La Familia en El Nuevo Testamento
La Familia en El Nuevo Testamento
LA FAMILIA EN EL PLAN DE
DIOS
EL VALOR DE LA
PERSONA
OBJETIVOS
Tomar conciencia de la
dignidad que tenemos como
personas, y de los derechos y
deberes que se derivan de ella.
Fomentar una actitud de respeto
y aprecio, hacia todas y cada
una de las personas.
Descubrir el camino para hacer
de nuestra familia, un espacio
donde todos podamos crecer
como personas.
• ¿Qué significado
le otorgan a la
expresión
«espíritu de esclavos»,
y qué relación tendrá con
la dignidad humana?
• ¿Por qué el «espíritu de hijos adoptivos» nos hace
personas dignas?
• ¿Cómo reflejamos en nuestra familia el «espíritu de hijos»
que sustenta nuestra dignidad?
1. Principales valores: Poder, prestigio y
dinero. La persona es una mercancía: SER O
Compro luego existo (materialismo-
consumismo). La autorrealización es por TENER
competencia, y a cualquier precio. Vale más el
que tiene más.
2. Urge que la persona redescubra su valor
infinito, su dignidad.
3. Vivimos tan acelerados que no nos queda
tiempo para resolver lo más importante:
Descubrirnos como personas.
4. Pero no todos son así, hay muchos
Filósofos naturales de la Universidad de la
Vida: Hombres y mujeres que se
conocen, aceptan, aman y son amados.
Encontrar a alguien así, es uno de los grandes
placeres de la vida. Nos transmiten una
profunda paz interior.
LA VOZ DE
DIOS
5. Fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios (Teología de
la Creación: Gn 1, 26). Por la gracia fuimos elevados a la
dignidad de hijos de Dios (Teología de la Redención: Jn 1, 12).
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ACCIONES SUGERIDAS DEL MFC
DIOS: MI PERSONA:
Tener a Jesucristo como el Señor de mi vida. Hacer hábito de ejercicio físico diario.
Orar por el papa, el obispo, los sacerdotes, los enfermos, y los difuntos. Aprender un nuevo idioma.
Bendecir el día que inicia. Agradecer el día que termina. Aprender a tocar un instrumento musical.
Bendecir los sagrados alimentos. Terminar algún nivel de estudios, y perseverar hasta el máximo.
Bendecir al cónyuge y a los hijos al salir de casa. Hacer una dieta nutritiva. Pesarse semanalmente.
Rezar el rosario diario en familia. Retirar la TV de las recámaras. Seleccionar los programas a ver. No tener la TV
Hacer misa dominical en familia. encendida todo el día.
Hacer misa diaria o de primer viernes de mes. Salir a cenar o bailar con el cónyuge, mensualmente.
Realizar confesión mensual. Analizar la salud, al menos anualmente.
Hacer comunión en cada misa. Ver una buena película.
Leer la Biblia al menos 5 minutos diarios. Salir una vez por semana con amigos(as) individualmente.
Entronar la Biblia en el hogar. Escuchar música que alimente el espíritu. No escuchar música indecente.
Reflexionar el Evangelio del día. Cortarse el pelo mensualmente. Rasurarse diario.
Investigar las biografías de los santos, según el santoral. Bañarse antes y después de la relación sexual.
Rezar novenas de santos, según el calendario litúrgico. Arreglarse manos y pies frecuentemente.
Realizar horas santas los jueves. Desde temprano estar presentable. No salir fodongo.
Participar de la oración de Laudes, diariamente. Recibir limpio y contento al cónyuge, cuando llega del trabajo.
Servir en otro apostolado: catecismo, liturgia, pláticas, etc. Usar ropa para dormir nueva y coqueta.
Hacer de la vida una oración. Usar ropa de cama limpia y fresca.
Dejar vicios que solo dañan la salud personal , familiar y social.
EL PRÓJIMO:
Poner en primer lugar a Dios, luego a mi cónyuge, después a mis hijos y por LA NATURALEZA Y LO MATERIAL:
último a los demás, siempre. Cubrir los gastos de la casa en pareja.
