto proporcional de dicha superficie, de acuerdo con el número de familias
de cada barrio. Pero nunca para entregar tales tierras al municipio de San Martín Ocoyoacac, para que
dispusiera de ellas a su antojo arrendándolas a los propios comuneros por considerables cantidades de
dinero, o vendiéndolas a personas distintas como lo había venido haciendo hasta hace cinco o seis años
que los comuneros nos opusimos a tales actos ilegales”. Ocurso de los representantes comunales dirigido
al Consejo Agrario por el Estado de México. AGA, Restitución, confirmación y resolución de bienes
comunales, exp. 276.1/125, legajo 2, f. 3.
54
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 69, exp. 3 (1-602), f. 82, “Comunicación dirigida al Presidente de la
Comisión Local Agraria, 28 de febrero de 1930”.
55
AHEM, Comisión Agraria Mixta, vol. 69, exp. 3(1-602), f. 97, “Certificado de posesión definitiva
presentado por Victoriano Zepeda representante de la Comisión Nacional Agraria, 26 de febrero de 1930”.
56
En la década de los cuarenta los llanos de “El Compromiso” y “El Pedregal” fueron declarados propiedad de
la nación. Estas tierras nacionales después las reclamó el ayuntamiento de Ocoyoacac en virtud de que al ser
abiertas al cultivo los arrendatarios pagaban una renta al ayuntamiento; al ser declaradas de la nación estas
tierras dejaban de generar ingresos a las arcas municipales, motivo del malestar de las autoridades de Ocoyoacac.
Véase AGA, Reconocimiento, confirmación y titulación de bienes comunales, exp. 276.1/3751, legajo 3.

202
La reforma agraria y la fractura de la organización pueblerina
decimonónica, 1910-1930

conflicto que se generó tiene que ver con el cobro exigido a los vecinos por las
autoridades agrarias en virtud del uso de los recursos productivos. La idea de
la vecindad de la que hablamos en los capítulos anteriores sin duda perdía su
sustento, pues el solo hecho de ser vecinos ya no les otorgaba el beneficio de
explotar los recursos que antes eran de uso común y por los que no pagaban.
Si bien es cierto que la mayor parte de los recursos productivos quedaron en
manos de los pueblos a pesar de las leyes de desamortización, no fue posible
evitar la concentración de esos recursos al interior de ellos. En este sentido
la reforma agraria implicó por lo menos cuatro puntos de transformación
en los pueblos de ambos municipios. El primero se refiere al descontento
que generaron las autoridades locales a los vecinos por acaparar las tierras
o en su defecto beneficiar a los pudientes del pueblo. Segundo, la reforma
agraria permitió aumentar los terrenos a los pueblos, pues las tierras de las
escasas haciendas fueron afectadas a pesar del alegato de los dueños quienes
se quejaban de que los pueblos solicitantes tenían las tierras suficientes
para cubrir sus necesidades agrícolas. Tercero, la reforma agraria abrió la
posibilidad a los vecinos de recuperar tierras que eran comunales y que ellos
mismos habían vendido a los vecinos pudientes de los pueblos; ello no significa
que lograron el objetivo por completo, aunque sí resultó un instrumento para
intentar recuperarlos. Cuarto y último, la reforma agraria fue el instrumento
ideal para desplazar al ayuntamiento del control territorial que ejercía sobre
los recursos productivos, pero al mismo tiempo este programa federal generó
un nuevo malestar, pues los vecinos se quejaban de que ahora las autoridades
agrarias cobraban por el uso de los recursos productivos. Finalmente hay que
mencionar que en el caso del llano de “El Compromiso” se vislumbra también
la traición del ayuntamiento al permitir que vecinos ajenos aprovecharan este
recurso a vecinos ajenos a los barrios. Este malestar sólo inició hasta 1940
pues antes de esta fecha los vecinos negociaron con las autoridades locales
para usufructuar este llano. Según ellos, usufructuar una parcela les daba la
propiedad. Sin embargo, en 1940, cuando las autoridades locales insistieron
en promover la desigualdad y permitir la entrada de vecinos ajenos, los
vecinos buscaron que el llano fuera dotado como ejido para dejar fuera al
gobierno local.

203
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

En el siguiente capítulo se aborda el desplazamiento de la autoridad local,


básicamente en el rubro fiscal, la continuidad de lo que en ese momento
los vecinos llaman traición del ayuntamiento al vecindario y la formación
de la nueva familia ejidal. El proyecto agrario también generó nuevas
inconformidades entre los vecinos, los cuales tuvieron que adecuarse a los
cambios que este proyecto agrario les imponía.

204
El desplazamiento del ayuntamiento en el
proyecto agrario posrevolucionario
Capítulo V

La hipótesis central de este trabajo da énfasis a la posición del ayuntamiento,


en virtud de que esta corporación, pieza fundamental de la organización
pueblerina durante el siglo XIX, resultó perjudicada por la aplicación de la
reforma agraria, debido principalmente a que los nuevos ejidatarios dejaron
de pagar el impuesto territorial que antes ingresaba a las arcas municipales.
Este fenómeno tributario no sólo ocurrió a nivel municipal sino también
estatal. Entre 1910 y 1920, en el Estado de México se registró una drástica
caída de los ingresos fiscales, en virtud de que el gobierno estatal sufrió una
progresiva pérdida del impuesto predial (Riguzzi, 2001: 204). Riguzzi señala
que la contribución predial representó tradicionalmente “el pilar del edificio
hacendario” de los estados (Riguzzi, 1999: 206).

Durante el siglo XIX las medidas liberales tendieron a fomentar la propiedad


individual de la tierra. En un principio estas prácticas beneficiaron a las
arcas municipales. Sin embargo a finales del siglo XIX se observa que esta
tendencia se revirtió en el caso de los municipios de Lerma y Ocoyoacac,
debido a que el gobierno estatal comenzó a decretar algunas disposiciones
tendientes a limitar la injerencia del municipio en el control territorial. Las
medidas agrarias posteriores a 1915 consolidaron la tendencia a dejar fuera al
ayuntamiento del manejo de los recursos que antes eran fuente fundamental
de ingresos de la hacienda municipal, según se vio en el tercer capítulo. En
este capítulo se tratará de mostrar que la dotación de ejidos a los pueblos
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

canceló, quizá de manera definitiva, el dominio territorial que gozaba el


ayuntamiento decimonónico. Si antes los vecinos buscaron organizarse en
sociedades locales, después de 1915 hallarían apoyo en el programa ejidal
impulsado sobre todo por el gobierno federal.

a) Fin de la gran familia decimonónica y el inicio de la nueva familia ejidal

En capítulos anteriores se ha subrayado la continuidad económica en la


zona y la débil presencia de grandes propietarios. El dominio sobre los
recursos productivos era ejercido por el gobierno local y los pueblos. Es
importante recordar un aspecto que resaltamos en el tercer capítulo en el que
se aborda el inicio del enfrentamiento entre el ayuntamiento y el vecindario:
la presencia de autoridades locales que controlaron el poder político y que se
beneficiaron con la desamortización de ciertas clases de tierras, como fue el
caso de las familias Fonseca y Palmero en Ocoyoacac y los León y Lechuga
en Lerma. Como ya se señaló en el segundo capítulo, la noción de la “gran
familia” era fundamental para el buen funcionamiento de la organización
pueblerina. El ayuntamiento administraba el uso de los recursos productivos
de los pueblos. Los vecinos a su vez reconocían a la autoridad local siempre y
cuando no resultaran perjudicados con la administración que hacían de sus
recursos. Sólo así, en términos de esa reciprocidad, se explica su lugar como
“hijos del pueblo”.

Sin embargo, los ayuntamientos como se observó entre 1890 y 1910


incumplieron cada vez más su papel, e incluso se fueron en contra del
vecindario. Un caso que ejemplifica bien la continuidad de esta postura cada
vez más antagónica de las autoridades locales fue el que enfrentaron los
vecinos del pueblo de Cholula con Enrique González, dueño de la hacienda
de Texcaltenco. Éste es uno de los pocos enfrentamientos en la zona entre un
pueblo y un hacendado, que además era presidente municipal. Sin embargo
refleja bien la posición que adoptaron los vecinos de Cholula, quienes
buscaron el apoyo del gobierno del estado para evitar la pérdida de sus
recursos. En una carta dirigida al gobernador del estado en 1911 señalaban:

206
El desplazamiento del ayuntamiento en el
proyecto agrario posrevolucionario

Los abajo suscritos vecinos de Ocoyoacac municipalidad del mismo


nombre del distrito de Lerma [...]decimos que en nuestros terrenos de
ciénega y pastos perfectamente titulados [...] y comprendidos en los
linderos Chimaliapan; Pastoría, Tlalpujahuilla y Agua Blanca, siempre
hemos tenido pastos y aprovechamientos ya para nuestros ganados
ya para satisfacer algunas necesidades de la vida. A últimas fechas se
nos impide ese uso sino que[...]nos quita el pasto que ya habíamos
cortado [...] Como no es posible quejarnos en la presidencia donde
el señor González manda en absoluto ni ante el Conciliador que está
a sus órdenes o en la jefatura que ningún aprecio hace ocurrimos a
usted en demanda de garantías y haciéndole saber lo que ocurre para
que ponga el remedio.[Suplicamos] se prevenga a dicho presidente y
en general a las autoridades del Distrito que ningún mal nos causen
ni busquen pretextos para perjudicarnos, como saben hacerlo, pues
somos ciudadanos pacíficos y honrados que respetamos las leyes.1

Resalta la fuerza política del propietario de la hacienda en virtud de que en ese


momento era el presidente municipal de Ocoyoacac. No se debe olvidar que
también era uno de los principales acaparadores de tierras comunales entre
1908-1910. Los representantes de Cholula señalaron que Enrique González
había aprovechado su puesto para adquirir las mejores tierras que estaban
en litigio entre los pueblos de Cholula y San Mateo Atenco.2 El gobernador
dispuso que el jefe político de Lerma atendiera a los quejosos. Pero los vecinos
señalaron su malestar por esa decisión, en virtud de que:

como el jefe político de entonces estaba educado en la escuela de


la época amenazó a todo el mundo con enviarlos al contingente si
reclamaban por el despojo, tarea en la que Enrique González lo ha
ayudado siempre pues además de que es un cacique de la antigua
usanza es afectísimo a cometer arbitrariedades. Además el hecho
principal que motivó nuestra queja quedó comprobado que ese terreno
señalado es de la población y hoy lo detenta el señor González quien

1
AHML, Tierras, caja 11, exp. 3, “Relativo a la cuestión de límites entre los vecinos del pueblo de Cholula
y el dueño de la hacienda de Texcaltenco, 29 de junio de 1911, ocurso dirigido al gobernador del estado
de México”.
2
AHML, Tierras, caja 11, exp. 3, “Ocurso de los vecinos de Cholula dirigido al jefe político de Lerma”.

207
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

por medio de sus empleados nos despojó de nuestros útiles de trabajo


e impidiéndonos entrar al terreno.3

Enrique González argumentó que los verdaderos invasores eran los vecinos
de Cholula. En 1913 continuaron los enfrentamientos entre los vecinos de
Cholula y las autoridades locales. Al no obtener respuesta del gobernador ni
de sus autoridades locales, los vecinos decidieron adjudicarse los terrenos que
ellos consideraban de su propiedad sin la autorización del ayuntamiento. Más
tarde, el gobernador del estado señaló que el poder judicial debía resolver
el conflicto en virtud de que los terrenos que se habían adjudicado los de
Cholula se inundaban en la época de lluvias, motivo por el que formaban
parte de los bienes de la federación:

Dada cuenta al C. Gobernador [...] y como por otra parte, las parcelas
que ocupan algunos vecinos de Cholula son pertenecientes a terrenos
que quedan al descubierto en tiempo que baja el nivel de las aguas de
la laguna inundándose después en el de lluvias, y que éstos los vienen
sembrando desde el año de 1911, sin que por esto hayan reconocido
propiedad alguna, pero que sí están en posesión y en ésta no se les
podría inquietar por la autoridad política en virtud de no ser de la
incumbencia de éstas sino de la autoridad judicial [...] este gobierno
nada puede resolver a tal respecto, y si que los vecinos que están en
posesión de las repetidas parcelas, sigan en ella, hasta tanto, como
se ha dicho, se define cuál es la extensión del terreno que pertenezca
a la federación, para que entonces, el que quede a favor del pueblo
sea fraccionado y repartido, previos los trámites legales, entre los
padres cabezas de familia de la localidad, conforme a las disposiciones
generales y locales sobre la materia.4

Esta posición antagónica del ayuntamiento a la “gran familia pueblerina”, era


sólo otro episodio de la traición del ayuntamiento a la familia decimonónica,
a la que hicimos referencia en capítulos anteriores. Ahora bien, esta familia
3
AHML, Tierras, caja 11, exp. 3, “Ocurso de los vecinos de Cholula dirigido al gobernador del Estado de
México, 6 de julio de 1911”.
4
AHML, Tierras, caja 12, exp. 7, “Ocurso del secretario general de gobierno dirigido al jefe político de
Lerma, 22 de abril de a 1913”.

