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Seminario de Poesía Testimonial

La poesía testimonial en términos generales, usando aspectos de la hermenéutica de Paul Ricoeur y con ejemplos de la poesía mexicana.

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La poesía testimonial en términos generales, usando aspectos de la hermenéutica de Paul Ricoeur y con ejemplos de la poesía mexicana.

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Seminario de

poesía testimonial
Sesión I: poesía y testimonio siglo XX
Nociones generales
I. POESÍA
 Para situar un posible orden del discurso, es preciso intentar definir, sea en términos
generales e incluso provisionales, qué significa la poesía en el sentido de una praxis
del sentido.

 Tomamos para este efecto definiciones hermenéuticas y poéticas, en el primer caso,


del filósofo francés Paul Ricoeur (1913-2005), quien nos dice al respecto del tema:

 1)El lenguaje poético es aquél que rompe con el lenguaje cotidiano y se constituye en foco
de la innovación semántica. 2)El lenguaje poético, lejos de celebrar el lenguaje por sí mismo,
abre un mundo nuevo, que es cosa del texto, el mundo del poema. 3)El mundo del texto es lo
que incita al lector, al oyente, a comprenderse a sí mismo ante el texto y a desenvolver, en
imaginación y en simpatía, el sí mismo capaz de habitar ese mundo desplegando en él sus
posibles más propios.
 Las características arriba mencionadas permiten, a efectos de este curso, establecer
la poesía como una posibilidad de sentido en la dimensión personal, social e histórica
del testimonio: la ruptura del lenguaje cotidiano, sobre todo el lenguaje de las
verdades hegemónicas; la apertura de un mundo nuevo, como posibilidad de acción
y testimonio; y por último, la promoción en el lector -a través de la imaginación y
simpatía- del encuentro consigo mismo como ser capaz de abrirse posibilidades, nos
hablan de una praxis del sentido para el testimonio.

 El poeta exiliado español, León Felipe (1884-1968), hará otro tanto desde su esquina
poética al definir a la poesía como aquella capaz de “levantar las cosas /desde lo
doméstico a lo épico/ de la sordidez a la luminosidad” (La gran aventura).

 La poesía, así, en una aproximación más propia ya del siglo XX/XXI, puede
establecerse como una posibilidad testimonial en el paso del ser humano por la
tierra, en su ser personal e histórico, con sus encrucijadas y contradicciones,
dispuesto a poblar la imaginación del lector con empatía social y ética.
 Sin excluir las distintas posibilidades literarias y simbólicas del quehacer poético, en el
caso de los poetas que examinaremos, hay una impronta de testimoniar, a través de
distintos registros y técnicas, la situación social en que se encuentran y el
involucramiento poético con la condición humana como preñada de dolor e injusticia
pero también de posibilidad lírica.

 Tal posibilidad lírica, revestida a veces de características épicas, permite al poeta


solidarizarse con la humanidad en su marginalidad y exclusión, sea el/la poeta testigo
de la injusticia y la maldad, pero empático al sufrimiento; o sea él/la poeta mismo, al
menos en su yo lírico, sujeto del sufrimiento y creador de posibilidad estética.

 De tal modo que se pueda decir, con el ya mencionado León Felipe:

Sin embargo,
Yo conozco tu historia
-la sé de corrido-
Voy a contársela a los hombres
Y a mostrarle al mundo entero
Tu divina cédula bautismal.
(La gran aventura)
II. Testigo / Testimonio
 Dos son los libros en que el filósofo Paul Ricoeur ahonda en la noción de testigo y
testimonio: Fe y filosofía (2008) y Memoria, historia y olvido (2000).

 En el primer libro, quizá de forma radical por tratarse del testimonio religioso, Ricoeur
habla de un testigo de la vivencia del absoluto y el mal, cuya atestiguación del
martirio lo convierte en un mensajero radical de la trascendencia:

 “El testigo es el hombre que se identifica con la causa justa detestada por la
muchedumbre y por los grandes, es quien, por esa causa justa, arriesga la vida. Ese
compromiso, ese riesgo asumido por el testigo, brota del testimonio mismo que, a su
vez, ya no significa la simple narración de las cosas vistas; el testimonio es
asimismo el compromiso de un corazón puro, un compromiso hasta la muerte.”
 Testimonio, sería en este sentido, “una acción, una obra, el movimiento de una vida,
[...] prueba viviente de la convicción y la consagración de un hombre a su causa.”

