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Division de La Isla en Dos Colonias

La división de la isla La Española entre la República Dominicana y Haití se formalizó a través de varios tratados entre España y Francia, comenzando con el Tratado de Nimega en 1678 y culminando en el Tratado Fronterizo de 1929. A lo largo de los siglos, la frontera fue objeto de múltiples negociaciones y conflictos, destacando la ocupación haitiana de 1822 y la cesión de territorio dominicano. Las Devastaciones de Osorio en el siglo XVII también marcaron un periodo de despoblamiento que benefició a los franceses en su colonización de la parte occidental de la isla.

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Division de La Isla en Dos Colonias

La división de la isla La Española entre la República Dominicana y Haití se formalizó a través de varios tratados entre España y Francia, comenzando con el Tratado de Nimega en 1678 y culminando en el Tratado Fronterizo de 1929. A lo largo de los siglos, la frontera fue objeto de múltiples negociaciones y conflictos, destacando la ocupación haitiana de 1822 y la cesión de territorio dominicano. Las Devastaciones de Osorio en el siglo XVII también marcaron un periodo de despoblamiento que benefició a los franceses en su colonización de la parte occidental de la isla.

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DIVISION DE LA ISLA EN DOS COLONIAS

La frontera entre la República Dominicana y la República de Haití nació tras el


reparto de la isla la Española mediante tratados de paz firmados entre España y
Francia para dirimir sus diferencias territoriales en Europa y en el Nuevo
Mundo.

El primero de ellos fue el Tratado de Nimega de 1678, legitimado diecinueve


años después por el Tratado de Ryswick en 1697, en donde España aceptó
definitivamente la división de la isla en dos colonias: Santo Domingo Español
(oriental) y Santo Domingo Francés (occidental), si bien no existía una
demarcación oficial precisa de la frontera.

Posteriormente ambas metrópolis europeas firmaron varias convenciones con


la intención de delimitar sus posesiones en la isla, en particular el Tratado de
Aranjuez de 1777 y el Tratado de Basilea de 1795.

En el Tratado de Aranjuez se relacionaron por primera vez y minuciosamente


los límites entre la parte occidental francesa y la oriental española de la isla,
mientras que por el Tratado de Basilea, Francia obtuvo también la parte
española, aunque España mantuvo esta posesión, tras superar varias
invasiones, hasta la ocupación de Haití de 1822 que duró 22 años.

A partir de la independencia de la República Dominicana de Haití en 1844 y tras


múltiples reuniones infructuosas entre ambos países, fue establecida la
frontera definitiva por el Tratado Fronterizo de 21 de enero de 1929 firmado
por los presidentes Horacio Vásquez y Louis Borno, ratificado en 1936 por
Rafael Trujillo y Sténio Vincent.

Para lograr esos acuerdos la República Dominicana tuvo que ceder a Haití un
total de 6200 km² del territorio que le pertenecía a España por el Tratado de
Aranjuez.
Devastaciones de Osorio

Devastaciones de Osorio
Entre 1605 y 1606 se puso en marcha la orden del rey de España Felipe III
(1578-1621), perteneciente a la Casa de Austria, al gobernador de la Española,
en ese entonces Antonio de Osorio (1543-1608), de despoblar la parte
occidental de la isla para trasladarla hacia la parte cercana de Santo Domingo
como forma de controlar el contrabando desarrollado por barcos franceses,
holandeses e ingleses en la costa norte y noroeste de la isla.

La aplicación de esa orden, conocida como Devastaciones de Osorio, fue


aprovechada por los franceses para empezar a ocupar la parte occidental de la
Española al quedar bastante despobladaTratado de Nimega de 10 de agosto de
1678
El Tratado de Nimega se firmó el 10 de agosto de 1678 en Nimega, ciudad de
los Países Bajos, entre el Reino de Francia y la República de los Siete Países
Bajos Unidos, que estaba apoyada por España.

Con ese tratado de paz se consiguió que hacia el año 1680 los gobernadores de
las poblaciones española y francesa de la Española empezaran a relacionarse y
establecieran un activo comercio de caballos, carne salada y cuero de vaca
entre ambos grupos de pobladores.

