Las Areas de Actividad y Las Unidades Do
Las Areas de Actividad y Las Unidades Do
de La eStruCtura doMéStiCa
aL eSPaCio SoCiaL.
LeCturaS arQueoLÓGiCaS
deL uSo SoCiaL deL eSPaCio
Universitat d’Alacant
Universidad de Alicante
iSBn: 978-84-9717-287-5
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índiCe
PreSentaCiÓn ....................................................................................................................................... 9
Sonia Gutiérrez Lloret e Ignasi Grau Mira
Fig. 1. Plano del Mas de Menente efectuado por L. Pericot y F. Ponsell (1928), en el que se indica la planta
de las diversas habitaciones excavadas.
EL USO DE LAS UNIDADES DE Por esta razón, no debe extrañar, que los «objetos»
OBSERVACIÓN EN LAS INVESTIGACIONES en sí mismos, continúen siendo la principal unidad de
DE LA PREHISTORIA RECIENTE DEL observación en la práctica arqueológica, claramente
LEVANTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA asociado a la periodización cultural «regional» y a la
propuesta y mantenimiento de «horizontes» o «eda-
La trayectoria investigadora de la arqueología en el des» de «progreso».
Levante peninsular no se ha caracterizado, especial- no obstante, no sería justo por nuestra parte, ob-
mente, por el desarrollo de propuestas teóricas o meto- viar que algunos investigadores, ya en los inicios del
dológicas innovadoras, aunque por parte de algunos in- siglo xx, reconocieron en el registro arqueológico la
vestigadores, si podemos considerar su papel activo en existencia de otras unidades observables, que en nin-
la introducción de nuevas técnicas o procedimientos. gún caso intentaron formalizar en el ámbito teórico.
Esta situación se debe, en nuestra opinión, a que a modo de ejemplo, Pericot y Ponsell (1928) en sus
desde inales del siglo xix hasta la actualidad, la prác- excavaciones en Mas de Menente distinguieron 8 «ha-
tica arqueológica en este ámbito territorial se ha de- bitaciones» (Fig. 1), de las que esbozaban una plan-
sarrollo sin grandes sobresaltos bajo los principios ta y una estratigrafía extrapolable a todo el conjunto;
teóricos del Historicismo, al igual que en otras regio- describían algunas estructuras constructivas interiores
nes del estado español. La corriente histórico-cultural y enumeraban los hallazgos materiales efectuados en
hizo que el interés central no fuese el estudio de las cada una de ellas.
sociedades pretéritas, sino, más bien, los «objetos» en este punto, conviene hacer una ligera matiza-
como elementos observables y clasiicables con un ción. el uso de los términos «habitación» o «departa-
sentido puramente taxonómico, al igual que lo reali- mento», muy empleados a lo largo de décadas, ha sido
zaban el resto de las ciencias naturales con su objeto el modo habitual de referirse al espacio delimitado
de estudio (Jover y López, 2011). Y, en esta dinámica, y generado por la asociación de diversas estructuras
los objetos han sido y siguen siendo, en el quehacer murarias y unidades sedimentarias, correspondientes,
de muchos investigadores, la principal unidad de ob- fundamentalmente, a ambientes, recintos, viviendas
servación y análisis con la que interpretar el registro o ediicios asociados1. estos conjuntos estructurales
arqueológico, bien en su dimensión temporal, como suelen aparecen agrupados, sirviendo algunos muros
fósil director para el establecimiento del encuadre
cronocultural de cualquier yacimiento, bien espacial,
como deinidor de áreas culturales y, sobre todo, de
1. a este respecto se puede consultar una amplia bibliografía de
los procesos de aculturación. en este sentido, el pro- la que aquí proponemos algunos títulos: Soler y Fernández,
greso tecnológico y cultural ha sido el eje central del 1970; González Prats, 1983; Martí, 1983; Soler, 1987; Her-
discurso explicativo de los cambios observados en el nández, 1994; De Pedro, 1998; Jover y López, 2004; Barra-
registro arqueológico. china, 2012, etc.
Las áreas de actividad y las unidades domésticas como unidades de observación de lo social: de las sociedades... 15
publicados y estar centrados en la presentación de con- consideraciones sobre qué unidades de observación
juntos artefactuales y arteusos de especial singularidad deberían ser aplicadas en el estudio de las sociedades
(como ejemplo, ver en relación con áreas de trabajo de prehistóricas, no sin antes realizar algunas puntuali-
materiales óseos los trabajos de J. A. López (2011) y J. zaciones previas sobre su trayectoria y formalización
Ll. Pascual (2012)). teórica.
en la misma línea, interpretábamos (jover, 1999;
Jover y López, 1999, 250), a partir de las caracterís-
ticas materiales documentadas, que determinados SOBRE LAS UNIDADES DE OBSERVACIÓN
asentamientos de la edad del Bronce se constituían en EN ARQUEOLOGÍA
unidades básicas de producción y reproducción bio-
lógica –pero sin autonomía en cuanto a reproducción La importancia del registro arqueológico como fuen-
social–, lo que a la postre, venía a ser la inferencia de te de información histórica reside en el hecho de que,
unidades domésticas, y por tanto, la materialización en a pesar de haberse desvinculado hace mucho tiempo
contexto arqueológico de la actividad de grupos do- de la actividad humana y de haber sufrido numerosas
mésticos (Flannery y Winter, 1976; Manzanilla, 1986, alteraciones y transformaciones como evidencia di-
14), base organizativa de entidades sociales de clara námica que es (Schiffer, 1990; Bate, 1998), todavía
implantación territorial, siguiendo las propuestas de la mantiene lazos e información sobre los grupos huma-
Arqueología Social Latinoamericana (Vargas, 1990; nos que inicialmente los procuraron. De lo contrario,
Sarmiento, 1992). Esta misma línea es la que hemos no tendría sentido su estudio. Pero también debemos
mantenido con mayor contenido explicativo en suce- de ser conscientes de que la información arqueoló-
sivos trabajos (Jover y López, 2004; 2009). gica con la que podemos trabajar siempre será muy
a partir de esta propuesta, han sido pocos los tra- limitada; que la representatividad de los distintos as-
bajos en los que se ha comenzado a vislumbrar la pectos a valorar en cada uno de ellos tampoco serán
intención de introducir el uso de nuevas unidades de similares y que las diicultades para el reconocimien-
observación en la interpretación del registro arqueo- to e interpretación del registro arqueológico tam-
lógico. en este sentido, nos gustaría destacar dos tra- bién serán de distinto orden en relación directa con
bajos. En primer lugar, la propuesta de M. Gómez los principios de formación y transformación de los
Puche (2004) sobre la necesidad de introducir como contextos arqueológicos (Shiffer, 1976; 1977, 1986;
categorías de análisis, el grupo doméstico o house- 1990; LaMotta y Shiffer, 1999). Y en virtud de estos
hold, siguiendo los planteamientos de la antropolo- aspectos, referirnos al uso de conceptos operativos
gía norteamericana (Wilk y rathje, 1982, 618; Wilk como son las unidades de observación y análisis tam-
y netting, 1984), intentando reconocer la unidad fa- poco es unívoco.
miliar como unidad económica básica y eje central Como ya hemos expuesto, los objetos han sido y
para el estudio de las «formaciones sociales» de la siguen siendo una de las principales unidades de ob-
edad del Bronce. en este sentido, como household servación, tanto como elementos de identiicación cul-
han sido interpretados numerosos asentamientos dis- tural a partir de rasgos o atributos (tschauner, 1985),
persos documentados para el neolítico antiguo en el como artefacto en relación con su funcionalidad, o
valle del Serpis (Bernabeu et al., 2006; 2008) y tam- como producto social (ruiz et al., 1984). ahora bien,
bién como casas y/o unidades domésticas para otros junto a los objetos, debemos remontarnos a la década
contextos del iii milenio cal BC como La Vital (Pé- de 1950 para encontrar el manejo de otras unidades
rez Jordà et al., 2011). Y, en segundo lugar, más re- (Willey, 1953; Willey y Philips, 1994). De hecho, en
cientemente, otros autores (García Borja et al., 2011: el trabajo de estos autores sobre método y teoría en la
127) han propuesto el uso de otra serie de unidades arqueología americana, consideraban cuatro unidades
o categorías concatenadas. Quizá la unidad en la que –sitio, localidad, región y área– aunque escasamente
más han insistido es la de comunidad, para referirse formalizadas a nivel teórico.
