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Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
DOSSIER CIRUGÍA ORAL Y MAXILOFACIAL E IMPLANTES 
Elevación de piso de seno maxilar: 
consideraciones anatómicas y clínicas. 
Revisión de la literatura 
Maxillary Sinus Augmentation: Anatomic and Clinic Considerations. 
Literature Review 
Trabajo de investigación docente. 
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO 
Cómo citar este artículo 
Briceño JF, Estrada JH. Elevación de piso de seno 
maxilar: consideraciones anatómicas y clínicas. 
Revisión de la literatura. Univ Odontol. 2012 Jul- 
Dic; 31(67): 27-55 
Recibido para publicación: 18-06-2012 
Aceptado para publicación: 07-11-2012 
Disponible en: http://www.javeriana.edu.co/ 
universitasodontologica 
Resumen 
La elevación de piso de seno maxilar es uno de los procedimientos preimplantares más 
realizados en la práctica odontológica. El objetivo de este artículo es reportar la evidencia 
disponible sobre las implicaciones anatómicas y clínicas del procedimiento de elevación de 
piso para toma de decisiones clínicas. A partir de una búsqueda en la base Pubmed, se hizo 
una revisión de literatura de artículos publicados en revistas de odontología y otorrinolarin-gología 
entre 1980 y el 2011. La literatura encontrada se organizó en los siguientes temas: 
anatomía del seno maxilar, patología del seno maxilar, técnica de elevación de piso de 
seno maxilar y complicaciones por elevación de piso de seno maxilar. Con relación a otros 
procedimientos con la misma indicación, la elevación de seno maxilar es el más reportado 
y ofrece los resultados más predecibles. Hay pocos estudios que reportan complicaciones 
por elevación de piso de seno maxilar y su manejo. 
Palabras clave 
Anatomía del seno maxilar, complicaciones quirúrgicas, elevación piso de seno maxilar, 
patología del seno maxilar, seno maxilar. 
Áreas temáticas 
Cirugía oral, cirugía preimplantar. 
Abstract 
Maxillary sinus augmentation is one of most commonly performed clinical dental procedures 
previous to implant treatment. The aim of this article is to report the available literature 
about anatomical and clinical implications of the maxillary sinus lift procedure to support 
clinical decisions. A literature review of articles published between 1980 and 2011 in dental 
and otolaryngology journals was carried out at the Pubmed database. Found references 
were grouped in the following themes: maxillary sinus anatomy, maxillary sinus pathology, 
maxillary sinus augmentation technique, and complications for maxillary sinus augmenta-tion. 
Among other procedures performed for similar conditions, maxillary sinus augmen-tation 
is the most reported and the one that provides the most predictable results. Only a 
few studies report complications and management problems with the maxillary sinus lift. 
Key words 
Maxillary sinus, maxillary sinus anatomy, maxillary sinus augmentation, maxillary sinus lift, 
maxillary sinus pathology, surgical complications. 
Thematic fields 
Oral surgery, pre-implant surgery. 
Jhon Fredy Briceño Castellanos 
Odontólogo, especialista en 
Periodoncia, Universidad Nacional de 
Colombia, Bogotá, Colombia 
John Harold Estrada Montoya 
Odontólogo, Universidad Nacional de 
Colombia, Bogotá, Colombia. Magíster 
en Educación, Pontificia Universidad 
Javeriana. Doctor en Salud Pública. 
Profesor asociado, Departamento de 
Salud Colectiva, Facultad de Odontología, 
Universidad Nacional de Colombia.
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Briceño JF, Estrada JH 
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
Introducción 
Históricamente, la odontología ha buscado recons-truir 
estructuras dentales y de soporte, bien sea por 
pérdidas o alteraciones que resultan en un déficit 
estético o funcional. Así, la pérdida dental por caries, 
enfermedad periodontal, trauma dental, patologías 
neoplásicas, entre otras, resulta en un déficit estético 
o funcional que puede solucionarse, en un comienzo, 
con prótesis fijas o removibles, retenidas por mucosa 
o por dientes adyacentes (1). Por tal razón, el con-cepto 
de oseointegración, publicado por Brånemark 
en los años cincuenta, y el uso de implantes con fines 
protésicos se ha convertido en una opción real de 
tratamiento ampliamente difundida (2,3). 
Por otro lado, la reconstrucción de tejidos blandos y 
duros de soporte surge como procedimiento para la 
preparación quirúrgica de maxilares atróficos (2,4). La 
colocación de implantes puede verse limitada, en pri-mer 
lugar, por el descenso del seno maxilar que resulta 
en pérdida posterior del hueso alveolar y, en segundo 
lugar, por las características cuantitativas y cualitativas 
óseas propias de esta zona (5-8). Numerosos trata-mientos 
han emergido en los últimos cincuenta años 
para corregir parcialmente esta dificultad, pero desde 
los años ochenta surge la elevación de piso de seno 
maxilar como una alternativa quirúrgica para mejorar 
las condiciones de la zona receptora del implante en la 
zona posterior superior (9,10). 
Actualmente, en la literatura se encuentran varios 
tratados/capítulos de libros que abordan específica-mente 
el procedimiento de elevación de piso de seno 
maxilar (11-14). En los últimos años, se ha proyectado 
una gran cantidad de factores que influencian la pre-dictibilidad 
de la elevación del seno; ello lo convierte 
en un procedimiento en constante estudio (15). Sin 
embargo, la evidencia se encuentra aislada, lo que 
dificulta la toma de decisiones clínicas. Se vio enton-ces 
la necesidad de revisar y reportar la evidencia 
disponible acerca de las implicaciones anatómicas y 
clínicas del procedimiento de elevación de piso para 
ayudar en la toma de decisiones clínicas. 
Material y métodos 
A través de una búsqueda en la base Pubmed, se llevó 
a cabo una revisión de literatura de artículos publica-dos 
entre agosto de 1980 y enero del 2011. La estrate-gia 
se basó en las características anatómicas del seno 
maxilar relevantes para el procedimiento de elevación 
de piso de seno maxilar y en el procedimiento como 
tal. Así, se incluyeron los siguientes términos normali-zados 
del tesauro Medical Subject Headings (MeSH) de 
Pubmed, solos o en combinación: (“Maxillary Sinus/ 
abnormalities” OR “Maxillary Sinus/anatomy and his-tology” 
OR “Maxillary Sinus/blood supply” OR “Maxi-llary 
Sinus/growth and development” OR “Maxillary 
Sinus/innervation” OR “Maxillary Sinus/microbiology” 
OR “Maxillary Sinus/pathology” OR “Maxillary Sinus/ 
physiology” OR “Maxillary Sinus/physiopathology” OR 
“Maxillary Sinus/radiography” OR “Maxillary Sinus/ 
surgery”) AND (“Sinus Floor Augmentation/adverse 
effects” OR “Sinus Floor Augmentation/contraindi-cations” 
OR “Sinus Floor Augmentation/instrumen-tation” 
OR “Sinus Floor Augmentation/methods” OR 
“Sinus Floor Augmentation/contraindications” OR 
“Sinus Floor Augmentation/methods”). 
Como criterios de inclusión se tomaron artículos/libros 
presentes en revistas científicas arbitradas de odontolo-gía 
y otorrinolaringología que incluyan en su contenido 
el procedimiento de elevación de piso de seno maxilar. 
Resultados 
En este trabajo se incluyen todos los niveles de evi-dencia 
posible, por lo que no se considera una revisión 
sistemática de la literatura. En total se encontraron 
182 referencias, de las cuales el 5 % corresponde a 
libros/capítulos de libro que se utilizaron de texto de 
referencia. El 95 % restante fueron artículos publicados 
en revistas especializadas. Se encontró que el nivel 
de evidencia estaba dividido entre literatura gris (5 %), 
estudios observacionales (75,2 %), estudios experimen-tales 
(13,2 %) y revisiones especializadas (6,6 %) (tabla 
1). A partir de la literatura disponible, se realizaron 
cuatro grandes subdivisiones temáticas: anatomía del 
seno maxilar, patología del seno maxilar, técnica de 
elevación de piso de seno maxilar y complicaciones por 
elevación de piso de seno maxilar. A continuación se 
presentan los hallazgos. 
Anatomía del seno maxilar 
Generalidades sobre el seno maxilar 
El seno maxilar se empieza a desarrollar a las diez 
semanas de vida intrauterina como una evaginación 
de las fosas nasales que invade sus paredes laterales y 
se adentra en ellas. El seno maxilar desciende durante 
la duodécima semana, hacia adelante y atrás. En el 
momento del nacimiento, es una fosa ligeramente
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Elevación piso seno maxilar 
individualizada de unos 6-8 ml, no detectable radio-gráficamente 
hasta el cuarto o quinto mes de vida 
posnatal (16,17). El desarrollo del seno maxilar está 
íntimamente relacionado con el desarrollo dental, ya 
que dentro de este se forman los dientes molares 
temporales y posteriormente los dientes premolares y 
molares permanentes. A los seis años, prácticamente 
alcanza el hueso malar lateralmente e inicia su ex-pansión 
vertical con la erupción del primer molar, que 
libera el espacio hasta entonces ocupado por su ger-men 
(17,18). Aunque se reconoce que las referencias 
anatómicas más específicas del seno maxilar como se 
conocen hoy se realizaron en el libro de Jacob Parsons 
publicado en 1920 (16), el primer estudio que describió 
histológicamente las características morfológicas del 
seno maxilar lo realizó Arthur Underwood, en 1912 
(18). Plantea que el seno maxilar se divide en tres 
compartimentos: a) compartimento anterior, ocupado 
por el germen del premolar, no profundo en su interior 
y separado del compartimento medio por un septo; b) 
compartimento medio, ubicado más posterior y pro-fundo 
con relación al anterior, ocupado por el primer 
molar, y c) porción posterior, una cripta ósea que con-tiene 
las porciones calcificadas del segundo premolar 
y la cripta del tercer molar, que permanece en la parte 
más alta con relación al germen del segundo molar 
(16,18). Cuando el primer premolar ha erupcionado 
completamente, su raíz se encuentra, por lo general, 
por debajo o ligeramente frente a la porción anterior 
del piso capsular (18). A los doce años, la expansión 
vertical del seno maxilar se extiende al lugar del ger-men 
del segundo molar, que erupciona a esa edad, 
y lo mismo ocurre en la región de los premolares, en 
cuanto remplazan los molares primarios (17). 
Límites anatómicos 
El seno maxilar, también llamado cueva o antro de High-more, 
fue descrito en 1691 por Nathaniel Highmore (17), 
aunque se han descubierto referencias más antiguas en 
textos de Hipócrates (siglo V a. C.), Ingrassius (1891), Julius 
Casserius (1612) y Berenger de Carpi (siglo XVI) (19). El 
seno maxilar es una cavidad piramidal, con su base hacia 
la pared nasal lateral y un ápice extendido dentro del 
proceso zigomático del maxilar (14,18). Se puede distin-guir 
del seno maxilar una base interna (nasal), un vértice 
cigomático o malar (orientado hacia el cuerpo del hueso 
malar) y tres paredes, una pared superior u orbitaria 
constituida por una lámina ósea compacta que la separa 
de la cavidad orbitaria, una pared posterior, pterigomaxi-lar 
o tuberositaria, constituida por la parte posterior del 
maxilar posterior y, a su vez, está separada por las fosas 
craneales infratemporal y pterigopalatina, y una pared 
antero inferior o yugal, algo angulada, que se relaciona 
con la región geniana en su parte externa (18-20). 
Membrana de Schneider 
El seno maxilar está limitado internamente por una 
delgada mucosa de epitelio respiratorio ciliado, que 
presenta continuidad con el epitelio nasal (17); más 
gruesa que la membrana de otros senos paranasales, 
pero más delgada y menos vascular que la mucosa 
nasal (16,17). En su estado embriológico el epitelio de-riva 
de la terminación del cráneo y del meato medio de 
la cavidad nasal, descendiendo hacia abajo, adelante 
y atrás desde la duodécima semana. 
Ostium nasal 
La anatomía del ostium (orificio) maxilar fue y per-manece 
como una gran área de estudio y su función 
relacionada con la limpieza mucociliar fue extensamente 
investigada en los estudios iniciales de Hilding (1932) y 
Proetz (1941) (16). El ostium está situado hacia el lado 
craneal y conecta el seno maxilar al meato medio de la 
cavidad nasal. Por otro lado, la pared de la cápsula es de 
aproximadamente un centímetro por debajo de la pared 
nasal en adultos dentados. En su porción más anterior, 
el seno maxilar se extiende generalmente hasta la región 
comprendida entre el canino y el primer premolar (17). 
Tabique capsular 
El seno maxilar suele estar parcialmente comparti-mentado 
por la existencia de tabiques incompletos de 
orientación aproximadamente frontal, que se denomi-nan 
tabiques (21-23). Ocasionalmente (menos del 5 % 
de las veces), llegan a dividir el seno en dos e incluso 
cinco cavidades distintas (24). En un primer estudio en 
1910, Underwood planteó que su formación es exclu-sivamente 
dental y conforme al crecimiento, gracias a 
Tabla 1 
Nivel de evidencia reportado 
Tipo de 
referencia 
Libros 
Capítulos 
de libros 
Artículos 
Total 
Núm. de 
artículos 
3 
6 
29 
19 
17 
9 
46 
8 
9 
24 
10 
2 
182 
Nivel 
de evidencia 
Opinión de expertos 
Opinión de expertos 
Opinión de expertos 
Reporte de caso/Serie de casos 
Revisión no sistemática 
Descriptivos 
Analíticos Corte transversal 
Casos y controles 
Cohorte 
Experimental 
Revisión sistemática 
Metanálisis
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Briceño JF, Estrada JH 
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
la presencia de divisiones que persisten en la posición dental, mientras el 
resto de las estructuras del seno maxilar van descendiendo entre las raíces 
durante la erupción (18). Asimismo, Ulm y colaboradores (25) encontraron 
una prevalencia similar a la reportada por Underwood y colaboradores 
(18), y plantearon que su presencia puede ser una complicación a la hora 
de realizar implantes. Krennmair y colaboradores reportaron una variación 
de los hallazgos de Underwood y dividieron los tabiques en primarios (los 
encontrados por Underwood) y secundarios, producto de la neumatización 
del seno maxilar la cual está relacionada con la pérdida dental (26,27). La 
literatura incluye estudios quirúrgicos o radiográficos donde se reporta 
una prevalencia de tabiques en el seno maxilar entre el 13 y el 66,7 % 
(12,18,25-42) (tabla 2). 
Tabla 2 
Estudios en humanos que reportan prevalencia del tabique en el seno maxilar, 
organizados por año de publicación 
Autor 
Underwood (18) 
Jensen y Greer (12) 
Ulm y cols. (25) 
Lugmayr y cols. (32) 
Krennmair y cols. (26) 
Krennmair y cols. (27) 
Kasabah y cols. (33) 
Velásquez-Plata y cols. (34) 
Kim y cols. (35) 
González-Santana y cols. (36) 
Shibli y cols. (37) 
Ella y cols. (22) 
Selkuc y cols. (38) 
Zijderveld y cols. (39) 
Gosau y cols. (23) 
Van Zyl y Van Heerden (40) 
Neugebauer y cols. (41) 
Lee y cols. (28) 
Rosano y cols. (29) 
Park y cols. (42) 
Maestre-Ferrín y cols. (31) 
Año 
1910 
1992 
1995 
1996 
1997 
1999 
2002 
2002 
2006 
2007 
2007 
2008 
2008 
2008 
2009 
2009 
2010 
2010 
2010 
2011 
2011 
TAC: tomografía axial computarizada; NA: no aplica. 
Método 
Anatómico 
Quirúrgico 
Anatómico 
TAC 
TAC 
Clínico 
Clínica 
Anatómica 
TAC 
TA C 
TA C 
Panorámicas 
TA C 
TA C 
TA C 
Panorámica 
Anatómico 
TAC 
TAC 
Quirúrgico 
Quirúrgico 
TAC 
TAC 
TAC 
Clínico 
TA C 
Panorámica 
TA C 
Núm. senos/ 
especímenes/ pacientes 
45 cadáveres 
26 pacientes 
41 senos maxilares 
200 senos maxilares 
200 senos maxilares 
65 pacientes 
61 pacientes 
41 cadáveres 
42 total edéntulos 
50 parcial edéntulos 
68 senos maxilares 
156 pacientes 
100 pacientes 
30 pacientes 
1024 pacientes 
40 cadáveres 
35 pacientes 
330 pacientes 
100 pacientes 
65 cadáveres 
130 senos maxilares 
200 pacientes 
400 senos maxilares 
1029 pacientes 
258 pacientes 
30 cadáveres 
200 pacientes 
400 senos maxilares 
30 pacientes 
Prevalencia % 
(seno) 
NA 
NA 
31,7 
13 
NA 
NA 
18,3 
NA 
NA 
35,9 
44,1 
24 
26,5 
20 
NA 
NA 
22,8 
NA 
27 
26,9 
54-57 
33,2 
21,1; 1 tabique 
3,3; ≥ 2 septos 
33,3 
37 
27,7 
53,3 
66,7 
Prevalencia % 
(maxilar) 
33 
57,6 
NA 
NA 
16 
27,7 
27,8 
31,7 
28,5 
14 
NA 
32,7 
38 
25 
21,6 
39 
NA 
48 
NA 
69 
47 
24,6 
30 
31,1 
NA
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Elevación piso seno maxilar 
Dimensiones del seno maxilar 
El seno maxilar es el mayor de los senos paranasales. 
Su tamaño o neumatización aumenta con la edad y 
especialmente, como ya se mencionó, con la pérdida de 
dientes. En la adolescencia, con el descenso y erupción 
del tercer molar, el seno maxilar adquiere la morfología 
propia del adulto. Su crecimiento o neumatización, no 
obstante, no acaba ahí, sino que prosigue lentamente 
durante toda la vida (16-19,43-45). Esta aparece al 
final del crecimiento, hasta completar dimensiones de 
aproximadamente 12-15 cm3 en la adolescencia (16,17). 
Gosau y colaboradores (23) mostraron que el volumen 
del seno maxilar en adultos promedia entre 5 y 22 mL 
(media: 12,5 mL). Por su parte, Ulm y colaboradores 
(43) encontraron que la altura del reborde varía entre 
13,8 y 0,8 mm; estos investigadores mostraron que la 
neumatización del seno maxilar aumenta con el eden-tulismo. 
Lawson y colaboradores (44) encontraron, en 
un estudio radiográfico retrospectivo a diez años, va-riaciones 
en el volumen y la configuración capsular de 
senos maxilares neumatizados en la zona posterior y 
el cigoma, además de neumatización alveolar que no 
sobrepasa más allá del primer premolar. 
Inervación 
La inervación sensorial general se da desde ramas 
del nervio maxilar, simpático desde el ganglio cervical 
superior, y parasimpática desde el ganglio esfenopa-latino. 
Estas fibras están distribuidas a través de las 
ramas del nervio maxilar, como la infraorbitaria y la 
dental media superior, y a través de las ramas nasales 
y palatinas mayores del ganglio pterigopalatino (16,46). 
El aporte simpático está a cargo del hipotálamo, que 
controla el aporte nervioso simpático al seno maxilar, 
mediante sinapsis en la columna intermedio-lateral de 
la médula espinal torácica superior y el ganglio cervical 
superior. El aporte parasimpático también está a cargo 
del hipotálamo, que regula la entrada parasimpática del 
seno maxilar a través de sinapsis en el núcleo salivar 
superior y el ganglio pterigopalatino (46). 
