1806-1820
Relación entre proceso de independencia y formación de la Nación. En primera instancia se trataba de fundar una nueva
autoridad legitima supletoria de la soberanía del monarca cautivo, Fernando VII. El sesgo de soberanía “nacional” salía
de los gobiernos centrales y de las primeras asambleas constituyentes.
Para entender este proceso debemos de tomar en cuenta las reformas borbónicas que modificaban el pacto colonial, los
sucesos peninsulares entre 1808 y 1810; y las invasiones inglesas de 1806 y 1807 que dieron espacio a un nuevo actor
político como lo es la milicia urbana. Esta militarización solo pudo ser utilizada cuando el poder del rey español caducó.
Entre 1810 y 1820, la revolución enfrento que la guerra de independencia se convirtió en una tarea primordial para los
gobiernos centrales, al mismo tiempo que se plantea el problema de las bases sociales y políticas del nuevo poder.
Tambien desarrollo sobre la trama de la oposición entre la tendencia centralista de Bs As y las tendencias al
autogobierno de las demás ciudades. Los gobiernos revolucionarios fueron provisorias destinados a durar hasta la
reunión de la asamblea constituyente que organizaría el nuevo Estado.
La cuestión de soberanía se vincula a la disputa sobre la forma de gobierno que debían adoptar los pueblos del ex
Virreinato del Rio de la Plata, una vez declarada la independencia en 1816. Tambien se relaciona con la vida política del
momento: en la revolución el sistema de representación política estaba limito por la ciudad y los vecinos de la tradición
hispánica.
La crisis de la monarquía hispánica
Segunda mitad del S XVIII España, siguiendo las ideas de la ilustración surgida en Europa (eliminando privilegios a la
nobleza, el clero, creando instituciones como intendencias), emprendió una reorganización (reformas borbónicas) de las
relaciones administrativas, militares y mercantiles con sus posesiones americanas. Carlos III fue el encargo de encarar
una gran reorganización administrativa con objeto de sanar las finanzas del reino. El fomento de las economías
coloniales tomo un papel importante desde este punto, ya que el fortalecimiento de estas aumentaría los recursos y el
poder del virrey.
El imperio británico tiene el papel de motivador para la monarquía ibérica, ya que tenía un gran poderío naval y
mercantil desde la segunda mitad del S XVII. (significaban una “amenaza para ellos”)
La política reformista de los borbones persiguió el propósito de afirmar una única soberanía, la del monarca absoluto,
buscaba uniformizar a los diversos reinos que integraban a la monarquía española, eliminando las practicas soberanas
que formaban parte de los antiguos privilegios de cada reino.
El regalismo tomo forma de un intervencionismo del Estado en la vida de la Iglesia. 1767, la expulsión de los jesuítas y las
presiones por la posterior extinción de la Compañía constituyeron el punto culminante de una política que no estaba
dispuesta a renunciar al control de la provisión de las altas dignidades eclesiásticas, además de las rentas de la Iglesia.
El virreinato se dividió en diversas unidades políticas sobre las que se esperaba ejercer una mayor supervisión real,
gracias a funcionarios con nuevos poderes cuidadosamente definidos (sistema de intendencias). Territorialmente el
establecimiento de este sistema constituyo la culminación de una política de integración jurisdiccional y administrativa
que le gobierno español anhelaba desde hace años. Los intendentes se hacían cargo de la justica, administración
general, hacienda y guerra de cada una de sus intendencias
La dimensión militar de la reforma es clave. Las colonias se hallaban amenazadas por Inglaterra, siendo el objetivo de la
reforma dotar a América de un ejército propio, a través de la integración de las posesiones americanas y la metrópoli en
un aparato militar unificado. La política consistía en proporcionar a las autoridades de Buenos Aires los medios
económicos y administrativos necesarios para apoyar sus objetivos militares en la región.
En 1787 se establece el libre comercio interno en el virreinato gracias al “Auto de libre internación”, y el intercambio
directo con España. Y la creación de la aduana en 1788 corono la importante apertura comercial.
