12 grandes mujeres de la Biblia
Lisania Meléndez
Misionera
La Biblia tiene varios ejemplos de mujeres temerosas de Dios que marcaron la diferencia en su
momento. Esas mujeres se destacaron en un mundo dominado por los hombres, y demostraron
que Dios nos usa a todos para cumplir sus propósitos. Estas son 12 mujeres que se destacaron,
pero no son las únicas.
1. Sara
Sara, aunque ya estaba entrada en años, abandonó todo para vivir el resto de su vida en tiendas de
campaña. Ella permaneció siempre al lado de su esposo, Abraham, apoyándolo. Sara creyó a
Dios, y con 90 años, vio realizado su sueño de tener un hijo. Dios llenó su corazón de alegría.
Sara dijo entonces: «Dios me ha hecho reír, y todos los que se enteren de que he tenido un hijo se
reirán conmigo.»
(Génesis 21:6)
2. Miriam
Miriam nació y creció como esclava en Egipto. Cuidó de su hermano Moisés cuando él era un
bebé. Ese es el mismo Moisés a quien Dios usó para liberar al pueblo de la esclavitud. Además de
ser líder de alabanza, Miriam era profetisa y era muy respetada por el pueblo hebreo.
Miriam les cantaba así: Canten al Señor, que se ha coronado de triunfo arrojando al mar caballos
y jinetes.
(Éxodo 15:21)
3. Rajab
Rajab (o Rahab) era una prostituta de Jericó que salvó la vida de dos espías hebreos. Esa fue la
razón por la que su familia se salvó cuando los hebreos atacaron Jericó. Gracias a su fe, esta
mujer despreciada se ganó un lugar entre el pueblo de Israel, llegó a ser uno de los antepasados
de Jesús y obtuvo un puesto entre los héroes de la fe.
Por la fe la prostituta Rajab no murió junto con los desobedientes,
pues había recibido en paz a los espías.
(Hebreos 11:31)
4. Débora
Débora era una profetisa y jueza que lideraba a Israel cuando no había rey. Ella convocó el
ejército y animó a los guerreros a derrotar a los opresores. Bajo el liderazgo de Débora, Israel
tuvo paz durante 40 años.
Los guerreros de Israel desaparecieron;
desaparecieron hasta que yo me levanté.
¡Yo, Débora, me levanté
como una madre en Israel!
(Jueces 5:7)
5. Rut
Rut no era israelita, pero se ganó un lugar entre el pueblo de Dios por su dedicación a Dios y por
el amor a su suegra. Ella abandonó su casa y su familia para servir a Dios. Rut era trabajadora y
respetuosa. Conquistó el corazón de Booz y fue la bisabuela del rey David.
Pero Rut respondió:
―¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti!
Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas.
Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.
(Rut 1:16)
6. Ana
Ana no podía tener hijos, pero confiaba en Dios y oró con fe por uno. Cuando Dios se lo dio, ella
se lo dedicó como muestra de agradecimiento. Samuel se crio en el templo y llegó a ser un gran
profeta.
Ana elevó esta oración:
Mi corazón se alegra en el Señor;
en él radica mi poder.
Puedo celebrar su salvación
y burlarme de mis enemigos.
(1 Samuel 2:1)
7. Ester
Ester era una chica israelita que ganó el concurso de belleza más importante de su tiempo y se
convirtió en la reina de Persia. Ella fue muy valiente y arriesgó su vida para salvar a su pueblo de
una gran masacre. Dios le dio belleza, gracia e inteligencia a Ester para que ella pudiera proteger
a su pueblo.
Al rey le gustó Ester más que todas las demás mujeres, y ella se ganó su aprobación y simpatía
más que todas las otras vírgenes. Así que él le ciñó la corona real y la proclamó reina en lugar de
Vasti.
(Ester 2:17)
8. María
María era una joven sencilla que fue escogida para una gran misión: ser la madre de Jesús. Ella
no rechazó esa misión, sino que la aceptó con fe. Con seguridad y aplomo, María ayudó a educar
a Jesús y, años más tarde, lo vio resucitado en gloria.
―Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has
dicho.
(Lucas 1:38)
9. Priscila
Priscila es un ejemplo del trabajo en equipo. Ella trabajaba con su marido, Aquila, difundiendo la
palabra de Dios. Ellos eran amigos de Pablo y fundaron una iglesia en su casa. Priscila y Aquila
también enseñaron y prepararon a un hombre llamado Apolos para la obra de Dios.
Saluden a Priscila y a Aquila, mis compañeros de trabajo en Cristo Jesús. Por salvarme la vida,
ellos arriesgaron la suya. Tanto yo como todas las iglesias de los gentiles les estamos
agradecidos.
(Romanos 16:3-4)
10. Agar
Agar, sierva de Sara, fue humillada y maltratada por su señora, y por eso huyó. Allí, en el
desierto, tuvo un encuentro con el ángel del SEÑOR. Recibió la promesa de que su descendencia
sería numerosa a través de su hijo, Ismael. Ella, que se había sentido insignificante e invisible
hasta entonces, le puso nombre a Dios, El Roí (el Dios que me ve). Dios la había visitado, y ahora
sabía que era valiosa para él.
Ella invocó el nombre del SEÑOR, que hablaba con ella, y dijo: Tú eres un Dios que me ve.
Pues pensó: “¿Acaso no he visto aquí al que me ve?”.
(Génesis 16:13)
11. Elisabet
Elisabet, que había sido estéril, se convirtió en la madre de Juan el Bautista, quien preparó el
camino para el ministerio de Jesús. Durante su embarazo, Elisabet recibió la visita de su parienta,
María, también embarazada. Tan pronto Elisabet oyó la voz de María, fue llena del Espíritu Santo
y bendijo a María y a su bebé, Jesús. ¡Reconoció que Jesús era un bebé como ningún otro!
Aconteció que, cuando Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre. Y Elisabet
fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz y dijo: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito
el fruto de tu vientre!
(Lucas 1:41-42)
12. Lidia
Lidia era vendedora de púrpura de la ciudad de Tiatira, y temerosa de Dios. Era una mujer
exitosa, pero eso no le impedía buscar a Dios de todo corazón. Ella escuchó el mensaje de Pablo
y sus compañeros, abrió su corazón a Dios y, tanto ella como su familia, fueron bautizados. Ella
abrió su casa a Pablo y ayudó con su hospitalidad al establecimiento de la iglesia en su región.
Como ella y su familia fueron bautizadas, nos rogó diciendo: “Ya que han juzgado que soy fiel al
Señor, entren en mi casa y quédense”. Y nos obligó a hacerlo.
(Hechos 16:15)