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GUIA D. TRIBUTARIO Y PROC. TRIBUTARIO

El documento es una guía de estudio sobre el Derecho Administrativo, que aborda su definición, principios, y relación con la Constitución, destacando su importancia en la regulación de la administración pública y la protección de los derechos ciudadanos. Incluye información sobre normativas relevantes y principios que guían la actuación de la administración, como la legalidad, transparencia y eficiencia. Se enfatiza que el Derecho Administrativo es esencial para el funcionamiento del Estado y la gestión pública, promoviendo un enfoque moderno y responsable en la interacción entre el poder público y los ciudadanos.

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El documento es una guía de estudio sobre el Derecho Administrativo, que aborda su definición, principios, y relación con la Constitución, destacando su importancia en la regulación de la administración pública y la protección de los derechos ciudadanos. Incluye información sobre normativas relevantes y principios que guían la actuación de la administración, como la legalidad, transparencia y eficiencia. Se enfatiza que el Derecho Administrativo es esencial para el funcionamiento del Estado y la gestión pública, promoviendo un enfoque moderno y responsable en la interacción entre el poder público y los ciudadanos.

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GUÍA DE ESTUDIO Y RESUMEN

DETALLADO DEL DERECHO


ADMINISTRATIVO
Querido amigo(a),

Este material reúne apuntes clave sobre el Derecho Administrativo, con el único propósito
de ayudarte a comprender y reforzar tus conocimientos en esta rama fundamental del
derecho público. Aquí encontrarás información detallada y explicada de manera clara,
permitiéndote no solo memorizar conceptos, sino también comprender su aplicación
práctica en el ejercicio profesional y en el funcionamiento del Estado.

El Derecho Administrativo es una disciplina en constante evolución, y dominar sus


principios te permitirá analizar con criterio las diversas actuaciones de la Administración
Pública, así como ejercer un adecuado control jurídico sobre ellas. Desde los fundamentos
del acto administrativo y los principios que rigen la función pública, hasta el estudio del
procedimiento administrativo y los mecanismos de fiscalización, cada sección de este
material ha sido preparada para que puedas asimilar el contenido de forma efectiva y
aplicarlo con precisión.

Cabe señalar que toda la información contenida en este material ha sido recopilada a partir
de fuentes bibliográficas y tecnológicas, como libros especializados, legislación vigente
y medios digitales confiables. Si bien los conceptos y explicaciones aquí presentados no
son de nuestra autoría, el trabajo de selección, estructuración y redacción ha sido realizado
con el objetivo de ofrecerte un contenido claro, pertinente y útil para tu aprendizaje.

Deseamos que este material de estudio y reforzamiento sea una herramienta valiosa en tu
formación, impulsándote a profundizar en el Derecho Administrativo y a desarrollar
habilidades que te diferencien como profesional del derecho. Que cada página sea un paso
más hacia tu crecimiento, responsabilidad y excelencia en el ejercicio jurídico al servicio
de la sociedad.

Atentamente

CULTURA DEL DERECHO J.D.A.R


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y de la Protección de la Propiedad Intelectual – INDECOPI, certifica que por mandato de la RESOLUCIÓN N.º 000516-
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APUNTES CLAVES SOBRE EL DERECHO ADMINISTRATIVO

El Derecho Administrativo es una rama del Derecho Público que regula la organización,
funcionamiento y control de la administración pública, así como las relaciones jurídicas entre el
Estado y los administrados. Busca asegurar que el poder público actúe conforme a la legalidad,
eficiencia y respeto a los derechos fundamentales.

¿QUÉ ES EL DERECHO ADMINISTRATIVO?

El Derecho Administrativo puede ser comprendido como el conjunto sistemático de normas,


principios y categorías jurídicas que estructuran, orientan y delimitan el ejercicio de la función
administrativa del Estado. En palabras inspiradas por Dromi, se trata del régimen jurídico
específico que regula la actividad de la Administración Pública, es decir, el marco normativo que
configura el circuito jurídico por el cual el poder administrativo actúa, se manifiesta y se relaciona
tanto con los ciudadanos como con otros órganos del Estado. Su campo de acción incluye no solo
la emisión de actos administrativos, sino también la prestación de servicios públicos, la gestión
de bienes públicos y el ejercicio de potestades coercitivas, regulatorias y disciplinarias.

Complementando esta visión, Eldredge Rivera amplía el enfoque señalando que el Derecho
Administrativo no solo estudia y regula la actividad de los entes administrativos, sino que
también analiza las relaciones entre la administración y los administrados, así como las
interacciones entre distintas entidades públicas (relaciones interadministrativas e
interórganicas). Además, incluye aspectos del Derecho Administrativo Internacional,
especialmente cuando se trata de acuerdos entre administraciones públicas de distintos países
o la actuación de organismos internacionales en el ámbito nacional.

Una característica esencial del Derecho Administrativo es que establece garantías internas y
externas que aseguran la legalidad, justicia y control de las actuaciones administrativas,
permitiendo a los ciudadanos impugnar actos ilegales, abusivos o arbitrarios mediante recursos
administrativos o acciones judiciales.

Por tanto, el Derecho Administrativo en el Perú actual no es solo una rama jurídica aislada, sino
una herramienta esencial para organizar y controlar el poder público, asegurar una gestión
eficiente de los recursos estatales, garantizar los derechos fundamentales de los administrados,
y consolidar el modelo democrático de un Estado de Derecho moderno y transparente.

Por tanto, podemos concluir que el Derecho Administrativo es el conjunto de normas y principios
que regula las funciones administrativas y las relaciones jurídicas entre ésta y los administrados.

¿CUÁL ES LA RELACIÓN DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CON LA CONSTITUCIÓN?

Existe una relación intrínseca y de continuidad entre el Derecho Administrativo y la Constitución,


dado que ambos comparten una raíz común: la organización y control del poder estatal. Esta
conexión se articula a través de la función administrativa, que actúa como el eslabón que enlaza
la teoría constitucional con la operatividad del aparato estatal. Así, el Derecho Administrativo no
puede concebirse como una estructura normativa autónoma o mecánica, sino como un sistema
orientado por los valores y principios constitucionales, es decir, por una axiología constitucional
que le otorga sentido, legitimidad y finalidad pública a cada una de sus manifestaciones.

El Derecho Administrativo, en este sentido, regula una parte esencial de la actuación del Estado,
pero también se proyecta sobre sujetos privados cuando estos asumen funciones administrativas
por delegación, concesión o autorización del poder público. Esto lo convierte en una rama del

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Derecho Público con una profunda conexión con el Derecho Político y el Derecho Constitucional,
pues traduce en la realidad cotidiana los principios estructurales del Estado, tales como la
legalidad, la supremacía constitucional, la participación ciudadana, la igualdad ante la ley, la
eficiencia en la gestión pública y la responsabilidad administrativa.

La función administrativa constituye entonces el ámbito específico de aplicación del régimen


jurídico-administrativo, otorgándole un objeto propio y diferenciado dentro del Derecho Público.
Esta función no se limita a la simple ejecución de normas, sino que implica una actividad de
gestión, de toma de decisiones, de implementación de políticas públicas y de contacto directo
con la ciudadanía.

Desde el momento en que surge la relación jurídica entre el individuo y el Estado, se impone la
necesidad de establecer normas particulares que aseguren un trato justo, equilibrado y
conforme al interés general. La administración pública está presente en todas las etapas de la
vida del ciudadano —desde el nacimiento hasta la muerte—, regulando su acceso a servicios
básicos, su participación social, sus obligaciones y derechos frente al Estado. Por ello, se
requieren mecanismos normativos específicos que rijan esa constante interacción, garantizando
el respeto a la legalidad, la transparencia, la eficacia y el control del poder.

En consecuencia, el Derecho Administrativo hunde sus raíces en el Derecho Constitucional, y se


estructura conforme a los principios de la pirámide normativa kelseniana, bajo la cual toda
actuación administrativa debe someterse al principio de legalidad y al marco de un Estado
Constitucional de Derecho. Esta subordinación garantiza que la administración no actúe
arbitrariamente, sino que se ajuste a los valores democráticos, respetando los derechos
fundamentales y promoviendo el bienestar general.

Además, en el contexto contemporáneo, el Derecho Administrativo asume una función dinámica


frente a nuevos desafíos: la gobernanza digital, la protección del medio ambiente, la prevención
de la corrupción, y el fortalecimiento de la participación ciudadana. Todo ello requiere una
administración moderna, flexible y controlada, donde el Derecho Administrativo actúe como
instrumento de transformación y equilibrio entre el poder público y la libertad individual.

FUNDAMENTOS CONSTITUCIONALES

La base del Derecho Administrativo se encuentra en la Constitución Política del Perú de 1993,
particularmente en:

• Art. 3°: Reconocimiento de derechos implícitos.


• Art. 43° y 44°: Principios de unidad y descentralización del Estado.
• Art. 51°: Supremacía de la Constitución.
• Art. 138°: Control difuso (los jueces pueden inaplicar normas inconstitucionales).
• Art. 139°: Principios del debido proceso aplicables también a procedimientos
administrativos.

NORMATIVA PRINCIPAL

Estas son las leyes más relevantes al 2025:

• Ley N° 27444 – Ley del Procedimiento Administrativo General (LPAG): Regula los
principios, actuaciones y procedimientos administrativos.

• Ley N° 29158 – Ley Orgánica del Poder Ejecutivo (LOPE): Define competencias y
estructura del Ejecutivo.

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• Ley N° 27785 – Ley Orgánica del Sistema Nacional de Control y de la Contraloría


General de la República.

• Ley N° 27806 – Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública.

• Ley N° 30057 – Ley del Servicio Civil.

• Decreto Legislativo N° 1436 – Marco de la Administración Financiera del Sector


Público.

• Ley N° 31433 (2022): Fortalecimiento del control funcional del Estado.

Además, existen normas sectoriales y reglamentos específicos para cada entidad.

PRINCIPIOS DEL DERECHO ADMINISTRATIVO (SEGÚN LA LPAG)

Los principios que orientan la actuación de la Administración Pública constituyen pautas


esenciales que guían la toma de decisiones y la producción normativa-administrativa,
garantizando un accionar respetuoso del Estado de Derecho, la dignidad humana y el interés
general. Entre los más relevantes, reconocidos en la Ley del Procedimiento Administrativo
General (LPAG), encontramos los siguientes:

• Principio de legalidad: La actuación de toda entidad pública debe sujetarse


estrictamente al marco normativo vigente. Ningún órgano de la administración puede
actuar fuera de las competencias que le han sido conferidas por la ley, ni realizar actos
que carezcan de sustento legal. Este principio asegura la subordinación de la
Administración al ordenamiento jurídico, como expresión concreta del principio de
separación de poderes y del control de legalidad en el Estado constitucional.