 De ahí que el testimonio, en esta primera aproximación implique el involucramiento


sensitivo del ser humano desde los entresijos de su sensibilidad e imaginación (el
corazón humano), ya no sólo narrando simples acontecimientos, sino convirtiéndolos
en pruebas vivientes de convicción humana, incluso a pesar de grupos y poderes,

 En Memoria, historia y olvido: Ricoeur hará una acotación interesante, con relación a
la documentación histórica y el paradójico ejercicio de la memoria humana, cuya
frontera con lo ficticio siempre es imprecisa:
 “...en ciertas formas contemporáneas de declaración suscitadas por las atrocidades
masivas del siglo XX, el testimonio resiste, no sólo a la explicación y la
representación, sino incluso a la reservación archivística, hasta el punto de
mantenerse deliberadamente al margen de la historiografía y de proyectar una duda
sobre su intención veritativa.”
 La cualidad de auto-designación en el testigo permite una situación dialogal que dota
al testimonio -aún a pesar de su entreveramiento de realidades vividas e imaginadas,
de una figura institucional capaz de restablecer la garantía del vínculo social: “el
crédito otorgado a la palabra del otro hace del mundo social un mundo
intersubjetivamente compartido”.

 La fe social en la palabra compartida, la tenue frontera entre memoria, imaginación e


historia, más la complejidad de la atestación biográfica en el recuento de ciertos
hechos, permiten, a nuestro parecer, la posibilidad de la literatura como un ejercicio
de imaginación ética, cuya praxis de sentido permite denunciar, simbolizar y
documentar el testimonio, no ya como una certeza histórica en el sentido positivista
de la palabra, sino como un desocultamiento del ser humano en su posibilidad de un
mundo nuevo, a través de las circunstancias contradictorias e injustas que le han
sido impuestas.
III. Poesía testimonial
 Ahora podemos centrarnos en el tema de reflexión principal: la poesía testimonial,
sus características literarias, su relación con la realidad y su posibilidad imaginativa
con relación a una realidad testimoniada.

 El profesor chileno Sergio Mansilla Torres, en Poesía testimonial: la verdad de la


imaginación y del lenguaje, establece una formidable síntesis de las características y
encrucijadas estético-morales que envuelven al poema testimonial.

 Primariamente sitúa a la poesía testimonial como un híbrido entre realidad histórica y


ficción literaria, no siendo lo uno o lo otro solamente, sino un delicado equilibrio entre
los procedimientos discursivos de lo verosímil literario y el testimonio propiamente
dicho, de carácter histórico, social y jurídico, pero no necesariamente literario.
 Curiosamente, Mansilla plantea en los orígenes de las primeras crónicas de conquista una
posible raigambre literario-testimonial, incluyendo el famoso poema épico La Araucana de
Ercilla como una primera aproximación a este delicado equilibrio entre testimonio y recuento
poético de los hechos.

 Hay que tomar muy en cuenta, a manera de advertencia creativa, que la poesía testimonial
no es “un testimonio escrito en verso”, sino poesía, y por lo tanto literatura que participa del
testimonio.

 Un recurso principal, aunque no el único, de la poesía testimonial, es una suerte de yo


metonímico, que asume una transparencia poética de los acontecimientos que dista de ser
real en términos autobiográficos absolutos, pero que resulta certera en cuanto a “relación de
los hechos” asumidos por el yo lírico como un esfuerzo imaginativo por mostrar la extrañeza
y el misterio de la condición humana.

