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Oferta y Aceptación

La oferta de contratar es una manifestación de voluntad que requiere ser precisa y puede ser revocada antes de la aceptación. Se clasifica en oferta a persona determinada y oferta general, así como en oferta expresa y tácita. La aceptación, que puede ser expresa o tácita, es la manifestación de voluntad del destinatario para celebrar el contrato, y el silencio generalmente no se considera aceptación, salvo en excepciones específicas.

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Oferta y Aceptación

La oferta de contratar es una manifestación de voluntad que requiere ser precisa y puede ser revocada antes de la aceptación. Se clasifica en oferta a persona determinada y oferta general, así como en oferta expresa y tácita. La aceptación, que puede ser expresa o tácita, es la manifestación de voluntad del destinatario para celebrar el contrato, y el silencio generalmente no se considera aceptación, salvo en excepciones específicas.

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3. Oferta y aceptación.

La oferta de contratar es una manifestación de voluntad que


tiene por objeto la propuesta de concluir un contrato en las condiciones que el
oferente establece con precisión . En consecuencia, para que haya oferta de contratar
se requieren tres elementos. En primer lugar, la oferta es una propuesta; en segundo
lugar, la oferta supone una manifestación de voluntad, y por último, la oferta solo
existe si se precisan las condiciones en que se podrá celebrar el contrato 1. (El
subrayado es de JP). La oferta debe diferenciarse del contrato, la iniciativa de
contrato, la negociación y la promesa unilateral. De acuerdo con Larroumet, la
oferta se diferencia del contrato en que la oferta es revocable: El oferente
puede revocar su propuesta de contrato si todavía el destinarlo no ha dado su
aceptación, pero no ocurre lo mismo con el contrato. El Art.1134 del Código
Civil dispone que el contrato sólo puede revocarse si es por mutuo acuerdo o
por las causas establecidas en los reglamentos. La oferta se diferencia de la
iniciativa de contrato en que la primera tiene todos los elementos que permiten
que el contrato se perfeccione desde el momento de la aceptación por el
beneficiario, mientras que la iniciativa de contrato es sólo una invitación a
contratar y su aceptación no constituye ningún acuerdo de voluntad ni
compromiso alguno. Un ejemplo de invitación a contratar es el clásico SE
VENDE, SE ALQJILA. Este tipo de anuncios no constituye propiamente una
oferta, porque no contiene los elementos que permitirían la conclusión del
contrato en caso de aceptación. Por su parte, la negociación se diferencia de la
oferta en que la primera es una contraoferta. Habrá contrato a partir del
momento en que cesen los regateos de las partes. Finalmente, la oferta y la
promesa unilateral se diferencian en que la oferta es una simple propuesta para
la celebración de un contrato, en cambio, la promesa unilateral es en sí, un
contrato, un acuerdo de voluntades, en el cual el único obligado es el
promitente, y el beneficiario, el acreedor de una opción. La oferta puede
revocarse dentro de ciertos límites (infra 3.3), pero la promesa unilateral no; el
promitente está obligado y no puede arrepentirse.

1
Christian Larroumet: Teoría General del Contrato, vol. I Tomo I, p. 184 y s, Ed. 1993 Temis Santa Fe, Bogotá,
Colombia.
3.1. Clasificación de la oferta. La oferta puede clasificarse según el
destinatario a quien se dirige, en oferta a persona determinada y oferta general
o al público l(a que se .hace a todo el mundo); y atendiendo a la forma, en
oferta expresa y en oferta tácita. “Es expresa cuando se manifiesta mediante
un escrito, o con la palabra o hasta con un ademán (por ejemplo, llamar un taxi
que circula por la calle). La oferta expresa no es susceptible de interpretación,
pues resulta expresamente de la manifestación de la voluntad de proponer la
celebración de un contrato. Por el contrario; la oferta tácita es el resultado de
una interpretación de la voluntad, en el sentido de que se deduce del
comportamiento de la persona, siempre que no sea equivoco; pues se reputa
que esa persona hizo una oferta de contrato, con base en el comportamiento
que adoptó. Tal es el caso de la tácita reconducción de un contrato de
ejecución sucesiva. Pero hay otros ejemplos de ofertas tácitas: por ejemplo, el
hecho de presentar productos en un sitio donde se acostumbre adquirirlos,
como un almacén”2 Exhibir mercancía en una vitrina.

