DIRECCIÓN GENERAL DE CULTURA Y EDUCACIÓN
DIRECCIÓN PROVINCIAL DE EDUCACIÓN SUPERIOR
ESCUELA NORMAL SUPERIOR “J. M. ESTRADA” – ISFD NRO. 163
PROFESORADO EN LENGUA Y LITERATURA
MATERIA: LITERATURA ESPAÑOLA Y LATINOAMERICANA
PROFESORA: CESIO, NOEMI
ALUMNA: HEIM, KATHERINE
AÑO DE APROBACIÓN DE CURSADA: 2023
La narrativa latinoamericana del siglo XX
Para el siguiente examen final realizado para la materia Literatura Española y Latinoamericana,
correspondiente al cuarto año de la carrera del Profesorado de Educación Secundaria en Lengua
y Literatura, me propongo realizar un breve recorrido sobre la UNIDAD 8 - La narrativa
latinoamericana del siglo XX. En la misma fueron vistos y trabajados contenidos como las
características generales y principales autores de esta narrativa; el concepto de nueva novela
latinoamericana; El neobarroco americano y las técnicas narrativas en cuentos y novelas de:
Juan Rulfo, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez, Miguel Ángel Asturias, Juan Carlos
Onetti, entre otros. De los cuales se destaca Alejo Carpentier y su producción narrativa tanto
en cuentos y novelas y su concepción de lo real maravilloso en El reino de este mundo.
De tal modo, el siguiente trabajo comenzará con un marco histórico y/o desarrollo del contexto
donde se presentarán las características de la narrativa latinoamericana de ese siglo, continuará
con los nuevos aspectos que surgen dentro de ella y los motivos de los mismo, como por
ejemplo la nueva novela latinoamericana, donde se explicará a qué hace referencia esta nueva
concepción y cómo se caracteriza. Luego se continuará con la presentación y caracterización
del neobarroco americano, explicando cómo se relaciona con lo expuesto con anterioridad y
para finalizar se hablará sobre las técnicas narrativas en cuentos y novelas de Juan Rulfo, Alejo
Carpentier, Gabriel García Márquez, Miguel Angel Asturias, Juan Carlos Onetti, entre otros,
destacando a uno de ellos: Alejo carpentier el gran exponente y representante de lo real
maravilloso.
La narrativa latinoamericana del siglo XX: entre la tradición y la renovación
Marco histórico y contexto
La narrativa latinoamericana del siglo XX surge en un momento de profundas transformaciones
políticas, sociales y culturales en la región. Tras los procesos de independencia del siglo XIX,
los países de América Latina enfrentaron desafíos relacionados con la construcción de
identidades nacionales, las tensiones entre modernidad y tradición, y las influencias externas,
particularmente de Europa y Estados Unidos.
Durante el siglo XX, el auge de los movimientos de vanguardia artística y literaria coincidió
con un interés renovado por las raíces culturales de la región. En literatura, este contexto
impulsó una búsqueda de estilos y temáticas que reflejaran las realidades complejas y diversas
de América Latina, alejándose de los modelos europeos para construir una narrativa propia.
Los años 40 y 50, por su parte, marcaron el inicio de un período de auge literario que se
consolidó entre las décadas de 1960 y 1970 con el llamado "Boom latinoamericano". Este
fenómeno llevó a un grupo de escritores de la región a alcanzar gran proyección internacional
gracias a sus innovadoras obras narrativas, destacándose por su capacidad para combinar
elementos universales con las particularidades culturales, históricas y lingüísticas propias de
América Latina. No se trató de un movimiento formal, sino de una explosión de interés global
por la literatura de la región, potenciada por las traducciones y su difusión en mercados
europeos y norteamericanos.
Narrativa latinoamericana del siglo XX
Es así, que la narrativa latinoamericana del siglo XX se define por su riqueza estilística y
temática, así como por su capacidad de capturar la complejidad cultural e histórica de la zona.