Irrigación 
Las ramas palatina mayor, esfenopalatina, y dental 
superior anterior, media y superior, de la arteria maxilar 
contribuyen al aporte sanguíneo de la mucosa antral 
(16,18,47). El aporte basal procede de la arteria maxilar 
interna a través de la arteria alveolar (o alveoloden-taria) 
superior posterior y de la infraorbitaria, además 
de pequeñas contribuciones de las arterias palatinas y 
esfenopalatina (16-18). El drenaje venoso está a cargo 
del plexo venoso pterigoideo en su zona posterior, con 
algunas de las venas faciales en la parte anterior (16- 
18). Los patrones del drenaje linfático se anastomosan 
entre sí al convergir hacia el ostium y pasar a través de 
las fontanelas para unirse a los vasos linfáticos de la 
membrana mucosa de la pared lateral del meato medio 
(16,17). Aunque la vascularización de la mucosa sinusal 
es de tipo anastomótico, resulta importante conocer 
la anastomosis entre la arteria infraorbitaria y la arte-ria 
alveolar posterior superior. Al proponer un criterio 
radiográfico para ello, hay discrepancia en la literatura 
por su controversial efectividad. Elian y colaboradores 
(47) encontraron dicha anastomosis en el 53 % de los 
casos. Por el contrario, Rosano y colaboradores (48) la 
encontraron en todos los casos. Un año después, los 
mismos autores detectaron en otro estudio la presencia 
de un canal óseo bien definido en el 47 % de los casos 
(49). Temmerman y colaboradores (50) encontraron el 
canal intraóseo en la pared lateral del seno maxilar en 
el 49,5 % de los casos con un diámetro promedio de 
1,4 mm (valor mínimo de 0,6 mm y máximo de 3,8 mm), 
y una longitud de 6,71 mm (entre 2,6 y 22,3 mm) (50). 
Función 
Las funciones que se han atribuido a los senos, en 
particular al seno maxilar, han sido variables (51). 
Mientras que históricamente, desde el dicho de Joan-nis 
Veslingii, en su libro Syntagma anatomicum, publi-cado 
en 1637: “No hay muchas dudas en cuanto a su 
uso”, hasta los aportes de Leonardo da Vinci, quien las 
caracteriza como “un receptáculo posible de humores 
para humedecer los ojos o la retención de olores antes 
de transportarlas hacia el cerebro”, actualmente no hay 
claridad sobre su principal función (19). La literatura 
reporta las siguientes: 
• Servir como caja de resonancia en la emisión de 
sonidos. Sin embargo, esta función no es clara, ya que 
parecen producirse trastornos de fonación en los ca-sos 
de agenesia (aplasia) o hipoplasia sinusal (17,52). 
• Constituir un sistema mucociliar de limpieza, humi-dificación 
y calentamiento del aire inspirado para 
una efectiva función mucociliar, con relación de 
tres componentes: el moco, el movimiento ciliar 
y el fluido periciliar (51). Así, gracias a los 10 a 15 
batidos/segundo de los cilios, la capa de la muco-sidad 
que cubre la mucosa respiratoria se renueva 
cada 10-15 minutos en la superficie endonasal, lo 
que arrastra partículas, bacterias y distintos con-taminantes 
del aire inspirado (16,17,51). 
• Aligerar la cabeza, aunque no se han descrito per-turbaciones 
musculoesqueléticas cervicales en las 
agenesias sinusales (17). 
• Constituir cámaras de reserva neumática de las fosas 
nasales (51). 
• Ayudar al olfato (17).
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Patologías de los senos maxilares 
La exploración del seno maxilar debe realizarse desde 
la historia clínica, ya que desde los antecedentes 
personales es necesario indagar sobre la existencia de 
afecciones de las vías respiratorias y orofaríngeas ya 
diagnosticadas mediante métodos de investigación 
como la tomografía axial computarizada (TAC) o la 
resonancia magnética. En casos dudosos, la endos-copia 
nasal permite una excelente observación de 
toda la cavidad nasal, ya que se visualizan áreas 
tradicionalmente inaccesibles a la exploración con-vencional, 
como el complejo osteomeatal o el receso 
esfenoetmoidal (20,21). 
Importancia de la radiografía 
en detección de patologías 
La importancia de la radiografía como una herramien-ta 
diagnóstica efectiva para la detección de altera-ciones 
sinusales es evidenciada en varios estudios 
(21,50-54). Krennmair y colaboradores (26) encontra-ron 
que, al usar el ortopantograma como herramienta 
diagnóstica en el hallazgo radiográfico del tabique 
capsular, se obtuvieron falsos diagnósticos en el 21,5 % 
de los casos; observaron mejores resultados al usar el 
TAC. Perella y colaboradores (54), al comparar el TAC 
en pacientes con del seno maxilar o sin lesión, ob-servaron 
que el porcentaje de error intraoperador fue 
del 2,04 %. Sharan y colaboradores (20), al comparar 
80 panorámicas y 80 TAC, reportaron una diferencia 
de 1,62 mm entre ellas, con una distorsión en la ra-diografía 
panorámica 2,1 veces mayor que en el TAC 
(± 1,95 mm; p > 0,001) (20). Verardi (53) critica el artículo 
de Elian y colaboradores (47) y defiende la utilidad 
preoperatoria del TAC, dado el detalle que proporciona 
de la anatomía del seno maxilar. Se indican desventa-jas 
como el costo y la gran irradiación (53). Camelli y 
colaboradores (55) encontraron que la obstrucción del 
orificio se localizó en el 15 % de los TAC (p < 0,01), con 
un engrosamiento mucoso en la totalidad de los casos. 
Temmerman y colaboradores (50), al evaluar el grado 
de sobrestimación del hueso mesodistal disponible 
en la zona de premolares al usar panorámica y TAC, 
encontraron una distorsión de 2,9 mm (DE ± 1,8 %; IC: 
95 % [2,57-3,12 mm]). Esto es, si la distancia meso-distal 
del hueso alveolar disponible es de 6 mm vista 
con una radiografía panorámica, la misma distancia 
medida en un TAC equivaldría a 8,9 mm (50). Maestre- 
Ferrín y colaboradores (31) compararon radiografías 
panorámicas, TAC convencionales y TAC tridimensio-nales, 
y reportaron que las radiografías panorámicas 
presentan diagnósticos erróneos en el 46,5 % de los 
casos (31). 
Clasificación de las patologías 
del seno maxilar 
Con fines didácticos, se clasifican las patologías del 
seno maxilar como patologías anatómicas, infecciosas 
y tumorales. 
Patologías anatómicas 
Aplasia del seno maxilar. El seno maxilar es el primero 
de los senos paranasales que se desarrolla en el feto 
humano; pero en este caso, en la quinta semana de vida 
intrauterina, no hay desarrollo celular. De esta forma, 
la aplasia completa o agenesia del seno maxilar es 
una complicación muy rara; hay menos de diez casos 
reportados en la literatura médica internacional (11). 
Hipoplasia de seno maxilar (HSM). De acuerdo con 
Villa y colaboradores (56), la HSM se ha descrito en el 
2-10 % de los pacientes con problemas anatómicos en 
el seno maxilar. Respecto al origen y desarrollo de la 
HSM, existen dos posibilidades: primero, un bloqueo 
en el desarrollo del seno maxilar que tiene lugar en la 
infancia antes de los diez años de edad. En tales casos, 
suele presentarse una ausencia de apófisis unciforme 
y un mínimo vestigio de seno maxilar, lo que le permite 
a la órbita crecer adquiriendo un aspecto redon-deado, 
a través del ensanchamiento de las fisuras, 
con descenso del globo ocular (enoftalmos). Segundo, 
ocurre cuando el seno maxilar queda bloqueado du-rante 
la adolescencia por alguna patología nasosinusal 
inflamatoria u obstructiva (por ejemplo, desviación del 
tabique o sinusitis crónica). Sirikçi y colaboradores (56) 
hallaron que la prevalencia total de HSM es del 4,2 %. En 
la HSM tipos I, II y III unilateral se encontró una preva-lencia 
del 1,4 %, 1,2 % y 1,6 %, respectivamente. La HSM 
bilateral se encontró en el 0,6 % de los pacientes, de los 
cuales en dos casos se diagnosticó en HSM bilateral 
tipo III, y en un caso, HSM bilateral tipo II. 
Cornete nasal. Katarci y colaboradores (2004) definen 
la concha bullosa como la neumatización del turbinato 
medio y, menos comúnmente, de los turbinatos inferior 
y superior. Se consideran condiciones extremadamente 
raras y poco frecuentes (0,1 % de los casos). También 
sugieren que esta patología se puede remover con 
cirugía endoscópica (52). 
Patologías infecciosas 
El seno maxilar se comunica con la fosa nasal mediante el 
ostium sinusal y su mucosa está en contacto con el medio 
exterior (fosa nasal) e interior (vasos submucosos y dien-tes). 
La barrera ostial separa artificialmente las mucosas 
nasales y etmoidales de la mucosa maxilar. En los procesos 
infecciosos e inflamatorios del seno maxilar se observa
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
33 
Elevación piso seno maxilar 
una obstrucción del ostium nasal, que reduce o irrumpe el drenaje mucoso y, en 
consecuencia, favorece procesos inflamatorios e infecciosos. Otra posible causa 
de infección son los focos dentarios de infección (16-19). 
Sinusitis. La sinusitis es un problema de salud pública que resulta en índices 
altos de morbilidad en Estados Unidos. La sinusitis fue definida por el Task 
Force on Rhinosinusitis, en 1997, a partir de sus signos y síntomas, sin tener en 
cuenta los hallazgos radiográficos. Cronológicamente la sinusitis se clasifica 
en cinco categorías (57-59): a) sinusitis maxilar, que puede durar hasta cuatro 
semanas y puede dividirse sintomáticamente en severa y no severa; b) sinusitis 
aguda recurrente, cuando cuatro o más episodios de sinusitis aguda ocurren 
dentro de un año; c) sinusitis subaguda, cuando una infección dura de cuatro a 
doce semanas, como una transición entre sinusitis aguda y crónica; d) sinusitis 
crónica, cuando los signos y síntomas duran por más de doce semanas, y e) 
sinusitis crónica de exacerbación aguda, cuando los signos y síntomas de la 
sinusitis crónica se exacerban, pero retornan a su línea base después de ser 
tratadas. Existe controversia sobre si los senos maxilares son normalmente 
estériles o si existe una flora normal residente. Actualmente se cree que los 
senos sí son estériles y no son colonizados por la flora residente. Pero en 
estadios infecciosos, Brook (57) ha reportado diversas fases en el desarrollo 
de la sinusitis, entre las cuales se halla una fase inicial viral (Rhinovirus spp., 
Adenovirus spp., Influenza spp. y Parainfluenza spp.), que dura hasta diez días. 
Luego ocurre una segunda fase aguda, con predominio de bacterias aerobias 
(Streptococcus neumoniae, Haemophilus influenza o Moxarella catarralis). 
Si su resolución no ocurre, bacterias anaerobias de la flora orofaríngea em-piezan 
a colonizar progresivamente la zona, debido a la disminución gradual 
de oxígeno e incremento de un medio acidificado (57). La presentación más 
común en la fase temprana es la secreción nasal con tos persistente por 
diez días o más. En la sinusitis bacteriana se observa, además de lo anterior, 
fiebre y secreción nasal purulenta con goteo posnasal persistente, edema 
de la membrana nasal y malestar. A continuación se profundiza en los dos 
tipos de sinusitis más detectables clínicamente en la consulta odontológica: 
sinusitis aguda y sinusitis crónica. 
Sinusitis aguda. Su sintomatología puede manifestarse desde un principio 
o en el transcurso de una rinitis aguda. Radiográficamente se observa 
una mucosa hipertrofiada. Okuyemi y Tsue (59) sugieren el TAC como una 
herramienta diagnóstica confiable para información detallada acerca de 
la anatomía y anormalidades encontradas en los senos paranasales en 
pacientes con sinusitis aguda (60). Como tratamiento de la sinusitis aguda, 
se sugieren realizar antibioticoterapia durante ocho días, dependiendo del 
germen causal (13,58); pero otros investigadores proponen estudios con 
mayor nivel de evidencia, ya que esta es moderada y no concluyente. Por 
otro lado, la prescripción simultánea de antinflamatorios, bien sea esteroi-deos 
o no esteroideos, reduce la duración de los síntomas y la intensidad de 
los dolores (60,61). Ahovuo-Saloranta y colaboradores (2011) encontraron 
en su revisión sistemática de ensayos clínicos aleatorizados (ECA) entre 
1950 (Medline) y 1975 (EMBASE) hasta el 2010 que, a la hora de comparar 
cefalosporinas/macrólidos con amoxicilina-ácido clavulámico, hubo una 
respuesta estadísticamente significativa en favor de la combinación amoxi-cilina- 
ácido clavulámico a los quince días de seguimiento (RR: 1,37; IC: 95 % 
= [1,04-1,80]); pero al comparar penicilina con no penicilina, los resultados
34 
Briceño JF, Estrada JH 
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
no fueron estadísticamente significativos (RR: 0,70; IC: 
95 % = [0,47-1,06]) (61). En conclusión, encontraron 
que los antibióticos más utilizados en sinusitis aguda 
fueron las penicilinas con una efectividad en el 80 % 
de los participantes por dos semanas. Aclaran que su 
beneficio durante más de dos semanas es mínimo y 
sugieren otro tipo de tratamiento en caso de no verse 
mejoría (61,62). 
Sinusitis crónica. La rinosinusitis crónica (o llamada 
sinusitis crónica) es una condición común en países 
desarrollados como Estados Unidos (63,64) y Reino 
Unido (65). La definición de sinusitis crónica sigue 
siendo imprecisa (como se mencionó antes) a partir 
de sus signos y síntomas, sin tener en cuenta los 
hallazgos radiográficos (63). En el examen rinoscópico 
se observa una mucosa congestionada, recubierta 
de secreciones serosas o purulentas y síntomas que 
persisten más de doce semanas (65). Brook reporta la 
presencia de pequeñas cantidades de Fusobacterium 
nucleatum y Prevotella intermedia de infecciones 
dentales y periodontales (57) y sugieren una relación 
entre engrosamiento de la membrana de Schneider 
y la periodontitis severa. Falk y colaboradores (66) 
observaron, en veintiún pacientes con bolsas perio-dontales 
mayores a 4 mm en dientes premolares y 
molares superiores (n = 122 dientes), engrosamiento 
de la membrana de Schneider radiográficamente y 
disminución del grosor de la membrana de Schneider 
en todos los cuadrantes cuando se realizó terapia 
básica (n = 29), con una normalización completa del 
grosor en el 16 % de estas (n = 5). 
Aunque el uso de TAC ha mostrado tener mayor pre-cisión 
y exactitud en la reproducción de estructuras 
anatómicas en pacientes sin patologías, es impor-tante 
preguntarse si son efectivas para corroborar 
el diagnóstico de sinusitis crónica. Las radiografías 
periapicales no son recomendadas, ya que presentan 
una distorsión cinco veces mayor que la radiografía 
panorámica. Asimismo, aunque la radiografía pano-rámica 
da una visión más amplia en la identificación 
de estructuras anatómicas, no debe ser tomada como 
único criterio radiográfico por su alta distorsión (67,68). 
La otra opción es el TAC, pero debido a su alta cantidad 
de radiación no es recomendable como una técnica de 
uso continuo (69). Ante este dilema, algunos autores 
sugieren que el primer paso debe ser usar una panorá-mica 
y el TAC solo cuando se quiera planificar detalles 
específicos, con conocimiento previo de la situación 
general del caso (63,69). Es importante resaltar que 
la evidencia sugiere el criterio radiográfico como un 
parámetro diagnóstico complementario para confirmar 
esta patología. Por lo tanto, sugieren una interconsul-ta 
con otorrinolaringólogos por posible aparición de 
complicaciones (54,63,65,69,70). 
Quistes. Se encuentran en radiografías en el 10 % de 
los pacientes. Tienden a producirse en la base de los 
senos maxilares. Estas lesiones aparecen como masas 
homogéneas de tejido blando, con bordes lisos y con-vexos 
hacia afuera. Pueden ser múltiples o aislados, 
pequeños, indoloros y no llenan la cavidad sinusal. Los 
quistes de retención pueden ser serosos o mucosos 
a partir de su conformación, debido a la obstrucción 
de la glándula serumucinosa. El tratamiento quirúrgico 
es el plan de tratamiento indicado que no conlleva 
consecuencias postoperatorias (11,71). 
Mucocele. Es una formación seudoquística originada 
en el interior de un seno paranasal que, secundaria-mente 
a la acumulación progresiva de su producción de 
moco, presenta un crecimiento lentamente expansivo, 
con un inicio asintomático. Se observan en el 10 % de 
los pacientes y es secundario a bridas cicatrizales tras 
una intervención tipo Caldwell-Luc, aunque reportes de 
casos hablan del 1 % (72,73) y debidos a trauma (70). Ge-neralmente, 
el mucocele se desarrolla por obstrucción 
de un orificio sinusal o de un compartimento de un seno 
tabicado. Para su diagnóstico es necesario un TAC de 
senos paranasales. Cuando el antro está dividido por un 
tabique, es posible que se desarrolle un mucocele dentro 
de uno de sus compartimentos. El tratamiento quirúrgico 
es suficiente para eliminar esta condición sin recurrencia 
postoperatoria (72). 
Pólipo coronoantral. Los pólipos coronoantrales son 
lesiones polipoideas que se originan en el seno maxilar 
que al crecer ocupan la cavidad sinusal en su totalidad 
y salen hacia la fosa nasal, bien destruyéndola o bien 
a través de algún defecto de esta. Representan el 
4-6 % de todos los pólipos nasales y se observan en 
adolescentes y adultos jóvenes. La mayoría son lesio-nes 
unilaterales solitarias. No obstante, es interesante 
señalar que se encuentra enfermedad inflamatoria 
antral bilateral en el 30-40 % de los casos. La imagen 
radiológica se puede confundir con una hiperplasia 
mucosa de seno o con una ocupación sinusal aguda. 
En la fase inicial se observa un llenado completo del 
seno maxilar. Cuando el pólipo sale al meato medio, se 
observa en los cortes coronales un ensanchamiento del 
infundíbulo, un bloqueo del meato medio, y en algunos 
casos, osteólisis del infundíbulo o de la pared lateral 
nasal. Al igual que las anteriores, el tratamiento ideal 
es quirúrgico (52).
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
35 
Elevación piso seno maxilar 
Patologías tumorales 
Los tumores son de muy baja prevalencia y pueden ser benignos, premalig-nos 
o malignos. El seno maxilar es la única localización donde aparece una 
clasificación internacional, equivalente para la Unión Internationale Contre Le 
Cáncer (UICC) y el American Joint Committee On Cancer (AJCC), que se basa en 
gran parte en la línea de Ohngren y que es definida como una línea imaginaria 
trazada sobre una línea de perfil entre el canto interno y en ángulo mandibular. 
Cualquier tumor situado por delante de esta línea presenta mejor pronóstico 
que un tumor situado por detrás. El único tratamiento de estos tumores es 
remoción quirúrgica o radioterapia. El osteoma se define como un tumor 
mesenquimatoso osteoblástico benigno caracterizado por una evolución local 
lenta y durante mucho tiempo asintomática. Su etiología aún no se ha definido, 
aunque se encuentran antecedentes de traumatismo en el 20 % de los casos. Su 
ubicación es frecuente en la unión etmoidofrontal, y aunque de rara aparición, 
también se ha descrito en el seno maxilar. Por otro lado, la displasia fibrosa es 
una invasión de hueso por tejido fibroso que comienza en la infancia, progresa 
hasta la adolescencia y luego se detiene. En la zona maxilofacial se encuentra 
predominantemente en maxilar superior; presenta desde una deformación 
facial o molestias respiratorias a alteraciones neurológicas de tipo ocular y 
auditivo. El hemangioma óseo constituye el 0,7 % de los tumores primitivos de 
los huesos, aunque su localización en el maxilar es rara. Radiográficamente 
se observan algunas imágenes radiolúcidas, pero no son del todo claras para 
poder descartar diagnósticos diferenciales (tumor residual, tejido inflamatorio 
o poliposis nasal), pero un TAC es útil para determinar la extensión tumoral y la 
posibilidad de obtener imágenes propias de esta patología como de “pompas 
de jabón” o “rayos de sol” (11). 
