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Lasalle Qué Es Una Constitución

La conferencia aborda la esencia y el concepto de una constitución, diferenciándola de una ley ordinaria. Se enfatiza que la constitución es la ley fundamental de un país, que establece los principios básicos del gobierno y del derecho público. Además, se discuten los factores reales de poder que influyen en la creación y modificación de las leyes dentro de una sociedad.

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Lasalle Qué Es Una Constitución

La conferencia aborda la esencia y el concepto de una constitución, diferenciándola de una ley ordinaria. Se enfatiza que la constitución es la ley fundamental de un país, que establece los principios básicos del gobierno y del derecho público. Además, se discuten los factores reales de poder que influyen en la creación y modificación de las leyes dentro de una sociedad.

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2QUE ES UNA CONSTITUCION? L—gQué es una Canstitucien? L—Ley y Constitueién .... 2, Loa factoras reales del poder 3,—Los factores de poder y las instituciones juridicas, La hoja de pupel 4.—Podaer organizads a inorgimice... ...... IL. —Algo de historia constitucional . . - 1.—Constiineién feudal. . 2,—E] absolutismo 8.—La revolucién burguesa Int.—El arte y le sabiduria constitucionales 1,—1Lo que debidé hacerse e] 48 2.—Consecuencias. ...... TV.—Conelusiones pricticaa... aa be 54 65 1” 72 7 68 ” a8 al 4 oa JQUE ES UNA CONSTITUCION? (Conferpncia pronunciada anfo una agrupacién ciudadana de Barlis, en abril de 1862). BEvorss :, Se me ha invitado a pronunciar ante yosotros una conferencia, para la cual he elegido un tema cuya importancia no necesita encarecimicnto, por au gran actualidad, Voy # hablaros de problemas constitucionales, de lo que ee una Conetitucidy. Pero antes de nada, quiero advertiros que mi conferencia tendrd un cardcter egitictamente cien- tifico, Y, sin embargo, 0 mejor dicho, presisamen- ta por ello mismo, uo habr4 entre vosctros una sola persona que no sea capaz de seguir y comprender, desde el principio hasta el fin, lo que aqui se ex- ponga. Pues la verdadere ciencia, sefiores—nunca esté ds mda récordarlo—no eas ofra cosa que esa clanided de peneamiento que, sin srraucar de supuesto al- guno preestablecido, va derivando de sf misma, paso a paso, todas sus ‘consceuencias, imponidndo- sq con 1a fuerza cooreitive deo la inteligencia a todo aquel qua siga atenfamente su desarrollo. Esta claridad de pensatoiento no reclama, pues, da quienss escuchan ningtn género do premisas especiales. Anteg al contrario, no consiatiendo, coma acabamos de desir, en otra cosa que 60 aquella, au- sencia de tode premisa sobze Ja que 6! paneamien- to wa edifica, para slumbrar de su propia entrafia . — st todos sus resultados, no sdlo no necesita de elias, sino que no las tolera. Sdélo tolera y sélo exige una cosa, Y €3 que quienes escuchan no traigan consige supuestes pravics de ningiin género, oi prejuicios arraigados, sino que vengan dispuestos a colocarse frente al tema, por mucho que acerca de €] hayan hablado o diseurride, como si lo investigasen por vez primera, como si ain no supiesen nada fijo de él, desnudandose, a lo menos por todo el tiempo que dure la nuéva investigacién, de cuanto reg- pecto a él astuviesen acogtumbrados a dar por sen- lo. |.—{Qué os une Constifucién? Comienzo, pues, mi conferencia con esta pregun- ta: gljud es una Constitucién? ,Ha qué consiste ln verdadera esencia de una Constitucion? Por to- das partes y todas horas, tarde, mafana y 20- she, estamos oyendo hablar de Constitucién y de problemes constitucionales. En los periddicos, eu Jos circulos, en las tabernas y restaurantes, ea éste el tema inagotable de todas las comversaciones. ¥, sm embargo, formulada en términos precises esta pregunta; ,ln qué estd la verdadera esen- gia, el verdadero concepto de una Constitucién ?, mucho me temo que, entre jantos y tantos como hablan de ello, no baya mds que unos pocos, muy ocos, que puedan darnos una contestacidn satia- factoria. Muchos, verianse tentados, seguraments, a echar mano, para contestamos, al volumen en que s¢ uarda la legislacién prusiang del afio 1850, hasta tar eo él con Ig Constitucién del reino de Prusis. Pero esto no serfa, claro esté, contestar a lo que yo pregunty, No basta presentar la materia