Durante este período, los escritores comenzaron a distanciarse de las formas tradicionales de
narrar para experimentar con nuevas estructuras y perspectivas, en consonancia con los
cambios sociales y políticos que vivían sus países.
Una de las principales características de esta narrativa es la experimentación formal, que rompe
con la linealidad tradicional. Los escritores exploran nuevas formas de estructurar el relato,
adoptando narraciones fragmentadas, multiplicidad de voces, saltos temporales y perspectivas
polifónicas. Esta renovación formal no es solo un ejercicio estético, sino que busca reflejar la
diversidad y las contradicciones inherentes a América Latina.
Otra característica destacada es la incorporación de elementos míticos, simbólicos y oníricos,
que en muchos casos se vinculan a las culturas indígenas y africanas. Esta integración enriquece
las obras con un sentido profundo de identidad cultural, al tiempo que dota a la narrativa de un
carácter universal. Los mitos precolombinos, las leyendas afrocaribeñas y los símbolos locales
se entretejen en relatos que trascienden las fronteras del realismo.
El interés por explorar la historia y las tradiciones locales desde perspectivas críticas también
es fundamental. Los autores de este período no se conforman con reproducir las narrativas
oficiales, sino que las cuestionan y las reescriben, ofreciendo visiones alternativas de los
procesos históricos que han marcado a la región, como la colonización, las luchas
independentistas y las dictaduras del siglo XX. Esta relectura del pasado busca no solo
reconstruirlo, sino entender sus implicancias en el presente.
La fusión de lo real con lo fantástico es otro rasgo distintivo. Esta característica, que se
consolidó con el realismo mágico, permite a los escritores abordar temas complejos (como la
opresión, el mestizaje y la identidad) desde una perspectiva única que trasciende los límites de
la lógica racional. Lo extraordinario se presenta como parte natural del mundo narrado, lo que
enriquece las historias y las conecta con las tradiciones orales del territorio.
Es por esto que el surgimiento de estos aspectos está profundamente ligado al contexto histórico
y cultural de América Latina en el siglo XX. En un momento marcado por movimientos de
liberación, tensiones políticas y un creciente sentido de identidad regional, los escritores
encontraron en la literatura un medio para reflexionar sobre sus realidades. Esta necesidad de
una narrativa que hablara desde y para América Latina dió lugar a la llamada nueva novela
latinoamericana, que renovó los temas, las formas y las perspectivas, situando a la literatura de
la región en el centro del panorama cultural mundial.
Nueva novela latinoamericana
Este tipo de narrativa, además, se caracteriza por una serie de elementos innovadores que
desafían las convenciones tradicionales y buscan representar de manera más auténtica la
diversidad y las contradicciones del continente.
Uno de los rasgos más sobresalientes de la nueva novela latinoamericana es la fragmentación
temporal y espacial, que rompe con la línea cronológica tradicional de los relatos. Los escritores
recurren a saltos en el tiempo y en el espacio, desestructurando el relato de manera que obliga
al lector a reconstruir los eventos. Esta técnica refleja la realidad fragmentada de
Latinoamérica, donde la historia y la cultura han sido moldeadas por una serie de procesos
discontinuos, traumas y rupturas. Al introducir esta fragmentación, la novela no solo transmite
la naturaleza caótica de la región, sino también la dificultad de interpretar su realidad de manera
lineal.
Otra característica importante es la multiplicidad de perspectivas narrativas, que permite
abordar una misma historia desde diferentes puntos de vista. Esta técnica es clave para
representar la pluralidad de voces que conforman las sociedades latinoamericanas. A través de
diversas voces narrativas (que pueden incluir personajes de diferentes clases sociales, etnias,
géneros o perspectivas políticas) se busca reflejar la complejidad de una sociedad marcada por
la desigualdad, la violencia y la diversidad cultural. Este enfoque también desafía la idea de
una única verdad, proponiendo una visión más democrática y dinámica de la realidad.
