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Cautivas y Cautiverios-Parte II

El documento analiza la representación de la figura de la cautiva en la pintura y literatura argentina desde el siglo XIX, destacando cómo estas representaciones reflejan las tensiones entre civilización y barbarie en el contexto de la conquista del desierto. Se examinan obras de artistas como Moritz Rugendas, Juan Manuel Blanes y Daniel Santoro, quienes reinterpretan el tema del rapto y la cautividad de mujeres blancas en relación con las élites y el imaginario nacional. La figura de la cautiva se presenta como un símbolo de los conflictos territoriales y culturales de la época, evolucionando en su representación a lo largo del tiempo.

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Cautivas y Cautiverios-Parte II

El documento analiza la representación de la figura de la cautiva en la pintura y literatura argentina desde el siglo XIX, destacando cómo estas representaciones reflejan las tensiones entre civilización y barbarie en el contexto de la conquista del desierto. Se examinan obras de artistas como Moritz Rugendas, Juan Manuel Blanes y Daniel Santoro, quienes reinterpretan el tema del rapto y la cautividad de mujeres blancas en relación con las élites y el imaginario nacional. La figura de la cautiva se presenta como un símbolo de los conflictos territoriales y culturales de la época, evolucionando en su representación a lo largo del tiempo.

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Cautivas y cautiverios

Parte II
Cecilia Vázquez, “Entre el arte y la política. La representación de la figura de la
cautiva en la obra de Daniel Santoro”, Culturales 1, 2, 2013, pp. 171-198.
(síntesis)

• I. Los textos fuente: breve reseña de la figura de la cautiva en la conformación de la pintura nacional en el contexto de la
generación del 80

