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Didactica de la Historia

resumen, que es la didáctica

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TEMAS

1. Las funciones de la historia.


Las funciones de la historia en nuestra sociedad
Para Mario Carretero existen tres representaciones del pasado muy diferentes:
1. el registro de la historia que aparece en la escuela.
2. el de la historia cotidiana, como elemento de historia colectiva.
3. la historia académica o historiográfica, que cultivan los historiadores y los científicos sociales de
acuerdo con la lógica disciplinaria

Las funciones sociales de la historia son muy variadas. Cinco son las más habituales:

1. La función patriótica de refuerzo del sentimiento de autoestima de un colectivo.

La función patriótica de la historia se refuerza y, en parte se construye, con la aparición de los estados
liberales que la tuvieron, junto con la geografía del país y la literatura nacional, como una pieza fundamental
en la creación de los estados nacionales. En el siglo XIX, la Historia es incorporada en casi todos los países
europeos como materia obligatoria en la primera y segunda enseñanza, al tiempo que se crearon los estudios
universitarios de esta especialidad. A partir de este momento, comienzan a darse los primeros debates sobre
el carácter que debe tener esta disciplina en las aulas escolares. En la mayoría de los casos, la enseñanza de la
Historia pasó a ser una forma de ideologización para transmitir ideas políticas y sentimientos patrióticos. La
consolidación de los estados liberales y el surgimiento de los nacionalismos acarrearon consigo un interés por
parte de los gobiernos por fomentar el conocimiento de la historia nacional como medio para afianzar
ideológicamente la legitimidad del poder, así como para cimentar y estimular el patriotismo de los
ciudadanos. Esta función no ha dejado de existir y los gobiernos nacionalistas, tanto en Europa como en
muchos países latinoamericanos y africanos, siguen presionando a la escuela, a través de la ordenación, para
que se siga asumiendo este rol de construcción de la conciencia patriótica.

2. La función propagandística de lanzamiento de mensajes positivos sobre un régimen o sistema


políticos o sociales.

La función propagandística de la historia es una forma eficaz en la enseñanza escolar. La historia entendida
como arma propagandística fue una idea que desarrollaron especialmente los regímenes totalitarios del siglo
XX, aunque su uso no es exclusivo de éstos. Se manifestó de numerosas formas, pero fue especialmente
evidente en los museos.
El fascismo italiano desarrolló en profundidad este concepto, cuyo punto culminante tenía que eclosionar en
1942. En 1940 se inauguró en Roma el enorme edificio que debía albergar el más importante museo
del fascismo, fuente de imágenes y contenidos de la enseñanza desde las primeras letras a la universidad.
En museos soviéticos de la URSS o el Museo de la Revolución de la China maoísta así como la mayoría de
regímenes totalitarios. Pero también los estados democráticos han utilizado la historia con estos fines en
museos o centros de interpretación de historia, como pueden verse en Estados Unidos y algunos países de
América Latina. También en conmemoraciones, como las celebraciones de la Independencia en
América o, en España con motivo del Descubrimiento de América. En estos casos, más que conmeraciones
históricas, se han celebrado actividades de autoafirmación nacional o de identificación de representaciones
del pasado con las concepciones que los gobiernos defienden. La historia deviene de esta manera en
propaganda y, aunque no forme parte de los currículos oficiales ni esté presente en los materiales escolares,
su influencia no debe menospreciarse en la formación de las representaciones del pasado que influyen en la
conciencia ciudadana.
3. La función de la historia como afirmación de superioridad cultural, que consiste en introducir ideas o
sistemas ideológicos.