Pasear o jugar en familia, semanalmente. Ayudar en los quehaceres de la casa.
Ir al cine en familia. Limpiar el patio de la casa, semanalmente.
Avisar al cónyuge dónde voy o estoy. Pintar la casa, anualmente.
Saludar cuando llego y despedirme cuando me voy. Comprar casa, auto, etc. nuevo
Avisar al cónyuge cuando hay cambio de planes en el trabajo (voy a tardar, llegar Sembrar un árbol. Arreglar el jardín.
tarde o no llegar). Iniciar la construcción o la compra de nuestra casa propia.
Perdonar al cónyuge y a los hijos. Volverlos a amar. Fertilizar los árboles de la casa.
Dialogar con el cónyuge y con los hijos, diariamente. Bañar a las mascotas. Llevarlas al veterinario frecuentemente.
Acompañar al cónyuge al supermercado o al fútbol. Desinfectar la casa y el jardín.
Visitar a los vecinos o hermanos, invitarlos al MFC. Iniciar un nuevo negocio honesto, sin hacer daños a terceros.
Enseñar al que no sabe. Aprender de los demás. Renovar el guardarropa anualmente. Donar a los más necesitados.
Visitar a una familia pobre. Darle consuelo. Tener de todo solo lo necesario, donar lo demás a los más necesitados.
Visitar a los abuelos en familia, semanalmente. Lavar el auto, no usarlo sucio. Hacerle los mantenimientos correspondientes. Con
Regalar una despensa a otra familia, mensualmente. tenencia, tarjeta de circulación y placas vigentes.
Regular los horarios y el contenido de Internet que ven todos los miembros. Pagar todos los servicios del hogar, en tiempo y forma. No ser morosos.
Celebrar los cumpleaños de la familia. ¡Dar regalo! Proveer a los hijos de los materiales necesarios para su correcto desarrollo en
Visitar a un enfermo. todos los aspectos.
Enterrar a los muertos.
ACCIÓN
SUGERIDA
(También el Matrimonio Promotor)
«Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene?
También los cobradores de impuestos lo hacen. Y si saludan sólo a sus
amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan
así. Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el
Padre de ustedes que está en el Cielo.» (Mt 5, 46-48).
DÉBILES, PERO
FUERTES
José Luis Caravías, SJ
Somos de carne y hueso, Señor, vendidos como esclavos al pecado. No realizamos las buenas
obras que deseamos, pero hacemos, en cambio, las que detestamos (Rm 7, 14s).
Pero aunque seguimos siendo personas frágiles (2 Co 10, 3), creemos, Jesús, que nuestra
antigua condición pecadora fue clavada contigo en la cruz, para que no seamos más esclavos
del pecado (Rm 6, 6).
Si Tú vives con nosotros, aunque el cuerpo siga sufriendo los mortíferos efectos del pecado,
nuestro espíritu vive a causa de tu fuerza salvadora (Rm 8, 10).
Tú nos sostienes con tu fuerza y te fías de nosotros hasta el punto de ponernos a tu servicio (1
Tim 1, 12). Tu gracia llena de fortaleza nuestros corazones (Hb 13, 9) y nos hace salir victoriosos
de toda clase de pruebas (Rm 8, 37).
Tú, que eres digno de confianza, nos fortaleces continuamente (2 Tes 3, 3). Por eso nos
sobrevienen pruebas de toda clase, pero no nos desanimamos; estamos entre problemas, pero
no desesperados; somos perseguidos, pero no eliminados; derribados, pero no fuera de
combate.
Por todas partes llevamos en nuestra persona tu muerte, para que también tu vida se
manifieste en nostros (2 Co 4, 8-10). Nos imaginan tristes, y estamos llenos de alegría;
parecemos pobres, y enriquecemos a muchos; damos la impresión de no tener nada, y lo
tenemos todo (2 Co 6, 10).
Esperamos que tú mismo, Jesús, después de estos breves padecimientos, nos fortalecerás y nos
colocarás sobre una base inconmovible (1 Pe 5, 10). Y el Padre Dios, que con su poder te
resucitó, nos resucitará también a nosotros (1 Co 6, 14). Amén.