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Funciones Del Dolor. Verena Schmid

El dolor en el parto fisiológico es una experiencia rítmica e intermitente que juega un papel crucial en la protección de la madre y el bebé, así como en la estimulación hormonal necesaria para el progreso del trabajo de parto. Este dolor también actúa como un catalizador emocional, facilitando la separación de la madre y el bebé y promoviendo un estado de transformación personal y afectiva. A través de la producción de endorfinas, el dolor permite a la mujer experimentar un vínculo profundo con su hijo, esencial para el proceso de maternidad.
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Funciones Del Dolor. Verena Schmid

El dolor en el parto fisiológico es una experiencia rítmica e intermitente que juega un papel crucial en la protección de la madre y el bebé, así como en la estimulación hormonal necesaria para el progreso del trabajo de parto. Este dolor también actúa como un catalizador emocional, facilitando la separación de la madre y el bebé y promoviendo un estado de transformación personal y afectiva. A través de la producción de endorfinas, el dolor permite a la mujer experimentar un vínculo profundo con su hijo, esencial para el proceso de maternidad.
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El significado y las funciones del dolor en el

parto
El parto fisiológico está vinculado a la experiencia del dolor. La razón por la cual el parto
fisiológico está desapareciendo hoy en día, y el por qué le tenemos tanto miedo al dolor, deben
buscarse en el estilo de vida de nuestra sociedad

El ritmo de vida frenético; la presión de ser eficiente en todas las situaciones; la capacidad, el
éxito como único objetivo; la necesidad de satisfacción inmediata de nuestros deseos y
necesidades; la negación al sufrimiento y a la incomodidad, y a los resultados menos que
perfectos: todos estos factores dejan poco espacio para la escucha, los sentimientos y para
asumir una actitud proactiva para enfrentar los problemas y las dificultades.

El rápido desarrollo de la tecnología ha creado una ilusión de bienestar y seguridad, y ha


favorecido una actitud de retirada frente al peligro, debilitando nuestras reacciones de
adaptación. La importancia de las expresiones humanas y las relaciones ha sido descartada,
olvidando que nuestras relaciones con los otros determinan nuestro estado de salud.

Las funciones del dolor

Una de las características principales del trabajo de parto fisiológico es su naturaleza rítmica. El
ritmo está dado por altos y bajos, contracción y expansión, movimientos de aceleración y
desaceleración. Sobre todo, es individual: esto significa que está determinado únicamente por
la personalidad y las experiencias de la mujer que está dando a luz. Es, entonces, altamente
impredecible. El aspecto del nacimiento en el cual la naturaleza del ritmo está mejor
representada es el dolor. El dolor en el trabajo de parto es intermitente. Vale la pena tomarse
un minuto para considerar el significado de este concepto en la fisiología, ya que en la
intermitencia yace uno de los más grandes secretos del trabajo de parto fisiológico.

Funciones físicas del dolor

El dolor como un guía a través del nacimiento y como un protector de la madre y el bebé.

La función fisiológica del dolor es proteger el cuerpo, enviándole señales de alarma para
advertirle de cualquier agresión, como un modo de poder actuar para protegernos del peligro.
Por lo tanto, la acción es el punto clave.

La respuesta fisiológica más importante al dolor del parto es, como veremos, el movimiento. La
libertad de movimiento le permite a la mujer asumir instintivamente las posiciones más
analgésicas, aquellas donde la resistencia y la compresión son reducidas. De esta manera, la
mujer se protege a sí misma de los daños a su pelvis, su cuello uterino y su periné, mientras que,
al mismo tiempo, protege al bebé de posiciones poco convenientes que pueden causar excesiva
presión en su cabeza. Actuando de esta forma, la mujer puede reducir los niveles de stress de
su bebé, así como también su propio dolor.

El dolor como estimulador endócrino

La oxitocina necesaria para comenzar el trabajo de parto es producida primero por el bebé, y
luego es producida también por la madre, siguiendo los cambios hormonales placentarios y
fetales (Nathanielsz 1992). Para que el trabajo entre en su fase más activa, caracterizada por
contracciones largas y poderosas, el cuerpo necesita una estimulación regular, la que el
proporcional a la constate y elevada producción de oxitocina.

