Caridad y Penitencia 2025
Caridad y Penitencia 2025
Junio 2025
VOLUMEN 57
NÚMERO 2
ESTUDIOS
Federico AGUIRRE
El lugar del arte en el Corpus Dionysiacum / 237-262
Mateusz SWITEK
Aldred Loisy y las profecías mesiánicas en la apologética.
Una discusión olvidada de la crisis modernista / 297-325
Pablo ARTEAGA
Una aproximación a la escatología de Yves Congar / 351-376
Lucas BUCH
Atreverse a ser padres. Reflexiones sobre la paternidad espiritual del sacerdote
VOLUMEN 57
2025
9 770020 354154
01. Primeras 27/05/2025 11:49 Página 231
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02. Índice 27/05/2025 11:48 Página 233
233
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04. Horcajo Estudio 27/05/2025 11:29 Página 263
Resumen: Actualmente se percibe una desvincu- Abstract: At present there is a perceived discon-
lación de la penitencia tanto de la vida cotidiana nection of penance both from daily Christian life
cristiana como de la teología moral y sacramental. and between moral and sacramental theology. The
Se pretende encontrar la raíz común de la peniten- aim is to find the common root of penance as a
cia como virtud y como sacramento en la caridad. virtue and as a sacrament in charity. Following
Siguiendo a santo Tomás de Aquino, será la caridad St. Thomas Aquinas, it will be charity as conversive
como amistad conversiva la que permite unificar friendship that allows us to unify the movements of
los movimientos de la virtud de la penitencia desde the virtue of penance from interior penance or con-
la penitencia interior o contrición. De esta manera, trition. In this way, virtue and sacrament proceed
virtud y sacramento proceden del Misterio Pascual from the Paschal Mystery of Christ and lead to the
de Cristo y conducen hacia la Gloria del Padre. La Glory of the Father. Penance enables reconciliation
penitencia permite la reconciliación en la Iglesia y in the Church and in the world.
en el mundo.
Keywords: Penance, Charity, Friendship.
Palabras clave: Penitencia, Caridad, Amistad.
Cómo citar el artículo: HORCAJO LUCAS, J. M., «La caridad, madre y forma de la penitencia: vir-
tud en el sacramento», Scripta Theologica 57 (2025) 263-296.
https://doi.org/10.15581/006.57.2.263-296
P
ablo VI insistió en la necesidad de integrar la penitencia en la santidad:
“Esta es la contrición, es la conversión, es la penitencia, de la cual, al venir
al encuentro del hombre penitente la gracia, germina la nueva vida del
alma” 1. Desde el comienzo del siglo XX se venía reflexionando sobre la peniten-
cia, pero especialmente en los años ochenta se ha profundizado en múltiples dis-
ciplinas acerca de la pastoral del sacramento de la penitencia. El sínodo de los
obispos en 1983 sobre el tema de la reconciliación y la penitencia fue precedido
de profundas reflexiones sobre el tema, que era un tema preocupante por el fre-
cuente abandono del mismo en la pastoral ordinaria. El papa san Juan Pablo II
pidió a la Comisión Teológica Internacional un documento sobre la reconcilia-
ción 2. El tema requería una amplia visión pues se trataba de llega a la raíz. Tras la
exhortación apostólica Reconciliatio et Paenitentia 3 (ReP) han surgido múltiples re-
flexiones y estudios sobre la penitencia como camino de conversión en la Iglesia.
Esta reflexión ha acompañado al empeño de los pastores por una reno-
vación del sacramento en la pastoral eclesial. Sin embargo, todavía se mani-
fiesta un malestar sobre el abandono de dicho sacramento en múltiples secto-
res de la Iglesia. La pérdida del sentido de pecado sigue vigente y la ausencia
del sacramento de la penitencia o su vivencia anodina acompañan al despres-
tigio de la penitencia como forma de vida cristiana.
1
SAN PABLO VI, Discurso en la Estación cuaresmal de santa Sabina, 26-II-1971.
2
Cfr. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, La reconciliación y la penitencia. Documento 1982,
Madrid: CETE, 1982.
3
SAN JUAN PABLO II, Ex. Apost. Reconciliatio et paenitentia, AAS 77 (1985) 185-275, n. 3 (ReP).
nen adelantar la satisfacción por los propios pecados antes de la absolución sa-
cramental 4. La penitencia tendría que cumplirse antes de recibir el perdón de
los pecados. Esta propuesta pone el acento en la acción humana que debería
verificar su conversión, su cambio de mentalidad y sus obras de misericordia,
antes de recibir la absolución. Esta propuesta sería para lograr un auténtico ca-
mino de santidad en el fiel que se confiesa.
Sin embargo, tal proposición adolece de un olvido del puesto de la gra-
cia como fuente de conversión, como camino de santificación. Efectivamente,
las acciones humanas serían como la antesala de recepción de la gracia santi-
ficante, como un requisito previo para que Dios conceda su gracia. Esta idea
surge de una visión de la acción humana y la divina como si fueran una suce-
sión de actos yuxtapuestos como se vio en la disputa jansenista. Cuando el
hombre ponga de su parte, Dios hará la suya. Aparte de la buena intención del
propósito, se nota una carencia en la teología de la caridad, que es la que uni-
fica la acción divina y humana.
4
Cfr. BOROBIO, D., La penitencia como proceso. De la reconciliación real a la reconciliación sacramental,
Madrid: San Pablo, 2005, 152.
5
Cfr. MEIATTINI, G., Amoris laetitia? I sacramenti ridotti a morale, Torino: La fontana di Siloé, 2018.
ficencia, o bien como una misericordia incondicional sobre el pecador sin ac-
ción alguna por su parte. Se pierde la dimensión dinámica y conversiva de la
caridad, que es un proceso sacramental y eclesial.
6
Cfr. GRANADOS, J., «“Charity Builds Up” (1 Cor 8:1) – but Which Charity? On Víctor Manuel
Fernández’s Theological Proposal», Communio 50.4 (Winter 2023) 1-25.
7
El primero en afirmar la distinción entre los dos aspectos de la penitencia –virtud y sacramen-
to– es Pedro Lombardo: cfr. LÓPEZ-GONZÁLEZ, P., Penitencia y Reconciliación. Estudio histórico-
teológico de la “Res et Sacramentum”, Pamplona: Eunsa, 1990, 96. Le seguirá también SANTO
TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae (S.T.), III, q. 89, a. 1, ad 1: “la penitencia es causa de la
gracia en cuanto sacramento; en cuanto virtud es efecto suyo”.
8
ID., S.T., III, q. 84, a. 6, ad 2: “fundamentum in secunda reaedificatione, quae fit per destructio-
nem peccati”. En Super Sent., no aparece el término reaedificatione. Solo empleaba el término re-
paratio. Aquí da un paso más, por la influencia de la caridad, que edifica (cfr. Ef). Cfr. Super Sent.,
IV, d. 14, q. 2, a. 1, qc. 2, ad 3: “Sed poenitentia non est regeneratio, sed magis reparatio vitae
prius habitae”.
