0% encontró este documento útil (0 votos)
9 vistas25 páginas

MinisterioDeCultura Compendio Políticas Culturales 23 47

Cargado por

Sofia Rojas
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
9 vistas25 páginas

MinisterioDeCultura Compendio Políticas Culturales 23 47

Cargado por

Sofia Rojas
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 25

LAS POLÍTICAS CULTURALES EN COLOMBIA:

LA PROGRESIVA TRANSFORMACIÓN DE SUS


COMPRENSIONES
Germán Rey1

Las políticas culturales, tal como las conocemos hoy en día, son relativa- Las políticas culturales en el país
mente recientes en el panorama de las políticas públicas. Pero la presencia de la están orientadas no solo al desarrollo
cultura en el diseño de la arquitectura institucional latinoamericana puede re- de las expresiones artísticas, sino
mitirse por lo menos a tres grandes momentos en el pasado. El primero, ubicado que involucran también temas
en la segunda mitad del siglo XIX, se podría caracterizar como un intento de relacionados con la formación docente,
construir instituciones culturales sectoriales para atender campos particulares la defensa del patrimonio, el desarrollo
de las artes y de lo patrimonial; en el segundo, hacia la primera mitad del siglo de comportamientos ciudadanos (en
XX, movimientos revolucionarios, populistas, nacionalistas y liberales asumie- niños, jóvenes y adultos) desde una
ron la cultura como una dimensión básica de la construcción de la nación, la perspectiva de inclusión, equidad y
modernidad y, sobre todo, de la participación popular; y en el tercero, a partir de reconocimiento de la diversidad.
la segunda mitad del siglo XX, se empieza a reforzar la institucionalidad cultural, Bertha Quintero
se rediseñan los campos de la cultura, se fortalecen los medios de comunicación,
aumentan las interacciones de la cultura con otras áreas de la gestión pública y se
inserta la cultura en el escenario global.

LA CONFIGURACIÓN HISTÓRICA DE LAS POLÍTICAS CULTURALES


Hay varios elementos que, desde la segunda mitad del siglo XIX, caracterizan la
aparición de las instituciones culturales y determinan su relación con las políticas
1 Asesor de Políticas Culturales del
culturales en América Latina y en Colombia. Uno es la creación de comisiones Ministerio de Cultura de Colombia.

23
COMPENDIO DE POLÍTICAS CULTURALES

vinculadas con temas específicos de la cultura, además de museos, bibliote-


cas o institutos para la promoción de las artes. La cultura se manifiesta en
lugares, en disposiciones preliminares sobre los bienes patrimoniales y en las
expresiones culturales más relacionadas con la educación. En 1879 se crea
en Argentina la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares, y en
1882 se promulga la Ley de Educación “común, laica y obligatoria”, en que la
lectura tuvo una importancia especial. En 1935 se promueve, en ese mismo
país, la Comisión Nacional de Cultura, y en 1940 la Comisión Nacional de Mu-
seos, Monumentos y Lugares Históricos2. En Brasil, durante el gobierno de
Getulio Vargas, se creó la Superintendencia de Educación Musical y Artística,
el Instituto Nacional de Cine Educativo (1936), el Servicio de Patrimonio His-
tórico y Artístico Nacional (1937), el Servicio Nacional de Teatro (1937), el
Instituto Nacional del Libro (1937) y el Consejo Nacional de Cultura (1938),
un extraordinario conjunto de instituciones que atendían buena parte de los
sectores modernos de la cultura3. En 1777 se creó en Colombia la Biblioteca
Nacional, la más antigua de América, y en 1823, el Museo Nacional. A finales
de los años veinte se promueve una radio cultural adscrita a la Biblioteca Na-
cional (1929). Entre 1930 y 1946 se produce un decisivo movimiento cultural,
promovido por la denominada República Liberal, en el que se destacan realiza-
ciones como el Archivo Nacional, la Biblioteca Aldeana, la Extensión Cultural
de la Universidad Nacional de Colombia, el Instituto Etnográfico, el Servicio
Arqueológico Nacional, las ferias del libro, la Radiodifusora Nacional de Co-
lombia, la Revista de Indias, la Biblioteca Colombiana de Cultura Popular y el
Instituto Lingüístico Caro y Cuervo, entre otras obras de singular importan-
cia4. Escribe Renán Silva:

La República Liberal no sólo significó una profunda originalidad en el


campo de los proyectos de extensión cultural, sino que representa una
de las etapas de más alta integración entre una categoría de intelectuales
2 Véase Rubens Bayardo, “Las políticas culturales
en Argentina”, en Antonio Albino Canelas Rubim
públicos y un conjunto de políticas de Estado, al punto que puede decirse
y Rubens Bayardo (orgs.), Políticas culturais que sus proyectos culturales de masa fueron en gran medida la elabora-
na Ibero-America, Salvador, EDUFBA, 2008.
ción de grupos intelectuales que ocupaban las posiciones más elevadas
3 Véase Antonio Albino Canelas Rubim
y Rubens Bayardo (orgs.), Políticas en los instrumentos estatales de formación y extensión cultural —el Mi-
culturais na Ibero-America, op. cit.
nisterio de Educación y algunas de sus dependencias particulares—, al
4 Son fundamentales los estudios históricos de Renán
Silva sobre la historia cultural del país, así como el
tiempo que dominaban en el escenario cultural, sobre todo en la prensa,
trabajo de Marta Elena Bravo de Hermelin sobre el en la radio y en el precario mundo del libro, lo que les garantizaba una
desarrollo de las políticas culturales en Colombia.
posición directiva en cuanto a la orientación espiritual del país, o más
5 Renán Silva, República Liberal: intelectuales y
política cultural, Medellín, La Carreta, 2005, p. 22. exactamente de la “nación”, para acudir a su propio vocabulario5.

24
[PRIMERA PARTE] LAS POLÍTICAS CULTURALES EN COLOMBIA: LA PROGRESIVA TRANSFORMACIÓN DE SUS COMPRENSIONES

En 1825, se crea en México el Museo Nacional de México, en 1865 el Mu-


seo Público de Historia Natural, Arqueología e Historia, en 1934 el Museo del
Palacio de Bellas Artes y en 1940 la Comisión Nacional de Museos y Lugares
Históricos. Como señala Lucina Jiménez, la Revolución Mexicana, a comien-
zos del siglo XX, fue definitiva en la transformación cultural del país.

La revolución mexicana trajo consigo un inmenso movimiento artístico


e intelectual que puso a debate el origen y el sentido de la creación artís-
tica, literaria, musical, etc. Igualmente propició la creación de institucio-
nes culturales fundamentales como el Instituto Nacional de Bellas Artes,
el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Nacional
Indigenista y otros organismos destinados a la promoción y difusión cul-
tural, la investigación, protección y difusión del patrimonio cultural6.

En otro de sus trabajos, Lucina Jiménez muestra el inmenso impulso que


José Vasconcelos dio en los años veinte a la educación y la cultura, la protección
del patrimonio arqueológico, histórico y artístico, la promoción y enseñanza de
las artes, la construcción de bibliotecas y el estímulo del libro y la lectura. La
concentración centralista, la dependencia de los gobiernos y el distanciamiento
de muchas instituciones culturales de la sociedad son problemas, que según Ji-
ménez, provienen también de ese momento de lucidez pública y cultural.
Otros elementos del surgimiento de la institucionalidad cultural latinoame-
ricana son el contraste entre las ideas liberales y conservadoras en la concepción
de la cultura, la importancia pública que se les concede a las artes y al patri-
monio, la necesidad de generar acervos culturales que reposen principalmente
en museos y bibliotecas, y la irrupción de la modernidad en un campo en que
la religión tenía una hegemonía construida a partir de la Conquista y los pe-
ríodos coloniales. Este distanciamiento de la cultura de la creencia religiosa es
precisamente una de las claves de la modernidad latinoamericana. La Iglesia,
que se resistía a perder su hegemonía, se unió a la resistencia que los grupos con-
servadores expresaban frente a las opciones laicas, modernas y pluralistas de la
6 Lucina Jiménez, “Políticas culturales en México:
cultura. Un ejemplo en Colombia fue el significativo auge de la Escuela Normal una encrucijada por descifrar”, en Antonio
Superior y su posterior declive en medio de las críticas conservadoras7. Albino Canelas Rubim y Rubens Bayardo (orgs.),
Políticas culturais na Iberoamerica, op. cit., pp.
La institucionalidad cultural también estuvo ligada con la vinculación 203-204. Lucina Jiménez y Enrique Florescano,
“De la epopeya posrevolucionaria al centralismo”,
temprana de la cultura con la educación, la ampliación progresiva, aunque ini- en revista Nexos, No. 362, febrero de 2008.
cialmente lenta, del acceso de sectores populares a la cultura, la difusión del 7 Existe un trabajo destacado sobre este tema de
libro y la lectura y la articulación de los proyectos políticos de nación con los Juan Manuel Ospina: “La Escuela Normal Superior:
círculo que se cierra”, en Boletín Cultural y
proyectos de promoción de la cultura. Bibliográfico, vol. XXI, Banco de la República, 1984.