• Debido procedimiento administrativo: Garantiza que todo procedimiento llevado a


cabo por la administración respete los derechos fundamentales del administrado, tales
como el derecho de defensa, el acceso a la prueba, la motivación de los actos, la
posibilidad de interponer recursos impugnativos y la obtención de una resolución dentro
de un plazo razonable. Este principio es reflejo del debido proceso constitucional
adaptado al ámbito administrativo.

• Razonabilidad y proporcionalidad: Toda medida adoptada por la administración debe


ser idónea, necesaria y equilibrada, en relación con el fin público que se persigue. Se
busca evitar el uso excesivo, arbitrario o desproporcionado del poder administrativo. De
esta forma, se promueve una actuación estatal mesurada, justa y racional, en armonía
con los derechos de los ciudadanos.

• Presunción de veracidad: Se presume que los documentos y declaraciones presentados


por los administrados son auténticos y veraces, salvo prueba en contrario. Este principio
facilita la simplificación de procedimientos, reduce cargas burocráticas y promueve la
confianza mutua entre el Estado y los ciudadanos. No obstante, su aplicación requiere
que no existan dudas razonables sobre la información proporcionada.

• Simplificación administrativa: La administración debe procurar agilizar sus


procedimientos, eliminando formalidades innecesarias, requisitos superfluos y
duplicidades. Se promueve la utilización de tecnologías de la información, modelos de
atención eficientes y normas que faciliten la interacción entre la ciudadanía y el Estado,
en aras de una gestión pública más accesible y menos engorrosa.

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• Transparencia y buena fe administrativa: La actuación de la administración debe ser


clara, accesible y abierta al control ciudadano, facilitando el acceso a la información
pública, rindiendo cuentas de sus actos y tomando decisiones de manera imparcial. A la
vez, se presume que tanto los servidores públicos como los administrados actúan de
buena fe, fomentando relaciones jurídicas basadas en la confianza, la cooperación y el
respeto mutuo.

• Eficiencia y eficacia: La administración pública debe utilizar de manera óptima los


recursos públicos (eficiencia) y alcanzar resultados concretos que respondan a los fines
y objetivos institucionales (eficacia). Este principio exige una gestión orientada a
resultados, capaz de satisfacer las necesidades sociales con calidad, oportunidad y
responsabilidad fiscal.

• Responsabilidad: Todo servidor o autoridad pública debe responder por los actos que
realiza en el ejercicio de su función, ya sea por acción u omisión, y de acuerdo con los
niveles de responsabilidad administrativa, civil o penal que correspondan. Este principio
busca prevenir el abuso de poder y fomentar una cultura de integridad en el sector
público.

En conjunto, estos principios no solo constituyen el marco ético y jurídico del accionar
administrativo, sino que refuerzan la legitimidad del Estado frente a los ciudadanos,
promoviendo una gestión pública democrática, transparente, respetuosa de los derechos
humanos y orientada al servicio del interés general.

¿QUÉ ES LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA?

La Administración Pública puede ser definida como el conjunto organizado de órganos, entidades
y personas, tanto del ámbito estatal como no estatal, que tienen a su cargo la ejecución de la
función administrativa del Estado. Su principal tarea es implementar las decisiones políticas
adoptadas por los órganos de representación, así como prestar servicios públicos y ejecutar
intervenciones estatales en diversos sectores de la vida social, económica, ambiental y cultural
del país. Cabe destacar que la Administración Pública no actúa como representante de la
comunidad política (función propia de los órganos legislativos o de elección popular), sino como
una estructura instrumental puesta al servicio de la ciudadanía y del interés general.

El marco legal fundamental que define qué entidades forman parte de la Administración Pública
es el Artículo I del Título Preliminar de la Ley N.º 27444 – Ley del Procedimiento Administrativo
General (LPAG). Este artículo establece que la Administración Pública comprende:

• El Poder Ejecutivo, incluyendo sus Ministerios y Organismos Públicos


Descentralizados;
• El Poder Legislativo;
• El Poder Judicial;
• Los Gobiernos Regionales y Locales;
• Los organismos constitucionalmente autónomos, como el Ministerio Público, el
Tribunal Constitucional o la Defensoría del Pueblo;
• Los proyectos y programas especiales del Estado que ejercen funciones
administrativas;
• Y las personas jurídicas de derecho privado que prestan servicios públicos o ejercen
funciones administrativas mediante delegación, concesión o autorización del
Estado.

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Desde esta perspectiva, puede afirmarse que cualquier ente u organización, ya sea estatal o
privado, integra la Administración Pública en la medida en que realiza funciones administrativas,
ya sea de forma permanente, eventual o por encargo especial del Estado.

A nivel estructural, es importante distinguir entre los siguientes conceptos clave:

• Órganos, que son entidades institucionalizadas con personería jurídica propia, como los
ministerios o gobiernos regionales;

• Organismos, que constituyen unidades administrativas internas de un órgano, sin


autonomía jurídica, como una dirección general o una oficina de planificación;

• Personas-órganos, que son personas naturales investidas legalmente con competencias


administrativas, como un ministro, un alcalde o un director general.

Este entramado institucional compone el aparato administrativo del Estado, el cual cumple
funciones ejecutivas bajo un régimen jurídico de derecho público, guiado por los principios de
legalidad, eficiencia, transparencia, servicio al ciudadano y responsabilidad por el ejercicio del
poder.

Además, en el contexto actual, la Administración Pública está sujeta a procesos de


modernización, digitalización y mejora continua, con el fin de garantizar una gestión orientada a
resultados, centrada en el ciudadano y alineada con los principios del Estado Social y
Democrático de Derecho.

¿QUÉ CONSTITUYE LA FUNCIÓN ADMINISTRATIVA?

La función administrativa representa el objeto central del Derecho Administrativo, es decir,


aquello que esta rama jurídica estudia, regula y delimita. Desde su raíz etimológica, el término
"administrar" proviene del latín administrare, que significa “servir a otro” o “ponerse al servicio
de”. Esta concepción revela el carácter instrumental y finalista de la administración, pues no
actúa por sí misma ni en beneficio propio, sino como un medio orientado a alcanzar fines
públicos, entre ellos, el bien común, la justicia, la equidad y la eficiencia social.

Desde una perspectiva objetiva, la función administrativa se entiende como el conjunto de


actividades concretas y prácticas que persiguen la realización de fines estatales, sin importar qué
órgano, institución o persona las ejecute. No se trata únicamente de quién administra, sino de
qué se hace, con qué finalidad y bajo qué régimen jurídico. Cuando dicha actividad se orienta al
interés general de la colectividad, estamos frente a la Administración Pública, entendida como
una manifestación del poder público al servicio de la sociedad.

Esta función se materializa a través de acciones ejecutivas, actos administrativos, prestación de


servicios públicos, regulación de actividades, supervisión y control, entre otras tareas
típicamente administrativas. Por ello, su realización exige una estructura orgánica funcional y
jerarquizada, conformada por un entramado institucional capaz de actuar de forma continua,
ordenada y conforme a la ley.

Dicha estructura es lo que denominamos Administración Pública, la cual no está compuesta


únicamente por órganos estatales, sino también por entes privados o mixtos, que por
delegación, autorización o concesión del Estado, ejecutan tareas administrativas. En este
sentido, la función administrativa también puede ser ejercida por sujetos no estatales cuando
asumen, bajo supervisión pública, obligaciones vinculadas al interés colectivo.

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Es importante destacar que la función administrativa se distingue de otras funciones del Estado
(legislativa y jurisdiccional) por su carácter operativo e inmediato. Mientras la legislación formula
normas generales y el Poder Judicial resuelve controversias, la administración actúa, gestiona,
decide, y muchas veces lo hace de oficio, bajo principios como el de legalidad, eficiencia, servicio
al ciudadano, debido procedimiento, responsabilidad y participación.

Además, en el marco de un Estado Constitucional y Democrático de Derecho, la función


administrativa debe someterse a los límites que impone la Constitución, actuando siempre
conforme a los derechos fundamentales, los valores democráticos y el control ciudadano.

ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA DEL ESTADO

El Estado peruano, conforme a los principios establecidos por la Constitución Política de 1993,
está estructurado bajo un modelo de organización descentralizada y funcionalmente
diferenciada, en el cual cada entidad ejerce potestades administrativas dentro del marco de
competencias que la ley expresamente le reconoce. Esta estructura garantiza la distribución del
poder, la eficiencia en la gestión pública y el respeto al principio de legalidad en la actuación del
aparato estatal.

En ese sentido, el Estado se organiza principalmente en los siguientes componentes:

• Poder Ejecutivo: Conformado por la Presidencia de la República, el Consejo de Ministros,


los ministerios y una variedad de organismos públicos especializados o descentralizados,
como por ejemplo la SUNAT, OSIPTEL, SUSALUD, entre otros. Estas entidades cumplen
funciones administrativas vinculadas a políticas públicas sectoriales, fiscalización,
regulación y prestación de servicios esenciales a la población.

• Gobiernos regionales y locales: Representan el modelo de descentralización territorial


del Estado. Los gobiernos regionales tienen competencia sobre políticas de desarrollo
económico, social y ambiental en su respectivo ámbito, mientras que los gobiernos
locales (municipalidades provinciales y distritales) se encargan de funciones directas
relacionadas con la gestión urbana, servicios públicos locales y participación ciudadana.
Ambos niveles de gobierno ejercen función administrativa autónoma y participan en la
planificación y ejecución de políticas públicas con enfoque territorial.

• Organismos constitucionalmente autónomos: Son instituciones que gozan de


autonomía funcional, orgánica, administrativa y, en algunos casos, presupuestal, debido
a la naturaleza especializada o de control de sus funciones. Entre ellos se encuentran el
Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), la Contraloría General de la República, la
Defensoría del Pueblo, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), y otros. También se
incluye a la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU),
cuya autonomía fue objeto de modificación legislativa a raíz de la Ley N.º 31520, lo que
transformó su estructura y relación con el Ejecutivo.

Todas estas entidades, sin excepción, deben actuar dentro de los límites de su competencia legal
y conforme a los principios de la función administrativa: legalidad, razonabilidad, debido
procedimiento, eficiencia, servicio al ciudadano, entre otros. El cumplimiento de sus funciones
implica el ejercicio de potestades administrativas que abarcan desde la emisión de actos
administrativos hasta la ejecución de políticas públicas, siempre en atención al interés general y
el respeto a los derechos fundamentales.

