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Amor y responsabilidad de Karol Wojtyla
Capítulo 4: “EL MATRIMONIO”
Alumnos: Dallabrida Rodrigo
Wilcoms Matías
Koyarki Mauricio
Bruno Gonzales
Iván Miranda
Mateo Fernández
Alejo Sosa
Instituto Superior Espíritu Santo
Psicología y Religión
Docente: Gisel Pauleti
Curso: 4° “B”
Fecha de entrega: 08/07/25
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El PAPA
El matrimonio
El matrimonio se presenta como el marco adecuado donde las relaciones sexuales
pueden realizarse plenamente, garantizando una unión duradera entre personas. Este vínculo
está fundado en la norma personalista: la persona nunca debe ser objeto de gozo, sino sujeto
de amor. Solo dentro del matrimonio las relaciones sexuales se justifican desde el punto de
vista moral y humano.
La monogamia y la indisolubilidad
Wojtyla defiende la estricta monogamia e indisolubilidad del matrimonio, ya que solo
ellas respetan la dignidad de la persona. Rechaza tanto la poligamia (poliginia y poliandria)
como el divorcio, porque convierten a la persona en objeto de uso. La fidelidad hasta la
muerte no es solo un mandato religioso, sino una exigencia del amor auténtico.
El valor de la institución
El matrimonio no puede reducirse a la relación sexual: es una institución basada en la
justicia, que organiza la convivencia conyugal y familiar. Las relaciones sexuales solo
adquieren su valor moral pleno dentro de esta institución, que es una expresión tanto natural
como sobrenatural del orden divino.
Procreación, paternidad y maternidad
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Wojtyla subraya que procrear no es solo un acto biológico, sino una responsabilidad
interior y espiritual. La paternidad y maternidad deben surgir de una unión amorosa y
consciente. La mujer tiene una disposición natural hacia la maternidad, mientras que el
hombre debe desarrollar interiormente su vocación de padre. La formación de la persona
(del hijo) es más importante que solo engendrar un cuerpo.
La continencia periódica. Método e interpretación
Wojtyla acepta el uso del método natural (continencia periódica) para regular los
nacimientos, siempre que esté basado en la virtud y el amor, y no en una intención
utilitarista. La diferencia con los métodos artificiales radica en que este respeta el orden
natural y no transforma la persona en objeto. Sin embargo, su valor depende de la intención:
debe ser una expresión de amor y dominio de sí, no un simple medio anticonceptivo
El SACERDOTE Y EL MATRIMONIO
El sacerdote como testigo del sacramento
En la Iglesia católica, los ministros del sacramento del matrimonio son los mismos
esposos. El sacerdote no “los casa”, sino que actúa como testigo cualificado de la Iglesia y
garantiza que el consentimiento sea válido, libre y consciente. Su presencia representa a
Cristo y a la comunidad eclesial, y da la bendición nupcial, que invoca la gracia de Dios
sobre la nueva familia
Acompañamiento pastoral
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El sacerdote tiene una misión formativa: prepara a las parejas para que comprendan
qué significa el matrimonio como vocación y sacramento. Les explica el sentido del amor
conyugal, la donación mutua, la fidelidad, la apertura a la vida y la unidad.
Wojtyla dice que el sacerdote tiene una experiencia pastoral indirecta pero profunda:
ha acompañado a muchas parejas en crisis, confesiones, dirección espiritual y reconciliación.
Ayuda en la crisis
Cuando un matrimonio entra en conflicto, el sacerdote puede actuar como mediador,
consejero y guía espiritual. Busca reconciliar y sanar, no justificar separaciones sin motivo
grave. Puede orientar a la pareja a través de la oración, el perdón mutuo y la confesión, y
derivar a profesionales si es necesario.
Reflexión teológica de Wojtyla
Wojtyla afirma que el matrimonio no puede entenderse bien sin incluir a Dios como
Creador y a la persona como ser con vocación al amor.
El sacerdote, entonces, ayuda a reconectar el matrimonio humano con su sentido
trascendente. Desde el punto de vista cristiano, el matrimonio no es solo "entre dos", sino
"entre tres": el hombre, la mujer y Dios.
