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Copia de CARLOS EGUES PENSAMIENTO POLITICO 1914 1943

El documento analiza la evolución del pensamiento político en Argentina entre 1914 y 1943, destacando la transición de una república oligárquica a una democrática tras la Ley Sáenz Peña. Se exploran las influencias externas, como las guerras mundiales y el ascenso de ideologías como el comunismo y el fascismo, que transformaron las ideas políticas en ideologías en el país. Además, se examinan las dinámicas internas de la izquierda argentina, incluyendo el socialismo reformista, el anarquismo y el sindicalismo, así como las fracturas dentro del Partido Socialista que llevaron a la formación del Partido Comunista.

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Copia de CARLOS EGUES PENSAMIENTO POLITICO 1914 1943

El documento analiza la evolución del pensamiento político en Argentina entre 1914 y 1943, destacando la transición de una república oligárquica a una democrática tras la Ley Sáenz Peña. Se exploran las influencias externas, como las guerras mundiales y el ascenso de ideologías como el comunismo y el fascismo, que transformaron las ideas políticas en ideologías en el país. Además, se examinan las dinámicas internas de la izquierda argentina, incluyendo el socialismo reformista, el anarquismo y el sindicalismo, así como las fracturas dentro del Partido Socialista que llevaron a la formación del Partido Comunista.

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Carlos A. Egües. EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943). Academia Nacional de la Historia.

Nueva Historia de la Nación Argentina. Tomo VII, Bs As, Planeta, 2001, pp. 402-428.
OBLIGATORIO

DE LAS IDEAS A LAS IDEOLOGÍAS

La república de la minoría, la república oligárquica, concluía en 1912 con la Ley Sáenz Peña y la
instauración del sufragio universal, secreto y obligatorio. Se iniciaba el ciclo de la república
democrática.

Dos ejes 1914 a 1943:

1. el profundo impacto que los acontecimientos externos producirían en nuestro país y la


notoria transformación de las ideas en ideologías. La Primera Guerra Mundial, la
revolución rusa, la Guerra Civil española y la segunda conflagración mundial .
2. El ascenso del comunismo, del nacionalsocialismo y del fascismo ,puso en cuestión la
organización política, económica y social consagrada hacia fines del siglo XIX y
comienzos del XX en buena parte de Occidente. Nuestro país, incremento manifiesto
de la tensión ideológica que acompañó al proceso histórico nacional en el período en
consideración. El pensamiento político que había sostenido la organización
constitucional y configurada a la Argentina tributaria de la generación del Ochenta,
entró en conflicto con nuevas ideas, trocadas ahora en ideologías al servicio de la lucha
por la conquista del poder. Sobre el telón de fondo de aquellos conflictos
internacionales y sometidos a las influencias que llegaban desde el escenario europeo,
los argentinos librarán sus propios combates políticos: Las izquierdas, el
republicanismo democrático, los nacionalistas

LAS IZQUIERDAS

Las ideas de Marx, en la Argentina, tuvieron su primera expresión orgánica con la fundación,
hacia 1896, del Partido Socialista. La fecha es significativa, pues en ese mismo año comenzaba
en Alemania la crítica reformista de EduardBernstein, quien pondría en entredicho algunas de
las tesis centrales del marxismo... Sostenía que:

 lejos de generalizarse la pauperización creciente de la sociedad que precedería al


derrumbamiento capitalista, como Marx había afirmado,
 podía comprobarse un marcado fortalecimiento de las clases medias y un incremento
de los propietarios a través de las sociedades por acciones.
 curso inevitable de la historia hacia la pronta instauración del comunismo, no era tal.
 Bernstein advertía sobre la incapacidad proletaria para asumir, repentinamente, las
riendas del poder en una sociedad cada vez más compleja en su organización
económica, de abandonar la táctica de la revolución violenta y sustituirla por la lucha
política.
 Proclamaba al socialismo como heredero del liberalismo y sostenía, al mismo tiempo,
que la democracia y el sufragio universal eran las vías adecuadas para concretar el
ideal igualitario.
El Partido Socialista argentino, nacido en este clima intelectual de fin de siglo, lleva desde su
origen la marca del reformismo, que perdurará a lo largo de toda su existencia. A través de la
influencia fundacional de Juan B. Justo, se constituyó en una fuerza que, sin renegar del legado
intelectual de Marx y Engels, se encolumnó decididamente en la línea del socialismo
democrático.

El IDEARIO SOCIALISTA

la característica del socialismo reformista , antidogmatismo y la tendencia a no dejarse


encerrar en los estrechos límites de la ortodoxia, caracterizaron a esta fuerza política nacional
a lo largo de su historia.

el Partido Socialista argentino mantuvo lo que fue una convicción de su fundador: antes que la
ortodoxia doctrinaria, cuentan los resultados prácticos, la cantera ideológica originaria debida
a los trabajos de Marx y Engels, debía ser revisada y actualizada constantemente, a la luz de las
nuevas circunstancias históricas y de las particularidades locales.

El punto de partida fue la preeminencia de la acción política orientada a consolidar un partido


obrero que encabezara las acciones tendientes, en el marco del Estado democrático, al
reconocimiento y ampliación de los derechos políticos y sociales de los trabajadores. Este
programa de base no suponía el explícito abandono del ideal marxista de alcanzar una
sociedad sin clases, pero implicaba su postergación como objetivo de pronta concreción y la
asunción de la táctica de las reformas parciales, alcanzadas por vías pacíficas. En la práctica,
el socialismo reformista abandonó la pretensión de sustituir de raíz el régimen capitalista y
su sostén, la propiedad privada de los medios de producción, conformándose con la
generalización creciente de los beneficios capitalistas para el mayor número, en el marco de
una legislación protectora de los trabajadores. Se convirtió, en definitiva, en un radicalismo
democrático fuertemente igualitario en lo político, vale decir, en la expresión local de la
socialdemocracia. Desde sus primeros programas partidarios surge clara esta orientación:
derecho de iniciativa y referéndum; mandato revocable; supresión del Senado; Ejecutivo
colegiado; representación de las minorías; juicio por jurados. El Socialismo conduce, pues, al
pueblo obrero a la conquista del poder político como condición esencial de su emancipación
económica, a apoderarse de la fuerza del Estado para moderar la explotación capitalista
hasta aboliría por completo.

Dos cuestiones centrales se derivan de esta heterodoxa:

 idea del Estado: la importancia capital que el Partido Socialista otorgó a la educación
popular como condición del desarrollo de la conciencia política del proletariado y la
relevancia del sufragio universal como instrumento de acceso al poder de los
trabajadores. La educación del proletariado, precondición insoslayable para un
ejercicio racional y con conciencia de clase, de sus derechos políticos,
 el socialismo reformista debía constituirse en un defensor del librecambio, la
competencia, la moneda sana y los presupuestos equilibrados. Se trataba pues, de
utilizar los mismos elementos del capitalismo, como vía de progreso hacia el
socialismo.

LA IZQUIERDA ENTRE 1914Y1943 Socialistas, anarquistas y sindicalistas

acia 191, la condición de los sectores obreros en el país era preocupante. La crisis golpeaba
con dureza y comenzaron a extenderse huelgas en diversas actividades, que otorgaban un
protagonismo creciente a las organizaciones sindicales en la vida política nacional. Partido
Socialistatenía varios frentes de disputa y conflicto en el seno del marxismo local.

El anarquismo en nuestro país, ya en 1914, había superado la etapa inicial signada por la
acción violenta individual lo cierto es que las fuerzas significativas se nucleaban en torno al
ideal anarcocomunista. Expresaban sus ideas en una multitud de publicaciones periódicas
libertarias que circulaban en el país, La Protesta -fundada en 1897.Si bien el anarquismo era
una variante del socialismo, en tanto ambos adherían al objetivo común de la colectivización
de los medios de producción , sus discrepancias políticas y tácticas eran sustanciales. Las
diferencias centrales:

 en el terreno estratégico,
o los anarquistas rechazaban todo compromiso con la democracia burguesa y
sus prácticas,
o marxistas propiciaban la participación en el sistema institucional con el fin de
ahondar las contradicciones del capitalismo
 en el político, disputaban respecto de los modos de organización que se establecerían
una vez alcanzada la socialización de la propiedad.
o El marxismo defendía la dirección y planificación centralizada desde el Estado,
al menos en la etapa de la dictadura del proletariado
o los anarquistas rechazaban cualquier forma de estructura política que
excediera los tenues vínculos de una federación de comunidades locales
autogobernadas.
En la Argentina:
 los anarquistas otorgaban una preferencia prácticamente excluyente a la denominada
acción directa y en especial a la huelga general, como instrumento de lucha al
servicio de la liberación económica de la clase trabajadora, rechazando por inútil y
burguesa la acción parlamentaria. El objetivo de la lucha sindical debía ser derribar a
la burguesía.
 El Partido Socialista,mantenía la preeminencia de la acción política y parlamentaria
para alcanzar reformas progresivas que mejoraran la condición de los sectores
obreros; sostenía una táctica de alianzas con otras fuerzas partidarias progresistas y
descalificaba la huelga general como práctica permanente.
El tercer grupo en discordia, los sindicalistas, conformado por aquellos sectores que
reivindicaban el carácter revolucionario de las organizaciones obreras en la lucha contra el
capitalismo, reconocían la trascendencia de la acción política y parlamentaria orientada a
idéntico fin y la conveniencia de alcanzar, reformas paulatinas en beneficio de la clase
trabajadora. Abjuraba de toda filiación partidaria en nombre de la autonomía de los
sindicatos.
La primera década del siglo se caracterizó por el predominio de los anarquistas:
 el gran número de obreros extranjeros, que ya habían recibido la influencia anarquista
en sus países de origen;
 el escaso desarrollo de la industria nacional
 preponderancia de los sectores artesanales donde los anarquistas lograban
mayoritaria inserción
 las limitadísimas posibilidades de participación en la vida política.
en la segunda década, avance de los sindicalistas,
 desarrollo de los sectores industriales -que marcó el crecimiento de los gremios del
sector, en desmedro de las pequeñas agrupaciones de artesanos
 instauración del sufragio universal que abrió cauces políticos antes inexistentes.
 También contribuyó a la disminución de la importancia del anarquismo, su posición
intransigente en el terreno de la negociación política, en la que se veían superados por
la flexibilidad que en esta materia mostraban sindicalistas y socialistas.
Hacia 1920, el sindicalismo, como expresión de la izquierda gremial, no partidaria, aparecía
como la fuerza más importante de un movimiento obrero en expansión.

El Partida Comunista y las sucesivas fracturas de la izquierda Siempre existió en el partido


fundado por Juan B. Justo, pero a partir de 1910 esta oposición interna empieza a cobrar
mayor importancia.

 A través de dos periódicos Palabra Socialista (1912) y Adelante (1916)- y del Comité de
Propaganda Gremial, se expresaban los disidentes que concentraban sus dardos en el
reformismo político y la prescindencia sindical como pilares doctrinarios del partido.
 Reivindicaban
o la ortodoxia marxista
o la acción revolucionaria
o el compromiso activo con las masas obreras.
Dos hechos apuraron la crisis en ciernes: la guerra mundial y la revolución rusa. En el salón
Verdi de la Boca, el motivo de conflicto fue la posición a asumir ante la guerra. :
 La dirección del partido y su grupo parlamentario: sostenían una clara tendencia
aliadófila,
 En tanto que el ala izquierda mantenía a rajatablas la neutralidad frente a la guerra
capitalista, invocando el internacionalismo y el interés de clase

Triunfaron los opositores neutralistas, pero la conducción partidaria y el bloque


parlamentario, desconociendo la resolución del Congreso, sostuvieron la ruptura de
relaciones con Alemania. La fractura entre los dos sectores se había consumado.

