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El - Saber - Politico, Aristoteles y Platon.

El libro 'El Saber Político: Platón y Aristóteles' explora las reflexiones históricas y filosóficas sobre la política a través de las obras de Platón y Aristóteles, planteando preguntas fundamentales sobre el gobierno y la naturaleza del saber político. A través de un análisis crítico, el autor busca conectar el pensamiento clásico con las realidades contemporáneas, enfatizando la importancia de la teoría y la práctica en la política. Este ensayo se nutre de diversas influencias académicas y experiencias personales, proponiendo una visión integral de la política que abarca tanto lo individual como lo colectivo.
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El - Saber - Politico, Aristoteles y Platon.

El libro 'El Saber Político: Platón y Aristóteles' explora las reflexiones históricas y filosóficas sobre la política a través de las obras de Platón y Aristóteles, planteando preguntas fundamentales sobre el gobierno y la naturaleza del saber político. A través de un análisis crítico, el autor busca conectar el pensamiento clásico con las realidades contemporáneas, enfatizando la importancia de la teoría y la práctica en la política. Este ensayo se nutre de diversas influencias académicas y experiencias personales, proponiendo una visión integral de la política que abarca tanto lo individual como lo colectivo.
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Prefacio

El Saber Político: Platón y Aristóteles,ϕ articula reflexiones


históricas, filosóficas y políticas en torno a las iniciales cues-
tiones-guías que hilvanaron el trabajo, nutridas al calor de la
batalla, entre lectura y escritura, que fueron dando cobijo al
texto mismo, a su contextualización y desarrollo.
Preguntas-ensayos-respuestas que establecen una tensión
entre los binomios saber y conocer, teoría y práctica, la po-
lítica y lo político, que establecen interrogaciones paralelas:
¿Cómo y qué hicieron Platón y Aristóteles para presentar su re-
flexión política y establecer paradigmas o modelos ya clásicos,
que aún se practican, discuten, enseñan, critican o viven en

ϕ
El presente libro es un ensayo de investigación, análisis e inter-
pretación, que se nutre de muchas de las propuestas de los lectores,
tutores y colegas, muchos de ellos bajo el santuario de 17, Instituto
de Estudios Críticos y del intercambio de ideas en el CESNAV, que
generaron un intenso laboratorio de reflexiones, dudas, cuestiona-
mientos y respuestas. A quienes agradezco y deslindo de cualesquier
responsabilidad de lo aquí escrito.

23
El Saber Político: Platón y Aristóteles

nuestro tiempo? ¿Qué vivieron, qué imaginaron o pensaron,


qué reprodujeron de otros, de qué medios dispusieron, cuál era
su fin para atender estos temas, por qué lo consideraron re-
levante o fundamental para su vida individual y social, para
qué o quienes lo escribieron o enseñaron? ¿En dónde está la
originalidad del saber político, los elementos constitutivos,
su crítica, continuidad, ruptura, dominio, arte, saber o poder
de los antiguos frente a los modernos o actuales o contempo-
ráneos o nosotros?
Así, las cuestiones que guían el ensayo-libro, en torno al
saber político, son ¿Quién debe gobernar y por qué? ¿Cómo
debe gobernarse y para qué? ¿Qué tipo o forma de gobierno?
¿Cuál es el mejor gobierno o régimen? ¿En función de qué o
de quién es mejor? Todas estas cuestiones enmarcadas por la
consideración del qué y el cómo de la política misma. De cuáles
son los elementos que emplea Platón para el análisis político.
En este contexto, las preguntas originales sobre el saber
político se encadenan y desdoblan tanto en Platón como en
Aristóteles: ¿Qué elementos proponen para analizar la política?
¿En qué coinciden Platón y Aristóteles y en qué se diferencian?
¿Cuál es el sentido paradigmático del saber político de Aris-
tóteles? Responder estas cuestiones conlleva la necesidad de
recuperar la reflexión aristotélica y guiarnos específicamente
por estas otras interrogaciones: ¿Hay en Aristóteles un conoci-
miento específico de la política? ¿Qué tipo de disciplina, arte o
ciencia es la política? ¿Cuál es su objetivo y los elementos que
la conforman? ¿Qué relación existe entre la política y la ética?
¿Qué tipo de gobierno es mejor? ¿Hay alguna tipología del go-
bierno? ¿Quién y cómo debe gobernar? ¿Debe tener alguna

24
Prefacio

formación-preparación el gobernante? ¿Y el gobernado? ¿Qué


saber o conocimientos debe poseer?
A partir de estas preguntas, se desarrolla el presente
trabajo. Cuestionamientos que orientan el fluir de inquietudes,
dudas, que revolotean, que no cesan, que surgen una y otra
vez, que buscan acomodarse sin estancos para el análisis y la
comprensión propia, que se vuelven una guía en esta vía que
muchos caminantes deciden andar. Con respeto y acicate entre
las partes y el todo. Entre la lectura y la escritura se va cons-
truyendo un discurso, una tesis, un libro, un proyecto de vida.
Desde su origen, con el título del trabajo se determinó su
alcance. Avanzó primero, de ser un complemento o una opo-
sición, a una conciliación o síntesis de contrarios; entre el saber
y el conocimiento de la política, se optó por el saber político,
así surgió, en un proceso de señales orientadoras para lograr
mayor precisión, que termina acotándolo a los dos autores
fundadores y fundamentales. Es la exposición de una relación
histórica y humana. De una lucha de binomios saber/conocer,
saber/verdad, saber/poder, filosofía/política, política/ética,
real/falso, apariencia/realidad, pensar/hacer, hacer/decir, acto/
discurso, política/político.
Desde una mirada política, el saber tiene un corte con
sabor a filosofía, es una mirada filosófica, de amplitud y ex-
tensión, sin perder la necesaria intensidad del caso, sobre las
cuestiones políticas. Asunto individual y colectivo, tiene un
color más social, más general. El conocimiento tiende a ser más
individual aunque con claras repercusiones sociales a mirar
lo científico, la ciencia, es una versión lo más precisa sobre la
política, tiende a ser específico, más intenso que extenso, más
particular.

25
El Saber Político: Platón y Aristóteles

Son dos rostros de la misma moneda, el saber y el co-


nocimiento, es la personificación del dios Jano, del presente
vivido al horizonte imaginado. Del ya llegué al voy en camino.
La cuestión sobre la política y lo político, es sin duda un tema
de interrogación enciclopédica, oceánico diría Freud, para dar
cuenta de una actividad, de una relación social, de mando y
obediencia, que ocurre en la vida en comunidad, en tanto que
el sustantivo masculino busca referir la reflexión sobre ese
campo de actividad humano que asume lo singular de la re-
flexión sobre el poder, el gobierno, las instituciones y relaciones
políticas, las maneras de proceder, la imposición sobre el otro,
el ser de cada uno, es un camino clásico que sigue el rumbo
trazado hasta nuestros días, entre otros por Julien Freund,
Michel Maffessoli, Carl Schmitt y Hannah Arendt; con el
asomo de Freud y Lacan, de la teoría crítica en su conjunto
y, en especial de Adorno, Horkheimer y Benjamin, incluso de
Marcuse y Habermas.
La intención de fondo y forma es asimilar el trabajo a un
alcance de filosofía política, que va más allá, hurgando en los
orígenes, pero sobre todo en los fundamentos, de la política.
Un poco es rondar el origen clásico en la Grecia antigua, en la
Atenas de Sócrates, Platón y Aristóteles y, de traerlos a nuestro
tiempo. Y de ellos y con ellos, en recuperar su pensamiento
político. Conjugar contenido y forma, origen y destino, una
perspectiva totalizadora de la situación histórica con la elabo-
ración de la reflexión sobre la política y lo político, en tiempo
y espacio, en la posición individual inscrita en el campo social.
Unir en todo momento una percepción del objeto de conoci-
miento, que sea teórica y práctica. Buscar y analizar los ele-
mentos y el modelo paradigmático.

