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Seminario de Sexologia Clinica con Perspectiva de
Genero Prosexo.
Docente: Silvia Noemí Aguirre.
Análisis crítico del articulo publicado en infobae el 8 de junio del 2025:
¿Cuáles son las disfunciones sexuales más comunes y cuándo pedir ayuda
profesional?
Integrantes:
● Linares Sofia 44579894
● Calio Rocha Yamila Jasmin. 39055316
● Cravero Marcos 24885711
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Introducción.
En el marco del seminario “Sexología Clínica con Perspectiva de Género Prosexo”,
proponemos un análisis crítico, acerca de un artículo periodístico, publicado en el medio digital
de Infobae, titulado "¿Cuáles son las disfunciones sexuales más comunes y cuándo pedir ayuda
profesional? (Ghedin, 2025), el cual aborda las diferentes disfunciones sexuales más frecuentes,
que se encuentran en la clínica, como lo son la eyaculación precoz y la anosgamia femenina,
entre otros. Donde se destaca la falta de consulta a lo largo del tiempo, debido al pudor,
vergüenza, estigma o muchas veces a la adaptación de la pareja. Además, se menciona que por
ejemplo, la disfunción sexual se considera un problema como tal, cuando persiste por al menos
seis meses, también aparece en el 75% de los encuentros sexuales y es una situación generadora
de mucha angustia, frustración o malestar, tanto individualmente, o en la relación de pareja.
En este sentido, la nota publicada ofrece una visión, que si bien aporta información útil dentro de
la consulta médica, se enmarca dentro de una lógica biomédica tradicional como lo es el Modelo
Médico Hegemónico (MMH), que se centra en clasificaciones diagnósticas como las ofrecidas
por el DSM V lo que genera tensiones con los lineamientos teóricos y clínicos propuestos en el
seminario.
Este enfoque (MMH) es conceptualizado como un paradigma patologizante, binarista y
somatocéntrico. Entiende la sexualidad como una función fisiológica localizada en órganos y
respuestas medibles, minimizando dimensiones claves como el vínculo afectivo, el contexto
cultural o los marcos simbólicos del deseo. (Benedetto, M. 2023)
Lo que proponemos es una lectura crítica de dicha nota, desde una perspectiva de género pro
sexo, entendiendo la sexualidad como un fenómeno subjetivo, socio culturalmente condicionado
y atravesado por estructuras de poder que definen qué cuerpos, deseos y prácticas son válidos o
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desviados. Se cuestiona la centralidad del orgasmo como indicador de éxito sexual, el impacto de
los mandatos de género y el cisheterosexismo en la construcción de las llamadas “disfunciones
sexuales”, el marco diagnóstico tradicional desde el cual se toma una postura crítica para
proponer un enfoque más amplio, plural y despatologizante.
Desarrollo.
La sexología tradicional, influenciada por los estudios pioneros de Masters y Johnson (1966) y
Helen Kaplan (1966), definió la Respuesta Sexual Humana (RSH) como un ciclo lineal
compuesto por fases de deseo, excitación, meseta, orgasmo y resolución (DEMOR). En este
esquema, el orgasmo, especialmente el peneano o vaginal, se erige como el punto culminante y
la medida del éxito de cualquier encuentro sexual. Este ciclo se presenta como la contraparte
objetiva de la sensación subjetiva de placer sexual y se establece como indispensable para
experimentar dicho placer. Este paradigma, conocido como “orgasmonormatividad”, establece el
clímax como indicador cuantificable del placer y la eficacia sexual, lo que contribuye a la
ansiedad por el desempeño, la insatisfacción y la frustración (Aguirre & Benedetto, 2020).
El modelo de Masters y Johnson (1996) se centró en el orgasmo como el objetivo del sexo,
creyendo que una estimulación física eficaz y la eliminación de inhibiciones eran suficientes para
un funcionamiento sexual exitoso. Ademas de que estudiaron mayoritariamente parejas
heterosexuales realizando coitos vaginales, lo que solidificó la visión de lo que es el "sexo de
verdad" y argumentaron que las mujeres debían poder alcanzar el orgasmo a través de la
penetración pene-vagina. Esta mirada no solo limita la experiencia sexual, sino que reproduce
mandatos rígidos y excluyentes. (Aguirre & Benedetto, 2020).