El triunfo bolchevique en Rusia, no hizo más que acelerar el cisma, trasladando a nuestro país
el mismo enfrentamiento que explotaba en el seno de la Segunda Internacional. La caída del
capitalismo ganaban a los militantes, quienes reclamaban el retorno a la ortodoxia marxista.
El 5 y 6 de enero de 1918, se crea el Partido Socialista Internacional, que en 1920 cambia su
nombre por el de Partido Comunista, incorporándose como sección argentina de la Tercera
Internacional fundada por Lenin. Este primer gran desgarramiento del Partido Socialista fue
encabezado por militantes obreros, José Fernando Penelón, Victorio, fueron algunos. Sus
bases ideológicas expresaban el maximalismo marxista:

 reclamando el internacionalismo a ultranza, que implicaba el rechazo a toda


expresión de nacionalismo patriótico;
 el desarme militar y la supresión del ejército
 la expropiación de la tierra los ferrocarriles y la flota naviera
 la solidaridad con el gobierno de los soviets en Rusia

En 1920, el senador Enrique del Valle Iberlucea lidera un nuevo sector disidente, que
reclama el abandono de la Segunda Internacional y la incorporación a la Tercera. Fueron
expulsados del partido en 1921, la mayoría se incorporó al Partido Comunista.

La derecha partidaria, Los diputados Federico Pinedo y Antonio De Tomaso se mostraban


proclives, en el enfrentamiento con el radicalismo, a un entendimiento con los partidos
conservadores, al tiempo que profundizaban su adhesión a las ideas liberales. La disputa por
el poder interno partidario, concluyó en una nueva escisión con la constitución, en 1927, del
Partido Socialista Independiente.

El Partido Comunista, en 1920 cobra forma una línea ultraizquierdista, liderada por Tomás
Velles que logra imponer sus ideas en sucesivos congresos partidarios. Se los conoció como
chispistas. Convencidos de la inminencia de la caída mundial del capitalismo sostenían:

 la necesidad de abandonar el programa partidario y adoptar como estrategia la


oposición sistemática a toda labor constructiva y la crítica despiadada del régimen
imperante.
 Expulsados en 1925, formaron el Partido Comunista Obrero, de muy corta vida.
Poco después, en 1927, una nueva ruptura involucra a su figura más importante en los
primeros años, el concejal capitalino José E Penelón. Fue, en realidad, una lucha interna por
el poder que concluyó con la victoria de Codovilla y Ghioldi, la expulsión de Penelón y sus
seguidores y la creación por éstos del Partido Comunista de la Región Argentina, luego
Partido Comunista de la República Argentina.
El Partido Comunistase alineó sin cortapisas en la ortodoxia stalinista, convirtiéndose en la
caja de resonancia local del comunismo soviético.

Su feroz divisionismo se había trasladado del ámbito político al sindical, donde pugnaban
cuatro centrales obreras por captar el favor de los trabajadores.

El Partido Socialista se mantuvo en una posición ambigua. Partido Socialista Independiente


apoyó al movimiento que llevó al poder a Uriburu y se sumó al posterior gobierno de Agustín
P. Justo, abandonando definitivamente el campo de la izquierda.
En el otro extremo, el Partido Comunista, no lograba superar el nivel de la respuesta verbal,
declamatoria y alejada del acontecer nacional.
La Guerra Civil española y el ascenso del nazismo y del fascismo en Europa, nuevas
oportunidades de protagonismo. El Partido Comunistasupo sacar ventaja de estos dos
conflictos internacionales, a través de la táctica frentista, orientada a consumar alianzas con
los sectores progresistas.

El final de la década sorprendió al Partido Comunista intentando

 justificar el tratado soviéticoalemán.


 El elitismo de las izquierdas
 su propensión a las divisiones ideológicas
 su incorregible inclinación a priorizar las definiciones internacionales sobre los
problemas nacionales, las alejaba de las masas y del país real.

EL REPUBLICANISMO DEMOCRÁTICO

El 9 de agosto de 1914 moría Roque Sáenz Peña, el presidente que llevó adelante, el tránsito
entre la república oligárquica y la democrática. Desde febrero de 1912, aquella norma que
había instaurado el sufragio universal, secreto y obligatorio. Incorporando una masa de
electores antes ausente y posibilitando el acceso al poder de sectores y personajes hasta ese
momento marginados.

Con la república democrática se inicia el período de preponderancia de las fuerzas políticas


que habían luchado por su concreción. El primer lugar en esa lucha le correspondía a la
Unión Cívica Radical, , compartiendo la escena con el Partido Socialista y sus
desmembraciones, el Partido Demócrata Progresista y los restos de la antigua oligarquía que
pugnaba por reconstruir su presencia en el nuevo escenario democrático.
LA UNIÓN CÍVICA RADICAL

Nacido de la heterogénea Unión Cívica de la Juventud, moldeado en su espíritu de lucha al


calor de la revolución de 1890, el viejo partido de Leandro Alem llega al poder en 1916 de la
mano de Hipólito Yrigoyen, su caudillo más notable.

El eje central de su ideario:

 postulación del respeto a la Constitución de 1853-1860 y a la voluntad popular


expresada en las urnas. La historiografía de izquierdas ha criticado, invariablemente, la
contradicción que a su juicio encerraba este ideario básico que pretendía conciliar la
democracia de masas con el formalismo liberal individualista.
 Definición republicana tal cormo el radicalismo la entendía: soberanía popular
enmarcada o encauzada por la Constitución formal, el respeto a los derechos
individuales, la división de poderes, la periodicidad de las funciones.
 Hasta 1912, la lucha por la pureza electoral y el sufragio universal ocupan el centro de
las preocupaciones radicales.
 Pero una vez en el poder, el radicalismo requería precisiones ideológicas que, en el
marco del respeto constitucional, llenaran de contenido la acción de gobierno. Es a
partir de ese momento que las ideas radicales,adquieren virtualidad y comienzan a
manifestarse las líneas centrales de una doctrina que adquiere mayores precisiones.
 Preside todas las preocupaciones radicales el regeneracionismo moral que, desde las
prácticas electorales, se expande al ejercicio del poder, a la administración pública y,
en general, a toda la vida social y política.
 el institucionalismo sostenido en la democracia representativa,
 el solidarismo en materia social, la preeminencia de la política sobre la economía, el
policlasismo.
 Como expresión del republicanismo democrático, el radicalismo será firme sostenedor
del principio de soberanía popular expresado a través de la democracia
representativa. Es ésta la base legitimante, porque han sido elegidos a través del
sufragio universal, los gobernantes ejercen una potestad legítima y expresan la
voluntad nacional
 La Nación no es ya una suma de individuos que pugnan por concretar sus ambiciones,
sino una realidad viva, con aspiraciones comunes, llamada a concretar el bienestar de
todos.
 El solidarismo constituirá el recurso ético-político al que echará mano el radicalismo,
para enfrentar las crecientes convulsiones sociales que agitan al país entre 1916 y
1930. En nombre de la solidaridad que debe primar entre todos los componentes de la
Nación, justificará la acción estatal orientada a corregir y evitar las distorsiones que
el libre juego del mercado genera. El impulso redistributivo y la revalorización del
papel del Estado en la economía, marcarán una línea constante de esta fuerza
política
 En el campo internacional sostuvo firmemente, junto al postulado americanista, la
defensa del neutralismo durante la Gran Guerra, el mantenimiento de una política
internacional independiente

La UCR mantuvo una característica que, hasta el advenimiento del peronismo, la destacó: su
presencia, a través de una estructura unificada, en todo el territorio del país.

VARIANTES Y MATICES HASTA 1943

 La presidencia de Alvear fue el escenario de los enfrentamientos entre yrigoyenistas y


antipersonalistas, que adquieren franca repercusión institucional a partir de 1924.
 El conflicto se centraba más en diferencias de estilo y enconos personales, que en
cuestiones ideológicas.
 En general, se adscriben al anti personalismo alvearista las figuras del radicalismo
menos proclives al populismo y más apegadas al liberalismo tradicional. La franca
diferencia se situó, pues, en el terreno de la acción política, con la concreción del
entendimiento de los antipersonalistas con los conservadores, vencidos en la
elección de 1928 por el ex presidente Yrigoyen.
 La conducción del partido quedará en manos de Alvear y sus seguidores, al tiempo que
entre los sectores juveniles crece el reclamo por el retorno a la intransigencia
originaria y la profundización de los postulados doctrinarios.
 Uno de los grupos más significativos de la década del treinta, por su aporte intelectual,
se gestará hacia 1935 desde el radicalismo, en este clima de renovación. La Fuerza de
Orientación de la Joven Argentina (FORJA) aunará la tradición democrática del viejo
partido, con los impulsos nacionalistas que tiñen la época, alumbrando una variante
de nacionalismo popular, de tono industrialista, que anuncia el espíritu de la década
siguiente.
 Al mismo tiempo otro núcleo interno comenzaba a formarse en el mismo clima de
crítica a la dirigencia partidaria, inclinando las ideas tradicionales hacia posiciones
más cercanas a la izquierda. Hombres como Arturo Frondizi, participarían del
movimiento de ideas que cristalizaría en 1945 con la creación del Movimiento de
Intransigencia y Renovación (MIR). Elacento se desplazaría ahora hacia lo social y
económico, postulándose:
o la nacionalización de los servicios públicos,
o la economía planificada,
o la reforma agraria
o la cooperación económica regional e internacional

EL PARTIDO DEMÓCRATA PROGRESISTA

 Lisandro De la Torre, máximo dirigente de esta organización partidaria, inició su


carrera en la Unión Cívica Radical, de la que se alejó en 1897 por profundas
diferencias con Hipólito Yrigoyen. Funda en 1908 la Liga del Sur, formación política
santafesina que constituirá el antecedente inmediato del Partido Demócrata
Progresista, creado en diciembre de 1914.
 Las ideas políticas de Lisandro de la Torre y, en general, de la democracia progresista,
transitan los carriles clásicos del pensamiento demoliberal, aunque con diferencias
o El primero es su marcado y consistente laicismo que los tuvo como
principales protagonistas en la lucha por la separación total entre Iglesia y
Estado.
o Se destacaron también en la defensa del interés nacional frente al capital
extranjero
o su clara inserción provincial obtuvieron el gobierno de Santa Fe en
1931,constante línea política partidaria de tono federal, defensora de las
autonomías provinciales, del municipalismo y de los pequeños intereses
agrícolas.

El LIBERALISMO CONSERVADOR

 Algunas de las formaciones provinciales que respondían a la difusa denominación de


conservadores o liberales, se sumaron inicialmente a la conformación del Partido
Demócrata Progresista. Conformaban la Junta Promotora, bajo la presidencia de
Lisandro de la Torre, Joaquín V. González, Indalecio Gómez, Norberto Quirno Costa,
José E Uriburu, José M. Rosa, Julio Roca (h) y Carlos Rodríguez Larreta.
 Sin embargo, los conflictos internos,el fracaso electoral y el consecuente triunfo del
radicalismo, sumados a un programa impuesto por el líder santafesino, frustraron
este primer intento de conformar una fuerza nacional que unificara el viejo tronco
conservador.
 Recién en 1931, en que se organiza el Partido Demócrata Nacional, logran superar
aquella condición de fuerzas provinciales carentes de unidad y de una estrategia
política nacional. Período en el que alcanzan su mayor presencia política .En el
terreno de las ideas políticas no se registran cambios ideológicos relevantes entre
1916 y 1931.
 Fraccionados en una multitud de agrupaciones políticas provinciales, mantienen como
legado común de fines del siglo XIX, un difuso liberalismo político y económico,
conjugado con una marcada resistencia a aceptar los cambios que traía aparejada la
instauración de la institucionalidad democrática. Liberales, antes que demócratas,
republicanos de viejo estilo, pragmáticos a la hora de la disputa por el poder, reciben
la denominación común de conservador es más por la actitud de rechazo a las
consecuencias de la irrupción de la democracia masiva y plebeya, que por
pertenencia ideológica al conservadorismo tal como se lo conocía, por ejemplo, en
Europa.
 Con la conformación del Partido Demócrata Nacional se anuncian, a nivel
programático, algunos cambios ideológicos. Así, se proclama
o la adhesión al sistema democrático,
o la elección directa de senadores,
o la defensa de la producción nacional ante la competencia desleal extranjera,
o el proteccionismo agrario e industrial y la instauración del salario mínimo.
o Se pone el acento, de este modo, en la preocupación democrática y social, en
tanto se incorporan notas del nacionalismo en boga.