Elevación de piso de seno maxilar 
Generalidades y definición 
Históricamente, el remplazo de estructuras orales perdidas por enfermedad, 
trauma o etiología congénita se ha efectuado por medio de procedimientos 
protésicos, quirúrgicos o una combinación de ambos (74). Además, esta 
atrofia se acompaña de otras consecuencias, como disminución de tejidos 
blandos, alteración de la relación maxilomandibular, cambios faciales y de 
apariencia que afectan el pronóstico de esta zona como sitio receptor para 
colocación de implantes. Por lo anterior, surge la cirugía preimplantar, cuyo 
objetivo es crear un sitio favorable horizontal, vertical y transversalmente 
para la colocación de implantes con función biomecánica y estética óptima, 
lo cual puede implicar aumento de tejidos duros y blandos (2). Como de-rivación 
de este concepto, surge en los años ochenta la elevación de piso 
de seno como una alternativa para aumento vertical del reborde alveolar 
residual. Actualmente esta técnica puede ser efectuada en uno o en dos 
pasos, dependiendo del tipo de material o la técnica que se va a realizar, 
además de la cantidad de hueso residual disponible y la posibilidad de poder 
brindar al implante estabilidad primaria (4,7,8,75). 
Aunque el primer reporte sobre la colocación de un injerto en el seno maxilar lo 
realiza Hilt Tatum Jr. (Universidad de San Petersburgo) como alternativa al cu-brimiento 
de una comunicación orosinusal en el Congreso de Alabama de 1976, 
en 1982, Phillip Boyne y Robert James (Universidad de Lomalinda, California) 
fueron los primeros que reportaron catorce casos exitosos de elevación de piso
36 
Briceño JF, Estrada JH 
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
de seno con las primeras indicaciones que se conocen hasta hoy. De los catorce 
pacientes reportados, a tres se les colocaron implantes en forma de cuchilla a 
los seis meses de realizado el procedimiento. Boyne y James (9) definieron la 
elevación de piso de seno como un: “Incremento en grosor de la estructura ósea 
del piso del antrum maxilar a la cresta del reborde alveolar maxilar”. Enseguida, 
Tatum (10) la describe como: “[un procedimiento de] adición de hueso en el piso 
del seno con elevación del piso de seno para incrementar altura de reborde”. 
Luego, van den Bergh y colaboradores (17) la definen a partir de la técnica y 
sus resultados: “Un aumento interno del seno maxilar, el cual es realizado para 
aumentar la dimensión vertical en el maxilar lateral para hacer posible el uso de 
implantes”. Más tarde, en el consenso de oseointegración en el 2008, se agrega 
este procedimiento más formalmente en los “procedimientos de aumento de 
reborde alveolar” y la definen como: “Un procedimiento de aumento para la 
colocación de implantes en el maxilar posterior donde la neumatización del 
seno maxilar y/o pérdida vertical de hueso ocurre” (76). 
Indicaciones 
Atwood (77) planteó como factores clínicos para tener en cuenta los me-tabólicos, 
los funcionales, los protésicos y los anatómicos, a la hora de 
diseñar un plan de tratamiento. Lekholm y Zarb (78) también plantearon 
que el examen prequirúrgico debe establecer: a) la condición general de 
salud del paciente (presencia de enfermedades autoinmunes que afecten 
la respuesta de los tejidos), b) las condiciones locales de las membranas 
mucosas y maxilares (lesiones que puedan afectar la cicatrización de los 
tejidos) y c) las características del área que se va a operar (cantidad y 
calidad de hueso). La cavidad oral experimenta variaciones progresivas en 
el comportamiento de la reabsorción de los rebordes residuales después de 
la extracción dental y estas presentan ciertas características que han sido 
descritas en varios estudios. En 1957, Atwood encontró que la reabsorción 
de los rebordes medidos inmediatamente después de la extracción de los 
dientes remanentes es constante durante dos o tres años, tanto horizontal 
como verticalmente. Además, observó una correlación positiva entre pérdida 
dimensional del reborde alveolar horizontal y verticalmente en relación con 
el tiempo (77). Pietrokovsky y colaboradores (78) son más específicos en sus 
hallazgos y reportan que los cambios en los maxilares reabsorbidos pueden 
ser medibles a partir de la angulación y dirección horizontal/vertical de 
los planos anteroposterior, transversal y axial. Verticalmente, el patrón de 
reabsorción se produce apical y centrípetamente. Aparte de la disminución 
en cantidad del hueso remanente, la cantidad y calidad de hueso son 
factores importantes a tener en cuenta en la terapia implantológica, ya que 
influyen considerablemente a la hora de planificar un tratamiento en la zona 
posterior. Con base en todo lo anterior, Cawood y Howell (80), para unificar 
estrategias de tratamiento en estos rebordes, los clasifican a partir de su 
configuración: a) reborde tipo I (preextracción), b) tipo II (postextracción), 
c) tipo III (alto, bien redondeado), d) tipo IV (filo de cuchillo), e) tipo V (bajo 
redondeado) y f) tipo VI (deprimido). 
Cantidad de hueso 
La cantidad de hueso describe la arquitectura externa o el volumen de la zona 
edéntula que se va a tener en cuenta (80). Lekholm y Zarb (78), al considerar la 
forma, el contorno y la calidad de hueso, proponen una clasificación en la cual 
consideran la cantidad de hueso disponible a partir del límite entre hueso alveolar 
y hueso basal. Por otro lado, Misch y Judy (13,14), con base en las clasificaciones
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Elevación piso seno maxilar 
de Cawood y Howell y la clasificación de Lekholm y Zarb, 
establecieron una de disponibilidad de hueso maxilar a 
partir de la altura, anchura, longitud mesodistal, angulación 
del hueso alveolar más el plano oclusal y altura coronaria. 
Aunque la pérdida avanzada de hueso es generalizada 
en ambos maxilares, hay acuerdo en que la pérdida ósea 
en cantidad se acentúa en la zona posterior del maxilar 
superior, debido a la neumatización del seno maxilar, 
más allá de los 10 mm requeridos para la colocación 
de un implante de longitud con resultados predecibles 
(80). En este momento se requieren los procedimientos 
de aumento de reborde vertical y horizontal. A pesar 
de ser una técnica investigada durante más de veinte 
años, no hay un criterio definido sobre la cantidad 
de hueso mínimo para realizar este abordaje. Varias 
revisiones sistemáticas reportan que si la altura de 
reborde alveolar residual es de 3 a 8 mm, la elevación 
de seno maxilar, dependiendo de la técnica utilizada, 
puede llevar a menores complicaciones posquirúrgicas 
y puede dar resultados más predecibles a la hora de 
conformar un entorno adecuado para colocación de 
implantes de más de 10 mm (4,81,82). 
Calidad de hueso 
La calidad ósea, a diferencia de la cantidad de hueso, 
brinda la arquitectura ósea interna del reborde. Esta 
característica es determinante para la planificación te-rapéutica, 
el diseño del implante, la técnica quirúrgica, el 
tiempo de cicatrización y la carga progresiva inicial del 
hueso durante la reconstrucción protésica (4). La eva-luación 
de rutina consiste en una valoración clínica, en la 
que se realiza palpación y sondaje de la zona para eva-luar 
el grosor de la mucosa. También es necesaria una 
evaluación radiográfica, a fin de observar la morfología 
del reborde (78,83). Molly (83), en una revisión sistemá-tica 
aclaró dialécticamente la diferencia entre densidad 
ósea y calidad ósea, ya que la calidad ósea implica, 
además de la densidad/firmeza, el recambio celular, 
mineralización, maduración, matriz intercelular, vascu-larización 
y otros factores importantes que influencian 
el resultado de supervivencia/éxito del implante. Por su 
parte, Misch (13,14), a partir de la sensación táctil del 
reborde y de su ubicación, realiza una clasificación de 
densidad ósea únicamente, donde reporta la prevalencia 
en distintas zonas de los maxilares en 200 pacientes. 
Lekholm y Zarb (80), en relación con la calidad ósea, 
también dividen los tipos óseos en cuatro grupos. 
Aunque Molly reporta que solamente el 1 % de las 
fallas puede ser detectado con la técnica radiográfica, 
concuerda con otros estudios acerca de que el hueso 
con densidad ósea tipo IV de Lekholm y Zarb y el tipo 
D4 de Misch, el cual está presente en zona posterior 
predominantemente en el maxilar superior, es des-favorable 
para colocación de implantes (83,84). Por 
ejemplo, Pietrokovsky y colaboradores reportaron que 
la parte posterior del maxilar superior se encuentra 
hueso trabeculado ubicado externamente a la cortical 
de la bóveda palatina (79). Por su parte, Jaffin y Berman 
(1991) encontraron que el 32 % de los fracasos totales 
en implantes se observaron en hueso tipo IV de Lekholm 
y Zarb, comparado con el 6,8 % en huesos tipos I, II y 
III; además, el 62 % de los fracasos en hueso tipo IV se 
encuentran en la zona posterior superior (85). Herr-mann 
y colaboradores (86) encontraron que el tipo del 
hueso con densidad IV mostró el mayor porcentaje de 
fracaso (24,5 %), así como la cantidad de hueso tipos 
D y E (20 %). Al combinar estas dos variables (calidad 
y cantidad de hueso) se halló que los porcentajes de 
fracaso del hueso con densidad ósea tipo IV y cantidad 
de hueso tipos D y E fueron mayores en relación con 
los otros grupos (p = 0,006 vs. p = 0,083). Todo lo 
anterior lleva a concluir que la baja cantidad y calidad 
de hueso disponible son características prevalentes 
en zona posterior del maxilar superior y, por lo tanto, 
requieren procedimientos quirúrgicos perimplantares 
adicionales para mejorar la integridad estructural de la 
parte posterior del maxilar posterior. 
Opciones quirúrgicas para tratamiento 
de zona posterior del maxilar superior 
distintas a la elevación de seno maxilar 
Se ha buscado evidenciar cuál es la técnica de aumento 
óseo más predecible en la zona posterior del maxilar 
superior, hasta el punto que varios autores reportan 
varios abordajes distintos a la elevación de seno maxi-lar; 
ellos se explican en la tabla 3 (4,13,81). 
Implantes angulados 
Esta opción trata de la colocación de implantes en posi-ción 
angulada para evitar perforar el seno maxilar. Apa-ricio 
y colaboradores (87), en un estudio retrospectivo, 
hallaron que el porcentaje de éxito un año después de 
colocar implantes axiales, según los criterios de Albretks-son 
e Isidor (1994), fue del 91,3 % en comparación con el 
95,2 % para los implantes angulados, sin que las diferen-cias 
fueran estadísticamente significativas para el grado 
de angulación (p > 0,78). Encontraron fallas mecánicas 
en dieciséis prótesis al año de su colocación (55,1 %) por 
apretamiento de los pilares sin alteraciones después de 
este tiempo. En una revisión sistemática de literatura rea-lizada 
por Att y colaboradores (88) se encontraron ocho 
estudios en los cuales se evaluaron implantes angulados 
distalizados en la zona posterior del maxilar superior, y 
reportaron tasas de supervivencia del 92,8 % al 100 % en 
periodos de observación de uno a tres años; sin embargo,
38 
Briceño JF, Estrada JH 
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
aclaran que en siete de los ocho estudios no se muestran 
datos por separado de implantes angulados comparados 
con implantes axiales. Además de encontrarse escasa 
literatura sobre esta opción, no hay estudios a más de 
tres años, lo cual hace este procedimiento, hasta el día de 
hoy, impredecible a largo plazo. 
Implantes cortos 
Esposito y colaboradores (3,6) reportaron que la lite-ratura 
actual está enfocada en evaluar los implantes 
cortos colocados sin aumento de seno maxilar, ya que 
es un procedimiento menos complejo, más barato y 
rápido que la elevación de seno maxilar. Esposito y 
colaboradores (6) indicaron que implantes con longitu-des 
de 5-8 mm son considerados cortos, pero algunos 
autores creen que implantes de 7-10 mm son cortos. 
Ten Brukkenkate y colaboradores (89) encontraron seis 
fallas de las siete reportadas en esta zona (75 %), de 
las cuales cinco se debían a procesos infecciosos y 
una por presencia de movilidad. Ellos sugieren mejores 
resultados si se combinan estos implantes cortos con 
Tabla 3 
Opciones quirúrgicas para tratamiento de zona posterior del maxilar superior distintas 
a la elevación de seno maxilar 
otros de mayor longitud (89). En un nivel de eviden-cia 
más alto, las revisiones encuentran otros factores 
de riesgo que deben tenerse en cuenta. Goodacre y 
colaboradores (90), en una revisión entre de trabajos 
publicados entre 1981 y 1997, encontraron una mayor 
pérdida de implantes de 7-10 mm (4,8 %) que mayores 
de 10 mm (1,1 %) con mayor prevalencia en hueso tipo 
IV (16 %) comparado con los tipos I-III (3 %). 
Das Neves y colaboradores (91) llevaron a cabo una 
revisión sistemática de publicaciones entre 1980 y 
2004 y encontraron que en veintidós de treintaiún 
estudios (67 %) se atribuye como factor de riesgo la 
pobre calidad ósea y la poca longitud de reborde al-veolar. 
Los autores lo atribuyen a que la combinación 
implante-calidad ósea resulta en poca estabilidad 
mecánica cuando se coloca el implante y en su tiempo 
de cicatrización. Lo evidenciado en los estudios más 
rigurosos, aunque está de acuerdo en que la longi-tud 
corta no es por sí sola un factor de riesgo para 
pérdida del implante (6,91), sí clarifica que la suma 
Técnica 
Implantes angulados 
Implantes cortos 
Implantes que perforan 
el seno maxilar 
Técnicas de 
injertos óseos 
Autor/año 
Aparicio y cols. (2001) 
Att y cols. (2009) 
Ten Brukkenkate 
y cols. (1997) 
Goodacre y cols. (1999) 
Das Neves y cols. (2006) 
Branemark y cols. (1984) 
Jung y cols. (2007) 
Aghaloo y Moy (2007) 
Chiapasco y cols. (2006) 
Estudio 
ER 
RS 
EP 
RL 
RS 
EP 
EP 
RS 
RS 
Muestra 
(implantes) 
Axial = 59 
Angulados = 42 
Combinado = 1156 
253 
7 mm = 120 
10 mm = 245 
13 mm = 90 
15/20 mm = 103 
7 mm = 1974 
8,5 mm = 91 
10 mm = 2043 
101 
23 
OVG = 986 
COG = 3037 
GBR = 1232 
DO = 256 
GBR = 2002 
OVG = 4445 
COG = 153 
Efectividad (%)/ 
tiempo (meses) 
S1 = 91,3 (12) 
S2 = 95 (12) 
S = 98,8 (12) 
NR 
NR 
NR 
NR 
NR 
NR 
NR 
NR 
S = 88 (12) 
E = 77 (120) 
NR (10) 
90,4 (12-72) 
83,8 (12-72) 
95,5 (12-72) 
94,7 (12-72) 
S = 76,8-100 (9-84) 
E = 61,5-100 (6-133) 
S = 60-100 (6-144) 
E = 83-100 (12-120) 
S = 90-95 (24) 
E = 95 (12-84) 
Falla (%)/ 
tiempo (meses) 
NR 
NR 
15,5 (24) 
6,5 (60) 
9,0 (60) 
6,0 (60) 
0,0 (60) 
7,5-28,6 (NR) 
0-13,3 (NR) 
3,2-7,5 (NR) 
NR 
NR 
NR (10) 
NR 
NR 
NR 
NR 
NR 
NR 
NR 
NR 
NR 
NR 
RS: revisión sistemática; RL: revisión literatura; ES: estudio retrospectivo; EP: estudio prospectivo; S: supervivencia; E: éxito; OVG: injerto onlay; 
COG: injerto inlay interposicionado; GBR: regeneración ósea guiada; DO: distracción osteogénica.
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
39 
Elevación piso seno maxilar 
de factores anatómicos y funcionales encontrados 
en zona posterior del maxilar superior son suficientes 
para disminuir considerablemente el pronóstico del 
implante colocado en esta zona (77). 
Implantes que perforen el seno maxilar 
Branemark y colaboradores (92) publicaron un estu-dio 
in vitro en tres perros, a los que se les colocaron 
implantes sin perforar completamente el grosor del 
reborde y se les realizó seguimiento mensual durante 
dos años. Además, reportaron el seguimiento a 101 
pacientes a los que se les realizó terapia de implantes 
y seguimiento entre dos y diez años. En la fase in vitro, 
encontraron oseointegración en la zona del implante 
sin fibrointegración presente. En la fase clínica del 
mismo estudio observaron un éxito del 88 % al año y 
del 77 % a los diez años, muy inferior a los resultados 
con otras opciones terapéuticas. Por otro lado, dos 
estudios de Jung y colaboradores (93,94), en los que se 
colocaron implantes con perforación de la membrana 
≥ 4 mm, presentaban radiográficamente engrosamien-to 
de la mucosa alrededor de los implantes (93,94). 
Cabe resaltar que ninguno de los dos estudios muestra 
resultados biomecánicos del implante (falla, super-vivencia/ 
éxito), ya que ninguno de los implantes fue 
cargado protésicamente. Por otro lado, los tiempos de 
seguimiento fueron insuficientes. Como se observa, hay 
ausencia de evidencia que lleve a pensar clínicamente 
en tener en cuenta esta opción como válida. 
Realización de osteotomía horizontal/vertical 
e injertos óseos 
Esta opción consiste en la colocación de injertos óseos 
que estimulen neoformación ósea en la zona donde se 
colocarán, y ha presentado resultados similares a los 
de elevación de piso de seno maxilar (13). Aghaloo y 
Moy (81) realizaron una extensa revisión sistemática de 
literatura que buscó determinar la evidencia disponible 
desde 1980 hasta el 2005 para conocer cuál técnica de 
aumento de reborde es la más exitosa para suministrar 
el suficiente soporte óseo en la zona posterior de 
maxilar superior para colocación de implantes sobre el 
tiempo. Para ello compararon, en primer lugar, técnicas 
de aumento de reborde alveolar (regeneración ósea 
guiada [GBR], injerto onlay/inlay, distracción osteo-génica 
[DO]) y, en segundo lugar, la elevación de seno 
maxilar con técnicas de aumento de reborde alveolar. 
De los 536 títulos identificados, seleccionaron exhaus-tivamente 
noventa artículos clínicos que hubieran sido 
realizados en humanos, el procedimiento se efectuara 
previo o al momento de la colocación de implantes, 
que estos fueran colocados en la zona aumentada, 
con al menos diez pacientes, con seguimiento a un año 
mínimo y que reportaran éxito y supervivencia de los 
implantes colocados de cinco años (80). 
Aghaloo y Moy (81) informaron que entre las técnicas de 
aumento de reborde, la tasa de supervivencia de 1232 
implantes con GBR fue del 95,5 %, la cual fue levemente 
más alta en comparación con las tasas del 90,4 % y 
94,7 % con injertos inlay/onlay y DO, respectivamente. 