El uso de la historia desde esta perspectiva consiste en inculcar a los ciudadanos que el sistema económico,
político y social en el que se desenvuelven es el mejor posible, lo cual no impide reconocer que utópicamente
podrían existir otros similares. Se trata de explicar la civilización a la que se pertenece como superior al resto
de las culturas y pueblos. Un buen ejemplo de este uso de la historia lo encontramos en el modo en
que se presenta en Estados Unidos, cuyo mensaje podría resumirse, en primer lugar, en la presentación de las
aportaciones que el pueblo estadounidense le ha dado a la humanidad con su sistema político, sus valores, su
ingenio, sus inventos y sus innovaciones tecnológicas. En segundo
lugar, al transmitir el mensaje de ser un país construido entre todos, gracias al esfuerzo de personas de
orígenes diversos, resulta ser una auténtica nación de naciones, erigida sobre el respeto de las identidades de
cada grupo. Esta función, en el caso de Estados Unidos, está plenamente integrada en los contenidos
escolares que se atribuyen a la historia. En otros casos, como en los países europeos, esta función se ve
reflejada, aunque menos explícitamente, en el eurocentrismo de las explicaciones históricas que están muy
presentes en las expresiones cinematográficas o culturales, pero también en los programas escolares.

4. La función para el ocio cultural.

La historia también es un importante factor de ocio y de turismo cultural; los humanos viajamos de extremo a
extremo del mundo para conocer monumentos o espacios históricos; visitamos ciudades e intentamos
conocer su pasado, entramos en museos y nos sumergimos en sus objetos, vemos cine o televisión y nos
trasladamos a escenarios del pasado; y todo ello lo hacemos como un elemento más de ocio. Somos
consumidores de productos históricos en cantidades crecientes. La historia cumple una función de ocio
cultural y cobra un interés como producto comercial de gran trascendencia en la vida económica de algunas
zonas o ciudades. El tratamiento que en estos casos se realice, desde parques temáticos (Terra Mítica o Port
Aventura), o poblados industriales y yacimientos arqueológicos musealizados, pasando por fiestas populares
con contenido histórico o representaciones teatrales, posee una gran influencia en la configuración de la
visión histórica de sus visitantes, siendo éstos en su mayoría personas en edad escolar.

5. La función para la creación de conocimiento científico en el análisis social.

Se trata del cultivo de la historia científica, entendiendo ésta como la orientación y el nivel alcanzado en la
comunidad científica, generalmente en ámbitos universitarios y que tiene un claro reflejo en la historia
escolar. Heródoto escribió que la misión de la historia era decir la verdad. Y la creación de conocimiento, en
cualquier área, enriquece a la sociedad que lo genera y a todas las demás. El conocimiento científico del
pasado nos hace más humanos, nos enriquece y alimenta nuestro presente. Esta forma de entender la
historia ha generado diversas concepciones de esta disciplina que se enmarcan en las distintas corrientes de
pensamiento de la contemporaneidad: desde el positivismo a las actuales corrientes historiográficas, pasando
por el materialismo histórico y otras corrientes que han resultado muy fructíferas para la reconstrucción
científica de la explicación del pasado. Es por ello que toda concepción del pasado siempre está influida por
las corrientes intelectuales del presente y ello, lejos de perjudicar su cientificidad la reafirma, al igual que
ocurre con el conjunto de las ciencias, al menos, las sociales.

2. Los fines didácticos de la historia como materia educativa.


Los fines generales de la Historia como materia educativa.
 La Historia, como disciplina académica, es una de las materias educativas que mayores posibilidades
posee para la educación y la instrucción de la juventud. Debe ser, por lo tanto, respetada y enseñada
correctamente en nuestros planes de estudio de educación primaria y secundaria. Todos los libros de
enseñanza de la Historia incorporan fines y objetivos educativos con especial acento en alguna de las
posibilidades que ofrece el trabajar esta materia en las aulas.
 Algunas propuestas se fijan menos en la historia y la utilizan como un recurso para focalizarse en
finalidades más instrumentales ligadas al desarrollo intelectual y personal,
 otros para estimular la conciencia crítica en el análisis de los conflictos sociales,
 otros autores defienden la enseñanza de la Historia simplemente para conseguir conocimientos e
informaciones que, convencionalmente, se entienden como constitutivos de la cultura y la erudición.
 Todas ellas son interesantes y, en parte, son compartidas en la mayor parte de repertorios.
 Se propone, a continuación, una relación de finalidades que, en ciertos aspectos, incorporan la mayoría
de las citadas o las que se pueden encontrar en los tratados didácticos de esta materia.