LOS NACIONALISTAS

 Desde la derecha del espectro político, el nacionalismo,superó incluso a las


izquierdas en su propensión al divisionismo.
 Luego de una primera etapa, signada por el pensamiento de los reconocidos
precursores Manuel Calvez y Ricardo Rojas
 se inicia el período fundacional en el que, hacía fines de la década del veinte, ciertos
grupos con cohesión ideológica suficiente irrumpen en la escena política reclamando
su condición de nacionalistas.
 El movimiento militar del 6 de septiembre de 1930 les ofrece la ocasión de participar
activamente del poder. Consolidación de su presencia activa en las disputas políticas
del momento

LOS PRECURSORES

 Ricardo Rojas y Manuel Calvez son señalados, habitualmente, como antecesores


relevantes de las diversas vertientes del nacionalismo que cobran forma en la
década del veinte.
 Si bien pueden formularse reparos de diversa índole a tal calificación, lo cierto es que
introdujeron a partir de 1910, en el terreno literario especialmente, ciertas ideas y
preocupaciones que contribuirían a conformar el clima intelectual en el que aquél
florecería.
 Provincianos ambos, representaban de manera eminente la reacción del ambiente
tradicional del que provenían, ante la capital cosmopolita, invadida por dialectos,
costumbres y atavíos que señalaban la pujante presencia de la inmigración.
 Cada uno a su manera y con sus particularidades, estos dos hombres del interior
expresarán la preocupación ante la decadencia del espíritu nacional, el idioma y las
tradiciones frente al embate de las masas, los capitales y las ideas foráneas.
 Rojas abrirá el camino con La restauración nacionalista (1909), en donde el término
nacionalista no alcanzaba aún las significaciones ideológicas que luego adquiriría,
limitándose a la apelación al sentimiento patriótico como base de la educación
común.
 La solución que proponía transitaba un camino conocido: la educación, signada por
el conocimiento de la historia y la cultura nacional, como instrumento de unidad y
recuperación de los lazos solidarios entre los argentinos
 . Mayor contundencia tendría el aporte de Calvez. Su contribución adquiriría
relevancia al agregar al reclamo de recuperación de las tradiciones nacionales,
marcadas notas de catolicismo e hispanismo que caracterizarían a buena parte del
nacionalismo posterior.
 . Legó, sin embargo, al nacionalismo en formación, su especial combinación de
tradicionalismo, catolicismo e hispanismo, junto a una sostenida crítica a la política
y la cultura liberal, que se resumía en una fórmula central: "gobernar es
argentinizar".
 Leopoldo Lugones, aunque destacando diferencias fundamentales. En primer lugar,
Lugones fue hombre de militancia y compromiso político, si bien no partidario. En
segundo lugar, su ideario nacionalista transitó carriles muy diferentes de los de
Rojas y Calvez, alejado del hispanismo y catolicismo de éstos. Sostiene que tras la
guerra mundial, la revolución rusa y el imperio de la democracia sustentada en el
sufragio universal y obligatorio, el mundo occidental se encontraba en proceso de
franca decadencia manifestada en desorden e indisciplina social. Esta desilusión
originaria fue adquiriendo, rápidamente, el carácter de convicción antidemocrática y
antiparlamentaria, Lugones expresó su pensamiento signado por esta convicción de
base: sólo la fuerza, encarnada en la jefatura militar, puede asegurar la cohesión
nacional en un mundo en que la democracia y el pacifismo han demostrado su
esencial debilidad.Reconstruir la nacionalidad sobre las bases del orden jerárquico,
requería repudiar lautopía socialista y la no menos utópica pretensión de dejar en
manos de la mayoríala elección de los gobernantes y la decisión de las acciones
políticas fundamentales del Estado.

El NACIONALISMO ARGENTINO EN LA DÉCADA DEL TREINTA


 La prédica cultural de Rojas y Calvez, como la de muchos otros intelectuales jóvenes
de su época, contribuyó a exaltar el espíritu patriótico frente a lo que se percibía
como amenaza externa.
 Lugones aportó el tono heroico, el sentimiento de cruzada viril y el desprecio
aristocratizante hacia la democracia de masas.
 Los movimientos europeos como el fascismo italiano, influían en la misma dirección.
 Nacionalismo católico Esta vertiente del nacionalismo nace en torno de dos
publicaciones periódicas señeras: La Nueva República y Criterio. Ciertos temas eran
comunes a ambas publicaciones:
o la defensa y revalorización de la tradición hispánica, l
o a divulgación de un catolicismo militante exaltado a la condición de
compromiso político
o la asunción del nacionalismo como alternativa ante el socialismo y el
liberalismo, condenados por su común laicismo y su dependencia de modelos
extranjeros.
 No tardaron en sumarse al ataque que, desde diversos sectores, se dirigía contra el
gobierno de Hipólito Yrigoyen, contribuyendo a la conformación del clima
preparatorio de la revolución del 6 de septiembre de 1930.
 A las descalificaciones comunes a todos los antiyrigoyenistas -desde socialistas a
conservadores-, que giraban en torno de la mala administración, el desorden, el
clientelismo partidario, etc., agregaban un cuestionamiento ideológico de fondo al
sistema democrático.
 La Nueva República reclamaban el cambio del sistema electoral, postulando una
difusa y nunca bien definida representación orgánica, de tipo corporativo
 Precisamente fue la posibilidad de ver concretadas estas reformas y el deseado
apartamiento definitivo de los políticos profesionales y los partidos de la vida
pública, lo que provocó la inicial adhesión de este sector a la figura del general
Uriburu y al movimiento militar que estallaría en septiembre de 1930.
 El abandono por parte del gobierno militar de las intenciones iniciales de reforma
del sistema electoral y de la Constitución, el entendimiento con los viejos políticos
conservadores y el retorno final a las elecciones, marcaron los hitos de la desilusión
de estos grupos que creyeron ver en la férrea conducción de un general, el medio
para concretar sus ideas de orden, autoridad y jerarquía
 Dirigirán su atención, en adelante, a la necesidad de concretar la soberanía nacional,
inexistente como consecuencia de la histórica dependencia económica del país
respecto del capital inglés.
 Filo fascismo El catolicismo de base que caracterizaba a los grupos hasta aquí
considerados los alejaba, en general, del racismo nacionalsocialista y del paganismo
fascista
 No ocurría lo mismo con otras agrupaciones, más permeables a la influencia italiana,
cuando no decididamente admiradoras de las ideas del Duce y las prácticas políticas
de sus seguidores. El primer ejemplo claro en este sentido lo constituyó la Legión
Cívica, nacida en 1931 corno "milicia ciudadana", propiciada y sostenida por
elementos cercanos al propio Uriburu.
 No faltaron las agrupaciones que adoptaron el fascismo explícitamente, tales como
el Partido Fascista Argentino, las ideas eran recurrentes:
o descalificación virulenta de la política de partidos; exaltación del Estado
corporativo;
o rechazo de toda tradición institucional
o culto del liderazgo autoritario; antisemitismo
o enfrentamiento sin cuartel con las izquierdas.
 En la misma línea se inscribe la Alianza de la Juventud Nacionalista, fundada en
1937.
 Nacionalismo popular: Sobre el telón de fondo de la defensa de la nacionalidad, se
recorta esta línea del nacionalismo argentino caracterizada por su rechazo al elitismo
y aristocratismo de las variantes anteriores, y su aceptación del sistema democrático
como cauce para concretar los cambios que proponía. Su expresión más relevante,
hasta el ascenso del peronismo al poder, se constituyó en torno de la ya referida
Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, FORJA.
 En especial, los separaba la diferente concepción que unos y otros sostenían en torno
de la idea de nación: los hombres de FORJA criticaban la falta de contenido popular
del nacionalismo precedente, su desprecio por las masas y el consecuente
autoritarismo que subyacía en sus ideas, y reclamaban para la nación plebeya el
cometido de refundar el Estado soberano sobre bases democráticas. La revolución
nacional era para ellos, al mismo tiempo, revolución popular.

U2. Ana Virginia Persello: Los gobiernos radicales: debate institucional y práctica política. EN:
Ricardo Falcón: Nueva Historia Argentina T. VI: Democracia, conflicto social y renovación de
ideas (1916 – 1930) OBLIGATORIO

SI BIEN EL PROGRAMA LO DIVIDE POR PRESIDENCIAS, Y COMIENZA CON YRIGOYEN, ESTE


TEXTO ABARCA LA BASE DE TODOS LOS GOBIERNOS RADICALES COMPARADOS, POR LO QUE
ES ESTRUCTURAL A LAS TRES PRESIDENCIAS

El 6 de septiembre de 1930 se cerró un ciclo de la historia argentina. El golpe de Estado que


desalojó a Hipólito Yrigoyen del gobierno marcó la primera quiebra de la regla de sucesión del
poder establecida en la Constitución de 1853. Abortaba, de este modo, la intención de
articular la experiencia liberal afianzada por los hombres del 80, caracterizada por la inserción
de la Argentina en el mercado mundial como país agroexportador, la unificación del mercado
interno, la nacionalización del Estado y la extensión de los derechos civiles a la
democratización de la vida política.

El acceso del radicalismo al poder en 1916 fue posible en la medida en la que esa ampliación
de la participación política se tradujo en ley, con la ley electoral 8871 que incorporó la
obligatoriedad y el secreto del voto. Su propósito era evitar el fraude y desplazar a los círculos
enquistados en el poder, reemplazándolos por el juego armónico de partidos.

Su primera aplicación en Santa Fé, Cba y En Ríos, le dieron la victoria al radicalismo, y en el


ámbito nacional, entre 1916 y 1930 se sucedieron tres gobiernos radicales: el de Yrigoyen y
Pelagio Luna (1916-1922); Alvear (1922-28) e Yrigoyen y Martínez (1928-30).

Se inició así una nueva experiencia en la que se combinaron prácticas nuevas con viejos modos
de hacer política, resistentes al cambio propuesto por la ley. Nuevos sectores se incorporaron
a la práctica del sufragio, lo cual modificó la estructura de los partidos que debieron competir
en otros términos por la conquista del poder, ampliar su aparato en otros términos por la
conquista del poder y adaptarse a campañas electorales masivas. Cambiaron la composición y
dinámica del Parlamento; el radicalismo ocupó por primera vez el gobierno y los tradicionales
sectores gobernantes, el rol de la oposición. El espectro de partidos se amplió, por divisiones
de los ya existentes más que por el surgimiento de agrupaciones nuevas. Esto fue acompañado
por un proceso de transformaciones en el aparato estatal vinculado con la particular relación
que se estableció entre gobierno y partido gobernante.

La apertura electoral planteó la construcción de un sistema político democrático, que pudiera


en acto los principios representativo, republicano y federal inscriptos en la constitución y lo
que ahora enfrentaba a los diferentes sectores era el contenido que se le asignaba a cada uno
de ellos. Sus términos oponían el presidencialismo al parlamentarismo y, por ende, discutían el
lugar de la soberanía; el principio de legitimidad del gobierno representativo; la forma que
debía adoptar el sistema electoral; la separación o involucramiento de la política con la
administración.

El gobierno representativo: partidos políticos

El análisis de la ingeniería institucional y de las prácticas políticas conllevaba un diagnóstico de


crisis moral, intelectual y política, uno de cuyos elementos centrales era la ausencia de
aquellos partidos que eran la condición sine qua non para democratizar y moralizar la vida
política. En su lugar predominaba el personalismo, los círculos de notables y la manipulación
del elector.

