Tema 63.
La lírica del Grupo poético del 27
1. Introducción
2. El Grupo del 27
2.1 Las vanguardias artísticas
2.2 La Generación o Grupo del 27
2.3 Etapas de la Generación
3. Pedro Salinas
4. Jorge Guillén
5. Gerardo Diego
6. Vicente Aleixandre
7. Federico García Lorca
8. Dámaso Alonso
9. Luis Cernuda
10. Rafael Alberti
1. Introducción
Como afirmaba el gran crítico literario Fernando Lázaro Carreter, el método de las
generaciones no es un procedimiento de periodización muy adecuado. Los poetas del
27, según este y otros investigadores como Vicente Tusón o García de la Concha, no
son una generación sino un grupo dentro de una generación a la que, por edad,
pertenecen también otros poetas, además de novelistas y dramaturgos. Según, L.
Carreter, estos poetas no serán nunca una generación, sino una fracción de ella, un
grupo.
No obstante, en 1948 y a colación del auge que vive la España del momento sobre la
aplicación del método historiográfico de las generaciones, escribe Dámaso Alonso su
artículo “Una generación poética” donde consagra en el plano teórico el concepto de
“Generación del 27”. En Las Generaciones literarias había fijado J. Petersen como
características exigibles para poder hablar con propiedad de generación las siguientes:
coetaneidad; homogeneidad de educación; relación personal intensa; existencia de un
acontecimiento destacado; caudillaje; configuración de un lenguaje generacional;
anquilosamiento o parálisis de la generación anterior. Tras confrontar con ellas las del
conjunto de poetas que según Dámaso Alonso conformaban la Generación del 27 decía:
Lo que quiero es simplemente afirmar que esos escritores no formaban un mero grupo
sino que en ello se daban las condiciones mínimas de lo que entiendo por generación.
El repaso de epistolarios, libros de memorias, colecciones de recuerdos y revistas
permiten ver cómo a lo largo de los años veinte se va configurando esa nueva estética,
que fragua en lo que por entonces se llama “la joven literatura”. Sobrepasando el ámbito
de la vanguardia española, la joven literatura hace su primera aparición colectiva en la
revista parisina de Valéry Larbaud “Intentions”. En ella se incluía una selección de
poesía y prosa de la mano de Dámaso Alonso, José Bergamín, Rogelio Buendía, Juan
Chabás, Gerardo Diego, Antonio Espina, Federico García Lorca, Antonio Marichalar,
Alonso Quesada, Adolfo Salazar, Pedro Salinas y Fernando Vela. Para entonces, 1924,
están ya establecidas bastantes relaciones personales, ceñidas sobre todo al interés
poético y literario.
En esta exposición, analizaremos la trayectoria poética de esta generación o grupo del
27, desde los orígenes hasta su disolución y prestaremos atención a algunos de los
poetas más sobresalientes y que más huella han dejado en el panorama de las letras de la
primera mitad del siglo XX.
El tema elegido es de importancia pues supone acercarnos a uno de los periodos más
fructíferos de la literatura en lengua española. A través de la lectura, comprensión y
trabajo con los textos literarios de esta época, se aspira a alcanzar varios objetivos en el
aprendizaje del alumnado contribuyendo a su madurez y al posible despertar de una
sensibilidad literaria.
2. El Grupo del 27
2.1 Las vanguardias artísticas
Hacia 1920 puede considerarse cerrado el ciclo modernista, agotada su lengua poética y
sus símbolos. Los más importantes seguidores de dicha corriente en España, Machado y
Juan Ramón, han variado considerablemente sus formas y su trayectoria en general. En
1918, acabada la Gran Guerra, el intelectual o artista se siente decepcionado por una
lucha sin sentido. Lleno de irracionalismo, padece un desencanto vital, y pasa página al
periodo positivista característico sobre todo de la segunda mitad del siglo XIX.
En la década de los 20 triunfará en España el arte nuevo que preconizaba Ortega y
Gasset en su Deshumanización del Arte (1925). La pureza, la metáfora y la Vanguardia
serán las características de la literatura del momento. Posteriormente y de forma
progresiva, las letras vivirán una “rehumanización” que, conjugado con el surrealismo,
dará las obras más bellas del panorama del 27.
