PORTADA
Tabla de contenido
Introducción.....................................................................................................................................3
Descripción del conflicto..................................................................................................................5
Identificación de actores..................................................................................................................7
Actores directamente involucrados en el conflicto.....................................................................7
Actores en los procesos de memoria colectiva............................................................................7
Casos de memoria colectiva.............................................................................................................8
Análisis desde la psicología social.................................................................................................12
Conclusiones...................................................................................................................................15
Referencias bibliográficas..............................................................................................................18
Introducción
El actual trabajo colectivo escrito tiene como propósito realizar un análisis mediante
el cual se destaquen los casos de memoria colectiva en torno a los juicios por la Verdad en
Argentina. Estos surgieron como un modo de respuesta institucional ante las violaciones a
los derechos humanos contenidos durante la última dictadura militar la cual se apoderó y
gobierno el país durante los años 1976 y 1983. Aparte surgieron consecuencias que dejaron
una huella emocional, política y social en la población argentina. A pesar de que la
democracia apareció nuevamente en 1983, diferentes leyes y decisiones estatales limitaron
el acceso a la justicia, generando una lucha mayor a organizaciones de derechos humanos y
familiares de víctimas.
Ahora bien, este análisis se constituye a pagar del proceso de justicia y los aspectos
empleados por las víctimas y sus familiares para preservar de esta forma la memoria, pedir
justicia y recuperar también la verdad en un contexto marcado por el silencio institucional y
la impunidad legal.
En este contexto, la memoria colectiva se define como un medio de herramienta de
construcción de los pueblos con el fin de enfrentar las injusticias del pasado, lo cual
desempeña un papel relevante y fundamental en la reasignación de dignidad de cada una de
las víctimas y también en la construcción de los lazos sociales quebrantados por la
violencia del Estado.
Ahora bien, se conoce de los Juicios por la Verdad que fueron una herramienta
alternativa con el fin de obtener justicia los cuales se centraban en el esclarecimiento de
hechos y la reconstrucción histórica, por lo cual el objetivo de esta no era castigar, sino más
bien dar una forma de voz para los sobrevivientes y los familiares de las víctimas
desaparecidas, así como también documentar de manera oficial todos los acontecimientos
ocurridos.
Los juicios por la Verdad se establecieron basándose en una experiencia en América
Latina, que comenzaron en la ciudad de la Plata y posteriormente se propagaron a otras
zonas del país. Su objetivo era sancionar penalmente a los individuos acusados de
crímenes. Sin embargo, también buscaban reconstruir públicamente la verdad sobre lo
ocurrido, todo esto a pesar de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final que lo
impedían. Este evento no solo representó un avance significativo, sino que también
funcionó como un elemento básico en la edificación de la memoria colectiva en Argentina a
través de testimonios y documentación legal.
Con base a la contextualización anterior, mediante el análisis de este caso se
abordará desde una perspectiva psicosocial, comprendiendo de esta forma los procesos de
la memoria colectiva y como manejan herramientas de resistencia y transformación social.
Descripción del conflicto
Es sabido que el golpe de Estado que derrocó al gobierno institucional de María
Estela Martínez de Perón instauró un proceso de reestructuración nacional a través de las
Fuerzas Armadas. Su propósito, de acuerdo con Piñero (2011), fue "modificar de manera
radical la estructura económica y social de la Argentina, alterar sus relaciones sociales y
reinstaurar relaciones de dominación permanentes e irrevocables".
Es sabido que el golpe de Estado que derrocó al gobierno institucional de María
Estela Martínez de Perón instauró un proceso de reestructuración nacional a través de las
Fuerzas Armadas. Su propósito, de acuerdo con Piñero (2011), fue "modificar de manera
radical la estructura económica y social de la Argentina, alterar sus relaciones sociales y
reinstaurar relaciones de dominación permanentes e irrevocables".
Es sabido que el golpe de Estado que derrocó al gobierno institucional de María
Estela Martínez de Perón instauró un proceso de reestructuración nacional a través de las
Fuerzas Armadas. Su propósito, de acuerdo con Piñero (2011), fue "modificar de manera
radical la estructura económica y social de la Argentina, alterar sus relaciones sociales y
reinstaurar relaciones de dominación permanentes e irrevocables". Sobre este proyecto
denominado neoliberal, se persiguió y afectó a múltiples personas como estudiantes,
docentes, artistas, periodistas y cualquier persona considerada "subversiva" por no apoyar
el orden impuesto por el Estado.