concre- wo 52 ta de ung determinads Constitucién, la de Prucie o la que sea, para der por contestada la pregunta que yo formulo: ;dénde reside la esencia, el con- cepto de ung Constitucién, cualquiera que ella tuere? Si hiclese asta pregunta a un jurista, me eon- testaria seguramente en términos parecidos a é8- tos: «La Constitueida 3 um pacto jurado entre el rey y'el pueblo, qua establece loa principios bé- sicog do Ia legislacién y del-gobierno dentro de un pais». O en férminos un poco més generales, pues- to due también he habido y hay Constituciones re- publicanas: «Ia Constitucién eg la ley fundamen. tal proclamada en el pafs, on la que se echan los cimientos para la organizavién del Derecho piblico de ean nacién.> Pero todas estas definiciones juridisas formales, y otras patecidas qua pudieran darse, distan mu- cho de dar satisfaccién a la pregunta por mf formu- Jada. Estas contestaciones, cualesquiera gue elles sean, se limitan a describir exteriormentes cdmo ac forman. las Constituciones y qué hacen, pero no nos dicen lo que una Constitucidn es. Nos dan crite- tics, notas calificativas para reconocer exterior y juridicamente una Constitucién. Pera na nos dicen, nt mucho menos, dénde estd ef concepte de toda Constitucién, la esencia eonstitucionsl. No sirven, por tanto, para orienternos acerca de si una de- terminada Conatitucién ‘es, y por qué, buena o mala, faetible o irrealizable, duradera o inconsisten- te, pues pare ello serfa menester que empezaten por definir el eoncepto de la Constitucién. Lo pri- mero eq seber an qué consiste la vortadera eséncia de uns Constitucién, y luego, ae verd ei la Carte constitucional deferminada y concréfa que examina- mos ae acomoda G no a esas exigencias sustancia- les. Mas, para esto, no nog siryen da nada esas de- finiciones jurfdicas y formalistas que se aplicon por —53— igunl a toda suerte de prpeles firmadog por una nacidn o por ésta y su rey, para proclamarlas por Constituciones, cualquiera que sea su contenido, sin peneirar para nada en ¢l. Bl concepta de la Constitucién—como hemos de ver palpablemente cuando 4 él hayames Hegado—es Ia fuerte prima- rin de que se derivan todo el arte y toda Ia sabi- duria. constitucionales ; sentado aquel concepte, se desprenden de él espontineamente y sin esfuerzo alguno. Repito, pues, mi pregunta: 4 Qué es una Cons- titueidn? 4 Dénde estd Ja verdadera esencia, el ver- dadero concepto de una Constitucitn? Como todavia no Io sabemos, pues es aqul don- de hemos de indagarlo, todos juntos, aplicaremes un métode que es cohveniante poner en prdatien siempre que ge trata de esckareeer el coneepto de una cosa. Este metodo, sefiores, es muy sencilla Consiste simplemente en eormparar la cosa cuvo eoneento se investiga eon otra semejante a ella. esforzindose Iuego por penetrar clara v nftidamen- te en las diferencias que scparan @ una de otra, i—Ley y Constitueién. Aplicanda este método, va me pregunte: {Fin qué se distineuien tna Constitueign v una Ley? Ambas, la, Jey y Ia Constibucién, tienen, evidente- mante, una esencia genériea comtn. Una Consti- tucién, para regir, necesita de la promulgacién le- gislativa. cs decir, que tiene que ser también ley. Pero no es una lev como otra evalyniera, una Fin nie lev: es algo mds. Entre los dos eonceptos no hay sélo afinidad: hay también desemejanza, Esta desemejanza, que hace que Ia Constitucién sea algo mde que una simple ley, podria probarse con cientos de ejemplos, Ei pafs, por ejemplo, no protesta da que a cada —-54— paso se estén promulgando leyea nueves. Por 6 con- trario, todos sabemos que es hecesario que todos jos afiog se promulguen un mumero més o menos ands de nuevas leyas. Sin embargo, no puede icterse una fola ley nueva sin que se aliere la si- tuacién legislative vigente en el momento de pro- mulgarse, pues si ta ley nueva no introdujese cam- bio alguno en el estatute legal vigente, serfan abso- lutamente superfiua y no habria pars qué promul- gartla. Mas no protestamos de que las leyes se refor- men, Antes al contraric, vemos en estos cambios, on ganeral, la migién normal de los cuerpos gobernan- tes. Pero, en cuanto nos tocan a la Constitucién, al- zamos woces de protesia y gritamos: | Dejad estar la Constituciént 2De dinda nace esta diferencia? Esta diferencia es tan inmegable, que! hasta hay Constituciones en que se dispone taxativamente que lg