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La Pareja Como Sistema

El documento aborda el concepto de pareja desde diversas disciplinas, destacando su complejidad y la influencia del contexto social y cultural en su formación y desarrollo. Se presentan fases en la relación de pareja, desde la atracción inicial hasta el compromiso, así como los mitos y estereotipos que pueden afectar la dinámica. Además, se ofrecen principios y estrategias para mejorar las relaciones, enfatizando la importancia de la comunicación, la intimidad y la resolución de conflictos.

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La Pareja Como Sistema

El documento aborda el concepto de pareja desde diversas disciplinas, destacando su complejidad y la influencia del contexto social y cultural en su formación y desarrollo. Se presentan fases en la relación de pareja, desde la atracción inicial hasta el compromiso, así como los mitos y estereotipos que pueden afectar la dinámica. Además, se ofrecen principios y estrategias para mejorar las relaciones, enfatizando la importancia de la comunicación, la intimidad y la resolución de conflictos.

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APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE PAREJA

1. Multidimensionalidad del concepto de pareja

El concepto de pareja ha sido abordado desde múltiples disciplinas (psicología,


antropología, sociología, historia, biología, literatura), analizando su desarrollo,
conflictos, bienestar y transformaciones. Pese a la abundancia de estudios (Ackerman,
2013; Satir, 2008; Minuchin, 2009), se reconoce que el fenómeno sigue siendo
complejo y necesita investigación constante dada su naturaleza dinámica y cambiante.

Contexto social y cultural: La forma en que se configura y vive la relación de pareja


depende fuertemente del contexto histórico y cultural.

2. La pareja como sistema relacional

Autores como Zinker (2005) y Sager (2009), desde una visión sistémica, plantean que
la pareja es un sistema con identidad propia, no reducible a la suma de sus partes. Es
un ente dinámico que genera historia y reglas propias, con características distintas a
las familias de origen.

Caillé (1992): La pareja es un “ser vivo”, con estructura y organización propia, capaz de
crear su propia historia.

Arés Muzio (2000): Las formas de pareja no desaparecen, sino que evolucionan
conforme a los cambios sociales, redefiniendo roles, valores y expectativas.

3. Conformación de la pareja y herencia familiar

Cuando se forma una pareja, se establece un nuevo sistema relacional que trae
consigo los mitos, creencias y expectativas de cada miembro, muchas veces
provenientes de la familia de origen. Esta historia previa influye en la construcción del
vínculo y en las dinámicas de interacción.

4. Definición actual de pareja

En este enfoque, se define a la pareja como una relación establecida de común


acuerdo entre dos personas, basada en afecto e interés mutuo, sin importar su
estructura formal ni la orientación sexual. Es una unidad relacional que involucra
interacción, compromiso y construcción compartida.

5. Mitos y estereotipos sobre el amor y la pareja

Los mitos y creencias románticas influyen en la elección de pareja, en la interpretación


del vínculo y en las expectativas sobre el otro, pudiendo derivar en relaciones
disfuncionales o autoengaños afectivos.
Principales mitos:

 “Mi pareja debe hacerme feliz”: La felicidad es vista como responsabilidad del
otro.
 La “media naranja” (Platón, Simposio): Creencia de que sólo existe una
persona ideal para cada uno.
 “El amor todo lo puede” / “es para siempre”: Se espera que la pasión y la
conexión inicial nunca se desgasten.
 El “príncipe azul” y la “princesa”: Estereotipos heredados desde la infancia que
imponen roles de género y generan expectativas irreales.

Egozcue (2009), Pittman (2003), Napier y Whitaker (1988), Framo (1985), Martínez
(2006) advierten que estos mitos suelen asumirse como verdades absolutas, sin
cuestionamiento, y condicionan el vínculo amoroso.

