Alice’s adventures in Wonderland
(1865)
Alice Liddell Charles Dodgson
(1852-1934) –Lewis Carroll-
(1832-1898)
A boat beneath a sunny sky,
Lingering onward dreamily Children yet, the tale to hear,
In an evening of July-- Eager eye and willing ear,
Lovingly shall nestle near.
Children three that nestle near,
Eager eye and willing ear, In a Wonderland they lie,
Pleased a simple tale to hear-- Dreaming as the days go by,
Dreaming as the summers die:
Long has paled that sunny sky:
Echoes fade and memories die. Ever drifting down the stream--
Autumn frosts have slain July. Lingering in the golden gleam--
Still she haunts me, phantomwise,
Alice moving under skies Life, what is it but a dream?
Never seen by waking eyes.
Richard Brian Davis (2010): “You’re late for a very important date”
“Toma la píldora azul”, le dice Morfeo a Neo en The Matrix, “y la historia se acaba… Toma la
píldora roja y te quedas en el país de las maravillas, y te muestro cuán profundo cae el hoyo del
conejo”. Tentadora oferta, ¿no? Pues en algún punto u otro de nuestras vidas, todos hemos
querido escapar –de un trabajo tedioso y aburrido, una relación imposible, de un mundo donde
a menudo tenemos tan poco control sobre lo que nos sucede. Quizás sea por razones como
éstas que nuestra cultura se ha obsesionado con la idea de trascender los confines de este
mundo hasta respirar el aire fresco de otro. Así sea por una píldora roja, un pasadizo secreto, un
espejo invertido o el hoyo de un conejo; realmente carece de importancia. Por allí nos
arrojaremos.
Barbara Hoffert (2015): “Why Alice still matters”
¿Entonces por qué Alicia todavía es importante? Ciertamente ella funciona como modelo de deliciosa
curiosidad y de carácter flemático en un mundo perturbado. Pero Charles Darwin, un visitante del hoyo
de Alicia, sugiere una respuesta en After Alice al preguntar, “¿Con qué posible fin podríamos suponer que
haya surgido… esa particular capacidad del ser humano conocida como la imaginación?”.
“A lo mejor la imaginación surgió como una forma de anticipar y, por lo tanto, salir del peligro”, propone
Maguire, quien cree que no podríamos sobrevivir como especie –y mucho menos como individuos-,
careciendo de ella. Sea cual fuere su propósito, es la clave para explicar la vigencia de Alicia. Concluye
Maguire, “ese es el impacto de Alicia, su durabilidad. Alicia es imaginación”.
Jeffrey Gran Howard (2015): “’What use is a book… without
pictures?’: images and Words in Lewis Carroll’s Alice’s…”
El círculo cumple su objetivo al impulsar a las criaturas hacia la acción, y así consiguen secarse. Las
imágenes, los conceptos gráficos, son, por lo tanto, instigadores de movimiento, mientras que el
discurso escolar o el recitado oral de historia escrita, al ser pasivos, no incitan a nadie hacia la acción –
ni siquiera al entendimiento.
Este intercambio verbal entre Alice y el ratón en el cual Alice involuntariamente traza diseños gráficos
en base a las palabras del ratón y, aún más, transforma su discurso en una silueta específica, nos indica
una preferencia inconsciente por la imaginería y las cosas concretas por sobre las (frecuentemente)
amorfas e intangibles abstracciones lingüísticas.
Tale - Tail “If you don’t know what a
Gryphon is, look at the picture”
Thomas Fensch (1970): Alice in Acidland
Parece probable que Carroll tomara el motivo del achicamiento y el agrandamiento del libro
The Seven Sisters of Sleep (1860) –“Las siete hermanas del sueño”- de Mordecai Cooke, que
describe el uso de hongos alucinógenos por parte de chamanes siberianos. Ninguna evidencia
nos llegado como para sostener que Carroll probara en carne propia estos vuelos narcóticos.
Cualquier mención al pasto o césped (“Grass”) es inmediatamente asociada con cannabis,
cualquier galimatías o absurdo es “psicodélico”, aunque el término fuera inventado casi un
siglo más tarde.
- Off with their heads!
Megan S. Lloyd (2010):
“Unruly Alice: A feminist view of some adventures in Wonderland”
A diferencia de otras heroínas de los cuentos de hadas, Alicia no requiere de un hada madrina, un cazador u otra
fuerza externa –con su propio ingenio e ingenuidad, basta- para navegar a través del país de las maravillas
exitosamente, manteniendo su cabeza sobre sus hombros más allá de las bravatas dictatoriales de la Reina de
Corazones. (… ) una jovencita que cambia y se cambia permanentemente, sobre todo a partir de la comida y la
bebida, para poder encajar en su sociedad, se cruza con toda clase de criaturas, se prueba a sí misma, prueba la
vida a su alrededor y, una vez aprendida la combinación adecuada para adaptarse y para estar cómoda consigo
misma, se le da la bienvenida hacia un hermoso mundo donde ella posee sabiduría, poder y prestigio. (…)
Impasible, segura, afirmativa; no hallaremos aquí ningún complejo de Cenicienta: Alicia no es tan sólo una
pequeña niña victoriana en plan de aventuras; ella es un modelo para la mujer del siglo veinte.
Té de locos
“ Really, now you ask me, ” said Alice, very much confused, “I don’t think — ” “
Then you shouldn’t talk, ” said the Hatter. This piece of rudeness was more than Alice
could bear: she got up in great disgust, and walked off.
“Thinking again?”, the Duchess asked, with another dig of her sharp little chin. “I’ve a
right to think, ”said Alice sharply, for she was beginning to feel a little worried. “Just
about as much right,”said the Duchess, “as pigs have to fly.”
Eric Gerlach: “When Alicia, Wittgenstein and Russell met at the
Mad Hatters Tea Party”.
La lógica del Sombrerero es impecable, pero malinterpreta la posición de Alicia. Ella no es
bienvenida, es una intrusa, y el Sombrerero vive a la espera de que ella cometa errores
verbales. Wittgenstein dice que nosotros “hacemos la transición fácil de algo a todo” cuando
proyectamos la forma particular en la cual utilizamos una expresión o lo que ella significa a
todos los casos posibles. Lo que muchas veces sucede bien podríano suceder siempre. Los
filósofos con frecuencia interpretan sus propias perspectivas como generales, permitiéndose
excepciones, pero interpretan las posiciones de sus oponentes como universales,
Virginia Woolf
(1882 – 1941)
A medida que envejecía este impedimento en el centro de su ser, este bloque duro de infancia pura, despojó al
hombre maduro de toda nutrición. Se deslizó en la vida adulta como una sombra.
Con el fin de retornarnos a la infancia, primero nos hace dormir:
“Down, down, down, would the fall never come to an end?”
Abajo, abajo, abajo caemos en ese inconsecuente mundo salvaje, terrorífico y (aún así) perfectamente lógico
donde el tiempo corre, luego se detiene; donde el espacio se amplía, se contrae, el mundo de los sueños.
Convertirse en niño significa ser muy literal; hallar todo tan extraño que nada resulte sorprendente; ser
insensible, ser despiadado, y aun así ser tan apasionado que un desaire o una sombra cubran el mundo de
tristeza. Es ser Alicia en el país de las maravillas.