25
COMPENDIO DE POLÍTICAS CULTURALES

Los medios de comunicación electrónicos, la secularización, los procesos


de modernización, las transformaciones de la educación y de la vida urbana, y
cierta movilidad social, ayudaron a cambiar aún más estas comprensiones de la
cultura, desde un poco antes de la mitad del siglo XX. Las modificaciones de la
propia cultura fueron precisando la aparición de las políticas culturales como
políticas públicas. Ya no se trataba de cultura en mayúsculas, sino de culturas
que se entremezclaban y diferenciaban; ya no se asimilaba la cultura solamen-
te a las artes, sino también a las fiestas, la gastronomía y las manifestaciones
populares. La aparición, en los años treinta, de la radio, y después, a mediados
de los cincuenta, de la televisión, empezó a socavar la visión tradicional de la
cultura, ya sea porque la denominada —muy simbólicamente, por cierto— cla-
se baja pudo ingresar a un nuevo mundo de referentes simbólicos o porque
empezaron a circular manifestaciones de la cultura que les eran más próxi-
mas, como las músicas populares, el humor, los deportes y el melodrama. Las
transformaciones no sólo se produjeron en el universo de lo masivo, sino en los
propios territorios de la denominada alta cultura. Las artes plásticas asumieron
iconograf ías populares, las músicas se mezclaron, las tecnologías facilitaron el
acceso a las distintas expresiones de la cultura, el espacio público cobró una
gran importancia cultural. Los derechos humanos, que entraron con fuerza en
el ambiente político de las democracias, abrieron el camino para entender la
cultura como un derecho fundamental, sobre el que tiene responsabilidad el
Estado, la sociedad civil, las empresas privadas y el tercer sector, y las teorías del
desarrollo y la inclusión subrayaron el papel de la cultura.
Desde los años sesenta, como escribe Juan Luis Mejía, las políticas cultura-
les entraron más explícitamente en el ámbito de la gestión pública y la vida de
la cultura.

La nueva racionalidad del Estado implicó agrupar bajo una sola orga-
nización a todas las instituciones culturales existentes desde el siglo
XVII, como bibliotecas nacionales, archivos, museos, teatros naciona-
les, etcétera. Surgieron entonces las secretarías de cultura, las subse-
cretarías de cultura y los vice-ministerios de cultura, entre otros. Todos
estos organismos siguieron el modelo francés del Ministerio de Cultu-
ra y Asuntos Culturales de 1959 y el de la Unesco estructurados alre-
dedor de tres áreas básicas de acción: la conservación del patrimonio
cultural, el fomento de las artes y la llamada difusión cultural. Su in-
terlocutor era una supuesta nación culturalmente homogénea, blanca,
cristiana y con una sola lengua. Dicho modelo institucional empezó a
incorporar nuevos contenidos, a partir de los años setenta, en especial,

26
[PRIMERA PARTE] LAS POLÍTICAS CULTURALES EN COLOMBIA: LA PROGRESIVA TRANSFORMACIÓN DE SUS COMPRENSIONES

de la Conferencia Mundial de Cultura de Venecia de 1970, donde se


cuestionó el modelo de desarrollo económico y se introdujo la idea de
cultura como una herramienta del desarrollo humano. Anteriormente
se había contemplado el fracaso de los modelos, entre otras cosas por
no tener en cuenta la cultura de los países donde se implantaban. Du-
rante esta nueva época se dota a la institucionalidad con contenidos
nuevos; se formularon las primeras políticas culturales; los planes de
desarrollo cultural; se comenzó a hablar del gestor cultural, a formarse
las primeras escuelas del campo capaces de construir un puente entre
cultura y desarrollo8.

Poco a poco, la cultura se fue desprendiendo de los ministerios de educa-


ción y fue conquistando una autonomía propia dentro de la gestión pública.
Las leyes y reglamentaciones jurídicas se ampliaron, los actores culturales se di-
versificaron y se acentuaron relaciones como las de la cultura con la economía,
el comercio internacional y los procesos de desarrollo. El papel de organismos
internacionales de la cultura como la Unesco fue relevante en los nuevos dise-
ños de la gestión cultural desde los años setenta, así como la inscripción de la
cultura en la agenda de las Naciones Unidas o en la de organismos de comercio
como la Organización Mundial de Comercio (OMC).
En 1968 se crea el Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura) como un
organismo inicialmente adscrito al Ministerio de Educación con personería ju-
rídica, autonomía administrativa y patrimonio propio, y en 1997, el Ministerio
de Cultura. En 1988 se creó el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
(Conaculta) de México, y en 1948, la Subsecretaría de Cultura de la Nación,
en Argentina. En 1953 se creó en Brasil el Ministerio de Educación y Cultura,
y en 1985 el Ministerio de Cultura. En 2003 se constituyó en Chile el Consejo
Nacional de la Cultura y las Artes.
Otros fenómenos sociales sustentaron la importancia de la institucio-
nalidad cultural: la globalización y la conformación de culturas globales que
interactúan con culturas nacionales y regionales, la conformación de una eco-
nomía creativa con importantes porcentajes de crecimiento, generación de
empleo y flujos internacionales de los productos culturales; la industrialización
de sectores importantes de la cultura como el cine, la música, los libros o los
medios de comunicación, que generan exportaciones e importaciones y apor-
tan al PIB de los países, y la transformación radical de la oferta cultural, así aún
persistan problemas de acceso y disfrute de los bienes y servicios culturales. 8 Juan Luis Mejía, “¿Derechos sin Estado? Tres
Los núcleos de las políticas culturales de primera generación han cam- momentos de la institucionalidad cultural en
América Latina”, en Pensar Iberoamérica, No.
biado notablemente, tanto porque se han modificado los campos que habían 7, OEI, septiembre-diciembre de 2004.

27
COMPENDIO DE POLÍTICAS CULTURALES

monopolizado su definición (bellas artes, patrimonio, estímulos, museos), como


porque aparecen campos, actores y articulaciones de política emergentes. No
sólo se han fortalecido manifestaciones de la cultura que hace años apenas eran
visibles frente a las quetradicionalmente han ocupado las definiciones tradicio-
nales de cultura y el ejercicio de construcción de políticas culturales, sino que los
propios conceptos y prácticas de las artes o del patrimonio, para citar sólo dos
ejemplos, han sufrido cambios muy significativos. Los campos además se encuen-
tran, dando lugar a nuevas relaciones y se amplían cambiando las comprensiones
habituales que teníamos de ellos. A medida que se torna más complejo el pano-
rama cultural de los países, se hace más urgente diseñar políticas culturales que
faciliten su gestión pública mediante la concertación del Estado con diferentes
organizaciones de la sociedad. Las políticas culturales son, por tanto, la imagi-
nación colectiva de los propósitos, los caminos y las formas de acción que una
sociedad se traza para el libre desarrollo de la cultura. Esta imaginación ha cam-
biado por las propias transformaciones que ha experimentado la sociedad.

¿QUÉ SE ENTIENDE POR POLÍTICAS CULTURALES?


Un primer paso para responder a esta pregunta puede ser revisar las definiciones
de políticas culturales que han circulado en los últimos años, producidas ya sea
por investigadores culturales reconocidos o por instituciones públicas nacionales
e internacionales que han realizado esfuerzos para concretarlas.

Néstor García Canclini:

Entendemos por políticas culturales el conjunto de intervenciones rea-


lizadas por el Estado, las instituciones civiles y los grupos comunitarios
organizados a fin de orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las nece-
sidades culturales de la población y obtener consenso para un tipo de
orden o transformación social9.