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Este diseño organizativo busca no solo distribuir responsabilidades de manera adecuada, sino
también garantizar mecanismos de control, equilibrio y transparencia, elementos esenciales
para el fortalecimiento del Estado de Derecho y la consolidación de una gestión pública orientada
al bien común.

¿EN QUÉ CONSISTEN LAS FORMAS JURÍDICAS ADMINISTRATIVAS?

La función administrativa del Estado se manifiesta a través de formas jurídicas específicas, que
constituyen los instrumentos o vehículos mediante los cuales la Administración Pública
exterioriza su actividad. Dichas formas pueden clasificarse en actos jurídicos administrativos y
hechos jurídicos administrativos, que en conjunto conforman el continente jurídico de la acción
administrativa.

Los actos jurídicos administrativos se entienden como manifestaciones formales de voluntad, de


conocimiento o de juicio por parte de la administración, dirigidas a producir efectos jurídicos.
Esto implica que mediante estos actos se pueden crear, modificar, regular o extinguir relaciones
jurídicas, es decir, establecer derechos u obligaciones para los administrados o para la propia
Administración. Estos actos no se limitan únicamente a decisiones individuales; abarcan tanto
actos unilaterales como bilaterales o plurilaterales, y pueden tener efectos generales o
particulares.

Dentro de esta categoría amplia encontramos diversas clases de actos, tales como:

• Los actos administrativos típicos (resoluciones, decretos, autos),


• Los reglamentos administrativos (normas de carácter general y obligatorio),
• Los contratos administrativos (acuerdos celebrados por la administración con otros
sujetos),
• Y los llamados actos de administración simple, que reflejan la gestión cotidiana del
aparato público.

Por razones de claridad conceptual, algunos autores y tratadistas prefieren referirse a este
conjunto como “actos de la administración”, lo cual engloba todas las expresiones normativas,
decisorias o ejecutivas de la actividad administrativa, independientemente de su forma o
denominación.

Por otro lado, los hechos jurídicos administrativos corresponden a actuaciones materiales o
técnicas llevadas a cabo por la Administración Pública, que sin contener en sí mismas una
declaración de voluntad, producen consecuencias jurídicas. Por ejemplo, la ejecución de una
obra pública, la clausura física de un establecimiento por razones de seguridad, o la intervención
de emergencia ante un desastre natural, constituyen hechos que generan efectos jurídicos, ya
sea estableciendo deberes, habilitando derechos o activando procedimientos legales.

Una diferencia clave respecto a otras funciones estatales (como la legislativa o la jurisdiccional)
radica en que la función administrativa no se agota en lo declarativo o normativo. Por el
contrario, requiere también de una dimensión operativa y ejecutiva, en la cual los órganos de la
administración actúan de manera directa en el mundo fáctico para cumplir los fines del Estado.

En síntesis, la actividad administrativa se estructura sobre la base de dos grandes pilares


jurídicos:

1. Los actos administrativos, que implican decisiones formales con efectos jurídicos
inmediatos;

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2. Los hechos administrativos, que se expresan en intervenciones materiales con


impacto jurídico derivado.

Ambas manifestaciones son esenciales para el funcionamiento del Estado moderno, pues
permiten que la administración actúe no solo como un ente normativo, sino también como un
agente ejecutor de políticas públicas, asegurando la prestación de servicios, el cumplimiento de
la ley, la protección de derechos y la promoción del bienestar común.

Las formas jurídicas administrativas que reconoce la Ley 27444, Ley del Procedimiento
Administrativo General son las siguientes:

➢ Reglamento
➢ Acto Administrativo
➢ Acto de Administración
➢ Hecho Administrativo
➢ Contrato Administrativo

¿QUÉ SON ACTOS ADMINISTRATIVOS?

Las decisiones adoptadas por la Administración Pública no se limitan únicamente a acciones


materiales o prácticas; también se expresan mediante declaraciones intelectuales, las cuales
pueden tener un origen unilateral o bilateral, alcanzar a individuos concretos o a colectivos, y
generar efectos jurídicos inmediatos o mediatos, directos o indirectos. Estas declaraciones
reflejan el ejercicio del poder administrativo en sus distintas dimensiones y niveles de
intervención.

En el marco jurídico-administrativo, toda actuación de la administración puede clasificarse como


un acto de administración. Sin embargo, no todas estas manifestaciones cumplen con los
criterios necesarios para ser consideradas actos administrativos en sentido estricto. Para que
una acción de la administración adquiera esta calidad, debe tratarse de una manifestación
externa, unilateral y expresa de la voluntad de una autoridad administrativa competente,
realizada en ejercicio de una potestad pública conferida por ley, y con la finalidad de producir
efectos jurídicos inmediatos y particulares.

Desde la perspectiva doctrinaria, diversos autores han ofrecido definiciones sustanciales del acto
administrativo. POR EJEMPLO, SAYAGUÉZ LAZO lo conceptualiza como una "declaración
unilateral de voluntad de la administración que genera efectos jurídicos subjetivos", excluyendo
de esta categoría tanto los actos normativos de alcance general como los contratos
administrativos, debido a que estos responden a otras lógicas jurídicas y a diferentes estructuras
de manifestación de voluntad.

En la misma línea, el destacado jurista argentino AGUSTÍN GORDILLO, exdecano de la Facultad


de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, señala que el acto administrativo es una
"declaración unilateral realizada en ejercicio de la función administrativa, que produce efectos
jurídicos individuales de manera inmediata". Esta definición resalta dos aspectos esenciales: la
unilateralidad de la decisión y su impacto jurídico directo sobre situaciones concretas de los
administrados.

Por su parte, el doctrinario Jean Rivera define el acto administrativo como una "manifestación
de voluntad orientada a provocar una alteración en las relaciones jurídicas existentes en el
momento en que se emite, o incluso a modificar el orden jurídico aplicable". Esta concepción

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aporta una visión dinámica del acto administrativo como instrumento de transformación del
ordenamiento.

Desde la doctrina nacional, RUIZ ELDREDGE describe el acto administrativo como una "decisión
o expresión de voluntad de un funcionario o de un órgano colegiado de la administración pública
que, en ejercicio de sus funciones legales, crea, modifica o extingue un derecho o interés
determinado, o establece una normatividad administrativa". Esta definición incorpora también
el componente institucional y la capacidad normativa dentro de ciertos límites.

En esencia, los actos administrativos pueden ser conceptualizados como toda declaración
unilateral efectuada en ejercicio de la voluntad administrativa, en el marco de las normas de
derecho público, que producen efectos jurídicos individuales en forma directa.

El acto administrativo es una declaración, entendiendo por tal un proceso de exteriorización


intelectual –no material- que toma para su expresión y comprensión datos simbólicos del
lenguaje hablado o escrito y signos convencionales. Se entiende principalmente como voluntad
declarada, al resultado objetivo, emanado de la Administración con fuerza vinculante por
imperio de la ley.

Es unilateral, aunque se necesite de la voluntad concurrente o coadyuvante. La voluntad del


administrado no interviene en la preparación del acto; puede ser causa de su formación, POR
EJEMPLO, una petición sólo vale como requisito de eficacia del acto administrativo, pero sin que
tal voluntad integre el acto. La voluntad del administrado no es elemento esencial del acto, ni
presupuesto básico.

Finalmente, Los actos administrativos producen efectos jurídicos, cuando es capaz de crear
derechos y obligaciones para ambas partes: Administración y Administrado.

Podemos afirmar entonces que es la manifestación de voluntad unilateral de la administración


pública que produce efectos jurídicos individuales. Debe ser:

• Legal.
• Motivado.
• Notificado debidamente.
• Expreso o tácito.

EJEMPLOS: Otorgar una licencia, imponer una multa, aprobar un proyecto, etc.

¿QUÉ ES EL HECHO ADMINISTRATIVO Y CUÁLES SON SUS DIFERENCIAS CON EL ACTO


ADMINISTRATIVO?

El hecho administrativo es toda actividad material, traducida en operaciones técnicas o


actuaciones físicas, ejecutadas en ejercicio de la función administrativa y productora de efectos
jurídicos directos o indirectos. Objetivamente, el hecho administrativo exterioriza función
administrativa, con prescindencia de que sea efecto ejecutorio de un acto administrativo que le
sirva de antecedente, o que se trate simplemente del desarrollo de la actividad que dicha función
requiere en el cumplimiento de sus cometidos propios, en cuyo caso la ejecutoriedad viene dada
por una norma de alcance general.

Se diferencia del acto administrativo, puesto que es un acontecer que importa un hacer material,
operación técnica o actuación física de un ente público en ejercicio de la función administrativa,
sin una declaración de voluntad de decisión, de cognición u opinión.

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El hecho, no es una exteriorización intelectual sino material. Ahora bien, es posible que el hecho
administrativo sea la ejecución de un acto o que simplemente sea una operación material, sin
decisión o acto previo.

Sus diferencias con el acto administrativo son las siguientes:

- El acto administrativo tiene presunción de legitimidad, determinando la obligación del


particular de cumplirlo, y el nacimiento de los términos para impugnarlo, transcurridos los cuales
opera la caducidad. No ocurre lo mismo con el hecho administrativo, pues no existen normas
positivas que le otorguen presunción de legitimidad, es en sí una actividad neutra, y no supone
deberes a los administrados.

- El hecho administrativo no impone deberes a los administrados. Ahora bien, si el ordenamiento


jurídico exige una declaración previa a la actuación administrativa, la falta de ella hará
responsable al ente público y al agente ejecutante por los daños que se generen de su conducta,
es decir, sus efectos jurídicos se reducen a imponer responsabilidad administrativa si se ha
ocasionado daño.

- Los actos administrativos viciados reciben como primera sanción la nulidad o la anulación,
además de la posible consecuencia de responsabilidad, mientras que los hechos son imposibles
de anular, produciendo sólo responsabilidad de la administración.

¿QUÉ ES LA EFICACIA DEL ACTO ADMINISTRATIVO?

La eficacia de los actos jurídicos, en especial de los actos administrativos, se refiere a la capacidad
real que poseen para generar efectos jurídicos concretos, conforme a su finalidad y naturaleza.
Es decir, un acto administrativo se considera eficaz cuando es apto para crear, modificar,
interpretar, consolidar o extinguir una situación jurídica determinada en relación con los
administrados o con la propia administración.