Conetitucién no podré alterarsa en modo alguna ; en oires, 88 preseribe que para su reforma no bas- tat4 Je simple mayorla, sing que deberdn reunirse les dos teroeras partes de los votos del Parlamen- to; y hay algunas en que ja reforma constitu- cional no és de la competencia de los Cuerpos co- legisledores, ni aun asociados al Poder ejecutivo, sino que para acometerla deberé convocarse extra, ad hoc, expresa y exclusivamente pate esta fin, una nueva Asamblea legislative, que decida acerca de Ja oportunidad ‘o conveniencia de la transfor- macién. En todoa estos hechos se revela que, en el espi- ritu undnime de los pueblos, una Constitucién debe ser algo mucho més sqgrado todavia, mde firme y mas inconmovible que una ley ordinaria. YVuelvyo, pues, a mi pregunta de antes: ¢En qué 80 distingue una Constitucién de una simple ley? ‘A’ esta. pregunta sa nos contestaré, en la inmensa muyorla de casos: La Constituciém no es una ley como otra cualquiera, sino Ie Isy fundamental — 35 — dei pa's. Es posible, sefiores, que en esta con- testacién vaya implicita, auaque de un modo ascu- ro, Ja verdad que se investiga, Pero Ja respuesta, asi formulada, de una manera tan confuss, no pue- de satisfacernos. Pues inmediatamente surge, sus- tituyendo a la otra, esta interrogacién; g¥Y en qué se distingue una ley de la ley fundamental? Como se ve, seguimds donde estébatnos. Ne hemos he- cho mas que ganar un pombre, una palabra nue- va, e) término de «ley fundamentals, que de nada nos sitve mientras no sepamos decir cud] ea, re- pito, la diferencia entre une ley fundamental y otra ley cualquiera. Intentemes, pues, ahondar un poco mds en el asunto, indugando qué ideas o qué nociones son las que van asociadas a ese nombre de cley funda. mental»; 0, dicho em otros términcs, ¢éme habria que distinguir entre si una ley fundamental y otra ley cualquiera para que Ja primera pueda justificar el nombre que se asigna. Para ello seri necesario: 1.° Que la ley fundamental sea una ley que ahonde mds que las leyes corrientes, como ya su propio predicado de «fundamental» indica. 2° Que constituya—pueg de otro modo no ms- receria llamarse fundamental—el verdadero funda. mento de las otras Jeyes; es decir, que la ley fun- damental, si realmonte pretende ger acreedora a ese nombre, deberd inforrar y engendrar las demés leyes ordinarias basodas sobre ella. La ley funda- mental, para serlo, habra, pues, de actuar 6 trradiar @ través de las leyea ordinarias del pais. 8.° Pero Jas cosas que tienen un fundamento DD son come son por ahtojo, pudiendo ser también de otra manera, sino que son asf porque necesazia- mente tienen que ser. Ej fundamento a que res- ponden no les permite ser de offe mode, Sdlo las cosas carentes de un fundamento, que son les ¢o- — 56 was casuales y fortuitas, pueden wer como son 0 de otro modo cualquiers. ue tiene un funda. miento no, pues aqui obra Ja ley de Ia neossidad, Los planstas, por ejemplo, ae muaven de un de- terminado modo. ; Viste desplazamiento responde a eausas, a fundamentos que lo rijan, o ne? Si no hubiera tales fundementos, su desplazamiento serla casual y podria veriar en, cualquier instante, esterls, vatiendo siempre. Peto si realmente responds 9 un fundamento, si responde, como pretenden los in- vestigadores, a la fuerza de atraccién del sol, basta esto para que el movimiento de los planetas esté regido y gobernado de tal modo por ese fundamen- to, por la fuerza de atraccién del sol, que no pueda ser de otro modo, sino tal y como es, La idea de fondamento lleva, pues, implicita la nosién de uns nécesidad activa, de una fuerza eficaz que hace, por lay de neceeidad, que lo que sobre ella se -fun- da soa asi y no ds ofto modo. Bi, pues, Jp Constitusién es la ley fundamental de un pais, sera—~y aqui empezamos ya, sefiores, a entrever un poco de luz, un algo que pronty hemos de dofinir y deslindar, o, come provisional- mente homos visto, una fusrsa activa que hace, por un imperio de nécesidad, que todas las deméa Jeyes ¢ instituciones juridicas vigentes en el pais sean Io que realmente son, de tal modo que, a par- tir de ese instante, no puedan promulgarse, en ese pais, aundue sa quisiesa, ofras cualesquiera. Ahora bien, saiiores, zes que eeiste en un pats —y al praguntar esto, empieza ya alborear la Inz tras de la que andamos—algo, alguna fuerze activa © informadora, que influya de tal modo