Al comparar las técnicas de elevación de piso de seno 
con otras técnicas de aumento, la tasa de supervivencia 
de elevación de piso de seno fue del 92 % (n = 2904; IC 
= 87, 2-96, 8), cuyas variaciones dependieron del tipo 
de material de injerto utilizado; los resultados fueron 
similares a los de predictibilidad. Estos hallazgos con-cuerdan 
con los de Chiapasco y colaboradores (82), 
quienes encontraron en diecisiete artículos una tasa 
de supervivencia del 99,3 % (rango: 99-100 %) para GBR. 
Ellos la proponen como una opción tan válida como la 
elevación de piso de seno, para aumento horizontal y 
vertical de la zona posterior del maxilar superior, ya que 
esta técnica tiene en cuenta el volumen tridimensional 
del reborde. Este estudio no tiene considera la insu-ficiente 
altura de reborde residual por neumatización, 
como sí la elevación de seno maxilar (81), pero consi-dera 
otras variables a la hora de escoger cuál técni-ca 
es más adecuada (80). Por ejemplo, las revisiones 
sistemáticas realizadas por Esposito y colaboradores 
muestran que en cuarenta ensayos clínicos aleatori-zados 
con 455 pacientes de una revisión (3) y en trece 
ensayos clínicos aleatorizados de la otra revisión (6) 
afirman que la evidencia hasta hora no puede mostrar 
con certeza cuál es la técnica de aumento más efectiva 
por la heterogeneidad metodológica encontrada en 
los estudios y la capacidad operador-dependiente que 
distorsiona la predictibilidad de las técnicas, pero son 
claros en afirmar que procedimientos, como el aumento 
extenso del reborde con injertos presentan mayores 
complicaciones posquirúrgicas y protésicas, mayor do-lor 
posoperatorio, más días de hospitalización, mayores 
costos y mayor tiempo de tratamiento en relación con 
otros procedimientos como elevación de piso de seno 
o colocación de implantes cortos (3,6). 
Técnica de elevación de piso 
de seno maxilar reportadas 
Las técnicas de elevación de seno maxilar, a partir 
de su abordaje quirúrgico, han sido divididas en dos: 
abordaje lateral y abordaje transcrestal. A continuación 
se presenta con más detalle cada una de ellas. 
Ventana lateral (Caldwell-Luc) 
Esta técnica fue descrita originalmente en 1893 por George 
Caldwell (Estados Unidos) y un año más tarde por Guy Luc
40 
Briceño JF, Estrada JH 
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
(Francia). Consiste en el abordaje del seno maxilar por vía 
vestibular a través de la fosa canina. En los años ochenta y 
noventa fue remplazada ampliamente en este papel por la 
cirugía endoscópica funcional sinusal (CEFS). Este abordaje 
se limitó para otras indicaciones mucho menos frecuentes. 
En varios estudios en los cuales se ha comparado la CEFS 
con Caldwell-Luc se observa que la CEFS, al ser un proce-dimiento 
menos invasivo y presentar resultados similares, 
es actualmente la técnica de elección por otorrinolaringó-logos 
(95-97). Tatum, en 1977, propuso como alternativa 
el aumento quirúrgico del volumen óseo de la cavidad del 
seno maxilar con una técnica Caldwell-Luc modificada, a la 
que denominó elevación de piso de seno maxilar. Para ello 
fracturaba parcialmente el reborde de la cresta de arcada 
maxilar con el fin de elevar la membrana del seno maxilar, 
para luego colocar injerto autólogo y a los seis meses 
colocar el implante endóseo. Aunque no se observaron 
resultados predecibles por el tipo de implante y el tipo de 
injerto utilizados, el uso de otro tipo de materiales de relleno 
(aloinjerto, xenoinjerto o aloplástico) más el mejoramiento 
de las características de los implantes, convirtieron este 
abordaje en un procedimiento con resultados más prede-cibles 
(10). 
Técnica transcrestal 
La técnica transcrestal se caracteriza por un abordaje 
del seno maxilar desde la cresta corono-apicalmente, sin 
necesidad de realizar exposición de las paredes del seno 
maxilar, como se describe en la técnica lateral. Tatum (10) 
fue el primero en describir, a diferencia de la técnica la-teral, 
una técnica quirúrgica para colocación de implantes 
Omni R® (Omni International) en rebordes con insuficiente 
grosor vestibulopalatino, a partir de tres instrumentos de-nominados 
formadores de canales (channel formers) que 
ingresaban desde el reborde de la cresta alveolar, para 
establecer la profundidad y dirección del nuevo alveolo 
formado. No obstante, el primer reporte de la utilización 
del abordaje crestal para elevación de piso de seno lo 
realizó Robert Summers, en 1994 (98-103). Actualmente, 
ha habido reportes de caso con varias modificaciones al 
abordaje por uso de distintos instrumentos, pero las más 
sustentadas han sido la técnica descrita por Summers, y 
en menor grado, la técnica descrita por Cosci, que serán 
profundizadas a continuación. 
Técnica con osteótomos 
Como se acaba de mencionar, entre 1994 y 1995, Robert 
Summers publicó una serie de cuatro artículos (99-102) 
en los que planteaba una nueva técnica de aumento hori-zontal 
(100) y vertical (101) para colocación de implantes 
sin necesidad de perforación. Para esto indicaba el uso 
de instrumentos cónicos graduados en longitud y grosor 
que se denominan osteótomos. Al introducir estos instru-mentos 
progresivamente en el orden indicado por la casa 
comercial, expanden lateralmente el hueso vestibular y 
palatino, y lo compactan conforme se vaya realizando la 
penetración. El objetivo inicial reportado por Summers 
fue mejorar la densidad ósea y conservar la mayor canti-dad 
de hueso, proponiendo esta técnica específicamente 
para zonas posteriores del maxilar, las cuales presentan 
corticales delgadas o ausentes y un hueso trabeculado 
de consistencia blanda (99). La elevación de seno es una 
de las diversas aplicaciones que reporta (101), como 
la expansión vestibulolingual/palatina de rebordes (REO, 
por su sigla en inglés) de más de tres milímetros. El autor 
propone que la elevación de piso de seno maxilar se pue-de 
realizar, bien sean con osteótomos únicamente (OSFE, 
por su sigla en inglés) o con osteótomos más adición de 
hueso (BAOSFE, por su sigla en inglés). Summers plantea-ba 
que la OSFE se debe realizar cuando hay una distancia 
menor de diez milímetros entre la cresta del maxilar y el 
piso de seno, pero una altura de hueso remanente de 
cinco o seis milímetros. 
Esta técnica, a diferencia del desplazamiento lateral en la 
REO, empuja progresivamente el hueso remanente hacia 
arriba, al tiempo que van elevándose el seno maxilar, el 
periostio y la membrana gracias a la masa ósea desli-zada 
(100). Greenstein y Cavallaro (103) expusieron que 
subantralmente se encuentra hueso tanto blando como 
denso. Por otro lado, Summers reporta mejor fijación del 
implante y simplificación de la elevación de seno maxilar 
con osteótomos con la técnica BAOSFE, ya que al ser 
incrementado gradualmente el material de injerto, actúa 
como un tapón hidráulico que empuja los límites del seno 
hacia arriba (101). 
Técnica de Cosci 
Ferdinando Cosci y Marcello Luccioli, al observar el po-tencial 
invasivo de la técnica Caldwell-Luc modificada 
reportada por Boyne y James, en 1980, y el pobre control 
de la fractura en la técnica con osteótomos de Summers, 
reportaron una serie de 256 implantes colocados en 237 
pacientes entre 1994 y 1999, con una nueva técnica de 
elevación de piso de seno denominada técnica de Cosci. 
Esta se caracteriza por la perforación (no fractura) de la 
cortical del piso de seno maxilar, realizada en rebordes 
alveolares de más de cuatro milímetros, con el uso de 
fresas de elevación (lifting drills) diseñadas por el autor. El 
estuche quirúrgico está compuesto por ocho fresas con 
el mismo diámetro (3,10 mm), ángulo de corte de 30° y 
longitudes de incremento sucesivo (5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 
12 mm) para ser utilizadas secuencialmente (103,104), lo 
cual es similar al uso de los osteótomos reportados en 
la técnica de Summers (101). Esta técnica está indicada 
únicamente para colocación inmediata de implantes.
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
41 
Elevación piso seno maxilar 
Técnica de elevación crestal de base (crestal core sinus augmentation) 
Summers (105) publicó una modificación de las técnicas OSFE y BAOSFE, 
originalmente denominada desplazamiento crestal del sitio futuro (crestal 
FSD), que está indicada en rebordes alveolares insuficientes en pacientes par-cialmente 
edéntulos, donde su longitud no permite la colocación inmediata de 
implantes. Greenstein y Cavallaro (106) reportaron que es innecesario remover 
el hueso remanente y, por lo tanto, es desplazado apicalmente con osteóto-mos 
especiales (FS osteotomes) que intruyen el hueso apicalmente. Summers 
explica que tanto la parte del hueso elevado como la otra parte del hueso 
dentro del sitio quirúrgico permanecen con suministro sanguíneo derivado 
de la membrana de Schneider, además del aporte de células osteogénicas y 
proteínas morfogenéticas de hueso (BMP, por su sigla en inglés), que brinda 
los materiales de injerto (102). Estas técnicas, al igual que la técnica de Cosci, 
son pobremente reportadas por su dificultad operativa y la alta probabilidad 
de perforación de la membrana. 
Efectividad de la elevación de piso de seno maxilar 
a partir de la evidencia 
La técnica de elevación de seno maxilar ha sido la técnica quirúrgica pre-implantar 
de aumento vertical en la zona posterior anterior más reportada 
en la literatura. Se encontraron cerca de sesenta artículos publicados en los 
años ochenta y comienzos de los noventa. Esposito y colaboradores (3) re-portaron 
que es la más estudiada y puede evitar complicaciones posteriores, 
mejorando calidad de vida del paciente, aunque aclaran que todo depende 
de la situación clínica específica. Wallace (15) propone que los tres objetivos 
del procedimiento de elevación del seno son: a) creación de hueso vital en el 
maxilar posterior, b) oseointegración de los implantes colocados en el hueso 
y c) supervivencia de aquellos implantes bajo carga oclusal. Jensen y cola-boradores 
(107) publicaron el primer consenso realizado por la Academia de 
Oseointegración en el Babson College, ubicado en Wesley (Massachusetts), 
en 1996, para unificar indicaciones y contraindicaciones sobre la elevación 
del piso de seno maxilar, como técnica previa a colocación de implantes. 
Este consenso reporta que esta técnica usada sola o en combinación fue 
exitosa en el 90 % de los casos en evaluaciones a tres y cinco años. Otras 
revisiones sistemáticas reportan alta variabilidad en el éxito de esta técnica, 
entre el 61 % y el 100 %, ya que estadísticamente hay alta heterogeneidad 
en las variables que se deben considerar (3,6-8,81,82,108-111). Las variables 
que se describen a continuación son la técnica, la selección o no de material 
de injerto y la cantidad de hueso disponible. 
Técnica 
Como se describió, las técnicas más utilizadas son las denominadas ventana 
lateral y transcrestal. Se ha comprobado que una de las indicaciones para 
realizar elevación de piso de seno es la cantidad de reborde alveolar dis-ponible, 
hecho que es de suma importancia a la hora de escoger la técnica 
ideal (6). Actualmente, los hallazgos encontrados en la evidencia sobre la 
efectividad de estas técnicas no son claros, en muchos casos por sesgos 
metodológicos. Fugazzotto y Vlassis (112) encontraron, en evaluaciones a 
seis años, el 100 % de éxito de la técnica transcrestal, y el 97,3 % en de la 
técnica lateral; pero su muestra no era homogénea, lo que pudo llevar a 
sesgos por selección. Por otro lado, no hay un criterio de selección sobre 
la medida mínima de altura de reborde residual, importante para escoger 
el tipo de técnica. Este último hecho lo intentan corroborar Urban y Lo-
42 
Briceño JF, Estrada JH 
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
zada (113), quienes encontraron que la tasa total de 
supervivencia del implante a cinco años es del 99,6 % y 
mostraron que, con mínimo reborde (> 3,5 mm), la tasa 
de supervivencia a seis años es del 94,1 % en contraste 
con el 100 % en rebordes moderados. Se observa cierto 
conflicto de interés por el uso del implante en ambos 
tipos de reborde, 106 implantes Brånemark System Mk 
IV, 100 implantes Brånemark System Mk III, 30 implan-tes 
NobelReplace y 9 implantes NobelSpeedy implants 
Nobel Biocare, casas comerciales de las cuales ambos 
autores son portavoces oficiales. 
Chao y colaboradores (114) encontraron que la tasa de 
supervivencia del implante con la técnica lateral aumenta 
proporcionalmente al incrementar el reborde disponible 
de uno a cinco milímetros (R2 ajustado: 0,83), cuando se 
mantienen estables los rebordes < 5 mm (R2 ajustado: 
0,97), lo que sugiere que entre menos reborde haya, 
menor estabilidad primaria habrá del implante con esta 
técnica, y que en rebordes menores de cinco milíme-tros 
el pronóstico se va estabilizando. Con relación a la 
técnica de Summers, se encontró que no hay evidencia 
de una tendencia cuadrática (R2 ajustado: 0,51) o lineal 
(R2 ajustado: 0,56) de alguna relación entre la altura de 
reborde alveolar y tasa de supervivencia entre implantes 
colocados. Los autores explican este hecho, porque los 
estudios incluidos exponen arbitrariamente la altura dis-ponible 
como < 4 mm, lo sugiere que la cantidad mínima 
de reborde con esta técnica debe ser de cinco milímetros. 
Sin embargo, otros estudios son concluyentes al ase-gurar 
que el tamaño de reborde residual y la técnica sí 
se relacionan. Zitzmann y Schärer (115), al comparar las 
técnicas lateral (en un paso y dos pasos) y Summers, en 
79 implantes colocados en treinta pacientes entre 1994 y 
1996, obtuvieron un éxito en todos los procedimientos del 
96 %, pero en la técnica lateral en un paso el reborde era 
< 5 mm (promedio = 2,3 mm), en la técnica lateral en dos 
pasos el reborde era de 4-6 mm (promedio = 5 mm) y en 
la técnica de Summers el reborde fue ≥ 6 mm (promedio 
= 8,8 mm). 
Rosen y colaboradores (116) realizaron un estudio mul-ticéntrico 
en el que colocaron 174 implantes en 101 pa-cientes 
con rebordes de 3-8 mm a los que se les realizó 
la técnica de Summers con adición de hueso (BAOSFE). 
Ellos hallaron que la tasa de éxito de la técnica en un 
reborde > 5 mm fue del 96 % a los seis meses, mientras 
que en rebordes de < 5 mm, la supervivencia bajó con-siderablemente 
al 85,7 %. Este estudio es importante, 
ya que Robert Summers, creador de la técnica, es uno 
de los coautores del estudio y aclara sus limitaciones. 
Con una evidencia mayor, varias revisiones sistemáticas 
apuntan a una predictibilidad alta de estas técnicas, 
pero se debe tener en cuenta la altura de reborde 
alveolar, al observarse buenos resultados en rebordes 
de < 5 mm con la técnica de ventana lateral, hasta el 
punto en que ensayos clínicos lo comprueban cate-góricamente 
en rebordes con alturas de entre 1-3 mm 
(117-119). Pero en rebordes de > 5 mm también se puede 
tener en cuenta la técnica transcrestal por ser menos 
invasiva (120), aunque cabe aclarar que todavía hace 
falta mayor investigación sobre esta variable, ya que no 
todos los estudios la tienen en cuenta (121). Con base 
en lo anterior, Chiapasco y colaboradores (122), en un 
seguimiento realizado a 692 pacientes por doce años 
(1992-2004), proponen una clasificación con base en el 
ancho/altura del reborde alveolar y la relación interarco 
vertical/horizontal, así como un tratamiento para cada 
tipo de defecto. Si bien subrayan la importancia de las 
dimensiones del reborde alveolar a la hora de planifi-car 
el tratamiento quirúrgico, no tienen presentes otras 
variables, como el tipo de material que se va a utilizar. 
Selección del material 
Desde los primeros estudios se ha propuesto como 
alternativa quirúrgica en la zona posterior la colo-cación 
de un injerto óseo que suministre adecuado 
hueso viable para la estabilidad inicial del implante 
y para fomentar oseointegración (123-125). Los ma-teriales 
de injerto se dividen según su sitio donante y 
propiedades de neoformación ósea en (82): a) auto-injertos, 
los cuales son extraídos del mismo pacien-te, 
con características aparentemente osteogénicas 
(formadoras de hueso a partir de células del injerto), 
osteoinductoras (formadoras de hueso a partir de re-ceptores 
que inducen al receptor) y osteoconductiva 
(injerto como matriz para que sobre ella se forme 
nuevo hueso); b) aloinjertos, los cuales son extraídos 
de cadáveres y procesados por métodos como con-gelamiento 
y desmineralización/congelamiento, cuyas 
propiedades son osteoinducción y osteoconducción; c) 
xenoinjertos, extraídos de seres vivos, como ovejas o 
corales, que presentan propiedades osteoconductivas, 
y d) aloplásticos, que son materiales sintéticos como 
fosfatos cálcicos, hidroxiapatita, y vidrios bioactivos, 
con propiedades osteoconductivas. Cabe aclarar que 
la evidencia disponible no es clara acerca de si todas 
las propiedades de los injertos se cumplen, hasta el 
punto de que las propiedades osteogénicas y osteo-conductivas 
de los injertos autógenos y aloplásticos 
se han puesto en duda en varios estudios (126-130). 
Por lo tanto, la única propiedad reportada en todos los 
tipos de injerto ha sido la capacidad osteoconductiva.
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
43 
Elevación piso seno maxilar 
Aunque hay reportes donde se asegura que el injerto autólogo es el patrón 
de referencia de los materiales de injerto (82), en algunos casos sin ningún 
soporte científico (11,13,14), las revisiones sistemáticas que estudian el tema 
reportan que ninguno de los injertos presenta ventajas entre sí en relación 
con la formación de hueso (tabla 4). 
Autor 
Tong y cols. (108) 
Jensen y cols. (107) 
Wallace y cols. (110) 
Del Fabbro y cols. (109) 
Graziani y cols. (147) 
Chiapasco y cols. (82) 
Aghaloo y Moy (81) 
Tan y cols. (8) 
Pjetursson y cols. (7) 
Chen y cols. (76) 
Nkenke y cols. (131) 
Año 
1998 
1998 
2003 
2004 
2004 
2006 
2007 
2008 
2008 
2009 
2009 
Estudios 
incluidos 
10 
38 
43 
59 
6 
62 
42 
19 
48 
47 
21 
Técnica 
Lateral 
Lateral 
Lateral y transalveolar 
Lateral 
Lateral y transalveolar 
Lateral y transalveolar 
Lateral y transalveolar 
Transalveolar 
Lateral 
Lateral 
Lateral 
Seguimiento 
(meses) 
60 
84 
NS 
144 
72 
144 
102 
60 
72 
107 
108 
Tabla 4 
Revisiones sistemáticas en humanos que comparen autoinjertos con otros materiales de relleno 
Supervivencia del implante (%) 
AB 
87-93* 
85-95 
NS 
84-97 
NS 
61-100 
87-97* 
NS 
49-100 
61-100 
94-100 
NI 
NS 
NS 
NS 
NS 
NS 
NS 
NS 
NS 
NS 
97-100 
NS 
AB: injerto autólogo; NI: coágulo (no injerto); BS: sustitutos óseos; MX: combinación de injertos; NS: no especificado. 
*95 % IC. 
