Llull Casado, Veronica (2019) - Culpabilidad Inscripción o Rechazo Del Reproche y El Castigo
Llull Casado, Veronica (2019) - Culpabilidad Inscripción o Rechazo Del Reproche y El Castigo
XXVI
Jornadas de Investigación. XV Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. I
Encuentro de Investigación de Terapia Ocupacional. I Encuentro de Musicoterapia.
Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2019.
Culpabilidad: Inscripción o
rechazo del reproche y el
castigo.
Cita:
Llull Casado, Veronica (2019). Culpabilidad: Inscripción o rechazo del
reproche y el castigo. XI Congreso Internacional de Investigación y
Práctica Profesional en Psicología. XXVI Jornadas de Investigación. XV
Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. I Encuentro
de Investigación de Terapia Ocupacional. I Encuentro de Musicoterapia.
Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
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CONGRESO - MEMORIAS 2019. ISSN 2618-2238 | Universidad de Buenos Aires. Facultad de Psicología 482
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satisfacción en el dolor, o de lo que Freud nombrará como ne- luego su tramitación sintomática. El superyó es un nombre del
cesidad de castigo. Ese registro real de la culpa como primaria, goce. De lo que se trata entonces una vez más es de perspectiva
como constitutiva del parletre permite ubicar el núcleo incurable económica presente en el asunto.
del síntoma. El castigo es ahí el partenaire del reproche. Y a ma- Es necesario por tanto hacer lugar al planteo de Lacan (1950)
yor renuncia, mayor ferocidad punitiva. El castigo por desear se cuando advierte sobre las consecuencias psicopatológicas de
constituye así en el hueso duro del síntoma del hablante. la declinación en la creencia de la autoridad del padre. En tanto
el padre es precisamente ese elemento simbólico con el cual
Inscripción del castigo en la neurosis inscribir, o en nombre del cual inscribir, la prohibición del goce
El crimen y el criminal no pueden concebirse por fuera de su re- necesaria para habitar la cultura y vivir en sociedad.
ferencia sociológica (Lacan, 1950). Lo cual no implica otra cosa Algunas transgresiones adolescentes permiten pensar cuáles
que el hecho que cualquier sociedad tiene una ley positiva, sea pueden ser las consecuencias actuales de la vida en la épo-
ésta escrita u oral, de derecho o de costumbre. En cualquier ca del padre permanentemente cuestionado. Y aún más, Lacan
caso, en la relación entre el criminal y el crimen, es necesario introduce el carácter criminógeno de las tendencias edípicas
concebir ese elemento tercero e ineludible: el castigo. (incestuosas y parricidas) en ausencia de la familia como es-
Se trata de un planteo que introduce sin más la función del su- cena psíquica y social de tramitación. “El superyó es una ma-
peryó y por tanto postula la pregunta por la función del padre. nifestación individual vinculada a las condiciones sociales del
¿Cuál puede ser ahí la relación entre lo que Lacan sitúa como edipismo. Así, las tensiones criminales incluidas en la situación
la referencia sociológica del crimen y la función del padre en familiar, sólo se vuelven patógenas en las sociedades donde
relación con la transmisión de la ley? ¿De qué modo articular esta situación misma se desintegra” (Lacan, 1950).
ahí la referencia social y la subjetiva? El elemento del castigo Se trata allí de un planteo por el cual Lacan postula la importan-
constituye entonces el nexo común. cia de la familia como escena libidinal que permite la tramita-
La ley positiva prevé para toda conducta disvaliosa una pena- ción posible de los deseos incestuosos y parricidas anudados al
lidad posible. De igual modo, la transmisión que el padre hace castigo del superyó. La familia es esa escena en la que el sujeto
de lo prohibido implica siempre en el horizonte una sanción. La pone en juego la actualización de la prohibición del incesto y
perspectiva punitiva está presente implicada por sí misma por el parricidio. Sin esa escena psíquica y social que implica la
la función de autoridad. El incumplimiento del precepto norma- familia, el castigo como necesidad concomitante a los deseos
tivo o la omisión de un deber implican per se la ejecución de del Edipo se tornan patógenos –y aún más, criminógenos. Es
una sanción. decir, sin esa escena como marco de actuación de las prohibi-
La enunciación de la norma conlleva entonces la dimensión pe- ciones fundamentales para la cultura, las tendencias incestuo-
nal en juego. La sanción paterna comporta siempre un carácter sas y parricidas no encuentran un escenario donde verificar la
aflictivo vinculado a algún costo, alguna pérdida que se traduce prohibición.