En el caso del acto administrativo, este adquiere eficacia desde el momento en que es
debidamente notificado al administrado, conforme a las formalidades establecidas por la Ley del
Procedimiento Administrativo General (Ley N.º 27444). La notificación válida es, por tanto, el
punto de partida esencial para que el acto surta efectos obligatorios. Esta regla garantiza que el
destinatario tenga conocimiento formal del acto y pueda ejercer sus derechos, ya sea aceptando
sus efectos o impugnándolo, según corresponda.

Sin embargo, cuando el acto otorga beneficios al administrado, como en el caso de


autorizaciones, subsidios, licencias u otras ventajas otorgadas por el Estado, se presume su
eficacia desde la fecha de emisión del acto, salvo que el propio acto disponga algo distinto. Esto
responde a un principio de favorabilidad que busca no retrasar injustificadamente los efectos
beneficiosos de las decisiones administrativas.

De manera excepcional, la autoridad administrativa tiene la potestad de otorgar eficacia


anticipada a ciertos actos administrativos, es decir, hacer que sus efectos se retrotraigan a un
momento anterior a su emisión formal. Esta facultad está condicionada a que la decisión resulte
más beneficiosa para el administrado, y que además no afecte derechos fundamentales ni
perjudique intereses legítimos de terceros de buena fe. La finalidad de esta figura es corregir
demoras administrativas que podrían perjudicar injustamente al ciudadano o impedirle acceder
a un derecho que le corresponde por mérito propio o por disposición legal.

Asimismo, existen otros supuestos de eficacia anticipada previstos por la norma. Por ejemplo:

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• La declaratoria de nulidad de un acto administrativo tiene efectos desde la fecha en que


el acto declarado nulo fue emitido, con lo cual se entiende que nunca debió producir
efectos jurídicos válidos.

• También gozan de eficacia anticipada los actos emitidos como correcciones de errores
materiales o formales, es decir, aquellos dictados en enmienda o rectificación, los cuales
subsanan deficiencias sin necesidad de iniciar un nuevo procedimiento.

En resumen, la eficacia de los actos administrativos implica no solo su validez formal, sino
también su capacidad operativa para producir efectos jurídicos concretos en la realidad. Este
atributo está estrechamente vinculado a principios fundamentales del Derecho Administrativo,
como el de legalidad, publicidad, seguridad jurídica y buena fe, y permite que la Administración
cumpla de manera oportuna y efectiva con sus fines públicos.

¿CUÁLES SON LOS REQUISITOS DE VALIDEZ DEL ACTO ADMINISTRATIVO?

Son requisitos de validez de los actos administrativos:

Competencia.- la competencia es la esfera de atribuciones de los entes y órganos, determinada


por el derecho objetivo o el ordenamiento jurídico positivo, es decir, el conjunto de facultades y
obligaciones que un órgano puede y debe ejercer legítimamente. La competencia es
irrenunciable, debe ser ejercida por el órgano que la tiene atribuida como propia, salvo los casos
de delegación, sustitución o avocación, debe ser emitido por el órgano facultado en razón de la
materia, territorio, grado, tiempo o cuantía, a través de la autoridad regularmente nominada al
momento del dictado y en caso de órganos colegiados, cumpliendo los requisitos de sesión,
quórum y deliberación indispensables para su emisión.

Objeto.- el objeto del acto administrativo es la materia o contenido sobre el cual se decide,
certifica, valora u opina. El objeto tiene que ser lícito, preciso, y posible física y jurídicamente, y
comprender las cuestiones surgidas de la motivación. El objeto debe contener comprende: las
materias que necesariamente forman parte del acto y sirven para individualizarlo (contenido
natural); las cuestiones mandadas a contener por imperio de la ley (contenido implícito); y las
cláusulas que la voluntad estatal pueda introducir adicionalmente en forma de condición,
termino y modo (contenido eventual).

Finalidad Pública.- Debe adecuarse a las finalidades de interés público asumidas en las normas
que otorgan facultades al órgano emisor. El acto administrativo no puede perseguir, aun
encubiertamente, alguna finalidad sea personal de la propia autoridad, a favor de un tercero, u
otra finalidad pública distinta a la prevista en la ley. La ausencia de normas que indique los fines
de una facultad no genera discrecionalidad.

Motivación.- El acto administrativo debe estar debidamente sustentado en proporción al


contenido y conforme al ordenamiento jurídico. Se deben establecer las circunstancias de hecho
y de derecho que han inducido a la emisión del acto. En principio, todo acto administrativo debe
ser motivado. La falta de motivación implica no solo vicio de forma, sino también, y
principalmente, vicio de arbitrariedad. La motivación puede ser concomitante al acto, pero por
excepción puede admitirse motivación previa, si ella surge de informes o dictámenes que son
expresamente invocados o comunicados, pero este vicio puede excepcionalmente subsanarse
por medio de una motivación ulterior, siempre que sea suficientemente razonada y desarrollada.

Procedimiento regular.- antes de su emisión, el acto debe ser conformado mediante el


cumplimiento del procedimiento administrativo previsto para su generación.

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¿QUÉ SON LOS VICIOS Y NULIDADES DEL ACTO ADMINISTRATIVO?

Los vicios del acto administrativo son errores, omisiones o defectos que afectan su conformidad
con el ordenamiento jurídico, ya sea en su validez (es decir, en su formación y contenido) o en
su eficacia (su capacidad para desplegar efectos jurídicos). Se manifiestan como irregularidades
que comprometen su legalidad y que pueden generar su invalidez total o parcial. En ese sentido,
un acto administrativo viciado es aquel que, desde su nacimiento o posterior ejecución, lesiona
normas fundamentales del orden jurídico o afecta gravemente los derechos de los administrados
y el interés público.

La invalidez de un acto no debe entenderse exclusivamente desde la perspectiva de la intención


o negligencia del funcionario que lo emite, sino sobre todo por los efectos nocivos que produce
en la esfera jurídica de los ciudadanos y en el sistema normativo estatal. Esto significa que incluso
un error cometido de buena fe puede ser jurídicamente insostenible si transgrede normas
sustantivas o procedimentales esenciales.

En el Derecho Administrativo, los vicios están estrechamente ligados al concepto de nulidad,


entendida esta como la sanción jurídica que invalida los actos administrativos contrarios al orden
legal. La nulidad, entonces, surge como una respuesta del ordenamiento para preservar la
legalidad, la justicia administrativa y la seguridad jurídica.

¿CUÁLES SON LAS CAUSALES DE NULIDAD DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS?

Son vicios del acto administrativo, que causan su nulidad de pleno derecho, los siguientes:

- La contravención a la Constitución, a las leyes o a las normas reglamentarias.

- El defecto o la omisión de alguno de sus requisitos de validez, salvo que se presente alguno de
los supuestos de conservación del acto a que se refiere el artículo 14º.

- Los actos expresos o los que resulten como consecuencia de la aprobación automática o por
silencio administrativo positivo, por los que se adquiere facultades, o derechos, cuando son
contrarios al ordenamiento jurídico, o cuando no se cumplen con los requisitos, documentación
o trámites esenciales para su adquisición.

- Los actos administrativos que sean constitutivos de infracción penal, o que se dicten como
consecuencia de la misma.

¿CUÁLES SON LOS EFECTOS Y ALCANCES DE LA NULIDAD DEL ACTO ADMINISTRATIVO?

EFECTOS:

• La declaración de nulidad tendrá efecto declarativo y retroactivo a la fecha del acto, salvo
derechos adquiridos de buena fe por terceros, en cuyo caso operará a futuro.
• Respecto del acto declarado nulo, los administrados no están obligados a su
cumplimiento y los servidores públicos deberán oponerse a la ejecución del acto,
fundando y motivando su negativa.
• En caso de que el acto viciado se hubiera consumado, o bien sea imposible retrotraer
sus efectos, sólo dará lugar a la responsabilidad de quien dictó el acto y en su caso, a la
indemnización para el afectado.

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ALCANCES:

• La nulidad de un acto sólo implica la de los sucesivos en el procedimiento, cuando estén


vinculados a él.
• La nulidad parcial del acto administrativo no alcanza a las otras partes del acto que
resulten independientes de la parte nula, salvo que sea su consecuencia, ni impide la
producción de efectos para los cuales no obstante el acto pueda ser idóneo, salvo
disposición legal en contrario.
• Quien declara la nulidad, dispone la conservación de aquellas actuaciones o trámites
cuyo contenido hubiere permanecido igual de no haberse incurrido en el vicio.

¿EN QUE CONSISTE LA EXTINCIÓN DEL ACTO ADMINISTRATIVO?

La extinción consiste en la cesación de los efectos jurídicos del acto administrativo, por ende, la
extinción del acto mismo. Es necesario distinguir entre extinción y suspensión de los efectos
jurídicos de los actos administrativos, la cesación definitiva implica la extinción; la cesación
provisoria importa la suspensión. En cuanto a los efectos jurídicos del acto de extinción puede
ser parcial o total, con sustitución de la parte parcialmente revocada o con sustitución del acto
totalmente revocado, o sin sustitución ni parcial ni total.

El acto administrativo se extingue por:

CUMPLIMIENTO DEL OBJETO: El acto administrativo se extingue cuando lo que ha dispuesto ha


sido cumplido o por desaparición del objeto.

IMPOSIBILIDAD DE HECHO SOBREVINIENTE: Nos encontramos ante el supuesto de


imposibilidad física y jurídica, puede tratarse de la muerte o desaparición de la persona a quien
se le otorgó el derecho o impuso un deber, por falta de sustrato material que posibilite su
cumplimiento, por falta de sustrato jurídico o cambio de la situación jurídica de las cosas o
personas a las que se dirigía el acto.

EXPIRACIÓN DEL PLAZO: El cumplimiento del término, transcurrido éste se extinguirá el acto.

ACAECIMIENTO DE UNA CONDICIÓN RESOLUTORIA: Cumplida la condición se extinguen los


efectos jurídicos y el acto.

RENUNCIA: Cuando el interesado manifiesta su voluntad de declinar los derechos que el acto le
reconoce; pero ella se aplica solo cuando se otorguen derechos, pues si crean obligaciones, no
son susceptibles de renuncia.

RECHAZO: hay rechazo cuando el interesado manifiesta expresamente su voluntad de no aceptar


los derechos que el acto le acuerde. Sus efectos son retroactivos.

REVOCACIÓN: Es una declaración unilateral por la cual se puede extinguir, sustituir, modificar un
acto administrativo por razones de ilegitimidad u oportunidad.

CADUCIDAD: la posibilidad de declarar la caducidad es una competencia otorgada por ley a la


Administración Pública, para extinguir unilateralmente el acto administrativo, título de sanción
cuando medie responsabilidad del administrado por el incumplimiento de las obligaciones a su
cargo.