BS 
68-95* 
85-100 
NS 
90-96 
NS 
85-100 
67-100* 
NS 
76-100 
85-100 
94-100 
MX 
90-100* 
76-100 
NS 
93-95 
NS 
75-100 
83-93* 
NS 
89-100 
82-100 
88-100 
La premisa anterior debe tomarse con precaución, ya que la heterogeneidad 
metodológica y los diversos sesgos no permiten avalar completamente esta 
afirmación. Además, pocas revisiones incluyen la sola formación de coágulo 
(no injerto) dentro de sus variables, la cual es otra opción que puede tenerse 
en cuenta, pero que poco ha sido estudiada y solo se encuentran estu-dios 
con poco seguimiento (130-133), importante medida de control para 
comparar la efectividad de los materiales. Es más, se han divisado estudios 
que muestran que los autoinjertos presentan otras desventajas, además de 
lo mencionado. Ejemplo de ello es el estudio de Jensen y colaboradores 
(132), en el que comparan autoinjerto, plasma rico en plaquetas (PRP [fos-fato 
tricálcico]) y xenoinjerto en tres defectos óseos estandarizados. Los 
autores encontraron un 17,7 % de formación de hueso inmaduro a las dos 
semanas en el autoinjerto, lo cual fue estadísticamente significativo más 
alto con respecto al tejido de granulación formado alrededor del defecto 
con PRP y xenoinjerto (p < 0,05). A las cuatro semanas, el 39,4 % de las 
partículas de autoinjerto fueron embebidas en hueso nuevamente formado, 
lo que también fue estadísticamente significativo con relación al 24,6 % del 
xenoinjerto (p < 0,05), pero no en relación con el 36,4 % del PRP, con el que 
no hubo diferencia significativa. A las ocho semanas se observó un mayor 
porcentaje de nuevo hueso maduro con el PRP (57,4 %), el cual fue estadísti-camente 
significativo al compararlo con el xenoinjerto (41,6 %; p < 0,05) pero 
no comparado con el autoinjerto (54,5 %), demostrando con ello formación 
de hueso con los tres biomateriales a las ocho semanas. Cabe señalar que 
la proporción de injerto-nuevo hueso en boca fue distinto, al mostrar que el 
71 % de dicha fracción se encontraba en el xenoinjerto a las ocho semanas, 
en relación con el 65 % del PRP y el 51 % del autoinjerto respectivamente, que
44 
Briceño JF, Estrada JH 
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
evidenciaba mayor reabsorción del autoinjerto a las ocho semanas. Incluso 
otros estudios, algunos referenciados por los autores de este estudio, ya 
reportaban una reabsorción mayor del 50 % del autoinjerto a los seis meses. 
Por ejemplo, la revisión sistemática realizada en estudios con animales de 
experimentación de Browaeys y colaboradores (133) muestra que el injerto 
autólogo se reabsorbe en promedio un 45 % a las doce semanas. Este hecho 
es importante, ya que al haber mayor neoformación ósea en el autoinjerto 
en las primeras semanas, la relación reabsorción/neoformación es mucho 
más agresiva que en otros materiales, y se pierde la integridad estructural 
del defecto. Este hecho es importante, ya que influye directamente con la 
estabilidad inicial del implante. 
En conclusión, Wallace (15) plantea que, al estudiar la efectividad de la elevación 
de piso de seno maxilar, resulta imprescindible tener en cuenta variables como 
la selección del material de injerto, la colocación o no de membrana y la selec-ción 
de la superficie del implante, pero cada caso clínico es particular y debe ser 
abordado con las características que cada indicación y cada estrategia conlle-va. 
La tecnología más la evidencia ha fortalecido el criterio y las herramientas 
clínicas, para disminuir la tasa morbilidad de implantes en esta zona, además 
de mejorar la calidad de vida de los pacientes estética y funcionalmente, pero 
el reto está en afianzar la documentación disponible y apuntar directamente a 
esas variables donde la evidencia es arbitraria y confusa. 
Complicaciones por elevación de piso de seno maxilar 
Generalidades 
La terapia con implantes involucra complicaciones producto de estos proce-dimientos 
(134). Debido a que todavía no existe una unificación en el diseño 
de los estudios clínicos, la notificación de complicaciones clínicas tiende a 
mostrar variaciones, lo que hace difícil determinar si una complicación no ha 
sido declarada, no ha sido tenida en cuenta a la hora de recolectar datos o no 
ocurrió (90). En un intento de unificar y sistematizar su presencia, frecuencia 
y manejo, diversos autores clasifican las diversas complicaciones según 
parámetros clave para su identificación y tratamiento. 
Clasificación 
El conocimiento sobre las posibles complicaciones es importante, bien sea 
para la planificación del tratamiento, la comunicación entre odontólogo y 
paciente o el cuidado posquirúrgico; pero esta técnica puede invadir la inte-gridad 
anatómica, interferir con los mecanismos fisiológicos del seno maxilar 
y crear complicaciones potenciales, que van a ser evaluadas a continuación 
(135-137). Pignataro y colaboradores (138) publicaron, en un artículo de opi-nión, 
las complicaciones por elevación de piso de seno maxilar a partir de su 
tiempo de aparición, clasificándolas en tempranas y tardías. Aunque los autores 
no aclaran en qué tiempo se puede considerar temprano y en cuál se puede 
considerar tardío, se puede suponer que “temprano” hace referencia a “durante 
el mismo procedimiento” y “tardío” a “después del procedimiento”. 
Por su parte, Katranji y colaboradores (139) clasifican más específicamente 
las complicaciones a partir de su etiología, las cuales son en su mayoría 
condiciones prevenibles antes del procedimiento:
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45 
Elevación piso seno maxilar 
• Enfermedades sistémicas y medicamentos. Son con-diciones 
específicas con las que el paciente acude a 
su consulta. Katranji y colaboradores (139) sugieren 
específicamente que las enfermedades sistémicas 
que son prevenidas en cirugías regulares también 
deben ser consideradas una contraindicación para 
realizar elevación de piso de seno. Como se advirtió, 
el diligenciamiento meticuloso de la historia clínica 
puede ser suficiente para prevenir complicaciones 
posteriores. 
• Anatómicas/por el procedimiento. Son condiciones 
desfavorables por la realización del procedimiento, 
como son la perforación de la membrana de Sch-neider, 
la presencia de tabiques sinusales que pro-vocan 
perforaciones de la membrana, el sangrado 
por perforación de la anastomosis formada por la 
arteria infraorbitaria y la arteria alveolar posterior 
superior, los implantes migrados dentro del seno 
maxilar y la obliteración del seno maxilar que afecte 
la permeabilidad del ostium nasal. 
• Patologías tumorales. Como se explicó, son condi-ciones 
preoperatorias que con un buen diagnóstico 
se pueden detectar antes del procedimiento de ele-vación 
de piso de seno maxilar. 
• Patologías infecciosas. En esta categoría se incluyen 
ciertas patologías que aparecen después de reali-zado 
el procedimiento, como fístulas oroantrales, 
sinusitis (aguda, crónica y alérgica), pérdida del im-plante 
o del injerto, hematomas, secuestros óseos y 
aperturas de la incisión, los cuales requieren como 
plan de tratamiento un régimen antibiótico. 
• Protésicos. Pueden atribuirse a mala planeación bio-mecánica 
de las prótesis, que pueden producir pér-dida 
de hueso crestal de la zona del(los) implante(s) 
bajo sobrecarga oclusal. 
Con la premisa de que hay presencia de complica-ciones 
dentro del procedimiento (intraoperatorias) y 
después de este (postoperatorias), Wallace y Rosen 
(136) aclaran que, dependiendo del abordaje/técnica, 
ciertas complicaciones son más comunes que otras. 
Observan que al realizar el procedimiento de elevación 
de seno maxilar con técnica lateral, hay complicaciones 
intraoperatorias y postoperatorias, mientras que no 
hacen esta distinción con la técnica crestal. La litera-tura 
reporta ciertas condiciones/patologías en común 
que aparecen como resultado del procedimiento de 
elevación de piso de seno maxilar: 
Complicaciones intraoperatorias 
Perforación de la membrana de Schneider. La eleva-ción 
de piso de seno maxilar implica la elevación de la 
membrana de Schneider para crear el espacio necesa-rio 
para la colocación del material de injerto escogido. 
Uno de los parámetros específicos de la técnica es 
dejar intacta la membrana de Schneider en pacientes 
con poca o ninguna altura de reborde residual. La 
perforación de la membrana de Schneider es la com-plicación 
intraoperatoria más reportada en la literatura. 
Algunas series de casos informan una prevalencia entre 
el 13,6 y el 34 % (140-146), que sigue siendo variable en 
estudios analíticos con mayor seguimiento. Schwartz- 
Arad y colaboradores (144) reportan una prevalencia 
del 44 % en 81 senos maxilares evaluados entre 1995 y 
2000. Por otro lado, Barone y colaboradores (144) indi-can 
un 25 % de perforaciones en 124 senos maxilares. 
Otros investigadores, Cho Lee y colaboradores (145), 
en un seguimiento a doce años de 177 senos maxilares, 
reportaron una prevalencia del 9,6 % de perforación. 
Asimismo, Hernández-Alfaro y colaboradores (146) ad-vierten 
de un 25,15 % de perforaciones en 474 proce-dimientos 
de seno maxilar. Pjetursson y colaboradores 
(7), en su revisión sistemática sobre la efectividad de 
la técnica lateral, reportan una frecuencia del 19,5 % 
(n = 3252 senos maxilares) con una alta variabilidad 
(0-58,3 %). Por su parte, Tan y colaboradores (8) indican 
una tasa del 3,8 % (0-21,4 %) en la técnica crestal, muy 
baja al ser comparada con la técnica lateral. 
Esta complicación causa comunicación del medio ex-terno 
con el seno maxilar y, por consiguiente, con otros 
senos paranasales, lo que produce una infección en 
todas las estructuras anteriores. La principal razón por 
la cual una membrana es perforada es por exagerar la 
reflexión en un área específica sin adecuada elevación 
de la membrana adyacente (147). Becker y colaborado-res 
(140) atribuyen las perforaciones accidentales por 
elevación de piso de seno maxilar a un biotipo delgado 
de la membrana (17 %), presencia de tabiques (22 %), 
cirugía sinusal previa (17 %), adhesión al piso de seno 
(17 %), quistes (5 %) y cicatrices (11 %). Pero, en general, 
la literatura reporta que la probabilidad de perforación 
de membrana y su tratamiento pueden verse afectadas 
por tres factores: la presencia del tabique sinusal, el 
grosor de la membrana de Schneider y la ubicación/ 
extensión de la perforación. 
Presencia del tabique sinusal. Hay controversia so-bre 
declarar la presencia de tabique sinusal como una 
complicación anatómica o no (1,103). Mientras Boyne 
y James (1) sugirieron retirar los tabiques con cinceles 
para eliminarlos de forma radical, otros autores sugieren 
mantenerlos y más bien realizar variaciones a la técnica 
de abordaje. Ten Bruggenkate y van der Bergh (5) su-gieren 
una preparación de la ventana tipo trap door, el 
cual bloqueará la ventana de acceso y prevendrá que la
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membrana sea enviada hacia adentro y afuera perforán-dola. 
Kaufman (148) sugiere realizar dos osteotomías, 
una anterior y otra posterior al tabique para evitarlo a 
toda costa. Malkinson e Irinakis (149) proponen una 
variación en la formación ovalada de la ventana a 
una formación en forma de “riñón” o en forma de “W” 
para evitar el tabique y separar la membrana a partir 
de esta forma. Garg (124) sugiere por su parte que la 
osteotomía se inicie hacia abajo 3-5 mm por encima del 
borde y actuar como un labio para contener el injerto. 
En lo que sí hay acuerdo es que se debe hacer un exa-men 
preoperativo meticuloso para evitar perforaciones 
indeseables por esta variación anatómica. 
Grosor de la membrana. Anatómicamente la membra-na 
permanece adherida a la cavidad del seno maxilar, 
caracterizada histológicamente por un periostio fibroso 
recubierto por una capa de epitelio respiratorio es-tratificado 
seudociliado (150-153), que se puede ver 
alterado por el procedimiento. Por otro lado, la calidad 
de la membrana varía desde una consistencia fina y 
delicada hasta una densa y gruesa (151). Como ya se 
ha descrito, algunos autores reportan una asociación 
entre el biotipo periodontal y el grosor de la membrana 
de Schneider (153), así como el grosor de la membrana 
y su mayor probabilidad de perforación (140). Ello da a 
entender que hay mayor probabilidad de perforación en 
membranas con poco grosor, las cuales son exclusivas 
de pacientes con biotipo periodontal delgado, aunque 
dicha asociación no es del todo clara. Aimetti y co-laboradores 
(152) encontraron veinte pacientes sanos 
(edad promedio = 43,55 ± 6,5 años; rango = 33-55), 
nueve con biotipo delgado y poco grosor de membra-na 
(0,7 mm y 0,61 mm) y once pacientes con biotipo 
grueso y alto grosor de membrana (1,6 mm y 1,26 mm). 
El análisis estadístico mostró una correlación entre el 
biotipo periodontal y el grosor de membrana (r = 0,801; 
p = 0,0001) y entre variables (α = 0,05); pero no es tan 
claro si esto es un marcador para mayor probabilidad de 
perforación. Becker y colaboradores (140) realizaron un 
estudio prospectivo, donde se realizó un seguimiento a 
34 perforaciones accidentales por elevación de piso de 
seno maxilar, de las cuales el 28 % fueron atribuidas a 
membrana delgada. 
Yilmaz y colaboradores (151), en un artículo en proce-so 
de publicación, también observan una correlación 
alta entre biotipo periodontal y altura de reborde 
residual (r = 0,722; p = 0,001), entre biotipo periodontal 
y el grosor de la membrana de Schneider (r = 0,702; 
p = 0,001) y una correlación moderada entre biotipo 
periodontal y grosor de membrana (r = 0,596; p = 0,001) 
en 44 pacientes sanos (edad promedio = 51,4 ± 8,4 
años; rango = 35-63; [número de senos = 64]), a los 
que se les realizó elevación de piso de seno maxilar. 
A la hora de compararlos con respecto a la existencia 
de una perforación de la membrana, se encontró una 
correlación moderada entre perforación de membra-na 
y su grosor (r = 0,477; p = 0,001), y leve entre la 
perforación y la altura del reborde residual (r = 0,290; 
p = 0,001) y la perforación y el biotipo (r = 0,248; p = 
0,001), lo que disminuye su poder asociativo, hecho 
que no se ve sustentado en la literatura con estudios 
longitudinales ni ensayos clínicos. 
Ubicación/extensión de la perforación. Aunque no esté 
clara la asociación anterior, lo que sí se puede inferir de 
estos estudios es el cuidado con que se tiene que realizar 
la elevación de esta membrana, ya que la extensión y la 
ubicación de la perforación puede ser crucial para iniciar la 
diseminación de contaminantes a través del sistema res-piratorio, 
además de influir en la toma de decisiones (153). 
Por otro lado, no se sabe hasta qué punto una lace-ración/ 
perforación es nociva en la fisiología del seno 
maxilar. Aimetti y colaboradores (153) encontraron en 
18 pacientes que el 82,6 % de la membrana estaba sana; 
entretanto, el 17,3 % refería seudoquistes retentivos, 
orificio nasal sano (87 %), y el 13 % ostium cerrado, 
ausencia de función ciliar y cuerpo extraño. Vlassis y 
Fugazzotto (154) clasificaron a partir de su posición en 
abordaje lateral, con cinco clases de perforación depen-diendo 
de su ubicación. Más tarde, Fugazzotto y Vlassis 
(155) publicaron una clasificación más simplificada con 
relación a la anterior, donde pasa de ser cinco tipos 
de perforación a ser tres: clase I (bordes apicales de 
la ventana), clase II (bordes laterales y crestales, que a 
su vez se pueden subdividir en mesial, distal o crestal, 
dependiendo de su posición en relación con su exten-sión 
al seno maxilar subyacente) y clase III (cualquier 
ubicación dentro del cuerpo de la ventana preparada). 
La perforación tipo II también se subdivide en dos cla-ses, 
que son distintas de abordar terapéuticamente: la 
perforación clase IIA, donde la osteotomía se extiende 
4-5 mm más allá de la perforación, bien sea lateral 
o coronal. Por otro lado, la perforación clase IIB se 
observa cuando la perforación se encuentra a la altura 
del borde de la cavidad del seno. 
Tratamiento de perforaciones. A pesar de la cantidad 
de reportes sobre la efectividad de la elevación de 
piso de seno maxilar y la perforación de la membrana 
de Schneider, hay una sorprendente escasez de lite-ratura 
acerca de su manejo. Por otra parte, hay una 
gran cantidad de estudios que nombran la membrana 
colágena como opción terapéutica para cubrir dichas
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Elevación piso seno maxilar 
perforaciones, pero pocos estudios hablan sobre su efectividad. Oh y Kraut 
(142) no observaron diferencias entre el grupo perforado y el no perforado 
(99 % y 97 %, respectivamente). Proussaefs y colaboradores publicaron dos 
estudios (156,157) donde evaluaron la reparación de membranas perforadas 
con la colocación de membrana reabsorbible. Observaron que el porcentaje 
de supervivencia del implante y la neoformación ósea fueron menores en 
los sitios perforados que en los no perforados. Becker y colaboradores (140) 
cubrieron defectos menores de 5 mm con una membrana reabsorbible (n = 
28); en defectos mayores de 5-10 mm colocaron membrana más sutura en 
la perforación (n = 4) y en defectos mayores de un centímetro decidieron 
suspender el procedimiento (n = 4). No encontraron eventos adversos a los 
cinco o seis meses después de realizado el procedimiento. Por otra parte, 
Hernández-Alfaro y colaboradores (146) siguieron 104 perforaciones de 
membrana de Schneider y encontraron que las diferencias no eran significa-tivas 
estadísticamente entre el porcentaje de supervivencia de implante en 
sitios perforados en relación con su extensión. Dicho estudio corrobora los 
resultados descritos por Vlassis y Fugazzotto (154), quienes dan relevancia a 
la influencia de la extensión de la perforación en el resultado a largo plazo. 
Otros autores, Ardekian y colaboradores (158), evaluaron 110 elevaciones de 
seno maxilar entre 1997 y 2003, de las cuales 35 membranas fueron perfo-radas 
accidentalmente (Ga) y 75 no fueron perforadas (Gb). No encontraron 
diferencias significativas entre el porcentaje de éxito implantológico en el 
grupo de perforación (Ga = 94,4 %) y el grupo de no perforación (Gb = 93,9 %). 
Más específicamente, Proussaefs y Lozada (159) describieron una técnica 
muy utilizada actualmente, denominada Lomalinda Pouch. Este pouch o 
bolsa es la forma que se le da a la membrana reabsorbible, ya que esta, 
además de la función de recubrir el sitio con la perforación, también protege 
y aísla el material de injerto. Operativamente, la membrana sobrepasa los 
límites de la ventana sinusal, así que en la zona central es donde se coloca 
el injerto. Los bordes laterales de la membrana colágena son plegados de 
tal manera que permanezcan adheridos a la zona de la osteotomía. Luego, 
los autores sugieren suturar los colgajos vestibular y palatino, y con esto 
sellar la zona quirúrgica (159). Con lo anterior se observan varios abordajes 
terapéuticos para el manejo de perforaciones, los cuales llevan al clínico a 
escoger la opción que más le guste, la que mejor maneje y la más convenien-te, 
según las particularidades de cada caso. Específicamente, a la hora de 
tomar decisiones clínicas, Wallace (136) sugiere tener en cuenta, en primer 
lugar, las siguientes recomendaciones preventivas generales para realizar el 
abordaje sinusal, y así evitar, en lo posible, perforaciones: 
Con la premisa de que hay presencia de complicaciones dentro del proce-dimiento 
(intraoperatorias) y después de este (postoperatorias), Wallace y 
Rosen (136) aclaran que, dependiendo del abordaje/técnica, ciertas compli-caciones 
son más comunes que otras. Observan que al realizar el procedi-miento 
de elevación de seno maxilar con técnica lateral, hay complicaciones 
intraoperatorias y postoperatorias, mientras que no hacen esta distinción 
con la técnica crestal. La literatura reporta ciertas condiciones/patologías 
en común que aparecen como resultado del procedimiento de elevación de 
piso de seno maxilar: 
• Realizar un diagnóstico prequirúrgico con TAC para conocer las diversas 
variaciones anatómicas.
