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Exposicion Periodo Testamentario

El documento aborda la historia y la clasificación de los libros apócrifos y deuterocanónicos, destacando su aceptación por la Iglesia Católica y el rechazo por parte de los protestantes. Se menciona la traducción de la Biblia Septuaginta y su importancia en la formación del canon bíblico. Además, se discuten las diferencias en la consideración de estos textos entre las diversas tradiciones religiosas.
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El documento aborda la historia y la clasificación de los libros apócrifos y deuterocanónicos, destacando su aceptación por la Iglesia Católica y el rechazo por parte de los protestantes. Se menciona la traducción de la Biblia Septuaginta y su importancia en la formación del canon bíblico. Además, se discuten las diferencias en la consideración de estos textos entre las diversas tradiciones religiosas.
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Exposicion Periodo Testamentario

Junior

Los libros apócrifos


La palabra "apócrifo" no entró en uso generalizado hasta la Reforma protestante en el
siglo XVI. Viene de una palabra griega que significa "las cosas que están ocultas" y se
refiere a la creencia de que estos escritos eran ocultos o misteriosos.

En total, los libros apócrifos son una colección de cerca de quince libros. Estos escritos
contienen literatura de sabiduría, historias de los tiempos del Antiguo Testamento,
profecías y narraciones históricas del pueblo judío durante un tiempo a menudo
denominado como el período intertestamental (desde el siglo cuarto antes de Cristo, el
final del Antiguo Testamento, a la época de Jesús en el siglo I dC, el comienzo del
Nuevo Testamento).

LOS LIBROS APÓCRIFOS Y LA IGLESIA CATÓLICA.

Echemos un vistazo a un poco de historia sobre cómo los católicos llegaron a abrazar
los libros apócrifos. Alrededor del 400 de la era cristiana Jerónimo, uno de los padres de
la iglesia, compiló las obras más importantes de la literatura sagrada de la iglesia
cristiana. Al hacerlo, tradujo muchos escritos, incluyendo la propia Biblia, del hebreo,
arameo y griego al latín. Su traducción de la Biblia se conoce hoy como la Vulgata
Latina.

La Vulgata se convirtió en la principal Biblia utilizada por la iglesia latina durante


aproximadamente 1.500 años. En ella, Jerónimo incluyó las obras apócrifas, pero hizo
una distinción entre estas y el canon de la Biblia. (La palabra "canon" significa "regla" o
"norma" y se refiere a la lista final de los libros aceptados como parte de la Biblia
cristiana: la regla o norma de fe).

Jerónimo escribió: "Así que, como la iglesia de hecho dice Judith, Tobías y los libros de
los Macabeos, pero no los recibe entre los libros canónicos, entonces también leamos
[otras obras en cuestión] para la edificación de las personas, pero no para establecer la
autoridad de los dogmas eclesiásticos". Sin embargo, con el tiempo, los líderes de la
iglesia otorgaron el mismo estatus a los libros apócrifos.

En el Concilio de Trento (1545-1563), la Iglesia Católica Romana, en respuesta a la


sublevación de la Reforma Protestante, declaró a los Apócrifos como parte oficial del
canon bíblico por primera vez, utilizando la denominación "deuterocanónicos", que
significa añadido al canon más tarde, o en segundo lugar. Como tal, los católicos
romanos siguen incluyendo los Apócrifos en la Biblia, pero reconocen su estatus como
diferente del contenido del Antiguo y el Nuevo Testamento.

LOS LIBROS APÓCRIFOS Y LOS PROTESTANTES.

En el siglo XVI, durante la Reforma Protestante, algunos cristianos empezaron a


cuestionar la autoridad y las tradiciones de la iglesia. De este modo, llegaron a creer,
entre otras cosas, que los libros apócrifos no debían incluirse entre los libros del
Antiguo Testamento. Como resultado, los pusieron aparte como una colección de libros
distinta (los libros apócrifos). Con el tiempo, la mayoría de los protestantes dejaron de
incluirlos en la Biblia por completo. Hay varias razones para esto.