en un menos del lado del sujeto. He ahí la contigüidad evidente Al mismo tiempo, la familia, como escena libidinal aporta la
con la referencia social antes mencionada. La pena se presenta transmisión de un deseo singular que libidiniza el mandato feroz
como el precio a pagar por aquel que decide no obrar conforme del superyó. Permite a éste descompletar el empuje al castigo.
a derecho. Anuda lo real de la culpa a lo simbólico de la misma. Le otorga
Hay entonces una relación de equivalencia lógica, de analogía a esa necesidad punitiva una escena transferencial. La familia
estructural entre la referencia social y subjetiva en esa relación permite anudar la prohibición del goce edípico con la ganancia
del sujeto a la ley por la vía de la sanción que se lee como cas- de otros goces exogámicos y saludables (a condición de verifi-
tigo. Hay una economía jurídica del castigo –en tanto se trata, car lo imposible del goce incestuoso y parricida).
para la justicia penal moderna, de la regulación de derechos, y Vale preguntar entonces, en esta sociedad contemporánea en
por ende, bienes. Hay una economía subjetiva del castigo. la que han estallado los modelos tradicionales de la mayoría de
El nombre de la instancia que en el psiquismo inscribe el castigo las instituciones modernas, incluida ahí la familia, cuáles pue-
es el del superyó. Tal instancia, como lugar de la enunciación den ser las vías de tramitación que encuentren por ejemplo los
del reproche, implica por tanto la inscripción del castigo como adolescentes frente a la encrucijada del recrudecimiento de las
saldo del Edipo. Es superyó como voz interiorizada del padre, tendencias edípicas. ¿Qué hacen hoy los adolescentes en los
inscribe consigo el castigo como resto de su enunciación. He ahí que la familia no se ofrece como esa escena psíquico-social de
la dimensión económica. De lo que se trata siempre, en última tramitación de los deseos incestuosos y parricidas con el repro-
instancia, es del goce. che y el castigo anudados a ellos?
El superyó es el nombre de esa soldadura entre sujeto y socie- La respuesta es obvia, muchos de ellos, frente al acuciante em-
dad. Es el saldo de esa interiorización de la ley social por la vía puje del superyó, se arrojan a la búsqueda del castigo por la vía
de la autoridad del padre. El superyó inscribe el castigo por el de la comisión de delitos sin importancia alguna, carentes de
deseo incestuoso y parricida. Su inscripción simbólica permite sentido y de explicación, más allá a la referencia del contexto
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social de pobreza o vulnerabilidad social. reproche psíquico, se presentan como vías de respuesta a lo
Cuando no es posible encontrar en la familia la escena que ac- perturbador de la culpa desabonada del campo del inconsciente.
tualice el punto de imposibilidad del goce y la lectura en térmi- Rechazo de la inscripción del castigo en la psicosis paranoica
nos de prohibición, cuando la familia no opera ahí su función, El rechazo de la inscripción simbólica del castigo condena al
una solución adolescente por ejemplo, puede ser la actuación sujeto al retorno de este por diversas vías. Aimée (Lacan, 1932)
delictiva. La puesta en acto de escena en la que la autoridad testimonia sobre una de las vías quizás más feroces. El castigo
es llamada a ocupar allí su lugar. Se trata de delitos que se delirante. La versión del sujeto sobre el atentado contra esa ac-
inscriben en la lógica que posteriormente se verá como la de los triz desconocida pone de manifiesto la presencia delirante del
crímenes del superyó. Ahí donde el castigo se impone como real autocastigo. “Quieren matar a mi hijo”, por qué, “para castigar-
en ausencia de otras vías simbólicas de intervención del mismo. me”. El elemento autopunitivo rechazado en lo simbólico funda-
Nótese que aquí el problema no es el de la psicosis paranoica. cional retorna así en la significación del delirio.