6. Formación y desarrollo de la pareja

Aunque cada pareja tiene características únicas, existen procesos comunes en su


desarrollo, influenciados por el tiempo de convivencia, los estilos de interacción, y el
contexto social y cultural en que se insertan. A continuación, se resumen las fases
principales en la conformación de la pareja:

1. atracción inicial

La formación de la pareja responde a múltiples variables: proyecciones parentales,


idealización, carencias afectivas, estereotipos, atracción física o búsqueda de intimidad
(Egozcue, 2009).

 La elección suele comenzar con una atracción física, un proceso de pasar de la


indiferenciación a la selección mutua.
 La atracción puede responder a la idea de “opuestos se atraen” o “semejantes
se atraen” (Díaz, 2003).
 Para Satir (2008), la autoestima influye: una baja valoración personal puede
llevar a buscar aprobación en el otro, generando relaciones dependientes.

Diferencias de género en la elección

Desde pequeños, hombres y mujeres aprenden roles asignados social y culturalmente,


lo que influye en su forma de elegir pareja:

 Hombres: buscan mujeres cariñosas, maternales, comprensivas, buenas


administradoras.
 Mujeres: valoran hombres estables, trabajadores, protectores, proveedores.
Los jóvenes priorizan la atracción física, pero también valoran confianza, amor y
madurez emocional (Casullo, 2004).

2. Fase de conquista

Durante la conquista, los estereotipos influyen: se espera que el hombre inicie el


acercamiento y que la mujer acepte y mantenga la relación.

 Tras la atracción inicial, se valoran aspectos compartidos: intereses, valores,


cultura, religión.
 Mientras más aspectos en común se compartan, mayor posibilidad de
consolidar la relación.
 La idealización es necesaria para acercarse, pero si es exagerada puede
desestabilizar la relación (Pérez Testor, 2006).

3. Galanteo o Enamoramiento

Se caracteriza por idealización del otro, deseo de compartir tiempo y actividades. El


enamorado ve sólo las virtudes, minimiza defectos y se enfoca emocionalmente en su
pareja.

 Es un estado emocional intenso pero temporal.


 Cuando la idealización se desvanece, puede surgir desilusión.
 Si se logra integrar lo positivo y lo negativo del otro, el enamoramiento puede
transformarse en amor (Pérez Testor, 2006).
 Según Beck (1990), el enamoramiento comparte aspectos con los estados
maniáticos por su pensamiento idealizado.

4. Convivencia y poder

La pareja, como sistema, requiere reglas, jerarquías y formas de ejercicio del poder.
Este puede distribuirse de manera complementaria o simétrica, y adaptarse según las
circunstancias (Haley, 2012; Pittman, 2003).

 El poder implica influir en el otro o resistirse a su influencia.


 En crisis, pueden cambiar los roles, reglas y expectativas.
 Superar estas tensiones implica redefinir la relación, integrar el desarrollo
individual y reajustar las pautas de convivencia (Minuchin, 2009).

5. Establecimiento de la Intimidad

La intimidad implica complicidad, afecto, confianza, comunicación profunda y


disposición para compartir la vida.
 Aumenta con la duración de la relación y se estabiliza con el tiempo (Maureira,
2011).
 La inclusión (Yontef, 2002) permite sentir con el otro sin perder la
individualidad.
 La intimidad verdadera respeta la diferencia y permite una fusión afectiva sin
renunciar a la identidad personal (Díaz, 2003).

6. Proyecto de vida y compromiso

El compromiso implica responsabilidad y voluntad de cuidar y mantener la relación,


incluso frente a dificultades.

 Cohabitar antes del matrimonio puede fortalecer o debilitar el compromiso,


dependiendo del caso (Melero, 2008; Pittman, 2003).
 El compromiso se fortalece con el tiempo compartido, los vínculos emocionales
y los proyectos comunes.
 Las parejas más estables suelen tener similitudes en edad, educación, religión,
pero también flexibilidad, respeto, comunicación y disposición para crecer
juntos (Martínez, 2006).