Esa estimulación regular está dada por el dolor intermitente. El dolor crea momentáneamente
un pico de stress agudo en el organismo de la mujer. Su cuerpo reacciona incrementando la
producción de catecolaminas, las cuales, si se producen en picos, provocan una respuesta
oxitócica paradojal, estimulando al mismo tiempo la producción de endorfinas. Este proceso da
comienzo a un incremento gradual de las contracciones, junto con un aumento progresivo de la
tolerancia al dolor.

Cuando las catecolaminas, por otro lado, son producidas en forma constante (no
intermitentemente) inhiben la producción de oxitocina y de endorfinas. Esto puede enlentecer
el trabajo de parto.

La completa relajación entre contracciones le permite a la mujer volver a entrar


momentáneamente a un estado libre de estres, de profunda calma. Este estado facilita la
activación del sistema parasimpático y le permite al organismo de la mujer prepararse para otro
pico de catecolaminas, con la subsecuente producción de oxitocina. La oxitocina estimula la
prolactina, la que tiene un rol importante en la protección del metabolismo del bebé durante el
trabajo de parto y lo ayuda en la transición hacia la vida extra uterina. La prolactina también
estimula a las endorfinas. Así, la mujer tiene cuatro fuentes de endorfinas (analgésicos
endógenos): catecolaminas, oxitocina, prolactina y el sistema nervioso parasimpático; todos
interactúan con el organismo de la mujer durante los espacios de tiempo entre las
contracciones. Como las endorfinas frenan las contracciones, son responsables del ritmo del
trabajo de parto. La cooperación armónica de los dos sistemas autónomos es particularmente
importante en el nacimiento.

El dolor es estimulador endócrino de la producción de endorfina. La función de éstas no es sólo


la reducción del dolor, sino también la inducción, en la segunda parte de la dilatación, de un
estado de conciencia alterado, similar al estado hipnótico. Este estado facilita la inhibición de la
parte cortical-racional del cerebro, permitiendo que las funciones del sistema nervioso
autónomo tomen el mando. Además, le permiten a la mujer abandonar completamente su ego,
y sus propios límites, conduciéndola hacia la completa dilatación y apertura, habilitándola a
dejar ir a su bebé y a darle la bienvenida fuera de ella con alegría. En los momentos culminantes
del parto, cuando el bebé está afuera y la estimulación del dolor cesa, los niveles de endorfinas
son tan altos en el cuerpo de la mujer, que experimentará intensos y placenteros sentimientos
de éxtasis, con los que le dará la bienvenida al bebé y comenzará su experiencia de maternidad.

A las endorfinas también se les atribuyen las características de apego y dependencia. El apego
es la tierra en la que el niño puede echar raíces, crecer y vivir. El nacimiento fisiológico sienta,
de esta manera, la base para el crecimiento y la vida del bebé.

Las funciones psicológicas del dolor

El dolor como la expresión del dolor psicológico de la separación: Una de las tareas
emocionalmente más desafiantes de dar a luz, para la madre, es la necesidad de separarse de
su bebé. El bebé es percibido por la mujer al mismo tiempo como un individuo, y como parte de
ella. Separarse de una parte de uno, o de alguien muy cercano es siempre un proceso difícil y
doloroso, que frecuentemente se produce contra nuestra voluntad, sin elección.
En el nacimiento, esta separación es deseada en parte, y en parte, temida. El desconocimiento
del bebé “real” contribuye con estos sentimientos mezclados. Cuanto menos se familiarice la
madre con su bebé aún no nacido durante el embarazo, más difícil se volverá el proceso de
separación.

En este contexto, el dolor tiene una doble función. Por un lado, empuja a la mujer hacia una
separación necesaria, no dejando lugar a la duda. Dado que muchas mujeres probablemente
nunca emprenderían este proceso de la separación voluntariamente, el dolor las ayuda a
reconocer la inevitable necesidad de dar a luz, concentrando toda su atención en las partes de
su cuerpo más involucradas en el proceso. Por otra parte, el dolor fisiológico se transforma en
una expresión del dolor emocional de la separación. El dolor intermitente, el ritmo del trabajo
de parto con sus aceleraciones y enlentecimientos marcan el tiempo. En procesos de separación,
el tiempo es importante e individual.