 No hay que olvidar, entonces, que la poesía testimonial es un discurso de ficción, que
paradójicamente, en un frágil equilibrio, coindice con el sentido histórico de los
acontecimientos, llevándolos a un plano más allá de los historiográfico, pero mostrando un
desocultamiento de la condición marginal de una verdad ética.
 La paradójica relación entre el sujeto lírico metonímico y el acontecimiento “real” en
el cual se ubica, es un artificio literario que provoca una sensación de transparencia,
una ilusión verdadera en términos de Mansilla:

 “...el hablante es el poeta dando cuenta de una experiencia vivida, pero al mismo
tiempo es la mediación entre la vida real y el enunciado poético, o sea, es una figura
del lenguaje”.

 El hecho real se carga de opacidad connotativa: se simboliza la condición humana a


través del hablante poeta que simboliza un cuerpo tangible que sufrió los rigores de
esa vivencia.

 Existen dos dimensiones o vías que atraviesan a la poesía testimonial: por un lado el
desafío ético al que nos enfrenta, y por el otro, el resplandor estético que requiere en
cuanto obra artística. Equilibro difícil que dependerá de la capacidad hablante del/a
poeta, su imaginación y las posibilidades técnicas de su formación literaria.
 “El testimonio se articula como una duplicación verbal de lo vivido que pasa por la
transfiguración poética de la imaginación creadora.”

 Finalmente, la imaginación poética entreverada de testimonio, en términos sociales,


puede abrir nuevas rutas imaginativas para crear fisuras en la significación
hegemónica de los hechos históricos, reafirmando “al ser en medio del torbellino del
horror, destacando las bellezas y emociones menudas como signos vitales de una
insospechada fuerza”.
IV. Sor Juana Inés de la Cruz:
la primera denuncia
 Si bien la poesía testimonial es una fuerza lírica que inicia en el siglo XX
consolidándose en el siglo XXI, podemos encontrar antecedentes concretos en la
poesía de Sor Juana Inés de la Cruz, en diversos motivos de su lírica, en su poema
largo El primer sueño y sobre todo en la famosa Respuesta a Sor Filotea.

 Un poema aparentemente sencillo y breve como el conocido popularmente como


“Hombres necios que acusáis”, da cuenta de los mecanismos de opresión masculina
que sufre la mujer en el temprano siglo XVII Barroco.

 Tales mecanismos denunciados por Sor Juana, y atendiendo a las ideas de la filósofa
feminista Graciela Hierro, dan cuenta de una doble moral masculina como una forma
de desarticular el placer femenino con sus posibilidades éticas.
 Plena del arte e ingenio propio del Siglo de Oro, Sor Juana recurre a figuras como el
retruécano, el quiasmo, la ironía y el paralelo para explicitar poéticamente tal doble
moral.

 Por ejemplo cuando Sor Juana dice: “¿porqué queréis que obren bien / si las incitáis
al mal”, estamos hablando de un paralelo antitético, en el que una idea se opone a
otra creando un ritmo de pensamiento.

 En “Parecer quiere el denuedo /de vuestro parecer loco/al niño que pone el coco / y
luego le tiene miedo”, tenemos una comparación, destacando la desproporción entre
un parecer contradictorio de un infante que pone la causa de su miedo y después se
queja de ésta.

 Cuando Sor Juana nos dice “si no os admite es ingrata/y si os admite es liviana”
también tenemos un paralelismo antitético.
 El quiasmo es una figura en que dos elementos de una cláusula se repiten cruzados,
generando una sensación de duplicidad conceptual paradójica, su forma más
concreta es el retruécano:

 Siempre tan necios andáis


 Que, con igual desnivel,
 A una culpáis por cruel
 Y a otra por fácil culpáis.
 (quiasmo)

 ¿O cuál es más de culpar


 Aunque cualquiera mal haga:
 La que peca por la paga,
 O el que paga por pecar.
 (Retruécano)
 Al final de la redondilla, la poeta novohispana revela su posición testimonial,
atestiguando que lo que acaba de exponer es fundamento de una situación
verdadera, en que el varón recurre a una doble moral arrogante, un doble vínculo que
intenta desarticular la autonomía femenina con el pretexto del placer y el recato:

 Bien con muchas armas fundo


 que lidia vuestra arrogancia
 pues en promesa e instancia
 juntáis diablo, carne, mundo.
V. Las vírgenes terrestres de
Enriqueta Ochoa
 Enriqueta Ochoa (Torreón, Coahuila 1928-2008) es una poeta mística y confesional
mexicana que siempre osciló entre la confesión y el testimonio en su producción
poética. Su poema más famoso “Las urgencias de un Dios” (1950), escrito a escasos
19 años, le valió la prohibición del texto por parte de la iglesia.

