El diseño se conceptualiza a través del pensamiento complejo, donde se considera un proceso de prefiguración que responde a necesidades socioculturales y estéticas. Este enfoque aboga por abandonar los paradigmas simplistas, reconociendo la complejidad y la interrelación entre el diseño, la cultura, y la naturaleza. Se propone un modelo dialógico que integre diversas determinaciones sociales, económicas y ambientales, permitiendo que los procesos de diseño sean sistemas abiertos y adaptativos ante las transformaciones contemporáneas.