9
ID., S.T., III, q. 84, a. 5.
10
ID., S.T., III, q. 84, a. 5 ad 2: “La caridad, en efecto, exige que el hombre se duela de la ofensa
cometida contra el amigo, y que el hombre busque la reconciliación con el amigo”.
manera, la gracia se recupera con el sacramento. Así, existe una relación in-
trínseca entre la participación en los sacramentos y el crecimiento en las vir-
tudes. Para santo Tomás esto es tan importante que va trenzando el tema en
su tratado del sacramento de la penitencia.
Nuestro intento es mostrar el origen de esta convergencia: la caridad.
Gracias a la virtud teologal de la caridad, comprendida como cierta amistad
con Dios 11, la penitencia –virtud y sacramento– se inserta en el dinamismo de
la conversión del cristiano, en referencia a la Iglesia y la reconciliación mise-
ricordiosa con Dios, la comunidad cristiana y la familia humana. Si la caridad
es madre y forma de las virtudes 12, vamos a estudiarla en referencia a la virtud
de la penitencia, y veremos su estrecha relación con el sacramento de la peni-
tencia y de la reconciliación.
De esta manera, podremos comprender la articulación dinámica y teoló-
gica de la moral y los sacramentos, que no pueden quedar desconectados, por-
que nacen de la gracia de Cristo y tienen el mismo fin en la gloria del Padre.
De aquí la relevancia que le concedía san Juan Pablo II a la penitencia como
“componente más profunda de la peregrinación de todo hombre por la tierra
in statu viatoris” 13.
2. LA VIRTUD DE LA PENITENCIA
“Dice Moisés, uno de los padres del desierto, que, en tanto que un hom-
bre no siente en su corazón que es pecador, Dios no le escucha” 14. La peni-
tencia como virtud ya era conocida y predicada entre los monjes en Egipto en
el siglo III. Sentirse pecador era un punto de partida de la ascesis del monaca-
to. El pensamiento de que alguien pudiera estar sin pecado era absurdo para
los monjes. Pero si grande es el pecado, más grande es la penitencia, “virtud
de la cual dependen todas las demás” 15.
11
Para ver el largo recorrido intelectual que le llevó a este descubrimiento se puede ver: PRIETO,
A., De la experiencia de la amistad al misterio de la caridad. Estudio sobre la evolución histórica de la
amistad como analogía teológica desde Elredo de Rieval hasta santo Tomás de Aquino, Madrid: Facultad
de Teología San Dámaso, 2005. En Super Sent. ya habla de la caridad como cierta amistad con
Dios, pero no afirma todavía que la amistad está en la base de la gracia.
12
Cfr. PÉREZ-SOBA DIEZ DEL CORRAL, J. J., La caridad. El camino mejor en la amistad con Cristo, Ma-
drid: Didaskalos, 2024, 225-263.
13
SAN JUAN PABLO II, C. Enc. Dives in misericordia, n. 13.
14
STAROWIEYSKI, M., «La penitencia en los apotegmas de los padres del desierto», en SANCHO, J.
y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio internacional de teología de la Universidad de Na-
varra, Pamplona: Eunsa, 1983, 283.
15
Ibid., 284. Se refiere al abad Macario.
16
Cfr. SAN AGUSTÍN, La penitencia. Sermón 352, c. 2, 7: PL 39, 1549: “Immo vero unda quaedam
caritatis ibat in corde tuo, et tamquam de vena interiore manabat: tenes odium contra fratrem,
obturasti fontem. Non solum ergo nihil perdis, cum ignoscis; sed abundantius irrigaris. Caritas
non angustatur”.
17
Cfr. ORÍGENES, In Leviticum homiliae XVI, II, 4: PG 12,417: “dura y laboriosa es la remisión de
los pecados por la penitencia, lavando con lágrimas el pecador su lecho, sus lágrimas son su ali-
mento día y noche y no avergonzándose de decir su pecado al sacerdote del Señor y pedir la me-
dicina”.
18
Cfr. SAN AMBROSIO DE MILÁN, De Paenitentia, 1, 3,10: BAm 17,178: “maiora enim crimina
maioribus abluuntur fletibus”.
ral que se manifiesta en las lágrimas 19. Este licuarse el corazón está apuntando
a un principio afectivo, movido por la presencia del Espíritu Santo, que es ya
la contrición 20. Estas lágrimas no proceden de la pena impuesta por el pecado,
o del miedo al castigo, sino del amor. Aquí encontramos un inicio de referen-
cia a la caridad en la penitencia.
Santo Tomás de Aquino, en su última obra, abre el tratado del sacra-
mento de la penitencia con la referencia al centro primordial de dicho sa-
cramento, que es denominado, según la terminología escolástica res et sacra-
mentum. Se trata de la penitencia interior 21. Aquí encuentra el centro del
sacramento, que es la confluencia de la acción divina y la humana. Este sacra-
mento, a diferencia de otros, requiere la implicación del bautizado, la acepta-
ción de la misericordia divina, su acogida. La materia de este sacramento no
es un bien creado (agua, aceite, pan, vino), sino la acción humana movida in-
teriormente por Dios 22: el arrepentimiento. Se trata de “una nueva forma de
amor” 23. Sin este, no sería posible el perdón divino. De aquí la necesidad de la
virtud de la penitencia, para que el acto humano que colabora con Dios en
la remoción del pecado 24 tenga una buena raíz, no sea arbitrario, no esté tor-
cido o desviado. En definitiva, para que Dios quite el pecado, necesita la cola-
boración dócil del hombre.
19
Cfr. SAN CIPRIANO, De Lapsis 36: PL 4, 508: “Si precem toto corde quis faciat, si veris poeni-
tentiae, lamentationibus et lacrymis ingemiscat, si ad veniam delicti sui Dominum justis et con-
tinuis operibus inflectat, misereri talium potest qui et misericordiam suam protulit dicens: Cum
conversus ingemueris, tunc salvaberis, et scies ubi fueris”.
20
Cfr. ROSSI, R., La formazione del Sacramento della Penitenza. Un ritorno alla prassi battessimale
della tradizione antica (secoli II-VII), Napoli: Chirico, 2004, 178: «Tema frecuente della predi-
cazione del Sommo Pontefice sarà ciò che egli chiamerà “le lacrime del pentimento”, manifes-
tando con ciò il movimento interiore verso la penitenza come dono dello Spirito Santo, senza
la cui assistenza non è possibile il perdono dei peccati. Le lacrime del pentimento trascendo-
no il semplice sentimento emotivo». (Cfr. S. LEO MAGNUS, Sermo 62,4; 63,4: SC 74bis, 292-
294, 300-304).
21
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 1, ad 3: “sacramentum tantum, scilicet actus
exterius excercitus tam per peccatorem poenitentem, quam etiam per sacerdotem absolventem;
res autem et sacramentum est poenitentia interior peccatoris; res autem tantum et non sacra-
mentum est remissio peccati; quorum primum totum simul sumptum est causa secundi; primum
autem et secundum sunt quodammodo causa tertii”.
