ESCUELA SUPERIOR DE FORMACIÓN DE MAESTROS
“SIMÓN BOLÍVAR”
ENSAYO: ETICA DE LOS VALORES
NOMBRE DEL ESTUDIANTE: PABLO MARCOS LOZA MARCA
UNIDAD DE FORMACIÓN: ETICA DE LOS VALORES RELIGIOSOS Y
ESPIRITUALES
CATEDRÁTICO-DOCENTE: M. SC. WILLY ROBERTO ZURITA TUSCO
ESPECIALIDAD: VALORES, ESPIRITUALIDAD Y RELIGIONES
AÑO DE FORMACIÓN: SEGUNDO
FECHA DE ENTREGA: 09 DE ABRIL DE 2025
LA PAZ – BOLIVIA
INTRODUCCIÓN
La ética de los valores se constituye en una de las concepciones de éticas materiales que
se basa en un contenido moral, conceptos superiores a los mismos hombres, esta ética
guía nuestras acciones en base a los valores, mismos que tienen como fuente a lo
sagrado, enmarcándonos las acciones que realizamos en nuestro día a día, pero para
comprender mejor esta ética es necesario repasar el mismo concepto de ética, ya que es a
través de este conocimiento que podemos aplicar realmente cualquier concepción de la
misma, por tanto este ensayo estará dirigido a reflexionar acerca de la ética y sus distintas
concepciones.
DESARROLLO
La ética de los valores religiosos parte de la misma ética, una ética que
comprendemos como una ciencia que estudia el mismo comportamiento del ser humano,
pero a diferencia de la psicología, desde la calidad de las acciones, es decir aquello que se
considera bueno o malo, en ese sentido la ética reflexiona acerca de los principios morales
que guían la conducta humana, desde ese punto de vista se puede comprender que la
ética implica un estudio estructurado y reflexivo, cuyo objetivo es determinar aquellos
comportamientos que tenemos los seres humanos como buenos o malos, siempre en
búsqueda de mejorar como sociedad y como personas, garantizando armonía.
Existen diversas formas de clasificar las concepciones de ética, sin embargo, todas
las clasificaciones coinciden en distinguir dos tipos de ética, aquella que aplica y crea
normas y aquella que reflexiona acerca de estas, para este ensayo en particular se
distingue entre éticas materiales, que califican los actos como buenos o malos guiados por
una fuente, fin o ser y las éticas formales, que defienden que los actos de los hombres
nacen de ellos mismos sin ningún tipo de intervención y las normas nacen a partir de la
libertad.
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Las éticas materiales postulan que todos los seres humanos tenemos un fin o un
propósito que seguir, un bien mayor para alcanzar la virtud. Por tanto, los actos buenos son
aquellos que nos acercan a ese fin, y a partir del cual surgen esas normas, por otro lado
todo acto que nos aleja de ese propósito es considerado “malo”. En cambio, las éticas
formales son autónomas, porque en éstas es el propio ser humano el que se proporciona a
sí mismo las normas y los preceptos.
Hasta el siglo XVIII, todas las éticas eran materiales. Fue el filósofo Immanuel Kant
la primera persona en proponer una ética formal, postulando que las normas salen de las
mismas personas en forma de deberes asumidos. Teniendo en cuenta estos antecedentes
podemos reflexionar acerca de las principales concepciones de ética.
La primera de las concepciones de ética sobre la que reflexionaré será el Hedonismo,
nacido a partir del término hedoné que en griego significa “placer”. Para esta escuela la
felicidad, consiste en alcanzar el placer. Entre los exponentes de esta escuela tenemos al
filósofo griego Epicuro que sostenía que las sensaciones son inevitables y que si somos
conscientes de esto podemos aplicar razonamiento, si dejamos que los deseos nos
controlen encontraremos el dolor, ante lo cual Epicuro señaló: Todos los seres vivos
buscan el placer y huyen del dolor, entendiendo distintos tipos de placer y dolor en función
también del alma.
La felicidad consiste en organizar nuestra vida para alcanzar el máximo placer y el
mínimo dolor.
Para los epicúreos, la felicidad humana se consigue con el placer. Pero no con
cualquier placer: la búsqueda de placer comprende estabilidad y completitud, debe ser un
placer que conlleve un estado en el cual se superan el dolor y la preocupación. Para evitar
el dolor físico, Epicuro propone un ideal de vida sobrio y frugal, limitado a la satisfacción de
las necesidades naturales, y siempre con medida. Hay 3 tipos de placeres: Los naturales y
necesarios, los naturales y no necesarios, los no naturales y no necesarios.