Para José Carlos Mainer son dos las vanguardias que podemos encontrar en el panorama
general. La primera será la de los “felices años 20” y supone el descubrimiento
adolescente de un mundo alegre y banal donde toda búsqueda y experimento están
permitidos. Hablamos por tanto de ismos como el Cubismo, el Dadaísmo, el Futurismo,
el Expresionismo, y en el ámbito hispánico, el Ultraísmo y el Creacionismo. La segunda
Vanguardia, la que denomina Mainer como “la de los hoscos treinta”, cuestiona la
finalidad del arte y se pregunta si puede sobrevivir sin un contenido humano y
comprometido. El movimiento más característico y con más fruto de este periodo es el
Surrealismo.
2.2 La Generación o Grupo del 27
Bajo el término Generación del 27 se agrupa una serie de autores que comparten
numerosos rasgos, que producen sus obras paralelamente al desarrollo y evolución de
las vanguardias europeas y con la que coinciden en numerosos aspectos. Dicho término
es el que ha triunfado entre la crítica, marbete que responde a la revalorización de la
figura de Luis de Góngora y la organización de numerosos actos en el Ateneo de Sevilla
por parte de algunos integrantes del grupo, coincidiendo con el tercer centenario de la
muerte del gran poeta del barroco español.
La aportación referente a los distintos ismos de vanguardia comentados, en el caso del
27, debe completarse con la aportación de la tradición, ya sea clásica o popular, hasta
llegar a un punto de equilibrio y ensamblaje entre dos direcciones poéticas
aparentemente contrarias.
Un posible núcleo central de poetas de la Generación lo forman ocho escritores: Pedro
Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca,
Dámaso Alonso, Luis Cernuda y Rafael Alberti. Aunque procedentes de lugares
distintos, el grupo central tuvo su base en Madrid y, particularmente, en torno a la
Residencia de Estudiantes de la capital.
Fuera del ámbito central hay otros escritores de gran calibre y autores de grandes obras
como es el caso de Emilio Prados, Manuel Altolaguirre o José María Hinojosa (juntos
editaron la revista Litoral), José María de Cossío, José Bergamín, Juan Chabás, Pedro
Garfias, J. J. Domenchina, Concha Méndez, María Zambrano o Josefina de la Torre.
También investigadores y ensayistas como Amado Alonso o José Díaz Fernández y
muchos otros más, pues la nómina es casi insuperable si incluimos a otros escritores y
personalidades de la época y del mundo del arte.
La Residencia de Estudiantes de Madrid fundada en 1910 fue, con sus conferencias,
tertulias, representaciones teatrales, etc., un lugar decisivo de encuentro de los poetas de
la joven literatura. Alberto Jiménez Fraud, entonces director de la Residencia, nos ha
dejado un testimonio escrito directo del espíritu que en ella se quería imprimir y que no
era otro, en definitiva, que el que el Krausismo propugnaba al solicitar que en España
surgieran minorías, élites capaces de educar la sensibilidad de los españoles como base
de la regeneración social y política.
Del mismo modo, no solo fueron las revistas lugar de encuentro de la joven literatura
sino que en ellas se gestó y se difundió gran parte del pensamiento estético que
sustentaba la obra de estos poetas. En revistas de vanguardia como “Cosmópolis”,
“Cervantes”, “Grecia”, “Perseo”, “Ultra”, “Horizonte”, “Vértice”, “Plural” o “Alfar”,
publicaron los primeros textos los miembros de la Generación del 27. Paralelamente a
estas, fueron de interés las tres publicaciones de Juan Ramón Jiménez: “Índice”, “Sí” y
“Ley”. La primera de ellas está considerada como germen de las revistas del 27.