26
Prefacio

Entre la inquieta necesidad de tener una visión de la


totalidad y el incesante señalamiento de acotar, limitar y es-
pecializar un tema; nos encontramos en un campo ambiguo,
irracional, ilusorio o imaginario y, a la vez, pleno de realidad,
una disyuntiva no siempre bien resuelta. En la que chocan,
proyectos, visiones, enfoques, intereses, modos de estudiar la
política o de hacerla.
Hay en el discurrir del texto un sabroso olor y sabor a
prudencia, pertinencia, persistencia y pertenencia. ¿Cuál es la
pertinencia y la pertenencia de un texto? ¿Para qué escribir,
decir, pensar o hacer? ¿Es necesario interrogarse sobre todo
lo que uno hace? ¿Justificarlo? ¿Para qué, para quiénes? ¿No
basta el simple interés individual? ¿El que uno lo considere re-
levante? ¿De quién es un texto, cuando se recuperan lecturas,
observaciones, voces, hechos, se mira la realidad, se asumen
posiciones, se cita, se parafrasea, se interpreta a partir de algo
ya vivido, ya dicho, ya escrito? ¿No hay nada nuevo bajo el sol?
¿Cómo hacer para que todo siendo igual parezca distinto? ¿En
dónde lo original? ¿Por qué y para qué ser original? ¿En donde
radica la prudencia, frente a lo original singular e individual?
¿En aceptar todas las observaciones de fuera? ¿En sólo las per-
tinentes? ¿Bajo qué criterios? ¿Los establecidos por los linea-
mientos? ¿Los del sentido común? ¿La vana complacencia? ¿Los
del poner azul si lo ven azul los otros, los que juzgan, aunque
yo lo vea verde? ¿Sólo para cumplir? ¿Para satisfacer voyeu-
rismos intelectuales? ¿Para seguir una trama que nos causa
dudas en sí misma? Vaya que nos mete en discusión constante.
Entre el relativismo y lo formal-institucional. Entre lo uno y
lo múltiple. Seamos prudentes, hagamos lo que tenemos que
hacer y avancemos.

27
El Saber Político: Platón y Aristóteles

El trabajo-ensayo recupera, evoluciona y no tiene una


pertenencia individual, sino resonancia colectiva, de allí su
distinción, por eso es su pertinencia y persistencia, hay un afán
de servir para algo. Expresa un registro de ciertos avances en la
reflexión y la acción de la política y de la formación académica.
Cumple con lo que se esperaba de él. En un acto de humildad,
de aceptar la versión del otro, de cerrar brechas comunitarias,
de mantener una disposición abierta, la actitud de sospecha, la
intención de mejorar con la aportación externa, con la premisa
de que prevalece la buena fe y el deseo de que cumpla los re-
quisitos establecidos. Que todos saben y conocen lo que hay
que saber y cumplan con lo que hay que hacer.
El ensayo es atendido y entendido como un proyecto
de largo alcance. El texto en sí viene desde lejos y esperamos
que en su caminar logre descubrir nuevos horizontes. Desde
su gestación hasta su desarrollo actual, ha tenido varias esta-
ciones, de los estudios profesionales en ciencia política y admi-
nistración pública, en derecho, en el espacio de la filosofía, y,
en las relaciones internacionales. En los estudios de posgrado,
en la discusión de la seguridad nacional y la razón de estado
desarrollada en la práctica profesional. En un modesto pe-
regrinar en la academia y la política mismas. En todos estos
espacios se acumulan lecturas, temas, visiones, aportaciones,
dudas, experiencias y desencantos, que permiten el trabajo
rumiante o de noria, sobre el tema de la política y lo político.
Pero también habría que agregar la particular experiencia del
servicio público, a nivel de los gobiernos federal, estatal y mu-
nicipal, otra historia. De las campañas federales y locales; de
la docencia universitaria; de las intervenciones y las conversa-
ciones logradas. Otras historias. De la vida misma.

28
Prefacio

El espacio académico y profesional en que surgió el


presente ensayo es toda una experiencia en lo académico, lo in-
telectual, lo presencial y lo virtual. Una renovación del pasado,
grata actualización técnica y tecnológica, crítica, propositiva y
constructiva. Una manera de recuperar los tópicos de la Teoría
Crítica, volvíamos a la lectura de lo que fascina, seduce, genera
placer, una mirada nueva sobre tópicos antiguos. Nuevos
amigos, nuevas visiones, volver a la línea psicoanalítica, con-
siderar la formación extrasalón, extracurricular, extrauniver-
sitaria, asimilar cuestiones sobre arte, literatura, psicoanálisis,
filosofía y política, atender el discurso en múltiples versiones.
Mirar de nueva cuenta el esfuerzo de los frankfurtianos. Aún
resuenan expresiones de compañeros de viaje, de viejos y
nuevos argonautas, que se instalan entre los mismos párrafos
del ensayo.
En la intención ensayística de conjugar teoría y práctica
en la modernidad, renovábamos una inquietud de siempre,
mantener la unidad entre la teoría y la práctica, entre el decir,
hacer y pensar. En la consideración de la forma y el contenido,
de la forma es fondo, de un político con ideas, de ideas con
sentido de realidad política. Recuerdos latentes y manifiestos,
de familiares, amigos y compañeros de viaje, de vida. De los
presentes presenciales y virtuales y, sobre todo, de los ausentes.
De atender el pasado con los pies bien puestos en el presente,
para construir futuros realizables.
Había una concepción de expresar una política personal
subjetiva. Sin duda este proceso de reflexión es una mezcla de
subjetividad, en donde no siempre se concilian las necesidades,
los intereses y los deseos, que mantienen una pasión por la po-
lítica y la filosofía que nos mueve. Que nos lleva a anclarnos en

29
El Saber Político: Platón y Aristóteles

nuestra pequeña sociedad, comunidad de mujeres y hombres


libres, iguales, críticos, justos. El deseo de encontrar formas
políticas justas, fundadas, que contribuyan al desarrollo indi-
vidual y a una mejor vida colectiva. De la intuición y la ne-
cesidad, a la reflexión de la experiencia; del pasado a la vida
cotidiana. De lograr recuperar lo leído con lo vivido, de darle
un sentido de experiencia y forma de vida. La dialéctica entre
lectura y escritura, el predominio placentero de la primera
frente a la necesidad de la segunda. Los intensos cruces de la
reflexión. Encuentro entre lo público y lo privado.
El Saber Político: Platón y Aristóteles, surge como respuesta
a y en la propuesta institucional de 17, se conjugan la vigente
necesidad de escribir, la insistencia de hacerlo con cierto rigor,
precisión, singularidad y envergadura. Ello se integra con los
sueños de la realidad que hay que cambiar, para hacerla más
justa, equitativa, más vivible. Aunado a las dificultades de una
actividad política de investigación, reflexión, de participación
al interior de la maquinaria del sistema político mexicano, de
sus actores privilegiados. De conocer el moodle y revisitar la
máquina de escribir.
Por eso la vuelta a Sócrates, Platón, Aristóteles y Ale-
jandro, que parecen extraños, que causa perplejidad su conside-
ración, pero me pregunto y respondo a la vez, si no causan daño
a nadie, además pocos los han leído, pocos se han interesado en
nuestros orígenes civilizatorios y, mucho más en el ámbito de la
política o de la filosofía política. También la consideración de
un tópico como una especie de fuga cultural. El tener presente
en todo momento a la prudencia, a la paciencia y a la persis-
tencia, al hecho de que a veces se juega la vida en palabras. Al
problema cotidiano de que usamos las mismas palabras pero

30
Prefacio

no logramos comunicación. A la conciencia de las palabras,


diría Canetti. Que las palabras pueden hacer mucho más de lo
que creemos, pero que deben ser acompañadas de una acción
consistente. Que debemos buscar la congruencia entre el decir,
el hacer y el pensar. Nada más y nada menos.
Al pluriverso que constituye nuestro mundo. Mundo
real, político, académico, virtual. Las características de los
requisitos mundanos nos conducen por una ruta paradójica,
con libertad y severidad, con apertura y limitación, con im-
portancia e individualidad, con extensión e intensión. Con
todo lo que todos sabemos que debe cumplir un trabajo del
nivel académico correspondiente. Claro y distinto, decía la
promesa cartesiana. Entendible por todos, dice cierta filosofía
del lenguaje; con sintaxis, significado y sentido, dirían ciertos
lingüistas; con discurso y acción, ciertos semiólogos; fin con
medios señala Aristóteles; medios para un fin con Weber.
Por eso mi insistencia, a lo largo del texto, de colocar
la cita pertinente de los autores, más que una supuesta eru-
dición busco no alejarme tanto de ellos. No sólo por la se-
ducción que provocan, sino como un indicador de seguridad
en el escribir. Dejar decirles lo que sin duda, han dicho
mejor que el parafraseo actual. Su mirada sobre la política es
crítica de por sí. Nos obliga a distinguir sus elementos signi-
ficativos, a hurgar sobre las instancias de mediación, meto-
dológicas y epistemológicas, que requiere el análisis político,
aún si se realiza en el pasado. Ello significa también, el poder
mantener una mirada crítica, desde nuestra visión, otear de
vez en cuando lo que hicieron y cómo lo hicieron, en función
de nuestros intereses actuales. Eso he querido desplegar en
estos trabajos, en este ensayo.