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• Lograr que la ventana quede en una ubicación deter-minada 
(a tres milímetros del piso y la pared anterior). 
• Elevar la membrana de lateral a medial, manteniendo 
el instrumento sobre el hueso en todo momento. 
• El uso de una membrana de reparación que se man-tiene 
rígida cuando está mojado para lograr la repa-ración 
más estable. 
• Todas las reparaciones deben ser estables. 
Por otro lado, cuando se observan perforaciones en el 
procedimiento, independientemente de las recomen-daciones 
anteriores, Wallace (136) también propone los 
siguientes criterios: 
• Las perforaciones muy pequeñas pueden autorre-pararse 
por un pliegue de la membrana o por la 
formación del coágulo. 
• Las grandes perforaciones necesitan grandes repa-raciones 
que sobrepasen la perforación para brindar 
estabilidad. 
• Las reparaciones grandes tienden a desplazarse api-calmente 
cuando se colocan los injertos. 
• Las membranas de reparación que se colocan dema-siado 
cerca a la pared lateral tienden a desplazarse 
medialmente cuando se coloca el injerto. 
• Las membranas de reparación que sean suaves y 
sin forma no son ideales para grandes reparaciones 
cuando están mojadas. 
Sangrado intraoperatorio. El sangrado intraoperatorio 
resulta de lacerar o dañar las ramas vasculares de la 
pared lateral del seno y de los tejidos blandos circun-dantes. 
Anavi y colaboradores (160) reportaron un 4,5 % 
de incidencia de sangrado intraoperatorio en 153 senos 
maxilares; el sangrado es generalmente de corta duración 
pero en algunos casos puede ser profuso y difícil de 
controlar de forma oportuna. Solar y colaboradores (161) 
refieren que el aporte sanguíneo de la pared lateral del 
seno maxilar se compone de las ramas intraósea y ex-traósea 
de la arteria alveolar superior posterior que forma 
una anastomosis con la arteria infraorbitaria. El sangrado 
puede ocurrir, ya sea a partir de los tejidos blandos (rama 
extraóseo) durante la elevación del colgajo o directa-mente 
de la pared lateral ósea (rama intraósea) durante 
la preparación de la ventana lateral a través de instru-mental 
rotatorio, con posibilidad de hemorragia de la 
pared medial del seno si la arteria posterior lateral nasal 
se daña. Para evitar una laceración de esta anastomosis, 
se debe tener en cuenta su localización a partir de la 
efectividad del TAC para evitar complicaciones futuras. 
A pesar de la latencia de esta complicación, el daño no 
ocurre en todas las ocasiones y parece prudente utilizar 
un TAC para evitar, en lo posible, un encuentro con la 
arteria. Varios autores sugieren que, una vez se prevé 
la posibilidad de que una complicación hemorrágica 
exista, es prudente localizar la posición de la arteria 
en las imágenes de corte transversal CT y luego utilizar 
un abordaje que respete la integridad de los tejidos. Al 
mismo tiempo, sugieren la creación de una ventana en el 
lugar ideal para el acceso y la elevación de la membrana 
del seno (16,18,47-50,160-162). Wallace (136) sugiere las 
siguientes recomendaciones cuando se realicen acci-dentalmente 
perforaciones de la anastomosis: 
• Usar presión directa sobre el punto sangrante. 
• Preferible emplear un vasoconstrictor localizado en 
la zona. 
• Usar cera de hueso si es posible. 
• Presionar fuertemente el canal de hueso alrededor 
de los vasos. 
• Usar electrocauterio (especial cuidado con la cerca-nía 
de la membrana de Schneider). 
• Realizar sutura del vaso proximal al punto de sangrado. 
Complicaciones postoperatorias 
Infección postoperatoria. La prevalencia de infección 
postoperatoria es relativamente baja. Barone y cola-boradores 
(144) reportaron una prevalencia del 5,6 %; 
mientras Pjetursson y colaboradores (7) informaron de 
una frecuencia del 2,9 % (0-12 %), y Tan y colaborado-res 
(8) indicaron una prevalencia del 0,8 % (0-2,5 %) en 
la técnica crestal. Las infecciones después del proce-dimiento 
de elevación de seno pueden ocurrir en dos 
lugares. La ubicación más común de infección no es 
el seno maxilar como tal, sino en el injerto colocado. 
Debe tenerse en cuenta que el injerto del seno no es 
en realidad el seno, pero se encuentra por debajo de 
la membrana del seno elevado. Las infecciones de 
los senos maxilares como tal son menos comunes, 
pero pueden tener consecuencias más generalizadas, 
como una sinusitis que puede ocurrir como resultado 
de la interconexión de la red de seno. La etiología de 
las infecciones postoperatorias puede surgir de dos 
fuentes generales: la primera es una infección asinto-mática 
ya existente, como resultado de una sinusitis 
crónica exacerbada por los cambios inflamatorios 
postoperatorios que la exposición al medio produce; 
la segunda es por una comunicación a través de una 
perforación, gracias a las bacterias de la cavidad oral 
o bacterias procedentes de las infecciones periapi-cales 
o periodontales. Las enfermedades prexistentes 
del seno inflamado pueden, bajo condiciones menos 
que ideales, ser un factor etiológico postoperatorio 
de infección sinusal. Los pacientes con diagnóstico 
preoperatorio de sinusitis aguda o sinusitis aguda o
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Elevación piso seno maxilar 
crónica deben ser referidos para el tratamiento ade-cuado 
y una autorización médica antes de la cirugía 
de elevación sinusal. Los síntomas pueden aparecer 
poco después de la terapia (dentro de dos semanas) 
o primero puede aparecer después de unos meses, 
a veces, pero no siempre, precedido de sintomato-logía 
aislada (152), aunque hay literatura que puede 
reportar formación de secuestros óseos que pueden 
deberse a restos óseos que se infecten (138), pero no 
se encuentran reportes de caso sino informaciones 
aisladas sin evidencia. 
Sinusitis postoperatoria. La sinusitis postoperatoria es 
la complicación posquirúrgica biológica más frecuente-mente 
reportada por otorrinolaringólogos (12,14,15,163- 
176). La incidencia reportada de esta condición se 
encuentra entre el 3 y el 14 % (10,148,170,174). Las con-diciones 
más comunes que pueden conllevar una si-nusitis 
postoperatoria son la obstrucción del complejo 
osteomeatal, procesos inflamatorios como resultado 
de problemas dentales (endodoncia o periodontal) y 
alergias relacionadas con cambios inflamatorios. Los 
quistes de retención mucosa (seudoquistes) también 
pueden afectar el orificio; sin embargo, estas lesiones 
no parecen responder a antibióticos o medicamentos 
antinflamatorios. La presencia de seudoquistes se de-tecta 
fácilmente y pueden no necesariamente puede 
ser diagnosticados como un problema por su pequeño 
volumen, un problema que puede ser manejado en el 
momento de la cirugía de drenaje con una aguja de 
calibre grande, o un problema que deben ser tratados 
antes de la elevación de seno por medio de cirugía 
endoscópica (137). 
Los síntomas más comunes pueden incluir dolor, obs-trucción 
nasal, dolor, inflamación, fístulas, secreción 
purulenta, dehiscencia del colgajo y supuración. El au-mento 
de la presión intrasinusal puede ser un factor 
secundario que puede resultar en bloqueo del drenaje 
sinusal. Se propone que las teorías por las cuales apa-rece 
sinusitis después del procedimiento de aumento 
de piso de seno maxilar son sinusitis preoperatoria, 
perforación de la membrana de Schneider, obliteración 
posoperativa del ostium, producción deficiente de mu-cus 
y función ciliar deficiente. Manor y colaboradores 
(173) sugieren que la principal razón para observar 
casos impresionantes por sinusitis postoperatoria es la 
presencia de hematoma o seroma que llena el ostium, 
lo que reduce la permeabilidad del ostium maxilar y del 
complejo osteomeatal. 
Migración de implantes a través del seno maxilar. Esta 
complicación es más frecuente cuando los implantes 
que se utilizaron tenían forma cilíndrica en la parte 
posterior del maxilar (55). Se sigue viendo en implan-tes 
con forma de tornillo que las fronteras biológicas 
se empujan o más allá del límite. El problema se debe 
generalmente a una pérdida de estabilidad primaria 
o inicialmente inadecuada (177-179). También puede 
ser causada por la pérdida de soporte óseo, debido 
a procesos infecciosos. La mayoría de los médicos 
reserva la colocación simultánea de implantes para 
aquellos casos que tengan un mínimo de 4-5 mm de la 
cresta ósea. Mientras que Peleg y colaboradores (117) 
reportaron éxito tras la técnica simultánea en 1-2 mm 
de la cresta ósea, se debe considerar el riesgo. Si se 
coloca un implante de 1-3 mm de la cresta ósea y el 
cierre primario no se logra, la formación temprana 
de la anchura biológica eliminará más de la mitad 
del hueso de soporte antes de la maduración del 
injerto. No se observan estudios con seguimiento, 
pero el cuerpo de literatura se conforma de varios 
reportes y series de casos con diversos manejos, 
desde remoción del implante con cirugía endoscópica 
(178), artrostomía (136,179) hasta con succión (176). 
Chiapasco y colaboradores (176) proponen un proto-colo 
de manejo para implantes migrados a partir de su 
condición. En 27 pacientes con esta condición entre 
el 2002 y el 2006, utilizaron solo cirugía endoscópica 
cuando el desplazamiento no estaba acompañado de 
un proceso infeccioso. Un abordaje intraoral con la 
creación de una nueva ventana fue sugerido cuando el 
desplazamiento del implante viene acompañado con 
comunicaciones oroantrales. Finalmente, una cirugía 
endoscópica más abordaje intraoral son propuestas 
cuando la migración viene acompañada con obstruc-ción 
osteomeatal y síntomas de sinusitis (177). No se 
reporta porcentaje de éxito por esta técnica, lo que se 
considera evidencia casual. 
Vértigo paroxismal posicional benigno (VPPB). Es con-siderado 
el trastorno vestibular periférico más común 
y se caracteriza por la aparición de mareo de rotación 
provocado por movimientos de la cabeza o cambio de 
postura. El primer reporte de manifestación de VPPB 
en casos postraumáticos fue realizado por Adler, en 
1897, y más tarde fue completamente descrito por Dix 
y Hallpike, en 1952 (180). Es benigno porque no es una 
condición progresiva y no permanece a lo largo de la 
vida; es paroxismal porque es repentino y su aparición 
impredecible; es posicional porque ocurre con ciertos 
cambios en la posición de la cabeza; es vértigo porque 
hay una sensación de movimiento o girar de la habi-tación 
(180-181). El VPPB no es progresivo, ocurre de 
forma repentina e impredecible y puede ser temporal-mente 
incapacitante. Se plantea en reportes de casos
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Briceño JF, Estrada JH 
Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 
que el trauma quirúrgico, sobre todo la presión ejercida 
por los osteótomos, puede causar el desprendimiento 
de los otolitos, disfunción que es conocida como oto-conía 
de la mácula utricular (181). 
Mientras que en la mayoría de los casos de VPPB se 
desconoce su origen, pueden seguir a una infección viral, 
trastornos vasculares y trauma en la cabeza. Se cree que 
el VPPB puede representar el 50 % de los mareos en per-sonas 
mayores. El VPPB es autolimitante y los síntomas 
disminuyen o desaparecen en el rango de seis meses 
de su inicio. Se encontraron varios reportes de caso en 
pacientes sometidos a elevación de seno maxilar con 
técnica crestal (180-181), donde hubo resolución de los 
síntomas entre cuatro semanas y seis meses. Los casos 
de dolor de cabeza, laberintitis y, más recientemente, 
VPPB se han reportado después del uso de la osteotomía 
en el abordaje crestal, tanto para la elevación interna del 
seno maxilar como en la ampliación de cresta, aunque 
son condiciones muy raramente reportadas en la litera-tura. 
Los síntomas de VPPB incluyen mareos o vértigo, 
desequilibrio, mareos y náuseas. 
Para buscar asociación entre esta condición y el uso mar-tillado 
de osteótomos, Peñarrocha y colaboradores (2008) 
reportan una prevalencia del 1,25 % de los casos que se 
realizan con osteótomos (181). Por otro lado, Sanmartino y 
colaboradores (2010) realizaron un ensayo clínico aleatori-zado 
triple ciego donde se comparó el uso de osteótomos 
martillados (G1 = 98) y osteótomos atornillados (G2 = 
98) en 196 pacientes (107 hombres y 89 mujeres; edad 
promedio = 62,07 ± 7,10 años; rango = 49-79 años) por 
seis meses. Indican en sus resultados que tres pacientes del 
G1 (3,06 %) desarrollaron VPPB, mientras ningún paciente 
se reportó en G2 (179). Esta es también una prevalencia 
relativamente baja pero para tener en cuenta. 
Conclusiones 
Históricamente, la odontología ha buscado reconstruir es-tructuras 
dentales y de soporte, bien sea por pérdidas o 
alteraciones que resultan en un déficit estético o funcional. 
En un comienzo, la solución más manejada era la confección 
de prótesis fijas o removibles. Hoy en día se han creado 
nuevas alternativas de tratamiento más acordes con las 
características del paciente. Gracias al concepto de oseoin-tegración 
publicado por Brånemark en los años cincuenta, 
el uso de implantes con fines protésicos se ha convertido 
en otra opción real de tratamiento, ampliamente difundida. 
Aunque la terapia implantológica ha evolucionado, al ca-racterizar 
la presencia de factores sistémicos (presencia 
de diabetes, osteoporosis, etc.) o factores locales (anató-micos, 
biológicos, funcionales y estéticos) que influyen di-rectamente 
en su éxito a largo plazo, uno de los mayores 
retos clínicos del odontólogo ha sido realizar tratamien-tos 
específicamente en la zona posterior desdentada del 
maxilar superior, gracias a sus limitaciones anatómicas. 
La colocación de implantes puede verse limitada, en 
primer lugar, por el descenso del seno maxilar que resulta 
en pérdida posterior del hueso alveolar, y en segundo 
lugar, por las características cuantitativas y cualitativas 
óseas propias de esta zona. Numerosos tratamientos han 
emergido en los últimos cincuenta años para corregir par-cialmente 
esta dificultad, hasta que en los años ochenta 
surge la elevación de piso de seno maxilar como una 
alternativa quirúrgica válida que se ha ido afianzando en 
las últimas décadas como la más predecible. 
Por otro lado, la reconstrucción de tejidos blandos y duros 
de soporte surge como procedimiento casi obligatorio 
para la preparación quirúrgica de maxilares atróficos. En 
la literatura se ha evaluado la efectividad de esta opción 
terapéutica, hasta el punto de ser considerado un “pro-cedimiento 
eficaz” para pacientes edéntulos que buscan 
mejorar su función masticatoria, en el consenso sobre seno 
maxilar realizado por la academia de oseointegración en 
1996 por Ole T. Jensen. Actualmente, este procedimiento 
se ha convertido en la elección preimplantar más solicitada 
por profesionales, a la hora de mejorar las condiciones de 
la zona receptora del implante en zona posterior superior. 
Con este texto se realiza una primera agrupación de este 
gran conglomerado temático, con evidencia de todos 
los ámbitos pero dispersa. Se propone, después de rea-lizar 
un primer acercamiento a la evidencia disponible, 
proponer futuras guías de manejo de las complicaciones 
producto de este procedimiento, ya que los estudios 
sobre este tema son escasos, por tratarse principalmente 
de series de casos/reportes de casos que necesitan ser 
fortalecidos con estudios más rigurosos. 
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Implantes dentales
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PORTAFOLIO DIGITAL DE OCLUSIÓN APLICADA
Prueba y cementación de Prótesis Fija
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Estudio comparativo de técnicas de elevación de piso del seno maxilar

  • 1. 27 Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 DOSSIER CIRUGÍA ORAL Y MAXILOFACIAL E IMPLANTES Elevación de piso de seno maxilar: consideraciones anatómicas y clínicas. Revisión de la literatura Maxillary Sinus Augmentation: Anatomic and Clinic Considerations. Literature Review Trabajo de investigación docente. CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO Cómo citar este artículo Briceño JF, Estrada JH. Elevación de piso de seno maxilar: consideraciones anatómicas y clínicas. Revisión de la literatura. Univ Odontol. 2012 Jul- Dic; 31(67): 27-55 Recibido para publicación: 18-06-2012 Aceptado para publicación: 07-11-2012 Disponible en: http://www.javeriana.edu.co/ universitasodontologica Resumen La elevación de piso de seno maxilar es uno de los procedimientos preimplantares más realizados en la práctica odontológica. El objetivo de este artículo es reportar la evidencia disponible sobre las implicaciones anatómicas y clínicas del procedimiento de elevación de piso para toma de decisiones clínicas. A partir de una búsqueda en la base Pubmed, se hizo una revisión de literatura de artículos publicados en revistas de odontología y otorrinolarin-gología entre 1980 y el 2011. La literatura encontrada se organizó en los siguientes temas: anatomía del seno maxilar, patología del seno maxilar, técnica de elevación de piso de seno maxilar y complicaciones por elevación de piso de seno maxilar. Con relación a otros procedimientos con la misma indicación, la elevación de seno maxilar es el más reportado y ofrece los resultados más predecibles. Hay pocos estudios que reportan complicaciones por elevación de piso de seno maxilar y su manejo. Palabras clave Anatomía del seno maxilar, complicaciones quirúrgicas, elevación piso de seno maxilar, patología del seno maxilar, seno maxilar. Áreas temáticas Cirugía oral, cirugía preimplantar. Abstract Maxillary sinus augmentation is one of most commonly performed clinical dental procedures previous to implant treatment. The aim of this article is to report the available literature about anatomical and clinical implications of the maxillary sinus lift procedure to support clinical decisions. A literature review of articles published between 1980 and 2011 in dental and otolaryngology journals was carried out at the Pubmed database. Found references were grouped in the following themes: maxillary sinus anatomy, maxillary sinus pathology, maxillary sinus augmentation technique, and complications for maxillary sinus augmenta-tion. Among other procedures performed for similar conditions, maxillary sinus augmen-tation is the most reported and the one that provides the most predictable results. Only a few studies report complications and management problems with the maxillary sinus lift. Key words Maxillary sinus, maxillary sinus anatomy, maxillary sinus augmentation, maxillary sinus lift, maxillary sinus pathology, surgical complications. Thematic fields Oral surgery, pre-implant surgery. Jhon Fredy Briceño Castellanos Odontólogo, especialista en Periodoncia, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia John Harold Estrada Montoya Odontólogo, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia. Magíster en Educación, Pontificia Universidad Javeriana. Doctor en Salud Pública. Profesor asociado, Departamento de Salud Colectiva, Facultad de Odontología, Universidad Nacional de Colombia.