Ahora bien, el aparato depresivo estatal se implementó en conjunto con la
colaboración de los sectores religiosos, judiciales y empresariales. Algunos centros de
detención, la desaparición forzada y el silenciamiento institucional conformaron una forma
de aniquilamiento desenfrenada sostenida por el Estado. Tal cual, como lo recuerda el autor
Franco (2014), la dictadura intentó validar sus acciones por medio de la "teoría de los dos
demonios" lo cual daba pie a la igualdad de las Fuerzas Armadas y las organizaciones
armadas insurgentes, lo cual se justificaba en el uso del terrorismo como una forma de
respuesta ante el caos.
Con la llegada del retorno de la democracia en el año 1983, el presidente Raúl
Alfonsín fomentó un par de medidas iniciales a David de la justicia en lo cual se inició el
histórico Juicio a las Juntas en el año 1985, en dónde fueron condenados varios miembros
de las cúpulas militares. Sin embargo, se conoce que las constantes presiones de las Fuerzas
Armadas forzaron al gobierno a sancionar las leyes de Punto Final (1986) y Obediencia
Debida (1987). Estás leyes ocasionaron la clausura de múltiples procesos judiciales contra
las personas responsables de los clientes, consolidando de esta forma un régimen de
impunidad el cual sería ampliado por los indultos firmados por el presidente Carlos Menem
entre los años de 1989 y 1990.
Este acontecimiento miento generó una serie de frustración entre las organizaciones
de derechos humanos, los cuales desde el año 1977 exigían memoria, verdad y justicia.
Cómo lo señala Lozano (2019) "la impunidad legal consagrada por las leyes y los indultos
no hizo más que intensificar la lucha de las víctimas por la verdad y el reconocimiento".
Por esta razón, a finales de los años noventa, emergió la estrategia legal de los Juicios por
la Verdad, como un mecanismo jurídico sin repercusiones penales, pero con un alto valor
testimonial.
Es conocido que el primer juicio de esta naturaleza tuvo lugar en 1998 en la ciudad
de La Playa, tras la interposición de un recurso por parte de la Asamblea Permanente por
los Derechos Humanos y un grupo de parientes de personas desaparecidas.
. La cámara Federal de La Plata resolvió por medio de la Resolución 18/98 que las
víctimas y sus familiares tenían derecho a conocer la realidad de lo sucedido e identificar
los responsables, aun cuando las leyes de impunidad siguieran vigentes (Saldivia, 2022).
La característica central de estos juicios era el objetivo de no solo la sanción penal,
sino la averiguación judicial de la verdad, además, del valor jurídico, estos juicios tuvieron
un gran impacto social y cultural ya que permitieron a las víctimas y a sus familias poder
expresar públicamente el dolor, alzar la voz y también realizar la construcción del relato
colectivo de lo sucedido. También contribuyeron a consolidar una conciencia social acerca
de los crímenes de la dictadura.
A nivel social y colectivo, los juicios por la verdad se construyeron como un método
de resistencia contra el olvidó y como una herramienta para recuperar y reconstruir la
memoria histórica de la nación. Por medio de los diferentes testimonios se pudieron
reconstruir las acciones represivas realizadas por el estado y también se pudieron esclarecer
secuestros y desapariciones durante la dictadura (Centro Internacional para la Justicia
Transicional, 2009).
Identificación de actores
Actores directamente involucrados en el conflicto
Debido a esto, el Estado Argentino, el cual estaba representado por las Fuerzas
Armadas y las fuerzas de seguridad, fueron los principales actores responsables de cometer
la cantidad de crímenes ya mencionados anteriormente. Está represión fue organizada desde
el más alto nivel de jerarquización del gobierno militar, el cual estaba compuesto por
personas como Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti. Estás figuras
impusieron un aparato estatal clandestino el cual funcionó bajo órdenes de exterminio. El
objetivo de esto, según el autor Piñero (2011), no fue solo eliminar de manera física a los
opositores, sino también disciplinar a la sociedad en conjunto por medio del miedo, la
violencia institucional y la censura.