Los cuatro grandes fines que determinan sus posibilidades educativas e instructivas en el proceso de
enseñanza-aprendizaje son los siguientes:
1. Facilita la comprensión del presente: todo análisis del presente, estudiado con las ciencias sociales
que lo analizan, se enriquece y se explica, en gran parte, cuando se posee una perspectiva histórica que
lo contextualiza en el tiempo, en el espacio y en una determinada realidad social. Por esta razón,
podemos afirmar que la historia, aunque no explica el presente, facilita, en gran medida, su
comprensión, por las ocho razones siguientes:

1-Permite analizar, en exclusiva, las tensiones temporales:


Esto es posible gracias a que la historia estudia, como objeto fundamental, las tensiones que se produce en un
proceso histórico. Estas tensiones son de carácter social, ideológico, político, generacional, económico, etc...
El seguimiento de estas tensiones proporciona claves para la explicación de problemas de todo tipo y permite
romper las visiones estáticas de las explicaciones de los hechos pasados y presentes.

2-Estudia la causalidad y las consecuencias de los hechos históricos:


Como bien saben los historiadores, uno de los principales retos de la investigación histórica es determinar las
causas que explican los fenómenos, los procesos o los grandes acontecimientos. Esta causalidad suele estar
ligada a factores estructurales de cada momento histórico. Un estudio de la causalidad histórica desmitifica las
visiones inmediatistas y personalistas que predominan entre los escolares e incluso entre los adultos poco
formados. Así, el estudio de la historia enseña a distinguir entre motivos, causas próximas y causalidad
estructural. De la misma manera permite determinar con gran precisión, y de manera exclusiva, las
consecuencias de los acontecimientos y de los hechos humanos.

3-Explica la complejidad de los problemas sociales:


Los historiadores son conscientes de la complejidad y la multicausalidad que explican cualquier proceso, por
lo que el análisis sobre la realidad pasada o presente es, necesariamente, complicado. Constatar la
complejidad de los hechos, procesos y fenómenos del pasado, es un buen aprendizaje para combatir las
visiones simples en los análisis y valoraciones de los problemas actuales, al tiempo que estimula las visiones
matizadas y comprensivas de los conflictos y los fenómenos sociales.

4-Permite construir esquemas de diferencias y semejanzas:


Como señala Pagés: La comparación es considerada por algunos didactas de la historia una de las capacidades
que el alumnado debe desarrollar para formar su pensamiento y su conciencia histórica. Se trata de una
rigurosa comparación a partir del planteamiento de preguntas directrices, las semejanzas y las diferencias de
dos o más fenómenos históricos para construir esquemas comparables. Estos esquemas de semejanzas y
diferencias se deben emplear tanto en visiones sincrónicas como diacrónicas, permitiendo comprobar, por
una parte, los cambios y permanencias entre momentos históricos distintos y, por la otra, entre culturas y
civilizaciones coetáneas. En un mundo multicultural lleno de tensiones internas entre culturas y tradiciones
distintas, el ejercicio de determinar los rasgos que caracterizan las sociedades y los momentos de desarrollo
histórico posee un gran poder formativo.

5-Estudia el cambio y la continuidad en las sociedades:


Analiza los momentos de cambio y sus características, determinando lo que hay de revolucionario, en sentido
etimológico, o episódico sin producir auténticos cambios fundamentales en las sociedades. La posibilidad de
analizar y distinguir los cambios de las pervivencias permite formar un juicio interesante para analizar y poder
distinguir lo que son las transformaciones actuales de nuestro mundo, discriminando lo que es simplemente
una moda de lo que es un cambio social o cultural. Ejercicios de este tipo posibilitan tener una visión
ecuánime de lo que constituyen las herencias del pasado, distinguiéndolas de las innovaciones o de las
aparentes transformaciones. Potencia la racionalidad en el análisis de lo social, lo político y, en general, de la
vida humana. Una de las principales aportaciones que han hecho los historiadores es fundar sus afirmaciones
en evidencias y basar sus análisis en el pensamiento racional.