Si bien esto no impidió enfrentamientos bélicos entre ellos (1690, 1691 y


1694), o que España reclamara la salida de los franceses de la isla, sí implicó
que por primera vez se planteara la delimitación del espacio a ocupar.

De manera informal y con absoluto carácter circunstancial, se proponía el


establecimiento del río Rebouc, hoy Guayubín, como límite en la parte norte,
mientras que por el sur se trazaría una línea imaginaria partiendo del curso de
dicho río hasta la isla Beata que pasaba por el lago Enriquillo.
Luego del Tratado de Nimega, la parte occidental de la isla pasó a llamarse
Saint Domingue.

Su organización formal, no obstante, comienza a principios del siglo XVIII,


cuando su territorio se dividió en los departamentos Norte, Sur y Oeste,
dirigidos cada uno por un gobernador y un intendente general nombrado por
el rey de Francia.

En estas tierras los franceses desarrollaron un intensivo sistema de


plantaciones que permitía producir a gran escala café, cacao, algodón, añil y
azúcar que convirtió en su momento a esta colonia francesa en la más rica del
mundo.7

Tratado de Ryswick de 20 de septiembre de 1697


El 20 de septiembre de 1697, diecinueve años después del Tratado de Nimega,
mediante el Tratado de ryswick, firmado en esa localidad de la provincia de
Holanda Meridional, España aceptó definitivamente la división de la isla en dos
colonias: Santo Domingo Español (oriental) y Santo Domingo Francés
(occidental).

Si bien el tratado de Ryswick no establecía una demarcación oficial precisa de


la frontera, Francia asumió que le pertenecía la parte occidental de la isla, la
actual Haití, e incrementó los esfuerzos de colonización ya de manera oficial.

El Tratado de Ryswick dio fin a la Guerra de los Nueve Años (1688-1697), que vio enfrentadas a
Francia contra España, Inglaterra, República de los Siete Países Bajos Unidos y el Sacro Imperio
Romano.

La base de la paz de dicho tratado era que se debían devolver todas las ciudades y distritos
conquistados desde el Tratado de Nimega, lo que a España, reinada entonces por Carlos II (1661-
1700), le supuso recuperar la Cataluña invadida por los Borbones franceses —algo importante de
cara a la repercusión que tuvo en la Guerra de Sucesión Española— a cambio de ceder a Francia la
parte occidental de la Española, ya habitada por los franceses, lo que generaba enfrentamientos con
los españoles.
La Guerra de Sucesión Española fue un conflicto internacional que duró desde 1701 hasta la firma del
Tratado de Utrecht en 1713, que tuvo como causa fundamental la muerte sin descendencia del rey
Carlos II de España, último representante de la Casa de Austria o Habsburgo, y que dejó como
principal consecuencia la instauración en el trono España de la Casa de Borbón el 16 de noviembre
de 1700 con Felipe V de España (1683-1746) que nació en Versalles y era nieto del rey Luis XIV de
Francia (1638-1715).

Durante casi todo el siglo XVIII España y Francia mantuvieron unas relaciones cordiales, basadas
sobre todo en la relación de parentesco de los monarcas de ambos países, todos ellos pertenecientes
a la Casa de Borbón.8

Tratado de Aranjuez de 3 de junio de 1777

Para el historiador dominicano Frank Peña Pérez, el siglo XVII se habría caracterizado por ser la época
de la mayor miseria en la azarosa y difícil historia del pueblo dominicano. En la sustentación de esta
tesis, el autor describe cómo en dicha centuria las actividades económicas llegaron a su punto más
bajo: prácticamente desaparecieron la producción azucarera y el hato ganadero, y si en su primera
parte las labores agrícolas de las pequeñas estancias conuqueras se limitaron al jengibre y el caco, en
los últimos veinte años los habitantes del lado este de la isla se conformaron con vivir de las
monterías, de la recolección de frutos silvestres y del casabe. Comparable con una especie de castigo
divino por los males que entrañó, el siglo XVII habría de repercutir decisivamente en la conformación
de una sociedad que por mucho tiempo se caracterizaría por el "asilvestramiento" y el conformismo,
por la marginalidad y la desesperanza.

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