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Las “tareas sexuales” en terapia, orientadas a corregir las respuestas “anormales” y ajustarlas a
este modelo, reflejan un enfoque normativo, lineal y genital/orgasmico. Por ejemplo, el
entrenamiento de los hombres para controlar la eyaculación parte de la premisa de que el placer
femenino depende exclusivamente de la penetración con pene erecto (Alcántara Zavala, 2015).
En personas identificadas como varones, las dificultades sexuales como la eyaculación precoz o
la disfunción eréctil no sólo responden a eventos fisiológicos, sino que también activan temores
ligados a la imposibilidad de cumplir con ideales sociales de virilidad, particularmente asociados
a la figura del “pene infalible” (Aguirre & Benedetto, 2020). En el caso de las mujeres,
fenómenos como la anorgasmia coital, el dolor durante el coito o el deseo sexual inhibido se
encuentran frecuentemente anclados en mandatos sociales que exigen complacencia,
heterosexualidad obligatoria y la internalización de falsas dicotomías entre “orgasmo vaginal” y
“orgasmo clitorídeo” —distinción proveniente del psicoanálisis falocéntrico y particularmente de
la teoría freudiana— que ha llevado a muchas mujeres a autodiagnosticarse con disfunción
orgásmica cuando no alcanzan el orgasmo mediante la penetración, a pesar de lograrlo con
estimulación clitoriana directa (Aguirre & Benedetto, 2020).
Volviendo un poco al artículo propuesto, uno de los aspectos centrales radica en la distinción
entre problemas sexuales ocasionales y "disfunciones sexuales" persistentes. Estas últimas se
definen atendiendo a criterios de duración, frecuencia y nivel de malestar, según el DSM V. El
uso de la noción de "disfunción" como categoría diagnóstica presupone la existencia de una
función sexual ideal, esperada, universal, cuya alteración constituye una desviación patológica.
Este enfoque resulta profundamente limitante. Se propone, en cambio, sustituir la noción de
"disfunción" por la de "dificultad sexual", entendida como la experiencia subjetiva de malestar
respecto de cualquier aspecto de la vida sexual —fisiológico, emocional, relacional o
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simbólico— sin necesidad de asumir una falla en relación a un supuesto modelo funcional. Tal
como advierte Benedetto (2023), el lenguaje diagnóstico influye directamente en el modo de
acompañar clínicamente estos malestares y, por ende, su revisión es fundamental para una
práctica sexológica respetuosa de la diversidad.
Desde una perspectiva sexológica crítica, como plantea Lasenza (2020) , se propone desplazar la
centralidad del orgasmo hacia una concepción más amplia del placer, la exploración, la
diversidad del deseo y la conexión afectiva. Este enfoque prioriza una escucha clínica anclada en
los relatos de las subjetividades, que no busque corregir sino abrir posibilidades. Asimismo,
Gallego y Castaño (2022) remarcan que muchas dificultades sexuales no radican en un "fallo
técnico", sino en una pérdida del relato sexual mutuo, destacando la importancia del vínculo y la
comunicación en la experiencia sexual. Esto invita a pensar la sexualidad como una experiencia
intersubjetiva y contextual, donde el bienestar depende tanto de la biología como de las
narrativas, emociones y acuerdos que atraviesan el encuentro erótico.
En la nota se sugiere terapias breves cognitivo-conductuales, educación sexual y ejercicios
prácticos como herramientas para resolver “disfunciones”. Si bien estas estrategias pueden ser
útiles, el problema radica en que muchas veces se enfocan en síntomas aislados y buscan
reincorporar a la persona a un modelo normativo y funcional, sin cuestionar las causas sociales y
culturales que producen el malestar.
En contraste, los enfoques relacionales y críticos proponen desplazar el foco del “fallo
individual” al vínculo y la comunicación. Estas dificultades ejemplifican lo que Fabbri (2019)
denomina “malestares de género”, entendidos como sufrimientos no derivados de una falla
personal, sino del esfuerzo constante por ajustarse a modelos corporales y sexuales normados,
que responden a intereses históricos, políticos y simbólicos del patriarcado.