208
El desplazamiento del ayuntamiento en el
proyecto agrario posrevolucionario

vio con buenos ojos la iniciativa agraria de 1915 que dispuso el otorgamiento
de conceder ejidos a los vecinos y contempló la injerencia de la autoridad
federal en el control de las tierras concedidas. Por lo anterior es posible
vislumbrar una confluencia entre intereses locales (familia) y un grupo
político nacional que quizá sabiendo de los antagonismos locales ofrecía un
nuevo pacto con los vecinos (que por supuesto luego traicionaría). Es en 1913
cuando encontramos por primera vez la palabra traición entendida como la
falta de cumplimiento de las autoridades locales a la gran familia en su papel
de protector y vigilante de los intereses de sus hijos, es decir, en el sentido
de cómo pretenden los vecinos que respondan las autoridades locales a sus
intereses. Un grupo de vecinos del pueblo de San Mateo Atenco dirigió una
solicitud al gobierno del estado:

Los que suscribimos vecinos de San Mateo Atenco [...] exponemos


[...] siendo nosotros comisionados por el mayor número de vecinos
de nuestro expresado pueblo[...] manifestamos y pedimos justicia
que nuestro ayuntamiento nos es hostil tenemos un año y meses que
nosotros estamos pidiendo, el deslinde y fraccionamiento y reparto
de nuestros ejidos y no se ha podido verificar, sino de lo contrario
en vez de que nuestro ayuntamiento solicitara a este ministerio dicho
deslinde y fraccionamiento de nuestros ejidos y por lo contrario pidió la
desecación por lo cual no está conforme el pueblo de ver la traición del
síndico procurador y de otros particulares unidos con los hacendados
que nos rodean y como sabemos que los antiguos caciques hicieron
una transacción con los hacendados y nos han reducido mucho y
donde hicieron una escritura que ni este ministerio tuvo conocimiento
y por lo cual pedimos esta merced que seamos oídos para que se lleve
a cabo dicho deslinde y que el ayuntamiento entrante vea por nuestro
pueblo como hijos y nosotros lo veremos como padres de menores por
lo que pedimos todos en voz alta que no sea la desecación porque es
una ruina para nosotros.5

5
AHML, Tierras, caja 12, exp. 8, “Ocurso dirigido al jefe político de Lerma por el secretario de estado y
despacho de Fomento, Colonización e Industria, 14 de febrero de 1913”.

209
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Si bien es cierto que el antagonismo entre el ayuntamiento y los vecinos del


pueblo se logró apreciar en las dos últimas décadas del siglo XIX, esta traición
se hizo más evidente después de 1910, año en el que aparecen diversas quejas
en las que se argumenta que el ayuntamiento los traiciona ya sea porque cedió
tierras a los caciques del pueblo o porque permitía la entrada a vecinos ajenos
con el argumento de obtener ingresos en beneficio de las arcas municipales.
En 1910 los vecinos de los pueblos de Santiaguito, San Miguel y Cholula,
pertenecientes al municipio de Ocoyoacac, se quejaron ante el gobernador
del estado porque los ganados de los vecinos de San Miguel Almaya,
pertenecientes al municipio de Capulhuac, se introducían en los pastos que
eran propiedad de los citados pueblos. Los vecinos se propusieron indagar la
causa de la invasión del ganado. No tardaron mucho en dar con el motivo: un
permiso que el presidente municipal de Ocoyoacac les había concedido a los
de Almaya. La queja se manifestó en los siguientes términos:

Es triste cosa señor gobernador, que la autoridad municipal que era la


que debía velar por los intereses del pueblo sea la primera que olvide
sus deberes y favorezca a extraños en detrimento de propios, y más
triste todavía que no haya quien le vaya a la mano a pesar de que
la ley da a las autoridades políticas de los distritos jurisdicción sobre
los ayuntamientos y no obstante esto, la corporación municipal no ha
recibido ningún extrañamiento.6

Antes de 1880 las autoridades locales de Lerma y Ocoyoacac trataron de


mantener el uso común de los recursos sólo en beneficio de los mismos
vecinos de los pueblos, debido a que sólo ellos contaban con ciertos derechos
y obligaciones que les permitía formar parte de esa organización pueblerina.
No obstante, esa organización comenzó a debilitarse una vez que las
autoridades locales comenzaron a traicionar a la “gran familia”. Los vecinos
de San Miguel, Santiaguito y San Pedro Cholula argumentaron un cambio
de actitud de sus autoridades como representantes de los pueblos en relación

6
AHEM, Fondo Gobernación, Serie Gobernación, vol. 149, exp. 4, f. 1, “Ocurso de Antonio Monroy, Vidal
Méndez, Modesto Alanis y otros vecinos de los pueblos de Santiaguito, San Miguel y Cholula dirigido al
gobernador del estado, 13 de abril de 1910”.

210
El desplazamiento del ayuntamiento en el
proyecto agrario posrevolucionario

con el manejo de los pastos. Después de 1910 estas autoridades adoptaron


una posición distinta, quizá por la falta de ingresos, pues no hay que olvidar
que en el caso de Ocoyoacac, de acuerdo con la información que se presentó
en el tercer capítulo sobre ingresos, no hay un incremento por concepto
de censos al 6%.7 Si entre 1904-1905 el ayuntamiento obtenía 133.88 de
ingresos por ese rubro, entre 1912-1913 sólo percibía 5.40. La diferencia
resulta evidente. Por tanto, es posible que las autoridades obtuvieran un
beneficio económico al otorgar permisos sin autorización del vecindario
(Ver las gráficas 1 y 2). Este cambio de posición se explica incluso en el
hecho de que cuando se trató de fraccionar el llano “El Compromiso”, las
autoridades locales acordaron que cada uno de los beneficiarios tendría el
usufructo como arrendatario, más no la propiedad. El pago por ese derecho
debía ir a las arcas municipales. Con este arrendamiento el ayuntamiento
se recuperó de las bajas sufridas en sus fondos. Así, tenemos una familia
pueblerina traicionada por el ayuntamiento en el momento en el que
empezaba a dibujarse el proyecto federal de dotar de ejidos a los pueblos. El
Estado, más que constituirse en protector de los pueblos, pretendió lograr su
fortalecimiento debilitando las arcas municipales al otorgarles ejidos a los
pueblos, destruyendo con ello la principal fuente de recursos que implicaba
el dominio territorial por parte del ayuntamiento. Corresponde ver ahora
ese retroceso en la hacienda municipal, visto en función de un paulatino
atraso de la misma hacienda pública estatal.

b) La hacienda pública

Algunos estudiosos han apuntado que desde 1824 se inició un creciente


y paulatino proceso de centralización política y económica. Destacan que

7
Sin duda, el conflicto entre vecinos y ayuntamiento se relaciona con la desigualdad social de la
organización pueblerina. En 1892 los vecinos de Ocoyoacac dirigieron un ocurso al jefe político de Lerma
en el que solicitaban que se repartiera entre los vecinos el llano pastal denominado “El Compromiso”, que
a pesar de haber acudido a la autoridad local para que verificara la repartición, esta autoridad respondió
“que aún no es tiempo de repartir”. Los vecinos solicitaron la repartición debido a que el ayuntamiento ya
había fraccionado un monte entre los vecinos de Coapanoaya pero expresaron que sólo se había repartido
entre “las personas más acomodadas y capitalistas de la municipalidad”. Ocurso presentado por los vecinos
de Ocoyoacac, 3 de agosto de 1892. AHML, Tierras, caja 3, exp. 14.

211
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

poco a poco la federación captó la mayor parte de los recursos financieros


del país, en especial desde el porfiriato. No obstante esta captación de
recursos mostró que la estructura tributaria federal era insuficiente, lo que
llevó a la ampliación de sus poderes fiscales en detrimento de los estados y
municipios (Gil, 1981: 87-88).

En un estudio reciente se analizan los ingresos brutos en los tres niveles de


gobierno, y se concluye que entre 1910-1949 los federales aumentaron siete
veces, los estatales más de tres veces y los municipales no alcanzaron ni
siquiera 50% de aumento (Aboites, 2003: 35-36). Esta información permite
entender el paulatino deterioro que sufrieron las haciendas estatal y municipal
en beneficio de la federal, durante las primeras décadas del siglo XX.

Un golpe a los ingresos estatales fue la disminución de los recursos tributarios


captados por concepto de predial y de los gravámenes a la industria y el
comercio. Las pérdidas por concepto de predial eran claras: de 37% que se
obtenía entre 1900-1911, sólo se registró 18% entre 1926 a 1943 (Aboites,
2003: 42). En el Estado de México el impuesto predial era uno de los pilares
de las finanzas locales, pero las medidas agrarias tendieron a golpear este
ingreso.8 En este proceso de fortalecimiento de las finanzas federales, los
ingresos municipales resultaron seriamente disminuidos.

El reparto agrario y la aparición de los ejidatarios debilitaron a las tesorerías


municipales debido a que las tierras entregadas a los ejidatarios dejaron de
ser vistas en términos mercantiles, como lo habían planteado los liberales
decimonónicos. Las tierras de los grandes propietarios que antes de 1915
pagaban impuestos, dejaron de hacerlo con las afectaciones para dotar
8
Este golpe a la hacienda estatal fue severo y no fue bien recibido por los gobiernos estatales. Muestra
de ello es que en 1919 la Comisión Nacional Agraria informaba que “en muchos casos los propietarios
de tierras expropiadas para restituir o dotar de ejidos a los pueblos siguen pagando íntegras las
contribuciones de sus fincas; unas veces espontáneamente y con la mira de hacer valer ese hecho en contra
de la expropiación y otras porque los gobiernos locales les exigen ese pago y no siendo esto justo para los
expropiados”. Ante esta situación el presidente de la república decretó que los propietarios a quienes se les
haya expropiado alguna extensión del terreno para dotar a pueblo, ranchería, no estaban obligados a pagar
la contribución por la superficie dotada a la hacienda estatal. Sesión de cabildo del 16 de octubre de 1919,
siendo presidente municipal Emilio Monterrubio. AHMO, Actas de Cabildo, vol. 4, f. 79v.

212
El desplazamiento del ayuntamiento en el
proyecto agrario posrevolucionario

a los ejidatarios. Estos, por si fuera poco, tampoco pagaron a la hacienda


municipal. Tal excepción ejidal tampoco era un triunfo para los pueblos pues
al aceptar ese “privilegio”, también aceptaban la pérdida de propiedad de la
que antes gozaban.

La tendencia que se refleja en algunos estados de la república es el debilitamiento


del poder de los ayuntamientos. En Veracruz los ranchos, barrios y colonias,
fueron elevados a rancherías, posteriormente a congregaciones y por último
a pueblos. Con esta condición era posible que se les dotara de tierras ejidales,
pero lo más importante es que podían elegir agente municipal, con lo que
reducían la influencia de las autoridades municipales, de la burguesía y de los
grandes propietarios sobre sus recursos (Ginzberg, 2000: 710). En Puebla, se
observa que a finales del siglo XIX hay una creciente dependencia municipal
con respecto a los recursos federales y estatales. Esta debilidad hacendaria se
explica por el bajo rendimiento de los propios recursos municipales (Téllez y
Brito, 1990: 962), pues en la primera mitad del siglo XIX estos representaban
alrededor del 50% de los ingresos municipales (Téllez y Brito, 1990: 959).

Este debilitamiento de las cuentas municipales se ve también reflejado en el


Estado de México. Sobre la hacienda pública de Estado de México, Riguzzi
destaca tres etapas: la primera cubre los años de 1887-1888 que se caracterizó
por el estancamiento de los ingresos y la capacidad de recaudación; el
segundo de 1888-1889 y 1906-1907; en su primera fase presentó un acelerado
crecimiento de los ingresos y en 1906-1907 fue cuando el monto de los ingresos
llegó a su máximo punto. La última etapa comprende el periodo de 1910-
1920 y se refiere al estancamiento y la rápida caída de los ingresos (Riguzzi,
1994: 227). Después de 1910 la hacienda pública estatal vivió tiempos de gran
deterioro. Muestra de ello es que sólo hasta 1927 la administración estatal
logró pagar los sueldos íntegros de los servidores públicos. En relación con
los efectos que provocó la reforma agraria a la hacienda estatal, Riguzzi afirma
que “La creación de los ejidos sustrajo una parte importante de la riqueza
inmueble al erario público, generando un fenómeno de extraterritorialidad
fiscal”, en virtud de que el valor fiscal de los ejidos se fijó en niveles muy

213
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

bajos. Los ejidatarios era un sector social que poco aportaba al erario estatal
(Riguzzi, 2001: 227 y Riguzzi, 1999: 201). Corresponde analizar el impacto
que tuvo el proyecto agrario del Estado mexicano en la hacienda de estos dos
municipios del sur del valle de Toluca.

c) Cuentas debilitadas

En el tercer capítulo se señaló la caída de los ingresos municipales por concepto


del dominio territorial a finales del siglo XIX y en la primera década del siglo
XX. Este fenómeno permite entrever, como señala Annino, una fractura en
la organización pueblerina. Una vez que se establecieron los ayuntamientos
electivos entre 1820 y 1824, el logro de los pueblos consistió en alcanzar un
autogobierno que gozaba de “contribuciones, bienes comunales y justicia”.
La ley de 1856 reconoció que los ayuntamientos habían logrado conservar
las tierras de los pueblos, asimismo fue esta corporación la que en ocasiones,
como se demostró en este trabajo, obstaculizó el desarrollo de una sociedad
de propietarios individuales (Annino, 1995: 221-222). Esta separación entre
el Estado y el dominio territorial que ejercían los ayuntamientos, comenzó
a disminuir a finales del siglo XIX por una paulatina injerencia del gobierno
estatal y posteriormente federal.