6-Enseña a utilizar métodos y técnicas de la investigación social


La enseñanza de la Historia, en los diferentes niveles educativos, se vale de gran parte de las técnicas que
utilizan las ciencias sociales: representación estadística, cartografía, análisis documental, análisis iconográfico,
uso de las tecnologías de la información, presentación multimedia, etc. Que el alumno trabaje de forma activa
en clase, proponiendo la resolución de problemas o empleando el discernimiento, la clasificación y la
utilización de técnicas, hace que se incorpore este nivel de alfabetización que prepara al alumnado para saber
leer el lenguaje del conjunto de las ciencias sociales. Además, si el planteamiento didáctico supone una
simulación del trabajo del historiador, en las unidades didácticas que se establezcan en cada nivel educativo,
la enseñanza de la Historia servirá también para introducir al alumnado en el método científico.

7-Ayuda a conocer y contextualizar las raíces culturales e históricas


Potencia el sentido de identidad y el compartir valores, costumbres, problemas, con sus conciudadanos.
El conocimiento de la historia local, nacional o de su ámbito cultural e histórico es un elemento básico, no sólo
para la formación de ciudadanos cultos, sino para el mejor entendimiento de las identidades múltiples que
tenemos los humanos. Además, sirve para contextualizar su identidad con otras, situándola en ámbitos más
generales. La cuestión de la consecución del sentido de identidad es problemática. Justamente lo señalado
respecto a la posible utilización de la historia como mecanismo de adhesión identitaria de carácter irracional,
tan utilizada por los nacionalismos, estaría en contradicción con la idea de una enseñanza de la Historia
educadora. En algunos programas escolares se continúa apostando por la nación como un ente anterior y
superior a las personas que la integran, que justifica su inmanencia remontándose a un pasado lejano como
fundamento de un discurso teleológico. Una visión histórica de esta orientación dificulta, como mínimo, la
comprensión de dos aspectos esenciales en la formación histórica de una ciudadanía del siglo XXI: por un lado,
que los auténticos protagonistas de la historia son la gente, los pueblos y, por otro, que los elementos básicos
de la cultura y de las actuales realidades sociales y políticas participan de un pasado común y de unos
procesos similares en la mayoría de las culturas. Parece conveniente que, a través del estudio de la historia
nacional y universal, se tenga la oportunidad de conocer las relaciones históricas continuas entre los ámbitos
locales, nacionales, regionales y del conjunto de la comunidad europea y mundial. Por ello, es loable la idea de
promover programas e iniciativas que fomenten la historia con una visión amplia. Y, como consecuencia, que
se vayan produciendo transformaciones en los programas escolares a fin de que la historia común, con todas
sus vicisitudes, esté presente como un punto de reflexión crítica que fortalezca las señas nacionales,
entendidas como integrantes de una identidad más vasta que es patrimonio del conjunto de la humanidad.

8-Contribuye a desarrollar las facultades intelectuales


Las habilidades intelectuales se adquieren en la vida ordinaria de las personas. En los ámbitos escolares
deben trabajarse y potenciarse en cualquier proceso de enseñanza y aprendizaje. Si se proyectan como
objetivos alcanzables a través del trabajo en las diferentes áreas curriculares, los avances que experimentan
los educandos pueden ser espectaculares. Todas las edades permiten trabajar el desarrollo de las habilidades
intelectuales y todas las materias del currículo las deben incluir. El estudio de la historia desde edades
tempranas es un excelente medio para desarrollar el intelecto, especialmente algunas de las habilidades más
interesantes en el desarrollo intelectual de las personas. Trabajar la Historia desde el planteamiento que
considere este aprendizaje como un proceso activo de descubrimiento y de indagación requiere trabajar en
las aulas observaciones racionales, entre las que destacan la capacidad de clasificar, comparar, analizar,
describir, inferir, explicar, memorizar, ordenar las ideas, etc. Una de las ventajas, no obstante, más
importantes que pueden conseguirse a través de la didáctica de esta materia es la posibilidad de acelerar y
provocar el desarrollo del pensamiento formal en edades anteriores a las que algunas de las escuelas de la
psicología evolutiva tienen establecido. Por todo ello, puede afirmarse que la historia ayuda a conformar la
mente mediante un estudio disciplinado y sistemático, de ahí que el desarrollo de las capacidades
intelectuales deba ser incluido como uno de sus principales objetivo

