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Trabajo Gaudete Et Exsultate 8 Paginas-1

La santidad es el núcleo del mensaje cristiano y un llamado universal para todos los fieles, enfatizado en la exhortación apostólica 'Gaudete et Exsultate' del Papa Francisco. Este documento resalta que la santidad se vive en la cotidianidad y no es exclusiva de clérigos, sino accesible a todos, promoviendo una pastoral que reconozca y acompañe los signos de santidad en la vida diaria. La enseñanza se fundamenta en la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio, subrayando que la santidad es una vocación realista y urgente para todos los bautizados.

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Trabajo Gaudete Et Exsultate 8 Paginas-1

La santidad es el núcleo del mensaje cristiano y un llamado universal para todos los fieles, enfatizado en la exhortación apostólica 'Gaudete et Exsultate' del Papa Francisco. Este documento resalta que la santidad se vive en la cotidianidad y no es exclusiva de clérigos, sino accesible a todos, promoviendo una pastoral que reconozca y acompañe los signos de santidad en la vida diaria. La enseñanza se fundamenta en la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio, subrayando que la santidad es una vocación realista y urgente para todos los bautizados.

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“Sed santos, porque yo soy santo” (Lv

11,45): La Santidad en el Mundo Actual


según “Gaudete et Exsultate” a la luz de la
Sagrada Escritura, la Tradición, el
Magisterio y la Perspectiva Pastoral
Introducción
La santidad constituye el corazón del mensaje cristiano y el destino último del ser humano.
Desde los albores de la Revelación hasta el presente, la Iglesia ha sostenido que todos los
fieles, sin distinción de estado o condición, están llamados a ser santos. La exhortación
apostólica Gaudete et Exsultate (2018), del Papa Francisco, revitaliza este llamado con un
lenguaje pastoral profundo y cercano, proponiendo una santidad encarnada en la vida
cotidiana. El presente trabajo, siguiendo el método teológico tradicional (Sagrada Escritura,
Tradición, Magisterio y perspectiva pastoral), analiza los pilares fundamentales de este
documento y su relevancia para la teología y la vida cristiana contemporánea.

I. Fundamento bíblico del llamado a la santidad


La Sagrada Escritura presenta de manera clara el llamado divino a la santidad. En el Antiguo
Testamento, la santidad es una participación en el ser mismo de Dios: “Sed santos, porque yo,
el Señor vuestro Dios, soy santo” (Lv 19,2). Este mandato, reiterado a lo largo de la Torah, se
presenta como la exigencia ética derivada de la elección divina. El pueblo de Israel está
llamado a reflejar la santidad de Dios en su vida cotidiana y en la justicia social.

En el Nuevo Testamento, este llamado se profundiza en la persona de Jesucristo. Él es el Santo


de Dios (Mc 1,24) y el modelo perfecto de la vida santa. San Pablo afirma: “Él nos eligió en
Cristo antes de la creación del mundo, para ser santos e irreprochables ante Él por el amor” (Ef
1,4). La santidad es presentada así como un don, pero también como una tarea: “Esta es la
voluntad de Dios: vuestra santificación” (1 Tes 4,3).

En Gaudete et Exsultate, el Papa Francisco retoma estos fundamentos bíblicos al afirmar que
la santidad no es una opción entre otras, sino la vocación esencial de todo cristiano (GE 1-2).
Especial énfasis se da a las bienaventuranzas (Mt 5,1-12), presentadas como “el carnet de
identidad del cristiano” (GE 63), en las que se expresa la esencia del seguimiento de Cristo.
II. La santidad en la Tradición de la Iglesia
La Tradición viva de la Iglesia ha interpretado y vivido el llamado a la santidad desde sus
inicios. Los Padres de la Iglesia, en su testimonio y escritos, afirmaron que la santidad no era
privilegio de unos pocos, sino una vocación común a todos los bautizados. San Ireneo
enseñaba que “la gloria de Dios es el hombre viviente” y san Atanasio, en su obra ‘Sobre la
Encarnación del Verbo’, presentaba la deificación (theosis) como el fin del hombre: “Dios se
hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios”.

Durante la Edad Media, la santidad fue interpretada bajo la óptica monástica, centrada en la
vida retirada, la penitencia y la contemplación. Sin embargo, ya en san Francisco de Asís y
santa Catalina de Siena encontramos ejemplos de una santidad encarnada y profética. En la
Edad Moderna, el Concilio de Trento reafirmó el papel de la gracia en el proceso de
justificación, desmontando las tendencias pelagianas que atribuían el progreso espiritual
únicamente al esfuerzo humano.

Francisco retoma esta riqueza al citar no solo a santos canonizados, sino también a figuras
ocultas: “la clase media de la santidad” (GE 7). En esto se ve la continuidad con el
pensamiento de santa Teresita del Niño Jesús, doctora de la Iglesia, quien afirmaba que la
santidad consiste en hacer lo ordinario con un amor extraordinario. A través de esta
perspectiva, el Papa reintegra la Tradición a la vida real del pueblo fiel, alejándose de
idealizaciones abstractas.