Primero, los judíos antiguos no incorporaron estas obras en la Biblia hebrea original
(conocida por los cristianos como el Antiguo Testamento). En la época de Jesús, había
un consenso general entre los judíos de que esos textos eran beneficiosos a los efectos
históricos, pero no con autoridad o sagrados en el mismo sentido que el Antiguo
Testamento. Josefo, historiador judío del siglo I d.C, escribió: "Todos los
acontecimientos desde la época de Artajerjes [un rey persa que gobernó del 465 al 424
a.C hasta nuestros días, han sido registrados, pero los relatos recientes no gozan del
crédito de los precedentes debido a que no ha existido una línea no interrumpida de
profetas.”

Como tales, estas obras probablemente nunca circularon como parte de la Biblia hebrea
original. Pero eran una parte importante de la historia judía, y cuando la Biblia hebrea
fue traducida al griego y otros idiomas, los libros apócrifos se incluyeron a menudo
entre esos libros.

En segundo lugar, no hay ninguna evidencia de que Jesús y los escritores del Nuevo
Testamento hayan considerado alguna vez a estos libros como escritura sagrada. Casi
todos los libros del Antiguo Testamento están citados en el Nuevo Testamento, sin
embargo, no hay ni una sola cita de un pasaje de un libro apócrifo como una enseñanza
autorizada de Dios.
En tercer lugar, muchos cristianos creen que los libros apócrifos contienen enseñanzas
que son incompatibles con el resto de la Biblia. Por ejemplo, 2 Macabeos 12:42-45
enseña que se puede ofrecer a los muertos oración y penitencia para que sean
perdonados por sus pecados. Esto parece contradecir la enseñanza bíblica de que cada
persona es responsable de su propio pecado y el énfasis del Nuevo Testamento que sólo
Jesús puede hacer expiación por los pecados.
En cuarto lugar, como judíos, muchos de los primeros cristianos no consideraban que
los apócrifos fueran escritura sagrada. Mientras que muchos de los primeros seguidores
de Jesús leían los libros apócrifos y se beneficiaban de su contenido histórico, no daban
a los apócrifos un crédito de la misma categoría que a otros libros canónicos.

En el 367 de la era cristiana, el respetado líder de la iglesia Atanasio describió el Canon


bíblico, y sugirió que las obras apócrifas "no estaban realmente incluidas en el Canon,
pero eran nombradas por los Padres para ser leídas por aquellos que recién se nos unen,
y que desean enseñanza sobre la palabra de la piedad". En otras palabras, los apócrifos
pueden ser beneficiosos para su fe, pero no son fundacionales de la misma manera
que los otros libros de la Biblia.

Los libros deuterocanónicos (del griego, «pertenecientes al segundo canon») son


textos y pasajes del Antiguo Testamento considerados por la Iglesia católica, la Iglesia
ortodoxa y las Iglesias ortodoxas orientales como canónicos, que no están incluidos en
la Biblia hebrea y son considerados por judíos y protestantes como apócrifos.
Estos textos y pasajes, muchos de los cuales fueron escritos originalmente
en hebreo (aunque algunos en griego, arameo o una combinación de los tres), se
originaron entre el 300 a. C. y el 100 d. C., antes de la separación de la Iglesia cristiana
del judaísmo. Según algunos estudiosos, existe una correspondencia de pensamiento
entre el Nuevo Testamento cristiano y estos libros, y otros afirman que textos y pasajes
de estos libros son parafraseados, referidos o se alude a ellos muchas veces en el Nuevo
Testamento, dependiendo en gran medida de lo que cuente como referencia.
El término «deuterocanónico» distingue a estos libros tanto de los libros
protocanónicos (aquellos del canon hebreo) como de los apócrifos bíblicos (libros de
origen judío que eran leídos a veces en iglesias cristianas como sagradas escritura, pero
que no eran considerados canónicos).
Si bien no hay consenso académico respecto a cuándo se fijó el canon de la biblia
hebrea, algunos académicos sostienen que el canon hebreo se estableció mucho antes
del siglo I d. C., incluso ya en el siglo IV a. C.,o para la época de la dinastía
asmonea (140-40 a. C.). Aunque los deuterocanónicos no forman parte del canon judío,
muchos son mencionados o interpretados en el Talmud, o recogidos como tradiciones
en la Ley oral. Algunos, como Macabeos, contienen relatos que se consideran
importantes dentro de la tradición judía.

