El documento analiza la evolución de la educación artística en el siglo XIX, resaltando las ausencias del arte en los currículos y reflexionando sobre las diferentes perspectivas en Europa y América Latina. A pesar de la obligatoriedad de la educación artística en niveles primarios y secundarios, el tiempo dedicado a estas materias sigue siendo limitado y se enfrenta a la percepción de menor valor frente a asignaturas tradicionales. El autor propone el uso de herramientas artísticas como métodos de aprendizaje innovadores que fomenten una comprensión más profunda del mundo y una expresión personal auténtica.