HOMOSOCIALIDAD Y SECRETISMO EN LA EXPERIENCIA DE LOS
HOMBRES QUE CONSUMEN PROSTITUCIÓN EN ESPAÑA
Beatriz Ranea Triviño*
Resumen
El consumo de prostitución es una práctica masculina que trasciende la individualidad
de los sujetos que la llevan a cabo, ya que ha de ser conectada con la construcción de la
masculinidad y los rituales de confraternización sobre los que se articulan estas experiencias.
El consumo de prostitución para muchos hombres se constituye como un ritual grupal de la
masculinidad y, para otros, adquiere carácter colectivo cuando la experiencia es compartida
a través de la narración vinculada al secretismo del pacto entre caballeros. Para dar cuenta
de la homosocialidad y del secretismo que gira en torno las experiencias de los hombres
que consumen prostitución, se presentan resultados de investigación cualitativa en la que
se han realizado entrevistas en profundidad a hombres que han consumido prostitución
femenina en España.
Palabras clave: Masculinidad, prostitución, homosocialidad, secreto.
Resumo
Homossocialidade e sigilo na experiência de homens que usam a prostituição em
Espanha
O consumo da prostituição é uma prática masculina que transcende a individualidade
dos sujeitos que a praticam, devendo ser associada à construção da masculinidade e aos
rituais de confraternização nos quais essas vivências se articulam. O consumo da prostituição
para muitos homens constitui-se como um ritual grupal de masculinidade e, para outros,
adquire um caráter coletivo quando a experiência é compartilhada por meio da narração
vinculada ao sigilo do acordo de cavalheiros. Para dar conta da homossocialidade e do sigilo
que giram em torno das experiências de homens que usam a prostituição, são apresentados
resultados de investigação qualitativa na qual foram realizadas entrevistas em profundidade
com homens que usaram a prostituição feminina em Espanha.
Palavras-chave: Masculinidade, prostituição, homossocialidade, segredo.
*
Universidad Complutense de Madrid, 28040 Madrid, España.
Dirección postal: Facultad de Ciencias de la Información, Universidad Complutense de Madrid,
Sección Departamental de Sociología Aplicada – Av. Complutense, 3, 28040 Madrid, España.
Correo eletrónico: [email protected]
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Abstract
Homosociality and Secrecy in the Experience of Men who Pay for Prostitution in
Spain
Paying for prostitution is a male practice that transcends the individuality of the
subjects who carry it out, since it has to be connected with the construction of masculinity
and the fraternization rituals in the context of which these experiences occur. The
consumption of prostitution for many men is a group ritual of masculinity and, for others,
it acquires a collective dimension when the experience is shared through narration linked
to the secrecy of the gentlemen’s agreement. In order to explain the homosociality and secrecy
involved in the experiences of men who pay for prostitution, this paper presents the results
of a qualitative research study which included in-depth interviews with men who payed
for female prostitution in Spain.
Keywords: Masculinity, prostitution, homosociality, secret.
Introducción
Según los datos macrosociales disponibles en España, el 32% de los hombres
ha pagado por prostitución alguna vez en su vida, mientras que sólo el 0,1% de las
mujeres lo había hecho (CIS, 2009)1. Por esto, abordaremos la prostitución como
una práctica masculina y, en concreto, en este artículo se reflexiona sobre el carác-
ter colectivo de la misma y el secretismo sobre el que se construye.
Así, se analiza la prostitución como una práctica masculina que para muchos
hombres adquiere un carácter de ritual grupal, bien porque la práctica prostitu-
yente se lleva a cabo de forma colectiva, o bien porque adquiere ese carácter colec-
tivo cuando es narrada a otros hombres. De esta forma, la práctica cobra un signi-
ficado grupal tanto cuando se va en grupo como cuando es relatada de unos
hombres a otros.
Este carácter grupal nos permite interpretar la prostitución como una expe-
riencia homosocial en la que se representa la masculinidad hegemónica frente al
grupo de iguales (Flood 2008). La homosocialidad vertebra el aprendizaje, la cons-
trucción y reafirmación de la masculinidad. Los hombres que aparecen en los dis-
cursos de los entrevistados, o bien son referentes que les enseñan sobre sexualidad,
o bien son pares con los que comparten experiencias narradas o vividas: hablan de
prostitución con ellos o bien acuden a prostitución con ellos. Se puede afirmar que
existe cierta presión grupal (Banyard 2017) porque si el mandato grupal anima a
consumir prostitución, aquel que se niegue no será reconocido como un auténtico
hombre, ni será reconocido como parte del grupo de iguales. De tal manera que, ante
el grupo de pares, uno se comporta como el resto esperan que lo haga. La prostitu-
1
No contamos con datos al respecto desde 2009 y, por tanto, estos porcentajes pueden estar desac-
tualizados.
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ción cumpliría la función de afirmación del grupo de iguales del que, además, se
excluye a las mujeres y, como se verá más adelante, el secreto compartido sirve para
tejer vínculos entre los hombres, “al crear una dinámica grupal forjada en la clan-
destinidad, el secreto y la complicidad” (López y Baringo 2006, 18).