en todas las leyes promulgadas en ese pals, que lag obligue a sér necesariamente, basta cierto punto, lo que son y Como son, sin pé'mititles aér de otro modo? — 5 2—Los factores reales dal poder, Si, aenores ; existe, sim duda, y este algo que in- yestigamos reside, sencillamente, en los factores reales de poder que rigen en una sociedad deter- minada. . Los jactores teuiés de poder que rigan en el sano de cada sociedad son egg fuerza activa y eficaz que informa todas las leyes e instituejones juridicas de ta soviedad en cuestién, haciendo que no putdan ser, en sustancia, mds gue tal y como son. Me apresuraré a poner esto en claro con un ejem- plo plastico. Cierto cs que este ejemplo, al menos eu Ja forma en que voy a ponerlo, no puede Ilegar a darse nunca en la realidad. Pero, aperte de que en seguida veremos, probablemente, que este mis- me ejemplo sc pusde dar muy bien bajo otra for- ma, no 36 trata de saber si al ejemplo puede o no darse, gino de lo qua de di podamos aprender rea- pecto a lo que sucederia, at Iegara a ser realidad. Saben ustedes, sehores, que en Prusia sdélo tie- nen fuerza de ley los textos publicados en Ip Colec- eién legislativa. Esta Coleccién legislativa se im- prime en una fipografla concesionaria situada en Berlin, Los originales de las leyeg se custodian en los archivos del Estado, y en otros archivos, biblio- tecas y depédsitos se guardan las colecciones legis- lativas impresag. Supongamos ghora, por un momento, que se pro- dujera un gran; incendio, por el estilo de aquel mag- no incendio de Hamburgo (2), y que en él quedasen (1) Un incendio famoso ocurrido en Hamburgo en el ato 1844, y que redujo a cenizes una parte considerable de la cindad. — 58 — reducidos a esccombros todos Jos archivos del Es- tado, todas las biblictecas publicas, que entre las llamas pereciess también la imprenta concesiona- ria de la Coleccién legislative, y que lo mismo, por una singular coincidencia, ocurriese en las demds ciudades de In monarquia, arrasando incluso las biblioteeas particulares en que figurase aaa colec- aién, de tal modo que en toda Prusia no quedasa ni una sola ley, ni un solo texto legislative acreditado en forma auténutica, Supongamos esto. Supongamos que el pals, por este siniestro, quedase despojado de todas sus le- yes, y qué no tuviese mds remedio que dares otras nuevas, ¢Creen ustedes, seliores, que en este caso el le- gislador, limpio el solar, podria ponerse a trabajar a Su antojo, hacer las leyes que mejor le parecie- sen, 2 gu libre albedrio? Vamos s verlo. a) Le monarquia. Supongamos que’ ustedes dijesam: Ya que las le- yes han perecide y vamos 9 construir otras total- mente nuevas, desde log cimicntog hasta el remate, en ellas no respetaremos a la monarquia las pro- rrogativas de que hasta shota gezaba, al amparo de las leyes destrufdas; mde atin, no-le respetaremos prerrogativas ui atribucién alguna; no queremos monarquia. El rey Jes diris, lisa y Hanamenta: Podrén astar destruldag las leyes, pero iq realidad an que el Ejér- eito me obedacs, que obedeca mis érdenes; la rea- lided ea que Jos comandantes de Jos arsenales y Jos cuarteles sacan a Ip calle log cafiones cuando yo lo mando, y, apoyado en.este poder efectivo, en jos cafiones y las bayonstas, no toleraré que me asigndéis més posicién ni otras prerrogativas que las que yo quiers, — 59 — Come ven ustedes, sefiores, un rey a quien obe- decen el Ejército y los cafiones... es un fragmen- to de Constitucién. by La aristocracis. Supongemos ahora que ustedes dijesen: Somos dieciocho millones de prusianos (1), entre los cuales sélo se euentan un puiiado eadg vez mds exiguo de grandes terratenientes de la nobleza. No vemos por qué este punado, cada vez més reducido, de grandes terratenientes ha de tener tanta inftuancia en los destinos del pais como todos los dieciocho millones de habitantes juntos, formando de por at una Camara alta que scpesa los aenerdos da la Ca- mara de diputados elegida por la nacién entera, para rechazar sistematicamente todos aquellcs que son de alguna vtilidad. Supongamos que hablagen ustedes ast y dijesen: Ahora, destruidas Jas leyes del pasado, somos tedos asefioresy y no necesitamos para nada do una Camara sefiorial, Reconozeo, sefiores, que no es fdcil que estos grandes propietarios da la nobleza pudiesen lanzar contra el pueblo que asi hablase a sus ejércifos de