Annino señala que en el siglo XIX se observa una fractura entre el gobierno
federal y los ayuntamientos en el proceso de construcción del Estado
nacional (Annino, 1995: 178). Asimismo, este autor considera que el
fortalecimiento del Estado mexicano sólo se logró a través de la decadencia
de los órganos locales. El análisis de la economía local nos permite observar
un paulatino desplazamiento de la hacienda municipal, en cuanto al control
territorial del que hemos hablado. Este desplazamiento se deriva de la
injerencia de los gobiernos de los estados sobre los recursos que antes sólo
competía a las autoridades locales. Debido a éstas prácticas que lesionaban
la economía local, los municipios se vieron obligados a buscar otras fuentes
de ingresos (fiel contraste, mercados, plazas, venta de bebidas embriagantes,
registro civil, licencias, multas y recargos entre otros). Por ello, Merino

214
El desplazamiento del ayuntamiento en el
proyecto agrario posrevolucionario

considera que el municipio llegó al siglo XX debilitado en virtud de que


sus funciones quedaron limitadas a cinco aspectos: “preparar los procesos
electorales, cobrar los impuestos que ordenara la legislatura local, cuidar de
la policía, administrar los establecimientos de instrucción primaria y vigilar
el funcionamiento de los servicios públicos y bienes comunes donde los
hubiera” (Merino, 1998: 213).

Tlaxcala ilustra esta tendencia progresiva del centro del país en relación con
las medidas estatales que tendieron a debilitar la hacienda municipal. En
1897 se decretó una nueva ley de hacienda en la que se establecía que las
propiedades rústicas que tuvieran un valor superior a los 100 pesos estaban
obligadas a pagar un impuesto del 8 al millar. Otro punto importante de ese
decreto se refiere al pago que debían realizar los propietarios que tuvieran
dos o más terrenos que separados no sumaran los 100 pesos, pero que juntos
representaban el valor requerido. Esta medida es importante, ya que obligó a
pagar a muchos que contaban con varios terrenos cuyo valor era menor a 200
pesos. Este hecho refleja una creciente presión fiscal de la autoridad estatal
que posteriormente se trasladaría a la autoridad federal (Rendón, 1993: 19).
Rendón Garcini señala que estas medidas propiciaron un gran descontento
entre la población debido a que obligaba a los vecinos a pagar un impuesto
que no estaban acostumbrados a cubrir.

En el caso de los municipios que se analizan en esta investigación se observa


que los arbitrios se incrementaron y se hicieron más relevantes que los ingresos
provenientes de los propios a finales del siglo XIX y las tres primeras décadas
del siglo XX. Esto es, aumentaron los ingresos por concepto de mercados,
plazas públicas, registro civil y venta de bebidas embriagantes.

En el Estado de México, la legislatura estatal estableció dos decretos en los


que se pretendió reducir el control territorial que ejercían las autoridades
locales. El primero se expidió en 1868. En éste los diputados estipularon que
debía eximirse a los adjudicatarios de terrenos de común repartimiento del
censo que estaban obligados a pagar por las tierras adquiridas. En el segundo

215
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

decreto se indicó que en lugar de pagar al ayuntamiento 6% anual sobre el


valor del terreno, cubrirían sólo 3% anual como contribución en beneficio
del ayuntamiento. En este sentido disminuían los recursos que obtenía el
ayuntamiento (Salinas, 1998: 131). Salinas Sandoval demuestra que, no
obstante, estas medidas que tendieron a reducir los impuestos que cubrían
los adjudicatarios, estos se negaron a pagar debido a que argumentaban que
eran bienes de su propiedad. En 1875 se estableció que en lugar de pagar 3%
anual sobre el valor del terreno adjudicado sólo les correspondía a los vecinos
cubrir 8 al millar anual, una cantidad menor a la decretada en 1868 (Salinas,
1998: 131). Los diputados consideraban que a la autoridad municipal no le
correspondía actuar con libertad con relación a las actividades económicas
y políticas; su papel debía restringirse a vigilar el orden público, acelerar
las obras públicas, agilizar la recaudación pronta de las contribuciones
municipales, entre otros rubros de carácter social (Salinas, 1998: 135). En
1896 se expidió una nueva ley de arbitrios para la municipalidad de Toluca y
los demás municipios del estado. En esta ley ya no se registraban los ingresos
con la antigua división de propios y arbitrios, por lo que sólo se le denominan
arbitrios a los ingresos municipales.

Finalmente, el gobierno del Estado de México emitió una orden en 1917 de


parte del administrador de rentas del estado. Los tesoreros municipales debían
remitir a la administración de rentas del estado los registros de los terrenos
tanto de los propios del ayuntamiento como los de común repartimiento, para
que en esa instancia se llevaran a efecto los cobros.9 En 1920 el gobernador
del estado Agustín Millán señalaba en su exposición de motivos sobre la Ley
de Ingresos lo siguiente:

El ejecutivo considera que una vez manifestada la propiedad raíz,


se tendrá un rendimiento de cerca de un millón de pesos, aumento

9
El tesorero comunicó al presidente municipal de Lerma que la intención del gobierno del estado de que se
le remitieran los registros de la contribución predial y los censos al 6% era arbitrario en virtud de que era
uno de los ramos que constituían el principal ingreso de la hacienda municipal y por lo tanto sólo debía
corresponder al ayuntamiento. AHML, Tesorería, vol. 104, “Ocurso del tesorero municipal de Lerma, 2 de
enero de 1917”.

216
El desplazamiento del ayuntamiento en el
proyecto agrario posrevolucionario

muy considerable si se compara con la cifra que ahora se recauda[…]


los terrenos denominados propios de los ayuntamientos que han
pasado a terceras personas, dejarán de considerarse, para los
efectos de la contribución predial, como propiedad del municipio
y causarán el impuesto correspondiente. Esta determinación se
tomó, en vista de que una vez que el terreno pasó de la persona
que lo adquirió directamente del ayuntamiento a otro dueño, hubo
especulación y por tanto, queda sujeto dicho terreno, al impuesto
predial (Gaceta de gobierno, IX, 1920: 214).

Estas iniciativas provocaron fuertes reacciones entre las autoridades locales


en virtud de que lesionaban la economía local. El presidente municipal
de Jilotepec señalaba que las condiciones económicas del municipio eran
deplorables y que sin duda se parecían a las de muchos municipios de la
entidad. La bancarrota municipal la explicaba en función de que se les había
usurpado el ingreso por concepto de terrenos de común repartimiento, así
como se les hizo cargo de sostener la educación.10José Ortega, presidente
municipal de Lerma, apuntó:

Manifiesto que según el sentir de ella, dichos predios les considera por
la Constitución Política del Estado en su artículo 183, como bienes
del municipio, y correspondiéndole por lo mismo, son de los que se
compone la hacienda pública de este propio municipio, que es quien
debe administrarlos.11

Agregaba que en el artículo 92 de la constitución del estado se estableció que


el gobernador por ningún motivo estaba autorizado a disponer de las rentas
municipales, así como tampoco se le facultaba para hacer uso de los bienes
considerados como propios del municipio. Ortega señalaba que era imposible
conceder estos recursos al estado en virtud de que representaba la principal
fuente de sus ingresos “y no se estima conveniente que se le reste el único buen

10
AHML, Tesorería, caja 107, “Ocurso del presidente municipal de Jilotepec Esteban Huitrón, 19 de
abril de 1920”.
11
AHML, Tesorería, 104, 1917-1918, “Ocurso de José Ortega presidente municipal de Lerma dirigido al
tesorero municipal, 3 de enero de 1918”.

217
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

elemento de vida a este municipio” (McGowan, 1992, III: 45). En algunos


informes municipales de Lerma aparecen quejas de que el ayuntamiento
había dejado de percibir ingresos por las tierras de común repartimiento y
los propios. Ésta no era una demanda aislada, pues el presidente municipal
de Lerma señalaba que:

Como la mayoría de los presidentes municipales de los municipios de


esta entidad, continuamente se están dirigiendo al Ejecutivo del Estado
en ocasiones en son de protesta y frecuentemente pidiendo aclaraciones
respecto a cómo los poseedores de terrenos de común repartimiento
deben aportar sus tributos, si al estado o a sus respectivos municipios,
cuando en el artículo de la Constitución Política Local, expresa que
los terrenos de común repartimiento se destinan a las atenciones de
los municipios, esos inmuebles en concepto del ejecutivo, pierden su
estado comunal, cuando por virtud de operaciones de compra-venta
pasando a sumarse a los elementos territoriales, del Estado; pero eso
no obstante y para contrarrestar la desorientación que actualmente
existe a ese respecto, el ciudadano gobernador del Estado, se sirvió
disponer se prevenga a los ciudadanos administradores de rentas, que
se abstengan de hacer el cobro de los impuestos de terrenos de común
repartimiento, aun cuando por operaciones de compra-venta se
descubra que pertenecen a personas determinadas y no a la comunidad,
excepción hecha de los predios que ya se encuentran inscritos en la
Administración de rentas por efectos de la ley de ingresos del Estado
que rigió durante el año fiscal, mientras la H. Legislatura aclara el
punto, conforme a la consulta que oportunamente se hará.12

Llama la atención la expresión que utiliza el presidente municipal de Lerma al


señalar que si el gobierno del estado recibía el pago del predial de los propios
del ayuntamiento y las tierras de común repartimiento entonces tendría la
posibilidad de ampliar su dominio territorial en el municipio. Estas fueron
las medidas que puso en práctica el Estado de México para obtener ingresos
y mejorar las arcas estatales en detrimento de la hacienda local. Aplicó estas
iniciativas en virtud de la lamentable situación hacendaria estatal. Si los
AHML, Tierras, caja 14, exp. 4, “Ocurso del presidente municipal de Lerma dirigido al tesorero de rentas
12

municipales, 28 de julio de 1928”.

218
El desplazamiento del ayuntamiento en el
proyecto agrario posrevolucionario

ejidatarios dejaron de pagar el impuesto predial a las arcas estatales, entonces


era necesario recurrir a ciertas estrategias como el adjudicarse los propios
de los ayuntamientos. Además tanto el gobierno estatal como el municipal
cobraron a los ejidos por la producción y circulación de productos agrícolas
(Aboites, 2003: 234).

Justo en este año 1917, en las memorias de gobierno aparecen noticias


que reflejan una decadencia de los ingresos municipales. Tal era la falta de
recursos municipales que en las sesiones de cabildo, efectuadas en Lerma,
el síndico proponía que al dueño de la hacienda “Doña Rosa” que extraía
una gran cantidad de pastos de la ciénega en canoas, pagara un peso por
cada canoa.13 La debilidad de los fondos municipales se presentó entre 1910-
1930 y tiene que ver con el dominio del territorio, pues sin duda los arbitrios
experimentaron un importante crecimiento. En 1927 el presidente municipal
de Teoloyucan Porfirio López señalaba que la ley de ingresos del Estado
estableció que

Los terrenos de común repartimiento que a virtud de la operación de


compra venta, hayan pasado o pasen a poder de terceras personas,
formando una propiedad privada pagarán sus impuestos al Estado.14

Muy a pesar de que en la constitución estatal de 1917 se dejó claro en el artículo


90 fracción XII que el gobernador no podía disponer de los bienes considerados
como propios del municipio, se estableció que los ingresos municipales debían
de dirigirse a la hacienda estatal (McGowan, 1992, III: 159). El presidente
municipal de Teoloyucan aseguró que esa ley lesionaba los ingresos de los
municipios pues él lanzaba las siguientes interrogantes “¿Cómo los municipios
podrán sostenerse si tales impuestos pasan al Estado? ¿Cómo podrán sufragar
todos sus gastos?” Este presidente municipal solicitaba a todos los ayuntamientos

13
AHML, Actas de Cabildo, vol. 6, f. 44v., “Sesión de cabildo efectuada por el presidente municipal Fernando
Sánchez 12 de octubre de 1916”.
14
AHML, Tesorería, vol. 110, “Oficio del presidente municipal de Teoloyucan Porfirio López, dirigido al
presidente municipal de Lerma, 12 de enero de 1927”.

219
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

del Estado de México “que protesten y pidan a la Superioridad la derogación de


tal artículo porque será la ruina de todos los municipios pobres”.15

Posteriormente en el artículo 27 de la constitución federal se estableció que


la tierra y el agua eran propiedad de la nación y por lo tanto ésta debía ser
la única autoridad con facultad de conceder el derecho a particulares. Con
respecto a las aguas la Secretaría General de Gobierno comunicaba a las
autoridades de Lerma que conforme al artículo 27 de la constitución federal
los interesados que deseen explotar la caza de patos y demás esquilmos de
los lagos del valle de México deberían de obtener el permiso de la Secretaría
de Fomento. En el caso de los beneficiarios de la ciénega de Lerma, ellos
debían de solicitar su licencia por conducto del gobierno del estado para que
el ayuntamiento continuara administrándola y percibiendo los impuestos
sobre los productos de su explotación. Estos impuestos “han sido desde
tiempo inmemorial uno de los principales elementos con que se ha venido
sosteniendo el municipio” (McGowan, 1992, III: 189).16 Sin embargo, en
febrero de 1919 otra comunicación de la sección de Tierras y Aguas de la
Secretaría General de Gobierno aseguraba que podía el gobierno otorgar
permisos para el aprovechamiento de pesca, caza de patos y explotación de
la ciénega en zonas de propiedad de la nación, con la advertencia de que
el ayuntamiento no percibiera los impuestos correspondientes. Ante esta
situación las autoridades locales respondieron que los pueblos contaban
con la propiedad de una parte de la ciénega que explotaban sin que se les
desconociera este derecho. Además la ciénega de Lerma estaba comprendida
dentro del fundo legal y por consecuente no era propiedad de la nación.17

En esos términos la injerencia de los ayuntamientos en el control del territorio


estaba siendo desplazada. En 1925 el presidente municipal de Lerma hacía la
siguiente manifestación:

15
AHML, Tesorería, vol. 110, “Oficio del presidente municipal de Teoloyucan Porfirio López, dirigido al
presidente municipal de Lerma, 12 de enero de 1927”.
16
AHML, Actas de Cabildo, vol. 7, f. 41, “Sesión de cabildo, Calixto Ortega 14 de noviembre de 1918”.
17
AHML, Actas de Cabildo, vol. 7, f. 54, “Sesión de cabildo, presidente Epigmenio Ortega, 13 de mayo de 1919”.