Cuando se realiza en compañía, el carácter performativo de la masculinidad
adquiere aún mayor relevancia, pues el espacio de prostitución se convierte en un
escenario de representación de la masculinidad frente al grupo de iguales, que le
reconocen en tanto hombre a través de la práctica colectiva de instrumentalización
y subordinación de las mujeres. Por ello, la identidad como clientes de quienes
acuden en grupo se construye de forma colectiva. En este sentido, Silvia Chejter
(2011) argumenta que la identidad del hombre se diluye en el grupo, en un nosotros
que realiza la misma práctica.
El carácter grupal que adquiere la prostitución para muchos hombres per-
mite que sea significada como un escenario de confraternización masculina, a
través del cual los hombres generan ese sentimiento de ser parte de una amistad con
otro amigo, un grupo de amigos o de compañeros de trabajo. En esta confraterni-
zación, como señala Flood (2008), las relaciones sexuales con mujeres son utiliza-
das por los hombres heterosexuales para generar lazos entre ellos. Es decir, com-
partir la experiencia en los espacios de prostitución y/o compartir la narración de
la experiencia refuerza los vínculos masculinos heterosexuales. En estos ambientes
homosociales se torna imprescindible demostrar la jerarquía respecto a las mujeres
para mostrar la heterosexualidad. En la hermandad viril, donde los hombres que
se reconocen frente a los otros y que son dotados de sentido de forma colectiva, a
su vez necesitan a las mujeres como objetos (no sujetos) para mostrar que se alejan
de la homosexualidad (que es representada como menos masculina). En las prác-
ticas masculinas grupales es esencial contar con instrumentos para demostrar la
auténtica hombría, como, por ejemplo, la violencia, la experiencia heterosexual o
emociones como la rabia, la ira o el enfado. Si esto no sucede, el ambiente homoso-
cial se relaciona con la homosexualidad. De esta manera, estos hombres desean
estar con otros hombres, con sus iguales, pero han de hacer explícito que esta con-
fraternización no tiene carácter (homo)sexual entre ellos. De ahí la importancia de
los espacios de prostitución como escenarios de poder masculino donde, en prin-
cipio, ninguno duda de la masculinidad (heterosexual) del otro.
De esta forma, “ir de putas”2 es un escenario perfecto para representarse
como un auténtico hombre, encarnando la masculinidad hegemónica no cuestio-
nada ni por el grupo de iguales que acompaña ni por las mujeres prostituidas. El
cuerpo-objeto de las mujeres es representado como un instrumento para que los
hombres se comuniquen entre ellos expresando su masculinidad. Es decir, se busca
el reconocimiento del estatus de masculinidad hegemónica de los unos a los otros.
2
Se utiliza esta expresión tomada de los propios entrevistados y del argot de los grupos de hombres.
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Como señala Amorós (1992, 53), “[l]a mujer, como objeto transaccional de los
pactos entre varones, cumple aquí una función especial en los rituales de confra-
ternización de los pares”. De esta manera, la mujer en prostitución se convierte en
una mediadora simbólica entre los hombres, que, a través de su instrumentaliza-
ción, reafirman su masculinidad a nivel individual y colectivo. El espacio de pros-
titución es percibido como un espacio homosocial en el que las mujeres aparecen
como instrumentos también para sellar pactos entre varones.
Por todo lo expuesto, se puede hacer un paralelismo entre las tesis de René
Girard (1983) y el significado de la prostitución en las sociedades contemporáneas,
porque la mujer prostituida puede ser considerada una víctima propiciatoria en el
ritual de la masculinidad. Girad expone que, cuando alguna comunidad entra en
crisis, se incrementa la violencia, y aparecen ritos que, a través de víctimas propicia-
torias, sirven para unir al grupo y establecer de nuevo el orden. De esta manera,
ante los avances en igualdad de género y la incertidumbre identitaria masculina3,
se necesitan mujeres como víctimas propiciatorias utilizadas en el ritual grupal de
la masculinidad prostituyente para reconstruir el orden de género en términos
patriarcales.
La prostitución se configura como un escenario en el que la fratría masculina
representa su poder, a través de la segregación de género, pues las mujeres no
vinculadas a la prostitución son vetadas de los espacios de prostitución. Las “afi-
liaciones horizontales” (Armstrong 1991, 91) masculinas se crean y se recrean en
los escenarios de prostitución.
Metodología
Se trata de una investigación cualitativa en la que se llevaron a cabo 15 entre-
vistas4 en profundidad a hombres consumidores de prostitución con diferentes
perfiles sociodemográficos residentes en España. Las entrevistas proporcionaron
gran cantidad de información sobre sus experiencias y percepciones en torno a la
masculinidad en relación a la prostitución de mujeres.