eampesings. Lejos de eso, eg muy probable que tu- viesen bastante que hacer con quitarselos de en- cima, Pera Jo grave de! caso es que los grandes terrate- nientes de la nobleza han tenido siempre una gran influencia cerca del rey y de la corte, y esta in- duencia les permite sacet a la calle el Ejércita y los gaficnes para sus fines propios, come si esta apa- rato de fuerza astuviera directamente_a su dispo sicién. He agui, pues, cémo una nobleza influyente y (1} Lassalle hablabs en 1862, — 69 — bien relacionada oon el ray y su corte, es también un fragmento de Conatitusién, ©) La gran burguesta. Y ahora se me courre senter el supuesto inverso, el supuesto de que al rey y la nobleza se aliasen en- tre af para restablecer la organizacién medieval en los gremios, pero no circunscribiende Ja medida el pe+ quéfio artesanado, como én péris se intentd hacer siectivamente hace unos cuantos afics, sino tal y como regia en la Edad Media; es decir, aplicade a toda ls produccién social, sin excluir Ja gran in- dustria, lag fabricas y la produceién mecanizada. No ignoran ustedes, gefiores, que el gran capital no podria an modo algumo producir bajo el sistema medieval de los gremics, que la verdadere, indus- trie y je industria fabril, la produccién por medio da maquinas, no podrian en modo algung desenvol- verse bajo el rdgimen de loa gremios médievales. Entre ofrag razones, porque en este régimen se al- sarfan, por ejemplo, toda une serie de fronterag le- gales entra las diversas ramag de la produccién, por tauy afines entre al que dstas fuesen, y ningin in- dustrial podria unir dos o mda en su mano. As, el enjabelgador no fendria competencie, para taper un solo agujeto; entre los gremiog fabricantes de clavos y los cerrajeros se estardn veutilando cons- tantemente procesos para deslindar las jurisdiccio- nes de ambas industrias; el estempador de lienzes no podria emplear en su fAbrica a un solo tintore- ro, etc, Adamds, bajo el sistema gremial egtaban tasadas por la ley estrictamente las cantidades que cade industrial podfa producir, ya que dentro de cada localidad y de cada rama de industria sélo | se sutorizaba a cada maestro para dar ocupscidn a un numero igual y legalmente establecide da ope- ratios. — 65 — Basta esto para comprender que Ja gran pro- dueeién, Ja produccién meednica y al sistemg del mmaquinismo, no podrian prosperar ni un sdlo dia con una Constitucién de tipo gremial. La gran pro- duccién exige ante tode, la necesita come el aire que respira, la fusién de las mds diversas ramas de trabajo en manos del mismo capitalista, y ne- cesita, en segundo lugar, de la produccién ¢n masa ¥ de Ja libre eoneurreneia; os decir, de la posibili- dad de dar empleo a evantos operarios quiera, ain réstriccidn alguna, ¢ Qué sucederia, pues, si, en estas condiciones y a despecho de fodo, nos obstindsemos en implan- far hey la Constitucién gremial? Pues sucederia que los sefores Garsig, Egels, et- eétera (1), que los grandes fabricantes de tejidos estampados, Jos grandes fabricantes de seda, eteé- tera, cerrarfan sus fabricas y pondrian en la calle a sug obreros, y hasta las Compatiigs de ferrocarri- les tendrian que hacer ofro tanto; el comercio y la industria se paralizarian, gran numero de maes- trog artesgnos veriapse obligadog 9 despedir a aus operarios, o lo harfan de grado, y esta muchedum- bre imterminable de hombres daspedidos se lanza- ria a ta calle pidiendo pan y trabajo; detris de ella, espoledndola con su influencia, animdndola con si prestigio, sosteniéndola y alenténdola con su di- nero, ta gran burguesia, y entablariase una lucha en que el triunfo no seria en modo alguno de las armas, Vean ustedes cdma y por dénda aquellos caba- Ileros, los gefiorea Borsig y gels, los grandes in- dustriales todos, son también un fragmento de Constitucién. (1) Grandes industriales prusianos de la Sposa. 