a diversas agrupaciones espaciales de yacimientos Las siguientes décadas fueron fundamentales en la
neolíticos cardiales, integradas por diversas familias formalización inicial de buena parte de las unidades
que explotan un mismo territorio. La comunidad, es con las que actualmente se viene trabajando. Chang
reconocida, según estos autores, a partir de las par- (1967) deinía el asentamiento y sus escalas espaciales
ticularidades de la cultura material, especialmente de análisis frente al artefacto/ecofacto, y en un traba-
de los diseños decorativos cerámicos. No obstante, jo sobre el ámbito mesoamericano, editado por K. V.
junto a la comunidad, también consideran otras uni- Flannery (1976) –aunque previamente ya se habían
dades menores, como el individuo –persona física–, ido publicado diversas anotaciones (Winter, 1972;
la unidad doméstica –familia nuclear o extensa– y el Flannery, 1972)– en las que se exponían diversas uni-
grupo –asentamiento formado por varias familias–; dades especíicas registradas especialmente en la zona
y otras mayores como culturas regionales, culturas de Oaxaca (México). La unidad menor considerada
supra-regionales y culturas. en dicho trabajo (Flannery y Winter, 1976) fue el área
Con esta situación, desde nuestros planteamien- de actividad –activity area–, cuyo análisis especíico
tos teóricos, consideramos oportuno exponer algunas podría efectuarse o no en relación con la household
Las áreas de actividad y las unidades domésticas como unidades de observación de lo social: de las sociedades... 17
(Sanoja, 1981; 1984; Manzanilla, 1986, López Agui- solamente inferirse (Flores, 2007, 54). Siguiendo a
lar, 1990; Sarmiento, 1992). López Aguilar (1990, 100) una actividad laboral como
Partiendo del materialismo histórico como teoría segmento temporal, sea del tipo que sea, nunca será la
sustantiva y su articulación con la teoría de formación conservación de un contexto momento en un contex-
de los contextos arqueológicos y la teoría de la historia to arqueológico, ni tampoco el resultado de un evento
de la producción de la información (Bate, 1998), se único.
considera que la vida cotidiana (Veloz, 1986) de cual- Por tanto, las áreas de actividad debemos conce-
quier sociedad humana está constituida por numerosas birlas como una manifestación empírica de una ac-
actividades simultáneas, sucesivas y recurrentes en el tividad o una serie de éstas, socialmente necesarias,
tiempo y en el espacio, y muestran como se obtienen, simultáneas y/o sucesivas, que se realizan en un es-
producen, distribuyen y consumen los medios de vida pacio, con límites espaciales deinidos en asociación
necesarios para el sostenimiento y reproducción de con los artefactos que participan en su realización así
la totalidad social. así, las áreas de actividad son de como los resultados de su acción, y que relejan el tra-
enorme importancia al tratarse de los lugares especíi- bajo acumulado por la repetición de la misma (Flores,
cos en el espacio, del trabajo efectuado (Flores, 2007, 2007, 64). En deinitiva, son la materialización de los
54). el trabajo como proceso, aplicado a la apropia- procesos de trabajo determinados vivos, cuya asocia-
ción de la naturaleza y de los recursos, deviene en bie- ción espacial, temporal y funcional constituye los mo-
nes u objetos, y permite determinar las relaciones que dos de trabajo efectuados en toda sociedad concreta
se establecen entre las personas en relación con cómo (López Aguilar, 1990, 102). Los procesos de trabajo
se produce y la posición que cada individuo ocupa, pueden o no materializarse en áreas de actividad en
permitiendo, la socialización humana (engels, 1982).
Las dimensiones del trabajo son variadas y exten-
sas. Implica una amplia cadena de tareas internas que domésticas. Problemas como los procesos de formación y
transformación de los contextos arqueológicos; la diicultad
van desde la obtención del recurso hasta su desecho,
para establecer sincronías entre distintas unidades estrati-
los elementos que integran el proceso –fuerza de tra- gráicas sin conexión o relación estratigráica; o el problema
bajo, medios y objetos de trabajo, condiciones de tra- de los tiempos manejados en arqueología –fases de 150-200
bajo–, al resultado inal del proceso productivo que años a lo sumo– frente al tiempo de una generación o el tiem-
no es otro que el bien o producto y su conexión con po etnográico de un grupo doméstico, impiden determinar
otros procesos de trabajo en los que pudo participar qué acciones fueron realizadas por un mismo grupo domésti-
(Marx, 1991; Flores, 2007, 62). Con todo, las áreas co. No obstante, aunque las relaciones temporales sean poco
de actividad pueden presentar un enorme multiplici- precisas, y las áreas de actividad y unidades domésticas infe-
dad de variaciones en su fenomenología, por lo que en ridas sean el resultado de la acumulación de las acciones de
diversas generaciones o grupos domésticos, la recurrencia en
un contexto arqueológico4, nunca podrá identiicarse,
la organización de las actividades en distintos asentamientos
y en el espacio social determinado, y los cambios observados
en las fases arqueológicas establecidas, serán las bases para
4. Somos conscientes de las diicultades para concretar e in- analizar los cambios de su organización social y económica
ferir las áreas de actividad y, especialmente, las unidades en su proceso histórico.
Las áreas de actividad y las unidades domésticas como unidades de observación de lo social: de las sociedades... 19
contextos arqueológicos, pero sus resultados se obje- (2007, 246), la expresión básica de la organización de
tivan y pueden ser observables en la transformación la asignación-distribución, entendida como la parte de
que los grupos humanos realizan del medio natural y la producción social.
sus recursos. Dado que las acciones sociales son dinámicas y
Aunque los artefactos y los arteusos (Lull, 1988) cambiantes, las evidencias arqueológicas que integran
(Fig. 4) muestran la inversión de trabajo efectuada y una unidad doméstica y que permiten inferir el espacio
permiten inferir los procesos de trabajo que tuvieron utilizado por grupos domésticos, pueden ser de muy
que efectuarse, la inferencia de áreas de actividad diverso tipo, y están supeditadas a las funciones atri-
constituye, desde nuestro punto de vista, la unidad buibles a los espacios excavados5. el espacio gestio-
más destacada de análisis del registro arqueológico, ya nado por todo grupo doméstico no se limita al espacio
que son el relejo del trabajo objetivado de actividades deinido por una casa, estructura o unidad habitacional
humanas desarrolladas en un espacio concreto, con (Curià y Masvidal, 1998, 230), aunque evidentemente
objetivos funcionalmente especíicos relevantes para todo espacio residencial natural o ediicado constitu-
el estudio de la organización social. En deinitiva, a ye una parte importante para el desarrollo de parte de
través de las áreas de actividad se puede establecer la las actividades señaladas, mucho más en sociedades
cadena de inferencias que nos permiten reconocer los clasistas donde las nuclearizaciones poblacionales
procesos de trabajo determinados, modos de trabajo y políticamente dirigidas para controlar a la fuerza de
modo de producción de toda sociedad concreta. trabajo, la división social del trabajo y la especializa-
Por su parte, la unidad doméstica constituye la ma- ción laboral alcanzada, supone e implica la creación
nifestación empírica, en contexto arqueológico, del de espacios especíicos de producción disociados de
conjunto de actividades, temporal y espacialmente de- los espacios domésticos, donde controlar los procesos
terminadas, efectuadas de forma recurrente por todo laborales y el producto resultante. a los espacios habi-
grupo doméstico, y que son socialmente necesarias tacionales, residenciales o viviendas de diferente cali-
para la subsistencia de sus miembros. Las formas cul- dad, magnitud y estructura, en función de la posición
turales establecen las características de las actividades que el grupo doméstico ocupe en la sociedad, se de-
realizadas así como el uso que se realizó del espacio, ben añadir o considerar espacios adyacentes donde se
aunque son numerosas las variables que pueden deter- realizan una amplia diversidad de procesos de trabajo
minar su organización y distribución espacial (Flores, determinado, entre los que podemos encontrar, según
2007, 89-91). el grado de desarrollo socioeconómico, desde hogares
Es importante, partiendo de la anterior deinición, y áreas de desecho, a cobertizos, almacenes, tierras de
referirnos al concepto de grupo doméstico, deinido cultivo, rediles o espacios de inhumación o de culto,
desde la antropología, como la unidad básica de toda entre otros. en la organización de todo este conjunto
sociedad humana y se reiere a un conjunto de indivi- de actividades intervienen numerosas variables que,
duos que viven en común, comparten un espacio físi- sin ánimo de enumerarlas, pueden ir desde el número
co donde se alimentan, descansan, crecen y/o procrean de miembros, a las formas de consumo, condiciones
(Lastell, 1972, 4-5) en virtud de una serie de relacio- del medio físico, materias primas disponibles a las re-
nes que pueden ser de muy diverso orden –parentesco, laciones establecidas entre grupos domésticos (Flores,
adhesión, ainidad, interés, política, entre otros–. El in 2007, 90).