220
El desplazamiento del ayuntamiento en el
proyecto agrario posrevolucionario

La escasez de fondos es debido a que se le han restado muchos ingresos


a la tesorería como es la falta de pago de los terrenos de arrendamiento
en Chignahuapan que indebidamente los manifestaron al Estado
como la renta del agua de Cocoapa, que Atarasquillo ha tomado como
ejido, cuyos ingresos eran aproximadamente de 700 pesos anuales.18

Asimismo el presidente municipal aseguraba que la mejora a los fondos


municipales sólo se lograría si regresaban a las arcas municipales las
contribuciones por concepto de los arrendamientos que se realizaban de
terrenos mancomunales porque “eran del municipio y no del Estado”. El
malestar de las autoridades locales ante la creciente injerencia del poder
estatal es evidente. Sin duda, este cuerpo perdió poder en el manejo de los
recursos productivos. Así lo reflejan las gráficas 1 y 2 en relación con el control
territorial que ejerció el ayuntamiento antes de 1900. Al parecer la reforma
agraria sólo consolidó la tendencia previa de dejar fuera al ayuntamiento del
control de los principales recursos productivos de los pueblos. En 1926 las
autoridades de Lerma consultaron al gobierno del estado si podían exigir a
los representantes de los bienes mancomunados de los pueblos, así como a los
Comités Administrativos la contabilidad de los fondos que manejaban, para
con ello evitar los constantes disgustos que se originaban por estos rubros.
La secretaría de gobierno respondió que las autoridades del ayuntamiento de
Lerma no debían requerir esta información puesto que sólo le correspondía
a la Comisión Nacional Agraria, es decir, a una autoridad federal.19 En 1930
el presidente municipal de Ocoyoacac, Abundio Guadarrama, se quejaba
amargamente sobre este desplazamiento de su autoridad:

Que la administración ejidal de esta población en el barrio de


Santa María, no ha tenido el comedimiento de comunicar a este
ayuntamiento que ya están en posesión de sus ejidos, y comunicando
a la vez que el Comité Administrativo (ejidal) se ha constituido en
una oficina gubernamental, en donde se cobran impuestos y multas

18
AHEM, Fondo Gobernación, Serie Gobernación, vol. 291, exp. 26, f. 15, “Informe del presidente municipal
de Lerma Valente Morales, 1 de enero de 1925”.
19
AHML, vol. 7, ff. 30v y 32, “Sesión de cabildo presidente Antonio Ortega, 26 de agosto de 1926”.

221
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

por concepto de pastos de animales y extracción de leña de algunos


vecinos que carecen del derecho dentro de los ejidos que actualmente
tienen en posesión.20

Sin duda hubo un cambio en cuanto a lo que percibe el ayuntamiento en


sus ingresos, hay un rotundo crecimiento de los arbitrios, en el cuadro 32 se
puede observar que crecen los arbitrios a diferencia de lo que ocurrió con los
propios, lo cual significó una pérdida del control territorial del ayuntamiento.

Cuadro 32
Ingresos del municipio de Lerma en el año de 1916

Propios Arbitrios
Aprovechamientos 162.00 Bebidas embriagantes 218.00
Contribución predial municipal 150.00 Comerciantes ambulantes 40.00
Productos de la laguna 200.00 Establecimientos insalubres 51.00
Rédito de capitales 500.00 Establo de vacas 5.00
Fiel contraste 5.00
Matanzas 450.00
Mercados 500.00
Multas por fiel contraste 10.00
Obstáculos en las vías públicas 3.00
Patente industrial 5.00
Profesiones y ejercicios lucrativos 20.00
Recargos 80.00
Rezagos 100.00
Vehículos 500.00
Instrucción pública 1000.00
Registro civil 400.00
Total de propios 1,012.00 Total de arbitrios 3,383
Total de propios y arbitrios 4,399.00
Fuente: AML, Presidencia, vol. 50, exp. 13. Ingresos conforme a la tarifa de la ley municipal, 16 de marzo de 1917.

La paulatina pérdida de control por parte del ayuntamiento de los principales


recursos productivos de los pueblos se vio favorecida por las medidas agrarias
posteriores a 1915. De 1857 a 1930 se observa un cambio en relación con las

20
AHMO, Actas de Cabildo, vol. 6, f. 33v., “Sesión ordinaria de cabildo presidente Abundio Guadarrama,
12 de junio de 1930”.

222
El desplazamiento del ayuntamiento en el
proyecto agrario posrevolucionario

finanzas locales, un crecimiento constante de los arbitrios y un estancamiento


de lo que percibe el ayuntamiento por concepto de propios. Sin embargo,
dudo mucho que esta autoridad haya dado una cuenta exacta y precisa de
sus ingresos, en virtud de las medidas que se estaban aplicando. Por ejemplo,
no se menciona con precisión cuánto se estaba adquiriendo por concepto de
explotación de lagunas que implicaba transporte, caza de pato, pesca y corte
de tule, así como en el caso de Ocoyoacac tampoco se manifestaba claramente
en sus ingresos lo que se obtenía por la explotación de los bosques y por el
arrendamiento del llano de “El Compromiso”. Estos rubros difícilmente se
especifican con claridad en los de ingresos de los ayuntamientos, lo que es
un hecho es que se encuentran en el acervo de Lerma, diversos registros de
licencias y arrendamientos que autorizaban las autoridades locales y de los
que enfatizaban los beneficios que obtenían.

El proceso de desplazamiento del ayuntamiento, además de tener claros


matices fiscales, es también el reflejo del malestar de ciertos pueblos como el
conflicto que entablaron los vecinos de Atarasquillo con la ciudad de Lerma
que tenía como trasfondo la modificación de la relación que existía entre el
ayuntamiento y el vecindario en relación con el uso y posesión de ese recurso.
El propósito de los vecinos de Atarasquillo era separarse de Lerma y formar
un municipio independiente, para que fueran los vecinos de este lugar los
principales beneficiados por concepto de control y explotación de sus recursos.

Por si fuera poco, el 21 de marzo de 1917 la Comisión Nacional Agraria giró


una circular en la que autorizaba a las comisiones locales agrarias a formular
reglamentos provisionales en los que se aclarara que los ejidos dotados eran
propiedad de los pueblos y no de los municipios. En ella se indicó que “a los
ayuntamientos no les corresponde la posesión ni la administración de los
ejidos, en los términos resueltos anteriormente; no tiene que entregarse a los
mismos ayuntamientos el terreno del ejido, sino solamente al pueblo, esto es
a los vecinos” (Fabila, 1981: 316).21
21
El 11 de julio de 1919 la Comisión Nacional Agraria estableció que “los propietarios de los ejidos
son los pueblos mismos a quienes compete la facultad de administrar sus tierras con exclusión de los

223
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

En 1919 los vecinos de San Lorenzo Huitzizilapan solicitaron permiso al


ayuntamiento de Lerma para vender 100 árboles y posteriormente 150 más.
El ayuntamiento autorizó la venta de 250 árboles al pueblo de San Lorenzo, sin
embargo estos vecinos cortaron y vendieron 850 árboles. Este hecho molestó
al presidente municipal. Los vecinos respondieron que estaban en su derecho
según los términos de la circular #31 del Departamento de Tierras y Aguas
del gobierno federal, la que establecía que los pueblos podían administrar sus
ejidos con exclusión del ayuntamiento o de cualquier otra autoridad.22

Otro ejemplo hace evidente esta afectación de las arcas municipales con
la creación de los ejidos se relaciona con la solicitud de los vecinos de la
ranchería de San José Salazar en el municipio de Lerma. En 1930 solicitaban
la dotación de ejidos del rancho de Alta Empresa. Este rancho contaba con
una superficie de 74 hectáreas, de las cuales 23 eran de terrenos laborables
y 51 estaban compuestas de terreno pastal cenagoso. Los gravámenes que
pesaban sobre ese terreno aportaban al ayuntamiento un ingreso anual de
10,000 pesos a censo redimible del 6% anual. Ante la posibilidad de que el
rancho se dotara como ejido a los vecinos de la ranchería de San José, las
autoridades municipales manifestaron su preocupación por las implicaciones
económicas que conllevaba la dotación del ejido:

La corporación que presido, justamente alarmada, ya que le amenaza


la pérdida de su principal capital y de una de sus mejores fuentes de
ingreso y en vista de que todos y cada uno de sus componentes carece
de la preparación necesaria para poder defender de manera eficaz los
derechos del municipio en el presente caso, con escrito y solicitud
por el cual de manera atenta y respetuosa, solicitamos de usted su
franco y decidido apoyo y valiosísimo orientación, para que este
ayuntamiento pueda salir ileso de su encargo y para que el municipio

ayuntamientos” (Fabila, 1981: 340). Este argumento fue el que retomaron los vecinos de Atarasquillo en
el amparo que solicitaron en contra de las autoridades de Lerma en 1928. Amparo promovido por los
vecinos de Atarasquillo en contra del ayuntamiento de Lerma, 9 de abril de 1928. ACCJ-SCJN-EM, Fondo
EM, 1er JD, Amparo, caja 9, exp. 245, f. 4.
22
AHML, Tierras, caja 13, exp. 7, “Queja presentada por los vecinos de San Lorenzo Huitzizilapan con
motivo de la explotación del monte, 30 de octubre de 1920”.

224
El desplazamiento del ayuntamiento en el
proyecto agrario posrevolucionario

no resienta una pérdida tan de consideración, que pone en peligro su


estabilidad económica.23

A diferencia de los de Salazar, los vecinos de los barrios de San Miguel,


Santiaguito, Santa María y Cholula no solicitaron la dotación del llano “El
Compromiso”. Estuvieron conformes con pagar un censo al ayuntamiento
por el derecho de usufructuar su parcela. Como se vio en capítulo cuatro,
en 1919 se llevó a cabo el fraccionamiento que concedió la posesión de una
parcela a cada uno de los vecinos de los cuatro barrios de Ocoyoacac con
el carácter de arrendamiento hereditario.24 Este ingreso era fundamental
para las arcas municipales. En sesión de cabildo, el presidente municipal
señaló que debido a la escasez de fondos de la tesorería municipal él debió
solventar con su propio dinero los gastos de las obras materiales realizadas
en su municipio, por tal motivo solicitaba el pago por los gastos efectuados.

La asamblea municipal reconocía la justeza de la solicitud del presidente,


motivo por el que se acordó:

Se dirija atenta nota al C. Tesorero Municipal para comunicarle


la petición del C. Presidente Municipal, a fin de que a su vez active
sus cobros y le cubra lo que se le adeuda hasta quedar sumamente
liquidado, cuyo pago lo deberá efectuar de lo que recaude del Llano
del Compromiso por concepto de censo.25

Esta decisión de cobrar por el derecho de posesión a una parcela del llano
fue bien recibida por los vecinos y auxiliares de cada uno de los barrios. No
obstante a partir de 1940, como se vio se registró un cambio de actitud pues
manifestaron un decidido rechazo a seguir pagando una renta por la parcela,
en virtud de que las autoridades locales comenzaron a repartir ese recurso a

23
AHML, Tierras, vol. 14, exp. 8, “Ocurso del presidente municipal de Lerma José Esquivel dirigido al
gobernador del Estado de México, 12 de diciembre de 1930”.
24
AHMO, Actas de Cabildo, vol. 5, f. 5v., “Sesión de cabildo del 8 de enero de 1920, presidente municipal
Filomeno Hinojosa”.
25
AHMO, Actas de Cabildo, caja 5, f. 69, “Sesión de cabildo de 28 de octubre de 1926, presidente municipal
Abundio Guadarrama”.

225
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

individuos que no eran vecinos, es decir, no eran “hijos del pueblo”. Fue un
triunfo del ayuntamiento de Ocoyoacac conservar la administración de ese
recurso, el cual no fue solicitado por los vecinos del pueblo como ejido, así
como tampoco aparece el ingreso por este concepto en los informes anuales
del tesorero municipal de Ocoyoacac, quizá por el temor de perder este ingreso
que implicaba por un lado recursos económicos, pero además el dominio
territorial el que había perdido sobre otros recursos en años anteriores.