Especial atención merece la “Revista de Occidente”, cuyo director José Ortega y Gasset,
acogió y respaldó a los miembros de la joven literatura publicando muchos de sus
primeros poemarios. En cuanto a las principales revistas propiamente de la Generación
del 27 contamos con: “Litoral”, impresa en Málaga; “Verso y Prosa”, en Murcia;
“Carmen” y “Lola”, en Gijón; “Gallo”, en Granada; “Mediodía” en Sevilla; o “La rosa
de los vientos” en Canarias.
Como nota fundamental para entender la creación literaria del 27 es su planteamiento
ecléctico-estético pues en ella, como veremos en los siguientes apartados, conviven la
poesía culta y popular, lo moderno y lo antiguo, Bécquer y Góngora, la tradición y la
Vanguardia.
2.3 Etapas de la Generación
La evolución de los integrantes de la generación poética no fue lógicamente lineal y,
aunque la mayoría de ellos pasan por los tres periodos o fases que menciona la crítica,
no todos lo hacen a la par. Se ha delimitado una primera etapa que podría durar desde
1918 hasta el 36, año en que estalla la guerra. Bajo esta etapa y en un primer momento,
hay autores que comienzan a publicar sus obras bajo la influencia aún del simbolismo,
es el caso del primer libro publicado por García Lorca Impresiones y paisajes (1918).
Tras esto, podemos hablar de un segundo momento en el que la mayoría de poetas se
definen por su rechazo a la poesía anterior y a las formas tradicionales. Es el periodo,
por así decirlo, más acorde con las vanguardias europeas y con el Creacionismo y
Ultraísmo característicos del ámbito hispánico. Posteriormente, dentro de este primer
periodo, existe un movimiento de cierto redescubrimiento y apropiación de las formas
tradicionales. El caso más paradigmático es la reivindicación de la figura de Góngora, la
imitación de su lenguaje, la caza de imágenes conceptuales y la obsesión por la
metáfora. Asimismo, se recuperan formas tradicionales como el romance, la oda o el
soneto, todo ello paradójicamente bajo los presupuestos de un movimiento artístico
iconoclasta y rompedor con la tradición como es la Vanguardia.
Bajo esta primera etapa se encuentran los poemarios Seguro Azar (1929) y Fábula y
Signo (1931) de Pedro Salinas, Cántico (1928) de Jorge Guillén, El romancero de la
novia (1920) de Gerardo Diego, Ámbito de Vicente Aleixandre (1928), Romancero
gitano (1928) de García Lorca, Marinero en tierra (1924) o Cal y Canto (1929) de
Rafael Alberti. Algunos de ellos escogerán el arduo trabajo de la poesía pura, caso de
Salinas o Guillén, transitando por el camino ya abierto por P. Valery en Francia y Juan
Ramón Jiménez en España, junto con las ideas y presupuestos filosóficos muy
influyentes de La deshumanización del arte (1925) de José Ortega y Gasset.
Una segunda etapa que comparte la generación en líneas generales es la que la crítica
suele datar entre 1936 y 1955, una etapa caracterizada por la “rehumanización” de la
poesía comprometiéndose en su mayoría con el mundo circundante. El surrealismo será
la marca de separación que anuncia la impureza de la poesía. Ahora bien, cabe señalar
que algunos de los poetas toman este camino con fecha anterior al 36, es el caso de
Lorca tras su viaje a Nueva York y su libro de poemas Poeta en Nueva York (1930) o
también de Alberti con obras como Sobre los ángeles (1929), quien ya en el año 30
promete su pluma al servicio del compromiso social. De esta manera, la angustia de la
guerra y sus terribles consecuencias como el exilio y la nostalgia por un país perdido y
al que nunca regresar, van a producir o desencadenar algunos de los poemas más
impuros y bellos de la generación.
En la tercera y última etapa a la que suele hacer mención la crítica, a partir del año 55,
el poeta contempla el mundo con bastante menos crispación, incluso con aceptación
resignada a la vejez. Cicatrizan parcialmente las heridas y algunos de los integrantes
vuelven a España. Son muchos los poemas que tratan de conjugar el dolor y la amargura
con notas de esperanza y resignación, Como paradigma podemos recordar obras de
madurez fundamentales como Homenaje (1967) de Jorge Guillén y Hombre y Dios de
Dámaso Alonso.
