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Caridad y Penitencia 2025

La revista Scripta Theologica, en su volumen 57, número 2, publica estudios sobre temas teológicos contemporáneos, incluyendo el arte en el Corpus Dionysiacum, la caridad en la penitencia, y reflexiones sobre la crisis de los abusos. Además, se abordan cuestiones sobre el sacerdocio y la espiritualidad en el contexto actual. La revista promueve un enfoque interdisciplinario y se encuentra indexada en varias bases de datos académicas.

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Caridad y Penitencia 2025

La revista Scripta Theologica, en su volumen 57, número 2, publica estudios sobre temas teológicos contemporáneos, incluyendo el arte en el Corpus Dionysiacum, la caridad en la penitencia, y reflexiones sobre la crisis de los abusos. Además, se abordan cuestiones sobre el sacerdocio y la espiritualidad en el contexto actual. La revista promueve un enfoque interdisciplinario y se encuentra indexada en varias bases de datos académicas.

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ISSN 0036-9764

Junio 2025
VOLUMEN 57
NÚMERO 2

REVISTA CUATRIMESTRAL FUNDADA EN 1969


EDITA: SERVICIO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA REVISTA DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA
PAMPLONA / ESPAÑA DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA / PAMPLONA / ESPAÑA
ISSN: 0036-9764

ESTUDIOS
Federico AGUIRRE
El lugar del arte en el Corpus Dionysiacum / 237-262

José Manuel HORCAJO LUCAS


La caridad, madre y forma de la penitencia: virtud en el sacramento / 263-296

Mateusz SWITEK
Aldred Loisy y las profecías mesiánicas en la apologética.
Una discusión olvidada de la crisis modernista / 297-325

Rafael FAYOS FEBRER


Libertad, vulnerabilidad y aceptación. Algunas reflexiones desde el pensamiento
de Romano Guardini / 327-350

Pablo ARTEAGA
Una aproximación a la escatología de Yves Congar / 351-376

NOTAS: SACERDOTES PARA EL SIGLO XXI


Carlos GRANADOS
El sacerdocio de Cristo en Hebreos: según la carne y la sangre, no según los ángeles / 379-401

Lucas BUCH
Atreverse a ser padres. Reflexiones sobre la paternidad espiritual del sacerdote
VOLUMEN 57

en el contexto actual / 403-428


NÚMERO 2

Nicolás ÁLVAREZ DE LAS ASTURIAS


Lo que hemos aprendido de la crisis de los abusos / 429-439

2025
9 770020 354154
01. Primeras 27/05/2025 11:49 Página 231

REVISTA CUATRIMESTRAL DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA


PAMPLONA. ESPAÑA / FUNDADA EN 1969 / ISSN: 0036-9764
JUNIO 2025 / VOLUMEN 57

DIRECTOR / EDITOR CONSEJO ASESOR / ADVISORY Scripta Theologica es una revista general
de teología. Publica artículos y revisiones
Francisco Varo BOARD bibliográficas de teología bíblica y sistemática,
UNIVERSIDAD DE NAVARRA Nicolás Álvarez de las Asturias de patrología y de liturgia. Promueve
PAMPLONA (ESPAÑA) UNIVERSIDAD ECLESIÁSTICA un enfoque interdisciplinar y presta atención
[email protected] “SAN DÁMASO”, MADRID (ESPAÑA) a los temas teológicos de actualidad.
Las opiniones expuestas en los trabajos
Pío G. Alves de Sousa publicados por la Revista son de la exclusiva
SUBDIRECTOR / ASSISTANT UNIVERSIDADE CATÓLICA responsabilidad de sus autores.
EDITOR PORTUGUESA, BRAGA (PORTUGAL)
Juan Alonso Ysabel De Andía
UNIVERSIDAD DE NAVARRA CENTRE NATIONAL DE LA RECHERCHE Scripta Theologica figura en los siguientes
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PAMPLONA (ESPAÑA) Carlos Granados
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“SAN DÁMASO”, MADRID (ESPAÑA) Redacción y Administración
EDITOR DE RECENSIONES Y Edificio de Facultades Eclesiásticas
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RESEÑAS / BOOK REVIEW KATOLICKI UNIWERSYTET LUBELSKI 31009 Pamplona (España)
EDITOR JANA PAW∏A II, LUBLIN (POLAND) T 948 425600 – F 948 425622
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UNIVERSIDAD DE NAVARRA John Milbank https://revistas.unav.edu/index.php/
UNIVERSITY OF NOTTINGHAM scripta-theologica
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UNIVERSIDAD DE NAVARRA de la Universidad de Navarra
PAMPLONA (ESPAÑA) Alice M. Ramos
Fotocomposición: NovaText
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NEW YORK (USA) Imprime: Printhaus
GERENTE EDITORIAL D.L. NA 1761-2014
MANAGING EDITOR Manlio Sodi, SDB
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• Suscripciones para España:
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• Suscripciones para otros países:
3 números al año, 75 €
Edición solo electrónica: 43 €
02. Índice 27/05/2025 11:48 Página 233

JUNIO 2025 / VOLUMEN 57

ESTUDIOS / RESEARCH STUDIES


Federico AGUIRRE
El lugar del arte en el Corpus Dionysiacum 237-262
The Place of Art in the Corpus Dionysiacum
José Manuel HORCAJO LUCAS
La caridad, madre y forma de la penitencia: virtud en el sacramento 263-296
Charity, the Mother and Form of Penance: Virtue in the Sacrament
Mateusz SWITEK
Alfred Loisy y las profecías mesiánicas en la apologética.
Una discusión olvidada de la crisis modernista 297-325
Alfred Loisy and Messianic Prophecies in Apologetics. A Forgotten Discussion
of the Modernist Crisis
Rafael FAYOS FEBRER
Libertad, vulnerabilidad y aceptación. Algunas reflexiones
desde el pensamiento de Romano Guardini 327-350
Freedom, Vulnerability and Acceptance. Some Reflections Romano Guardini’s Thought
Pablo ARTEAGA
Una aproximación a la escatología de Yves Congar 351-376
An Approach to Yves Congar’s Eschatology

SACERDOTES PARA EL SIGLO XXI


Carlos GRANADOS
El sacerdocio de Cristo en Hebreos: según la carne y la sangre,
no según los ángeles 379-401
The Priesthood of Christ in Hebrews: According to Flesh and Blood, not According
to the Angels
Lucas BUCH
Atreverse a ser padres. Reflexiones sobre la paternidad espiritual
del sacerdote en el contexto actual 403-428
The Courage to be a Father. Reflections on the Spiritual Fatherhood
of the Priest in Today’s Context

233
02. Índice 27/05/2025 11:48 Página 234

Nicolás ÁLVAREZ DE LAS ASTURIAS


Lo que hemos aprendido de la crisis de los abusos 429-439
What we have Learned from the Abuse Crisis

BIBLIOGRAFÍA: RECENSIONES DE LIBROS /


BIBLIOGRAPHY: BOOK REVIEWS
A. HORTA FERNANDES, Guerra Santa e Guerra Justa. Un designio medieval?
(M. HERRERO) 443-447
J. C. OSSANDÓN WIDOW, «Capisci quello che stai leggendo?» Il senso letterale
nella storia dell’esegesi biblica (V. BALAGUER) 447-451
P. L. GAVRILYUK, A. HOFER, O. P. y M. LEVERING (eds.), The Oxford Handbook
of Deification (J. B. JUAN LÓPEZ) 451-454
C. ÁLVAREZ, H. DE LUBAC y M. DE CERTEAU, Le débat entre théologie
et sciences humaines au regard de la mystique et de l’histoire (A. PERSIDOK) 454-459

BIBLIOGRAFÍA: RESEÑAS DE LIBROS /


BIBLIOGRAPHY: BOOK REVIEWS
FILOSOFÍA
B.-C. HAN, La tonalidad del pensamiento / 463.
SAGRADA ESCRITURA
G. DE VIRGILIO y Th. TOFFETTI LUCINI (a cura di), Ascoltare e vivere la Parola di Dio.
Atti del Festival Teologico-Biblico sulla Costituzione Dogmatica Dei Verbum nel LX aniversario
dell’apertura del Concilio Ecumenico Vaticano II. Sanremo 28 agosto-2 settembre 2023 / 465
//. Á. FERNÁNDEZ FIDALGO, Empezar por el final. Estudio de las tradiciones textuales de
Sir 51,13-30 / 467 //. J. COLINAS-BLANCO, Marcos y la guerra. Mc 13: una propuesta de
vida para tiempos de crisis / 468 //. C. GIL ARBIOL, Escritos paulinos / 470 //. G. DE LA
MORENA, Genesi dello scandalo cristiano / 472.
TEOLOGÍA FUNDAMENTAL Y DOGMÁTICA
J. H. NEWMAN, Los arrianos del siglo IV / 474 //. R. BRAGUE, Tras el humanismo. La
imagen cristiana del hombre / 475 //. A. GIMÉNEZ GONZÁLEZ, María, mi madre.
Corredentora, Mediadora, Abogada / 476.
TEOLOGÍA MORAL Y ESPIRITUAL
F. HADJADJ, Ser padre con san José. Breve guía del aventurero de los tiempos posmodernos /
479 //. J. TOLENTINO MENDONÇA, La amistad. Un encuentro que llena la vida / 480 //.
A. MARDEGAN, Contemplar a Cristo con los ojos de María. Los misterios del rosario meditados
/ 481 //. F. SEBASTIÁN AGUILAR, Seis vocaciones en la Iglesia / 482.

LIBROS RECIBIDOS 483

INSTRUCCIONES PARA LOS AUTORES 485

234
04. Horcajo Estudio 27/05/2025 11:29 Página 263

La caridad, madre y forma de la penitencia:


virtud en el sacramento
Charity, the Mother and Form of Penance:
Virtue in the Sacrament

RECIBIDO: 21 DE ABRIL DE 2024 / ACEPTADO: 7 DE OCTUBRE DE 2024

José Manuel HORCAJO LUCAS


Universidad Eclesiástica San Dámaso. Facultad Teología
Madrid. España
ID ORCID 0000-0001-9001-5596
[email protected]

Resumen: Actualmente se percibe una desvincu- Abstract: At present there is a perceived discon-
lación de la penitencia tanto de la vida cotidiana nection of penance both from daily Christian life
cristiana como de la teología moral y sacramental. and between moral and sacramental theology. The
Se pretende encontrar la raíz común de la peniten- aim is to find the common root of penance as a
cia como virtud y como sacramento en la caridad. virtue and as a sacrament in charity. Following
Siguiendo a santo Tomás de Aquino, será la caridad St. Thomas Aquinas, it will be charity as conversive
como amistad conversiva la que permite unificar friendship that allows us to unify the movements of
los movimientos de la virtud de la penitencia desde the virtue of penance from interior penance or con-
la penitencia interior o contrición. De esta manera, trition. In this way, virtue and sacrament proceed
virtud y sacramento proceden del Misterio Pascual from the Paschal Mystery of Christ and lead to the
de Cristo y conducen hacia la Gloria del Padre. La Glory of the Father. Penance enables reconciliation
penitencia permite la reconciliación en la Iglesia y in the Church and in the world.
en el mundo.
Keywords: Penance, Charity, Friendship.
Palabras clave: Penitencia, Caridad, Amistad.

Cómo citar el artículo: HORCAJO LUCAS, J. M., «La caridad, madre y forma de la penitencia: vir-
tud en el sacramento», Scripta Theologica 57 (2025) 263-296.
https://doi.org/10.15581/006.57.2.263-296

SCRIPTA THEOLOGICA / VOL. 57 / 2025 / 263-296 263


ISSN 0036-9764
DOI 10.15581/006.57.2.263-296
04. Horcajo Estudio 27/05/2025 11:29 Página 264

JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

P
ablo VI insistió en la necesidad de integrar la penitencia en la santidad:
“Esta es la contrición, es la conversión, es la penitencia, de la cual, al venir
al encuentro del hombre penitente la gracia, germina la nueva vida del
alma” 1. Desde el comienzo del siglo XX se venía reflexionando sobre la peniten-
cia, pero especialmente en los años ochenta se ha profundizado en múltiples dis-
ciplinas acerca de la pastoral del sacramento de la penitencia. El sínodo de los
obispos en 1983 sobre el tema de la reconciliación y la penitencia fue precedido
de profundas reflexiones sobre el tema, que era un tema preocupante por el fre-
cuente abandono del mismo en la pastoral ordinaria. El papa san Juan Pablo II
pidió a la Comisión Teológica Internacional un documento sobre la reconcilia-
ción 2. El tema requería una amplia visión pues se trataba de llega a la raíz. Tras la
exhortación apostólica Reconciliatio et Paenitentia 3 (ReP) han surgido múltiples re-
flexiones y estudios sobre la penitencia como camino de conversión en la Iglesia.
Esta reflexión ha acompañado al empeño de los pastores por una reno-
vación del sacramento en la pastoral eclesial. Sin embargo, todavía se mani-
fiesta un malestar sobre el abandono de dicho sacramento en múltiples secto-
res de la Iglesia. La pérdida del sentido de pecado sigue vigente y la ausencia
del sacramento de la penitencia o su vivencia anodina acompañan al despres-
tigio de la penitencia como forma de vida cristiana.