226
Conclusiones

En este trabajo se trató de vincular dos proyectos del Estado mexicano, la


desamortización y la reforma agraria, así como las distintas respuestas por
parte de los vecinos y ayuntamientos en relación con la nacionalización del
suelo y la reforma agraria. Se señaló que tal objetivo podía hacerse a través
de la reconstrucción detallada de la organización pueblerina, es decir, el
vecindario, el ayuntamiento y el territorio. El objetivo principal consistió
en analizar la problemática que enfrentaron los pueblos del sur del valle de
Toluca ante la aplicación de proyectos que pretendían transformar la base de
su organización colectiva. Estos actores se vieron afectados o beneficiados
con las medidas desamortizadoras y la reforma agraria. La tendencia general,
apunta a señalar el desplazamiento de los ayuntamientos como células de
poder económico y político, para abrir paso paulatinamente al gobierno
federal. En este proceso, la investigación hizo énfasis en la gran desigualdad
que existía al interior de los pueblos, desigualdad que se visualiza entre los
vecinos de la montaña dedicados a la agricultura, al corte de madera y en
menor proporción a la pesca y a la caza, frente a los vecinos ubicados en la
zonas más planas y en las cabeceras como Ocoyoacac y Lerma, cuyos vecinos
eran propietarios, comerciantes y además ocupaban los principales puestos
políticos, es decir, los pudientes o caciques de los pueblos. Sin duda no se
trata de una relación armónica en este tipo de pueblos; lejos de eso, es una
sociedad en constante pugna entre los que tienen mucho y los que tienen
menos o muy poco. En este tipo de organización pueblerina, las haciendas
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

fueron los grandes perdedores pues la reforma agraria sólo contribuyó a


mermar sus propiedades. Esta historia que hemos contado, lejos de hacer
un estudio acerca del fortalecimiento del Estado mexicano entre 1856 y
1930, es una historia desde la perspectiva local destacando los cambios y
continuidades que pueden apreciarse en los actores locales.

Resultó atractivo en este estudio vincular dos proyectos que antes la


historiografía había abordado de forma separada, porque no hay que olvidar
que la reforma agraria y el movimiento armado de 1910 se explicaban, en la
misma historiografía, en virtud de la profunda escasez de tierra que habían
experimentado los pueblos como resultado de las medidas desamortizadoras
y de la ley de colonización y deslinde de terrenos baldíos, como lo apuntaron
Molina Enríquez, Tannenbaum y Whetten. Sin embargo, detenerse en el
estudio de la desamortización de manera detallada gracias a las ricas fuentes
que proporcionan los archivos municipales, implicó llegar a otras propuestas
y matices sobre lo que ocurrió con el proyecto individualista de los liberales
decimonónicos. En los municipios considerados el despojo de las tierras por
parte de los hacendados no tuvo lugar. La presencia de pueblos sin tierras
no es característica de la zona. Se vivía una lucha constante entre los actores
locales, es decir, pueblos contra pueblos y pueblos contra ayuntamientos por
lograr el acceso a los diversos recursos productivos: tierras, lagunas, montes y
pastos. Y más aún es una pugna entre vecinos pudientes y vecinos del común,
estos últimos se inconformaron con la concentración que realizaron los
primeros y por lo tanto trataron de renunciar a la gran familia pueblerina con
la que se identificaron durante el siglo XIX.

Otra de las posibilidades que permitió conectar la desamortización y la


reforma agraria, fue el análisis de la diversidad agraria, lo cual permite
pensar el reparto agrario no sólo en términos de tierras. Este trabajo permitió
observar que las demandas no sólo se referían a tierra laborable, es decir, las
había sobre los bosques, las aguas y las llanuras. Esta diversidad de recursos
productivos implicó una explicación más detallada sobre lo que se estaba
desamortizando en la segunda mitad del siglo XIX y las demandas agrarias

228
Conclusiones

posrevolucionarias. Otra posibilidad tiene que ver con el papel central de


los vecinos de los pueblos en esta historia, pues son los que reciben y tratan
de resistir, adaptar o aplicar ambos proyectos del Estado en función de sus
propios intereses. Sin duda, se trata de los vecinos que se quedaron sin tierra,
los mismos que resultaron perjudicados con el proyecto de desamortización.
También fue posible observar al ayuntamiento decimonónico asumir la
paternidad que tenía el rey con respecto a sus hijos como una tradición de
antiguo régimen, pero hay que insistir en que se considera al ayuntamiento a
partir de cómo lo ven los pueblos, cómo deseaban que fueran sus autoridades
locales. Este aspecto se observa sobre todo en el hecho de repartir los bienes
entre los hijos de la gran familia y tratar de que la propiedad permaneciera
en poder de esa misma familia. Esta investigación permite constatar que
los pueblos no eran actores pasivos, sino sujetos que van construyendo su
historia de acuerdo con sus necesidades e intereses, lo que no significa que
no se amolden y adecuen de la mejor forma a los proyectos del Estado. En
esta historia local se rescató el protagonismo de algunos caciques o pudientes
de los pueblos, que muchas veces eran las mismas autoridades locales,
quienes acapararon y concentraron la riqueza de los pueblos. Estas familias
confabuladas con las autoridades superiores comenzaron a traicionar a la
familia pueblerina. Al tener programas tanto el individualista de la segunda
mitad del siglo XIX vía la desamortización de los bienes comunales, como el
de reforma agraria del siglo XX, la familia vio la posibilidad de dejar fuera al
ayuntamiento para tratar de alcanzar el control de sus principales recursos.
Sin duda esta traición se refiere a la desigualdad social y a la entrada de
personas ajenas al pueblo para que explotaran bienes que eran sólo de la
familia. Esta historia muestra la formación de una nueva familia que rompe
con la familia pueblerina decimonónica, para dar paso a una nueva gran
familia ejidal que responde al proyecto agrario del gobierno federal de la
época posrevolucionaria. No hay que olvidar que en el caso de los municipios
de Lerma y Ocoyoacac se observa que la iniciativa ejidal fue adoptada por los
vecinos para reforzar su propósito de desligar al ayuntamiento del control
sobre los principales recursos de los pueblos. Este factor es importante,
pues da un giro de 180 grados con respecto a la legislación de 1825 que

229
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

dispuso que el ayuntamiento debía controlar los bienes de los pueblos. No


sobra decir que el nuevo proyecto agrario no acabaría con los males de
desigualdad que habían afectado a los pueblos pues, como se vio, los vecinos
del pueblo de Coapanoaya trataron de recuperar bienes que ellos habían
vendido una vez que se les había entregado como propiedad individual lo
que originó una gran concentración de tierras. La reforma agraria tampoco
resultó la panacea y nuevas acciones debieron ser superadas. Los vecinos
de Coapanoaya, Tepexoyuca, Acazulco y Atlapulco, intentaron dejar fuera
a varios particulares cuyas propiedades se encontraban al interior de sus
montes, los cuales habían sido titulados como bienes comunales. Estos
particulares eran los caciques que lograron acaparar tierras comunales en
la última década del siglo XIX y la primera del siglo XX. Desde 1945 la lucha
fue constante pues los particulares alegaban que contaban con el derecho de
propiedad, con el argumento de que así se los había reconocido el presidente
de la República. Sin embargo, los vecinos exigían justicia pues consideraban
que todo el monte era de su propiedad. Como se señaló, Ramón Palmero
había sido uno de los propietarios que mayor superficie de monte adquirió
de los pueblos de Coapanoaya, Tepexoyuca y Acazulco. Posteriormente
Ángel Sánchez Campbell, José Odriozola Puebla y Manuel Sánchez
Garibay adquirieron los bienes de Palmero y desde 1945 los pueblos antes
mencionados entablaron una fuerte lucha contra los nuevos propietarios,
de estos particulares se decía que sólo eran avencidados.1 En 1959 en sesión
de cabildo se presentaron los representantes del Comisariado de Bienes
Comunales de Tepexoyuca, Coapanoaya y Acazulco, ante el presidente
municipal y Rolando Cortés representante del Departamento Agrario,
para declarar que los vecinos de los pueblos eran propietarios de todo el
monte, porque contaban con títulos virreinales. Asimismo aseguraban que
la propiedad la tenían únicamente los vecinos de los pueblos y que Ángel
Sánchez Campbell no era reconocido como tal.2 Además, desconocieron

1
AGA, Restitución y Titulación de Bienes Comunales, exp. 276.1-128, legajo 6, f. 7, “Informe del ingeniero
comisionado Gumersindo Cristóbal Miguel al director general de bienes comunales, 27 de julio de 1966”.
2
AGA, Reconocimiento y Titulación de Bienes Comunales, exp. 276.1-128, ff. 38-39, “Sesión de cabildo
celebrada en Ocoyoacac, 8 de diciembre de 1959”.

230
Conclusiones

la división del monte que se había efectuado de acuerdo con la ley del 25
de junio de 1856. En el periodo de estudio la reforma agraria no resolvió
el problema de privar a los particulares que tenían propiedades dentro de
los montes comunales. No hay que olvidar que estos bienes eran aquellos
que los vecinos pudientes de finales del siglo XIX habían acaparado, lo que
había provocado una gran desigualdad social al interior del pueblo y por lo
tanto un gran malestar en los vecinos que no contaban con tierras suficientes
para cubrir sus necesidades. No fue sino hasta 1970 cuando las autoridades
agrarias reconocieron que todo el monte era propiedad de los vecinos de los
pueblos de Coapanoaya, Tepexoyuca y Acazulco.

Pretender vincular dos procesos que, por lo menos la tradición historiográfica,


habían sido estudiados por separado, es un ejercicio útil que permite ver
las diversas respuestas de la sociedad en su conjunto ante las iniciativas del
Estado. En esta investigación se observa a los pueblos y ayuntamientos actuar,
amoldarse y responder a iniciativas que pretendieron modificar su estructura.
Además, este trabajo deja de lado la postura de analizar a los pueblos como
las víctimas indefensas ante las medidas del Estado, pues sin duda ilumina
el comportamiento de actores sumamente activos que respondieron de una
manera clara, inteligente y en ocasiones con un claro matiz de enfrentamiento
tanto con las medidas desamortizadoras como con el proyecto agrario
de la época posrevolucionaria. El proyecto agrario posrevolucionario fue
bien recibido por los pueblos, porque entre 1890 y 1910 la gran familia
decimonónica había observado que el ayuntamiento permitió que algunos
de los pudientes de los pueblos también llamados caciques, concentraran
una gran cantidad de tierra que había sido desamortizada, o bien abrieron
la posibilidad a que individuos ajenos a los pueblos accedieran a los recursos
que eran del vecindario, es decir, que pertenecían a la gran familia. Si bien es
cierto que el programa agrario del siglo XX abrió la posibilidad de “corregir”
la desigualdad social que existía en los pueblos, también permitió corroborar
que gran parte de la desigualdad estuvo motivada por los mismos vecinos,
pues ellos vendieron sus tierras a los particulares. Abrir la “esperanza” de
recuperar sus bienes fue un factor fundamental para que se incorporaran de

231
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

buen modo al proyecto agrario posrevolucionario. No obstante, no todo fue


miel y dulce, el proyecto agrario posrevolucionario generó nuevas traiciones,
algunos pocos vecinos del lugar se hicieron de una buena cantidad de tierra,
porque formaban parte del Comisariado Ejidal. Una nueva traición asumieron
los pueblos ya con la familia ejidal, que tuvo como principal representante al
gobierno federal, a través de los ejidos, pero sin dejar de lado que esta traición
está al interior de los pueblos y de los mismos vecinos que forman parte de
esa gran familia pueblerina decimonónica ahora convertida en gran familia
ejidal. En esta nueva organización pueblerina permanecen los rasgos que
hicieron posible su continuidad: la vecindad y el territorio, organización en
la que el ayuntamiento fue desplazado en el control del territorio.

Se podrá decir que los logros de los campesinos ya sea la política de evasión,
la política de los tribunales o la política de la rebelión son “limitados, frágiles
y temporales”, pero son logros que muchas veces se convierten en verdaderos
triunfos como el que registraron los vecinos de Tultepec, al recuperar tras
varios años de litigios tierras que eran comunales y que les fueron usurpadas
(Guardino, 2010: 46).

232
Anexos, mapas y gráficas
Anexos, mapas y gráficas

Anexo 1
Desamortización de los propios en Lerma, 1856
Parcialidad de San Diego
Adjudicatario Cantidad
José María Zacarías 7 cuartillos
Lucas Cabrera 8 cuartillos
Cleto García 7 cuartillos
José García 8 cuartillos
Esteban Padilla 3 cuartillos
María Isabel
Felipe Martínez 6 cuartillos
Francisco Nava
Lorenza Nava 12 cuartillos
Trinidad de Jesús 7 cuartillos
Apolonio López 7 cuartillos
Antonio León 7 cuartillos
Juan Camacho 4 cuartillos
María Arzate 4 cuartillos
Agapito Mateo 5 cuartillos
María Florentina 7 cuartillos
Rafael Valdés 4 cuartillos
Juan López 6 cuartillos
Albino Camacho 4 cuartillos
Canuto Camacho 5 cuartillos
Miguel Figueroa 8 cuartillos
Julián Ortega 5 cuartillos
Agustín Serrano 9 cuartillos
José Joaquín 5 cuartillos
José Cesario 8 cuartillos
Petra Uribe 3 y medio cuartillos
Gerardo Martínez 6 cuartillos
José María García 5 cuartillos
Diego Camacho 5 cuartillos
Félix Farfán 4 y medio cuartillos
José Cabrera 7 cuartillos
Tomás Camacho 6 cuartillos
Miguel Becerril 6 cuartillos
Antonio Pérez 7 cuartillos
Fermín Ulloa 10 cuartillos
Perfecto León 9 cuartillos
Néstor Hernández 6 cuartillos
Fuente: AHML, Tierras, caja 1, exps. 6 y 7.