3. Pedro Salinas
Pedro Salinas nació en Madrid en el año 1891 y se formó en Derecho y Filosofía y
Letras. Fue lector hasta que ganó la cátedra de Literatura Española en la Universidad de
Sevilla, siendo uno de los llamados poetas profesores de la generación. A partir de 1936
desempeñará su magisterio en Estados Unidos y Puerto Rico debido a su exilio.
Podemos destacar tres etapas fundamentales en la obra poética de Salinas con tres
grandes obras cada una de las etapas. La primera etapa alcanza hasta 1931 y está
compuesta por Presagios (1924), Seguro Azar (1929) y Fábula y Signo (1931). En estos
libros Salinas se muestra dentro de la estética vanguardista, especialmente del
Futurismo maquinista. Las cosas en estos poemarios constituyen el “tú” con el que
dialoga el “yo” lírico. Es entonces evidente la influencia del Ultraísmo pero también la
voz juanramoniana y becqueriana. La segunda etapa dura desde el 31 hasta el exilio,
continúa con el diálogo lírico pero ahora con un “tú” amoroso. La voz a ti debida
(1933), Razón de amor y Largo lamento son las tres obras que completan esta segunda
etapa. La originalidad de esta va a consistir en el tono antirromántico pues la amada no
es la enemiga del poeta ni el amor es sufrimiento ante la imposibilidad del
cumplimiento. Al contrario, la amada contagia al “yo” lírico su alegría por vivir. El
amor es gozo y fuerza. La tercera etapa que marca la crítica continúa con el diálogo y
ahora con un mundo desventurado e insatisfactorio. Al “tú” de la amada de sus primeros
libros le sucede ahora el diálogo con el mar portorriqueño con El contemplado. En su
siguiente obra, Todo más claro, dialoga con el “tú” de la ciudad y sus objetos. Su último
libro se titula Confianza en donde se engarzan sombrías reflexiones sobre la civilización
incluyendo la amenaza atómica en su poema “Cero”.
4. Jorge Guillén
Jorge Guillén nació en Valladolid en 1893. Acabó los estudios de Filosofía y Letras y
seguirá los pasos de su amigo Pedro Salinas, lector y también catedrático de la
Universidad de Sevilla. Tras la guerra civil se exilia a los EEUU hasta que al final de su
vida vuelve a Málaga.
La poesía de Guillén está concebida como un todo unitario y coherente. El poeta
organiza un mundo poético en torno a la idea fundamental de que la vida es un don que
hay que vivir en su plenitud. Su obra es la más vinculada en sus comienzos a la poética
de Juan Ramón y a la poesía pura, aséptica, matemática y libre de anécdotas. Como en
el caso de Salinas, podemos distinguir en su obra otras tres etapas que encierran toda su
trayectoria poética.
La primera etapa se compone de una obra, Cántico: fe de vida, ampliada en cuatro
sucesivas ediciones. La primera edición de 1928 constaba de 75 poemas hasta llegar a
los 270 de la edición de 1950. Cántico es el proyecto de recreación en verso de un
mundo perfecto, un canto jubiloso de afirmación ante la vida que se nos concede. La
segunda etapa, a partir de 1949, está dedicada a la confección de una segunda obra que
supone, en cierto modo, la antítesis de la primera. Se titula Clamor y quedó publicada
en tres partes. Si Cántico era una alabanza del mundo creado, Clamor se hará eco de los
elementos negativos de ese mundo. El yo poético en este caso, se resiste a creer que el
mal es invencible y que acabará por adueñarse de la creación. La tercera etapa está
integrada por Homenaje (1967), dividido en cinco partes más un fin. Homenaje intenta
una síntesis entre los dos libros anteriores y su visión contrapuesta. Cántico es la fe en
la vida; Clamor es la esperanza; Homenaje es el amor y la caridad. En 1968 publicará
con título unitario Aire Nuestro en el que incluirá las tres series mencionadas junto a
otros cuatro libros correspondientes al final de su vida.