que persiguen es satisfacer sus necesidades y evitar su En deinitiva, a partir de la inferencia en el registro
desintegración como unidad de reproducción social a arqueológico de unidades domésticas, podremos esta-
través de actividades y prácticas sociales. entre las ac- blecer una cadena de actividades subsistenciales o no
tividades efectuadas por esta unidad, la reproducción desarrolladas en el seno de cada grupo doméstico y
biológica es fundamental, pero también la realización las relaciones de reproducción e instituciones sociales
de actividades de producción, consumo, coresidencia,
protección, cuidado y educación de miembros, y re-
producción de las formas culturales de vida y de la
5. La excavación en extensión de los «yacimientos arqueoló-
justiicación superestructural de las mismas, con trans- gicos» permiten interpretar su naturaleza. ahora bien, no
misión de conocimientos entre miembros. estas acti- podemos considerar que todo yacimiento arqueológico sea
vidades están reguladas por el sistema de relaciones un asentamiento. en este sentido, todo asentamiento implica
sociales que reproduce el grupo social y justiicados residencia temporal o continua de un grupo humano y, por
superestructuralmente por muy variados aspectos y tanto, estará integrado por una o más unidades domésticas,
reglas (Flores, 2007, 82). Podemos decir, por tanto, además de los espacios y estructuras necesarias para el con-
que el grupo doméstico es la expresión organizativa junto de los miembros que integran esa agregación pobla-
que los grupos adoptan en toda sociedad en relación cional. Sin embargo, un yacimiento arqueológico puede ser
desde un asentamiento con diferentes niveles de agregación
con la producción básica y el mantenimiento y repro-
poblacional, a una simple estructura aislada o área de activi-
ducción de los individuos, aunque puede extenderse dad –producción, consumo, almacenamiento o desecho (Sar-
también a la producción de artefactos o bienes ne- miento, 1992)– que forma parte de las actividades de una
cesarios por otras unidades domésticas o comunida- unidad doméstica o varias; o un depósito derivado generado
des más amplias. Son, siguiendo a V. Lull y R. Micó por procesos naturales de diverso orden (Butzer, 1989).
20 Francisco Javier Jover Maestre
Fig. 5. Propuesta de articulación en el marco de la Arqueología Social de las principales unidades de observación con las categorías
teóricas manejadas.
que controlan la reproducción biológica (Flores, 2007, sociedad concreta en relación con su modo de vida y
91). Si a ello le unimos que a partir de las áreas de estructura socioeconómica. La articulación de ambos
actividad podremos inferir los modos de trabajo en conceptos operativos se constituye en el nexo de unión
su articulación con el modo de producción, estaremos entre las categorías centrales de la posición teórica y el
más cerca de determinar las partes esenciales de la registro arqueológico (Fig. 5).
2011). esta circunstancia no facilita el problema de las pequeña vaguada de la terraza. Estaba integrado por
relaciones temporales, aunque no por ello la interpre- un encachado de origen antrópico, asociados a un gran
tación que efectuaremos está alejada de la realidad que volumen de evidencias arqueológicas. Este gran con-
pretendemos conocer. Para facilitar la lectura y com- junto estructural, con una superposición estratigráica
prensión de la información, en primer lugar presenta- de varias unidades sedimentarias y cantos en algunos
remos la ocupación mesolítica y su interpretación en puntos, se vio seriamente afectado en sus extremos por
relación con la información disponible; luego haremos la acción de una cantera para la extracción de áridos
lo mismo para la ocupación cardial del sector 1. a par- y en buena parte de su desarrollo por una ocupación
tir de aquí realizaremos un análisis comparativo entre neolítica postcardial. La actividad humana de esos
las características de la ocupación mesolítica y neolí- momentos en este mismo lugar, supuso la destrucción
tica cardial, incidiendo en los cambios observados en de una parte del encachado mesolítico, al haber practi-
la gestión del espacio y en la organización social de cado cerca de 25 estructuras de tipo cubeta o silo, que
grupos humanos con modos de vida diferentes. cortaron y vaciaron, en muchos casos, hasta la base
geológica.
No obstante, se pudo deinir un área bastante ho-
LAS EVIDENCIAS MESOLÍTICAS DEL mogénea de unos 19 m de longitud y cerca de 3 m de
SECTOR 2. ÁREAS DE ACTIVIDAD anchura, en los que se documentaron, integrados en el
DE UNA UNIDAD DOMÉSTICA DE encachado (Fig. 7), un gran volumen de productos de
CAZADORES-RECOLECTORES talla de sílex, soportes líticos retocados, placas líticas
de procedencia foránea, fauna quemada y un amplio
Las más antiguas evidencias de ocupación humana en número de caparazones de malacofauna. todo ello
el yacimiento de Benàmer corresponden a un depó- formando parte de diversas unidades sedimentarias de
sito de escasa extensión supericial –57 m²– y escasa tono marrón-grisáceo con materia orgánica y carbones
potencia estratigráica –0,50-0,60 m– dentro de área de muy pequeño tamaño.
excavada en el área 4 del sector 2 (torregrosa et al., Los estudios sedimentológicos (Ferrer, 2011) y
2011). palinológicos (López Sáez et al., 2011) han permitido
Se trataba de un conjunto de unidades estratigrá- contrastar que estaba colmatando parte de un sector
icas conservadas gracias a su localización en una deprimido que fue rellenándose en varios momentos
22 Francisco Javier Jover Maestre
Fig. 9. Análisis traceológico de algunos útiles líticos mesolíticos en los que se ha documentado trazas de uso en
diferentes trabajos (elaboración de a. rodríguez rodríguez).
silícea que quizá pueda asociarse con las labores de evidente que estas conchas constituyen materia prima
cestería o preparado de cordelería. Los datos de Benà- empleada en diversas labores, aprovechando sus ca-
mer apuntan más hacia materias duras, sea la madera, racterísticas morfológicas, aunque más bien conside-
sea el hueso. Por otro lado, también se ha constatado ramos que se mantienen en reserva para elaborar ador-
el uso de raspadores en el trabajo de la piel y de lascas nos, ya que cabe la posibilidad de que un fragmento
sin retocar en el procesado de masa animal. de columbella rustica fuese un adorno al igual que
Este conjunto lítico estaba acompañado de cantos los detectados en otros yacimientos de ámbito regional
no modiicados, placas –rocas metamóricas de pro- como Falguera, Santa Maira o Cocina (Martí et al.,
cedencia alóctona–, algunas con señales de desbasta- 2009). La destacada presencia de este tipo de eviden-
do y, sobre todo, de un conjunto amplio y variado de cias, procedentes del litoral, situado a unos 32 km de
caparazones de bivalvos y gasterópodos marinos sin Benàmer siguiendo el curso del río Serpis, y su mayor
señales de transformación intencional, especialmen- presencia en valores absolutos y relativos con respec-
te de cerastoderma edule, Glycymeris, acanthocar- to a cualquier otro yacimiento mesolítico alejado de
dia tuberculata, columbella rustica y ejemplares de la costa, e incluso, con respecto de la fase cardial y
las familias Veneridae y Ranellidae (Barciela, 2011). postcardial en este mismo yacimiento, permite consi-
descartada su presencia para consumo alimenticio, es derar que estamos ante un importante indicador de la
24 Francisco Javier Jover Maestre
movilidad territorial de aquellos grupos. No obstante, espacio sin una estructuración de las áreas de activi-
no debemos olvidar que en una sola jornada sería po- dad y con evidencia del mantenimiento en reserva de
sible desplazarse a la costa desde Benàmer siguiendo bloques de sílex, instrumentos y conchas de moluscos
el curso del río hasta su desembocadura. marinos, entre otros.
