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27 - 25 - 23 - Pastoral Das Vocações Mello

El documento aborda la importancia de la pastoral de vocaciones en el Instituto do Verbo Encarnado, destacando que la abundancia de vocaciones es un don de Dios y una respuesta a las necesidades de la Iglesia. Se describen los diferentes llamados a la vida consagrada, enfatizando la necesidad de discernimiento y la idoneidad de los candidatos, así como el papel de la Iglesia en la confirmación de estas vocaciones. Finalmente, se subraya que el llamado divino es generalmente interior y debe ser seguido con prontitud, guiado por el Espíritu Santo.

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El documento aborda la importancia de la pastoral de vocaciones en el Instituto do Verbo Encarnado, destacando que la abundancia de vocaciones es un don de Dios y una respuesta a las necesidades de la Iglesia. Se describen los diferentes llamados a la vida consagrada, enfatizando la necesidad de discernimiento y la idoneidad de los candidatos, así como el papel de la Iglesia en la confirmación de estas vocaciones. Finalmente, se subraya que el llamado divino es generalmente interior y debe ser seguido con prontitud, guiado por el Espíritu Santo.

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INSTITUTO DO VERBO ENCARNADO

PROVÍNCIA NOSSA SENHORA APARECIDA


SEMINÁRIO MAIOR SÃO JOSÉ DE ANCHIETA
SÃO PAULO - BRASIL

PASTORAL DAS
VOCAÇÕES

AD USUM PRIVATUM.
Última versão: abril de 2019
INTRODUCCIÓN

1. “La abundancia de vocaciones es algo que ha caracterizado a la congregación en los primeros


años de vida. Hemos de ser conscientes de que es un don gratuito de Dios para nuestro Instituto, y, en lo
que nos es dado, tenemos que preguntarnos las razones del beneplácito divino, para responder con
fidelidad. Pensamos que son:
- La urgente necesidad de la Iglesia.
- La fidelidad al carisma fundacional.
- El testimonio y alegría de sacerdotes y seminaristas.
- La predicación de ejercicios.

Estamos ciertos en la fe de que Dios quiere ministros para su Iglesia y quiere seguidores de Cristo
según los consejos evangélicos. El amor de Dios, de la Iglesia y de las almas nos impone el trabajo
apostólico vocacional, en el suscitar, promover, discernir, aconsejar, alentar, acompañar y formar
vocaciones a la vida consagrada y sacerdotal. Por experiencia sabemos que aún en los lugares más difíciles y
humanamente más pobres Dios suscita vocaciones.

Es intrínseca al fin de la Evangelización de la Cultura y al carisma del Instituto la pastoral de las


vocaciones, ya que los Consejos Evangélicos son parte integrante del mensaje de la salvación, y los que los
siguen ponen especialmente de manifiesto la “índole escatológica de la Iglesia” 1, siendo el ornato de la
Esposa de Cristo.

CAPÍTULO 1: Los llamados

Artículo 1: Los llamados de Dios

2. Dentro del plan de Dios, que conduce todas las cosas y especialmente al hombre de
modo libre hacia el fin, hay distintos llamados o vocaciones. “La palabra vocación cualifica muy bien las
relaciones de Dios con cada ser humano en la libertad del amor, porque «cada vida es vocación»” 2.
Tres son los llamados principales, a saber:
- El llamado a ser, a la existencia. Nos es común con todo lo que existe: pájaros, plantas, astros,
flores, peces, estrellas, etc. Este llamado es el paso del no-ser al ser.
- El llamado a la santidad, a la vida eterna. Nos es común con todos los hombres, porque
Dios...quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4). Esta llamada es el
paso del pecado a la gracia.
- El llamado a un estado de vida, por el cual a unos llama al matrimonio y a unos otros a la vida
consagrada. Esta llamada es el paso a una vida de perfección.

2. a. Dice, al respecto, Juan pablo II: “En este armonioso conjunto de dones, se confía a cada
uno de los estados de vida fundamentales la misión de manifestar, en su propia categoría, una u otra de
las dimensiones del único misterio de Cristo” 3.

Artículo 2: Los llamados a la vida consagrada

3. Cinco son hasta ahora, las distintas vocaciones a la vida consagrada 4, a saber:
- Vocación al sacerdocio,

1 CONCILIO VATICANO II, Lumen Gentium, cap. VII.


2 JUAN PABLO II, Mensaje para la 38 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones (2001) 1.
3 JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Vita Consecrata (1996) 32.
4 Cfr. Desarrollo de la pastoral de las vocaciones en las Iglesias particulares Documento conclusivo, II Congreso internacional de

obispos y otros responsables de las vocaciones eclesiásticas (1981) n. 32-36.

1
- Vocación al diaconado permanente,
- Vocación religiosa,
- Vocación misionera y
- Vocación a la secularidad consagrada.

CAPÍTULO 2: El llamado en sí

Artículo 1: Naturaleza de la vocación consagrada

4. Los elementos esenciales de la vocación a la vida consagrada son dos:


1º El llamado de Dios y
2º El llamado de la Iglesia.

Artículo 2: Dios llama

5. Que Dios llama a los hombres a determinada vocación se conoce por innumerables testimonios
de la Sagrada Escritura, como ser, la vocación del Pueblo de Dios, la de Abraham, Moisés, Josué, Samuel,
David, Jeremías, Isaías, Oseas, etc., y en el Nuevo Testamento con las vocaciones de Jesús, de los primeros
discípulos, Leví-Mateo, los doce Apóstoles, el joven rico, San Pablo, de la Virgen María, etc. Él ha dicho:
No sois vosotros los que me habéis elegido, sino yo el que os he elegido a vosotros (Jn 15, 16).

5. a. “Este es el sentido de la vocación a la vida consagrada: una iniciativa enteramente del


Padre (cf. Jn 15, 16), que exige de aquellos que ha elegido la respuesta de una entrega total y exclusiva...
debe responder con la entrega incondicional de su vida, consagrando todo, presente y futuro, en sus
manos... totalidad... equiparable a un holocausto” 5.

6. “Los que sienten en su corazón el deseo de abrazar este estado de perfección y de santidad,
pueden creer, sin duda alguna, que tal deseo viene del cielo, porque es demasiado generoso y está muy por
encima de los sentimientos de la naturaleza”, decía San Juan Bosco 6.

“Él llama continuamente a nuevos discípulos, hombres y mujeres, para comunicarles, mediante
la efusión del Espíritu (cf. Ro 5, 5), el ágape divino, su modo de amar, apremiándolos a servir a los
demás en la entrega humilde de sí mismos, lejos de cualquier cálculo interesado” 7.

Artículo 3: La Iglesia llama

7. “La vocación divina debe recibir confirmación, aceptación y dirección oficial por parte de la
suprema jerarquía, a la que el mismo Dios confía el gobierno de la Iglesia” 8. De modo tal que nadie puede
sentirse llamado definitivamente a pesar de las dotes que lo puedan adornar y de la recta intención, si no lo
llama la Iglesia.

Artículo 4: La idoneidad

8. Hay un tercer elemento que es efecto del llamado de Dios, y, a su vez, es condición para que la
Iglesia llame: es la idoneidad. La idoneidad que el candidato debe tener debe ser triple: Física (y psíquica),
intelectual y moral (que implica tener recta intención) 9. Si no hay idoneidad es señal de que Dios no llama

5 JUAN PABLO II, Vita Consecrata, 17.


6 Obras Fundamentales (Madrid 1974) 644.
7 JUAN PABLO II, Vita Consecrata, 75. El subrayado es nuestro.
8 Cf. Sedes sapientiae, 13.
9 La señal más característica, indispensable de la vocación Sacerdotal es "indudablemente la recta intención, es decir, la

voluntad clara y decidida de consagrarse por entero al servicio del Señor" (PABLO VI, Summi Dei Verbum, 23).

2
y, por tanto, la Iglesia no debe llamar.

Artículo 5: Selección del candidato

9. La autoridad eclesiástica no sólo tiene el derecho sino el deber de utilizar todos los medios
necesarios para conocer la idoneidad del candidato y así poder hacer una rígida selección. Por ello se
preceptúa en el Código de Derecho Canónico que la autoridad correspondiente “ha de certificar que el
candidato posee las cualidades necesarias para recibir el orden, es decir, doctrina recta, piedad sincera,
buenas costumbres y aptitud para ejercer el ministerio; e igualmente, después de la investigación oportuna,
hará constar su estado de salud física y psíquica” 10; se debe probar “de manera positiva la idoneidad del
candidato” 11.
De ahí que sea necesaria mucha prudencia de parte de los superiores en los casos que ofrecen
dudas, y de acuerdo a lo que enseñaba Pío XI, “deben atenerse a la solución más segura, que en semejantes
casos es la mejor para los jóvenes, porque los aleja de un camino que podría conducirlos a la condenación
eterna” 12.

10. Entre nosotros es costumbre hacer selección en el período anterior al ingreso al Noviciado,
siendo el Superior Provincial el responsable de la admisión o no del candidato, y además, el Maestro de
novicios durante el tiempo de Noviciado debe seguir haciendo selección. Antes de la admisión a las
sagradas órdenes debe hacerse rigurosa m selección y si los Superiores tienen tan sólo alguna duda
positiva o, incluso, desconocimiento del candidato, hay que decirle que no se lo ve con vocación para
nuestro Instituto. Luego, debe hacerse selección con ocasión de los informes para las órdenes, en especial,
para el diaconado y el presbiterado.

Artículo 6: El Concilio Vaticano II enseña

11. En los Decretos del Concilio Vaticano II sobre los Presbíteros y sobre la Formación sacerdotal
se recuerda esta enseñanza: “El Pastor y Obispo de nuestras almas de tal manera constituyó a su Iglesia,
que el pueblo que adquirió con su sangre hubiera de tener siempre y hasta el fin del mundo sus sacerdotes.
Reconociendo esta voluntad de Cristo, los Apóstoles por sugestión del Espíritu Santo, creyeron deber suyo
escoger ministros que fueran idóneos para enseñar también a otros (2 Tim 2,2) ... Así pues, primeramente
pongan los presbíteros empeño sumo en poner ante los ojos de los fieles por el ministerio de la palabra y
por el propio testimonio de su vida, la excelencia y necesidad del sacerdocio y a aquellos jóvenes o adultos,
a quienes juzgaren idóneos para tan gran ministerio, ayúdenlos sin miramiento a cuidados ni sacrificios de
ningún género, a que se preparen debidamente” 13. “El deber de fomentar las vocaciones afecta a toda la
vida cristiana... la divina providencia encomienda a los legítimos ministros de la Iglesia el que, una vez
comprobada la idoneidad, llamen a los candidatos que piden tan alto ministerio, con intención recta y plena
libertad, y, una vez bien conocidos, los consagren con el sello del Espíritu Santo, para el culto de Dios y
servicio de la Iglesia” 14.