Los deuterocanónicos del Antiguo Testamento son:


Deuterocanónicos en la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa:

 El Libro de Tobías o Tobit


 El Libro de Judit
 El Libro de la Sabiduría
 El Libro del Eclesiástico, Sirácida o Sirácides
 El Libro de Baruc incluida la Carta de Jeremías (Baruc 6)
 El Libro I de los Macabeos
 El Libro II de los Macabeos
 Las «adiciones griegas» al Libro de Ester (Ester 10:4 al 16:24)
 Las «adiciones griegas» al Libro de Daniel
 La Oración de Azarías (Daniel 3:24-50)
 El Himno de los tres jóvenes (Daniel 3:51-90)
 La Historia de Susana (Daniel 13)
 La Historia de Bel y el Dragón (Daniel 14)

Saimón

Los Pseudoepigrafos o Pseudocanonicos


Los libros apócrifos del Antiguo Testamento (del latín tardío apocry̆ phus, y este del
griego ἀπόκρυϕος apókrifos, ‘oculto’.), también conocidos como libros pseudoepigrafos
o pseudocanónicos, debido a que no son reconocidos en el canon de la Biblia. Son libros
escritos por comunidades cristiano/judías, las cuales no fueron reconocidas por las
comunidades cristianas posteriores.
El término «apócrifo» fue acuñado por Jerónimo en el siglo V, para referirse
básicamente a documentos judíos antiguos escritos en el período comprendido entre el
último libro de las escrituras judías, Malaquías, y la venida de Jesucristo. Existen libros
Apócrifos del Antiguo Testamento y los posteriores a la venida de Jesucristo, los cuales
fueron escondidos con el propósito de salvarlos de la persecución y la destrucción, ya
que eran quemados por no ser aceptados. Son libros que, según criterio acordado, no
fueron inspirados por Dios y que no forman parte de ningún canon. Los libros que no
forman parte del canon de la religión profesada por la Iglesia Católica, también se
consideran apócrifos.
La consideración de un libro como apócrifo varía según la religión. Por ejemplo,
algunos libros considerados canónicos por los católicos son considerados apócrifos por
judíos y protestantes. En concreto, los católicos aceptaron los libros
de Tobías, Judit, Sabiduría de Salomón, Eclesiástico (Sabiduría de Jesús, Hijo de
Siraque o Sirácide o Ben Sirá), I y II Macabeos y Baruc. Algunos de estos libros son los
incluidos en la Septuaginta por razones históricas o religiosas. De acuerdo con la
terminología teológica católica/ortodoxa, para éstos son libros deuterocanónicos, es
decir, los libros que fueron reconocidos como canónicos en un segundo momento (del
griego δεύτερος deúteros, ‘segundo’). Estos también incluyen adiciones en Ester y
Daniel, es decir, los episodios de la Historia de Susana y Bel y el dragón.
Los apócrifos son cartas, colecciones de frases, narrativas de creación y profecías
apocalípticas. Además de las que abordan la vida de Jesús o sus seguidores, unas 50
más contienen narrativas vinculadas al Antiguo Testamento.

 Primer libro de Adán y Eva  Testamento de los Doce Patriarcas


 Segundo libro de Adán y Eva  Oráculos sibilinos
 Libro de los Jubileos  Génesis apócrifo
 Asunción de Moisés  Testamento de Abraham
 Primer libro de Enoc  Carta de Aristeas
 Segundo Libro de Enoc  Ascensión de Isaías
 Tercer Libro de Enoc  Las Odas de Salomón
 Martirio de Isaías  Libro de Noé
 Salmos de Salomón  Carta de Jeremías
 Samuel apócrifo