A este suceso de represión, se sumaron cómplices civiles los cuales facilitaron la
implementación del plan de ejecución en contra de grandes empresarios, sectores de la
iglesia católica, medios de comunicación y miembros del Poder Judicial. Cómo lo expresa
Franco (2014), "el terrorismo de Estado no fue solo militar; fue una alianza política,
económica y cultural que buscó eliminar toda forma de resistencia y transformar el país
desde una lógica neoliberal autoritaria" (p. 30).
Tras la restauración de la democracia, la reacción del Estado fue incierta, dado que
promovió el Juicio de las Juntas Militares en 1985, pero luego se aprobaron las leyes de Pu
nto Final y Obediencia Debida. Más adelante Menem incorporó medidas que protegieron
legalmente a gran parte de los criminales. Esta acción institucional consolidó un contexto
de impunidad el cual favoreció el olvidó y la negación de los crímenes cometidos ante la
humanidad (Lozano, 2019).
Actores en los procesos de memoria colectiva
Los protagonistas de la batalla por la memoria colectiva y el derecho a la verdad fue
ron los parientes de las víctimas, los sobrevivientes y las entidades de derechos humanos.
Dentro de estos participantes sobresalen las madres de la plaza de mayo, las abuelas de la pl
aza de mayo, el centro de estudios jurídicos y sociales (CELS), familiares de personas dete
nidas y desaparecidas, la asamblea permanente por los derechos humanos (APDH) y el mov
imiento ecuménico por los derechos humanos, entre otros.
Es importante destacar que, desde finales de la década de los setenta, estos personaj
es mencionados comenzaron a edificar una memoria que resistía el silencio y la impunidad.
Las madres y abuelas de plaza de mayo fueron las pioneras en reclamar justicia y verdad
por medio de sus rondas semanales en la Plaza, convirtiéndose de esta forma en un símbolo
de dignidad y persistencia. Cómo lo señala el autor Jelin (2002), estás organizaciones
"lograron inscribir en el espacio público una memoria que no es solo personal, sino social,
política y ética" (p. 75).
Durante el proceso judicial conocido como los Juicios por la Verdad, iniciados en
1998, todos estos actores emplearon un papel importante ya que presentaron recursos
legales, brindaron sus testimonios en la sede judicial y también proporcionaron pruebas que
documentaron la desaparición de sus seres queridos. Cómo explica Shapiro (2002), estos
juicios "no solo les dieron legitimidad institucional a los reclamos, sino que ofrecieron un
espacio para la elaboración simbólica del dolor colectivo" (p. 362).
Al comprender a cada uno de los actores involucrados en este proceso es importante
debido al análisis de cómo se construye y dispuesta la memoria colectiva.
Casos de memoria colectiva
El evento de los Juicios por la Verdad ha representado un acontecimiento sumament
e fundamental y crucial en la formación y formación de la memoria colectiva de Argentina,
dado que se ha transformado en un ámbito institucional con el propósito de reconstruir de
manera pública y legal los delitos perpetrados durante la última dictadura militar (1976-
1983).
Estos procedimientos se ofrecieron como una respuesta a la incapacidad legal de sancionar
penalmente a los culpables, ofreciendo así una opción para demandar la verdad, la dignidad
y la justicia.
Desde que comenzó en 1998, diversos sectores sociales, entidades de derechos hum
anos y sobrevivientes han mantenido la continuidad de este ejercicio de memoria, provocan
do una reinterpretación de su significado a través de narraciones testimoniales, actividades
culturales, educación, documentación jurídica y reconocimiento institucional.
En los elementos de construcción de memoria, las declaraciones de los sobrevivient
es de la dictadura y los parientes de las víctimas han jugado un rol crucial dado que, median
te su testimonio, han preservado viva la memoria de sus seres queridos que habían desapare
cido, convirtiendo el sufrimiento en un medio de resistencia.
Como sostiene Di Meglio (2019), "el brindar voz a aquellos que fueron silenciados i
mplica ya la restitución de un derecho" (p. 165).