62 — d) Los banqueres. Supongamos ahcta que al Gobierno se le ocurrie- va implantar una de esas medidas excepcionales abiertamente lesivas parg log intereses de los gran- des banqueros. Que al Gobierno’ se Je ocurriese, por ajemplo, decir que el Banoo de la Nacién no 56 habia ereado para la funcién que hoy cumple, que es la de abaratar mda ein e] crédito a los grandes banqueres y capitelistas, que ya de styo disponen de todo el erddito y todo el dinero del pais y que son los tinicos que pueden descontar sug firmas, es decir, obtener crédito en sequel establecimiento ban- eario, sino para hacer gecesible el orédito a ia gen- te humilde y a la clase media; supongamos esto, ¥ aupongamés también que al Banco de la Nacidn sole pretendiera dar la organizacién adecuada pera conseguir sate resultado. -¢Podrig esto, sofiores, pre- ‘alecer? Yo no diré que esto desencadenase una insurrec- cién, pero el Gobierno actual no podria imponer tampoco semejantse medida. Veamos por qué, De cuando en cuando, el Gobierno se va acosa- do por le necesidad de invertir grandes contidades de, dinero, que no so atreve a sacar del pals por zaedio de contribuciones. En esos aasos, aeude al recurso de devorar el dinero del maiiana, o Io que e3 lo mismo, emite empréstitos, entregando a cam- bic del dinero qua se Ja adelantg papal de la Peu- da piiblica. Para esto, necesita de log banqueros. Cierto es que, a Ja larga, primero o mds tarde, la mayor parte de los titules de la Deuds vuelyen a repartirse entre la clase rica y los paquefios ren- tistas de la nacién, Mas esto requiere tlempo, a veces mucho tiempo, y ef Gobiermo necesita al dinero pronto y de una vez, o en plazos breve. Para ello, tiene que servirsa de partieulares, de — 63 — mediadores que ie adelanten lag cantidades que ne cesita, corriendo juego de su cuenta el ir colocan- dy poco a poce entre sus clientes el papel de la Deuda que a cambio reciben, y luerdndese, ade- mds, con el alza de eotizacién que a estos titulos se imprime artificialmente en la Bolsa. Estos in- termediaziog son los grandes banqueros; por eso a ningim Gobierno le conviene, hoy en dia, estar a mal con estos personajes. Vean ustedes, pues, sefiores, cémo los grandes banqueros, cémo Jog Mendelsschn, los Sehickler, la Bolsa en general, son también un fragmento de Constitucién. Supongamos ghora que al Gobierno se Ie ocu- rriera promulgar una ley penal semejante a las que tigieron en algdn tiempo en Cains, castigando en la persona de los padrea log robos cometidos por los hijos. Esa ley no prevaleceria, pues contra ella rebelariase con demasiada fuerza la cultura eolec- tiva y la conciencia social del pais. Todos log fun- cionarios, burderatas y consejeros de Estado, se lle- vatias las manos a la cabeza, y hasta los honorables senadoreg tendrian algo que objetar conira el desati- no. Y es que, dentro ds ciertos limites, sefores, también la conciencia colectiva y la cultura gene- ral del pafg son un fragmento de Constitucién. a) Ls pequefia burguesta y Ia clase obrara, Imaginémonos ahora que el Gobierno, inclindn- dose a proteger y dar plena satisfaccién 4 los pri- vilegios de Ja nobleza, de log banqueros, de los grandes industriales y de los grandes capitalistes, lecidiese privar de sus libertades politicaa a la pe- queiia burguesia y 3 la clase obrera, ¢Podria ha- cerlo? Desgraciadamente, sefiores, si podria, aun- que sdélo fuese transitoriamente; Ja realidad nos — 64 — tiene demoutrado que podria, y més adelante ten- demos ocasiién de volver sobre esto. ‘ Pero, jy si se tratara de despojar a le pequefia burguesia y a la clase obrera, no ya de sus liber-, tades polificas solamente, sino de su libertad pérao- nal; eg decir, si ge tendiera 9 declarar naimen- te al obrero o al hombre humilde esclavo, vasallo 0 gierva de la glebs, de volverle «& | sifuacién en que vivié en muchos paises durante log sighs le janos, remotos, de |g Edad Media? 2 Progperarle la protensién? No, sefiores, esta vez no prospera- wa, qungus pare sacarla adelante se aliasen ol rey, la nobleza y toda la gran burguesia, Seria in- ute Pues, Hegadas las cosas a ese extremo, us- tedes dirfan: nos dejaremos matar antes que tole- rarlo, Los obrerog sé echarfan corriendo aa calle, sin necesidad de que sus patronos les cerrasen las fibricas, lg pequefig burguesia correrla en masa a solidarizares con ellos, y la resistencia de ase blo- que seria invencible, pues en ciertoa casos extrémos y devesporados, tembién ustedes, zofiores, todos us- bode juntos, son un fragmento de Constitucién. 3.