22
Cfr. ID., S.T., III, q. 84, a. 1, ad 2: “a Deo interius operante”.
23
IZQUIERDO, C., «Sentido del pecado y dignidad del hombre», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Re-
conciliación y penitencia. V Simposio, 384.
24
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 3: “poenitentia, non consistit in consecratio-
ne alicujus materiae, nec in usu alicujus materiae sanctificatae, sed magis, in remotione cujusdam
materiae, scilicet peccati”.
25
Cfr. LÓPEZ-GONZÁLEZ, P., Penitencia y Reconciliación, 168: “La contrición formada por la gracia
e imperada por la caridad es efecto de Dios que mueve a la justificación. Sin la contrición no
hay justificación porque es la disposición última que coincide con la gracia”. Para ver el origen
de esta terminología (penitencia interior, contrición) y su evolución hasta santo Tomás, ver ibid.,
89-159.
26
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 5: “poenitentiae sacramento, in quo operatur
virtus passionis Christi per absolutionem sacerdotis simul cum opere poenitentis, qui coopera-
tur gratiae ad destructionem peccati”. Las dos opera (de Cristo y del penitente) dan lugar a la
cooperatio gratiae.
27
Cfr. GARCÍA IBÁÑEZ, A., Conversión y reconciliación. Tratado histórico-teológico sobre la penitencia post-
bautismal, Pamplona: Eunsa, 2024, 222-235. Interpreta la doctrina de P. Lombardo desde la re-
levancia de la absolución sacramental, logrando así la unidad dinámica del sacramento y la vir-
tud. Para santo Tomás, el signo sacramental no solo será los actos del penitente, sino también la
absolución.
28
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 5, ad 3: “non sine interiori poenitentia, quam
ipse in ea per gratiam est operatus”.
29
Cfr. ID., S.T., II-II, q. 23, a. 1: “Sed nec benevolentia sufficit ad rationem amicitiae, sed re-
quiritur quaedam mutua amatio, quia amicus est amico amicus. Talis autem mutua benevo-
lentia fundatur super aliqua communicatione. Cum igitur sit aliqua communicatio hominis ad
Deum secundum quod nobis suam beatitudinem communicat, super hac communicatione
oportet aliquam amicitiam fundari. De qua quidem communicatione dicitur I ad Cor. I, fide-
lis Deus, per quem vocati estis in societatem filii eius. Amor autem super hac communicatio-
ne fundatus est caritas. Unde manifestum est quod caritas amicitia quaedam est hominis ad
Deum”.
30
Cfr. ID., Super Sent., IV, d. 17, q. 2, a. 1, qc. 1, ad 6: “est a Deo solo quantum ad formam qua in-
formatur”.
31
En las distinciones de Super Sent. sobre la penitencia, la contritio aparece 530 veces, frente a 13
veces solamente en Summa Theologiae. Sin dejar de utilizarlo, le sirve menos para su finalidad in-
tegradora.
32
Las dudas sobre la contritio aparecen ya en Super Sent. pues no puede estar como hábito, pero
tampoco como acto constante. Intenta una vía media: cfr. ID., Super Sent., IV, d. 16, q. 2, a. 2, qc.
2: “requiritur contritio medio modo, quia scilicet etsi actu peccatum non displiceat explicite, dis-
plicet tamen implicite: quia ex virtute actus quem agit, sequeretur displicentia explicita peccati
venialis, si cogitatio ad illud ferretur”.
33
Cfr. ID., Super Sent., IV, d. 22, q. 2, a. 1, qc. 2: “interior poenitentia est res exterioris poeniten-
tiae, sed ut significata tantum per actus poenitentis; ut significata autem et causata per actus eos-
dem, adjuncta absolutione ministri, per quam aliquo modo homo ad gratiam disponitur”. Expli-
ca la penitencia interna como propósito o premeditación: cfr. ibid., IV, d. 22 q. 2, a. 1, qc. 2, ad
3: “inveniuntur [confessio et satisfactio] in interiori poenitentia quantum ad propositum et prae-
meditationem eorum”.
34
La contrición se encuentra tanto en la penitencia interior como en la exterior: cfr. ID., S.T., III,
q. 90, a. 2, ad 1: “contritio secundum essentiam quidem est in corde, et pertinet ad interiorem
poenitentiam, virtualiter autem pertinet ad poenitentiam exteriorem, inquantum scilicet impli-
cat propositum confitendi et satisfaciendi”. Cfr. ibid., q. 90, a. 3, ad 2: “contritio continet virtu-
te totam poenitentiam”.
35
Cfr. COLLO, C., Reconciliación y penitencia. Comprender, vivir, celebrar, Madrid: San Pablo, 1994,
63.
36
MUÑOZ LEÓN, D., «La dimensión penitencial de la conversión cristiana según el Nuevo Testa-
mento», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 82.
37
Ibid., 89.
38
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 8: “interior quidem poenitentia est qua quis
dolet de peccato commisso. Et talis poenitentia debet durare usque ad finem vitae”.
39
MUÑOZ LEÓN, D., «La dimensión penitencial de la conversión», 111.
40
Cfr. MORALES, J., «Conversión y penitencia», en J. SANCHO y otros (dirs.), Reconciliación y peni-
tencia. V Simposio, 203.
41
Cfr. GUILLERMO DE AUVERNIA, «De Sacramento Poenitentiae», c. 6, en Guilielmi Alverni, Ope-
ra Omnia, Parisiis, 1674, t. 1, p. 466, col. 2, H. Cfr. ANCIAUX, P., «Le Sacrement de Pénitence
chez Guillaume d’Auvergne», Ephemerides Theologicae Lovaniensis 24 (1948) 104-128.
42
Cfr. LÓPEZ-GONZÁLEZ, P., Penitencia y Reconciliación,111: “Hugo de San Caro (1190-1263), por
su parte, atribuirá a la absolución una verdadera influencia en la remisión de los pecados, apor-
tando un esbozo de solución según la cual la contrición puede ser producida en virtud de la con-
fesión y la absolución. Este autor es, con bastante probabilidad, el primero que identifica la ab-
solución con la forma del sacramento, lo que supone un paso importante”.
43
Cfr. ibid., 186-187. Después de santo Tomás, esta teología de que la res et sacramentum es la pe-
nitencia interior se irá abandonando. Duns Scoto ya no hace referencia a ella; solo a una causa-
lidad moral, no instrumental. Cfr. GARCÍA IBÁÑEZ, A., Conversión y reconciliación, 396-398.
44
Cfr. ELDERS, L., «El sentimiento de culpabilidad según la sicología, la literatura y la filosofía
moderna», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 192: “La tarea de
la contrición no consiste en hacer que no exista el pasado, sino que mira a suprimir la culpabili-
dad, esto es, la repercusión de la falta en el alma y, de esta manera, a quitar también la raíz de
posibles nuevos pecados, por lo menos cuando adopta la contrición su forma definitiva”.