La nueva política de masas requería de organizaciones para reclutar a los electores,


demandando la organización de partidos.
Los estatutos de 1892 de la UCR proponían conformar una agrupación permanente, principista
e impersonal y establecer un gobierno descentralizado, dándole al partido una estructura
federativa con base en los clubes (organismos locales que a partir de 1908 adoptarían el
nombre de comités). Así, se diferenciaban del PAN, agrupación constituida por grupos de
notables provinciales, sin dirección centralizada y de la que surgía una red de alianzas
renovadas en cada elección sin responder a una normativa, sumando al fraude, por lo que no
era necesario reclutar adherentes.

Se temía la dispersión conservadora y la hegemonía radical. Fracasó el intento de unificación


de las fuerzas conservadoras con eje en el Partido Demócrata Progresista- constituido en 1914,
originado en la Liga del Sur, agrupación santafesina liderada por L. De la Torre- y la candidatura
de Yrigoyen se impuso.

El triunfo radical en las elecciones de 1916 oscureció, en parte, la visión optimista de aquellos
sectores liberales y conservadores que apoyaban la ampliación del sufragio confiado en la
“modernización” de los grupos tradicionales. La confianza en que la reforma electoral
constituiría sin más partidos orgánicos comenzó a ser puesta en cuestión. Frente al triunfo
radical y la dispersión conservadora la pregunta obligada era si la ley debió ser corolario y no
punto de partida del proceso de democratización. De hecho, entre 1916 y 1930 se dio un
proceso de dispersión de las fuerzas políticas. No sólo las agrupaciones conservadoras
provinciales no constituyeron un partido a nivel nacional, a pesar de sucesivos intentos en ese
sentido, sino que los radicales y los socialistas se dividieron y el PDP se eclipsó.

La Concentración Nacional se plasmó en septiembre de 1921 y en noviembre aprobó su carta


orgánica y sus autoridades. Se limitaba a formar una federación en la que todos los partidos
provinciales conservaran su organización y su gobierno. Sólo definieron la fórmula electoral:
Norberto Piñero- Rafael Núñez. La consigna era salvar las instituciones que podían prescindir
de un programa porque constituían una clase gobernante”. Pero el PDP rechazó la invitación.

El partido gobernante

El radicalismo, por su parte, se enfrentaba a su nuevo rol de partido de gobierno. Esta


situación lo obliga a ocupar escenarios que le eran ajenos, como el Parlamento y la burocracia,
liberando, por un lado, tensiones inscriptas en su origen heterogéneo y por otro, incorporando
conflictos nuevos que se relacionaban con la superación del plano de las abstracciones y los
postulados abarcadores, en una coyuntura compleja por la IGM.
Sus fronteras laxas daban cabida a sectores heterogéneos. Sin embargo, Alem había sentado la
Intransigencia como definición identitaria.

¿Qué había dicho Alem?

 Defender al individuo y las provincias frente al Estado


 La intervención excesiva del Estado iba en detrimento de la libertad individual. “no
gobernar demasiado”
 La soberanía reposa en el Parlamento
 Defensa del federalismo
 PRETENDÍA SER IMPERSONAL. Ésta es la primera tensión inscripta en sus orígenes y de
la que derivan sus conflictos internos. Allí se funda la escisión del partido en 1924
entre personalistas y antipersonalistas.LA OPOSICIÓN AL LIDERAZGO YRIGOYENISTA
RECUPERÓ LA CARTA ORGÁNICA DE 1892 Y EL PROPÓSITO CENTRAL DE ALEM,
organizar una asociación impersonal.

¿CUÁL ERA LA “CAUSA” RADICAL? --- CONSTRUIR LA NACIÓN. El partido se pretendía


impersonal diferenciándose de los personalismos de cuño oligárquico, pero también como
fuerza que pretendía monopolizar la construcción de la Nación. Allí se funda en 1924 la
escisión del partido. Cuando el radicalismo pasó de ser un partido de oposición a un partido de
gobierno, las tensiones adoptaron la forma de divisiones locales y no cuestionaron – por lo
menos en voz alta-el liderazgo yrigoyenista, pero progresivamente se fueron transformando en
un enfrentamiento por definir dónde residía el “verdadero” radicalismo: en la “causa”
sintetizada en su líder o en el partido.

La escisión comenzó en la provincia de Santa Fe, y se esparció sobre las demás (división entre
rojos-azules). Los casos más significativos fueron Mendoza, con el Lencinismo y San Juan con
el Bloquismo, que contaban con amplio apoyo popular, se alejaron cada vez mas de Yrigoyen
hasta caer en las filas del antipersonalismo.

Los intentos de unidad partidaria y las intervenciones federales fueron en vano. Al no


cumplirse la renovación de las autoridades del Comité Nacional, los sectores de la oposición no
reconocían a los organismos directivos. La gestión de Yrigoyen comenzó a ser puesta en
cuestión y se elaboró en 1918 un documento que enumeraba las cuestiones de la escisión.
¿Qué le achacaba el anti personalismo al personalismo?

1. Ausencia del programa, de ideas y de principios


2. Ausencia de autoridades centrales en el partido y su reemplazo por una jefatura
indiscutida, la del presidente de la República, lo que generó confusión entre partido y
gobierno
3. Comités formados por empleados públicos o aspirantes a serlo que provocaron la
retracción de los militantes más prestigiosos.

Las elecciones de 1922 produjeron una primera separación con la formación del Partido
Principista, que convocó al radicalismo a reorganizarse de acuerdo con sus principios
originarios que consideraban traicionados por el yrigoyenismo. Su evaluación del primer
gobierno radical es que era personal y arbitrario, asimilado a la tiranía; era “régimen” y no
“causa”. Llevaron candidatos propios a las elecciones presidenciales de 1922 (Laurancena-
Melo), pero no logró nuclear a todos los descontentos.

A partir de la asunción de Alvear como presidente, las tensiones se agudizaron en el interior


del partido y el foro privilegiado de la disidencia fue el Congreso. El primer conflicto fue entre
el vicepresidente Elpidio González y senadores radicales opositores. Al discutirse los diplomas
antipersonalistas de Jujuy, la ausencia del sector personalista impidió sesionar. González se
negó a obligar a los ausentes y la oposición coincidió dando un voto de censura. A ello se sumó
el conflicto en torno a la formación de comisiones internas en la Cámara, atribución del
vicepresidente. La oposición se unió y votó la devolución de la atribución al cuerpo,
sustrayéndosela a la presidencia.

Radicales
Conservadores CONTUBERNIO
antipersonalistas

Los yrigoyenistas comenzaron a denunciar el “contubernio”, es decir, la violación del principio


de intransigencia sustentado por el partido que negaba la posibilidad de establecer alianzas
con los grupos políticos del “régimen”.

El legislador radical Tamborini acuñó la expresión de “genuflexos”, oponiéndola a


“contubernio”, para designar a aquellos que respondían a la jefatura carismática de Yrigoyen.

En agosto, los antipersonalistas proclamaron la formación de un nuevo partido conformado


por Leopoldo Melo, Vicente Gallo, Tamborini, entre otros, junto con las fracciones
provinciales: lencinismo, menchaquistas de santa Fe, principistas de La Rioja, los entrerianos
liderados por Laurencena, el grupo de Bas en Cba, los partidarios de Ramon Gómez, en
Santiago.

La escisión del partido gobernante provocó realineamientos en el interior de los partidos de la


oposición. La proclividad o no al acuerdo con el anti personalismo dividió al socialismo, dio
lugar al surgimiento del Partido Socialista Independiente y generó divergencias en el partido
conservador. Finalmente, todos estos sectores coincidieron en una fórmula común en las
elecciones presidenciales de 1927: los candidatos de lo que se llamó la Confederación de las
derechas1 fueron los anti personalistas Leopoldo Melo y Vicente Gallo. Su común
denominador, el anti yrigoyenismo.

Ya se proyectaban documentos en diputados para dar respuesta a la organicidad de los


partidos, reglamentando la selección de los dirigentes y candidatos a cargos electivos, el
reemplazo del sistema de las convenciones por la participación directa de los afiliados para
evitar las negociaciones, proponiendo su voto directo en la selección de candidatos y cargos.

El Parlamento

Parlamento: 1916 - 1930


1º mandato de Yrigoyen:
_ 43 bancas en Diputados 2º mandato de Yrigoyen:
_ 4 en Senadores Los personalistas tenían amplia
_ 1926: presentan listas separadas mayoría y quórum propio
(antipersonalistas y personalistas)

- El socialismo y la democracia progresista mantuvieron sus bancas más o menos


constantes hasta 1928.

El recinto parlamentario se constituyó en un lugar privilegiado para los pleitos entre partidos y
en el interior de ellos.

1
Fue una alianza de partidos conservadores para las elecciones de 1928. Invitados por Julio A. Roca (h.)
en 1927, presidente del Partido Demócrata en Córdoba, se llegó a formar una alianza entre
conservadores y radicales anti personalistas a fin de evitar el triunfo del radicalismo personalistas en las
elecciones de 1928. Apoyaron la candidatura de Leopoldo Melo.
La Confederación de las Derechas fue el antecedentes más inmediato y directo, tanto de la creación en
1931, del Partido Demócrata Nacional, aglutinador del conservadurismo, como de la Concordancia,
frente electoral de centro derecha que dominó la política argentina entre 1931 y 1943.
La discusión base era la definición del gobierno representativo. Esto ponía en cuestión el lugar
de los partidos como canales de mediación en el sistema político e implicaba una pregunta por
la representación. Frente al argumento de que la democracia no es posible si el pueblo no se
organiza en partidos y en tanto los legisladores representan a su agrupación política, aparece
el planteo de que el representante lo es del pueblo de la Nación.

Por su parte, lo internacional dividía a conservadores y radicales que, en vez de arreglar sus
diferencias en sus partidos, lo hacían en el Congreso. Un sector de los radicales exigía la
separación entre partido y gobierno. Se podía ser radical y opositor. El gobierno era personal y,
por ende, ajeno a la tradición del partido que se basaba en el repudio del personalismo. La
usencia de partidos orgánicos y disciplinados planteaba modificar el accionar de los partidos a
través de reformas legislativas en el marco de la representación territorial o promover cambios
que los remplazaran por otras formas de mediación, funcionales, sectoriales y de intereses.
Detrás de ambos argumentos estaba en cuestión la Ley Sáenz Peña ya que, para los primeros
debía ser modificada mientras que, para los segundos, debía ser derogada. El régimen
proporcional aparecía como una solución, bajo el argumento de que volvía más representativo
al Parlamento en tanto reflejaba con mayor fidelidad las diferencias del electorado. La opción
por la lista incompleta favorecía el gobierno eficiente y el bipartidismo, aunque sacrificara la
representatividad. Aunque fue implantado en algunas provincias, el régimen proporcional fue
derogado y reemplazado por la lista incompleta.

El principio republicano: la relación ejecutivo/legislativo

Para los radicales, la ineficacia parlamentaria era producto del obstruccionismo de la


oposición. Para la oposición, el problema estaba en la división del Partido Radical, cuyas
discusiones se trasladaban al Congreso.

Según la oposición era Yrigoyen quien proporcionaba los motivos para que la Cámara se viera
obligada permanentemente a defender sus fueros frente al avasallamiento del que era objeto:

1. El presidente no asistía a las sesiones de apertura del Parlamento. Ésta es una de las
diferencias con Alvear que estuvo presente en todos los períodos legislativos de su
mandato. Si bien la ausencia del presidente no impedía el funcionamiento
parlamentario, su presencia era una prescripción constitucional y la no concurrencia
adquirió un fuerte valor simbólico. Conservadores, socialistas y demócratas
progresistas coincidían en afirmar que implicaba falta de respeto, arrogancia y
soberbia.
2. Desconocimiento de las facultades de la Cámara para llamar a su seno a los ministros:
el art. 63 de la Constitución establecía que cada una de las Cámaras podía hacer
concurrir a su sala a los ministros para recibir las explicaciones e informes que
considerara convenientes. Se trataba del derecho de interpelación. Entre 1916 y 1922,
de 35 pedidos de concurrencia, solo se realizaron 13. Entre 1928 y 1930, el
radicalismo tuvo mayoría en diputados, es decir, en la misma cámara que renunciaba a
la facultad de interpelar en una actitud de protección al Ejecutivo. También se
diferencia de Alvear quien, de 37 pedidos de interpelaciones, realzan 34.
3. Abuso de la facultad ejecutiva de intervenir a las provincias en el receso
parlamentario. Yrigoyen envió 15 intervenciones por decreto en su primer gobierno y
dos en el segundo.