235
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Anexo 2

Desamortización de los propios en Lerma, 1863


Parcialidad de San Diego

Nombre del adjudicatario Cuota anual


Francisco Nava 4.50
José García 4.50
orenza Nava 4.50
José Cesario 4.50
Jesús Quezada 4.50
Néstor Hernández 4.50
Tomás Camacho 4.50
José Salinas 4.50
Apolunio López 4.50
Antonio Camacho 4.50
Ignacio Leiva 4.50
Marcelino Campos 4.50
Juan Ramírez por Víctor Salazar 4.50
Juan López 4.50
Rafael Valdés 4.50
Agapito Mateo 4.50
Albino Camacho 4.50
Juan Lechuga 4.50
Canuto Camacho 4.50
José María Camacho 4.50
Juan Mancilla 4.50
Rafael Cuestas 4.50
Antonia Gómez 4.50
Fermín Ulloa 4.50
Guadalupe Peralta 4.50
Diego Camacho 4.50
Julián Ortega 4.50
José Gómez 4.50
Felipe Martínez 4.50
José Joaquín 4.50
Félix Farfán 4.50
Esteban García 4.50
Andrés Ulloa 4.50
José Dionisio 4.50

Continúa en siguiente página

236
Anexos, mapas y gráficas

Nombre del adjudicatario Cuota anual


Andrés Vásquez 4.50
Luis Hernández 4.50
Feliciano Hernández 4.50
Agustín Nería 4.50
Martín Hernández 4.50
Juan Crisóstomo 4.50
Antonio Pérez 4.50
Tiburcio Ortega 4.50
José María García 4.50
Antonio León 4.50
Trinidad de Jesús 4.50
José Cabrera 4.50
José Mancilla 4.50
Ignacio Flores 4.50
José María Zacarías 4.50
Juan Camacho 4.50
José María Severo 4.50
Cleto García 4.50
Navor Alderete 4.50
María Alzate 4.50
Bacilio por Gerardo Martínez 4.50
Petra Uribe 4.50
Antonio Angulo por María Florentina 4.50
Gregorio León por Esteban Gutiérrez 4.50
Gregorio León por Juan Ramírez 4.50
María Isabel Díaz 4.50
José María García por Teodoro Ortega 4.50
Perfecto León 4.50
Trinidad León 4.50
Miguel Figueroa 4.50
Miguel Becerril 4.50
Lucas Cabrera 4.50
Esteban Padilla 4.50
Agustín Serrano 4.50
Florencio Serrano 4.50
María Filomena 4.50
Ignacio Lechuga Por Dionicio Díaz 4.50
José Santos González por Francisco Jesús 4.50
Rafael León por José María Hernández 4.50
Dolores Angulo por Nicanor Nava 4.50
Antonio Ruiz por Domingo Tejeda 4.50
Continúa en siguiente página

237
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Nombre del adjudicatario Cuota anual


José Nería 4.50
Carlos Alderete 4.50
Cleto de Jesús 4.50
Joaquín Nava 4.50
María Diego 4.50
José Bobadilla 4.50
Feliciano Peralta 4.50
Juan Rea 4.50
Isidoro Hernández Cesario 4.50
José Guadalupe Hernández 4.50
Francisco Hernández 4.50
Francisco Hernández 4.50
Teodoro Salazar 4.50
Luis Cruz 4.50
Ignacio Nería 4.50
Fuente: AHML, Tierras, caja 1, exp. 12, 1863-1864. Lista de los actuales poseedores de los terrenos situados
en el barrio de San Diego y que pertenecían al ilustre Ayuntamiento de Lerma con arreglo a lo que hará la
recaudación el tesorero municipal.

238
Anexos, mapas y gráficas

Anexo 3
Padrón de causantes del censo al 6% sobre el valor
de los terrenos adjudicados en el barrio de San Diego, 1890-1891

Nombre Lugar del terreno Valor Cuota anual


Rosalía Lechuga San Diego 75.00 4.50
Lino Ortega “ 61.08 3.66
Susana Camacho “ 75.00 4.50
Andrés Ulloa “ 75.00 4.50
Gregorio Vázquez “ 75.00 4.50
Francisca González “ 75.00 4.50
Testamentaria Juan Becerril “ 50.00 3.00
Rafael Ortega “ 75.00 4.50
Lino León “ 75.00 4.50
Camila Rea “ 25.00 1.50
Crescencio Ruiz “ 19.05 1.14
Trinidad Arzate “ 75.00 4.50
Gregoria Solano “ 37.24 2.24
Antonia M de Oca “ 75.00 4.50
Mariana León “ 75.00 4.50
Lino Ortega “ 61.08 3.66
Pedro Cazadera “ 75.00 4.50
Lino León “ 75.00 4.50
Margarita Padilla “ 75.00 4.50
José Vázquez “ 75.00 4.50
Rosalía Lechuga “ 75.00 4.50
Josefa Lechuga “ 75.00 4.50
Crescencio Ruiz Calle principal 11.73 .70
Teodoro Hernández San Diego 75.00 4.50
Felipe Cejudo Calle principal 37.19 2.24
Testamentaria Juan Becerril San Diego 75.00 4.50
Remigio Ulloa “ 75.00 4.50
Rosalío Nería Amomolulco 45.00 2.70
Andrés Ulloa y Marcelina García San Diego 75.00 4.50
Rosalía Lechuga “ 75.00 4.50
José López “ 75.00 4.50
Silviano Valdez “ 75.00 4.50
Tiburcio Padilla Calle principal 118.96 7.14
Guadalupe Sánchez San Diego 75.00 4.50
José M. García “ 37.71 2,02
Rosalía Lechuga “ 75.00 4.50
Continúa en siguiente página

239
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Nombre Lugar del terreno Valor Cuota anual


Luis Angulo y Rosalía Lechuga San Diego 75.00 4.50
Justa Ramos “ 70.07 4.20
José M. García “ 33.71 2.02
Lucas Cabrera “ 75.00 4.50
Rosalía Lechuga y Luis Angulo “ 75.00 4.50
Victoriano Vázquez “ 75.00 4.50
Antonio Camacho “ 75.00 4.50
Rafael Sánchez “ 75.00 4.50
José M. García “ 25.00 1.50
Lucas Cabrera “ 75.00 4.50
Jesús Ruiz Calle principal 18.17 1.08
Antonio Casas “ 45.00 2.70
Francisco Nava San Diego 75.00 4.50
Victoriano Sánchez “ 75.00 4.50
Lucas Cabrera “ 75.00 4.50
Cristóbal Cruz Amomolulco 50.00 3.00
Rafaela González San Diego 75.00 4.50
Loreto Arzate “ 75.00 4.50
Filomena Lechuga “ 75.00 4.50
Loreto González “ 75.00 4.50
Guadalupe Sánchez “ 69.08 4.18
Jesús Sánchez “ 61.13 3.66
Feliciano Aguirre “ 75.00 4.50
Jesús Cabrera “ 75.00 4.50
Juan Nava Calle principal 21.75 1.30
Gil Arzate San Diego 75.00 4.50
Rosalía Lechuga “ 75.00 4.50
Dolores Angulo “ 75.00 4.50
Mariana León “ 75.00 4.50
Luis León “ 75.00 4.50
Guadalupe León “ 75.00 4.50
Luis Ortega Calle principal 19.22 1.14
Antonio Casas “ 23.67 1.42
Lino León “ 204.70 12.28
Jesús Servín “ 165.29 9.92
Margarito Cereso “ 22.05 1.32
Fuente: AHML, Tierras, caja 3, exp. 11, 1891. Padrón de causantes.

240
Anexos, mapas y gráficas

Anexo 4

Padrón de terrenos pertenecientes a bienes propios del H. Ayuntamiento de esta


municipalidad de los propios de Lerma para el cobro del 6% anual correspon-
diente al año fiscal de 1893–1894

Nombre anterior Actual poseedor Valor Cuota anual


Apolunio López Rosalía Lechuga 75.00 4.50
Agapito Mateo Lino Ortega 66.08 3.96
Albino Camacho Susana Camacho 75.00 4.50
Andrés Ulloa Andrés Ulloa 75.00 4.50
Andrés Vázquez Gregoria Vázquez 75.00 4.50
Agustín Nería Francisco Nería 75.00 4.50
Antonio Pérez José María García 50.00 3.00
Antonio León Testamentaría Rafael Ortega 75.00 4.50
Agustín Serrano Lino León 75.00 4.50
Agustín Serrano Juan Cruz 25.00 1.50
Antonio Ruiz Crescencio Ruiz 19.05 1.14
Antonio Castañeda Crescencio Ruiz 11.74 0.70
Canuto Camacho Gregoria Solano 37.24 2.24
Cleto García Jesús Montes de Oca 75.00 4.50
Carlos Alderete Testamentaria Mariana León 70.00 4.20
Cleto de Jesús Lino León 66.08 3.96
Dionisio Díaz Pedro Cazadera 75.00 4.50
Esteban García Lino León 75.00 4.50
Esteban Padilla Margarita Padilla 75.00 4.50
Fermín Ulloa Arnulfo Vázquez 75.00 4.50
Felipe Martínez Rosalía Lechuga 75.00 4.50
Félix Farfán Josefa Lechuga 75.00 4.50
Feliciano Peralta Teodoro Hernández 75.00 4.50
Guadalupe Peralta Testamentaria Juan Becerril 75.00 4.50
Gerardo Martínez Trinidad Arzate 75.00 4.50
Ignacio Leiva Remigio Ulloa 75.00 4.50
Ignacio Nería Rosalío Nería 45.00 2.70
Isabel Díaz Loreto González 75.00 4.50
José García Marcelino García y Andrés Ulloa 75.00 4.50
José Salinas Rosalía Lechuga 75.00 4.50
Juan López José López 75.00 4.50
José María Zacarías Rosalía Lechuga 75.00 4.50
Joaquín Martínez Justa Ramos 70.07 4.20
José María García José María García 33.71 2.02
Continúa en siguiente página

241
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Propietario anterior Actual poseedor Valor Cuota anual


José Cabrera Herederos de Lucas Cabrera 75.00 4.50
José Mancilla Rosalía Lechuga 75.00 4.50
José María Severo Damasa Serrano 75.00 4.50
Juan Camacho Antonio Camacho 75.00 4.50
José Santos González Rafael Sánchez 75.00 4.50
José Nería José María García 25.00 1.50
Juan Río Herederos de Lucas Cabrera 75.00 4.50
Joaquín Bunina Antonio Casas 45.00 2.70
Jesús Ruiz Aniceto Ruiz 18.17 1.09
Jesús Servín Guadalupe Servín 165.29 9.92
Lorenza Nería Francisca Nava 75.00 4.50
Luis Hernández Victoriano Sánchez 75.00 4.50
Lucas Cabrera Luis Cabrera 75.00 4.50
Luis Cruz Cristóbal Cruz 50.00 3.00
Lino León Lino León 204.70 12.28
Martín Hernández Rafaela González 75.00 4.50
María Arzate Loreto Arzate 75.00 4.50
María Florentina Herederos de Filomena Lechuga 75.00 4.50
Miguel Figueroa Guadalupe Sánchez 69.68 4.18
Miguel Becerril Jesús Sánchez 61.13 3.67
María Diego Rafael Cabrera 75.00 4.50
María León Juan Nava 21.71 1.30
Nestor Hernández Gila Arzate 75.00 4.50
Nicanor Nava Dolores Angulo 75.00 4.50
Nabor Alderete Herederos de Mariana León 70.00 4.20
Perfecto León Rafaela González 75.00 4.50
Rafael León José León 75.00 4.50
Rafael Valdés Silviano Valdés 75.00 4.50
Trinidad de Jesús Guadalupe Sánchez 75.00 4.50
Teodoro Ortega José María García 33.71 2.02
Tomás Camacho Rosalía Lechuga 75.00 4.50
Trinidad Ortega Luis Ortega 19.21 1.16
Tiburcio Padilla Pascual Padilla 118.96 7.14
Vicente Casas Antonio Casas 23.72 1.42
Fuente: AML, Estadística, vol. 12, 1894.

242
Anexos, mapas y gráficas

Anexo 5

Lista de terrenos de común repartimiento adjudicados


en el municipio de Ocoyoacac, 1875

Cuartillos de Valor del


Adjudicatario Nombre del terreno Calidad de los terrenos
sembradura terreno
Francisco Zerón Titizihuahuan 7 45.00 Medio fangoso
Felipe José “ 7 45.00 Medio fangoso
Eusebio Galicia “ 7 45.00 Medio fangoso
Pedro Rojas “ 7 45.00 Medio fangoso
José Cerón “ 7 45.00 Medio fangoso
Vicente Rosales “ 7 45.00 Medio fangoso
Francisco Onofre “ 7 45.00 Medio fangoso
Felipe Albino “ 7 45.00 Medio fangoso
Modesto Antonio “ 7 45.00 Medio fangoso
Pablo Torres “ 7 45.00 Medio fangoso
Felipe Angel “ 8 46.00 Medio fangoso
Marcos de Jesús “ 7 45.00 Medio fangoso
Francisco Torres “ 7 45.00 Medio fangoso
Jacinto Roque “ 7 45.00 Medio fangoso
Ignacio Grande “ 6 35.00 Medio fangoso
Pablo Lara “ 7 45.00 Medio fangoso
Francisco Díaz “ 7 45.00 Medio fangoso
Rafael Juan “ 7 45.00 Medio fangoso
Nazario González “ 7 45.00 Medio fangoso
Laureano Roque “ 7 45.00 Medio fangoso
José Eugenio “ 7 45.00 Medio fangoso
Cirilo Valero “ 7 45.00 Medio fangoso
Juan Nepomuceno Díaz “ 7 45.00 Medio fangoso
Francisco Mateo “ 7 45.00 Medio fangoso
José Reyes “ 7 45.00 Medio fangoso
José Secundino “ 5 35.00 Medio fangoso
Vidal Antonio “ 5 37.00 Medio fangoso
Joaquín Navor “ 4 25.00 Medio fangoso
José Alanis “ 6 40.00 Medio fangoso
Julián Victoriano “ 7 45.00 Medio fangoso
Cristóbal Felipe “ 7 45.00 Medio fangoso
Tomás Miguel “ 6 30.00 Medio fangoso
Rosalino Ramón “ 7 45.00 Medio fangoso
Alejo Quezada “ 7 45.00 Medio fangoso
Continúa en siguiente página