La Septuaginta

La Biblia griega, también conocida como Biblia Septuaginta o Biblia de los


Setenta (en griego antiguo: ἡ Μετάφρασις τῶν Ἑβδομήκοντα; en griego moderno:
Μετάφραση των Εβδομήκοντα; en latín: Septuaginta o Vetus Testamentum Graece
iuxta LXX interpretes), y generalmente abreviada LXX, es la traducción más antigua
existente en griego koiné de los libros hebreos y arameos de la Biblia hebrea, la
Septuaginta también incluye algunos escritos originalmente en griego.
Se piensa que los cinco libros del Pentateuco (o sea la Torá, también llamada "La Ley")
fueron traducidos bajo el reinado de Ptolomeo II (285–246 a. C.), y los otros libros
hebreos y arameos más tarde. Las traducciones de los últimos de los libros proféticos
aparecieron probablemente antes del año 130 a. C. circa. Se calcula que el más reciente
de los libros de la Septuaginta, la Sabiduría, fue escrito entre los años 80 y 50 a. C.
Algunos eruditos sitúan en el siglo I de la Era Cristiana la traducción al griego de los
libros de Ester, Rut, Eclesiastés, Lamentaciones y el Cantar de los Cantares, quizás
por Aquila (activo alrededor del año 130 d. C.).

Características
La Septuaginta representa una síntesis en que se subraya el monoteísmo judío
e israelita, así como el carácter universalista de su ética.
La Biblia Septuaginta fue el texto utilizado por las comunidades judías de habla y
cultura griega fuera de Judea. Luego, la iglesia cristiana primitiva también la utilizaba
pues muy pocos cristianos pudieran leer el hebreo. De hecho, la partición, la
clasificación, el orden y los nombres de los libros del Antiguo Testamento de las Biblias
cristianas no viene del Tanaj o Biblia hebrea, sino que proviene de los códices judíos y
cristianos de la Septuaginta.

Ya antes de Cristo se hacían recensiones de la Septuaginta para acercarla al texto


vigente en hebreo. Por eso los eruditos suelen distinguir estos desarrollos posteriores de
lo que suponen ser el texto original de la Septuaginta, que denominan el "Griego
Antiguo" (en inglés "Old Greek", abreviado como "OG"). El uso de este término puede
ser o ideal o práctico: idealmente, es el texto original griego "tal como salió de la mano
del traductor"; pero en la práctica, dado que el original por lo general no se conserva
puramente, es la forma griega más antigua recuperable a través de la evidencia
sobreviviente. Así el término "Septuaginta" es bastante ambiguo, 56 y algunos eruditos
dicen que, "De hecho, no existe tal cosa como La Septuaginta." 7 Otros han escrito que,
"¿Qué es, pues, La Septuaginta? Para hablar muy a las claras, es una palabra mediocre
de conveniencia que conlleva mucha inutilidad. Pero parece que tengamos que aceptar
que no se desaparecerá."8 Dicen ello en referencia al confuso proceso formativo de la
misma.
La base de la traducción griega de la Septuaginta de los libros aceptados en la Biblia
hebrea fue un texto que a veces se acercaba a la tradición heredada en el texto
masorético, y a veces era bastante diferente.

Etimología
El nombre de Septuaginta se debe a que solía redondearse a 70 el número total de sus
72 presuntos traductores. La Carta de Aristeas presenta una antigua versión de acuerdo
con la cual, por instrucciones de Ptolomeo II Filadelfo (284-246 a. C.), monarca griego
de Egipto, 72 sabios judíos enviados por el Sumo sacerdote de Jerusalén, trabajaron por
separado en la traducción de los textos sagrados del pueblo judío. Según la misma
leyenda, la comparación del trabajo de todos reveló que los sabios habían coincidido en
su trabajo de forma milagrosa. Casi todos los académicos actuales no aceptan La carta
de Aristeas como genuina, y la nombran La carta de pseudo-Aristeas.
Sin embargo, al presente sabemos que uno de los criterios de autoridad más
frecuentemente implementados en esos contextos histórico-geográficos, consistía en
atribuir a los textos sagrados algún supuesto origen que se pudiera remontar a hechos
extraordinarios. Aunque en general se trataba de textos vertidos de lenguas
semíticas (hebreo y arameo), algunos de estos escritos fueron originalmente redactados
en lengua griega.
En general se piensa que la LXX habría sido formada con el objetivo de cultivar la fe de
las comunidades de israelitas piadosos que vivían en la Diáspora, y que se comunicaban
en la lengua griega común (koiné). En aquella época, residía en Alejandría una muy
nutrida y numerosa comunidad de inmigrantes hebreos. Sin embargo, dado que la orden
habría provenido del rey Ptolomeo II Filadelfo, también es probable que el fin de la
misma fuera proveer a la Biblioteca de Alejandría de una versión griega de los textos
sagrados hebreos.