El intento de imponer una administración mejor organizada y centralizada afecto el frágil equilibrio entre el poder de la
corona y aquellos arraigados en realidades económico-sociales y jurídicas locales. Con el sistema de intendencias la
corona pretendía desplazar de la administración a todas aquellas familias criollas que tengan un papel decisivo en las
instancias del Estado.
Las reacciones criollas se encontraban vinculadas al carácter de la reformulación de las relaciones entre la metrópoli y
sus súbditos americanos propuesta por los Borbones. Existían derechos y deberes recíprocos entre el rey y el reino,
donde derivaban la pervivencia de privilegios y libertades. La política unificadora de la Corona avanzo sobre estos
privilegios a partir del criterio básico de considerar su poder como absoluto e ilimitado. De modo que se hizo tendencia a
ignorar el supuesto derecho de los pueblos al autogobierno, derivando el uso del termino Colonia para referirse a las
posesiones americanas, terminó por producir descontentos en los diversos estamentos de la sociedad colonial.
Pero el descontento criollo no es la causa de la independencia, sino un factor mas de este proceso. La crisis de la
monarquía española se vio más fomentada por los sucesos políticos peninsulares ocurridos entre 1808 y 1810 que
demostraron a la monarquía como una unidad entre la península y los territorios hispanoamericanos.
El primer suceso crucial fue las abdicaciones de Bayona de finales de mayo de 1808, donde la corona española pasó de
los Borbones a José Bonaparte. A medida que la noticia se conocía, las provincias españolas se levantaban contra los
franceses y formaban juntas insurreccionales en fidelidad de Fernando VII, los mismo ocurriendo en América, surgiendo
los dos problemas cruciales: Legitimidad de los nuevos gobiernos provisionales y la representación política. En este
momento se rompe la unidad española y los criollos ven como se pelean los españoles entre si por el poder político en
las colonias.
Las invasiones inglesas y la militarización de Buenos Aires.
Las invasiones inglesas (1806-1807) revelaron la fragilidad del orden colonial español debido, por un lado, al
comportamiento sumiso que adopto el Cabildo y la Audiencia frente a los ingleses por deseo de conservación; y por otro
a la inexistencia de un ejercito para la defensa por la escasez de tropas regulares y la falta de milicias locales eficientes.
Para hacer frentes, se organizaron cuerpos milicianos voluntarios integrados por los habitantes de Buenos Aires y de
otras regiones del territorio.
Las invasiones se dieron por dos intereses de Inglaterra, el militar y comercial. Gran bretaña buscó asegurarse una base
militar para la expansión de su comercio y golpear a España en un punto considerado débil de sus posesiones
ultramarinas.
Ante la retirada del virrey en plena invasión, el 14 de agosto de 1806 se convoco a un Cabildo Abierto que por presión
popular exigió la delegación del mando militar en Liniers y la entrega al presidente de la Audiencia del despacho de los
asuntos de gobierno y hacienda.
Luego de la retirada de los ingleses y ante la amenaza de nuevas invasiones, las fuerzas voluntarias que se habían
organizado de manera precaria se constituyeron en cuerpos militares, naciendo así los escuadrones Húsares, Patricios y
diversos batallones uniformados y armados conjuntamente por el pueblo y las nuevas autoridades.
En julio de 1807 la resistencia de las fuerzas militares demuestra cada vez más que en ellos se asienta el poder que
gobierna el Virreinato y que otorga a la elite de comerciantes y burócratas una nueva base de poder local, y a la plebe
criolla una inédita presencia en la escena pública. Una novedad de estos nuevos grupos constituyo la elección de los
oficiales por los propios milicianos, limitada no obstante en los hechos porque aquellos elegidos pertenecían por lo
general a la elite.
Deterioro y crisis del sistema institucional colonial (1808-1810)
En los años anterior a la revolución, las bases del poder se encontraban menos vinculadas al mantenimiento pleno del
vínculo con la administración central. La audiencia de Bs As se oriento a detener el deterioro del sistema institucional
que tendía a disolverse en fragmentos rivales
Un grupo de criollos formaron un partido de la independencia (J.J Castelli, Belgrano, Peña) que buscaban la protección
de la Infanta Carlota Joaquina frente a las pretensiones del Cabildo que nucleaban mayoritariamente a los peninsulares.