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Sin embargo, un aspecto que el artículo analizado omite es la ausencia absoluta de referencias a
las identidades trans, no binarias y otras corporalidades disidentes, lo que refuerza lo que Millet
(2020) define como cissexismo estructural en los dispositivos de salud. Las personas trans*,
travestis y no binarias suelen enfrentarse a múltiples barreras simbólicas y materiales, incluyendo
trato discriminatorio, exigencia de adaptación al binarismo médico y patologización de sus
identidades y experiencias eróticas. Invisibilizar estas vivencias equivale a reproducir formas de
exclusión clínica que contradicen enfoques centrados en derechos. Esta perspectiva reduccionista
también deja de lado factores sociales como los conceptos de hombría y masculinidad, las
presiones que ejercen y su influencia en la sexualidad y el rendimiento sexual (Núñez Noriega,
2015)
En definitiva, el análisis de la nota publicada por Infobae permite visibilizar cómo, incluso en
producciones destinadas a informar y acompañar, se siguen reproduciendo miradas normativas
que excluyen una multiplicidad de experiencias, cuerpos y formas de vivir la sexualidad. Si bien
se valora la intención de brindar herramientas frente a malestares sexuales, es fundamental
considerar el contexto simbólico y social que los produce, así como los efectos que tienen los
discursos médicos, mediáticos y patriarcales en la construcción del deseo y del placer. Esto nos
remite a reflexionar y cuestionarnos: ¿en dónde estamos parados tras un largo proceso histórico
de luchas feministas y LGTBQ+ por transformar el paradigma respecto a la sexualidad? A pesar
de avances fundamentales como la Ley de Identidad de Género (N.º 26.743) y la Ley de
Educación Sexual Integral (N.º 26.150), seguimos observando resistencias muy marcadas en el
imaginario social colectivo. Estas resistencias, muchas veces encarnadas en los medios de
comunicación, perpetúan la heteronormatividad patriarcal y refuerzan un modelo médico
hegemónico centrado en la normalización y el rendimiento.
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Por último, en línea con lo planteado por García de León (2011), podríamos decir que
convivimos con una “cabeza moderna y un corazón patriarcal”, es decir, un modelo de
pensamiento que adopta ciertas formas del discurso progresista, pero que en la práctica mantiene
estructuras simbólicas tradicionales. Esto evidencia que aún hay un gran camino por recorrer y
muchos discursos por desmantelar, desde lo macro —como los sistemas institucionales y
culturales— hasta lo micro —como las prácticas cotidianas y vínculos afectivos—. Desde el
seminario se propone una sexología clínica crítica que cuestione los modelos androcéntricos,
coitocentristas, cissexistas y binarios, y que habilite nuevas formas de experimentar y pensar la
sexualidad. Se trata, en definitiva, de construir sentidos más plurales, éticamente comprometidos,
culturalmente situados y despatologizadores de los cuerpos, los deseos y las prácticas sexuales.
Acompañar las subjetividades en sus búsquedas de bienestar y placer sin encorsetarlas en
estándares funcionales hegemónicos es una tarea ética y urgente. Porque hablar de sexualidad
también es hablar de derechos, de reconocimiento y de justicia simbólica para todxs.
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Referencias
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Apunte de cátedra. Córdoba, Argentina.
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normalización: significado del malestar sexual en mujeres y hombres diagnosticados con
disfunción sexual. Revista de Estudios de Género. La Ventana, 2(20), 157-194.
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cisexismo. Ed. Puntos suspensivos.
Benedetto, N. (2023) La construcción de las Disfunciones Sexuales: una mirada crítica a
los Modelos Diagnósticos patologizantes
Fabbri, L. (2019) “Género, masculinidad(es) y salud de los varones. Politizar las
miradas”, en S. Balaña, A. Finielli, C. Giuliano, A.P. Ramírez (comps.y eds.) Salud
feminista: soberanía de los cuerpos, poder y organización, Buenos Aires: Tinta Limón,
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Gallego, R. y Castaño, R. (2022). La terapia sexual relacional. Reflexiones sobre el
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García de León, María Antonia (2011). Cabeza moderna / Corazón patriarcal (Un
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Ghedin, W. (2025, 7 de junio). ¿Cuáles son las disfunciones sexuales más comunes y
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https://www.infobae.com/tendencias/2025/06/07/cuales-son-las-disfunciones-sexuales-m
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Iasenza, Susana (2020). Transformando Narrativas Sexuales. Un enfoque relacional de la
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2. Ampliar el sexo saludable narrativo. Nuestro modelo internalizado (y no examinado)
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Ley N° 26743 de identidad de género (2012). Argentina.
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Núñez Noriega, Guillermo (2015). Los estudios de género de los hombres y las
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Desarrollo, A.C.