CAPÍTULO 3: ¿Cómo llama Dios?

12. El llamado de Dios ordinariamente es interior. Es Dios quien desde dentro inspira a las almas
el deseo de abrazar un estado tan alto y excelso como es el de la vida consagrada. Podemos reconocer dos
pasos.

Artículo 1: Dios nos hace conocer el bien del estado religioso

10 CIC. c. 1051 § 1.
11 CIC. c. 1052 § 1.
12 Ad Catholici Sacerdotii, 6. Cf. 1 Tim 5, 22.
13 Presbiterorum Ordinis, 11.
14 Optatam Totius, 2.

3
13. Hay quienes dicen que para que haya auténtica vocación es necesario ser llamados directamente
por la voz del Señor de modo extraordinario como cuando llamó a Pedro o Andrés, y entonces ahí sí no
hay que demorar e ingresar de inmediato. Pero cuando el hombre es llamado sólo interiormente, entonces
sí que es necesaria una larga deliberación y el consejo de muchos para conocer si el llamado procede
realmente de una inspiración divina.
A estos les decimos con Santo Tomás: “Réplica llena de errores” 15. El deseo interior y
desinteresado de abrazar el estado religioso es auténtico llamado divino, por ser un deseo que supera la
naturaleza, y debe ser seguido al instante; hoy como ayer son válidas las palabras de Jesús en la Escritura. El
consejo si quieres ser perfecto ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres (Mt 19, 21) lo dirigía Cristo a todos los
hombres de cualquier tiempo y lugar: cualquiera que haya dejado casa o hermanos... por causa de mi nombre,
recibirá cien veces más y poseerá la vida eterna. Y así todos, aún hoy, deben recibir este consejo como si lo oyesen
de los mismos labios del Señor. Y quien por éste se determine puede pensar lícitamente que ha recibido la
auténtica vocación religiosa. “Habiendo oído -dice a este propósito San Jerónimo- la sentencia del Salvador
si quieres ser perfecto, ve vende todo lo que tienes y dalo a los pobres y luego ven y sígueme: traduce en obras estas palabras
y siguiendo desnudo la Cruz desnuda subirás con más prontitud la escala de Jacob” 16.
Este consejo que Cristo dio, es un consejo divino para todos. Lo que a vosotros digo a todos lo digo (Mc
13, 37) dijo a la multitud, porque todas las cosas que han sido escritas, para nuestra enseñanza han sido escritas (Ro 15,
4). Es un error pensar que estas cosas sólo tuvieron valor en su época17. “Si todas estas cosas se hubiesen
predicado sólo para los contemporáneos, nunca se hubiesen escrito. Por eso fueron predicadas para ellos y
escritas para nosotros” 18.

Artículo 2: Dios nos incita a abrazar ese bien por un llamado interior

14. El modo ordinario como Dios suscita las vocaciones es interior, por las divinas insinuaciones
del Espíritu Santo al alma. Modo que precede a toda palabra externa ya que el Creador no abre su boca
para enseñar al hombre sin haberle hablado antes por la unción del Espíritu” 19. Por tanto el llamado
interior 20 es auténtico llamado de Dios y debe ser obedecido al instante, como si lo oyéramos de la voz del
Señor.
Es característico del llamado divino, impulsar a los hombres a cosas más altas. Por eso nunca el
deseo de vida religiosa, al ser tan excelso y elevado, puede provenir del demonio o de la carne; “muy ajena
cosa a los sentidos de la carne es esta escuela en la que el Padre es escuchado y enseña el camino para llegar
al Hijo. Y eso no lo obra por los oídos de la carne, sino por los del corazón” 21.

15. Tal llamado de Dios es el fundamento mismo sobre el que se apoya todo el edificio pues como
decía Pío XII “la vocación religiosa y sacerdotal, que brilla con excelencia tan sublime y se halla repleta de
tantas distinciones naturales y sobrenaturales (…), no puede tener otro origen sino el Padre de las luces, de
quien viene todo don excelente y toda gracia perfecta (Cf. St 1, 17)” 22.

16. “Debemos obedecer sin vacilar un momento y sin resistir por ningún motivo, las voces
interiores con que el Espíritu Santo mueve al alma” 23, el Señor me abrió el oído y yo no me resistí ni me volví atrás
(Is 50, 5), recordando que todos los que se rigen por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios pues son

15 SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina de los que apartan a los hombres del ingreso a la religión (Buenos Aires

1946) 81.
16 Cit. por SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, cap. 9.; en Opuscula Theologica, t. 2. (Turín 1972) 173.
17 Cf. Hb 12, 5.
18 SAN JUAN CRISÓSTOMO, cit. por SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 81.
19 SAN GREGORIO MAGNO, Homilía sobre Pentecostés, cit. por SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 83.
20 El llamado interior es nombrado "impulso" por Pío XI, Rerum Ecclesiae, 6. "No es raro que (los jóvenes) oigan en su

corazón la misteriosa voz de Dios que los llama a los sagrados misterios" (PÍO XI, Mens nostra, 17).
21 SAN AGUSTÍN, Tratado de la predicación de los santos, cit. por SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 86.
22 Sedes sapientiae, 2.
23 SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 83.

4
los “regidos por el impulso de la gracia” 24. Hay que advertir el consejo de San Pablo proceded según el espíritu
(Ga 5, 25) y ser hombres de principios sobrenaturales que sólo se dejen conducir por el espíritu de
Jesucristo que es el Espíritu Santo, realizando con prontitud su llamado. Que no debamos lamentarnos
como lo hizo San Agustín “convencido ya de la verdad, no tenía nada más absolutamente que responder,
sino unas palabras lánguidas y soñolientas: luego, sí, luego: y el ‘déjame otro poco’ se hacía ya demasiado
largo... yo me avergonzaba mucho porque oía el murmullo de aquellas fruslerías (mundanas y carnales) que
me tenían indeciso” 25.

17. Los que desconfiando irracionalmente del llamado divino alejan una vocación, deben cuidarse
como si se tratase de un gran crimen, pues apartan a un alma del consejo divino; estos tales deben hacerse
eco de la advertencia de San Pablo No apaguéis el Espíritu (1 Tes 5, 19): “Si el Espíritu Santo quiere revelar
algo a alguno en cualquier momento, no impidáis a ese tal hacer lo que siente” 26. Por consiguiente cuando
un hombre es impulsado por inspiración del Espíritu Santo a entrar en religión, no se lo debe detener, sino
que al instante se lo debe alentar y acompañar para que concrete ese impulso. Es totalmente censurable y
deplorable la conducta de quienes retardan una vocación interior, esos tales resisten al Espíritu Santo,
vosotros resistís siempre al Espíritu Santo (Hch 7, 5).

Artículo 3: Cuándo y a quién se ha de consultar sobre la vocación

18. No deben dudar de su vocación aquellos a quienes ha sido inspirado el deseo de entrar en
religión 27. Sólo les cabe pedir consejo en dos casos: uno, con respecto al modo de entrar, y otro, con
respecto a alguna traba especial que les sugiera el tomar el estado religioso. En tales casos, siempre se debe
consultar a hombres prudentes que con juicio sobrenatural (y no movidos por la pasión), puedan ayudar al
discernimiento de la voluntad de Dios. Nunca a los parientes, pues no entran en este caso en la categoría
de amigos, sino más bien en la de enemigos de la vocación, según aquello del profeta Miqueas los enemigos
del hombre son sus familiares (7, 6), frase que cita nuestro Señor en San Mateo (10, 36). Sólo se debe consultar
con un sabio y prudente director o confesor. Ve a tratar de santidad con un hombre sin religión y de justicia con un
injusto... No tomes consejos de éstos sobre tal cosa, sino más bien trata de continuo con el varón piadoso (Qo 38, 12), al cual
se ha de pedir consejo si hubiese en este caso algo que se necesite consultar.

Artículo 4: Adversarios de las vocaciones

19. Si siempre hubo enemigos de las vocaciones a la vida consagrada, con mayor razón los habrá
en estos tiempos de crudo ateísmo, de ateísmo militante y por ser las vocaciones una de las maravillas de
Dios. Hubo dos herejías en este asunto: Una, la de Joviniano (vivió en Roma y murió en el 406) que
equiparaba el matrimonio a la virginidad; otra, la de Vigilancio (vivió en las Galias y murió en el 490) que
equiparaba las riquezas a la pobreza. Ambos tienen este común denominador: apartan a los hombres de lo
espiritual, esclavizándolos a las cosas terrenas. Esto hace el diablo por medio de hombres carnales: impedir
que los hombres sean transformados en vista a la vida eterna.

20. Surgen nuevos Jovinianos y Vigilancios que de mil maneras y con toda astucia alejan a los
hombres de la vida religiosa y de las vocaciones a la vida consagrada. Perverso intento que tiene un
antecedente en la actitud del Faraón que reprendió a Moisés y a Aarón que querían sacar de Egipto al
pueblo elegido: ¿Cómo es que vosotros... distraéis al pueblo de sus tareas? (Ex 5, 4). A lo que comenta Orígenes:
“Hoy también si Moisés y Aarón, es decir, una voz profética y sacerdotal, indujese a un alma al servicio de
24 SAN AGUSTÍN, cit. por SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 84.
25 SAN AGUSTÍN, Conf. VIII 6, cit. por SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 85.
26 Glossa cit. por SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 84.
27 Dice San Juan Bosco: "Me parece un grave error decir que la vocación es difícil de conocer. El Señor nos pone en tales

circunstancias, que nosotros no tenemos más que ir adelante, solamente hay que corresponderle. Es difícil conocerla cuando no
se quiere seguir, cuando se rechazan las primeras inspiraciones. Es ahí donde se embrolla la madeja... Mirad, cuando uno está
indeciso sobre hacerse o no religioso, os digo abiertamente que éste ya tuvo vocación; no la ha seguido inmediatamente y se
encuentra ahora embrollado e indeciso" (R. FIERRO, Biografía y Escritos de San Juan Bosco (Madrid 1967) 557).