Todos los sectores acordaban en que el mantenimiento o la destitución del gabinete era
propio de un régimen parlamentario. La oposición, sin embargo, cuestionaba los argumentos
que se fundaban en el que Ejecutivo podía reservarse la facultad de decidir en cada caso si los
motivos eran pertinentes o no. Respecto a las intervenciones, la oposición manifestaba que
era una facultad legislativa, mientras que los radicales sostenían que el ejecutivo podía
intervenir sin restricciones en los períodos de receso parlamentario.

Respecto de los poderes, los radicales manifestaban que preferían gobernar para mantener en
armonía las aspiraciones del pueblo sobre mantener la armonía de poderes. De ahí que los
antipersonalistas los considerasen como una “herejía constitucional”, que pisoteaba el
parlamentarismo.

El avasallamiento a los fueros y prerrogativas del Parlamento motivó entre 1919 y 1930, en
tres oportunidades, el recurso al mecanismo extremo del pedido de juicio político al
presidente de la República. Matías Sánchez Sorondo y Alberto Viñas lo hicieron a título
personal, pero no contaron con los 2/3 necesarios del senado.

La relación nación/provincias: el principio federal

La doctrina que sustentaba Yrigoyen sobre las intervenciones y sus implicancias políticas fue
una de las cuestiones más retomadas en los análisis del período. Es bien conocida la expresión
del presidente de que “las autonomías son de los pueblos y no de los gobiernos”. Se fundaba
en la idea de que el gobierno tenía una misión histórica que cumplir, la reparación, para la cual
fue plebiscitado. Alcanzada en el orden nacional, debía imponerse en los estados federales
dado que el ejercicio de la soberanía es indivisible. Así, la reparación incluía dar a los estados
sus gobiernos “verdaderos”. Una vez que éstos se hubieran constituido legítimamente podían
ser incorporados a la Constitución, esto es, sus gobiernos serían amparados y sus leyes
respetadas. De esta forma, en la perspectiva radical, las intervenciones iban a las provincias a
restaurar las autonomías provinciales, es decir, a colocar a los pueblos en condiciones de darse
sus propios gobernantes, que hasta el advenimiento del gobierno radical eran elegidos por
agentes del poder central; a establecer el pleno ejercicio de la vida institucional; a restaurar la
soberanía mutilada; a superar el vicio, el desorden y la corrupción de las costumbres públicas y
privadas y a restablecer la justicia.

Mientras el radicalismo las creía necesarias y justas, la oposición las consideraba actos de
violencia, de exclusivismo partidista.

Yrigoyen intervino 9 provincias con gobiernos conservadores entre 1916 y 1922. Las
intervenciones a gobiernos conservadores daban respuesta a la ilegitimidad; el argumento era
que sus gobernantes habían sido elegidos en elecciones fraudulentas y era necesario devolver
la soberanía al pueblo de la provincia. En cambio, las intervenciones a gobiernos radicales se
hacían por requisito de los mismos gobernadores, que clausuraban la legislatura por
desconocerlos como tales. Como particularidad: 1) algunas duraban varios años y 2)
paralelamente a la llegada de la intervención, el P. Radical provincial se dividía, porque una de
las facciones denunciaba parcialidad en la intervención.

Al iniciar su gobierno, Alvear intentó diferenciarse, sin provocar rupturas, de la política


intervencionista del período precedente. Con un proyecto de reforma parcial de la
Constitución, en 1923, presentado por José Nicolás Matienzo, buscaba reducir el mandato de
los diputados a 3 años y la renovación total de la Cámara, eliminando un nudo conflictito al
sustraer la elección de los senadores a las legislaturas provinciales. El proyecto no fue
discutido. Sumado a la cuestión de las intervenciones, Matienzo renunció: el Congreso, ese
año, había decidido la intervención de Tucumán basado en el conflicto de poderes entre el
gobernador Octavio Vera y la legislatura. El ministro puntualizó al interventor Gondra su
carácter transitorio y limitado en la misión, negándole el uso de facultades omnímodas. Sin
embargo, Alvear apoyó al interventor.

Cuando V. Galo se hizo cargo del Ministerio del Interior, volvieron las intervenciones por
decreto, sobre Jujuy y Santiago del Estero. La oposición cuestionaba la parcialidad del ministro
a favor de una facción radical en detrimento de la otra, con la intención de cambiar el signo
político con vistas a las elecciones presidenciales de 1928. De hecho, una de las intervenciones
que llamó a elecciones dio el triunfo a Benjamín Villafañe en Jujuy, antiyrigoyenista.

El proyecto de Gallo era intervenir Bs As, bastión yrigoyenista, con apoyo conservador. La
negativa de Alvear a apoyarlo provocó su renuncia en 1925 y su reemplazo por José Tamborini.
Al finalizar el periodo de Alvear, San Juan, Mendoza, Jujuy, Santiago y Sta. Fe tenían apoyaban
a los antipersonalistas- Córdoba, Salta, San Luís y Corrientes tenían gobiernos conservadores.
En 1928 triunfó el yrigoyenismo en Salta, Tucumán, Sta. Fe, Cba.

En el último periodo legislativo de Alvear, cuando ya había ganado Yrigoyen, se votaron 4


intervenciones a puertas cerradas para obtener quorum. Cuando Yrigoyen llegó al gobierno,
sólo Sta Fe, Cba y Tucumán eran yrigoyenistas. Al finalizar su mandato, casi todas.

Administración y política

Previo a la sanción de la ley Sáenz Peña, el mismo movimiento que pugnaba por la
democratización de sistema político exigía moralidad administrativa. La burocracia se
consideraba una fuente de prebendas al servicio del círculo en el poder; un lugar donde se
pagaban votos y lealtades. Moralizar la administración equivalía a sujetarse a reglas claras,
eliminar la arbitrariedad y las clientelas.

Más tarde, ya instaurado el voto secreto y obligatorio e instalados los radicales en el poder, tal
argumentación se tornó falaz. Las críticas a la administración continuaban y se mantuvo la
imagen de una burocracia estatal subordinada al partido gobernante y puesta a su servicio,
excesiva e inoperante.

Los cambios se limitaron a algunas iniciativas aisladas de los ministerios, algunas reparticiones
públicas. Si se renovaron los elencos administrativos. Los gobiernos electores fueron dejando
paso a los partidos. La pertenencia al círculo de notables fue dando lugar a la militancia
partidaria.

Se fomentaba el vicio de la “empleomanía”. Se aludía al exceso del personal reclutado bajo la


forma de patronazgo político, a la complicación de los procedimientos, a la superposición de
funciones, al relajamiento de la disciplina y a la no correspondencia entre jerarquía y salario.

Una de las cuestiones más subrayadas es la injerencia de la “política” en la administración y, en


este caso, política significa el peso de los comités en la función pública. A partir de lo cual se
concluye que es necesaria la separación de ambas esferas.
Se reconoce que Yrigoyen respetó las situaciones adquiridas manteniendo a todos aquellos
empleados que no tuvieran cuestionamientos de desempeño y no concurrió a desalojos
forzados. No obstante, el criterio partidista imperó para la provisión de las vacantes.

La imagen más gráfica de la confusión entre partido y gobierno es la denuncia de los comités
que funcionaban en comisarías o de oficinas de inmigración. Dos consecuencias se derivan: el
radicalismo se perpetúa en el poder merced a los empleados públicos constituidos en
“máquina electoral” y gobierna ineficientemente porque la competencia técnica no figura
como requisito para acceder a la administración.

La máquina electoral

Los partidos conservadores provinciales y los radicales disidentes recurrían a la abstención por
“faltas de garantías electorales”. La abstención funcionaba para demandar, una vez realizadas
las elecciones, la intervención federal. La oposición explicaba los triunfos de los radicales por la
instalación de la “máquina”, mediante presiones oficiales.

Gobierno y partido

Algunos de los miembros del partido reclamaban la separación de partido y administración


estableciendo la incompatibilidad entre empleo público y cargos burocráticos. A los empleados
públicos se les asignaba la decisión de las candidaturas. Un ejemplo es la candidatura de
Alvear, atribuido a la formación de una convención en donde 30 de 188 miembros eran
empleados públicos.

Los antipersonalistas cuestionaban la ocupación de las vacantes con miembros partidarios del
personalismo. Yrigoyen lo justificaba en razones de economía. Sin embargo, la oposición
precisaba que, si se quería hacer economía, esos cargos debían ser eliminados del
presupuesto.

La ley de jubilaciones establecía que el importe de los sueldos vacantes debía ingresar a la caja
de jubilaciones. Sin embargo, autorizaba al ejecutivo a ocuparlos en rentas, a modo de
excepción. Según la oposición, esta cláusula permitía el mantenimiento del sistema al permitir
nombrar a empleados supernumerarios (no designados en el presupuesto sino por acuerdos
de gabinete), en agencias estatales que servían en tareas electorales.

Alvear intentó arreglar este problema burocrático, sin embargo, sus intentos chocaron con la
resistencia del personal administrativo.
Respecto de las universidades, el ministro de Justicia de Alvear, Marcó, reglamentó la provisión
de cátedras en los establecimientos nacionales a partir de una prueba de admisión. Establecía,
además, un régimen de incompatibilidades entre docencia y función pública. Las disposiciones
casi no se cumplieron.

El antipersonalismo exigía también cambios en el personal para desmontar la máquina


yrigoyenista durante el gobierno de Alvear. Su Min° del Interior, Matienzo, sostenía la facultad
constitucional por la cual el presidente nombra y remueve al personal administrativo, por lo
que nada le prohibía seleccionarlos entre miembros de un comité político. La solución debía
venir del Legislativo, a quien le correspondía realizar modificaciones.

Durante su segundo mandato, Yrigoyen recurrió nuevamente a las vacantes. La crisis obligaba
a reducir el gasto público.

La intención de legislar

Se presentaron tres proyectos para solucionar el electoralismo y la incompetencia bajo los


principios de: concurso para el ingreso, estabilidad garantizada por tribunales disciplinarios e
instancia obligatoria del sumario y escalafón que contemple capacidad y antigüedad. No
implicaba un cercenamiento de atribuciones sino solo la delimitación de la idoneidad. La
eliminación del rol de los agentes electorales de los empleados públicos fue una de las
banderas del radicalismo opositor.

En la práctica, sin embargo, el reclutamiento y la selección tuvieron bases particularistas, en


donde cada renovación gubernativa provocaba desplazamientos del personal.

Un balance provisorio

Mientras los radicales eran un partido de oposición, exigían ajustar la política a la CN: real
división de poderes, respeto a la autonomía provincial, ampliación del sufragio. Cuando los
radicales llegaron al poder, esa preocupación se trasladó a la oposición.

Desde su perspectiva, el gobierno radical era arbitrario y discrecional. Su propuesta era hacer
más efectivo el sistema de frenos y contrapesos para evitar la excesiva centralización del poder
y producir reformas que garantizaran el lugar de las minorías.

La oposición partidaria asumió la defensa de los postulados de la democracia liberal frente al


comportamiento del yrigoyenismo que fundaba su legitimidad en el plebiscito acordado para
llevar adelante su misión, la de restablecer el imperio de la Constitución aunque para ello
tenga que colocarse por fuera y por encima de las leyes; que justificaba su excepcionalidad en
la necesidad de transitar un ordenamiento a otro, de fundar nunca “nueva era” y que negaba
ser un gobierno de “orden común” para plantearse como “gobierno ejemplar” .