Por otro lado, las evidencias óseas, aunque muy li- Ello supone considerar, por un lado, que las evi-
mitadas permiten hacer algunas inferencias de impor- dencias mesolíticas de Benàmer corresponden a una
tancia. El grupo humano asentado en Benàmer con- unidad doméstica, y antropológicamente deinido
sumiría una amplia variedad de mamíferos, desde los como campamento residencial de un grupo doméstico
de pequeño hasta los de gran tamaño (Tormo, 2011). de cazadores y recolectores. Por el momento, habían
además de ciervos, cabras y lepóridos, también caza- muy pocas evidencias de este tipo de asentamientos,
rían jabalíes, bóvidos y équidos. Mientras las cabras aunque ya se planteaba su obligada existencia y la
pirenaicas podrían ser obtenidas en las zonas monta- necesidad de centrar la investigación en ellos (Gar-
ñosas circundantes, el resto de las especies, encontra- cía-Martínez, 2008, 63; Martí et al., 2009, 247). La
rían sus áreas de hábitat más favorables desde los pie- información disponible sobre otros contextos arqueo-
demonte hasta el fondo de valle. Es muy signiicativo lógicos coetáneos del ámbito regional más próximo
que las especies cazadas de mayor tamaño, como son procede básicamente de ocupaciones de cuevas o
los bovinos y los equinos, cuyo medio habitual sería abrigos, ya que de los yacimientos al aire libre la in-
precisamente los fondos de valle y para las que se se- formación es muy limitada.
ñala su práctica desaparición en el consumo de los ya- Aunque es un aspecto muy tratado por numero-
cimientos excavados de estos momentos (Martí et al., sos autores (Martí et al., 2009, 247), es evidente que
2009, 242), están representadas en Benàmer. aquellos grupos ocuparon todo tipo de enclaves, desde
además de la evidencia de consumo de biomasa cuevas en parajes de media montaña más o menos ce-
animal, también lo harían con la recolección de todo rrados, hasta albuferas, zonas endorreicas interiores y
tipo de frutos silvestre, entre los que cabe destacar, terrazas luviales al lado de ríos o de cursos de agua
por su singularidad, la documentación de cáscara de (Martí et al., 2009). En deinitiva, todos los lugares
avellanas (Peña-Chocarro y Ruiz-Alonso, 2011. En la con ciertas condiciones de habitabilidad y próximos
cuenca del Serpis se ha señalado la presencia de bello- a recursos naturales. La diicultad en documentar
tas en Santa Maira y Falguera (Martí et al., 2009) y de yacimientos en el fondo de los grandes valles queda
pomos de rosáceas y abundantes leguminosas (Pérez resuelta, en parte, con Benàmer, ya que este tipo de
Jordà, 2006). Poco sabemos de la importancia de estos campamentos serían las unidades domésticas básicas
recursos vegetales dentro de la dieta, ni de los pro- en la organización de los grupos domésticos cazadores
cesos laborales implicados en la obtención, procesado y recolectores de la fachada oriental de la península
y consumo alimenticio o no de estos frutos. Sin em- ibérica, frente a las cuevas y abrigos.
bargo, de algunos frutos se ha considerado su tostado de los yacimientos mesolíticos de ámbito regional
al fuego o secado al sol con el objeto de alargar su excavados, todos ellos en abrigo o cueva, se puede in-
conservación y conseguir su almacenamiento (García- ferir su carácter como cazaderos estacionales o tem-
Martínez, 2008, 59). porales, aunque para alguno de ellos como Tossal de
Por tanto, es altamente probable que el contexto ar- la roca, fueron propuestas ocupaciones más estables
queológico conservado en Benàmer fuese un cúmulo y prolongadas (Cacho et al., 1995). Por otro lado, Fal-
de áreas de actividad efectuadas de forma recurrente guera (García Puchol y Aura, 2006) se conigura como
en su cotidianidad por un pequeño grupo cazador-re- un alto de caza, con ocupaciones recurrentes de corta
colector de inales del vii milenio cal BC. Aunque por duración, y Santa Maira, un enclave con ocupaciones
la morfología de tendencia rectangular que describe el recurrentes pero con episodios de abandono en los que
encachado no se puede descartar que se pudiera tratar se constata la intervención de carnívoros sobre la fau-
de una base o acondicionamiento del terreno utilizado na de origen antrópico y descenso en la densidad de
para la instalación de una o varias estructuras de há- las acumulaciones.
bitat o cabañas realizadas con materiales perecederos. de los yacimientos conocidos al aire libre, sola-
La constatación de un grado similar de alteración tér- mente yacimientos como el Collado (aparicio, 2008)
mica de los cantos y bloques calizos; la amplia distri- o Casa Corona (Fernández et al., 2012) podrían co-
bución de tierras cenicientas y de materiales arqueoló- rresponderse con unidades domésticas de tipo campa-
gicos, permite considerar que se trataría de un cúmulo mento, de características próximas a Benàmer. Para el
de áreas de producción y consumo asociada a zonas primero, podemos considerar que podría tratarse de
de combustión, generadas de forma intermitente, pero otro campamento residencial cercano al litoral, aun-
empleadas con recurrencia durante la ocupación de que no sin problemas por las diicultades interpreta-
este lugar. esta zona, además de ser un lugar habitual tivas añadidas. Su nivel I y supericial indica la pre-
de talla y de elaboración de buena parte los instrumen- sencia de trapecios de retoque abrupto y de láminas
tos necesarios en la vida cotidiana, también sería un estranguladas, lo que permiten inferir la ocupación
área de desecho del consumo productivo y no produc- de sitio durante la Fase a o de trapecios, además de
tivo (líticos, óseos, etc.), por lo que se trataría de un la fase de muescas y denticulados previa. a partir de
Las áreas de actividad y las unidades domésticas como unidades de observación de lo social: de las sociedades... 25
las fotografías, que no del texto publicado, se puede principales mamíferos cazados. Benàmer constituye
observar la existencia de algunas concentraciones de una prueba parcial del tipo de unidades domésticas de
cantos o bloques calizos, en algunos casos asociados tipo campamento de aquellos grupos, probablemente
a grandes cantidades de desechos –fauna, lítico, ma- ocupados preferentemente en otoño e invierno y situa-
locofauna, etc.– (Aparicio, 2008, 106-107), aunque dos principalmente en el fondo del valle, frente a los
estratigráica y supericialmente sea imposible deter- cazaderos situados en las cabeceras o en valles intra-
minar la existencia de encachados similares a los de montanos, para los que se considera una frecuentación
Benàmer. Para el segundo de los enclaves, Casa Coro- en primavera y verano asociados, en algunos casos,
na (Fernández et al., 2012), los datos publicados son a una movilidad residencial de corta duración, a lo
todavía muy escasos, pero la presencia de una unidad sumo estacional, y más ampliamente a una movilidad
sedimentaria con materiales arqueológicos asociados logística puntual, de parte de los miembros del grupo.
y de dos fosas de inhumación, permiten plantear la La privilegiada ubicación de Benàmer en el curso me-
posibilidad de que se trate de un lugar de acampada dio del Serpis y en el interluvio con el río de Agres,
recurrentemente frecuentado. les permitiría en una misma jornada acceder, tanto a
Por tanto, teniendo en cuenta la propuesta de las zonas litorales, como a zonas montañosas circun-
rowley-Conwy (2004), se trataría más bien de grupos dantes, además de conseguir fácilmente una amplia
cazadores y recolectores con movilidad logística con variedad de recursos silvestre en su entorno. Por este
algún grado puntual de territorialidad, ya que, no se motivo, sería un lugar de asentamiento recurrentemen-
han constatado evidencias directas de almacenamiento te ocupado, con unas condiciones climatológicas más
y los únicos indicadores de una posible territorialidad benignas que otras zonas más expuestas o más interio-
sería la recurrencia en la ocupación de los mismos lu- res y desde donde se podrían movilizar rápidamente a
gares y en la realización de prácticas de inhumación en otros lugares.
algunos de ellos como ya hemos señalado.
