UNIVERSIDAD NACIONAL JOSÉ FAUSTINO SÁNCHEZ CARRIÓN –HUACHO
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
PROYECTO DE INVESTIGACIÓN
CONFIGURACIÓN DEL DELITO DE PELIGRO COMÚN Y SU
RELACIÓN CON LA CONDUCCIÓN DE VEHÍCULO EN ESTADO DE
EBRIEDAD EN HUAURA, AÑO 2019
PRESENTADO POR:
BACH.: FATIMA ALESSANDRA OLIVARES CASTILLO
PARA OPTAR EL TÍTULO DE:
ABOGADO
ASESOR:
MG. BARTOLOMÉ EDUARDO MILÁN MATTA
HUACHO-2021
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PROYECTO DE TESIS
CONFIGURACIÓN DEL DELITO DE PELIGRO COMÚN Y SU RELACIÓN CON LA
CONDUCCIÓN DE VEHÍCULO EN ESTADO DE EBRIEDAD EN HUAURA, AÑO 2019
Elaborado por:
______________________________________________________
BACHILLER: FATIMA ALESSANDRA OLIVARES CASTILLO
TESISTA
____________________________________________
MG. BARTOLOMÉ EDUARDO MILÁN MATTA
ASESOR
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ÍNDICE
CAPÍTULO I..........................................................................................................................6
1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.......................................................................6
1.1 Descripción de la realidad problemática..................................................6
1.2. Formulación del Problema.....................................................................12
1.2.1. Problema General...............................................................................12
1.2.2. Problemas específicos........................................................................12
1.2 Objetivos de la investigación.................................................................13
1.2.1. Objetivo General................................................................................13
1.2.2. Objetivos Específicos.........................................................................13
1.3 Justificación...........................................................................................14
1.4.1. Justificación teórica:...........................................................................14
1.4.2. Justificación practica:.........................................................................14
1.4.3. Justificación metodologica:................................................................15
1.4 Delimitaciones del estudio.....................................................................15
1.5 Viabilidad del estudio............................................................................15
CAPITULO II.......................................................................................................................17
MARCO TEORICO.............................................................................................................17
2.1. Investigaciones internacionales..............................................................17
2.1.1 Investigaciones nacionales................................................................19
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2.4. Formulación de hipótesis.......................................................................90
2.4.1. Hipótesis General.............................................................................90
2.4.2. Hipótesis específicas........................................................................90
CAPÍTULO III.....................................................................................................................94
MARCO METODOLÓGICO..............................................................................................94
3.1. Diseño Metodológico................................................................................94
3.1.1. Tipo....................................................................................................94
3.1.2. Enfoque..............................................................................................94
3.2. Población y Muestra..................................................................................95
3.2.1. Población............................................................................................95
3.2.2. Muestra...............................................................................................95
3.4.1. Técnicas a emplear.............................................................................97
3.4.2. Descripción de la Instrumentos:.........................................................97
3.5. Técnicas para el Procesamiento de la Información...............................97
CAPÍTULO IV.....................................................................................................................98
RECURSOS Y CRONOGRAMA........................................................................................98
4.1. Recursos.................................................................................................98
4.1.1. Personal...........................................................................................98
4.1.2. Bienes..............................................................................................98
4.1.3. Servicios..........................................................................................98
4.2. Cronograma de Actividades...................................................................98
v
v
4.3. Presupuesto............................................................................................98
CAPITULO V....................................................................................................................101
FUENTES DE INFORMACIÓN.......................................................................................101
ANEXOS............................................................................................................................103
Instrumento para la toma de datos......................................................................................104
CAPÍTULO I
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
1.1 Descripción de la realidad problemática
Desde hace un tiempo atrás y especialmente en la última década del siglo pasado y
estas dos primeras décadas del presente siglo, en nuestro medio ha tenido un gran
impacto la adquisición de vehículos, tanto nuevos como usados, como efecto de ello, se
manifiesta constantes accidentes de tránsito que cada día se incrementan más, no
obstante, la existencia de normas administrativas que sancionan tanto a los conductores
como a los propietarios de vehículos por transgredir normas de la misma naturaleza y por
otra parte la sanción penal por delito culposo que en el tiempo se ha venido agravando
dada la ineficacia de las sanciones tanto administrativas a tal punto que por el populismo
penal, hoy tenemos los delitos de peligro común que aun sin haber causado daño a un
bien jurídico, se sanciona la conducta y se impone una reparación civil.
El problema es que pese al incremento de la drasticidad de las penas contenidas en las
normas positivas vigentes que sancionan tanto penal como administrativamente a los
responsables de los delitos y contravenciones de normas administrativas, advirtiéndose
que no ha tenido un efecto que nos permita reducir el flagelo de los accidentes de tránsito
de allí, la necesidad de sancionar y esto se debe a que la población Huachana no toman el
interés e importancia que requiere el cumplimiento de las precitadas normas jurídicas
generándose un clima asfixiante.
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En el Perú conducir un vehículo no es una obligación sino un privilegio que tienen
algunas personas ya que, para poder conducir un vehículo de forma legal de acuerdo a las
normas establecidas se debe tener una licencia de conducir y para ello deben someterse y
superar distintas pruebas y evaluaciones rígidas para que la entidad correspondiente
considere que el aspirante tenga una licencia de conducir, pero muchas veces estos filtros
técnicos no evalúan las condiciones personales de los conductores de allí que tenemos
cifras escalofriantes de accidentes de tránsito, allí se tiene la primera variable de trabajo.
Así pues, siguiendo la descripción de la realidad problemática y sobre la segunda
variable de trabajo debe apreciarse que conducir un vehículo no es una obligación sino un
privilegio que tienen algunas personas ya que, para poder conducir un vehículo de forma
legal de acuerdo a las normas establecidas se debe tener una licencia de conducir y para
ello deben someterse y superar distintas pruebas y evaluaciones rígidas para que la
entidad correspondiente considere apto al aspirante a obtener la licencia de conducir; sin
embargo, estas pruebas de modo alguno pueden advertir las condiciones personales, las
características de su personalidad y otros elementos que forman la personalidad; sino así
estamos frente a personas que fácilmente quebrantan las normas y estos son los que se
encuentran conduciendo en las calles.
Como colofón a lo descrito, cabe mencionar que, según las estadísticas, en el año
2019 se registraron más de 4 mil accidentes de tránsito en todo el Perú, una cifra
excesivamente alta, el hecho es que, si bien es cierto no hay una prohibición para tomar
bebidas alcohólicas, ni siquiera para el consumo de estupefacientes, pero el sumar dos
actos o dos conductas, evidentemente generan un problema. En efecto, conducir un
vehículo y tomar bebidas alcohólicas cuando se realizan por separado no configuran
delito alguno, aun cuando estas conductas se realicen en conjunto sin superar el mínimo
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establecido en la Ley N° 27753 que es del 0,5 g/l. cuando el vehículo sea de transporte
particular y el 0,25 g/l. cuando el vehículo sea de transporte público, si las conductas no
superan el mínimo mencionado no configuraran el delito de accidente de tránsito.
Según estudios de la Facultad de Psicología de la Universidad de Lima en su mayoría
una persona con una estatura y peso promedio al beber 3 vasos de cerveza o 2 vasos de
vino estaría excediendo la cantidad de consumo de alcohol permitida. Esto es algo que las
personas no tienen en cuenta en su mayoría, si bien es cierto no es una cifra exacta sino
solo referencial, lo más recomendable es no tomar si se va a conducir un vehículo
motorizado, entonces tomando en cuenta este extremo de la investigación, si las
conductas siguen operando sumadas una sobre la otra (tomar y conducir) tenemos la
comisión de un delito lo cual seguirá acarreando consecuencias funestas y que ve
reflejado en que una de las causas más frecuentes y elevadas de accidentes de tránsito en
el Perú.
Adicional a lo glosa anterior, según reportes del Instituto Nacional de Estadística e
Informática (INEI) es la de conducir en estado de ebriedad, cuyo marco legal se
encuentra en el Titulo XII Delitos contra la seguridad pública, Capítulo I Delitos de
peligro común, artículo 274° de nuestro Código Penal tipificado como el delito de
conducción en estado de ebriedad o drogadicción, donde la pena por la comisión de este
ilícito penal oscila entre los 6 meses y los 3 años dependiendo si se conduce un vehículo
público o privado, más una multa administrativa cuyo monto dependerá del valor de la
UIT vigente y, en caso no sea pagada por el conductor será pagada por el propietario del
vehículo quien se convierte en un deudor solidario, como se puede apreciar del proyecto
en ciernes, se busca realizar un análisis de la configuración del delito de peligro común y
su relación con la conducción de vehículo en estado de ebriedad por cuanto de la
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observación en la actualidad, el delito mencionado sigue siendo muy recurrente y común
que hasta ahora no encuentra una salida por parte de los juristas y legisladores, se
incrementan penas, se incrementan multas, por lo tanto el resultado es negativo.
Como ya se señaló la primera variable de trabajo, corresponde al delito de peligro
común, el mismo que está referido a delito de riesgo permitido que ingresan a ser delitos
con responsabilidad penal, es decir, son aquellos de peligro abstracto en el que el sujeto
pasivo es la colectividad o el Estado, pero cuando el resultado dañoso de este delito se
materializa en un sujeto determinado sea persona natural o jurídica, éste puede solicitar
su inclusión como sujeto pasivo de la acción delictuosa en la medida que se trate de un
perjudicado directo con el delito, para que de esta manera pueda también estar incluido al
momento que el Juez determine el monto de la reparación civil. De igual modo, dentro el
marco legal de este delito se encuentra en el artículo 274° del Código Penal donde se
prevé el delito y la pena que corresponde, pero también existe la Ley N° 27753 donde se
incorpora la tabla de alcoholemia de cuyo mínimo y máximo se especificó en líneas
anteriores, teniendo en cuenta ello se evidencia que nuestros legisladores han intentado
abarcar y sancionar este delito de la manera más completa posible, se debe establecer con
notoriedad que para que se configure este delito, necesariamente el conductor debe estar
manejando y estar ebrio, pues, un individuo que se encuentre en estado de ebriedad, pese
a dicho estado y se encuentre dentro de su vehículo, pero no conduzca (vehículo
estacionado) estará exento de toda responsabilidad penal.
De otro lado, es de advertirse algunas omisiones y vacíos en la normas ya acotadas, lo
cual colisiona con el derecho fundamental a la libertad de una persona, cuando es
intervenida en un operativo policial, y se le ordena que exhale el alcoholímetro y que
frente al resultado positivo, se le deriva a la comisaria donde le practican la prueba del
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dosaje etílico, y según los resultados se evidencia que el nivel de alcohol en la sangre era
por debajo de lo legalmente permitido, sin embargo, la persona tiene que en muchos
casos esperar los resultados en 24 horas en la carceleta, claro por ahora, la posible
solución a este problema existe un proyecto de ley donde los policías puedan realizar el
dosaje etílico en el momento de la intervención, para evitar una posible vulneración de
derechos fundamentales.
De lo mencionado en el párrafo anterior se debe tener en cuenta que el conductor del
vehículo está obligado a someterse a la prueba de alcoholemia cuando hay un operativo
policial en cuyo caso puede solicitar la presencia de un Fiscal para dar veracidad al
resultado de la prueba, caso contrario el conductor es detenido por un efectivo policial
solo para una rutina sin estar involucrado en ningún accidente de tránsito, en este caso el
conductor del vehículo se puede negar a someterse a la prueba del alcoholímetro donde
luego se llevará a cabo el procedimiento necesario, pero es recomendable que de no estar
bajo los efectos del alcohol o de alguna droga pues se someta y evite un sometimiento a
procedimientos engorrosos.
La Policía Nacional del Perú, cuenta con las herramientas y la capacitación necesaria
para llevar a cabo los procedimientos necesarios como la prueba cualitativa de aire en un
alcoholímetro, instrumento que permiten un control, y si esta prueba resultase positiva, se
activa el siguiente protocolo que consiste en llevar al conductor del vehículo a la
comisaria para realizar el dosaje etílico que corresponde, como se podrá inferir esta serie
de situaciones complejas y en algunos casos omisivas permiten en muchos casos el abuso
de autoridad por parte de la autoridad policial u acciones que contravienen derechos
fundamentales de toda persona humana.
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En virtud a las situaciones descritas, la posible solución pasaría no necesariamente por
el cambio de las normas jurídicas vigentes, sino bastaría con que se tenga en cuenta la
aplicación específica del artículo 68° del Código Procesal Penal en el extremo normativo,
el mismo que señala que la policía está facultada para esclarecer los hechos, y esto no
basta con hacer exhalar el alcoholímetro al conductor sino ellos estén capacitados y
equipados con los instrumentos adecuados e idóneos para realizar la prueba de dosaje
etílico cuando se realice la intervención y con esto se obtendría un resultado no solo
cualitativo sino también cuantitativo con lo que se puede conseguir atenciones y
resultados más céleres que podrían constituir seria amenazas o propiamente
vulneraciones de sus derechos fundamentales.
Un hecho que destacar y afirmar, si habría cumplimiento de las normas
administrativas y las prohibitivas, no habría accidentes de tránsito, por ende la
exhortación es que la población tome conciencia, es muy importante que todos no solo
tengamos conocimiento de las reglas de tránsito, sino cumplirlas, los medios de
comunicación deben ser los canales de publicidad permanente de las consecuencias de
manejar bajo la ingesta de alcohol, que no debe consumir ninguna droga para poder
conducir un vehículo motorizado implica conducir con cautela, consciencia, prudencia y
responsabilidad, el no hacerlo traerá como efecto una serie de consecuencias desde
multas y afectación del patrimonio, hasta la posibilidad de ser pasible de una sanción
penal y las consecuencias que ella acarrea.
Para cerrar esta parte del trabajo investigativo, como referencias y evidencias del
mismo se tiene los expedientes N° 621-2019 y N°843-2019 del 2do Juzgado Penal
Unipersonal de la Corte Superior de Justicia de Huaura, donde en ambos casos los dos
conductores son procesados por ocasionar accidentes de tránsito en estado de ebriedad.
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En el primer caso el conductor tenía 1.89 g/L de alcohol por litro de sangre y en el
segundo caso el conductor tenía 1,70 g/L de alcohol por litro de sangre, es decir ambos
conductores superaban el mínimo establecido por la norma, siendo condenados en ambos
casos a penas privativas de la libertad suspendidas bajo reglas de conducta más la
inhabilitación de sus respectivas licencias de conducir, si su conducta.
1.2. Formulación del Problema.
1.2.1. Problema General
¿Qué relación existe entre el delito de peligro común y la conducción de vehículo en
estado de ebriedad en Huaura en el año 2019?
1.2.2. Problemas específicos
¿Cómo se configura el delito de peligro común en Huaura en el año 2019?
¿Cuál es la eficacia de la toma de dosaje etílico al momento de la intervención policial en
Huaura en el año 2019?
¿Qué consecuencias jurídicas enfrenta aquella persona que conduce en estado de
ebriedad rebasando los límites permitidos en Huaura en el año 2019?
¿Cuál es la diferencia entre la prueba de alcoholímetro y la prueba de dosaje etílico en
las intervenciones policiales en el delito de conducción en estado de ebriedad en Huaura
en el año 2019?
¿En qué medida la intervención de la Policía Nacional frente a la conducción en estado
de ebriedad vulnera el derecho a la libertad en Huaura en el año 2019?
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1.3. Objetivos de la Investigación.
1.3.1. Objetivo General.
Establecer la relación que existe entre el delito de peligro común y la conducción de
vehículo en estado de ebriedad en Huaura en el año 2019.
1.3.2. Objetivos Específicos
Explicar cómo se configura el delito de peligro común en Huaura en el año 2019.
Explicar cuál es la eficacia de la toma de dosaje etílico al momento de la intervención
policial en Huaura en el año 2019.
Determinar qué consecuencias jurídicas enfrenta aquella persona que conduce en
estado de ebriedad rebasando los límites permitidos en Huaura en el año 2019.
Fundamentar cuál es la diferencia entre la prueba de alcoholímetro y la prueba de
dosaje etílico en las intervenciones policiales en el delito de conducción en estado de
ebriedad en Huaura en el año 2019.
Determinar en qué medida la intervención de la Policía Nacional frente a la
conducción en estado de ebriedad vulnera el derecho a la libertad en Huaura en el año
2019.
1.4. Justificación de la investigación.
1.4.1. Justificación teórica.
La importancia de la presente investigación, reside en el hecho que actualmente,
los procesos penales se encuentran en su máxima apogeo, debido a que el índice de
criminalidad sigue en crecimiento aunque unos más graves que otros y en este caso,
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tanto la adquisición de vehículos por ende la conducción es una actividad en auge a la
par de ello, en la última década, tanto los legisladores, como las autoridades de
transportes del país se ha visto imbuido en propósitos que importen la búsqueda de la
tranquilidad de quienes circulan en las vías terrestres, de allí su valor utilitario en la
parte teórica y por otro lado hay una gran presión por criminalizar los hechos que
afectan a la mayoría de ciudadanos, lo que en muchos casos se plasman en las
normas que se expiden, pero en muchos casos, no responden a una realidad actual y
un sustento jurídico; no obstante, la cuestión es que la aplicación de las normas sobre
conducción en estado de ebriedad ha tenido sus bemoles que hoy entra en una
disyuntiva, ¿Merece la sanción aun cuando no haya causado ningún daño, amerita un
pago de reparación civil?. Todo ello se despejará a lo largo de la investigación.
1.4.2. Justificación práctica.
Importa un análisis de lo que cotidianamente se observa, en cuanto a la consumación
del delito de conducción en estado de ebriedad encontramos una serie de situaciones
especiales, la prueba de alcoholemia, el dosaje etílico, la intervención de la policía los
protocolos que debemos seguir, así pues, por lo polémico en que se ha convertido,
seguirá habiendo posiciones encontradas, por ende hay una importancia y utilidad para
los académicos y estudiantes de pregrado y posgrado en derecho penal y procesal
penal, en consecuencia, se busca que la presente investigación sirva como un aporte
más para que continúen tanto estudiosos, docentes y los operadores de justicia.
1.4.3. Justificación metodológica.
La investigación se realiza para poder determinar la confiabilidad de las
normas penales y procesales, la actuación de los órganos auxiliares y operadores de
justicia que frente a una tipicidad social deben aplicar una tipicidad jurídica e
incorporan a su positivización, pero que luego para su aplicación no es viable, de allí
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es que en esta investigación se utiliza métodos más adecuados y técnicas
especializadas y su aplicación a las normas procesales y penales en el sistema
acusatorio adversarial en el que nos encontramos.
1.5. Delimitaciones del estudio.
1.5.1. Delimitación espacial.
El estudio tiene como base la actividad procesal penal, la aplicación del
Código Procesal Penal y el Código Penal que se desarrollará en el Distrito Judicial de
Huaura.
1.5.2. Delimitación temporal.
La información se recogió en el año 2019.
1.6. Viabilidad del estudio.
Para el desarrollo de la presente investigación, es menester sostener que se cuenta con
la información bibliográfica suficiente, en efecto, sobre la literatura para la investigación,
existe muchas investigaciones, tanto a nivel nacional como a nivel internacional por lo
que mayor problema no existe, más bien corresponde analizar las diferentes fuentes
especialmente aquellas que se bifurcan en dos extremos sobre la conducción en estado de
ebriedad. Del mismo modo se cuenta con la capacidad logística (información
suministrada por los Juzgados Penales de la Corte Superior de Justicia de Huaura que
corresponde al año 2019) y con el apoyo necesario de recursos humanos, toda vez que la
tesista que investiga esta temática labora en la precitada Corte de Justicia.
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Asimismo, el desarrollo de la presente investigación es autofinanciada, es decir, la
tesista va a solventar con recursos propios los gastos que irroga la presente investigación.
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Capitulo II
MARCO TEORICO
2.1. Antecedentes de la investigación
2.1.1. Antecedentes de investigación internacional
Como primer antecedente internacional, se tiene la tesis de Ajsac (2011),
titulada Estudio jurídico sobre el delito de feminicidio y otros tipos de violencia
contra la mujer, presentada para optar el Título de Licenciado en Ciencias Jurídicas y
Sociales, presentada a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad
de San Carlos de Guatemala, que llega a las siguientes conclusiones: a) el delito de
feminicidio es el asesinato con mayor ferocidad que sufren las mujeres, por parte de
los varones que bien pueden ser sus parejas; estos asesinatos surgen como
consecuencia, del estereotipo de género. Los delitos de feminicidio tienen su origen
en que los varones sienten desprecio, odio, rencor en contra de las mujeres, por el
hecho de su género. De igual forma, otro de los factores importantes en los delitos de
feminicidio surge porque las mujeres se encuentran frente a una relación de
desigualdad por parte de sus parejas; b) dentro de nuestra legislación, aunque no se
encuentra regulado el delito de feminicidio como un delito autónomo o especial, ello
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no implica que se desconozca sucesos en los cuales se está manifestando el
feminicidio, porque hay varones que asesinan a las mujeres por su condición de
género.