Sobre el divorcio
Para la Iglesia católica, el matrimonio sacramental es indisoluble: no se puede
deshacer por decisión humana. El divorcio civil no anula el sacramento, por eso una
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persona divorciada no puede volver a casarse por Iglesia si su matrimonio fue válido. Es visto
como una consecuencia del pecado, de la falta de amor verdadero o de madurez. La Iglesia
admite la nulidad matrimonial cuando se demuestra que nunca hubo un verdadero
consentimiento desde el principio (por engaño, inmadurez, etc.).
Lo que dice la Biblia sobre el matrimonio
Antiguo Testamento:
El matrimonio aparece desde el principio como voluntad de Dios: "Serán una sola
carne" (Génesis 2:24). Es una unión estable, querida por Dios como parte de la creación.
Dios compara su relación con Israel con un matrimonio fiel (Oseas, Isaías, Ezequiel).
La infidelidad del pueblo es descrita como un “adulterio”, lo que muestra la seriedad
del compromiso.
Nuevo Testamento:
Jesús afirma la indisolubilidad del matrimonio: "Lo que Dios unió, que no lo separe
el hombre" (Mateo 19:6). Rechaza el divorcio, que había sido permitido por Moisés “por la
dureza del corazón” (Mt 19:8). San Pablo compara el matrimonio con la relación de Cristo
con la Iglesia (Efesios 5:25-32): entrega total, amor, fidelidad.
El sacramento es conferido por los propios esposos cuando se dan el
consentimiento, y el sacerdote actúa como testigo. El sacramento une a los esposos no solo
ante la sociedad, sino ante Dios. Los une en una alianza indisoluble. Da la gracia necesaria
para que puedan vivir juntos en fidelidad, amor mutuo y apertura a la vida.
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PSICÓLOGOS
¿Por qué hay menos matrimonios hoy?
Desde la perspectiva presentada por Wojtyla, una razón clave es la inmadurez
afectiva y psicológica del amor entre las personas. Muchas parejas no están verdaderamente
preparadas para enfrentar el compromiso del matrimonio porque su amor no ha madurado
profundamente ni ha adquirido el carácter de una unión real de personas. Sin esta base, el
matrimonio se convierte en un riesgo psicológico, una aventura que difícilmente se sostiene
en el tiempo.
También influye la tendencia utilitarista en las relaciones: se reemplaza el valor
personal del otro por el placer o conveniencia, lo que impide construir una relación estable y
comprometida.
¿Por qué se generan más divorcios?
El aumento de divorcios está relacionado con la falta de integración del amor como
virtud. Cuando el amor no es entendido como una realidad objetiva y estable, sino solo como
emoción pasajera, la relación carece de raíces profundas. Sin una visión integral del amor –
que incluye voluntad, sacrificio y entrega mutua–, el matrimonio se desmorona ante las
dificultades.
Salud mental en el matrimonio (o fuera de él)
La salud psíquica se ve favorecida cuando existe una conciencia tranquila,
especialmente en el contexto de relaciones sexuales dentro del matrimonio. Las relaciones
extraconyugales pueden generar conflictos de conciencia que alteran el ritmo biológico y
provocan angustia o neurosis, especialmente en la mujer. En cambio, un matrimonio estable
y armonioso contribuye a la estabilidad emocional y psicológica de los cónyuges.
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El matrimonio aporta seguridad afectiva y reduce el miedo al abandono o a
consecuencias no deseadas (como un embarazo inesperado), lo que mejora la salud mental
general.
Cambios psicológicos en el matrimonio
Wojtyla describe que psicológicamente, el matrimonio implica una transformación en
la forma de vivir el amor: se da un don de sí mismo que no es solo físico, sino total. Este don
es vivido de manera distinta por el hombre y la mujer: la mujer lo siente más como un
“abandono” emocional, mientras que el hombre puede tender a verlo como “posesión”. Por
eso, el matrimonio exige una educación mutua y constante, para comprenderse y crecer
juntos.