En deinitiva, el contexto mesolítico de Benàmer y
la información disponible permiten validar la hipóte- LAS EVIDENCIAS DEL SECTOR 1 DE
sis de que estamos ante una unidad doméstica de tipo BÈNAMER: LA UNIDAD DOMÉSTICA EN
campamento residencial del que se han conservado los LOS PRIMEROS GRUPOS PRODUCTORES DE
desechos de la actividad productiva y de consumo ge- ALIMENTOS
nerados por un grupo doméstico, que en antropología
se denomina, banda mínima (Service, 1962) u horda La supericie excavada en el sector 1, previamente
(Meillassoux, 1977). a nivel teórico estas bandas mí- sondeado, tenía una morfología poligonal irregular de
nimas estarían integradas por un número variable de unos 1.968 m² (Fig. 10). Se encontraba cubierta, por
miembros, pero que, según autores (Binford, 2001), varios estratos de formación actual y niveles de una
podría rondar los 25 integrantes. este grupo mínimo ocupación ibérica (torregrosa et al., 2011, 21-22) que
de producción y consumo, de carácter nómada, con un de forma puntual, y en especial algunas fosas, afec-
modo de vida cazador y recolector, con escasas o nu- taron a la ocupación neolítica previa. Las evidencias
las prácticas de almacenamiento6, aprovecharía todos materiales de la ocupación cardial localizadas en el
los recursos estacionales disponibles en los territorios sector 1 de Benàmer y las dataciones absolutas obte-
habituales frecuentados, constituyen la unidad básica nidas sobre dos muestras diferenciadas, han permitido
de asentamiento. Las parciales evidencias de Benàmer situar la ocupación hacia el 5400-5200 cal BC (torre-
podrían ser un ejemplo. grosa et al., 2011).
Aunque es difícil determinar cuál sería la amplitud Los diversos estratos sedimentarios y estructuras
del territorio frecuentado por aquellos grupos, es evi- de adscripción neolítica se localizaron en dos zonas
dente que en el valle del Serpis, donde se ubica Benà- del sector. en la noroccidental se localizaron la ma-
mer, desde la costa hasta probablemente la cabecera y yor parte de las estructuras asociadas a dos amplios
algunos de los valles intramontaños, sería el espacio estratos superpuestos: las UUEE 1023 y 1016 (Figura
vivido en función de los recursos vegetales estacio- 10, a, Fig. 11). en relación con éstos y en una super-
nales y el ciclo reproductivo y de movilidad de los icie de unos 700 m², se pudo documentar un conjunto
de estructuras de tendencia circular u oval, de tama-
ño variable, entre 1,20 y 2,15 m de diámetro, integra-
6. el almacenamiento en sentido estricto es una práctica co- das por encachados de cantos calizos termoalterados,
mún a casi todos los grupos cazadores y recolectores, reali- asociados a carbones de muy pequeño tamaño, y un
zada con el objeto de reducir los riesgos ante carestías que registro material cerámico, malacológico, lítico talla-
se pudiesen generar en determinadas épocas del año o mo- do, y fragmentos de instrumental de molienda disper-
mentos puntuales. No se puede descartar que aquellos gru-
so. diversos fragmentos cerámicos, probablemente
pos almacenasen a muy pequeña escala alimentos secados
o ahumados para un consumo diferido, pero en ningún caso correspondientes a varios vasos, se encontraban am-
se realizaría con la búsqueda y consecución de rendimientos pliamente distribuidos en esta supericie, en concreto
diferidos a medio y largo plazo, sino más bien, a corto plazo, vasos de tendencia esférica con decoración cardial.
con el objeto de minimizar situaciones imprevistas. en esta zona también se documentaron algunos restos
26 Francisco Javier Jover Maestre
otro argumento a favor. No obstante, dadas las diicul- Benàmer aprovecharía las quercíneas como combus-
tades de interpretación que ofrecía, esta posibilidad tible ante su clara relación con las estructuras de com-
no fue propuesta en la publicación inicial (torregrosa bustión constatadas, seleccionando prioritariamente
et al., 2011). la carrasca y la coscoja frente a lo quejigos, acom-
Aunque no proceda de esta zona, el estudio de una pañadas, entre otros, de viburno, madroño y fresno.
fragmento de mortero de una posible construcción o De igual modo, el estudio palinológico (López Sáez
estructura constató la presencia de carbonato cálcico et al., 2011) ha mostrado claros síntomas de antropi-
(CaCo3) recarbonatado y sin recarbonatar de origen pi- zación del entorno del yacimiento, aunque con menor
rotecnológico y carbonato cálcico de origen geológico incidencia que en las ocupaciones neolíticas posterio-
(Vilaplana et al., 2011). el proceso de recarbonatación res. así, se ha detectado un descenso considerable de
del óxido de calcio, presente en las cenizas frescas de las quercíneas y una desaparición de algunas especies
biomasa en contacto con los agregados silíceos, gene- como el arce o el avellano, frente al aumento de las
rados también durante la combustión de la biomasa, da gramíneas y de los elementos herbáceos antropozoó-
lugar a silicatos cálcicos hidratados que, en contacto genos y con hongos copróilos, lo que es a todas luces
con matrices arcillosas adecuadas, generan un cemen- indicativo de una presencia de animales domésticos.
to natural enormemente compactado empleado en el Pero quizás, lo más signiicativo es la documentación
amasado de morteros para la construcción. Por tanto, de polen de cereal, Triticum para más concreción,
las cenizas de los hogares, unido a la descomposición siendo suiciente para admitir que los campos de cul-
de la caliza de los cantos empleados en los mismos tivo estarían ubicados en las proximidades del área de
hogares, eran empleados habitualmente en labores de actividad constatada.
construcción y mantenimiento de estructuras. de igual modo, la tipología y capacidad de los va-
Por último, al suroeste de esta posible estructura de sos cerámicos documentados en la zona de encacha-
habitación, se documentó el estrato ue 1048, asociado dos muestra el uso preferente de ollas con asas de una
a un área de dispersión irregular de cantos (ue 1049) capacidad de 3-4 litros, similares a otros yacimientos
(Fig. 10, d). Se trataba de un espacio muy limitado es- con iguales estructuras de combustión, como La Ca-
pacialmente, ya que administrativamente fue imposi- serna de Sant Pau (Gómez et al., 2008, 29-31, Fig.
ble ampliar la zona de excavación. En cualquier caso, 2) o Tossal de les Basses (Rosser y Fuentes, 2007). Y
frente al resto de unidades, fue muy signiicativa, la los estudios petrológicos efectuados por S. McClure
documentación de núcleos –17–, algunos en proceso (2011), muestra que se trata de producción artesanales
de coniguración, lascas de gran tamaño, restos de ta- de carácter doméstico, ya que los desgrasantes son di-
lla de sílex y algún soporte retocado. en total, más de ferentes a los de otros yacimientos próximos.
200 piezas, constituyendo un conjunto muy elevado en el estudio del registro lítico tallado (jover, 2011a)
valores relativos en relación con que las UUEE 1023 ha permitido corroborar que las labores de talla con sí-
y 1016. lex, en su mayor parte obtenido del entorno inmediato,
En cualquier caso, el estudio antracológico (Ma- se efectuarían en distintos lugares del área excavada,
chado, 2011) evidenció un paisaje caracterizado por al menos en dos de las zonas detectadas, aunque en
un bosque de quercíneas perennifolias, con un cli- una de ellas los procesos iniciales de desbastado pare-
ma algo más térmico. el grupo humano asentado en cen tener mayor protagonismo. el estudio traceológico
28 Francisco Javier Jover Maestre
Fig. 14. Plano del Tossal de les Basses (Rosser y Fuentes, 2007, 15). En la parte inferior izquierda, en oscuro, se destaca la presencia
de dos fondos de cabaña.