El 1ero de enero de 1809 el Cabildo exige la dimisión de Liniers como virrey a lo que este acepta, pero se niega a la
creación de una junta general. El 8 del mismo mes se jura fidelidad a la Junta General de Sevilla en su calidad de
depositaria de la soberanía del rey cautivo. Esto puede interpretarse como una pelea entre los que querían mantener el
orden colonial contra los que querían aprovechar la crisis para transformarlo.
La crisis de la monarquía tambien genero tensiones en el ámbito económico. La administración colonial se encontraba
debilitada por la falta de comunicación con España y las dificultades financieras. Las autoridades se vieron obligadas a
tolerar el comercio con navíos neutrales y aliados hasta su legalización por el Reglamento de comercio libre de 1809.
La crisis final del lazo colonial se producirá solo cuando la noticia de la derrota española contra los franceses llegará a
mediados de mayo de 1810. En el desenlace de esta crisis, la revolución rioplatense contaba ya con ese nuevo poder
militar organizado y localmente incuestionable surgido de la resistencia a las invasiones inglesas.
Las formas de la identidad colectiva: “ciudad”, “pueblo” y “nación”
El vocablo argentino habría surgido antes de 1810, de un impulso de regionalismo integrador dentro del mundo hispano
y en enfrentamiento con lo peruano debido a la rivalidad entre Lima y Buenos Aires. Por su parte, español americano
habría correspondido a una forma de identidad cuya génesis es la oposición regional americana a lo español.
Argentino es sinónimo de habitante de Buenos Aires y sus zonas aledañas. El alcance territorial del término se expandió
en la medida que se consideró una relación de posesión por parte de la capital virreinal sobre el resto del territorio. La
pertenencia de los sentimientos de “americano” y “provincial” no constituyo una adherencia extraña a un presupuesto
sentimiento “nacional” argentino, sino una forma alternativa del sentimiento público. De las diversas identidades
colectivas que convivieron a final del periodo colonial se distinguirán con mayor claridad tres formas luego de 1810:
identidad americana, urbana o provincial y rioplatense o argentina.
La palabra nación indica tambien de manera indefinida el ámbito espacial real al que se alude con ella. En los primeros
años de la Revolución, nación remite tanto a la nación española como a la nación americana. La expresión nación
argentina fue completamente desconocida al iniciarse el movimiento emancipador. La nación que se concibe hacia 1810
exhibe así un aspecto concreto y territorial, es la reunión de sus componentes; es decir, de los pueblos y provincias
intendenciales. El concepto de nación no remite ni a un pasado histórico ni a un pasado étnico, sino a algo que se
constituye sólo por voluntad de sus asociados. La nación aparece claramente en asociación a Estado, Congreso,
Constitución y forma de gobierno.
En el vocablo pueblos es donde podemos encontrar una de las claves de la cuestión de la identidad política emergente.
Los pueblos fueron ciudades convocadas a participar por medio de sus cabildos en la Primera Junta. Estos pueblos luego
fueron convertidos en soberanías de ciudad, protagonizando gran parte de los acontecimientos políticos de la década.
La ciudad tuvo dentro del ordenamiento jurídico-político colonial un rol particular, siendo concebida como una república,
con su autoridad, jerarquía y ordenamiento sociopolítico especifico, y la calidad de vecino, entendido como individuo
“casado, afincado y arraigado”, la forma de participación en esa comunidad política. Con la caída del poder central en
1820, los pueblos tendieron a constituirse en Estados soberanos bajo la denominación de provincias.
Revolución de mayo de 1810 y la guerra de la independencia
Al disolverse al Junta Central, el virrey en ejercicio pierde si legitimidad y el poder empieza a formar parte de los pueblos.