Por esta razón, en los Juicios por la Verdad, este término se transformó en un instru
mento simbólico que no solo posibilitó la reconstrucción de los sucesos, sino también la dig
nificación de las víctimas.
Estas memorias recuperadas se han mantenido a través de acciones de reconocimien
to como las rondas de jueves de las Madres en Plaza de Mayo, la rotulación de lugares de re
presión, o también la generación de espacios de memoria en recintos clandestinos como la
ESMA.
Estás prácticas han llevado a tener una perspectiva más íntima y política ya que
afirman el derecho a la memoria frente al olvido institucional y al mismo tiempo se realiza
la respectiva denuncia ante la impunidad persistente en algunos casos. Cómo lo señala el
autor Jelin (2002), la memoria colectiva "cobra sentido cuando interpela el presente desde
la historia vivida" (p. 75).
Un ejemplo basado en un testimonio real es el Juicio por la Verdad realizado en la
ciudad de La Plata, dónde la señora Susana P., madre de familia de una joven desaparecida,
relató cómo su hija fue secuestrada y vista por última vez en un centro clandestino de
detención. Este testimonio no solo aportó información judicial, sino que también ocasionó
que se realizara una movilización en la comunidad local, este hecho fue registrado en
archivos públicos donde hoy en día es consultado por familiares e investigadores (Saldivia,
2022).
Diferentes organismos de derechos humanos como las Abuelas de Plaza de Mayo,
CELS, HIJOS y APDH, han realizado un papel importante en el sostenimiento de la
memoria colectiva. Estos organismos han aportado y sistematizado datos en los juicios
realizados, pero también han impulsado campañas públicas de visibilizarían y han llevado
casos ante las instancias internacionales como la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, el cual en varias ocasiones ha condenado al Estado Argentino por omisiones y
demoras en garantizar justicia. Así mismo, como menciona el Centro Internacional para la
Justicia Transicional (2009), "la memoria es un componente central de los derechos de las
víctimas, vinculada directamente con la verdad, la justicia y la reparación".
Durante los años noventa, se conoce que el Estado Argentino optó por una política
de silencio y reconciliación sin justicia, manteniendo de esta forma cerradas muchas causas.
Todo esto, no fue sino hasta que llegó el presidente Néstor Kirchner en el año 2003, el cual
proporcionó una política activa de memoria, mediante la anulación de las leyes de
impunidad y el reconocimiento institucional del terrorismo de Estado. A partir de ese
suceso, se manifestaron medidas como la creación del Archivo Nació al de la Memoria,
también la apertura de juicios penales y la resignificación de sitios represivos como
espacios educativos y conmemorativos (Franco, 2014).
De esta forma, como indica el autor Castillejo-Cuellar (2007), "el Estado
frecuentemente se apropia de la memoria colectiva no necesariamente para hacer justicia,
sino para construir narrativas que legitimen su poder político" (p. 19). Este debate ha
generado tensiones en torno al uso político del pasado. Para otros sectores, la memoria fue
utilizada como un recurso para el discurso oficial, pero para otros, fue una representación
de un proceso de democratización simbólica.
Ahora bien, también la memoria cultural ha desempeñado un papel central en el
caso argentino. Se han realizado diversas acciones y actos como las obras teatrales como
"La omisión de la familia Coleman" de Claudio Tolcachir, también se han realizado
películas como "La historia oficial" estrenada en el año (1985), y también murales
callejeros y canciones como forma de protesta que han contribuido a difundir las memorias
del terrorismo de Estado desde un enfoque estético, emocional y crítico. Todas estas
manifestaciones y representaciones han permitido abordar lo que el lenguaje jurídico no
puede expresar. Así como lo afirma Gómez (2014), el arte "activa representaciones
simbólicas del sufrimiento social, preservando los recuerdos de forma sensible y
transformadora" (p. 18).
Desde el contexto educativo, los contenidos acerca de la dictadura han sido
incluidos progresivamente en los temas escolares. Diferentes iniciativas como el programa
jóvenes y memoria del centro de derechos humanos de la provincia de Buenos Aires han
promovido variedad de proyectos y talleres donde los estudiantes investigan historias
vinculadas a la represión y la dictadura promoviendo de esta forma la memoria con la
identidad comunitaria. Aponte y Salas (2016) destacan que la educación es clave en cuanto
a la transmisión intergeneracional de memorias, ya que "abre espacios para la reflexión
crítica y el empoderamiento ciudadano".