Por todas estas posibilidades didácticas, el estudio histórico es el que más oportunidades ofrece para educar a
los estudiantes en la creación de una mirada racional y fundamentada de su entorno local, nacional y global.
La historia es el conocimiento social que mejor permite entender el funcionamiento de las sociedades, lo que
constituye un elemento fundamental para enfrentarse a la comprensión del presente.
Si es enseñada y aprendida en toda su potencialidad, ayudará a los escolares a ser ciudadanos conscientes y
lúcidos a la hora de valorar y analizar los problemas contemporáneos que los envuelven. Cada uno de estos
aspectos teniendo en cuenta su poder formativo y educativo.

2. Contribuye a desarrollar las facultades intelectuales:

Las habilidades intelectuales se adquieren en la vida ordinaria de las personas. En los ámbitos escolares deben
trabajarse y potenciarse en cualquier proceso de enseñanza y aprendizaje. Si se proyectan como objetivos
alcanzables a través del trabajo en las diferentes áreas curriculares, los avances que experimentan los
educandos pueden ser espectaculares. Todas las edades permiten trabajar el desarrollo de las habilidades
intelectuales y todas las materias del currículo las deben incluir. El estudio de la historia desde edades
tempranas es un excelente medio para desarrollar el intelecto, especialmente algunas de las habilidades más
interesantes en el desarrollo intelectual de las personas. Trabajar la Historia desde el planteamiento que
considere este aprendizaje como un proceso activo de descubrimiento y de indagación requiere trabajar en
las aulas observaciones racionales, entre las que destacan la capacidad de clasificar, comparar, analizar,
describir, inferir, explicar, memorizar, ordenar las ideas, etc. Una de las ventajas, no obstante, más
importantes que pueden conseguirse a través de la didáctica de esta materia es la posibilidad de acelerar y
provocar el desarrollo del pensamiento formal en edades anteriores a las que algunas de las escuelas de la
psicología evolutiva tienen establecido. Por todo ello, puede afirmarse que la historia ayuda a conformar la
mente mediante un estudio disciplinado y sistemático, de ahí que el desarrollo de las capacidades
intelectuales deba ser incluido como uno de sus principales objetivo

3. Enriquece otros temas del currículo y estimula las aficiones para el tiempo libre:

La Historia, junto con la Geografía, tiene la posibilidad de constituirse como eje que estructura diversas
ciencias sociales, por lo que, a través del estudio de estas disciplinas en la escuela se producen acercamientos
a las diversas perspectivas de conocimiento social: actividad económica, antropología, derecho y política,
expresión artística, etc. Como consecuencia, es posible aproximarse a numerosos temas curriculares si se
parte del estudio histórico. Junto a esta posibilidad, el conocimiento histórico ofrece contexto a muchas otras
disciplinas: Literatura, Matemáticas, Ciencias naturales, etc. Son varias las tendencias didácticas que intentan
acercarse a las distintas disciplinas desde el inicio de los procesos históricos de creación del conocimiento.
Pero no debe perderse una de las posibilidades más interesantes de una buena didáctica de la Historia en el
ámbito escolar. Se trata de fomentar el gusto y la práctica de la indagación por el pasado. Gran parte de los
estudios de historia local se deben a sociedades de historiadores aficionados que dedican parte de su tiempo
a esa actividad. Junto a esta práctica, tan extendida entre la gente común que tiene inquietudes culturales,
resulta evidente el gusto y la demanda de actividades relacionadas con el conocimiento del pasado: de
museos a parques temáticos o centros de interpretación, además de la existencia de una creciente afición por
la lectura de revistas históricas u obras de divulgación y canales de televisión especializados en cuestiones de
historia.