5. Gerardo Diego
Gerardo Diego nació en Santander en el año 1896. Estudió en Salamanca y en Madrid y
ejerció como catedrático de instituto. En 1925 obtuvo el Premio Nacional de Literatura
por su libro Versos Humanos y en 1981 recibió el Premio Cervantes que compartió con
Borges. Fue también miembro de la Real Academia ya que no marchó al exilio.
Sus obras poéticas sobrepasan las cincuenta. Es muy importante el papel que
desempeñó en los comienzos de la Generación del 27 con su labor de introducción al
Creacionismo. En sus comienzos poéticos Gerardo cultiva una poesía instintiva
caracterizada por la variedad y la multiplicidad. La poesía de esta época, muy
juanramoniana, tiene un aire sentimental y becqueriano con una influencia netamente
modernista. Es el caso de libros como Iniciales o El romancero de la novia (1920).
Los siguientes libros vendrán influidos por la aventura vanguardista nacida tras su
estancia en París con Vicente Huidobro. Diego nombra como “poesía absoluta” las
composiciones creadas bajo esta estela. La poesía se separa de la realidad para crear su
propio mundo estético. El poema no imita al mundo y de ahí que Diego pueda verse
fácilmente retratado en el Creacionismo. Su libro Imagen (1922) es muestra de ello,
considerada como una de sus obras más representativas. Con Manual de Espumas laten
todos los hallazgos vanguardistas y, en especial, los cubistas. En Poemas Adrede se
encuentra su famoso poema “Fábula de Equis y Zeda” se produce la revalorización de la
metáfora y del lenguaje gongorino, común a otros compañeros de la generación. Pero
quizá su obra poética maestra se encuentre con Versos Humanos (1925) donde se
intentan conjugar los elementos vanguardistas con la vuelta a la tradición lírica del
soneto.
6. Vicente Aleixandre
Aleixandre nació en Sevilla en el año 1898 y de pequeño se trasladó a Málaga y después
Madrid, de donde saldrá en contadas ocasiones. Fue amante y lector desde muy
tempranamente de poetas como Bécquer, San Juan de la Cruz o Góngora. Después de la
Guerra Civil permaneció en un exilio interior en su casa madrileña aunque recibe la
visita de muchos jóvenes artistas. En 1977 recibió el Premio Nobel de literatura que
consagraba la obra de un gran poeta.
La crítica también señala para Aleixandre tres etapas. La primera de ellas, como ocurre
con los demás compañeros de la generación, viene marcada por la huella
juanramoniana. Como rasgo definitorio y característico de su poesía podemos señalar su
apuesta por el diálogo con la naturaleza. En esta primera etapa se dejarán ver también
muestras de poesía pura con Ámbito (1928) y el surrealismo e irracionalismo con obras
como Espadas como labios (1932), con la que conseguirá el Premio Nacional de
literatura, y La destrucción o el amor. Su segunda etapa centra su visión en el hombre y
en la historia. Abandona los símbolos surrealistas y entra en contacto con los clásicos
españoles. Nacimiento último, Historia del corazón, libro más realista que los anteriores
y con un marcado carácter narrativo, y En un vasto dominio, son los libros que la crítica
incluye bajo esta etapa. En su última etapa, Aleixandre abre paso a la comunicación
consigo mismo, ya superadas las etapas de comunicación con la naturaleza y con los
hombres. Se trata de una poesía de tintes meditativos en la que el autor se encierra en sí
mismo. Es el caso de poemarios como Poemas de la consumación o Diálogos del
conocimiento.
7. Federico García Lorca
García Lorca nació en Fuente Vaqueros (Granada) en 1898 en el seno de una familia
acomodada. Estudió Derecho en la Universidad de Granada y a partir de 1919 se muda a
Madrid instalándose en la Residencia de Estudiantes, donde conoció a otros compañeros
de la Generación del 27 y a muchos otros artistas como Pablo Picasso, Salvador Dalí o
Luis Buñuel. Llegó a organizar junto a Manuel de Falla el “Primer festival internacional
de cante jondo” en el patio de los aljibes de la Alhambra de Granada en el año 1922.