III. El Magisterio y la sistematización del llamado a la santidad


El Concilio Vaticano II, en la constitución dogmática Lumen Gentium, estableció la doctrina
del ‘llamado universal a la santidad’. En su capítulo V afirma: “Todos los fieles de cualquier
estado o régimen de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana” (LG 40). Esta
afirmación supuso un cambio de paradigma: la santidad ya no era entendida como algo
reservado a clérigos o religiosos, sino como una vocación universal, enraizada en el bautismo.

Los papas posteriores han desarrollado esta doctrina. San Juan Pablo II, en su exhortación
apostólica *Christifideles Laici*, enseña que el cristiano laico está llamado a la santidad en su
ambiente familiar, profesional y social. Benedicto XVI, por su parte, insistió en la santidad
como comunión con Cristo, destacando el papel de la liturgia, especialmente la Eucaristía.

En continuidad con este magisterio, Francisco actualiza el lenguaje y lo hace accesible.


Denuncia dos formas actuales que obstaculizan la santidad: el gnosticismo y el pelagianismo
(GE 36-62). El primero reduce la fe a ideas abstractas; el segundo, a la fuerza de voluntad
humana. Ambos niegan, en el fondo, el poder transformador de la gracia. Esta crítica es
coherente con el pensamiento agustiniano y tomista, y también con el Catecismo de la Iglesia
Católica, que afirma: “La gracia sobrepasa las capacidades de la inteligencia y las fuerzas de la
voluntad humana” (CEC 1998).

IV. Perspectiva pastoral: una santidad posible y necesaria


El Papa Francisco pone especial atención en que la santidad sea vivida y enseñada desde una
perspectiva pastoral. Afirma: “Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes,
religiosas o religiosos. Todos estamos llamados a ser santos” (GE 14). La vida cotidiana, los
gestos simples, el trabajo y la familia son espacios privilegiados de santificación.

Esto tiene consecuencias directas para la pastoral de la Iglesia. No se trata de proponer


modelos inalcanzables, sino de acompañar los procesos espirituales con paciencia y realismo.
La pastoral debe reconocer los signos de santidad en el pueblo sencillo, en las madres que
crían con amor, en los trabajadores honestos, en los jóvenes solidarios, en los ancianos orantes
(cf. GE 7).

Además, el Papa propone cinco notas de la santidad actual: aguante y mansedumbre, alegría,
audacia, vida comunitaria y oración constante (GE 112-157). Estas características responden a
los desafíos de un mundo individualista, agitado y superficial. La comunidad cristiana está
llamada a ser una escuela de santidad, no desde la imposición moral, sino desde el testimonio,
la misericordia y el discernimiento.

Conclusión
La exhortación apostólica Gaudete et Exsultate representa una síntesis madura del
pensamiento de Francisco, en continuidad con el Magisterio anterior y con un fuerte acento
pastoral. La santidad no es una meta de élites espirituales, sino la vocación realista, posible y
urgente para todos los bautizados.

Desde la Sagrada Escritura hasta el Magisterio actual, pasando por la riqueza de la Tradición y
la vida del pueblo fiel, la Iglesia reitera que su razón de ser es hacer santos. Francisco lo
recuerda con ternura y firmeza: “No tengas miedo de la santidad… porque existe una sola
tristeza: la de no ser santos” (GE 34).
Bibliografía
Concilio Vaticano II. Constitución dogmática Lumen Gentium. 1964.

Francisco. Gaudete et Exsultate. Exhortación Apostólica sobre el llamado a la santidad en el


mundo actual. 2018.

Francisco. Fratelli Tutti. Encíclica sobre la fraternidad y la amistad social. 2020.

Ignacio de Loyola. Ejercicios Espirituales.

Ireneo de Lyon. Contra las Herejías.

Juan Pablo II. Christifideles Laici. Exhortación Apostólica. 1988.

Juan Pablo II. Dominum et Vivificantem. Encíclica. 1986.

San Francisco de Sales. Introducción a la vida devota.

Santa Teresa del Niño Jesús. Historia de un alma.

Catecismo de la Iglesia Católica. Librería Editrice Vaticana, 1992.

Joseph Ratzinger. Introducción al cristianismo. Ed. Sígueme, 2001.

Edith Stein. La ciencia de la cruz. Ed. Encuentro, 1993.


Pontificia Universidad / Facultad de Teología

Trabajo de Investigación

“Sed santos, porque yo soy santo” (Lv 11,45): La Santidad en el Mundo Actual según
“Gaudete et Exsultate” a la luz de la Sagrada Escritura, la Tradición, el Magisterio y la
Perspectiva Pastoral

Nombre del estudiante: _______________________

Profesor: _______________________

Fecha: _______________________

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