4. Ayuda a adquirir sensibilidad social, estética, científica, etc. :

Nos referimos a la adquisición de sensibilidad por los temas sociales. Cuando utilizamos esta expresión, nos
referimos a una fuerza de conocimiento que implica empatía y racionalidad: supone una mirada afectuosa y
racional. La sensibilidad es una explosiva combinación de cordura y pasión, de teoría y sentimiento.
Pensar con sensibilidad permite apreciar cuán profunda y misteriosa es la capacidad del conocimiento, pues
combina inteligencia y deseo, enriqueciendo así la percepción. Por ello, la sensibilidad posee una gran fuerza
que aparentemente parece irracional, pero que es capaz de aposentar certezas de difícil fundamentación.
La combinación de inteligencia y sensibilidad es la clave del aprendizaje más interesante y productivo en el
sentido más amplio de la palabra. No debe confundirse la acepción que damos aquí al término sensibilidad
con la infantil sensiblería que, desgraciadamente, está demasiado presente en los ámbitos educativos.
La sensibilidad es el mejor medio de llegar al compromiso cívico y a la mirada más interesante sobre los
problemas sociales. La historia es la maestra fundamental para poder cultivar esta dimensión tan importante
de la educación.

3. Los paradigmas de enseñanza de la historia. Marco teórico, metodología, papel del alumno y papel
del docente. –Cuadro

4. ¿Qué son los contenidos?


Según Gvirtz -En el sistema educativo, el término contenidos adquiría una significación enciclopedista. Se
identificaba al contenido con los temas, los conceptos y las informaciones detallados por los planes de estudio y los
programas de las materias. Los contenidos a enseñar comprenden todos los saberes que los alumnos deben
alcanzar en cada etapa escolar. No se trata sólo de informaciones, sino que incluye también técnicas, actitudes,
hábitos, habilidades, sentimientos. Sólo una porción del contenido está compuesta por el saber académico o
científico. Pero como lo que se pretende transmitir es muy amplio, los criterios para identificar lo que se quiere
enseñar son cada vez más complejos. Si enseñamos una operación matemática –como la conversión de números
fraccionarios en expresiones decimales– parece claro cuál es el objeto enseñado, pero no nos podemos olvidar de la
existencia de otros contenidos que se pueden asociar a esta enseñanza tales como la actitud frente al lenguaje
matemático o el desarrollo del pensamiento autónomo.

Los contenidos de las ciencias sociales según Caldarola: los contenidos las ciencias sociales tradicionalmente
los contenidos o temas que lo denomina contenidos. Era lo único que el docente enseña y evalúa dejando
fuera del currículo aspectos importantes del alumno que adquiere frecuentemente sin el tiempo suficiente.
De ese modo había contenido oficiales reconocidos explícitos y ocultos que parecían de menos importancia y
mucho veces no se tenían en cuenta en los procesos de enseñanza pero se le solicitaba al alumno.

Nueva Concepción del término contenido: los contenidos han sido por tradiciones de elementos fundamental
del sistema escolar, se busca incorporar y reproducir determinados saber científicos.

El modelo conductista puso su interés en los objetivos solo se necesita obtener conductas observables y
evaluables con la transformación educativa se plantea un concepto de contenido más amplio y claro.

César Coll sostiene que el contenido designa el conjunto de saberes o formas culturales cuya se considera
esencial para su desarrollo del alumno que incluye hábitos Habilidades destrezas normas que contienen
valores conceptos que se traduce en un trabajo en conjunto entre el docente y el alumno.

El papel de los contenidos en el proceso educativo es el fin del proceso educativo y está vinculado con el
fracaso del proceso de enseñanza y aprendizaje. El trabajo del docente en conjunto con los padres es darle
una formación integral a cada niño y cada docente conoce la capacidad de cada niño y cómo esto se puede
desarrollar. Esta nueva mirada se centra en el alumno Él es quien se marca el ritmo.

Ahora los contenidos son el fin de la educación que se traduce en el hombre educado es aquel que desarrolla
toda su capacidad de acuerdo su naturaleza su cultura que alcance su plenitud personal.