A pesar de todo lo logrado en torno a la gravedad de los crímenes, la memoria de la
dictadura en Argentina sigue siendo aún un tema de disputa. También existen sectores que
aún intentan reactivar discursos de reconciliación sin justicia, mientras que otros insisten en
la necesidad de mantener viva y vigente la memoria como un método de herramienta para
evitar la repetición del trágico suceso. Es por esto, que está disputa y tensión indica que la
memoria no es estática, sino que es una construcción dinámica que se mantiene persistente
y en permanente negociación.
Durante los últimos años, por medio de las redes sociales han surgido nuevas
campañas para activar la memoria cómo #JuicioporlaVerdad o #NuncaMás mediante los
cuales han dado pie a la visibilización de testimonios, documentos, archivos y reflexiones
en formatos digitales accesibles, en especial en los jóvenes quienes no vivieron la
dictadura, sin embargo, se vinculan a ella por medio de la empatía y el compromiso con los
derechos humanos.
Además, otros proyectos de archivo de testimonios han fortalecido el acceso público
a la información oficial relacionada con los crímenes realizados por el Estado. En cuanto a
plataformas se encuentran Memorias abierta, archivo provincial por la memoria y proyectos
universitarios en colaboración con CONICET. Todos ellos, han contribuido de forma
significativa a la consolidación de la red de memoria que une los aspectos de trabajo
académico, investigación y los derechos humanos. Estás iniciativas no solo permiten
preservar documentos e información histórica, sino que también genera nuevos espacios
para el diálogo intergeneracional.
De esta misma forma, algunos espacios territoriales en representación de la
memoria, como el Parque de la Memoria en Buenos Aires o el Espacio para la Memoria en
la ex-ESMA, ofrecen homenajes simbólicos, pero también propuestas educativas y
culturales. La realización de visitas guiadas, exposiciones, foros y talleres con jóvenes
conforman estrategias pedagógicas las cuales resignifican el pasado en torno a una
ciudadanía crítica y activa. De igual manera, tal como indica Jelin (2022), "estos lugares no
solo mantienen el recuerdo, sino que también instruyen para que lo inadmisible no se
repita" (p. 82).
Adicionalmente, han aparecido varias producciones de documentales como
"(Im)Paciencia" o "Los juicios", que investigan y cuentan la trayectoria de los testimonios
en los Juicios por la Verdad y su repercusión política y emocional. Estás diversas
producciones, son de acceso libre en plataformas digitales y también son proyectadas en
eventos comunitarios con el fin de permitir a las personas, conectar con el pasado por
medio de un lenguaje audiovisual.
Por último, en el contexto universitario, las universidades han jugado un papel muy
importante en la formación de investigadores, ya que la producción de conocimiento y la
elaboración de tesis y trabajos finales recuperan historias locales.
Algunas disciplinas como historia, sociología, derecho y psicología han dado lugar a
propuestas que incorporan la memoria colectiva a sus temas, promoviendo una visión
crítica y variada. Desde esta perspectiva, no solo se mantiene la memoria, sino que también
se estudia, se discute y se modifica.
Es por esto que, el caso de los Juicios por la Verdad es un ejemplo de cómo una
sociedad unida puede transformar el dolor en conciencia y el testimonio puede ser una
herramienta de lucha. La memoria colectiva construida en torno a estos procesos no solo
preserva el pasado, sino que también actúa como un medio ante la impunidad y como una
herramienta en la construcción democrática.
Análisis desde la psicología social
Desde el análisis del caso de Argentina, desde la perspectiva de la psicología social
se desarrolla a partir de la categoría de la memoria como una herramienta de
empoderamiento comunitario, lo cual es un elemento clave dentro de la psicología
comunitaria crítica y la psicología de la liberación latinoamericana. Por medio de esta, se
permite llevar a cabo una comprensión sobre cómo los sectores que han Sido vulnerables
históricamente resignifican su dolor y pérdida, reconstruyen la identidad colectiva y
transforman la memoria como un acto político el cual está orientado a la justicia social.