Por otro lado tenemos, la tesis de Pacheco (2013), titulada El feminicidio y la
violencia de género en la provincia de Ocaña, norte de Santander, entre los años
2004-2011:Analisis social de la comunidad y la normatividad imperante en
Colombia, presentada para optar el título de abogado, presentada a la Escuela de
Derecho y Ciencias Políticas, a la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad
Industrial de Santander – Colombia, que llega, entre otras, a las siguientes
conclusiones: a) a lo largo de la legislación penal colombiana, se ha visto que esta
parte del Derecho ha sufrido una mutación en relación a la protección de los derechos
de las mujeres; en tal sentido, se ha tratado de erradicar la violencia intrafamiliar, en
el cual se comete, en mayor porcentaje, el delito de feminicidio; b) Se debe de realizar
investigaciones de manera oficiosa por parte de las autoridades competentes, toda vez
que las mujeres, muchas veces, no realizan las denuncias por temer a sufrir represalias
por parte de la persona que los ha violentado, sea física, psicológicamente e incluso
sexualmente.
De igual manera, se tiene la tesis de Játiva (2011), titulada el feminicidio en
quito: análisis de casos 2007-2009, presentada para optar el título de socio - logado,
presentada a la escuela de sociología de la Facultad de Ciencias Humanas de la
Universidad Católica del Ecuador, que llega a la siguiente conclusión: el delito de
feminicidio es un mal social que se da como consecuencia del denominado violencia
de género; del cual sufren miles y millones de mujeres a lo largo de la tierra. Surge
como consecuencia, de la dependencia emocional del cual se encuentran sometidos;
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como también de la situación de dominio al cual se encuentran sujetas; porque no
existe una igualdad entre el varón y la mujer; razón por el cual se genera la
denominada relación asimétrica.
2.1.2. – Antecedentes nacionales
Como primer antecedente de investigación, se tiene la tesis de Rivera (2017)
intitulado: Feminicidio: análisis del tratamiento penal de la violencia contra la mujer
en los juzgados penales de Huancayo. Periodo: 2015 – 2016; para optar el Título
Profesional de Abogado, presentada a la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de
la Universidad Peruana los Andes – Huancayo, que llega a las siguientes
conclusiones: a) Las penas establecidas para los comitentes del delito de feminicidio,
sea que se consume o quede en el grado de tentativa, no ha cumplido ni cumple con la
función preventiva de la pena; toda vez que, no se puede apreciar una disminución de
los casos de feminicidio; por el contrario, se puede apreciar que los delitos se siguen
cometiendo y a gran magnitud; b) a nivel del Poder Judicial solo se está centrando
atención a aspectos meramente jurídicos, por lo que el aspecto social de la comisión
del feminicidio a quedado de lado; razón por el cual, no se ve la disminución de la
comisión del feminicidio. (p. 147)
De igual manera, se tiene la tesis de Dávalos y Contreras (2018) titulada:
Aplicación de la ley del feminicidio y el sistema de justicia peruana 2017 – 2018;
para optar el Título de Abogado, presentada a la Facultad de Humanidades (Carrera
Profesional de Derecho) de la Universidad Autónoma del Perú, que llegaron, entre
otras, a las siguientes conclusiones: primero: a nivel estadístico, se viene demostrando
que el delito de feminicidio va en ascenso en los últimos años; razón por el cual, se
viene asegurando que la función preventiva del delito de feminicidio no está
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cumpliendo con su función; de igual manera, las víctimas son los que han sobrevivido
a ataques anteriores o las personas que han denunciado que sufre violencia familiar;
segundo: La figura delictual de feminicidio no se está tomando en cuenta como
supuesto importante para poder contrarrestar la comisión de estas acciones que se
encaminan a la comisión del delito de feminicidio, razón por el cual, los jueces lo que
realizan es una mala aplicación de las penas con el cual alientan para que se siga
cometiendo el delito de feminicidio. (p. 82)
Por otro lado, se tiene la tesis de Gómez (2018) intitulada: Tipificación del
feminicidio desde la perspectiva de los operadores de Justicia- Santa Anita – 2018,
para optar el Título de Abogada, presentada a la Facultad de Derecho de la Universidad
Cesar Vallejo, que llega a las siguientes conclusiones: a) La norma penal que regula el
delito de feminicidio bien no es está tipificado de manera adecuada o la política
criminal que se ha utilizado no es la correcta; porque las acciones tendientes a asesinar
a las mujeres siguen manifestándose; b) las penas que son impuestas a los que cometen
el delito de feminicidio parecen que no son lo suficientemente drásticas, por el hecho
de que no se ha observado la disminución de los casos de feminicidio en contra de las
mujeres; c) la violencia intrafamiliar o domestica constituye en un supuesto
fundamental que desencadena el delito de feminicidio; razón por el cual, el Estado
tendrá que comprender la real dimensión de esas violencias. (p. 64)
2.2. Bases teóricas
2.2.1. Delitos de peligro común
Definición
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El delito es una conducta típica, antijurídica y culpable. Algunos autores
consideran además que el delito ha de ser un comportamiento punible (Meini 2014,
44-45). Muñoz y García definen al delito, desde el punto de vista jurídico, como toda
conducta que el legislador sanciona con una pena, esto es, una consecuencia del
principio nullum crimen sine lege que rige el moderno derecho penal (…) y que
impide considerar delito toda conducta que no caiga en los marcos de la ley penal
(2010: 201). En tal sentido, se ha llegado a la conclusión que, el referido concepto
responde a una doble perspectiva que, por un lado, se presenta como un juicio de
desvalor que recae sobre la conducta; y, por otro, como un juicio de desvalor que se
hace sobre el autor de ese hecho.
El artículo 11 del Código Penal señala que, son delitos y faltas las acciones u
omisiones dolosas o culposas penadas por la ley. Es decir, de acuerdo con la posición
del legislador nacional, las características de los delitos son: a) Tiene que ser una
acción u omisión, b) Dicha acción u omisión debe ser dolosa o culposa; y, c) Dicha
conducta debe estar penada por la ley. Por tanto, el delito se configura como un
concepto edificado en tres niveles o categorías, a saber: tipicidad, antijuridicidad y
culpabilidad, elementos que deben mantener una relación lógica necesaria. Meini
agrega que, estos elementos del delito se ordenan de manera secuencial, de tal suerte
que solo si concurre el antecedente tendrá sentido analizar el consecuente y así de
forma sucesiva (2014: 45).
Categorías del delito
Acción u omisión
La conducta humana, base de toda reacción jurídico-penal, se manifiesta en la
realidad exterior tanto en actos positivos como en omisiones. Ambas manifestaciones
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de comportamiento son relevantes para el Derecho Penal. En tal sentido, tal como
señalan Muñoz y García, la acción y omisión cumplen, por tanto, la función de
elementos básicos de la Teoría del Delito, aunque solo en la medida que coincidan
con la conducta descrita en el tipo de la correspondiente figura delictiva serán
penalmente relevantes (2010: 214).
Así pues, se denomina acción a todo comportamiento dependiente de la
voluntad humana, pues solo el acto voluntario puede ser jurídicamente trascendente,
ya que implica siempre una finalidad. Por tanto, es posible afirmar que la acción
humana regida por la voluntad sea siempre una acción final, una acción dirigida a la
consecución de un determinado fin (Muñoz y García, 2010: 215).
La importancia del concepto de acción consiste en la función de límite que
cumple frente al poder punitivo. Esta delimitación rige tanto en relación a la
identificación de conductas prohibidas, como a la misma estructuración de la
imputación atribuida. En primer lugar, cumple un fin político e ideológico, pues solo
el derecho penal basado en el acto cometido puede ser regulado, en consecuencia, las
ideas, los pensamientos, deseos y afectos no son objetos de sanción.
Asimismo, cumple una función de base sustancial, a partir de la cual se
pueden sostener las diversas modalidades típicas y categorías del delito. En atención a
lo señalado, el legislador también decide prohibir algunas estructuras típicas (tipos de
comisión y omisión, dolosos e imprudentes). Además, cumple una función de enlace
o sistemática, ya que actúa como instrumento de unión entre los elementos de la
estructura delictiva. Finalmente, la función de delimitación o de filtros supone que, el
examen de la acción exige ciertas condiciones para determinar su relevancia jurídico-
penal, o en su defecto, sostener la ausencia de conducta.
2
23
Tipicidad
Para que una determinada conducta (acción u omisión) tenga relevancia jurídico-
penal, debe comprender los elementos previstos en el tipo correspondiente, es decir,
se requiere que cumpla con el supuesto de hecho previsto en una disposición
normativa de la Parte Especial del Código Penal de 1991 o ley penal especial. Así, de
acuerdo con el principio de legalidad, resulta necesario que el supuesto fáctico de
carácter delictivo se encuentre previamente regulado en la norma. Muñoz y García
sostienen que, de las tres categorías del delito, la primera y más relevante, desde el
punto de vista normativo, es la tipicidad, definida como la adecuación de un hecho
cometido a la descripción que de este hecho se hace en la ley penal. Así, por
imperativo del principio de legalidad, en su vertiene del nullum crimen sine lege, solo
los hechos tipificados en la ley como delitos pueden ser considerados como tales
(2010: 251).
Villavicencio señala que, la tipicidad es el resultado de la verificación de si la
conducta y lo descrito en el tipo, coinciden (2006: 296). A este procedimiento se
denomina juicio de tipicidad, el cual determina si un determinado hecho puede ser
atribuido a lo previsto en el tipo penal, tomando como base el bien jurídico protegido.
Por tanto, si se advierte que el hecho imputado encaja plenamente con los elementos
del tipo existirá adecuación típica, y en consecuencia, se podrá establecer que la
acción u omisión del agente se configura como una conducta penalmente reprochable.
García, siguiendo la posición sostenida por Mezger, señala que, la tipicidad de la
conducta fundamenta su antijuridicidad a reserva, siempre, de que no aparezca
justificada en virtud de alguna causa especial de exclusión del injusto, por lo que si
esto ocurre, la conducta no será antijurídica a pesar de su tipicidad (2018: 392).
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Antijuridicidad
El análisis de la imputación requiere como primer paso, verificar la tipicidad de la
conducta, sin embargo, ello no es suficiente, pues resulta necesario determinar si la
conducta típica es, además, antijurídica. En tal sentido, considerando que la conducta
típica es también antijurídica, se concluye que la tipicidad se configura como indicio
de la antijuridicidad. Por ello, el análisis de esta categoría exige la verificación de los
presupuestos de las causas de justificación, bajo los cuales el ilícito puede excluirse o
atenuarse. Así, siguiendo la posición de Maurach, la averiguación de la antijuridicidad
se convierte en una investigación sobre la juridicidad de la conducta, y si concurre
alguna causa de justificación, con el efecto de desvirtuar aquel indicio, pese a la
configuración previa de un tipo penal.
En palabras de Villavicencio, antijuridicidad significa contradicción con el
derecho, y en la práctica es un procedimiento de constatación negativa de la misma
para determinar si al caso concreto le alcanza alguna causa de justificación (2006:
529-530). Por ello, a efectos de realizar su verificación, corresponde confrontar la
conducta típica con los valores provenientes del ordenamiento jurídico, y a partir de
dicha ponderación, concluir si el hecho es antijurídico o conforme a derecho, y si
contradice o no al ordenamiento legal en su integridad. Asimismo, García, señala que
la antijuridicidad de la conducta típica se encontraría exclusivamente en el hecho de
manifestar una intención de contrariedad con el ordenamiento jurídico-penal (2019:
599). Muñoz y García, acotan que la antijuridicidad es un predicado de la acción, el
atributo con el que se califica una acción para denotar que es contraria al
ordenamiento jurídico (2010: 300).
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25
A través de los aportes de la doctrina, se diferencia entre la antijuricidad formal y
material. La antijuridicidad formal es el vínculo de contradicción entre la conducta
desplegada por el agente y el ordenamiento jurídico; esto es, la oposición al mandato
legal, desobedeciendo el deber de actuar o de abstención previamente establecido en
las normas jurídico-penales especiales. Por su parte, la antijuridicidad material se
entiende como la afrenta socialmente lesiva contra un bien jurídico determinado que
la norma penal pretende tutelar. En tal sentido, esta afectación puede manifestarse
mediante una lesión efectiva o puesta en peligro, conforme lo prescrito en el artículo
IV del Título Preliminar del Código Penal. Si bien, la doctrina concibe a la
antijuridicidad como un concepto único debido a que nace de la ley, por fines
prácticos se establece que mantiene dos ámbitos: formal y otro material; sin embargo,
siguiendo la posición de Zaffaroni, se trata de precisiones sobre un mismo fenómeno:
es formal porque parte del ordenamiento jurídico y es material porque implica la
afectación de un bien jurídico (Villavicencio, 2006: 530).
Por tanto, la antijuridicidad se considera como una característica que se le atribuye a
la acción típica para sostener que es contraria al ordenamiento jurídico, a diferencia
de lo injusto, que se utiliza para denominar a la acción típica calificada como
antijurídica.
Culpabilidad
La culpabilidad es el concepto definitorio de la teoría del delito, debido a que
“no hay pena, sin culpabilidad del autor”. En tal sentido, Muñoz y García consideran
que para la imposición de una pena, entendida como la principal consecuencia
jurídico-penal del delito, no es suficiente atribuir la comisión u omisión de un hecho
típico y antijurídico, pues se requiere la capacidad personal del agente. Así, define a la
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culpabilidad como una categoría delictiva cuya función consiste, precisamente, en
acoger aquellos elementos referidos al autor del delito que, sin pertenecer al tipo ni a
la antijuridicidad, son también necesarios para la imposición de una pena (2010: 349).
Por su parte, Bacigalupo sostiene que, la culpabilidad, constituye el conjunto
de condiciones que determinan que el autor de una acción típica y antijurídica sea
criminalmente responsable de la misma (1999: 413). En ese orden de ideas, Terragni,
afirma que, la culpabilidad es el elemento en que se centra el reproche personal al
autor, porque pudo y debió proceder de otra manera. Así como la antijuridicidad
representa la nota reveladora de la contrariedad general de la acción con el derecho,
pues cualquiera que la cometa obrará contrariando la norma, la censura al sujeto sólo
tiene lugar cuando se comprueba que él realizó la acción antijurídica no obstante
haber tenido la posibilidad de acatar la norma que lo conminaba a obrar de otra
manera (1981: 159-160).
El análisis de la culpabilidad en un caso concreto exige la verificación de tres
presupuestos: 1. Que el autor del injusto tenga capacidad psicológica suficiente para
comportarse y motivarse por la norma. 2. Que el autor conozca la antijuridicidad del
acto generado, es decir, realiza una determinada conducta a sabiendas que es contraria
al ordenamiento jurídico-penal. 3. Que el autor se encuentre en condiciones
psicofísicas, morales y circunstanciales de actuar en forma diferente a su conducta
previamente desplegada. Por lo expuesto, cabe señalar que tres son los elementos
básicos de la culpabilidad:
La imputabilidad o capacidad de culpabilidad: Se define como la suficiente capa-
cidad de motivación del autor por la norma penal (Villavicencio, 2006: 594). En ese
sentido, resulta necesario advertir que el agente posee la capacidad de autodetermina-
6
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ción que el orden jurídico exige para afirmar su responsabilidad penal, por lo que, no
debe padecer de anomalía psíquica o grave alteración de la conciencia o percepción
que le impidan comprender el injusto de su conducta.
Conocimiento de la antijuridicidad del hecho: Entendida también como la posible
exigencia de comprensión de la antijuridicidad. No obstante, tal como señala Villavi-
cencio, no se debe entender a este presupuesto como el simple conocimiento de la
prohibición, sino que resulta necesario que el sujeto tenga la posibilidad de conocer la
punibilidad, definida como la posibilidad jurídica concreta de aplicación de pena
(2006: 613). En puridad, el autor no puede ser reprochado cuando desconoce de for-
ma indubitable la prohibición expresada por la norma penal, creyendo por algún con-
dicionamiento cultural, por costumbre o algún otro supuesto de ignorancia o error,
obrar autorizado y lícitamente.
Exigibilidad del comportamiento: De acuerdo Muñoz y García (2002: 402), la exi-
gibilidad está basada en el deber que tienen los ciudadanos para con la sociedad de
desenvolverse en una manera adecuada a las normas impuestas. Así, Villavicencio
sostiene que, es un elemento de la culpabilidad directamente relacionado con la moti-
vación y sus límites, pues se trata de dar solución a casos en los que se no puede exi-
gir al sujeto que evite delinquir debido a que por la situación motivacional en la que
se encontraba no le era exigible otra conducta (2006: 638). Por lo señalado, es posible
concluir que la exigibilidad excluye la responsabilidad penal del sujeto, más no la an-
tijuridicidad del hecho ni su regulación normativa.
Tipificación en el Código Penal
Clases de tipos penales
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Tal como ha sido señalado precedentemente, la tipicidad establece los elementos que
describen una forma de actuación que defrauda la vigencia de una norma de
relevancia penal. Y, si bien se ha enfatizado que la estructura de los tipos penales
debería seguir un mismo modelo, razones de técnica legislativa y política criminal
conllevan a que puedan generarse ciertas diferencias en la tipificación. En ese sentido,
la doctrina ofrece diversos criterios de clasificación con la finalidad de dar a conocer
las formas de configuración, al margen de los bienes jurídicos protegidos en cada
supuesto particular. Así, concluye Wolf señalando que, estas clases de tipicidad
constituyen conceptos sistemáticos intermedios que se formulan con una abstracción
mayor que el tipo penal particular, pero concretando más la tipicidad del concepto
general de delito (2019: 394).
Delitos de mera conducta
García sostiene que, la exigencia de un resultado separado de la conducta del autor es
el criterio que permite distinguir los delitos de mera conducta y de resultado (2019:
399), pues en los primeros el delito se materializa con la sola realización de la acción
u omisión, sin constatar un resultado lesivo.
Delitos de resultado
En los delitos de resultado, se exige un resultado separado en espacio y tiempo de la
conducta típica generada por el agente. Así pues, siguiendo la posición de Jakobs, la
doctrina peruana sostiene que la importancia de esta diferenciación entre ambos
subtipos penales radica, fundamentalmente, en el nivel de la imputación objetiva,
pues la consumación del delito de mera conducta se materializa con la creación del
riesgo prohibido, mientras que en los delitos de resultado, se exige la imputación
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objetiva del resultado, esto es, que la conducta del autor deba ocasionar un resultado
de relevancia jurídico-penal.
Ahora bien, dentro de este subtipo es posible diferenciar los delitos de lesión y
peligro.
Delito de lesión
Estos delitos se configuran cuando el resultado que deriva de la conducta
generada sea la efectiva lesión de un supuesto que compone el bien jurídico tutelado.
Así, por citar dos ejemplos, los delitos de hurto y daños, previstos en los artículos 185
y 205 del Código Penal, respectivamente, constituyen casos típicos de delitos de
lesión, pues en ambos supuestos se produce un detrimento al patrimonio del sujeto
pasivo.
Delito de peligro
A diferencia del subtipo desarrollado en el numeral precedente, el delito de
peligro implica, únicamente, la amenaza de algún supuesto que represente el bien
jurídico protegido. Por ello, de acuerdo con su configuración, es posible diferenciar
los delitos de peligro concreto y abstracto.
Delito de peligro concreto
El tipo penal de peligro concreto exige que, en un determinado caso
particular, se hayan presentado todas las condiciones para la lesión del objeto
sobre el que recae la conducta, no produciéndose dicha lesión al bien jurídico
por razones fortuitas. En consecuencia, se requiere de una efectiva situación de
peligro, supuesto a partir del cual se impondrá la sanción penal que
corresponda.
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Así, se sostiene que el delito de peligro común previsto en el artículo
273 del Código Penal constituye un supuesto típico de peligro concreto (2019:
400). Asimismo, el delito de contaminación ambiental regulado en el artículo
304 de la referida norma material, exige, además, de la realización de un acto
contaminante que supere los límites de permisibilidad legal, que este “cause o
pueda causar perjuicio, alteración o daño grave al ambiente o sus
componentes, la calidad ambiental o la salud ambiental”.
Delito de peligro abstracto
El delito de peligro abstracto exige que la conducta ejercida por el
agente tenga un grado de peligrosidad general que amenace el bien jurídico
protegido. Por ello, se puede concluir que no se trata, en sentido estricto, de un
delito de resultado pues no requiere un peligro efectivo; en consecuencia, tal
como sostiene Bacigalupo, se configura solamente con la realización de una
conducta en general peligrosa, siendo suficiente la comprobación de la acción
(1999: 313).
Finalmente, cabe agregar que el delito de conducción en estado de
ebriedad o drogadicción, previsto y sancionado en el artículo 274 del Código
Penal, se configura como un típico caso de delito de peligro abstracto.
2.2.2. CONDUCCIÓN DE VEHÍCULO EN ESTADO DE EBRIEDAD
Descripción normativa
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El delito de conducción en estado de ebriedad o drogadicción se encuentra regulado
en el Capítulo I: Delitos de peligro común, Título XII: Delitos contra la Seguridad
Pública, Libro Segundo: Parte Especial: Delitos.
El artículo 274 del Código Penal, incorporado por el Decreto Legislativo N° 635,
publicado el 08 de abril de 1991, señalaba en su texto original:
“Artículo 274.- El que conduce vehículo motorizado en estado de ebriedad o
drogadicción será reprimido con prestación de servicio comunitario no mayor de
veinte jornadas e inhabilitación, conforme al artículo 36, inciso 7), hasta por seis
meses”.