—Los factores de poder y les inglituciones juridieas. La hoja de papel. He abi, pues, sefiores, lo que es, en esencis, la Conatitueiin de un pais: la suma de los factoree reales de poder que rigen on oes pais. —~ Pero, gqué relacién guarda esto con fo que vul- garments se lama Constitucién; es decir, con la Constitueién juridiee? No ea dificil, sediores,- com- prander Ja velasién qug ambos ooheeptos gueardan entre al. 4 Se cogen esos factores reales de poder, 48 extian- den en une hoja de papel, sa les dq expresién. a —- &6— erita, y & partir de este momento, incorporadog a un papel, ya no son simples factores realés de po- der, sino que se han eérigido en derecho, en insti- tuciones juridicas, y quien atente contra ellos aten- ta contra lq ley, y es castigado. Tampoco desconocen ustedes, sefiores, el proce- dimiento que se sigue para extender por eserito asos factores reales de poder, convirtiéndolos asi en fac- tores juridtcos. Claro est4 que no sé escribe, lisa y Wanamenta: el sefor Borsig, fabricante, es un fragmento de Constitucién ; ef sefor Mendelssohn, bamquero, o3 otro troze de Constitucién, y asi sucesivamente; no, la cosa. se axpresa de un modo mucho mds pul- cro, mucho mds a) Eb sistema electoral de las tres clases, Asi, por ejemplo, si de lo que se trata ea de proclamar que unos cuantos grandes industriales y grandes eapitalistas distrutarén en la Monarquila 2 tanto poder, y adn mds, como todos Jos bur- gueses modestos, obreros y campesinos juntos, el Jegislador se guardaré muy bien de expresarlo de une manera tan clara y tan sincera, Lo que hard ser& dictar una ley por el estilo, supongamos, de aquella ley electoral de lag tres clases (1) que sé le dié a Prusia en el ato 1849, y por la cual se dividia la nacién en tres categorias electorales, a tenor de los impuestos pagados por los electores y que, naturalmente, se acomodan a su fortuna. (1) El 6 de abril de 1848 habiase prometido al pueblo de Berlin, alzado revolucionariamente, una ley sancionando el aufragio universal, Despuds del golpe de Estado de 6 de di- giembre de 1848, 1a monarquie otorgé al pais, en 20 de ma- yo de 1849, el sistema electoral de fas tres clages, que 50 mantuvo en vigor hasta Ia revolucion de 1018. — 6 — Segin ef senso oficial tormado en aquel mismo afo por el Gobierno, s raiz de dictarsa la mencio- nada ley, habia entonces en todg Prusia 9.255.703 ekeetores de primer grado, que se disiribufan del modo siguiente en lag tres clases electorales: Pertenecian a la primerd...... 163.808 electores > a la segunda 409.045 » » a la tercéza. 2.891.950 » Repito que estas cifras ostdn tomadas de los cen- 808 oficiales. Por eilas, vemos que en e) reino de Prusia hay 153.808 personas riquisimas que disfruten por sf soles de tanto poder politico como -2.601.950 ciuda- dance modestos, obrerog y campesinos juntos, y que aquellos 158.808 hombres de maxima riqueza, sumados a log 400.945 personas regularmente ricas que integpen Js segunda categoria electoral, tienen tanto poder polities como el resto de la nacién en- tera; més aun, que los 158.808 hombres riquisimes y lg nntad nada mds de log 409.945 electors de la Segunda categoria, gozan ya, por af solos, de mda poder -polifico que Ia mitad restanta de Ia segun- @a clase aumada @ los 2.691.950 de Ja tercera. Vean ustedes, seiiores, cémo, por este procedi- miento, se Hega exactamente al mismo resultado que si la Constitucién, hablando sinceramente, di- jese: ol rico: tendré el mismo poder politico que diecistete ciudadanos corrientes, 0, si se prefiero la férmule, pesar&é en joa destinos politicos del pais discisiete veces tanto como un simple ciudada- no wa Antes de que esta ley electoral de las tres cla- nes fuese promulgada, regia ya legalmente, desds la ley de 8 de abril de 1848, 1 pufragio ynivereal, (1) En efecto, 2.691.950 ; 188.808 = 17,5, — 67 — que agignaba 9 todo ciudadano, frese rico o pobre, e? mismo derecho de sufragio, es decir, ¢! mismo poder pol{tico, ef mismo derecho a contribuir o trazar los derrateros del Estado, su yoluntad y sus fines, He aqui, pues, confimmada y documentada, sefores, aquella afirmaciéa que antes hacia de que, desgraciadamente, era bastante facil despojarles a ustedes, despojar al paquetio burgués y al obrero, de sus Ubertades politicas, aunque no se leg arran- easen de un modo inmeédtato y radical sug bienes personales, el derecho a la integrilad fisica y a la propiedad, Los gobernantes no tuvieron que hacer grandes esfuerzos para privarles a ustedes de los erechos ¢lectorales, y hasta hey, no sé de ningu- na agitacién, de ninguna eampafia promovida para reeobrarlos. b) £1 Senado o Cémara seiorial. Si en la Constitucién se quiere proclamar que un pufiado de grandes