Teixeira Coelho:

La política cultural constituye una ciencia de la organización de las es-


tructuras culturales y generalmente es entendida como un programa de
9 Néstor García Canclini, “Para un diccionario
intervenciones realizadas por el Estado, instituciones civiles, entidades
herético de estudios culturales”, en privadas o grupos comunitarios con el objetivo de satisfacer las necesi-
revista Fractal, No. 18, julio de 1997.
dades culturales de la población y promover el desarrollo de sus repre-
10 Teixeira Coelho, Diccionario crítico de política
cultural, São Paulo, Iluminuras, 1997, p. 292. sentaciones simbólicas10.

28
[PRIMERA PARTE] LAS POLÍTICAS CULTURALES EN COLOMBIA: LA PROGRESIVA TRANSFORMACIÓN DE SUS COMPRENSIONES

Sonia Álvarez, Evelina Dagnino y Arturo Escobar:

Interpretamos la política cultural como el proceso generado cuando dife-


rentes conjuntos de actores políticos, marcados por, y encarnando prác-
ticas y significados culturales diferentes, entran en conflicto. Esta defini-
ción de política cultural asume que las prácticas y los significados —par-
ticularmente aquellos teorizados como marginales, opositivos, minorita-
rios, residuales, emergentes, alternativos y disidentes, entre otros, todos
éstos concebidos en relación con un orden cultural dominante— pueden
ser la fuente de procesos que deben ser aceptados como políticos11.

Ana María Ochoa Gautier:

Defino como política cultural la movilización de la cultura llevada a cabo


por diferentes tipos de agentes —el Estado, los movimientos sociales, las
industrias culturales, instituciones tales como museos u organizaciones
turísticas, asociaciones de artistas y otros— con fines de transformación
estética, organizacional, política, económica y/o social12.

Toby Miller (1998):

Las políticas culturales, por lo tanto, se refieren a los procesos organiza-


tivos que canalizan tanto la creatividad estética como los modos de vida
colectivos.

Políticas culturales distritales 2004-2016, Secretaría de Cultura, Recreación


y Deporte de Bogotá:

Se entiende por políticas culturales el resultado de la concertación entre


los sectores sociales en torno a los aspectos logísticos, políticos, econó-
micos y sociales, del campo cultural. Se espera que este proceso de con-
certación, así como su implementación, fortalezcan la relación entre el 11 Arturo Escobar, Sonia E. Álvarez y Evelia Dagnino
(eds.), Política cultural y cultura política,
campo cultural y los otros campos sociales13. Bogotá, Tauros, Icanh, 2001, pp. 25-26.

12 Ana María Ochoa Gautier, Entre los deseos y


los derechos, un ensayo crítico sobre políticas
Unesco (1982): culturales, Bogotá, Icanh, 2003, p. 20.

13 Instituto Distrital de Cultura y Turismo,


Políticas culturales distritales 2004-2016,
Conjunto de principios, prácticas y presupuestos que sirven de base para
Bogotá, Instituto Distrital de Cultura y
la intervención de los poderes públicos en la actividad cultural, radicada Turismo, Alcaldía Mayor de Bogotá, 2005.

29
COMPENDIO DE POLÍTICAS CULTURALES

en su jurisdicción territorial, con el objeto de satisfacer las necesidades


sociales de la población, en cualquiera de los sectores culturales.

David Harvey:

Conjunto de principios operativos, de prácticas sociales, conscientes o


deliberadas, de procedimientos de gestión administrativa o presupuesta-
ria, de intervención o de no intervención, que deben servir de base a la
acción del Estado, tendiente a la satisfacción de ciertas necesidades cul-
turales de la comunidad, mediante el empleo óptimo de todos los recur-
sos materiales y humanos de los que dispone una sociedad determinada
en un momento considerado.

Emiliano Fernández Prado:

Conjunto estructurado de intervenciones conscientes de uno o varios


organismos públicos en la vida cultural. Entendiendo por vida cultu-
ral las manifestaciones sociales ligadas al ocio, al placer y al perfeccio-
namiento, de una forma compartida, diferente a individual y privado14.

María Teresa Sanz García:

Es una acción coordinada y orientada hacia objetivos múltiples, que per-


mite el cumplimiento de funciones sociales estratégicas, tiene como ho-
rizonte la expresividad y la creatividad de múltiples personas y grupos, y
es un importante instrumento de crecimiento social y político15.

Guillermo Márquez Cruz:

Las políticas culturales son un conjunto de acciones desarrolladas por los


poderes públicos en su marco de competencias y según unos fines, para
la protección, fomento, desarrollo y transmisión de la cultura16.
14 Emiliano Fernández Prado, La política cultural:
qué es y para qué sirve, Gijón, Trea, 1991.
Plan Nacional de Cultura (2006-2020), “Antioquia en sus diversas voces”:
15 María Teresa Sanz García, “La cultura en
cifras”, en Cultura y desarrollo, Madrid,
Ministerio de Cultura, 1995, p. 33.
Las políticas culturales se concretan bajo la forma de enunciados que in-
16 Guillermo Márquez Cruz, “Las políticas culturales
en el Estado de las autonomías: el establecimiento
dican el deber ser de dichas intervenciones, bajo un criterio permanente
del sistema bibliotecario de Andalucía”, en Boletín de concertación y participación democrática en el desarrollo cultural de
de la Asociación Andaluza de Bibliotecarios,
vol. 3, No. 7, abril-junio de 1987, pp. 6-7. las colectividades.

30
[PRIMERA PARTE] LAS POLÍTICAS CULTURALES EN COLOMBIA: LA PROGRESIVA TRANSFORMACIÓN DE SUS COMPRENSIONES

En las anteriores definiciones se pueden encontrar algunos elementos co-


munes. En primer lugar, las políticas culturales son enunciados o definiciones
que buscan la movilización del Estado y la sociedad para obtener determina-
dos fines de carácter cultural. La participación del Estado en la cultura siempre
ha generado preocupaciones en los creadores, y en general en los ciudadanos.
Se estima que la cultura es creación e innovación, experiencia de la libertad y
capacidad crítica, que pueden ser coartadas por la intromisión del Estado. La
cultura, como escribió Zygmunt Bauman, es a la vez la norma y su trasgresión.
Los peligros dirigistas de las políticas culturales, aunque pueden subsistir, se han
disminuido, o quizás se han tornado más sutiles, entre otras razones por la vigi-
lancia y la alerta crítica de los ciudadanos, por las modificaciones de la gestión
pública en las democracias y por la participación permanente de otros sectores
de la sociedad en su diseño y gestión. Subsisten debates sobre temas sensibles
como la asignación de la pauta publicitaria oficial a los medios de comunicación,
los sistemas de asignación de dineros públicos para la promoción de las artes y
en general de la cultura, o la definición que hacen los gobiernos de jerarquías y
prioridades para la inversión cultural, como también sobre la centralización de
la definición y la ejecución de las políticas, las distancias entre los enunciados
centrales y las realidades regionales o locales, la creciente despreocupación pú-
blica de ciertos campos culturales que han sido cubiertos por las empresas o la
fragmentación cultural que se reparte las decisiones en diferentes instancias del
Estado. La cultura se ha tornado compleja, participa en áreas en que desde hace
años existen políticas públicas (por ejemplo, en la economía) y tiene requeri-
mientos globales que han roto los enclaustramientos internos. La complejidad
se manifiesta en el desvertebramiento de las lógicas institucionales de la cultura
que se sustentaban en las artes, el patrimonio y la difusión cultural. Han sur-
gido otros campos y otras intersecciones culturales, como el de las industrias
creativas, las tecnologías de la información o las nuevas prácticas artísticas que
establecen fronteras menos rígidas entre las expresiones de la cultura o entre
ellas y la economía, las tecnologías y el conocimiento.
En segundo lugar, estas definiciones deben ser el resultado de un amplio pro-
ceso de concertación y participación en que se involucran, en una interacción
efectiva y creativa, tanto el Estado como las organizaciones de la sociedad civil,
la empresa privada, los movimientos socioculturales, los creadores, las organiza-
ciones gremiales, entre otros actores.
En tercer lugar, las políticas culturales buscan responder a los requerimien-
tos, demandas y expectativas culturales de la sociedad. Obviamente en algunos
casos pueden ser demandas en conflicto, tensionantes, frente a las cuales las po-
líticas suponen opciones, jerarquías, selecciones intencionales.