Se considera relevante describir el proceso de búsqueda de entrevistados por
la dificultad y complejidad del mismo. Investigar a hombres consumidores de
prostitución es una tarea complicada, no sólo por las labores de contacto, sino
también para conseguir cooperación por parte de ellos, muchos de los cuales
desean permanecer ocultos y anónimos (Monto 2004). Por añadidura, al tratarse el
consumo de prostitución de una práctica masculina, hay que tener presente que el
género femenino de la investigadora supone una limitación para establecer con-
3
Lo que algunos autores denominan la crisis de la masculinidad.
4
Anonimizadas.
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tacto, aunque también es una oportunidad para indagar sobre la influencia del
género en las entrevistas5.
La selección de la muestra fue incidental, siguiendo criterios que nos permi-
tieran recoger discursos de perfiles relativamente diversos entre los entrevistados,
buscando hombres con diferentes características sociodemográficas (edades, pro-
fesiones, niveles de estudios, ingresos económicos, etc.) que acudieran a diferentes
espacios de prostitución, con diferente frecuencia y concurrencia. Como investiga-
ción cualitativa no se busca la representatividad sino la relevancia de analizar
estos discursos con el fin de detectar elementos y factores relevantes para com-
prender en profundidad los significados atribuidos por los entrevistados a sus
experiencias en relación a la construcción de la masculinidad y el consumo de
prostitución.
Debido a que los clientes de prostitución forman parte de una población invi-
sible y oculta, con el fin de rentabilizar la obtención de la información, no se centró
el estudio geográficamente6 en una región específica del territorio estatal, sino que
se aceptó la participación de aquellos demandantes que se mostraron dispuestos a
participar en las entrevistas.
Para buscar entrevistados se diseñó un cartel-anuncio solicitando participa-
ción, donde se recogía la información básica de la investigación, el teléfono y el
e-mail de contacto. El cartel se difundió por listas de e-mail, se compartió en redes
sociales y en foros de internet de usuarios de prostitución; se imprimió y colgó en
zonas como Ciudad Universitaria de Madrid; y fue entregado en mano a hombres
que acudieron a hacerse pruebas de VIH y otras ITS a una unidad móvil de una
entidad social. El método con resultados más positivos para obtener participantes
fue la bola de nieve entre contactos y entre algunos de los propios entrevistados,
que compartieron la información a otros hombres potenciales participantes.
Se cerró el trabajo de campo con 15 participantes (que se corresponde con el
número mínimo de participantes que se había establecido inicialmente como
tamaño de la muestra).
5
Para profundizar en esto se recomienda el siguiente texto: Beatriz Ranea Triviño. 2020. “¿Qué
hace una chica como tú en un sitio como éste? Mujeres investigando masculinidades: el caso de
la demanda de prostitución”. En Hombres, género y patriarcado: reflexiones, cuerpos y representacio-
nes, coordinado por Anastasia Téllez Infantes, Javier Eloy Martínez Guirao y Joan Sanfélix
Albelda. Madrid: Editorial Dykinson.
6
En cuanto a la diversidad geográfica, no se han encontrado diferencias significativas entre los
discursos de unos entrevistados y otros respecto a las prácticas y las percepciones sobre las muje-
res. La única diferencia hallada tiene que ver con la diferencia entre el medio rural y el medio
urbano fundamentalmente en la accesibilidad a los contextos de prostitución, como se explicará
en el análisis de las entrevistas.
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Tabla 1:
Perfiles básicos de los hombres entrevistados
Código
Edad Residencia Nivel estudios Ocupación
entrevista
E1 35 Madrid Formación profesional Desempleado
E2 34 Jaén Licenciado Desempleado
E3 34 Argel y Badajoz Arquitectura técnica Aparejador
E4 32 Madrid Bachillerato Comercial
Diplomatura
E5 30 Barcelona Comercial
(no especifica)
Diplomatura
E6 44 Gijón Recepcionista
(no especifica)
Formación Profesional
E7 29 León Desempleado
Grado Superior
Educación Secundaria
E8 29 Madrid Vigilante de seguridad
Obligatoria
E9 40 Madrid E.G.B. Camarero
Director y actor
E10
47 Madrid No contesta empresario de la
industria pornográfica
E11 35 Málaga Licenciado Estudia oposiciones
E12 48 Madrid B.U.P. Consultor
Formación Profesional
E13 44 Alcorcón Desempleado
Grado Superior
Pueblo de Maestro de educación
E14 28 Posgrado (profesorado)
Ávila infantil
E15 38 Madrid Bachillerato Conserje
En cuanto a la estructura del guion de las entrevistas, fue diseñado dividido
en dos grandes bloques sobre percepciones y comportamientos sobre sexualidad
y, por otro lado, percepciones y comportamientos sobre prostitución.