(rodríguez, 2011) de algunos de los soportes retoca- Por tanto, diversas áreas de actividad de carácter
dos ha determinado el empleo de lascas retocadas y doméstico, ampliamente distribuidos en una supericie
muescas en labores domésticas de corte y raspado de superior a los 1.900 m². Esta ocupación no parece estar
materias blandas y duras, el uso de los geométricos presente en ningún otro sector ni área de las excava-
como proyectiles y de los denominados elementos de das, ni tener continuidad más allá del último tercio del
hoz como soportes de hoz. vi milenio cal BC. después de su abandono, ya no se
En deinitiva, la información recabada en el área materializa en el sector 1 ninguna otra evidencia de
excavada, ha permitido interpretar lo que podría ser presencia humana hasta época ibérica plena (siglo iv-
un posible fondo de cabaña de planta oval-irregular iii a.C).
en torno al que se distribuyen o se encuentran locali- Con todo, ya entrada la segunda mitad del vi mi-
zadas espacialmente diversas áreas de actividad efec- lenio cal BC, un pequeño grupo humano agropecua-
tuadas al aire libre, algunas de ellas efectuadas de for- rio se asentó en el sector 1 de Benámer y realizó toda
ma recurrente a lo largo de su ocupación. al este de una serie de actividades de producción y consumo. en
la estructura, parece ubicarse el área de molienda; al torno a lo que interpretamos que pudo ser una caba-
norte una zona de actividad de producción y consumo ña –aunque no se puede descartar que en la zona no
con diversas estructuras distribuidas y organizadas en excavada7 existiesen otras–, se efectuaron diversas
el espacio a las que se asocia un importante cúmulo
de instrumentos de trabajo y desechos de todo tipo:
malacológicos, botánicos, líticos, óseos y cerámicos;
7. La zona excavada, aunque muy amplia, estuvo limitada al
mientras, al oeste de la estructura, se pudo documen-
tramo afectado por la construcción del vial, no pudiendo ac-
tar, en el espacio limitado en el que se pudo actuar, tuar más allá de los límites establecidos a pesar de constatar
una importante concentración de restos de talla, es- la existencia de evidencias arqueológicas. En los mismos
pecialmente de desbastado inicial y coniguración de periles del área abierta se pudo evidenciar la continuidad de
núcleos de sílex. la ocupación humana cardial.
Las áreas de actividad y las unidades domésticas como unidades de observación de lo social: de las sociedades... 29
Fig. 15. estructura 1 de tipo encachado del yacimiento neolítico documentado en la Calle Colón (novelda)
(fotografía de G. García Atiénzar).
ordenada o desordenada y algunos claramente al., 2006), donde se documentaron dos estruc-
termoalterados (Molist, Vicente y Farré, 2008, turas de encachado asociadas a algunos restos
18-19), similares a los encachados de Benàmer. materiales –molinos, cerámica, soportes líticos
Son considerados como estructuras de combus- retocados, etc.– similares a Benámer (Fig. 15).
tión, donde los bloques pétreos son empleados el estudio efectuado en este yacimiento puso
para mejorar la capacidad caloríica o bien ha- de maniiesto que la mayor parte de los cantos
cer de intermediarios entre el producto a cocer calizos que formaban parte de las estructuras
y la ignición, consiguiendo así una combustión documentadas presentaban tan sólo una de sus
más lenta y más cerrada. Por otro lado, los ho- caras rubefactadas, principalmente, la que que-
gares planos o lenticulares pueden tratarse de daba expuesta a la parte superior, lo que estaría
material de limpieza o desechos de las estructu- indicando que el fuego se realizaría en contac-
ras de combustión, ya que muchos de los cantos to directo con las mismas. este hecho, unido a
integrantes de éstas también presentan señales la presencia de pequeños carbones aislados en
haber estado expuestas a la acción térmica. al- el sedimento que rellenaba las estructuras, po-
gunos de los restos documentados en Benàmer dría estar evidenciando la existencia de áreas
también podrían asimilarse a este grupo. en vinculadas a actividades de transformación y
cualquier caso, las estructuras de combustión cocinado de alimentos al depositar los mismos
de planta circular, tanto en la Caserna de Sant sobre las piedras que previamente habían sido
Pau (Molist et al., 2008, 17, ig. 2), como en expuestas al fuego. El hecho de que el área ex-
Benàmer, aparecen agrupadas en número va- cavada fuese de muy reducidas dimensiones
riable, aunque de forma más uniforme en este al tratarse de un solar en el casco histórico de
último. así, en Caserna de Sant Pau parece ser la población de novelda, no permitió recono-
un área de actividad de producción-consumo cer que también debería tratarse de un área de
con encachados y otra área con estructuras de producción-consumo asociada a encachados de
almacenamiento, ambas propias de una unidad una unidad doméstica.
doméstica, cuyos restos de residencia no pudie-
ron ser documentados en la reducida supericie Con todo lo expuesto, el conjunto de evidencias co-
que pudo ser excavada. rrespondientes a la fase cardial de Benàmer, muestran
e. Para acabar esta relación queremos referirnos la realización de toda una serie de actividades domés-
a Calle Colón en Novelda (García Atiénzar et ticas de lo que podría ser una pequeña unidad básica
Las áreas de actividad y las unidades domésticas como unidades de observación de lo social: de las sociedades... 31
de producción y consumo, el grupo doméstico, proba- medio natural circundante y una serie de conocimien-
blemente regido por lazos de parentesco (Bate y te- tos laborales no especializados, básicos para todos los
rrazas, 2002). Buena parte de las evidencias disponi- miembros integrantes del grupo.
bles de los yacimientos expuestos abogan en la idea Por tanto, en ambos casos, las evidencias documen-
de considerar una organización de los grupos neolíti- tadas permiten la inferencia de una unidad doméstica
cos en pequeñas unidades domésticas, integradas por de grupos con modos de vida y organización social
una cabaña o lugar de residencia, en torno a la que se diferentes: en el caso de la ocupación mesolítica asi-
distribuyen de forma organizada un amplio conjunto milable con un campamento residencial de cazadores-
de áreas de actividad: encachados, áreas de almacena- recolectores, recurrentemente ocupado, integrado por
miento, talla, molienda, etc. no obstante, la constancia no más de 20/25 personas; y para la ocupación neolíti-
de fosos de gran tamaño como sí han sido documenta- ca, de una unidad doméstica, con espacios especíicos
dos en Mas d’is (Bernabeu et al., 2003; 2006; 2008), o destinados íntegramente a procesos de trabajo deter-
la amplia red de fosos y pozos del tossal de les Basses minado: residencia, molienda, área de producción-
(rosser y Fuentes, 2007), permite considerar la posi- consumo, área de almacenamiento, rediles, campos de
ble existencia de espacios delimitados para el cultivo cultivo, etc.
o para otra serie de actividades difícilmente interpre- En el campamento mesolítico, la coniguración de
tables mientras no se publiquen evidencias más clari- la unidad doméstica se circunscribe a un espacio res-
icadoras sobre sus características morfológicas y de tringido, de morfología rectangular alargada, deinido
construcción del espacio delimitado. por un encachado, del que se constató una supericie
Benàmer no es un unicum. este tipo de asenta- de unos 57 m² –aunque sería más alargada ya que la
mientos, correspondientes a una o más unidades do- cantera lo destruyó por sus extremos–; por el contra-
mésticas, estarían ampliamente repartidos por las tie- rio, en la ocupación neolítica, entorno a una zona in-
rras orientales de la península ibérica. a su vez, estas terpretada como fondo de cabaña, se habilitó un espa-
unidades domésticas estarían integradas en grupos de cio superior a los 1.000 m² para organizar las tareas
iliación o linajes, que serían las unidades más amplias de producción, almacenamiento, consumo y desecho
en la que parece organizarse parte de la producción y habituales y rutinarios, además de que en su entorno
la reproducción (Bate y terrazas, 2002). también se distribuirían también rediles y campos de
cultivo. así, el espacio ocupado y transformado por
cada unidad doméstica neolítica se aproximaría a la
CAZADORES-RECOLECTORES VERSUS hectárea, sin contar la supericie reservada para los
AGRICULTORES: CAMBIOS EN LA GESTIÓN campos de cultivo. Si se tuviera en cuenta la supericie
DEL ESPACIO empleada en el cultivo de cereales y leguminosas, la
supericie transformada y frecuentada recurrentemen-
a tenor de lo expuesto en los apartados anteriores son te podría alcanza las 3 Ha.
