Alexander Kojéve y la Dialéctica del amo y
del esclavo
• “El hombre es autoconsciencia. Es autoconsciente; consciente de su realidad y
dignidad humana y en esto difiere esencialmente del animal”. Ser consciente
de sí y de su dignidad son constitutivos del ser humano, pero entendamos que
esta autoconsciencia es producto de la historia.
• Kojéve introduce el “deseo” es su exposición: “El ser mismo del hombre, el ser
autoconsciente, implica y presupone el deseo […] y lo empuja hacia la acción”.
Pero el deseo aquí aludido no se refiere a la vida natural, sino social, ya que se
refiere a un “otro” que también es una autoconciencia.
• “Si la realidad humana es una realidad social, la sociedad humana sólo es
humana en tanto que conjunto de Deseos que se desean mutuamente como
Deseos”. El deseo implica la dimensión del reconocimiento recíproco, no sólo
como cuerpos naturales, sino como individuos.
La historia y el deseo de reconocimiento
• Kojéve agrega que: “[…] la historia humana es la historia de los deseos
deseados”. ¿Podría explicarse la historia sin el deseo de reconocimiento
que han manifestado distintos grupos sociales por medio de luchas
históricas? Prosigue: “Pero todo deseo es deseo de un valor […] el hombre
no se considera humano si no arriesga su vida humana (animal) en función de
su Deseo humano […] Y por eso hablar de origen de la autoconciencia es
necesariamente hablar del riesgo de la vida”. ¿Cuál es el valor por el que el ser
humano actúa a costa de arriesgar su propia vida? La autoconsciencia considera
valioso ser reconocida en su carácter autónomo.
• La lucha por el reconocimiento es una lucha a muerte. “Y es sólo en y por tal
lucha que se engendra la realidad humana, se constituye, se revela y se realiza
en sí misma en los otros”.
Significación de esta dialéctica para la
Filosofía política
• En la lucha por el reconocimiento, una de las dos autoconsciencias cede su libertad para poder
conservar su vida. Esta lucha está desde el inicio de la historia, ya que: “Dicho de otro modo, en un
estado naciente, el hombre no es jamás hombre simplemente. Es siempre, necesaria y
esencialmente, Amo o Esclavo”. En toda sociedad, sobre todo en la Antigüedad, siempre hubo un
elemento de Dominio y un elemento de esclavitud. De allí que: “la dialéctica histórica es la dialéctica
del Amo y del Esclavo”. Considérese que puede haber inversiones en el juego de fuerzas, por
ejemplo, el sentido de la lucha de clases de Marx.
• “Cuando dos primeros hombres se enfrentaron por primera vez uno no vio en el otro más que un
animal, peligroso y hostil, al que se trataba de destruir, y no un ser autoconsciente que representaba
un valor autónomo”. En otras palabras, la lucha por el reconocimiento es inherente al devenir
histórico.
• Kojéve indica que: “la primera acción antropógena toma necesariamente la forma de una lucha: de
una lucha a muerte entre dos seres que se creen hombres; de una lucha a muerte por puro prestigio
con miras al reconocimiento del adversario […] Y es únicamente por el riesgo de la vida que se
reconoce la libertad”. La libertad implica la lucha por el reconocimiento y no es un simple “estado
natural”.
Ser-para-sí y ser-para-otro
• En esta dialéctica el amo deviene ser-para-sí y el esclavo deviene ser-para-otro. El
vencedor no mata al vencido, precisamente por el deseo de ser reconocido en su
valor autónomo.
• El “aufheben” hegeliano adquiere en esta dialéctica un significado claro y preciso,
ya que: “Suprimir dialécticamente quiere decir: suprimir conservando lo
suprimido, que es sublimado en y por esta supresión que conserva a esta
conservación que suprime”. Dicho de otro modo, nos encontramos en presencia de
un ejemplo de la unidad de opuestos. Kojéve agrega: “De nada sirve al hombre la
lucha para matar a su adversario. Debe suprimirlo dialécticamente[…] Dicho de otra
manera debe someterlo”.