3.1.1. Oferta, solicitud y pedido: La oferta no siempre proviene por ejemplo


del vendedor. Hay oferta de vender como hay oferta de comprar. Tanto la
jurisprudencia como la doctrina aceptan sin discusión que la solicitud de una
póliza de seguro, y cualquier solicitud de un servicio, son ofertas, lo mismo que
el pedido que hace un comerciante a un almacenista o a un suplidor en el que
le solicita el envìo de mercancìa o productos. El pedido no es un contrato sino
una simple oferta de compra. El suplidor no está obligado por el pedido ni el
asegurador por la solicitud de póliza.

3.2. Efectos de la oferta. Su caducidad Toda oferta tiene como efecto la


obligación del ofertante de mantener su propuesta durante el plazo dado para
la aceptación, o por lo menos, durante un tiempo razonable, si se hizo sin un
término fijo. Esto significa que durante ese período el policitante no puede
retirar su propuesta, y si lo hace podría comprometer su responsabilidad civil in
contrahendo que no es una responsabilidad civil contractual, sino aquiliniana o
delictual. Existen tres modos de extinción de la oferta: la revocación, el
vencimiento del plazo y la caducidad. La caducidad de la oferta puede
2
Larroumet, ob, cit. Pág. 192
sobrevenir del vencimiento del plazo otorgado al destinario, de la incapacidad
y de la muerte del oferente, si ocurren antes de la aceptación. Sin embargo, el
Dr. Jorge A. Subero Isa (2007.P.. 134) no comparte la opinión de que la
muerte del oferente ocurrida dentro del plazo concedido al destinario produzca
la caducidad de la oferta. De su planteamiento se deduce que si el detinatario
acepta la oferta luego de la muerte del policitante, pero dentro del plazo que se
le otorgó, el contrato se perfecciona entre él y los sucesores del oferente.
Cabe señalar que la posición doctrinal del Magistrado Subero Isa choca con el
punto de vista, que al decir del Christian Larroumet, tiene la casi totalidad de la
doctrina y la jurisprudencia francesa.
Por su parte, la jurisprudencia dominicana, según Subero Isa, ha decidido que
el oferente puede revocar la oferta aún después de haber sido aceptada, si la
aceptación no ha sido del conocimiento del oferente3

3.3. De la aceptación. La aceptación es la manifestación de la voluntad del


destinatario de la oferta en virtud de la cual éste consiente en la celebración del
contrato.
Desde el momento en que la oferta de contrato debe ser suficientemente
precisa para que el contrato quede formado por la simple aceptación del
destinatario, sin que sea necesario abrir una fase de negociación , el contrato
quedará concluido por esta simple aceptación (…), pero a condición de que la
oferta no haya caducado antes de la manifestación de tal aceptación” 4. La
aceptación, lo mismo que la oferta, es expresa o es tácita. La aceptación es
expresa cuando se manifiesta por escrito u oralmente. Según el profesor
Larroumet, (ob ci pág. 199) hay otras manifestaciones expresas de aceptación
distintas del escrito.. Este autor sostiene que constituye una aceptación
expresa cualquier exteriorización de la voluntad que no necesita ser
interpretada para que se considere que ha habido aceptación de la oferta. En
síntesis, la aceptación expresa resulta de un escrito, de la expresión verbal y
hasta de “un ademán como por ejemplo, levantar la mano en una venta en
pública subasta”.