  • 2. 28 Briceño JF, Estrada JH Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 Introducción Históricamente, la odontología ha buscado recons-truir estructuras dentales y de soporte, bien sea por pérdidas o alteraciones que resultan en un déficit estético o funcional. Así, la pérdida dental por caries, enfermedad periodontal, trauma dental, patologías neoplásicas, entre otras, resulta en un déficit estético o funcional que puede solucionarse, en un comienzo, con prótesis fijas o removibles, retenidas por mucosa o por dientes adyacentes (1). Por tal razón, el con-cepto de oseointegración, publicado por Brånemark en los años cincuenta, y el uso de implantes con fines protésicos se ha convertido en una opción real de tratamiento ampliamente difundida (2,3). Por otro lado, la reconstrucción de tejidos blandos y duros de soporte surge como procedimiento para la preparación quirúrgica de maxilares atróficos (2,4). La colocación de implantes puede verse limitada, en pri-mer lugar, por el descenso del seno maxilar que resulta en pérdida posterior del hueso alveolar y, en segundo lugar, por las características cuantitativas y cualitativas óseas propias de esta zona (5-8). Numerosos trata-mientos han emergido en los últimos cincuenta años para corregir parcialmente esta dificultad, pero desde los años ochenta surge la elevación de piso de seno maxilar como una alternativa quirúrgica para mejorar las condiciones de la zona receptora del implante en la zona posterior superior (9,10). Actualmente, en la literatura se encuentran varios tratados/capítulos de libros que abordan específica-mente el procedimiento de elevación de piso de seno maxilar (11-14). En los últimos años, se ha proyectado una gran cantidad de factores que influencian la pre-dictibilidad de la elevación del seno; ello lo convierte en un procedimiento en constante estudio (15). Sin embargo, la evidencia se encuentra aislada, lo que dificulta la toma de decisiones clínicas. Se vio enton-ces la necesidad de revisar y reportar la evidencia disponible acerca de las implicaciones anatómicas y clínicas del procedimiento de elevación de piso para ayudar en la toma de decisiones clínicas. Material y métodos A través de una búsqueda en la base Pubmed, se llevó a cabo una revisión de literatura de artículos publica-dos entre agosto de 1980 y enero del 2011. La estrate-gia se basó en las características anatómicas del seno maxilar relevantes para el procedimiento de elevación de piso de seno maxilar y en el procedimiento como tal. Así, se incluyeron los siguientes términos normali-zados del tesauro Medical Subject Headings (MeSH) de Pubmed, solos o en combinación: (“Maxillary Sinus/ abnormalities” OR “Maxillary Sinus/anatomy and his-tology” OR “Maxillary Sinus/blood supply” OR “Maxi-llary Sinus/growth and development” OR “Maxillary Sinus/innervation” OR “Maxillary Sinus/microbiology” OR “Maxillary Sinus/pathology” OR “Maxillary Sinus/ physiology” OR “Maxillary Sinus/physiopathology” OR “Maxillary Sinus/radiography” OR “Maxillary Sinus/ surgery”) AND (“Sinus Floor Augmentation/adverse effects” OR “Sinus Floor Augmentation/contraindi-cations” OR “Sinus Floor Augmentation/instrumen-tation” OR “Sinus Floor Augmentation/methods” OR “Sinus Floor Augmentation/contraindications” OR “Sinus Floor Augmentation/methods”). Como criterios de inclusión se tomaron artículos/libros presentes en revistas científicas arbitradas de odontolo-gía y otorrinolaringología que incluyan en su contenido el procedimiento de elevación de piso de seno maxilar. Resultados En este trabajo se incluyen todos los niveles de evi-dencia posible, por lo que no se considera una revisión sistemática de la literatura. En total se encontraron 182 referencias, de las cuales el 5 % corresponde a libros/capítulos de libro que se utilizaron de texto de referencia. El 95 % restante fueron artículos publicados en revistas especializadas. Se encontró que el nivel de evidencia estaba dividido entre literatura gris (5 %), estudios observacionales (75,2 %), estudios experimen-tales (13,2 %) y revisiones especializadas (6,6 %) (tabla 1). A partir de la literatura disponible, se realizaron cuatro grandes subdivisiones temáticas: anatomía del seno maxilar, patología del seno maxilar, técnica de elevación de piso de seno maxilar y complicaciones por elevación de piso de seno maxilar. A continuación se presentan los hallazgos. Anatomía del seno maxilar Generalidades sobre el seno maxilar El seno maxilar se empieza a desarrollar a las diez semanas de vida intrauterina como una evaginación de las fosas nasales que invade sus paredes laterales y se adentra en ellas. El seno maxilar desciende durante la duodécima semana, hacia adelante y atrás. En el momento del nacimiento, es una fosa ligeramente
  • 3. Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 29 Elevación piso seno maxilar individualizada de unos 6-8 ml, no detectable radio-gráficamente hasta el cuarto o quinto mes de vida posnatal (16,17). El desarrollo del seno maxilar está íntimamente relacionado con el desarrollo dental, ya que dentro de este se forman los dientes molares temporales y posteriormente los dientes premolares y molares permanentes. A los seis años, prácticamente alcanza el hueso malar lateralmente e inicia su ex-pansión vertical con la erupción del primer molar, que libera el espacio hasta entonces ocupado por su ger-men (17,18). Aunque se reconoce que las referencias anatómicas más específicas del seno maxilar como se conocen hoy se realizaron en el libro de Jacob Parsons publicado en 1920 (16), el primer estudio que describió histológicamente las características morfológicas del seno maxilar lo realizó Arthur Underwood, en 1912 (18). Plantea que el seno maxilar se divide en tres compartimentos: a) compartimento anterior, ocupado por el germen del premolar, no profundo en su interior y separado del compartimento medio por un septo; b) compartimento medio, ubicado más posterior y pro-fundo con relación al anterior, ocupado por el primer molar, y c) porción posterior, una cripta ósea que con-tiene las porciones calcificadas del segundo premolar y la cripta del tercer molar, que permanece en la parte más alta con relación al germen del segundo molar (16,18). Cuando el primer premolar ha erupcionado completamente, su raíz se encuentra, por lo general, por debajo o ligeramente frente a la porción anterior del piso capsular (18). A los doce años, la expansión vertical del seno maxilar se extiende al lugar del ger-men del segundo molar, que erupciona a esa edad, y lo mismo ocurre en la región de los premolares, en cuanto remplazan los molares primarios (17). Límites anatómicos El seno maxilar, también llamado cueva o antro de High-more, fue descrito en 1691 por Nathaniel Highmore (17), aunque se han descubierto referencias más antiguas en textos de Hipócrates (siglo V a. C.), Ingrassius (1891), Julius Casserius (1612) y Berenger de Carpi (siglo XVI) (19). El seno maxilar es una cavidad piramidal, con su base hacia la pared nasal lateral y un ápice extendido dentro del proceso zigomático del maxilar (14,18). Se puede distin-guir del seno maxilar una base interna (nasal), un vértice cigomático o malar (orientado hacia el cuerpo del hueso malar) y tres paredes, una pared superior u orbitaria constituida por una lámina ósea compacta que la separa de la cavidad orbitaria, una pared posterior, pterigomaxi-lar o tuberositaria, constituida por la parte posterior del maxilar posterior y, a su vez, está separada por las fosas craneales infratemporal y pterigopalatina, y una pared antero inferior o yugal, algo angulada, que se relaciona con la región geniana en su parte externa (18-20). Membrana de Schneider El seno maxilar está limitado internamente por una delgada mucosa de epitelio respiratorio ciliado, que presenta continuidad con el epitelio nasal (17); más gruesa que la membrana de otros senos paranasales, pero más delgada y menos vascular que la mucosa nasal (16,17). En su estado embriológico el epitelio de-riva de la terminación del cráneo y del meato medio de la cavidad nasal, descendiendo hacia abajo, adelante y atrás desde la duodécima semana. Ostium nasal La anatomía del ostium (orificio) maxilar fue y per-manece como una gran área de estudio y su función relacionada con la limpieza mucociliar fue extensamente investigada en los estudios iniciales de Hilding (1932) y Proetz (1941) (16). El ostium está situado hacia el lado craneal y conecta el seno maxilar al meato medio de la cavidad nasal. Por otro lado, la pared de la cápsula es de aproximadamente un centímetro por debajo de la pared nasal en adultos dentados. En su porción más anterior, el seno maxilar se extiende generalmente hasta la región comprendida entre el canino y el primer premolar (17). Tabique capsular El seno maxilar suele estar parcialmente comparti-mentado por la existencia de tabiques incompletos de orientación aproximadamente frontal, que se denomi-nan tabiques (21-23). Ocasionalmente (menos del 5 % de las veces), llegan a dividir el seno en dos e incluso cinco cavidades distintas (24). En un primer estudio en 1910, Underwood planteó que su formación es exclu-sivamente dental y conforme al crecimiento, gracias a Tabla 1 Nivel de evidencia reportado Tipo de referencia Libros Capítulos de libros Artículos Total Núm. de artículos 3 6 29 19 17 9 46 8 9 24 10 2 182 Nivel de evidencia Opinión de expertos Opinión de expertos Opinión de expertos Reporte de caso/Serie de casos Revisión no sistemática Descriptivos Analíticos Corte transversal Casos y controles Cohorte Experimental Revisión sistemática Metanálisis
  • 4. 30 Briceño JF, Estrada JH Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 la presencia de divisiones que persisten en la posición dental, mientras el resto de las estructuras del seno maxilar van descendiendo entre las raíces durante la erupción (18). Asimismo, Ulm y colaboradores (25) encontraron una prevalencia similar a la reportada por Underwood y colaboradores (18), y plantearon que su presencia puede ser una complicación a la hora de realizar implantes. Krennmair y colaboradores reportaron una variación de los hallazgos de Underwood y dividieron los tabiques en primarios (los encontrados por Underwood) y secundarios, producto de la neumatización del seno maxilar la cual está relacionada con la pérdida dental (26,27). La literatura incluye estudios quirúrgicos o radiográficos donde se reporta una prevalencia de tabiques en el seno maxilar entre el 13 y el 66,7 % (12,18,25-42) (tabla 2). Tabla 2 Estudios en humanos que reportan prevalencia del tabique en el seno maxilar, organizados por año de publicación Autor Underwood (18) Jensen y Greer (12) Ulm y cols. (25) Lugmayr y cols. (32) Krennmair y cols. (26) Krennmair y cols. (27) Kasabah y cols. (33) Velásquez-Plata y cols. (34) Kim y cols. (35) González-Santana y cols. (36) Shibli y cols. (37) Ella y cols. (22) Selkuc y cols. (38) Zijderveld y cols. (39) Gosau y cols. (23) Van Zyl y Van Heerden (40) Neugebauer y cols. (41) Lee y cols. (28) Rosano y cols. (29) Park y cols. (42) Maestre-Ferrín y cols. (31) Año 1910 1992 1995 1996 1997 1999 2002 2002 2006 2007 2007 2008 2008 2008 2009 2009 2010 2010 2010 2011 2011 TAC: tomografía axial computarizada; NA: no aplica. Método Anatómico Quirúrgico Anatómico TAC TAC Clínico Clínica Anatómica TAC TA C TA C Panorámicas TA C TA C TA C Panorámica Anatómico TAC TAC Quirúrgico Quirúrgico TAC TAC TAC Clínico TA C Panorámica TA C Núm. senos/ especímenes/ pacientes 45 cadáveres 26 pacientes 41 senos maxilares 200 senos maxilares 200 senos maxilares 65 pacientes 61 pacientes 41 cadáveres 42 total edéntulos 50 parcial edéntulos 68 senos maxilares 156 pacientes 100 pacientes 30 pacientes 1024 pacientes 40 cadáveres 35 pacientes 330 pacientes 100 pacientes 65 cadáveres 130 senos maxilares 200 pacientes 400 senos maxilares 1029 pacientes 258 pacientes 30 cadáveres 200 pacientes 400 senos maxilares 30 pacientes Prevalencia % (seno) NA NA 31,7 13 NA NA 18,3 NA NA 35,9 44,1 24 26,5 20 NA NA 22,8 NA 27 26,9 54-57 33,2 21,1; 1 tabique 3,3; ≥ 2 septos 33,3 37 27,7 53,3 66,7 Prevalencia % (maxilar) 33 57,6 NA NA 16 27,7 27,8 31,7 28,5 14 NA 32,7 38 25 21,6 39 NA 48 NA 69 47 24,6 30 31,1 NA
  • 5. Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 31 Elevación piso seno maxilar Dimensiones del seno maxilar El seno maxilar es el mayor de los senos paranasales. Su tamaño o neumatización aumenta con la edad y especialmente, como ya se mencionó, con la pérdida de dientes. En la adolescencia, con el descenso y erupción del tercer molar, el seno maxilar adquiere la morfología propia del adulto. Su crecimiento o neumatización, no obstante, no acaba ahí, sino que prosigue lentamente durante toda la vida (16-19,43-45). Esta aparece al final del crecimiento, hasta completar dimensiones de aproximadamente 12-15 cm3 en la adolescencia (16,17). Gosau y colaboradores (23) mostraron que el volumen del seno maxilar en adultos promedia entre 5 y 22 mL (media: 12,5 mL). Por su parte, Ulm y colaboradores (43) encontraron que la altura del reborde varía entre 13,8 y 0,8 mm; estos investigadores mostraron que la neumatización del seno maxilar aumenta con el eden-tulismo. Lawson y colaboradores (44) encontraron, en un estudio radiográfico retrospectivo a diez años, va-riaciones en el volumen y la configuración capsular de senos maxilares neumatizados en la zona posterior y el cigoma, además de neumatización alveolar que no sobrepasa más allá del primer premolar. Inervación La inervación sensorial general se da desde ramas del nervio maxilar, simpático desde el ganglio cervical superior, y parasimpática desde el ganglio esfenopa-latino. Estas fibras están distribuidas a través de las ramas del nervio maxilar, como la infraorbitaria y la dental media superior, y a través de las ramas nasales y palatinas mayores del ganglio pterigopalatino (16,46). El aporte simpático está a cargo del hipotálamo, que controla el aporte nervioso simpático al seno maxilar, mediante sinapsis en la columna intermedio-lateral de la médula espinal torácica superior y el ganglio cervical superior. El aporte parasimpático también está a cargo del hipotálamo, que regula la entrada parasimpática del seno maxilar a través de sinapsis en el núcleo salivar superior y el ganglio pterigopalatino (46). Irrigación Las ramas palatina mayor, esfenopalatina, y dental superior anterior, media y superior, de la arteria maxilar contribuyen al aporte sanguíneo de la mucosa antral (16,18,47). El aporte basal procede de la arteria maxilar interna a través de la arteria alveolar (o alveoloden-taria) superior posterior y de la infraorbitaria, además de pequeñas contribuciones de las arterias palatinas y esfenopalatina (16-18). El drenaje venoso está a cargo del plexo venoso pterigoideo en su zona posterior, con algunas de las venas faciales en la parte anterior (16- 18). Los patrones del drenaje linfático se anastomosan entre sí al convergir hacia el ostium y pasar a través de las fontanelas para unirse a los vasos linfáticos de la membrana mucosa de la pared lateral del meato medio (16,17). Aunque la vascularización de la mucosa sinusal es de tipo anastomótico, resulta importante conocer la anastomosis entre la arteria infraorbitaria y la arte-ria alveolar posterior superior. Al proponer un criterio radiográfico para ello, hay discrepancia en la literatura por su controversial efectividad. Elian y colaboradores (47) encontraron dicha anastomosis en el 53 % de los casos. Por el contrario, Rosano y colaboradores (48) la encontraron en todos los casos. Un año después, los mismos autores detectaron en otro estudio la presencia de un canal óseo bien definido en el 47 % de los casos (49). Temmerman y colaboradores (50) encontraron el canal intraóseo en la pared lateral del seno maxilar en el 49,5 % de los casos con un diámetro promedio de 1,4 mm (valor mínimo de 0,6 mm y máximo de 3,8 mm), y una longitud de 6,71 mm (entre 2,6 y 22,3 mm) (50). Función Las funciones que se han atribuido a los senos, en particular al seno maxilar, han sido variables (51). Mientras que históricamente, desde el dicho de Joan-nis Veslingii, en su libro Syntagma anatomicum, publi-cado en 1637: “No hay muchas dudas en cuanto a su uso”, hasta los aportes de Leonardo da Vinci, quien las caracteriza como “un receptáculo posible de humores para humedecer los ojos o la retención de olores antes de transportarlas hacia el cerebro”, actualmente no hay claridad sobre su principal función (19). La literatura reporta las siguientes: • Servir como caja de resonancia en la emisión de sonidos. Sin embargo, esta función no es clara, ya que parecen producirse trastornos de fonación en los ca-sos de agenesia (aplasia) o hipoplasia sinusal (17,52). • Constituir un sistema mucociliar de limpieza, humi-dificación y calentamiento del aire inspirado para una efectiva función mucociliar, con relación de tres componentes: el moco, el movimiento ciliar y el fluido periciliar (51). Así, gracias a los 10 a 15 batidos/segundo de los cilios, la capa de la muco-sidad que cubre la mucosa respiratoria se renueva cada 10-15 minutos en la superficie endonasal, lo que arrastra partículas, bacterias y distintos con-taminantes del aire inspirado (16,17,51). • Aligerar la cabeza, aunque no se han descrito per-turbaciones musculoesqueléticas cervicales en las agenesias sinusales (17). • Constituir cámaras de reserva neumática de las fosas nasales (51). • Ayudar al olfato (17).