 En Las vírgenes terrestres, escrito en 1952, Ochoa ofrece, a través del yo


metonímico, un testimonio de la condición femenina en el siglo XX.

 En este texto, Enriqueta Ochoa hace una crítica del documento histórico como forma
de archivar la mismidad de la mujer en registros hegemónicos: “En vano envejecerás
doblado en los archivos,/no encontrarás mi nombre.”
 Ochoa pide que la llamen con el mote de “virgen terrestre”, cuyo vestido incoloro nos
habla de una existencia históricamente gris, pero poética y vitalmente llena de deseo
y creatividad.

 La virgen terrestre está “traspasada de urgencias”, “espesa de amargura”,


soportando el silencio y la espera, en una tierra que no la escucha ni comprende.

 La poeta critica las falsas designaciones de la condición femenina, como vírgenes


terrestres con “un temblor de castidad serena”, lo contrario es verdad: hay una
corriente oscura y “vital disuelta en las entrañas”, una corriente creativa que impide a
la mujer pasar desapercibida, dándole radiancia y condena.

 La recomendación que impone el imaginario colectivo que testimonia Ochoa, es la de


“morderse las palabras, caminar de puntas, acallando el instinto desatado”, sin
embargo ella denuncia estar maniatada por “viejas causas, cánones hostiles”,
convirtiéndola en una tumba en llamas, plena de instinto creador, pero en extinción
de servidumbre.
 Ochoa se siente incluso ajena a lo divino, sin encontrar a Dios “por ningún ángulo”,
contemplando a las abastecidas, las que han podido realizar su subjetividad, aunque
no queda claro el modo en que logran realizar tal intensidad.

 Finalmente, Ochoa maldice la tempestad original, el eros y thánatos que atraviesa su


identidad creadora e instintiva, Enriqueta se siente ajena incluso al misterio espiritual,
al encuentro con Dios, a la posibilidad de una vía contemplativa que le permita ser
mujer en el llamado religioso.

 Ni siquiera Dios habrá de distinguir a las vírgenes terrestres por no tener un nombre
mas allá del otorgado al nacer: las innombradas, las expulsadas de la condición
humana, las sepultadas en los archivos, “cubiertas de humo en las honduras/de un
país olvidado”, alzando los brazos en “furia atropellada, deshechas de agonía”.

 Pero a la tierra estéril, dice la poeta, “no se le oyen los labios”.


V. Denuncia en testimonio:
Alaide Foppa
 La poeta, activista, profesora y crítica de arte, Alaide Foppa, es el ejemplo más
evidente de la poesía con relación a una vida de activismo que culminó con su
desaparición en 1980 por el gobierno guatemalteco, ya que al parecer intentaba
colaborar con la guerrilla de esta época.

 Nacida en Barcelona, pero de nacionalidad guatemalteca, la escritora también fue


pionera en los setenta del feminismo en México, que involucró la creación de la
revisa fem y un Foro de la mujer en Radio Universidad.

 En su libro Las palabras y el tiempo, reflexiona sobre el decir poético, la soledad de


la escritura y la temporalidad de la poesía, sin embargo, son los poemas sueltos
incluidos en la más nueva edición del 2018 los que nos interesan.
 En estos poemas hay una clara denuncia de la condición de la mujer bajo el sistema
patriarcal, desde un hondo todo confesional pero criticando cánones y lugares
comunes desde los cuales se le intenta tipificar.