5
Dios, a salir del mundo, a renunciar a todo lo que posee, a consagrarse al estudio de la ley de la palabra de
Dios, al punto oiréis decir a los amigos del Faraón que piensan como él: Ved cómo seducen a los hombres
y pervierten a los adolescentes. Estas eran entonces las palabras del Faraón; éstas repiten hoy sus
amigos” 28.

Artículo 5: Características de la respuesta al llamado.

21. Las principales son tres:


Con prontitud,
Con generosidad y,
Con heroísmo.

22. Con prontitud es decir, ejecutando con rapidez lo que Dios quiere, no aplazando la ejecución,
“los cálculos lentos son extraños a la gracia del Espíritu Santo” 29. Hay que responder sin dilación. Ya
enseña la sabiduría popular “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Como dice José María
Pemán en el Divino Impaciente:

“Las grandes resoluciones,


para su mejor acierto,
hay que tomarlas al paso
y hay que cumplirlas al vuelo...

Soy más amigo del viento,


señora, que de la brisa,
y hay que hacer el bien de prisa,
que el mal no pierde un momento”.

La ocasión es como el fierro hay que machacar en caliente.

Los que aplazan constantemente el seguir la llamada de Dios, se encuentran en el lamentable


estado del alma que tan bien describe Lope de Vega:

“¡Cuantas veces el ángel me decía:


Alma asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía,

Y ¡cuantas, oh Hermosura soberana,


mañana le abriremos, respondía,
para lo mismo responder mañana!” 30.

Los santos respondieron con prontitud. Tal el caso de Abraham31, tal el caso de Samuel: Habla
Señor que tu siervo escucha (1 Sam 3, 10). En San Mateo se lee que Pedro y Andrés, no bien fueron llamados
por el Señor al instante dejando las redes le siguieron (4, 29). En su alabanza dice San Juan Crisóstomo: “Estaban
en pleno trabajo; pero al oír al que les mandaba, no se demoraron, no dijeron: Volvamos a casa y
consultémoslo con nuestros amigos, sino que dejando todo lo siguieron... Cristo quiere de nosotros una
obediencia semejante, de modo que no nos demoremos un instante”; con prontitud como Santiago y Juan
que dejando al instante las redes y a su padre en la barca fueron tras Él; como San Mateo que al escuchar el
llamado del Señor se levantó y le siguió (9,9); como San Pablo, instantáneamente... al instante, sin pedir consejo a
hombre alguno (Ga 1, 17); como la Santísima Virgen al conocer la voluntad de Dios: Hágase en mi según tu

28 Cit. por SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 18.


29 SAN AMBROSIO, Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, (Madrid 1966) 96, l. 2, n. 19
30 Rimas Sacras, Soneto XVIII.
31 Cf. Gn 12, 4; 17, 3; 22, 2-3.

6
palabra (Lc 1, 38), dirigiéndose rápidamente (Lc 1, 39) a casa de Isabel.
En el tema de la vocación hay que seguir el consejo de San Jerónimo “te ruego que te des prisa,
antes bien cortes que desates la cuerda que detiene la nave en la playa” 32.

23. Con generosidad, es decir, con perfección dejadas todas las cosas (Lc 5, 11). Y dejadas con
decisión: Ninguno que, después de haber puesto la mano en el arado vuelve los ojos atrás, es apto para el Reino de Dios (Lc
9, 62).
Algunos dicen querer servir al Señor, pero ponen condiciones: Señor, permíteme que antes vaya a dar
sepultura a mi padre. Más Jesús le respondió: Sígueme tú, y deja que los muertos entierren a sus muertos (Mt 8, 21-22).
Dios quiere la entrega total. Quiere nuestro corazón irrestricto e indiviso.

24. El heroísmo es la disposición de los que desean de verdad seguir a Cristo, de modo tal que,
como dice San Pablo, desean morir para estar con Cristo33, y como dice Santo Tomás: “no se echan atrás
delante de las empresas difíciles, pero que conducen a la gloria de Dios y salvación de las almas”.

CAPÍTULO 4: Astutas objeciones

25. Podemos decir que, en general, las dificultades provienen de tres sectores: 1º- De los hombres
mundanos, 2º- de los familiares carnales y, 3º- del propio candidato. Aunque muchas veces las dificultades
se intercambian.

Artículo 1: De los hombres mundanos en general

26. La tentación más grande es pedir consejo a muchos y dejar pasar mucho tiempo, o sea, la
dilación. Muchos aconsejan demorar la decisión de concretar la vocación, como si el mero hecho de
aplazar y demorar por el paso del tiempo fuese a solucionar el problema: “Si los problemas se solucionasen
con sólo dejar pasar el tiempo, no harían falta gobernantes”. Sostiene San Juan Bosco que “quien
encuentra excusa una vez para demorar la vocación, casi seguro que nunca la concretará porque siempre
encontrará nuevas excusas” 34.

27. Son muchos los que quieren sostener este tremendo engaño excusándose falsamente en textos
de la Sagrada Escritura:
- Algunos argumentan con la frase de San Juan que dice no creáis a todo espíritu, mas examinad a los
espíritus si son de Dios (1 Jn 4, 1), queriendo mostrar que conviene dilatar la reflexión hasta el infinito,
pretendiendo tener una certeza metafísica de la vocación.
Hay que examinar siempre y todo lo necesario, pero en materias dubitables las cosas ciertas no
necesitan discusión: “el que pide el ingreso no puede dudar de que su vocación venga de Dios, de quien es
propio conducir al hombre por caminos rectos (Sal 142, 10)” 35. Por eso es triste ver que algunos se apoyen en una
larga y excusante deliberación para no hacer lo que saben Dios les inspira.
En última instancia, es a quienes compete admitir a quienes corresponde discernir, es decir hacer
la “crítica” para ver si el candidato es movido por el espíritu de Dios o si obra por engaño, si es el deseo de
perfección espiritual lo que lo mueve o si solamente -como a veces sucede- es la vanidad de espiar o
intrigar 36.

28. Dicen: Satanás se disfraza de ángel de luz (2 Cor 11, 14) y así embauca a los incautos con apariencia
de bien; por eso es menester deliberar largo tiempo.

32 Cit. por SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae, II-II, 189, 10.
33 Cf. Flp 1, 23.
34 Obras Fundamentales, 645. "Porque el demonio hace cuanto sea posible para que el que tiene vocación difiera su realización,

tendiendo... a abandonar la vocación" (ibidem, 645).


35 SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae, II-II, 189, 10, ad 1.
36 Cf. CIC, cc. 642-645.

7
Es cierto, muchas veces Satanás sugiere “bienes” con intención de engañar, sin embargo hay que
saber que sólo puede engañar a los sentidos corporales, ya que en el centro del alma sólo penetra Dios. El
deseo auténtico e interior de consagrarse a Dios no puede provenir sino del Cielo.
Aún el caso en que el demonio, fingiéndose bueno obrara y hablara como un ángel bueno, no se
caería en un error peligroso o funesto haciéndole caso, cuando se trata de la vocación consagrada. El
ingreso en religión es de suyo una obra buena y propia de ángeles buenos. No hay ningún peligro en seguir
en este caso su consejo. Don Bosco decía que “La vocación religiosa debería abrazarse aunque viniese del
demonio, porque siempre debe seguirse un buen consejo aunque nos venga de un enemigo” 37. Sólo habría
que resistirse en caso de que nos incite a soberbia o a otros vicios.
Hay que advertir que si el diablo -y aún un hombre- sugiere a alguien entrar en religión, “tal
sugestión no tiene eficacia alguna si no es atraído interiormente por Dios” 38. De tal manera que “sea quien
fuese el que sugiere el propósito de entrar en religión, siempre este propósito viene de Dios” 39.

29. Lo que puede tener mal resultado hay que examinarlo pidiendo consejos detenidamente, no se
puede entrar en religión con el peligro de apostatar o llegar a la desesperación.
A este error respondemos con Santo Tomás 40 diciendo que el mal resultado puede provenir de la
cosa misma o del hombre que la realiza.
Si proviene de la cosa, hay que considerar que si el peligro es frecuente, es necesario deliberar; pero
si el peligro sólo existe en contados casos (como sucede con la vocación), no es necesaria una larga
deliberación, sino un poco de cuidado y cautela para no caer en él alguna que otra vez. De lo contrario no
se podría emprender ninguna obra humana: el que al viento mire no sembrará, y el que mira a las nubes no segará
(Qo 11, 4); dice el perezoso, en el camino hay un chacal, un león en la plaza (Prov 26, 13) y la glosa comenta: “Muchos
cuando oyen palabras de exhortación, dicen que sí quieren comenzar el camino de la santidad, pero que no
pueden seguirlo por miedo a Satanás” 41.
Otras veces sucede que la cosa en sí misma es segura, pero tiene malos resultados por razón del
hombre que cambia su propósito. Con todo, el hecho de que algunos, abandonando su propósito
apostaten de la vida religiosa y se hagan peores que antes, no es motivo para echarnos atrás o diferir el
ingreso a la religión con la excusa de una mayor deliberación. De lo contrario, lo mismo habría que decir
acerca del acceso a la fe y a los sacramentos, a estos les dice la Sagrada Escritura: mejor les fuera no haber
conocido el camino, que después de conocido volverse atrás (2 Pe 2, 21). Con la misma razón tampoco deberíamos
hacer obras de justicia porque se lee en el Eclesiástico que quien de la justicia se vuelve al pecado, lo destina Dios a
la perdición (26, 1).