7. Contrato matrimonial (implícito y explícito)

Toda pareja establece un contrato relacional, consciente o inconsciente, que regula la


convivencia:

 Puntos conscientes y expresados: acuerdos hablados.


 Puntos conscientes no expresados: ideas que no se comunican por miedo o
inseguridad.
 Puntos inconscientes: necesidades o expectativas no reconocidas, pero que
influyen.

Con frecuencia, los conflictos surgen porque cada integrante da por hecho que el otro
conoce y comparte sus expectativas, sin haberlas explicitado (Atienza, 1987; Sager,
2009).

8. Conclusión

La formación y consolidación de la pareja es un proceso dinámico, influido por


múltiples factores: personales, culturales, sociales y relacionales. Desde la atracción
inicial hasta el proyecto de vida compartido, se atraviesan fases donde se construyen y
redefinen el amor, el poder, la intimidad y el compromiso.
Comprender estas etapas y los elementos que las conforman permite fortalecer los
vínculos afectivos, prevenir crisis y promover relaciones más sanas y significativas.

9. Consideraciones finales:

Generalmente hay acuerdo en considerar a la pareja como un sistema complejo y en


constante cambio y aunque ha tenido múltiples cambios en su estructura, en su
formación o en la forma de funcionamiento, en la actualidad se mantiene vigente su
complejidad (Caillé, 1992; Sager, 2009; Zinker, 2005).

La complejidad de la relación de pareja se manifiesta aún más cuando es necesario


especificar si se considera su estructura, el grado de formalización, la orientación
sexual de sus integrantes, o las fases de su formación o el ciclo vital de la pareja.

Sin embargo, existe acuerdo al señalar que la pareja como sistema complejo está en
constante cambio y que al estudiar esta relación es necesario considerar el contexto
histórico, cultural y social en el cual se establece. (Arés Muzio, 2000; Ceberio, 2007;
Díaz-Loving, y Rivera, 2010; Pittman, 2003)

PRINCIPIOS PARA QUE LAS RELACIONES DE PAREJA FUNCIONEN

Conductas en relaciones de pareja disfuncionales

Las parejas disfuncionales presentan patrones que deterioran progresivamente la


relación. A continuación, se destacan los principales:

A. Predominio de la negatividad sobre la positividad: Durante los conflictos,


prevalecen críticas, hostilidad y actitudes defensivas. A diferencia de las parejas
saludables, que mantienen una proporción de 5 a 1 en favor de la positividad (afecto,
humor, interés mutuo).

B. Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis (Gottman)

1. Crítica destructiva: Descalifica la personalidad del otro ("tú siempre...", "¿por


qué eres así?"). El antídoto es formular quejas específicas sobre conductas.
2. Actitud defensiva: Se evita toda responsabilidad, se contraataca o se culpa al
otro. El antídoto es asumir parte del problema.
3. Desprecio: Superioridad, insultos, burla o humillación verbal y no verbal. Es el
mejor predictor de divorcio. El antídoto es cultivar el aprecio y
reconocimiento mutuo.
4. Amurallamiento: El interlocutor se cierra al diálogo, se desconecta emocional y
físicamente. Es más común en hombres. El antídoto es la autorregulación
emocional y pausas para calmarse.
Conductas en relaciones de pareja disfuncionales

C. Fallos en los intentos de reparación: En parejas sanas, después de una discusión,


hay esfuerzos por reconciliarse. En las disfuncionales, estos intentos no son
reconocidos ni aceptados.

D. Inicio rudo de discusiones: Cuando una discusión comienza con agresividad o


crítica, el 96% de las veces terminará mal. Un inicio suave mejora la resolución de
conflictos.

E. Rechazo a aceptar influencia del otro: Especialmente en varones, se observa


resistencia a ser influenciados por la pareja. Aceptar la perspectiva de la pareja
fortalece el vínculo.

F. Percepciones y atribuciones negativas: Con el tiempo y los conflictos no resueltos,


se desarrolla un sesgo negativo. Lo que antes era tolerado o apreciado, ahora se
interpreta como desinterés o desprecio.