1. RENOVAR LA PENITENCIA EN LA IGLESIA DESDE LA CARIDAD

1.1. Teología sacramental

La frecuencia y normalización de las celebraciones comunitarias de la pe-


nitencia no han producido el efecto deseado de una conversión penitente en
los fieles cristianos. La dimensión comunitaria del perdón, de la reconciliación
con Dios y con la Iglesia permanece latente, inactiva, en los cristianos, que pa-
recen más preocupados de recibir la absolución que de hacer un camino co-
munitario de conversión.
De esta desvinculación del perdón sacramental con el compromiso de
una vida eclesial han nacido propuestas que, basándose en la tradición eclesial,
inciden en la penitencia como conversión de toda la vida. Así, algunos propo-

1
SAN PABLO VI, Discurso en la Estación cuaresmal de santa Sabina, 26-II-1971.
2
Cfr. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, La reconciliación y la penitencia. Documento 1982,
Madrid: CETE, 1982.
3
SAN JUAN PABLO II, Ex. Apost. Reconciliatio et paenitentia, AAS 77 (1985) 185-275, n. 3 (ReP).

264 SCRIPTA THEOLOGICA / VOL. 57 / 2025


04. Horcajo Estudio 27/05/2025 11:29 Página 265

LA CARIDAD, MADRE Y FORMA DE LA PENITENCIA: VIRTUD EN EL SACRAMENTO

nen adelantar la satisfacción por los propios pecados antes de la absolución sa-
cramental 4. La penitencia tendría que cumplirse antes de recibir el perdón de
los pecados. Esta propuesta pone el acento en la acción humana que debería
verificar su conversión, su cambio de mentalidad y sus obras de misericordia,
antes de recibir la absolución. Esta propuesta sería para lograr un auténtico ca-
mino de santidad en el fiel que se confiesa.
Sin embargo, tal proposición adolece de un olvido del puesto de la gra-
cia como fuente de conversión, como camino de santificación. Efectivamente,
las acciones humanas serían como la antesala de recepción de la gracia santi-
ficante, como un requisito previo para que Dios conceda su gracia. Esta idea
surge de una visión de la acción humana y la divina como si fueran una suce-
sión de actos yuxtapuestos como se vio en la disputa jansenista. Cuando el
hombre ponga de su parte, Dios hará la suya. Aparte de la buena intención del
propósito, se nota una carencia en la teología de la caridad, que es la que uni-
fica la acción divina y humana.

1.2. Teología moral y sacramental

Las recientes profundizaciones tanto del Magisterio como de la teología


sobre la Misericordia de Dios han tenido una acogida fecunda en la teología y
pastoral eclesial. Sin embargo, en muchas reflexiones se percibe una des-
vinculación entre la vida moral y la vida sacramental, a modo de dos caminos
diferentes de la vida cristiana: el camino moral de las virtudes sería el de la ex-
celencia y el esfuerzo, mientras que el camino sacramental sería el de la dona-
ción gratuita de Dios. Este segundo sería más acorde con la Misericordia de
Dios, mientras que el primero sería más conforme con la capacidad humana 5.
Así, se llega a considerar la exigencia moral como un requisito incómodo, me-
nos armónico con el Evangelio de la Gracia de Cristo. De este modo, el acce-
so a la comunión eucarística se convierte en un campo de batalla entre el don
de la misericordia y las virtudes morales.
En estos casos se vuelve a plantear un hiato entre la moral y los sacra-
mentos. De esta forma, la caridad queda desfigurada, constreñida en moldes
ajenos a su esencia. O bien se considera la caridad como unos actos de bene-

4
Cfr. BOROBIO, D., La penitencia como proceso. De la reconciliación real a la reconciliación sacramental,
Madrid: San Pablo, 2005, 152.
5
Cfr. MEIATTINI, G., Amoris laetitia? I sacramenti ridotti a morale, Torino: La fontana di Siloé, 2018.

SCRIPTA THEOLOGICA / VOL. 57 / 2025 265


04. Horcajo Estudio 27/05/2025 11:29 Página 266

JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

ficencia, o bien como una misericordia incondicional sobre el pecador sin ac-
ción alguna por su parte. Se pierde la dimensión dinámica y conversiva de la
caridad, que es un proceso sacramental y eclesial.

1.3. La caridad que no edifica


La caridad edifica (cfr. 1 Cor 8,1) tanto a la persona como la Iglesia. Pero,
¿de qué caridad estamos hablando? Esta es la pregunta que se hacen algunos
teólogos dada la creciente relevancia de la caridad en la reflexión eclesial 6. La
caridad abarca muchos aspectos, y es fácil caer en un reduccionismo unilate-
ral, poniendo el acento en una dimensión, omitiendo el dinamismo completo.
Así sucede cuando los actos externos de caridad se alzan como elemento de
juicio de una conducta global. En estos casos, la reflexión se centra en la li-
mosna y la beneficencia, pero suele omitirse, por ejemplo, el acto de caridad
de la corrección fraterna.
Sería una carencia, al tratar de la caridad, omitir la conversión y la peni-
tencia. Es por eso, que parece importante afrontar esta relación entre la cari-
dad y la penitencia como camino conversivo personal y comunitario.

1.4. Los dos caminos: virtud y sacramento


La penitencia es una virtud y un sacramento 7. Este sacramento, en frase
de santo Tomás, es “el cimiento en la reedificación” 8 después del pecado, pues
existe una cooperación con la gracia 9, que surge de la caridad y del organismo
de las virtudes. La caridad necesita la virtud de la penitencia 10; de la misma

6
Cfr. GRANADOS, J., «“Charity Builds Up” (1 Cor 8:1) – but Which Charity? On Víctor Manuel
Fernández’s Theological Proposal», Communio 50.4 (Winter 2023) 1-25.
7
El primero en afirmar la distinción entre los dos aspectos de la penitencia –virtud y sacramen-
to– es Pedro Lombardo: cfr. LÓPEZ-GONZÁLEZ, P., Penitencia y Reconciliación. Estudio histórico-
teológico de la “Res et Sacramentum”, Pamplona: Eunsa, 1990, 96. Le seguirá también SANTO
TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae (S.T.), III, q. 89, a. 1, ad 1: “la penitencia es causa de la
gracia en cuanto sacramento; en cuanto virtud es efecto suyo”.
8
ID., S.T., III, q. 84, a. 6, ad 2: “fundamentum in secunda reaedificatione, quae fit per destructio-
nem peccati”. En Super Sent., no aparece el término reaedificatione. Solo empleaba el término re-
paratio. Aquí da un paso más, por la influencia de la caridad, que edifica (cfr. Ef). Cfr. Super Sent.,
IV, d. 14, q. 2, a. 1, qc. 2, ad 3: “Sed poenitentia non est regeneratio, sed magis reparatio vitae
prius habitae”.
9
ID., S.T., III, q. 84, a. 5.
10
ID., S.T., III, q. 84, a. 5 ad 2: “La caridad, en efecto, exige que el hombre se duela de la ofensa
cometida contra el amigo, y que el hombre busque la reconciliación con el amigo”.

266 SCRIPTA THEOLOGICA / VOL. 57 / 2025


04. Horcajo Estudio 27/05/2025 11:29 Página 267

LA CARIDAD, MADRE Y FORMA DE LA PENITENCIA: VIRTUD EN EL SACRAMENTO

manera, la gracia se recupera con el sacramento. Así, existe una relación in-
trínseca entre la participación en los sacramentos y el crecimiento en las vir-
tudes. Para santo Tomás esto es tan importante que va trenzando el tema en
su tratado del sacramento de la penitencia.
Nuestro intento es mostrar el origen de esta convergencia: la caridad.
Gracias a la virtud teologal de la caridad, comprendida como cierta amistad
con Dios 11, la penitencia –virtud y sacramento– se inserta en el dinamismo de
la conversión del cristiano, en referencia a la Iglesia y la reconciliación mise-
ricordiosa con Dios, la comunidad cristiana y la familia humana. Si la caridad
es madre y forma de las virtudes 12, vamos a estudiarla en referencia a la virtud
de la penitencia, y veremos su estrecha relación con el sacramento de la peni-
tencia y de la reconciliación.
De esta manera, podremos comprender la articulación dinámica y teoló-
gica de la moral y los sacramentos, que no pueden quedar desconectados, por-
que nacen de la gracia de Cristo y tienen el mismo fin en la gloria del Padre.
De aquí la relevancia que le concedía san Juan Pablo II a la penitencia como
“componente más profunda de la peregrinación de todo hombre por la tierra
in statu viatoris” 13.

2. LA VIRTUD DE LA PENITENCIA
“Dice Moisés, uno de los padres del desierto, que, en tanto que un hom-
bre no siente en su corazón que es pecador, Dios no le escucha” 14. La peni-
tencia como virtud ya era conocida y predicada entre los monjes en Egipto en
el siglo III. Sentirse pecador era un punto de partida de la ascesis del monaca-
to. El pensamiento de que alguien pudiera estar sin pecado era absurdo para
los monjes. Pero si grande es el pecado, más grande es la penitencia, “virtud
de la cual dependen todas las demás” 15.

11
Para ver el largo recorrido intelectual que le llevó a este descubrimiento se puede ver: PRIETO,
A., De la experiencia de la amistad al misterio de la caridad. Estudio sobre la evolución histórica de la
amistad como analogía teológica desde Elredo de Rieval hasta santo Tomás de Aquino, Madrid: Facultad
de Teología San Dámaso, 2005. En Super Sent. ya habla de la caridad como cierta amistad con
Dios, pero no afirma todavía que la amistad está en la base de la gracia.
12
Cfr. PÉREZ-SOBA DIEZ DEL CORRAL, J. J., La caridad. El camino mejor en la amistad con Cristo, Ma-
drid: Didaskalos, 2024, 225-263.
13
SAN JUAN PABLO II, C. Enc. Dives in misericordia, n. 13.
14
STAROWIEYSKI, M., «La penitencia en los apotegmas de los padres del desierto», en SANCHO, J.
y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio internacional de teología de la Universidad de Na-
varra, Pamplona: Eunsa, 1983, 283.
15
Ibid., 284. Se refiere al abad Macario.

SCRIPTA THEOLOGICA / VOL. 57 / 2025 267


04. Horcajo Estudio 27/05/2025 11:29 Página 268

JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

Veamos primero la relación de la caridad con la contrición y después po-


dremos comprender mejor la virtud de la penitencia desde la caridad, como
amistad con Dios.

2.1. Caridad y contrición

San Agustín considera que, entre la primera penitencia del bautismo y la


segunda penitencia del sacramento de la reconciliación, existe la penitencia
cotidiana. Esta se hace por medio de oraciones y de actos de conversión en la
misma vida de santificación. Esta intuición nace de que comprende la caridad
como un torrente de gracia que se desborda en el hombre, que permite crecer
en obras y santidad, salvo que lo obstruya el pecado 16. Así, es preciso un per-
manente rechazo del pecado y una lucha contra sus seducciones, para no ta-
ponar la corriente del amor. La penitencia no puede ser puntual en la vida del
cristiano, sino que, como la caridad, es la forma de vida cristiana.
Sin embargo, en esta visión patrística, quedan algunas cuestiones sin de-
terminar. ¿En qué sentido hablamos de penitencia si la bautismal es del hom-
bre que todavía no tiene la gracia divina? ¿Cómo es la penitencia cotidiana di-
ferente de la penitencia sacramental? ¿Son tres tipos de penitencia?

2.1.1. Contrición y penitencia interior

Para aclarar estas cuestiones meramente apuntadas, es útil acudir a los


textos patrísticos sobre las lágrimas de la contrición 17. Se considera este llanto
de arrepentimiento una verdadera manifestación de la penitencia, que consi-
gue el perdón de Dios 18. No solo es necesaria la confesión externa y las obras
de penitencia personales e impuestas por el obispo, sino que también es pre-
ciso un movimiento interno del corazón, a modo de oración y súplica corpo-

16
Cfr. SAN AGUSTÍN, La penitencia. Sermón 352, c. 2, 7: PL 39, 1549: “Immo vero unda quaedam
caritatis ibat in corde tuo, et tamquam de vena interiore manabat: tenes odium contra fratrem,
obturasti fontem. Non solum ergo nihil perdis, cum ignoscis; sed abundantius irrigaris. Caritas
non angustatur”.
17
Cfr. ORÍGENES, In Leviticum homiliae XVI, II, 4: PG 12,417: “dura y laboriosa es la remisión de
los pecados por la penitencia, lavando con lágrimas el pecador su lecho, sus lágrimas son su ali-
mento día y noche y no avergonzándose de decir su pecado al sacerdote del Señor y pedir la me-
dicina”.
18
Cfr. SAN AMBROSIO DE MILÁN, De Paenitentia, 1, 3,10: BAm 17,178: “maiora enim crimina
maioribus abluuntur fletibus”.