La búsqueda de un lenguaje propio es otra característica fundamental. Los autores buscan una
voz narrativa que se aleje de los modelos literarios europeos y se conecte más profundamente
con la oralidad y las tradiciones lingüísticas locales. Incorporan modismos, giros idiomáticos
y estructuras sintácticas que reflejan el habla cotidiana de los pueblos latinoamericanos. Esta
experimentación con el lenguaje no solo enriquece la obra literaria, sino que también la
convierte en un medio de expresión más auténtico y cercano a las vivencias de los lectores de
la región.
La inclusión de lo mítico y lo histórico como elementos inseparables de la narración es otro
componente esencial de la nueva novela. Los escritores latinoamericanos no distinguen
claramente entre la historia y el mito, sino que ambos se entrelazan para construir una narrativa
más completa de la identidad del continente. Los mitos precolombinos, las leyendas populares
y los eventos históricos se combinan de manera fluida, mostrando que, en América Latina, lo
real y lo imaginario son dos dimensiones que coexisten y se nutren mutuamente. Esta
amalgama permite explorar la memoria colectiva y las creencias de los pueblos
latinoamericanos, resaltando las tensiones entre lo ancestral y lo contemporáneo.
Obras como Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y La muerte de Artemio Cruz de
Carlos Fuentes son ejemplos emblemáticos de esta tendencia. En ellas, lo personal y lo
colectivo se entrelazan, y los autores no solo narran las vidas de sus personajes, sino que
también reflejan el contexto político, social y cultural que influye en sus destinos. En resumen,
la nueva novela latinoamericana no solo representa un giro estilístico, sino que también refleja
la necesidad de los escritores de encontrar una forma narrativa capaz de captar las
complejidades de una región en constante transformación, marcada por la tensión entre lo
tradicional y lo moderno, lo real y lo fantástico, lo local y lo universal.
El neobarroco americano
En este contexto, también abre paso a la consolidación del neobarroco. Este es un movimiento
estético que surge también como una respuesta a la necesidad de representar la complejidad de
la realidad latinoamericana. A diferencia de otros enfoques narrativos, el neobarroco no busca
simplificar la realidad, sino exponer su caos, contradicciones y fragmentación. En este sentido,
se conecta directamente con la nueva novela latinoamericana, que también enfatiza la
pluralidad de perspectivas y la ruptura con las formas tradicionales de narrar. El neobarroco,
sin embargo, lo hace a través de un uso particular del lenguaje y de una estructura literaria que
refleja la riqueza y el sincretismo cultural de la región.
Este movimiento retoma elementos del barroco europeo, pero los transforma para expresar la
diversidad y el sincretismo cultural propios de América Latina. El barroco original, con su
énfasis en lo excesivo y lo ornamentado, es reformulado para dar cuenta de las múltiples
tradiciones que confluyen en el continente: las indígenas, las africanas y las europeas. En lugar
de buscar la claridad y la simetría, como sucedía en la literatura clásica, el neobarroco abraza
la complejidad, el exceso y la ambigüedad, lo que refleja un mundo culturalmente mestizo y
heterogéneo.
Una de las principales características del neobarroco es el uso de un lenguaje ornamentado y
exuberante que no solo sirve para embellecer la obra, sino que también refleja la riqueza
cultural de la región. Este tipo de lenguaje busca intensificar la experiencia de la lectura,
utilizando recursos estilísticos como la metáfora, la hipérbole y la repetición para crear un
efecto de saturación sensorial. Esta exuberancia lingüística no solo es un juego estético, sino
que también funciona como una crítica al orden establecido, desafiando las convenciones
literarias y las jerarquías de género y forma.
Relacionado con esta característica, el neobarroco introduce la mezcla de géneros y registros,
rompiendo las jerarquías tradicionales que separan la alta literatura de la cultura popular. En
este sentido, el neobarroco se aleja de las convenciones de la novela realista y se abre a la
experimentación con diferentes formas literarias, como el ensayo, la poesía, el teatro y la
crónica. Esta fusión de géneros y estilos permite crear una narrativa más fluida y abierta, que
refleja la pluralidad y el mestizaje de las identidades latinoamericanas.