 En el poema “Mujer”, tenemos dos extremos tensionales que componen el poema,


descripciones de una dimensión existencial que contrasta con los versos en el
desarrollo: “Un ser que nunca acaba de ser” y “Un ser que trata /de saber quién es/ Y
que empieza a existir”. Inicio y final de la condición más propia de lo femenino,
rodeada de negaciones:

 No la remota rosa No la marchita y burlada solterona


 Angelical No la obligada a ser bella
 que los poetas cantaron No la obligada a ser buena
 no la maldita bruja No la obligada a ser mala
 que los inquisidores quemaron No la que vive porque la dejan vivir
 No la madre bendita No la que debe decir siempre que sí
 La sucesión de negaciones en la figura de la anáfora da al poema no sólo un tono
confesional, sino también un dejo de letanía y manifiesto, testimonio en que los dos
extremos mencionados le dan sentido a una mediación falsificada por las
designaciones patriarcales de lo femenino.

 En “Soledad” nos habla de una mujer en un suelo sin sol, ofuscada, sin consuelo:
“una mujer muda/ en un mundo cerrado/ una estatua de sal en espera del derrumbe”.

 Llama la atención la mención del mundo cerrado, que puede verse como el sistema
de interpretación del macho, como le llama la psicóloga feminista Anne Wilson
Schaef, en que la mujer enmudece sin erigir su propia interpretación de la realidad.

 También la figura de la mujer de Lot, que al desobedecer a Dios se convierte en


estatua de sal, figura que asume el sujeto poético, en espera del derrumbe
existencial.
 En estos dos poemas, tenemos un núcleo confesional que se abre a un testimonio
histórico: el eclipse cultural de la dignidad humana, manifestada en negaciones
existenciales que afectan las condición de lo femenino.
VI. Declaración queer en “Digo lo
que amo” A. Bohórquez
 Aunque la designación pudiera parecer exagerada, pensamos que la doble
connotación, inicialmente despectiva y actualmente incluyente, resulta apropiada
para hablar de la poesía homoerótica de Abigael Bohórquez (1936-1995) como
declaración queer.

 Poeta sonorense con poemas de corte social y satírico, amigo de Salvador Novo,
Carlos Pellicer y Efraín Huerta, Bohórquez no perteneció a un grupo literario en
particular, aunque su producción literaria es cuantiosa, llegando a una veintena de
libros.

 En Digo lo que amo (1976) encontramos una serie de recursos literarios que le
permiten a Bohórquez articular una declaración testimonial homoerótica en un
momento histórico en que la exclusión de género estaba en auge.
 Desde el título, basado en claro intertexto en unos versos de Luis Cernuda sobre la
imposibilidad del decir homosexual, tal intertexto se intensifica al incluir unas
palabras de Oscar Wilde sobre su condena a trabajos forzados acusado de sodomía.

 Deudor profundo de la poesía del Siglo de Oro español, en Digo lo que amo
encontramos una actualización de técnicas, motivos y designaciones de dicha época.

 Figuras retóricas como el calambur, neologismos a usanza de la tradición galaico


portuguesa, parodias de los discursos levíticos y mexicas, juegos de palabras,
refranes, ironía, son sólo algunos de los elementos técnicos de que se sirve
Bohórquez para dar testimonio del decir homoerótico contrastándolo paródicamente
con cánones culturales y reinterpretando motivos como la poesía pastoril para
simbolizar su condición.

 En “Primera ceremonia”, se describe de manera intensa, con neologismos y palabras


arcaicas, el encuentro amoroso entre el yo lírico y un joven (primaverizo, ternúrico,
misérrimo, cervatillo matutinal,etc).
 Casi al final del poema tenemos una descripción del acto amoroso a través de
imperativos esdrújulos que dotan de intensidad a la enunciación, al modo de “Esto es
amor” del español Lope de Vega:

 “deshónrate, sométeme, contrístate, obedéceme,


 Enloquece, avergüénzate, desúnete, arrodíllate,
 Violéntame, vuelve otra vez, apártate regresa,
 Miserable, amor mío, lagarto, imbécil, maravilla,
 Precipítate, aúlla.”