Dicho artículo fue objeto de modificación por el Artículo Único de la Ley N° 27054,
publicada el 23 de enero de 1999, cuyo texto fue el siguiente:
“Artículo 274.- El que encontrándose en estado de ebriedad o drogadicción
conduce, opera o maniobra vehículo motorizado, instrumento, herramienta, máquina
u otro análogo, será reprimido con pena privativa de la libertad no mayor de un año
e inhabilitación según el Artículo 36 incisos 6) y 7).
Cuando el agente presta servicios de transporte público de pasajeros o de
transporte pesado, la pena privativa de libertad será no menor de uno ni mayor de
dos años e inhabilitación conforme al Artículo 36 incisos 6) y 7).”
Asimismo, dicho artículo fue modificado por el artículo 1 de la Ley N° 27753,
publicada el 09 de junio de 2002, cuyo texto fue el siguiente:
“Artículo 274.- El que, encontrándose en estado de ebriedad, con presencia
de alcohol en la sangre en proporción mayor de 0.5 gramos-litro, o bajo el efecto de
estupefacientes, conduce, opera o maniobra vehículo motorizado, instrumento,
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herramienta, máquina u otro análogo, será reprimido con pena privativa de la
libertad no mayor de un año o treinta días-multa como mínimo y cincuenta días-
multa como máximo e inhabilitación, según corresponda, conforme al Artículo 36,
incisos 6) y 7).
Cuando el agente presta servicios de transporte público de pasajeros o de
transporte pesado, la pena privativa de libertad será no menor de uno ni mayor de
dos años o cincuenta días-multa como mínimo y cien días-multa como máximo e
inhabilitación conforme al Artículo 36 incisos 6) y 7).”
El artículo 1 de la Ley N° 29439, publicada el 19 de noviembre de 2009, modificó el
tipo penal referido; en consecuencia, el texto actual señala lo siguiente:
“Artículo 274.- Conducción en estado de ebriedad o drogadicción
El que encontrándose en estado de ebriedad, con presencia de alcohol en la
sangre en proporción mayor de 0.5 gramos-litro, o bajo el efecto de drogas tóxicas,
estupefacientes, sustancias psicotrópicas o sintéticas, conduce, opera o maniobra
vehículo motorizado, será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de
seis meses ni mayor de dos años o con prestación de servicios comunitarios de
cincuenta y dos a ciento cuatro jornadas e inhabilitación, conforme al artículo 36
inciso 7) (Tipo básico).
Cuando el agente presta servicios de transporte público de pasajeros,
mercancías o carga en general, encontrándose en estado de ebriedad, con presencia
de alcohol en la sangre en proporción superior de 0.25 gramos-litro, o bajo el efecto
de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o sintéticas, la pena
privativa de libertad será no menor de uno ni mayor de tres años o con prestación de
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servicios comunitarios de setenta a ciento cuarenta jornadas e inhabilitación
conforme al artículo 36, inciso 7).” (Tipo agravado).
TIPO PENAL
Bien jurídico protegido
El codificador de 1991 incorporó al catálogo de delitos, aquellas conductas
que atentan contra el bien jurídico “seguridad pública”. Si bien los tipos penales
comprendidos en el referido título ofenden directamente un bien jurídico de
naturaleza colectiva, esto es, el bienestar de la población, también se dirigen a tutelar
de forma indirecta los bienes jurídicos personalísimos, tales como, la vida, el cuerpo y
la salud de la persona de forma individual. Entonces, tal como señala Peña (2012:
498-499), este bien jurídico es de carácter intermedio, en la medida que despliega una
función preventiva a otro bien, el cual se legitima a partir de la necesidad de otorgar
tutela a intereses que van más allá de una afectación material individual, pues cuando
esto acontece los tipos aplicables son aquellos comprendidos en el Título I del Código
Penal. Por tanto, mediante la creación de tipos de “peligro común” se pretende
adelantar la prohibición de ciertos focos de peligro que se desea prevenir con la
norma jurídico-penal.
Taboada señala que la actividad riesgosa de conducir vehículos en la vía
pública se encuentra debidamente reglamentada, siendo exigible el cumplimiento
estricto de sus normas regulatorias a efectos de evitar la producción de accidentes de
tránsito que puedan dañar a las personas, generándose la expectativa razonable que
los demás conductores cumplirán las pautas de tránsito (2018: 151). Al respecto, el
artículo 88 del TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código de Tránsito,
aprobado mediante Decreto Supremo N° 016-2009-MTC, regula la prohibición de
3
34
conducir vehículos bajo la influencia de bebidas alcohólicas, drogas, estimulantes o
disolventes y de cualquier otro elemento que reduzca la capacidad de reacción y buen
manejo del conductor. El incumplimiento de esta regla de prohibición genera una
doble tipificación, pues se considera como falta muy grave a nivel administrativo, y
delito de peligro común en el ámbito penal; no obstante ello, ambos supuestos tienen
el objetivo común de proteger la seguridad pública en el sector específico de tránsito
terrestre, definido como el conjunto de desplazamientos de personas y vehículos en
las vías terrestres, que obedecen a las reglas previstas por la ley y sus reglamentos que
lo orientan y lo ordenan, según lo establecido por el artículo 2, literal g) de la Ley N°
27181, Ley General de Transporte y Tránsito Terrestre.
En definitiva, se concluye que el bien jurídico protegido que se pretende resguardar
en el delito de conducción de estado de ebriedad y drogadicción es la seguridad
pública en el tránsito terrestre.
Ahora bien, el artículo 65 de la Constitución prescribe que, el Estado vela, en
particular, por la seguridad de la población, subyaciendo de esta norma fundamental
la valoración de otros bienes de relevancia constitucional, como la seguridad personal
o ciudadana, la que, vista desde la perspectiva del peatón, del pasajero o del resto de
personas en general, supone la obligación de garantizar su preservación (STC Exp. N°
2405-2006-PHC/TC, f.j. 04). En ese sentido, a través del R.N. N° 1232-2010-Loreto,
f.j. 15, la Corte Suprema de Justicia ha definido a la seguridad pública como el
conjunto de condiciones garantizadas por el orden público, necesarias para la
seguridad de la vida, de la integridad personal y de la salud como bienes de todos y
cada uno, siendo el concepto de peligro común aquel en el que las posibilidades de
dañar bienes jurídicos se extiende a un número indeterminado de personas que son
4
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titulares de ellos, amenaza a los de toda una comunidad o colectividad. Así, de
acuerdo con el artículo 274 del Código Penal, el bien jurídico tutelado es la seguridad
pública, ello, desde una perspectiva general; sin embargo, al considerarse como una
modalidad de delitos de peligro común, resulta apropiado afirmar que la acción típica
de conducir en estado de ebriedad o drogadicción sanciona, de forma específica, la
infracción del bien jurídico a la seguridad pública del tránsito terrestre, debido a que
garantiza las condiciones mínimas para la correcta circulación de los vehículos
motorizados en la vía pública.
Por su parte, la seguridad pública del tránsito terrestre como bien jurídico tiene
sentido político-criminal relevante en la protección de bienes jurídicos individuales
clásicos, como la vida o la salud, pero variando la técnica de protección (Taboada,
2018: 153). Al respecto, el artículo 3 de la Ley N° 27181, Ley General de Transporte
y Tránsito Terrestre prevé que, la acción estatal en materia de transporte y tránsito
terrestre se orienta a la satisfacción de las necesidades de los usuarios y al resguardo
de sus condiciones de seguridad y salud, así como a la protección del ambiente y la
comunidad en su conjunto. Y, en ese orden de ideas, el artículo 5.1 del Decreto
Supremo N° 007-2016-MTC, Reglamento Nacional del Sistema de Emisión de
Licencias de Conducir, ha establecido que las entidades competentes en otorgar las
licencias de conducir, en aras de proteger el interés común, deben garantizar ante todo
la protección de la vida humana, integridad, seguridad y bienestar de la comunidad, lo
que comprende la protección del patrimonio público y privado.
Tal como ha sido señalado, los bienes jurídicos que se tutelan son la seguridad pública
en general y aquella referida al concreto ámbito del tráfico vial, ello, bajo las
expectativas que los conductores cumplan correctamente las normas relativas a la
5
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conducción de sus vehículos y que el uso vías debe rodearse de las condiciones de
seguridad necesarias que permitan reducir al mínimo los riesgos para la vida,
integridad y los bienes de las personas. Sobre el particular, sostiene Taboada que, la
tutela de los bienes jurídicos individuales sería mediata y la introducción de estas
conductas punibles supone adelantar significativamente las barreras de protección
penal (2018: 153); por tanto, se protege de forma directa la seguridad pública en la
modalidad de seguridad pública del tránsito terrestre, y de manera indirecta, la vida e
integridad física de las personas que integran la sociedad, las cuales podrían verse
afectadas a consecuencia de la acción de un determinado agente que conduce su
vehículo por la vía pública y bajo la ingesta de alcohol o drogas.
Por ello, el delito de conducción en estado de ebriedad o drogadicción, tipificado en el
artículo 274 del Código Penal, se configura como un delito de peligro abstracto, por
lo que, no resulta necesario demostrar en el caso concreto, el peligro efectivo para la
seguridad pública. Así pues, de este elemento se desprende la seguridad del tráfico,
cuyo contenido está conformado por aquellos principios que garantizan la seguridad
en la conducción de los vehículos motorizados: principio de confianza, conducción
reglamentada y seguridad. En ese sentido, es posible advertir que el legislador ha
adelantado las barreras punitivas con la finalidad de establecer un mayor ámbito de
protección a la seguridad del tráfico público. De esta manera, la mera conducción en
estado de ebriedad o drogadicción acarrea, sin más, la comisión del hecho punible por
lo que una vez se verifique tales circunstancias, se aplicará el precepto legal.
(Casación N° 103-2017-Junín, f.j. 14).
2.2.3. TIPICIDAD OBJETIVA
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Sujeto activo
De acuerdo con el artículo 274 del Código Penal, el sujeto activo del delito de
conducción en estado de ebriedad o drogadicción es el conductor del vehículo
automotor. El artículo 2 del TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código de
Tránsito, modificado por la Primera Disposición Complementaria Modificatoria del
Decreto Supremo N° 012-2020-MTC, define al conductor como aquella persona que
maneja el mecanismo de dirección de un vehículo o va al mando del mismo o está a
cargo de los mandos adicionales del vehículo destinado al aprendizaje de la
conducción. En ese sentido, el artículo 2.1., literal e) del Decreto Supremo N° 007-
2016-MTC, Reglamento Nacional de Emisión de Licencias de Conducir, considera al
conducto como la persona natural titular de la licencia de conducir de la clase y
categoría que corresponda al vehículo que conduce. No obstante, lo señalado,
Taboada sostiene que, para efectos penales, sujeto activo será no solo la persona
habilitada (con licencia vigente), sino también la persona no habilitada (sin licencia o
con licencia retenida, suspendida, vencida o de una clase o categoría que no
corresponde) para conducir vehículos por autoridad pública (2018: 156). Por tal
razón, la pena de inhabilitación que se impone por la comisión del delito de
conducción en estado de ebriedad o drogadicción, prevista en el artículo 36 numeral
7) del Código Penal, comprende la suspensión o cancelación de la licencia a los
agentes que cuenten con una licencia, así como la incapacidad definitiva para obtener
autorización para conducir cualquier tipo de vehículo, atribuible a quien no tiene
licencia.
Por lo expuesto, será considerado conductor aquella persona que maneja un
determinado mecanismo de dirección o va al mando de un vehículo automotor, ya sea
7
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que cuente o no con una licencia de conducir. Sin embargo, cabe precisar que, la
conducción sin licencia de conducir vigente no se configura como delito, ni tampoco
como circunstancia agravante contenida en el artículo 274 del Código Penal, sino solo
como infracción administrativa. Al respecto, el Cuadro de tipificación, multas y
medidas preventivas aplicables a las infracciones al tránsito terrestre – I Conductores,
anexo al TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código de Tránsito, establece
como infracciones muy graves: i) Conducir un vehículo automotor sin haber obtenido
licencia de conducir o permiso provisional (código M.38.); ii) Conducir un vehículo
con licencia de conducir cuya clase o categoría no corresponde al vehículo que
conduce (código M.39.); y, iii) Conducir vehículos estando la licencia de conducir
retenida, suspendida o cancelada o estando inhabilitado para obtener licencia de
conducir (código M.43.).
Sobre el particular, Taboada (2018: 157), propone la incorporación al artículo 274 del
Código Penal como circunstancia agravante específica, adicionalmente a la conducta
típica nuclear de conducir vehículo en estado de ebriedad, la conducta de no tener
licencia de conducir vigente, ya sea por no haberlo tenido, se encuentre retenida,
suspendida, vencida o sea de una clase o categoría que no corresponde al vehículo que
conduce, opera o maniobra. Refiere que, este doble reproche que se atribuye al
conductor, esto es, por conducir en estado de intoxicación y no contar con licencia
que autorice dicha acción, genera un mayor grado de peligro a la seguridad pública
del tránsito terrestre como bien jurídico directamente afectado. En definitiva, conducir
un vehículo sin haber obtenido previamente un permiso y acreditar un mínimo de
aptitud, implica un plus de peligrosidad, y por tanto, se protegería con mayor énfasis
la seguridad vial de la conducta que ejerza un agente que no ha demostrado las
capacidades mínimas para realizar tal actividad (STSE 369/2017, f.j. 06).
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Asimismo, cabe señalar que, se trata de un delito de propia mano que exige la
ejecución personal o corporal del sujeto, que se encuentre de manera inmediata a
realizarlo, lo cual se encuentra implícito en la propia descripción típica del artículo
274 del Código Penal. En consecuencia, también será considerado conductor aquel
sujeto que esté a cargo de los mandatos adicionales en los vehículos especiales
destinados al aprendizaje; sin embargo, si no dispusiera de tales mandos no podrá
atribuírsele dicho título, sin perjuicio de las responsabilidades administrativas, pues
las infracciones a las normas de tránsito que se cometan durante la instrucción de
conductores postulantes a licencias de conducir o aprendices de conductor, son de
responsabilidad del instructor, conforme lo prevé el artículo 294 del TUO del
Reglamento Nacional de Tránsito – Código de Tránsito.
Sujeto pasivo
El artículo 94.1 del Código Procesal Penal señala que, el sujeto pasivo, también
denominado víctima o agraviado es aquel que resulta directamente ofendido por el
delito o perjudicado por las consecuencias del mismo. En el delito de conducción en
estado de ebriedad o drogadicción, el sujeto pasivo es la Sociedad, así como todos y
cada uno de sus integrantes, debido a que la comisión de este tipo penal los afecta en
su seguridad en el tránsito; tanto en el desplazamiento vehicular, peatonal, así como el
de pasajeros. Por tanto, tal como afirma Peña, el sujeto pasivo de este delito es la
Sociedad, por cuanto este tipo no prevé lesión alguna de bien específico y concreto,
conforme a la naturaleza del bien jurídico tutelado (2012: 537).
La sociedad, como conjunto de individuos, produce necesariamente, entre otras cosas,
una serie de reglas o normas de conducta dirigidas a los miembros que la integran, a
efectos de garantizar y promover la convivencia común, así como su propia
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subsistencia. En tal sentido, surge la noción de Estado como una forma de
organización de la sociedad y no un mecanismo para sustituirla, por lo que ha de
servir al colectivo, y su actuación se enmarca en las atribuciones, competencias y
procedimientos formalmente establecidos, con el objeto de desarrollar los principios y
valores esenciales de la sociedad contenidos en la Constitución. En tal sentido, se
asume la posición que, la Sociedad y el Estado representan entidades diferenciadas,
con roles y jerarquías específicas, y no cabe duda que por encima del Estado está la
Sociedad, que es el sustrato fundamental de la Nación, y en el cual reside el mandato
político y la soberanía, como definición, además de jurídica, social y humana
(Casación N° 103-2017-Junín, f.j. 17). En consecuencia, cuando la Sociedad es
agraviada por la comisión de un delito, le corresponde ser representada por el Estado,
que tiene organización política para hacerlo y lo hará a través de sus órganos
definidos conforme a Derecho (Casación N° 103-2017-Junín, f.j. 18).
Por ello, la Corte Suprema de Justicia ha asumido como doctrina jurisprudencial que,
en los delitos contra la Seguridad Pública, previstos en el Título XII, del Libro
Segundo, del Código Penal, el sujeto pasivo o agraviado es la Sociedad, y debe ser el
Estado, el que la represente, porque en una sociedad políticamente organizada, el
Estado tiene el rol de defenderla conforme lo prevé el artículo 44 de la Constitución,
que señala: “Son deberes primordiales del Estado (…) proteger a la población de las
amenazas contra su seguridad (…)”. En ningún proceso debe consignarse como
agraviada a la Sociedad porque es un ente gaseoso y abstracto, que no tiene personería
jurídica (Casación N° 103-2017-Junín, f.j. 19), más aún cuando el artículo 94.1 del
Código Procesal Penal tampoco considera como agraviada a la sociedad, pues solo
hace referencia al Estado, ente legitimado que, ejercerá su labor de defensa de
intereses societarios a través de sus procuradores.
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El artículo 47 de la Constitución señala que la defensa de los intereses del Estado está
a cargo de los Procuradores Públicos conforme a ley. De acuerdo con el artículo 27.1
del Decreto Legislativo N° 1326, Decreto Legislativo que reestructura el Sistema
Administrativo de Defensa Jurídica del Estado y crea la Procuraduría General del
Estado, el procurador es el funcionario que ejerce la defensa jurídica de los intereses
del Estado por mandato constitucional, por tal razón, la representación de la sociedad
agraviada debe ser ejercida por el procurador público del ente respectivo. Si bien el
decreto legislativo previamente señalado no especifica que Procuraduría asumirá la
defensa de la sociedad en un caso concreto de conducción en estado de ebriedad o
drogadicción, considerando las normas infringidas que guardan relación con el bien
jurídico tutelado, tratándose de la seguridad pública del tránsito terrestre, esta
representación será asumida por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones
(MTC), en virtud de lo previsto en el artículo 16 de la Ley N° 27181, Ley General de
Transporte y Tránsito Terrestre, el cual prescribe que, el referido ministerio es el
órgano rector a nivel nacional en materia de transporte y tránsito terrestre,
concordante con artículo 3 de la precitada norma, que refiere la acción estatal en
materia de transporte y tránsito terrestre se orienta a la satisfacción de las necesidades
de los usuarios y al resguardo de sus condiciones de seguridad y salud, así como a la
protección del ambiente y la comunidad en su conjunto. En consecuencia, la
Procuraduría Pública del Ministerio de Transportes y Comunicaciones tiene
legitimidad para intervenir en los procesos por delito de conducción en estado de
ebriedad o drogadicción, en representación de la sociedad agraviada (Casación N°
103-2017-Junín, f.j. 20).
Así pues, en todos los procesos penales donde figura como agraviada la
Sociedad, el representante legal será el Estado, que se apersonará al proceso a través
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de sus Procuradores correspondientes, teniendo todos los derechos del agraviado y
actor civil, según sea el caso (Casación N° 103-2017-Junín, f.j. 23.1).
En ese orden de ideas, el Ministerio Público, si bien es considerado
representante de la sociedad en virtud del artículo 159 de la Constitución y Decreto
Legislativo N° 52, Ley Orgánica del Ministerio Público, no puede ser representante
de la Sociedad en los procesos penales donde este figure como agraviada, pues dicha
representación se circunscribe al ejercicio de la acción penal pública, en aplicación
del ius puniendi, como ente persecutor del delito y defensor de la legalidad. En ese
sentido, no podría solicitar su constitución en actor civil por cuanto asumiría dos roles
procesales, una de persecutor, y otra de actor civil; lo cual resulta inviable, salvo el
caso de la querella de particulares. Entonces, lo racional y práctico es considerar al
Estado como agraviado, en todos los delitos cuyos agraviados no sean personas
naturales o jurídicas (Casación N° 103-2017-Junín, f.j. 21). Así, el Ministerio Público,
de acuerdo con el artículo 1 de su Ley Orgánica, solo representará a la sociedad en
juicio, para defender a la familia, los menores incapaces e interés social. Por el
contrario, tratándose de un delito de peligro común, en el que por su naturaleza los
titulares de los bienes jurídicos son indeterminados, el peligro que genera la acción
típica de conducir vehículo motorizado en la vía pública en estado de ebriedad o
drogadicción se extiende a un número indeterminado de personas (Taboada, 2018:
162); es decir, se genera un peligro a la colectividad en general en razón que
cualquiera de sus integrantes puede verse afectado. Por tanto, el sujeto pasivo del
delito es la sociedad, que organizada jurídicamente compone el Estado, y se
representa en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, como ente rector a
nivel nacional que ejerce competencias normativas y de gestión en materia de tránsito
y transporte terrestre, según el artículo 4 del TUO del Reglamento Nacional de
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Tránsito – Código de Tránsito, correspondiendo al procurador público asignado a
dicha entidad ejercer una participación como parte agraviada en el proceso penal a
incoarse contra el sujeto activo del referido delito; por su parte, el Ministerio Público,
en su rol de titular de la acción penal, intervendrá como parte acusadora.