• “[L]a figura de la cautiva en el campo de la literatura y en el de las


artes plásticas en la Argentina es un motivo que se encuentra
presente en el contexto rioplatense desde mediados del siglo
diecinueve en distintos tipos de obras literarias y plásticas. Los
ideales de las élites gobernantes de la época buscaban plasmar a
través de ellas los parámetros de modernidad, ciencia positiva,
civilización, gusto y progreso de la Europa decimonónica con miras a
"elevar" los estándares de la cultura local. Sumado a ello, el
establecimiento de una coyuntura de prosperidad basada en el
modelo agroexportador llevó a las clases dirigentes conservadoras
locales a crear iconografías nacionales (Malosetti, 2009) que
formularan relatos visuales para la naciente Nación argentina.
• Así, los textos literarios y la incipientemente desarrollada
pintura "nacional" comenzaron a aportar imágenes que
acompañaron a la letra ese proyecto político civilizador. El
escenario representado en ellas es la llanura pampeana y
el desierto, ese espacio que el Estado considera "vacío"
pero que es disputado a los indios, instalados en esos
territorios desde antes de la conquista. Los sujetos
subalternos que la habitan son los indios, los gauchos y las
cautivas. Los conflictos que movilizan las interrelaciones
entre ellos son, entre otros, la disputa por el territorio y la
demarcación de fronteras con "lo otro" de la cultura
oficial, impulsada por las élites dominantes.
• El caso paradigmático de las mujeres cautivas, representadas como
personajes virginales ultrajados por salvajes indios, tuvo una circulación y
difusión extendida en los círculos intelectuales rioplatenses. Allí se fue
desplegando un imaginario en torno a la guerra de fronteras con el indio
(Malosetti, 2009), imaginario que fue formándose por una extensa lista de
cautivas que tomaban cuerpo cuando eran representadas en la literatura y
en la plástica del periodo. En este trabajo me detendré particularmente en
las obras plásticas que las retrataron. A propósito de ello, podemos
señalar que en el campo de la literatura, desde el personaje Lucía
Miranda, deseada por el cacique Siripo en la crónica de Ruy Díaz de
Guzmán en 1612, pasando por María, la heroína romántica del poema La
Cautiva de Esteban Echeverría de 1837, hay una larga serie de cautivas
anónimas del desierto que se multiplicaron en libros y diarios, en crónicas
y leyendas de la época. El rasgo común de estas imágenes literarias es que
se trataba de mujeres blancas, siempre pintadas semidesnudas, llevadas
por la fuerza a galope de caballos briosos, en una actitud de pesar o de
lucha por desprenderse de sus captores.
• Ciñéndonos entonces a la pintura, encontramos que en Buenos Aires las
primeras representaciones plásticas fueron realizadas por los llamados
"pintores viajeros" (López Anaya, 2005:40), artistas europeos que durante
el siglo diecinueve trabajaron siguiendo el canon academicista europeo en
el que se habían formado. En cuanto a los rasgos formales de composición,
su estilo se caracterizaba por una gran calidad técnica de realización y por
su alejamiento del naturalismo, preocupado por lograr objetividad
documental, con el objetivo de registrar mínimos detalles para obtener una
obra que fuese fiel a la realidad. Entre esa cantidad significativa de pintores
viajeros que luego de su periodo de formación en su Europa natal viajaban
a la América hispana atraídos por los relatos de los primeros románticos,
emerge la obra del alemán Moritz Rugendas (1802-1858). En sus paisajes
locales y otras escenas costumbristas cotidianas desarrolla las primeras
imágenes de las cautivas de la pampa tras su rapto. Aquí encontramos una
de las primeras imágenes que forma parte de este grupo de "textos fuente"
que nos van a permitir construir posteriormente un contraste con las obras
contemporáneas […]
• [En E]l rapto de la cautiva […] Rugendas retrata al indio […] como un salvaje de
enorme fuerza física. Se observa la tensión del cuerpo sobre la montura del animal
en movimiento y el brazo llevando una larga lanza que connota una violencia
contenida. Por su parte, la cautiva aparece, en contraste, con las manos atadas y
en expresión devota, mirando al cielo, asemejándose a la matriz representacional
del Renacimiento de las mártires de la pintura clásica que ya hemos mencionado.
El movimiento del caballo, a galope, casi suspendido en el aire, remarca el
dinamismo de la escena. De acuerdo con el ideario romántico del que está
imbuido Rugendas, la pintura se enmarca en una naturaleza inhóspita, ubicada
temporalmente en un atardecer sombrío, como si fuese el ocaso de la civilización
la presencia perturbadora y acechante del indio. La imagen muestra –e incluso,
podríamos decir, ilustra claramente– la tesis de Domingo F. Sarmiento expresada
en el Facundo sobre el enfrentamiento material y simbólico entre civilización y
barbarie. La mujer vestida de blanco, representante de la civilización europea, se
halla a merced del que cabalga desnudo sobre el caballo. La imagen construye de
modo binario la relación de estos dos mundos como si se tratara de totalidades
“El rapto de la cautiva” (1845), óleo sobre tela
de Johann Moritz Rugendas
• homogéneas que se tensionan en torno de una blancura "buena" que es
arrasada por una negritud malvada y en acecho. Además, los tonos
elegidos para el paisaje sobre el que se recorta la figura del indio y la
cautiva cabalgando se entremezclan formando una tonalidad que hace que
la mirada asimile al indio, al caballo, a la tierra y al perro negro que
acompaña el galope dentro de un mismo campo semántico que se anuda
en torno de la naturaleza. Justamente, es esa naturaleza interpretada como
salvaje la que se expropia, se domina y se civiliza en el proyecto ilustrado
de la generación del 80.
• Unos cuantos años más tarde, hacia las últimas dos décadas del siglo
diecinueve, encontramos nuevamente pinturas que abordan el tema de los
raptos, malones y cautivas en grandes telas compartiendo estos pares
oposicionales que expresan el conflicto mediante dicotomías de sentido. En
este contexto, la campaña militar que terminó con la conquista del desierto
(entre 1878 y 1885) ya era un hecho consumado: los malones y las cautivas
casi habían desaparecido como conflicto en la pampa; los indios parecían
un enemigo vencido.
• En esta coyuntura ubicamos la producción de dos artistas destacados