• El amo es el ser-para-sí: el momento esencial. El esclavo es el ser-para-otro, el
momento dependiente. Ambos son conscientes de sí en función de sus relaciones
recíprocas.
Las relaciones de dominio implican
jerarquización
• En un primer momento está claro que el esclavo trabaja y que los productos del trabajo son
objeto de goce para el amo. El amo es libre de la naturaleza, debido a que el esclavo es el
que se encarga de transformarla por medio del trabajo. Kojéve señala que: “Puesto que el
esclavo sólo trabaja para el amo, para satisfacer los deseos del amo y no los suyos propios, es
el deseo del amo el que actúa en y por el esclavo”. Se puede agregar que: la psique del
esclavo ha sido dominada por el deseo del amo. El dominio es, así, corporal y psíquico.
• Se da así una relación desigual o asimétrica entre el amo y el esclavo: “Es pues un
reconocimiento desigual y unilateral que ha nacido para esa relación de amo y de esclavo […]
El esclavo no arriesga su vida y el amo es ocioso”.
• Considérense las anteriores reflexiones, bajo la perspectiva del deseo de igualitarismo,
propio de la época moderna –sobre todo, a partir de la Ilustración, la Revolución Francesa y
el socialismo propuesto por Marx-. ¿Qué sucedería? Simplemente, la rebelión del esclavo –
Nietzsche dirá en La Genealogía de la Moral que aparece la inversión de los valores por
parte de los esclavos-.
El trabajo y la lucha por el reconocimiento
del esclavo
• Dado que la dialéctica del amo y del esclavo es una especie de metáfora, considérese que con el
desarrollo de las fuerzas productivas, llegará el momento en el que el esclavo luchará por su
reconocimiento. Podemos distinguir históricamente dos momentos:
• 1. La Revolución Francesa: postula la libertad e igualdad universales. De allí que, la clase burguesa
derroque a la nobleza y ascienda al poder político. Implicó una modificación en la forma de gobierno,
ya que la República sustituye a la Monarquía.
• 2. En el siglo XIX, Marx y Engels van a cuestionar el sistema de producción capitalista, ya que
consideran que el desarrollo de las fuerzas productivas ha puesto al hombre en una etapa en la que ya
no es necesaria la esclavitud y que, en potencia, están dadas las condiciones para la igualdad.
• De allí que Kojéve, señale que: “El hombre integral, absolutamente libre, definitiva y completamente
satisfecho con lo que es, […] será el Esclavo que ha suprimido su servidumbre […] La Historia es la
historia del esclavo trabajador […] Este elemento constitutivo del Ser-para-sí existe también para la
conciencia servil […] En el mundo técnico, transformado por su trabajo él reina –o por lo menos un día
reinará- como Amo absoluto”. Ya que: “El trabajo transforma al Mundo y civiliza y educa al hombre”.
Visión dialéctica de la filosofía de la historia
• La dialéctica del amo y del esclavo implica una filosofía de la historia.
• Hay un supuesto tácito que es necesario explicitar: la función genérica del trabajo. A través del trabajo
el ser humano ha transformado a la naturaleza, pero con ello, se ha transformado a sí mismo y
deviene, así la cultura humana. Esta relación dialéctica del hombre con la naturaleza, permite entender
mejor el sentido de la unidad del Sujeto con el Objeto, ya que la unidad se da por medio de la
interacción del trabajo. Además, el problema de la cosa-en-sí queda superado, tal y como lo expresa
Marx en la segunda Tesis sobre Feuerbach:
• “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una realidad objetiva, no es un
problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar
la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la
realidad o irrealidad de un pensamiento aislado de la práctica, es un problema escolástico”.
• Además, hay un telos en esta filosofía de la historia: la autoconsciencia de la libertad universal. El
esclavo lucha por su reconocimiento y libertad, puesto que, el desarrollo de las fuerzas productivas
permiten la supresión de la esclavitud. De esta manera, la historia es pensada en su totalidad: el telos
es la supresión del trabajo alienado. Así mismo, la igualdad de las autoconsciencias en mutuo
reconocimiento de derechos y libertades.