palmarias las diferencias existentes entre la organiza- De igual modo, el registro arqueológico permite
ción espacial del área doméstica y de su territorio efec- considerar importantes diferencias en relación con el
tuada por los grupos cazadores y recolectores frente a patrón de ocupación. La escasa organización espacial
los primeros productores de alimentos. de las actividades de mantenimiento y la concentra-
en relación con las propiedades del registro ar- ción de las mismas en los grupos mesolíticos, se puede
queológico y su patrón de distribución, la ocupación poner en relación con su movilidad logística y esta-
mesolítica de Benàmer muestra la concentración alea- cional, en función de la disponibilidad de recursos, es
toria de complejos artefactuales, desechos y circunda- decir, de un nomadismo con escaso o nulo almacena-
tos que pueden relacionarse con la materialización de miento. Por el contrario, la evidente organización y
diversos procesos de trabajo determinado, efectuados distribución espacial de las actividades en los grupos
de forma sincrónica y diacrónica en un mismo espa- cardiales, es un indicio de su sedentarismo o mayor
cio. No se constata una planiicación ni organización ijación territorial, aunque probablemente de corta du-
espacial de tareas, efectuadas, posiblemente, en el mis- ración o limitada continuidad generacional.
mo lugar de residencia. Frente a ésta, en la ocupación a partir de otros yacimientos excavados, podemos
cardial se observa, en una supericie superior a 1.000 indicar que los mesolíticos se establecerían en cam-
m², una clara planiicación y distribución organizada pamentos al aire libre en el litoral y en los fondos de
de complejos artefactuales, desechos y circundatos, valle, pero también contarían con cazaderos o lugares
generados también de forma sincrónica y diacrónica. de asentamiento puntual en cuevas o abrigos en zo-
Se trata de labores o trabajos habituales y rutinarios nas de montaña y áreas de talla en lugares próximos
en la vida cotidiana de todo grupo, planiicados y or- a aloramientos o depósitos silíceos. Por el contrario,
ganizados alrededor de los lugares de residencia. en los grupos neolíticos se estructurarían principalmente,
cualquier caso, aunque se constate claras diferencias en granjas similares a Benàmer, ubicadas en las terra-
en la gestión de las actividades cotidianas entre gru- zas próximas a cursos de ríos o zonas endorreicas, sin
pos con modos de vida tan distantes, en ambos se pue- descartar la posibilidad de que existiesen agrupaciones
de determinar un similar grado de conocimiento del menores de unidades domésticas constituyendo lo que
32 Francisco Javier Jover Maestre
etnográicamente se denomina como caseríos o peque- territorio cardial del grupo valenciano de or-Cendres,
ñas aldeas. Pero, con independencia de ello, también donde un poblamiento disperso de granjas –y posible-
harían una gestión y uso integral del entorno en el que mente de algún núcleo con agregación de varios uni-
estaban emplazados –al igual que las áreas de activi- dades domésticas– constituiría el modelo de organiza-
dad en torno a las cabañas–, dando uso a abrigos, cue- ción territorial de un conjunto de linajes o grupos de
vas y demás hitos en una amplia variedad de funciones iliación integrados en una sociedad concreta de carác-
productivas y reproductivas (García Atiénzar y Jover, ter tribal (García Atiénzar y Jover, 2011).
2011). En cualquier caso, la documentación de gran-
des fosos o de otro tipo de elementos, de difícil inter-
pretación por el momento, en yacimientos como Mas CONCLUSIONES
d’is (Bernabeu et al., 2003), constituyen importantes
construcciones en las que tuvieron que aunar y invertir Con el presente trabajo se ha reclamado la necesidad
una importante cantidad de trabajo. Aquellas posibles de conigurar y determinar, dentro de todo proyecto o
agrupaciones prístinas de unidades domésticas, pro- análisis arqueológico que se pretenda desarrollar des-
bablemente núcleo central de un grupo de iliación o de cualquier posición teórica (Gándara, 1993), las uni-
linaje, invirtieron una importante cantidad de trabajo dades de observación y análisis, ya que, de ese modo,
en la construcción y mantenimiento de fosos o de otro podremos vincular y conectar la teoría sustantiva o de
tipo de elementos en aras del beneicio del grupo. lo social que manejemos con el registro arqueológico
Por último, nos gustaría insistir en dos cuestiones. con el que habitualmente trabajamos.
La primera tiene que ver con la asignación de tareas Aunque la formulación y empleo de unidades de
por sexos o grupos de edad. no contamos con ningún observación tienen una larga trayectoria en la arqueo-
argumento para plantear divisiones del trabajo, pero logía americana, en el ámbito europeo, pero principal-
es posible que la planiicación y separación espacial mente en la península ibérica, su uso ha sido muy es-
de tareas que constatamos en las ocupaciones neolíti- caso y reciente. a su limitada introducción y empleo,
cas, pueda ser también un indicador de una asignación consideramos que han contribuido diversos factores,
más directa de las mismas por sexos. Y, la segunda, entre los que evidentemente, ha primado el dominio
tiene que ver con la demarcación del espacio social del particularismo histórico y del «objeto» como prin-
(González Quesada, 2004) de la sociedad concreta a cipal atractivo de los estudios arqueológicos. No obs-
la que pertenecen estas unidades de asentamiento. En tante, también debemos añadir la falta de deinición de
el caso del grupo mesolítico, es posible que esta banda los contenidos esenciales atribuidos a dichas unidades,
funcionase como sociedad concreta, al tratarse de una en relación directa con la teoría general, al igual que
unidad productiva y de consumo básica. ahora bien, la ausencia de articulación entre ellas y las categorías
necesariamente mantendría lazos sociales consolida- esenciales de la posición teórica.
dos con otras bandas, con el objeto de establecer las estas cuestiones han comenzado a ser abordadas
redes de apareamiento necesarias para la reproducción por la Arqueología Social, después de varios años de
biológica. estas redes se conseguirían a través de re- reformulación, con una propuesta de articulación de
laciones de reciprocidad y alianzas y harían posible, dos unidades de observación y análisis, como son las
aunque no necesario, congregar grupos mayores de áreas de actividad y las unidades domésticas, en clara
gente o el intercambio de larga distancia, cuestión relación, respectivamente, con el modo de producción
que por el momento no se detecta de forma clara en y el modo de reproducción de toda sociedad concreta.
el registro arqueológico. Ahora bien, lo importante, es el ejemplo presentado para las tierras orientales de
señalar que en estos grupos, como el que ocupó Benà- la península ibérica constituye un intento de aplica-
mer, no existiría una correspondencia entre el territo- ción a la Prehistoria reciente del ámbito oriental penin-
rio frecuentado objeto de explotación económica y el sular y más en concreto, al estudio de la organización
territorio reproductivo mucho más amplio, donde se espacial y social de los últimos cazadores y recolecto-
involucraría a diferentes grupos independientes (Bate res y de los primeros grupos agropecuarios. Su análisis
y terrazas, 2002). ha mostrado importantes diferencias en la gestión del
En el caso de la unidad doméstica cardial de Benà- espacio social entre grupos con modos de organiza-
mer, es evidente que también funcionaría como unidad ción social tan distantes, lo que se puede poner en re-
de producción y consumo básica, donde los lazos de lación con las claras diferencias existentes entre ellos
parentesco serían los dominantes. La materialidad do- en cuanto al modo de producción y de reproducción.