31
El Saber Político: Platón y Aristóteles

El proyecto del doctorado, proyecto de investigación


crítica, obliga a recuperar destrezas tecnológicas, a reflexiones
profundas y críticas con tutores de altísimo nivel, con una gran
comprensión de sus temas, de su tiempo, con grandes posibi-
lidades de orientar las diversas, amplias y constrastantes in-
quietudes e intereses, necesidades y deseos. Una y otra modi-
ficación, han sido receptoras de ese esfuerzo de construcción
crítica de un ensayo-tesis-libro sobre el fenómeno político.
En la construcción no de uno, sino de varios proyectos, que
generan un acontecimiento de voz interior con registro de ex-
periencias de vida, de política local, de esbozo de una noción
de política teórica.
En esa tesitura, hemos recuperado múltiples voces, luces,
textos y aportaciones de nuestros compañeros y demás partici-
pantes en los coloquios donde hemos presentado los avances de
los Seminarios de Investigación Crítica. Argumentar de manera
lógica y crítica. Construir ideas, párrafos legibles, entendibles
por todos, hacer del diálogo oral una expresión escrita realista.
Llegaron en su momento las agudas e in-geniosas reflexiones
de todos los que contribuyeron al presente libro. Pero como se
dice en estos casos, he tratado de recuperar e integrar todas sus
observaciones, espero haberlo logrado, sin perder de vista mi
objetivo, presentarlo coherente y congruentemente, pero, sin
duda el producto, es sólo mi responsabilidad, incluso si no he
sido suficientemente claro o fiel para captar y desarrollar, para
corregir y agregar, lo que me han hecho notar.
De la propuesta original al término del ensayo, realmente
hay cambios, una evolución normal, que tiende a acotar, al-
cances, sentido, autores, temas, que se van precisando, es
cierto, pero también se va limitando y sigue avanzando. Sin

32
Prefacio

embargo, decidimos no modificarlo desde su presentación-dis-


cusión doctoral. Más que una constatación es una duda, sobre
la pertinencia de este proceso acotador, limitador en sí, ¿por
qué pretender ganar en precisión y profundidad, y evitar la ex-
tensión y presentación panorámica de un problema? Traigo a
colación el ejemplo del conocimiento del mar, atendiendo a su
extensión y a su intensidad-profundidad, ¿es necesario conocer
todos los mares o con uno basta para tener la idea, para saber
del mar? ¿Es posible? Sin embargo, hecho está, esta fue la
última versión que tuvimos que pararla pues seguía y sigue cre-
ciendo. Como en los trabajos-juegos de los Seminarios de In-
vestigación. Espero haber cumplido las expectativas de quienes
nos orientaron y apoyaron en esta empresa. Como siempre, mi
reconocimiento y agradecimiento por el generoso apoyo que
he recibido en estos años de presencia virtual, que ha sido una
presencia mucho más real que la realidad misma.
Espero que el libro interese y sea útil para el lector. Como
lo ha sido para su autor y con quienes hemos compartido este
esfuerzo de investigación, de análisis, académico, de ser y hacer
política, buena política. Es un ensayo intencionado que sin-
tetiza lo que debe ser de interés para quien hace política. De
una respuesta un poco tardía de necesidad y deseo, para los
rostros nuevos y las manos limpias. Los de ayer y los de ahora.
Finalmente, manifiesto mi agradecimiento primero a
Luis Ignacio Sáinz, quien ha hecho la acuciosa y generosa in-
troducción al presente libro, su participación y comprensión
académica e intelectual son baluarte en muchas batallas con-
juntas. A la comunidad de 17, Instituto de Estudios Críticos,
en especial a su director, Benjamín Mayer Foulkes, a mis pro-
fesores y compañeros: Tomás Abraham, Etelvina Bernal, José

33
El Saber Político: Platón y Aristóteles

Gerardo Cruz, Susana Delgado, Javier Franzé, Mario Luis


Fuentes –quien hizo la primera lectura pública del presente
trabajo–, Sandra Herrera, Wendy Hidalgo, Daniel Kersffeld,
Diego Lagunilla, Agnès Mérat, Guillermo Pereyra, Francisco
Roberto Pérez, Monique Vercamer y Sol Zamora, por per-
mitirme disfrutar de un santuario académico real y virtual
y de claras y precisas reflexiones, críticas y enseñanzas y, de
manera respetuosa y afectiva, a quienes conformaron la la-
boriosa trilogía final y evaluadora del presente ensayo: Rafael
Aranda, Fernando Escalante y Luis Ignacio Sáinz, académicos
expertos y experimentados en el pensar político y filosófico.
Quienes sugirieron su publicación. El Dr. Luis Ignacio Sáinz
prologa esta obra, la honra y viste con su prodigiosa y talentosa
pluma, muestra la ruta de una lectura crítica, acuciosa, culta
y política, mi reiterado agradecimiento por compartir la sal y
pimienta de su amistad, hermandad y complicidad de siempre.
A Zeferino Torreblanca, Félix Salgado y Humberto Sar-
miento, que me permitieron un generoso espacio para la acción
y la reflexión políticas; a los gobernadores y representantes de
y ante la CONAGO, con quienes tuve la oportunidad de par-
ticipar en la conformación de políticas plurales, de consenso,
respeto y compromiso institucional. A las mujeres y hombres
que me han apoyado en tareas de asesoría y gobierno en los
ámbitos federal, estatal y municipal, que han compartido sus
experiencias profesionales, y han hecho norma y forma de vida,
configurando un amplio y profundo trabajo político-social,
en un mar inagotable de amistad, compromiso y lealtad. A
quienes nos han acompañado y apoyado de siempre y por
siempre, familiares y amigos, a los fundadores de la Agrupación
Rostros Nuevos y Manos Limpias, de la Fundación Democracia

34
Prefacio

y Desarrollo. A Juan Acevedo, César Cantú, Rodrigo Castro,


Julio César Diego, Miguel Ángel Guzman, Octavio Infante,
Benito Mancilla, Alejandro Mancilla, José Luis Mancilla, Cri-
sóstomo Molina, Roberto Ordoño (†), Margarito de la O, Clara
Peralta, Alma Clarisa Rico, Roberto Rives, Nicolás Rodríguez,
César Rosas, Normelis Vázquez y Jazmín Vázquez.
Agradezco al Almirante José Luis Vergara Ibarra, Oficial
Mayor de la Secretaría de Marina-Armada de México, por el
apoyo de siempre y quien me honra al realizar la presentación
de este trabajo; al Almirante Luis Orozco Inclán, Rector de
la Universidad Naval, por su decidido interés para la edición
de esta obra y, desde luego, por la generosa presentación de
la misma; mi reiterado agradecimiento a mis amigos, com-
pañeros y colegas del Centro de Estudios Superiores Navales
(CESNAV), el Instituto de Investigaciones Estratégicas de la
Armada de México (ININVESTAM), la Universidad Naval, la
Oficialía Mayor y, desde luego, al Alto Mando de la Secretaría
de Marina-Armada de México, mi mayor reconocimiento
por la presente publicación de El Saber Político: Platón y Aris-
tóteles. Mi agradecimiento especial a Gosbinda Vizarretea,
Analuz Vizarretea y Ana Teresa Rodríguez, críticas generosas
de oficio, de vida, que aportaron tiempo y talento para diseñar
y comunicar una idea en imagen, que me han permitido com-
prender el sentido de la vida.
A los mencionados y algunos ausentes, agradezco a todos
y a cada uno sus comentarios y sugerencias, espero haberlos
comprendido y atendido en su justa dimensión, y me permito
deslindarles de toda responsabilidad de lo que finalmente he
registrado. Gracias.