31
COMPENDIO DE POLÍTICAS CULTURALES

En cuarto lugar, las políticas culturales buscan obtener el consenso para pro-
ducir cambios, transformaciones socioculturales.
Teniendo en cuenta el debate que existe sobre lo que son las políticas cultu-
rales y sobre todo aquellos elementos que aparecen en las distintas definiciones
analizadas, el Ministerio de Cultura de Colombia construyó la propia, con la que
además se inició el proceso de recopilación, discusión y validación social de las
políticas culturales nacionales vigentes que concluirá, en su primera fase, en la
publicación del Compendio de las políticas culturales nacionales, que se ofrece a
la discusión pública.

Las políticas culturales son las grandes definiciones que asume el país
para orientar los procesos y acciones en el campo cultural, mediante la
concertación y la activa participación del Estado, las entidades privadas,
las organizaciones de la sociedad civil y los grupos comunitarios, para de
esta manera responder con creatividad a los requerimientos culturales
de la sociedad17.

RASGOS GENERALES DE LAS POLÍTICAS CULTURALES


Las políticas culturales tienen unas características básicas. Entre ellas están:

• Atienden a diferentes campos o ámbitos de la cultura. Hay una coinciden-


cia entre la arquitectura institucional cultural y la definición de políticas
culturales. La relación es explicable por varias razones: la primera es la
traducción en lo institucional de las comprensiones de la cultura predo-
minantes en la sociedad. Esta traducción no es estable: va rehaciéndose
de acuerdo a los cambios culturales y sociales, de tal manera que las pro-
pias arquitecturas son readaptaciones que lentamente se producen en la
estructura original de las instituciones culturales. Sin embargo, suelen ge-
nerarse distanciamientos preocupantes entre realidad y modelos institucio-
nales, hasta el punto de que las estructuras empiezan a ser anacrónicas y
disfuncionales. La segunda razón se refiere a los desbordes operativos de
los ministerios o de las máximas instituciones de la cultura en los países,
que rápidamente se embarcan en intervenciones que los van alejando de
su función fundamental de promoción precisamente de políticas públi-
cas de cultura. Estos desbordamientos, a su vez, se explican por el papel
general que han tomado los Estados en la gestión pública, la falta de una
institucionalidad cultural consolidada que sobre todo se afiance en la parti-
cipación social y ciudadana, las redes clientelistas que aún tejen las relacio-
17 Ministerio de Cultura, Un Ministerio de puertas
abiertas, Bogotá, Ministerio de Cultura, 2008. nes entre Estados y ciudadanos, las presiones de intereses sectoriales que

32
[PRIMERA PARTE] LAS POLÍTICAS CULTURALES EN COLOMBIA: LA PROGRESIVA TRANSFORMACIÓN DE SUS COMPRENSIONES

desconocen una visión más integral e interactiva de la cultura y las propias


posiciones hegemónicas dentro del sector cultural. Esta sintonía, que en
algunas ocasiones es prácticamente total, no siempre es la mejor. Las po-
líticas culturales terminan siendo cooptadas por lo administrativo y lo bu-
rocrático, lo que facilita en cierto modo su ejecución, pero debilita su sen-
tido ciudadano y público. Como se ha anotado, los campos se modifican y
sus comprensiones cambian mientras que surgen otros, se crean mixturas
inéditas, aparecen actores nuevos, se replantean las relaciones entre los
creadores y los subsectores de la cultura, o entre ellos y otros sectores de
la sociedad. Si bien las políticas culturales deben responder a campos que
ya tienen un camino hecho y una legitimidad alcanzada, deben también
consultar esta condición cambiante y sugerentemente inestable de la cul-
tura. Pero además, las políticas deben responder a procesos, de mediano y
largo plazo, que apoyen su sostenibilidad y, a la vez, el fortalecimiento de lo
público. Una iniciativa como la de las universidades colombianas, de buscar
una articulación de la cultura con su propia razón de ser, es un buen ejem-
plo de política pública generada en la sociedad civil y definida ya no nece-
sariamente, o por lo menos no preliminarmente, desde campos o ámbitos
culturales, sino desde actores, sentidos institucionales y propósitos sociales.

• Son integrales. La integralidad de las políticas culturales puede observar-


se desde varias perspectivas. Una es la de la integración entre ellas; otra,
la de la relación con políticas públicas de otros sectores de la sociedad. En
el primer caso, cada vez se acentúa más la necesidad de encuentro entre
las artes y lo patrimonial, o entre la cooperación cultural y los sistemas
internos de financiamiento de la cultura. En el segundo caso, lo intersec-
torial se convierte en uno de los desaf íos más importantes de las políticas
culturales de nueva generación. El diálogo, los consensos y las acciones
comunes con las políticas económicas, medioambientales, de protección
o de convivencia social, enriquecen las políticas culturales porque las si-
túan en contextos más amplios y a la vez mucho más consistentes con las
realidades de nuestros países. Ya son bastantes los ejemplos que existen
en el panorama cultural latinoamericano que deben profundizarse y de
los que debería ganarse conocimiento y experiencia. La integralidad no
significa pérdida de autonomía o de especificidad, sino por el contrario
afirmación en la diferencia y posibilidad de diálogo social.

• Combinan lo general con lo diferencial. Se discute con frecuencia sobre el


carácter de las políticas culturales, y especialmente sobre la particularidad

33
COMPENDIO DE POLÍTICAS CULTURALES

o generalidad de sus intervenciones. Hay políticas que ofrecen cobertura


general, es decir, que cubren a la generalidad de los ciudadanos y ciudada-
nas. Una política de acceso a los bienes y servicios de la cultura es inicial-
mente una política abarcadora, como lo son las que concretan principios
constitucionales como los del pluralismo étnico, la diversidad cultural o la
libertad de expresión. Pero aun estas políticas deben observarse desde un
enfoque diferencial, es decir, desde una consideración justa y documen-
tada de la participación de sectores específicos de la sociedad en ellas. El
reconocimiento de una nación en que se valora el pluralismo étnico —que
compete a todos sus ciudadanos— se expresa también en la defensa y pro-
moción de los valores que conciernen a todas las comunidades étnicas,
y dentro de ellas a las que están en una situación particular de riesgo, de
vulneración de sus derechos o de desprotección. Una política sobre em-
prendimiento cultural no sólo busca el fomento de las industrias cultura-
les o de las pequeñas y medianas empresas de la cultura, sino también la
salvaguardia de los derechos de los ciudadanos al acceso, consumo, dis-
frute y participación en su creación. Lo diferencial no es sólo un problema
de poblaciones-objetivo o de targets; tampoco de facilidades operativas
o de condiciones de funcionamiento de los proyectos que concretan las
políticas. Es un asunto enraizado en la comprensión de la cultura como
un derecho fundamental y en la participación de la ciudadanía como una
condición básica del desarrollo cultural.

• Son públicas. Las políticas culturales son públicas: no son políticas úni-
camente estatales. Todas las definiciones lo corroboran al afirmar la ne-
cesidad de participación amplia de la sociedad en el diseño, la promo-
ción, ejecución y evaluación de las políticas culturales. El cambio que ha
sufrido la comprensión de lo público, al dejar atrás su asimilación a lo
estatal, influye en el sentido de las políticas culturales. Y no se trata de
una realidad abstracta de lo público, sino de una imaginación de lo pú-
blico que cobra significados especiales y diferenciados en cada uno de
los momentos de conformación de las políticas. Hablar de lo público en
el diseño de las políticas es diferente de confirmar la naturaleza públi-
ca de la ejecución de las políticas. Esta situación reconsidera el papel de
los Estados, de la sociedad civil y de la empresa privada. El Estado es un
garante de la participación simétrica de la sociedad en el diseño de las
políticas, como también en su aplicación y ejecución. De esta manera,
el Estado se convierte en un espacio de contraste de los intereses de los
diversos sectores de la sociedad y de concertación de sus propósitos dife-