Crispin
Los esenios (en hebreo: ‫ ִא ִּס ִיים‬isiim; en griego: εσσηνοι, εσσαιοι o οσσαιοι; essenoi,
essaioi, ossaioi) eran los miembros de una secta judía, establecida probablemente desde
mediados del siglo II a. C. tras la revuelta macabea, y cuya existencia hasta el
siglo I a. C. está documentada por distintas fuentes. Sus antecedentes inmediatos
podrían estar en el movimiento hasideo, de la época de la dominación seléucida (198 a
142 a. C.).

Nombre
Sobre el origen de la palabra «esenio» se han tejido varias hipótesis: puede provenir del
vocablo griego «ὅσιος» (ossios: ‘santo’, ossa: ‘santos’), o ser una referencia al
griego hasidei (‘piadosos’), en arameo hesé. Escritos árabes se refieren a ellos
como magaritas (‘de las cuevas’). Se ha propuesto que el nombre proviene del
hebreo asaim (‫)עשים‬, esto es "hacedores", ya que ellos decían "si la Torah lo dice, lo
hacemos", del verbo hacer=laasot (‫)לעשות‬, y del plural en masculino=im (‫)ים‬, que
en griego era «εσσηνοι» (essenoi), «εσσαιοι» (essaioi) u «οσσαιοι» (ossaioi). Se
sostiene también que el nombre proviene de la palabra siriaca "Asaya", médicos; en
griego, terapeutas; porque su único ministerio, para el público, era el de curar las
enfermedades físicas y morales. "Estudiaban con gran cuidado, dice Josefo, ciertos
escritos de medicina que trataban de las virtudes ocultas de las plantas y de los
minerales" (referencia: Edouard Schuré. Los grandes iniciados. pag. 318).

Documentos
Durante mucho tiempo fueron conocidos solo por las referencias de autores antiguos,
tales como Plinio el Viejo,Flavio Josefo, Filón, Dión Crisóstomo, Hipólito de
Ostia y Epifanio de Constancia, aunque para algunos estudiosos, los esenios eran un
grupo de ascetas que vivían aislados en comunidades separadas. Probablemente la
mayoría de los varios miles de miembros del credo vivían en pueblos y ciudades y una
importante comunidad esenia vivía en Jerusalén, en cuyas murallas se encontraba la
«puerta de los esenios», que ha sido encontrada ya por los arqueólogos.

La Comunidad
Tras la Revuelta Macabea (166-159 a. C.), que habían apoyado pero cuyos resultados
finales no compartieron, se retiraron al desierto para «preparar el camino del Señor»,
bajo el mando de un nuevo líder, el Maestro de Justicia.
Si alguien deseaba ser miembro de la comunidad (yahad) debía ser instruido, aceptado y
luego pasar tres años de prueba para ingresar definitivamente. A los que hacían el
juramento y entraban en la comunidad se les exigía una vida entera de estudio de la Ley,
humildad y disciplina. No volvían a jurar, pues estaban obligados a decir siempre la
verdad. Sus bienes pasaban a ser parte de toda la comunidad y, al igual que los frutos
del trabajo personal, se distribuían según las necesidades de cada uno, dejando una parte
para auxiliar a pobres, viudas, huérfanos, mujeres solteras de edad, desempleados,
forasteros y esclavos fugitivos que, sin ser integrantes de la comunidad, requirieran
ayuda. Se imponía también la observancia de un estricto código de disciplina, cuya base
era la corrección fraterna mutua.