Además, el neobarroco se caracteriza por la representación de un mundo caótico y múltiple,
donde las identidades están en constante construcción. En lugar de presentarse como un relato
lineal y coherente, las obras neobarrocas tienden a ser fragmentadas, fragmentarias y
polifónicas, reflejando la incertidumbre y la transformación que atraviesa América Latina. En
estos relatos, las fronteras entre lo real y lo imaginario, lo pasado y lo presente, el individuo y
la colectividad, se desdibujan, lo que contribuye a una sensación de desorientación y de falta
de certezas.
De este modo, el neobarroco surge como una forma de escritura que se niega a simplificar la
realidad latinoamericana y, en cambio, busca plasmar su complejidad y contradicciones. A
través del uso de un lenguaje exuberante, la mezcla de géneros y registros, y la representación
de un mundo fragmentado y caótico, el neobarroco ofrece una forma literaria que se conecta
profundamente con la realidad mestiza y diversa del continente.
Autores destacados y sus aportes
De esta forma y para concluir, me parece importante comentar que ésta ya analizada y
caracterizada narrativa latinoamericana del siglo XX, ha dado lugar a una serie de autores que,
a través de su estilo único, han dejado una huella profunda en la literatura mundial. Estos
escritores, que forman parte del Boom Latinoamericano y el neobarroco, han abordado temas
universales como la identidad, la memoria, la dictadura, y las contradicciones sociales y
políticas de América Latina. Es por esto que a continuación, se presenta una visión general de
los principales autores trabajados en este contexto, sus características narrativas y las
aportaciones clave de sus obras.
● Juan Rulfo: Con su estilo minimalista y profundamente simbólico, Juan Rulfo se ha
ganado un lugar destacado en la literatura latinoamericana. Su escritura es austera,
despojada de adornos, pero cargada de simbolismos que invitan a una interpretación
profunda. Rulfo se aleja de los grandes relatos épicos para centrarse en la experiencia
de lo cotidiano, la miseria humana y la relación con la tierra. Su obra, caracterizada por
la economía de recursos, la atmósfera sombría y el ritmo pausado, refleja la difícil
condición de los personajes atrapados en un paisaje que parece ser tanto físico como
metafísico, un espacio donde el tiempo se diluye y la frontera entre lo real y lo
imaginario es difusa.
● Gabriel García Márquez: Reconocido como uno de los pilares del realismo mágico,
García Márquez lleva las posibilidades de la narrativa latinoamericana a nuevos
horizontes. En Cien años de soledad, su obra más emblemática, emplea el realismo
mágico para crear un mundo en el que lo fantástico y lo real se fusionan de forma
indiscernible, mientras narra la historia de la familia Buendía en el ficticio pueblo de
Macondo. La estructura coral de la novela, que despliega generaciones y múltiples
puntos de vista, genera un universo complejo y atemporal donde el tiempo y el espacio
adquieren una dimensión simbólica. El uso de la repetición y el círculo temporal refleja
no solo los destinos individuales de los personajes, sino también las estructuras sociales
y políticas de América Latina, particularmente el aislamiento y la violencia. La obra de
García Márquez explora las contradicciones de la historia latinoamericana,
entrelazando lo personal y lo colectivo, lo mítico y lo histórico, en un relato que
trasciende la dimensión temporal y espacial.
● Miguel Ángel Asturias: En obras como El señor presidente, Asturias emplea una
narrativa cargada de elementos surrealistas y simbólicos para ofrecer una crítica feroz
a las dictaduras y el abuso del poder en América Latina. Asturias fue un pionero en la
utilización de mitos y símbolos indígenas en su obra, buscando exponer las injusticias
sociales y la deshumanización que sufren los pueblos bajo gobiernos autoritarios. La
obra de Asturias se caracteriza por una atmósfera opresiva y onírica, en la que la figura
del dictador se presenta como una entidad casi sobrenatural que controla y destruye
todo a su paso. El surrealismo de Asturias no solo busca representar la distorsión de la
realidad bajo el poder, sino también resaltar la impotencia de los individuos frente a un
sistema autoritario que distorsiona la percepción de la vida misma.