Aquí hay Edipo como escena, lo que falta más bien, es el soporte Aimée se postula como una madre criminal. Delira con la res-
o la carnadura real de esa estructura psíquica en su función ponsabilidad que le cabe frente a la muerte imaginaria del hijo.
social normativa. No se trata aquí de padre ausente o presente. Ese castigo inasumible como propio, imposible de ser inscripto
De lo que se trata es de la posición del padre en relación con la en el registro simbólico –en el lugar del castigo rechazado por
ley y por ende, con el amor, la castración y el goce. La familia su madre en relación con la muerte de su propia hija, hermana
implica ese complejo de elementos en cuya relación se inscribe de Aimée- retorna en lo imaginario del delirio llegando hasta lo
como tal el sujeto y al mismo tiempo, lo real como imposible. real del castigo de la justicia.
La intervención judicial en estos casos obtiene su eficacia ahí El sujeto pasa al acto lesionando a otra mujer. “Que no se diga
donde puede aportar un elemento que le aporte a esa actuación que soy una madre criminal!”. En esa denegación de la propia
una dimensión subjetiva más allá de la obvia referencia social culpabilidad se encuentra la marca distintiva de la implicación
(evidente en los casos de delitos contra la propiedad provenien- de Aimée en el delito por el que se la encierra. He ahí el castigo
tes de contextos de pobreza). Situar ahí la perspectiva de la eco- anticipado en su delirio y realizado por la vía del pasaje al acto
nomía libidinal permite introducir las coordenadas en las que el heterolesivo.
castigo realizado tiene que enlazarse a la dimensión del castigo
simbólico ausente. Superyó y realización del crimen
Cuando el superyó, como instancia de enunciación del reproche,
Rechazo de la inscripción del reproche en la psicosis paranoica habla al sujeto, éste puede verse conducido a la realización de
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando el sujeto no ha logrado trami- acciones para las cuales no encuentra luego una intelección ra-
tar el goce incestuoso y parricida por la vía del deseo edípico; zonable. Su enunciación, despojada del amarre libidinal, suele
cuando la culpabilidad no logra inscribirse en lo inconsciente presentarse bajo la forma de un cierto empuje. Lacan lo plantea
y tramitarse así por la vía del síntoma; cuando el reproche es como empuje al goce.
rechazado a nivel de lo simbólico y no logra asumirse la voz del En esa dirección, las neurosis se encuentran llevadas a situacio-
Padre como propia? Vale decir, ¿qué hace la psicosis con la cul- nes de las que el sujeto no logra sustraerse, que suelen mostrar
pa en lo real? ¿Cómo tramita la psicosis el acicateo perturbador su íntima conexión con la demanda desamarrada de la medida
de la necesidad de castigo? fálica.
Cuando la culpabilidad rechazada, la deuda no asumida, no lo- En la psicosis paranoica, el empuje del superyó puede presen-
gra ser inscripta por el sujeto a nivel de lo reprimido, se encuen- tarse bajo la forma del comando alucinatorio o los pensamientos
tra sin más facilitado el camino para otras vías de retorno que del delirio y, en algunos casos, concluir en la realización de un
sitúan al sujeto en una posición de mayor pasividad. El retorno crimen. El imperativo que la neurosis articula por la vía de la
alucinatorio o delirante testimonia sobre ello. La voz del Padre demanda (al Otro o del Otro), en la psicosis, falto de esa vía de
como enunciación del reproche, se inscribe como una deuda formulación, puede más fácilmente verse resuelto a través del
que se asume, o se rechaza retornando luego en la ferocidad de pasaje a la acción. A veces, esa acción, puede atacar los límites
lo real o el desarreglo brutal de lo imaginario. de la cultura. El mandato fuerza al sujeto en la dirección de la
El superyó, entendido como la fuente de enunciación del repro- ejecución de una conducta criminal.
che en el sujeto, es decir, el lugar desde el cual se formula la Los crímenes del superyó permiten interrogar la paradojal rela-
incriminación, puede haberse inscripto como saldo del Edipo, ción del hablante con el castigo y la función de la culpabilidad
por la vía de lo que Freud llama “introyección”, o bien, encon- al interior-exterior del sujeto. Es decir, se trata de crímenes por
trándose el sujeto imposibilitado de la asunción de la voz del los cuales puede situarse la relación éxtima del sujeto con la
Otro como propia, puede verse conducido a reencontrar esa voz culpabilidad. Una culpa muda que pide un castigo sin articular
en lo real de una alucinación o en lo imaginario de la significa- por ello una demanda que le permita al sujeto sostenerse en una
ción delirante. En cualquier caso, esas otras vías de retorno del escena dentro del registro simbólico. Una culpa que, desde lo
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