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Novena y Coronilla Divina Misericordia

La Novena a la Divina Misericordia es una serie de oraciones que se realizan durante nueve días, donde se presentan diferentes grupos de almas a la misericordia de Jesús, buscando su gracia y perdón. Cada día se enfoca en un grupo específico, desde la humanidad en general hasta las almas en el Purgatorio, implorando la compasión divina y la protección en la hora de la muerte. La novena enfatiza la importancia de la humildad y la confianza en la misericordia de Dios, prometiendo consuelo y salvación a quienes veneran este atributo divino.

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Novena y Coronilla Divina Misericordia

La Novena a la Divina Misericordia es una serie de oraciones que se realizan durante nueve días, donde se presentan diferentes grupos de almas a la misericordia de Jesús, buscando su gracia y perdón. Cada día se enfoca en un grupo específico, desde la humanidad en general hasta las almas en el Purgatorio, implorando la compasión divina y la protección en la hora de la muerte. La novena enfatiza la importancia de la humildad y la confianza en la misericordia de Dios, prometiendo consuelo y salvación a quienes veneran este atributo divino.

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Novena a la Divina Misericordia

Deseo – dijo Jesús a sor Faustina – que


durante esos nueve días las almas sean
llevadas a la Fuente de mi Misericordia para
que saquen fuerzas, alivio y toda gracia que
necesiten para afrontar las dificultades de
la vida y especialmente para la hora de la
muerte.

Cada día serán llevadas a mi Corazón un


grupo diferente de almas y serán sumergi-
das en este mar de mi misericordia. Y a
todas estas almas las introduciré en la casa
de mi Padre. (…) Cada día se pedirá a mi
Padre las gracias para estas almas, por los
méritos infinitos de mi dolorosa Pasión.
Oraciones para todos los días
Oración Inicial

¡Oh Dios de gran misericordia!, bondad


infinita, desde el abismo de tu abatimiento,
la humanidad implora hoy tu misericor-
dia, tu compasión, ¡oh Dios!; y clama con la
potente voz de quienes pasan por las adver-
sidades de la vida.

¡Dios de Benevolencia, no desoigas nues-


tra oración desde este exilio terrenal!
¡Oh Señor!, Bondad que escapa nuestra
comprensión, que conoces nuestra mise-
ria a fondo y sabes que con nuestras
fuerzas no podemos elevarnos a Ti, te lo
imploramos: Ayúdanos con tu gracia y con-
tinúa aumentando tu misericordia para con
nosotros, para que podamos fielmente cum-
plir tu santa voluntad a lo largo de nuestra
vida; y socórrenos en la hora de la muerte.
Que tu omnipotente misericordia nos
escude de las flechas que arrojan los ene-
migos de nuestra salvación, para que, con
confianza, como hijos tuyos, aguardemos
tu venida y auxilio. Y esperamos obtener
el perdón y la salvación que Jesús nos pro-
metió a pesar de nuestras miserias; porque
Jesús es nuestra esperanza; a través de su
Corazón misericordioso esperamos alca-
nzar el Reino de los Cielos.

"Oh Sangre y Agua que brotasteis del Cora-


zón de Jesús como una fuente de misericordia
para nosotros, en Vos confío".
Oración Final

Oh Dios, cuya Misericordia es infinita


y cuyos tesoros de compasión no tienen
límites, míranos con tu favor y aumenta tu
Misericordia hacia nosotros, para que en
nuestras grandes ansiedades no desesper-
emos, sino que siempre, con gran confianza,
nos conformemos con tu Santa Volun-
tad, por Nuestro Señor Jesucristo, Rey de
Misericordia, quien con Vos y el Espíritu
Santo manifiesta Misericordia hacia
nosotros por siempre.

Amén.
Primer día

Hoy, que sea presentada toda la humanidad


y especialmente los pecadores, y que sean
sumergidos en el mar de mi misericordia. De
esta forma consolemos a Dios de la amarga
tristeza que le da la pérdida de las almas.

Jesús misericordioso, cuya naturaleza es


la de tener compasión de nosotros y de per-
donarnos, no mires nuestros pecados, sino
la confianza que depositamos en tu bondad
infinita. Acógenos en la morada de tu muy
compasivo Corazón y nunca nos dejes salir
de Él. Te lo suplicamos por tu amor que te
une al Padre y al Espíritu Santo.