45
Cfr. ZIEGENAUS, A., «Sobre la penitencia y de la conversión en nuestro tiempo. Superación de una
absurda mentalidad acusadora», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simpo-
sio, 139-152. Analiza diversos ejemplos de los siglos XIX y XX.
46
ReP, 31.
47
Cfr. BOROBIO, D., La penitencia como proceso, 107: “La penitencia es, por tanto, una tarea común,
una obra en colaboración entre el sujeto penitente y la Iglesia madre, en orden a un encuentro
de reconciliación con la Iglesia y con Dios”.
lo. Tiene otras derivaciones y consecuencias que afectan a los hombres, la so-
ciedad, la Iglesia e incluso a los bienes creados, pero la primera y fundamen-
tal consecuencia es su ser un acto contra Dios. Y solo Dios lo puede perdonar.
De este modo, la virtud de la penitencia, cuyo acto es la contrición, nace
de la caridad, por eso se dice que es madre de la penitencia. Ciertamente la ca-
ridad no puede, por sí misma obtener el perdón divino. “La caridad, la fe y la
misericordia no liberan al hombre del pecado sin la penitencia. Pues la cari-
dad requiere que el hombre se duela de la ofensa cometida al amigo, y que
procure reconciliarse (satisfacere) con él” 48. Por eso, se necesita la virtud de la
penitencia, que será tan permanente como lo sea la amistad con Dios, porque
debe aborrecer los pecados pasados 49.
Esta visión, tan propia de santo Tomás, en la que la caridad requiere y fo-
menta las virtudes para alcanzar su propio fin, es una superación de la doctrina
agustiniana, en la cual la caridad alcanza todo, casi sin necesidad de las virtudes 50.
Para santo Tomás, la caridad genera y da forma a todas las virtudes, para lograr
el fin de la comunión real que requiere una bondad específica en la acción 51. Por
la caridad, el hombre se duele de la ofensa cometida contra el Amigo. Es por la
amistad por la que se mueve su corazón (penitencia interior) y se mueven sus
obras para reparar (satisfacción). La caridad comprendida como amistad le per-
mite unificar los momentos de la penitencia 52, dándole su forma propia, porque
la dirige hacia Dios. Sin la caridad, los diversos actos serían sucesivos, concate-
nados, pero sin unificación interna, sin virtud, en definitiva 53. Sin la caridad, se
podría encontrar otro principio de armonía (voluntad de Dios, necesidad de sal-
vación, leyes, etc.), pero sería siempre exterior a la misma acción humana.
Es precisamente en esta virtud de la penitencia donde se manifiesta la
especial potencia de la caridad como amistad conversiva. Es la amistad
propia entre el Dios misericordioso y el hombre pecador arrepentido. Por
la caridad se hacen amigos, y así se rechazan todas las ofensas hechas al
48
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 5, ad 2.
49
Cfr. ID., S.T., III, q. 84, a. 9: “debet homo in proposito gerere quod semper sibi praeterita pec-
cata displiceant”.
50
Cfr. PÉREZ-SOBA, J. J., Vivir en Cristo, la fe que actúa por el amor. Manual de Moral fundamental,
Madrid: BAC, 2018.
51
Cfr. MELINA, L., NORIEGA, J. y PÉREZ-SOBA, J. J., Caminar a la luz del amor. Los fundamentos de
la moral cristiana, Madrid: Palabra, 2007.
52
Cfr. PÉREZ-SOBA, J. J., La confesión, evento de misericordia, Madrid: BAC, 2016, 49-51. Allí señala
la penitencia como unidad intencional del sacramento.
53
Cfr. GRANADA CAÑADA, D., El alma de toda virtud. «Virtus dependet aliqualiter ab amore»: una
relectura de la relación amor y virtud en santo Tomás, Siena: Cantagalli, 2016.
54
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 86, a. 3, ad 4: “debitum culpae contrariatur amici-
tiae, et ideo una culpa vel offensa non remittitur sine altera”.
55
Cfr. MORALES, J., «Conversión y penitencia», 204: “El núcleo de la conversión verdadera es la
obediencia a Dios que habla en el fondo del alma”.
56
Cfr. ARANDA, A., «La reconciliación cristiana. Reflexiones y sugerencias ante el próximo Síno-
do», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 157: “Ser persona, ser ad
Deum como escribíamos antes, pone en el hombre una íntima necesidad recibida de amistad con
Dios, que no es algo añadido a su propia naturaleza personal, sino que va incluida en ella”.
57
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 85, a. 1.
58
ID., S.T., III, q. 85, a. 2.
59
Cfr. ibid., III, q. 85, ad 1.
60
Cfr. ibid., III, q. 85, ad 2: “emendabilia per actum hominis cooperantis Deo”, y ad 3: “ex divina
gratia, homine cooperante”.
61
Cfr. ibid., III, q. 85, a. 3.
62
Ibid., a. 4.
63
Cfr. ibid., a. 5.
64
Cfr. ibid., a. 6: “actus autem et habitus charitatis simul sunt tempore cum actu et habitu poeni-
tentiae, et cum habitibus aliarum virtutum”. El efecto de la remisión es principalmente por la fe
y la caridad, más que por la penitencia: cfr. ibid., III, q. 86, a. 6, ad 2.
65
Se puede apreciar una aclaración mayor en la Summa Theologiae, frente a las dudas iniciales en
Super Sent., donde el temor servil generaba la penitencia: cfr. Super Sent., IV, d. 14, q. 1, a. 2,
qc. 1, ad 4: “poenitentia timore servili concipitur, qui poenam respicit. Nec oportet quod timor
servilis et poenitentia sint simul: quia timor servilis non est causa esse ipsius poenitentiae, sed ge-
nerationis ejus; sicut etiam sumptio medicinae est causa sanitatis, non tamen sunt simul”.
3. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
La penitencia no se comprende solo de modo ascético, sino desde su ori-
gen sacramental 69. Los sacramentos tienen su función pedagógica 70, para mos-
trarnos el modo en que acontece la historia salvífica, que es sacramental, visi-
66
Cfr. ID., S.T., III, q. 84, a. 8: “post hanc vitam autem sancti nos sunt susceptivi doloris; unde dis-
plicebunt eis peccata praeterita sine omni tristitia”. Ibid., ad 2: “poenitentia interior habet locum
etiam in proficientibus et perfectis”.
67
Cfr. GUITERAS, J., Conversión y penitencia: reconciliación, Barcelona: Centre de pastoral litúrgica,
1999, 62.
68
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 86, a. 2: “non potest contingere quod Deus remit-
tat offensam alicui absque immutatione voluntatis eius”.
69
Cfr. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, La reciprocidad entre fe y sacramentos en la economía
sacramental (3/3/2020) 20 (50): “La penitencia cristiana no puede, por ello, entenderse, en pri-
mer plano, de un modo ético y ascético, sino que tiene que entenderse de manera fundamental-
mente sacramental, como el don, otorgado por Dios, de un nuevo ser, el cual ulteriormente im-
pulsa sin duda a un obrar ético y ascético”.