Conductas en relaciones de pareja disfuncionales

G. Inundación emocional y fisiológica: Durante los conflictos, el cuerpo entra en un


estado de sobreexcitación (aumento del ritmo cardiaco, bloqueo cognitivo). Esto
impide pensar con claridad y manejar la emoción. La solución implica aprender a
autorregularse y detener la escalada emocional.

En resumen, se observa que las parejas disfuncionales:

1. Consideran que los problemas matrimoniales son muy graves.


2. Hablar parece inútil. Cada uno intenta solucionar los problemas a solas.
3. Empiezan a llevar vidas separadas.
4. Se sienten con mucha soledad.
5. Presentan con regularidad los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, los cuales
predicen divorcio temprano, dentro de los 7 primeros años de relación.
6. La desconexión emocional predice el divorcio tardío (16 años de relación).

¿QUÉ HACER PARA QUE LOS MATRIMONIOS FUNCIONEN?

Las parejas para replantear su relación deben centrarse en tres aspectos básicos: 1)
¿Cómo convertirse en mejores amigos?; 2) ¿Cómo manejar los conflictos? y
finalmente; 3) ¿Cómo trascender la relación para que tenga un significado especial?.
Es asi que las relaciones de pareja estables y satisfactorias se basan en tres aspectos
clave:

1. Convertirse en mejores amigos: fortalecer la amistad a través del afecto, el


interés mutuo y la empatía.
2. Manejo saludable del conflicto: aprender a regular emociones, calmarse y
calmar al otro.
3. Trascendencia y sentido: crear un significado compartido que dé propósito y
cohesión a la vida en común.

Idea base: pequeños cambios intencionales generan grandes resultados en la calidad


relacional.

¿QUÉ HACER PARA QUE LOS MATRIMONIOS FUNCIONEN?

La relación de pareja puede mejorar sustancialmente respondiéndose las siguientes


preguntas: ¿cómo manejar los conflictos?, ¿cómo generar pequeños cambios en la
relación? y, ¿cómo generar trascendencia y significado en la relación?, estas preguntas
ayudaran a las parejas, que viven una crisis profunda.

Ninguna relación de pareja es una unión perfecta. Ambos comparten una profunda
sensación de trascendencia. Hay que dar sentido a la vida en común por lo que es
importante honrar y respetar al otro. Evidentemente puede haber diferencias de
temperamento, intereses o valores familiares. Pero la consideración que tiene el uno
por el otro y expresión de amor en detalles cotidianos, marca la diferencia.

Las parejas felices desarrollan mecanismos que permiten desescalar las discusiones
como si se produjera un aprendizaje conjunto en la utilización del humor, cuidados y
afecto para detener la escalada de la negatividad. En los matrimonios emocionalmente
inteligentes hay una dinámica que impide que los pensamientos y sentimientos
negativos ahoguen los sentimientos positivos hacia la pareja.

ELEMENTOS PARA UNA RELACIÓN FELIZ Y ESTABLE:

Las investigaciones de Gottman concluyen que son tres las categorías de elementos de
una relación feliz y estable:

a) Clima emocional positivo con afecto, admiración y confianza.

b) Distinguir lo que tiene de lo que no tiene solución y, saber conversar sobre lo que no
tiene solución.

C) Construir espacios de intimidad y significados compartidos. Apoyar e incentivar los


anhelos y expectativas del otro.