Resultados y discusión
‘Ir de putas’ como ritual grupal masculino
En el caso de las primeras experiencias en prostitución, para varios de los
entrevistados, la propuesta de acudir a la prostitución proviene del grupo de igua-
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les masculinos o de algún referente masculino de forma individual. Así, hay que
destacar la importancia de los referentes masculinos que aparecen en algunas de
las narraciones y que son facilitadores que les introducen en los espacios de pros-
titución. Compartir la experiencia hace que la prostitución se convierta en un esce-
nario ritual de reforzamiento del vínculo masculino. Esto es, se confraterniza
mediante las enseñanzas y aprendizajes de otros miembros del grupo en los que
mirarse y a los que no se desea defraudar. Estos hombres devienen demandantes
de prostitución de forma grupal como herramienta de nexo entre ellos. Además, el
consumo de prostitución aparece como un continuum en el que unos van introdu-
ciendo a otros.
[…] estábamos tomando copas en casa, aburridos la verdad, y fue como, fue otro que
dijo ¿nos vamos de putas? Y dijimos pues sí, vámonos, ¡vámonos! ¡Venga, va, va! Que
esto es un cachondeo, que no sé qué y no sé cuánto, las típicas cosas que hacemos los
tíos absurdas y lo haces, ¿no? Y nos fuimos al Escorpio, llegamos al puticlub. (E3)
Comencé a consumir prostitución cuando trabajaba en una empresa de reparto de
publicidad porque mis compañeros iban cada viernes. (E4)
La primera vez, primera, primera fui con amigo que me dijo: “ven, ven, ¿nunca has
entrado en un sitio de éstos?” Y le dije: no. “Ven, ven”. Y era un sitio, un bar, donde las
tías estaban en bolas, solo con un tanga y las tetas fuera. Yo me quedé loco ¡hostia!
Mira, mira que va con la teta fuera, ¿qué es esto? Yo aún conservo esa amistad, hace
ya treinta años, y muy buena… Cuando salí de ahí dije: tengo la corazonada de que
vamos a ser grandes amigos [se ríe]. (E10)
[…] un buen día, no sé, surgió la cosa, me iba más con un amigo más mayor, tenía
coche, a lo mejor tenía él 26 y yo tendría 17 años, sí, era menor de edad y luego mi otro
amigo me parece que tenía 18 años, y venga, tal, quedamos y fuimos ahí y lo hice y
“oye, ¿qué tal?”, bien, tal… (E8)
[…] me lo recomendó un amigo, me dijo: “vente conmigo, que verás”, y efectivamente…
Es una labor social y didáctica la que hicieron conmigo. Tuve suerte, ojo, porque yo
también intenté hacer la jugada con otro amigo mío y salió fatal, fatal, fatal… Era una
estúpida la tía y una borde y una… Y el pobre chaval salió traumatizado. (E13)
Por esto, la prostitución aparece como un escenario de confraternización de
las masculinidades patriarcales. Las mujeres son mediadoras simbólicas entre los
hombres:
[…] a lo mejor salía con un amigo y entonces, un día pagas tú, otro pago yo, y así como
que te dolía menos. Y salíamos de fiesta, llegaban las tres [mira el reloj como simu-
lando la situación] y decías vámonos [se ríe], y nos íbamos. Y la verdad es que como
experiencia estaba muy bien, luego nos contábamos así las cositas y tal y estaba gra-
cioso, ya no sólo por hacerlo sino por los momentos de contarnos las cosas, de cole-
gueo y todo eso. (E8)
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Por otro lado, otros entrevistados relatan que tomaron la decisión de acudir a
la prostitución tras leer las experiencias de otros hombres en foros de internet
donde hombres prostituidores intercambian opiniones, experiencias, recomenda-
ciones, etc. Los foros de internet se constituyen como comunidades virtuales que
dotan también de un carácter colectivo a las experiencias de estos hombres, incluso
cuando han acudido en solitario a la prostitución. Por ello, hay que destacar la
relevancia de estas comunidades virtuales para leer las experiencias de otros
demandantes y sentirse parte del grupo:
Internet me ha enganchado al porno, a las putis, a todo. Sí, porque es como que te lo
normaliza todo, digamos, estás desde tu casita con tu ordenador pones porno y te sale
hay un montón, todos los tipos de porno que existen y las putis pues empecé con una
página web esta de uno que es un actor porno o no sé qué, empecé a ver experiencias
y esto y me gustó. (E5)
[…] en internet en un foro había una chica que era masajista, no era prostituta si no
que era masajista erótica […] voy a Google, lo pongo a ver eso que era y ver el tipo de
masaje que era. Entonces también venían resultados de los típicos foros en los que
chicos cuentan su experiencia pues he ido a ver a esta chica y hemos hecho esto y esto,
los típicos foros… (E11)
Asimismo, en los siguientes relatos se aprecia esa percepción de “ir de putas”
como ocio masculino, vinculado a salir de fiesta con el grupo de amigos, acudir a
la prostitución para terminar la fiesta, o con compañeros de trabajo al terminar la
jornada laboral:
[…] en esos dos años que estuve sin pareja estuve igual haciendo uso de esto, me junté
también con los amigos éstos que a lo mejor salíamos de fiesta y tal…
Entrevistadora: Salíais de fiesta y luego ¿a Casa de Campo?