70
Cfr. ibid., n. 57: “los sacramentos poseen un fin pedagógico para nuestra fe: ilustran el modo de
acontecer la historia salvífica: ‘sacramental’”. Cfr. BERLANGA, A., «Sacramentalidad: balance y
pedagogía de un concepto en la Teología sacramentaria», Scripta Theologica 53 (2021) 567-594.
71
Cfr. GRANADOS, J. y LARRÚ, J. D. (eds.), La perspectiva sacramental. Luz nueva sobre el hombre y el
cosmos, Madrid: Didaskalos, 2017.
72
Cfr. HERRERO, Z., «La penitencia y sus formas: examen de su evolución histórica», Estudios
Agustinianos 7 (1972) 37-70.
73
Cfr. TERTULIANO, De Paenitentia, 7, 10: CCL 1, 333: “conlocauit in uestibulo paenitentiam se-
cundam queae pulsantibus patefaciat”.
74
Cfr. BASEVI, C., «La penitencia y el perdón de los pecados en la epístola a los Hebreos», en SAN-
CHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 274.
75
Cfr. STAROWIEYSKI, M., «La penitencia en los apotegmas», 290: “Si era conocida por Juan Ca-
siano, se puede suponer que era también conocida en el desierto egipcio”. Cfr. ZIEMBA, J., La pe-
nitenza nelle opere di Giovanni Cassiano, Roma: Diss. In Facultate S. Theologiae P. U. S. Thomae,
1977, 31.
76
Cfr. VOGEL, C., Il peccatore e la penitenza nel medioevo, 2ª ed., Torino: LCD, Leumann, 1998, 15:
“Il nuovo sistema penitenziale rivoluzionò sostanzialmente sia il modo di concepire il peccato sia
le relazioni tra il peccatore e la comunità ecclesiale”.
siglos 77, se fue imponiendo progresivamente a partir del siglo VI, a pesar de
las prohibiciones del Concilio III de Toledo (año 589), porque respondía
mejor a la búsqueda de conversión personal en una penitencia cotidiana.
Este Concilio rechazaba la práctica de la reiteración del sacramento, orde-
nando que se continuara con la práctica canónica, que solo era una vez en la
vida. Sin embargo, sesenta años después, la penitencia reiterada fue aproba-
da por un sínodo francés en Chalon-su-Saône 78. Así, durante varios siglos
(hasta finales del siglo IX) convivieron ambas modalidades de práctica sa-
cramental 79. Progresivamente se fue abandonando la praxis canónica anti-
gua, porque el proceso penitencial se hacía tedioso, complejo y conducía a
llevar una vida casi monacal 80.
Pero la novedad doctrinal no consistía solo en la posibilidad de repetir el
sacramento, sino también en conceder la absolución antes de haber cumplido
las pesadas y amplias penitencias. El cambio significativo de que la satisfacción
se pusiera después de la absolución, y no como requisito previo, como había
sido lo habitual hasta el siglo IX 81, responde a dos principios. El primero, que
el orden de los actos no perjudica al sacramento porque es un mismo acto hu-
mano, eclesial y divino, donde todos los elementos convergen en una misma
amistad, donde la gracia precede y conforma la respuesta humana. El segundo,
que la vida del cristiano es toda penitencia, y no solo como los actos requeri-
dos por el confesor. Se comprende así que la vivencia de la caridad en la peni-
tencia es la clave de la recepción fructuosa del sacramento. No basta con una
satisfacción breve o larga, hace falta una auténtica vida de caridad que confor-
me la penitencia, para extraer el verdadero sentido del sacramento.
En todo caso, la penitencia como sacramento nace del Misterio Pascual
de Cristo. Esto se comprendía perfectamente en la penitencia canónica, que
solía celebrarse en el Triduo Pascual, y en la penitencia privada, que nacía del
77
Cfr. ÍÑIGUEZ HERRERO, J. A., «La confesión oral del pecado y la penitencia en la primitiva Igle-
sia. Bosquejo de una investigación», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Sim-
posio, 597: “No puede dudarse de la práctica de la penitencia privada, con manifestación de los pe-
cados por el penitente a la persona que tiene el poder de absolver, en los cuatro primeros siglos
de la Iglesia”.
78
Cfr. COLLO, C., Reconciliación y penitencia, 99-103.
79
Cfr. MARTÍNEZ DÍEZ, G., «Algunos aspectos de la penitencia en la Iglesia visigodo-mozárabe»,
Miscelánea Comillas 49 (1968) 5-19. El Concilio habla de execrabilis praesumptio (can. 11). Cfr. BO-
ROBIO, D., La penitencia en la Iglesia Hispánica del siglo IV al VII, Bilbao: Desclée de Brouwer, 1978.
80
Cfr. COLLO, C., Reconciliación y penitencia, 93.
81
Cfr. ibid., 108-110. Este cambio inicia la confesión privada, diferente de la tarifada. Cfr. GARCÍA
IBÁÑEZ, A., Conversión y reconciliación, 147-160.
82
Cfr. DH, n. 812. Hay que tener en cuenta que en el siglo XII todavía había teólogos que solo lo
consideraban un sacramental.
83
Cfr. ACEDO MORENO, L. I., La unión con Cristo en los sacramentos. La aportación de santo Tomás en
la Contra Gentiles a la Teología sacramental, Ciudad de México: NUN, 2023.
84
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra Gentiles, IV, c. 72, 6 [4071]: “in conversione mentis ad
Deum salus spiritualis consistit, quam quidem salutem consequi non possumus nisi per medicum
animarum nostrarum Iesus Christum”.
85
Cfr. ID., S.T., III, q. 84, a. 3, ad 3: “verba sacerdotis in hoc sacramento instrumentaliter operan-
tur in virtute divina, sicut etiam in aliis sacramentis”. Cfr. ID., S.T., III, q. 64, a. 2: “sacramenta
instrumentaliter operantur ad spirituales effectus”. La explicación en ibid., III, q. 62, a. 1.
86
Desde su primera obra emplea los dos términos indistintamente (dispositivo e instrumental),
pero en S.T. omite la mera causalidad dispositiva: cfr. LÓPEZ-GONZÁLEZ, P., Penitencia y Recon-
ciliación, 177-178.
de redención, se tiene que especificar con claridad que estos causan la gracia, no
solo disponen a su recepción. No causan la gracia por sí mismos, sino por la vir-
tud de la Pasión de Cristo que actúa en y por medio de los sacramentos 87.