35
I

A manera de introducción

1. Contexto del pensamiento político griego antiguo

Montaigne considera el ensayo como un camino al saber, esta


es la idea que permea las líneas del presente trabajo, recuperar y
organizar el sentido de las aportaciones políticas de la enseñanza
de Sócrates y del pensamiento de Platón, así como de la sistemati-
zación de Aristóteles; entre lo que dicen y muestran, para buscar
una mejor comprensión de su conocimiento, que nos permita
entender el pluriverso de la política. Es un punto de partida.1

1   Registro aquí en un sentido crítico y complementario, la idea


sobre el ensayo que Tomas Abraham señala: “El arte del ensayo es
un modo esporádico de la práctica filosófica. Su ejercicio es trans-
disciplinario y de un género mestizo de escritura. Incluye, además,
al que lo practica, en tanto delega en un sustantivo y un verbo una
subjetividad que habla desde una posición. El ensayo no es una
teoría porque no es explicativo sino mostrativo. No es teoría porque
tampoco es un cuerpo organizado sino desmembrado. El ensayo se
ofrece con un estilo de escritura, porque el estilo es lo que devela
la opacidad del lenguaje. Y tiene una voluntad de verdad pero de

37
El Saber Político: Platón y Aristóteles

La cultura política griega será una innovación radical


desde sus orígenes. Dará forma y contenido a una manera
de ser, de relacionarse entre sí y con los demás, de decir,
hacer y pensar, que con el paso del tiempo configurará el pa-
radigma de Occidente. Lo heleno, lo griego, lo ateniense se
introducirán en la vida toda de quienes de manera directa
o indirecta tengan contacto con ello, también determinarán
su propia cultura por imitación, negación, contraste o com-
plemento frente a lo griego.
De esta forma, cobra importancia establecer los ele-
mentos que configuran la constelación griega, en específico
su manera de relacionarse políticamente, sus formas de go-
bernar, de mandar y obedecer, su forma política. Estas cues-
tiones guían el presente trabajo sobre el saber político: ¿Qué
elementos proponen Platón y Aristóteles para analizar la po-
lítica? ¿En qué coinciden y en qué se diferencian? ¿Cuál es su
sentido, alcance y validez espacio-temporal?
En estas preguntas se establece una tensión entre los
binomios saber y conocer, teoría y práctica, la política y lo
político, que habrán de guiar las interrogaciones paralelas:
¿Cómo y qué hicieron Platón y Aristóteles para presentar su re-
flexión política y establecer paradigmas o modelos ya clásicos,
que aún se practican, discuten, enseñan, critican o viven en
nuestro tiempo? ¿Qué vivieron, qué imaginaron o pensaron,
qué reprodujeron de otros, de qué medios dispusieron, cuál era
su fin para atender estos temas, por qué lo consideraron re-
levante o fundamental para su vida individual y social, para

una verdad contingente, coyuntural, conjetural y ocasional.” En El


último oficio de Nietzsche, p. 9

38
i. A manera de introducción

qué o quienes lo escribieron o enseñaron? ¿En dónde está la


originalidad del saber político, los elementos constitutivos,
su crítica, continuidad, ruptura, dominio, arte, saber o poder
de los antiguos frente a los modernos o actuales o contempo-
ráneos o nosotros?2
La idea de vincular y analizar los elementos que con-
forman el discurso político –la política como actividad de

2   La identidad o distinción entre saber y conocer está en el filo


de la navaja interpretativa, tenue y cortante, en específico del saber
político y del conocimiento de la política que parte de una diferencia
y una complementariedad que adaptamos de los trabajos de Luis
Villoro en su clásico Creer, saber, conocer, (Siglo xxi, México, 1982,
310 pp.) y en El poder y el valor (fce-El colegio Nacional, México,
1997 400 pp.) Villoro reflexiona sobre el significado, sentido y
uso de saber y conocer. Postula enunciados relevantes que han
guiado este trabajo: Conocer un objeto implica saber algo acerca
de él; el saber se justifica en razones objetivamente suficientes, el
conocer, en experiencias directas; cualquier saber es compartible,
nadie puede conocer por otro; el saber se funda en el conocimiento
propio o ajeno; el conocimiento es una compleja red, en la que
cada saber remite a otros conocimientos y viceversa. Por otro lado,
esta aplicación ha ocurrido en el ámbito filosófico a partir de los
trabajos coloquiales que han difundido Jorge Martínez Contreras y
Aura Ponce de León en los tres volúmenes que coordinan sobre El
saber filosófico, (siglo xxi-Asociación Filosófica de México, México,
2007) que contienen aspectos sobre dicho saber Antiguo y moderno
(vol. 1), Sociedad y ciencia (vol.2) y los Tópicos del saber filosófico
(vol.3) que ilustran el alcance teórico-práctico de dicha dimensión
del saber. Buscamos llevar esta propuesta filosófica al ámbito del
saber político.

39
El Saber Político: Platón y Aristóteles

mando/obediencia en la vida cotidiana y lo político3 como una


inicial tarea de reflexión sobre dicha relación cotidiana– es una
posibilidad no sólo de reflexión, sino de crítica en varios planos
o niveles del quehacer político mismo, en el sentido de tratar
de comprender la acción política concreta en la Atenas clásica
tomando en cuenta la figura de Sócrates y las consecuencias
ideológicas de su juicio-muerte, como una primera situación,
en seguida, en otro plano, mucho más reflexivo políticamente,
los señalamientos a la democracia ateniense hechos por Platón,
posteriormente, un tercer plano, la crítica a ambos, tanto a la
democracia ateniense como al discurso de Platón al respecto,
realizados por Aristóteles.
En estas tres posibilidades, aproximaciones, planos o
dimensiones, que podrían desarrollarse más extensamente,
observo una especificidad que nos lleva a plantear una ne-
cesaria reflexión de la política, incluso a criticarla, en su manera
de proceder, y en la forma en que teorizan tanto Platón como
Aristóteles. Al realizar su reflexión, proponen no sólo una
idea de filosofía política, sino nos muestran posibles modelos
para conocer la política en un sentido concreto abordando
la realidad ateniense y, a la vez, estableciendo elementos ori-
ginales que fundan la propia teorización de la política.

3   Seguimos la línea de análisis planteada por Julien Freund (La


esencia de lo político) y Michel Maffesoli (La transfiguración de lo
político) en donde el campo político, como especificidad de la política
es esencial a toda relación con el prójimo, con el otro, así lo político
es la instancia por excelencia del despliegue, de la gestión y del des-
enlace de los conflictos humanos.

40
i. A manera de introducción

No sólo por la forma de vida ateniense, sino por una


idea de difícil separación, de articulación funcional de lo
político con lo religioso, lo ético entre otros, es como esta-
blecemos las relaciones estrechas entre la teoría y la práctica
de la política. Está inscrita una idea relacional del poder que
en sí misma problematiza los hechos y el discurso sobre los
hechos; se observa complementariedad, oposición, seme-
janzas y diferencias. Surgen las cuestiones sobre el sujeto y
objeto de la política y las maneras en que se determinan entre
sí, de qué hacer para corregir la situación existente, de cómo
hacerla mejor.
El eje central temático es la política, práctica y/o teórica, en
la Atenas clásica y a partir del discurso democrático. Buscamos
comprender y conocer en qué radica su especificidad, en la vida
institucional y en la reflexión de Platón y Aristóteles en sus
textos fundamentalmente políticos, respectivamente, Gorgias,
República, Político y Leyes, así como Ética a Nicómaco, Política
y Constitución de los atenienses.
Si bien no soslayamos que en la diversa vida en común,
en la convivencia social, encontramos que toda organización
de individuos establece una forma de gobernarse, con un
aparato administrativo que sostiene leyes y las hace cumplir,
que mantiene los servicios comunitarios, civiles y militares y
que cuenta con mecanismos particulares que buscan resolver
los conflictos que enfrenta, tan simples o complejos como la
propia sociedad. Entender estas relaciones, es adentrarse en el
complejo campo de la política.