No, eso ya íbamos a algún piso. Además, ahí ya empezó el declive de casa de Campo,
empezaron a cerrarlo y se trasladaron a Marconi. Y ya digo, íbamos a algún piso, íba-
mos buscando las habichuelas. (E8)
[…] algunas veces voy con los amigos o voy solo. Normalmente en el trabajo, con
algunos amigos, te vas con ellos, vas en el coche… Por ejemplo, este que te digo está
en la carretera, yo no tengo coche así que me voy con algún amigo, con uno o dos. (E9)
El carácter ritual grupal de la prostitución es fundamental para comprender
el significado de la misma en el contexto actual. Los espacios de prostitución se
constituyen como masculinos y masculinizantes, donde la fratría no es interpe-
lada, sino que se mueve de forma cómoda porque mediante el pago se minimiza la
posibilidad de rechazo por parte de las mujeres.
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El secreto de las experiencias en prostitución
El secreto entre hombres vertebra las experiencias en prostitución porque
esta práctica es compartida (casi) exclusivamente con éstos. De los 15 entrevista-
dos, dos de ellos contestaron que no se lo habían contado a nadie; uno de ellos tan
solo a una psicóloga; siete de ellos solo lo han compartido con otros hombres (nor-
malmente amigos y/o compañeros de trabajo); tres lo han compartido con hom-
bres y con “algunas amigas”; y dos de ellos se han expuesto públicamente con-
tando sus experiencias (uno como gestor de un foro y personaje público en este
sentido; el otro porque concedió una entrevista a un medio de comunicación). Por
esto, podemos decir que prácticamente la mayoría de los entrevistados afirma que
o no lo sabe nadie o solo tienen conocimiento de su práctica prostitucional otros
hombres. Rostagnol (2011) se refiere al pacto de silencio entre los hombres en torno
a la prostitución, ya que guardan el secreto entre unos y otros. De esta forma, el
secreto y ese pacto de silencio entre el grupo de iguales sirve para reforzar los
vínculos homosociales en torno a experiencias que no se comparten con mujeres
no vinculadas a la prostitución.
En este sentido, es pertinente retomar a Georg Simmel (2014, 389) que desta-
caba la importancia del secreto en la configuración de las identidades tanto a nivel
individual como colectivo. El secreto compartido es un nexo de unión grupal que
les diferencia frente a las mujeres y genera un sentimiento de pertenencia a la
comunidad masculina, a la fratría (Amorós 1990).
Además, la cuestión de los equipos que aborda Martin Criado (2014) es impor-
tante en este estudio, porque algunos de los entrevistados comparten experiencias
en prostitución dependiendo del “equipo” en el que se encuentren. Si analizamos
el caso de la familia, prácticamente ninguno de los entrevistados habla de prosti-
tución en este ámbito, y si alguno lo ha hecho, ha sido siempre con la figura paterna
– y, por tanto, con otro hombre – pero nunca con su madre. En cuanto a los amigos,
alguno de los entrevistados hizo referencia a grupos de amigos con los que sí com-
parten estas experiencias, mientras que con otros no, especialmente, aquellos
grupos de amigos en los que había mujeres. Todo esto se puede relacionar con el
valor de los discursos en el mercado de interacción, tal como explica Bourdieu
(2008), esto es, dependiendo de la interacción, exponer los discursos sobre sus
experiencias en prostitución modifica el valor social de quienes producen ese dis-
curso. Así, frente a otros hombres, compartir la experiencia sobre consumir prosti-
tución puede tener valor en tanto en cuanto aumenta el reconocimiento de su esta-
tus de masculinidad respecto al grupo de pares; sin embargo, frente a las mujeres,
como se verá, no tiene ese valor y puede dañar su reputación.
Este secreto va unido al anonimato social, pues como se ha señalado con
anterioridad, la mayoría de los entrevistados viven el consumo de prostitución
desde el anonimato y se mostraron preocupados en cuanto que la entrevista
pudiera quebrar su deseo de permanecer invisible. Como señala Susana Rostagnol
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(2011, 70), “[s]e observa entonces que el ‘cliente’ varón no solamente está com-
prando sexo, también compra certezas relativas fundamentalmente en torno a su
no exposición pública, quien es pública es la mujer; nunca el varón”.
La masculinidad no sólo es representada sino que también es discurso y,
por tanto, a los entrevistados se les preguntó acerca de las personas de su entorno
que tienen conocimiento de su actividad como consumidores de prostitución.
Recogemos a continuación extractos de la masculinidad narrada, y de la confrater-
nización que se realiza a través de la narración de las experiencias en prostitución
con el grupo de iguales. Otros estudios destacan que la mayoría de los hombres o
bien no se lo había contado a nadie, o bien lo comparten solo con otros hombres
(Coy et al. 2007; Birch 2015).