243
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Cuartillos de Valor del


Adjudicatario Nombre del terreno Calidad de los terrenos
sembradura terreno
Fabián García “ 7 45.00 Medio fangoso
Antonio Quiroz “ 7 45.00 Medio fangoso
Pascual Ramón “ 5 22.00 Medio fangoso
José Ponciano “ 7 45.00 Medio fangoso
Cruz Calixto “ 7 45.00 Medio fangoso
Anselmo Santiago “ 7 45.00 Medio fangoso
Tiburcio de Jesús “ 8 45.00 Medio fangoso
Narciso Tomás “ 6 29.00 Medio fangoso
Manuel Antonio “ 6 29.00 Medio fangoso
José Francisco “ 7 44.00 Medio fangoso
José Luz Escamilla “ 6 36.00 Medio fangoso
Antonio Miguel “ 5 36.00 Medio fangoso
Estos terrenos forman
Lorenzo Torres los diez diseminados y 9 47.50 Arenoso medio fangoso
que no tienen nombres
José Toribio “ 9 47.50 Arenoso medio fangoso
Tomás Francisco “ 9 47.50 Arenoso medio fangoso
Miguel Miranda “ 7 38.75 Arenoso medio fangoso
Nazario Jiménez “ 7 38.75 Arenoso medio fangoso
Gregorio Montes “ 11 66.25 Arenoso medio fangoso
José Vázquez “ 11 66.25 Arenoso medio fangoso
Encarnación Uribe “ 14 43.50 Arenoso medio fangoso
Santos Flores “ 11 66.66 Arenoso medio fangoso
José Cruz “ 11 66.66 Arenoso medio fangoso
Felipe Ildefonso “ 11 66.66 Arenoso medio fangoso
Víctor Alcántara “ 9 52.50 Arenoso medio fangoso
Eduardo Nava “ 9 52.50 Arenoso medio fangoso
Antonio Marcos “ 10 57.50 Arenoso medio fangoso
José Manuel “ 10 57.50 Arenoso medio fangoso
Andrés Encarnación “ 7 45.00 Arenoso medio fangoso
Hilario Trinidad “ 7 45.00 Arenoso medio fangoso
Andrés Crisanto “ 7 45.00 Arenoso medio fangoso
Felipe Neri “ 6 30.00 Arenoso medio fangoso
Guadalupe José “ 6 30.00 Arenoso medio fangoso
Hilario Trinidad “ 6 30.00 Arenoso medio fangoso
Gumersindo González “ 5 30.00 Medio fangoso
Víctor Vázquez “ 1 58.12 De bondad
Cristóbal Camacho “ 1 58.12 De bondad
Fuente: AHML, Tierras, caja 1, exp. 29. Lista de los nombres de los adjudicatarios de los terrenos de común
repartimiento, así como de los terrenos fraccionados, con expresión de las medidas y el valor de cada fracción,
formada en cumplimiento del Jefe Político. Dichos adjudicatarios tienen sus correspondientes títulos que les
fueron expedidos en el año de 1867. Felipe González presidente municipal de Ocoyoacac, 7 de junio de 1875.

244
Anexos, mapas y gráficas

Anexo 6

Padrón general de los vecinos de la municipalidad de


Ocoyoacac que adquirieron terrenos de común repartimiento
en la ranchería del Pedregal, 1889

Nombre Domicilio MTRH.2 Valor del terreno 10% al millar


Lorenzo Torres San Miguel 810 75.00 .75
Felipa Torres “ 584 80.00 .80
Jesús González “ 2000 20.00 .20
Román R. Agüero Coapanoaya 7000 140.00 1.40
Filomeno Silva San Miguel 3216 64.32 .64
Fabián González Santa María 3060 40.00 .40
León González “ 755 38.00 .38
León González “ 755 42.00 .42
León González “ 755 42.00 .42
Felipe Galicia San Miguel 1656 56.00 .56
Paulino Fonseca “ 3526 150.00 1.50
Paulino Fonseca “ 288 75.00 .75
Melquiades Crisóstomo “ 805 50.00 .50
Pablo
Crisóstomo “ 805 50.00 .50
Anacleto Pérez “ 575 30.00 .30
Felicitas Cruz Santa María 1598 100.00 1.00
Pedro Pablo San Miguel 812 60.00 .60
Juan Magdaleno “ 812 60.00 .60
Damián Rodríguez Santa María 2580 155.00 1.55
José Nicolás “ 1283 80.00 .80
Cipriano Grande San Miguel 1430 85.00 .85
Agustín Galicia Santa María 976 50.00 .50
José Longinos “ 1373 70.00 .70
José Cerón “ 1118 65.00 .65
Pantaleón Aurelio “ 702 45.00 .45
José Cayetano Cholula 1196 50.00 .50
Camilo Becerril Santa María 798 45.00 .45
Juan González “ 741 42.00 .42
Nicanor Ramírez Santiaguito 7162 25.00 .75
José Pascacio “ 5625 17.00 .51
Nicanor Ramírez “ 5625 25.00 .75
José Baltazar “ 5625 34.00 1.02
Rafael Vázquez “ 5625 41.34 1.24
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245
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Nombre Domicilio mTRH.2 Valor del terreno 10% al millar


Guillermo Nería El Pedregal 7500 25.06 .75
Marcos Luis Santiaguito 5625 16.67 .50
Bacilio Cano El Pedregal 2500 34.00 1.02
José Ramón Santiaguito 2500 34.00 1.02
Atilano Ramón “ 2500 34.00 1.02
Gregorio Ramón “ 5000 66.67 2.00
Juan Nicolás El pedregal 5000 34.00 1.02
Hilario Estrada Santiaguito 2500 25.00 .75
Pablo Obispo “ 2500 25.00 .75
Cristóbal Aparicio “ 3750 66.67 2.00
Donaciano de Jesús “ 2500 13.34 .40
Hilario Estrada “ 5000 16.67 .50
José Luciano “ 3750 24.67 .74
José Epigmenio “ 2500 16.67 .50
Cesario Aparicio “ 2500 24.67 .74
Hilario Estrada “ 2500 16.67 .50
Hilario Negrete “ 3025 33.34 1.00
Quirino Manuel “ 2500 33.34 1.00
Manuel Quirino “ 800 13.34 .40
Lázaro Donaciano San Miguel 2725 34.00 1.02
Vidal Reyes La zanja 3750 80.00 2.40
José González Vázquez Santiaguito 8617 66.67 2.00
Pascual Yrala El Pedregal 2050 34.00 1.02
Lucio Reyes “ 1672 25.00 .75
Severiano Méndez “ 1947 25.00 .75
José Lorenzo “ 2052 14.00 .42
José Yreneo “ 708 14.00 .42
Justo de Jesús “ 2110 14.00 .42
José Marcial “ 2107 27.00 .81
Vicente Díaz Bolaños Santiaguito 3750 85.00 2.55
Alejandro Pedraza El Pedregal 1612 20.00 .60
Anastasio Melchor “ 525 10.00 .30
José Mónico y Hermanos “ 3760 30.00 .90
José Plácido y V. Margarito “ 2550 30.00 .90
Timoteo Sandoval Santiaguito 814 20.00 .60
José Cruz Salinas “ 649 18.00 .54
Luz Zacarias “ 294 12.00 .36
Ascencio Cuevas El Pedregal 1536 24.00 .72
Nazaria Díaz Santiaguito 900 10.00 .30
Sixto Díaz “ 888 10.00 .30
Esteban Rodríguez “ 600 8.00 .24
Continúa en siguiente página

246
Anexos, mapas y gráficas

Nombre Domicilio MTRH.2 Valor del terreno 10% al millar


Sixto Díaz “ 901 15.00 .45
Pacual de los Reyes “ 270 8.00 .24
Hermenegildo Diego “ 380 10.00 .30
José Alejandro “ 110 5.00 .15
José Doroteo “ 737 20.00 .60
José Luciano “ 467 12.00 .36
Lucio Negrete Coapanoaya 1116 24.00 .72
José María Quezada San Miguelito 574 12.00 .36
José Doroteo El Pedregal 110 5.00 .15
E. Pavón Santiaguito 180 5.00 .15
Guillermo Nería El Pedregal 84 5.00 .15
Pablo Lara San Miguel 155 8.00 .24
Cipriano Grande “ 406 12.00 .36
Ramón Reyes Santiaguito 715 15.00 .45
Ramón Reyes “ 2314 30.00 .90
Felipe A. Alfonso “ 413 8.00 .24
Felipe A. Alfonso “ 160 4.00 .12
Tranquilino Díaz “ 441 10.00 .30
Manuel Engrande San Miguel 189 5.00 .15
Camilo Pedro Santiaguito 205 6.00 .18
Camilo Pedro “ 240 6.00 .18
Pánfilo Diego “ 221 6.00 .18
Cruz González “ 231 6.00 .18
Mauro González “ 159 5.00 .15
José Faustino Esquivel Las Lomas 833 15.00 .45
Felipe Galicia Santa María 955 20.00 .60
José Vilchis San Miguel
Demetrio Alaniz El Pedregal 986 20.00 .60
Pascual Reyes Santiaguito 1635 24.00 .72
Guadalupe Martínez “ 1551 24.00 .72
Nicolás Antonio “ 1749 28.00 .84
Felipe A. Alfonso “ 24,545 250.00 7.50
Crescencio Pavón Coapanoaya 568 6.00 .18
Esteban Pavón “ 999 9.00 .27
Esteban Pavón “ 321 5.00 .15
Juan González “ 1302 12.00 .36
José Cruz González Santa María 1254 12.00 .36
Francisco Vilchis “ 966 9.00 .27
Antonio Sandoval Santiaguito 1306 13.00 .39
Francisco Arellano San Miguel 2916 30.00 .90
Martín Sánchez Santa María 1822 18.00 .54
Continúa en siguiente página

247
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Nombre Domicilio Mtrs.2 Valor del terreno 10% al millar


Víctor Díaz Santiaguito 2200 22.00 .66
Feliciano Reyes La zanja 1408 14.00 .42
José Reyes “ 1408 14.00 .42
Fernando Reyes “ 948 10.00 .30
Severiano D. Santa María 1160 12.00 .36
Cruz Reyes Santiaguito 1008 10.00 .30
Manuel Cid El Pedregal 440 6.00 .18
Eugenio Cid “ 797 10.00 .30
Santiago Meléndez Santiaguito 1382 20.00 .60
Santiago Meléndez “ 796 12.00 .36
Anastacio Flores “ 1972 20.00 .60
Adrián Arellano “ 393 6.00 .18
Juan Nepomuceno Díaz “ 205 4.00 .12
Francisco Cerón Santa María 283 5.00 .15
José Francisco El Pedregal 156 4.00 .12
Marcos Cipriano “ 350 6.00 .18
María Rosa Santiaguito 318 5.00 .15
Merced Cipriano El Pedregal 575 6.00 .18
Ignacio Vedeja San Miguel 398 6.00 .18
Francisco Cerón Santa María 358 6.00 .18
José R. Pavón “ 971 10.00 .30
Anacleto Ventura El Pedregal 844 8.00 .24
María Celsa “ 495 6.00 .18
Pascual Nicolás “ 1022 10.00 .30
José Santiago “ 65 5.00 .15
Merced Cipriano “ 447 10.00 .30
Merced Cipriano “ 141 5.00 .15
Francisco José “ 816 20.00 .60
Pacual Nicolás “ 893 20.00 .60
Lorenzo Justiniano “ 203 6.00 .18
Pascacio Linares “ 122 6.00 .18
José Colina “ 270 6.00 .18
Lorenzo Justiniano “ 1250 12.00 .36
Francisco José “ 867 10.00 .30
Lorenzo Justiniano “ 1274 12.00 .36
Pedro Bartolomé “ 1107 12.00 .36
Cipriano Cornelio “ 1720 12.00 .36
José Feliciano “ 1250 20.00 .60
José Román Santiaguito 1250 20.00 .60
José R. Pavón Santa María 2500 40.00 1.20
Evaristo Guerrero El Pedregal 625 8.00 .24
Continúa en siguiente página

248
Anexos, mapas y gráficas

Nombre Domicilio Mtrs.2 Valor del terreno 10% al millar


Juan Estanislao Santiaguito 937 10.00 .30
Eduardo Fausto “ 800 10.00 .30
Cesario Aparicio “ 1250 10.00 .30
Florentino Ramón “ 2738 25.00 .75
Vicente Justo “ 2275 24.00 .72
José Viviano “ 1076 10.00 .30
Quirino Negrete “ 3913 35.00 1.05
Viviano Peñalosa Santiaguito 863 10.00 .30
Evaristo Guerrero El Pedregal 1371 15.00 .45
José Magdaleno “ 2725 15.00 .45
José Gregorio “ 2500 12.00 .36
Alberto Dionisio Santiaguito 2500 12.00 .36
José Maximino “ 4313 20.00 .60
Jesús Cid El Pedregal 1508 12.00 .36
José Santiago “ 1713 12.00 .36
Carlos Díaz Santiaguito 1216 12.00 .36
Anacleto Ventura El Pedregal 161 5.00 .15
Nicolás “ 197 6.00 .18
Anacleto Ventura “ 243 8.00 .24
Trinidad Santiaguito 213 8.00 .24
Fuente: AHML, Tierras, caja 3, exp. 5, 1889. Padrón General de los vecinos de la municipalidad de Ocoyoacac
que obtuvieron terrenos de común repartimiento en los terrenos de la ranchería del Pedregal