Los contenidos pueden Considerarse como medios en el proceso educativo el docente al manejar el saber
disciplinar en profundidad favorece el proceso de desarrollo personal del alumno y fortalece sus
potencialidades para alcanzar una formación integral

5. Tipos de contenidos.

6. Selección y secuenciación de los contenidos.


Las culturas son las productoras de lenguajes, costumbres, creencias e ideas que se transmiten en las
escuelas. A partir de ellas se extraen y se definen los contenidos a enseñar. Pero la realidad cultural es
inabarcable para cualquier proceso de transmisión, por eso el fenómeno educativo supone una selección, un
recorte de la totalidad cultural. Transmitir determinadas visiones, sentimientos o conocimientos acerca del
mundo y de la sociedad sólo es posible sobre la base de la identificación de ciertos elementos considerados
importantes (y la exclusión de muchos otros). Educar es afirmar un proceso selectivo.
Definir contenidos a enseñar supone resaltar, prestar atención, jerarquizar y, al mismo tiempo, excluir y desatender
ciertas prácticas culturales. Decir que una cosa debe ser enseñada también es cerrarle el paso a otras formas de ver, de
pensar, de proceder o de sentir: la enseñanza de la historia a partir de los próceres (San Martín, Sarmiento y Belgrano)
tiende a excluir a la historia económica y muchas otras más; la cultura deportiva tiende a relegar a otras prácticas
corporales... Cada sociedad, nación o grupo humano selecciona el saber que considera necesario y conveniente para
transmitir en forma sistemática.
La transmisión cultural escolar exige una operación de selección porque la totalidad social-cultural es inabordable; por
restricciones de tiempo, de interés o de conveniencia no puede ser enseñada. Esta selección varía según las
circunstancias sociales, políticas e históricas. Decidir qué se enseña (y qué no se enseña) es un asunto que liga
permanentemente la selección del contenido con cuestiones de poder y de autoridad. Hemos dicho que la educación es
posible como un proceso selectivo que excluye algunas regiones de la vida social, mientras afirma otras, las reitera, las
valora. Pero la selección (y la exclusión) cultural que se realiza sobre los textos culturales no es casual y tiene su propia
historia, su propia tradición. Este proceso selectivo no es un producto de la casualidad: la exclusión de ciertos temas y
realidades se ha reiterado a lo largo de décadas de escolaridad. Ejemplos de asuntos históricamente excluidos son las
experiencias sexuales, las tradiciones de grupos minoritarios, el conocimiento acerca del funcionamiento del mercado
de trabajo o el anarquismo.
¿Pero de dónde proceden los contenidos a enseñar?
La enseñanza debe presentar saberes y técnicas que ha “tomado prestados”, cuyo origen está fuera del ámbito de las
instituciones de enseñanza. La generación de estos contenidos culturales radica en algún grupo o institución –
generalmente exterior a la escuela– que actúa como lugar de referencia y autoridad cultural. Pueden ser las
universidades, los centros de investigación científica, las academias, los laboratorios o los centros de desarrollo
industrial.
El sistema escolar parte del reconocimiento de que existen elementos culturales fuera de él y que algunos de estos
deben ser transmitidos de manera sistemática e intencional a los alumnos. Pero esto ya supone una cierta selección. No
todos los saberes requieren de una institución especializada para su transmisión, ya que los chicos aprenden sobre
infinidad de cuestiones sin que para ello sea preciso asistir todos los días a la escuela. Sin embargo, algunos temas no-
escolares (como aprender a vestirse, a decir mamá, a diferenciar los colores), que tradicionalmente no eran incluidos en
la selección de contenidos a enseñar, han sido “contenidizados”.
En las últimas décadas, la inserción de la mujer en el mercado de trabajo y la expansión del jardín de infantes han
forzado la escolarización de muchos de estos elementos de la cultura. Por eso, cuando pensamos en la selección cultural
que establece los contenidos a enseñar debemos tener en cuenta que:
hay cosas que la escuela siempre ha incorporado (la alfabetización, el cálculo, los hábitos del trabajo escrito, la
obediencia o la aceptación de la autoridad del maestro);
• hay otros elementos culturales que la escuela ha intentado incorporar en los primeros niveles de la escolaridad,
aunque no siempre haya logrado transmitirlos (los procedimientos tecnológicos, la enseñanza de capacidades críticas, el
trabajo autónomo);
• hay otros contenidos que, por diversos motivos, hasta ahora la escuela no se ha propuesto introducir en sus
transmisiones.
1. ¿Qué tipos de contenidos deberían incluirse en los procesos de aprendizaje?

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