Conducta
El tipo penal se compone de diversos elementos objetivos explícitos tales
como: 1) Conducir, operar o maniobrar; 2) Vehículo motorizado; 3) Encontrarse en
estado de ebriedad con presencia de alcohol en la sangre en proporción mayor de 0,5
gramos-litro para vehículos de servicio particular y de 0,25 gramos-litro para servicio
público; 4) Encontrarse bajo el efecto de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias
psicotrópicas o sintéticas. De acuerdo con el bien jurídico protegido, esto es, la
seguridad pública del tránsito terrestre, también corresponde considerar a la vía
pública como elemento objetivo del tipo, ya que es el lugar donde se concreta la
acción delictiva y se pone en peligro a la colectividad.
Conducir, operar o maniobrar
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, conducir
significa guiar un vehículo automóvil. Asimismo, el Diccionario del Español Jurídico
define la conducta de conducir un vehículo a motor o un ciclomotor como guiar un
vehículo a motor o un ciclomotor manejando los mecanismos de dirección e impulso
del mismo, o solo los de dirección si se cuenta con inercia. Por otra parte, operar
significa ejecutar maniobras, es decir, operaciones que se hacen con un vehículo
automotor para cambiar de sentido. Por tanto, de acuerdo con el tipo delictivo
previsto en el artículo 274 del Código Penal, se sanciona, en concreto, el acto de
conducir un vehículo motorizado en estado de ebriedad o drogadicción.
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En definitiva, conducir significa trasladar un vehículo de un determinado lugar
a otro, esto es, su desplazamiento, lo cual supone la concurrencia de dos elementos: a)
Temporal o de duración del recorrido, y, b) Espacial o de distancia recorrida. Por ello,
tal como señala Taboada, es preciso que el motor del vehículo se ponga en marcha y
que su desplazamiento sea por impulsos, por tanto, no conduce quien solo empuja el
vehículo valiéndose del volante para terminar de aparcarlo ya que el desplazamiento
no se ha verificado por acción del propio motor (2018: 165). En ese sentido, la
conducción de un vehículo está siempre relacionado con el desplazamiento físico, en
un espacio y tiempo determinado, por lo que, se puede concluir que, el tipo penal se
configura cuando el agente requiere guiar o desplazar el vehículo hacia algún lugar y
en un tiempo determinado, mediante los mecanismos de dirección e impulsión
(Cáceres, 2013: 38-39).
No obstante, cierto sector de la doctrina señala que si un vehículo ha recorrido
un espacio bastante corto y durante un tiempo muy reducido, en aplicación del
principio de mínima lesividad o insignificancia, no podrá configurarse el delito de
conducción en estado de ebriedad o drogadicción. Sin embargo, tal como se ha
señalado previamente, la acción de conducir un vehículo de motor incorpora el
traslado de un punto geográfico a otro, recorriendo mínimas coordenadas espacio-
temporales, por lo que no resulta necesaria una relevancia de esas coordenadas, ni una
prolongación determinada del trayecto, ya que el tipo penal exige, un movimiento
locativo. En consecuencia, un trayecto del automóvil, bajo los efectos del alcohol o
sustancias tóxicas, en una vía pública, y en condiciones tales de poder, en abstracto,
causar algún peligro, se considera conducción.
Vehículo motorizado
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El artículo 2 del TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código de
Tránsito define vehículo como el artefacto de libre operación que sirve para
transportar personas o bienes por una vía, y vehículo automotor, al vehículo de más
de dos ruedas que tiene motor y tracción propia. De acuerdo con Taboada (2018:
167), vehículo motorizado será aquel aparato que, desplazándose por tierra, es capaz
de trasladar a personas o cosas, provisto de un sistema de impulsión mecánico, para
cuya conducción es preciso contar con la correspondiente autorización. Se excluye del
concepto referido a las aeronaves y embarcaciones marítimas.
El artículo 88 del TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código de
Tránsito establece la prohibición de conducir bajo la influencia de bebidas
alcohólicas, drogas, estimulantes o disolventes y de cualquier otro elemento que
reduzca la capacidad de reacción y buen manejo del conductor, aplicable para quien
conduce tanto vehículos mayores o menores, pues el artículo 102 de la precitada
norma establece que los conductores de vehículos menores automotores o no
motorizados, tienen los derechos y obligaciones aplicables a los conductores de
vehículos mayores. La prohibición de la norma penal está dirigida a los vehículos
automotores, sin distinción alguna. Cabe precisar que, de acuerdo con el artículo 2 del
TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código de Tránsito, el vehículo
automotor menor tiene dos o tres ruedas provisto de montura o asiento para el uso de
su conductor y pasajeros, según sea el caso (bicimoto, motoneta, motocicleta,
mototaxi, triciclo motorizado, y similares), mientras que, el vehículo automotor
mayor tiene cuatro o más ruedas. Ello, resulta de suma relevancia pues el tipo penal
previsto en el artículo 274 del Código Penal no establece diferencia alguna por lo que
se sanciona al agente que conduzca ya sea vehículo automotor menor o mayor.
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La diferencia que establece el tipo penal radica en la cuantificación del grado
de alcoholemia, según el vehículo utilizado para el servicio de transporte privado (tipo
base) o transporte público (tipo agravado). Al respecto, el Decreto Supremo N° 017-
2009-MTC, Reglamento Nacional de Administración de Transporte, define, en su
artículo 3.61, modificado por el artículo 1 del Decreto Supremo N° 015-2017-MTC, a
la actividad de transporte como aquella que realiza una persona natural o jurídica
dedicada a una actividad o giro económico que no es el de transporte, con el que se
satisface necesidades propias de dicha actividad o giro económico y sin que medie a
cambio el pago de un flete, retribución o contraprestación. Asimismo, el artículo 3.60
de la precitada norma, define al servicio de transporte público como aquel servicio de
transporte terrestre de personas, mercancías o mixto que es prestado por un
transportista autorizado para dicho fin, a cambio de una contraprestación económica.
Vía pública
El artículo 274 del Código Penal no señala expresamente que la conducción de
vehículo motorizado debe realizarse en la vía pública para la consumación del delito;
sin embargo, ello se deduce del bien jurídico protegido que consiste en la seguridad
pública del tránsito terrestre, en consecuencia, a partir de la interpretación teleológica
de dicho bien tutelado, se concluye que la conducta objeto de reproche sea
necesariamente ejecutado en la vía pública. En tal sentido, afirma Taboada que, solo
para la conducción en la vía pública se requiere de permiso estatal materializado en el
otorgamiento de una licencia de conducir (2018: 169), que constituye el documento
otorgado por autoridad competente a una persona autorizándola para conducir un tipo
de vehículo, según lo establecido en el artículo 2 del TUO del Reglamento Nacional
de Tránsito – Código de Tránsito, a efectos de garantizar la capacidad de los
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conductores y reducir los posibles riesgos para la integridad de las personas y sus
bienes.
Según el artículo 2 del TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código
de Tránsito, vía de uso público, es sobre la cual la Autoridad competente impone
restricciones y otorga concesiones, permisos y autorizaciones, tales como carretera,
camino rural abierto a la circulación de vehículos, peatones y/o animales, así como las
vías de zona urbana. Por consiguiente, vía pública es toda carretera, autopista o calle,
etc., que esté habilitada al uso público o común y denote una pluralidad indeterminada
de usuarios, comprendiendo, además, los accesos y servicios de las mismas,
independientemente de su titularidad. Sin embargo, no calza en el concepto de vía
pública para el tipo penal, la conducción de vehículo motorizado en lugares –caminos,
terrenos, patios, cocheras o análogos- destinados al uso privado de sus propietarios,
esto es, cuando se trata de lugares no destinados al uso público, y, por ende, no
sujetos a las normas del tránsito terrestre (Taboada, 2018: 170).
En consecuencia, de acuerdo con lo expuesto, la conducción de vehículo en
estado de ebriedad o drogadicción en lugares de no acceso público no constituiría
delito de peligro común, pues el objeto de protección de la norma penal es la
seguridad pública en el tráfico vial.
Conducir en estado de ebriedad
El artículo 274 del Código Penal sanciona al agente que, encontrándose en
estado de ebriedad, con presencia de alcohol en la sangre en proporción superior a 0,5
gramos-litro, conduce vehículo motorizado, o, sea mayor a 0,25 gramos-litro cuando
el conductor realice servicio de transporte público de pasajeros, mercancías o carga en
general. Taboada precisa que, el tipo penal no hace mención expresa o tácita al modo
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de ingestión ni al estado en que debe encontrarse el alcohol, pues el legislador
considera relevante, únicamente, que el conductor haya ingerido alguna sustancia
etílica (2018: 170). En contraposición a ello, la norma penal es clara al precisar el
grado específico de alcohol en la sangre para considerar al conductor en estado de
ebriedad.
En tal sentido, a través de la Ley N° 27753, se ha incorporado la tabla de
alcoholemia a efectos de determinar la comisión del delito de conducción en estado de
ebriedad. De acuerdo con el segundo periodo: 0.5 a 1.5 g/l, la ebriedad genera las
siguientes reacciones: Euforia, verborragia y excitación, pero con disminución de la
atención y pérdida de la eficiencia en actos más o menos complejos y dificultad en
mantener la postura. Aquí está muy aumentada la posibilidad de accidentes de
tránsito, por disminución de los reflejos y el campo visual. Si bien, los efectos
alcohólicos no son idénticos en las personas, el legislador ha considerado que el
individuo medio, como regla genérica, manifiesta dichos síntomas cuando supera los
0,5 g/l del alcohol en la sangre, y, por tanto, se encuentra en estado de ebriedad.
La conducta de conducir en la vía pública con un grado de alcoholemia mayor
a la tolerada legalmente, esto es de 0.1 a 0.5 g/l: subclínico, es suficiente para su
consumación ya que se trata de un delito de peligro abstracto y que, por su propia
naturaleza prescinde de la comprobación de la existencia de un resultado concreto que
haya vulnerado el bien jurídico tutelado. Por ello, tal como ha sido señalado
previamente, en los delitos de peligro abstracto no se requiere la prueba del peligro
concreto, pues resulta suficiente la peligrosidad que denota el comportamiento
descrito por el tipo en análisis. Así, mediante esta clase de delitos, el legislador
manifiesta su plena intención de tutelar anticipadamente el tránsito vehicular como
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una actividad que resulta riesgosa contra la sociedad pero que se mantiene dentro de
lo permitido, ya que de acuerdo con las estadísticas y los diversos estudios sobre la
materia, resulta sumamente peligroso conducir un vehículo en estado de ebriedad o
drogadicción por la vía pública. Sobre el particular, la jurisprudencia colombiana ha
precisado que, no criminalizar este comportamiento riesgoso a través de la técnica de
su configuración como delito de peligro abstracto, significaría la violación del
principio de prohibición de protección deficiente o insuficiente por el legislador de los
intereses de quienes participan en el tránsito terrestre (Sentencia C-633/14, Corte
Constitucional de Colombia, f.j. 3.3.3.).
El conductor ebrio representa un peligro permanente a los usuarios que se
sirven de las vías públicas, no siendo necesario que, al momento de su intervención
esté conduciendo de forma atípica, esto es, infringiendo ciertas normas de tránsito o
cometiendo algún accidente. Incluso, es irrelevante que el conductor esté manejando
despacio, con toda prudencia o de forma irreprochable según las reglas básicas de
tránsito, ya que la verificación de alcohol en la sangre que exceda los límites
permitidos, según sea el caso, configura el delito, presumiendo la ley penal de forma
absoluta (presunción iuris et de iure) la producción del peligro abstracto en contra de
la seguridad pública del tránsito terrestre (bien jurídico tutelado). En definitiva, se
concluye que, conducir un vehículo bajo las circunstancias previstas en el artículo 274
del Código Penal se configura como una conducta que, autónomamente de cualquier
supuesto de hecho que concurra, crea un peligro suficiente de infracción del bien
jurídico por lo que se justifica la imposición de una determinada sanción punitiva.
El artículo 379 del Código Penal español señala expresamente que, el
elemento típico es “conducir bajo la influencia del alcohol”. En tal sentido, se
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presentan dos supuestos, primero, se requiere para la configuración del ilícito que la
capacidad de conducir de la persona esté afectada de forma concreta, o, en su defecto,
es suficiente con verificar la presencia de alcohol en el organismo del agente para
imputarle dicho tipo penal. Por ello, de optar por el primer supuesto, será necesario
acreditar mediante su conducta exteriorizada que la capacidad de conducir de la
persona se encuentre afectada a raíz del consumo de alcohol, prescindiendo de la
cantidad concreta que hubiera ingerido, siendo lo relevante identificar la merma de
sus habilidades en cada caso concreto. Si se opta por la segunda posición, únicamente
corresponde verificar que el consumo de alcohol ha superado el límite permitido, y en
consecuencia, se ha consumado el delito. Dicha discusión doctrinaria propuesta por el
Derecho español resulta relevante pues cierto sector de la doctrina nacional ha
asumido algunas de las precitadas posiciones.
Al respecto, Castillo señala que, el dato objetivo referido al grado de
impregnación alcohólica debe complementarse con el dato subjetivo de disminución
peligrosa del autodominio psíquico y físico del conductor; es decir, acreditar la
influencia de alcohol en el conductor, ya que la superación de la tasa legal no puede
hacer presumir la incapacidad del sujeto para conducir, esta tiene un sentido
referencial, una pauta orientadora del límite mínimo debajo del cual no es posible
acreditar su estado de ebriedad. Agrega que, la puesta en peligro de la seguridad del
tráfico exige una aminoración significativa de las facultades para conducir, a causa
del consumo de bebidas alcohólicas (Taboada, 2018: 181). En ese orden de ideas,
Cáceres, considera que, para la consumación del artículo 274 del Código Penal, el
grado de impregnación alcohólica tasado debe influir en el conductor al disminuir su
capacidad de conducir, de tal forma que ponga en peligro la seguridad del tráfico
(2013: 214). En consecuencia, a criterio de los autores nacionales referidos, debe
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acreditarse que la superación del nivel de intoxicación alcohólica haya afectado la
capacidad psicofísica del conductor, ello, a través de los signos que este exteriorice al
momento de su intervención.
Por su parte, el Código Penal peruano señala que el ámbito objeto del delito
materia de análisis consiste en “conducir en estado de ebriedad”. En tal sentido,
asumiendo las posiciones previamente referidas, surge la siguiente interrogante: ¿El
delito de conducción en estado de ebriedad o conducción se consuma por la mera
superación de las tasas de alcoholemia fijadas por la Ley N° 27753, o, por el
contrario, se requiere de forma efectiva la manifestación de influencia alcohólica
exteriorizada en signos reveladores que ponen en peligro la seguridad vial y los
derechos individuales de las personas que acceden al tránsito terrestre? Al respecto,
debe considerarse que, a diferencia de la norma penal española, el legislador peruano
ha establecido determinados niveles de alcoholemia, por lo que un exceso de dichos
niveles implicaría la comisión del delito previsto en el artículo 274 del Código Penal,
pues al superar dicho nivel de impregnación alcohólica en la sangre estaría
generándose un peligro abstracto, siendo innecesario evaluar los signos que
exteriorice el agente al momento de su intervención. Bajo esa perspectiva, Taboada
sostiene que, no comparte la posición doctrinaria expuesta preliminarmente dada la
diferencia de la descripción típica del artículo 274 del Código Penal, y el artículo 379
de la legislación española, ya que la norma penal nacional ha cuantificado el grado de
alcohol para considerar al conductor del vehículo en estado de ebriedad y tener por
consumado el delito (2018: 182). Sobre el particular, cabe precisar que, de la
literalidad del artículo 274 se advierte que no se ha reproducido como elemento del
tipo “la influencia de alcohol” en la conducción, sino que la acción típica se limita a
dicha conducta en estado de ebriedad al haber superado la tasa prevista legalmente.
1
52
Tal como sostiene Villavicencio, el tipo es un instrumento legal que pertenece
al texto de la ley y acoge todos los elementos que fundamentan el contenido material
del injusto del delito, mientras que la tipicidad es la verificación de si la conducta
realizada coincide con lo descrito en la ley (tipo) en su aspecto objetivo (imputación
objetiva) como subjetivo (imputación subjetiva) (2006: 228-230). En ese sentido, el
elemento “influencia alcohólica” al no componer el tipo penal regulado, resulta
relevante, únicamente, acreditar la conducta proscrita, esto es, conducir en estado de
ebriedad cuantificado con un determinado grado de impregnación alcohólica, según se
trate de vehículo de uso particular (0.5 g/l) o público (0.25 g/l). En puridad, se trata de
un delito de peligro abstracto y de actividad que se sanciona, sin necesidad de
evaluar las manifestaciones psicofísicas del agente, debido a que la norma penal
peruana asume la posición de objetivar la influencia de alcohol con la superación de
los límites cuantitativos previamente fijados por ley.
Tal como ha sido señalado, el artículo 274 del Código Penal únicamente ha
considerado como elemento objetivo del tipo la conducción en estado de ebriedad
equivalente a 0,5 g/l de alcohol en la sangre para conductores de vehículos
particulares y de 0,25 g/l para conductores de uso público, más no la conducción bajo
la influencia del alcohol, como lo ha regulado el artículo 379 del Código Penal
español que ha previsto ambos supuestos. En tal sentido, si un conductor con una
impregnación alcohólica menor a los límites señalados por ley, pero suficiente para
haber influenciado de manera efectiva en el manejo, apreciable de la sintomatología
que evidencia, por la infracción de normas de tránsito, conducción temerosa o
imprudente, o producción de algún accidente se verificará una conducta atípica, pese
a haberse generado un peligro para el bien jurídico tutelado.
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53
Por lo expuesto, es posible sostener que, el criterio objetivo de verificar el
estado de ebriedad con la superación de las tasas previstas por la ley, tal como se
desprende del artículo 274 del Código Penal resulta acertado, pues garantiza una
mayor seguridad jurídica a diferencia del criterio subjetivo que permite un amplio
manejo de la discrecionalidad, afectándose de tal forma la predictibilidad de la
conducta en el tráfico vial.
Encontrarse bajo el efecto de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias
psicotrópicas o sintéticas
Viera define a las drogas tóxicas, estupefacientes y sustancias psicotrópicas
como aquellas materias primas que, tomadas o ingeridas por alguna persona, son
susceptibles de actuar sobre el sistema nervioso central (Taboada, 2018: 185). En tal
sentido, droga tóxica es toda sustancia que, introducida en el organismo puede
modificar una o más funciones de este, y cuyo uso y consumo tiene potencial riesgo
de generar abuso, dependencia o abstinencia quedando incluidas las drogas de abuso y
los medicamentos, mientras que los estupefacientes, tienen entre sus acciones
principales las de causar “estupor”, “sopor”, modificando la actividad psíquica por
alteración, entre otras, del estado de conciencia, causando relajación muscular y
disminuyendo la sensibilidad general (2007: 2785-2786). Por su parte, las sustancias
psicotrópicas, de acuerdo con el artículo 2.4 del Convenio de Viena de 1971, son
aquellas que generan un estado de dependencia o producen estimulación o depresión
del sistema nervioso central, que tengan como resultado alucinaciones o trastornos de
la función motora o del juicio o del comportamiento o de la percepción o del estado
de ánimo.
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Según la Organización Mundial de la Salud, las drogas estimulantes aceleran
la actividad del sistema nervioso central provocando euforia, desinhibición, menor
control emocional, irritabilidad, agresividad, menor fatiga, disminución del sueño,
excitación motora, inquietud; entre ellas, la cocaína, los estimulantes de tipo
anfetamínico y la mayor parte de las sustancias de síntesis y de las nuevas sustancias
psicoactivas. Las drogas depresoras, por su parte, tienden a disminuir o retardar el
funcionamiento del sistema nervioso produciendo alteración de la concentración y en
ocasiones del juicio; disminuyen la apreciación de los estímulos externos y provocan
relajación, sensación de bienestar, sedación, apatía y disminución de la tensión; entre
ellas, el alcohol, los barbitúricos y tranquilizantes, el opio y sus derivados (morfina,
codeína, heroína, metadona). Finalmente, las drogas alucinógenas o psicodélicas son
aquellas que se caracterizan por su capacidad de producir distorsiones en las
sensaciones y alterar marcadamente el estado de ánimo y los procesos de
pensamiento.
2.2.4. Tipicidad subjetiva
La tipicidad subjetiva se refiere al actuar del sujeto activo, pudiendo ser este
por dolo o culpa. En tal sentido, la imposición de la sanción penal encontrará su
fundamento en el hecho que el agente conoció y tuvo la plena intención de realizar los
elementos contenidos en el tipo penal que describe la conducta lesiva contra el bien
jurídico tutelado. García refiere que, esta forma subjetiva de infringir la norma sería el
dolo, cuyo contenido estaría constituido por la consciencia y voluntad del autor de
lesionar el bien jurídico penalmente protegido (2019: 507). Por su parte, Bramont
Arias-Torres señala que, existe dolo cuando el sujeto realiza el acto con conciencia y
voluntad de realizar el tipo objetivo, es decir, el sujeto sabe lo que hace y lo que
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quiere hacer (2002: 205). A través de la Casación N° 367-2011-Lambayeque, desde
una perspectiva normativista, se ha establecido la posición tradicional de entender al
dolo como conocimiento y voluntad.