30. Dice el libro de los Hechos de los apóstoles: si la cosa es de Dios no la podréis destruir (5, 39); y así
algunos, abandonando los propósitos al instante, se justifican pensando que el deseo de ser religioso no
necesariamente puede provenir de Dios, porque de hecho en muchos casos la apostasía ha destruido el
propósito de entrar en religión.
Esta objeción lleva escondido el veneno de una malicia herética. De esta cita los albigenses
dedujeron torcidamente que los cuerpos que se corrompen no fueron hechos por Dios y que si alguien
obtiene la gracia o la caridad ya no puede condenarse, proposiciones heréticas suficientemente refutadas y
condenadas. Si así obramos podemos caer en funestos errores; con este mismo criterio podríamos afirmar
que, si el diablo pecó, no fue creado por Dios; si Judas apostató, no fue elegido por Dios; si Simón el Mago
cayó en esta herejía después del Bautismo, no fue obra de Dios el que Felipe lo bautizara; añadamos las
proposiciones de algunos que son semejantes: “si el que entró en religión sale, el propósito primero no
venía de Dios”; o también “el celo de aquellos que lo indujeron a hacerse religioso no era inspirado por
Dios”. Contra éstos dice Santo Tomás: “Los designios de Dios nunca se destruyen, según aquello de Isaías:
Mis resoluciones se sostendrán y todos mis deseos se cumplirán (Is 46, 10)” 42... Dios, en sus designios inmutables,

37 Obras Fundamentales, 644.


38 SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 96.
39 SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 96.
40 SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae, II-II, 189, 10, ad 1.
41 Cit. por SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 97.
42 SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 98.

8
inspira a algunos el propósito de entrar en religión, pero no les concede la gracia de perseverar en ella” 43.

31. Otros finalmente, quieren tener una seguridad fuera de lo común de que en tal estado van a
alcanzar la perfección, ya que si un hombre quiere edificar una torre, antes se sienta y cuenta su fortuna para ver si basta
para pagar los gastos (Lc 14, 28), y bajo este pretexto dilatan su vocación.

No se delibera sobre el hecho de si se desea tener o no la fortuna necesaria, o si edificar la torre o


no; de la misma manera no hay lugar a deliberación acerca de si teniendo el deseo de ingresar en religión
puede ser de Dios o no.
El temor de algunos de no llegar a la perfección entrando en la vida religiosa es irracional y
refutado por el ejemplo de tantos otros. A estos decimos con San Agustín: “confías en ti mismo y por eso
dudas. ¡Arrójate en Su seno! No temas que se aparte y caigas. Arrójate seguro; El te recibirá y te sanará” 44.
En definitiva, son todas falsas excusas, verdaderos engaños del demonio, que hacen que el alma
intente justificarse apoyándose en falacias y en un mal uso de las Sagradas Escrituras.

Artículo 2: De los familiares carnales

32. Mucho daño suelen causar a las almas que desean entrar en religión, el dejarse llevar por las
tentaciones carnales de los propios familiares que, juzgando sin criterio sobrenatural, atienden más a la
sensibilidad propia y al dolor que conlleva el apartarse del hijo o la hija que quiere hacerse religioso, que al
querer de Dios sobre ellos. Pongamos algunos ejemplos:

33. Son sobre todo los padres los que primero empiezan a lamentarse diciendo “me dejará sola, (o
solo)”; “no puede dejarme así”; intentando influir la conducta de sus hijos. Argumento que generalmente
no aplicarían si ese mismo hijo se casara o se fuera a vivir lejos. Tales padres egoístamente, quizás a veces
sin ellos advertirlo, no desean en el fondo el bien y la perfección para sus hijos, pues no dejan que imiten a
los verdaderos seguidores de Nuestro Señor que dejándolo todo lo siguieron (Lc 5, 11). Fue el mismo Cristo
quien aconsejó a un joven que quería dar sepultura a sus padres: deja que los muertos entierren a sus muertos, tu
ven y sígueme (Mt 8, 22). Algunos “padres -decía Don Bosco- prefieren ver a sus hijos condenarse a su lado
antes que salvarse lejos de ellos” 45. Por esto exclama San Bernardo: “¡Oh padre sin entrañas!, ¡Oh Madre
cruel!, cuyo consuelo es la muerte del hijo; que prefieren verlos perecer con ellos antes que reinar sin
ellos” 46.
Se deben descartar las consultas a los parientes. A esto se refiere San Jerónimo cuando enumera los
impedimentos que suelen poner “ahora -dice- tu hermana viuda, te abraza tiernamente; tus domésticos,
con los que has crecido, te dicen: ¿A quién hemos de servir si tú nos dejas? Ahora la que fue tu nodriza, ya
anciana: tu padre nutricio, que ocupa un segundo lugar en tu corazón después de tu padre natural, te
suplican: espera a que muramos y nos sepultes” 47; “el astuto adversario, como se ve expulsado del corazón
de los buenos, va en busca de aquellos a quienes éstos aman y le dirige por medio de ellos palabras
halagadoras, haciéndoles creer que son amados más que cualquier otro; para que así mientras la fuerza del
amor perfora el corazón, pueda él introducir fácilmente la espada de su persuasión hasta los fundamentos
más íntimos de la rectitud” 48.

34. Otros les advierten haciendo creer a sus hijos un inminente fracaso: “ahí vas a fracasar”, “te vas
a arrepentir, te va a ir mal”. Advertencias que no ponen si fuera a contraer matrimonio, siendo que en este
estado estará mucho más expuesto a las tentaciones de los enemigos del alma. No parece razonable pensar
en un fracaso en un ambiente donde se busca por sobre todo la voluntad de Dios, y donde se tienen los
medios más eficaces a mano para crecer en la vida espiritual; sí se debería temer más de aquél que en medio

43 SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 99.


44 Cf. SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 89.
45 Obras Fundamentales, 646.
46 SAN BERNARDO, cit. en Obras Fundamentales, 646-647.
47 Carta a Eliodoro, cit. por SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 90.
48 SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 90.

9
de los vaivenes del mundo actual tiene que avanzar con un plan efectivo de santidad, que se verá exigido
por no tener un corazón indiviso para Dios.

35. Otros: “Es hijo único”, “no puede Dios llevárselo”. También Isaac era el hijo único del
patriarca Abraham, y éste no dudó en ir a sacrificarlo cuando Dios le manifestó su voluntad. También
Cristo era hijo único. Esta expresión no tiene ningún valor. Son numerosos en la historia de la Iglesia los
padres que han tenido que ofrendar sus hijos únicos para que se constituyan en grandes santos que con sus
vidas han iluminado al mundo.

36. “Mi papá se opone”, se lamentan algunos jóvenes que sienten que su corazón está entre dos
fuegos, lo que quiere Dios y lo que desean los padres. Tales deben comprender que los familiares carnales
generalmente más se llevan por el solo sentimiento y por lo tanto intentan obstaculizar por todos los
medios el alejamiento de sus hijos. Hay que recordar las palabras del Señor: quien ama a su padre y a su madre
más que a mí, no es digno de mí (Mt 10, 37). ¡Cuántos posibles buenos y santos religiosos se pierden porque no
saben vencer esta tentación! San Alfonso María de Ligorio expresó que la mayor tentación que tuvo en su
vida fue cuando al despedirse de su padre, éste lo abrazó durante tres horas seguidas; la cristiandad siempre
agradecerá la entereza que tuvo en aquel momento, a quien luego sería un sabio Doctor de la Iglesia.
Es un error vacilar el entrar en religión por no contrariar los deseos de los familiares. San Jerónimo
en su carta a Eliodoro le llega a decir: “Aunque tu pequeño hijo se te cuelgue del cuello, aunque tu madre
con los cabellos desgreñados y rasgándose los vestidos te muestre los pechos que te amamantaron; aunque
tu padre se tire en el umbral, pasa por encima de él y vuela sin una lágrima en los ojos hacia el signo de la
Cruz. En este caso, el único modo de ser piadoso es ser cruel... El enemigo empuña su espada para
matarme, ¿y yo he de parar mientes en las lágrimas de mi madre? ¿He de desertar de la milicia por mi
padre, a quien por causa de Cristo no debo ni la sepultura?” 49.

37. A veces suelen exagerarse los inconvenientes familiares, económicos, sociales, etc. para
demorar la entrada. A esto se debe responder con un espíritu de fe; hay que darse cuenta que se debe buscar
primero el reino de Dios y su justicia y lo demás se dará por añadidura (Mt 6, 13); que si Dios llama también otorgará
con creces los medios que hagan falta para suplir la ausencia en la familia. En el fondo es una falta de
confianza en la mano providente de Dios sobre sus hijos: los ojos de Dios están fijos en sus fieles (Sal 101, 6).
Dios no se deja jamás ganar en generosidad, y por tanto jamás abandonará a una familia que ha entregado
la flor de sus frutos a su servicio.

38. El respeto humano del “que dirán” los demás parientes, aleja a algunos de su vocación. Como
si hubiera que atender primero el parecer de los demás miembros de la familia antes que el de Dios. Poco
importa el opinar de los hombres cuando es claro el parecer de Dios. Sería una pérdida invalorable
despreciar los bienes de la vida religiosa por dejarse llevar por el “qué dirán”, generalmente cuando ese
vociferar procede, como generalmente sucede, de familiares a quienes poco importa la religión y la vida
eterna. Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hch 4, 18).

39. Son a veces los familiares los que exageran los sacrificios de la vida religiosa: “es una vida muy
sacrificada”, “es demasiado esfuerzo”,”no vas a poder sobrellevarlos”. Suelen ser los mismos que dicen:
“los curas sí que la pasan bien”. Es cierto, es una vida sacrificada, porque el que se consagra a Dios no
busca las comodidades que pueda brindar el mundo, antes intenta imitar a Jesucristo que murió en la cruz
por amor a él. El buen religioso sufre un martirio en vida, pero es justamente este camino regio de la cruz
el que le otorga la felicidad aquí en esta tierra y más aún en el cielo. Estos familiares se olvidan de que el
Señor ha prometido el ciento por uno en esta vida y después la vida eterna a aquellos que le sigan; que si da
de comer a las aves del cielo y viste a los lirios del campo, jamás abandonará a los que a él se entreguen,
porque como decía Santa Teresa: «Nunca dejará el Señor a sus amadores cuando por sólo El se
aventuran». 50. Y que si Él llama y si hay verdadero amor en entregarse a él, también dará las gracias para
llevar adelante toda dificultad que haya que salvar en su camino hacia el cielo. Por eso en medio de las

49 SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra la pestilencial doctrina, 88.


50 SANTA TERESA DE JESÚS, Conceptos del amor de Dios, cap. III, 7.

10
cruces, los buenos religiosos son lo hombres más felices de la tierra. Don Bosco alentaba a sus salesianos:
“y no teman que les falten las fuerzas necesarias para cumplir con las obligaciones que el estado religioso
impone; tengan, por el contrario, gran confianza porque Dios, que comenzó la obra, hará que tengan
perfecto cumplimiento estas palabras de San Pablo: El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta
el día de Jesucristo (Flp 1, 6)” 51.