Padre eterno, mira con misericordia a la


humanidad, especialmente a los pobres
pecadores, que sean acercados al Cora-
zón de Jesús lleno de compasión, y por su
dolorosa Pasión, muestra tu misericordia
para que alabemos su omnipotencia por los
siglos de los siglos. Amén.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de


nosotros y del mundo entero.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten


misericordia de nosotros y del mundo entero.
Segundo día

Hoy, que sean presentadas las almas de los


sacerdotes y los religiosos, y que sean sum-
ergidas en mi misericordia insondable. Fueron
ellas las que me dieron fortaleza para sopor-
tar mi amarga Pasión. A través de ellas mi
misericordia fluye hacia la humanidad.

Jesús misericordioso, de quien procede


todo bien, derrama tu gracia en nosotros
para que realicemos dignas obras de miseri-
cordia, de manera que todos aquellos que
nos vean, glorifiquen al Padre de misericor-
dia que está en el Cielo.

Padre eterno, mira con misericordia al


grupo elegido de tu viña, a los sacerdotes
y a los religiosos; otórgales el poder de tu
bendición. Por el amor del Corazón de tu
Hijo, concédeles el poder de tu luz para que
puedan guiar a otros en el camino de la sal-
vación, y a una sola voz canten alabanzas
de tu misericordia sin límite por los siglos
de los siglos. Amén.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Por Su Dolorosa Pasión, ten misericordia de


nosotros y del mundo entero.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten


misericordia de nosotros y del mundo entero.
Tercer día

Hoy, que sean presentadas las almas devotas


y fieles, y que sean sumergidas en el mar de
mi misericordia. Estas almas me consolaron
a lo largo del Vía Crucis. Fueron una gota de
consuelo en medio de un mar de amargura.

Jesús infinitamente compasivo, que desde


el tesoro de tu misericordia les concedes
a todos tus gracias en gran abundancia,
acógenos en la morada de tu clementísimo
Corazón y nunca nos dejes escapar de Él. Te
lo suplicamos por el inconcebible amor con
que tu Corazón arde por el Padre celestial.

Padre eterno, mira con misericordia a las


almas fieles como herencia de tu Hijo, y por
su dolorosa Pasión, concédeles tu bendi-
ción y rodéalas con tu protección constante
para que no pierdan el amor y el tesoro de la
santa fe, sino que, con toda la legión de los
ángeles y los santos, glorifiquen tu infinita
misericordia por los siglos de los siglos.
Amén.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Por Su Dolorosa Pasión, ten misericordia de


nosotros y del mundo entero.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten


misericordia de nosotros y del mundo entero.
Cuarto día

Hoy, que sean presentados los paganos y


aquellos que todavía no me conocen. También
pensaba en ellos durante mi amarga Pasión y
su futuro celo consoló mi Corazón. Que sean
sumergidos en el mar de mi misericordia.

Jesús compasivo, que eres la luz del mundo


entero. Acoge en la morada de tu piadosí-
simo Corazón a las almas de los paganos
que todavía no te conocen. Que los rayos
de tu gracia los iluminen para que también
ellos unidos a nosotros, ensalcen tu miseri-
cordia admirable y no los dejes salir de la
morada de tu compasivo Corazón.

Padre eterno, mira con misericordia a las


almas de los paganos y de los que todavía
no te conocen. Atráelas hacia la luz del
Evangelio. Estas almas desconocen la gran
felicidad que es amarte. Concédeles que
también ellas ensalcen la generosidad de
tu misericordia por los siglos de los siglos.
Amén.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Por Su Dolorosa Pasión, ten misericordia de


nosotros y del mundo entero.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten


misericordia de nosotros y del mundo entero.
Quinto día

Hoy, que sean presentadas las almas de los


hermanos separados, que sean sumergidas en
el mar de mi misericordia. Durante mi amarga
Pasión, desgarraron mi cuerpo y mi Corazón,
es decir, mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia,
mis llagas cicatrizan y de este modo alivian
mi Pasión.

