La familia de Belgrano
En los tiempos de la colonia, los Belgrano eran una de las familias más ricas de la
élite porteña. Su fortuna provenía de los negocios de Don Domingo Belgrano y Peri,
que era italiano, pero se había naturalizado español y fue autorizado a ejercer el
comercio monopolista. Como muchos otros comerciantes europeos, el padre de
Belgrano se casó con una joven criolla, Doña María Josefa González Casero que tenía
15 años al momento de casarse. Estos matrimonios eran habituales porque para los
extranjeros representaban una forma de establecerse y entrar en relación con la
población local. Los Belgrano tuvieron trece hijos, y todos ellos nacieron en la casa en
que vivía la familia.
La Autobiografía que escribió Manuel Belgrano permite conocer muchos aspectos de
su vida. Allí cuenta que nació en Buenos Aires en 1770, que su padre era un
comerciante próspero que hizo fortuna vendiendo plata, cueros de vaca, lanas,
azúcar, yerba, vinos, telas y otros productos no sólo en Buenos Aires sino en todo el
Virreinato del Río de la Plata. También se dedicaba a comprar y vender esclavos, que
en esa época era un comercio legal y se practicaba en distintos lugares del mundo,
aunque ya había algunas personas que se oponían a la esclavitud. En las colonias
americanas, la mayoría de los grandes comerciantes monopolistas vendía esclavos.
La riqueza de los Belgrano les permitió vivir muy cómodamente y sostener los
estudios de sus hijos varones en los lugares más prestigiosos. En la época colonial el
padre era la autoridad familiar y tomaba todas las decisiones: con quién se casarían
las hijas y los hijos, y a qué se debía dedicar cada uno. Se consideraba que un buen
padre de familia era el que lograba aumentar el patrimonio y la riqueza familiar con
las decisiones que tomaba. Don Domingo Belgrano, como la mayoría de los padres de
familia de la élite porteña, casó a sus cinco hijas mujeres con comerciantes y, de los
hijos varones, uno fue sacerdote, dos fueron militares, tres ocuparon cargos en la
administración colonial y sólo dos se dedicaron al comercio. También decidió que
Manuel y Francisco estudiaran comercio en España. Pero Manuel tenía una vocación
muy fuerte por el derecho y estudió Leyes, contra los deseos de su padre, en las
universidades de Salamanca y Valladolid. Más tarde, su decisión política y los
acontecimientos de la Revolución lo llevarían a dejar de lado su profesión de abogado
para desempeñar el rol de General en los ejércitos revolucionarios.
En esa época las familias incluían a muchas personas y, además de los matrimonios
y sus hijos, estaban integradas por una extensa red de parientes y también por
personas sin lazo sanguíneo como los criados y los esclavos. Todos le debían
obediencia y respeto al padre de familia, entre otras razones, porque las faltas
cometidas por cualquier miembro de una familia “manchaban” la reputación de todos.
La niñez de Belgrano tiene algunas características comunes con la de otros niños de
la época, como por ejemplo nacer (y también morir) en la propia vivienda porque no
había hospitales ni sanatorios, también era común tener muchos hermanos. En otros
aspectos su niñez se parece a la de otros chicos de las familias más adineradas: el
padre comerciante español y la madre criolla casada a muy corta edad, las
comodidades, los sirvientes y esclavos domésticos, la posibilidad de recibir la mejor
educación y de dejar por escrito sus memorias.