cumentada muestra lazos y vínculos con otras unida- No obstante, no queremos acabar sin señalar algu-
des de asentamiento repartidas por las tierras del norte nas cuestiones sobre las limitaciones con las que tra-
de Alicante y sur de Valencia. El mejor ejemplo es la bajamos y que nos parecen de especial trascendencia
cerámica cardial y los motivos esquemáticos repre- para abordar futuros trabajos. Así queremos resaltar:
sentados, tanto sobre las mismas, como los soportes
rupestres (Martí y Hernández, 1988; Bernabeu, 2002; a. La dispersión material en el espacio vivido,
García Borja et al., 2011). el espacio social de la so- no son el relejo de acciones o prácticas indi-
ciedad concreta en la que se integra, se concreta en el viduales, sino, fundamentalmente, de acciones
Las áreas de actividad y las unidades domésticas como unidades de observación de lo social: de las sociedades... 33
colectivas o de grupo. Son tareas reguladas y Aparicio, J., 2008: «Estudio Arqueológico», La necrópolis
efectuadas de forma cotidiana, transmitidas de mesolítico de el collado (oliva-Valencia), academia de
generación en generación, que relejan el es- Cultura Valenciana, Sección de Prehistoria y Arqueolo-
fuerzo por reproducir de la misma forma las gía, 9-176, Valencia.
estructuras sociales, aun cuando las grupos Ashmore, W., 1981: Lowland Maya Settlement patterns,
domésticos no son entidades estáticas, sino di- University of New Mexico, Alburquerque.
námicas. Su análisis diacrónico, en su proceso Barciela, V., 2011: «El estudio de la malacofauna: implica-
histórico, dentro de cualquier sociedad concre- ciones paleoambientales y antrópicas», Torregrosa, P.,
ta, constituyen una de las principales evidencias Jover, F.j., López, e. (dirs.), Benàmer (Muro de l’alcoi,
para el estudio de los grandes procesos de cam- alicante). Mesolíticos y neolíticos en las tierras meri-
bio social y económico. dionales valencianas, Serie Trabajos Varios del SiP, 112,
b. La inferencia de áreas de actividad y unidades 239-256, Valencia.
domésticas permiten dotar al registro arqueoló- Barrachina, A. M., 2012: Indesinenter: permanencia y
gico de una dimensión interpretativa más cer- cambio. Pic dels corbs como modelo de interpretación
cana a la organización y planiicación de las de la edad del Bronce en el norte del País Valenciano,
prácticas sociales, sobre todo, si se establece la Servei d’investigacions Arqueològiques i Prehistòri-
debida articulación entre sí y con las categorías ques, Castellón de la Plana.
teóricas esenciales a las que se vinculan. La po- Bate, L.F., 1998: el proceso de investigación en arqueolo-
sibilidad de disponer de amplias excavaciones gía, Crítica, Barcelona.
en las que se pueda inferir la existencia de uni- Bate, L.F., Terrazas, A., 2002: «Sobre el modo de reproduc-
dades domésticas debe ser un objetivo central ción en sociedades pretribales», Revista atlántica-Medi-
en las futuras estrategias de excavación. el caso terránea de Prehistoria y arqueología Social, V, 11-41.
de estudio presentado ha evidenciado que la po- Bernabéu, J. (dir.), 1993: «El iii milenio a. C. en el País
sibilidad de excavar grandes áreas abiertas, no Valenciano. Los poblados de Jovades (Cocentaina,
sólo permite inferir la organización y la dimen- Alacant) y Arenal de la Costa (Ontinyent, València)»,
sión real de las unidades domésticas en cada Saguntum PLaV, 26, 9-180.
tipo de sociedad, sino que también ha servido Bernabeu, J., 2002: «The social and the symbolic context
para dotar de mayor contenido a toda una serie of neolithization», Badal, e., Bernabeu j., Martí, B.,
de evidencias arqueológicas parciales que hasta (eds), el paisaje en el neolítico mediterráneo, 209-233,
el momento difícilmente podían ser convenien- Universidad de Valencia, Valencia.
temente interpretadas. Por tanto, la inferencia Bernabeu, J., 2003: «Del Neolítico a la Edad del Bronce»,
de las unidades domésticas requiere de un am- Vega, G. J., Bernabeu, j., Chapa, t., (eds.), La Prehis-
plio esfuerzo en materia de documentación ar- toria. Historia de españa 3er milenio, Madrid.
queológica y de ejecución de analíticas. Bernabeu, j., Guitart, i., Pascual, J.L., 1989: «Relexio-
c. Por último, en el proceso investigador también nes en torno al patrón de asentamiento en el País Valen-
es necesario que las áreas de actividad y las ciano entre el neolítico y la edad del Bronce», Sagun-
unidades domésticas sean contempladas junto a tum PLaV, 22, 99-123.
otras unidades de mayor rango espacial y tem- Bernabeu, j., Orozco, t., Diez, a., Gómez, M., Molina,
poral con contenido sociohistórico: el espacio F. J., 2003: «Mas d’Is (Penáguila, Alicante). Aldeas y
social (González Quesada, 2004), tanto en rela- recintos monumentales del neolítico inicial en el valle
ción con la sociedad concreta de la que forman del Serpis», Trabajos de Prehistoria, 60 (2), 39-59.
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SUMMARY
the present work claims the need to set up and de- irst agricultural societies in the Eastern Iberian pen-
termine, within any project or archaeological analysis insula, from the information gathered from the site
made within the framework of any theoretical posi- of Benamer (Muro de l’alcoi, alicante, Spain). this
tion, the units of observation and analysis. With them settlement excavated in extension, allowed document-
it is possible to link and connect the substantive or the- ing a recent Mesolithic occupation, without continuity
ory of the social that we handle with the archaeolog- with another occupation of the irst Neolithic groups.
ical record that we usually employ. the observation the archaeological evidences of both occupations al-
units must serve to optimize the recovery and inter- low inferring the documentation of the areas of activi-
pretation of archaeological information and enable the ty and the household spaces. different aspects of spa-
processes of inference or problems analyzed from any tial and social organization of the last hunter-gatherers
theoretical position managed. We must not forget that and the irst agricultural groups can be determined.
the analysis of any particular historical development its analysis has shown important differences in the
that is intended to address, involves the realization of management of the social space between groups with
a series of inferences from a very limited information modes of social organization so far, what can be put in
generated – by ourselves and by other researchers –, relation to the clear differences between them in terms
whose relevance and identiication will be determined of social production and reproduction.
by its relationship with the problems to be solved and in the conclusions we insist on some issues that
its relevance to explain the assumptions explicit in the seem to be of special importance to deal with future
theoretical body of departure. work. So we would like to highlight:
So, with interest to realize this theoretical design, 1) Scattering material in the lived space are not the
this paper addressed changes between the spatial and relection of actions or individual practices, but, funda-
social organization of the last hunter-gatherer and mentally, of collective action or group. are regulated
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and daily made, transmitted from generation to gener- dimension of the households in each type of society.
ation, tasks that relect the effort to reproduce social as well, it has also served to provide more content to a
structures, in the same way even though the domestic whole series of partial archaeological evidence which
groups are not static entities, but dynamic. diachronic so far could hardly be suitably interpreted. therefore,
analysis, in its historical process within any speciic the inference of domestic units requires a broad effort
society, is one of the main evidence for the study of the in the ield of archaeological documentation and ana-
processes of social and economic change. lytical implementation. thus, differences in the ma-
(2) the inference of activity areas and domestic nagement and organization of the domestic spaces be-
units allows providing the archaeological record of tween hunter-gatherers and farmers groups is glaring,
an interpretative dimension related to the organization and can be put in relation to the clear differences in
and planning of social practices, especially if you set their ways of life, production and reproduction.
proper articulation among themselves and with the (3) Finally, the research process also requires that
theoretical key categories to which you link. extensive the areas of activity and households are referred to to-
excavations in which it can be inferred the existence gether with other units of higher spatial and tempo-
of domestic units must be a central objective in the fu- ral rank with socio-historical content: social space,
ture ieldwork strategies. The case study presented has both in relation to the actual society which are the
shown that the possibility of digging large open areas, socio-economic formation in which is articulated
not only allows us to infer the organization and the real through inter-societal relationships.