Jesús sumamente misericordioso, que


eres la bondad misma, Tú no niegas la luz
a quienes te la piden. Acoge en la morada
de tu muy compasivo Corazón a las almas
de los hermanos separados y llévalas con
tu luz a la unidad con la Iglesia; no las dejes
alejarse de la morada de tu compasivo
Corazón, sino haz que también ellas glori-
fiquen la generosidad de tu misericordia.
Padre eterno, mira con misericordia a las
almas de los hermanos separados que han
malgastado tus beneficios y han abusado
de tus gracias por persistir obstinadamente
en sus errores. No mires sus errores, sino
el amor de tu Hijo y su dolorosa Pasión que
sufrió por ellos. Haz que también ellos glo-
rifiquen tu gran misericordia por los siglos
de los siglos. Amén.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Por Su Dolorosa Pasión, ten misericordia de


nosotros y del mundo entero.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten


misericordia de nosotros y del mundo entero.
Sexto día

Hoy, que sean presentadas las almas mansas


y humildes y las almas de los niños pequeños,
y que sean sumergidas en mi misericordia.
Éstas son las almas más semejantes a mi Cora-
zón. Ellas me fortalecieron durante mi amarga
agonía. Las veía como ángeles que velarían al
pie de mis altares. Sobre ellas derramo tor-
rentes de gracias. Solamente el alma humilde
es capaz de recibir mi gracia; concedo mi con-
fianza a las almas humildes.

Jesús misericordioso, Tú mismo has


dicho: “Aprendan de mí que soy manso y
humilde de corazón”. Acoge en la morada
de tu compasivo Corazón a las almas man-
sas y humildes y a las almas de los niños
pequeños. Estas almas llevan alegría al
Cielo y son las preferidas del Padre celes-
tial. Son un ramillete perfumado ante el
trono de Dios, de cuyo perfume se deleita
Dios mismo. Estas almas tienen una morada
permanente en tu compasivo Corazón y
cantan sin cesar un himno de amor y miseri-
cordia por la eternidad.

Padre eterno, mira con misericordia a las


almas mansas y humildes y a las almas de
los niños pequeños que están encerradas
en el muy compasivo Corazón de Jesús.
Estas almas son las más semejantes a tu
Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra
y alcanza tu trono. Padre de misericordia y
de toda bondad, te suplico por el amor que
tienes por estas almas y el gozo que te pro-
porcionan, bendice al mundo entero para
que todas las almas canten juntas las ala-
banzas de tu misericordia por los siglos de
los siglos. Amén.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Por Su Dolorosa Pasión, ten misericordia de


nosotros y del mundo entero.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten


misericordia de nosotros y del mundo entero.
Séptimo día

Hoy, que sean presentadas las almas que


veneran y glorifican mi misericordia de modo
especial, que sean sumergidas en mi misericor-
dia. Estas almas son las que más lamentaron
mi Pasión y penetraron más profundamente
en mi espíritu. Ellas son un reflejo viviente de
mi Corazón compasivo. Estas almas resplan-
decerán con un resplandor especial en la vida
futura. Defenderé de modo especial a cada
una en la hora de la muerte.

Jesús misericordioso, cuyo Corazón es


el amor mismo, acoge en la morada de tu
misericordioso Corazón a las almas que
veneran y ensalzan de modo particular la
grandeza de tu misericordia. Estas almas
son fuertes con el poder de Dios mismo. En
medio de toda clase de aflicciones y adver-
sidades siguen adelante confiadas en tu
misericordia, y unidas a ti, cargan sobre sus
hombros a toda la humanidad. Estas almas
no serán juzgadas severamente, sino que tu
misericordia las protegerá en la hora de la
muerte.

Padre eterno, mira con misericordia a


aquellas almas que glorifican y veneran tu
mayor atributo, es decir, tu misericordia
insondable y que están encerradas en el
compasivo Corazón de Jesús. Estas almas
son un Evangelio viviente, sus manos están
llenas de obras de misericordia y sus cora-
zones, desbordantes de gozo, te cantan,
oh Altísimo, un cántico de misericordia. Te
suplico, oh Dios, muéstrales tu misericor-
dia según la esperanza y la confianza que
han puesto en ti. Que se cumpla en ellas
la promesa de Jesús quien les dijo: A las
almas que veneren esta infinita misericor-
dia, Yo mismo las defenderé como mi gloria
durante sus vidas y especialmente en la
hora de la muerte.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Por Su Dolorosa Pasión, ten misericordia de


nosotros y del mundo entero.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten


misericordia de nosotros y del mundo entero.
Octavo día

Hoy, que sean presentadas las almas que


están en la cárcel del Purgatorio, que sean
sumergidas en el abismo de mi misericordia.
Que los torrentes de mi sangre refresquen el
ardor del Purgatorio. Todas estas almas son
muy amadas por mí. Ellas cumplen con el
justo castigo que se debe a mi justicia.