268 SCRIPTA THEOLOGICA / VOL. 57 / 2025


04. Horcajo Estudio 27/05/2025 11:29 Página 269

LA CARIDAD, MADRE Y FORMA DE LA PENITENCIA: VIRTUD EN EL SACRAMENTO

ral que se manifiesta en las lágrimas 19. Este licuarse el corazón está apuntando
a un principio afectivo, movido por la presencia del Espíritu Santo, que es ya
la contrición 20. Estas lágrimas no proceden de la pena impuesta por el pecado,
o del miedo al castigo, sino del amor. Aquí encontramos un inicio de referen-
cia a la caridad en la penitencia.
Santo Tomás de Aquino, en su última obra, abre el tratado del sacra-
mento de la penitencia con la referencia al centro primordial de dicho sa-
cramento, que es denominado, según la terminología escolástica res et sacra-
mentum. Se trata de la penitencia interior 21. Aquí encuentra el centro del
sacramento, que es la confluencia de la acción divina y la humana. Este sacra-
mento, a diferencia de otros, requiere la implicación del bautizado, la acepta-
ción de la misericordia divina, su acogida. La materia de este sacramento no
es un bien creado (agua, aceite, pan, vino), sino la acción humana movida in-
teriormente por Dios 22: el arrepentimiento. Se trata de “una nueva forma de
amor” 23. Sin este, no sería posible el perdón divino. De aquí la necesidad de la
virtud de la penitencia, para que el acto humano que colabora con Dios en
la remoción del pecado 24 tenga una buena raíz, no sea arbitrario, no esté tor-
cido o desviado. En definitiva, para que Dios quite el pecado, necesita la cola-
boración dócil del hombre.

19
Cfr. SAN CIPRIANO, De Lapsis 36: PL 4, 508: “Si precem toto corde quis faciat, si veris poeni-
tentiae, lamentationibus et lacrymis ingemiscat, si ad veniam delicti sui Dominum justis et con-
tinuis operibus inflectat, misereri talium potest qui et misericordiam suam protulit dicens: Cum
conversus ingemueris, tunc salvaberis, et scies ubi fueris”.
20
Cfr. ROSSI, R., La formazione del Sacramento della Penitenza. Un ritorno alla prassi battessimale
della tradizione antica (secoli II-VII), Napoli: Chirico, 2004, 178: «Tema frecuente della predi-
cazione del Sommo Pontefice sarà ciò che egli chiamerà “le lacrime del pentimento”, manifes-
tando con ciò il movimento interiore verso la penitenza come dono dello Spirito Santo, senza
la cui assistenza non è possibile il perdono dei peccati. Le lacrime del pentimento trascendo-
no il semplice sentimento emotivo». (Cfr. S. LEO MAGNUS, Sermo 62,4; 63,4: SC 74bis, 292-
294, 300-304).
21
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 1, ad 3: “sacramentum tantum, scilicet actus
exterius excercitus tam per peccatorem poenitentem, quam etiam per sacerdotem absolventem;
res autem et sacramentum est poenitentia interior peccatoris; res autem tantum et non sacra-
mentum est remissio peccati; quorum primum totum simul sumptum est causa secundi; primum
autem et secundum sunt quodammodo causa tertii”.
22
Cfr. ID., S.T., III, q. 84, a. 1, ad 2: “a Deo interius operante”.
23
IZQUIERDO, C., «Sentido del pecado y dignidad del hombre», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Re-
conciliación y penitencia. V Simposio, 384.
24
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 3: “poenitentia, non consistit in consecratio-
ne alicujus materiae, nec in usu alicujus materiae sanctificatae, sed magis, in remotione cujusdam
materiae, scilicet peccati”.

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JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

La penitencia interior o contrición, se expresa por la confesión externa


del propio pecado, con manifestación de su arrepentimiento por diversos me-
dios. Pero no se trata solo de este signo externo humano de confesión (sacra-
mentum tantum), sino que está movida y generada por la presencia de Dios que
mueve al arrepentimiento por medio de su gracia, en la caridad. Así, la peni-
tencia interior se puede explicar como res et sacramentum porque nace de la
gracia divina por medio de la caridad. La contrición es un acto de caridad, mo-
vido por Dios y consintiendo el hombre. No hay contrición sin la gracia, sin la
caridad 25. La contrición es posible por la caridad que habita en el bautizado. El
resultado es el perdón divino, la res tantum del sacramento. Pero solo ha sido
posible por la presencia de la caridad y la virtud de la penitencia, que han ge-
nerado el acto de contrición. La opera poenitentiae es una cooperatio gratiae 26. Sin
el acto propio del penitente, que es insustituible, no es posible el sacramento.
Esta apertura de su tratado de la penitencia, permite al Aquinate centrar
todo el asunto, porque así no queda una doble medida: humana del arrepenti-
miento y divina del perdón. La contrición o penitencia interior permite com-
prender la sinergia de la acción divina y humana 27. Ciertamente, Cristo pue-
de perdonar directamente sin el sacramento de la penitencia (como el caso de
la mujer adúltera), pero no sin la penitencia interior, por la cual actúa por la
gracia en el interior del hombre 28. Esto solo es posible por la caridad que, al
ser una cierta amistad con Dios que nos permite tocar a Dios, genera las vir-
tudes necesarias para el caminar con Él.
Al considerar a la caridad como una cierta amistad con Dios, en las vir-
tudes generadas por ella, adquieren relieve diversas claves procedentes de la

25
Cfr. LÓPEZ-GONZÁLEZ, P., Penitencia y Reconciliación, 168: “La contrición formada por la gracia
e imperada por la caridad es efecto de Dios que mueve a la justificación. Sin la contrición no
hay justificación porque es la disposición última que coincide con la gracia”. Para ver el origen
de esta terminología (penitencia interior, contrición) y su evolución hasta santo Tomás, ver ibid.,
89-159.
26
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 5: “poenitentiae sacramento, in quo operatur
virtus passionis Christi per absolutionem sacerdotis simul cum opere poenitentis, qui coopera-
tur gratiae ad destructionem peccati”. Las dos opera (de Cristo y del penitente) dan lugar a la
cooperatio gratiae.
27
Cfr. GARCÍA IBÁÑEZ, A., Conversión y reconciliación. Tratado histórico-teológico sobre la penitencia post-
bautismal, Pamplona: Eunsa, 2024, 222-235. Interpreta la doctrina de P. Lombardo desde la re-
levancia de la absolución sacramental, logrando así la unidad dinámica del sacramento y la vir-
tud. Para santo Tomás, el signo sacramental no solo será los actos del penitente, sino también la
absolución.
28
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 5, ad 3: “non sine interiori poenitentia, quam
ipse in ea per gratiam est operatus”.

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LA CARIDAD, MADRE Y FORMA DE LA PENITENCIA: VIRTUD EN EL SACRAMENTO

dinámica amorosa 29. Una de estas claves de esta amistad es la communicatio,


que expresa la nueva comunión en la presencia íntima de Dios en el hombre
y en su acción. Esta comunicación en el amor genera unas virtudes necesa-
rias para vivir la comunión. Una de ellas es la penitencia, cuyo acto central
es la contrición, nacida de la caridad. La contrición ha sido formada por
Dios 30.
Gracias a la profundización de la caridad como amistad, santo Tomás de
Aquino ha podido matizar su doctrina acerca de la penitencia desde su pri-
mer escrito (Super Sent.) hasta la Summa Theologiae. En el comentario a las
Sentencias de Pedro Lombardo afirmaba que las partes del sacramento de
la penitencia son: la contrición, la confesión y la satisfacción; por parte de la
Iglesia será la absolución. Sin embargo, en S.T. aparece el término “peniten-
cia interior” en lugar de la contrición 31. Esta variación terminológica se debe
a la mayor referencia a la amistad que genera la caridad, que no es un mero
acto, sino algo permanente a modo de hábito. Aunque no abandona la termi-
nología de la contrición, que no deja de ser central en cuanto reconciliación,
sin embargo, se apoya ahora en cuanto fundamento en la “penitencia in-
terior” –que ya aparecía tímidamente en Super Sent.– porque explica mejor
la unión entre el acto humano de la penitencia y la infusión de la gracia en la
caridad 32. De hecho, en Super Sent. no llega a determinar cuál es el sacramen-
tum et res, mientras que en S.T. lo identifica con la penitencia interior. Mien-
tras que en Super Sent., consideraba la penitencia interior simplemente como

29
Cfr. ID., S.T., II-II, q. 23, a. 1: “Sed nec benevolentia sufficit ad rationem amicitiae, sed re-
quiritur quaedam mutua amatio, quia amicus est amico amicus. Talis autem mutua benevo-
lentia fundatur super aliqua communicatione. Cum igitur sit aliqua communicatio hominis ad
Deum secundum quod nobis suam beatitudinem communicat, super hac communicatione
oportet aliquam amicitiam fundari. De qua quidem communicatione dicitur I ad Cor. I, fide-
lis Deus, per quem vocati estis in societatem filii eius. Amor autem super hac communicatio-
ne fundatus est caritas. Unde manifestum est quod caritas amicitia quaedam est hominis ad
Deum”.
30
Cfr. ID., Super Sent., IV, d. 17, q. 2, a. 1, qc. 1, ad 6: “est a Deo solo quantum ad formam qua in-
formatur”.
31
En las distinciones de Super Sent. sobre la penitencia, la contritio aparece 530 veces, frente a 13
veces solamente en Summa Theologiae. Sin dejar de utilizarlo, le sirve menos para su finalidad in-
tegradora.
32
Las dudas sobre la contritio aparecen ya en Super Sent. pues no puede estar como hábito, pero
tampoco como acto constante. Intenta una vía media: cfr. ID., Super Sent., IV, d. 16, q. 2, a. 2, qc.
2: “requiritur contritio medio modo, quia scilicet etsi actu peccatum non displiceat explicite, dis-
plicet tamen implicite: quia ex virtute actus quem agit, sequeretur displicentia explicita peccati
venialis, si cogitatio ad illud ferretur”.

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la motivación interna de la penitencia externa 33, ahora en S.T. señala que la


penitencia interior es la misma confluencia de la caridad en la acción huma-
na según la amistad. No será solo el sentimiento interno que estuviese des-
conectado de la acción, sino la amistad que genera una nueva acción. Esta,
como virtud, permanece siempre en el hombre en gracia, por ser una forma
de la amistad conversiva. La contrición es un acto, no una virtud, y no puede
ser permanente en el hombre, como sí lo es la penitencia interior. La contri-
ción le parece un término demasiado amplio, que puede abarcar todo el pro-
ceso penitencial 34.

2.1.2. La amistad conversiva

Gracias a esto podemos comprender que la caridad es una “cierta” (quae-


dam) amistad con Dios porque es una amistad conversiva, en este sentido, cla-
ramente asimétrica, en la que siempre estará presente la penitencia, como ca-
mino de purificación ya señalado en el himno de la caridad (cfr. 1 Cor 13),
porque siempre seremos pecadores en esta vida. Esta amistad conversiva nos
permite fundamentar el “nosotros” humano y eclesial, base de cualquier diá-
logo y convivencia. Esta amistad conversiva incluye la metánoia que busca la
verdad en común y el epistrefo, como camino hacia Dios 35. De hecho, en el
Nuevo Testamento, «la misión de Jesús de llamar a la conversión es equiva-
lente al “sígueme”» 36. Conversión es el seguimiento propio de los amigos, con
una serie de actos que podemos llamar “caminos de penitencia” 37: ayuno, ora-
ción, limosna, perdón de los deudores.

33
Cfr. ID., Super Sent., IV, d. 22, q. 2, a. 1, qc. 2: “interior poenitentia est res exterioris poeniten-
tiae, sed ut significata tantum per actus poenitentis; ut significata autem et causata per actus eos-
dem, adjuncta absolutione ministri, per quam aliquo modo homo ad gratiam disponitur”. Expli-
ca la penitencia interna como propósito o premeditación: cfr. ibid., IV, d. 22 q. 2, a. 1, qc. 2, ad
3: “inveniuntur [confessio et satisfactio] in interiori poenitentia quantum ad propositum et prae-
meditationem eorum”.
34
La contrición se encuentra tanto en la penitencia interior como en la exterior: cfr. ID., S.T., III,
q. 90, a. 2, ad 1: “contritio secundum essentiam quidem est in corde, et pertinet ad interiorem
poenitentiam, virtualiter autem pertinet ad poenitentiam exteriorem, inquantum scilicet impli-
cat propositum confitendi et satisfaciendi”. Cfr. ibid., q. 90, a. 3, ad 2: “contritio continet virtu-
te totam poenitentiam”.
35
Cfr. COLLO, C., Reconciliación y penitencia. Comprender, vivir, celebrar, Madrid: San Pablo, 1994,
63.
36
MUÑOZ LEÓN, D., «La dimensión penitencial de la conversión cristiana según el Nuevo Testa-
mento», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 82.
37
Ibid., 89.