DECLARACIÓN JUDICIAL DE INEXISTENCIA O NULIDAD: Se presenta cuando una sentencia acoge


la pretensión del Administrado de nulidad total o parcial del acto, o el restablecimiento de un
derecho vulnerado, desconocido o incumplido.

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EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO

El Procedimiento Administrativo General, regulado por la Ley N.º 27444 – Ley del Procedimiento
Administrativo General (LPAG), constituye el conjunto ordenado de actos y diligencias que deben
seguir tanto los administrados como las entidades públicas para la tramitación y resolución de
solicitudes, reclamos, autorizaciones u otros asuntos administrativos. Este procedimiento
garantiza que las decisiones administrativas se emitan respetando principios fundamentales
como la legalidad, el debido procedimiento, la razonabilidad y la transparencia.

Existen dos formas de inicio del procedimiento:

• Procedimiento de parte: Se activa a solicitud del propio administrado, quien requiere


una actuación específica de la administración (por ejemplo, pedir una licencia,
autorización o presentar una denuncia).

• Procedimiento de oficio: Es impulsado por la propia entidad pública, sin necesidad de


requerimiento previo del ciudadano, cuando detecta hechos que requieren ser
formalmente investigados o resueltos (como una inspección o procedimiento
sancionador).

El procedimiento sigue una serie de etapas secuenciales que aseguran su correcta tramitación:

1. Inicio del procedimiento: Puede iniciarse por solicitud del administrado (con
cumplimiento de los requisitos mínimos) o por decisión de la entidad administrativa.
Aquí se admite a trámite la petición y se determina si es procedente o no.

2. Actuación probatoria y evaluación: Durante esta fase, la autoridad competente puede


requerir pruebas, informes o realizar inspecciones para esclarecer los hechos. Se busca
reunir elementos de juicio que permitan una resolución justa y adecuada.

3. Emisión de la resolución administrativa: Una vez evaluada toda la información, la


autoridad emite una decisión motivada y conforme al marco legal aplicable. Esta
resolución debe notificarse debidamente al administrado, ya que su eficacia se activa a
partir de dicha notificación.

4. Etapa impugnatoria: Si el administrado no está conforme con la resolución, puede hacer


uso de los recursos administrativos previstos en la ley, tales como:

o Recurso de reconsideración (ante el mismo órgano que dictó el acto).

o Recurso de apelación (ante el superior jerárquico).

o Recurso de revisión (cuando procede de manera excepcional).

Estos recursos son mecanismos para garantizar la revisión y posible corrección de decisiones que
vulneren derechos o principios jurídicos.

5. Agotamiento de la vía administrativa: Se produce cuando se han resuelto todos los


recursos posibles dentro de la administración pública. A partir de este momento, el
administrado puede recurrir a la vía judicial (contencioso-administrativa) si considera
que sus derechos han sido vulnerados.

Este procedimiento tiene como finalidad asegurar la correcta aplicación del Derecho
Administrativo, respetando los principios que rigen la actividad administrativa y brindando
seguridad jurídica tanto a los administrados como a las entidades públicas. A través del

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procedimiento administrativo, se institucionaliza la interacción entre el Estado y los ciudadanos,


dotándola de orden, racionalidad, eficiencia y control.

POTESTAD SANCIONADORA DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

La potestad sancionadora es una manifestación del poder punitivo del Estado en el ámbito
administrativo. A través de ella, las entidades de la administración pública están facultadas para
imponer sanciones a los administrados que infrinjan normas legales o reglamentarias, en el
marco de sus competencias. Esta potestad no puede ejercerse arbitrariamente, sino que debe
sujetarse a los principios y garantías del debido procedimiento administrativo sancionador,
conforme a la Ley N.º 27444 – Ley del Procedimiento Administrativo General y otras normas
sectoriales.

Entre los aspectos fundamentales que deben respetarse durante el procedimiento sancionador
se encuentran:

• Notificación de cargos: El administrado debe ser informado formalmente sobre los


hechos que se le imputan, señalando de manera clara y precisa la infracción
presuntamente cometida, así como la normativa vulnerada.

• Derecho a la defensa: El presunto infractor tiene derecho a formular sus descargos,


presentar pruebas, solicitar la actuación de medios probatorios, ser oído y rebatir los
cargos en su contra antes de que se dicte resolución.

• Principio de tipicidad: Solo pueden sancionarse aquellas conductas que hayan sido
previamente definidas como infracciones por una norma con rango legal o
reglamentario. Esto asegura que no existan sanciones por hechos no previstos
expresamente como infracción.

• Principio de proporcionalidad: La sanción impuesta debe guardar correspondencia con


la gravedad de la falta cometida, considerando la intención del infractor, el daño
generado, la reincidencia, entre otros factores. Se busca evitar castigos excesivos o
desproporcionados.

• Prescripción: El ejercicio de la potestad sancionadora está sujeto a plazos. Transcurrido


un determinado tiempo sin que se haya iniciado o resuelto el procedimiento, el derecho
de la administración a sancionar se extingue.

Estas garantías tienen como finalidad proteger los derechos fundamentales del administrado y
asegurar que la potestad sancionadora se ejerza con justicia, equidad y respeto por el principio
de legalidad.

Ejemplos comunes:

• Imposición de multas por la SUNAFIL a empresas que incumplen normas laborales.

• Sanciones administrativas impuestas por municipalidades por infracciones al régimen de


licencias o por contaminación sonora.

• Multas del OEFA por afectaciones al medio ambiente.

Cabe precisar que, en caso de desacuerdo con la sanción impuesta, el administrado tiene
derecho a impugnarla mediante los recursos administrativos correspondientes, e incluso acudir
posteriormente al fuero judicial.

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La potestad sancionadora, bien ejercida, constituye una herramienta de control y corrección del
comportamiento dentro de la sociedad, garantizando el cumplimiento de la normativa y el
respeto por el orden público administrativo.

PROCESO ADMINISTRATIVO SANCIONADOR (PAS)

El procedimiento administrativo sancionador es el conjunto de actos formales y ordenados que


desarrolla la Administración Pública para aplicar sanciones a quienes hayan incurrido en
infracciones administrativas. Este procedimiento tiene por finalidad garantizar el respeto de los
derechos del administrado y asegurar que las sanciones impuestas se ajusten a la legalidad, a los
principios del debido procedimiento y a los criterios de razonabilidad y justicia.

Características principales

• Inicio formal con imputación de cargos: El procedimiento se inicia con un acto de


imputación emitido por la autoridad competente, en el cual se precisa la conducta
infractora, las normas vulneradas y la posible sanción aplicable.

• Respeto de los derechos fundamentales: Se garantizan el derecho de defensa, el


derecho a presentar alegaciones y pruebas, así como el principio de contradicción. El
administrado puede participar activamente en el procedimiento.

• Motivación obligatoria: La resolución que impone una sanción debe estar debidamente
motivada, explicando los fundamentos fácticos y jurídicos que la sustentan. La falta de
motivación puede generar su nulidad.

• Impugnación de la decisión: El administrado puede interponer los recursos


administrativos que la ley prevé (reconsideración, apelación) e incluso recurrir
posteriormente al Poder Judicial si no queda conforme con la resolución final.

Etapas del procedimiento sancionador

1. Inicio del procedimiento: Puede ser iniciado por denuncia de un ciudadano, o de oficio
por la propia entidad pública al tomar conocimiento de una presunta infracción.

2. Notificación formal al administrado: La autoridad comunica al presunto infractor la


infracción que se le atribuye, brindándole la oportunidad de ejercer su derecho de
defensa.

3. Presentación de descargos y actuación probatoria: El administrado puede presentar sus


argumentos, documentos, testigos, peritajes u otros medios de prueba pertinentes. La
entidad evalúa los elementos ofrecidos antes de resolver.

4. Emisión de resolución: Concluida la etapa de instrucción, la administración emite una


decisión. Puede sancionar al infractor si se comprueba la infracción, o archivar el
expediente si no hay mérito suficiente.

5. Impugnación mediante recursos: El administrado puede interponer recursos


administrativos como la reconsideración (cuando hay nuevos elementos) o la apelación
(para que el expediente sea evaluado por una instancia superior).

Este procedimiento se encuentra regulado principalmente por los artículos 230 al 248 de la Ley
N.º 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General. Sin embargo, existen normativas
sectoriales especiales (por ejemplo, en materia laboral, ambiental, de consumo,

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telecomunicaciones, etc.) que complementan o desarrollan particularidades propias del sector


regulado.

Importancia del procedimiento sancionador: El procedimiento sancionador tiene una doble


función: por un lado, corregir las conductas ilegales o contrarias al interés público, y por otro,
preservar la legitimidad del ejercicio del poder estatal, evitando abusos de autoridad y
asegurando que las sanciones se impongan bajo estándares de justicia, legalidad y transparencia.

En ese sentido, el procedimiento sancionador es una herramienta esencial del Derecho


Administrativo moderno, que articula el ejercicio de la potestad sancionadora con las garantías
propias del Estado Constitucional de Derecho.

PROCESO ADMINISTRATIVO DISCIPLINARIO (PAD)

El procedimiento administrativo disciplinario es el mecanismo formal que utiliza la


Administración Pública para investigar y, en su caso, sancionar a los servidores públicos que
hayan incurrido en faltas disciplinarias durante el ejercicio de sus funciones. Su finalidad es
garantizar la correcta conducta funcional de los servidores públicos, proteger el interés general
y asegurar el cumplimiento de los principios que rigen el servicio civil.

Marco normativo aplicable

Este procedimiento se rige principalmente por:

• Ley N.º 30057 – Ley del Servicio Civil, que establece los principios generales y el régimen
disciplinario aplicable a los servidores civiles.

• Decreto Supremo N.º 040-2014-PCM, que aprueba el Reglamento del régimen


disciplinario de la Ley del Servicio Civil.

• Otras normas complementarias aplicables según el régimen laboral del servidor


(régimen 276, 728, Contrato Administrativo de Servicios - CAS, entre otros).

Fases del procedimiento disciplinario

1. Inicio mediante informe o denuncia: El procedimiento se inicia con una denuncia formal
o un informe que pone en conocimiento la presunta comisión de una falta disciplinaria.

2. Evaluación preliminar: Se realiza una revisión inicial para determinar si existen


elementos razonables que justifiquen la apertura de un procedimiento formal.

3. Formulación del pliego de cargos: Si hay mérito, se elabora un documento detallando


los hechos imputados, las normas presuntamente infringidas y las posibles sanciones.