Está en nuestra oración poder llevarles


alivio. Hagamos uso de todas las indulgen-
cias del tesoro de la Iglesia y ofrezcámoslas
en su nombre… Si conociéramos los tor-
mentos que ellas sufren ofreceríamos
continuamente por ellas nuestras ora-
ciones y saldaríamos las deudas que tienen
con la justicia de Dios.
Jesús misericordiosísimo. Tú mismo has
dicho que deseas la misericordia; heme aquí
que llevo a la morada de tu muy compasivo
Corazón a las almas del Purgatorio, almas
que te son muy queridas, pero que deben
pagar su culpa adeudada a tu justicia. Que
los torrentes de Sangre y Agua que bro-
taron de tu Corazón, apaguen el ardor del
Purgatorio para que también allí sea glori-
ficado el poder de tu misericordia.

Padre eterno, mira con misericordia a las


almas que sufren en el Purgatorio y que
están encerradas en el muy compasivo
Corazón de Jesús. Te suplico por la dolo-
rosa Pasión de Jesús, tu Hijo, y por toda la
amargura con la cual su sacratísima alma
fue inundada, muestra tu misericordia a las
almas que están bajo tu justo escrutinio.
No las mires sino a través de las heridas de
Jesús, tu amadísimo Hijo, ya que creemos
que tu bondad y tu compasión no tienen
límites. Amén.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Por Su Dolorosa Pasión, ten misericordia de


nosotros y del mundo entero.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten


misericordia de nosotros y del mundo entero.
Noveno día

Hoy, que sean presentadas las almas tib-


ias, que sean sumergidas en el abismo de mi
misericordia. Estas almas son las que más
dolorosamente hieren mi Corazón. A causa
de las almas tibias, mi alma experimentó la
más intensa repugnancia en el Huerto de los
Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja de
mí este cáliz, si es tu voluntad. Para ellas, la
última tabla de salvación consiste en recurrir
a mi misericordia.

Jesús piadosísimo, que eres la compa-


sión misma, te traigo a las almas tibias a la
morada de tu piadosísimo Corazón. Que
estas almas heladas que se parecen a cadá-
veres y te llenan de gran repugnancia se
calienten con el fuego de tu amor puro. Oh
Jesús tan compasivo, ejercita la omnipoten-
cia de tu misericordia y atráelas al mismo
ardor de tu amor y concédeles el amor
santo, porque Tú lo puedes todo.

Padre eterno, mira con misericordia a las


almas tibias que, sin embargo, están acog-
idas en el piadosísimo Corazón de Jesús.
Padre de la misericordia, te suplico por la
dolorosa Pasión de tu Hijo y por su agonía
en la cruz, permite que también ellas glori-
fiquen el abismo de tu misericordia.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Por Su Dolorosa Pasión, ten misericordia de


nosotros y del mundo entero.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten


misericordia de nosotros y del mundo entero.
Coronilla de la
Divina Misericordia

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros


enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro que estás en el cielo, santi-


ficado sea tu Nombre; venga a nosotros tu
Reino; hágase tu voluntad en la tierra como
en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada
día; perdona nuestras ofensas, como tam-
bién nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Dios te salve, María, llena eres de gracia;


el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre
todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu
vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores, ahora y en
la hora de nuestra muerte. Amén

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra. Creo en
Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
Que fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue
crucificado, muerto y sepultado, descendió
a los infiernos, al tercer día resucitó de
entre los muertos, subió a los cielos y está
sentado a la derecha de Dios, Padre todo-
poderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a
vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica, la comunión de los
santos, el perdón de los pecados, la resur-
rección de la carne y la vida eterna. Amén
Intenciones

Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo, la


Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu amadí-
simo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como
propiciación de nuestros pecados y los del
mundo entero.

Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia


de nosotros y del mundo entero.

Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia


de nosotros y del mundo entero.

Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia


de nosotros y del mundo entero.

Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia


de nosotros y del mundo entero.
Intenciones

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal,


ten misericordia de nosotros y del mundo
entero.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal,


ten misericordia de nosotros y del mundo
entero.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal,


ten misericordia de nosotros y del mundo
entero.
Oración final

Oh Dios Eterno, en quien la misericor-


dia es infinita y el tesoro de compasión
inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada
bondadosa y aumenta Tu misericordia en
nosotros, para que en momentos difíciles
no nos desesperemos ni nos desalentemos,
sino que, con gran confianza, nos someta-
mos a Tu santa voluntad, que es el Amor y
la Misericordia mismos. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del


Espíritu Santo. Amén.
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