3
Ob.Cit. P.136
4
Cfr Larroumet, p, 196
La aceptación tácita coniste en un comportamiento que de manera inequívoca
se puede interpretar como la manifetación de la voluntad en pro de contratar.
Dice Larroumet que la aceptación tácita se infiere de un comportamiento.
Ejemplo de aceptación tácita: hacer lo que se pide en la oferta. Usted, no ha
declarado que acepta el mandato, pero lo ejecuta, o no llama al taxista, pero
abre la puerta y entra al taxi que está de turno, o bien, introduce una moneda
en una máquina de venta de refresco. El profesor Larroumet parece ser de
opinión que lo que diferencia la aceptación expresa de la tácita, es que la
primera no es susceptible de interpretación, mientras que la aceptación tácita
resulta de un comportamiento que supone una interpretación que induce a ser
considera como si tuviera ese significado. Sostiene este tratadista que a
diferencia de la aceptación expresa, la aceptación tácita, no se impone por sí
misma. Larroumet afirma que de una manera general, la aceptación tácita se
podrá admitir con base en un comportamiento que permita suponerla. Según
él, si una persona se instala en el inmueble que otra se proponía arrendarle, de
ello se deduce una aceptación del contrato de arrendamiento, de la misma
manera que de aquel a quien se le ha enviado una orden de pedido, se reputa
que acepta concluir el contrato si atiende ese pedido, procediendo al envío de
lo solicitado, o de aquel a quien se envía una factura, se reputa que acepta el
precio que figura en ella, si no protesta y conserva dicha factura durante varios
meses.
Por su lado, el Dr. William C. Headrick5, ofrece varios ejemplos de aceptación
tácita:
a) Al recibir el ofrecimiento, el destinatario sencillamente cumple lo que se le
propuso, sin declarar previamente que aceptaba el ofrecimiento. Su
cumplimiento da a entender que acepta el ofrecimiento.
b) Una persona que hace sus compras en un supermercado ofrece comprar lo
que tiene en su carrito; la aceptación tiene lugar cuando la empleada registra el
producto en su caja. Su aceptación es tácita, sin el uso de palabras.
c) Cuando una persona hace un pedido por catálogo, la empresa emisora del
catálogo no envía una comunicación declarando que acepta el pedido, sino que
envía la mercancía solicitada, aceptando tácitamente el pedido al cumplirlo.

5
Ob. cit. Pág.23-24
De acuerdo con este autor, la aceptación tácita se produce también cuando
una persona se da cuenta de que otra se apresta a rendirle un servicio y no
hace nada para impedirlo. Es el caso, según Headrick, de la doméstica que sin
estar autorizada por el dueño de la casa, llama al plomero. Éste acude y hace
su trabajo, estando el dueño presente en la casa y consciente de la actividad
del plomero. El dueño de la casa acepta tácitamente el servicio y no puede
negarse a pagar la cuenta del plomero so pretexto de que no había aceptado
su ofrecimiento de servicio.
Según Headrick en la jurisprudencia francesa aparece un caso claro de
aceptación tácita: Una compañía de seguros canceló una póliza por falta de
pago de la prima. Posteriormente el cliente envió un cheque por el valor de la
prima, y la compañía cobró ese cheque. Al producirse después el siniestro
asegurado, se condenó a la compañía al pago de la indemnización, porque al
cobrar el cheque había accedido tácitamente a renovar la póliza. (RTD
civ.1992.559). El citado autor también menciona una sentencia dominicana en
la que aparece otro caso de aceptación tácita. Dice él que la Suprema Corte
declaró que el contrato de transporte se establece desde el momento en que el
pasajero paga y el transportista recibe el pago (B. J.1089.46, agosto de 2001).
La recepción del pago por el transportista es su aceptación. Sin embargo, el
autor de este trabajo, en torno a este aspecto, entiende que a Suprema Corte
de Justicia yerra en su apreciación: realmente el contrato de transporte de
personas se forma desde que el pasajero ingresa al vehículo sin que el chofer
haga ninguna oposición. No es necesario el pago del transporte para que el
contrato se forme. El pago es sólo el cumplimiento del contrato.