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El hedonismo epicúreo es individualista, ya que se trata de lograr el mayor placer
individual en favor de reconocer que este elemento es intrínseco y por lo tanto útil solo para
la persona que lo experimenta, sin embargo es por este placer que el hombre busca el bien
de los otros en función de la armonía.
La segunda concepción de ética corresponde al estoicismo que fue fundado por Zenón de
Citio en Atenas. Para los seguidores de esta escuela, el universo está regido por leyes fijas
e inflexibles y el hombre razonable, debe adaptarse a ellas. El estado mental es central en
esta escuela de pensamiento. Cada individuo tiene un destino inexorable y solo es feliz
quien lo acepta. Vivir una vida virtuosa en base a lo que podemos controlar encontrando
paz en medio de los desafíos de la vida.
Únicamente, quien sea capaz de comprender la estrecha relación que existe entre
las leyes que rigen la naturaleza y su influencia en el ser humano podrá ser feliz. Desde
esta perspectiva, la vida buena se convierte en un esfuerzo para llegar a la comprensión y
aceptación de esta realidad.
Para los estoicos, el sabio es imperturbable. Ha logrado comprender la ley de la
naturaleza y se adapta a ella, acata racionalmente la ley universal y acepta su destino.
Todo lo que pasa es porque tiene que pasar y hay que darlo por bueno y convertirlo
en provecho propio. Los estoicos proclamaban la fraternidad universal, creían en la
igualdad entre los seres humanos y en la ausencia de fronteras entre los países.
La tercera concepción de ética es la ética cristiana, una doctrina ética que tuvo gran
influencia en el occidente y que aún a día de hoy es modelo a seguir para millones de
creyentes.
En el siglo V, san Agustín de Hipona plantea que la máxima aspiración del ser
humano es acercarse a Díos, otorgando a la religión un papel central en la sociedad e
inspirando todo tipo de acciones en nombre de Dios, si bien esta concepción de ética está
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basada en el amor hacia el prójimo, en muchas ocasiones fue motivo de rechazo profundo
a líneas de pensamiento divergente.
Para san Agustín, encontrar a Dios es encontrar la felicidad, pues Dios es amor, y
este amor es el principal deseo del ser humano por el cual obra en la tierra.
La cuarta concepción de éticas materiales nos lleva al emotivismo, que nace a partir de
David Hume, uno de los representativos de la corriente filosófica conocida como empirismo,
que da mucha importancia a la observación y a la experimentación.
Para Hume lo que nos mueve moralmente es un sentimiento de simpatía básico con
el que nacemos como seres naturales y sociales que somos. Esta simpatía se despierta
ante aquello que es útil a la sociedad, en función de la supervivencia de los seres humanos
y por tanto actuamos en base a un deseo de perdurar.
La quinta concepción de ética nos lleva al utilitarismo, si bien las éticas que perseguían la
felicidad y el placer quedaron descartadas, la ilustración en el siglo XVIII y la mentalidad
positivista del XIX propiciaron su reaparición, con planteamientos actualizados.
El primer utilitarista es Jeremy Bentham, para el utilitarismo, el único principio que
se puede proponer como criterio claro es el principio de la utilidad.
Lo útil se define como lo que aumenta el placer y disminuye el sufrimiento, lo que
proporciona el máximo bienestar y felicidad. Además, no se puede adoptar el punto de
vista del individuo, sino el de la sociedad.
El utilitarismo busca el mayor bienestar posible para el mayor número de
ciudadanos posible.
El utilitarismo está inspirado por un ideal de bienestar social a través de condiciones
de vida dignas para todos.
Una concepción central para este ensayo es la ética de los valores que parte de una
corriente de filosofía moral iniciada por el alemán Max Scheler. Una acción es buena si es
capaz de realizar un valor. Los valores son cualidades objetivas e intemporales que el
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hombre sólo puede captar mediante el sentimiento, es decir haciendo uso de una intuición
emocional.
Rechaza el relativismo moral y sostiene que, aunque históricamente cambian las
costumbres y los juicios sobre los valores, éstos son absolutos, objetivos e intemporales.
Los valores existen dentro de una jerarquía, están organizados por orden de
importancia, los menos importantes son los valores sensibles, luego estarían los valores
espirituales, los estéticos y los cognoscitivos y por último el valor supremo de lo sagrado.