terraten‘entes aristocratas reunirg en sus manos tanto poder como log ricos, la gente acomodada y los desheredados de la for- tuna, como Jos electores de las tras clases juntas, es decir, como el resto de la nacion entera, el le- gislador se euidsré también de no decirlo de wn modo tan grosero—no olviden ustedes, sefiores, di- cho sea incidentalmente, que la clarided en la ex- presién es grogerig—, sino que le bastard eon po- ner 6n la Carta constitucional lo siguiente: los re- presettantes de la gran prapiedad sobre e] suelo, que lo vengan siende por tradicién, con algunos otros elementos secundarios, formar4n una Camera eenotial, un Setado, cuya aprobacién serd necesa- rin para que adquieran fuerza de ley los acuerdos de la Camara de diputados, en que esth represen- tada Ja nacién; de este modo, se pone en manos de un pufads de viejos terratenientes una prerrogati- va politica de primera fuerza, que les permite con- — 6— trapesar la voluntad de la nacidm y de todas sue clasas, por undaime que ella eee. - e) Et rey y of Epircite, ¥ gi, siguiendo por esta escals, se sspina s. que el rey.-por si solo tenga tanto poder Politino. y muoho mds ain, como laa tres clases de elantores juntas, como la nacién entera, incluyendo s los grandes terratanientes de In clase noble, uo hay més qtte. Hacer esto: Be e en la Constitucién (1) un artioula 47, diciendo : eH] rey proveerd todos. los cargos dal Hjée- ito y lq Marinas, afiadiendo, en el articule 196: ¢Al Bjército ‘y ‘a la Marine no se les tomard juramente de guardar la Constituciéns. Y si esto no basin, a¢ construye ademas la teorla, que no deia de te. ner, & la verdad, su fundamento sustancial on este articulo, de que al rey ocupa frente al Hjéreito una posicién muy diferente a Ia que lé corresponds res- pecto a lag demds instituciones del Estado, Ia teo- tia de que ef rey, como jefa de las fuerzaa milite- tes del pais, no es sdélo rey, sino que es ademds algo muy distinto, algo especial, misterioso y des- conocide, para lo que se ha inventado e] ino jefe supremo de tas fusrzas da mar y tierra, razéu por Ia cual ni la Cémara de diputedos ni la naciin tienen por qué preccuparse del Ejéreite, ni inmis- cuirge en gus esuntos y organizacién, reducidndoss au papel a votar los eréditos de que uecesite. Y no puéde negatse, sefiores—la verdad ante todo, ya 1y hemos disho—que esta teoria tiene cierto punto de apoyo én e] citado artieulo 108 de la Constitu- vién. Pues si data dispone que el Bjército no nece- sits prestar juramento de acatamiento a la Cons {1) Se refiere a la Constitucién prasiana de § de disiem- ‘bre de 1848, reap. de 81 de enero de 1880, — by —~ titucién, como es deber de todos los eiudadanos de! Estado y del propio rey, ello squivaie, en principio, @ reconocer qué el Ejército queda al mergen de la Consfitucién y fuera de eu imperio, que no tiene nada que ver con ella, que no tiene que rendir eusn- tas més que a la persona del rey, sin mantener rela- cién alguna con el pais. Conseguido esto, reconocida al rey la atribucién de proveer todos los cargos del Ejército v coloeado éste en una actitud de sujecién personal al rey, éste ha conseguido reunir por sf sélo, no ya tanto po- der, sino diez veces mas poder polities que la na- cidn entera, supremacia que no resultar‘a menosca- bada aunque el Poder efectivo de la nacién fuese en realidad diez, veinte y hasta cincuenta veces tan grande como el del Ejéreito. La razén de este aparente contrasentido es muy sencilla. 4.—Poder organizado @ inorgd- nico. El instruments de poder politico del rey, ol Ejér- cito, estd organizato, puede reunirse a° cualquier hora del dia o de la noche, funciona con una mag- nifica diseiplina y sé puede utilizar en el momento en que se desee; en cambio, el poder que deacansa en la nacidn, sefiores, aunque sea, como lo es en yealidad, infinitamente mayor, xo esta organizado ; ja voluntad dd la nacién, y sobre todo eu grado de acometividad o de abatimiento, no siempre aon faciles de pulsar para quienes la forman; ante la inminencia de una accién, ninguno de los comba- tientes sabe cudntos se van a sumar a él para darla. ‘Ademée, Ia nacidn carece de escs instrumentos del poder organized, da esos fundamentos tan impor- tantes de una Constituci6n, a que més arriba bos referiamos: los cutones. Cieric es quo los cafiones — Jo —

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