El sufragio universal, como legitimador del gobierno, aparecía cruzado por la idea de que la
democracia no concedía capacidad para el gobierno, igualdad intelectual y moral; por el
contrario, aceptaba la desigualdad del mérito y de la capacidad. Así, todos podían votar, pero
debían gobernar los capaces. Los gobiernos electores colocaban, bajo su arbitrio, ciudadanos
“capaces” en los puestos gubernativos. De allí su crítica a los radicales: era el gobierno de los
incapaces. Para atenuar la tensión, explicaban el crecimiento del voto radical apelando a la
inmadurez del pueblo y confiando en que la educación produciría cambios en el electorado.
Para ayudar al cambio proponían modificaciones legislativas para fortalecer el Parlamento en
detrimento del Ejecutivo o en el proceso electoral, para obtener mayor representación de los
partidos menores.

La división del radicalismo adoptaba las características de un movimiento cismático y los


disidentes se transformaban en herejes y traidores a la causa. Todos ellos se proponían como
los “verdaderos” radicales, herederos de la tradición, de los principios originarios, de los
símbolos y de los momentos fundantes. Para el personalismo, Yrigoyen sintetizaba la causa:
visión global del mundo más que programa concreto y particularizado. En ese sentido, el
radicalismo era una “religión cívica” y sus militantes, sus fieles. El dogma o la causa estaban
por encima de la razón.

El antipersonalismo proponía al radicalismo como un partido y, en tanto tal, necesitaba de un


programa que cumpliera las funciones del líder, aglutinando las lealtades de los adherentes.

En la práctica y en relación con el período precedente, a pesar de recurrentes denuncias de


fraude, generalmente no comprobadas, la participación se ampliaba, las garantías y derechos
individuales se respetaban, la libertad de prensa y de reunión era un hecho, el Parlamento
funcionaba y se mantenía la periodicidad de las elecciones. Sin embargo, el clientelismo, la
persistencia de prácticas facciosas, la confusión entre partido y gobierno, el ejecutivismo y la
irreductibilidad de las posiciones de una oposición no terminaba de aceptar los cambios que
implicaba la ampliación del sufragio, complicaban la tarea de fortalecimiento de las
instituciones.
En 1930 la defensa de la Constitución y de sus principios unificaba a todo el espectro partidario
contra el yrigoyenismo y justificaba su derrocamiento. En nombre de la democracia se produjo
el primer golpe de Estado

La Reforma Universitaria de 1918 y la Unión Cívica Radical.

Autora: Gardenia Vidal

La reforma Universitaria se compone de varias etapas con características peculiares que


merecen considerarse a fin de poder comprender las diversas apropiaciones que se hicieron
posteriormente del mismo. La primera de ellas se retrotrae a 1917 y constituye el momento de
conformación originaria del grupo de estudiantes “rebeldes” que desarrollan su protesta en y
desde Córdoba buscando apoyo en otras instituciones y referentes de la ciudad así como en el
gobierno nacional. Desde marzo de 1918, cabe distinguir una segunda fase caracterizada por la
fortaleza del movimiento estudiantil debido a la unión de las juntas directivas de los Centros
de Estudiantes en un organismo único (Comité Pro Reforma Universitaria) para continuar con
las demandas y el respaldo externo que recibe, particularmente de la Universidad de Buenos
Aires. La llegada del primer Interventor Nacional, Dr. José Nicolás Matienzo, remite a un
momento de exaltación de los reformistas seguros de que el éxito coronaba la protesta, pero
como se sabe, las elecciones de rector - realizadas en junio - muestran una vez más la
capacidad de resistencia de los grupos instalados desde hada tiempo en la Universidad. Se
abre entonces, una etapa en la que el apoyo externo proveniente no solo de las Universidades
sino también de diversas instituciones de todo el país se multiplica. En esta etapa, el Partido
Socialista con la intervención de algunas figuras nacionales tendrá un rol singularmente activo.
Con posterioridad, se organiza el Primer Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios en el
que se presentan y discuten ideas innovadoras, pero también aparecen posiciones
contrapuestas. La falta de resolución del conflicto en los meses siguientes, obliga al Poder
Ejecutivo Nacional a enviar una segunda intervención a la Universidad de Córdoba. Aquí
presenciamos la fase radical (UCR) de la Reforma.

Crónica de la Intervención Salinas

El 23 de agosto de 1918, el PEN decidió la segunda intervención a la UNC motivada en las


insistentes solicitudes de los estudiantes de Córdoba y en las nuevas incidencias ocurridas. En
los fundamentos de esta resolución indicaba que la situación de hecho producida en la
Universidad de Córdoba no puede subsistir. Con este propósito designaba al Ministro de Culto
e Instrucción Publica, Dr. José Salinas, como interventor de la UNC. El nombramiento de
Salinas parece haber sido la última carta que le quedaba al PEN puesto que los estudiantes no
aceptaban otro nombre, luego de la renuncia de Telémaco Susini. La llegada del interventor a
Córdoba demoró varios días, retraso que evidenciaba la serie de frentes conflictivos que el
presidente intentaba resolver antes de enfrentar la cuestión universitaria in situ. Finalmente,
Hipólito Yrigoyen, presionado por las circunstancias que amenazaban la tensa calma reinante,
decidió enviar al comisionado federal el 12 de setiembre. Luego de un mes de arduo trabajo
con sus secretarios y asesores y algunos viajes a la Capital Federal para consultar los pasos a
seguir con el presidente, la intervención llevo a cabo una transformación bastante amplia en la
UNC mediante decretos que satisfarán a la mayor parte de la opinión pública, incluyendo
estudiantes, profesores y graduados.

Una de las primeras decisiones de Salinas aclamadas por la Federación Universitaria consistió
en convocar a concursos para practicantes mayores y menores en diferentes instituciones
públicas de la salud. Del mismo modo, los nuevos estatutos que el interventor dicto para la
Universidad de Buenos Aires en el transcurso de su intervención a la UNC merecieron un
caluroso aplauso por parte de la comunidad educativa de la Capital Federal y de todo el país.
La FUA, eufórica, señalaba que "[los nuevos estatutos] responden íntegramente a los anhelos
que expreso el Primer Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios... [...] y todas las
corporaciones estudiantiles [lo] aplauden...” La evaluación de la Federación Universitaria
respecto a la política nacional acarreara problemas internos por los términos elogiosos que
utilizo: "La nueva Universidad democrática y progresista está en marcha alimentada por la
savia fecunda de los jóvenes y fuertes generaciones argentinas y sostenida por mandatarios
conscientes de sus deberes y responsabilidades en la magna [tarea] de la elaboración de la
cultura nacional” Esta nota fue firmada por el presidente, Sr. Enrique Barros, y el secretario, Sr.
Emiliano Degano, de la institución. Opinión que, por su clara inclinación partidaria, fue
rechazada enérgicamente por algunos federados, introduciendo así una cuna en el frente
reformista.

El cálido recibimiento de los estudiantes de la Universidad de Buenos Aires a la resolución de


Salinas se reprodujo también en Córdoba como resultado de una serie de decretos firmados
por el Interventor que modificaban varios de los puntos cuestionados por los reformistas. El
principal trataba la cuestión más urticante del conflicto como era la reorganización del
profesorado. Además, el Ministro decidió el reinicio inmediato de las clases y el
mantenimiento de las fechas de exámenes para los turnos de diciembre y marzo con lo cual
garantizaba la recuperación del año académico a los alumnos. Ante esas medidas, el
organismo representativo de los estudiantes levanto la huelga universitaria y las aulas se
poblaron inmediatamente.

El tema del profesorado estrechamente relacionado con la conformación de los organismos


administrativos de la universidad quedo zanjado a través de la declaración en comisión de
todos los profesores y la designación, por decreto, del rector, el vicerrector, los profesores
integrantes del Consejo Superior y los miembros de los Consejos Directivos de las diferentes
Facultades. Por otra parte, Salinas acepto las renuncias de los profesores de Cs. Medicas, Dr. y
de Derecho y Cs. Sociales. Creaba además los doctorados de Ciencias Naturales y Odontología,
disminuía un año la carrera de medicina e introducía numerosos beneficios para los
estudiantes. Las modificaciones de los planes de estudio denotan, que además de
compatibilizar la presencia de antiguos y nuevos profesores, la Universidad debía concentrarse
en no reproducir meros profesionales armados con escasos saberes sino en estimular la
producción del conocimiento mediante la renovación de bibliotecas y trabajos prácticos
experimentales. Estos nuevos planes se aplicarían en 1919.

Los puntos más trascendentes con respecto al gobierno de la Universidad quedaban


redactados de la siguiente manera:

“El Consejo Superior se compone del Rector, de los Decanos de las facultades y de los
delegados que cada una de estas nombren, fuera de su seno. Los delegados al Consejo
Superior serán nombrados por los Consejos Directivos, a propuesta de la asamblea creada a tal
fin. El gobierno de cada Facultad estará a cargo de un Consejo Directivo compuesto de siete
miembros, incluso el Decano, en cuyo número entrara a lo menos una tercera parte de los
profesores que dirigen aula en la misma Facultad. Los consejeros duraran tres años en sus
funciones y se renovaran por terceras partes cada año, pudiendo ser nuevamente electos con
intervalo de un periodo. Los Consejos Directivos nombraran sus miembros a propuesta de una
asamblea compuesta por todos los profesores titulares, igual número de profesores suplentes
e igual número de estudiantes. Todas las elecciones que deban realizarse se practicaran en
votación pública. Además, los miembros de las comisiones directivas de los centros de
estudiantes podrán concurrir a las comisiones de las facultades y del Consejo Superior, a fin de
proporcionar los datos que consideran útiles en los asuntos promovidos por los mismos
centros.”
Con esta organización del gobierno universitario se pretenda terminar con las camarillas
vitalicias. Se incorporaba gente nueva en el cuerpo de profesores como los líderes reformistas
Deodoro Roca y Arturo Orgaz quienes, a su vez, formaban parte, junto con docentes
conservadores como Henoch de Aguiar, del Consejo Directivo de su Facultad (Derecho y Cs.
Sociales.) Por otro lado, la periodización de las funciones pretenda asegurar la renovación de
los organismos universitarios. Del mismo modo, se respondfa positivamente a un pedido
también de larga data como era exigir que al menos un tercio de los integrantes de los
Consejos Directivos, estuviera conformado por docentes de la Facultad correspondiente. Cabe
resaltar, no obstante, que el asunto de la participación estudiantil en el gobierno universitario
nunca estuvo entre las reivindicaciones primordiales de los estudiantes de Córdoba, durante
este periodo.

Otro de los temas al que la intervención presto suma atención fue el de los fondos
universitarios propios y la manera de administrarlos. Son numerosos los artículos nuevos o
modificados del estatuto que mencionan este asunto, todos tendientes a transparentar las
cuentas de la Universidad y a hacer un uso más racional de sus rentas. He aquí una de las
cuestiones superlativas para producir una mejor redistribución que beneficiara el desarrollo
del conocimiento mediante la creación de nuevos y mejores laboratorios, bibliotecas y más
profesores.

La docencia libre fue ampliamente incorporada en las reformas impuestas por el comisionado
federal. “...podrán dictar cursos libres, conferencias o lecciones sobre cualquiera de las
asignaturas correspondientes al plan de estudios de cada Facultad los profesores suplentes, los
diplomados universitarios, nacionales o extranjeros o personas de competencia reconocida.

La institución de la docencia libre, a imitación de la desarrollada en las universidades


alemanas, constituía una demanda de los estudiantes y de algunos docentes desde el último
tercio del siglo XIX.