4. Derecho de defensa y descargos: El servidor tiene derecho a conocer los cargos y


presentar sus descargos, ofreciendo pruebas y argumentos que lo exoneren o atenúen
su responsabilidad.

5. Emisión de resolución disciplinaria: Luego de valorar los medios probatorios, la entidad


emite una resolución motivada en la que decide sancionar o archivar el procedimiento.

6. Impugnación: Contra la resolución, el servidor público puede interponer recursos


administrativos, y en última instancia, apelar ante el Tribunal del Servicio Civil (SERVIR),
quien actúa como última instancia administrativa.

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Principios rectores del procedimiento

Este procedimiento está guiado por principios esenciales del derecho administrativo
sancionador, como:

• Presunción de inocencia: Todo servidor es considerado inocente hasta que se


demuestre lo contrario.

• Debido procedimiento: Garantía de un proceso justo, con oportunidad para defenderse


adecuadamente.

• Motivación de las decisiones: Las resoluciones deben ser expresamente fundamentadas


en hechos y derecho.

• Tipicidad: Solo pueden sancionarse conductas que estén previamente definidas como
infracciones.

• Razonabilidad y proporcionalidad: Las sanciones deben guardar coherencia con la


gravedad de la falta cometida.

Tipos de sanciones disciplinarias

Dependiendo de la naturaleza y la gravedad de la falta, pueden imponerse diversas sanciones


como:

• Amonestación: Verbal o escrita, para faltas leves.

• Suspensión: Separación temporal del cargo, sin goce de haber.

• Cese temporal: Suspensión del vínculo laboral por un tiempo determinado.

• Destitución: Separación definitiva del servidor público del cargo.

Importancia del procedimiento disciplinario: Este procedimiento constituye una herramienta


fundamental para preservar la integridad, la responsabilidad y la ética en el ejercicio de la
función pública. Además, refuerza la confianza ciudadana en las instituciones, al asegurar que
los actos de indisciplina o corrupción no queden impunes y que se respeten los derechos de los
trabajadores del Estado.

CONTROL DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

La actuación administrativa es controlada por:

▪ La propia administración (control interno).


▪ La Contraloría General de la República.
▪ El Congreso y el Poder Judicial.
▪ El Tribunal de Servicio Civil (SERVIR).
▪ El Tribunal Constitucional, en casos de derechos fundamentales.

La actuación administrativa del Estado está sujeta a diversos mecanismos de control que buscan
garantizar su legalidad, transparencia, eficiencia y respeto a los derechos fundamentales de los
ciudadanos. Esta supervisión se ejerce a través de varios órganos y niveles institucionales que
actúan de forma complementaria.

En primer lugar, existe un control interno, ejercido por la propia administración pública. A través
de órganos de control institucional (OCI), las entidades estatales revisan y supervisan sus

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procesos, decisiones y actuaciones administrativas para corregir errores, prevenir


irregularidades y mejorar la gestión pública.

Además, el control externo es llevado a cabo por la Contraloría General de la República, órgano
constitucional autónomo encargado de supervisar la legalidad del uso de los recursos públicos,
fiscalizando la correcta ejecución del presupuesto y la transparencia en la administración
financiera del Estado.

El Congreso de la República también participa en este control mediante comisiones de


fiscalización y la potestad de interpelar o censurar a ministros y altos funcionarios. De igual
modo, el Poder Judicial puede intervenir cuando se presentan demandas de amparo,
contencioso-administrativas u otras acciones legales que cuestionan decisiones o actuaciones
administrativas por vulnerar derechos o exceder la ley.

Asimismo, el Tribunal del Servicio Civil (SERVIR) cumple una función clave en el ámbito del
empleo público, resolviendo controversias y recursos relacionados con la gestión de personal del
Estado, en especial frente a sanciones disciplinarias o concursos públicos.

Finalmente, cuando se afectan derechos fundamentales, el Tribunal Constitucional puede


ejercer un control constitucional sobre los actos de la administración, asegurando que estos
respeten el marco de derechos y principios establecidos por la Constitución Política del Perú.

A modo de síntesis, los principales canales de control de la actuación administrativa son:

• Control interno: Realizado dentro de cada entidad pública por sus órganos de control
institucional.

• Control externo de legalidad y uso de recursos: Contraloría General de la República.

• Fiscalización política y normativa: Congreso de la República.

• Control jurisdiccional: Poder Judicial, mediante procesos contencioso-administrativos.

• Supervisión del empleo público: Tribunal del Servicio Civil (SERVIR).

• Garantía de derechos constitucionales: Tribunal Constitucional, frente a vulneraciones


de derechos fundamentales.

Este conjunto de controles asegura que la administración pública actúe dentro del marco de la
legalidad, con respeto a los principios del Estado de Derecho y en beneficio del interés general.

TENDENCIAS ACTUALES Y DESAFÍOS (2025)

❖ Digitalización administrativa: Avances en la administración electrónica y uso de


plataformas como el PIDE y la mesa de partes digital.

❖ Simplificación de trámites: Más impulso a políticas de "Estado ágil" y eliminación de


barreras burocráticas (INDECOPI sigue liderando esta lucha).

❖ Descentralización efectiva: Aún en proceso, con retos como corrupción y baja capacidad
operativa de gobiernos subnacionales.

❖ Fortalecimiento del Servicio Civil: Avanza lentamente, pero con reformas para mejorar
meritocracia y profesionalización.

❖ Control preventivo: Uso más intenso del control concurrente por parte de la Contraloría.

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❖ Participación ciudadana y transparencia: Normas más estrictas sobre rendición de


cuentas y vigilancia social.

JURISPRUDENCIA Y CONTROL JUDICIAL

El Poder Judicial puede revisar actos administrativos a través de:

Proceso contencioso-administrativo (Ley N° 27584).


Amparo, hábeas corpus o hábeas data, si se afectan derechos fundamentales.

Los jueces pueden declarar la nulidad de actos administrativos ilegales o arbitrarios.

DERECHO ADMINISTRATIVO ESPECIAL

Incluye subramas específicas:

➢ Derecho municipal.
➢ Derecho ambiental.
➢ Derecho sanitario.
➢ Derecho educativo.
➢ Derecho urbanístico.
➢ Derecho de contrataciones del Estado (vinculado a la Ley N° 30225).

¿QUÉ ES EL REGLAMENTO ADMINISTRATIVO?

El reglamento administrativo se entiende como toda manifestación unilateral de voluntad


emitida por una autoridad en ejercicio de la función administrativa, cuya finalidad es establecer
normas de carácter general, impersonal y obligatorio, con efectos directos en la realidad jurídica.

En otras palabras, se trata de disposiciones normativas emitidas por órganos administrativos


competentes que tienen por objeto desarrollar, complementar o ejecutar las leyes, sin
contrariarlas ni excederlas. Su naturaleza es secundaria y subordinada al marco legal superior, lo
que significa que deben adecuarse al principio de legalidad y respetar la jerarquía normativa.

Características del reglamento administrativo:

• Unilateralidad: Son emitidos exclusivamente por la administración pública, sin


necesidad de acuerdo con otras partes.

• Generalidad: Sus efectos no se dirigen a un caso particular, sino que se aplican de


manera general a todas las situaciones comprendidas dentro de su ámbito.

• Carácter normativo: Crean normas que rigen conductas futuras, orientando la actuación
tanto de la administración como de los administrados.

• Efectos directos: Son obligatorios desde su entrada en vigencia y no requieren actos


adicionales para surtir efectos jurídicos.

Clasificación de los reglamentos administrativos:

1. Reglamentos autónomos: Aquellos que regulan materias no previstas específicamente


por la ley, dentro del marco de competencias administrativas y sin invadir competencias
legislativas.

2. Reglamentos ejecutivos: Son aquellos que desarrollan o complementan las leyes,


facilitando su aplicación práctica.

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3. Reglamentos de necesidad o urgencia: Emitidos ante situaciones excepcionales que


demandan una respuesta administrativa inmediata, siempre que no invadan
competencias del poder legislativo.

Importancia del reglamento en la función administrativa: El reglamento administrativo es una


herramienta clave para el funcionamiento eficiente del aparato estatal, ya que permite traducir
el mandato legal en reglas concretas, adaptadas a la dinámica administrativa. Asimismo,
contribuye al principio de seguridad jurídica, al proporcionar reglas claras y previsibles para la
actuación del Estado y los ciudadanos.

En resumen, el reglamento administrativo es una expresión normativa de la administración


pública, que cumple un papel esencial en la implementación de políticas públicas, la organización
interna de los servicios estatales y la regulación de conductas administrativas en beneficio del
interés general.

¿QUÉ ES EL ACTO DE ADMINISTRACIÓN?

El acto de administración se puede entender como una declaración unilateral, ya sea de carácter
interno o entre órganos, que se efectúa en el ejercicio de la función administrativa y cuyo
propósito es producir efectos jurídicos de manera indirecta sobre individuos concretos. Dichos
actos están orientados a incrementar tanto la eficacia como la eficiencia de los servicios públicos,
así como a alcanzar los objetivos permanentes que rigen el accionar de las entidades. Es
fundamental que estos actos sean emitidos por el órgano competente, que su objeto sea
realizable tanto en el plano físico como en el jurídico, y que la motivación para su expedición
pueda ser opcional cuando las órdenes de mandos superiores ya han sido expresadas conforme
a la normativa legal.

Además, este tipo de actos se puede concebir como las disposiciones internas que dicta la
administración para regular su propia organización y funcionamiento. En este sentido, la
actividad implica la elaboración de reglamentos, circulares, directivas y otros instrumentos
normativos que, si bien no están destinados al público en general, son esenciales para orientar
el accionar de funcionarios y trabajadores públicos dentro del aparato administrativo. Su
eficiencia se agota en el seno de la institución, puesto que su principal objetivo es mantener un
orden interno riguroso que garantice la coherencia en la ejecución de tareas y la correcta
coordinación jerárquica.

Es importante destacar que el valor de estos actos radica en su capacidad para establecer
protocolos y pautas claras que facilitan la toma de decisiones. Al regular de manera efectiva el
funcionamiento interno de la administración, se promueve un ambiente de trabajo más
organizado y una mejor utilización de los recursos disponibles. Por ejemplo, en organismos
gubernamentales, estas disposiciones pueden incluir desde la redistribución de competencias
hasta la implementación de nuevos sistemas de control y comunicación interna, permitiendo a
la institución responder de manera eficiente ante desafíos cotidianos y cambios en el entorno.