Viajó por numerosos países y ciudades como París, La Habana, Buenos Aires y Nueva
York, fruto del cual escribió su gran libro de poemas Poeta en Nueva York (1930). En el
verano 1936, al inicio de la guerra, abandona Madrid para volver a Granada creyendo
que cerca de su familia y amigos estaría a salvo. Allí es detenido y asesinado entre
Víznar y Alfacar por las tropas rebeldes y anticonstitucionalistas.
Nadie como Lorca supo intuir la eficacia de los ritmos primarios, de lo popular y de lo
infantil. El neopopularismo le permitía engarzar las conquistas vanguardistas y
conservar lo más selecto de la tradición literaria. En 1921 publica su Libro de poemas
en donde el poeta lucha aún con la tradición simbolista y modernista y en donde se deja
ver la influencia o padrinazgo de Juan Ramón Jiménez. En Canciones Lorca aprecia la
hondura que proporciona la influencia de la canción andaluza y del cante flamenco.
Utiliza ya símbolos evocadores del mundo irracional y onírico en “La canción del
jinete”, por ejemplo. Con el Romancero Gitano (1928) obtuvo un gran éxito con unos
romances que dan muestra del dominio de la forma adquirida. Este conjunto de poemas
supondrá el mayor equilibrio entre el fondo popular y la expresión renovada,
especialmente en el acierto metafórico. Es en este libro donde se encuentran incluidos
poemas como “Romance de la luna” o “Romance sonámbulo”. En Poema del cante
jondo (publicado en 1931 pero escrito diez años antes), García Lorca reelabora el
mundo de la canción andaluza con la presencia agobiante y obsesiva de la muerte.
Tras su viaje a Nueva York (1929), comenzará una nueva etapa en la vida y obra de
Federico. En esta ciudad conoce la injusticia social, la ciudad sin alma, la religión fría,
la industrialización, los efectos de la gran crisis económica y la “ciencia sin raíces”.
Como resultado de este viaje escribirá Poeta en Nueva York (escrito en 1930 y
publicado en 1940), un enorme mundo poético entre la poesía tradicional y la escritura
automática surrealista. Tras ello, Lorca seguirá representando sus obras teatrales y
escribirá Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías (1936) y Diván del Tamarit
(1940) donde se aúnan el surrealismo con el interés por lo árabe propio del paisaje
granadino.
8. Dámaso Alonso
Dámaso nació en Madrid en el año 1898 y, al igual que Salinas o Guillén, fue uno de los
poetas profesores. La lectura de Bécquer, Rubén Darío, Juan Ramón y Machado marcó
toda su vocación poética. Al igual también que muchos otros compañeros de la
generación, participó del homenaje a Góngora y en las lecturas del Ateneo de Sevilla en
1927.
Su primer libro de poemas se titula Poemas puros. Poemillas de la ciudad (1921),
escrito bajo la influencia juanramoniana y machadiana en conjugación con la novedad
vanguardista. En el año 1944 publicó Oscura noticia, conjunto de poemas escritos desde
su juventud y en donde todo confluye hacia la eternidad. El mismo año publicó Hijos de
la ira, un libro que marcó el transcurso de la posguerra, de carácter existencial, y que
muestra el absurdo del ser humano, del mundo y de la vida. Años después, publicó
Hombre y Dios en donde los dos términos de la ecuación son necesarios el uno para el
otro. En su larga vida y trayectoria poética, Dámaso seguirá escribiendo numerosos
libros y realizando una gran labor en la Real Academia.
9. Luis Cernuda
Luis Cernuda nació en Sevilla en el año 1902. Estudió Derecho y fue alumno de Salinas
en literatura y por cuyo consejo leerá a poetas como Baudelaire o Rimbaud, claves en la
poética del autor. En la guerra sirve como otros muchos a la causa republicana, hecho
que condicionará su exilio a Inglaterra.
