INTRODUCCIÓN A LA ÉTICA EN LA FUNCIÓN PÚBLICA
Introducción
La ética en la función pública constituye un pilar fundamental para el buen
funcionamiento del Estado y la confianza ciudadana. Los servidores públicos tienen la
responsabilidad de actuar con integridad, honestidad y transparencia, ya que sus
decisiones afectan directamente al bienestar colectivo. En un contexto donde la
corrupción y el abuso de poder pueden debilitar la institucionalidad, resulta esencial
reflexionar sobre la importancia de los valores éticos que deben guiar la conducta de
quienes desempeñan cargos públicos. Este ensayo aborda los principios básicos de la
ética en la función pública, su relevancia en la actualidad y la necesidad de fortalecer
una cultura de responsabilidad y compromiso con el bien común.
Desarrollo
La función pública implica una relación de servicio entre el Estado y la
ciudadanía. En este sentido, los funcionarios públicos son agentes encargados de velar
por el cumplimiento de las leyes, la correcta administración de los recursos y la garantía
de los derechos de las personas. Esta posición de poder conlleva deberes éticos que no
pueden ser ignorados.
La ética en la función pública se basa en principios como la legalidad, la
imparcialidad, la rendición de cuentas, la justicia y la vocación de servicio. Estos
valores no solo deben figurar en códigos o normas, sino reflejarse en la práctica
cotidiana de los servidores. La ética pública busca que las decisiones se tomen en
función del interés general y no por intereses personales, partidarios o económicos.
Cuando estos principios se vulneran, surgen problemas como la corrupción, el
clientelismo o el uso indebido de los bienes públicos. Estas prácticas deterioran la
imagen de las instituciones, debilitan la democracia y generan desconfianza entre la
ciudadanía. Por tanto, el comportamiento ético no es un simple ideal, sino una necesidad
para asegurar la legitimidad del Estado.
Además, la formación ética debe estar presente desde el ingreso al servicio
público y continuar durante toda la carrera administrativa. La capacitación, los códigos
de conducta, los mecanismos de control y las sanciones ante faltas éticas son
herramientas clave para fomentar una gestión íntegra.
Conclusiones
La ética en la función pública es esencial para promover un Estado justo,
eficiente y confiable. Más allá del cumplimiento normativo, implica un compromiso
personal con los valores que rigen la vida en sociedad. Solo a través de una conducta
ética es posible garantizar el respeto a los derechos ciudadanos y la adecuada utilización
de los recursos públicos.
Una administración pública ética no solo mejora la calidad de los servicios, sino
que fortalece el tejido social, el desarrollo y la paz. Por tanto, los servidores públicos
deben comprender que su rol es un ejercicio de responsabilidad y vocación.
Recomendaciones
1. Fortalecer la formación ética desde la educación superior hasta los
programas de inducción y capacitación en el sector público.
2. Crear y aplicar códigos de ética institucionales, adaptados a las
realidades de cada entidad, pero basados en principios universales.
3. Establecer mecanismos de control y denuncia eficaces que garanticen
transparencia y sanciones justas ante conductas indebidas.
4. Promover una cultura de integridad, con líderes que den el ejemplo y
fomenten un entorno laboral basado en el respeto y la honestidad.
5. Fomentar la participación ciudadana como herramienta de control
social y vigilancia de la ética pública.
Referencias bibliográficas
Aranguren, R. (2012). Ética pública y buen gobierno. Editorial Ariel.
Hurtado, J. (2016). Ética en la administración pública. Editorial Trillas.
Pardo, M. (2018). Transparencia y rendición de cuentas en la gestión
pública. Universidad Nacional Autónoma de México.
Naciones Unidas (2001). Código internacional de conducta para
funcionarios públicos.
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)
(2020). Recomendación sobre integridad pública.