40. “Soy su madre, sé lo que para él es mejor”. Nadie duda que todas las buenas madres desean lo
mejor para sus hijos, pero es muy fácil que cuando tengan que aconsejar sobre el alejamiento físico del hijo,
se dejen llevar más por los sentimientos que por la razón; generalmente “lo mejor para él” siempre es que
se quede a su lado.
Es conveniente recordar lo que al respecto dicen los santos. Así lo afirmaba San Alfonso María de
Ligorio: “especialmente empero conviene ocultar la vocación a los amigos y a los padres /…/ Ésta es la
doctrina de San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín, San Bernardo, Santo Tomás y otros, con San Juan
Crisóstomo, el cual, hablando en términos generales, escribe: “Cuando los padres impiden las cosas espirituales, ni
siquiera deben ser reconocidos como padres” 52.

Artículo 3: Del propio candidato

41. Los engaños que proceden del propio candidato afectan a la inteligencia, a la voluntad y
también a la sensibilidad.

Engaños que afectan a la inteligencia

42. “No soy digno de ser sacerdote”. Nadie es digno para serlo, ante los misterios excelsos que
celebran los sacerdotes. En rigor, nadie puede considerarse digno para hacerse acreedor del derecho de
celebrarlos. La vocación es una gracia especialísima de Dios, y por lo tanto gratuita; si Él la da, da también
las disposiciones suficientes para poder ejercer dignamente el oficio sacerdotal. Con todo, cada día el
sacerdote, el obispo y el Papa dice al mostrar la Hostia consagrada antes de la Comunión “Señor, yo no soy
digno”. Si por no ser digno se dejase la vocación, no habría un solo sacerdote sobre la tierra.

43. “No tengo cualidades, ni simpatía, ni convencimiento, no sirvo para hacer apostolado”. No son
precisamente esas las cualidades que se necesitan para tener vocación. Basta con el llamado de Dios.
Tampoco Moisés tenía cualidades para hablar a los judíos y sin embargo llevó adelante la obra de la
liberación de Israel de modo admirable. El buen religioso pone su confianza en Dios, no en sus fuerzas; si
así lo hace, fracasa. Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre (Sal 125,
1); ¿quién confió en el Señor y fue defraudado? (Eclo 2, 10).

44. “He sido muy pecador”, “Dios no puede poner los ojos en mí”. Tremendo error. Dios llama
como quiere, cuando quiere, donde quiere y a quien quiere; todo el inmenso mar de nuestros pecados son
nada ante una ínfima gota de la misericordia de Dios. Qué penoso hubiera sido que San Agustín obrara y
se dejara llevar por estos pensamientos; sin embargo, el que fue un gran pecador llegó a ser Doctor de la
Iglesia, Padre de Occidente y uno de los teólogos más grandes de todos los tiempos. Ante esta realidad hay
que responder con el dicho popular: “lo pasado pisado”, y no por eso dejar de hacer lo que Dios pida. Así
obró Santa María Magdalena, y hoy es una de las estrellas más brillantes del Reino de los Cielos, y así
actuaron tantos santos que obraron pensando más en la misericordia de Dios que en la miseria de sus
pecados.

45. “Si hoy todos los clérigos y religiosos están relajados, para qué voy hacerme cura”. Es muy
burdo justificarse en esto para no ser un santo sacerdote. Es como el que dice que porque conoce que a
Misa concurre gente que es luego depravada en su vida privada, entonces él no va a Misa. El gran ejemplo,

51 Obras Fundamentales, 644.


52
Cit. por Don Bosco en Obras fundamentales, 646.

11
el gran imitable, es Jesucristo, aquél que dijo sed perfectos como mi padre celestial es perfecto (Mt 5, 48), aquel que es
el mismo ayer, hoy y siempre. En quien no hay pecado (1 Jn 3, 5), porque no hubo engaño en su boca (1 Pe 2, 22),
que no es relajado, ni progresista, ni cismático, ni ningún vicio que podemos hoy observar en algunos
consagrados.

46. “A mí me gusta la enseñanza, la música, la medicina, el canto...”. El hombre que ama de


verdad, no repara en renunciar a sus propios intereses con tal de complacer a la persona amada. El amor
verdadero es el de benevolencia, querer el bien para el otro. Dejarse llevar por los gustos personales es
perder de vista el fin de la vida, es sacrificar los intereses eternos en pos de los temporales. Es olvidar ese
fin que se debe alcanzar como el negocio más precioso de la vida: ¿de qué le vale al hombre ganar el mundo entero
si pierde su alma? (Lc 9, 25), aún si para obtenerlo debiera renunciar a los proyectos personales. Los intereses
de Dios están por sobre los nuestros. Además es una excusa vana, porque de hecho como sacerdote o
religioso se puede y se debe enseñar, dirigir coros, ocuparse de obras asistenciales, etc. 53.

47. “Como laico comprometido puedo hacer mucho más”. Puede ser que sí, eso es justamente lo
que tiene que discernir quien se plantee la elección de estado, y la posibilidad de que Dios lo llame a la vida
religiosa. Pero para que así sea, debe haber razones de verdadero peso que así lo sostengan; generalmente
este pensamiento suele ser un simple conformismo, renunciar al plan de la santidad, al plan de máxima, por
uno menos ambicioso. Es la propuesta propia del tibio, que sólo le interesa salvarse, pero sin aspirar a todo
lo santo que puede llegar a ser. Quien con este argumento sólo busque conformarse, piense en todas las
gracias que desperdicia por no seguir el verdadero querer de Dios, y de las que él es responsable. Porque no
eres ni frío ni caliente, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca (Ap 3, 16) podría llegar a escuchar algún día.

48. “Si en todos lados se puede servir a Dios”. Le decimos con San Alfonso “Sí, en todas partes
puede servir a Dios el que no es llamado a la vida religiosa, pero no así el que, siendo llamado a ella, quiere
quedarse en el mundo; es muy difícil que éste lleve buena vida y sirva a Dios” 54.

Engaños que más afectan a la voluntad

49. “Tengo novia y la quiero”, también las tuvieron algunos santos sacerdotes antes de entrar al
Seminario, pero ¿si Dios me llama a algo mucho más grande? Si la quiero, justamente por eso debo
explicarle cuál es mi verdadera vocación; peor sería arruinarle la vida, y quizás la salvación, por el simple
gusto de ser marido de ella y padre de sus hijos, cuando Dios me tiene destinado para otro estado, y tiene
destinado darme gracias que no me va a dar necesariamente para el matrimonio dado el caso que me llame
para la vida consagrada, y viceversa.

50. “Mejor esperar y entrar más adelante, de tal manera que se acostumbren mis familiares”. Ya
hemos contestado con claridad a la sutil tentación de la dilación del tiempo.

51. “Quiero tener una seguridad total”. Este es un error; hay quienes para tener la certeza de la
vocación esperan que se les aparezca un ángel o que hay que caerse de un caballo, la certeza que podemos
tener de nuestra vocación es moral, no física ni metafísica. Basta con tener razones suficientes para saber
que en este estado de vida uno va a dar mayor gloria a Dios y bien a las almas. “Para saber si Dios quiere
que uno sea religioso, no es necesario aguardar que el mismo Dios le hable o que desde el cielo le envíe un
ángel para manifestar su voluntad. Ni tampoco es necesario un examen de diez doctores para resolver si la
vocación debe o no seguirse; lo que importa es corresponder a ella y acoger el primer movimiento de la
gracia sin preocuparse de los disgustos o de la tibieza que puedan sobrevenir; porque, haciéndolo así, Dios

53 Dios nos devuelve generosamente el ciento por uno de lo que le entreguemos; incluso, a veces, las mismas cosas, como

cuenta Don Bosco sobre Don Cagliero, que "renunció a toda gloria mundana, se retiró entre nosotros; y bien mirado, la gloria
de la que huía, le ha seguido y le ha alcanzado mucho más grande, tanto que ahora casi todos los periódicos le califican como
excelente maestro de música, como compositor, como gran predicador, como profesor de Teología... Y sin venir a la
Congregación no habría tenido, ciertamente, nada de eso" (R. FIERRO, Biografía y Escritos de San Juan Bosco (Madrid 1967) 556).
54 Cf. SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, cit. en Obras Fundamentales, 645.

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procurará que todo redunde en su mayor gloria” 55.

52. “¡Dejar todo y quedarme sin nada!”. La vocación religiosa es dejar todo para obtenerlo todo; es
dejar las cosas de este mundo para aferrarse al Todo que es Dios. Decía Santa Teresa: “No se da este Rey
sino a quien no se le da todo” 56. Lejos de lamentarnos de lo que dejamos, debemos considerar la bondad
de Dios que quiere dársenos. Debemos pensar en las palabras de nuestro Señor quien pone la mano en el arado
y mira hacia atrás no es digno de mí (Lc 9, 62). Decía San Juan de la Cruz: “después que me he puesto en nada,
hallo que nada me falta” 57.

53. “Esto de la vocación, ¿no será una huida?”. Lejos de ser una huida el auténtico llamado a la
vocación religiosa es una opción, una opción por el amor, por la verdad, por darse todo a Aquel que tanto
le debemos. Así como nadie huye para meterse en una cárcel, no se huye para abrazarse a la cruz.

54. “Si fuera varón, sería sacerdote”, suelen decir algunas jóvenes cuando sienten la inminencia del
llamado de Dios; lo más probable es que si fueran varones dijeran “si fuera mujer sería monja”. Son todas
veleidades, falsas excusas con las que el demonio muchas veces pierde preciosas vocaciones a la vida
consagrada.