Octavio Paz señala cuatro etapas en la trayectoria del autor. Las dos primeras
pertenecen a los años de aprendizaje y juventud. Perfil del Aire (1927), primer libro de
poemas, se publica como suplemento de la revista Litoral, un poemario donde se
advierte la presencia de la poesía pura de Guillén. Su segunda etapa se abre con Un río,
un amor, libro de claro influjo surrealista. Ante el hastío humano y la limitación de la
vida, el poeta ve en el amor la única fuerza capaz de escapar de esa prisión. También
Los placeres prohibidos (1931), obra maestra y decisiva en donde se reivindica el amor
homosexual prohibido por la sociedad y en cuyo centro temático se encuentran Eros y
Amor. Donde habite el olvido es la culminación del ciclo y donde ya se aleja de las
imágenes surrealistas apostando ahora por un neorromanticismo becqueriano. Bajo la
publicación de La realidad y el deseo en 1936 recogerá toda la anterior obra. En la
tercera etapa, etapa de madurez, aparecen otros temas como la historia, el exilio, la
religión, etc., ahora bajo la seducción de la lírica anglosajona y el nuevo espíritu
romántico. A esta etapa pertenecen obras como Quien espera el alba, Vivir sin estar
viviendo o Poemas para un cuerpo. La cuarta y última etapa identificada por O. Paz
corresponde a su libro final, Desolación de la quimera (1962), en donde el poeta exige
un diálogo con el lector en tono coloquial, una forma de compendio de la evolución de
las tres etapas anteriores. El exilio y el destino irrevocable cobran una gran fuerza en la
obra con poemas como “La despedida”.
10. Rafael Alberti
Rafael Alberti nació en el Puerto de Santa María (Cádiz) en el año 1902. Ya en Madrid
se dedica a la pintura, vocación que nunca abandonará después. En la capital conoce a
muchos de sus compañeros de generación e inicia su andadura poética. A partir de 1930,
renegará de su obra poética por considerarla una contribución a la ideología burguesa e
inicia así el camino hacia el compromiso literario. Tras la Guerra Civil se exilia y vive
en numerosas ciudades hasta volver a España, ya en democracia.
Para Ricardo Senabre, la unidad de la poesía albertiana estriba en su búsqueda continua
de La arboleda perdida, es decir, de sus raíces y del tiempo pasado. La primera etapa de
producción literaria que identifica el crítico viene marcada por un primer momento de
neopopularismo y tradicionalismo y a la cual pertenecen libros como Marinero en
Tierra (1924, Premio Nacional de literatura), La amante o El alba del alhelí. Un
segundo momento bajo esta primera etapa, más acorde con el resto de compañeros, es el
caracterizado por el triunfo de la metáfora y el lenguaje gongorino, recogiendo además
las novedades vanguardistas. Es el caso de Cal y Canto (1929). El tercer momento está
relacionado con el surrealismo y viene representado por libros como Sobre los ángeles
(1929), poema largo reflejo de una crisis existencial donde irrumpe el versolibrismo
para retratar un mundo onírico reflejo de los ángeles celestiales e infernales. La segunda
etapa de la que habla Senabre corresponde a su dedicación a la poesía comprometida
con una actitud iconoclasta y bajo la cual escribe obras como Con los zapatos puestos
tengo que morir o 13 bandas y 48 estrellas. La tercera etapa, paralela a la anterior, es
síndrome de la nostalgia, de su recuerdo por España, María Teresa León y el mar de
Cádiz, que motivaron la aparición de obras como Ora marítima o Baladas y canciones
del Paraná.
11. Conclusión
Bibliografía:
- Brown, G.G. 2000: Historia de la literatura española. El siglo XX. Del 98 a la
guerra civil. Barcelona, Ariel.
- Torre, G. 1970: Historia de las vanguardias literarias. Barcelona. Guadarrama.
- Soria Olmedo, A. 1988: Vanguardismo y crítica literaria en España. Madrid.
Istmo.
- García, M. A. 2001: El veintisiete en vanguardia. Valencia. Pretextos.
- Mainer, J. C. 1975: La Edad de Plata (1902-1939). Madrid. Cátedra.
- Senabre, R. 1977: La poesía de Rafael Alberti. Universidad de Salamanca.
Salamanca.