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El hombre
En este apartado comenzamos a hablar sobre el hombre, porque todo proyecto de
vida debe partir de una visión adecuada del hombre, una antropología coherente con la
visión cristiana del mundo. En este sentido, hay que decir, así como Max Scheler (1989), y
Heidegger (2012), ya habían advertido en la primera mitad del siglo XX sobre la cantidad
existente de literatura sobre el hombre, pero que a su vez el hombre estaba más confundido
sobre sí mismo. “En ninguna época han sido las opiniones sobre la esencia y el origen del
hombre más inciertas, imprecisas y múltiples que en nuestro tiempo” (Scheler, 1989, p.4).
Existen muchas visiones de hombre que se irán explorando con materias como
Antropología Filosófica, Antropología Cristiana, etc. Pero, lo importante sería comenzar
con la visión que es más adecuada con la fe de uno, y, en la Universidad Católica
propondrá la visión cristiana del hombre.
Hay que decir también que el tener una visión correcta de hombre no asegura que
uno ya llegue a ser hombre correcto, una persona de bien (Aquí serán de gran importancia
las materias éticas que estarán presentes durante la formación universitaria). Una de las
tareas más importantes es la construcción de la propia persona. En palabras de Riego, Inés
al prólogo del libro de Domínguez (2006) “Para ser persona”, el mundo de hoy ofrece
tantas seducciones y “cantos de sirenas1” los mismos se entonan desde “el ilustrado
«Atrévete a saber», el hedonista «Atrévete a disfrutar», el economicista «Atrévete a
tener»” (p.8) , vivir bajo el criterio de la conveniencia por creer que la verdad es de
“anticuados”, pero ninguna de estas voces te desafían a centrar la atención en lo que más
importa, a saber, la de “esculpir tu propia estatua”.
Desde la Antropología Filosófica, la respuesta a la pregunta sobre qué es el hombre,
se puede encontrar a través de la luz natural de la razón. Y desde la Antropología Cristiana,
esa respuesta desde la razón a su vez es iluminada por la revelación. Desde la Perspectiva
cristiana "la persona humana es la ‘única criatura en la tierra a la que Dios ha amado
por sí misma’ (GS, 24). Por suerte, ante las diversas visiones de hombres que hay,
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Nótese aquí la metáfora que hace referencia al canto de sirenas como seres que “hechizan a todos los
hombres que se acercan a ellas”, puesto que aquel que escucha su voz “nunca se verá rodeado de su
esposa y tiernos hijos (…). Antes bien, lo hechizan estas con su sonoro canto, sentadas en un prado donde las
rodea un gran montón de huesos humanos putrefactos, cubiertos de piel seca”, relatado por Homero, La
Odisea.
para la antropología cristiana la respuesta es clara: Cristo quien "manifiesta plenamente
el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación" (CIC 1701).
A su vez, el hombre está llamado a realizar su vocación con otras personas. Este
aspecto, el del ser un ser social, ya reconocida por Aristóteles, es también valorada en la
visión cristiana y se afirma en el Catecismo de la Iglesia Católica que el ser humano no está
llamado a vivir en solitario sino en comunión con los demás. Así, el hombre "resplandece
en la comunión de las personas a semejanza de la unión de las personas divinas entre sí" (n.
1702).
Asimismo, según la “Gaudium et Spes” el hombre está dotado de un alma
espiritual, y gracias a su entendimiento y su voluntad puede conocer la verdad y amar el
bien: "Mediante su razón, el hombre conoce la voz de Dios que le impulsa ‘a hacer el bien
y a evitar el mal’ (16).
Pero toda esta grandeza fue rebajada por el pecado. Por su fragilidad abuso de su
libertad, “ha quedado inclinado al mal y sujeto al error (CIC 1707). Pero el hombre no fue
abandonado en el pecado, sino por obra y gracia de Jesucristo fue redimido, y "la imagen
divina alterada en el hombre por el primer pecado ha sido restaurada en su belleza original
y ennoblecida con la gracia de Dios" (n. 1701). De esta manera el hombre es devenido Hijo
de Dios y, esta “adopción filial lo transforma dándole la posibilidad de seguir el ejemplo de
Cristo" (n. 1709).