Sí que es verdad que tengo algunos amigos que cuando hablamos de ello, hablamos
con más normalidad que con otros que no van o que no lo cuentan… Pero no sé, es que
tampoco me hablan mucho… A lo mejor me dicen: “hoy me he ido de putas”… (E1)
[…] este tipo de conversación normalmente la tienen los pibes como un poco para
sentirse como hostia, que machote, nos hemos ido de putas. (E3)
Lógicamente con los que más lo hablo es con los del trabajo y tal, si tú hablas muchas
veces acaba saliendo por ellos solos. Yo un chaval del gimnasio me lo encontré en El
Conejo7 y ahora ya nos vamos ya por ahí con él, digo: ¿tú qué haces aquí? Todos vamos
a lo mismo. (E9)
Tras este fragmento de la entrevista, dudó sobre si alguno de sus amigos
acudía a la prostitución y añadió lo siguiente indicando que él inició a otro amigo
en el consumo de prostitución. De tal forma que, como se ha señalado previa-
mente, unos hombres inician a otros en el consumo de prostitución:
Tengo a uno que lo enganché hace unos años en el tema.
Entrevistadora: ¿Se lo dijiste tú?
Sí, le dije: pasa ya del tema, déjate de tal, de conquistarlas y que te cuenten su vida,
que son muy pesadas y dije, le enseñé el loquo y tal y lo probó y le enganché y se metió
al tema. Y después se fue a Londres y también probó algunas allí, pero… Ahora hace
poco me dijo que se había hecho ya bastante rutinario y este era jovencillo, y norma-
lillo, más o menos normal, la verdad es que no era un Brad Pitt [se ríe], pero bueno, es
lo que hay… Mejor así, se lo pasa bien. (E5)
Respecto a si conocían a más hombres que consuman prostitución, todos
menos uno de los participantes coinciden en afirmar que sí, es decir, otros hombres
también han compartido la experiencia con ellos:
7
Nombre de un club de alterne.
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Ellos van más… Es diferente, sí que hacen cosas como yo pero sí que a lo mejor van a
clubs y a pisos de estos, porque hay pisos en los cuales tú vas a cualquier hora y siem-
pre hay chicas y te las presentan… (E1)
[…] algún amigo sí que lo ha dejado caer un poco así en algún momento sí. (E11)
No, se callan como putas [se ríe], alguno habrá pero… Además, es que yo en el trabajo
vivo rodeado de millennials entonces supongo que existe algo así como la ficción tácita
de que los jóvenes no van de putas porque no lo necesitan, ¿sabes? (E12)
En el contexto español, el dicho popular “callada como una puta” recoge la
idea de que el pacto de silencio incluye también a las mujeres prostituidas, de las que
se espera que no desvelen el secreto masculino.
Sí, esporádicas y alguna relación. Ahora estoy en una relación y vas a decir, ¡que
cabrón! Porque sigo… Tengo confianza con las chicas… Una prostituta en un libro
decía que ellas son las que más saben de los hombres, y no le falta razón porque a ellas
les puedes contar todo, en las relaciones siempre hay cosas que no puedes contar. (E4)
Cuando se les preguntó si compartían la narración de la experiencia con las
mujeres de su entorno, la mayoría contestaron que no. Se puede afirmar que este
pacto sirve para reproducir la división de las mujeres entre públicas y privadas;
donde las privadas no deben conocer lo que ocurre entre los hombres y las mujeres
públicas. Hay que destacar que en los relatos de los entrevistados aparecen mujeres
que fueron mencionadas como amigas, compañeras de trabajo, parejas de amigos o
conocidas, y se observa la importancia de la reputación frente a estas mujeres no
vinculadas a la prostitución, que son percibidas como posibles parejas sexuales en
potencia. Por tanto, para salvaguardar su reputación frente a las mujeres privadas, a
éstas no se les narra lo que ocurre con las mujeres públicas. Así, el hombre sigue
manteniendo su reputación con las mujeres privadas. Estos hombres transitan entre
las privadas y las públicas, pero excluyen a las mujeres privadas de lo que ocurre en la
prostitución, de tal forma que actúan como agentes en la perpetuación de la hetero-
designación patriarcal, la división entre las unas y las otras. En esta segregación por
género, a una mujer en un clima de cierta confianza también se lo pueden reconocer,
sobre todo, si no se trata de una mujer objeto de deseo. Reproducen una visión en la
que una amiga, a diferencia de un amigo hombre, no deja de ser vista como una
pareja sexual en potencia y, por tanto, protegen esa parte de su identidad porque si
lo desvelan ponen en riesgo las posibilidades de mantener relaciones sexuales con
esas mujeres. Así lo expresa en el estudio que realizó en Australia Philip Birch
(2015), pues algunos de los participantes no comentaban con mujeres que ellos son
demandantes de prostitución porque creían que eso influiría en que ellas tuvieran
una visión negativa y limitaría sus posibilidades de mantener una relación conven-
cional con ellas. En los siguientes fragmentos los entrevistados explican por qué no
comparten la narración de la experiencia prostitucional con las mujeres:
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[…] mejor que no sepan nada, ellas me tienen que ver como un chico, tengo que apa-
rentar, como un chico serio, formal, con valores [se ríe]. Luego si no, tú imagínate que
traen a una amiga nueva al grupo, y tú quieres algo con ella pero le van a decir “ese
es un putero”, que bueno tampoco soy tanto pero… [se ríe] Entonces ya esa idea la
tiene preconcebida la nueva chica que entra al grupo, y no va a querer hacer nada,
entonces te estás cerrando puertas. Con un amigo no porque él también lo ha hecho y
se va a callar porque si dice algo, tú vas a decir: ¡y tú también! [Se ríe]. (E8)
No, es que como yo tengo también el éste de que yo creo que a las chicas, a las mujeres
esto no es una cosa que les guste mucho, entonces intento… No le voy a llegar y decir:
“he hecho esto…” y van pensar que lo hago siempre y no es una cosa así. Que no es
una cosa que diga… A una chica no se lo contaría. (E1)
A las que son amigas muy íntimas no, no lo saben, en general no voy contándolo
ahí a todo el mundo porque a las chicas es un poco más delicado el tema, supongo no
lo sé.