El delito de conducción en estado de ebriedad o drogadicción se realiza de
forma dolosa, con el conocimiento y la voluntad del sujeto activo de conducir un
vehículo automotor en la vía pública tras haber ingerido bebidas alcohólicas que
arrojen un valor superior a 0,25 (tipo agravado) y 0,5 g/l de alcohol en la sangre (tipo
base), o consumido drogas tóxicas. El legislador penal no ha previsto la modalidad de
comisión culposa.
Ahora bien, la inimputabilidad total o parcial del conductor generada a causa
de la ingestión excesiva de bebidas alcohólicas o drogas carecerá de relevancia para
eximirle o reducirle su responsabilidad penal. Si bien la actio liberae in causa
(“acciones libres en la causa”) podría configurarse como un argumento de defensa del
conductor infractor, debe considerarse que si se han ingerido bebidas alcohólicas o
sustancias tóxicas con la finalidad de conducir posteriormente, o cuando se hubiera
previsto o debido prever la conducción antes de dicha ingestión, se imposibilitará la
aplicación de dicha eximente. De acuerdo con Villavicencio, la teoría de la actio
liberae in causa establece que es responsable el sujeto que se colocó intencional o
imprudentemente en la situación de inconsciencia para causar un resultado lesivo
(2006: 276). En ese sentido, la Corte Suprema de Justicia a través del R.N. N° 1377-
2014-Lima, f.j. 3.12., ha establecido que, los estados transitorios de inconsciencia al
ser producto de la voluntariedad del agente, con el propósito de cometer un delito o
que hubiera debido prever su comisión –dolo o culpa- no operan como eximentes de
responsabilidad criminal.
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Por tanto, el conductor de vehículo automotor que a consecuencia del examen
de dosaje etílico se encuentre dentro del cuarto periodo de alcoholemia considerado
como grave alteración de la conciencia, ubicado en el rango de 2.5 a 3.5 g/l conforme
a la tabla establecida en la Ley N° 27753, no podría invocar la eximente de
responsabilidad penal de grave alteración de la conciencia (artículo 20.1 del Código
Penal), que afecta su concepto de la realidad y genera que el agente no posea la
facultad de comprender el carácter delictivo de su conducta, pues el artículo 274 del
Código Penal precisa que el elemento objetivo nuclear del tipo consiste en conducir
vehículo en estado de ebriedad, lo que evidencia ex ante la voluntariedad del agente
de ingerir alcohol o consumir sustancias tóxicas, ex post a efectos de cumplir con el
supuesto típico de conducir en dicho estado.
De acuerdo con la teoría de la representación, se entenderá como dolo todo
aquello que implique un conocimiento o representación previa de la producción del
resultado lesivo por parte del sujeto activo; y se entenderá como imprudencia, todo lo
que implique un desconocimiento de la situación típica. Chang señala, en primer
lugar, que la mera representación por parte del sujeto de la posibilidad de que su
acción es adecuada para producir el resultado lesivo es suficiente para afirmar el dolo;
en segundo lugar, la confianza de dicho sujeto en que el resultado, a pesar de su
acción, no se producirá, equivale a la negación de la representación y, por tanto,
excluye el dolo (2011: 260). En tal sentido, esta clase de dolo en la que el autor
representa como posible concreción del resultado y pese a ello no se abstiene de
actuar, por el contrario, se conforma con ello se conoce en la doctrina como dolo
eventual (R.N. N° 5083-2008-Cuzco, fundamento octavo), pues el agente sabe que el
riesgo de su comportamiento es elevado, pero acepta la probable realización del
resultado lesivo a terceros. Por ello, tal como asevera Taboada, los conductores
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tendrían por el hecho de ser tales, un conocimiento amplio de los riesgos inherentes a
conducir embriagados o intoxicados, y que confirman a través de los controles
policiales para prevenir el consumo de alcohol, las sanciones pecuniarias previstas en
el ámbito administrativo y las numerosas campañas culturales brindadas a la
ciudadanía (2018: 190). En estos casos, el peligro se materializa en el momento en
que el conductor sube a su vehículo en estado de ebriedad o drogadicción, y lo pone
en marcha.
Consumación
De acuerdo con Jakobs, la consumación debe entenderse formalmente, en el
sentido de una completa realización del tipo penal. En tal sentido, esta realización o
consumación típica puede presentarse de diversas formas según la estructura del tipo
penal. Así pues, en el caso de los delitos de emprendimiento y peligro abstracto, la
tentativa y consumación se identifican normativamente pues la imputación del
comportamiento por la creación del riesgo prohibido satisface los requerimientos
formales del tipo penal (García, 2019: 838). Por su parte, Villavicencio señala que la
consumación es un concepto formal que equivale a la realización precisa de un tipo,
así el delito está consumado con el total cumplimiento del tipo (2006: 422).
El delito de conducción en estado de ebriedad o drogadicción, según lo
previsto en el artículo 274 del Código Penal, es de actividad, pues la ejecución de la
conducta determinada como tal constituye la consumación del ilícito; es decir, la
simple ejecución de la conducta específica como tal es ya constitutiva de la
realización del tipo. En tal sentido, Villavicencio sostiene que, no se individualiza un
resultado, solo la mera actividad va a consumar el delito, a diferencia de los delitos de
resultado en que además de la acción se requiere la modificación material del mundo
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exterior, o sea la producción de un resultado (2006: 309). Por tanto, el sujeto activo
consuma el delito materia de análisis cuando conduce un vehículo automotor en la vía
pública con presencia de alcohol en la sangre en proporción superior a 0,5 g/l cuando
se trata de transporte particular, o mayor de 0,25 g/l en caso se trate de transporte
público, o cuando el conductor se encuentre bajo los efectos de drogas tóxicas,
estupefacientes, sustancias psicotrópicas o sintéticas.
En atención a la forma de afectación del objeto de protección, de acuerdo con
la doctrina, se suelen distinguir entre delitos instantáneos y permanentes. En los
primeros, el tipo penal se consuma con la realización de la conducta, y en caso sea un
delito de resultado, con la producción de dicho resultado típico. A su vez, estos
delitos de resultado se clasifican en delitos instantáneos de resultado permanente y
delitos instantáneos de estado. De acuerdo con García, los delitos instantáneos de
resultado permanente son aquellos cuya afectación se mantiene a lo largo del tiempo
sin una intervención del autor, pero que requieren de un acto correctivo para la
cesación de la afectación, y los delitos instantáneos de estado producen un cambio de
estado en el objeto de protección que no resulta reversible con la realización de un
acto correctivo posterior (2019: 400-401). Los delitos permanentes se caracterizan
porque la consumación del tipo penal no concluye con la ejecución del delito sino que
se mantiene a lo largo del tiempo por voluntad del autor. En tal sentido, el delito de
conducción de estado de ebriedad o drogadicción descrito en el artículo 274 del
Código Penal constituye un delito instantáneo; pues la infracción se consuma en el
momento que se produce el resultado o situación que describe la ley, sin que se
determine la creación de una circunstancia antijurídica de efectos duraderos
(Villavicencio, 2006: 310). Por tanto, resulta un delito instantáneo debido a que la
conducta típica de conducir vehículo automotor en estado de ebriedad o drogadicción
8
59
en la vía pública se consuma desde el momento en que realiza específicamente la
acción prevista por la ley penal, esto es, desde el encendido del vehículo y su puesta
en circulación hasta su detenimiento, en la vía pública.
También se configura como delito de peligro abstracto, ya que no es necesario
que el agente haya producido un peligro concreto materializado en una infracción a
las reglas de circulación o puesto en amenaza inminente la vida o integridad física de
terceros (conductores o transeúntes). Sobre el particular, el artículo 271 del TUO del
Reglamento Nacional de Tránsito – Código de Tránsito establece que la persona que
conduzca un vehículo en forma de hacer peligrar la seguridad de los demás,
infringiendo las reglas del tránsito, será responsable de los perjuicios que de ello
provengan. En ese orden de ideas, tal como sostiene Taboada (2018: 192), los delitos
de peligro suponen un adelantamiento de las barreras de protección del Derecho
Penal. En este tipo de delitos, el legislador penal sanciona determinadas conductas
que, de acuerdo con la experiencia, se estiman adecuadas para causar un resultado
dañoso, no siendo relevante que se genere una lesión efectiva al bien jurídico
protegido.
Asimismo, Taboada sostiene que, una situación penalmente peligrosa se
configura por la probabilidad de producción del resultado y el carácter dañoso del
mismo sobre bienes jurídicos objeto de protección penal (2018: 192). En tal sentido,
es posible señalar que un delito de peligro se configura como un juicio de
probabilidad de lesión del bien jurídico, aun cuando en la realidad de los hechos no
llegue a verificarse, debido a que para el Derecho Penal es relevante aquella conducta
peligrosa que supere el límite del riesgo socialmente tolerado (peligro penalmente
relevante). Si bien la conducción de vehículo resulta una conducta peligrosa pues
9
60
existe cierto de riesgo de amenaza o lesión de bienes jurídicos determinados, la
intervención punitiva se producirá cuando el sujeto activo supere dicho riesgo
añadiéndole a su conducta elementos de peligrosidad tales como el consumo de
alcohol o drogas tóxicas que generen una afectación a la capacidad de concentración y
respuesta, de tal manera que represente una mayor probabilidad de lesión al bien
jurídico protegido por el tipo penal, esto es, la seguridad pública del tránsito terrestre.
Se diferencia entre delito de lesión y de peligro, según si se afecta
concretamente al bien jurídico o si solo existe la probabilidad del daño. En ese
sentido, entre los delitos de peligro se identifican a los delitos de peligro real de los
delitos de peligro abstracto. De acuerdo con Taboada, en los delitos de peligro
concreto se requiere que la acción cause un peligro real al bien jurídico, en el tipo se
halla ex profeso, señalada la necesidad de haber provocado una concreta situación de
peligro, por lo que se debe probar la existencia de un peligro efectivo (2018: 193). En
delitos de peligro abstracto, por su parte, se requiere la comprobación de la conducta
prohibida, es decir, la simple realización de la conducta constituye el tipo y no
requiere un resultado, en efecto, son delitos de desobediencia.
En puridad, el delito de conducción en estado de ebriedad o drogadicción
previsto en el artículo 274 del Código Penal, se configura como delito de peligro
abstracto en el que no resulta necesario demostrar el peligro concreto que afecte la
seguridad pública del tránsito terrestre pues dicha conducta como tal acarrea la
comisión del hecho punible. En otras palabras, el delito de conducción en estado de
ebriedad se consuma por el solo hecho de conducir en estas circunstancias: una vez
que se verifique la influencia alcohólica en el conductor, se deberá aplicar el precepto
bajo análisis (Casación N° 103-2017-Junín, f.j. 14). Sin embargo, a efectos de no
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incurrir en alguna vulneración de garantías y/o principios de naturaleza constitucional
y penal, el peligro debe caracterizarse por ser evidente y manifiesto, sin convertirlo en
una modalidad de peligro concreto o, en su defecto, en un peligro irreal o carente de
sustento fáctico. Por tanto, el peligro abstracto debe conllevar a la producción de un
resultado lesivo.
Asimismo, la conducción en estado de ebriedad o drogadicción es un delito
pluriofensivo en el que la acción de peligro se dirige de forma simultánea contra dos
bienes jurídicos protegidos; advirtiéndose la presencia de un bien jurídico de
naturaleza colectiva (seguridad pública del tránsito terrestre) el cual posee un sentido
anticipatorio para la protección de bienes jurídicos individuales (vida, integridad y
patrimonio) de manera que la conducta peligrosa alcanza primigeniamente al bien
jurídico de carácter público y solo después al bien jurídico particular. Por tanto, se
puede concluir que no existe una misma intensidad en la infracción de ambos bienes
jurídicos, ya que mantienen una relación de precedente y consecuente.
También se considera como delito abstracto de mera actividad pues el
legislador ha previsto que la conducta es peligrosa y por tal razón se establece una
sanción penal. Al respecto, Taboada señala que, en tanto se trata de un delito de
peligro abstracto, la probabilidad de lesión siempre estará presente –si bien de la
manera más remota respecto a los delitos de peligro concreto- pues la mera
realización de la conducta genera tal probabilidad (2018: 195), esto es, genera un
peligro; sin embargo, no es necesario que este se concrete en cada caso, porque lo que
se sanciona no es poner en peligro concreto la seguridad del tránsito terrestre sino que
mediante la acción de conducir en estado de ebriedad o drogadicción se pueda llegar a
concretar dicho peligro.
1
62
Penalidad
La pena abstracta prevista para el tipo base del delito de conducción de
vehículo particular en estado de ebriedad o drogadicción, de conformidad con el
primer párrafo del artículo 274 del Código Penal, le permite imponer al juzgador
disyuntivamente: a) La pena privativa de libertad no menor de seis meses ni mayor de
dos años, o, b) La prestación de servicios comunitarios de cincuenta y dos a ciento
cuatro jornadas. Por otra parte, en atención al segundo párrafo del precitado artículo,
se sanciona la conducción de vehículo de uso público en estado de ebriedad o
drogadicción (tipo agravado) mediante: a) Pena privativa de libertad no menor de uno
ni mayor de tres años, o, b) Prestación de servicios comunitarios de setenta a ciento
cuarenta jornadas.
El ordenamiento jurídico penal peruano señala, en el artículo IX del Título
Preliminar del Código Penal que la pena tiene función preventiva, protectora y
resocializadora. En tal sentido, es posible afirmar que el legislador sigue la línea de la
teoría unificadora preventiva. Desde esa perspectiva, la pena sirve a los fines de
prevención especial y general.
A través del R.N. N° 2156-2017-Pasco, f.j. 09, la Corte Suprema de Justicia ha
establecido que, para efectos de imponer una sanción penal debe tenerse presente que
el legislador ha establecido las clases de pena, por consiguiente, se fijaron los criterios
necesarios para individualizarla judicialmente y concretarla, que dentro de ese
contexto debe observarse el principio de proporcionalidad previsto en el artículo VIII
del Título Preliminar del Código Penal, que nos conduce a valorar el perjuicio y la
trascendencia de la acción desarrollada por el agente culpable bajo el criterio de la
individualización, cuantificando la gravedad del delito y su modo de ejecución, el
2
63
peligro ocasionado y la personalidad o capacidad del presunto delincuente, conforme
al artículo 46 del citado texto legal.
De acuerdo con la posición de Taboada, la pena conminada en el artículo 274
debe fijarse en función a las circunstancias del caso concreto, teniendo como
parámetros objetivos de individualización judicial, a modo enunciativo, los
siguientes: a) El periodo de alcoholemia que tenía el conductor, a mayor grado de
intoxicación mayor será el riesgo de producción de un resultado dañoso derivado de la
disminución de las facultades físicas y mentales del conductor; b) La presencia de
pasajeros en el vehículo; c) La posesión o no de licencia de conducir vigente y
pertinente a la clase de vehículo conducido; d) Las vías de mayor circulación de
vehículos y peatones; e) La hora de conducción; f) La producción de accidente de
tránsito; g) La infracción a las reglas de tránsito, entre otros factores (2018: 197). Por
ello, de acuerdo con el artículo 349.1, literal b) del Código Procesal Penal, la
imputación penal debe contener la relación clara y precisa del hecho que se atribuye
al imputado, esto es, que comprenda las circunstancias fácticas precedentes,
concomitantes y posteriores de la forma de conducción ejercida por el sujeto activo y
las condiciones de peligrosidad (estado de ebriedad o drogadicción), a efectos de
solicitar e imponer correctamente la pena. Ahora bien, estas circunstancias subjetivas
(facultades psicofísicas del conductor) y objetivas (forma de conducción) descritas en
la acusación fiscal pueden ser valoradas por el juzgador al medir la pena como
circunstancia agravante genérica prevista en el artículo 46.2, literal g) del Código
Penal, “Hacer más nocivas las consecuencias de conducta punible, que las
necesarias para consumar el delito”, siempre que no estén previstas específicamente
para sancionar el delito ni sean constitutivos del tipo.
3
64
El límite máximo de la pena privativa de libertad para la modalidad agravada,
según el segundo párrafo del artículo 274 del Código Penal es de tres años. No
obstante, el juez está facultado para aplicar una diversidad de fórmulas legales para
evitar la ejecución efectiva de pena en cárcel, tales como la suspensión de ejecución
de pena y reserva de fallo condenatorio, según el pronóstico favorable sobre la
conducta futura del condenado, el cual según su comportamiento procesal y
personalidad permitirá inferir que no volverá a cometer otro delito, de acuerdo con los
artículos 57 y 62 del Código Penal, así como para evitar los efectos perniciosos de la
prisión y la escasez de recursos. La conversión de la pena privativa de libertad con el
carácter de efectiva a pena suspendida o reserva de fallo condenatorio implica que el
juez deba imponer como regla de conducta, la de reparar o resarcir los daños
ocasionados por el delito o cumplir con su pago fraccionado, salvo cuando demuestre
que está en imposibilidad de hacerlo (artículos 58.4 y 64.4 del Código Penal).
La pena privativa de libertad a imponer por la comisión del delito de
conducción en estado de ebriedad o drogadicción tiene el carácter de efectiva, salvo
que en el caso particular concurran los presupuestos para la suspensión de la
ejecución de pena previstos en el artículo 57 del Código Penal, por lo que
corresponderá al juez evaluar que la condena a imponer no supere los cuatro años, que
la naturaleza, modalidad del hecho punible, comportamiento procesal y personalidad
del agente permitan inferir que no volverá a cometer nuevo delito, y, además, que el
agente no tenga la condición de reincidente o habitual. Por tanto, si los presupuestos
previamente señalados se cumplen no existe razón alguna para imponer una pena
efectiva, sino una de tipo suspendida. Sin embargo, la suspensión no se configura
como una obligación del juzgador pues de la lectura del artículo 57 del Código Penal,
se desprende el verbo “puede”. En tal sentido, solo corresponderá disponer la
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65
suspensión de la pena efectiva cuando concurran, de manera copulativa, los tres
presupuestos enunciados debidamente motivados. Sobre el particular, a través del
R.N. N° 2156-2017-Pasco, f.j. 14, se ha establecido que al fijar la pena suspendida
debe considerarse todos los factores positivos y negativos sobrevenidos durante el
proceso penal, con incidencia en el tipo de delito cometido y su impacto social; la
magnitud del daño y/o perjuicio generado; la cantidad de víctimas; la voluntad de
reparación o resarcimiento, sea mediata o inmediata; la colaboración con la
investigación policial y judicial, y la sujeción a las mismas; el acatamiento o el
rechazo a las disposiciones judiciales; el comportamiento procesal; y, el plazo
razonable, entre otras circunstancias conexas. La motivación, en estos casos, deberá
ser cualificada.
Asimismo, de acuerdo con el artículo 62 del Código Penal, el juez puede
disponer la reserva de fallo condenatorio siempre que de las circunstancias
individuales, verificables al momento de la expedición de la sentencia, pueda colegir
que el agente no cometerá nuevo delito, y además concurran los siguientes
presupuestos: 1) Cuando el delito está sancionado con pena privativa de libertad no
mayor de tres años o con multa; 2) Cuando la pena a imponerse no supere las noventa
jornadas de prestación de servicios a la comunidad o de limitación de días libres; 3)
Cuando la pena a imponerse no supere los dos años de inhabilitación.
Las medidas alternas a la privación efectiva de libertad, tales como la
suspensión de ejecución de pena y reserva de fallo condenatorio implican la
imposición de reglas de conducta, conforme a lo previsto en los artículos 58 y 64 del
Código Penal, respectivamente. De acuerdo con Taboada, la regla de conducta por
antonomasia para el delito tipificado en el artículo 274 del Código Penal, en caso el
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66
juez haya dispuesto la suspensión de ejecución de la pena o reserva de fallo
condenatorio, será la obligación de someterse a un tratamiento de desintoxicación de
drogas o alcohol, según el caso concreto. Dicho tratamiento podrá ser realizado en los
establecimientos de salud de primer nivel de atención (postas médicas) integrantes de
las Direcciones de Redes Integradas de Salud (DRIS) del Ministerio de Salud, más
cercano al domicilio del sentenciado (2018: 202). Por otra parte, a efectos de una
adecuada rehabilitación social del sujeto activo también será necesario incluir como
regla de conducta la obligación de asistir al Taller Cambiemos de Actitud, conforme
lo prevé el artículo 315 del TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código de
Tránsito, modificado por el artículo 6 del Decreto Supremo N° 026-2016-MTC. Y,
con la finalidad de verificar el cumplimiento efectivo de las reglas impuestas, resulta
necesario incluir la obligación de comparecer al juzgado, de forma personal y
obligatoria, para informar y dar cuenta de sus actividades.
No obstante, el delito de conducción en estado de ebriedad o drogadicción, en
su modalidad básica y agravada, permite imponer la prestación de servicio
comunitario. De acuerdo con el artículo 34 del Código Penal, dicha pena obliga al
condenado a trabajos gratuitos en entidades asistenciales, hospitalarias, escuelas,
orfanatos, otras instituciones similares u obras, siempre que sean públicos, y también
puede ejecutarse en instituciones privadas cuyos fines sean asistenciales o sociales. El
numeral 3 del precitado artículo especifica que los servicios son asignados, en lo
posible, conforme a las aptitudes del condenado, debiendo cumplirse en jornadas de
diez horas semanales, entre sábados, domingos o feriados, de modo que no
perjudiquen la jornada normal de su trabajo habitual. Al respecto, a través del R.N. N°
607-2015-Lima Norte, f.j. 7, se le ha atribuido a esta modalidad punitiva una alta
potencialidad resocializadora y una escasa incidencia estigmatizadora.