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LA CARIDAD, MADRE Y FORMA DE LA PENITENCIA: VIRTUD EN EL SACRAMENTO

De este modo, la conversión se comprende como una penitencia interior


que ha de durar toda la vida 38, porque es el modo de vida propio de la caridad,
que busca al amado en medio de sus propias contradicciones y desvíos. “El
amor es la meta de la conversión” 39, pero no solo eso, sino que la conversión
no es previa a la infusión de la gracia, sino que quedará inserta en la misma in-
fusión de la gracia. Nadie se puede convertir sin la gracia, sin la caridad. De
hecho, en las religiones paganas y los cultos mistéricos no se habla de conver-
sión, sino simplemente de iniciación 40. La conversión es producida por la in-
fusión de la gracia de Cristo. Los actos previos a esta infusión no son propia-
mente la contrición ni la conversión, sino el contexto que Dios dispone para
que la conversión sea propiamente divina y humana.
Esto es lo que vio Guillermo de Auvernia (1180-1249), obispo de París,
cuando distinguió entre atrición y contrición 41. La primera se produce por el
temor, la segunda por la caridad. Retomando esta explicación, santo Tomás
afirma que, aunque un penitente llegue al sacramento con atrición, en el mo-
mento de la absolución 42 se convierte, por la infusión de la gracia y de la cari-
dad, en contrición, para que el acto humano se acorde con el perdón divino 43.
La conversión es obra de Dios y del hombre, en mutua amistad.
Esta contrición sana de la culpabilidad (mal de culpa, que rompe la posi-
bilidad de amistad) 44. Esta culpa, también como sentimiento, es una obstrucción

38
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 8: “interior quidem poenitentia est qua quis
dolet de peccato commisso. Et talis poenitentia debet durare usque ad finem vitae”.
39
MUÑOZ LEÓN, D., «La dimensión penitencial de la conversión», 111.
40
Cfr. MORALES, J., «Conversión y penitencia», en J. SANCHO y otros (dirs.), Reconciliación y peni-
tencia. V Simposio, 203.
41
Cfr. GUILLERMO DE AUVERNIA, «De Sacramento Poenitentiae», c. 6, en Guilielmi Alverni, Ope-
ra Omnia, Parisiis, 1674, t. 1, p. 466, col. 2, H. Cfr. ANCIAUX, P., «Le Sacrement de Pénitence
chez Guillaume d’Auvergne», Ephemerides Theologicae Lovaniensis 24 (1948) 104-128.
42
Cfr. LÓPEZ-GONZÁLEZ, P., Penitencia y Reconciliación,111: “Hugo de San Caro (1190-1263), por
su parte, atribuirá a la absolución una verdadera influencia en la remisión de los pecados, apor-
tando un esbozo de solución según la cual la contrición puede ser producida en virtud de la con-
fesión y la absolución. Este autor es, con bastante probabilidad, el primero que identifica la ab-
solución con la forma del sacramento, lo que supone un paso importante”.
43
Cfr. ibid., 186-187. Después de santo Tomás, esta teología de que la res et sacramentum es la pe-
nitencia interior se irá abandonando. Duns Scoto ya no hace referencia a ella; solo a una causa-
lidad moral, no instrumental. Cfr. GARCÍA IBÁÑEZ, A., Conversión y reconciliación, 396-398.
44
Cfr. ELDERS, L., «El sentimiento de culpabilidad según la sicología, la literatura y la filosofía
moderna», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 192: “La tarea de
la contrición no consiste en hacer que no exista el pasado, sino que mira a suprimir la culpabili-
dad, esto es, la repercusión de la falta en el alma y, de esta manera, a quitar también la raíz de
posibles nuevos pecados, por lo menos cuando adopta la contrición su forma definitiva”.

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JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

en la dinámica afectiva de la caridad, pues impide “alcanzar” al Amigo divino,


pues no puede salir de la herida interna. La culpabilidad hace retornar la mira-
da hacia el propio mal, la propia indignidad, el error y la caída, y de modo re-
flejo, culpa a los demás, a la sociedad, etc. Sin embargo, la caridad permite mi-
rar al Amado que nos sana en la nueva unión de complacencia, nos reconforta,
nos levanta y nos reedifica. La contrición, que procede de la caridad, produce
paz en la unión con Dios, no aflicción. La inquietud, la angustia y sentimiento
de culpabilidad, se purifican con el sacramento de confesión, que concede paz 45.
Por ello, “de esta contrición del corazón depende la verdad de la penitencia” 46.

2.2. La virtud de la penitencia


La penitencia será la verificación histórica y corporal de la conversión del
corazón. La conversión es un acto, la penitencia un proceso. De ahí que la
conversión sea una acción permanente, dentro del proceso de penitencia de
regreso al Padre 47. Así podremos abrir la puerta a la virtud de la penitencia.

2.2.1. La caridad es madre y forma de la penitencia


La penitencia interior o contrición, esencia de la conversión propia del
sacramento, permite comprender mejor la virtud de la penitencia. Esta virtud
no ha sido estudiada por santo Tomás en el tratado de las virtudes morales
(aunque es parte de la justicia, pero siempre formada por la caridad), sino pre-
cisamente dentro del tratado del sacramento de la penitencia. El motivo es
porque solo procede de la gracia divina, esto es, incluye en sí un dinamismo
de caridad. No es como la penitencia previa al bautismo. No es como otras vir-
tudes humanas, que pueden ser elevadas a virtudes infusas por la gracia divi-
na, sino que, al mirar directamente a Dios, el ofendido y perdonador, solo
puede proceder de su toque de amor que genera una vida nueva (presencia de
la bienaventuranza) en el alma. Santo Tomás, como todos los escolásticos, tie-
ne claro que el pecado es siempre ofensa a Dios, y solo Dios puede perdonar-

45
Cfr. ZIEGENAUS, A., «Sobre la penitencia y de la conversión en nuestro tiempo. Superación de una
absurda mentalidad acusadora», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simpo-
sio, 139-152. Analiza diversos ejemplos de los siglos XIX y XX.
46
ReP, 31.
47
Cfr. BOROBIO, D., La penitencia como proceso, 107: “La penitencia es, por tanto, una tarea común,
una obra en colaboración entre el sujeto penitente y la Iglesia madre, en orden a un encuentro
de reconciliación con la Iglesia y con Dios”.

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LA CARIDAD, MADRE Y FORMA DE LA PENITENCIA: VIRTUD EN EL SACRAMENTO

lo. Tiene otras derivaciones y consecuencias que afectan a los hombres, la so-
ciedad, la Iglesia e incluso a los bienes creados, pero la primera y fundamen-
tal consecuencia es su ser un acto contra Dios. Y solo Dios lo puede perdonar.
De este modo, la virtud de la penitencia, cuyo acto es la contrición, nace
de la caridad, por eso se dice que es madre de la penitencia. Ciertamente la ca-
ridad no puede, por sí misma obtener el perdón divino. “La caridad, la fe y la
misericordia no liberan al hombre del pecado sin la penitencia. Pues la cari-
dad requiere que el hombre se duela de la ofensa cometida al amigo, y que
procure reconciliarse (satisfacere) con él” 48. Por eso, se necesita la virtud de la
penitencia, que será tan permanente como lo sea la amistad con Dios, porque
debe aborrecer los pecados pasados 49.
Esta visión, tan propia de santo Tomás, en la que la caridad requiere y fo-
menta las virtudes para alcanzar su propio fin, es una superación de la doctrina
agustiniana, en la cual la caridad alcanza todo, casi sin necesidad de las virtudes 50.
Para santo Tomás, la caridad genera y da forma a todas las virtudes, para lograr
el fin de la comunión real que requiere una bondad específica en la acción 51. Por
la caridad, el hombre se duele de la ofensa cometida contra el Amigo. Es por la
amistad por la que se mueve su corazón (penitencia interior) y se mueven sus
obras para reparar (satisfacción). La caridad comprendida como amistad le per-
mite unificar los momentos de la penitencia 52, dándole su forma propia, porque
la dirige hacia Dios. Sin la caridad, los diversos actos serían sucesivos, concate-
nados, pero sin unificación interna, sin virtud, en definitiva 53. Sin la caridad, se
podría encontrar otro principio de armonía (voluntad de Dios, necesidad de sal-
vación, leyes, etc.), pero sería siempre exterior a la misma acción humana.
Es precisamente en esta virtud de la penitencia donde se manifiesta la
especial potencia de la caridad como amistad conversiva. Es la amistad
propia entre el Dios misericordioso y el hombre pecador arrepentido. Por
la caridad se hacen amigos, y así se rechazan todas las ofensas hechas al

48
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 5, ad 2.
49
Cfr. ID., S.T., III, q. 84, a. 9: “debet homo in proposito gerere quod semper sibi praeterita pec-
cata displiceant”.
50
Cfr. PÉREZ-SOBA, J. J., Vivir en Cristo, la fe que actúa por el amor. Manual de Moral fundamental,
Madrid: BAC, 2018.
51
Cfr. MELINA, L., NORIEGA, J. y PÉREZ-SOBA, J. J., Caminar a la luz del amor. Los fundamentos de
la moral cristiana, Madrid: Palabra, 2007.
52
Cfr. PÉREZ-SOBA, J. J., La confesión, evento de misericordia, Madrid: BAC, 2016, 49-51. Allí señala
la penitencia como unidad intencional del sacramento.
53
Cfr. GRANADA CAÑADA, D., El alma de toda virtud. «Virtus dependet aliqualiter ab amore»: una
relectura de la relación amor y virtud en santo Tomás, Siena: Cantagalli, 2016.

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JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

Amigo 54. La analogía de la amistad le sirve al penitente para comprender los


pecados no como un sumatorio de faltas, sino como una sola ofensa: al amor.
Es una amistad sostenida por la penitencia, por la conversión, por el segui-
miento. El discípulo se hace amigo, pero no deja de ser discípulo, pues “voso-
tros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando” (Jn 15,14). Es la amistad
conversiva que también incluye la obediencia 55. El cristiano se hace amigo de
Dios, siguiendo sus pasos, escuchando sus palabras, obedeciendo a su volun-
tad y arrepintiéndose de sus pecados. De hecho, en la naturaleza de la perso-
na humana hay una íntima necesidad de la amistad con Dios 56.
La penitencia, en cuanto virtud, “asume un moderado dolor de los peca-
dos pasados con la intención de quitarlos” 57. La intención y elección de elimi-
nar las consecuencias de la ofensa son necesarias para esta virtud. Esto la dife-
rencia del resto de virtudes: “Obrar para destruir el pecado pasado, en cuanto
es una ofensa a Dios” 58. Ciertamente, la tristeza por el pecado cometido pro-
cede directamente de la caridad, sin mediación de otra virtud. Pero el empe-
ño de borrar el pecado pasado (intentio operandi ad deletionem peccati praeteriti)
requiere la virtud especial de la penitencia 59. Es un empeño que colabora con
la justificación que Dios otorga 60. Esta capacidad de la virtud de la penitencia
es posible gracias a la caridad que la orienta hacia el fin debido, hacia Dios,
que es el único que puede destruir los pecados y en el que la penitencia se apo-
ya para realizar su bien propio. Sin la caridad, la penitencia no lograría su ob-
jetivo porque se quedaría en un dolor por el mal del pecado, en una pena sin
capacidad de borrar nada. A su vez, la caridad por sí sola no basta, porque ade-
más del dolor de ofender a Dios, hay que reparar, enmendar lo torcido, retri-
buir con la satisfacción. Y por esto, la penitencia pertenece a la virtud de la jus-
ticia relativa (entre desiguales, Dios y hombre) 61.

54
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 86, a. 3, ad 4: “debitum culpae contrariatur amici-
tiae, et ideo una culpa vel offensa non remittitur sine altera”.
55
Cfr. MORALES, J., «Conversión y penitencia», 204: “El núcleo de la conversión verdadera es la
obediencia a Dios que habla en el fondo del alma”.
56
Cfr. ARANDA, A., «La reconciliación cristiana. Reflexiones y sugerencias ante el próximo Síno-
do», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 157: “Ser persona, ser ad
Deum como escribíamos antes, pone en el hombre una íntima necesidad recibida de amistad con
Dios, que no es algo añadido a su propia naturaleza personal, sino que va incluida en ella”.
57
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 85, a. 1.
58
ID., S.T., III, q. 85, a. 2.
59
Cfr. ibid., III, q. 85, ad 1.
60
Cfr. ibid., III, q. 85, ad 2: “emendabilia per actum hominis cooperantis Deo”, y ad 3: “ex divina
gratia, homine cooperante”.
61
Cfr. ibid., III, q. 85, a. 3.