Por lo general, las mujeres eran aceptadas dentro de la comunidad, y los hombres
practicaban el celibato toda su vida, aunque según Josefo, una parte de los esenios sí
permitían el matrimonio y entre las normas de Qumrán se reconoce claramente la
opción de casarse, pero se exige monogamia estricta para todas las personas, incluso los
reyes.
Administraban la interpretación última de la Ley que había sido revelada a su fundador,
a quien se hace referencia en sus escritos como el Maestro de Justicia. Este personaje,
del que se especula más gracias a los manuscritos del Mar Muerto, actuó hacia el
150 a. C. y se habría opuesto al ordenamiento como Sumo Sacerdote de Jonatán
Macabeo, hermano de Judas Macabeo, al considerar que había abandonado la fidelidad
a Dios. Es probable que este rechazo se debiera a que el líder opositor haya sido un
sacerdote sadoquita, quien consideraba ilegítimo al pontificado asmoneo. Sus
seguidores marcharon a Qumrán, sitio que los integrantes de la comunidad llamaron
Damasco. La arqueología muestra que la ocupación de Qumrán fue intensa del 103 al
76 a. C., durante los reinados de Aristóbulo I y Alejandro Janeo, quienes persiguieron
cruelmente a sus opositores.
El esenismo no se limitó a Qumrán. Se sabe que en el siglo I en Jerusalén había un
barrio esenio. Muchos esenios unos 4000, según Flavio Josefo, vivían en las ciudades,
de una forma particular, pacifista, en comunidad de bienes, manifestando su doctrina.
Según este autor, parte de los esenios no se casaban, pero otros por el contrario sí lo
hacían. Entre estos últimos estaban los de Qumrán, que debían contraer matrimonio a la
edad de 20 años.
La comunidad de Qumrán se auto sostenía con los trabajos agrícolas. En las ruinas es
notable el número de depósitos de agua. Estos eran imprescindibles para las necesidades
físicas de la comunidad en medio del desierto, pero también desempeñaban una parte
importante de su ritual, que incluía numerosos lavados. Algunos han supuesto que,
como los terapeutas egipcios, dentro de sus leyes y deberes los esenios
eran vegetarianos, pero no hay absolutamente nada que indique tal cosa en los rollos de
Qumrán.