41
El Saber Político: Platón y Aristóteles

En este sentido, los griegos fueron radicales: dieron la


plena autoridad a la polis4 , a la comunidad misma y resolvieron
sus asuntos políticos con discusiones públicas, con votaciones
a través del recuento individual. Contaban, al igual que otras
civilizaciones de su época, incluso antes que ellos, con la expe-
riencia de formas monárquicas, aristocráticas y tiránicas, pero
decidieron tomar un nuevo camino de decisiones comunes,
abiertas y mayoritarias, que marcaron la pauta y el origen al
carácter democrático. Esta era la política griega.5
Por ello inventaron la política, no en la situación mítica
que narra el obsequio de Zeus a los hombres de la organización
política, de la idea de la justicia y del papel del castigo en el

4   Polis ha sido traducida como “ciudad” o como “ciudad-estado”.


Hay deficiencia en ambas, pues “ciudad” se entiende como la zona
urbanizada, donde se encuentran las casas y los edificios donde viven
los hombres, a diferencia del campo. Sin embargo, la polis incluye
tanto la zona urbana como los campos que abastecen a los que viven
en la “ciudad”. En tanto que por “ciudad-estado” se entiende una
forma de gobierno de la ciudad. La polis no hace referencia a la forma
de gobierno sino a la forma de vida que se llevaba en ella (que incluye
la forma de gobierno). Dicha forma de vida se caracteriza por la par-
ticipación de los ciudadanos en la deliberación y resolución de los
problemas comunes.
5   Cabe mencionar que no debe reducirse la idea de Grecia a lo
que ocurre sólo en Atenas, a pesar de la importancia de ésta sobre
el mundo griego en sentido extenso. El régimen monárquico-aris-
tocrático, de corte militar, que existe en Esparta y mucho más tarde
el de Macedonia, serán espejo del régimen democrático ateniense y
como veremos, surgirán en la reflexión política comparativa tanto en
Platón como en Aristóteles.

42
i. A manera de introducción

mito de Prometeo, sino en la realidad de su propia vida co-


munitaria. Pero no sólo la inventaron, también reflexionaron
sobre la política misma, crearon la política y la filosofía política
casi simultáneamente.
Si bien las discusiones políticas preceden la vida griega
en las cortes desarrolladas de Egipto, Asiria y Persia o en las
cortes menos desarrolladas de los héroes homéricos o los sá-
trapas persas, o en las comunidades fenicias y etruscas, no
había una obligación ni una apertura de que las polémicas que
se suscitaban fuesen parte de la vida política misma, ni mucho
menos de una reflexión específica. La cultura, la religión, la li-
teratura, la vida atlética competitiva, las ceremonias y juegos,
la administración, la norma, los tribunales, la filosofía, la au-
toridad, la guerra, estaban politizadas entre los helenos.6
Platón y Aristóteles atendieron las preocupaciones de la
vida pública y analizaron el acuerdo y el conflicto político, va-
loraron lo justo e injusto de las situaciones, lo bueno y lo bello
que poseían, fueron testigos de celebraciones y triunfos, de
muertes, exilios, violaciones y todo tipo de confrontaciones
individuales y colectivas entre los miembros de una comunidad
desigual pero con un acusado sentido de responsabilidad para
su polis y de compromiso con su forma de vida. Esta situación

6   Resulta pertinente señalar ciertas coincidencias en autores tan


distintos como Hannah Arendt (La vida del espíritu, Entre el pasado
y el presente, La política de lo imposible) y Jacques Ranciére, (El odio
a la democracia, En los bordes de lo político) en el sentido de que la
tradición clásica puede ser vista también como un intento político
de acabar con la política o como una especie de domesticación de lo
político por la política, que así se autoanularía.

43
El Saber Político: Platón y Aristóteles

privilegiada del mundo griego permitió el surgimiento de una


nueva tradición, la tradición política occidental que registra su
origen y surgimiento con ellos, en la organización de la polis y
en su forma de vida cotidiana. El conocimiento de la política
griega, su propia reflexión, generó una forma de saber político
que ha sobrevivido hasta nuestros días.
Los occidentales, los que asumen como parte de su for-
mación cultural en su decir, hacer y pensar, en el tratamiento
de sus objetos de interés, así como de las formas de reflexión y
de acción, estados de cosas semejantes entre sí y diferentes de
los no occidentales, de la civilización oriental, encuentran en
la Hélade, en lo heleno, en Grecia, en lo griego en general y en
lo específico de lo ateniense, el punto de partida de sí mismos
y de lo que los relaciona con el mundo. Este aspecto tendrá en
Occidente, aun con la incorporación del denominado Nuevo
Mundo y de su alcance en los confines de lo oriental, los
mismos efectos que el cristianismo en la Edad Media e, incluso
hasta nuestros días, pasando por la modernidad misma.7

7   La nota 2 sobre la idea de saber/conocer, para entender si hay


o no continuidad entre los modelos de hacer/pensar la política de
Platón y Aristóteles, esta minimización entre los romanos y cris-
tianos de ambos modelos, que parece suprimirlos, aun cuando
el neoplatonismo influyó en San Agustín y Aristóteles se olvida
durante la larga edad media hasta su redescubrimiento occidental
y su reactualización con Santo Tomás, parece responder a la susti-
tución por la ley-derecho de unos y la noción de dios de los otros,
que modifica la anterior concepción de la política, otorgando mayor
peso a la ley y a la divinidad y desechando esa idea virtuosa de la
política. No estoy tan convencido que haya sido sólo el crecimiento
poblacional, que evoluciona de la polis a la metrópolis, con todo

44
i. A manera de introducción

Las comunidades griegas se instalarán en la península


griega que hoy conocemos, como centro de articulación de mi-
graciones dispersas y minoritarias, que se pueden remontar hasta
el año 1000 a. C., y que paulatinamente alcanzarán las islas de los
mares a su alrededor; la costa del Asia Menor, la Turquía de hoy,
la costa de Sicilia, de Italia, especialmente de Nápoles hacia el
sur y otros puntos en los que convivían diferenciadamente con
escitas, tracios, libios, celtas y muchos pueblos más.
Con las conquistas de Alejandro la forma de vida griega
alcanzará regiones más alejadas del centro de ubicación geo-
gráfica como Asia Menor en su parte central, Siria, Egipto, Me-
sopotamia, Irán y Afganistán. Con Alejandro mismo culminará
un período de creatividad y expansión de la cultura griega. En
el período que va de Homero y Aristóteles, de casi 400 años, se
producirán las ideas políticas y filosóficas, las instituciones, la
literatura y el arte en todas sus expresiones, que conformarán lo
griego y el legado posterior a Occidente y al mundo actual.
Los historiadores no han logrado ponerse totalmente
de acuerdo en la clasificación o división de los periodos his-
tóricos griegos, aunque se asume cuatro grandes momentos:
una etapa arcaica hasta aproximadamente 500 a. C.; el período
clásico hasta Alejandro; a partir de su muerte un período he-
lenístico y que culmina con la conquista definitiva de Atenas
por los romanos y, finalmente, con la fusión entre ambos del
período grecorromano. Son pues las etapas arcaica y clásica las
que tendrán mayor referencia a la creación del pensamiento

lo que implica, pero sin duda es un tema que hay que considerar
para entender el impacto del modelo político planteado por ambos
“clásicos” y, modificado por los pensadores políticos posteriores.

45
El Saber Político: Platón y Aristóteles

político y las que habrán de ocuparnos en este ensayo, sin


embargo, cabe mencionar que las otras dos, la helenística y
grecorromana, tendrán un lugar privilegiado en la difusión del
pensamiento griego y serán fuente fundamental para la recu-
peración de las dos etapas iniciales.8
Registramos características distintivas que vinculan
y conforman lo griego. Todas sus ciudades tenían punto de
contacto con el mar o se encontraban muy próximas a él.
Contaban con aspectos comunes entre sí; había una acrópolis
(ciudad alta, núcleo poblacional y fortaleza defensiva) y un
sinnúmero de templos. En las ciudades y no en el campo, se
discutían y resolvían los asuntos públicos; en ellas estaban los

8   M. I. Finley en Los griegos de la antigüedad, (2ª.ed., Labor, Co-


lombia, 1994, 195 pp.) considera esta división convencional en la
historia de los griegos antiguos: 1) Arcaico: del año 800 aproxima-
damente al 500 a. C., desde el tiempo en que la geografía política
de la península griega y la línea costera ocupada por los griegos en
el Asia Menor fue fijada, hasta la época inicial de las guerras contra
los persas; 2) Clásico: siglos v y iv: con las ciudades-estado indepen-
dientes, ocurren los mayores logros culturales de los griegos; 3) He-
lenístico: de la época de Alejandro Magno hasta la conquista del Me-
diterráneo oriental por los romanos; la civilización griega se difunde
por el Este, con nuevos centros como Alejandría y Antioquía, donde
una aristocracia grecomacedonia gobierna como monarquía absoluta
los grandes territorios de Siria y Egipto y 4) Romano o grecorromano:
de la derrota de Antonio y Cleopatra por Augusto en la Batalla de
Accio (31 a. C.) hasta la caída del imperio romano, aunque desde
el siglo iii a. C. se inicia el sometimiento de muchas comunidades
griegas por el poder romano, cabe señalar que la parte oriental del
Imperio romano siguió siendo helenística hasta el final de éste, es la
pervivencia de lo griego frente al poder romano.