249
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Anexo 7

Padrón de adjudicatarios del barrio de Cholula de los terrenos ubicados en el llano


de Ocoyoacac pertenecientes a los de común repartimiento “La Cuchilla”, 1892

Medidas de superficie Valor de los terrenos en Censo al 8 al


Nombre del adjudicatario
en metros cuadrados pesos millar
José Anselmo 1,250 25.00 20
Gregorio García 3,150 63.00 50
Cirilo García 690 13.80 11
Tomás Pomposo 1,444 28.88 23
Pedro Quezada 789 15.78 12
Gregorio Quezada 773 15.46 12
Asencio Arzaluz 1,225 24.50 19
José Vidal 851 17.02 13
Pánfilo Pedro 1,032 20.64 16
Tiburcio Flores 1,296 25.92 20
Diego García 1,758 35.70 28
Manuel Hernández 931 18.62 14
Juan García 770 15.40 12
Hipólito Casiano 640 12.80 10
Cosme Damián 709 14.18 11
José Martín 803 16.06 12
José Prisciliano 705 14.10 11
Marcelino Matilde 840 16.80 13
José Venancio 855 17.10 13
José Leocadio 868 17.36 13
Abraham Aparicio 890 17.80 14
Asencio Silvestre 1,630 32.60 26
Bartolo José 1,910 38.20 30
José Leonardo 895 17.90 14
Porfirio Martínez 905 18.10 14
León Julio 958 19.16 15
Graciano Loperena 954 19.08 15
Casimiro González 1,060 21.20 16
Tiburcio Nicolás 1,980 39.60 31
Eulogio Felipe 1,030 20.60 16
Cruz Martín 1,160 23.20 18
María Vicenta 1,154 23.08 18
Santiago Arzaluz 475 9.52 07
Continúa en siguiente página

250
Anexos, mapas y gráficas

José Gregorio 5,482 109.64 87


Gumersindo González 1,457 29.14 23
Sixto Félix 1,407 28.14 22
Pedro Nicolás 2,362 47.24 37
Marcelino Nicolás 2,880 57.60 46
José Gregorio Félix 1,440 28.80 23
Manuel Silvestre 5,216 104.32 83
Juan Isidro 2,527 40.54 32
Gregorio Antonio 3,043 60.86 48
Graciano Loperena 4,500 90.00 72
José Rafael 7,585 151.70 21
Calixto Eduardo 10,120 200.00 60
José Quirino 8,229 164.58 31
Fuente. Padrón de adjudicatarios del barrio de Cholula, 1892, AHML, Tierras, caja 3, exp. 14.

251
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Anexo 8

Fraccionamiento y adjudicación de los terrenos de común repartimiento


ubicados en el llano de Perea, 1899

Medidas de superficie
Adjudicatario Valor de los terrenos Calidad de las tierras
en metros cuadrados
1 centavo metro Tierras fangosas y
Aniceto Ruiz 10,158
cuadrado expuestas a inundación
David Mancilla 1,710 ½ centavo Terreno que se inunda
María de la Paz Ruiz y
4,699 1 centavo m2 Tierra fangosa
hermana
Javier Alamillo 8,568 50 pesos Tierra cenagosa
Loreto León 4,138
Fausto León 9,612.50
Fidel Díaz 5,687.00
Guadalupe Díaz 9,829
Lino León 16,242
Miguel Montes 2,358.75
José Cruz 4,089.00
Epigmenio Cruz 4,176.00
Manuel Nava 7,817.50
Lino León 7,791.00
Un centavo metro Terreno arenoso y
Mariano Méndez 7,378.80
cuadrado expuesto a inundación
Jesús Montes de Oca 8,784 “ Terreno cenagoso
Terreno expuesto a
Marcelo Mendoza 5,212 “
inundación
Alberto Cejudo 5,387.75
Antonio Casas 4,252 “ Terreno fangoso
Guadalupe Servín 1,863.25
Dolores G. Viuda de
1,730.75
Camacho
Ponciano Arias 3,192.00 2 centavos Terreno arenoso
Luis Arias 10,486.00
Mariano O. Méndez 7,378.80 1 centavo Terreno fangoso
Arenoso y expuesto a
Francisco Ortega Zavala 10,046.25 ¾ de centavo
las corrientes
Roque D. Méndez 6,496.00
Aurelio Casas 5,394.00 ½ centavo Lagunas
Juan Mejía 3,627.50 ½ centavo Lagunoso
Continúa en siguiente página

252
Anexos, mapas y gráficas

Medidas de superficie
Adjudicatario Valor de terrenos Calidad de las tierras
en metros cuadrados
Jesús Ortega 3,762.50 ¾ centavo Terreno arenoso
José María García 2,888
Epigmenio O. Zavalla 7,742 ¾ centavo Arenoso y fangoso
Jesús Sánchez 2,069.25 1 centavo
José Ortega 1,993.25 1 centavo Terreno arenoso
Luis Ortega y Ortega 5,375.94
Luis Ortega y Ortega
Epigmenio O. Zavalla 3,458.75 1 centavo Terreno arenoso
Lorenzo O. Rodríguez 7,965.31 “ “
Isidro Gutiérrez 2,765.93
Anastacio Rodríguez 1,632
Manuel Angulo 6,873.60 1 centavo Fangoso
Luis Angulo 10,288.12 “ “
Jesús Cruz 6,059 “ Fangoso y arenoso
Terreno fangoso y de
Rafael Méndez 6,040
laguna
2 metros por un
Ignacio Rodríguez 2,392 Fango y ciénega
centavo
Parte fangosa y parte
Lorenzo O. Rodríguez 6,040 “
de laguna
Fangoso por estar
Merced Alderete de O. 7,870.50 “
próximo a la laguna
Mateo Mateos 2,430
Pedro Padilla 4,837.50
Epigmenio O. Zavalla 6,450.50 ¾ de centavo el metro
José Alvarez 4,136
Jacinto Ortega 1,849 1 centavo Terreno cenagoso
Gertrudis Lechuga 1,716
Agustín Ortega 9,700.00
Jacoba R. de Montes de Oca 3,215 1 centavo Terreno cenagoso
Jacoba R. de Montes de Oca 2,400 “ Terreno arenoso
Enrique Montes 1,530 “
Sofía Lechuga y hermanos 5,763 “
Andrés L. Y Manjarrez 8,927 “
Epigmenio O. Zavalla 1,848.75 “ Terreno fangoso
Vidal Sánchez 1,164.00
Encarnación Ortega 1,209 ½ centavo Terreno arenoso
Juan Ortega 3,692 ½ centavo Terreno arenoso
Luz Ortega 943 “
José Plata 8,680.00
Marcial Rodríguez 2,678.55
Continúa en siguiente página

253
De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Medidas de superficie
Adjudicatario Valor de terrenos Calidad de las tierras
en metros cuadrados
Rafael Sánchez 4,933
Juana García 2,080 1 centavo Terreno arenoso
Aurelia viuda de Ortega 546.00
Juan Sánchez 1,618.00
José Sánchez 6,656.00
Benito Sánchez 3,642.18
Juan Hernández 2,272.87
Luis Ortega y Ortega 3,276.00
Arenoso y propenso a
Jacoba R. de Montes de Oca 1,519 1 centavo
inundación
Terreno arenoso y
Zeferino Cruz 14,734 1 centavo expuesto a perderse el
sembrado
Tiburcio Ortega 3,109 “ Terreno fangoso
Cejudo 13,084.50 ¼ de centavo Terreno arenoso
Maximino Alderete 3,439.92 1 centavo Terreno fangoso
Loreto González 2,214 “ “
Joaquín Sánchez 2,814.85 “ “
Antonio Padilla 3,603.20
Juan Nava 1,044.00
Terreno lagunoso y
Secundino Lechuga 2,700.00 ½ centavo
parte arenoso
Pastor Ortega 2,550 1 centavo Terreno arenoso
Epigmenio O Zavalla 3,515 “ “
Epigmenio O Zavalla 2,691 “ Por ciénega
Victoriano López 3,082 “ Terreno arenoso
Martiniano Lechuga 1,281
Manuel Sánchez 3,621.00
Luz Cabrera 5,388.00
Antonio Camacho 1,281 1 centavo Arenoso
José León 1,470
Luz O Méndez 2,964 1 centavo Terreno fangoso
Cayetano Ortega 8,509 ¾ centavo Terreno arenoso
R. Vilchis 8,505.00
Terreno arenoso y
José Mendoza 3,630
fangoso
Fuente: Relativo al fraccionamiento y adjudicación de terrenos del llano de Perea. Manifestaciones a
la administración de rentas municipales de terrenos de común repartimiento, mayo 30 de 1899. AHEM,
Fondo Gobernación, Serie Gobernación, vol. 84, exp. 17, ff. 7- 200.

254
MAPA 1 ZONA DE ESTUDIO
SAN LORENZO HUITZIZILAPAN
SANTA CATARINA

SANTA MARÍA
TLALMIMILOLPAN

3000
RIO LERMA
SAN FRANCISCO

Fuente: Elaboración propia.


XOCHICUAUTLA

SAN NICOLAS PERALTA 2700

2650 2800

SANTIAGO ANALCO

CIUDAD SANTA MARÍA


ATARASQUILLO
3000
CABECERAS

255
LINDERO DE SAN NICOLAS SAN MATEO
Mapa 1

PUEBLOS SUJETOS DE LERMA ATARASQUILLO

PUEBLOS SUJETOS DE OCOYOACAC


Zona de estudio
Anexos, mapas y gráficas

LAGUNAS
SAN MIGUEL
AMEYALCO

HACIENDAS
2800
TOLUCA
2800 LERMA
RANCHOS
ALTA
EMPRESA
CAMINO A MÉXICO CAMINO PARA MÉXICO AMOMOLULCO
JAJALPA

LLANO DE PEREA 2650 TEPEXOYUCA


RÍO

OCOYOACAC
CURVA DE NIVEL ACOTADA EN METROS
SAN MATEO SAN PEDRO TULTEPEC
ATENCO LLANO
EL COMPROMISO
CURVAS ORDINARIAS COAPANOAYA
ACAZULCO
SAN PEDRO CHOLULA
TEXCALTENCO 2800
CAMINOS
EL PEDREGAL ATLAPULCO

ESCALA 1:100 000

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA


De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Mapa 2
Pisos ecológicos

Fuente: AHA, A.S., C. 2923, EXP. 40503.

256
MAPA 3 BIENES DESAMORTIZADOS
Y LOS QUE PERMANECIERON SIN DESAMORTIZARSE

SAN LORENZO HUITZIZILAPAN


SANTA CATARINA
1890

BIENES NO
DESAMORTIZADOS
SANTA MARÍA
TLALMIMILOLPAN
TIERRAS DESAMORTIZADAS
ENTRE 1853-1903 3000
1903
RIO LERMA

Fuente: Elaboración propia.


SAN FRANCISCO
XOCHICUAUTLA

SAN NICOLAS PERALTA


2700

2650 2800

SANTIAGO ANALCO

CIUDAD SANTA MARÍA


ATARASQUILLO
3000
CABECERAS

257
LINDERO DE SAN NICOLAS SAN MATEO
Mapa 3

PUEBLOS SUJETOS DE LERMA ATARASQUILLO

PUEBLOS SUJETOS DE OCOYOACAC


Anexos, mapas y gráficas

LAGUNAS
SAN MIGUEL
AMEYALCO

HACIENDAS
2800
TOLUCA
2800 LERMA
RANCHOS
ALTA
1856-1890 EMPRESA 1856
CAMINO A MÉXICO CAMINO PARA MÉXICO AMOMOLULCO
JAJALPA

LLANO DE PEREA 2650 TEPEXOYUCA


RÍO
1892
OCOYOACAC
CURVA DE NIVEL ACOTADA EN METROS
SAN PEDRO TULTEPEC
SAN MATEO
ATENCO LLANO
EL COMPROMISO
CURVAS ORDINARIAS COAPANOAYA
ACAZULCO
SAN PEDRO CHOLULA
TEXCALTENCO 2800
CAMINOS 1889
EL PEDREGAL ATLAPULCO
Bienes desamortizados y los que permanecieron sin desamortizarse

ESCALA 1:100 000

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA


De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

Gráfica 1
Valoración de los ingresos de Lerma por concepto de propios y arbitrios

Gráfica 2
Valoración de los ingresos de Ocoyoacac por concepto de propios y arbitrios

258
Archivos

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Cabildo, Estadística, Tierras y Tesorería.
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Casa de la Cultura Jurídica de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el
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De la desamortización a la reforma agraria, 1856-1930
Los pueblos y sus tierras en el sur del valle de Toluca

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D
e l a d e s amor t iz a c ión a l a re for ma
ag r ar i a , 1 8 5 6 - 1 9 3 0 . L o s pu ebl o s y sus
t ie r r as e n el su r d el v a l l e d e Tolu c a

fue impreso en los talleres de Editorial CIGOME, S.A. de C.V.,


Vialidad Alfredo del Mazo núm. 1524, ex. Hacienda La Magdalena
C.P. 50010, Toluca, México, en el mes de agosto de 2015. Su edición
consta de 300 ejemplares. Edición a cargo de la Dirección de
Difusión y Promoción de la Investigación y los Estudios Avanzados.

Patricia Vega Villavicencio


Coordinación editorial

César López Ruíz Esparza


Tómas Fuentes Estrada
Corrección de estilo

Nancy Huerta Vázquez


Formación y diseño

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