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LA CARIDAD, MADRE Y FORMA DE LA PENITENCIA: VIRTUD EN EL SACRAMENTO

2.2.2. La conversión permanente en la vida penitente


(spatium vere poenitentiae)
El acto propio de la virtud de la penitencia es “el propósito de enmendar
aquello que se ha cometido contra Dios” 62. Este acto es una cooperación con
Dios, que nos justifica. Este acto es dinámico, con diversos momentos o fases:
1) Operación de Dios que convierte el corazón, 2) movimiento (motus) de fe,
3) movimiento de temor servil, 4) movimiento de esperanza, 5) movimiento
de caridad, 6) movimiento de temor filial. Estos seis moti nos muestran el ca-
mino humano de esta virtud 63, movida por la caridad, que asume el temor hu-
mano inicial hasta llegar al temor filial, verdadero don del Espíritu Santo. Es
el camino de retorno del hijo hacia el Padre. La caridad se inserta en la di-
mensión humana del temor por el pecado cometido. Este temor servil todavía
no es contrición, pero prepara su recepción. Es la delicadeza del Aquinate para
incorporar todos los movimientos humanos en la acción divina. Así evita una
irrupción de la gracia en un terreno ajeno. Así evita una doble vía, del hombre
y de Dios. Ambos cooperan en el perdón. El hombre no es pasivo, sino re-
ceptivo activo del don divino.
Las virtudes teologales son anteriores esencialmente a la penitencia, pero se
dan simultáneamente con ella en el momento de la justificación 64. La preceden-
cia natural de dichas virtudes es porque la penitencia se produce ex amore Dei.
Sin embargo, antes de esa infusión, puede haber una fe y esperanza informes, sin
la gracia. Es lo propio del temor servil, que se abre a recibir el don de la gracia y
la caridad para convertirse en temor filial, en penitencia 65. Esta aclaración es im-
portante, porque la virtud y el acto de la penitencia no es cualquier dolor, cual-
quier lágrima, cualquier lamento. De otro modo, los actos de penitencia quedan
vacíos e infecundos si no proceden de la caridad y la verdadera penitencia.
La penitencia, forjada por la caridad, ya no será solamente una serie de
actos a realizar en el momento sacramental, sino una virtud permanente del

62
Ibid., a. 4.
63
Cfr. ibid., a. 5.
64
Cfr. ibid., a. 6: “actus autem et habitus charitatis simul sunt tempore cum actu et habitu poeni-
tentiae, et cum habitibus aliarum virtutum”. El efecto de la remisión es principalmente por la fe
y la caridad, más que por la penitencia: cfr. ibid., III, q. 86, a. 6, ad 2.
65
Se puede apreciar una aclaración mayor en la Summa Theologiae, frente a las dudas iniciales en
Super Sent., donde el temor servil generaba la penitencia: cfr. Super Sent., IV, d. 14, q. 1, a. 2,
qc. 1, ad 4: “poenitentia timore servili concipitur, qui poenam respicit. Nec oportet quod timor
servilis et poenitentia sint simul: quia timor servilis non est causa esse ipsius poenitentiae, sed ge-
nerationis ejus; sicut etiam sumptio medicinae est causa sanitatis, non tamen sunt simul”.

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JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

hombre redimido. El santo es el que tiene mayor virtud de penitencia porque


le desagrada el pecado. Incluso permanecerá la virtud de la penitencia en los
santos del Cielo, pero sin tristeza, solo con el rechazo de los pecados pasados 66.
Era la intuición de los santos Padres, que comprendían que el ordo paeniten-
tium significaba un modo de ser del cristiano en la Iglesia. Ahora podemos ver
en qué consiste lo que se ha venido a llamar conversión permanente: la virtud
de la penitencia nacida de la caridad. Es el modo conversivo de la caridad que
genera siempre actos nuevos de acceso al Padre y conduce sus actos hacia el
corazón del Padre. Se trata de una oblación a Dios, más que unos actos aisla-
dos de bondad 67. La vida conversiva no se justifica de sus pecados por otras
obras de caridad que pueda hacer, o por buenos sentimientos que habiten en
su corazón. La vida conversiva del cristiano revisa su corazón y, por las lágri-
mas de la caridad, sabe pedir perdón de sus actos, levantarse por la contrición
y caminar en una nueva senda. Esta conversión consigue el cambio de la vo-
luntad (immutatio) del hombre que, en la medida que es perdonado, en esa me-
dida su voluntad queda movida por la gracia 68. La vida conversiva de la con-
trición permite el discernimiento porque está empapada de la verdad del
Evangelio. Se discierne verdaderamente en el camino de conversión, no fuera
de él.

3. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
La penitencia no se comprende solo de modo ascético, sino desde su ori-
gen sacramental 69. Los sacramentos tienen su función pedagógica 70, para mos-
trarnos el modo en que acontece la historia salvífica, que es sacramental, visi-

66
Cfr. ID., S.T., III, q. 84, a. 8: “post hanc vitam autem sancti nos sunt susceptivi doloris; unde dis-
plicebunt eis peccata praeterita sine omni tristitia”. Ibid., ad 2: “poenitentia interior habet locum
etiam in proficientibus et perfectis”.
67
Cfr. GUITERAS, J., Conversión y penitencia: reconciliación, Barcelona: Centre de pastoral litúrgica,
1999, 62.
68
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 86, a. 2: “non potest contingere quod Deus remit-
tat offensam alicui absque immutatione voluntatis eius”.
69
Cfr. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, La reciprocidad entre fe y sacramentos en la economía
sacramental (3/3/2020) 20 (50): “La penitencia cristiana no puede, por ello, entenderse, en pri-
mer plano, de un modo ético y ascético, sino que tiene que entenderse de manera fundamental-
mente sacramental, como el don, otorgado por Dios, de un nuevo ser, el cual ulteriormente im-
pulsa sin duda a un obrar ético y ascético”.
70
Cfr. ibid., n. 57: “los sacramentos poseen un fin pedagógico para nuestra fe: ilustran el modo de
acontecer la historia salvífica: ‘sacramental’”. Cfr. BERLANGA, A., «Sacramentalidad: balance y
pedagogía de un concepto en la Teología sacramentaria», Scripta Theologica 53 (2021) 567-594.

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LA CARIDAD, MADRE Y FORMA DE LA PENITENCIA: VIRTUD EN EL SACRAMENTO

ble, sensible, al modo humano, renovando lo humano y el mundo 71. Veamos


primero el sacramento de la penitencia y posteriormente la Iglesia como sa-
cramento de reconciliación.

3.1. El sacramento de la penitencia


La historia de la formación del sacramento de la penitencia, en sus di-
versas etapas y modalidades es muy ilustrativa de cómo la Iglesia va apren-
diendo a distribuir la gracia de Cristo en medio de su pueblo 72. Las sucesivas
etapas de la penitencia pública y canónica nos enseñan los elementos esencia-
les que se han vivido desde el inicio: contrición, confesión, satisfacción, abso-
lución. Se comprendía como un proceso histórico personal y eclesial de con-
versión, de encuentro con Dios y con los hermanos, guiado por el ministerio
eclesial. Los cánones protegían este proceso de conversión a imitación del iti-
nerario bautismal, porque lo que estaba en juego era la gracia santificante ob-
tenida en el bautismo para toda la Iglesia. Tertuliano fue el primero que llamó
al sacramento de la reconciliación “segunda penitencia”, por su referencia di-
recta al bautismo 73. El sacramento de la reconciliación era una revitalización
o actualización de lo concedido en el bautismo, tal como recuerdan los textos
neotestamentarios 74.
La modalidad asiática, de la vivencia de la penitencia por los monjes del
desierto 75, vinculada a la dirección espiritual, que pasó posteriormente a los
monjes irlandeses y desde ahí al continente europeo como penitencia tarifa-
da o privada, nos ayuda a comprender la vivencia más personal de encuen-
tro con el Señor 76. Esta modalidad, que ya estaba presente en los primeros

71
Cfr. GRANADOS, J. y LARRÚ, J. D. (eds.), La perspectiva sacramental. Luz nueva sobre el hombre y el
cosmos, Madrid: Didaskalos, 2017.
72
Cfr. HERRERO, Z., «La penitencia y sus formas: examen de su evolución histórica», Estudios
Agustinianos 7 (1972) 37-70.
73
Cfr. TERTULIANO, De Paenitentia, 7, 10: CCL 1, 333: “conlocauit in uestibulo paenitentiam se-
cundam queae pulsantibus patefaciat”.
74
Cfr. BASEVI, C., «La penitencia y el perdón de los pecados en la epístola a los Hebreos», en SAN-
CHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 274.
75
Cfr. STAROWIEYSKI, M., «La penitencia en los apotegmas», 290: “Si era conocida por Juan Ca-
siano, se puede suponer que era también conocida en el desierto egipcio”. Cfr. ZIEMBA, J., La pe-
nitenza nelle opere di Giovanni Cassiano, Roma: Diss. In Facultate S. Theologiae P. U. S. Thomae,
1977, 31.
76
Cfr. VOGEL, C., Il peccatore e la penitenza nel medioevo, 2ª ed., Torino: LCD, Leumann, 1998, 15:
“Il nuovo sistema penitenziale rivoluzionò sostanzialmente sia il modo di concepire il peccato sia
le relazioni tra il peccatore e la comunità ecclesiale”.

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JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

siglos 77, se fue imponiendo progresivamente a partir del siglo VI, a pesar de
las prohibiciones del Concilio III de Toledo (año 589), porque respondía
mejor a la búsqueda de conversión personal en una penitencia cotidiana.
Este Concilio rechazaba la práctica de la reiteración del sacramento, orde-
nando que se continuara con la práctica canónica, que solo era una vez en la
vida. Sin embargo, sesenta años después, la penitencia reiterada fue aproba-
da por un sínodo francés en Chalon-su-Saône 78. Así, durante varios siglos
(hasta finales del siglo IX) convivieron ambas modalidades de práctica sa-
cramental 79. Progresivamente se fue abandonando la praxis canónica anti-
gua, porque el proceso penitencial se hacía tedioso, complejo y conducía a
llevar una vida casi monacal 80.
Pero la novedad doctrinal no consistía solo en la posibilidad de repetir el
sacramento, sino también en conceder la absolución antes de haber cumplido
las pesadas y amplias penitencias. El cambio significativo de que la satisfacción
se pusiera después de la absolución, y no como requisito previo, como había
sido lo habitual hasta el siglo IX 81, responde a dos principios. El primero, que
el orden de los actos no perjudica al sacramento porque es un mismo acto hu-
mano, eclesial y divino, donde todos los elementos convergen en una misma
amistad, donde la gracia precede y conforma la respuesta humana. El segundo,
que la vida del cristiano es toda penitencia, y no solo como los actos requeri-
dos por el confesor. Se comprende así que la vivencia de la caridad en la peni-
tencia es la clave de la recepción fructuosa del sacramento. No basta con una
satisfacción breve o larga, hace falta una auténtica vida de caridad que confor-
me la penitencia, para extraer el verdadero sentido del sacramento.
En todo caso, la penitencia como sacramento nace del Misterio Pascual
de Cristo. Esto se comprendía perfectamente en la penitencia canónica, que
solía celebrarse en el Triduo Pascual, y en la penitencia privada, que nacía del

77
Cfr. ÍÑIGUEZ HERRERO, J. A., «La confesión oral del pecado y la penitencia en la primitiva Igle-
sia. Bosquejo de una investigación», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Sim-
posio, 597: “No puede dudarse de la práctica de la penitencia privada, con manifestación de los pe-
cados por el penitente a la persona que tiene el poder de absolver, en los cuatro primeros siglos
de la Iglesia”.
78
Cfr. COLLO, C., Reconciliación y penitencia, 99-103.
79
Cfr. MARTÍNEZ DÍEZ, G., «Algunos aspectos de la penitencia en la Iglesia visigodo-mozárabe»,
Miscelánea Comillas 49 (1968) 5-19. El Concilio habla de execrabilis praesumptio (can. 11). Cfr. BO-
ROBIO, D., La penitencia en la Iglesia Hispánica del siglo IV al VII, Bilbao: Desclée de Brouwer, 1978.
80
Cfr. COLLO, C., Reconciliación y penitencia, 93.
81
Cfr. ibid., 108-110. Este cambio inicia la confesión privada, diferente de la tarifada. Cfr. GARCÍA
IBÁÑEZ, A., Conversión y reconciliación, 147-160.

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LA CARIDAD, MADRE Y FORMA DE LA PENITENCIA: VIRTUD EN EL SACRAMENTO

amor de Cristo en la cruz. Esto es propio de cada sacramento y es el presu-


puesto que guía toda la explicación posterior. En 1215, en el concilio IV de
Letrán, se establece canónicamente la vigencia del sacramento tal como se
practica en la actualidad 82.

3.1.1. La causalidad instrumental de la penitencia a partir


de la communicatio beatitudinis

Para santo Tomás, la penitencia es el sacramento que nos une a Cristo,


después de cometido el pecado que separa de Dios. La lógica del sacramento
es la misma lógica del amor: un don de unión, de comunión. En la Summa
Contra Gentiles analiza esta finalidad del sacramento como unión con Cristo 83.
La salud espiritual consiste en la conversión a Dios, la cual es realizada por Je-
sucristo 84, pero necesita también de nuestra respuesta, de nuestra disposición,
de la contrición, que Él mismo concede por su gracia.
En la Summa Theologiae Tomás profundiza en el papel de los sacramentos,
de modo que supera la teología de su época, donde se consideraban desde una
causalidad dispositiva, tal como lo ha explicado en el Comentario a las Senten-
cias de Pedro Lombardo. Ahora, en su obra final, en las cuestiones que cierran
toda su obra teológica, que quedó inconclusa, da un paso adelante: considera el
sacramento de la penitencia desde la causalidad instrumental 85. Esto ya lo había
hecho desde el primer escrito 86, pero es ahora cuando extrae todas sus conse-
cuencias. El sacramento no solo dispone al cristiano para recibir el perdón de
Dios, sino que lo causa como instrumento propio de Dios. Se da cuenta de que,
si el sacramento es meramente dispositivo, desvincularía el poder de Dios de los
sacramentos. Para reflejar el verdadero papel de los sacramentos en la historia

82
Cfr. DH, n. 812. Hay que tener en cuenta que en el siglo XII todavía había teólogos que solo lo
consideraban un sacramental.
83
Cfr. ACEDO MORENO, L. I., La unión con Cristo en los sacramentos. La aportación de santo Tomás en
la Contra Gentiles a la Teología sacramental, Ciudad de México: NUN, 2023.
84
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra Gentiles, IV, c. 72, 6 [4071]: “in conversione mentis ad
Deum salus spiritualis consistit, quam quidem salutem consequi non possumus nisi per medicum
animarum nostrarum Iesus Christum”.
85
Cfr. ID., S.T., III, q. 84, a. 3, ad 3: “verba sacerdotis in hoc sacramento instrumentaliter operan-
tur in virtute divina, sicut etiam in aliis sacramentis”. Cfr. ID., S.T., III, q. 64, a. 2: “sacramenta
instrumentaliter operantur ad spirituales effectus”. La explicación en ibid., III, q. 62, a. 1.
86
Desde su primera obra emplea los dos términos indistintamente (dispositivo e instrumental),
pero en S.T. omite la mera causalidad dispositiva: cfr. LÓPEZ-GONZÁLEZ, P., Penitencia y Recon-
ciliación, 177-178.