46
i. A manera de introducción

más importantes centros religiosos; las principales tareas for-


mativas en lo educativo, militar y cultural se desarrollaron en
las ciudades griegas, en un espacio privilegiado denominado
ágora. Ello logró establecer una homogeneidad física y cultural
que se expresó en un común idioma oral y escrito.
Así, lo griego obtuvo una permanente estabilidad que
logró trascender en el tiempo, sus espacios geográficos y sus
formas originales de cultura. Los cambios, las mezclas, los
intercambios que tuvieron entre sí y con los demás pueblos
no impidieron que pudiesen entenderse entre sí. Es probable
que la base de unidad cultural proviniese del alfabeto griego,
tomado y adaptado de los fenicios a comienzos del siglo viii a.
C., que hizo común la forma de expresión y de comunicación
entre la propia diversidad griega.
Heródoto nos narra en sus Historias, la vida en co-
munidad de los griegos en sus templos y ritos, nos muestra
que son prácticas de rituales, fiestas, procesiones, juegos,
oráculos, sacrificios, mitos de dioses cuasimateriales; que no
hay en su momento original creencias, credo, teología griegas.
Tenían ideas religiosas, creían que los dioses intervenían en
los asuntos cotidianos de los hombres y que lo hacían como
respuesta a cómo los mismos hombres se comportaban entre
sí y con las deidades. La variada conducta estaba unida a la
práctica religiosa; sin duda faltaba una doctrina sistemática
religiosa como hoy conocemos la religión, con dogmas, credo
y estructura. Había blasfemia o sacrilegio, como expresión de
una mala conducta hacia los dioses, pero no existía ortodoxia
ni herejía en su tratamiento. Su politeísmo era tan amplio que
había una corte de dioses, semidioses, espíritus, demonios,

47
El Saber Político: Platón y Aristóteles

héroes con funciones concretas y encontradas, que alcanzan a


señalar más de mil figuras religiosas helenísticas.
Hesíodo registra más de 350 nombres en su Teogonía.
Cada comunidad tenía su propia divinidad o divinidades, en
torno a ellas se establecía el culto cívico. Los templos eran la
casa de los dioses más que casas de culto. Los altares estaban
fuera del templo, lo que daba un sentido público y abierto a
la manifestación religiosa, lo cual nutría la actividad política
en una forma de comunidad y de publicidad. Cada hogar re-
conocía un dios o diosa, todos respetaban los oráculos, en los
que Apolo predominaba; Deméter era popular por su culto a
la fertilidad, Poseidón por la preocupación de los marineros,
función esencial entre los griegos; sitios misteriosos y fuentes
termales contaban con templos para honrar a los espíritus que
los visitaban.
La amplia organización cultural, privada y local fo-
mentaba este vínculo con sus dioses, establecían unión en las
relaciones personales y hasta se les atribuían poderes de adivi-
nación y profecía. Había una relación estrecha entre el agua,
los dioses y el hombre griego, considérese el papel referencial
que tiene en la Ilíada y la Odisea de Homero. Esto fomentaba el
sentido de identidad griego y su sentimiento favorable hacia el
suelo patrio. La vuelta a Itaca por parte de Odiseo-Ulises no es
sólo la figura del viaje por mar y del eterno retorno, es el reen-
cuentro consigo, con lo suyo, con lo que le es propio al griego
astuto, prudente y sabio.
En el origen griego se confunde el mythos y el logos. El
predominio de uno u otro conformará las características del
pensamiento en la Grecia antigua. La liberación del logos del
mythos establecerá el descubrimiento de la razón, que permite

48
i. A manera de introducción

no sólo el nacimiento de la filosofía y, como consecuencia, del


pensamiento científico. La filosofía de la naturaleza (physis)
de los jonios, en el siglo vi a. C., en las ciudades griegas del
Asia Menor, que establece una nueva forma de reflexión, de
una especie de razón intemporal, es un comienzo absoluto del
pensamiento mismo, que provocará saberes y conocimientos
basados en el espíritu de observación y el poder de razonar.9
Esta revelación racional se vinculará a las amplias trans-
formaciones sociales y políticas que venían desde antes del
siglo vi a. C., como la moneda, el calendario, la escritura alfa-
bética, la navegación, el comercio y otorgarán un vínculo fun-
damental del pensamiento con la práctica, al que incorporarán
los desarrollos técnicos provenientes de Oriente y que, habrán
de tener alto impacto cuando se vincule a la reflexión jónica
original, el trabajo filosófico de la Magna Grecia, en donde se
logrará precisar el origen del filosofar y del filósofo mismo,
como un saber específico apoyado en conocimientos concretos
y establecido en una figura humana real.

9   Aunque la distinción entre mito y logos es parte de la autoimagen


del racionalismo occidental para caracterizarse e identificarse con la
tradición griega, el pensamiento de Sócrates-Platón no se aleja tanto
del fatalismo mítico, se preguntan por qué las cosas son como son, o
de donde surge el orden y, la respuesta que dan, de carácter natura-
lista-racionalista-monista no es ajena al fatalismo mítico; el mito es
también una forma de generar orden político. La mentira juega un
lugar central para organizar a los ciudadanos en tres segmentos y que
acepten esa división tripartita. Sócrates-Platón emplean el mito como
una forma de argumentar y resolver dilemas como el origen de ciertos
fenómenos políticos. Aristóteles deja de lado al mito a favor de la argu-
mentación racional, medios y fines de la política, el logos triunfa aquí.

49
El Saber Político: Platón y Aristóteles

A partir de este momento, inicia una dialéctica del pen-


samiento y del espíritu que encarnará en diversos personajes –
presocráticos o sofistas, filósofos y científicos, políticos y gober-
nantes–, que marcará la pauta del desarrollo teórico y práctico,
de la vida misma de Grecia en la Antigüedad y de su oportunidad
de establecer un legado para el mundo que le sucederá.10
De la mitología griega, considerando el origen genea-
lógico de los griegos, destaca la narración en torno a Deu-
calión, hijo de Prometeo, que tuvo un hijo llamado Helén, que
funda la raza helena y, a su vez, Helén tuvo tres hijos: Doro,
Juto (padre de Ion) y Eolo, que serían los antepasados de los
dorios, los jonios y los eolios, respectivamente. Esta fue una
creencia aceptada mayoritariamente por los griegos mismos,
que los distinguía de los no-griegos, de los otros pueblos, de
los “bárbaros”.
El mito de Prometeo tendrá una gran repercusión en la
relación entre los dioses y los hombres, en el robo del fuego
y la creación de la capacidad creativa y de invención de los
griegos, de los hombres mismos, el nacimiento de la política,
de la justicia y de la ley correrá parejo con el error de Prome-
teo-Epimeteo, del robo del fuego a Zeus y del obsequio de éste
en la famosa Caja de Pandora, esta última, la prometida de
Epimeteo, el hermano de Prometeo, de ahí el encadenamiento
de los males de la humanidad que se escapan de la urna que

10   Cfr., Vernant, Jean-Pierre, Mito y pensamiento en la Grecia


Antigua, 4ª. Ed., Ariel, Barcelona, 2001, 384 pp. Vernant dice que el
hombre griego, a partir de esta arquitectura del espíritu que genera,
impactando la vida toda con ese cambio de mentalidad tan profunda
que establece, provocará el nacimiento del hombre occidental.