Esto significa que la eficacia del perdón de Dios en Cristo se da por me-
dio del ministro y de la aceptación del penitente de dicho don en el acto de la
contrición, en donde el modo humano de actuar influye en el efecto, como el
instrumento en el resultado. Este acto es el resultado de la caridad de Cristo,
que se une al penitente en un amor conversivo. Aquí se evidencia el “fruto” de
la acción: ambos entran en una comunicación de la beatitudo divina, que es el
bien compartido en la caridad: “nobis suam beatitudinem communicat” 88. El amor
de la gracia divina (dilectio gratiae), que produce la remisión de los pecados, di-
rige al hombre a la vida eterna (beatitudo) 89. Podemos entender que la misma
causalidad instrumental de este sacramento se configura en cuanto la caridad
une a Dios y al penitente en una comunicación del bien divino. En la causali-
dad instrumental, el sujeto no es pasivo, sino activo con su propia acción en
cuanto instrumento, y esto por la caridad, que ha sido infundida en su cora-
zón. En el modelo de la causalidad dispositiva –previa al Aquinate–, por un
lado, está el amor del penitente, y después llega el amor de Dios. Se trata de
dos momentos sucesivos 90. Este modelo es insuficiente por su carente com-
prensión de la caridad.
87
Cfr. ID., S.T., III, q. 8, a. 3.
88
ID., S.T., II-II, q. 23, a. 1. Para el tema de la “communicatio beatitudinis” como explicación de la
esencia misma de la caridad: cfr. PÉREZ-SOBA DIEZ DEL CORRAL, J. J., «Amor es nombre de perso-
na» (I, q. 37, a. 1). Estudio de la interpersonalidad en el amor en santo Tomás de Aquino, Roma: Mur-
sia, 2001, 373-380 y 417-432.
89
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 86, a. 3, ad 5.
90
El Doctor Angélico intenta armonizar unos elementos aparentemente dispersos: cfr. DE
VOOGTH, P., «La justification dans le sacrement de Pénitence d’après saint Thomas d’Aquin»,
Ephemerides Theologicae Lovaniensis 5 (1928) 232.
mento es eficaz, tanto por proceder de Dios, como por ser aceptado por el pe-
nitente, que ya es amigo convertido. Así, el dinamismo de la caridad en el sa-
cramento se manifiesta como amistad conversiva 91, pues es una dulce compa-
ñía en un camino común hacia la comunión con el Padre 92.
Esta primacía de la caridad permite compenetrar el sacramento en la vir-
tud de la penitencia y viceversa. Ambos surgen de la misma raíz y por eso son
inseparables 93. Por este motivo, santo Tomás no acepta la posibilidad de una
confesión sacramental sin contrición, sino solo con atrición, que posterior-
mente sea vivificada por un acto de contrición realizado sacramentalmente 94.
Para él, aquel acto, no sería ni la verdadera penitencia ni el verdadero sacra-
mento, porque no habría verdadera caridad. Santo Tomás insiste en este pun-
to de que la gracia es principalmente la causa de remisión de la culpa, más que
el sacramento de la penitencia 95.
En ocasiones se ha malinterpretado esta relevancia de la caridad en el sa-
cramento, como si fuese superfluo o innecesario su ejercicio en casos de un al-
tísimo nivel de caridad. Es el caso de ciertas perspectivas morales que hablan
de una opción fundamental particular, que considera la caridad como una
unión con Dios de tal magnitud que lograría la unión y reconciliación con la
Iglesia, de modo que no sería necesario el sacramento 96. Realmente, así no ac-
túa la caridad porque incluye siempre la sacramentalidad –nace y se desarrolla
en los sacramentos– y la virtud de la penitencia, unidas en su modo de signi-
ficar la Pasión de Cristo 97. “Ha de mantenerse sin quiebra el principio de la
91
Cfr. HERRERO, Z., «La conversión como retorno a la amistad divina», Estudios agustinianos 11
(1976) 3-45.
92
Cfr. ALSZEGHY, Z., «Carità ecclesiale nella penitenza cristiana», Gregorianum 44 (1963) 21.
93
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 10: “ad veram poenitentiam charitas requira-
tur, sine qua non delentur peccata”.
94
Cfr. LÓPEZ-GONZÁLEZ, P., Penitencia y Reconciliación, 182-187. Sin embargo, aunque el peniten-
te tenga solo atrición, en el momento de la absolución, obtiene la infusión de gracia, y por tan-
to, la contrición.
95
Cfr. ID., S.T., III, q. 86, a. 6, ad S.C.: “gratia est principalior causa remissionis culpae quam poe-
nitentiae sacramentum”.
96
Cfr. ALSZEGHY, Z., «Carità ecclesiale», 19-20: “Invece nell’attimo in cui il peccatore, sotto l’in-
flusso della grazia santificante, ama Dio per se stesso sopra tutte le cose, ossia quando fa la sua
opzione fondamentale per Dio, in questa opzione non solamente qualche atto marginale è ordi-
nato a Dio, ma la persona stessa, e quindi, non solamente con qualche atto collabora con la Chie-
sa, ma la persona stessa è unita con la Chiesa”.
97
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 5: “fieri non potest sine poenitentiae sacra-
mento, in quo operatur virtus passionis Christi per absolutionem sacerdotis simul cum opere
poenitentis”.
98
TEJERO, E., «Sobre la “res et sacramentum” de la penitencia y su dimensión eclesial», en SAN-
CHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 993.
99
Cfr. AGUILAR GRANDE, C., La “confesión de los pecados” en la celebración del Sacramento de la Peniten-
cia (Estudio Teológico-Espiritual), Madrid: Excerpta ad Doctoratum in I.S.P.U. Gregorianae, 1998.
100
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 86, a. 4, ad 3: “solvitur reatus totius poenae sed
completis omnibus poenitentiae actibus”.
101
Cfr. MEDINA, J., «Reflexiones acerca del sacramento de la penitencia y de su fundamento teo-
lógico», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 535.
102
SAN JUAN PABLO II, Discurso a la Sagrada Penitenciaría Apostólica y a Los Penitenciarios de las Basí-
licas Patriarcales Romanas, 30-I-1981.
103
Cfr. SORCI, P., «Introduzione», en ID. (ed.), Dimensione terapeutica del sacramento della penitenza-
riconciliazione, Trapani: Il pozo di Gioacobbe, Facoltà teologica di Sicilia “S. Giovanni Evange-
lista”, 2009, 15: “La riflessione bíblica dimostra che il perdono di Dio precede, anzi suscita la
coscienza del peccato e la domanda del perdono”.
104
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 86, a. 2, ad 3.
105
Cfr. LIZCANO AJENJO, A., La confesión. Sacramento de la contrición, Burgos: Monte Carmelo, 2012.
106
Cfr. SORCI, P. (ed.), Dimensione terapeutica del sacramento della penitenza-riconciliazione.
107
Cfr. PASSARO, A., «Dall’inautenticità allá vita nello Spirito. Oggettività del peccato e della sal-
vezza», en SORCI, P. (ed.), Dimensione terapeutica del sacramento, 19-34.
108
Cfr. MESSINA, D., «La prassi penitenziale antica e medievale: l’espiazione come terapia», en
SORCI, P. (ed.), Dimensione terapeutica del sacramento, 35-52.
109
Cfr. STEFANO LIPARI, A., «Penitenza e direzione spirituale in época post-tridentina», en SORCI,
P. (ed.), Dimensione terapeutica del sacramento, 53-72.
110
Cfr. GARRIDO BONAÑO, M., «El sacramento de la penitencia en el Concilio Vaticano II», en
SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 709-720. Cfr. BANDERA, A.,
«Magisterio de Juan Pablo II sobre el sacramento de la penitencia», en SANCHO, J. y otros
(dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 721-747.