34
[PRIMERA PARTE] LAS POLÍTICAS CULTURALES EN COLOMBIA: LA PROGRESIVA TRANSFORMACIÓN DE SUS COMPRENSIONES

renciados con relación a los grandes temas de la cultura. En este sentido,


es plenamente aplicable la reflexión que hizo Norbert Lechner cuando
señaló que en América Latina hemos tenido Estados demasiado grandes
para las pequeñas cosas y demasiado pequeños para los grandes. Pero el
papel del Estado en la cultura difiere del que tiene en otros ámbitos, como
la salud o la seguridad. La cultura no admite ningún tipo de intervención
hegemónica por parte del Estado que signifique una intromisión en la li-
bertad de creación. Por el contrario, sus funciones están relacionadas con
el liderazgo en el diseño de las políticas, la asignación transparente de los
dineros públicos, la promoción de estímulos, el apoyo a la circulación
de los bienes y servicios culturales entre los diferentes sectores sociales
y regiones, la generación de contextos y condiciones que fortalezcan la
diversidad cultural, entre otras. La empresa privada ha aumentado su
participación en la cultura, ya sea a través de programas de mecenazgo
o de responsabilidad social empresarial, ya sea por su presencia direc-
ta en el desarrollo de las industrias creativas locales o en la distribución
de productos culturales nacionales e internacionales. Mucho se discute
sobre las reubicaciones de los centros de decisión cultural, algunos de
ellos ahora asentados en los organismos de libre comercio o en grandes
conglomerados multimediales, nacionales y transnacionales. Con lo que
políticas que deberían ser públicas se tornan corporativas, ordenadas por
lógicas comerciales, parámetros de mercado y criterios de rentabilidad
financiera. Las políticas culturales, a la vez que requieren de un diálogo
con el mercado, tienen la misión de ir más allá de él, de corregir sus limi-
taciones y orientarse por criterios de responsabilidad pública. Las orga-
nizaciones de la sociedad tienen también un papel en el sentido público
de las políticas culturales, tanto porque están llamadas a participar en su
diseño, puesta en marcha y evaluación, como porque es crucial su fun-
ción de vigilancia, control público, exigencia de rendición de cuentas y
operación de las políticas. La existencia de consejos de la cultura y con-
sejos sectoriales, creados por la Ley General de Cultura (1997), es una
expresión de su relevancia.

• Buscan la descentralización y las autonomías regionales y locales. El Sis-


tema Nacional de Cultura es la estructura organizativa y formal a través
de la cual fluyen, hacia arriba y hacia abajo, las políticas culturales. No es,
en efecto, el único canal de construcción y circulación de las políticas,
pero probablemente es el más importante. En el sistema se incorporan las
secretarías departamentales de cultura, las secretarías y otras instancias

35
COMPENDIO DE POLÍTICAS CULTURALES

culturales locales (como, por ejemplo, los institutos de cultura), las ca-
sas de la cultura, el Consejo Nacional de Cultura, los consejos sectoriales
y territoriales, así como otras instituciones culturales. Colombia ha ido
construyendo un sistema descentralizado, con participación de las regio-
nes, que como se verá más adelante, aún presenta deficiencias y desaf íos.
Sin embargo, la descentralización se manifiesta en la participación de la
cultura en los planes de desarrollo locales, regionales y nacional, la auto-
nomía de las instituciones culturales locales, los fondos mixtos en aque-
llas regiones donde aún existen, la determinación de planes de cultura
departamentales o distritales y el acceso a la financiación de la cultura a
través de varios mecanismos: los recursos de transferencias, los recursos
provenientes de la Estampilla Procultura y el Programa de Concertación,
entre otros. Los recursos de transferencias que llegan directamente a las
regiones (departamentos, distritos y municipios del país) están funda-
mentados en la Ley de Transferencias Nacionales que establece, en su
Artículo 76, que cada municipio debe destinar al sector cultural 3% de
lo que obtiene por medio del Sistema General de Transferencias de los
ingresos corrientes de la nación y que además faculta a los municipios
para apoyar la construcción, dotación, sostenimiento y mantenimiento
de la infraestructura cultural del municipio y su apropiación creativa por
parte de las comunidades, y proteger el patrimonio cultural en sus distin-
tas expresiones y su adecuada incorporación al crecimiento económico y
a los procesos de construcción ciudadana. Los recursos provenientes de la
Estampilla Procultura: las asambleas departamentales, los concejos dis-
tritales y los concejos municipales fueron autorizados mediante ley para
que ordenen la emisión de una Estampilla Procultura, cuyos recursos se-
rán administrados por el ente territorial al que le corresponda el fomento
y el estímulo de la cultura, con destino a proyectos acordes con los planes
nacionales y locales de cultura. El Programa Nacional de Concertación
del Ministerio de Cultura promueve el acceso a los dineros públicos de las
instituciones culturales locales y regionales, en condiciones claras y bajo
procedimientos que buscan transparencia y equilibrio.

• Se construyen y se ejecutan participativamente (desde abajo). Una de las


características más importantes de las políticas públicas es la participa-
ción de la sociedad en los diversos momentos de su ejecución. Esto es
aún más necesario para la cultura. Sin embargo, este planteamiento no
es una afirmación plenamente aceptada. Hay quienes piensan que serían
más efectivas las decisiones fundamentadas en el conocimiento de los

36
[PRIMERA PARTE] LAS POLÍTICAS CULTURALES EN COLOMBIA: LA PROGRESIVA TRANSFORMACIÓN DE SUS COMPRENSIONES

expertos o en la experiencia de personas o instituciones culturales es-


pecializadas, y que tanta democracia podría rondar el populismo, la dis-
torsión o la ineficiencia. Las políticas culturales cuentan con liderazgos
que suelen estar en el Estado, en sectores de la sociedad, en grupos de in-
terés o en otros centros de expresión y poder, pero finalmente tienen una
incidencia en la ciudadanía en temas tan cruciales como el pluralismo,
la diversidad, las identidades, la interculturalidad o las posibilidades de
expresión y creación individual y grupal. La concertación y el consenso, a
los que se refieren las distintas definiciones de política cultural revisadas,
son quizá los procesos clave para sobrepasar los peligros del gobierno de
los expertos y el populismo cultural.

• Combinan antecedentes, contexto, conceptualización, objetivos, líneas


de acción, actores y criterios de evaluación. Los antecedentes son los
pasos que se han dado en el campo específico de la política, los prece-
dentes construidos socialmente en él; el contexto es una descripción
detallada y analítica de la situación del tema; la conceptualización con-
densa la comprensión temática y normativa que fundamenta la políti-
ca, y los objetivos determinan con la mayor precisión posible aquello
que propone la política. Los lineamientos de la política son los grandes
ejes de acción, que a su vez se realizan en las acciones concretas que
permitirán alcanzar los objetivos y realizar los lineamientos de las polí-
ticas. Los actores son sujetos, grupos e instituciones que participan en
el diseño, la ejecución y la evaluación de las políticas, mientras que los
resultados esperados son los logros (cuantitativos y cualitativos) que se
esperan obtener.

SECTORIALIDAD, TRANSVERSALIDAD Y TERRITORIALIDAD DE LAS


POLÍTICAS CULTURALES
Existen políticas culturales sectoriales, transversales y territoriales. Las políticas
sectoriales, son aquellas que definen lineamientos en áreas específicas de la cul-
tura, como las artes, el patrimonio, la comunicación o la cooperación cultural.
Las políticas transversales son grandes definiciones culturales para la acción, que
atraviesan las diversas políticas sectoriales y que suelen formar parte de la gestión
de las diferentes áreas institucionales, como, por ejemplo, las políticas de memo-
ria, de creación, de regionalización o de organización; y las políticas territoriales
son aquellas que responden a realidades, procesos y requerimientos de territorios
específicos, generalmente de regiones culturales, en las que se concretan las polí-
ticas sectoriales, apropiadas regionalmente.

37
COMPENDIO DE POLÍTICAS CULTURALES

Las políticas culturales no son orientaciones cerradas sino propuestas


flexibles, que buscan interpretar creativamente las demandas culturales de
la sociedad. Definen un territorio específico de la gestión pública que se di-
ferencia de la educación o de las comunicaciones, y al hacerlo atienden los
requerimientos de los distintos actores de la sociedad, estableciendo diálogos
entre lo local y lo nacional, o entre lo regional, o entre lo local/nacional con lo
internacional.
Las políticas culturales, si son participativas, promueven la interlocución del
Estado con la sociedad, la visibilidad de actores culturales que no siempre son los
que pueblan la escena pública y la consolidación de procesos de transparencia,
veeduría y rendición de cuentas de los gobernantes. Pero también las políticas
culturales pueden facilitar el descubrimiento de campos emergentes de la cul-
tura, la actualización o el cambio en los rumbos trazados originalmente por las
políticas y, sobre todo, la acción articulada de las diferentes instituciones cultura-
les, especialmente las públicas.
Sólo se esperaría que las políticas culturales sean, como la cultura, diversas y
plurales, abiertas a las controversias y al examen público, respetuosas de la libertad,
e imaginativas.
En las décadas pasadas, en la imaginación de las políticas culturales se enfatizó
en lo sectorial, que permitía una gestión más formal y organizada del campo cultu-
ral. Este “cuadro”, esta regulación “taxonómica”, dio lugar a una arquitectura singular
de la institucionalidad cultural en el continente, y específicamente en Colombia: una
arquitectura sectorial, es decir, una forma de comprensión y de gestión de la cultura
por áreas, relativamente homogéneas y diferenciadas.
Ellas, que forman un corpus relativamente amplio, se pueden clasificar en gran-
des constelaciones de sentido, en áreas que guardan una familiaridad más estrecha
entre sí. Son:

• Las prácticas artísticas


Políticas de Artes

• El patrimonio y las memorias


Política para la gestión, protección y salvaguardia del patrimonio cultural
Política de salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial
Política de museos
Política de archivos
Política de protección a la diversidad etnolingüística
Políticas de diversidad cultural
Política de turismo cultural

38
[PRIMERA PARTE] LAS POLÍTICAS CULTURALES EN COLOMBIA: LA PROGRESIVA TRANSFORMACIÓN DE SUS COMPRENSIONES

• Sentidos, visualidades e industrias culturales


Política de lectura y bibliotecas
Política de comunicación/cultura
Política de cultura digital
Política cinematográfica
Política para el emprendimiento y las industrias culturales

• La promoción de la cultura
Política de concertación
Política de estímulos
Política de infraestructura cultural

• La escena internacional y de cooperación


Política de gestión internacional de la cultura

• Las regiones y lo local


Política de casas de cultura

El Ministerio de Cultura ha trabajado más recientemente en un conjunto


de políticas que responden a nuevos campos de la cultura, tratando de propo-
ner un proceso de construcción de la política, de la manera más participativa
posible. Para ello, habitualmente se convoca a los expertos y las organizaciones
más próximos al tema, para que intervengan en la reflexión y la determinación
de la política. En el caso, por ejemplo, de la Política Nacional de Museos se di-
señó un proceso de participación mediante foros regionales en que a partir de
un documento base, se fue creando el cuerpo de la política. La Red Nacional de
Museos, incorporada administrativamente al Museo Nacional, fue la encargada
de coordinar el proceso.
Entre estas políticas están las referidas al emprendimiento cultural, la
cultura digital, el patrimonio intangible, el Plan Nacional Audiovisual, la regio-
nalización, las poblaciones vistas desde una perspectiva de diversidad cultural,
los museos, la celebración del bicentenario de la Independencia y la revitaliza-
ción social de las lenguas americanas nativas. El país contará con formulaciones
en cada una de estas áreas y, sobre todo, con acciones que empiezan a hacer
realidad estas nuevas políticas culturales.
Lo sectorial explosionó por varias razones. En primer término, porque se pro-
dujo un reordenamiento cultural profundo en nuestras sociedades. En segundo
lugar, porque la naturaleza de los sectores-núcleo se modificó. Las artes clási-
cas, por ejemplo, se ampliaron, se fusionaron. Los grandes salones nacionales,

39
COMPENDIO DE POLÍTICAS CULTURALES

estables y centrales, se regionalizaron, mientras que surgieron otros circuitos


de circulación de las artes. El patrimonio, concentrado en lo material, cambió
al introducirse el concepto de apropiación, o al resaltarse la importancia del pa-
trimonio inmaterial. En tercer lugar, los bordes de lo sectorial se ablandaron y se
tornaron porosos. En cuarto lugar, se generaron intercambios con otros campos
de la cultura, que modificaron las formas de gestión cultural.
Fueron apareciendo otros sectores, como, por ejemplo, las industrias creativas
y el emprendimiento cultural, las nuevas tecnologías, las artes del espectáculo, que
corresponden a áreas muy dinámicas de la cultura (más presentes en las prácticas
culturales cotidianas de la gente, con desarrollos importantes de infraestructuras,
con una circulación global de productos culturales, con soportes tecnológicos que
convergen, con transformaciones de la apropiación de la cultura en la especialidad
privada y en la pública). Estas apariciones se notan perfectamente en las prácticas
de consumo de los latinoamericanos, ya sea en la mediatización de la cultura, en la
diferenciación generacional de las prácticas culturales, en las demandas que viven
prácticas culturales tradicionales como la lectura o en la comprensión de las rela-
ciones entre la vida privada y la cultura en los jóvenes18.
Todo ello desacomoda la arquitectura de la institución cultural y las formas
habituales de la gestión.
Los ámbitos de la decisión se descentran. Ya no obedecen a la arquitectura
de la institucionalidad cultural tradicional, ni a los niveles de decisión, ni a los
actores y los procedimientos que las tomaban. Las industrias creativas, por ejem-
plo, se insertan en las lógicas del mercado, bajo la forma de empresas y grupos
transnacionales y la orientación de disciplinas impuestas por organizaciones
como la Organización Mundial de Comercio (OMC), sin abandonar la impor-
tancia de la creación individual, que también cobra otro perfil. Los museos abren
y se distancian de los depósitos para convertirse en centros de cruces culturales,
espacios de comunicación y lugares de convergencia de las artes y la vida en la
ciudad, con una mayor permeabilidad a las nuevas manifestaciones culturales y a
caracterizaciones más inclusivas de la sociedad. Rápidamente la gestión pública
de la cultura se encuentra comprometida con una arquitectura que no respon-
de completamente a las demandas de la nueva escena. Hay una asintonía entre
institucionalidad, realidades culturales, políticas y gestión. Parecen mantenerse,
sin embargo, los sectores-núcleo, que sufren un desarrollo múltiple, una especie
de metástasis benigna. El patrimonio afirmado en los monumentos o los centros
históricos ya no piden solamente conservación (políticas de restauración), sino in-
18 Germán Rey, Las tramas de la cultura, Bogotá, CAB tegración con las políticas de turismo o de desarrollo; el patrimonio arqueológico
y Aecid, 2008. Jesús Martín-Barbero y Germán no solamente se vincula con políticas de identidad, sino con políticas de inter-
Rey, Los ejercicios del ver: hegemonía audiovisual
y ficción televisiva, Barcelona, Gedisa, 1999. culturalidad. Éstas, a su vez, no son el encuentro entre culturas monumentales,

40
[PRIMERA PARTE] LAS POLÍTICAS CULTURALES EN COLOMBIA: LA PROGRESIVA TRANSFORMACIÓN DE SUS COMPRENSIONES

como el intercambio entre culturas vivas (los museos se han convertido en las
cultural cities, en dispositivos movilizadores del dinamismo y las renovaciones
estéticas de las ciudades). Las artes replantean sus clasificaciones, sus modos de
creación y circulación y sus conexiones con otras expresiones culturales.
Aparecen entonces las políticas culturales de “segunda generación”, que hoy
plantean en América Latina un conjunto de retos a la arquitectura institucional,
a las características de la gestión cultural, a la formación de los actores sociocul-
turales, a las disposiciones regulativas y a su inserción en el panorama general de
las sociedades. Estas políticas de “segunda generación” replantean sus lugares de
origen, las relaciones con otras clases de políticas públicas, la propia noción de
campo, sus capacidades de orientación y el centro de sus definiciones. El origen
de algunas políticas culturales ya no está tanto en los estados nacionales, como
en las organizaciones multilaterales. El campo cultural limitado y las capacida-
des de orientación de las políticas se desvanecen frente a la situación del pasado,
cuando los Estados aún reservaban una buena parte de la capacidad de decisión
en las sociedades. ¿Dónde se define el cine que ven los ciudadanos, los libros
que encuentran en las librerías, las parrillas de programación de la televisión, e
incluso el tiempo que disponen para ir a museos o a galerías de arte? No tanto en
la acción del Estado, cuya influencia no desaparece porque, por ejemplo, puede
tener incidencias clave en los consumos mediante reglamentaciones tributarias
o políticas de acceso, sino sobre todo en las decisiones económicas de los pro-
ductores y en las tendencias oscilantes del gusto y la selección de los ciudadanos.
Las industrias culturales, las relaciones entre nuevas tecnologías y cultura, los
significados culturales de las diásporas, el papel de la cultura en las imágenes-
nación en contextos globales, las interacciones problemáticas entre seguridad,
miedos y expresión cultural, las posibilidades culturales para nuevas formas de
empleo (en el diseño, las narrativas no lineales), son todos temas que están inte-
rrogando a las políticas públicas de cultura.
Junto a la modificación de lo sectorial está la transversalidad y lo territorial.
Las políticas transversales son grandes definiciones culturales para la acción, que
atraviesan las diferentes áreas del Ministerio y sus diversas políticas sectoriales.
Componen campos en los que confluyen las políticas, dirigidas desde dife-
rentes instancias de la sociedad, y particularmente desde el Ministerio. Como
un ejercicio, apenas inicial, se presenta una descripción de las líneas de acción
que configuran cada una de estas políticas, así:

• Formación. Creación de metodología, proyectos de formación especiali-


zada, participación de entidades de formación, estímulos —becas para la
formación— y concertación con instituciones de formación.