● Juan Carlos Onetti: Onetti, por su parte, se distingue por su estilo introspectivo y
melancólico, reflejando en sus obras una visión desencantada del mundo. Este autor, en
sus obras, despliega una narrativa subjetiva y fragmentada, donde los personajes se
encuentran atrapados en sus propios mundos interiores, llenos de frustraciones y deseos
insatisfechos. El uso de un lenguaje denso y sombrío, junto con una estructura narrativa
no lineal, permite que Onetti profundice en la psicología de sus personajes y en los
aspectos más oscuros de la condición humana. Su estilo privilegia la subjetividad y la
fragmentación de la realidad, lo que crea una atmósfera de aislamiento y desesperanza.
Onetti es conocido por construir mundos literarios cerrados, en los que sus personajes
buscan desesperadamente el sentido de su existencia, pero nunca logran escapar de su
propio vacío interior.
Otro de los autores más influyentes es Alejo Carpentier quien, a través de sus obras, redefinió
la forma en que la realidad y la historia de América Latina eran representadas en la narrativa.
Este autor no solo es un pilar de la narrativa del Boom Latinoamericano, sino que sus
innovaciones literarias contribuyeron al desarrollo de una literatura que no solo habla de la
región, sino que también está intrínsecamente vinculada a su historia, cultura y la complejidad
de su realidad social y política.
Alejo Carpentier y lo real maravilloso
Alejo Carpentier es reconocido como uno de los principales teóricos y practicantes de la
corriente literaria conocida como lo real maravilloso, un concepto que define en su obra El
reino de este mundo. En este texto, Carpentier ofrece una nueva perspectiva sobre lo fantástico
o maravilloso argumentando que no es una ruptura de la realidad, sino que es una parte
inherente de la misma. De esta forma, Carpentier introduce una de las características más
singulares de la narrativa latinoamericana: la fusión de lo real con lo maravilloso, donde la
magia y lo extraordinario son aceptados como parte de lo cotidiano.
El contexto de producción de El reino de este mundo, que se ambienta en la Revolución
Haitiana, refleja el interés de Carpentier por explorar las culturas africanas e indígenas que
enriquecen la visión del mundo en América Latina. En este sentido, Carpentier se distancia de
las representaciones literarias europeas y norteamericanas, ofreciendo una visión en la que lo
maravilloso se entrelaza con lo histórico, lo social y lo cultural. La historia de la Revolución
Haitiana, con sus figuras míticas y sus eventos épicos, se convierte en el escenario perfecto
para que Carpentier ponga de manifiesto el sincretismo cultural que caracteriza a América
Latina, donde los elementos indígenas, africanos y europeos coexisten y se combinan de formas
inusuales y sorprendentes.
En El reino de este mundo, Carpentier no solo reinterpreta la historia de América Latina desde
una óptica original, sino que también ofrece una reflexión profunda sobre la identidad
latinoamericana, que está forjada en la mezcla y la diversidad. A través de la narración de los
eventos de la revolución, Carpentier celebra la vitalidad de las culturas que han sido
históricamente oprimidas, transformando la historia en un relato donde la lucha por la libertad
y la autonomía se mezcla con lo mágico y lo maravilloso, dejando en claro que la realidad de
América Latina es inabarcable si no se toma en cuenta su dimensión fantástica.
Alejo Carpentier es fundamental para entender la evolución de la narrativa latinoamericana en
el siglo XX. A través de su concepto de lo real maravilloso, ofrece una visión de la realidad
latinoamericana donde lo mágico y lo histórico se entrelazan de manera indisoluble, celebrando
la diversidad y el sincretismo cultural de la región. Su obra reconfigura la manera en que se
cuenta la historia en América Latina, dejando una marca indeleble en la literatura mundial al
explorar las complejidades de la realidad latinoamericana y sus múltiples dimensiones.