6
67
De acuerdo con el artículo 52 del Código Penal, en los casos de improcedencia
de suspensión de la ejecución efectiva de pena, el juez podrá convertir dicha pena
privativa de libertad no mayor de 4 años en otra de prestación de servicios a la
comunidad. Así, el legislador también ha previsto que, en caso de incumplimiento
injustificado de la pena alternativa impuesta, el juez puede revocar la conversión
efectuada, previo apercibimiento judicial, por lo que se ejecutaría la pena privativa de
libertad fijada en la sentencia con el respectivo descuento, según lo previsto en el
artículo 53 del Código Penal. Cabe precisar que, la conversión de pena opera al
momento de la emisión de la sentencia. La razón radica en el tipo de valoración que
hace el juez al momento de la determinación judicial de la pena concreta, puesto que
al emitir el fallo valora la personalidad del agente y las circunstancias que rodean al
hecho punible, para luego de un proceso intelectivo, declarar si procede o no la
conversión de pena (Casación N° 382-2012-La Libertad, fundamento B.8). No
obstante, conforme al artículo 59 del Código Penal, la suspensión de pena puede ser
revocada si durante su vigencia no se cumple con las reglas de conducta impuestas; en
consecuencia, el juez procede a condenar al sujeto activo y determinar la aplicación
de pena que corresponde al delito, la misma que debe ejecutarse en sus propios
términos. Por tanto, la revocatoria de la suspensión de ejecución de la pena da lugar a
una sanción privativa de libertad, y no podrá convertirse bajo ningún supuesto en otra
pena alternativa.
El Acuerdo Plenario N° 2-2008/CJ-116, f.j. 6, señala que la inhabilitación
consiste en la privación, suspensión o incapacitación de uno o más derechos políticos,
económicos, profesionales y civiles del penado. A través de esta pena se sanciona a
quien ha infraccionado un deber especial propio de su cargo, función, profesión,
comercio, industria o relación familiar, o a quien se ha prevalido de su posición de
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poder o dominio para delinquir. El artículo 274 del Código Penal también ha previsto
la pena de inhabilitación conforme al artículo 36.7, mediante la cual se dispone la
suspensión, cancelación o incapacidad definitiva para obtener autorización para
conducir cualquier tipo de vehículo. En tal sentido, la pena de inhabilitación se
impondrá conjuntamente con la pena privativa de libertad.
Por tanto, al ser penas conjuntas, a través del R.N. N° 3864-2013-Junín, f.j. 5,
se ha señalado que, la característica esencial de estas penas radica en que, la pena
concreta que se aplique al agente deberá incluir a todas las penas principales
conminadas por ley. Sobre el particular, es preciso resaltar que la pena de
inhabilitación que señala el artículo 274 del Código Penal se configura como principal
pues sanciona la conducta reprochable de conducir en estado de ebriedad o
drogadicción en razón a la naturaleza de las cosas. Es decir, unsujeto que ha
vulnerado el bien jurídico de la seguridad pública del tránsito terrestre es susceptible
de ser sancionado con una pena de suspensión, cancelación o incapacidad definitiva
para obtener autorización para conducir vehículo automotor. En consecuencia, el
derecho comprendido por la inhabilitación ha de estar claramente relacionado con el
delito cometido por el penado. Por tal razón, la motivación exigida debe abarcar, entre
otras cuestiones, la conexión que se da entre el delito cometido y el ejercicio del
derecho afectado mediante dicha pena (Acuerdo Plenario N° 2-2008/CJ-116, f.j. 8).
Así pues, como regla general del Código Penal, la pena de inhabilitación, cuando se
impone como pena conjunta, siempre va asociada a la pena privativa de libertad
(Acuerdo Plenario N° 2-2008/CJ-116, f.j. 12).
La pena inhabilitación consistente en la suspensión de la licencia de conducir
tendrá la misma limitación temporal de la pena privativa de libertad estimada en
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abstracto para el tipo base no superior a dos años, y en el tipo agravado, no mayor a
tres años, individualizándose dicha pena en la sentencia. Ahora bien, no habrá límite
temporal vinculado a la pena privativa de libertad cuando la inhabilitación se base en
la cancelación o incapacidad definitiva para obtener autorización para conducir
vehículo. En ese sentido, el término de la inhabilitación, en caso de imponerse como
pena conjunta, se computa paralelamente a las otras penas principales a partir de la
fecha en que la sentencia adquiere firmeza. A través del Acuerdo Plenario N° 10-
2009/CJ-116, se sostuvo que, la pena de inhabilitación conforme a las disposiciones
pertinentes (…) no se ejecuta hasta que la sentencia condenatoria adquiera firmeza.
Rige plenamente, en este dominio, el denominado sistema suspensivo (f.j. 8-A).
El artículo 31.3 del Código Penal señala que, la inhabilitación se constituye
como una de las modalidades de la pena limitativa de derechos, la misma que, según
opina Taboada, en atención al artículo 36.7 no está limitada a la privación temporal
(suspensión) o definitiva (cancelación) de la autorización para conducir cualquier tipo
de vehículo en la vía pública del conductor autorizado administrativamente con una
licencia de conducir vigente, sino que además se extiende a la incapacidad para
obtener dicha autorización para quienes generaron la conducta ilícita sin antes haberla
obtenido (2018: 209). Es decir, la inhabilitación se basa en la privación del derecho de
conducir vehículo motorizado, no siendo relevante si el sentenciado haya obtenido o
no la licencia respectiva. Asimismo, es pertinente agregar que, la incapacidad
definitiva prevista por el artículo 36.7 del Código Penal para obtener autorización
también comprende la incapacidad temporal, aspecto que será determinado en la
emisión de la sentencia, y en atención a las circunstancias particulares del caso.
9
70
Finalmente, la conducción en estado de ebriedad o drogadicción también ha
sido tipificada como infracción muy grave en el Anexo I (Cuadro de tipificación,
multas y medidas preventivas aplicables a las infracciones al tránsito terrestre),
signado con el código M.8., sancionado con multa de 50% de la UIT, y con
suspensión de licencia de conducir de por 06 meses, 1 año y 2 años, encaso el grado
de alcohol en la sangre sea superior a 0,50 g/l a 0,80 g/l, de 0,81 g/l a 1,0 g/l, y de
1,01 g/l a más, respectivamente. Ello, en la práctica consistiría en aplicar dos
sanciones de idéntica naturaleza contra el mismo imputado-infractor, afectando esta
duplicidad punitiva la garantía del non bis in idem, previsto en el artículo III del
Título Preliminar del Código Penal, concordante con el artículo 248.11 del TUO de la
Ley N° 27444, Ley de Procedimiento Administrativo General, aprobado mediante
Decreto Supremo N° 004-2019-JUS. En consecuencia, de acuerdo con Taboada,
resulta imperativo conocer los diversos criterios de coordinación entre el Derecho
Administrativo Sancionador y el Derecho Penal a fin de evitar una desproporción del
poder sancionador del Estado.
Actuación policial en el delito de conducción en estado de ebriedad
La sección IV del Libro I del Código Procesal Penal regula las diversas
atribuciones que gozan el Ministerio Público y demás sujetos procesales -Policía
Nacional del Perú y otros- respecto al desarrollo del proceso penal. El artículo 166°
de la Constitución reconoce a la Policía Nacional cinco grandes funciones, las cuales
pueden reducirse a las de Policía de Seguridad y Policía Judicial o de Investigación.
Respecto del primer ámbito, amplio y dinámico, se encuentran las funciones de
garantizar, mantener y restablecer el orden interno; proteger y ayudar a la comunidad;
garantizar el cumplimiento de las leyes y la seguridad del patrimonio público y
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71
privado; y vigilar y controlar las fronteras. En el ámbito de la segunda, que se puede
calificar como una fase primaria de la administración de justicia penal, está la de
investigar y combatir la delincuencia, a partir de la averiguación de los delitos, el
descubrimiento de los implicados en su comisión y las pruebas, así como funciones
complementarias (San Martín, 2015: 214-215).
Ahora bien, estas atribuciones investigativas de la Policía se orientan
primordialmente: i) Averiguación del delito -practicando las diligencias necesarias
para comprobar los hechos delictivos, recogiendo los efectos, instrumentos o pruebas
del delito-; e ii) Identificación de autores y partícipes con la finalidad de determinar
su responsabilidad penal; atribuciones que, expresan la idea de subordinación
(funcional) al Ministerio Público. Esta posición, encuentra sustento normativo en el
artículo 159.4 de la Constitución y el artículo IV del Título Preliminar del Código
Procesal Penal, el cual señala que, “el Ministerio Público (…) dirige y controla
jurídicamente los actos de investigación que realiza la Policía Nacional”. Si bien la
Ley Orgánica de la Policía Nacional, Ley N° 27238, y su Reglamento, aprobado
mediante Decreto Supremo N° 008-2000-IN, no han contemplado suficientemente las
atribuciones de este órgano auxiliar y la estrecha relación que mantiene con el
Ministerio Público en la investigación del delito, a través de los artículos 67 y 68 del
Código Procesal Penal se han previsto las diversas funciones y atribuciones de este
organismo estatal.
La función policial de investigación del delito
El artículo 67 del Código Procesal Penal prescribe que, la Policía toma
conocimiento de los delitos y da cuenta inmediata al fiscal. No obstante, su carácter
auxiliar en las tareas de investigación, se encuentra facultada de realizar, por
1
72
iniciativa propia, las diligencias urgentes e imprescindibles. En tal sentido, tales
actuaciones son de realización necesaria o apremiante, por lo que no es posible
abstenerse.
Según señala San Martín (2015: 216), el objeto de las actuaciones o
diligencias de investigación es múltiple: 1. Impiden las consecuencias lesivas del
delito; 2. Individualizan a sus autores y partícipes; y 3. Reunir y asegurar los
elementos de prueba. En puridad, se verifica que la función de la policía se manifiesta
en dos ámbitos: de oficio y por comisión. La primera, de oficio, las diligencias se
realizan sin necesidad de autorización o mandato del Ministerio Público, sea cual
fuere el delito presuntamente cometido. La segunda, por comisión, consideradas
también como diligencias propias de la investigación, ordenadas por el fiscal, cuyo
apoyo es de obligatorio cumplimiento, según lo previsto en el artículo 67.2 del
Código Procesal Penal.
Las atribuciones de la policía de investigación
De acuerdo con el artículo 68 del Código Procesal Penal, se ha previsto un
listado de las diligencias que la policía está facultada a realizar durante la
investigación de un presunto delito cometido. Si bien, de acuerdo con la posición de
San Martín (2015: 218), el sistema que acoge es de numerus clausus, debe
considerarse que, el literal n) del precitado artículo incorpora la facultad policial de
realizar “las demás diligencias y procedimientos de investigación necesarios para el
mejor esclarecimiento de los hechos investigados”. En tal sentido, Sánchez sostiene
que, una de las tareas más importantes en la investigación del delito es la relativa a la
realización de diligencias periciales que son propias de los científicos o especialistas
de la Policía Nacional del Perú y del Ministerio Público (2019: 132).
2
73
Con relación al delito de conducción en estado de ebriedad, la Policía
Nacional del Perú, en ejercicio de sus funciones investigativas, puede realizar las
siguientes pericias: 1. Pericia de alcoholemia, la cual constituye un examen inicial
para conocer si la persona ha ingerido licor, caracterizándose por ser cualitativo y
básicamente administrativo; 2. Pericia de dosaje etílico, que se practica para
determinar el porcentaje de alcohol existente en la sangre de una persona. Mediante
Ley N° 27753, se ha establecido una tabla de suma relevancia que permite definir la
situación de imputabilidad del investigado y calificación jurídica del delito.
Comprende distintos niveles: subclínico (0.1 a 0.5 g/l); ebriedad (0.5 a 1.5 g/l);
ebriedad absoluta (1.5 a 2.5 g/l); grave alteración de la conciencia (2.5 a 3.5 g/l); y,
coma (niveles superiores a 3.5 g/l); y, 3. Pericia toxicológica, que permite verificar la
presencia de sustancias toxicas en el organismo. En tal sentido, corresponde señalar
una descripción de las pericias señaladas.
Prueba de aire espirado
El artículo 88 del TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código de
Tránsito establece la prohibición de conducir bajo la influencia de bebidas
alcohólicas, drogas, estimulantes o disolventes y de cualquier elemento que reduzca la
capacidad de reacción y buen manejo del conductor. Sin embargo, esta prohibición no
es absoluta, pues está legalmente permitido el consumo restringido o prudente de
bebidas alcohólicas que no supere los límites de alcoholemia previstos en el artículo
274 del Código Penal, como criterio de configuración típica del estado de ebriedad.
En tal sentido, el grado alcohólico máximo permitido a los conductores intervenidos
por la autoridad policial, en caso se trate de vehículos particulares es de 0.5 g/l, y para
vehículos de uso público, 0,25 g/l. Por tanto, la conducción de vehículo en la vía
3
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pública genera la obligación al conductor de someterse a las pruebas que le requiera el
efectivo policial, a efectos de determinar su estado de intoxicación por alcohol,
drogas, estupefacientes u otras sustancias, o su idoneidad, en esa oportunidad, para
conducir.
La Policía Nacional del Perú, ya sea en sus labores de prevención de delitos, o
en el curso de una inmediata intervención por la posible comisión de un delito
mediante la conducción de vehículos motorizados, podrá realizar la comprobación de
alcohol en la sangre de un individuo mediante la prueba de aire espirado, conforme lo
previsto en el artículo 213.1 del Código Procesal Penal. En ese orden de ideas, según
el artículo 213.2 de la precitada norma, si el resultado de la comprobación arroja
positivo, o en su defecto, se advierte signos evidentes de influencia alcohólica u otro
tipo de sustancia tóxica, el intervenido será conducido al centro médico
correspondiente a fin de realizarle la prueba de intoxicación en sangre o en otros
fluidos según la prescripción del facultativo.
Ahora bien, la autoridad policial podrá someter a las pruebas para la
verificación de ingesta de alcohol: a) A cualquier usuario de la vía o conductor de
vehículo implicado directamente como posible responsable de un accidente de
tránsito; b) A quienes conduzcan cualquier vehículo con síntomas visibles que
permitan presumir razonablemente que realiza dicha conducta bajo la influencia de
alcohol; c) A los conductores denunciados por la comisión de algunas de las
infracciones previstas en el Código de Tránsito, y demás normas del sector; d) A los
que, con ocasión de conducir un vehículo, sean requeridos al efecto por la autoridad
competente dentro de los planes de prevención de alcoholemia; e) A los sospechosos
en la posible comisión de un delito mediante la conducción de vehículos; y, f) A los
4
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menores de edad (Taboada, 2018: 108). Cabe precisar que, a estos últimos solo
pueden ser sometidos al examen cualitativo, pues la toma o recolección de muestra
biológica deberá ser autorizada previamente por los padres o tutores del menor, de
conformidad con el Anexo 9 de la Directiva, de fecha 18/09/2011-DIRGEM-
DIRSAB, Protocolo de toma de recolección de la muestra biológica para el examen
de dosaje etílico, numeral 4).
Por lo señalado, los usuarios de la vía pública están obligados a cumplir de
forma inmediata cualquier orden que dispongan los efectivos policiales asignados al
control del tránsito, ya que, de acuerdo con el artículo 57 del TUO del Reglamento
Nacional de Tránsito – Código de Tránsito, es la autoridad responsable de fiscalizar el
respeto de las normas de tránsito. Asimismo, cabe precisar que, también se deberá
obedecer a aquel efectivo policial que no estando asignado al área específica,
interviene a consecuencia de la presunta comisión de un delito. Por tanto, el agente
que presuntamente se encuentre bajo los efectos de alcohol o sustancias tóxicas, y
haya sido intervenido conduciendo en dicho estado, será conducido por el efectivo
policial al centro médico con la finalidad de practicar el examen etílico o toxicológico
que corresponda. En caso de resultar positivo el examen etílico o toxicológico, se
procederá a la aplicación de la sanción pertinente, de acuerdo con el artículo 328 del
TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código de Tránsito.
No obstante, Taboada sostiene que, el Código de Tránsito contiene “leyes de
consentimiento implícito” derivadas de la consideración que conducir vehículos
motorizados en la vía pública es un privilegio, lo que supone el sometimiento
automático del conductor a las normas de tránsito, entre ellas, las que regulan la
realización de pruebas cualitativas y cuantitativas en controles policiales preventivos
5
76
y aleatorios de consumo de alcohol o drogas, tanto así, que la negativa a los mismos
constituye una infracción muy grave que habilita al efectivo policial a proceder al
internamiento del vehículo, y retención de la licencia de conducir como medidas
preventivas, sin perjuicio de la sanción por la autoridad administrativa competente de
la cancelación o suspensión de la licencia de conducir, según sea el caso (2018: 108-
109). Por lo señalado, se consideran leyes implícitas porque el conductor al momento
de obtener su licencia de la autoridad administrativa, conoce los deberes primordiales
en la conducción de vehículos motorizados en la vía pública, tales como el
sometimiento a los controles policiales de carácter preventivo y la obligatoriedad
de pruebas de sobriedad. Por tanto, se considera que la negativa a la toma de
pruebas de alcoholemia constituye delito contra la Administración Pública, en la
modalidad de desobediencia a la autoridad, regulado en el artículo 368, segundo
párrafo del Código Penal, reprimido con pena privativa de libertad no menor de seis
meses ni mayor de cuatro años. En efecto, la Policía Nacional, al verificar el resultado
positivo en la prueba de alcoholemia, se encuentra plenamente facultada de proceder
con la intervención del sujeto que conduce su vehículo en estado de ebriedad, y
derivarlo al centro de control sanitario para la realización del examen etílico, con la
finalidad de salvaguardar la seguridad pública del tránsito terrestre, atribución que,
guarda correspondencia con las reconocidas en el artículo 166 de la Constitución.
Respecto al examen pericial, el resultado de las pruebas verificado mediante
equipos, aparatos o artefactos certificados por la autoridad nacional competente
constituye, para los fines del proceso penal, medio probatorio suficiente. Sin
embargo, el conductor o peatón puede solicitar, a su costo, la realización de pruebas
adicionales, como el análisis cuantitativo de alcohol en muestra de sangre
(alcoholemia), para cuya realización se deberá obtener inmediatamente la muestra
6
77
médica. Por otra parte, en atención al artículo 213.3 del Código Procesal Penal, la
policía cuando interviene en operaciones de prevención del delito (…), elaborará un
acta de las diligencias realizadas, abrirá un Libro-Registro en el que se harán constar
las comprobaciones de aire aspirado, y comunicará lo ejecutado al Ministerio Público
adjuntando un informe razonado de la intervención.
El aire espirado por el intervenido es utilizado para la identificación del
alcohol etílico, a través del instrumento denominado alcohómetro. Este instrumento
dotado de un sensor para alcohol permite determinar la presencia del compuesto y
obtener de forma aproximada la concentración de alcohol en la sangre. Un resultado
negativo no requiere un análisis posterior, empero, si el resultado es positivo, necesita
la confirmación mediante un método de carácter cuantitativo de mayor certeza. El
procedimiento de recolección de la muestra biológica para el dosaje etílico es
responsabilidad de la Unidad Asistencia de la Dirección de Salud PNP. Las unidades
asistenciales de salud PNP que no cuenten con equipos de alcoholímetro, utilizarán la
mezcla de reactivos específicos: ácido sulfúrico y permanganato de potasio, que
producirán una reacción con el alcohol presente en el aliento, de conformidad con el
Anexo 8, Protocolo de examen cualitativo de alcohol en aliento, Directiva 18-09-
2011-DIRGE-MDIRSAB, aprobada por R.D. N° 171-2011-DIRGEN/EMG, Normas
y procedimientos para los exámenes de dosaje etílicos en Unidades Asistenciales de
Salud PNP. Asimismo, el efectivo policial, dejará constancia en el formato
denominado Registro de Dosaje Etílico, la hora de entrega del oficio de atención y el
resultado del examen cualitativo registrando su firma y posfirma. Por su parte, el
personal de salud de PNP dejará constancia de haber hecho conocer el resultado del
examen cualitativo, firmando en el cuaderno de cargo del efectivo policial, el mismo
que dará cuenta a la autoridad correspondiente.
7
78
En consecuencia, si el resultado de la pericia de aire espirado resulta positivo,
o en todo caso, si se advierten signos manifiestos de estar bajo la influencia alcohólica
u otro tipo de sustancias, el intervenido será detenido y conducido al centro sanitario
correspondiente para la realización de la prueba de intoxicación en sangre, o en otros
fluidos según la prescripción; empero, si el resultado es negativo, el personal policial
no está facultado de trasladar a dicho sujeto al centro de salud. Sobre el particular,
opina Taboada que, el conductor puede válidamente oponerse a la orden del policía de
realizar la prueba de análisis sanguíneo, al haberse acreditado previamente a través de
la prueba cualitativa que su sangre carece de concentración alcohólica (2018: 113).