41
COMPENDIO DE POLÍTICAS CULTURALES

• Memoria. Conservación, recuperación, salvaguardia y sostenibilidad de


la memoria.

• Organización. Promoción de formas organizativas, de formas alterna-


tivas de organización, adecuación de la organización a las identidades,
fortalecimiento de la institucionalidad cultural (consejos).

• Diversidad. Reconocimiento de la diversidad de actores y sectores de la


cultura, apoyo a la diversidad mediante la concertación, el conocimiento
y visibilidad internacional, nacional, regional y local de la diversidad, co-
municación de la diversidad a partir de la cultura.

• Creación. Estímulo de la creación, reconocimiento de los creadores, pro-


moción de nuevos talentos, presencia en nuevos campos de la creación,
promoción de las coproducciones de creaciones multimediales, apoyo a
instituciones que promueven la creación, generación de oportunidades
equitativas para el ejercicio de la creación, atención a la creación de di-
versos sectores/actores sociales.

• Investigación. Realización de investigaciones, estímulo a la investigación


vinculación con instituciones/grupos de investigación.

• Descentralización/regionalización. Fortalecimiento de procesos regiona-


les, circulación de bienes y servicios regionales en las regiones, adecua-
ción institucional para un trabajo integrado en las regiones, coordina-
ciones departamentales. Participación en el SNC de diversos actores so-
ciales, estímulo a la creación en las regiones, apoyo a la institucionalidad
regional (concertación), fortalecimiento de la cooperación con socios
estratégicos de la región.

• Comunicación. Producción, circulación e intercambio de sentidos, pro-


ducción de contenidos, coproducciones, fortalecimiento de la expresión
de sectores de la sociedad, sensibilización de la opinión pública.

Finalmente, el Ministerio de Cultura ha participado, junto con actores cultu-


rales regionales, en la definición de políticas territoriales. Hasta el momento se ha
trabajado en la Política Cultural del Caribe y en la Política Cultural del Pacífico. El
Ministerio de Cultura también apoya procesos de definición de política cultural
local y regional. Es fundamental que las políticas partan de las iniciativas locales,

42
[PRIMERA PARTE] LAS POLÍTICAS CULTURALES EN COLOMBIA: LA PROGRESIVA TRANSFORMACIÓN DE SUS COMPRENSIONES

que sean promovidas por sus propios sectores sociales y consulten las necesida-
des, la historia y los propósitos regionales.
Las políticas culturales territoriales ya no son la regionalización de las políti-
cas sectoriales, sino la creación desde lo local de política pública cultural, que no
es necesariamente liderada desde los centros del poder cultural, con los que, sin
embargo, se plantean relaciones de diferente tipo.
La historia de las políticas culturales revela acentos muy diferentes de esta
concertación, y sobre todo una gran dificultad para lograr simetrías de los actores
en los procesos de definición de políticas. Las transformaciones de los Estados
han puesto en evidencia un quiebre entre su presencia y la del mercado, que tam-
bién tiene que ver con las orientaciones que la empresa privada determina en la
cultura a través de su planeación, sus objetivos comerciales, sus estrategias de
producción y distribución de bienes y servicios creativos. Escribe Antonio Albi-
no Canelas Rubim sobre las políticas culturales brasileñas:
En esta perversa modalidad de ausencia, el Estado sólo está presente como
fuente de financiamiento. Una política de cultura en lo que ésta implica de de-
liberaciones, selecciones y prioridades, es propiedad de las empresas y de sus
gerencias de marketing19.
Para el caso argentino, Rubens Bayardo escribe que

[…] desde los noventa, para equilibrar la falta de inversión pública en


cultura, la tendencia ha sido fomentar la participación privada en el
sector, tanto por la vía de dejar los ámbitos modernos y más rentables al
mercado, como por la asociación con empresas20.

Pero además de la concertación, las políticas culturales deben fluir a través de


estos actores culturales de tal manera que no queden concentradas centralmen-
te, interactúen entre sí y sean capaces de promover movimientos horizontales y
verticales.

LAS POLÍTICAS CULTURALES Y SUS DESAFÍOS


El Compendio de políticas culturales muestra un panorama rico y diverso. Se tra-
ta, por una parte, de un acumulado histórico en el que algunas políticas se han
ido modificando, renovándose con nuevos conceptos, otras demandas sociales y 19 Antonio Albino Canelas Rubim, “Politicas
culturais do goberno Lula/Gil: desafios e
otros campos de aplicación. Estudios históricos podrán mostrar con mucha más enfrentamentos”, en Antonio Albino Canelas
Rubim y Rubens Bayardo (orgs.), Políticas
precisión estos cambios y sobre todo podrán explicar las relaciones de estas trans- culturais na Ibero-America, op. cit., p. 53.
formaciones con las propias del país y del mundo. Pero por otra parte, llama la 20 Rubens Bayardo, “Las políticas culturales
atención la diversidad de las políticas, que van desde las clásicas, como por ejem- en Argentina”, en Antonio Albino Canelas
Rubim y Rubens Bayardo (orgs.), Políticas
plo, las de patrimonio inmaterial, hasta las referidas a temas más recientes, como culturais na Ibero-America, op. cit., p. 38.

43
COMPENDIO DE POLÍTICAS CULTURALES

los de cultura digital y emprendimiento cultural. La lectura de las políticas con-


firma hasta qué punto su definición se inscribe dentro de los debates nacionales
e internacionales de la cultura. Una política como la de poblaciones sólo puede
verse dentro de una comprensión actualizada de la diversidad cultural y las po-
líticas de reconocimiento, y una de regionalización dentro del protagonismo de
lo local, la participación social y las relaciones entre las organizaciones civiles y el
Estado. El emprendimiento cultural es un resultado de la conformación de gran-
des industrias culturales, en las que Colombia ya tiene una presencia significativa,
como queda patente en el estudio Nosotros y los otros21, que analiza el comercio de
bienes y servicios culturales en siete países de Suramérica y destaca el liderazgo de
las exportaciones y de la balanza comercial de Colombia.
El funcionamiento durante años de las políticas más antiguas revelan una
apropiación funcional por parte de áreas específicas del Ministerio de Cultura,
lo que significa avances y conocimientos adquiridos en la gestión, interacciones
con los actores involucrados en las políticas, desarrollo de planes y programas
para la ejecución de las políticas y mecanismos de cooperación y de articulación
internacional. Las políticas ya no son enunciados sino realizaciones y, sobre todo,
áreas transitadas de la gestión cultural. Sería importante recuperar, sistematizar y
divulgar estos aprendizajes adquiridos.
Pero el panorama de las políticas también deja ver una serie de retos y de-
saf íos importantes. La formalización de las políticas en áreas específicas de la
gestión dentro del Ministerio de Cultura puede hacer que queden atrapadas en las
taxonomías administrativas, y particularmente en las lógicas burocráticas. Con
razón se critica la asimilación de las políticas culturales nacionales a la gestión del
Ministerio, lo que implicaría un cierre, desde lo estatal, de unas políticas que ob-
viamente lo sobrepasan y deben ser entendidas como políticas “públicas”, es decir,
como definiciones en que intervienen concertadamente el Estado y los agentes
sociales de la cultura. En este sentido, las políticas públicas de cultura son mu-
cho más que el funcionamiento de las partes que componen la arquitectura de la
institucionalidad estatal. Sólo si se comprenden de una manera más amplia hay
mayores posibilidades de crítica, de trabajo conjunto y de modificaciones.
El conjunto de las políticas culturales no es una suma sino una red. Com-
prenderlas de esta manera es lo que permite subrayar el carácter integral y no
fragmentario de las políticas. Lo patrimonial se entrelaza con las industrias
creativas y éstas con los rumbos de las prácticas artísticas dentro de la socie-
dad. Además de una articulación conceptual dentro de la diversidad de opciones
21 Secretaría de Cultura de la Nación, Nosotros
y los otros: el comercio exterior de bienes
teóricas, se trata de una articulación metodológica y de operación práctica. Con
culturales en América del Sur, Buenos Aires, cierta frecuencia se escuchan críticas sobre la desarticulación de la intervención
Laboratorio de Industrias Culturales, Secretaría
de Cultura de la Nación, 2008, p. 22. del Ministerio de Cultura, que llega a las regiones y las localidades a través de