 Con un final que emplea la sinécdoque para connotar el orgasmo, sugiriendo a la vez la
carnalidad del acto amoroso:

 Hiendes la oscuridad
 y adentro:
 llueves.
 En “Reincidencia” tenemos uno de los mejores poemas de tema homoerótico escritos
en Hispanoamérica, haciendo uso del motivo pastoril ya mencionado: “Dejó sus
cabras el zagal y vino”, a lo cual le sigue una serie de descripciones en anáforas
exclamativas con expresiones dignas de Lope de Vega y Góngora:

 dejó sus cabras el zagal y vino.


 qué resplandor de vástago sonoro,
 qué sabia oscuridad sus ojos mansos,
 qué ligera y morena su estatura,
 qué galanura enhiesta y turbadora,
 qué esbelta desnudez túrgida y sola,
 qué tamboril de niño sus pisadas.
 Establecido el ambiente pastoril del poema con descripciones físicas corporales y de
lugar, al igual que el poema anterior, Bohórquez hace perífrasis del acto erótico, con
descripciones traídas de otra época, neologismos, adjetivaciones esdrújulas, y al final
en una suerte de calambur satírico:

 Dejó sus cabras el zagal y vino.


 Qué blanco, qué copioso y dul

 ce
 vino.

 Destacan también, por su carácter burlesco y paródico, los poemas “Tlamatini”,


homenaje a Salvador Novo en que inventa palabras en náhuatl para connotar la
homosexualidad, parodiando las letanías náhuatl de enfermedad aduciendo pecado
de la carne, y “Levítico 20: 13” versículo que prohíbe la relación entre el mismo sexo
y que Bohórquez parodia a modo de una canción cubana tipo Nicolás Guillén: “ay!
Levítico.../tú y yo;/ que en un dos por tre/ sé tú/tendremo ayuntamiento con dolore”.
 Testimonio paródico queer, reincidencia y celebración del placer homoerótico,
cuestionamiento de los cánones culturales de exclusión, en Abigael Bohórquez
tenemos una poesía testimonial precursora de poetas como César Cañedo, Elvis
Guerra o Luis Felipe Fabbre, por mencionar algunos contemporáneos en el tema.
PALABRAS FINALES
 En el poema testimonial, encontramos una praxis estética histórica, que a partir de un
sujeto metonímico de raigambre existencial, se proyecta una situación social concreta de
cara a la condición humana.

 Dicha forma literaria, además de afianzarse en una empatía imaginativa y en una vivencia
concreta, echa mano de distintas formas retóricas: metonimia, sinécdoque, metáfora,
retruécano, calambur, paralelos, símbolos religiosos, anáforas, etc.

 Tales técnicas permiten dotar de una opacidad connotativa al poema, en algunos casos; y
en otros, desarticular discursos hegemónicos a través de la parodia, la sátira y la ironía.

 La poesía testimonial tiene un punto de partida existencial-histórico, pero a medida que


avanza el siglo XX se transforma en otras formas de testimonio: poesía documental,
poesía social y política militante e incluso la desolación citadina como metáfora de la
desigualdad social e histórica.
Bibliografía consultada
 Ricoeur, Paul (2008). Filosofía y fe: problemas del lenguaje religioso. Buenos Aires:
Prometeo Libros.
 ___________ (2004). La memoria, la historia, el olvido. México: FCE.
 Brueggeman (1997). Teología del antiguo testamento. Salamanca: Sígueme
 Edmns Stephen Urbanski, “La realidad hispanoamericana en la poesía testimonial”.
Instituto Cervantes, Actas II, 1965
 Sergio Mansilla Torres, “Poesía testimonial: la verdad de la imaginación y del
lenguaje”, Alpha, No. 8, 1992
 Schaef, Anne Wilson (1987). La mujer en el mundo masculino. México: Editorial Pax
 Hierro, Graciela (2003). La ética del placer. México: UNAM.
 Montes de Oca, Francisco (1979). Teoría y técnica de la literatura. México: Porrúa.
 Felipe, León (1974). Oh, este viejo y roto violín!. México: Finisterre.

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