Engaños que más afectan a la sensibilidad

55. “Me imagino casado, no me imagino sacerdote”. Suele el diablo poner falsos sueños,
imaginaciones, fantasías que son simple producto de nuestra sensibilidad. El juicio que decida la vocación
de mi vida debe ser racional, y no llevado de ilusiones, o probabilismos que jamás ocurrirán en la realidad.
La vocación no es cuestión de la imaginación.

56. “No lo siento”. Ya está contestado en la objeción anterior; no siempre, ni necesariamente, ni


ordinariamente el llamado a la vocación es sensible, generalmente no lo es 58. Sólo debemos dejarnos llevar
por la sindéresis de la razón 59, para aferrarnos sólo a aquello que objetivamente sea verdad. Es triste ver un
joven esclavo de sus sentimientos, que no lo dejan pensar y actuar de acuerdo a su pensamiento. Es quizás
la peor y más dañosa de las justificaciones: el que no vive como piensa, termina pensando como vive.
Véase lo que escribe San Francisco de Sales: “Para tener una señal de verdadera vocación, no necesitáis
experimentar una constancia sensible; basta que persevere la parte superior del espíritu; por esto no debe
creerse falta de verdadera vocación la persona llamada que, antes de realizarla, no siente aquellos afectos
sensibles que sentía en un principio; sino que, por el contrario, siente repugnancias y desmayos que acaso le
hagan vacilar, pareciéndole que todo está perdido. No; basta que la voluntad siga constante en no querer
abandonar el divino llamamiento, y que tenga algún afecto hacia él.” 60.

57. “Qué vergüenza si salgo”. Mayor vergüenza sería presentarse en el día del juicio sin haber
hecho ante Dios lo que él quería de mí. No hay ninguna vergüenza en salir de un Noviciado o de un
Estudiantado; al contrario, en caso de que haya motivos auténticos para salir, esa alma es digna de alabanza
por su entereza, porque sólo se deja llevar por motivos sobrenaturales; es un hombre de principios, que
hace de su vida un canto a la voluntad de Dios. Vergüenza sería ver a alguien salir de un prostíbulo.

58. “No me gusta, a mí me gustan las mujeres, me gustan los niños”. Es lo más lógico y lo más
normal, sería de temer lo contrario. Debemos comprender que sólo Dios es “el único Rey que merece ser

55 SAN FRANCISCO DE SALES, cit. en Obras Fundamentales, 645.


56 SANTA TERESA DE JESÚS, Camino de perfección, cap. 24, n. 4.
57 SAN JUAN DE LA CRUZ, El Monte de la perfección (Madrid 1982) 74.
58 Decía PÍO XI al respecto: "Más que en un sentimiento del corazón o en un atractivo sensible, que a veces puede faltar, se

revela en la recta intención de quien aspira al sacerdocio unida a aquel conjunto de dotes físicas, intelectuales y morales que lo
hacen idoneo para tal estado" (Ad Catholici Sacerdotii, 61).
59 Cf. EE. [314]
60 SAN FRANCISCO DE SALES, cit. en Obras Fundamentales, 645.

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servido” 61, y “a quien servir es reinar” 62.

59. En definitiva, son todas falsas excusas, falacias, “sotilezas” 63, veleidades, sensibilidades, con las
que el demonio arrulla muchas veces a los jóvenes -y a no tan jóvenes- para que se alejen del llamado de
Dios. Son estos los numerosos esfuerzos del enemigo, lo que también deben hacernos pensar el inmenso
valor que tiene una vocación a la vida consagrada, y cuántos son los esfuerzos que el diablo hace para
alejarla de Dios, porque como decía Don Bosco, “la vocación es la rueda maestra de la vida” 64, haciendo
una comparación con los relojes antiguos que tenían como eje principal una rueda que llamaban maestra,
rota la cual, hacía inservible e inarreglable el reloj. Lo mismo sucede con cada vocación.

Dudas sobre la vocación

60. El mismo Don Bosco advertía que “el que se consagra a Dios con los santos votos hace uno
de los ofrecimientos más preciosos y agradables a su divina majestad. Pero el enemigo de nuestra alma,
comprendiendo que por este medio uno se emancipa de su dominio, suele turbar su mente con mil
engaños para hacerle retroceder y arrojarle de nuevo a las sendas tortuosas del mundo. El principal de estos
engaños consiste en suscitarle dudas sobre la vocación, a las cuales sigue el desaliento, la tibieza y, a
menudo, la vuelta al mundo, que tantas veces había reconocido traidor y que, por amor a Jesucristo había
abandonado” 65.

61. El diablo sabe que un alma entregada por entero a Dios es un alma perdida para él, por eso
intentará por todos los medios inquietarla con dudas para apartarla del camino del cielo.
El alma que en conciencia delante de Dios decidió de modo indubitable su vocación, debe saber
que toda tentación posterior necesariamente es del demonio. “Si, por acaso, amadísimos hijos, -continúa
San Juan Bosco- os asaltare esta peligrosa tentación respondeos inmediatamente a vosotros mismos que,
cuando entrasteis en la congregación, Dios os había concedido la gracia inestimable de la vocación, y que si
ésta os parece ahora dudosa, es porque sois víctimas de una tentación, a la que disteis motivo, y que debéis
despreciar y combatir como una verdadera insinuación diabólica. Suele la mente agitada decir al que duda:
Tú podrías obrar mejor en otra parte. Responded vosotros al instante con las palabras de San Pablo: Cada uno en
la vocación a que fue llamado, en ella permanezca (1 Cor 7, 20). El mismo Apóstol encarece la conveniencia de
continuar firmes en la vocación a que cada uno fue llamado: Y así os ruego que andéis como conviene en la vocación
a que habéis sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, con paciencia (Ef 4, 1-2). Si permanecéis en vuestro
instituto y observáis exactamente las reglas, estáis seguros de vuestra salvación”.

62. Es evidente que considerando las cosas objetivamente no hay lugar a tanta duda tratándose -
conocida la vocación divina- de la elección de lo más perfecto. Así dice Don Bosco que “hablando con
jóvenes, no encuentro otra perla más que el conocer la propia vocación, máxime si son llamados al altar. Sí,
la vocación al estado eclesiástico es perla tan preciosa que me parece que no se puede encontrar otra que se
pueda comparar con ella” 66. Son tantos los bienes de esta vida que dice San Pedro Julián Eymard: “si de
momento se supiera lo que es la vida religiosa, por asalto tomarían los conventos y nadie quedaría en el
siglo” 67.

63. “En tanto pues, que vuestro espíritu y vuestro corazón se hallen agitados por las dudas o por
alguna pasión, os recomiendo encarecidamente que no toméis deliberación alguna, porque tales
deliberaciones no pueden ser conformes a la voluntad del Señor, el cual, según dice el Espíritu Santo, no
está en la conmoción (1 Re 19, 11). En estos trances os aconsejo que os presentéis a vuestros superiores,
abriéndoles sinceramente vuestro corazón y siguiendo fielmente sus avisos”. Siempre, antes de dejar la vida
61 DE, 35.
62 MISAL ROMANO, Prefacio de Cristo Rey.
63 Cf. EE. [329]
64 Obras Fundamentales, 646.
65 Obras Fundamentales, 663.
66 Obras Fundamentales, 554.
67 SAN PEDRO JULIÁN EYMARD, Obras Eucarísticas (Madrid 1963) 856.

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religiosa, llevados de semejantes tentaciones, se debe consultar al superior o a un prudente director
espiritual: “¡Desgraciado del que esconde las dudas de su vocación o toma la resolución de salir de la
sociedad sin haberse antes aconsejado muy mucho y sin el parecer del que dirige su alma! El que tal hiciere,
pondría en gran peligro su eterna salvación” 68.

CAPÍTULO 5: La perseverancia en la vocación

64. La vocación al estado religioso puede considerarse como la perla preciosa del Evangelio que
debemos guardar con gran celo y con la mayor diligencia. San Alfonso ponía tres medios para no perderla,
y son: secreto, oración y recogimiento.
“Ante todo, hablando en general, es necesario que la vocación se tenga secreta a todos, excepto al
director espiritual, porque los demás, ordinariamente, no sienten escrúpulo de decir a los jóvenes llamados
al estado religioso que en todas partes, y aún en el mundo, se puede servir a Dios “ 69.

65. “Hay que tener presente que las vocaciones se conservan sólo con la oración. El que deja la
oración dejará ciertamente la vocación; es necesario orar, y orar mucho; por esto, además de hacer media
hora de oración por la mañana y por la tarde, hágase irremisiblemente todos los días la visita al Santísimo
Sacramento y a María Santísima, para obtener la perseverancia en la vocación, y no deje el religioso de
comulgar varias veces. Medite a menudo sobre la vocación, considerando cuán grande es el favor que Dios
le ha hecho llamándole a sí. Cuanto más fiel se conserve en seguirla, tanto más segura tendrá su salvación
eterna; por el contrario, ¡cuán grande es el peligro de condenarse a que se expone si es infiel!

66. “En tercer lugar es indispensable el recogimiento, y éste no se podrá alcanzar sin el alejamiento de
las conversaciones del mundo. ¿Qué se requiere en el siglo para perder la vocación? Nada; bastará un día
de recreo, un dicho de un amigo, una pasión poco mortificada, una aficioncilla, un pensamiento de temor,
un disgusto no reprimido. El que no abandona estos pasatiempos debe estar convencido de que
indudablemente perderá la vocación. Quedará con el remordimiento de no haberla seguido pero
seguramente no la seguirá”. Hasta aquí San Alfonso, doctor de la Iglesia.
La perseverancia en la vocación es una gracia que debemos saber pedir y cuidar diariamente; y
jamás abandonar los medios que estén a nuestro alcance para preservar este tesoro de los enemigos del
alma.

67. Como perseverar en la santa vocación se identifica, de alguna manera, con el perseverar en el
bien, y más particularmente, con la perseverancia final, nos parece conveniente poner en este directorio las
principales ideas respecto a esta última.

68. La perseverancia perfecta o final exige un auxilio especial de Dios, que no es otra cosa que
una moción de Dios que conserva la gracia y la preserva de todos los peligros y tentaciones. El elemento
formal de la final perseverancia es la unión del estado de gracia con la muerte.

