“JESÚS Y LA MUJER SAMARITANA”
(Jn.4:7-10) 7 Vino una mujer de Samaria a
sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de
beber. 8 Pues sus discípulos habían ido a
la ciudad a comprar de comer. 9 La mujer
samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo
judío, me pides a mí de beber, que soy
mujer samaritana? Porque judíos y
samaritanos no se tratan entre sí.
10Respondió Jesús y le dijo: Si
conocieras el don de Dios, y quién es
el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Veamos algunos aspectos del ministerio de Jesús.
1) Jesús buscó la oportunidad.
(V.3-4) 3 salió de Judea, y se fue otra vez a
Galilea. 4 Y le era necesario pasar por
Samaria.
- Voluntariamente decidió pasar por
samaria.
- Y romper con barreras culturales.
2) Jesús vio la necesidad.
- Sed y cansancio (V.6) 6 Y estaba allí el
pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado
del camino, se sentó así junto al pozo. Era
como la hora sexta.
- Esto era el medio día.
- Jesús encuentra el motivo de su viaje
(V.7) 7 Vino una mujer de Samaria a sacar
agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Veamos la vida que llevaba.
(V.16-18) 16 Jesús le dijo: Ve, llama a
tu marido, y ven acá. 17 Respondió la
mujer y dijo: No tengo marido. Jesús
le dijo: Bien has dicho: No tengo
marido; 18 porque cinco maridos has
tenido, y el que ahora tienes no es tu
marido; esto has dicho con verdad.
Esta mujer no tenia nombre en la sociedad.
- Nadie se preocupaba por ella.
- Ningún rabino jamás llevaría a cabo
una conversación en público con
ella.
- Un rabino escribió: "Es mejor
quemar la ley que dársela a una
mujer".
3) Jesús le dio importancia.
- Jesús le pide agua para beber (V.7) 7 Vino
una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús
le dijo: Dame de beber.
- La mujer reacciona a lo que se ha
acostumbrado (V.9) 9 La mujer samaritana le
dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí
de beber, que soy mujer samaritana?
Porque judíos y samaritanos no se tratan
- Jesús le ofrece el agua que satisface al
alma (V.10) 10 Respondió Jesús y le dijo: Si
conocieras el don de Dios, y quién es el
que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
(V.13-14) 13 Respondió Jesús y le dijo:
Cualquiera que bebiere de esta agua,
14mas el que bebiere del agua que
yo le daré, no tendrá sed jamás; sino
que el agua que yo le daré será en él
una fuente de agua que salte para
vida eterna.
4) Jesús espera una decisión.
- Ella había oído de ese salvador (V.25) 25
Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el
Mesías, llamado el Cristo; cuando él
venga nos declarará todas las cosas.
- Y Jesús declaro que el era ese salvador
(V.26) 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla
contigo.
- La respuesta de la mujer (V.15a) 15 La
mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para
que no tenga yo sed.
- Y se convierte en una que comparte la
buenas nuevas (V.28-30) 28 Entonces la
mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y
dijo a los hombres:
29Venid, ved a un hombre que me ha
dicho todo cuanto he hecho. ¿No
será éste el Cristo? 30 Entonces
salieron de la ciudad, y vinieron a él.
5) Nos invita a cosechar.
- Es el tiempo de segar (V.35-36) 35
¿No decís vosotros: Aún faltan
cuatro meses para que llegue la
siega? He aquí os digo: Alzad
vuestros ojos y mirad los campos,
porque ya están blancos para la
siega.
El Salvador no aguardaba a que se reuniesen congregaciones.
Muchas veces, empezaba sus lecciones con unos pocos
reunidos en derredor suyo. Pero uno a uno los transeúntes se
detenían para escuchar, hasta que una multitud oía con
asombro y reverencia las palabras de Dios pronunciadas por
el Maestro enviado del cielo. El que trabaja para Cristo no
debe pensar que no puede hablar con el mismo fervor a
unos pocos oyentes que a una gran compañía. Tal vez haya
uno solo para oír el mensaje; pero, ¿quién puede decir cuán
abarcante será su influencia? Parecía asunto sin importancia,
aun para los discípulos, que el Salvador dedicase su tiempo a
una mujer de Samaria. Pero él razonó con ella con más fervor
y elocuencia que con reyes, consejeros o pontífices. Las
lecciones que le dió han sido repetidas hasta los confines más
remotos de la tierra. DTG 165
36 Y el que siega recibe salario, y recoge
fruto para vida eterna, para que el que
siembra goce juntamente con el que siega.
- Testifiquemos como la samaritana y
veremos frutos (V.39) 39 Y muchos de los
samaritanos de aquella ciudad creyeron en
él por la palabra de la mujer, que daba
testimonio diciendo:
Me dijo todo lo que he hecho. 41 Y
creyeron muchos más por la palabra de
él, 42 y decían a la mujer: Ya no creemos
solamente por tu dicho, porque nosotros
mismos hemos oído, y sabemos que
verdaderamente éste es el Salvador del
mundo, el Cristo.
Esta mujer representa la obra de una fe práctica
en Cristo. Cada verdadero discípulo nace en el
reino de Dios como misionero. El que bebe del
agua viva, llega a ser una fuente de vida. El que
recibe llega a ser un dador. La gracia de Cristo en
el alma es como un manantial en el desierto, cuyas
aguas surgen para refrescar a todos, y da a quienes
están por perecer avidez de beber el agua de la
vida. DTG 166