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JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

de redención, se tiene que especificar con claridad que estos causan la gracia, no
solo disponen a su recepción. No causan la gracia por sí mismos, sino por la vir-
tud de la Pasión de Cristo que actúa en y por medio de los sacramentos 87.
Esto significa que la eficacia del perdón de Dios en Cristo se da por me-
dio del ministro y de la aceptación del penitente de dicho don en el acto de la
contrición, en donde el modo humano de actuar influye en el efecto, como el
instrumento en el resultado. Este acto es el resultado de la caridad de Cristo,
que se une al penitente en un amor conversivo. Aquí se evidencia el “fruto” de
la acción: ambos entran en una comunicación de la beatitudo divina, que es el
bien compartido en la caridad: “nobis suam beatitudinem communicat” 88. El amor
de la gracia divina (dilectio gratiae), que produce la remisión de los pecados, di-
rige al hombre a la vida eterna (beatitudo) 89. Podemos entender que la misma
causalidad instrumental de este sacramento se configura en cuanto la caridad
une a Dios y al penitente en una comunicación del bien divino. En la causali-
dad instrumental, el sujeto no es pasivo, sino activo con su propia acción en
cuanto instrumento, y esto por la caridad, que ha sido infundida en su cora-
zón. En el modelo de la causalidad dispositiva –previa al Aquinate–, por un
lado, está el amor del penitente, y después llega el amor de Dios. Se trata de
dos momentos sucesivos 90. Este modelo es insuficiente por su carente com-
prensión de la caridad.

3.1.2. Unidad entre el sacramento y la virtud de la penitencia por la caridad

En efecto, si la caridad tan solo se considera como unos actos de amor


hacia el prójimo o hacia Dios, previos a la infusión de la virtud de la gracia,
entonces sería necesaria posteriormente dicha infusión de modo pasivo. No
habría confluencia de dichos actos ni comunión, sino actos sucesivos, sin co-
munión comunicativa en el bien divino de su bienaventuranza. La caridad en-
tendida como amistad abre la perspectiva en la comunión, y, por eso, el sacra-

87
Cfr. ID., S.T., III, q. 8, a. 3.
88
ID., S.T., II-II, q. 23, a. 1. Para el tema de la “communicatio beatitudinis” como explicación de la
esencia misma de la caridad: cfr. PÉREZ-SOBA DIEZ DEL CORRAL, J. J., «Amor es nombre de perso-
na» (I, q. 37, a. 1). Estudio de la interpersonalidad en el amor en santo Tomás de Aquino, Roma: Mur-
sia, 2001, 373-380 y 417-432.
89
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 86, a. 3, ad 5.
90
El Doctor Angélico intenta armonizar unos elementos aparentemente dispersos: cfr. DE
VOOGTH, P., «La justification dans le sacrement de Pénitence d’après saint Thomas d’Aquin»,
Ephemerides Theologicae Lovaniensis 5 (1928) 232.

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LA CARIDAD, MADRE Y FORMA DE LA PENITENCIA: VIRTUD EN EL SACRAMENTO

mento es eficaz, tanto por proceder de Dios, como por ser aceptado por el pe-
nitente, que ya es amigo convertido. Así, el dinamismo de la caridad en el sa-
cramento se manifiesta como amistad conversiva 91, pues es una dulce compa-
ñía en un camino común hacia la comunión con el Padre 92.
Esta primacía de la caridad permite compenetrar el sacramento en la vir-
tud de la penitencia y viceversa. Ambos surgen de la misma raíz y por eso son
inseparables 93. Por este motivo, santo Tomás no acepta la posibilidad de una
confesión sacramental sin contrición, sino solo con atrición, que posterior-
mente sea vivificada por un acto de contrición realizado sacramentalmente 94.
Para él, aquel acto, no sería ni la verdadera penitencia ni el verdadero sacra-
mento, porque no habría verdadera caridad. Santo Tomás insiste en este pun-
to de que la gracia es principalmente la causa de remisión de la culpa, más que
el sacramento de la penitencia 95.
En ocasiones se ha malinterpretado esta relevancia de la caridad en el sa-
cramento, como si fuese superfluo o innecesario su ejercicio en casos de un al-
tísimo nivel de caridad. Es el caso de ciertas perspectivas morales que hablan
de una opción fundamental particular, que considera la caridad como una
unión con Dios de tal magnitud que lograría la unión y reconciliación con la
Iglesia, de modo que no sería necesario el sacramento 96. Realmente, así no ac-
túa la caridad porque incluye siempre la sacramentalidad –nace y se desarrolla
en los sacramentos– y la virtud de la penitencia, unidas en su modo de signi-
ficar la Pasión de Cristo 97. “Ha de mantenerse sin quiebra el principio de la

91
Cfr. HERRERO, Z., «La conversión como retorno a la amistad divina», Estudios agustinianos 11
(1976) 3-45.
92
Cfr. ALSZEGHY, Z., «Carità ecclesiale nella penitenza cristiana», Gregorianum 44 (1963) 21.
93
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 10: “ad veram poenitentiam charitas requira-
tur, sine qua non delentur peccata”.
94
Cfr. LÓPEZ-GONZÁLEZ, P., Penitencia y Reconciliación, 182-187. Sin embargo, aunque el peniten-
te tenga solo atrición, en el momento de la absolución, obtiene la infusión de gracia, y por tan-
to, la contrición.
95
Cfr. ID., S.T., III, q. 86, a. 6, ad S.C.: “gratia est principalior causa remissionis culpae quam poe-
nitentiae sacramentum”.
96
Cfr. ALSZEGHY, Z., «Carità ecclesiale», 19-20: “Invece nell’attimo in cui il peccatore, sotto l’in-
flusso della grazia santificante, ama Dio per se stesso sopra tutte le cose, ossia quando fa la sua
opzione fondamentale per Dio, in questa opzione non solamente qualche atto marginale è ordi-
nato a Dio, ma la persona stessa, e quindi, non solamente con qualche atto collabora con la Chie-
sa, ma la persona stessa è unita con la Chiesa”.
97
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 84, a. 5: “fieri non potest sine poenitentiae sacra-
mento, in quo operatur virtus passionis Christi per absolutionem sacerdotis simul cum opere
poenitentis”.

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JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

necesidad del sacramento de la penitencia, aunque pueda justificar, en un mo-


mento dado, la contrición sincera con deseo del sacramento” 98.

3.1.3. Unidad de la confesión, la satisfacción y la absolución gracias


a la caridad de la penitencia
La unidad que confiere la caridad a la dinámica de la virtud de la peni-
tencia unifica todos los elementos del sacramento. La centralidad de la pe-
nitencia interior –contrición– exige la armonía con los otros actos del peni-
tente –confesión, satisfacción– y con el acto divino-eclesial: la absolución. De
este modo, la contrición que nace de la caridad permite que la satisfacción
pueda ser anterior a la absolución (penitencia canónica) o posterior (peniten-
cia privada), porque ambas forman parte de la misma amistad penitencial. No
importaría el orden cronológico, sino la unidad dinámica desde el punto de
vista teológico. Así también, aunque la confesión es anterior a la absolución,
en algunos casos de extrema urgencia no subjetivos, pudiera darse posterior-
mente, sostenida por la debida contrición, como sucede en el rito C del Ordo
Paenitentiae. Pero no se trata de que no sea necesaria la confesión –como pa-
recen defender algunos–, sino que, por la caridad, está incluida en la contri-
ción y expresada posteriormente en cuanto desaparezca la imposibilidad que
provocó el rito C. Así, se puede considerar que el debate de los últimos años
sobre las interpretaciones de Trento respecto a la necesidad de la confesión de
los pecados 99, se debe a una carencia de perspectiva que omite el origen de la
caridad con su valor sacramental.
A diferencia del bautismo, cuyo perdón es un efecto inmediato, en la pe-
nitencia, la culpa y la pena son perdonadas cuando el hombre coopera ínte-
gramente con Dios, con el acto de la penitencia completo, incluyendo la sa-
tisfacción y la confesión 100.
La confesión íntegra no depende de un exhaustivo examen de concien-
cia, sino de un profundo dolor de los pecados, originado por la contrición de
la caridad. Un arrepentimiento verdadero es incompatible con el ocultamien-
to de algún pecado grave, porque sería incompatible con la caridad con Dios,

98
TEJERO, E., «Sobre la “res et sacramentum” de la penitencia y su dimensión eclesial», en SAN-
CHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 993.
99
Cfr. AGUILAR GRANDE, C., La “confesión de los pecados” en la celebración del Sacramento de la Peniten-
cia (Estudio Teológico-Espiritual), Madrid: Excerpta ad Doctoratum in I.S.P.U. Gregorianae, 1998.
100
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 86, a. 4, ad 3: “solvitur reatus totius poenae sed
completis omnibus poenitentiae actibus”.

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LA CARIDAD, MADRE Y FORMA DE LA PENITENCIA: VIRTUD EN EL SACRAMENTO

impediría la adoración interior, el reconocimiento de su señorío en el mundo


y en la historia 101. Por consiguiente, la confesión no es algo posterior a la con-
trición, como si fuese un informe explicativo de ella, sino que se genera en el
seno de la amistad con Dios, que permite reconocer los pecados, y durante su
propia narración, progresar en la misma amistad y asumir el camino de la con-
versión. Solo la amistad con Dios nos permite discernir santamente al abrir-
nos a la luz del amor. No confesamos lo que hemos visto, sino que realmente,
nos confesamos para saber y amar.
Esta unidad dinámica de la penitencia como virtud y como sacramento,
por su raíz de la caridad, nos abre una amplia perspectiva para la pastoral sa-
cramental. En efecto, la vivencia del sacramento de la reconciliación ha de ser
movida por la caridad y genera un “ejercicio precioso de virtud, expiación él
mismo, escuela insustituible de espiritualidad, profunda labor altamente posi-
tiva de regeneración en las almas” 102. El reconocimiento de la gravedad y re-
levancia del pecado, solo se puede asumir desde la caridad. Ciertamente, solo
cuando se considera la amistad con Dios como algo esencial en la propia vida,
se descubre la oscuridad del mysterium iniquitatis (2 Tes 2,7). Uno de los be-
neficios de esta amistad es, precisamente, reconocerse pecador, arrepentirse,
sentir dolor de los pecados y pedir perdón. Sin la caridad, sin la amistad ínti-
ma con Dios, los pecados se pueden valorar únicamente como faltas. La ma-
yor misericordia de Dios es hacernos reconocernos como pecadores y pedir
perdón con corazón contrito 103. Esta misericordia cambia (immutat) nuestra
voluntad para convertirnos a Dios y no poner el corazón de un modo similar
en los bienes creados 104. Una vivencia del sacramento de la confesión sin estas
claves llevaría al ritualismo y la vaciedad 105.
Desde la Pasión de Cristo se comprende la dimensión terapéutica de este
sacramento 106. Es la terapia que el Espíritu Santo ofrece por su presencia en la

101
Cfr. MEDINA, J., «Reflexiones acerca del sacramento de la penitencia y de su fundamento teo-
lógico», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 535.
102
SAN JUAN PABLO II, Discurso a la Sagrada Penitenciaría Apostólica y a Los Penitenciarios de las Basí-
licas Patriarcales Romanas, 30-I-1981.
103
Cfr. SORCI, P., «Introduzione», en ID. (ed.), Dimensione terapeutica del sacramento della penitenza-
riconciliazione, Trapani: Il pozo di Gioacobbe, Facoltà teologica di Sicilia “S. Giovanni Evange-
lista”, 2009, 15: “La riflessione bíblica dimostra che il perdono di Dio precede, anzi suscita la
coscienza del peccato e la domanda del perdono”.
104
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.T., III, q. 86, a. 2, ad 3.
105
Cfr. LIZCANO AJENJO, A., La confesión. Sacramento de la contrición, Burgos: Monte Carmelo, 2012.
106
Cfr. SORCI, P. (ed.), Dimensione terapeutica del sacramento della penitenza-riconciliazione.

