La familia de
éxito.
Vida Familiar, SIEMA y Sec. Ministerial|Unión Mexicana del Sureste
Si la Palabra de Dios fuera
estudiada cuidadosamente y
obedecida con fidelidad, habria
menos angustia en el alma de los
padres por la conducta perversa
de hijos malvados.
En todo hogar tiene que
haber normas, y los padres
con sus palabras y su trato
mutuo, deben ser un
ejemplo vivo de lo que
esperan que sus hijos
lleguen a ser.
La crianza de los hijos tiene que realizarse a base de cariño
y ternura, los padres no debieran causar dolor a sus hijos
por su dureza o debido a exigencias que no son razonables.
La dureza empuja a las almas a la red de satanás.
La influencia combinada de
la autoridad y el amor,
permitirá sostener firme y
bondadosamente las
riendas del gobierno
familiar.
La dureza y la severidad no
son necesarias para obtener
obediencia. Los hijos imitan el
ejemplo paterno. De esta
manera no se escucharan mas
que palabras airadas, criticas
y disputas de la mañana a la
noche.
Mediante palabras de disciplina suaves y con mucha ternura,
las madres pueden ligar a sus hijos a su propio corazón.
Sucede a veces que uno de los cónyuges es indulgente en
exceso y el otro demasiado severo. Esta diferencia va en contra
de la posibilidad de obtener buenos resultados en la formación
del carácter de los hijos.
La madre y el padre han de actuar juntos como una unidad sin
fisuras.
El principio inculcado por la orden:
“Aménse los unos a los
otros”,
viene a ser el fundamento mismo de la
felicidad doméstica.
Si realmente queremos que nuestros hijos practiquen la
bondad, la cortesía y el amor, nosotros mismos tenemos
que darles ejemplo.
El tratado de Urbanidad más valioso que jamás se haya
escrito es la preciosa instrucción dada por el Salvador,
por medio del apóstol Pablo, por la inspiración del Espíritu
santo; palabras que deberían grabarse indeleblemente en
la memoria de todo ser humano, joven o adulto:
1 Corintios 13:4-8
Los padres han de ser puros en su
lenguaje, y cultivar un tono de voz que
sea suave y persuasivo, no duro ni
autoritario. Den a los niños lecciones
en el cultivo de la voz.
Eduquen su modo de hablar, hasta que
no broten espontáneamente de sus
labios palabras groseras o rudas
cuando se les presenta algún
contratiempo.
La madre debe cultivar un genio alegre,
lleno de contentamiento y feliz. Todo
esfuerzo hecho en este sentido será
recompensado con creces en el
bienestar físico y en el carácter moral
de sus hijos.
Un carácter alegre fomentará la
felicidad de su familia y mejorará en
alto grado su propia salud.