Las nuevas autoridades siguieron la corriente de invitar a los pueblos del interior a participar de las primeras
deliberaciones de Buenos Aires, en calidad de nuevos titulares legítimos del poder. La circular de la Primera Junta de
gobierno convoco a las ciudades interiores y encargo a sus Cabildos la elección de los diputados.
La afirmación de la de idea de la existencia de una única soberanía, que derivaba de la formulación del pacto de
sociedad, sustento la tendencia a crear un Estado unitario en oposición a los que defendían la existencia de tantas
soberanías como pueblos habia en el Virreinato.
Entre 1810 y 1820 la revolución enfrento dos grandes cuestiones. Una vez iniciada, se confunde con la guerra de
independencia, al punto de constituirse en la tarea primordial de los gobiernos centrales. Al mismo tiempo se desarrolla
sobre la trama de la tendencia centralista de Buenos Aires y las tendencias al autogobierno de las demás ciudades.
Guerra y proceso revolucionario (1810-1820)
El proceso comprendió dos periodos. El primero abarcó 1810 a 1814 y está marcado por los intentos frustrados por parte
de los morenistas de asociar la lucha de la independencia con la construcción de un nuevo orden. El segundo desde 1814
a 1820, se caracterizó por el conservadorismo político del gobierno del Directorio. Durante estas etapas se sucedieron
seis gobiernos revolucionarios: Primera Junta, Junta Provisional Gubernativa o Junta Grande, Junta Conservadora, Primer
Triunvirato, Segundo Triunvirato y Directorio.
La dirección revolucionaria se compuso desde el inicio de jefes de regimientos surgidos de la militarización de 1806-1807
y de miembros de los círculos de discusión conformados al amparo de la crisis monárquica.
La Primera Junta buscó el acatamiento al nuevo régimen convocando para ello a los cabildos de las ciudades interiores a
enviar diputados a Buenos Aires. Esta iniciativa política se acompañó de una militar, al anunciar que a la instalación de la
Junta le seguirían expediciones militares. Por otra parte, en los primeros meses del gobierno de la Primera Junta España
efectúo un bloqueo del puerto de Buenos Aires condujeron a la Junta a tomar medidas a consecuencia de las cuales el
17 de octubre fueron destituidos todos los miembros del Cabildo de Buenos Aires.
Con la incorporación de nuevos delegados más afines a Saavedra que a Moreno, produjo el 18 de diciembre de 1810 el
aplazamiento de la reunión del congreso, que debía establecer la futura forma de gobierno y el alejamiento definitivo de
Moreno.
Marzo de 1812, mientras el Triunvirato gobiernos, llega una nueva forma de organización militar rioplatense con el
desembarco de José de San Martin y Carlos de Alvear, con la idea de servir de manera americana y no solo local, con los
que se creo la Logia Lautaro en Octubre de 1812 (Sociedad Patriótica y los dos militares) que depusieron al gobierno y
constituyeron el Segundo Triunvirato para retomar las ideas morenistas. Asamblea General Constituyente rioplatense en
1813. No se aprueba nada por el creciente temor de una restauración monárquica y por las conflictivas relaciones con la
Banda Oriental.
En mayo de 1816 se convoca a un nuevo congreso que sesionaría en Tucumán visibilizando una política de mayor
atención a los intereses de los pueblos, se denominó Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas de
Sudamérica. En este congreso siguieron las discusiones sobre la monarquía hasta que en julio de 1816 se declara la
independencia de las provincias unidas de Sudamérica de cualquier figura eclesiástica externa a las fronteras del
territorio.
Existió un elemento preconstitucional que fijo provisoriamente las bases para la organización del nuevo Estado, el
Reglamento Provisorio para la Administración y Dirección del Estado, que tuvo considerable transcendencia en todo el
territorio.
El legado de la revolución
La revolución y las guerras trajeron aparejados cambios en la vida económica del ex virreinato, muchos más drásticos
que los producidos por las reformas borbónicas de findes del periodo colonial. Otro cambio notable es el que se vinculo
al poder cada vez mas amplio que la coyuntura guerrera le confirió a las autoridades locales encargadas de canalizar los
recursos humanos y económicos de las zonas rurales.