44
[PRIMERA PARTE] LAS POLÍTICAS CULTURALES EN COLOMBIA: LA PROGRESIVA TRANSFORMACIÓN DE SUS COMPRENSIONES

diferentes programas que repiten acciones en vez de unificar esfuerzos. El cono-


cimiento de las políticas que facilita este Compendio es un paso para lograr algo
más importante: la eficiente articulación de los programas y las acciones. Pero la
articulación, además de ser ad intra es también ad extra, ya sea entre las políticas
nacionales y las políticas regionales/locales o entre las políticas culturales y las
políticas de otros sectores con los que la cultura tiene el compromiso de conversar
más y mejor. Respetando las debidas autonomías, es muy importante promover el
diálogo entre los planes departamentales, municipales o distritales de cultura y las
políticas nacionales, para lograr su armonización cuando sea posible y necesario
y sobre todo para fortalecer líneas de acción prioritarias en las que es más que
conveniente aunar esfuerzos y recursos humanos y económicos.
La articulación ad extra es uno de los grandes desaf íos de la cultura en Co-
lombia. La revisión de la documentación internacional sobre la cultura como,
por ejemplo, el Informe de desarrollo humano de 2004, el Informe sobre econo-
mía creativa de la UNCTAD y el PNUD (2008) o las determinaciones del Fondo
Mundial de Población sobre las relaciones de la cultura con las nuevas estrategias
demográficas (2008), son apenas algunos textos que hacen hincapié en estas otras
formas de integración de las políticas. El sector cultural deberá volver su mirada
a los problemas de la salud, la convivencia social, la educación, la protección so-
cial, para encontrar su ubicación dentro de ellos, unas relaciones más fluidas y
unas acciones más compartidas, sin perder, por supuesto, nada de sus especifici-
dades. Ya existen experiencias muy interesantes dentro del Ministerio de Cultura,
referidas a las comunidades más pobres y excluidas, las personas en situación de
discapacidad, los emigrantes o los jóvenes. Esta articulación exigirá esfuerzos en
la comprensión de los otros sectores, estudio de las conexiones de la cultura con
ellos, experiencias piloto de articulación, formación para la intersectorialidad y
procesos de planeación intersectorial más explícitos y exigentes. Los diálogos de
las industrias culturales en el mundo se han abierto hacia la tecnología, el comer-
cio, los planes de desarrollo y las transformaciones de la creatividad. El patrimonio
está interrelacionado con el conflicto interno, no sólo por los riesgos que tienen
monumentos y edificios, sino sobre todo por el que corren a diario las culturas
vivas, las comunidades y sus territorios. ¿Cómo pensar la salud o la sexualidad
sin sus implicaciones y referencias culturales, o la educación sin acudir a su
carácter de foro para la creación y recreación de la cultura?
Es preciso superar el aislamiento entre la gestión central de las políticas y su
gestión regional y local. Alfons Martinell ha hablado precisamente de las “po-
líticas de proximidad”, para referirse a la política cultural que se construye y se
ejecuta localmente. El Sistema Nacional de Cultura es el modelo que encon-
traron los legisladores para componer una estructura formal de relaciones que

45
COMPENDIO DE POLÍTICAS CULTURALES

permitiera el encuentro entre lo nacional, lo regional y lo local, y por el que flu-


yeran las políticas. Las nuevas sintonías no se circunscriben al sistema, aunque
tienen en él un canal singular de entendimiento y acción; hay numerosas accio-
nes y relaciones de la cultura que suceden en los márgenes y transcurren por
otros circuitos, muchas veces no formales y no institucionalizados. Como ha
dicho Michel de Certeau, la cultura está en los márgenes.
La concertación de las políticas culturales es aún un propósito que hay
que construir más firmemente. Se trata de una concertación “conflictiva” y
“constructiva”, hecha a partir de demandas, acuerdos, tensiones y objetivos co-
munes. La cultura no es un lugar idílico ni simplemente el lugar del encuentro.
Por el contrario, en la cultura se viven profundos desencuentros, prejuicios y
discriminaciones. A pesar de que en la construcción de las políticas culturales
ha aumentado la participación de los ciudadanos, su presencia sigue siendo
débil. Quizás porque aún no está suficientemente arraigada la idea y la práctica
de la ciudadanía cultural, al mismo nivel que la de la ciudadanía política. Aún
tenemos un concepto de democracia demasiado centrado en el ejercicio del
voto y una consideración débil sobre las determinaciones culturales de la ciu-
dadanía. Los derechos culturales, en países pobres, aparecen como derechos
aplazables, secundarios y subsidiarios frente a la importancia que tienen otros
derechos como el de la salud o el de la educación, que se consideran mucho
más básicos y urgentes. Aunque se han favorecido las instancias de concer-
tación, aún son espacios demasiado centralizados, ocupados por expertos y
funcionarios del Estado.
La integración entre políticas culturales, programas y acciones es funda-
mental. En general, existen buenos niveles de coherencia interna, pero son
necesarios esfuerzos aún mayores. La política se convierte muchas veces en
un discurso implícito que se va volviendo canónico y consuetudinario y que
además tiene pocas posibilidades de reconsiderarse en medio de las constan-
tes exigencias de la operación cultural. Las exigencias administrativas dejan
poco tiempo para pensar. La acción cultural del Estado tiene atenuantes para
esta esclerosis: sus contactos con organizaciones de pensamiento y de crea-
ción, las rendiciones de cuentas y los procesos de transparencia, las relaciones
con el debate promovido por las organizaciones internacionales de la cultura,
las voces de movimientos, creadores e intelectuales críticos y algunos meca-
nismos internos de deliberación y seguimiento de las políticas. La separación
entre pensamiento y acción o entre instancias públicas que ejecutan e inves-
tigadores que piensan, es una dicotomía anacrónica. Hay numerosas fuentes
de pensamiento en la sociedad civil y prácticas de pensamiento en el aparato
institucional, así como interacciones y espacios de deliberación que pueden

46
[PRIMERA PARTE] LAS POLÍTICAS CULTURALES EN COLOMBIA: LA PROGRESIVA TRANSFORMACIÓN DE SUS COMPRENSIONES

someter los discursos habituales a una productiva deconstrucción y ajuste. De


todas maneras sería importante contar con observatorios y laboratorios de las
políticas culturales, que no agreguen pesadez a la arquitectura institucional y
que de manera flexible y oportuna puedan hacer seguimiento de las políticas
culturales.

Néstor García Canclini escribió que

En este espacio de insatisfacciones dif ícilmente gobernable, las políticas


culturales tienen una vasta tarea como políticas organizadoras de las in-
certidumbres y los conflictos simbólicos, como movilizadoras de nuevos
sentidos sociales. Como lugar en el que se reformulan los vínculos entre
cultura, sociedad y política.

Es todo un programa el que tienen las políticas culturales de cara a la sociedad.

BIBLIOGRAFÍA
Bayardo, Rubens, “Las políticas culturales en Argentina”, en Antonio Albino Ca-
nelas Rubim y Rubens Bayardo (orgs.), Políticas culturais na Ibero-Ame-
rica, Salvador, EDUFBA, 2008.

Canelas Rubim, Antonio Albino, “Politicas culturais do goberno Lula/Gil: desafios


e enfrentamentos”, en Antonio Albino Canelas Rubim y Rubens Bayardo
(orgs.), Políticas culturais na Ibero-America, Salvador, EDUFBA, 2008.

Coelho, Teixeira, Diccionario crítico de política cultural, São Paulo, Iluminuras, 1997.

Escobar, Arturo Sonia E. Álvarez y Evelia Dagnino (eds.), Política cultural y cultu-
ra política, Bogotá, Tauros, Icanh, 2001.

Fernández Prado, Emiliano, La política cultural: qué es y para qué sirve, Gijón,
Trea, 1991.

García Canclini, Néstor, “Para un diccionario herético de estudios culturales”, en


revista Fractal, No. 18, julio de 1997.

Instituto Distrital de Cultura y Turismo, Políticas culturales distritales 2004-2016,


Bogotá, Instituto Distrital de Cultura y Turismo, Alcaldía Mayor de Bo-
gotá, 2005.

47

También podría gustarte