Cabe resaltar que, de acuerdo con el artículo 94 del TUO del Reglamento
Nacional de Tránsito – Código de Tránsito, el conductor está obligado a someterse a
las pruebas que le solicite el efectivo policial asignado al control de tránsito a efectos
de determinar su estado de intoxicación por consumo de alcohol u drogas, o su
idoneidad, por lo que su negativa establece la presunción legal en su contra, con
mayor razón si se trata de un conductor implicado en un accidente de tránsito, en cuyo
caso tendrá la obligación de someterse al dosaje etílico, conforme lo prescribe el
artículo 275.6 del TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código de Tránsito.
Por tanto, si el conductor desobedece la orden policial de someterse a los controles
preventivos, como las pruebas de coordinación y/o equilibrio, el uso de alcoholímetro
u otros mecanismos para determinar su presunta intoxicación, se establecerá una
presunción legal –administrativa- en su contra.
La negativa del conductor a someterse al examen cualitativo de aire espirado o
a las pruebas de coordinación y/o equilibro, o al examen cuantitativo del dosaje
etílico, solo genera la presunción del hecho de presencia de alcohol en la sangre del
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renuente, más no el nivel de alcoholemia que prevé la Ley N° 27753, y que se
configura como el elemento nuclear del tipo penal previsto en el artículo 274 del
Código Penal. En tal sentido, la presunción administrativa no puede ser trasladada al
ámbito penal para determinar si el conductor excedió las tasas máximas legales, pues
ello significaría infringir el principio constitucional de presunción de inocencia que
exige prueba suficiente de cargo del hecho punible a efectos de justificar una
sentencia condenatoria. Sin embargo, esta presunción no es absoluta, ya que al ser
iuris tantum admite prueba en contrario dirigida a acreditar que el conductor no estaba
intoxicado bajo alguna sustancia al momento de su intervención policial, y tenía
razones para oponerse al requerimiento efectuado por la policía. Por tanto, si bien la
negativa de someterse a dicha prueba permite inferir la presencia de alcohol en la
sangre, el efectivo policial estará perfectamente habilitado a trasladar al renuente a la
dependencia de salud para la realización del examen cuantitativo consistente en el
examen de dosaje etílico o toxicológico con la finalidad de determinar el grado de
alcohol en la sangre y establecer si ha cometido el delito de conducción en estado de
ebriedad, en cuyo caso se deberá poner en conocimiento al Ministerio Público para el
ejercicio de la acción penal.
Finalmente, debe considerarse que si el conductor mantiene su renuencia a
realizarse el examen cuantitativo se considerará como infracción muy grave regulado
con los códigos M.8., y M.11., según sea el caso, sin embargo, dicha presunción que
se genera en el ámbito administrativo no podrá entenderse como presunción de
culpabilidad ya que la presunción de inocencia, como principio rector del proceso
penal, exige prueba de cargo suficiente que acredite la responsabilidad penal del
agente (Artículo II.1 del Título Preliminar del Código Procesal Penal). En
consecuencia, al no realizarse el examen de dosaje etílico por la negativa del
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conductor, no podrá verificarse la tasa de alcoholemia que permita atribuir la
presencia de alcohol en su sangre, ya sea en proporciones superiores de 0.5 g/l para el
tipo base, y agravado, 0.25 g/l, correspondiendo la emisión de una sentencia
absolutoria al carecer de medios probatorios suficientes que acrediten su capacidad de
culpabilidad o exista duda sobre los mismos.
Prueba de alcoholemia en muestra de sangre
De acuerdo con San Martín Castro (2012: 330), la nota que justifica la prueba
de alcoholemia, en punto a la presunta comisión de un delito, será entre otras: a)
Cuando el conductor aparezca como responsable de un accidente de tránsito; b)
Cuando existan síntomas evidentes o manifestaciones de su conducta que permitan
advertir que se está bajo la influencia de bebidas alcohólicas o de otras sustancias
prohibidas; y, c) Cuando infrinja las normas de la legislación sobre tránsito. El
artículo 2 del TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código de Tránsito, define
a la alcoholemia como el examen o la prueba para detectar presencia de alcohol en la
sangre de una persona (dosaje etílico). También denominada test o control de
alcoholemia, permite medir la concentración de alcohol en la sangre y verificar si una
persona se encuentra en estado de ebriedad, a efectos de garantizar la seguridad
pública del tránsito terrestre.
Las tasas de alcoholemia obtenidas mediante la prueba en aire espirado,
realizadas en el marco de la actuación preventiva del personal policial, resultan
referenciales e indiciarias en tanto no se practique al intervenido el examen de
intoxicación alcohólica en la sangre, conforme lo prescrito en el artículo 3 de la Ley
N° 27753. En tal sentido, la persona que haya sido intervenida por haber estado
conduciendo su vehículo motorizado en la vía pública, y presuntamente, se encuentra
0
81
bajo los efectos de alcohol o sustancias tóxicas, en aplicación del artículo 328 del
TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código de Tránsito, será conducido por
el efectivo policial a efectos de practicarle el examen etílico o toxicológico, según sea
el caso. De acuerdo con los numerales 1 y 3 del artículo 211 del Código Procesal
Penal, la prueba de análisis sanguíneo, deberá ser realizada por un médico u otro
profesional especializado de la PNP. Así pues, el examen de dosaje etílico estará a
cargo del personal de la Unidades Asistenciales de la Dirección de Salud PNP (Dirsal
PNP).
Ahora bien, la eficacia y confiabilidad en el resultado de dosaje etílico está
vinculada al tipo, cantidad y oportunidad de la toma de muestra. Con relación al tipo
de muestra, la orina y sangre se configuran como los fluidos de primera opción para
determinar la concentración de alcohol en el organismo. La oportunidad en la toma de
muestras deberá realizarse en el menor plazo posible con la finalidad de evitar que el
alcohol sea metabolizado y eliminado por el organismo, por lo que se recomienda
extraer la muestra dentro de las 3 a 10 horas después de haber ingerido las sustancias
alcohólicas. Por su parte, la muestra debe llegar al laboratorio dentro de las 24 horas
de haber sido tomadas. Al respecto, la Guía de Procedimientos para la obtención y
remisión de muestras de interés toxicológico del Departamento de Toxicología y
Química Forense de la DIRCRI PNP, señala que la extracción deberá efectuarse lo
más pronto posible en relación a la fecha y hora del incidente.
Asimismo, la muestra tomada en el Laboratorio, será dividida en dos partes,
una para el análisis de dosaje etílico, y la otra como contra muestra. Esta
contraprueba, es de naturaleza excepcional, pues se efectúa en la muestra de sangre u
orina cuando algunas de las partes intervinientes cuestionan el resultado inicial, y se
1
82
realiza en el periodo de conservación, esto es, de 15 días. El conductor intervenido
por el personal policial que se encuentre disconforme con el resultado señalado por el
examen de dosaje etílico practicado inicialmente, tiene derecho a contrastarlo,
solicitando el procesamiento de la contraprueba, siempre que no haya transcurrido el
plazo de quince días desde su custodia, por lo que, se configura como una obligación
legal de la autoridad policial y sanitaria informar a los conductores que les asiste tal
derecho. Taboada sostiene que, la omisión por parte de las autoridades a brindar dicha
información de manera inmediata y comprensible al intervenido, vulneraría el derecho
a la observancia del debido proceso (artículo 139.3 de la Constitución), así como el
derecho a intervenir en plena igualdad en la actividad probatoria y en las condiciones
previstas por la ley, previsto en el artículo IX.1 del Título Preliminar del Código
Procesal Penal (2018: 125-126).
En ese sentido, la obligación funcional de informar al conductor intervenido
por la policía del derecho que tiene a contrastar los resultados obtenidos en el examen
de dosaje etílico resulta de suma relevancia cuando el resultado ha sido superior a las
tasas de alcoholemia fijados por el artículo 274 del Código Penal, pues se desprende
de la potestad de los órganos de persecución penal de hacer saber al imputado de
manera inmediata, concreta y comprensible el derecho que tiene a conocer los cargos
formulados en su contra, de conformidad con el artículo 71.2, literal a) del Código
Procesal Penal, y a que se le informe sus derechos (artículo IX.1 del Título Preliminar
del Código Procesal Penal). Esta prueba de carácter pericial es relevante para
satisfacer la acreditación del elemento central del tipo objetivo destinado, esto es, el
estado de ebriedad a raíz de la intoxicación alcohólica, por lo que también debe
informarse al imputado la posibilidad de controvertirla.
2
83
El artículo 4 de la Ley N° 27753, ha incorporado como anexo la tabla de
alcoholemia con valor referencial. Al respecto, véase lo siguiente:
Tabla de alcoholemia
(Ley N° 27753)
1er. Periodo: 0.1 a No existen síntomas o signos clínicos, pero las pruebas
psicométricas muestran una prolongación en los tiempos de
0.5 g/l: Subclínico respuesta al estímulo y posibilidad de accidentes. No tiene
relevancia administrativa ni penal.
Euforia, verborragia y excitación, pero con disminución de
2do. Periodo: 0.5 a la atención y pérdida de la eficiencia en actos más o menos
1.5 g/l: Ebriedad complejos y dificultad en mantener la postura. Aquí está
muy aumentada la posibilidad de accidentes de tránsito, por
disminución de los reflejos y el campo visual.
3er. Periodo: 1.5. a Excitación, confusión, agresividad, alteraciones de la
2.5 g/l: Ebriedad absoluta percepción y pérdida de control.
4to. Periodo: 2.5 a Estupor, coma, apatía, falta de respuesta a los estímulos,
3.5. g/l: Grave alteración marcada descoordinación muscular, relajación de los
esfínteres.
de la conciencia
5to. Periodo: Hay riesgo de muerte por el coma y el para respiratorio con
Niveles mayores de 3.5 g/l: afección neumonológica, bradicardia con vaso dilatación
periférica y afección intestinal.
Coma
El método Widmark sirve para verificar la concentración de alcohol en la sangre, ello,
considerando que la desaparición del etanol se da en razón de 0.15 g/l por hora. A través del
R.N. N° 1377-2014-Lima, f.j. 3.7., se ha establecido que el referido método se simplifica en
la fórmula: “Co = Cr + B x T”, utilizada ampliamente con fines forenses, y que
principalmente se aplica para: i) Estimar la cantidad de bebida alcohólica ingerida a partir del
conocimiento de la concentración etílica en la sangre; ii) Conocer el tenor de alcohol en la
sangre en un tiempo anterior a la toma de muestra (cálculo retrospectivo); iii) Efectuar
proyecciones sobre la cantidad en la sangre según las cantidades de etanol ingeridas.
METODO WIDMARK:
3
84
Co = Concentración de alcohol en sangre en el momento del hecho judicial
Cr = Alcoholemia en el momento de la toma de la muestra
B = Coeficiente de etiloxidación (0.15 g/l por hora – 0.0025 g/l por minuto)
T = Tiempo transcurrido entre el momento del hecho judicial y el momento de
la toma de muestra
Por tanto, si se advierte un intervalo de varias horas entre la intervención
policial del conductor y la toma de muestra para el dosaje etílico, podrá aplicarse al
resultado de la prueba pericial, el método Widmark, con la finalidad de determinar el
grado de alcohol en la sangre en un tiempo anterior (cálculo retrospectivo). Ello,
guarda concordancia con el artículo 274 del Código Penal, pues el legislador sanciona
la conducta inmediata de conducir vehículo motorizado en estado de ebriedad,
habiéndose fijado previamente ciertos límites. Así, de acuerdo con el R.N. N° 1377-
2014-Lima, f.j. 09, la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia, en un
caso particular, analizó el nivel de ebriedad de un imputado luego de 7 horas y 47
minutos de ocurrido el incidente, arrojando 1.58 g/l de alcohol por litro de sangre, a
efectos de determinar el grado de alcoholemia que presentaba al momento de generar
la conducta imputada (robo), aplicando el método de Widmark, cuya validez
científica es inobjetable (f.j. 3.8.). El resultado llevó a concluir que, al momento de
consumar el delito, el acusado presentaba aproximadamente 2.74 g/l de alcohol por
litro de sangre; en consecuencia, conforme lo previsto por la Tabla de Alcoholemia,
cuarto periodo (2.5. a 3.5. g/l), se encontraba en un estado de grave alteración de la
conciencia, situación que afectaba su facultad de comprender el carácter delictuoso
4
85
del acto, por lo que correspondía aplicar el artículo 20.1 (inimputabilidad), causa legal
de exención de responsabilidad penal, más aún cuando no se acreditó fehacientemente
el supuesto de actio libera in causa.
Cabe acotar que, en el caso del delito de conducción de vehículo en estado de
ebriedad tipificado en el artículo 274 del Código Penal, el resultado positivo de la
prueba pericial de dosaje etílico, únicamente, permitirá acreditar un elemento del tipo
objetivo que consiste en la presencia de alcohol en la sangre en una cifra superior a
las tasas máximas legales, lo cual, resulta insuficiente para su reprochabilidad. En ese
orden de ideas, se requiere que, además de la probanza del estado etílico del
conductor, también se acredite con suficiencia que dicho sujeto se encontraba
manejando el vehículo automotor por la vía pública, aspecto fáctico que podrá ser
corroborado con la declaración testimonial del efectivo policial interviniente y
encargado de su conducción al centro sanitario para la realización de la prueba
pericial, así como de otros testigos que hayan presenciado la intervención policial. Por
tanto, tal como afirma Taboada, la prueba pericial de dosaje etílico no es más que un
indicio de culpabilidad (2018: 130).
Previo a la diligencia de prueba pericial de dosaje etílico, se expresará al
intervenido las razones de su realización, más aun cuando haya sido intervenido en la
vía pública y haya dado positiva en la prueba de aire espirado o manifiesta signos
evidentes de intoxicación alcohólica, de conformidad con el artículo 71.2, literal a)
del Código Procesal Penal, para posteriormente, asentar todo lo ocurrido en el acta
correspondiente, de acuerdo con lo establecido en el artículo 211.4 de la precitada
norma. En caso el intervenido se niegue a concurrir al centro sanitario de la PNP para
5
86
la recolección de muestras biológicas, el personal policial interviniente, en el
momento, elaborará un acta en la que conste la negativa expresada.
Prueba toxicológica
El artículo 274 del Código Penal sanciona la conducción de vehículos en la vía
pública bajo el efecto de drogas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o sintéticas.
En tal sentido, el artículo 88 del TUO del Reglamento Nacional de Tránsito – Código
de Tránsito, proscribe conducir bajo la influencia de drogas, estimulantes o
disolventes y de cualquier otro elemento que reduzca la capacidad de reacción y buen
manejo del conductor.
Por otra parte, el artículo 328 del TUO del Reglamento Nacional de Tránsito –
Código de Tránsito, en concordancia con el artículo 213.2 del Código Procesal Penal,
establece que la persona que presuntamente, se encuentre bajo los efectos de las
drogas, y otras sustancias tóxicas, y haya intervenida conduciendo un vehículo
motorizado será retenida y conducida por la autoridad policial para la realización del
examen toxicológico correspondiente.
Taboada señala que, para la realización de la prueba toxicológica del
conductor mediante la extracción voluntaria o compulsiva de muestras biológicas que
permitan detectar en el organismo el consumo de drogas, a diferencia de la prueba de
alcoholemia, no es necesaria la previa realización de la prueba de aire espirado, en
razón que solo permite la identificación del alcohol etílico en el organismo (2018:
141). En tal sentido, se considera que la prueba toxicológica será exigible al
conductor cuando el efectivo policial interviniente advierta signos visibles de
encontrarse bajo los efectos de drogas. Asimismo, para completarse dicha sospecha
razonable también se considera posible someter al intervenido a la prueba de
6
87
coordinación y/o equilibrio, prevista en el artículo 307.4 del TUO del Reglamento
Nacional de Tránsito – Código de Tránsito, tales como: 4.1. Andar con los ojos
vendados o cerrados y los brazos en alto, poniendo un pie justo delante de otro,
sobre una línea recta; 4.2. Juntar los dedos índices de cada mano, a la altura de la
barbilla, estando los ojos cerrados y partiendo de los brazos extendidos hacia abajo;
4.3. Juntar el dedo índice de una mano con la nariz, estando con los ojos cerrados y
partiendo de los brazos extendidos hacia abajo; y, 4.4. Situar el individuo de pie con
los pies juntos, las manos extendidas hacia adelante y con los ojos cerrados. La
vacilación en las personas en estado normal es leve, aumentando con la presencia
del alcohol (prueba de Romberg).
Sin embargo, a diferencia de la prueba de alcoholemia, existen ciertas
dificultades que impiden medir la influencia o efecto de las drogas tal como lo exige
el tipo penal: a) No es posible realizar en el lugar de intervención al conductor –vía
pública-, un examen pericial para medir los niveles de drogas en el cuerpo; b) La
policía usualmente no examina el consumo de drogas, si los conductores han llegado
a un nivel de alcohol en la sangre ilegal; y, c) Los conductores han ingerido drogas y
alcohol, o más de una droga en su sistema, hace que sea difícil distinguir cual
sustancia tuvo mayor influencia en la conducción del vehículo (2018: 142).
Sin perjuicio de las dificultades señaladas en el párrafo precedente, la prueba
toxicológica sirve para acreditar que una persona se encuentra bajo la ingesta de
drogas u otras sustancias tóxicas que generan una afectación en la coordinación,
reacción y buen manejo de un vehículo motorizado en la vía pública, configurándose
de esa forma, un peligro que puede lesionar ciertos bienes jurídicos, y por tanto,
merece una sanción penal.
7
88
2.3. Bases filosóficas
La cultura filosófico-histórica de la sociedad antigua, particularmente referente
a los textos, los escritos y los estudios realizados por los grandes personajes griegos,
romanos, entre otros personajes de esa memorable época, es de lamentar que
estuvieron supervisados por la iglesia, durante muchos siglos, diez aproximadamente.
Esta situación temerosa por ser clerical tuvo la desfachatez de destruir la herencia
clásica racionalista cultural del mundo antiguo, entre otros, tenemos a los babilónicos,
caldeos-asirios, mesopotámicos, egipcios, chinos. Esa destrucción por infortunio,
interrumpió el avance y el desarrollo tecnológico, científico, orientado a la
disminución y al mismo tiempo denigró los amplios caudales del conocimiento
filosófico, disciplina que estuvo (y está) en primer orden la misma que fue creada por
el hombre con la posibilidad de otorgar al mundo, el más alto nivel de sapiencia,
dotado de tecnicismo.
Gran parte de nosotros sabemos, que el hombre o la mujer está en constante
preparación para avizorar lo que deviene en el futuro, que solo será posible si conoce
el pasado glorioso sobre todo los aspectos, entre otros el avance ideológico - político
y en las fauces de los derechos constitucionales que en más de una ocasión han sido
dejados de lado y de allí que el ser humano ha pensado de qué manera puede y debe
garantizar su existencia, vida, salud, por lo que llega a la conclusión que si un juez
ordinario no atiende su petición, debe recurrir a una instancia superior de
interpretación de la constitucionalidad.
8
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En ese trajinar por la vida, no deja en ningún instante de estar determinado por
la naturaleza y en su anhelado recorrido, se va suscitando hechos, algunas veces
orientados por la licitud, que él y sus congéneres los permite, y en ocasiones cuando
se presentan ilicitudes, él por ende los rechaza. Como este hombre es parte de un
tipo de sociedad, él en ocasiones las tolera, pero no ha de permitir el desorden en las
conductas ajenas, que los perturban en todos sus extremos.
El filósofo alemán Guillermo Dilthey (1833-1911) tiene la gentileza de
conservar el don de la comprensión histórica, el entusiasmo estético, la inclinación
hacia lo universal; él sabe apreciar el valor humano. En esta última, él siempre se ha
preocupado ampliamente de cómo el ser humano en muchas oportunidades, no puede
medir sus impulsos y se atreve hacer cosas y situaciones que vaya contra la propia
dignidad humana, por ello es que frente a un acto arbitrario llámese la discriminación
por el idioma nativo que descansa en la comisión de un hecho ilícito, está adherido a
la formación de la personalidad de los seres humanos que habitan en este temporal y
accidentalmente mundo, cuyos miembros no siempre son sensibles, en ocasiones se
tornan impacientes, pero la soportamos.
En el desarrollo del tiempo los humanos generan la construcción de un conjunto
de experiencias en el pensamiento, en la creencia y valores con la finalidad de percibir
la realidad circundante, actualizada o contextualizada, a ello aunado a la idea de que
una actividad cotidiana del hombre es la conducción de vehículos motorizados y que
esta actividad de no realizarlas de acuerdo a los parámetros previstos puede acarrear
tanto responsabilidades penales como administrativas que definitivamente deben ser
indemnizados por quien lo dañó, pero ocurre que en muchos casos, se genera una
serie de problemas, ya sea porque las autoridades no cumplen con sus funciones o es
9
90
que no aplican adecuadamente los protocolos previstos y generándose abusos o
arbitrariedades.
2.4. Definición de términos básicos.
La terminología especializada es importante en una investigación, para poder
comprender el significado de las propuestas planteadas, así como para ser coherente durante
las etapas de la ejecución del proyecto y finalmente, defender con mayor objetividad las
conclusiones que merezca el problema.
