UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES
ESTADO, SOCIEDAD Y DERECHO
ACTIVIDAD 2: ENSAYO
ASESOR: EDGAR GENARO CEDILLO VELÁZQUEZ
ALUMNO: JOSHUA EMILIO GALICIA RODRÍGUEZ
23/FEB/2025
EL ESTADO EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
EN EL SIGLO XXI
Los cambios en la distribución del poder entre los Estados-nación no son un tema
reciente en Relaciones Internacionales, Ciencia Política o estudios en Seguridad y
Defensa. Nuevas potencias surgen cuando las establecidas decaen. Aunque los
cambios radicales son raros, suelen ser repentinos y violentos, como ocurrió en el siglo
XX con Japón y Alemania, quienes desencadenaron una lucha por la hegemonía que
escaló a una guerra internacional ilimitada. Este conflicto resultó en un nuevo sistema
internacional, aunque no bajo el liderazgo de estos estados.
En el siglo XXI se ha producido una evolución geopolítica y geoeconómica a través de
eventos no violentos, especialmente impulsada por la globalización. Esto ha
provocado una redistribución global del poder político y económico. Este
reacomodamiento comenzó con el final de la Guerra Fría, la internacionalización de
las economías emergentes y la democratización en varios Estados del Tercer Mundo.
Este escenario ha puesto en duda la existencia de Estados Unidos como la única
superpotencia, paradójicamente el motor de la globalización que buscaba
“homogeneizar” al mundo bajo una hegemonía norteamericana, parece que ahora
favorece a que el mundo regrese a un mundo aparentemente multipolar, por lo menos
en el ámbito económico y comercial.
La Teoría Realista de las Relaciones Internacionales sostiene que la distribución del
poder define la naturaleza del sistema internacional. En un sistema bipolar, las
alianzas son rígidas y las guerras ilimitadas. En contraste, un sistema con múltiples
polos presenta alianzas flexibles y guerras limitadas.
La estabilidad se basa en el status quo territorial y el equilibrio entre potencias. Sin
embargo, en la actualidad, el comportamiento estatal es impredecible debido a la
dispersión del poder militar y económico hacia actores no estatales.
Richard Haas propone la “no polaridad", un sistema internacional dominado por
múltiples actores estatales y no estatales con diversos tipos de poder. Los Estados
enfrentan desafíos de organizaciones regionales y globales, milicias, ONG y
corporaciones transnacionales.
Autores como Holton (1998) y Ohmai (1995) señalan que el concepto de poder y su
tenencia han evolucionado. Según ellos, el poder ya no se vincula exclusivamente a la
fuerza o la riqueza, sino que el conocimiento se ha convertido en una fuente central de
poder, permitiendo a múltiples agentes actuar de manera eficaz. Además, los actores
que ejercen poder son cada vez más diversos y fragmentados. Finalmente, el poder
depende de la calidad de los recursos utilizados y de la capacidad para adaptarse a los
diversos temas, intereses y procesos en que se ven involucrados los individuos y las
sociedades contemporáneas.
En las últimas dos décadas, la competencia entre Estados y actores no estatales ha
cambiado, impulsada por la tecnología de la información y la globalización.
Hill (2003) argumenta que los gobiernos y los pueblos siempre han coexistido e
interferido entre sí. Cohen (2004) destaca que, aunque hay más de 40 mil ONG
transnacionales, solo unas pocas influyen significativamente en los Estados
nacionales, y muchas están estrechamente vinculadas con los gobiernos, actuando
como subcontratistas.
ONG reconocidas sensibilizan sobre problemas internacionales, pero no logran
cambiar sustancialmente la política exterior de los Estados más poderosos ni
contrarrestar sus intereses fundamentales, como demuestra la no ratificación de
acuerdos internacionales clave. Con respecto a los grupos rebeldes y movimientos
separatistas autonómicos que recurren a la violencia, estos no atacan al Estado en su
esencia. Nadie tiene “deseo de Estado” tanto como ellos, ya que sigue siendo una
forma de organización muy apreciada por aquellos mismos que lo combaten.
El nacionalismo es crucial para la construcción de la identidad y solidaridad en una
comunidad, especialmente en el desarrollo del Estado-nación. Anderson (2006) define
a una comunidad nacional por la "camaradería horizontal" difundida mediante ideas
nacionalistas. Gellner (1983) señala que esta pertenencia moral refleja la
homogeneidad cultural de una nación. Los discursos nacionalistas permiten que el
Estado moderno se constituya como la institución administrativa y gubernamental por
excelencia, siendo la piedra angular de la comunidad política y cultural (Hobsbawm,
1990).
A pesar de que la globalización parece amenazar a los Estados-nación, estos siguen
siendo los principales constructores de identidad. Kaldor (2004) afirma que la
globalización fomenta un "nuevo nacionalismo" en reacción a la cultura global
homogeneizadora. La inseguridad asociada a la globalización ha facilitado el
resurgimiento de partidos nacionalistas radicales, pero esto no significa un regreso al
fascismo. El nacionalismo liberal sostiene el derecho a la autodeterminación y la
participación democrática, mientras que el fascismo tiene una visión distinta del
gobierno y no considera la libre determinación como un derecho universal.
En conclusión, la capacidad de los Estados-nación para adaptarse y sobrevivir sigue
siendo vital en el orden global. A pesar de los cambios profundos impulsados por la
globalización y la creciente influencia de actores no estatales, los Estados-nación
siguen siendo pilares importantes en la construcción de identidad y la administración
política.
La interacción entre la globalización y las estructuras tradicionales de los Estados-
nación muestra la complejidad del sistema internacional actual. A lo largo del tiempo,
los Estados-nación han demostrado ser resilientes, adaptándose a nuevos desafíos y
manteniendo su relevancia. El nacionalismo, en sus diferentes formas, continúa
moldeando las políticas y la cohesión social.
El dinamismo del sistema internacional enfatiza la necesidad de comprender cómo
estos elementos se influencian entre sí y configuran el orden mundial. Así, estudiar el
nacionalismo y los Estados-nación es fundamental para anticipar futuras evoluciones
geopolíticas y geoeconómicas. A pesar de las fuerzas globalizadoras, estas estructuras
tradicionales siguen desempeñando un papel vital en el sistema internacional.
Fuente de consulta:
Álvarez Calderón, C. (2016). El Sistema Internacional en el Siglo XXI: ¿Crisis del Estado-
Nación?. Estudios en Seguridad y Defensa, 11 (22).