LOS SIETE PRINCIPIOS DE GOTTMAN PARA QUE LOS MATRIMONIOS FUNCIONEN

1. Crear mapas de amor


o Conocer profundamente al otro (gustos, sueños, historia, miedos).
o ¿Qué le preocupa a mi pareja? ¿Qué le ilusiona?
2. Nutrir afecto y admiración
o Practicar gratitud, reconocimiento y detalles diarios.
o “Gracias por tu esfuerzo hoy”, “Admiro cómo manejaste esta situación.”
3. Acercarse en vez de alejarse
o Responder a los intentos de conexión emocional.
o Cada gesto de acercamiento suma a la “cuenta bancaria emocional”.
4. Aceptar influencia del otro
o Validar la perspectiva de la pareja, especialmente en los varones.
o Ser receptivo no implica perder poder, sino fortalecer la alianza.
5. Regulación del conflicto
o Distinguir entre problemas solucionables y perpetuos.
o Aceptarse mutuamente, hacer pausas, evitar el inicio crítico.
o El 69% de los conflictos no se resuelven, pero pueden dialogarse.
6. Honrar los sueños del otro
o Detrás de un desacuerdo puede haber un sueño o valor importante.
o Es necesario reconocer y respetar los anhelos individuales.
7. Crear un significado compartido
o Establecer rituales, valores comunes, proyectos y propósito.
o ¿Qué legado dejamos como pareja o familia?

CLAVES RELACIONALES:

 Actos cotidianos de amor y cuidado generan un clima emocional positivo.


 En matrimonios felices, hay muchos más actos positivos que negativos durante
las discusiones.
 Las parejas exitosas saben detener la escalada con gestos afectivos y
reparadores.

Gottman: “Una vez establecida la positividad, se necesita mucha negatividad


para dañar la relación.”

Trascendencia y propósito compartido

 Las parejas estables comparten un sentido profundo de conexión.


 No se trata de evitar diferencias, sino de dar sentido a la vida compartida.
 Preguntas clave:
o ¿Por qué decidimos casarnos?
o ¿Qué valores queremos transmitir a nuestros hijos?
o ¿Qué rituales de conexión cultivamos?

Todas las parejas tienen problemas de una naturaleza u otra, pero al mismo tiempo,
todas las personas tienen la capacidad de aprender y mejorar. Es un reto a superar en
el que todos los que viven una vida de pareja están comprometidos por el bien de
nuestra propia felicidad, el de nuestra pareja y el de nuestros hijos.

TERAPIA DE PAREJA: ABORDAJE SISTÉMICO


Intervenciones sistémicas en terapia de pareja

La terapia de pareja, desde un enfoque sistémico, considera a la pareja como un


sistema con patrones relacionales propios, inserto en un contexto cultural, social y
familiar más amplio. Aunque existen múltiples escuelas terapéuticas, todas coinciden
en la importancia de la comunicación, la resolución de conflictos y el respeto por los
valores de cada integrante.

Objetivos generales de la terapia de pareja sistémica

1. Abordar el motivo de consulta, identificando quejas explícitas y subyacentes.


2. Promover el cambio mediante metacomunicación, respetando creencias y
valores.
3. Romper patrones rígidos de interacción.
4. Sostener, si es posible, la relación de pareja como proyecto vital compartido.
5. Si no es viable, procurar una separación no traumática.

Principios terapéuticos clave (Haley)

 Establecer objetivos claros.


 Asumir una posición activa y directiva como terapeuta.
 Imponer estructuras necesarias a las sesiones.
 Asumir responsabilidad terapéutica por el proceso.

Naturaleza creativa del proceso terapéutico

La terapia de pareja no es la aplicación mecánica de técnicas. Requiere una


comprensión estética, flexible y respetuosa de la originalidad de cada vínculo. Es una
intervención sobre un grupo natural, con reglas e historia compartida.

Además, permite trabajar con interacciones reales y observables en sesión, utilizando


herramientas como:

 Prescripciones,
 Rituales,
 Registros o diarios,
 Tareas entre sesiones, que fortalecen la responsabilidad en el proceso de
cambio.

Características del terapeuta sistémico

El terapeuta debe:

 Abandonar prejuicios sobre las formas de relación.


 Ser respetuoso de las diferencias culturales, sexuales, étnicas y religiosas.
 Evitar caer en la identificación con un miembro de la pareja.
 Mantener una neutralidad activa.