Los Rollos de Qumrán o Del Mar Muerto

Los Manuscritos del Mar Muerto o Rollos de Qumrán, llamados así por haberse
encontrado en cuevas situadas en Qumrán, Cisjordania, a orillas del mar Muerto, son
una colección de 972 manuscritos. La mayoría datan del año 250 a. C. al año 66 d. C.,
años antes de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén.
Los manuscritos están redactados en arameo casi en su totalidad, solo con algunos
ejemplares en hebreo y griego. Los primeros siete manuscritos fueron descubiertos
accidentalmente por el arqueólogo británico Sir Leonard Wolley gracias a unos
pastores beduinos en 1947, en una cueva en las cercanías de las ruinas de Qumrán, en la
orilla noroccidental del mar Muerto, los pastores se encontraban buscando una cabra
extraviada y al lanzar una piedra dentro de la cueva para asustar al animal, sintieron que
la piedra golpeó vasijas de cerámica, y así encontraron los recipientes donde se
resguardaron estos papiros. Posteriormente, hasta el año 1956, se encontraron
manuscritos en un total de once cuevas de la misma región.
Algunos de estos manuscritos constituyen el testimonio más antiguo del texto bíblico
encontrado hasta la fecha. En Qumran se han descubierto aproximadamente doscientas
copias, la mayoría muy fragmentadas, de todos los libros de la Biblia hebrea, con
excepción del Libro de Ester (aunque tampoco se han hallado fragmentos de Nehemías,
que en la Biblia hebrea forma parte del Libro de Esdras). Del Libro de Isaías se ha
encontrado un ejemplar completo.
Otra parte de los manuscritos son libros no incluidos en el canon del Tanaj,
comentarios, calendarios, oraciones y normas de una comunidad religiosa judía que la
mayoría de expertos identifica con los esenios. La mayoría de los manuscritos están hoy
en el Museo de Israel y en el Museo Rockefeller (ambos en Jerusalén), así como en
el Museo Arqueológico de Jordania (en Amán). Otros pocos se encuentran en
la Biblioteca Nacional de Francia (en París), o en manos privadas, como la Colección
Schøyen (en Noruega).
En 2020 el Museo de la Biblia de Washington D. C. anuncia que los 16 fragmentos que
se hallan en dicho museo son falsificaciones realizadas en el siglo XX. Los nuevos
hallazgos no ponen en duda los miles de fragmentos reales, la mayoría de los cuales
yacen en el Santuario del Libro, parte del Museo de Israel.
A lo largo de los años, en la región se han descubierto en distintas circunstancias vasijas
de barro con manuscritos bíblicos y otros escritos en hebreo y en griego. Uno de estos
hallazgos fue realizado por Orígenes en el año 217 cerca de Jericó, cuando encontró
unos manuscritos dentro de una vasija y utilizó algunos de los salmos contenidos allí.
Posteriormente, en el siglo IX, se supo de otro hallazgo realizado por judíos que
informaron de ello a una iglesia cristiana.
Los primeros siete rollos de pergamino, que con certeza proceden de Qumrán, los
encontraron por casualidad dos pastores beduinos de la tribu Ta'amireh en 1947 en una
de las cuevas mientras perseguían a una de sus cabras. Estos rollos se vendieron
(troceados, para aumentar su precio) a dos anticuarios de Belén.
Cuatro de ellos se revendieron por una pequeña cantidad al archimandrita del
monasterio sirio-ortodoxo de San Marcos en Jerusalén, Atanasio Josué Samuel (más
conocido como Mar Samuel). Los tres siguientes terminaron en manos del profesor
judío Eleazar Sukenik, arqueólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien,
dándose cuenta de su valor, los compró en 1954. Posteriormente, se publicaron copias
de los rollos, despertando un interés masivo por parte de arqueólogos bíblicos. La
publicación de las copias daría como resultado el hallazgo de otros seiscientos
pergaminos y cientos de fragmentos más.
Lo más importante del hallazgo es la antigüedad de los manuscritos, que en su mayoría
datan de entre los años 250 a. C. y 66 d. C. Esto los sitúa entre los textos más antiguos
del Tanaj o Antiguo Testamento bíblico disponibles en lengua hebrea; y también
permite estudiar importantes fuentes teológicas y organizativas del judaísmo y
del cristianismo. Se cree que los ocultaron los esenios para preservarlos de la guerra de
los romanos contra los rebeldes judíos en aquellos años.
Debido a las once cuevas en las que fueron hallados, la denominación de cada
fragmento se hizo indicando primero el número de la cueva en la que fue hallado,
seguido por la letra Q (o sea 1Q, 2Q, 3Q, etc.).
En febrero de 2017, arqueólogos de la Universidad Hebrea de Jerusalén anunciaron el
descubrimiento de la cueva número doce en unas colinas al oeste de Qumrán, cerca de
la orilla noroeste del Mar Muerto.5 Si bien no se encontraron manuscritos en la cueva, se
hallaron frascos de almacenamiento vacíos. Estos estaban rotos y se presume que el
contenido se retiró con anterioridad. Además, se encontraron hachas de hierro que
serían de alrededor del año 1950, lo que da a entender que la cueva fue saqueada.6

Entre los manuscritos hallados en las cuevas se encuentran:

 Libros del Tanaj o Antiguo Testamento, incluida una versión más extensa del Libro
I de Samuel.
 Libros apócrifos del Antiguo Testamento, como el Libro de los Jubileos, el Libro de
Enoc o los Testamentos de los Patriarcas, entre otros.
 Textos exegéticos, como los comentarios (pehsarim) a varios libros de la Escritura.
 Libros propios de la comunidad que produjo estos documentos, como reglamentos y
oraciones propias, entre los cuales destacan el Documento de Damasco (4QD, 5QD,
6QD) -documento que ya se conocía desde 1896, cuando fue descubierto en el
depósito (Guenizá) de una sinagoga, en una versión manuscrita por los karaitas del
siglo IX-, la Regla de la Comunidad (1QS, 4Q257) y el Rollo de los
Himnos (Hodayot).
 Un rollo de cobre con cuestiones contables y relativas a la localización de
determinados tesoros.

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