Asimismo, el amor conyugal debe desarrollarse con comprensión, ternura y
crecimiento personal conjunto, lo que implica una evolución psicológica continua, en la
que ambos aprenden a vivir no solo para sí mismos, sino para el otro.
MÉDICOS
El matrimonio a través de la medicina
La sexualidad es una dimensión integral del ser humano que abarca aspectos
corporales, emocionales, psicológicos, sociales y espirituales. Está presente en todo el
cuerpo, no se limita a la reproducción, y cumple una función importante en el equilibrio
personal, la comunicación, el placer y la construcción del amor.
En el plano biológico, intervienen sistemas hormonales y neurológicos que activan
la conducta sexual, como la oxitocina, la adrenalina y las hormonas sexuales. Existen
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zonas erógenas especialmente sensibles al placer. En las mujeres, la capacidad reproductiva
está limitada a un período específico de la vida.
El matrimonio, tal como lo describe Karol Wojtyla, no es solo una institución moral o
espiritual, sino también una realidad profundamente conectada con la dimensión biológica
y psicológica del ser humano. Desde la medicina, podemos comprender que esta unión
estable entre un hombre y una mujer tiene efectos directos sobre la salud del individuo, tanto
física como mentalmente.
En primer lugar, la estabilidad afectiva que puede ofrecer el matrimonio tiene un
impacto positivo en el sistema nervioso y hormonal. La disminución de tensiones internas y
la consolidación de una relación basada en la entrega mutua favorecen la regulación del
estrés, al reducir la liberación de cortisol, y fortalecen el sistema inmunológico. Este entorno
emocionalmente equilibrado es propicio para mantener una buena salud general y
prevenir trastornos psicosomáticos. Por el contrario, una relación inestable o basada en un
amor inmaduro —como advierte Wojtyla— puede favorecer el surgimiento de trastornos de
ansiedad, depresión y síntomas físicos sin causa orgánica clara, como cefaleas, insomnio
o taquicardias.
Además, el texto resalta la necesidad de educación mutua en el amor, que desde la
medicina puede interpretarse como un proceso adaptativo y evolutivo, donde ambos
miembros de la pareja desarrollan resiliencia emocional, autoconocimiento y empatía. Estos
factores, ampliamente estudiados en medicina psicosocial, son claves para una relación
duradera y para la prevención de enfermedades relacionadas con el estrés crónico y la
soledad.
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Conclusión
A lo largo de este trabajo hemos podido ver cómo el matrimonio, más allá de ser una
institución religiosa o legal, representa una realidad profundamente humana, que involucra
la totalidad del ser: cuerpo, mente, alma y corazón. Desde la visión de Karol Wojtyla, se
resalta que solo un amor maduro, libre y responsable puede sostener un compromiso tan
exigente como el matrimonio. La psicología, la teología y la medicina coinciden en que esta
unión estable no solo enriquece espiritualmente, sino que también favorece el bienestar
emocional y físico. Comprender el matrimonio desde esta perspectiva integral nos invita no
solo a valorarlo más, sino también a prepararnos mejor para vivirlo plenamente, con
verdad, amor y entrega.
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REFERENCIAS:
Wojtyla, Karol (Juan Pablo II). Amor y responsabilidad. Ed. Palabra, 2013. Capítulo 4: “Justicia para
con el Creador”.
Kaplan, H. I., & Sadock, B. J. (2017). Sinopsis de psiquiatría. Ed. Panamericana. Capítulos sobre
relaciones interpersonales, salud mental en el matrimonio, trastornos afectivos.
Becoña, E. (2006). Psicología de las relaciones humanas. Ed. Síntesis. Apartados sobre estabilidad
emocional, adaptación matrimonial y bienestar psicológico.
World Health Organization (OMS). (2004). Promoción de la salud mental: conceptos, evidencias
emergentes, práctica. Define cómo las relaciones afectivas influyen en la salud mental
individual y social.
Cuadernillo de Psicología, pág. 40-44. La sexualidad.