Entrevistadora: ¿Por qué dices que es más delicado?
Hombre porque [silencio]… Porque se dice de broma con los tíos estas cosas. (E5)
[…] a las amigas está descartado […] Son gente muy heterogénea y les gusta hablar
del tema, pero entre los chicos solo. Con las chicas nunca se habla de… [silencio]. (E7)
[…] digamos que cuando he estado con las compañeras de trabajo, por ejemplo, no lo
aceptan, se extrañan que tú te hayas ido con prostitutas […] o lo viesen como algo
malo. Por eso con mujeres no hablo de… (E9)
Además, como señala Sunderland (2004, 28), un discurso existe en tanto que
es “socialmente reconocido” al menos por algunas personas que comparten ese
marco de significados. Al tratarse de una práctica masculina, es un discurso social-
mente reconocido y asociado al género masculino y se estima que no será recono-
cido ni entendido por las mujeres que son excluidas de estas prácticas y de los
relatos sobre las mismas.
[…] aunque un hombre que no haya acudido nunca a estos sitios como que piensas,
eres un hombre y me vas a entender de algún modo, eres un hombre y tienes necesi-
dad entre comillas, lo que pasa es que esa necesidad cada uno la gestionará como crea
conveniente pero como hombre sí me vas a entender. Pero a lo mejor con una mujer
siempre existe esa cosa de no me va a entender, no va a entender esas necesidades
masculinas. (E11)
Por otro lado, hay que destacar que los consumidores de prostitución repro-
ducen los discursos normativos sobre la sexualidad masculina heterosexual y rea-
firman su masculinidad hegemónica en los contextos de prostitución; no obstante,
algunos se conciben a sí mismos en tanto oprimidos o se comparan con grupos
sociales que se encuentran en situación de desventaja social respecto a ellos. Como
afirma Sabine Grenz (2005), los clientes de prostitución no pueden ser comparados
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con grupos oprimidos o subordinados socialmente porque el mero hecho de con-
sumir prostitución es posible por la situación de privilegio social en la que se cons-
truye su subjetividad. Así, los participantes son hombres heterosexuales con el
poder adquisitivo suficiente para materializar su deseo sexual de acceder a rela-
ciones sexuales con mujeres.
Encontramos que algunos producen una inversión de significados en sus
relatos, tratando de posicionarse en una situación de desventaja social en la que no
se encuentran. Ellos no están en el mismo plano de la estructura social que las
mujeres en situación de prostitución y ubicarse al mismo nivel es resultado de la
negación de la desigualdad de género y la jerarquía en la que se construye la mas-
culinidad frente a la feminidad. La inversión de significados les permite, de un
lado, autopercibirse como parte de un grupo oprimido; y, por otro lado, desplazar
la responsabilidad ante sus acciones y prácticas y no se hacen cargo de sí mismos,
de su agencia, sus decisiones y sus comportamientos. Algunos se refieren al estigma
que portan como consumidores de prostitución. No obstante, el estigma social
tradicionalmente ha recaído sobre las mujeres. Las prostitutas han sido represen-
tadas a lo largo de la historia como desviadas, culpables de la prostitución, viciosas,
pecadoras, han sido marginadas, estigmatizadas y tratadas como un riesgo para la
salud pública y para la moral de la sociedad. Por el contrario, el hombre que
deviene cliente de prostitución es percibido como un hombre que manifiesta el
deseo sexual natural masculino. Además, las prostitutas han sido tradicionalmente
quienes han portado la carga visible de la prostitución, mientras ellos han perma-
necido en el anonimato, como señala Marttila (2008, 38): “[l]os distintos actores en
prostitución, no tienen igual acceso a la invisibilidad”, porque los clientes de pros-
titución sí tienen el don de la invisibilidad. Por tanto, no se trata de estigma para
ellos, sino de la invisibilización del privilegio masculino. Esa invisibilidad les per-
mite mantener su “reputación” frente a las mujeres privadas, es decir, la invisibili-
dad les permite mantener la posibilidad de caminar entre las mujeres privadas y las
mujeres públicas. En este sentido, hay autoras como Osborne (2004) y Corso (2004)
que hacen referencia al estigma del cliente, pero eso supondría admitir que el
cliente está en el mismo plano social que la mujer y que la relación de prostitución
se enmarca al margen de la estructura social. Es decir, esos planteamientos invisi-
bilizan la desigualdad estructural de género y las relaciones de poder no sólo en
términos de género sino también de clase y etnicidad que se (re)crean en los con-
textos de prostitución. La sociología ha de desvelar que la relación de prostitución
no se produce entre dos individuos aislados, sino que dicha relación es un pro-
ducto del contexto social desigual y, por ello, está imbricada en la intersección de
desigualdades sociales que posibilitan su existencia.