Ahora bien, la memoria no es un simple ejercicio recuerdo, sino que es una práctica
de resistencia. Así mismo, lo plantea Martín-Baró (1998), mencionando que el proceso de
recordar desde las comunidades oprimidas constituye una forma de liberación: "recordar es
también liberar: supone ayudar a las comunidades a reconocer su dolor, entender las
razones de su represión y, a partir de ese momento, generar procesos colectivos de
transformación" (p. 129). En este marco, los Juicios por la Verdad se transforman en un
tipo de ámbitos psicosociales donde las víctimas se transforman en objetos de palabra,
denuncia y reconstrucción histórica.
Desde un enfoque distinto como la psicología comunitaria, se sostiene que los
procesos testimoniales no solo propician una reparación simbólica, sino que también
restauran lazos sociales, se robustecen las redes de soporte y se genera una identidad
colectiva que actúa como un cimiento para las nuevas modalidades de participación
ciudadana. Como sostiene Montero (2004), el papel ético de esta disciplina es "estimular la
participación de los ciudadanos en la edificación de sus realidades".
(p. 89), lo cual es evidente en el accionar de colectivos como HIJOS o Madres de
Plaza de Mayo.
También es fundamental la esencia territorial y emocional de esta memoria. La
restauración de espacios simbólicos como la antigua ESMA, el Parque de la Memoria, o
murales y placas colocadas por las comunidades satisface la demanda de transformar el
lugar del terror en un espacio de vida y equidad. De acuerdo con lo mencionado por Dobles
Oropeza (2015), "las comunidades se involucran de manera activa en la generación de
sentidos mediante rituales, arte y acciones colectivas que mantienen viva la memoria de las
personas" (p. 43). Estas expresiones promueven la resignificación de lo vivido no desde el
punto de vista de la victimización pasiva, sino desde la dignidad activa.
Además, este enfoque reconoce que el dolor colectivo no constituye un obstáculo
para la acción política, sino una de sus razones más relevantes. Emociones compartidas
como la indignación, el luto, la afectividad o la esperanza, se transforman en energía social
para preservar disputas de gran envergadura. Ahmed (2004) argumenta que "las emociones
simbolizan los vínculos sociales: fomentan el intercambio de significados y la generación
de compromisos éticos" (p. 2). Bajo este enfoque, los Juicios por la Verdad funcionaron
como lugares de conexión emocional que, en lugar de distanciarse, fusionaron.
La psicología de la liberación también proporciona elementos fundamentales para
este análisis. Entendiendo el pensamiento de Martín-Baró, entendemos que cualquier
proceso de memoria debe enfocarse en la alteración estructural de las situaciones que
causaron el trauma. En este escenario, los juicios no solo propiciaron la expresión verbal
del daño, sino que también cuestionaron el sistema que lo originó. La acción crítica
comprende la denuncia pública del régimen represivo del estado, su vínculo con los
sectores económicos y la cooperación civil.
Además, estos procedimientos facilitan la resignificación del dolor entre
generaciones. Los jóvenes que no experimentaron la dictadura han incorporado sus
recuerdos mediante actividades artísticas, redes sociales, iniciativas educativas y
manifestaciones. Por lo tanto, la memoria se transforma en un idioma común, comunicado a
través de símbolos, narraciones, imágenes y costumbres colectivas. Esta asimilación
adolescente del pasado no solo garantiza la persistencia de la batalla, sino que también
potencia su sentido.
Finalmente, desde el punto de vista de la psicología social crítica, el análisis
también debe reflejar los conflictos relacionados con la memoria. La narración histórica no
es uniforme: se trata de un terreno de lucha en el que varios participantes (Estado, víctimas,
medios, justicia, academia, sociedad civil) negocian su interpretación.
Esta tensión es esencial en el campo político de la memoria. En este contexto, la
memoria actúa como un reflejo social que muestra las fracturas, los silencios y las
contradicciones de una comunidad. Entonces, recordar también es interpelar el presente.