3.3.1. Aceptación tácita y silencio. ¿Hay aceptación cuando se guarda


silencio frente a una oferta? No. El silencio no constituye aceptación más que
excepcionalmente. El profesor Subero (cfr ob. cit. pág.40) enumera los
diferentes casos en los que en doctrina y jurisprudencia se acepta que el
silencio equivale a la aceptación de la oferta. Estos casos son:
a) En el caso de la tácita reconducción del arrendamiento a que se refiere el
Art. 1759 del Código Civil. (Es bueno aclarar que el ejemplo del profesor
Subero es aplicable no sólo al arrendamiento, sino a todos los contratos de
ejecución sucesiva).
b) Cuando las partes insertan en el contrato una cláusula en la cual hacen
constar que el silencio equivaldrá a aceptación.
c) Cuando la oferta se hace en interés exclusivo del destinatario, y éste no
tiene ninguna razón para rechazarla.
d) Cuando las partes mantienen relaciones de negocios y éstos son de tal
naturaleza que justifiquen la presunción de aceptación derivada del silencio.
En relación con esta última situación es bueno citar lo que al respecto dice el
profesor francés, Christian Larroumet6, para quien, esto ocurre en primer lugar,
cuando hay una costumbre profesional, especialmente entre los comerciantes,
en virtud de la cual el destinatario de una oferta de contrato no está obligado a
responder positivamente para que el contrato quede concluido.
En segundo lugar, el silencio equivale también a la aceptación cuando en virtud
de las relaciones que existen entre dos personas, no hay lugar a exigir que el
destinatario de la oferta responda positivamente antes que se ejecute el
contrato. Por ejemplo, si un proveedor tiene la costumbre de atender los
pedidos de su cliente sin responder de antemano que acepta hacerlo, él no
podrá prevalerse de su silencio, cuando no haya atendido un pedido, para
hacer admitir que no aceptó la conclusión del contrato. (La cita y las cursivas
son de José de Paula).

3.3.2. Concordancia entre aceptación y oferta. Tanto la doctrina como la


jurisprudencia están de acuerdo en que el contrato se perfecciona desde que
la oferta es aceptada por el destinatario. Refriéndose a este punto, el maestro
Christian Larroumet7, dice: “La formación del contrato no se producirá sino
cuando el acuerdo de voluntades sobre los elementos del contrato se haya
efectuado. En efecto, no podrá considerase que se ha formado el contrato si no
hay concordancia entre el objeto de la aceptación y el de la oferta, por la
sencilla razón de que la falta de concordancia impide el acuerdo de voluntades

(…) Cuando la aceptación es pura y simple y no ha habido contrapropuesta de


parte del destinatario de la oferta, el contenido de la aceptación no presenta
dificultad alguna y la aceptación se refiere a los elementos del contrato que

6
Ob. cit. Páginas 201-202
7
Ob. Cit. Pág. 197
fueron indicados por el oferente. Pero cuando el contrato ha sido negociado,
pueden surgir dificultades que tengan que ver con alguna duda sobre si ha
ocurrido el acuerdo definitivo de voluntades, ya que una de las partes en la
negociación pretende que el contrato quedó concluido, mientras la otra
sostiene que no ha sido así8.
Ante tal situación, (sostiene el Prof. Larroumet) corresponde al juez investigar
en el caso concreto que se le ha sometido y a la luz de las pruebas aportadas
por cada una de las partes, si estas se pusieron de acuerdo sobre lo que
constituye el contenido del contrato.
Ahora bien, el contenido lo determina no solamente lo que pertenece a la
naturaleza misma del contrato (por ejemplo, en una venta se necesita una cosa
vendida y un precio; en un préstamo o mutuo, el monto de la suma prestada, la
duración del préstamo y el monto de los intereses), sino también aquello que
los contratantes hayan considerado como esencial (por ejemplo, la
disponibilidad inmediata de la mercancía vendida, las modalidades de pago del
precio, etc.). No obstante, el desacuerdo de voluntades no se puede
aceptar como valedero para impedir que el contrato se considere
concluido sino cuando recae sobre elementos esenciales del acuerdo en
función de la naturaleza del contrato o de las voluntades de las partes.
(…)9
En el caso en que ese desacuerdo no se refiera sino a elementos accesorios
(por ejemplo, la fecha de entrega de la cosa o la del pago del precio, cuando
aparentemente las partes no hayan hecho de esto una condición esencial de su
acuerdo), conviene considerar el contrato como concluido si ha habido acuerdo
sobre lo esencial10