que a través de sus imágenes abordaron la cuestión de la frontera con
el indio desde la década del 70 hasta fines del siglo diecinueve. Se trata
principalmente de las obras de Juan Manuel Blanes (1830-1901): “La
Cautiva” (ca. 1880), por mencionar una, y de Ángel Della Valle: “La
vuelta del malón”, de 1892, su obra más paradigmática y conocida. Por
el hecho de tratarse de pinturas de similar temática, se ubican en el
mismo canon de pintura nacional. Sin embargo, cada pintor aporta
variaciones o detalles en el tratamiento de lo representado ya que las
obras poseen condiciones de producción diferentes. Estas
composiciones portan todos los elementos de las antes mencionadas
de Rugendas (el paisaje desértico, los indios, la mujer blanca hecha
cautiva), pero la coyuntura sociopolítica en la que trabajan no es la
misma, al igual que el eje temporal diferente que construyen las obras.
• En general, Blanes y Della Valle representan el "después" del rapto y los
hechos de saqueo. La violencia ya tuvo lugar, el malón retorna enarbolando
sus botines (la mujer blanca y distintas insignias y objetos religiosos). Pero
esa aparente "victoria" del indio es sólo ilusoria; los verdaderamente
victoriosos son los miembros del Ejército, quienes han diezmado a los
caciques indios y han extendido las fronteras físicas de la Nación. En “La
vuelta del malón”, a diferencia de Rugendas, la crítica local de la época
señalaba que la ubicación temporal de su obra es el amanecer. La escena
representada muestra a algunos indios todavía exaltados festejando con sus
lanzas en alto en señal de triunfo. En primer plano hay uno que va al mando:
es el que lleva a la cautiva sobre la cruz del caballo, recostada, resignada ante
su destino. Se le muestra sereno, satisfecho con su trofeo, a diferencia de
otras obras en que se les pinta gritando. La cautiva, por su parte, no reza ni
lucha como en otras obras de la misma temática. Sin duda, la cautiva, heroína
principal de la literatura romántica, es la protagonista de esta escena. Resalta
su blancura, iluminada e inmaculada. Un elemento significativo para señalar
al respecto es el erotismo insinuado en la representación, sugerido por las
largas lanzas que portan en alto los
• indios que siguen a la pareja sumada a la pose de la prisionera.
Su postura corporal es de (auto)protección y castidad, aspecto
que se evidencia por el hecho de que sus manos están cruzadas
sobre su regazo y sus ojos están entrecerrados. […] Esta actitud
contrasta con la propuesta de Rugendas, donde la cautiva
aparece en algunas ocasiones en una actitud de lucha, como en
la que está forcejeando con la lanza con el indio, o levantando
sus brazos intentando escapar.
• La cuestión del erotismo en las escenas de rapto de las cautivas
da lugar a dos tipos de interpretaciones complementarias. Por
un lado, vista desde la óptica del hombre civilizado, la mujer
blanca es reconocida como objeto de deseo del enemigo, quien
incluso peligrosamente puede aceptar o corresponderle en el
deseo a su captor.
• Un hecho que debe ser reprimido socialmente, claro está.
Por otro lado, desde la óptica del "bárbaro", la figura de
la mujer es el lugar de la delación, dado que, aunque
incorporada a la nueva vida lejos de la civilización,
siempre está latente la posibilidad de la traición (Iglesia,
1993: 584).
• En “La cautiva” (2008) de Daniel Santoro la mujer
completamente desnuda remoja sus pies en el agua de
una laguna. En este punto hay una diferencia marcada
con las otras representaciones que observábamos en
Rugendas y también en Blanes y en Della Valle. Quizás
Santoro opta por desplegar en sentido positivo el
erotismo contenido de la escena del rapto y la captura,
enfatizando el carácter mestizo de la Nación.
“La cautiva” (2012), Daniel Santoro
• Ello contrasta con el estigma o la sospecha de traición que
connotaban los planteos pictóricos decimonónicos. En
efecto, si los pintores del 80 crearon los símbolos que
conformaron los mitos fundacionales de la Nación, como
señalábamos a propósito del repertorio de significados que
se diseminaron a partir de la imagen del indio, su medio de
vida y sus costumbres, en oposición a los valores de la
civilización, el orden y el progreso que las élites dirigentes
argentinas impulsaron durante las últimas décadas del siglo
diecinueve, Santoro los reedita de forma minuciosa y
compleja. Crea nuevos relatos de esas historias canónicas
como estrategia para renovar los espacios simbólicos que
entraron en la historia como Tradición, un pasado concebido
como a-histórico, mítico, no conflictivo y pasteurizado.”
“La vuelta del malón de terracota”, Daniel
Santoro (2011)
“Victoria Ocampo observa la vuelta del malón”,
Daniel Santoro (2011)
“Malona”, Alberto Passolini (2010)
Alberto Passolini presenta una cita modificada de
“La vuelta del malón” (1892), de Ángel Della Valle,
• donde se invierten los papeles y la cautiva deja su lugar a un
hombre blanquísimo que es arrebatado por amazonas
enardecidas, en una tela de gran formato (2,60 x 4,60
metros) titulada Malona! ““Volví a pararme frente a “La
vuelta del malón” con la relectura aún fresca de La Cautiva,
de Esteban Echeverría, y lo primero que pensé fue que esa
mujer, sostenida por un cabezón morochazo y fornido, en
breve podría amotinarse y ser la que diera vuelta el malón.
¿Y por qué no un malón de indias embravecidas,
cargándose a un cautivo blanco?””, se pregunta Passolini.
(https://malba.org.ar/en/evento/contemporaneo-25-
alberto-passolini-malona/)
Para una ampliación del tema pueden consultar

• el texto del artículo en


http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S
1870-11912013000200006

• Guillaumín Delfín, Marta, “La representación de las cautivas en


la plástica y en la literatura en la Argentina decimonónica:
Echeverría y Rugendas, Hernández y Della Valle”, 2009.
Disponible en
http://www.ciberjob.org/mujeres/historia/cautivas.htm.

• Malosetti Costa, Laura, Los primeros modernos. Arte y sociedad


en Buenos Aires a fines del siglo XIX, Fondo de Cultura
Económica, Buenos Aires, 2009.
Además,
• el tema de la cautiva se relaciona con el rapto y la
figura del indígena captor, con la del centauro. Para
ampliar sobre estos temas, pueden consultar el
catálogo de la exposición “La seducción fatal.
Imaginarios eróticos del siglo XIX” (2015)
https://www.bellasartes.gob.ar/publicaciones/la-seduc
cion-fatal/

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