Esta es la visión cristiana del ser humano que se irá profundizando durante el
transcurso de los años de tu formación dentro de la Universidad Católica, la cual te
invitamos a abrazarla y a ponerla como base de tu vocación, de tu proyecto de vida.
Bibliografía
Burgos, J. M., Antropología: una guía para la existencia, Palabra, Madrid 2003.
Domínguez P., X. M. (2002). Para ser persona, Salamanca: Emmanuel Mounier.
Heidegger, M. (2012). Kant y el problema de la metafísica. Fondo de cultura económica.
Scheler, M., & Olivera, J. J. (1989). La idea del hombre y la historia.
Iglesia Católica. (2000). Catecismo de la Iglesia Católica. Editorial San Pablo.
Gaudium Et Spes (1966). Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual. En Concilio Vaticano
II. Constituciones. Decretos. Declaraciones. Documentos Pontificios Complementarios. Madrid: Biblioteca
de Autores Cristianos.
La visión cristiana del hombre
Desde la perspectiva cristiana, el ser humano es una criatura única en la creación, amada por
Dios por sí misma. A diferencia de otras visiones antropológicas que reducen al hombre a su
biología, psicología o entorno social, la visión cristiana lo concibe como un ser dotado de
dignidad, creado a imagen y semejanza de Dios. Esta dignidad no proviene de sus logros,
posesiones o conocimientos, sino del hecho de haber sido querido y amado por Dios desde el
inicio de su existencia.
El hombre no es un ser aislado, sino que está llamado a vivir en comunidad. Desde Aristóteles
hasta el Catecismo de la Iglesia Católica, se reconoce que la naturaleza humana es social. No
podemos alcanzar la plenitud en soledad; necesitamos de los demás para crecer en el amor, la
verdad y la virtud. La comunión con los otros es el reflejo de la unión de las personas divinas en
la Trinidad. Así, en la relación con el prójimo, el hombre descubre el verdadero significado de su
existencia y desarrolla su vocación.
Otro elemento fundamental de la antropología cristiana es la capacidad de conocer la verdad y
amar el bien. Gracias a su inteligencia y voluntad, el ser humano no solo puede comprender el
mundo que lo rodea, sino que también puede discernir lo que es bueno y justo. La conciencia
moral es la voz de Dios en el interior del hombre, orientándolo a realizar el bien y evitar el mal.
Sin embargo, esta grandeza ha sido debilitada por el pecado, que inclinó al hombre al egoísmo y
al error.
A pesar de esta fragilidad, el cristianismo no presenta una visión pesimista del hombre. Aunque
el pecado ha dañado su naturaleza, Dios no lo abandonó, sino que lo redimió a través de
Jesucristo. La imagen de Dios en el hombre, alterada por el pecado, fue restaurada por la gracia
divina. Este es el corazón del mensaje cristiano: el hombre no está condenado a su miseria, sino
que tiene la posibilidad de transformarse y alcanzar la plenitud mediante la fe y el seguimiento
de Cristo.
La vocación del hombre, según el cristianismo, no se limita a su paso por este mundo. Está
llamado a la eternidad, a la comunión plena con Dios. Su vida en la tierra es un camino de
crecimiento, aprendizaje y santificación. La fe cristiana no solo le da sentido a su existencia, sino
que también le ofrece la esperanza de una vida más allá de la muerte. Esta esperanza transforma
la manera en que enfrenta los desafíos, sufrimientos y alegrías, pues sabe que su destino final
está en Dios.
En conclusión, la visión cristiana del hombre lo define como un ser creado por amor, con
dignidad infinita, llamado a vivir en comunidad, con capacidad para conocer la verdad y elegir el
bien, pero también necesitado de redención. Su vida tiene un propósito trascendente, y en Cristo
encuentra el camino para alcanzar su verdadera plenitud. Esta concepción de la persona humana
no solo da sentido a la vida individual, sino que también fundamenta una ética basada en la
dignidad, la justicia y el amor al prójimo.