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JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

gracia santificante para romper la espiral del pecado: libera en la obediencia de


los hijos de Dios 107. Es una verdadera terapia de la misericordia divina, cele-
brada y experimentada como sanación de heridas del corazón, permitiendo a
la Pascua de Cristo descender a los abismos del hombre y resucitarlo 108. Aquí
adquiere una especial relevancia la dirección espiritual, armonizada teológica
e históricamente con el sacramento de la reconciliación, convirtiéndose en un
signo de la fecundidad de la sacramentalidad de la Iglesia 109.
Desde este punto de vista se comprende la insistencia en el Magisterio
acerca de la confesión frecuente 110. El motivo de fondo es la caridad que en-
gendra la penitencia vital o vida de conversión, pues con este sacramento se
consigue que “cada día se conviertan más y más al Señor” 111. Cuando los
sacerdotes imparten este sacramento se “unen a la intención y caridad de
Cristo” 112. Así, “el frecuente acto sacramental de la penitencia (...) favorece en
tanto grado la necesaria conversión al amor del Padre de las misericordias” 113.
La penitencia como virtud está vinculada al sacramento, y ambas son genera-
das por la caridad. La amistad crece por sí misma, se intensifica, y reclama
tanto la penitencia como la frecuencia sacramental, en una circularidad cre-
ciente. “La vida cristiana no está completa sin esta conversión constante, y la
conversión no es plenamente auténtica sin el sacramento de la penitencia” 114.
La amistad conversiva nos permite evitar la rutina, el oscurecimiento, la apa-
tía y el individualismo, que son los habituales riesgos de una práctica sacra-
mental anodina 115.

107
Cfr. PASSARO, A., «Dall’inautenticità allá vita nello Spirito. Oggettività del peccato e della sal-
vezza», en SORCI, P. (ed.), Dimensione terapeutica del sacramento, 19-34.
108
Cfr. MESSINA, D., «La prassi penitenziale antica e medievale: l’espiazione come terapia», en
SORCI, P. (ed.), Dimensione terapeutica del sacramento, 35-52.
109
Cfr. STEFANO LIPARI, A., «Penitenza e direzione spirituale in época post-tridentina», en SORCI,
P. (ed.), Dimensione terapeutica del sacramento, 53-72.
110
Cfr. GARRIDO BONAÑO, M., «El sacramento de la penitencia en el Concilio Vaticano II», en
SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 709-720. Cfr. BANDERA, A.,
«Magisterio de Juan Pablo II sobre el sacramento de la penitencia», en SANCHO, J. y otros
(dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 721-747.
111
CONCILIO VATICANO II, D. Presbyterorum Ordinis, n. 5.
112
Ibid., n. 13.
113
Ibid., n. 18.
114
SAN JUAN PABLO II, «Homilía (28-VIII-1980) para jóvenes irlandeses», Enseñanzas al pueblo de
Dios 7 (1980) 300.
115
Cfr. BOROBIO, D., Reconciliación penitencial. Tratado actual del Sacramento de la penitencia, 2ª ed.,
Bilbao: Desclée de Brouwer, 1990, 158: “La conversión es sacramental en la medida en que está
orientada dinámicamente hacia la celebración del sacramento. Y el sacramento es ‘conversivo’,
en la medida en que supone y lleva a plenitud la conversión”.

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LA CARIDAD, MADRE Y FORMA DE LA PENITENCIA: VIRTUD EN EL SACRAMENTO

3.2. Iglesia reconciliada y reconciliadora

La penitencia es un arrepentimiento, un “verdadero cambio radical del


alma” 116. “La Iglesia es por su misma naturaleza siempre reconciliadora” 117 y
ofrece el ministerio de reconciliación y la palabra de la reconciliación. Por los
sacramentos y la predicación, la Iglesia está al servicio de esta reconciliación
de la humanidad 118. Veamos primero la Iglesia como Madre y después como
hogar y camino. Son los elementos básicos de la Iglesia como reconciliada y
reconciliadora.

3.2.1. Iglesia Madre reconciliadora en la penitencia y la eucaristía

El Concilio Vaticano II recoge los estudios patrísticos para enfocar de


nuevo este sacramento y abrirlo a la reconciliación con Dios y con la Iglesia 119.
La Iglesia ejerce toda una catequesis de reconciliación y penitencia porque ella
misma se sabe reconciliada 120. Habla de la conversión como regreso al Padre,
camino que ella misma experimenta. Une los dos efectos de la reconciliación:
con Dios y con la Iglesia. La misma Iglesia colabora (adlaborat) con la conver-
sión de los fieles 121.
En Lumen Gentium n. 1 se habla de la Iglesia como sacramento de la ín-
tima unión con Dios y de toda la familia humana. Se ha escrito mucho sobre
la Iglesia como sacramento primordial, no originario, que sería Cristo, donde
habitan los demás sacramentos. Se trata de un sacramento 122 en sentido aná-

116
ReP, 26.
117
ReP, 8.
118
Cfr. ReP, 11.
119
A comienzos del siglo XX se promovieron los estudios sobre este sacramento por el debate que
suscitó el carmelita español XIBERTA, B. M., Clavis Ecclesiae. De ordine absolutionis sacramentalis
ad reconciliationem cum Ecclesia, Romae: Univ. Gregoriana, 1922. Su conclusión: “Reconciliatio
cum Ecclesia est res et sacramentum sacramenti paenitentiae”. La intuición es de su director de
tesis Maurice de la Taille. Cfr. LÓPEZ-GONZÁLEZ, P., Penitencia y Reconciliación, 283-284: “debe
reconocerse a Xiberta haber mostrado la intervención de la Iglesia en la santificación de sus
miembros”.
120
Cfr. COLLO, C., Reconciliación y penitencia, 112.
121
Cfr. CONCILIO VATICANO II, C. Lumen Gentium, n. 11.
122
Cfr. VILLAR, J. R. (dir.), Diccionario teológico del concilio Vaticano II, Pamplona: Eunsa, 2015, 528:
“Sacramento designa, en cambio, el ‘modo’ como Dios ofrece su don a la humanidad mientras
peregrina en la historia, y que desaparecerá en la plenitud escatológica, a saber: ‘a modo de un
sacramento’ (veluti sacramentum, n. 1), es decir, mediante la ‘estructura visible’ de la Iglesia, que
es signo que anuncia el don de Dios, e instrumento (medium salutis) mediante la cual el Espíri-
tu de Cristo realiza esa comunión”.

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JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

logo para señalar que la Iglesia ha brotado del costado abierto de Cristo, y del
sacramento de la Eucaristía, sacramento de la caridad. La Iglesia tiene la mi-
sión de reconciliar al mundo con Dios, de llevar a la comunión fraterna a los
pueblos y a las personas, porque, en medio de tantas divisiones y conflictos, en
el mundo hay “una verdadera nostalgia de reconciliación” 123. Por eso, la Igle-
sia vive también la penitencia por ser una Iglesia reconciliada y reconciliado-
ra, como ha puesto de relieve san Juan Pablo II.
Esta perspectiva de la Iglesia como reconciliada con Dios procede de la
gran tradición patrística. Es una de las notas más características de la peniten-
cia pública y canónica: no solo los que se someten al ordo paenitentium, sino
toda la Iglesia, necesita conversión. La íntima vinculación entre bautismo y pe-
nitencia explica la importancia de la vida conversiva del bautizado y de toda la
comunidad cristiana. La Iglesia, velaba guiaba y custodiaba a sus hijos caídos
en pecado como una Madre 124. Esta preocupación maternal de la Iglesia (por
parte del obispo, sacerdote y fieles) por los penitentes recordaba al resto de la
comunidad que todos somos pecadores y que necesitamos reconciliación y pe-
nitencia. Toda la Iglesia debe vivir en estado de conversión. La Iglesia como
Madre 125 y Maestra educa a sus hijos en un proceso de penitencia para recupe-
rar la santidad perdida 126. Así, la penitencia no quedaba solo como un recuer-
do del itinerario bautismal, sino como realidad presente, de una comunidad
que necesita volver al Señor, que camina hacia la Patria definitiva. Este volver
al Señor era manifestado en la misma Eucaristía, camino hacia el Padre.
La vinculación entre el sacramento de la reconciliación y la Eucaristía fue
pronto sancionada por los concilios. La Iglesia Madre comprendía este vínculo
entre estos dos sacramentos de la caridad, porque ambos nos muestran el rostro
del Amor del Amigo, Cristo, Redentor del hombre. La Iglesia “debe ser la Igle-
sia de la eucaristía y de la penitencia” 127. “No es solamente la penitencia la que
conduce a la eucaristía, sino que también la eucaristía lleva a la penitencia” 128. La

123
ReP, n. 3.
124
Cfr. RAMOS-LISSON, D., «Algunos aspectos de la “reconciliatio” de los penitentes en la liturgia
hispánica», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio, 614.
125
Cfr. SAN CIPRIANO, De Unitate Ecclesiae: PL 518-520: “habere non potest Deum Patrem qui
ecclesiam no habet matrem”.
126
Cfr. SAN PACIANO, Paraenesis, 4: PL 13, 1066: “Grande es pues la fecundidad de esta virgen...
Solícito es el cuidado de esta madre para con sus hijos y tierno el cariño: felicita a los buenos,
reprende a los soberbios, cura a los enfermos: a ninguno deja perecer, a ninguno desecha: esta
madre bondadosa conserva su prole alejada del peligro”.
127
SAN JUAN PABLO II, C.E. Redemptor hominis, n. 20.
128
ID., C. Dominicae Cenae, n. 7: AAS 72 (1980) 125.

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LA CARIDAD, MADRE Y FORMA DE LA PENITENCIA: VIRTUD EN EL SACRAMENTO

comunión exige la reconciliación. Y esta, la penitencia y la conversión. Esta es


la dinámica de la caridad.
En el misterio Pascual se realiza la verdadera caridad, que unifica los sa-
cramentos, la conversión y la acción del cristiano. Así, la entrega de Cristo lleva
a plenitud la reconciliación con Dios y la acción reconciliadora de la Iglesia 129.
La dimensión eclesial de la penitencia no consiste en multiplicar las ce-
lebraciones comunitarias de la penitencia. Se trata de un contexto de conver-
sión, de caridad, de compromiso y de reconciliación 130. La penitencia solo se
puede vivir en el seno de la comunión eclesial, en el amor fraterno, en el ca-
mino de renuncia y de apertura al misterio del hermano. Ya en la teología pau-
lina se explica la conversión como una “una nueva humanidad que cada época
está llamada a vivir en el amor, a vivir en Cristo, a vivir según las exigencias de
su bautismo” 131. Aquí, el papel de la familia y del trabajo adquieren un prota-
gonismo más relevante de lo que habitualmente se destaca. La penitencia, o es
cotidiana, o queda marginada a ciertos momentos de lucimiento religioso.
San Juan Pablo II unifica en un mismo proceso la reconciliación y la pe-
nitencia, porque ambas se requieren en la caridad. Esta reconciliación es cuá-
druple: primero con Dios, que es la reconciliación fontal, de la cual nace el
resto 132. Después la reconciliación consigo mismo, la reconciliación con los
hermanos y, por último, con la creación. Esta reconciliación en sentido amplio
es buscada y ejercida por la Iglesia que, a su vez, se ve reconciliada con el Pa-
dre. Afirma con rotundidad que la reconciliación no es posible por estrategias
humanas, o métodos inteligentes, o equilibrios de intereses opuestos. Todo
eso se hace insuficiente sin la primera reconciliación con Dios, impedida por
el pecado y por la falta de contrición o penitencia. Este es uno de los grandes
logros de este documento que, al mirar al fondo de la cuestión, puede elevar
su mirada más allá de los análisis sociológicos al uso. “Solo la conversión ante
el pecado es capaz de obrar una reconciliación profunda y duradera, donde
quiera que haya penetrado la división” 133.

129
Cfr. DE LUBAC, H., Catolicismo. Aspectos sociales del dogma, Barcelona: Estela, 1963, 29: “Cristo
es esa aguja que, dolorosamente atravesada en la pasión, cose después todo tras de sí, y repara
de este modo la túnica rasgada antes por Adán, uniendo juntamente los dos pueblos”.
130
Cfr. ÁLVAREZ GÓMEZ, M., «La reconciliación en el plano antropológico», Estudios Trinitarios 28
(1994) 3-19.
131
MUÑOZ LEÓN, D., «La dimensión penitencial de la conversión cristiana», 108.
132
Cfr. ReP, n. 8, 31.
133
ReP, n. 23: “solam conversionem a peccato valere ad reconciliationem, intimam atque constan-
tem, efficiendam”.

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JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

Por ello, el sacramento de la reconciliación es un instrumento valioso y


necesario para la vivencia de la penitencia, y, en definitiva, para la reconcilia-
ción cuádruple. Considerar la penitencia sin su horizonte de reconciliación
fontal con Dios y con los demás, consigo y con el mundo, sería una ascética
egolátrica. Ambas se salvan juntas o se pierden separadas. Pero no son simé-
tricas ni miméticas. Se trata de dos movimientos, actos o procesos que se im-
plican mutuamente 134. El amor de caridad, en el cristiano que vive en camino,
esto es, bajo el influjo interior del pecado, no crece, no se desarrolla ni es efi-
caz sin la virtud de la penitencia, sin el sacramento de la penitencia. Las obras
de caridad no son tales si falta la verdadera caridad, que se ha reconciliado con
Dios. Serían meras obras de beneficencia, nacidas de diversos motivos, pero
no de la amistad conversiva con Dios.