69. La perseverancia final es efecto propio y exclusivo de la divina predestinación, por la que
ciertísimamente se salvan todos cuantos se salvan. La predestinación es una especialísima providencia
de Dios sobre todos y sólo los predestinados, que nace de aquel especialísimo amor de predilección por
el que elige a los predestinados.

70. De ahí que sea evidente que la perseverancia final es efecto de una gracia especialísima de
Dios, que consiste en: un auxilio actual especialísimo y una singularísima protección externa de Dios,
en orden a que coincidan el estado de gracia con el momento de la muerte.

71. Se enseña en la Sagrada Escritura: Fue arrebatado porque la maldad no pervirtiese su inteligencia y el

68 Obras Fundamentales, 662.


69 SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, cit. en Obras Fundamentales, 646.

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engaño no extraviase su alma (Sab 4, 11). Pues su alma era grata al Señor; por esto de dio prisa a sacarle en medio de la
maldad (Sab 4, 14). Velad pues, porque no sabéis ni el día ni la hora (Mt 25, 13).

72. El Concilio II de Orange ha definido: “Los santos y los justos deben siempre implorar el
auxilio de Dios a fin de que puedan llegar al buen fin y perseverar en el bien obrar” 70. Y el Concilio de
Trento llama a la perseverancia final el gran don 71, que sólo Dios puede conceder 72. Por eso se enseña: “Si alguno
dijere que el justificado puede sin especial auxilio de Dios perseverar en la justicia recibida o que
con él no puede, sea anatema” 73.

73. La perseverancia final no puede ser merecida de condigno ni de congruo propiamente dicho,
por eso se enseña: El que está de pie cuide de no caer (1 Cor 4, 4). Así pues, queridos míos, de la misma manera que
habéis obedecido siempre, no sólo cuando estaba presente, sino mucho más ahora que estoy ausente, trabajad con temor y
temblor por vuestra salvación, pues Dios es el que obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece (Flp 2, 12-13).

74. Dios es libérrimo según aquello de amé a Jacob y odié a Esaú (Ro 9, 13) y tendré misericordia de quien
tenga misericordia y tendré compasión de quien tenga compasión... no es de quien quiere ni del que corre, sino de Dios, que tiene
misericordia... así que tiene misericordia de quien quiere y a quien quiere le endurece (Ro 9, 15-18). Firmemente convencido de
que quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el día de Cristo Jesús (Flp 1, 6). El comienzo como
el término de la buena obra viene de Dios. Es un don gratuito.

75. El Concilio de Trento al respecto enseña claramente tres cosas:


1º La perseverancia final depende única y exclusivamente de Dios;
2º es el don por antonomasia “magnum donum” 74;
3º no se enumera entre los objetos de mérito de los justos, más bien siempre se añade: “sí,
con tal de que se muera en gracia” 75.

76. La gracia de la perseverancia final puede y debe pedirse humildemente de Dios para uno
mismo o para los demás, pero no de modo infalible. El Concilio Araucisano II enseña que: “la ayuda de
Dios debe ser implorada por todos los justificados para poder perseverar en el bien y llegar al puerto de la
salvación” 76. Pero esta oración no es infalible, porque una de las condiciones que exige la oración para ser
infalible es la perseverancia en el orar. En este sentido la perseverancia debe ser el principio de la oración
perseverante, no el término u objeto obtenido por ella.

77. Así como análogamente vale esta doctrina acerca de la perseverancia final para la perseverancia
en la vocación consagrada, así análogamente vale para que toda Congregación religiosa persevere en el
buen espíritu y no degenere en relajación. Siempre hay que rezar mucho impetrando de Dios la gracia de la
perseverancia en el bien, en la fe, en la caridad, en la vocación, en el final, para cada uno de nosotros, para
nuestros hermanos en religión, para los hermanos en la fe, para todos los hombres y mujeres de buena
voluntad, porque siempre será verdad que “a muchos se da la gracia a los cuales no se concede perseverar
en ella” 77.

CAPÍTULO 6: A modo de conclusión

78. Queremos terminar este Directorio con una selección de textos que manifiestan el
pensamiento del Papa Juan Pablo II y algunas reflexiones que nos inspira aquél a quien consideramos
70 DS 380.
71 DS 1566.
72 DS 1541.
73 DS 1572.
74 DS 1566.
75 DS 1546. 1582.
76 DS 380.
77 SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae, I-II, 109, 10.

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como el Padre de nuestra Congregación, ya que su espléndido magisterio siempre fue para nosotros fuente
fecunda en que abrevamos nuestra sed de fidelidad al Señor.

Artículo 1: Importancia

79. Debe decirse que el problema de las vocaciones sacerdotales -y también de las religiosas, tanto
masculinas como femeninas- es “el problema fundamental de la Iglesia” 78, “por el que tengo mucho interés
de modo muy especial” 79, “que requiere mayor atención” 80, se trata de un “problema central” 81, “del
futuro” 82, “vital” 83.
“El problema de las vocaciones afecta a la vida misma de la Iglesia” 84.

80. El tema de las vocaciones “afecta a la Iglesia en una de sus notas fundamentales, que es la de su
apostolicidad” 85.

81. “Escasez de clero quiere decir escasez de aquellos que celebran la Eucaristía” 86.

Artículo 2: Número

82. Es falso creer que no hay vocaciones; muy por el contrario, hay muchas: “la vocación está en
germen en la mayoría de los cristianos” 87; Dios “siembra a manos llenas por la gracia los gérmenes de
vocación” 88; incluso “numerosas vocaciones sacerdotales y religiosas (germinan) en este primer encuentro
con Cristo” 89 (refiriéndose a la Primera Comunión).

Artículo 3: Búsqueda

83. Las vocaciones existen, pero hay que buscarlas. “Dios llama a quien quiere por libre iniciativa
de su amor. Pero quiere llamar mediante nuestras personas... No debe existir ningún temor en proponer
directamente a una persona joven, o menos joven, las llamadas del Señor” 90. “El Señor es siempre el que
llama, pero es preciso favorecer la escucha de su llamada y alentar la generosidad de la respuesta” 91. Según
el Padre Alberoni le pareció que Jesucristo le decía: “Tú puedes equivocarte, pero yo no me equivoco. Las
vocaciones vienen sólo de mí, no de ti; éste es el signo externo de que estoy con (vosotros)”. Buscar las
vocaciones es, también, proponerlas: “... con pasión y discreción, sed despertadores de vocaciones” 92.
Cristo habitualmente “llama a través de nosotros y de nuestra palabra. Por consiguiente, no tengáis miedo a
llamar. Introducíos en medio de los jóvenes. Id personalmente al encuentro de ellos y llamad” 93. La
pastoral vocacional es la misión de la Iglesia “destinada a cuidar el nacimiento, el discernimiento y el

78 JUAN PABLO II, Homilía del Buen Pastor en la Basílica de San Pedro (10-5-1981); L’Osservatore Romano (17-5-1981) 19.
79 JUAN PABLO II, Homilía del Buen Pastor en la Basílica de San Pedro (10-5-1981); L’Osservatore Romano (17-5-1981) 19.
80 JUAN PABLO II, Diálogo del Papa con los Obispos en Lima, (15-5-1988); L’Osservatore Romano (5-6-1988) 21.
81 JUAN PABLO II, Diálogo del Papa con los Obispos en Lima, (15-5-1988); L’Osservatore Romano (5-6-1988) 21.
82 JUAN PABLO II, Diálogo del Papa con los Obispos en Lima, (15-5-1988); L’Osservatore Romano (5-6-1988) 21.
83 JUAN PABLO II, L’Osservatore Romano (12-3-1993) 6: "Es un problema vital, que todo cristiano que ame de verdad a la

Iglesia debe llevar en su corazón".


84 JUAN PABLO II, Mensaje al Congreso latinoamericano de vocaciones (2-2-1994); L’Osservatore Romano (27-4-1994) 8.
85 JUAN PABLO II, L’Osservatore Romano, nº 1060, 1.
86 JUAN PABLO II, Diálogo del Papa con los Obispos en Lima, (15-5-1988); L’Osservatore Romano (5-6-1988) 21.
87 JUAN PABLO II, Discurso a religiosas (13-4-1980); L’Osservatore Romano (20-4-1980) 12.
88 Cf. JUAN PABLO II, Mensaje a la 29 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones (1992) 4; L’Osservatore Romano (20-12-1991)

24.
89 JUAN PABLO II, Alocución a los sacerdotes y religiosos (10-6-87), L’Osservatore Romano (21-6-87) 9.
90 JUAN PABLO II, Mensaje a la 20 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones (1983) 3; L’Osservatore Romano (17-4-983) 20.
91 JUAN PABLO II, (21-2-1993); L’Osservatore Romano (5-3-1993) 2. Enseña la Perfectae Caritatis, 24 que "aún en la predicación

ordinaria ha de tratarse con bastante frecuencia del seguimiento de los consejos evangélicos y del estado religioso".
92 JUAN PABLO II, Encuentro semanal con los peregrinos (16-3-1983); L’Osservatore Romano (27-3-1983) 2.
93 JUAN PABLO II, Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones, L’Osservatore Romano XI, 17, p.1.

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acompañamiento de las vocaciones, en especial de las vocaciones al sacerdocio” 94.

Artículo 4: Comunidades vivas

84. “La familia, iglesia domestica, es el primer campo donde Dios cultiva las vocaciones. Por ello
hay que saber que una recta y esmerada pastoral familiar es de por sí vocacional. Hay que formar a los
padres en la generosidad para con Dios si llama a alguno de sus hijos, aun más, enseñarles a pedir en favor
de la Iglesia para sus hijos tan inestimable don”.