4. Interés jurídico que presenta determinar el lugar y el momento del


acuerdo de voluntades (de la concordancia entre la oferta y la
aceptación). El lugar y el momento de la formación del contrato tiene un valor
práctico de primer orden. El lugar de la formación del acuerdo de voluntades
determina el tribunal competente y la legislación aplicable en caso de
controversia; también sirve para saber cuál es la moneda del pago. El momento
8
Ídem, loc. cit.
9
ídem
10
ìdem
de la formación de contrato permite coprobar la capacidad de las partes y
precisar la ley vigente. Esto es importante para estar en condiciones de saber
si el contrato se rige por la ley nueva o por la ley vieja. Cuando un contrato se
perfeccionó bajo el imperio de una ley que luego resulta derogada, en virtud del
principio de la no retroatividad de la ley (Art. 110 de la Constitución del 26 de
enero del 2010) ese contrato continúa bajo el imperio de la ley vieja.

4.1. Dificultades que se presentan cuando el contrato se celebra entre


ausentes. Quid de la contratación por correspondencia. Determinar el
lugar y el momento de la formación del contrato cuando las partes no
encuentran presentes, esto es, cuando el contrato se forma por
correpondencia, trae consigo serias dificultades que la doctrina ha intentado
resolver sin ningún resultado satisfactorio hasta el momento. Con esos fines se
han propuesto cuatro sistema: a) El sistema de la declaraciòn de la voluntad,
b) el sistema de la expedición; c) el sistema de la recepción; y, d) el sistema de
la información o conigción.
a) El sistema de la declaración de la voluntad: Según este sistema la
aceptación de la oferta ocurre desde que el destinario redacta el documento
aceptando el ofrecimiento. Al día de hoy, el documento mediante el cual se
acepta la oferta puede ser una carta, un telegrama, un fax o un correo
electrónico.
b).El sistema de la expedición: En este sismtema la aceptación resulta al
instante en que el ofertado entrega la correspondencia a la estafeta de correo.
Hoy día habría que agregar que el contrato se perfecciona desde que el
destinario de la oferta deposita su correspondencia en la estafeta de correo,
envía el correo electroníco o el fax. c) Según el sistema de la recepción, la
aceptación de la oferta se produce cuando el ofertante recibe la
correspondencia, el fax o el correo electrónico. d) En cambio, de acuerdo con el
sistema de la información o de la conigción, el contrato se perfecciona a partir
del momento en que el oferente tiene conocimiento del contenido de la
respuesta que le envía el ofertado con su aceptación. La crítica que se les
formula a estos sistemas es que en todos el momento de la formación del
contrato queda sujeto a la discrecionalidad de las partes: En el sistema de la
declaración de la voluntad, el destinatario, después que redacta su respuesta,
puede romper el documento o no enviarlo; y, en el sistema de la expedición,
podría retirar la correspondencia antes de que sea despachada. En cuanto al
sistema de la recepción y al sistema de la información, puede suceder que el
ofertante alegue no haber recibido la respuesta, o que habiéndola recibido, no
conoce su contenido. ¿Qué es lo aconsejable? Lo aconsejable sería que el
oferente al formular su oferta especifique el lugar y el momento en que se
considera vinculado por la aceptación. ¿Cuál de estos sistemas ha adoptado la
jurisprudencia dominicana? La Suprema Corte de Justicia se adhiere al
sistema de la información o de la conignción. Ha sido criterio de nuestro
máximo tribunal judicial que para la validez de la policitación es necesario que
la aceptación sea conocida por quien hizo la oferta, y éste puede retractarla
aun después de la aceptación, siempre que lo haga antes de ser ésta
conocida11

11
cf. Subero Isa, ob. Cit. Pág. No.136

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