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23 24 Ética Tomás de Aquino

Tomás de Aquino propone una ética teleológica y eudemonista que integra la perspectiva cristiana, donde el fin último del hombre es la felicidad a través del conocimiento de Dios. La ley natural, derivada de la ley eterna, guía al hombre hacia el bien y se manifiesta en inclinaciones que deben ser seguidas para alcanzar la virtud y la vida eterna. Además, la ley positiva debe alinearse con la ley natural, y la autoridad política es considerada un mandato divino que debe respetar el bien común.

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23 24 Ética Tomás de Aquino

Tomás de Aquino propone una ética teleológica y eudemonista que integra la perspectiva cristiana, donde el fin último del hombre es la felicidad a través del conocimiento de Dios. La ley natural, derivada de la ley eterna, guía al hombre hacia el bien y se manifiesta en inclinaciones que deben ser seguidas para alcanzar la virtud y la vida eterna. Además, la ley positiva debe alinearse con la ley natural, y la autoridad política es considerada un mandato divino que debe respetar el bien común.

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ÉTICA TOMÁS DE AQUINO

Tomás de Aquino defiende un modelo de ética que coincide con Aristóteles en cuanto que es
una ética teleológica y eudemonista, pero le añade la perspectiva cristiana.

Al igual que Aristóteles, entiende que el hombre tiende a un fin, o bien, que el fin último es la
felicidad y que este se alcanza buscando la actualización de la propia esencia, de lo que es
propio del hombre, su alma racional. Pero, su defensa de la fe le hacer introducir otros
elementos:

Dios es el creador de todos lo que existe, por ello todos los seres, incluido el hombre están
ordenados hacia Dios. Dios es el principio y el fin último de todas las criaturas.

El hombre no solo es un ser natural, como defendía Aristóteles sino que además aspira a la
vida eterna, más allá de esta vida mortal. El fin último del hombre es el conocimiento pleno de
Dios o visión beatífica, lo que solo es posible en la otra vida. Para lograrlo, el hombre debe
hacer el bien, es decir, cumplir con la ley que Dios ha puesto en su naturaleza.

Dios ha ordenado el universo mediante la creación. Este orden es la LEY ETERNA, que hace todos
los seres tiendan a realizar su fin. Esta ley está inscrita en la naturaleza de los hombres, como
LEY NATURAL, que es el modo en que los hombres participan de la ley eterna, ya que el hombre
es un ser con entendimiento y voluntad, dotada de libre albedrío o posibilidad de elegir hacer
el bien o el mal.

El hombre tiende al bien, a su fin. Por ello, afirma Tomás de Aquino el primer precepto y el
más general de la ley natural es “ha de hacerse el bien (fin) y evitar el mal”. De este precepto
derivan todos los demás. Luego la ley moral consiste en obrar de acuerdo con mis tendencias
naturales. Dios pide al hombre que siga su propia naturaleza, la que él me ha dado.

Dado que el hombre es un ser racional puede conocer sus propias inclinaciones o tendencias
naturales y deducir las normas que le permiten y así dirigir su voluntad hacia el bien y buscar el
fin último:

La ley natural se manifiesta en “Unas inclinaciones o disposiciones que la razón capta como
buenas y dignas de conseguir considerando malas a sus contrarias” (Summa theologica)

Tendencias y preceptos morales:i

a) Como sustancia, tiende a la conservación de la propia existencia. Se deduce que


debemos hacer lo posible por conservar nuestra existencia, cuidar nuestro cuerpo,
etc., y se prohíbe lo contrario, por ejemplo, el suicidio.

b) Como sustancia animal, tiende a la conservación de la especie, a procrear. Se deduce


que el hombre debe tener hijos y cuidarlos.

c) Como ser racional, tiende a buscar la verdad y a vivir en sociedad para conseguir
ciertos fines. Por lo tanto, el hombre debe buscar la verdad y respetar la justicia.

Características de la ley natural o moral. La ley natural es:

a) Evidente. La ley natural es fácilmente cognoscible para todos los hombres ya que es
una norma objetiva de la conducta de todos los hombres. Todos los hombres la
pueden conocer puesto que tienen entendimiento.
b) Universal e inmutable. La ley natural es común a todos los hombres, y permanece a
través de los cambios, ya que está en la propia naturaleza del hombre.

Pero Tomás de Aquino sostiene que no es suficiente con conocer el bien, sino que hay que
hacerlo y para ello se deben adquirir buenos hábitos, es decir, la virtud, entendida en el mismo
sentido que Aristóteles. Retoma la clasificación aristotélica que distinguía entre virtudes éticas
e intelectuales, destacando el papel de la prudencia y añade una tercera categoría, las virtudes
teologales que son necesarias para llegar al fin último, conocer a Dios. Son la fe, la esperanza y
la caridad.

LA LEY POSITIVA (SOCIEDAD/POLÍTICA)

La ley positiva es una exigencia de la ley natural, lo que la convierte en una prolongación de la
misma y justifica la exigencia de que la ley positiva debe respetar el mandato de la ley natural.

Como se acaba de señalar, según Tomás de Aquino, el hombre es un ser sociable por
naturaleza. Está de acuerdo con Aristóteles en que la sociedad es algo natural. El hombre
necesita la sociedad que se organiza por medio de la razón.

Toda sociedad tiene dos fines: facilitar lo necesario para satisfacer las necesidades y permitir
que los hombres se desarrollen como personas, es decir, vivan de acuerdo con la virtud y
alcancen la felicidad, en último caso, conocer a Dios.

El bien común es el fin último del Estado, que debe gobernar teniendo en cuenta todo esto,
por eso las leyes humanas o LEY POSITIVA debe estar de acuerdo con la ley natural. Las leyes
contrarias a la ley natural deben rechazarse, no obligan en conciencia, porque no respetan la
ley de Dios. La ley positiva tiene que supeditarse a la ley natural.

La autoridad política viene de Dios, pero indirectamente porque ningún hombre puede mandar
sobre otros sin el consentimiento de los demás.

En cuanto a las formas de gobierno, Tomás de Aquino sigue a Aristóteles, y distingue formas
legítimas (monarquía, aristocracia y democracia) si sus acciones son justas y respetuosas con el
pueblo o e ilegítimas si no lo son.

i
El problema sigue existiendo porque Dios también nos ha dado inteligencia. Por lo tanto, ¿debo utilizar
mis conocimientos médicos para curar?, ¿hasta qué punto debe intervenir el hombre? ¿evitar el
sufrimiento?, ¿curar?, ¿ayudar a morir?

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