Errores comunes (según Haley):

 Ser pasivo o ambiguo.


 Imponer valores personales.
 Restar importancia al cambio.
 Enfocarse excesivamente en la técnica o en lo intangible.

Supuestos orientadores del terapeuta (Warketin y Whitaker)

 La pareja fue elegida con sabiduría.


 Hay aceptación y proyecto de permanencia.
 La pareja es más que la suma de sus partes.
 La intimidad (incluida la sexual) está presente.
 Las reglas sociales no aplican completamente.
 Existen estancamientos relacionales.
 Las metas individuales secretas son relevantes.
 Las nuevas parejas tienden a repetir esquemas pasados.

Indicaciones para la terapia de pareja

Se recomienda cuando:

 Hay conflictos del ciclo vital.


 Se desea superar infidelidades o crisis médicas.
 Se busca afianzar la relación o evitar rupturas innecesarias.

Incluso en derivaciones judiciales, se debe trabajar en construir una expectativa


terapéutica realista.

Contraindicaciones o precauciones

Aunque no hay contraindicaciones absolutas, se debe tener cautela cuando:

 No hay motivación al cambio (especialmente en derivaciones obligatorias).


 Hay "agendas ocultas", secretos o manipulación.
 Existen psicopatologías graves no abordadas (adicciones, trastornos afectivos
graves).
 Hay violencia intrafamiliar, abuso sexual o maltrato. En estos casos, se prioriza
la protección del menor.
 La pareja no tiene historia ni vínculo afectivo actual.
Fases de la terapia sistémica de pareja

1. Evaluación

 Identificar el motivo de consulta.


 Revisar intentos anteriores de solución.
 Explorar la historia de la relación y familias de origen (hasta 3 generaciones,
con genograma).
 Establecer el vínculo terapéutico y definir expectativas reales.
 Ubicar la pareja en su ciclo vital (como el modelo de Ríos o Correa y Ortiz).

2. Intervención

 Modificar patrones disfuncionales de comunicación.


 Aplicar técnicas como:
o Entrenamiento en habilidades,
o Juegos de rol,
o Tareas conductuales.
 Fomentar interacciones gratificantes y reducir aquellas negativas o rígidas.

3. Seguimiento

 Verificar tareas realizadas.


 Consolidar cambios observados.
 Introducir nuevas estrategias derivadas del proceso.
 Aumentar el intervalo entre sesiones para observar cómo la pareja
implementa recursos por sí misma.

Conclusión

La terapia sistémica de pareja es un proceso activo, respetuoso y profundamente


contextual, que busca redefinir patrones, restaurar la comunicación funcional, y
promover la autonomía e intimidad dentro del vínculo. Requiere que el terapeuta
adopte una postura ética, neutral y estratégica, interviniendo de forma creativa y
adaptada a la realidad particular de cada pareja.
LA CONYUGALIDAD Y LA PARENTALIDAD EN LA PSICOTERAPIA FAMILIAR
SISTÉMICA

La psicoterapia familiar sistémica parte del supuesto de que la familia es un sistema


interdependiente, en el cual los problemas individuales se comprenden dentro del
contexto de las interacciones y los patrones relacionales entre sus miembros
(Minuchin, 1974). En este marco, las dimensiones de la conyugalidad (relación de
pareja) y la parentalidad (rol de crianza) se consideran interconectadas y
fundamentales para el funcionamiento familiar y el bienestar emocional de todos los
integrantes (Schmidt, 2016).

1. La conyugalidad en la terapia sistémica

La conyugalidad hace referencia al vínculo de pareja dentro del matrimonio o la


convivencia, donde se configuran roles, expectativas, normas y patrones relacionales
(Lebow, 2019). La terapia sistémica reconoce que la calidad de esta relación impacta
no solo a los cónyuges, sino también a los hijos y a la estructura familiar en general
(Canevello & Crocker, 2017).