Asimismo, la flexibilidad en la motivación y la aplicación de estas directrices es clave para adaptar


la respuesta administrativa a situaciones particulares. Cuando los mandos superiores imparten
órdenes en conformidad con la ley, la motivación puede volverse un elemento menos relevante
en la derivación de estos actos, ya que la autoridad y el mandato establecidos garantizan su
procedencia. Este enfoque favorece la creación de una administración más dinámica, capaz de
ajustar sus procesos internos sin comprometer la integridad y la legalidad de sus acciones.

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En definitiva, el acto de administración es un componente imprescindible en la gestión interna


de las entidades públicas. No solo contribuye a la sistematización del funcionamiento
administrativo, sino que también refuerza la estructura organizacional, optimiza la distribución
de responsabilidades y promueve el cumplimiento de metas institucionales. Al establecer
mecanismos que facilitan la coordinación y el control interno, estos actos permiten a la
administración responder de forma ágil y efectiva frente a las demandas del entorno, lo que a
largo plazo fortalece la confianza en la gestión pública y en la capacidad del Estado para
autogestionarse de manera eficiente y transparente.

Además, esta herramienta normativa se adapta a la evolución de las necesidades organizativas,


permitiendo modificaciones y actualizaciones que reflejen los cambios en la estructura
administrativa o en las políticas internas. Así, el acto de administración se consolidará siempre
que se mantenga alineado con los principios de legalidad, eficiencia y eficacia, constituyéndose
en un pilar esencial para el buen funcionamiento y desarrollo de la administración pública.

¿QUÉ SON LOS CONTRATOS ADMINISTRATIVOS?

Los contratos administrativos representan una modalidad jurídica mediante la cual se externaliza
la actividad propia de la administración pública. Se trata de una especie especial dentro del
género contractual, cuya singularidad obedece a la particularidad de sus elementos,
características y efectos, es decir, a un régimen jurídico diferenciado. Estos contratos,
denominados también contratos públicos o negocios jurídicos de derecho público, son acuerdos
que generan relaciones jurídicas entre las partes implicadas.

Paralelamente a las declaraciones unilaterales emitidas por la administración, existen


manifestaciones de voluntades conjuntas, donde tanto la administración como otros sujetos
participan activamente. No se trata, por tanto, de la mera acumulación de actos independientes,
sino de una cooperación que da origen a vínculos jurídicos específicos y coordinados. En este
sentido, la colaboración interinstitucional o público-privada se convierte en un elemento
esencial para alcanzar objetivos comunes de interés general.

BIELSA define el contrato administrativo como aquel que la administración celebra con otra
entidad, sea ésta pública o privada, ya sea una persona natural o jurídica, cuyo objeto es la
prestación de un servicio de utilidad pública. Esta definición resalta el carácter dual del contrato:
por un lado, actúa como instrumento para satisfacer necesidades colectivas y, por otro, garantiza
que las obligaciones contractuales se enmarquen en un régimen de transparencia y eficiencia
que responda al interés general.

Además, los contratos administrativos desempeñan un papel fundamental en la consolidación


del Estado de Derecho y en la implementación de políticas públicas. Estos instrumentos permiten
canalizar recursos y esfuerzos hacia proyectos que benefician a la sociedad, promoviendo la
competitividad y la equidad en la asignación de servicios. La naturaleza de estos contratos exige
la adopción de procedimientos rigurosos, tales como la licitación pública y evaluaciones de
mérito, que aseguran que la contratación se realice en condiciones de igualdad, maximizando
tanto la eficiencia del gasto público como la calidad del servicio.

En la práctica, la correcta formulación y ejecución de estos contratos se sustenta en principios


básicos como la transparencia, la buena fe, la legalidad y la eficiencia. El cumplimiento de estos
principios no solo evita conflictos y malversaciones, sino que también fortalece la confianza de
la ciudadanía en las instituciones públicas. La evolución de los mecanismos contractuales en el
ámbito público ha dado lugar a debates sobre la modernización y flexibilización de estos

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instrumentos, a fin de adaptarlos a las necesidades emergentes y a los avances tecnológicos, sin
perder de vista el rigor jurídico que los caracteriza.

Por otro lado, la interrelación entre las obligaciones de la administración y las de sus contratistas
genera un equilibrio crucial para el desarrollo de proyectos de alcance social. La coordinación,
supervisión y eventual sanción en casos de incumplimiento son elementos integrales que
otorgan solidez y credibilidad a estos contratos. Así, la participación de distintos actores, ya sean
entidades públicas o empresas privadas, se articula en torno a responsabilidades compartidas,
forjando alianzas estratégicas que potencian el desarrollo económico y social.

En definitiva, los contratos administrativos no solo son una herramienta para la gestión interna
de la administración, sino también un mecanismo dinámico que facilita la interacción entre el
sector público y el sector privado. Esta simbiosis jurídica permite impulsar proyectos de gran
magnitud, garantizar la prestación eficiente de servicios y contribuir al bienestar general,
cimentando las bases para un Estado moderno, transparente y orientado al desarrollo
sostenible.

La caracterización del contrato de la administración resulta:

A) del objeto del contrato, es decir, las obras y servicios públicos cuya realización y prestación
constituyen precisamente los fines de la administración, entre otros;

B) de la participación de un órgano estatal en ejercicio de la función administrativa, y

C) de las prerrogativas especiales de la administración en orden a su interpretación, modificación


y resolución.

¿CUÁLES SON LOS ELEMENTOS DEL CONTRATO ADMINISTRATIVO?

En los contratos administrativos encontramos los mismos elementos que en los actos
administrativos:

SUJETOS.- los sujetos de los contratos públicos son la administración pública en cualquiera de
sus grados o clases y los particulares, individual o colectivos, o también la administración.

COMPETENCIA Y CAPACIDAD.- los conceptos competencia y capacidad integran el elemento


sujeto. Ambos atañen a la validez del contrato, pues se exige que los sujetos contratantes tengan
aptitud legal para celebrar y ejecutar el contrato por lo tanto como presupuesto de
consentimiento, se exige la capacidad jurídica del contratista de la administración y la
competencia del órgano estatal o del ente que ejerce la función administrativa.

VOLUNTAD CONSENTIMIENTO.- para que haya contrato se requiere de dos voluntades válidas y
opuestas que concurran a su formación. Una de ellas es de la administración y la otra la del
contratista. Es decir, que se exige para la validez del contrato, por un lado la competencia del
órgano que ejerce la función administrativa, y por otro, la capacidad del contratista.

OBJETO.- es la obligación que por él se constituye. Obligación que tiene por contenido una
prestación de dar, hacer o no hacer, querida por las partes.

FORMA.- tenemos que distinguir entre formalidades y forma. Las formalidades son los recaudos
que han de observarse para la celebración del contrato. La forma es uno de los elementos
esenciales. Se refiere al modo concreto de cómo se materializa, exterioriza o instrumenta el
vínculo contractual.

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¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS DEL CONTRATO ADMINISTRATIVO?

- El Estado es una de las partes contratantes.

- Prima el interés público sobre el interés particular.

- Existe el privilegio de la decisión unilateral del Estado.

- La vigilancia estatal es permanente para su estricto y cabal cumplimiento.

- Prevalece las prescripciones reglamentarias frente a las exigencias de la otra parte.

- Su finalidad básica es un servicio público.

- Siempre es oneroso.

- Es imposible toda discusión sobre el rigor contractual

¿CÓMO SE CLASIFICAN LOS CONTRATOS ADMINISTRATIVOS?

DE PERSONAL: Se adquieren los servicios de empleados y obreros.

De suministro: Mediante esta forma contractual la administración pública se provee de los


recursos materiales y humanos para el desarrollo de sus actividades. Dentro de estos contratos
se encuentran los proveedores de bienes (proveedores de útiles de escritorio) y de servicios
(limpieza, vigilancia, etc.).

DE ENAJENACIÓN DE BIENES DEL ESTADO: Los bienes muebles se enajenan mediante remate
público martillero. Los bienes inmuebles se enajenan sobre la base de una resolución especial o
Ley.

DE OBRAS PÚBLICAS: Es el contrato por el cual el contratista se obliga a ejecutar una obra
determinada. La finalidad de este contrato es dotar de infraestructura física al Estado para que
pueda cumplir sus fines.

DE CONCESIÓN DE SERVICIOS PÚBLICOS: Para ello la administración pública, discrecionalmente,


otorga a un particular la gestión de un servicio público. El Estado tiene la facultad discrecional
de determinar quién presta el servicio público, por lo que la labor que desarrollen se sujeta a los
parámetros que establezca.

DE ARRENDAMIENTO: De inmuebles para el uso de oficinas públicas.

DE SERVICIOS NO PERSONALES: Se orienta a la producción, construcción, habilitación,


funcionamiento, orientación u otros. Se mide por sus efectos o resultados.

¿CÓMO SE FORMAN Y EJECUTAN LOS CONTRATOS ADMINISTRATIVOS?

La formación de la voluntad de la Administración Pública recorre una serie de etapas cumplidas


por distintos órganos, existe una etapa precontractual, de formación o preparación del contrato,
y una etapa contractual o de ejecución.

En la etapa precontractual se realizan las negociaciones previas que supone la comunicación


recíproca entre los futuros contratantes, que genera una relación jurídica, un vínculo regulado
por el derecho. El solo hecho de presentarse a una licitación engendra un vínculo entre el
oferente y la Administración, y lo supedita a la eventual adjudicación, y se presume que el
oferente aceptará los términos fijados, de tal manera que el incumplimiento puede generar

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responsabilidad. O si la Administración se desiste del procedimiento licitatorio de mala fe con


culpa o dolo, o excluye a alguno de los oferentes, la indemnización deberá cubrir los gastos
ocasionados.

Entre los procedimientos para la preparación de la voluntad contractual y la selección del


contratista tenemos:

- LICITACIÓN PRIVADA: Llamada también licitación restringida. A través de este procedimiento


solo intervienen las personas o entidades expresamente invitadas por el Estado.

- CONTRATACIÓN DIRECTA: Por esta modalidad el Estado elige directamente al contratista, sin
concurrencia de puja u oposición del oferente.

- CONCURSO PÚBLICO: Es un procedimiento de selección del contratista en razón de la mayor


capacidad técnica, científica, económico – financiera, cultural y artística. V.gr.: concurso para
obtener el cargo de profesor universitario.

- LICITACIÓN PÚBLICA: Es un procedimiento legal y técnico de invitación a los interesados, con


las bases preparadas para el efecto, quienes formulan propuestas entre las cuales se acepta la
más ventajosa mediante la adjudicación.

