El VIH ataca el sistema inmunológico al comprometer los linfocitos T4, lo que deja al cuerpo vulnerable a infecciones. En las primeras semanas tras la infección, no hay síntomas evidentes, pero con el tiempo surgen diversos síntomas a medida que el virus se multiplica y destruye células inmunitarias. El VIH se replica al invadir los linfocitos T4, convirtiendo su ARN en ADN vírico, lo que provoca la producción masiva de nuevos virus y la destrucción de las células infectadas.