Por esto, la psicología crítica comunitaria y la psicología de la liberación permiten
entender los Juicios por la Verdad no solo como un procedimiento jurídico, sino también
como un proceso de fortalecimiento social, sanación colectiva y transformación cultural. Al
emerger de las comunidades y expresarse en diferentes lenguas, la memoria se convierte en
un vehículo de resistencia, de construcción ciudadana y de esperanza. Para concluir, es una
herramienta para edificar una sociedad más justa y consciente de su historia.
Conclusiones
Ahora bien, cabe resaltar que el análisis del caso de Argentina, desde una
perspectiva psicosocial y de memoria colectiva ha permitido que se logre una comprensión
frente a como los Juicios por la Verdad se convirtieron en una herramienta muy importante
ante el reconocimiento, la justicia y la transformación social en Argentina después de la
dictadura. Además, la información plasmada a lo largo del trabajo evidencia que la
memoria de los crímenes del terrorismo de Estado no es solo un relato más, sino que es una
construcción por medio de múltiples voces, historias y significados que debaten el pasado,
presente y futuro del país.
En primera instancia, los Juicios por la Verdad han representado un medio de
respuesta resiliente ante la impunidad legal generado por las leyes Punto Final y
Obediencia Debida, así mismo, como por las absoluciones de la década de los noventa.
Estos juicios no se realizaban con el fin de un castigo penal, sino que permitían reconstruir
los hechos, visibilizar las violaciones de derechos humanos y dar voz a quienes habían sido
silenciados durante la dictadura. Es por esto, que se consolidó una estrategia psicosocial de
reparación simbólica y construcción ciudadana resignificando de esta forma el papel de las
víctimas como nuevos protagonistas de la justicia y la verdad.
También el análisis del caso desde la perspectiva de la psicología social ha
permitido que la memoria sea una herramienta de empoderamiento comunitario, mediante
el cual se ha visualizado el testimonio, el arte, la educación y la apropiación del espacio
público, todo esto ha contribuido como medios para elaborar y reconstruir vínculos
sociales, lidiar con el trauma y fortalecer identidades colectivas. Las víctimas y sus
familiares no solo tuvieron que resistir el olvido, sino que también impulsaron los procesos
de resignificar y permitieron la transformación del dolor en acción política.
Cómo siguiente, el involucramiento de diversos actores sociales e institucionales en
los procesos de memoria colectiva han sido importantes, como en el caso de las madres y
abuelas de plaza de mayo, HIJOS, los organismos de derechos humanos, las universidades,
artistas, estudiantes, etc. Todos estos han contribuido a que se mantenga viva la memoria
por medio de acciones concretas, simbólicas y efectivas. Estos hechos no solo han
reafirmado el derecho a la memoria, sino que también se han convertido en herramientas
éticas y políticas que promueven una sociedad más activa, crítica y comprometida con los
derechos humanos.
Este caso ha evidenciado que la memoria también es un terreno de controversia,
dado que se han producido tensiones entre la utilización institucional de la memoria y las
memorias comunitarias, emocionales y disidentes. Esta circunstancia nos hace conscientes
de que recordar y memorizar siempre es una acción con repercusiones políticas e
ideológicas, y que la memoria puede funcionar como un vehículo de justicia, pero también
como una herramienta de poder.
Por lo tanto, los enfoques de la psicología comunitaria y la psicología de la
liberación brindan instrumentos relevantes para estos procesos, dado que la memoria bajo
estas perspectivas no solo es un tema de investigación, sino que también es una práctica de
transformación que expresa el dolor, la dignidad, la batalla y la esperanza. Además, la
participación de profesionales dedicados, que operen desde el respeto, la escucha y la ética,
ha sido un componente esencial para mantener los procesos de memoria, verdad y justicia.
Por último, este estudio invita a reflexionar acerca del papel importante que la
memoria colectiva desempeña en la construcción de sociedades más justas ya que recordar
no es solo un simple hecho del pasado, sino que es una acción del presente que orienta al
futuro. En un mundo marcado por desigualdad, el autoritarismo y nuevas formas de
violencia, la memoria colectiva se identifica como un hecho ético, una herramienta de
resistencia y una forma de transformación.
Por lo tanto, al trabajar con la memoria desde la psicología, la educación, el arte y
las políticas públicas no es solo un ejercicio de justicia, sino que es un compromiso hacia la
dignidad humana.
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