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La Mision de Jesus y de La Iglesia

La misión de Jesús fue restaurar las relaciones entre Dios, las personas y la creación a través de compartir el amor de Dios y transformar la vida de la gente mediante sus palabras y obras. La iglesia continúa esta misión mostrando el amor de Dios e invitando a las personas a conocerlo, adaptándose a las necesidades locales. Nuestro papel es crecer como discípulos, descubrir nuestros dones y construir relaciones para participar en la transformación que Dios desea traer.

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La Mision de Jesus y de La Iglesia

La misión de Jesús fue restaurar las relaciones entre Dios, las personas y la creación a través de compartir el amor de Dios y transformar la vida de la gente mediante sus palabras y obras. La iglesia continúa esta misión mostrando el amor de Dios e invitando a las personas a conocerlo, adaptándose a las necesidades locales. Nuestro papel es crecer como discípulos, descubrir nuestros dones y construir relaciones para participar en la transformación que Dios desea traer.

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LA MISIÓN DE JESÚS

Los cuatro Evangelios nos cuentan la vida del Señor, la


vida de Jesús fue de esta manera:

Jesús nace en Belén y fue puesto en un pesebre, envuelto


en pañales; allí fueron a adorarlo los pastores, y los ángeles
cantaron: "Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los
hombres de buena voluntad".

Después fueron a adorarlo los Magos de Oriente.

El rey Herodes quiso matar al Niño, y San José y la Virgen


huyeron con Él a Egipto. Más tarde regresaron a Nazaret en
donde Jesús creció y trabajó como artesano en el taller de
José, dándonos ejemplo de santificar la vida de familia y el
trabajo que debe ser bien hecho y grato a Dios.

Después, durante tres años, predicó su doctrina, la que nos


enseñó de parte del Padre Celestial, y pasó haciendo el
bien, con muchos milagros, demostrando que era Dios y
que venía a salvarnos.
•Porque nos amó, instituyó la Sagrada Eucaristía
e hizo sacerdotes a los Apóstoles, y luego
comenzó su Pasión dolorosa hasta morir clavado
en la Cruz; así nos redimió o sea, pagó al Padre
celestial con el precio de su sangre y de su vida,
por todos los pecados de Adán y Eva y de sus
descendientes, que somos todos los hombres y
mujeres del mundo.

•Muerto Jesús, fue puesto en un sepulcro, pero


al tercer día resucitó y se apareció vivo y
glorioso a las santas mujeres y a los Apóstoles; a
los cuarenta días subió al Cielo, prometiendo
que les enviaría al Espíritu Santo.
JUAN 10 (10-18)
El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he
venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.
Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las
ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo
hace presa en ellas y las dispersa,
porque es asalariado y no le importan nada las ovejas.
Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me
conocen a mí,
como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi
vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a
ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un
solo rebaño, un solo pastor.
Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla
de nuevo.
Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para
darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he
recibido de mi Padre.»
San Lucas, 4 (16-21)

Llegó a Nazaret, donde se había criado, y el sábado fue a la


sinagoga, como era su costumbre. Se puso de pie para hacer
la lectura, y le pasaron el libro del profeta Isaías. Jesús
desenrolló el libro y encontró el pasaje donde estaba
escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para
llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad
a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para
despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia
del Señor.
Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se
sentó, mientras todos los presentes tenían los ojos fijos en
él.
Y empezó a decirles: «Hoy les llegan noticias de cómo se
cumplen estas palabras proféticas.»
LA MISIÓN DE JESÚS

Nuestras relaciones con Dios, entre nosotros y con la creación


pueden ser restauradas a través de Jesucristo.
La misión de Jesús fue hacer posible que nuestras relaciones con
Dios, entre nosotros y con la creación pudieran ser restauradas y
que fueran buenas de nuevo. Él se describió a sí mismo como el
que vino a traer el jubileo. Por esto se refería a la venida del Reino
de Dios: un tiempo en que la gente sería liberada y cuando el
Shalom (la armonía) sería restaurado.
LA MISIÓN DE JESÚS

Jesús compartió el amor de Dios a través de sus palabras, sus obras y su carácter
y Él buscó transformar la vida de la gente que Él conoció en la manera en que
más lo necesitaban. Algunas veces esto significaba sanarlos, algunas veces era
darles de comer y algunas veces era solo hablarles sobre las cosas que estaban
mal en sus vidas. Él no discriminaba entre los “tipos” de necesidad: Él valoraba
y servía a la gente que conocía de manera que ellos pudieran ser capaces de
comenzar a vivir una vida plena. La vida de Jesús nos muestra cómo serán las
relaciones restauradas y la vida en el Reino. Con su muerte y resurrección, Jesús
nos liberó del pecado e hizo posible que nosotros pudiéramos tener una relación
eterna con Dios. Esto nos da la esperanza segura de que en última instancia la
nueva creación prometida en el libro del Apocalipsis vendrá.
LA MISIÓN DE LA IGLESIA
La misión de la iglesia es
mostrar el amor de Dios a
las personas e invitarlas a
tener una relación con Él.
(Ver Mateo 28:19-20)
Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis
discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo,