El dolor como un elemento de transformación personal: Enfrentar un gran dolor físico y


psicológico crea miedo y ansiedad. Soportarlo por tantas horas representa un enorme desafía
para la fuerza individual de la mujer. Este proceso induce en la mujer, una crisis existencial real,
donde todos sus recursos emocionales son movilizados. Al mismo tiempo, viejas cuestiones,
enterradas en el subconsciente, pueden repentinamente emerger nuevamente.

Así como le brinda a la mujer la oportunidad de descargar viejas experiencias psicológicamente


dolorosas, esta crisis la empuja a sus límites extremos, al punto en que ella está segura de haber
agotado todos sus recursos internos. Este momento, se corresponde usualmente con “la
rendición”, cuando la mujer afirma “no puedo más”. A pesar de todo es exactamente en ese
momento que la mujer se vuelve finalmente capaz de abandonarse a las fuertes energías que
recorren su cuerpo. Rendirse, en este caso, se traduce en ir más allá de los límites personales:
representa el último paso hacia el progreso del trabajo de parto y el parto, mientras que al
mismo tiempo activa nuevos recursos en la mujer. Su fuerza personal es incrementada como
resultado de esta experiencia, su estatus personal y social cambió para siempre. Esta mayor
fuerza personal elevará su autoestima y equipará a la mujer con los atributos necesarios para
ser madre y una guía para su hijo.

Las funciones energéticas del dolor

El dolor como estimulador sexual: De acuerdo con Reich (1942), la capacidad orgiástica es la
capacidad de abandonarse al flujo de energías biológicas, y de ser capaz de descargar la tensión
acumulada a través de contracciones rítmicas involuntarias. Una de las grandes fortalezas del
nacimiento es que es una poderosa expresión de energía sexual femenina.

Una mujer que da a luz usando todo su poder sexual, saldrá de la experiencia como una mujer
más fuerte en todo sentido: su “poder orgiástico” será particularmente incrementado. El
mediador de esta experiencia orgiástica durante el nacimiento es, de nuevo, el dolor
intermitente.

Al mismo tiempo, las endorfinas, cuya producción es inducida por el dolor, ayudan a la mujer a
“fluir con el flujo de las energías biológicas”, favoreciendo una relajación más profunda en los
intervalos entre contracciones.

Cuando la tensión inducida por las contracciones alcanza cierto nivel, la mujer se prepara para
descargarla a través de más contracciones involuntarias, que sacuden todo su cuerpo al
principio, y en el pico de las contracciones se concentran en los músculos perineales. La presión
de la cabeza fetal sobre el periné es una señal para que la mujer empiece a descargar las
tensiones acumuladas, a través de contracciones más fuertes, involuntarias y peristálticas del
periné y de largas expiraciones, que continuarán hasta que el parto real tenga lugar.

Después del nacimiento, toda la energía que había sido concentrada en la zona genital es re-
dirigida a todo el cuerpo, provocando un sentimiento de gratificación y bienestar en la madre.
Estas sensaciones, a su vez, se van rápido para dar lugar a sentimientos de ternura y gratitud,
los que serán dirigidos a dar la bienvenida al bebé en las primeras horas luego del parto.

Las funciones afectivas del dolor

Los altos niveles de endorfinas producidos durante el trabajo de parto y la profunda experiencia
emocional inducida por el dolor estimulan fuertemente el sistema límbico del cerebro primitivo,
el cual es responsable de las funciones afectivas del cerebro. De esta manera, las endorfinas,
inducen en la mujer un “estado sensible” para el nacimiento de su bebé. Gracias a este proceso,
la mujer será capaz de dar la bienvenida a su bebé desde su parte profunda, inconsciente e
instintiva. Esta clase de vínculo está establecida al nivel más íntimo de la psiquis de la madre y
el bebé. Es instintiva, biológica e indisoluble. Esta clase de vínculo no es posible en nacimientos
con analgesia.

Este “estado sensible” es muy similar a estar enamorado. La naturaleza, de hecho, ha


programado a la mujer para enamorarse de su hijo, con el objetivo de asegurar el proceso de
apego haciéndolo disfrutable.

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