Problemas comunes en la conyugalidad:

 Falta de comunicación,
 Conflictos no resueltos,
 Desigualdades de poder,
 Triangulación (implicar a los hijos en los conflictos).

El objetivo terapéutico es modificar patrones disfuncionales, fortalecer el diálogo


respetuoso, fomentar la intimidad emocional y sexual, y evitar implicar a terceros
(como los hijos) en los conflictos conyugales (Minuchin, 1974; Gurman & Fraenkel,
2002).

2. La parentalidad en la terapia sistémica

La parentalidad abarca los comportamientos, responsabilidades y estilos de crianza de


los padres (Haley, 1976). El enfoque sistémico pone énfasis en cómo las formas de
educar, las expectativas y las respuestas parentales afectan el bienestar y el desarrollo
emocional de los hijos (Carr, 2019).

Desafíos comunes:

 Alianzas disfuncionales (por ejemplo, un padre que se alía con un hijo contra el
otro),
 Conflictos intergeneracionales,
 Falta de coherencia en el estilo parental.

El tratamiento se enfoca en restablecer jerarquías familiares saludables, fomentar la


colaboración entre padres, establecer límites claros y fortalecer la comunicación con
los hijos.

3. Interdependencia entre conyugalidad y parentalidad

Ambas dimensiones están estrechamente ligadas y se influyen mutuamente (Schmidt,


2016). Una relación de pareja sólida favorece una parentalidad saludable; en cambio,
las tensiones conyugales afectan negativamente la crianza y el bienestar infantil
(Canevello & Crocker, 2017).

La terapia sistémica trabaja en ambas dimensiones de forma simultánea,


promoviendo mejoras en la comunicación de la pareja que impactan positivamente en
su capacidad para criar conjuntamente. Se busca evitar que la función parental
absorba totalmente la identidad de la pareja, ayudando a reconstruir la relación
conyugal cuando ha sido descuidada (Lebow, 2019).

4. Estrategias y técnicas de intervención

📌 Técnicas clave:

 Reestructuración: modifica las jerarquías y límites del sistema familiar para


mejorar su funcionalidad (Minuchin, 1974).
 Genograma: permite identificar patrones transgeneracionales de conyugalidad
y parentalidad (McGoldrick et al., 2008).
 Tareas terapéuticas: promueven nuevas formas de interacción y comunicación.
 Trabajo con roles y límites claros para evitar alianzas inadecuadas.

Estas herramientas ayudan a las familias a tomar conciencia de sus patrones


heredados y a construir nuevas formas de relacionarse más adaptativas.

5. Evidencia empírica de la eficacia sistémica

Investigaciones demuestran que la terapia familiar sistémica mejora tanto la relación


conyugal como la parentalidad, siendo especialmente efectiva en el tratamiento de
problemas conductuales en niños y adolescentes (Carr, 2019). El meta-análisis de
Stratton (2016) confirma que los cambios positivos en la parentalidad contribuyen al
éxito global del tratamiento.
6. Reflexión crítica: la conyugalidad y la parentalidad como núcleos del cambio

El trabajo terapéutico efectivo requiere abordar de forma integrada las funciones de


pareja y padres. Reconocer esta interrelación permite generar transformaciones
duraderas en la dinámica familiar, pues cada dimensión puede actuar como palanca de
cambio de la otra.

Conclusiones

La psicoterapia familiar sistémica:

 Comprende a la familia como una unidad interdependiente.


 Considera que los problemas individuales se originan y mantienen en las
relaciones familiares.
 Trabaja en las dimensiones de conyugalidad y parentalidad como elementos
esenciales para el bienestar familiar.
 Utiliza herramientas estructuradas y flexibles para modificar dinámicas
disfuncionales.
 Ha demostrado su eficacia clínica en múltiples contextos.

Al integrar conyugalidad y parentalidad en la intervención, se favorece la construcción


de un entorno familiar más funcional, equilibrado y saludable, promoviendo el
desarrollo emocional de todos sus miembros.

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