2.4.1. Conducción en estado de ebriedad: es un delito de peligro común, donde no
se requiere la efectiva lesión de un bien jurídico protegido, se realizan y consuman con la
simple actividad del agente. No se requiere un resultado en el mundo fáctico para que se
configure, basta que el bien jurídico tutelado haya sido puesto en peligro de sufrir la lesión
que se pretende evitar, es lo que se llama peligro abstracto.
2.4.2. Decisionismo judicial: es una de las características principales del populismo
punitivo. Este se evidencia a diario. Jueces que condenan sin pruebas o mediante pruebas
introducidas de contrabando en el proceso.
2.4.3. Delito autónomo: un delito autónomo es aquel que tiene lugar por sí solo de tal
manera que porque se haya producido no significa que exista un delito anterior o precedente.
2.4.4. Dosaje etílico: para la realización de esta prueba es preciso contar con el
conocimiento del acusado, pues de lo contrario carecería de validez como medio de prueba,
eso se ha determinado mediante la doctrina.
0
91
2.4.5. Peligro abstracto: pues para su configuración no se exige que se haya
lesionado efectivamente un bien jurídico; porque evidentemente la sola actividad de manejar
un vehículo en estado de ebriedad o bajo los efectos de alguna droga significa ya un riesgo
para una serie de bienes jurídicos. Dicho peligro debe estar relacionado con la realidad, no
obstante, la actividad en sí, no produce ningún resultado importante y no concurre la
producción de un daño.
2.4.6. Aplicación del proceso inmediato: para la aplicación del proceso inmediato
han mediado criterios de simplificación procesal, que se fundamenta en principios de
celeridad y economía procesal.
2.4.7. Reparación civil: la reparación civil viene a ser una indemnización o
resarcimiento a cargo de quien ocasionó un daño, como consecuencia de un delito que afectó
los derechos y legítimos intereses de la víctima.
2.4. Formulación de la hipótesis:
2.4.1. Hipótesis general
El delito de peligro común se relaciona significativamente con la
conducción de vehículo en estado de ebriedad en Huaura en el año 2019.
2.4.2. Hipotesis específicas
1
92
H.E.1 El delito de peligro común se configura siempre y cuando un individuo
en estado de ebriedad que sobrepasa los valores permitidos conduce un
vehículo en Huaura en el año 2019.
H.E.2 El dosaje etílico denota eficacia cuántica de la ingesta de alcohol,
cuando se interviene y se conduce al Ministerio Público para la prueba de
sangre en Huaura en el año 2019.
H.E.3 Se estará cumpliendo con los cánones del debido proceso, siempre que
la persona que conduce en estado de ebriedad, sea sometida a una prueba de
cantidad y que rebase los límites permitidos en Huaura en el año 2019.
H.E.4 La diferencia entre la prueba de alcoholímetro y la prueba de dosaje
etílico en las intervenciones policiales en el delito de conducción en estado de
ebriedad es que la primera se realice una prueba previa (cualitativa) y luego la
segunda, (cuantitativa) en Huaura en el año 2019.
H.E.5 La intervención de la Policía Nacional en casos de conducción en
estado de ebriedad vulnera el derecho a la libertad, por cuanto sin que aún se
haya establecido el límite permitido se retiene al conductor en Huaura en el
año 2019.
III.1. OPERACIONALIZACIÓN DE VARIABLES E INDICADORES
DEFINICIÓN DEFINICION DIMENSIONES INDICADORES
CONCEPTUAL OPERACIONAL
VARIABLE
2
93
Artículo 274. Del La
Código Penal denuncia contra Atención
el delito de -Peligro inmediata de
“El que crea un peligro común se abstracto denuncia
peligro común puede presentar
para las personas por escrito o
o los bienes verbalmente, ante
mediante la Policía
V1
incendio, Nacional del Perú
CONFIGURACIÓN explosión o o las fiscalías
DEL DELITO DE liberando penales.
PELIGRO COMÚN cualquier clase de
energía, será -Seguridad -Custodia
reprimido con
pública policial
pena privativa de
libertad no menor
de tres ni mayor
de diez años”.
-Operadores
-Paz social de justicia
Artículo 274. Del Por lo general,
Código Penal son los efectivos
de la Policía -Prueba de Prueba cuali-
“El que Nacional que se alcoholemia tativa
encontrándose en encuentran en la
estado de vía pública
V2 ebriedad, con realizando
CONDUCCIÓN DE
presencia de controles de
VEHÍCULO EN alcohol en la rutina u
ESTADO DE sangre en operativos
EBRIEDAD proporción mayor previstos con
de 0.5 gramos- antelación, -Prueba
litro, o bajo el siendo que cuantitativa
efecto de drogas inicialmente -Dosaje
tóxicas, someten a la etílico
estupefacientes, prueba de
sustancias alcoholemia a
psicotrópicas o quienes transitan
sintéticas, y luego de ello
conduce, opera o podrían
maniobra eventualmente
vehículo pasara a una
motorizado, será
segunda prueba
de dosaje etílico,
reprimido con
o en su caso
pena privativa de -Contraprueba Derecho a la
directamente la
la libertad no verdad
prueba de dosaje
menor de seis
etílico.
meses ni mayor
de dos años o con
prestación de
servicios
comunitarios de
cincuenta y dos a
ciento cuatro
3
94
jornadas e
inhabilitación,
conforme al
artículo 36 inciso
7) última
modificación
mediante Ley N°
29439, publicada
el 19 de
noviembre de
2009.
4
95
CAPÍTULO III
MARCO METODOLÓGICO
III.2. Diseño Metodológico
III.2.1.Tipo
El presente proyecto de tesis ha sido elaborado siguiendo una finalidad,
evaluar los problemas y limitaciones que se suscitan en las intervenciones policia-
les por conducción en estado de ebriedad o presunta ebriedad y que en algunos ca-
sos no están provistos de los instrumentos para la prueba cualitativa (prueba de al-
coholemia), por lo que deben conducir a la comisaria a los intervenidos y en este
ínterin se produce algunas arbitrariedades y abusos de derecho. Así entonces, el
presente estudio cumple con las características suficientes para ser calificado
como una investigación de tipo CORRELACIONAL; por cuanto no hay depen-
dencia de las variables de trabajo y es de corte TRANSVERSAL siendo que los
datos de la realidad se han tomado en un solo momento año 2019 en Huaura en la
cual hemos encontrado el problema y planteado las alternativas de solución.
III.2.2.Enfoque
El enfoque de la investigación es cualitativo y cuantitativo (mixto) debido
a que por un lado se analizará una realidad, las teorías, enfoque de los distintos
5
96
tratadistas y a la vez se utilizará la recolección y análisis de datos para la demos-
tración del establecimiento de los objetivos tanto general como los específicos y
por otro lado es cuantitativa, debido a la mediación numérica, el conteo y frecuen-
temente el uso de la estadística para analizar si existen casos de vulneración de
derechos en las intervenciones de los conductores en estado de ebriedad.
III.3. Población y Muestra
Población
La población materia de estudio se basa en los siguientes instrumentos:
- PERSONAS
La aplicación de los métodos y técnicas de investigación señalados nos
permitieron recopilar la información necesaria para los efectos de contrastar la
hipótesis planteada; en ese sentido la poblaciòn a estudiar se encuentra confor-
mada por jueces, fiscales, asistentes de función fiscal, especialistas de juzga-
dos, abogados especialistas y usuarios que en total suman 823 personas.
III.3.1.Muestra
La muestra está conformada por el porcentaje estadístico necesario que
permita establecer una visión de la problemática planteada que siendo nuestra
poblacion numericamente nimia, es decir 86 personas, pero que supera las 100
personas alcanza las 823, siendo entonces aplicable la siguiente formula estadistica.
p x q x Z2x N
𝑛=
𝑍2 𝑥 𝑝 𝑥 𝑞 + 𝑒2 (𝑁 − 1)
Leyenda:
6
97
n = Tamaño de la
muestra N = Tamaño de la
población
p y q = desviación estándar de la población que, generalmente cuando no se
tiene su valor, suele utilizarse un valor constante de 0,5. (Valor estándar = 0.5)
Z = valor obtenido mediante niveles de confianza. Es un valor constante
que, si no se tiene su valor, se lo toma en relación al 95% de confianza equivalente a
1,96 (como más usual) o en relación al 99% de confianza equivale 2,58, valor que
queda a criterio del investigador.
e = limite aceptable de error muestral que, generalmente cuando no se tiene
su valor, suele utilizarse un valor que varía entre el 1% (0,01) y 10% (0,10), valor
que queda a criterio del encuestador.
Muestra de la 1ra Unidad de Análisis:
nl = 0.5 x 0.5 x (1.96) x 823
1.96 x 0.5 x 0.5 + (0.1)2 (823-1)
nl = 0.25 x (3.8416)2 x 823
3.8416 x 0.25 + (0.01) (822)
nl = 0.9604 x 823
0.9604 + 8.22
nl = 790.4092
9.1804
nl = 86.0974
nl = El tamaño de muestra poblacional es de 86 personas a encuestar.
3.1. Técnicas de recolección de datos
3.1.1. Técnicas a emplear
7
98
En la presente investigación se ha procedido a delimitar las siguientes técnicas para
la recolección de datos: Fichaje: Para recolectar la información de nuestro marco teórico y
los sustentos jurisprudenciales; Encuesta: Para recolectar la opinión de nuestra unidad de
análisis sobre nuestra propuesta de investigación.
3.1.2. Descripción de los instrumentos
Para la técnica del fichaje, se utilizará el instrumento de las fichas que son cuadros
estructurado para la selección de información doctrinal y jurisprudencial. Para la técnica de
la encuesta, se utilizará el instrumento del cuestionario de entrevista, que se es estructurado
en base a nuestra propuesta de investigación, constituido por peguntas con alternativas
conceptuales y dicotómicas.
3.2. Técnicas para el procesamiento de información
Para la presente investigación se ha delimitado que el procesamiento de la
información se realizará utilizando la técnica de la estadística básica, mediante el
instrumento de Excel, donde ingresaremos los resultados de nuestro trabajo en campo y
este nos generará las tablas y figuras correspondientes.
8
99
3.3. Matriz de consistencia
TITULO PROBLEMA OBJETIVOS HIPOTESIS VARIABLES
Problema General Objetivo general
¿Qué relación existe entre el delito de peligro Og: Establecer la relación que existe entre el delito El delito de peligro común se
común y la conducción de vehículo en estado de peligro común y la conducción de vehículo en relaciona significativamente Variable Inde-
con la conducción de
de ebriedad en Huaura en el año 2019? estado de ebriedad en Huaura en el año 2019.
vehículo en estado de
pendiente:
ebriedad en Huaura en el año
Problemas específicos Objetivos específicos 2019. CONFIGURACIÓN
CONFIGURACIÓN DEL DELITO DE PE-
DEL DELITO DE LIGRO COMÚN
PELIGRO COMÚN Y ¿Cómo se configura el delito de peligro Explicar cómo se configura el delito de peligro común en
SU RELACIÓN CON común en Huaura en el año 2019? Huaura en el año 2019.
LA CONDUCCIÓN Variables De-
DE VEHÍCULO EN ¿Cuál es la eficacia de la toma de dosaje Explicar cuál es la eficacia de la toma de dosaje etílico al pendientes: CON-
ESTADO DE etílico al momento de la intervención policial momento de la intervención policial en Huaura en el año DUCCIÓN DE
EBRIEDAD EN en Huaura en el año 2019? 2019. VEHÍCULO EN ES-
HUAURA, AÑO 2019 TADO DE EBRIEDAD
¿Qué consecuencias jurídicas enfrenta Determinar qué consecuencias jurídicas enfrenta aquella
aquella persona que conduce en estado de persona que conduce en estado de ebriedad rebasando los
ebriedad rebasando los límites permitidos en límites permitidos en Huaura en el año 2019.
Huaura en el año 2019?
Fundamentar cuál es la diferencia entre la prueba de
¿Cuál es la diferencia entre la prueba de alcoholímetro y la prueba de dosaje etílico en las
alcoholímetro y la prueba de dosaje etílico en intervenciones policiales en el delito de conducción en
las intervenciones policiales en el delito de estado de ebriedad en Huaura en el año 2019.
conducción en estado de ebriedad en Huaura
en el año 2019?
¿En qué medida la intervención de la Policía Determinar en qué medida la intervención de la Policía
Nacional frente a la conducción en estado de Nacional frente a la conducción en estado de ebriedad
ebriedad vulnera el derecho a la libertad en vulnera el derecho a la libertad en Huaura en el año 2019.
Huaura en el año 2019?
5
98
CAPÍTULO IV:
RECURSOS, PRESUPUESTO Y CRONOGRAMAS
4.1. Recursos
4.1.1. Personal
Para la investigación se utilizaron recursos humanos, el trabajo de la misma
investigadora, asimismo, asesoría de profesores, encuestadores y otros que han
generado gastos de recursos personales para llevar a cabo la presente investigación.
4.1.2. Bienes
Rubro Cantidad Costo
Papel Bond 75° gramos 03 millares 80.00
Papel periódico 02 millares 30.00
Correctores 04 unidades 15.00
Resaltadores 04 unidades 10.00
Bolígrafos 05 unidades 15.00
Lápices y tajador 05 unidades 10.00
Unidades de disco 04 unidades 15.00
Grapas y clichés 01 caja 10.00
Otros gastos varios 300.00
----------------
SUB TOTAL: 485.00
4.1.3. Servicios
8
99
Rubro Precio S/.
Recopilación de muestras 500.00
Digitación 200.00
Copias Fotostáticas 100.00
Internet (horas/día) 50.00
Refrigerio 500.00
Pasajes y Viáticos varios 1000.00
TOTAL = S/ 2,835.00
4.1. Presupuesto
4.2. Financiamiento
Los gastos que demande la ejecución del presente trabajo de investigación serán
cubiertos por recursos propios.
6
100
4.3. Cronograma
Nº Actividad Duración Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre Enero
Preliminar 1 mes
Recolección 2 meses
de Datos
Procesamiento 1 mes
de Datos
Recojo de 2 meses
Muestras
Análisis de 2 meses
Muestras
Redacción 3 meses
Presentación y 1 mes
Sustentación
7
101
CAPÍTULO V
FUENTES DE INFORMACIÓN
5.1. Fuentes Bibliográficas
BACIGALUPO, Enrique (1999). Derecho penal. Parte general. Hammurabi:
Buenos Aires.
BRAMONT ARIAS-TORRES, Luis (2002). Manual de Derecho Penal Parte
General. Editorial y Distribuidora de Libros S.A.: Lima.
CÁCERES JULCA, Roberto (2013). El delito de conducción en estado de ebrie-
dad. Jurista Editores: Lima.
CHANG KCOMT, Romy (2011). Dolo eventual e imprudencia consciente: Refle-
xiones en torno a su delimitación. Derecho & Sociedad N° 36. Asociación Civil,
PUCP: Lima.
GARCÍA CAVERO, Percy (2019). Derecho Penal Parte General. Ideas: Lima.
MEINI, Iván (2014). Lecciones de Derecho Penal Parte General. Teoría jurídica
del delito. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú: Lima.
MUÑOZ CONDE, Francisco & GARCÍA ARAN, Mercedes (2010). Derecho pe-
nal parte general. 8° edición. Tirant lo Blanch: Valencia, España.
PEÑA CABRERA, Alonso (2012). Derecho Penal Parte Especial. Tomo III.
IDEMSA, Lima.
SANCHEZ VELARDE, Pablo (2019). El proceso penal. Iustitita: Lima.
102
SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. IN-
PECCP y CENALES: Lima.
TABOADA PILCO, Giammpol (2018). Delito de conducción en estado de ebrie-
dad o drogadicción y proceso inmediato. Gaceta Jurídica, Lima.
TERRAGNI, Marco (1981). Culpabilidad penal y responsabilidad civil. Hammu-
rabi: Buenos Aires.
URQUIZO OLAECHEA, José (2016). Código Penal práctico. Tomo II. Gaceta
Jurídica: Lima.
VIERA MORANTE, Francisco (2007). De los delitos contra la seguridad del trá-
fico. En: CONDE-PUMPIDO TOURON, Cándido y LOPEZ BARJA DE QUI-
ROGA, Jacobo. Comentarios al Código Penal. Tomo IV. Bosch: Barcelona.
VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe (2006). Derecho penal parte general.
Grijley: Lima
5.2. Jurisprudencia:
Acuerdo Plenario N° 2-2008/CJ-116
R.N. N° 5083-2008-Cuzco
R.N. N° 1232-2010-Loreto
R.N. N° 3864-2013-Junín
R.N. N° 1377-2014-Lima
R.N. N° 607-2015-Lima Norte
R.N. N° 2156-2017-Pasco
Casación N° 382-2012-La Libertad
Casación N° 103-2017-Junín
Exp. N° 2993-2016-12 (La Libertad).
103
ANEXOS
ANEXO 01
104
01. Instrumentos para la toma de datos
Esta indagación se efectúa en el límite del tema de estudio para conferirse
el título de abogado de la UNJFSC.
El estudio lleva por título:
CONFIGURACIÓN DEL DELITO DE PELIGRO COMÚN Y SU RELACIÓN CON LA CONDUCCIÓN
DE VEHÍCULO EN ESTADO DE EBRIEDAD EN HUAURA, AÑO 2019
Estimado encuestado, para contestar el breve cuestionario que tiene a la vista
debe tener en cuenta lo siguiente:
En el presente estudio se propone la Determinación de los fundamentos
constitucionales que permiten admitir CONFIGURACIÓN DEL DELITO DE PELIGRO
COMÚN Y SU RELACIÓN CON LA CONDUCCIÓN DE VEHÍCULO EN ESTADO DE
EBRIEDAD; siendo que durante el desarrollo investigativo del tema surgieron
diversas inquietudes académicas que nos gustaría nos ayude a aclarar, expresando
de antemano nuestro agradecimiento.
90 personas
Colabore, marcando con una (X), según su criterio:
-Peligro abstracto
1. Según su conocimiento ¿Asume usted que el delito de peligro común se configura siem-
pre y cuando un individuo en estado de ebriedad conduce un vehículo?
a) Sí 80 1
b) No 10 0
2. ¿Considera que en todos los delitos de peligro común deben establecerse limitantes que
no permitan el abuso de algunas autoridades?
a) Sí 80 1
b) No 10 0
-Seguridad pública
105
3. Según su conocimiento ¿La intervención de la Policía Nacional en casos de conducción
en estado de ebriedad vulnera el derecho a la libertad?
c) Sí 10 1
d) No 80 0
4. ¿Desde una perspectiva moderna, considera que actualmente la reparación civil que se
fija está acorde a la naturaleza de los delitos?
a) Sí 25 1
b) No 65 0
5. ¿Desde una visión actual, advierte usted que en el delito de conducción en estado de
ebriedad debe sancionarse penalmente, pero no debe imponerse una reparación civil?
a) Sí 85 1
b) No 05 0
-Paz social
6. ¿Según su opinión, considera que existen elementos exógenos que influyen para que se
retenga o detenga a un conductor?
a) Sí 80 1
b) No 10 0
7. ¿Para usted, el debido proceso implica que la persona que conduce en estado de
ebriedad, rebasando los límites permitidos sea sometida a una prueba de cantidad y
que rebase los límites permitidos
e) Sí 85 1
f) No 05 0
106
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,
-Prueba de alcoholemia
8. Desde su punto de vista, ¿El protocolo previsto para las pruebas frente a un presunto de-
lito de conducción en un estado de ebriedad es correcto?
a) Sí 20 1
b) No 70 0
9. ¿Desde su punto de vista, ¿El protocolo previsto para las pruebas frente a un presunto
delito de conducción en un estado de ebriedad, permite la vulneración de derechos cons-
titucionales?
a) Sí 65 1
b) No 25 0
10. Desde su punto de vista, ¿El protocolo previsto para las pruebas frente a un presunto de-
lito de conducción en un estado de ebriedad no debe ser controlado solo por la policía
de tránsito, sino por otras entidades que garanticen transparencia?
a) Sí 75 1
b) No 15 0
11. ¿Considera que la prueba de alcoholemia garantiza que el conductor se encuentre ebrio?
a) Sí 10 1
b) No 80 0
-Dosaje etílico
12. ¿Asume usted que el dosaje etílico denota eficacia cuántica de la ingesta de alcohol,
cuando se interviene y se conduce al infractor al establecimiento policial?
g) Sí 10 1
107
h) No 80 0
13. ¿Asume usted que la policía utiliza adecuadamente los protocolos para las tomas de
muestra de quienes contravienen la norma positiva de prohibición de conducción en es-
tado de ebriedad?
i) Sí 10 1
j) No 80 0
-Contraprueba
14. ¿Para tiempos como los que vivimos está debidamente justificada la aplicación del pro-
tocolo de dos fases, primero que se someta a una prueba de cualidad y luego de canti -
dad?
a) Sí 05 1
b) No 85 0
15. ¿Según su conocimiento la diferencia entre la prueba de alcoholímetro y la prueba de
dosaje etílico con las intervenciones policiales en el delito de conducción en estado de
ebriedad es que el primero sea una prueba previa (cualitativa) y la segunda, (cuantitati-
va)?
k) Sí 10 1
l) No 80 0
-------------
Muchas gracias por su colaboración.