Por otro lado tenemos a las éticas formales, la primera de las cuales es la ética Kantiana
Immanuel Kant declara que “la razón humana ha alcanzado la mayoría de edad” y
debe convertirse en la única instancia legitimadora de la validez y la verdad.
Kant propone a la razón humana como motor de acciones en base al análisis en
contraposición a otras éticas que planteaban las acciones en función de un objeto, ser o
idea.
Kant distingue dos grandes clases de imperativos éticos, hipotéticos y categóricos.
Mientras que los hipotéticos plantean acciones, condiciones, para alcanzar la virtud, los
categóricos instan al hombre a partir de su propio ser para alcanzar la misma.
Las acciones éticas se realizan porque el hombre las asume como su deber.
La segunda concepción de ética formal corresponde al nihilismo de Nietzche que pretendió
un cambio radical y una inversión de los valores predominantes.
Su ética es sobre todo una crítica a las demás éticas, añadiendo una cierta
propuesta moral.
Según su pensamiento, todos los ideales, principios, normas y valores de nuestra
civilización carecen de consistencia y son absolutamente vanos y vacíos. Para él los
valores morales son estratagemas de dominio de unos hombres para con otros.
Pero, ninguna moral y ninguna ética reconocen esto, pues es esencial para ellas el
ocultarlo.
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Nietzsche manifiesta que Dios ha muerto ya que Dios es la síntesis de los valores y
hemos sido dejados a la deriva.
Una tercera concepción de ética es el existencialismo.
El existencialismo reivindica el papel de la libertad. El hombre se sabe libre y no tiene más
remedio que ser libre: es obligatoriamente libre. Sartre dice que la existencia precede a la
esencia; con ello quiere destacar que el hombre es, ante todo, proyecto, que se realiza
eligiendo la propia forma de vida, para la que no existen normas definidas ni valores
supremos.
Las personas van ejerciendo su libertad en cada decisión y van construyendo su código
ético. Por lo mismo, el hombre es un proyecto que se va haciendo.
Por otro lado tenemos la ética analítica
Esta corriente filosófica, surgida en el siglo XX, destacó especialmente en el análisis del
lenguaje cuando lo usamos moralmente, es decir, cuando usamos las palabras 'bueno' /
'malo' en sentido moral.
La ética analítica comienza con el filósofo inglés George E. Moore, para él lo bueno no
puede ser definido mediante el lenguaje, pues es una cualidad simple que sólo se conoce
intuitivamente y escapa a cualquier definición lingüística.
Alfred Ayer critica el intuicionismo de Moore, proponiendo un emotivismo: para Ayer,
cuando alguien dice que una acción es buena, no está intuyendo cierta bondad objetiva en
la acción, sino que en realidad sólo está expresando la emoción o sentimiento agradable
que le produce observarla tratando de persuadir a los demás para que sientan lo mismo.
Richard Hare, defiende el prescriptivismo universal: el lenguaje moral no pretende ser
persuasivo ni alcanza a expresar qué es el bien moral gracias a alguna especial intuición,
sino que sólo alcanza a ordenar mediante enunciados imperativos qué conducta deben
realizar todos, y ello según ciertos valores que previamente han sido elegidos de acuerdo
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con la razón por su carácter universalizable. Esto distingue la norma moral de la norma
jurídica.
Por último tenemos la teoría de la justicia como quinta concepción de ética.
Una de las éticas dialógicas, que se preocupan por las condiciones de comunicación en las
que los grupos humanos pueden elaborar códigos de valores y normas morales comunes y
beneficiosas para todos.
Recogen la herencia de la idea Kantiana del respeto a la persona y la preocupación social
de los utilitaristas, tienen como referente normativo la Declaración Universal de los
Derechos Humanos.
CONCLUSIONES
Las distintas concepciones de ética nos recuerdan el vasto potencial de los seres
humanos y sus particularidades, la evolución de los conceptos y sus ramificaciones nos
hablan de como distintas personas tienen ideas únicas y cada una comprende el mundo de
una forma distinta, si bien en estos postulados muchas personas logran identificarse en
alguna concepción, siempre tenemos posibilidades y el como actuamos frente a la
capacidad de cambio es aquello que también nos define como personas, ya sea la
búsqueda de placer o la preservación de la vida, un punto central que nunca debemos
perder de vista es el bienestar de la sociedad como conjunto de personas y a través de
este bienestar enmarcar y guiar nuestras propias acciones para lograr armonía y paz para
todos.