3.2.2. Iglesia, hogar y camino de conversión

Podemos, de este modo, conectar la parábola del hijo pródigo con el pa-
saje de los discípulos de Emaús. En ambos, hay un encuentro, una conversión,
un camino, una fiesta. Ambos nos hablan de la Eucaristía y de la reconcilia-
ción. Ambas son figuras de la Iglesia reconciliada y eucarística. En ambas hay
un corazón ardiente, encendido por Cristo, que arde en el camino y en el ho-
gar. En ambas el hogar es también camino, y el camino es ya el hogar habita-
do por la presencia. La Iglesia es camino y hogar, porque es el hogar de la con-
versión, de la caridad como amistad conversiva, de la reconciliación. El acceso
a la comunión eucarística está unido al sacramento de la reconciliación, no
solo porque lo exige, sino porque lo anhela, lo busca su corazón ardiente. La
comunión eucarística no puede ser tan solo un permiso concedido por la bon-
dad de unos actos o la pureza de unos sentimientos. La comunión eucarística
es por el amor de amistad, que anhela la reconciliación y rechaza todo obs-
táculo de la amistad.

134
Cfr. BOROBIO, D., Penitencia y Reconciliación, Barcelona: Dossiers CPL 15, 1991.

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“S. Giovanni Evangelista”, 2009, 53-72.
TEJERO, E., «Sobre la “res et sacramentum” de la penitencia y su dimensión
eclesial», en SANCHO, J. y otros (dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simpo-
sio internacional de teología de la Universidad de Navarra, Pamplona: Eunsa,
1983, 983-1010.
TERTULIANO, De Paenitentia, 7, 10: CCL 1, 333.
TOMÁS DE AQUINO, S. Contra Gentiles.
TOMÁS DE AQUINO, Q.D. De Veritate.
TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae.
VILLAR, J. R. (dir.), Diccionario teológico del concilio Vaticano II, Pamplona: Eunsa,
2015.
VOGEL, C., Il peccatore e la penitenza nel medioevo, 2ª ed., Torino: LCD, Leu-
mann, 1998.
XIBERTA, B. M., Clavis Ecclesiae. De ordine absolutionis sacramentalis ad reconci-
liationem cum Ecclesia, Romae: Univ. Gregoriana, 1922.

SCRIPTA THEOLOGICA / VOL. 57 / 2025 295


04. Horcajo Estudio 27/05/2025 11:29 Página 296

JOSÉ MANUEL HORCAJO LUCAS

ZIEGENAUS, A., «Sobre la penitencia y de la conversión en nuestro tiempo.


Superación de una absurda mentalidad acusadora», en SANCHO, J. y otros
(dirs.), Reconciliación y penitencia. V Simposio internacional de teología de la
Universidad de Navarra, Pamplona: Eunsa, 1983, 139-152.
ZIEMBA, J., La penitenza nelle opere di Giovanni Cassiano, Roma: Diss. In Facul-
tate S. Theologiae P. U. S. Thomae, 1977.

296 SCRIPTA THEOLOGICA / VOL. 57 / 2025


14. Instrucciones 27/05/2025 11:48 Página 485

INSTRUCCIONES PARA LOS AUTORES

1. Scripta Theologica acepta el envío de estudios, notas, boletines bibliográficos, recensiones y reseñas.
El Consejo editorial acusará recibo de los originales recibidos y comunicará al autor si su escrito
es admitido o no para revisión.
2. Los escritos se enviarán a la revista en formato Word o RTF a través del sistema envíos online que
se encuentra en la plataforma web de Scripta Theologica: http://www.unav.es/scripta-theologica.
Para ello, si es la primera vez que se accede, es necesario registrarse en ese mismo lugar como nue-
vo usuario de la plataforma de Scripta Theologica, o identificarse con su nombre de usuario y su
contraseña, si ya se registró anteriormente. Una vez dentro de la plataforma se han de seguir las
instrucciones de envío online de manuscritos. La primera vez que se envía un escrito, es necesa-
rio acompañarlo de un breve curriculum vitae académico del autor en el que conste el año en que
obtuvo el doctorado.
3. El envío de un artículo a Scripta Theologica implica:
a) Que el texto no ha sido publicado previamente en soporte de papel o digital.
b) Que el texto no ha sido ni será enviado a otra revista mientras esté en proceso de revisión por
parte de Scripta Theologica.
4. Scripta Theologica utiliza un sistema de revisión por pares. Los artículos aceptados para examen serán
sometidos a la revisión de dos evaluadores externos, siguiendo el método de doble ciego (double-
blind). El dictamen favorable de ambos revisores es condición necesaria para la publicación. En el
plazo de uno a tres meses, la revista enviará a los autores de los artículos el dictamen definitivo con
los motivos de la decisión y otras observaciones pertinentes realizadas en el proceso de revisión.
5. Cuando los artículos sean publicados, los autores recibirán un ejemplar de la revista en la que apa-
rece su trabajo y el archivo PDF que contiene la versión impresa digital.
6. Los artículos publicados en Scripta Theologica no podrán ser reproducidos por ningún medio sin el
consentimiento previo del Consejo editorial de la revista. Los autores tienen permiso para mos-
trar en su página web personal el PDF con la versión impresa digital de cada artículo, que la revista
les envía cuando son publicados.
7. La extensión de los artículos debe ajustarse a las siguientes medidas:
Estudios: entre 9.000 y 12.000 palabras (incluidas las notas);
Notas y Boletines: entre 6.000 y 9.000 palabras (incluidas las notas);
Recensiones: entre 1.000 y 2.000 palabras (no llevan notas al pie);
Reseñas: entre 400 y 800 palabras (no llevan notas al pie).
8. Los estudios y notas deben ir acompañados de un resumen (abstract) de 100 palabras, con su tra-
ducción al inglés, en el que se expresen con claridad los temas tratados en el trabajo y su conclu-
sión. Además, se escogerán tres palabras clave (keywords), en castellano e inglés, para facilitar su
indexación y búsqueda.
9. Las referencias bibliográficas irán en notas a pie de página, siguiendo una numeración consecutiva.
Además, al final de los estudios y notas se consignará en sección aparte («Bibliografía») toda la
bibliografía citada en el artículo, sin hacer subsecciones y anteponiendo el apellido al nombre (FER-
NÁNDEZ, A.). Si se citan varias obras del mismo autor, se consignará cada vez el apellido y nombre.
10. Las referencias bibliográficas seguirán el siguiente modelo:
Para las referencias a los textos bíblicos se usarán las abreviaturas habituales en castellano: las que
figuran en el Catecismo de la Iglesia Católica, la Biblia de Jerusalén o la Sagrada Biblia traducida
y anotada por profesores de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
Citas de libros ordinarios y monografías:
– FERNÁNDEZ, A. (o bien: FERNÁNDEZ, Aurelio), Sacerdocio común y sacerdocio ministerial. Un
problema teológico, Burgos: Aldecoa, 1979, 128 [o bien: 128-135; o bien: 128ss].
– (si son varios volúmenes) NEWMAN, J. H., Parochial and Plain Sermons, VII, London:
Rivingtons, 1887, 23.

485
14. Instrucciones 27/05/2025 11:48 Página 486

INSTRUCCIONES PARA LOS AUTORES

– (si son varios volúmenes con título diferente) SCHMAUS, M., Teología Dogmática, IV: La
Iglesia, Madrid: Rialp, 1961, 112-118.
– (si se cita la 2ª edición u otra posterior) SCHEFFCZYK, L., Katholische Glaubenswelt, 2 ed.
Aschaffenburg: Pattloch, 1978, 57-67.
– (si son dos autores) RODRÍGUEZ, P. y LANZETTI, R., El Catecismo Romano: fuentes e historia
del texto y de la redacción, Pamplona: Eunsa, 1982, 427.
– (si son tres o más) RODRÍGUEZ, P., SARANYANA, J.-I. y LANZETTI, R. (o bien: RODRÍGUEZ,
P. y otros,). Debe evitarse la expresión AA.VV., que dificulta la identificación del libro.
Cita de artículos en obras colectivas:
– RODRÍGUEZ, P., «La teología del Papado según Santa Catalina de Siena», en SARANYANA,
J.-I. (dir.), De la Iglesia y de Navarra. Estudios en honor del Prof. Goñi Gaztambide, Pamplo-
na: Eunsa, 1984, 225-232.
– ARANDA, G., «Canon bíblico y comprensión actual de la Teología», en MORALES, J. y
otros (eds.), Cristo y el Dios de los cristianos. XVIII Simposio Internacional de Teología, Pam-
plona: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 1998, 420.
– PELLITERO, R., «“Especialmente con los más necesitados”: un signo eficaz del amor», en
ID. (ed.), Vivir el amor. En torno a la encíclica Deus caritas est, Madrid: Rialp, 2007, 109-117.
Cita de artículos en revistas (o periódicos):
– MERINO, M., «Teología y filosofía en San Gregorio el Taumaturgo», Scripta Theologica 17
(1985) 227-243.
– WEBER, W., «La realización de lo cristiano en una sociedad pluralista», ScrTh 12 (1980)
93-118.
– Pueden usarse las abreviaturas de las revistas según el elenco del IATG2 (SCHWERTNER,
S. M., Internationales Abkürzungsverzeichnis für Theologie und Grenzgebiete, Berlin-New
York: Walter de Gruyter, 1994).
– Si la revista es poco conocida, puede agregarse entre paréntesis la ciudad. También si hay
dos revistas con el mismo título, por ejemplo, Nova et Vetera, de Friburgo (Suiza) o
Zamora (España).
Cita de voces en Diccionarios y enciclopedias:
– ILLANES, J. L., «Vocación», en Gran Enciclopedia Rialp 23 (1975) 659-662.
– CONGAR, Y., «Théologie», en DTC 15 (1946) 341-502.
Cita de Padres de la Iglesia y escritores eclesiásticos antiguos:
– El nombre del autor debe ser completo (GREGORIO MAGNO) evitando citar el nombre
sólo (GREGORIO) o abreviado (Greg.).
– A continuación de la obra citada, seguida de dos puntos, se ha de incluir la referencia de
la edición por la que se cita la obra. Por ejemplo: GREGORIO NACIANCENO, Oratio 41,9:
SC 358, 334. (o bien: Sources Chrétiennes 358, 334.)
Otras observaciones:
– En las citas bibliográficas a pie de página, debe figurar el nombre y apellido del autor,
aunque se mencione en el texto.
– Si se cita varias veces la misma obra, se pondrá la referencia completa la primera vez. Des-
pués, se puede abreviar así: FERNÁNDEZ, A., Sacerdocio común y sacerdocio ministerial, 25.
– Cuando no se trata de una cita textual, sino de una alusión, se puede anteponer cfr.
– La ciudad en la que se edita el libro debe ponerse en su idioma original (München, no
Munich) y si la edición es latina, en genitivo locativo (Romae, no Roma).
11. En las recensiones y reseñas figurarán en el encabezamiento los datos del libro conforme a las ins-
trucciones que se recogen en nuestra página web: http://www.unav.es/scripta-theologica
12. Para garantizar la correcta transcripción de los textos en griego, deberán estar escritos con la fuente
Gentium Plus, disponible gratuitamente en la siguiente dirección: https://software.sil.org/gentium/
Si se necesita usar caracteres de otras lenguas no incluidos en dicha fuente, será preceptivo emplear
una fuente Unicode. Al enviar la versión final de un manuscrito con fuentes no latinas, deberá ad-
juntarse también una copia en pdf del documento, que permita cotejar la transcripción.

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ISSN 0036-9764

Junio 2025
VOLUMEN 57
NÚMERO 2

REVISTA CUATRIMESTRAL FUNDADA EN 1969


EDITA: SERVICIO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA REVISTA DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA
PAMPLONA / ESPAÑA DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA / PAMPLONA / ESPAÑA
ISSN: 0036-9764

ESTUDIOS
Federico José AGUIRRE ROMERO
El lugar del arte en el Corpus Dionysiacum / 237-262

José Manuel HORCAJO LUCAS


La caridad, madre y forma de la penitencia: virtud en el sacramento / 263-296

Mateusz KACPER SWITEK


Aldred Loisy y las profecías mesiánicas en la apologética.
Una discusión olvidada de la crisis modernista / 297-325

Rafael FAYOS FEBRER


Libertad, vulnerabilidad y aceptación. Algunas reflexiones desde el pensamiento
de Romano Guardini / 327-350

Pablo ARTEAGA ECHEVERRÍA


Una aproximación a la escatología de Yves Congar / 351-376

NOTAS: SACERDOTES PARA EL SIGLO XXI


Carlos GRANADOS
El sacerdocio de Cristo en Hebreos: según la carne y la sangre, no según los ángeles / 379-401

Lucas BUCH
Atreverse a ser padres. Reflexiones sobre la paternidad espiritual del sacerdote
VOLUMEN 57

en el contexto actual / 403-428


NÚMERO 2

Nicolás ÁLVAREZ DE LAS ASTURIAS


Lo que hemos aprendido de la crisis de los abusos / 429-439

2025
9 770020 354154

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