Pero si vieras la persecución social que tenemos, es que me parece absurdo, una tía
que tiene un pene en la boca, pues sí, pues sí, ¿qué me estás contando? ¿Hacer una ley
porque esto es denigrante? (E2)
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Es como una especie de estigma que es sobre todo el cliente, ellas dicen las trabajado-
ras que también pero al cliente, te crujen vivo. (E2)
[…] si se quiere destruir a alguien en esta sociedad, no hay más que decir que ejerció
la prostitución. Un reportaje de hace tiempo de investigación que se demostró que
una famosa, Malena Gracia ejercía, y digo, ¿y a mí qué? Pero eso te jode, te destruye.
O aquello que fue como muy escándalo, que salió Bisbal… Que a cualquier persona la
relacionen aunque sea tangencialmente con esto… Hay gente que no le afecta, futbo-
listas del Real Madrid, que ya se sabe [se ríe], Benzema, Ribéry y todos estos que
estaban, que además eso fue con esta chica que era menor. (E4)
Por último, tres entrevistados afirman que no se lo han contado a nadie de
forma directa. Lo viven desde la vergüenza y la humillación de haber fallado de
alguna manera al mandato de la masculinidad de encontrar una pareja sexual o
porque hay cierta disonancia cognitiva entre sus actos y sus planteamientos a nivel
ético, ya que entienden que consumir prostitución es éticamente reprobable.
No, no lo sabe nadie. Ni los amigos ni nada, en eso sí que soy un poco raro y preferiría
que no lo supiera nadie […] vergüenza a lo mejor, que parece que es siempre un tema
tabú y que parece que es mejor que no se sepa ¿sabes? Yo por vergüenza y lo que fue-
ran a decir al enterarse la gente, no sé. (E14)
No he sido capaz de contármelo a mí mismo de la forma en que lo hago ahora contigo,
como para compartirlo con alguien, sea hombre o mujer. Yo no acepto a las personas que
pagan por sexo. No creo que tenga justificación posible. No soy capaz de mirarme en un
espejo y de decirme que soy un putero. Me parece un acto cruel, siempre, haya sexo o
no. Hablarlo con alguien cara a cara sería… Exigiría más valor del que tengo. (E15)
Conclusión
El carácter colectivo del consumo de prostitución se articula de diferentes
maneras: quienes visitan en grupo los espacios de prostitución; quienes leen y/o
relatan las experiencias en comunidades virtuales masculinas como los foros para
demandantes de prostitución; y para quienes narran las experiencias en prostitu-
ción con otros hombres, porque a través del relato también se dota a estas prácticas
de un carácter grupal y se confraterniza con otros hombres. A través de los propios
discursos de los hombres que han participado en la investigación que aquí se ha
presentado, se da cuenta de la importancia del grupo de iguales que convierte la
prostitución en una experiencia vivida de forma colectiva masculina. Asimismo,
se ha hecho hincapié en el rol que juega el secreto para unificar al grupo ya que la
mayoría de los hombres que han participado en este estudio viven el consumo de
prostitución desde el anonimato social y el secretismo hacia las mujeres que no
están vinculadas a la prostitución.
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El análisis del carácter colectivo del consumo de prostitución vinculado al
pacto de silencio entre caballeros es fundamental para aproximarnos a la importancia
del grupo de iguales masculinos en la reafirmación de la masculinidad, ya que será
el grupo el que avale dicho estatus de masculinidad de cada uno de los miembros.
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Beatriz Ranea Triviño. Profesora asociada de Sociología y Opinión Pública, Facultad
de Ciencias de la Información, Universidad Complutense de Madrid. Doctora en
Sociología y Antropología por la Universidad Complutense de Madrid con premio
extraordinario de doctorado (2018/2019). Realizó el Máster Erasmus Mundus en
Estudios de las Mujeres y de Género por la University of Hull (Reino Unido) y la
Universidad de Granada. Autora del libro Desarmar la masculinidad (2021).
Correo eletrónico:
[email protected] Artículo recibido el 12 de Septiembre de 2020 y aceptado para su publicación el 05 de Marzo
de 2021.
ex æquo, n.º 43, pp. 85-100. DOI: https://doi.org/10.22355/exaequo.2021.43.06