Una vez superada la etapa de formación, seleccionado el contratista y perfeccionado el acuerdo,


se debe obtener la realización u obtención del objeto requerido en el contrato, y para la
ejecución la Administración puede exigir la continuidad, es decir, que el contratista no
interrumpa la ejecución por causa alguna, ello en vista, a la satisfacción del interés público, y la
mutabilidad, en el sentido que la Administración puede variar por sí lo establecido en el contrato,
y ello obedece al interés público; pero se debe respetar la sustancia o esencia del contrato, y si
fueran más allá de lo razonable, el contratista puede solicitar la rescisión y el pago de los daños
y perjuicios.

¿QUÉ ES LA FUNCIÓN PÚBLICA?

La función pública se refiere a la actividad que el Estado lleva a cabo a través de sus instituciones
y que se manifiesta por medio de los titulares de cada una de ellas. En nuestro país, esta función
es complementada por la Administración Pública o incluso por entidades privadas autorizadas,
con el propósito de cumplir y hacer efectivos los fines estatales. Gustavo Bacacorso la describe
como el conjunto de actividades realizadas para cumplir las funciones del Estado y las políticas
del Gobierno, amparadas por la debida investidura, lo que implica una serie de derechos y
obligaciones que asumen los funcionarios y servidores públicos.

Esta actividad es esencial para el correcto funcionamiento del aparato estatal, ya que garantiza
que las políticas y directrices emanadas desde el poder ejecutivo se implementen de forma
ordenada, transparente y eficiente. Los servidores públicos, al desempeñar la función pública,
no solo administran recursos y gestionan servicios, sino que también actúan como el nexo
directo entre el Estado y la ciudadanía, representando el compromiso ético de garantizar el
bienestar social y el desarrollo económico. Su actuación se convierte en un pilar fundamental
para generar confianza en las instituciones gubernamentales.

Además, la función pública exige una constante actualización y formación profesional, de modo
que los encargados de estas labores puedan adaptarse a los cambios normativos, tecnológicos y
de gestión que se presentan en un entorno dinámico. La capacitación permanente y la adopción
de modelos de gestión modernos son esenciales para mejorar la eficacia en la prestación de

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servicios públicos. Dichos modelos buscan no solo optimizar los recursos, sino también fomentar
la innovación y la participación ciudadana en el monitoreo de las políticas públicas.

Por otro lado, la interacción entre el sector público y el privado en el ejercicio de la función
pública subraya la importancia de establecer marcos normativos claros que aseguren la equidad,
la transparencia y la calidad en la ejecución de proyectos y servicios. Incluso en aquellos casos
en que terceros privados colaboran en la prestación de servicios públicos, es imprescindible que
se mantenga un riguroso control institucional que garantice resultados acordes a los intereses
sociales y al buen uso del erario público.

En resumen, la función pública no solo constituye la esencia de la acción estatal, sino que
también se configura como un instrumento de transformación social. Al estar fundamentada en
principios de legalidad, transparencia y eficiencia, se convierte en el medio indispensable para
alcanzar un futuro en el que el Estado se presente como garante del bienestar y el progreso de
la sociedad. La modernización de la función pública, a través de la integración de tecnologías y
nuevos métodos de gestión, promete abrir nuevas fronteras en la prestación de servicios,
fortaleciendo así el contrato social entre la administración y los ciudadanos.

¿CUÁLES SON LOS PRINCIPIOS DE LA FUNCIÓN PÚBLICA?

Los principios de la función pública son:

- EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD: La actuación de la administración pública debe estar adecuada


con la Constitución y las leyes. - El principio de Igualdad. La administración pública no debe
discriminar en razón de las personas, sino en razón de las situaciones.

- EL PRINCIPIO DE SEGURIDAD JURÍDICA: La función administrativa debe permitir al Estado


realizar sus objetivos nacionales, previniendo los conflictos de los administrados dentro de un
marco jurídico preestablecido.

- EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR ACTOS ARBITRARIOS: Los funcionarios y servidores


públicos responden por los actos que realicen y que sean contrarios a la legalidad. En ese
contexto, la responsabilidad puede ser civil, penal y administrativa.

¿EN QUÉ CONSISTE EL SERVICIO PÚBLICO?

Consiste en la actividad que realiza el Estado para la satisfacción de necesidades colectivas de


interés general. Es toda acción o prestación realizada por la administración pública activa, directa
o indirectamente, para la satisfacción concreta de necesidades colectivas, asegurada en acción
o prestación por el poder de justicia.

Caracteres jurídicos

- GENERALIDAD: Comprende a todos o, cuando menos, una mayoría de administrados-


beneficiarios.

- IGUALDAD: Se atiende las necesidades de la población sin ningún tipo de discriminación.

- REGULARIDAD: Se pretende un funcionamiento normal, sin interrupciones malsanas.

• Continuidad. De acuerdo con la propia naturaleza del servicio, éste tiene una
prolongación temporal indefinida o muy larga.
• Inembargabilidad. Prerrogativa del Estado, que lo pone a salvo de contingencias
económico jurídicas. No obstante, las personas jurídicas de derecho público interno –

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beneficencia, empresas, universidades, gobiernos locales o regionales, etc. – no


disfrutan de este privilegio que sólo es para el Estado mismo, aunque en algunos casos
hay excepción expresa, esto es, extensión analógica del privilegio estatal.

Características

- ES UNA ACTIVIDAD: Se realiza a través de una acción o prestación.

- REPRESENTA UNA NECESIDAD DE CARÁCTER COLECTIVO: Se debe cumplir de manera general,


uniforme, regular y continua

- ESTÁ REGULADO POR UN SISTEMA JURÍDICO NORMATIVO: En él se establecen sus


características básicas y procedimientos de control respecto de su funcionamiento, en razón del
interés que existe para su realización.

- EXISTE UN ORGANISMO ESTATAL ENCARGADO DE ACTUAR PERMANENTEMENTE: Es prestado


por una entidad oficial de la Administración Pública o por una entidad privada a quien el Estado
le ha confiado la función de administrar a nombre suyo.

¿CÓMO SE CLASIFICAN LOS SERVICIOS PÚBLICOS?

Los servicios públicos se clasifican en:

- SERVICIOS PÚBLICOS PUROS: Son aquellos que el Estado ejecuta por sí mismo y los otorga
gratuitamente, porque están financiados con ingresos propios. Ej. los hospitales estatales, los
caminos, las carreteras, la educación estatal, etc.

- SERVICIOS PÚBLICOS PROPIOS: Son los que el Estado otorga a través de sus dependencias y se
obtienen mediante el pago de derechos o tarifas.

- SERVICIOS PÚBLICOS IMPROPIOS: Son prestados por entidades particulares, las cuales se
interesan y atienden ciertas necesidades de la colectividad. EJEMPLO. los servicios de transporte
colectivo, el servicio telefónico, etc.

¿QUIÉNES SON SERVIDORES DEL ESTADO?

Son servidores del Estado los ciudadanos que prestan su servicio en beneficio de la Nación,
pueden ser elegidos o designados para desempeñar funciones o cargos públicos asignados por
Ley, remunerados y dentro de una relación de subordinación jerárquica.

Clases: Los servidores del Estado pueden ser:

FUNCIONARIO PÚBLICO: Se considera funcionario público al ciudadano que es elegido o


designado por la autoridad competente, conforme al ordenamiento legal, para desempeñar
cargos del más alto nivel en los poderes públicos y los organismos autónomos, y que legal o
administrativamente está facultado para resolver asuntos de su competencia.

Se debe reunir los siguientes requisitos:

-El título, que puede provenir por elección popular directa o indirecta (delegada).

- El nombramiento (por autoridad, funcionario superior o colegiado) o determinación legal


(Constitución o Ley Orgánica), accesoriamente por delegación.

- La investidura, comprende la adquisición del cargo, con el consiguiente juramento y la asunción


respectiva.

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- El ejercicio, que supone la dación y realización de actos propios de la función.

- Remuneración, que se encuentra a cargo del tesoro público.

La Constitución los denomina funcionarios del Estado (artículo 42º) y establece cuatro clases de
Funcionarios, a saber:

- FUNCIONARIOS QUE DESEMPEÑAN CARGOS POLÍTICOS (ARTÍCULO 40º): Son aquellos que
han sido elegidos directamente por el pueblo. A su vez, éstos designan a otros para ocupar cargos
de decisión política.

- FUNCIONARIOS QUE DESEMPEÑAN CARGOS DE CONFIANZA (ARTÍCULO 40º Y 42º): El cargo


de confianza es una responsabilidad dada a una persona que no se somete a concurso ni
adquiere estabilidad laboral. Dura lo que dura la confianza de quien lo nombró. Cuando ella se
pierde, la persona puede renunciar o puede ser destituida sin ningún derecho a la permanencia.
Debido a esta inestabilidad, los cargos de confianza, están expresamente señalados en las leyes.

- FUNCIONARIOS CON PODER DE DECISIÓN (ARTÍCULO 42º): Son aquellos que desempeñan
cargos directivos, que legal y administrativamente están facultados para decidir y resolver a
través de actos administrativos los asuntos de su competencia.

- FUNCIONARIOS QUE DESEMPEÑAN CARGOS DE DIRECCIÓN (ARTÍCULO 42º): Son aquellos que
están dentro de la escala jerárquica-estructural de la entidad y por lo tanto únicos responsables
de ejecutar las decisiones dadas por la Jerarquía. Es una modalidad de funcionarios con poder
de decisión.

SERVIDOR PÚBLICO: Se considera servidor público al ciudadano en ejercicio que presta servicio
en entidades de la Administración Pública con nombramiento o contrato de autoridad
competente, con las formalidades de Ley, en jornada legal y sujeto a retribución remunerativa
permanente en períodos regulares.

Los ciudadanos pueden ingresar a ser servidores públicos como:

- NOMBRADOS: Son los que han ingresado a la administración pública mediante concurso
público.

- CONTRATADOS: Son los que se encuentran sujetos a las condiciones de un contrato


administrativo, así como a un período de duración.

Únicamente el servidor público nombrado se sujeta a la carrera administrativa. El servidor


designado para ejercer cargo de confianza no interrumpe su carrera, en consecuencia, la plaza
correspondiente al nivel de carrera de este no puede ser suprimida ni ocupada mediante
nombramiento. Los servidores públicos están obligados a desempeñar sus funciones con la más
absoluta imparcialidad, emitir dictámenes e informes y expedir las resoluciones, ciñéndose a las
normas establecidas.

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