111
CONCILIO VATICANO II, D. Presbyterorum Ordinis, n. 5.
112
Ibid., n. 13.
113
Ibid., n. 18.
114
SAN JUAN PABLO II, «Homilía (28-VIII-1980) para jóvenes irlandeses», Enseñanzas al pueblo de
Dios 7 (1980) 300.
115
Cfr. BOROBIO, D., Reconciliación penitencial. Tratado actual del Sacramento de la penitencia, 2ª ed.,
Bilbao: Desclée de Brouwer, 1990, 158: “La conversión es sacramental en la medida en que está
orientada dinámicamente hacia la celebración del sacramento. Y el sacramento es ‘conversivo’,
en la medida en que supone y lleva a plenitud la conversión”.
116
ReP, 26.
117
ReP, 8.
118
Cfr. ReP, 11.
119
A comienzos del siglo XX se promovieron los estudios sobre este sacramento por el debate que
suscitó el carmelita español XIBERTA, B. M., Clavis Ecclesiae. De ordine absolutionis sacramentalis
ad reconciliationem cum Ecclesia, Romae: Univ. Gregoriana, 1922. Su conclusión: “Reconciliatio
cum Ecclesia est res et sacramentum sacramenti paenitentiae”. La intuición es de su director de
tesis Maurice de la Taille. Cfr. LÓPEZ-GONZÁLEZ, P., Penitencia y Reconciliación, 283-284: “debe
reconocerse a Xiberta haber mostrado la intervención de la Iglesia en la santificación de sus
miembros”.
120
Cfr. COLLO, C., Reconciliación y penitencia, 112.
121
Cfr. CONCILIO VATICANO II, C. Lumen Gentium, n. 11.
122
Cfr. VILLAR, J. R. (dir.), Diccionario teológico del concilio Vaticano II, Pamplona: Eunsa, 2015, 528:
“Sacramento designa, en cambio, el ‘modo’ como Dios ofrece su don a la humanidad mientras
peregrina en la historia, y que desaparecerá en la plenitud escatológica, a saber: ‘a modo de un
sacramento’ (veluti sacramentum, n. 1), es decir, mediante la ‘estructura visible’ de la Iglesia, que
es signo que anuncia el don de Dios, e instrumento (medium salutis) mediante la cual el Espíri-
tu de Cristo realiza esa comunión”.
logo para señalar que la Iglesia ha brotado del costado abierto de Cristo, y del
sacramento de la Eucaristía, sacramento de la caridad. La Iglesia tiene la mi-
sión de reconciliar al mundo con Dios, de llevar a la comunión fraterna a los
pueblos y a las personas, porque, en medio de tantas divisiones y conflictos, en
el mundo hay “una verdadera nostalgia de reconciliación” 123. Por eso, la Igle-
sia vive también la penitencia por ser una Iglesia reconciliada y reconciliado-
ra, como ha puesto de relieve san Juan Pablo II.
Esta perspectiva de la Iglesia como reconciliada con Dios procede de la
gran tradición patrística. Es una de las notas más características de la peniten-
cia pública y canónica: no solo los que se someten al ordo paenitentium, sino
toda la Iglesia, necesita conversión. La íntima vinculación entre bautismo y pe-
nitencia explica la importancia de la vida conversiva del bautizado y de toda la
comunidad cristiana. La Iglesia, velaba guiaba y custodiaba a sus hijos caídos
en pecado como una Madre 124. Esta preocupación maternal de la Iglesia (por
parte del obispo, sacerdote y fieles) por los penitentes recordaba al resto de la
comunidad que todos somos pecadores y que necesitamos reconciliación y pe-
nitencia. Toda la Iglesia debe vivir en estado de conversión. La Iglesia como
Madre 125 y Maestra educa a sus hijos en un proceso de penitencia para recupe-
rar la santidad perdida 126. Así, la penitencia no quedaba solo como un recuer-
do del itinerario bautismal, sino como realidad presente, de una comunidad
que necesita volver al Señor, que camina hacia la Patria definitiva. Este volver
al Señor era manifestado en la misma Eucaristía, camino hacia el Padre.
La vinculación entre el sacramento de la reconciliación y la Eucaristía fue
pronto sancionada por los concilios. La Iglesia Madre comprendía este vínculo
entre estos dos sacramentos de la caridad, porque ambos nos muestran el rostro
del Amor del Amigo, Cristo, Redentor del hombre. La Iglesia “debe ser la Igle-
sia de la eucaristía y de la penitencia” 127. “No es solamente la penitencia la que
conduce a la eucaristía, sino que también la eucaristía lleva a la penitencia” 128. La
123
ReP, n. 3.
124
Cfr. RAMOS-LISSON, D., «Algunos aspectos de la “reconciliatio” de los penitentes en la liturgia
hispánica», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 614.
125
Cfr. SAN CIPRIANO, De Unitate Ecclesiae: PL 518-520: “habere non potest Deum Patrem qui
ecclesiam no habet matrem”.
126
Cfr. SAN PACIANO, Paraenesis, 4: PL 13, 1066: “Grande es pues la fecundidad de esta virgen...
Solícito es el cuidado de esta madre para con sus hijos y tierno el cariño: felicita a los buenos,
reprende a los soberbios, cura a los enfermos: a ninguno deja perecer, a ninguno desecha: esta
madre bondadosa conserva su prole alejada del peligro”.
127
SAN JUAN PABLO II, C.E. Redemptor hominis, n. 20.
128
ID., C. Dominicae Cenae, n. 7: AAS 72 (1980) 125.
129
Cfr. DE LUBAC, H., Catolicismo. Aspectos sociales del dogma, Barcelona: Estela, 1963, 29: “Cristo
es esa aguja que, dolorosamente atravesada en la pasión, cose después todo tras de sí, y repara
de este modo la túnica rasgada antes por Adán, uniendo juntamente los dos pueblos”.
130
Cfr. ÁLVAREZ GÓMEZ, M., «La reconciliación en el plano antropológico», Estudios Trinitarios 28
(1994) 3-19.
131
MUÑOZ LEÓN, D., «La dimensión penitencial de la conversión cristiana», 108.
132
Cfr. ReP, n. 8, 31.
133
ReP, n. 23: “solam conversionem a peccato valere ad reconciliationem, intimam atque constan-
tem, efficiendam”.