50
i. A manera de introducción

Zeus obsequia a Pandora y que al reflexionar pretende volver


a cubrirla y sólo se guarda la esperanza misma. El castigo de
los dioses al robo del fuego efectuado por Prometeo para en-
tregarlo a los hombres, dará origen al ser de la política, al deber
ser del respeto a la norma y al deber de la ética.
Frente a esta creencia mítica de los orígenes de los griegos,
habría que señalar que en el ámbito de los historiadores, ar-
queólogos, antropólogos, etnólogos y filólogos inclusive, no
existe una opinión común, un conocimiento aceptado sobre
dichos orígenes, no sólo porque la evidencia –casi inexistente–
que demandan sus respectivas disciplinas lo impide, sino por las
diferentes y encontradas teorías del origen que aún prevalecen.
Sin mayores conjeturas podemos asumir que la primera
civilización griega nace simultáneamente en Creta y en
Micenas, aproximadamente entre los siglos xiii y xii a. C. Los
pobladores originales griegos que quizás provendrían de Asia
o Egipto, habitarán tanto la isla de Creta, como la parte conti-
nental de Micenas.
En Creta, que recibirá el rango de civilización cretense o
minoica por su grado de desarrollo, riqueza y número de habi-
tantes, habrá una predominante dedicación a la navegación, la
guerra y el arte; será el lugar donde Licurgo y Solón, los dos más
grandes legisladores de la Antigüedad, buscaron los modelos
de sus Constituciones; donde nació la música coral espartana
y vivieron los primeros maestros escultores, Dipeno y Chili;
en donde reinaba aquel legendario gobernante Minos, su-
puesto descendiente del dios Vulcano, similar a Zeus o Júpiter
entre los posteriores griegos y romanos, que logró unificar las
diversas ciudades, estados o reinos cretenses –que provocará
dualidades sensibles en la reflexión de la teoría y la práctica

51
El Saber Político: Platón y Aristóteles

con el minotauro y su laberinto, la dualidad animal/hombre, la


relación estrecha entre fidelidad/traición, y con los personajes
Teseo/Ariadna y Dédalo e Ícaro– y cuya decadencia ocurrirá
con la invasión de los aqueos, estableciendo así la simbiosis bio-
lógica y cultural con los cretenses, originando el pueblo de los
helenos, de los griegos mismos.
Pero, paralelo al desarrollo de la civilización cretense o
minoica ocurrirá en la parte continental, en la Micenas cons-
truida por el célebre Perseo, padre de Teseo quien resolverá el
problema del laberinto del minotauro, aproximadamente en
el siglo xiv a. de C, como cuerpo aglutinador de numerosos
estados como Esparta, Egina, Eleusis, Orcómenes, Queronea,
Delfos y varios más, el despliegue del núcleo poblacional de-
nominado de los pelasgos, que significará “pueblo del mar”, y
que provenían del Asia Menor, que tuvieron contactos con la
cultura cretense sin lograr el desarrollo de ésta y, al igual que
ellos, serán invadidos también por los aqueos, tribu proveniente
del Norte del continente que conquistará y unificará la región
del Peloponeso entre los siglos xiii y xi a. C., permitiendo así
la integración de los cretenses y los micenos-pelasgos y cuya
nueva reunificación (cretense-micénica-aquea) será cantada
fundamentalmente por Homero en la Ilíada y la Odisea.
La historia aquea, pueblo que promovía el ideal de la
belleza corporal, guerrera, atlética y física, conforme a los mo-
mentos de su vida, inicia con su primer rey Tántalo, creado por
el propio Zeus, quien ofrecerá a su hijo Pélope como sacrificio
por los excesos que el mismo gobernante comete ante los dioses.
La justicia de Zeus condenará a Tántalo y revivirá a Pélope quien
gobernará la Elida, después de perder el trono de Frigia heredado
por su padre, creando la región griega del Peloponeso.

52
i. A manera de introducción

Pélope generará una nueva dinastía o generación de la que


surgirá Atreo, que establecerá el grupo atrida, del que sus hijos
Agamenón y Menelao, casados respectivamente con Clitem-
nestra y Helena, hijas del rey de Esparta, Tíndaro, y que Helena
seducida por Paris, hijo de Príamo rey de Troya y hermano
de Héctor, dará pie a la historia sobre Ilión o Troya contada
por Homero, en donde los griegos se agruparán en torno de
los señores aqueos, Agamenón y Menelao, para asediar Troya
durante diez años hasta acabar con ella.
Sin duda destaca el papel de Aquiles, Odiseo-Ulises y
Ayáx quienes serán ejemplo paradigmático –de osadía y valor,
de astucia y persuasión, del saber de las armas– para las figuras
de Occidente; así como las peripecias del retorno de los aqueos
a su patria, que será marcado por diversas tragedias cantadas
por Esquilo, Sófocles y Eurípides, como la vida y obra de los
personajes mencionados; el envenenamiento de Agamenón por
su esposa Clitemnestra y su amante Egisto, la venganza de su
hijo Orestes, que logra unificar los reinos de Esparta y Argos;
las acciones de Antígona, Electra y Edipo, que serán cruciales
en la discursividad normativa y psicoanalítica; el retorno de
Ulises y su odisea, el papel de Penélope e Itaca, las aventuras
de su hijo Telémaco; el conflicto entre los dioses y los hombres,
y muchas más, que serán mostradas con el sitio de Troya y sus
consecuencias.
Una Troya sitiada y caída marcará el apogeo y declive
del poderío aqueo, situación que tornará débil a los aqueos,
de la cual no se recuperarán y permitirá que un nuevo invasor
proveniente del norte, los dorios, termine por conquistarlos;
pueblo más bárbaro que el aqueo pero con armas e instru-
mentos de hierro; que acusaba un trabajo cuidadoso del

53
El Saber Político: Platón y Aristóteles

mineral, del que poseían y explotaban en grandes cantidades


en sus montañas nórdicas.
La invasión doria, será conocida como “el retorno de los
heráclidas” y ocurrirá aproximadamente en el año 1100 a. C. Los
dorios o heráclidas se consideraban descendientes del legendario
Hércules, cuyo nombre significaba “gloria de Hera”, la esposa
del mismo Zeus, que sin embargo era un héroe o semidios, hijo
del dios y de una mujer tebana, de nombre Alcmena, que se
asociará a una noble tradición de gente hospitalaria. Los dorios
se establecerán originalmente en Corinto, lugar estratégico que
dominaba el istmo y rápidamente someterán toda Grecia, a ex-
cepción del Atica que les resistirá, contaban con grandes habi-
lidades guerreras aplicadas en tierra y mar, por lo que lograrán
dominar el continente y las islas cercanas; en Creta destruirán la
civilización minoica en todo su alcance.
Los griegos serán resultado de una mezcla integrada de
diversos grupos poblacionales constituida por lo cretense-mi-
cénico-aqueo-dorio. Hesíodo cantará en Los trabajos y los días,
las glorias de esta nueva etapa de la historia griega, conocida
como la “edad del hierro”. Al proceso de colonización griega
en Oriente y Egipto, acompañará un período de relativa calma,
que posibilitará el desarrollo interno de Grecia, pues en el ex-
terior encontraremos una geografía política en formación y
crecimiento que no será un peligro para la tranquilidad griega.
En Asia, el imperio hitita se ha derrumbado, apenas surgen
los reinos de Lidia y de Persia; en Africa, Egipto decaía, para
entrar en una nueva etapa de su propio desarrollo; el Occidente
se encuentra en la prehistoria, Cartago solo era un pequeño
puerto de piratas fenicios; Rómulo y Remo no han nacido y
los emigrantes griegos que fundarán Nápoles, Regiio, Síbari,

54
i. A manera de introducción

Crotona, Niza y Bengasi sólo encontraron tribus bárbaras y


desunidas, que no requerirán la intervención de la acrópolis
madre; al Norte, la península balcánica era tierra de nadie.
De esta manera, había las condiciones para desarrollar
sus propias vocaciones. Políticamente Grecia no era más que un
conjunto de pequeños estados dispersos en todo el arco del Me-
diterráneo oriental y occidental, con murallas ciudadanas que
les protegían –no necesariamente les aislaban– y que permitía
el desarrollo de experiencias políticas auténticas y originales.11
Desde el ámbito de la organización política, los griegos
carecían de una autoridad central, más bien eran, desde sus
inicios, pequeñas comunidades autónomas, que si bien se auto-
denominaban póleis, traducidas con imprecisión como ciuda-
des-estados y que se incorporaban en una organización mayor
para los efectos de la guerra, que generaba ligas como la del Pe-
loponeso, la Arcadia, la Beocia y la idea del imperio ateniense
en el siglo v a. C., sin que hubiese la imposición en las moda-
lidades culturales o en el mundo de las ideas.
La diversidad y conservación de numerosas formas
comunes de conducta y pensamiento se mantuvo debido a esta
falta de autoridad central. La idea de supuestas colonias de

11   Consideremos las dificultades citadas en el registro de los


orígenes griegos, que sin duda nos obliga a mantener la liga entre
las narraciones míticas e históricas y que diversos autores integran
en sus trabajos, Vid, M. I. Finley, op. cit., Vernant, J-P, op. cit., Mon-
tanelli, Indro, Historia de los griegos, (9ª ed., Plaza & Janés editores,
Barcelona, 1995, 363 pp.), Bowra, C. M., La Atenas de Pericles, (6ª.
Reimp. Alianza Editorial, Madrid, 1998, 253 pp.), Marcos, Patricio,
¿Qué es democracia?, (Publicaciones Cruz, México, 1997, 348 pp.).