y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a


ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la
historia.»
LA MISIÓN DE LA IGLESIA
La iglesia nació después de que Jesús ascendió al cielo y el Espíritu Santo
fue enviado. La iglesia es el cuerpo de Cristo en la tierra. Su misión es
mostrar al mundo cómo será el Reino de Dios y continuar con la misión
de Jesús. La misión de la iglesia es mostrar a la gente el amor de Dios y
decirles que es posible tener una relación con Él. Nosotros somos
llamados a hacer esto de todas las maneras en que Jesús lo hizo durante su
tiempo aquí en la tierra. Es por esto que decimos que la misión es holística
o integral: comprende toda la vida. A la iglesia se le llama a mostrar al
mundo cómo es tener una relación con Dios que transforma nuestra vida
entera. El mundo puede ver las relaciones entre nosotros y con la creación
de Dios. La gente puede ver si estamos siguiendo el ejemplo de Jesús. A
nosotros se nos llama a ser una comunidad bondadosa e incluyente que
atiende las necesidades de los que la rodean, con amor. También somos
llamados a explicar por qué vivimos de esta manera.
LA MISIÓN DE LA IGLESIA

Nuestro papel es compartir las buenas nuevas del


evangelio con individuos y con toda la comunidad,
mientras buscamos una sociedad justa en la cual
todos podamos prosperar y conocer a Dios. La
manera en que las iglesias locales participan en esta
misión será diferente en diferentes países y
contextos. Esto es porque la manera en que
mostramos a la gente el amor de Dios dependerá de
las necesidades que ellos tengan en ese momento.
PARTICIPAR EN LA MISIÓN DE DIOS

Al vivir como discípulos de Jesús, Dios podrá


trabajar a través de nosotros para traer
transformación. Las tres cosas siguientes nos
ayudarán a ser participantes activos en la misión
de Dios. Crecer como discípulos
1. CRECER COMO DISCÍPULOS
Entonces Tomás le dijo: «Señor, nosotros no sabemos adónde
vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?»
Jesús contestó: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie
va al Padre sino por mí.
Si me conocen a mí, también conocerán al Padre. Pero ya lo
conocen y lo han visto.»
Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta.»
Jesús le respondió: «Hace tanto tiempo que estoy con ustedes,
¿y todavía no me conoces, Felipe? El que me ve a mí ve al
Padre. ¿Cómo es que dices: Muéstranos al Padre?
¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?
Cuando les enseño, esto no viene de mí, sino que el Padre,
que permanece en mí, hace sus propias obras.
Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanme en esto, o
si no, créanlo por las obras mismas.
En verdad les digo: El que crea en mí, hará las mismas obras
que yo hago y, como ahora voy al Padre, las hará aún
mayores.
Todo lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el
Padre sea glorificado en su Hijo.
Y también haré lo que me pidan invocando mi Nombre.
2. DESCUBRIR NUESTROS DONES Y
LLAMADOS
En cuanto a los dirigentes de más consideración (lo que
hayan sido antes no me importa, pues Dios no se fija en
la condición de las personas), no me pidieron que hiciera
marcha atrás.
Por el contrario, reconocieron que a mí me había sido
encomendada la evangelización de los pueblos paganos,
lo mismo que a Pedro le había sido encargada la
evangelización de los judíos.
Pues de la misma manera que Dios hizo de Pedro el
apóstol de los judíos, hizo también de mí el apóstol de
los paganos.
Santiago, Cefas y Juan reconocieron la gracia que Dios
me ha concedido. Estos hombres, que son considerados
pilares de la Iglesia, nos estrecharon la mano a mí y a
Bernabé en señal de comunión: Nosotros nos
dirigiríamos a los paganos y ellos a los judíos.
Sólo debíamos acordarnos de los hermanos pobres de
Jerusalén, lo cual he tenido cuidado en cumplir.
3. CONSTRUIR RELACIONES EN
NUESTRAS COMUNIDADES
Tiempo después Pablo se marchó de Atenas y se
fue a Corinto.
Allí se encontró con un judío llamado Aquila,
natural de Ponto, que acababa de llegar de Italia
con su esposa Priscila, a consecuencia de un
decreto del emperador Claudio; porque todos los
judíos habían recibido la orden de abandonar
Roma. Pablo se acercó a ellos
pues eran del mismo oficio y se dedicaban a
fabricar tiendas. Y se quedó a vivir y a trabajar
con ellos.
Todos los sábados Pablo entablaba discusiones en
la sinagoga, tratando de convencer tanto a los
judíos como a los griegos.

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