Sin embargo, es indispensable resaltar que la exigencia prioritaria de los estudiantes -


concursos docentes - no se aplico puesto que la reorganización del profesorado se produjo por
decreto. Esta cuestión fue ampliamente denunciada por los estudiantes federados que no
acordaban con la alianza entre la Federación Universitaria y el oficialismo. Con respecto a esta
disidencia hay que señalar dos cuestiones: por un lado, era cierto que los estudiantes siempre
habían luchado por la implementación de los concursos docentes para mejorar la calidad de la
enseñanza, cuestión que ciertamente no fue resuelta por la intervención (si bien esta esperaba
que los concursos se realizaran después de un tiempo de funcionamiento normal de la
universidad.) Por otra parte, Suarez Pinto era un militante del Partido Demócrata y en ese
sentido, en medio de una campana electoral para la primera magistratura de la provincia, no
aceptaría las opiniones halagüeñas que un conjunto de estudiantes le dispensaba al gobierno
radical a nivel nacional. El movimiento por la Reforma Universitaria había sido organizado y
llevado a cabo por un grupo de actores que coincidían en una lucha que involucraba a todos
los liberales por igual, haciendo caso omiso de las adhesiones partidarias.

Con todo, la labor del interventor fue congratulada por una cantidad importante de gente.
Incluso, La Voz del Interior, no dejaba de subrayar el éxito de la tarea del interventor como una
forma de manifestar su resentimiento con la cúpula de la Federación Universitaria por su
abierto alineamiento con el yrigoyenismo. El Dr. Salinas ha conseguido modernizar y
perfeccionar la Universidad de Córdoba, con criterio tan ecuánime, que su fallo tiene la virtud
de realizar plenamente los anhelos de la nueva generación, sin herir ni provocar resistencias en
la vieja guardia conservadora.

Esa retorica triunfalista se extendió por toda la ciudad e invadió los discursos de diferentes
referentes. La modernidad había triunfado sobre el arcaísmo clerical, la ciencia sobre el
dogmatismo, la democracia sobre las camarillas. Córdoba se mostraba al mundo, pero
esencialmente a América, como el lugar que cobijaba y defendía el pensamiento libre:

Salinas era ovacionado en todos los lugares que visitaba, se le hachan numerosos y
multitudinarios homenajes. Si nos atenemos a ese entusiasmo, parecía que la Reforma
Universitaria de 1918, en verdad, había triunfado definitivamente, a pesar de que los
concursos no se hubieran realizados y que el gobierno universitario se reorganizara por
decreto. También existe la impresión de que se festejaba un deseo más que una realidad, o en
todo caso que el exitismo había inundado a los reformistas antes de comprobar como
funcionaran las transformaciones introducidas por el interventor o, más importante, como
reaccionarían los grupos clericales más resistentes al cambio.

La Reforma se había convertido en radical, el presidente de la República aparecía como la


figura prominente de este cambio impulsado y motorizado por los estudiantes pero coronado,
finalmente, por Yrigoyen. Aquella juventud partidariamente heterogénea, había adjudicado la
primacía en el logro de las modificaciones producidas al gobierno nacional. La libertad, la
justicia, la democracia, la defensa del merito, de la tolerancia, etc., todas ellas banderas
reformistas por excelencia, se habían convertido en símbolos del radicalismo a través de la
habilidad política del presidente y su ministro.

Ese triunfo relativo y efímero del comisionado federal introducirá, como ya mencione,
desavenencias profundas entre los reformistas.

Según versiones, que de alguna manera eran confirmadas por el presidente de la Federación,
Enrique F. Barros, un grupo de estudiantes pertenecientes a ese organismo, simpatizantes del
radicalismo yrigoyenistas, había decidido pactar con Salinas y, de ese modo, intercambiar
reformas en la Casa de Trejo por el apoyo al partido radical a nivel nacional y,
fundamentalmente, en las elecciones de gobernador a celebrarse en Córdoba en noviembre.
La prensa, que había respaldado sin reticencias al movimiento estudiantil, denunciaba
decepcionada esa alianza.

Esta dura evaluación del presidente hecho por La Voz del Interior tenía su origen en la actitud
que Yrigoyen había asumido con respecto a una de las fracciones en que se había dividido la
UCR de la provincia a fines de 1916. Los radicales rojos que agrupaban a los sectores no
clericales del partido y, por lo tanto, no respondfa a las autoridades de la provincia, habían
sido abandonados por el líder, quien a su vez, empleo todo tipo de estrategias para debilitarlos
a favor de la fracción opositora, el radicalismo azul. Desde entonces, el diario tuvo, durante
varios años, un discurso liberal y anti-yrigoyenista muy acendrado.

Enrique Barros desmintió las versiones difundidas por el diario pero, en definitiva, su
explicación terminaba dando la razón a la denuncia anterior, pues rectificaba la versión
señalando que aquella actitud había sido aprobada por "una fracción política”. Ante esto, la
prensa fortaleció su crítica a Barros por no haber hecho pública esa situación y participado de
esas conversaciones. Del mismo modo, la Federación Universitaria aclaraba en una carta que
no se había adherido a ninguna fracción política, aunque por otro se había propagado el rumor
de que los autores de esa nota habían decidido votar al candidato radical a gobernador Sr.
Elpidio González. Todas estas versiones, desconfianzas y denuncias eran consecuencia de
expresiones vertidas por líderes de la Federación, algunas ya mencionadas, que culminaban
con el telegrama mandado a Hipólito Yrigoyen:

"La reorganización de la Universidad en la forma hecha por el P.E. de la Nación marca una hora
histórica en la cultura americana. La Federación Universitaria, aquilatando esa obra patriótica
coloca a V. E. entre los argentinos ilustres, envía al primer magistrado de la nación su aplauso
entusiasta y sincero, y se complace en invitarle en nombre de la juventud de Córdoba a
inaugurar personalmente....la nueva era universitaria. Córdoba espera al presidente
Irigoyen...”

Firmaban ese telegrama: Enrique F. Barros, Ismael C. Bordabehere, C. Garzon Maceda,


presidentes; Alfredo P. Degano, Luis Ruiz Gomez, y A. Ruiz Palacios, secretarios. Según se
deduce de esos nombres, no se trataba de una fracción política, sino de la cúpula de la
Federación Universitaria.

Esta situación fragmento la unidad del frente reformista. La Voz del Interior, como indique,
reconocía la trascendencia de las reformas producidas por el Interventor aunque no comparta
el entusiasmo de los estudiantes “...quisiéramos acompañarlos, [pero] se opone a ese deseo
un telegrama firmado por los universitarios y remitido al presidente de la república, que no
podemos aceptar ni por su forma ni por su fondo.

Varios estudiantes, opositores al proceder de la Federación Universitaria a su vez, enviaron un


telegrama al presidente manifestándole su acuerdo con las reformas implementadas por el
Interventor pero aclarando que no compartían los términos de aquel telegrama. Por otra
parte, algunos de ellos como Carlos Suarez Pinto, Elzear Mouret y Carlos M. Vocos renunciaron
a la Federación.

La etapa hegemonizada por el radicalismo que provoco la fragmentación de la FU y del frente


liberal en su conjunto, (aunque cabe indicar que conto con el entusiasmo de gran parte de la
comunidad reformista), finaliza con el terrible atentado que sufrió Enrique F. Barros el 26 de
octubre por estudiantes contrarios al reformismo. Este acto se convirtió en un grito de unidad
lanzado por todos los liberales para continuar la lucha contra "el clericalismo retrogrado.”

El optimismo reformista y el poder de su adversario

El liberalismo sin líneas difusas se aglutinaba nuevamente para llorar y desafiar el ataque
sufrido por Barros. El enojo de Suarez Pinto desaparecía en un abrazo solidario con la víctima
de la intolerancia. La Voz del Interior, publica cantidades de esas piezas de repudio al atentado
y apoyo solidario al presidente de la FU. Lo interesante es observar nuevamente la
heterogeneidad liberal convertida en una sola fuerza para oponerse a su enemigo principal: el
clericalismo. En este sentido, aparecen por primera vez en cantidad llamativa las expresiones
de solidaridad y claramente políticas de varios sindicatos obreros.
Los Ferroviarios del Central Córdoba, por su parte, denunciaban al clericalismo y adherían a la
obra de la juventud reformista: “La historia nos ensena que a cada paso dado por la
humanidad hacia el progreso que [es] a costa de sacrificios más o menos grandes en relación a
la importancia del mismo progreso.

Esta retorica anticlerical, defensora y regeneradora del “progreso” provenía de militantes


obreros de tinte socialista. El atentado a E. F. Barros abre una nueva etapa en este proceso que
acentúa la sensación de fortaleza del liberalismo de Córdoba alimentada por meses de
repertorios comunes que les hacía pensar a sus simpatizantes en su consolidación en el
espacio público de Córdoba “El pueblo libre y los estudiantes de Córdoba, indisolublemente
ligados por su comunidad de ideales,..., reunidos en plebiscito a requerimiento de la
Federación Universitaria.

Resuelve:

1°- Señalar ante el país el peligro clerical como enemigo de su progreso, incitando a los
hombres libres de la República a que colaboren en la obra de la inmediata separación de la
iglesia y el estado.

2°- Dirigirse a los poderes públicos pidiendo la laicidad de la enseñanza.”

La temeridad de esta proclama indica, al menos dos aspectos interesantes. Primero, un alto
grado de ingenuidad política que les hacía minimizar el poder de su contrincante. Segundo, la
convicción de que Córdoba había producido grandes avances de lo que se puede denominar
"contracultura liberal”. Este último punto se ratifica por la presencia de instituciones liberales,
probablemente de conformación reciente, que intentaban construir un frente respaldando la
candidatura de Elpidio González. Un ejemplo ilustrativo lo brinda la Liga Liberal, organización
que intentaba afirmarse en Córdoba y que había hecho público su respaldo a la formula
radical: Elpidio González/Rómulo Arguello.

Elpidio González, las elecciones de gobernador y el apoyo liberal

La resoluciones de Salinas deben contextualizarse en un cuadro político más amplio y


complejo. Desde una perspectiva partidaria, la protesta estudiantil obligaba a la UCR - por ser
partido de gobierno a nivel nacional y provincial y por sus rasgos intrínsecos extremadamente
heterogéneos -, a confrontar una situación sumamente embarazosa. El radicalismo cordobés
había surgido y se había consolidado como resultado de una enorme mixtura de sus cuadros
dirigencia les. La presencia en sus filas de elementos conservadores y clericales fue una
característica del partido desde sus orígenes. Alem y, más tarde, Yrigoyen promovieron la
alianza con esos sectores primero para dar vida a la agrupación y luego para alcanzar la
gobernación en noviembre de 1915.

Por otra parte, desde un comienzo de la protesta, los estudiantes universitarios presionaron
decididamente al gobierno nacional mediante manifiestos, telegramas, solicitud de intervenir
la UNC, etc. Esta actitud demostraba el sentir ciudadano en relación a una participación directa
en los asuntos públicos y un vínculo abierto con los gobernantes de la República debido a los
cambios derivados de la implantación de la Ley de Reforma Electoral y a las numerosas
representaciones que la misma había edificado en el imaginario colectivo. Pero, exigía a dichos
gobernantes la implementación de artilugios políticos harto complicados para poder mantener
la alianza partidaria que ya había sufrido varias fragmentaciones en diversos lugares del país.
En Córdoba, cabe destacar dos ejemplos por ser citados con frecuencia por los reformistas. El
primero se relaciona con el ministro provincial, Ingeniero Carlos Arganaraz, profesor de la UNC,
quien era acusado de integrar la Corda Frates. El segundo tiene que ver con otro funcionario
del mismo rango, el Dr. Gregorio Martínez, ministro de gobierno, denunciado por los
reformistas por haber decidido el encarcelamiento de 83 estudiantes en setiembre del ’18 y
además exonerar de sus cargos públicos a líderes del movimiento como fue el caso de
Gumersindo Sayago. La primera intervención nacional a la Universidad de Córdoba liderada
por Matienzo intento, mediante una actitud extremadamente reglamentarista para una
situación de por si excepcional, satisfacer a unos y no confrontar con otros. Como se sabe, la
tensión que esto significo terminó cortando la cuerda con la elección del rector y
profundizando así las diferencias de todos los actores. Los estudiantes, sin embargo, no
dejaron de presionar al gobierno nacional quien luego de cierta resistencia decidió
involucrarse directamente a través de la designación de su Ministro de Justicia e Instrucción
Publica. Mantener las características de la alianza radical en un asunto que se presentaba en
blanco y negro exigía una enorme habilidad política. A pesar de algunas críticas, Salinas parecía
haber salido airoso de su cometido si nos atenemos a la información de la prensa de notas,
cartas, telegramas, etc. de congratulaciones al Interventor.