Podemos, de este modo, conectar la parábola del hijo pródigo con el pa-
saje de los discípulos de Emaús. En ambos, hay un encuentro, una conversión,
un camino, una fiesta. Ambos nos hablan de la Eucaristía y de la reconcilia-
ción. Ambas son figuras de la Iglesia reconciliada y eucarística. En ambas hay
un corazón ardiente, encendido por Cristo, que arde en el camino y en el ho-
gar. En ambas el hogar es también camino, y el camino es ya el hogar habita-
do por la presencia. La Iglesia es camino y hogar, porque es el hogar de la con-
versión, de la caridad como amistad conversiva, de la reconciliación. El acceso
a la comunión eucarística está unido al sacramento de la reconciliación, no
solo porque lo exige, sino porque lo anhela, lo busca su corazón ardiente. La
comunión eucarística no puede ser tan solo un permiso concedido por la bon-
dad de unos actos o la pureza de unos sentimientos. La comunión eucarística
es por el amor de amistad, que anhela la reconciliación y rechaza todo obs-
táculo de la amistad.
134
Cfr. BOROBIO, D., Penitencia y Reconciliación, Barcelona: Dossiers CPL 15, 1991.
Bibliografía
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1. Scripta Theologica acepta el envío de estudios, notas, boletines bibliográficos, recensiones y reseñas.
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Estudios: entre 9.000 y 12.000 palabras (incluidas las notas);
Notas y Boletines: entre 6.000 y 9.000 palabras (incluidas las notas);
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Reseñas: entre 400 y 800 palabras (no llevan notas al pie).
8. Los estudios y notas deben ir acompañados de un resumen (abstract) de 100 palabras, con su tra-
ducción al inglés, en el que se expresen con claridad los temas tratados en el trabajo y su conclu-
sión. Además, se escogerán tres palabras clave (keywords), en castellano e inglés, para facilitar su
indexación y búsqueda.
9. Las referencias bibliográficas irán en notas a pie de página, siguiendo una numeración consecutiva.
Además, al final de los estudios y notas se consignará en sección aparte («Bibliografía») toda la
bibliografía citada en el artículo, sin hacer subsecciones y anteponiendo el apellido al nombre (FER-
NÁNDEZ, A.). Si se citan varias obras del mismo autor, se consignará cada vez el apellido y nombre.
10. Las referencias bibliográficas seguirán el siguiente modelo:
Para las referencias a los textos bíblicos se usarán las abreviaturas habituales en castellano: las que
figuran en el Catecismo de la Iglesia Católica, la Biblia de Jerusalén o la Sagrada Biblia traducida
y anotada por profesores de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
Citas de libros ordinarios y monografías:
– FERNÁNDEZ, A. (o bien: FERNÁNDEZ, Aurelio), Sacerdocio común y sacerdocio ministerial. Un
problema teológico, Burgos: Aldecoa, 1979, 128 [o bien: 128-135; o bien: 128ss].
– (si son varios volúmenes) NEWMAN, J. H., Parochial and Plain Sermons, VII, London:
Rivingtons, 1887, 23.
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14. Instrucciones 27/05/2025 11:48 Página 486
– (si son varios volúmenes con título diferente) SCHMAUS, M., Teología Dogmática, IV: La
Iglesia, Madrid: Rialp, 1961, 112-118.
– (si se cita la 2ª edición u otra posterior) SCHEFFCZYK, L., Katholische Glaubenswelt, 2 ed.
Aschaffenburg: Pattloch, 1978, 57-67.
– (si son dos autores) RODRÍGUEZ, P. y LANZETTI, R., El Catecismo Romano: fuentes e historia
del texto y de la redacción, Pamplona: Eunsa, 1982, 427.
– (si son tres o más) RODRÍGUEZ, P., SARANYANA, J.-I. y LANZETTI, R. (o bien: RODRÍGUEZ,
P. y otros,). Debe evitarse la expresión AA.VV., que dificulta la identificación del libro.
Cita de artículos en obras colectivas:
– RODRÍGUEZ, P., «La teología del Papado según Santa Catalina de Siena», en SARANYANA,
J.-I. (dir.), De la Iglesia y de Navarra. Estudios en honor del Prof. Goñi Gaztambide, Pamplo-
na: Eunsa, 1984, 225-232.
– ARANDA, G., «Canon bíblico y comprensión actual de la Teología», en MORALES, J. y
otros (eds.), Cristo y el Dios de los cristianos. XVIII Simposio Internacional de Teología, Pam-
plona: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 1998, 420.
– PELLITERO, R., «“Especialmente con los más necesitados”: un signo eficaz del amor», en
ID. (ed.), Vivir el amor. En torno a la encíclica Deus caritas est, Madrid: Rialp, 2007, 109-117.
Cita de artículos en revistas (o periódicos):
– MERINO, M., «Teología y filosofía en San Gregorio el Taumaturgo», Scripta Theologica 17
(1985) 227-243.
– WEBER, W., «La realización de lo cristiano en una sociedad pluralista», ScrTh 12 (1980)
93-118.
– Pueden usarse las abreviaturas de las revistas según el elenco del IATG2 (SCHWERTNER,
S. M., Internationales Abkürzungsverzeichnis für Theologie und Grenzgebiete, Berlin-New
York: Walter de Gruyter, 1994).
– Si la revista es poco conocida, puede agregarse entre paréntesis la ciudad. También si hay
dos revistas con el mismo título, por ejemplo, Nova et Vetera, de Friburgo (Suiza) o
Zamora (España).
Cita de voces en Diccionarios y enciclopedias:
– ILLANES, J. L., «Vocación», en Gran Enciclopedia Rialp 23 (1975) 659-662.
– CONGAR, Y., «Théologie», en DTC 15 (1946) 341-502.
Cita de Padres de la Iglesia y escritores eclesiásticos antiguos:
– El nombre del autor debe ser completo (GREGORIO MAGNO) evitando citar el nombre
sólo (GREGORIO) o abreviado (Greg.).
– A continuación de la obra citada, seguida de dos puntos, se ha de incluir la referencia de
la edición por la que se cita la obra. Por ejemplo: GREGORIO NACIANCENO, Oratio 41,9:
SC 358, 334. (o bien: Sources Chrétiennes 358, 334.)
Otras observaciones:
– En las citas bibliográficas a pie de página, debe figurar el nombre y apellido del autor,
aunque se mencione en el texto.
– Si se cita varias veces la misma obra, se pondrá la referencia completa la primera vez. Des-
pués, se puede abreviar así: FERNÁNDEZ, A., Sacerdocio común y sacerdocio ministerial, 25.
– Cuando no se trata de una cita textual, sino de una alusión, se puede anteponer cfr.
– La ciudad en la que se edita el libro debe ponerse en su idioma original (München, no
Munich) y si la edición es latina, en genitivo locativo (Romae, no Roma).
11. En las recensiones y reseñas figurarán en el encabezamiento los datos del libro conforme a las ins-
trucciones que se recogen en nuestra página web: http://www.unav.es/scripta-theologica
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juntarse también una copia en pdf del documento, que permita cotejar la transcripción.
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ISSN 0036-9764
Junio 2025
VOLUMEN 57
NÚMERO 2
ESTUDIOS
Federico José AGUIRRE ROMERO
El lugar del arte en el Corpus Dionysiacum / 237-262
Lucas BUCH
Atreverse a ser padres. Reflexiones sobre la paternidad espiritual del sacerdote
VOLUMEN 57
2025
9 770020 354154