55
El Saber Político: Platón y Aristóteles

las comunidades griegas alejadas del centro o de la respectiva


ciudad madre, provocaba un estímulo de cercanía y de con-
servación de la identidad griega, de ahí las características si-
milares en su planificación urbana, arquitectura, en el templo
dórico, el idioma y la literatura apuntalados por el alfabeto y la
escritura misma, la pasión sostenida por sus monedas de plata
con delicados grabados y claro está el papel de su religión poli-
teísta cercana a su organización política.
El intenso intercambio comercial, que produjo el tráfico
continuo de mercancías por el mundo griego fue facilitado
por la ubicación de ciudades alrededor del mar Mediterráneo,
fomentó la transmisión cultural y junto con las celebraciones
religiosas y los Juegos Olímpicos facilitó el intercambio cultural
y el establecimiento del panhelenismo, hay registros de casi 50
mil visitantes que acudían a dichas competencias deportivas
y con la oportunidad de conocer a poetas, músicos, oradores,
arquitectos y escultores que mostraban sus obras, lo que no
sólo fomentaba la creatividad, sino daba cuenta de ese espíritu
agonal, de competencia, de lucha, de esfuerzo, de tratar de ser
mejor, de ganar y de perder, de respetar las reglas y el juego
limpio. En esta etapa, de intenso intercambio cultural, poetas,
dramaturgos, médicos, artistas y pedagogos profesionales,
agrupados en la expresión genérica de sofista, viajaban li-
bremente por interés de saber y por motivos económicos, con-
tribuyendo a mantener un helenismo común.
Si bien podemos clasificar conforme al criterio que
se adopte las distintas póleis griegas, ya sea por su entorno
cercano en un ambiente griego generalizado y vasto frente a un
mundo que les es ajeno o extraño; ya sea por su actividad eco-
nómica, en donde la agricultura jugará un papel relevante en

56
i. A manera de introducción

las tareas de la población que le diferenciará de los centros to-


talmente urbanos y comerciales, como Mileto, Atenas, Corinto
y Siracusa, que a su vez se distinguirán de las regiones como la
Tesalia, Arcadia o Élide en donde la agricultura y el pastoreo
predominan o, bien, por sus características fundamentalmente
políticas, dependiendo cuántos y cómo realicen las tareas de
gobierno, situación que Aristóteles habrá de clasificar y siste-
matizar conforme a la cantidad y calidad en su teoría de las
formas de estado.
La organización política en los orígenes de la historia
griega, en su período arcaico, mantiene el predominio de la
administración de las póleis originales, en las familias aristo-
cráticas que actúan conforme a normas consuetudinarias y que
monopolizan todas las decisiones en los ámbitos ejecutivos, le-
gislativos y de carácter bélico. Siglos después, surgirá la dife-
rencia entre estados oligárquicos y democráticos, que se ubican
por primera vez cerca del 500 a. C. y logra gran difusión en
toda la Hélade.
Los griegos usarán el nombre de polis para todas las
formas de organización política y social de sus comunidades,
con el equivalente posterior al significado de ciudad-estado, in-
dependientemente de la forma predominante de gobernar que
exista o mantenga o de su actividad fundamental, ya sea grande
o pequeña, rural o urbanizada, oligárquica o democrática.
Sin embargo, hay que señalar que polis era, en términos
comunitarios, la limitación de tamaño tanto en territorio
como en población. Aristóteles señala que “…existe también
una medida de la magnitud de la ciudad, lo mismo que en
todos los demás seres, animales, plantas e instrumentos…
la que se compone de demasiados será autosuficiente en sus

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El Saber Político: Platón y Aristóteles

necesidades esenciales, como un pueblo, pero no como una


ciudad, pues no le es fácil tener una constitución; pues ¿quién
podría ser general de una multitud tan grande?, o ¿quién será
su heraldo, como no sea un Esténtor?...Es evidente, por lo
tanto, que este es el límite ideal de la ciudad: el mayor número
posible de población para la autarquía de la vida y que pueda
ser abarcada fácilmente en su totalidad.” (Política, 1326,
a35-b24, pp. 411-413). Queda aún la resonancia platónica del
número necesario de habitantes para el funcionamiento de la
ciudad, que establece con precisión en Las Leyes. Así como
el sentido teleológico que predominará en Aristóteles en su
propuesta reflexiva del saber político.
Registremos el dato de que en las Guerras del Peloponeso,
en el año 431 a. C., la población ateniense, tenía un máximo de
entre 250 ó 275 mil habitantes, considerando hombres libres
y esclavos, mujeres y niños. Corinto alcanzaba los 90 mil ha-
bitantes, Tebas, Argos, Corcira y Agrigento andaban entre 40
y 60 mil habitantes en tanto que el resto era mucho menor,
cercanos a los 5 mil habitantes. De cualquier manera, el aspecto
comunitario, de conocimiento y convivencia entre todos los
habitantes, existía en los agrupamientos menores en la polis, ya
fuera en la aldea de corte rural o el demos en la propia Atenas.
Sin embargo, evitemos confundir esta idea comunitaria
con una supuesta igualdad, pues aun cuando se buscaba la
igualdad en las oportunidades ciudadanas para acceder a los
cargos públicos y al ejercicio de derechos políticos, era un hecho
la desigualdad entre los miembros de estas comunidades, ya en
recursos, en facultades o estilos de vida; la división era entre los
pocos y los muchos, en sí entre los ricos y los pobres. Incluso
entre las comunidades democráticas, había diferencias en el

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i. A manera de introducción

aspecto del servicio militar, pues los caballeros y los hoplitas


debían equiparse y armarse con sus propios recursos, lo que se
establecía por las propiedades que poseía, y, a la vez, permitía
que un ciudadano estuviera en una u otra categoría militar.
En suma, los muchos trabajaban como agricultores,
artesanos y tenderos y los pocos vivían como rentistas, del
trabajo ajeno. Lo que gradualmente condujo que en algunas
polis urbanizadas, ricas y poderosas, como Atenas misma, los
ciudadanos se redujeran a una condición minoritaria, lo que
tarde o temprano generaría conflictos internos y la propia de-
cadencia de los griegos con la suficiente debilidad, que per-
mitiría su conquista por los romanos.
El conflicto civil, al interior de la polis, Aristóteles lo
atribuye al afán de ganancias, beneficios, provecho material y
más distinción entre los ciudadanos, que con el fin de alcan-
zarlos con mayor rapidez acudían a la violencia, del método
político individual a la guerra civil misma (Política, 1302 a
1032). La guerra sería entonces una actividad normal de la
vida griega. Esta situación prevaleció en la Grecia clásica, de
la democracia de Pericles a la conquista e imperio de Ale-
jandro Magno.
Otro elemento significativo de la cultura griega fue el
hecho de que predominaba la transmisión oral frente a la es-
critura, las ideas circulaban y establecían debate por la palabra
hablada, pública o privadamente. Platón no sólo muestra des-
confianza hacia los libros y los poetas (Fedro, 274-278 y La
República) sino establece una crítica a la escritura misma por
afectar el uso de la memoria, de aquí que cuando plasma sus
ideas filosóficas y políticas recurra a la forma dialogada, ex-
presión oral y de conversación por antonomasia.

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