85. “Un criterio... para decir que una parroquia, una comunidad católica, es realmente madura, es
que debe tener vocaciones. Con las vocaciones sacerdotales, y las otras, se mide la madurez de una
comunidad, de una parroquia, de una diócesis” 95. “Toda comunidad ha de procurar sus vocaciones, como
señal incluso de su vitalidad y madurez. Hay que reactivar una intensa acción pastoral que, partiendo de la
vocación cristiana en general, de una pastoral juvenil entusiasta, dé a la Iglesia los servidores que necesita”.
“Al terminar este encuentro breve, deseo dirigirme idealmente a todos los religiosos y sacerdotes que viven
serenamente día a día su vocación, fieles a los compromisos adquiridos, constructores humildes y
escondidos del Reino de Dios, de cuyas palabras, comportamiento y vida irradia el gozo luminoso de la
opción que hicieron. Son precisamente estos religiosos y sacerdotes, los que con su ejemplo aguijonearán a
muchos a acoger en su corazón el carisma de la vocación” 96. “Los institutos religiosos deben mantener un
sentido firme y claro de su identidad y misión propias. Un estado continuo de cambio, una incoherencia
entre cómo se expresan los valores e ideales, y cómo se viven de hecho, un excesivo ensimismamiento e
introspección, un énfasis exagerado en las necesidades de los miembros como opuestas a las necesidades
del Pueblo de Dios, frecuentemente son obstáculos fuertes para aquellos que sienten la llamada de Cristo:
ven y sígueme” 97.

86. “Las vocaciones son la comprobación de la vitalidad de la Iglesia. La vida engendra la vida...; son
también la condición de la vitalidad de la Iglesia... Estoy convencido de que –a pesar de todas las circunstancias
que forman parte de la crisis espiritual existente en toda la civilización contemporánea– el Espíritu Santo no
deja de actuar en las almas. Más aún, actúa todavía con mayor intensidad” 98.

Artículo 5: Formación

87. Sin buena formación Dios no bendice con abundancia de vocaciones. Hay “que hacer intensos
esfuerzos por fomentar las vocaciones y procurar la mejor formación sacerdotal posible en los seminarios.
Abundancia de vocaciones y una eficaz formación de los seminaristas: he aquí dos pruebas de la vitalidad
de la Iglesia” 99. “Lo que hay que hacer es buscarlas y luego, cosa muy importante, es preciso encontrar para
estas vocaciones una formación adecuada. Diría que la condición de una verdadera vocación es también
una formación justa. Si no la encontramos, las vocaciones no llegan y la Providencia no nos las da” 100.

88. Pareciera que algunos no tienen vocaciones por la tentación de laicizar el sacerdocio, o sea, por
mala formación. “Podemos mirar confiadamente hacia el futuro de las vocaciones, podemos confiar con la
eficacia de nuestros esfuerzos que miran a su florecimiento, si alejamos de nosotros, de modo consciente y
decisivo esa particular ‘tentación eclesiológica’ de nuestros tiempos que, desde diversas partes y con
múltiples motivaciones, trata de introducirse en las conciencias y en las actitudes del pueblo cristiano.

94 Pastores Dabo Vobis, 34. Hizo notar Mons. José Saraiva en su ponencia en el Iº Congreso Latinoamericano de Vocaciones,

celebrado en Itaici, Sao Paulo (Brasil) del 23 al 27 de mayo de 1994: "Donde, por primera vez, se da una verdadera y propia
definición de la pastoral vocacional" (L’Osservatore Romano (27-5-1994) 8, nota 15).
95 PASTORES DABO VOBIS 41.
96 L’Osservatore Romano 586, p.10.
97 L’Osservatore Romano 106l, p.14.
98 Ibidem. nota 1.
99 JUAN PABLO II, Homilía en el Seminario Mayor Regional de Seúl (3-5-1984); L’Osservatore Romano (13-5-1984) 2.
100 Diálogo con los periodistas en el vuelo Roma-Montevideo (7-5-1988); L’Osservatore Romano (19-6-1988) 23.

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Quiero aludir a las propuestas que tienden a ‘laicizar’ el ministerio y la vida sacerdotal, a sustituir a los
ministros ‘sacramentales’ por otros ‘ministerios’ juzgando que responden mejor a las exigencias pastorales
de hoy, y también a privar a la vocación religiosa del carácter de testimonio profético del Reino,
orientándola exclusivamente hacia funciones de animación social o incluso de compromiso directamente
político. Esta tentación afecta a la eclesiología, como se expresó lúcidamente el Papa Pablo VI... ‘en este
punto, lo que nos aflige es la suposición, más o menos difundida de ciertas mentalidades, de que se pueda
prescindir de la Iglesia tal como es, de su doctrina, de su constitución, de su origen histórico, evangélico y
hagiográfico, y que se pueda inventar y crear una nueva Iglesia según determinados esquemas ideológicos y
sociológicos, también ellos mutables y no garantizados por exigencias eclesiales intrínsecas. Así vemos a
veces cómo los que alteran y debilitan a la Iglesia en este punto no son tanto sus enemigos de fuera, cuanto
algunos de sus hijos de dentro, que pretenden ser sus libres autores’” 101.

89. Pareciera que sigue siendo verdadero lo que nos advierte San Alfonso: “... adviértase que si el
seminario está bien dirigido será la santificación de la diócesis, y si no lo estuviere será su ruina... ¡Cuántos
jóvenes entran en el seminario como ángeles y en breve tiempo se truecan en demonios!... Y sépase que de
ordinario en los seminarios abundan los males y los escándalos más de lo que saben los obispos, que las
más de las veces son los menos enterados” 102. Por eso no es de asombrar que los jóvenes prefieran
aquellos seminarios donde tienen la seguridad de que los han de formar bien. Quien quiere entregar toda su
vida al Señor no está dispuesto, generalmente, a que se la hagan despilfarrar. Muy pocos son los que se
entusiasman por dejar el mundo, para encontrar más mundo en el seminario.

“La escasez de candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada, que se registra en algunos


contextos de hoy, lejos de conducirnos a exigir menos y a contentarse con una formación y una
espiritualidad mediocres, debe impulsarnos sobre todo a una mayor atención en la selección y en la
formación de cuantos, una vez constituidos ministros y testigos de Cristo, estén llamados a confirmar
con la santidad de vida lo que anuncian y celebran” 103.

90. En estos tiempos de pocas vocaciones, muchas veces los que no las tienen, consideran que es
pecado el tener muchas vocaciones, y atacan despiadadamente a quienes las tienen. Por eso hay que saber
ser santamente decidido en no tolerar nada que las pueda impedir. Para ello hay que estar dispuesto hasta el
martirio, si fuere necesario, sabiendo mantener una firmeza inquebrantable para ser fiel a Dios, que es el
Autor de toda vocación y el principal interesado en su florecimiento. Dicho de otra manera, no hay que
poner impedimentos a la obra de Dios. Si no bendice con abundantes vocaciones, es que estamos
poniendo obstáculos a la acción de su gracia. Decía San Juan Crisóstomo: “Hay muchos y hay pocos
sacerdotes; muchos de nombre, pero pocos por sus obras” 104 y esta es la razón principal de la escasez de
vocaciones sacerdotales.

91. Y así como Dios es generosísimo en suscitar vocaciones cuando se dan las condiciones
adecuadas, así hay que ser generosos en enviar las vocaciones ya florecidas, en sacerdotes y religiosas,
donde sea necesario, teniendo la certeza de que “Dios no se deja ganar en generosidad por nadie”, que
siempre será verdad que “el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que
siembra en abundancia, cosechará también en abundancia.” (2 Cor 9, 6).

92. El “centro de toda pastoral vocacional” 105 es la oración. “Es el valor primario y esencial en lo
que respecta a la vocación” 106. La vocación es don de Dios ofrecido libremente al hombre y “se coloca por

101 JUAN PABLO II, Homilía de Juan Pablo II en la Misa de inauguración del Congreso Internacional por las vocaciones (10-5-1981);

L’Osservatore Romano (17-5-1981) 19.


102 Obras ascéticas, t. 2, 19.
103 JUAN PABLO II, Mensaje para la 39 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones (2002) 2.
104 Homilia 43 in Mt.; cit. por SAN ALFONSO, Obras ascéticas, t. 2, 342.
105 Pastores Dabo Vobis, 38.
106 Desarrollo de la pastoral de las vocaciones en las Iglesias particulares, Documento conclusivo, II Congreso internacional de

obispos y otros responsables de las vocaciones eclesiásticas, Vaticano 1981, 14.

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su naturaleza en el plano del misterio” 107; es un misterio de fe y de amor. Por eso enseñó nuestro Señor
Jesucristo: Rogad al dueño de la mies que mande obreros a su mies (Mt 9, 37; Lc 10, 2).

93. En fin: “Cada llamada de Cristo es una historia de amor única e irrepetible” 108.

Aprobado por el V Capítulo General del Instituto (2007).

R. P. Carlos Miguel Buela, IVE.


Superior General

R. P. Gonzalo Ruiz Freites, IVE.


Secretario General

107 Ibidem.
108 JUAN PABLO II, Mensaje para la 21Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones (1984) 5.

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Programa de Pastoral III: As Vocações
INTRODUÇÃO

CAPÍTULO 1: Os Chamados
Artigo 1: Os Chamados de Deus
Artigo 2: Os Chamados à vida consagrada

CAPÍTULO 2: O Chamado em si
Artigo 1: Natureza da vocação consagrada
Artigo 2: Deus chama
Artigo 3: A Igreja chama
Artigo 4: A idoneidade
Artigo 5: Seleção do candidato
Artigo 6: O Concílio Vaticano II ensina

CAPÍTULO 3: Como Deus Chama?


Artigo 1: Deus nos faz conhecer o bem do estado religioso
Artigo 2: Deus nos incita a abraçar esse bem por um chamado interior
Artigo 3: Quando e a quem se há de consultar sobre a vocação.
Artigo 4: Adversários das vocações
Artigo 5: Características da resposta ao chamado.

CAPÍTULO 4: ASTUCIOSAS OBJEÇÕES


Artigo 1: Dos homens mundanos em geral.
Artigo 2: Dos familiares carnais
Artigo 3: Do próprio candidato
A. Enganos que afetam à inteligência
B. Enganos que mais afetam à vontade
C. Enganos que mais afetam à sensibilidade
D. Dúvidas sobre a vocação

CAPÍTULO 5: A PERSEVERANÇA NA VOCAÇÃO

CAPÍTULO 6: A MODO DE CONCLUSÃO


Artigo 1: Importância
Artigo 2: Número
Artigo 3: Busca
Artigo 4: Comunidades vivas
Artigo 5: Formação

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