Sin embargo, este escenario se debe situar en un auditorio en el que muchos de sus
integrantes esperaban ansiosos y se disputaban los espacios para asistir y participar en un
espectáculo partidariamente más suculento como eran los comicios del 17 de noviembre de
1918 para gobernador y vice. La UCR estaba extremadamente fragmentada. Los propósitos de
unidad del radicalismo azul, especialmente de la fracción yrigoyenistas, se veían
constantemente obstaculizados por la dirigencia del radicalismo rojo que continuaba
resistiendo la unificación. En el interior del azulísimo, las desavenencias entre grupos y
subgrupos persistían y la proximidad electoral no facilitaba la resolución de los conflictos. Esa
crónica situación partidaria se agravaba por los acontecimientos relativos al movimiento
reformista. La protesta de los jóvenes universitarios, al ubicarla en las calles, había marcado
aun más la dualidad que muchos contemporáneos sentían entre tradición y modernidad. La
polarización ideológica, profundizada en 1918, dificultaba la negociación política y la armonía
de las fracciones radicales. Por otra parte, el radicalismo carecía de un líder local que pudiera
actuar como aglutinador de las múltiples diferencias. Luego de que Elpidio González se
integrara al gabinete nacional, no había surgido en el radicalismo cordobés otra figura con
capacidad de liderazgo partidario.

Ante la proximidad de las elecciones y considerando los resultados electorales de los últimos
comicios legislativos de marzo de 1918 en los que la UCR perdió por primera vez el distrito
Capital, la dirigencia nacional y el mismo Yrigoyen decidieron intervenir en la situación local.
Por ello, el presidente acepto desprenderse de uno de sus colaboradores más importantes y de
mayor confianza como era Elpidio González, para enviarlo a la ciudad mediterránea con la
misión de reorganizar y unificar el partido, como lo había hecho tres años atrás. Una de las
preocupaciones centrales consistía en atraer nuevamente al seno de la UCR a los radicales
rojos, cuya incorporación le permitía contrarrestar el peso de la "tendencia conservadora” y
sumar afiliados entre los sectores populares e intelectuales de la provincia, especialmente en
el departamento Capital. Asimismo, debía esforzarse por resolver las desavenencias en el
interior del azulísimo. A fines de agosto, González renuncio a la cartera de Guerra y viajo a
Córdoba. Desde ese momento hasta las elecciones de noviembre, se aboco a reorganizar y
fortalecer la agrupación en distintos frentes sociales y regionales. Hizo giras proselitistas por
los departamentos del Oeste, donde los demócratas eran más poderosos; en la capital, se valió
de los elementos de gobierno contrarios a la "tendencia conservadora” para debilitar su poder
interno. En tanto, en algunos departamentos tejió alianzas con caudillos de esa tendencia para
asegurar situaciones departamentales que respondían exclusivamente a ellos. Asimismo,
intervino en los conflictos obreros con el fin de neutralizar los enfrentamientos sociales y
mantener la adhesión de esos sectores al yrigoyenismo. Ese difícil trabajo de construir alianzas,
debilitar algunas figuras, fortalecer otras, buscar apoyo popular, etc. con el fin de reconstruir el
movimiento que le había dado el triunfo en 1915, no tuvo éxito con respecto a los rojos.
La dirigencia de la UCR de Córdoba (radicales rojos), en un último intento por recuperar cierto
protagonismo, pretendió revertir el tipo de reorganización que el radicalismo azul estaba
llevando a cabo y ofreció, en cambio, una propuesta alternativa que consistía en reunificar el
radicalismo alrededor de la figura de Elpidio González -elegido por su predicamento entre los
sectores populares y una amplia franja de la dirigencia provincial y nacional - pero excluyendo
del proceso a la "tendencia conservadora”, en particular al grupo liderado por Arturo M. Bas.
Sobre esa base de negociación le ofrecieron la candidatura a gobernador pero el propósito de
Gonzales era construir la unidad y no enemistarse con el grupo que más ascendencia tenía en
la sociedad cordobesa.

La oposición del rojísimo a aliarse con los sectores clericales del radicalismo se mantuvo
inamovible. Actitud que acelero el traspaso de militantes rojos a las filas del azulísimo. De este
modo, el enviado presidencial para unificar el radicalismo local se vio obligado a convertirse el
mismo en candidato a fin de atraer a los sectores más renuentes a la unidad. Además es
probable que el giro que había tomado la situación universitaria con la reorganización de
Salinas también lo obligara a aceptar esa candidatura.

A fines de octubre, se reunió la Convención del radicalismo azul para elegir a sus candidatos.
En un ambiente muy tenso se eligió la formula Elpidio González - Rómulo Arguello. El nombre
del primero fue votado por unanimidad.

El clima de antagonismo que por entonces se vivía en las calles de Córdoba se traslado a la
convención contribuyendo, de esa forma, a la derrota de una tendencia que desde el gobierno
y la Universidad se oponía a las innovaciones reclamadas por diferentes sectores. El fracaso del
candidato clerical y la intervención del gobierno nacional a favor del movimiento reformista
impulsaron a algunos sectores liberales a dar su apoyo al binomio radical. El Comité Liberal
Independiente fue uno de esos grupos.

Este tipo de adhesiones aumentaron la polarización en el interior de la UCR y contribuyeron a


que el partido enajenara un número importante de votos "independientes”.

La intención de E. Gonzales de que la UCR se constituyera nuevamente en la única fuerza


aglutinadora de distintas voluntades políticas, no tuvo éxito en la Córdoba de 1918. El desgaste
del radicalismo como partido de gobierno, su profunda fragmentación interna, y la toma de
posición que el estudiantado le exigió al gobierno nacional con respecto a los sucesos
universitarios, eliminaba las posibilidades de armonía entre los grupos facilitando, de esa
forma, el triunfo electoral del partido opositor.
Algunas reflexiones

La Reforma Universitaria implementada por el PEN se veía avasallada por la resistencia clerical.
El atentado a Enrique Barros, más allá que fuera un acto individual o colectivo como dijera
Gregorio Berman, demostró dos cosas esencialmente:

Por un lado, la dificultad que las banderas reformistas tenían para instalarse en la Universidad
y en la ciudad en general. Se trataba de una cultura política fuertemente permeada por
símbolos, rituales, presiones clericales que sería muy difícil neutralizar. En segundo lugar, la
reacción al atentado permitió aglutinar nuevamente a las fuerzas que defendían una
determinada modernidad para Córdoba y que se nucleaban en términos amplios alrededor de
consignas liberales. De este modo, Ramon J. Carcano y Alfredo Palacios, Lisandro de la Torre e
Iberlucea, el Partido Socialista y Nicasio Salas Orono, la masonería y los sindicatos obreros
junto con innumerables instituciones educativas y culturales del país hacían sentir su presencia
a través de notas, telegramas, visitas personales, para contribuir a que el movimiento
reformista/liberal que sacudió a Córdoba en 1918 no se convirtiera en un espejismo y
permaneciera con alguna posibilidad de concreción.

Apuntes de la carpeta. El nacionalismo

Zuleta Álvarez identifica los orígenes del nacionalismo en Argentina con el pensamiento de Leopoldo
Lugones, en el 1924. Por su parte, Egües y Falcón lo retrasan hasta el 1910. Pero en lo que casi todos
los historiadores coinciden es en la causa de su surgimiento: el positivismo, es decir que, surge el
nacionalismo como una reacción al positivismo.

El nacionalismo es no-liberal. Una de sus características es el rescate de la tradición, de la cultura


nativa (en este caso, el criollo, el gaucho). Es también un rechazo a lo europeo, lo que se ve presente
en la generación de 1910 (tener presente la fecha del centenario del primer gobierno patrio).

Los actores más importantes son: la Liga Patriótica, scalabrini Ortiz, la Nueva República. Como
características comunes de ellos se puede nombrar: conciencia de la pertenencia, conciencia del
pasado histórico, poder criticar a la democracia ¿?. Luego un sector del nacionalismo se transforma
en filo-fascista. Se pueden rastrear tres etapas del nacionalismo en Argentina:

1° Nacionalismo Telúrico (1910): se da con Rojas (“Regenerar la Argentina”) y Manuel Galvez (“Volver
a lo hispano).

2° Nacionalismo del 1920: su mayor exponente es Leopoldo Lugones “La hora de la espada”.
3° Nacionalismo entre 1924 – 1927: se superpone distintos nacionalismos. Destacan la Nueva
República, la Legión Cívica y la Legión de Mayo. Tienen trascendencia hasta el 1940.

Las Cuencas Petroleras Argentinas

Existen países petroleros como Venezuela y Ecuador, países con petróleo como Argentina y Brasil y
países sin petróleo como Chile. En Argentina, hacia 1920 existían 3 grandes cuencas: la del Noroeste,
la del Golfo de San Jorge y la Cuyana. Para 1907, fecha en la que se descubren las cuencas petroleras
argentinas, la energía era obtenida de la siguiente manera: 78% de carbón, 21,6% de madera, 0,4%
de petróleo y hacia 1917: 61% carbón, 16% madera y 22% petróleo. En ambos momentos, el 94% del
carbón se importaba.

ZULETA ÁLVAREZ. EL NACIONALISMO ARGENTINO.

- Bajo un denominador común- El Nacionalista- yacen corrientes de ideas muy


diferentes. Los sectores políticos comparten con ellos una tradición intelectual
(socialistas o liberales). Sin embargo, concedían primacía a principios filosóficos y
políticos como ordenadores de toda acción concreta, por lo que era esencial
establecer un programa teórico primero, y la actividad política se adheriría a él.
- Eran un grupo minoritario con tendencia a la severidad y rigidez en sus programas,
reforzado por la influencia católica.
- La actividad intelectual y la docencia política se convirtió en lo la misma militancia que
ellos rechazaban.

Temas conflictivos:

- Dos primeras etapas de la actividad nacionalista – la primera de 1925 a 1930 y la


segunda de 1930 a 1943- fueron momentos de agitación ideológica intensa y se
imprimen los rasgos definitivos del nacionalismo.
- Se trata de un grupo político desarrollado como oposición, nunca en el gobierno

Períodos:

 1925- 1930: no definió su propia composición como grupo, sino que discutió la
introducción de reformas en el sistema político vigente, preocupado por la crítica de
los gobiernos radicales. Se señalo la necesidad de mitigar el elemento democrático en
las instituciones y la vida política del país (por ej., lo hizo Irazusta a través de La Nueva
República en vísperas del Golpe de 1930). Sin embargo, solo después del golpe se
debatió seriamente sobre la forma de gobierno.
De 1927 a 1930 se presenta como un frente sólido contra un enemigo común: el
radicalismo.
 1930- 1943: se intentaba la organización de grupos paramilitares y filofascistas. A esto
se suma la discusión sobre el tipo de régimen a adoptar. A partir de 1936, con la
influencia de la Guerra Civil Española, el nacionalismo subrayó el tema de la cuestión
cultural, la definición del ser nacional, caracterizado por la “fidelidad a la tradición
fundada en el catolicismo y en el hispanismo”.
En 1934 los hermanos Irazusta publican su libro “La Argentina y el Imperialismo
Británico”. Surgieron de allí tres temas claves para el desarrollo del Nacionalismo: la
lucha antiimperialista; la lucha contra la oligarquía- como agente de intereses
extranjeros-; y el revisionismo histórico que remozaba una vieja corriente
historiográfica iniciada en el siglo XIX por Adolfo Saldías.
De 1930 y hasta 1943 se presenta como heterogéneo, marcado por diferentes
actitudes hacia la revolución y la política que debían seguir.

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