  • 6. 32 Briceño JF, Estrada JH Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 Patologías de los senos maxilares La exploración del seno maxilar debe realizarse desde la historia clínica, ya que desde los antecedentes personales es necesario indagar sobre la existencia de afecciones de las vías respiratorias y orofaríngeas ya diagnosticadas mediante métodos de investigación como la tomografía axial computarizada (TAC) o la resonancia magnética. En casos dudosos, la endos-copia nasal permite una excelente observación de toda la cavidad nasal, ya que se visualizan áreas tradicionalmente inaccesibles a la exploración con-vencional, como el complejo osteomeatal o el receso esfenoetmoidal (20,21). Importancia de la radiografía en detección de patologías La importancia de la radiografía como una herramien-ta diagnóstica efectiva para la detección de altera-ciones sinusales es evidenciada en varios estudios (21,50-54). Krennmair y colaboradores (26) encontra-ron que, al usar el ortopantograma como herramienta diagnóstica en el hallazgo radiográfico del tabique capsular, se obtuvieron falsos diagnósticos en el 21,5 % de los casos; observaron mejores resultados al usar el TAC. Perella y colaboradores (54), al comparar el TAC en pacientes con del seno maxilar o sin lesión, ob-servaron que el porcentaje de error intraoperador fue del 2,04 %. Sharan y colaboradores (20), al comparar 80 panorámicas y 80 TAC, reportaron una diferencia de 1,62 mm entre ellas, con una distorsión en la ra-diografía panorámica 2,1 veces mayor que en el TAC (± 1,95 mm; p > 0,001) (20). Verardi (53) critica el artículo de Elian y colaboradores (47) y defiende la utilidad preoperatoria del TAC, dado el detalle que proporciona de la anatomía del seno maxilar. Se indican desventa-jas como el costo y la gran irradiación (53). Camelli y colaboradores (55) encontraron que la obstrucción del orificio se localizó en el 15 % de los TAC (p < 0,01), con un engrosamiento mucoso en la totalidad de los casos. Temmerman y colaboradores (50), al evaluar el grado de sobrestimación del hueso mesodistal disponible en la zona de premolares al usar panorámica y TAC, encontraron una distorsión de 2,9 mm (DE ± 1,8 %; IC: 95 % [2,57-3,12 mm]). Esto es, si la distancia meso-distal del hueso alveolar disponible es de 6 mm vista con una radiografía panorámica, la misma distancia medida en un TAC equivaldría a 8,9 mm (50). Maestre- Ferrín y colaboradores (31) compararon radiografías panorámicas, TAC convencionales y TAC tridimensio-nales, y reportaron que las radiografías panorámicas presentan diagnósticos erróneos en el 46,5 % de los casos (31). Clasificación de las patologías del seno maxilar Con fines didácticos, se clasifican las patologías del seno maxilar como patologías anatómicas, infecciosas y tumorales. Patologías anatómicas Aplasia del seno maxilar. El seno maxilar es el primero de los senos paranasales que se desarrolla en el feto humano; pero en este caso, en la quinta semana de vida intrauterina, no hay desarrollo celular. De esta forma, la aplasia completa o agenesia del seno maxilar es una complicación muy rara; hay menos de diez casos reportados en la literatura médica internacional (11). Hipoplasia de seno maxilar (HSM). De acuerdo con Villa y colaboradores (56), la HSM se ha descrito en el 2-10 % de los pacientes con problemas anatómicos en el seno maxilar. Respecto al origen y desarrollo de la HSM, existen dos posibilidades: primero, un bloqueo en el desarrollo del seno maxilar que tiene lugar en la infancia antes de los diez años de edad. En tales casos, suele presentarse una ausencia de apófisis unciforme y un mínimo vestigio de seno maxilar, lo que le permite a la órbita crecer adquiriendo un aspecto redon-deado, a través del ensanchamiento de las fisuras, con descenso del globo ocular (enoftalmos). Segundo, ocurre cuando el seno maxilar queda bloqueado du-rante la adolescencia por alguna patología nasosinusal inflamatoria u obstructiva (por ejemplo, desviación del tabique o sinusitis crónica). Sirikçi y colaboradores (56) hallaron que la prevalencia total de HSM es del 4,2 %. En la HSM tipos I, II y III unilateral se encontró una preva-lencia del 1,4 %, 1,2 % y 1,6 %, respectivamente. La HSM bilateral se encontró en el 0,6 % de los pacientes, de los cuales en dos casos se diagnosticó en HSM bilateral tipo III, y en un caso, HSM bilateral tipo II. Cornete nasal. Katarci y colaboradores (2004) definen la concha bullosa como la neumatización del turbinato medio y, menos comúnmente, de los turbinatos inferior y superior. Se consideran condiciones extremadamente raras y poco frecuentes (0,1 % de los casos). También sugieren que esta patología se puede remover con cirugía endoscópica (52). Patologías infecciosas El seno maxilar se comunica con la fosa nasal mediante el ostium sinusal y su mucosa está en contacto con el medio exterior (fosa nasal) e interior (vasos submucosos y dien-tes). La barrera ostial separa artificialmente las mucosas nasales y etmoidales de la mucosa maxilar. En los procesos infecciosos e inflamatorios del seno maxilar se observa
  • 7. Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 33 Elevación piso seno maxilar una obstrucción del ostium nasal, que reduce o irrumpe el drenaje mucoso y, en consecuencia, favorece procesos inflamatorios e infecciosos. Otra posible causa de infección son los focos dentarios de infección (16-19). Sinusitis. La sinusitis es un problema de salud pública que resulta en índices altos de morbilidad en Estados Unidos. La sinusitis fue definida por el Task Force on Rhinosinusitis, en 1997, a partir de sus signos y síntomas, sin tener en cuenta los hallazgos radiográficos. Cronológicamente la sinusitis se clasifica en cinco categorías (57-59): a) sinusitis maxilar, que puede durar hasta cuatro semanas y puede dividirse sintomáticamente en severa y no severa; b) sinusitis aguda recurrente, cuando cuatro o más episodios de sinusitis aguda ocurren dentro de un año; c) sinusitis subaguda, cuando una infección dura de cuatro a doce semanas, como una transición entre sinusitis aguda y crónica; d) sinusitis crónica, cuando los signos y síntomas duran por más de doce semanas, y e) sinusitis crónica de exacerbación aguda, cuando los signos y síntomas de la sinusitis crónica se exacerban, pero retornan a su línea base después de ser tratadas. Existe controversia sobre si los senos maxilares son normalmente estériles o si existe una flora normal residente. Actualmente se cree que los senos sí son estériles y no son colonizados por la flora residente. Pero en estadios infecciosos, Brook (57) ha reportado diversas fases en el desarrollo de la sinusitis, entre las cuales se halla una fase inicial viral (Rhinovirus spp., Adenovirus spp., Influenza spp. y Parainfluenza spp.), que dura hasta diez días. Luego ocurre una segunda fase aguda, con predominio de bacterias aerobias (Streptococcus neumoniae, Haemophilus influenza o Moxarella catarralis). Si su resolución no ocurre, bacterias anaerobias de la flora orofaríngea em-piezan a colonizar progresivamente la zona, debido a la disminución gradual de oxígeno e incremento de un medio acidificado (57). La presentación más común en la fase temprana es la secreción nasal con tos persistente por diez días o más. En la sinusitis bacteriana se observa, además de lo anterior, fiebre y secreción nasal purulenta con goteo posnasal persistente, edema de la membrana nasal y malestar. A continuación se profundiza en los dos tipos de sinusitis más detectables clínicamente en la consulta odontológica: sinusitis aguda y sinusitis crónica. Sinusitis aguda. Su sintomatología puede manifestarse desde un principio o en el transcurso de una rinitis aguda. Radiográficamente se observa una mucosa hipertrofiada. Okuyemi y Tsue (59) sugieren el TAC como una herramienta diagnóstica confiable para información detallada acerca de la anatomía y anormalidades encontradas en los senos paranasales en pacientes con sinusitis aguda (60). Como tratamiento de la sinusitis aguda, se sugieren realizar antibioticoterapia durante ocho días, dependiendo del germen causal (13,58); pero otros investigadores proponen estudios con mayor nivel de evidencia, ya que esta es moderada y no concluyente. Por otro lado, la prescripción simultánea de antinflamatorios, bien sea esteroi-deos o no esteroideos, reduce la duración de los síntomas y la intensidad de los dolores (60,61). Ahovuo-Saloranta y colaboradores (2011) encontraron en su revisión sistemática de ensayos clínicos aleatorizados (ECA) entre 1950 (Medline) y 1975 (EMBASE) hasta el 2010 que, a la hora de comparar cefalosporinas/macrólidos con amoxicilina-ácido clavulámico, hubo una respuesta estadísticamente significativa en favor de la combinación amoxi-cilina- ácido clavulámico a los quince días de seguimiento (RR: 1,37; IC: 95 % = [1,04-1,80]); pero al comparar penicilina con no penicilina, los resultados
  • 8. 34 Briceño JF, Estrada JH Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 no fueron estadísticamente significativos (RR: 0,70; IC: 95 % = [0,47-1,06]) (61). En conclusión, encontraron que los antibióticos más utilizados en sinusitis aguda fueron las penicilinas con una efectividad en el 80 % de los participantes por dos semanas. Aclaran que su beneficio durante más de dos semanas es mínimo y sugieren otro tipo de tratamiento en caso de no verse mejoría (61,62). Sinusitis crónica. La rinosinusitis crónica (o llamada sinusitis crónica) es una condición común en países desarrollados como Estados Unidos (63,64) y Reino Unido (65). La definición de sinusitis crónica sigue siendo imprecisa (como se mencionó antes) a partir de sus signos y síntomas, sin tener en cuenta los hallazgos radiográficos (63). En el examen rinoscópico se observa una mucosa congestionada, recubierta de secreciones serosas o purulentas y síntomas que persisten más de doce semanas (65). Brook reporta la presencia de pequeñas cantidades de Fusobacterium nucleatum y Prevotella intermedia de infecciones dentales y periodontales (57) y sugieren una relación entre engrosamiento de la membrana de Schneider y la periodontitis severa. Falk y colaboradores (66) observaron, en veintiún pacientes con bolsas perio-dontales mayores a 4 mm en dientes premolares y molares superiores (n = 122 dientes), engrosamiento de la membrana de Schneider radiográficamente y disminución del grosor de la membrana de Schneider en todos los cuadrantes cuando se realizó terapia básica (n = 29), con una normalización completa del grosor en el 16 % de estas (n = 5). Aunque el uso de TAC ha mostrado tener mayor pre-cisión y exactitud en la reproducción de estructuras anatómicas en pacientes sin patologías, es impor-tante preguntarse si son efectivas para corroborar el diagnóstico de sinusitis crónica. Las radiografías periapicales no son recomendadas, ya que presentan una distorsión cinco veces mayor que la radiografía panorámica. Asimismo, aunque la radiografía pano-rámica da una visión más amplia en la identificación de estructuras anatómicas, no debe ser tomada como único criterio radiográfico por su alta distorsión (67,68). La otra opción es el TAC, pero debido a su alta cantidad de radiación no es recomendable como una técnica de uso continuo (69). Ante este dilema, algunos autores sugieren que el primer paso debe ser usar una panorá-mica y el TAC solo cuando se quiera planificar detalles específicos, con conocimiento previo de la situación general del caso (63,69). Es importante resaltar que la evidencia sugiere el criterio radiográfico como un parámetro diagnóstico complementario para confirmar esta patología. Por lo tanto, sugieren una interconsul-ta con otorrinolaringólogos por posible aparición de complicaciones (54,63,65,69,70). Quistes. Se encuentran en radiografías en el 10 % de los pacientes. Tienden a producirse en la base de los senos maxilares. Estas lesiones aparecen como masas homogéneas de tejido blando, con bordes lisos y con-vexos hacia afuera. Pueden ser múltiples o aislados, pequeños, indoloros y no llenan la cavidad sinusal. Los quistes de retención pueden ser serosos o mucosos a partir de su conformación, debido a la obstrucción de la glándula serumucinosa. El tratamiento quirúrgico es el plan de tratamiento indicado que no conlleva consecuencias postoperatorias (11,71). Mucocele. Es una formación seudoquística originada en el interior de un seno paranasal que, secundaria-mente a la acumulación progresiva de su producción de moco, presenta un crecimiento lentamente expansivo, con un inicio asintomático. Se observan en el 10 % de los pacientes y es secundario a bridas cicatrizales tras una intervención tipo Caldwell-Luc, aunque reportes de casos hablan del 1 % (72,73) y debidos a trauma (70). Ge-neralmente, el mucocele se desarrolla por obstrucción de un orificio sinusal o de un compartimento de un seno tabicado. Para su diagnóstico es necesario un TAC de senos paranasales. Cuando el antro está dividido por un tabique, es posible que se desarrolle un mucocele dentro de uno de sus compartimentos. El tratamiento quirúrgico es suficiente para eliminar esta condición sin recurrencia postoperatoria (72). Pólipo coronoantral. Los pólipos coronoantrales son lesiones polipoideas que se originan en el seno maxilar que al crecer ocupan la cavidad sinusal en su totalidad y salen hacia la fosa nasal, bien destruyéndola o bien a través de algún defecto de esta. Representan el 4-6 % de todos los pólipos nasales y se observan en adolescentes y adultos jóvenes. La mayoría son lesio-nes unilaterales solitarias. No obstante, es interesante señalar que se encuentra enfermedad inflamatoria antral bilateral en el 30-40 % de los casos. La imagen radiológica se puede confundir con una hiperplasia mucosa de seno o con una ocupación sinusal aguda. En la fase inicial se observa un llenado completo del seno maxilar. Cuando el pólipo sale al meato medio, se observa en los cortes coronales un ensanchamiento del infundíbulo, un bloqueo del meato medio, y en algunos casos, osteólisis del infundíbulo o de la pared lateral nasal. Al igual que las anteriores, el tratamiento ideal es quirúrgico (52).
  • 9. Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 35 Elevación piso seno maxilar Patologías tumorales Los tumores son de muy baja prevalencia y pueden ser benignos, premalig-nos o malignos. El seno maxilar es la única localización donde aparece una clasificación internacional, equivalente para la Unión Internationale Contre Le Cáncer (UICC) y el American Joint Committee On Cancer (AJCC), que se basa en gran parte en la línea de Ohngren y que es definida como una línea imaginaria trazada sobre una línea de perfil entre el canto interno y en ángulo mandibular. Cualquier tumor situado por delante de esta línea presenta mejor pronóstico que un tumor situado por detrás. El único tratamiento de estos tumores es remoción quirúrgica o radioterapia. El osteoma se define como un tumor mesenquimatoso osteoblástico benigno caracterizado por una evolución local lenta y durante mucho tiempo asintomática. Su etiología aún no se ha definido, aunque se encuentran antecedentes de traumatismo en el 20 % de los casos. Su ubicación es frecuente en la unión etmoidofrontal, y aunque de rara aparición, también se ha descrito en el seno maxilar. Por otro lado, la displasia fibrosa es una invasión de hueso por tejido fibroso que comienza en la infancia, progresa hasta la adolescencia y luego se detiene. En la zona maxilofacial se encuentra predominantemente en maxilar superior; presenta desde una deformación facial o molestias respiratorias a alteraciones neurológicas de tipo ocular y auditivo. El hemangioma óseo constituye el 0,7 % de los tumores primitivos de los huesos, aunque su localización en el maxilar es rara. Radiográficamente se observan algunas imágenes radiolúcidas, pero no son del todo claras para poder descartar diagnósticos diferenciales (tumor residual, tejido inflamatorio o poliposis nasal), pero un TAC es útil para determinar la extensión tumoral y la posibilidad de obtener imágenes propias de esta patología como de “pompas de jabón” o “rayos de sol” (11). Elevación de piso de seno maxilar Generalidades y definición Históricamente, el remplazo de estructuras orales perdidas por enfermedad, trauma o etiología congénita se ha efectuado por medio de procedimientos protésicos, quirúrgicos o una combinación de ambos (74). Además, esta atrofia se acompaña de otras consecuencias, como disminución de tejidos blandos, alteración de la relación maxilomandibular, cambios faciales y de apariencia que afectan el pronóstico de esta zona como sitio receptor para colocación de implantes. Por lo anterior, surge la cirugía preimplantar, cuyo objetivo es crear un sitio favorable horizontal, vertical y transversalmente para la colocación de implantes con función biomecánica y estética óptima, lo cual puede implicar aumento de tejidos duros y blandos (2). Como de-rivación de este concepto, surge en los años ochenta la elevación de piso de seno como una alternativa para aumento vertical del reborde alveolar residual. Actualmente esta técnica puede ser efectuada en uno o en dos pasos, dependiendo del tipo de material o la técnica que se va a realizar, además de la cantidad de hueso residual disponible y la posibilidad de poder brindar al implante estabilidad primaria (4,7,8,75). Aunque el primer reporte sobre la colocación de un injerto en el seno maxilar lo realiza Hilt Tatum Jr. (Universidad de San Petersburgo) como alternativa al cu-brimiento de una comunicación orosinusal en el Congreso de Alabama de 1976, en 1982, Phillip Boyne y Robert James (Universidad de Lomalinda, California) fueron los primeros que reportaron catorce casos exitosos de elevación de piso
  • 10. 36 Briceño JF, Estrada JH Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 de seno con las primeras indicaciones que se conocen hasta hoy. De los catorce pacientes reportados, a tres se les colocaron implantes en forma de cuchilla a los seis meses de realizado el procedimiento. Boyne y James (9) definieron la elevación de piso de seno como un: “Incremento en grosor de la estructura ósea del piso del antrum maxilar a la cresta del reborde alveolar maxilar”. Enseguida, Tatum (10) la describe como: “[un procedimiento de] adición de hueso en el piso del seno con elevación del piso de seno para incrementar altura de reborde”. Luego, van den Bergh y colaboradores (17) la definen a partir de la técnica y sus resultados: “Un aumento interno del seno maxilar, el cual es realizado para aumentar la dimensión vertical en el maxilar lateral para hacer posible el uso de implantes”. Más tarde, en el consenso de oseointegración en el 2008, se agrega este procedimiento más formalmente en los “procedimientos de aumento de reborde alveolar” y la definen como: “Un procedimiento de aumento para la colocación de implantes en el maxilar posterior donde la neumatización del seno maxilar y/o pérdida vertical de hueso ocurre” (76). Indicaciones Atwood (77) planteó como factores clínicos para tener en cuenta los me-tabólicos, los funcionales, los protésicos y los anatómicos, a la hora de diseñar un plan de tratamiento. Lekholm y Zarb (78) también plantearon que el examen prequirúrgico debe establecer: a) la condición general de salud del paciente (presencia de enfermedades autoinmunes que afecten la respuesta de los tejidos), b) las condiciones locales de las membranas mucosas y maxilares (lesiones que puedan afectar la cicatrización de los tejidos) y c) las características del área que se va a operar (cantidad y calidad de hueso). La cavidad oral experimenta variaciones progresivas en el comportamiento de la reabsorción de los rebordes residuales después de la extracción dental y estas presentan ciertas características que han sido descritas en varios estudios. En 1957, Atwood encontró que la reabsorción de los rebordes medidos inmediatamente después de la extracción de los dientes remanentes es constante durante dos o tres años, tanto horizontal como verticalmente. Además, observó una correlación positiva entre pérdida dimensional del reborde alveolar horizontal y verticalmente en relación con el tiempo (77). Pietrokovsky y colaboradores (78) son más específicos en sus hallazgos y reportan que los cambios en los maxilares reabsorbidos pueden ser medibles a partir de la angulación y dirección horizontal/vertical de los planos anteroposterior, transversal y axial. Verticalmente, el patrón de reabsorción se produce apical y centrípetamente. Aparte de la disminución en cantidad del hueso remanente, la cantidad y calidad de hueso son factores importantes a tener en cuenta en la terapia implantológica, ya que influyen considerablemente a la hora de planificar un tratamiento en la zona posterior. Con base en todo lo anterior, Cawood y Howell (80), para unificar estrategias de tratamiento en estos rebordes, los clasifican a partir de su configuración: a) reborde tipo I (preextracción), b) tipo II (postextracción), c) tipo III (alto, bien redondeado), d) tipo IV (filo de cuchillo), e) tipo V (bajo redondeado) y f) tipo VI (deprimido). Cantidad de hueso La cantidad de hueso describe la arquitectura externa o el volumen de la zona edéntula que se va a tener en cuenta (80). Lekholm y Zarb (78), al considerar la forma, el contorno y la calidad de hueso, proponen una clasificación en la cual consideran la cantidad de hueso disponible a partir del límite entre hueso alveolar y hueso basal. Por otro lado, Misch y Judy (13,14), con base en las clasificaciones
  • 11. Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 37 Elevación piso seno maxilar de Cawood y Howell y la clasificación de Lekholm y Zarb, establecieron una de disponibilidad de hueso maxilar a partir de la altura, anchura, longitud mesodistal, angulación del hueso alveolar más el plano oclusal y altura coronaria. Aunque la pérdida avanzada de hueso es generalizada en ambos maxilares, hay acuerdo en que la pérdida ósea en cantidad se acentúa en la zona posterior del maxilar superior, debido a la neumatización del seno maxilar, más allá de los 10 mm requeridos para la colocación de un implante de longitud con resultados predecibles (80). En este momento se requieren los procedimientos de aumento de reborde vertical y horizontal. A pesar de ser una técnica investigada durante más de veinte años, no hay un criterio definido sobre la cantidad de hueso mínimo para realizar este abordaje. Varias revisiones sistemáticas reportan que si la altura de reborde alveolar residual es de 3 a 8 mm, la elevación de seno maxilar, dependiendo de la técnica utilizada, puede llevar a menores complicaciones posquirúrgicas y puede dar resultados más predecibles a la hora de conformar un entorno adecuado para colocación de implantes de más de 10 mm (4,81,82). Calidad de hueso La calidad ósea, a diferencia de la cantidad de hueso, brinda la arquitectura ósea interna del reborde. Esta característica es determinante para la planificación te-rapéutica, el diseño del implante, la técnica quirúrgica, el tiempo de cicatrización y la carga progresiva inicial del hueso durante la reconstrucción protésica (4). La eva-luación de rutina consiste en una valoración clínica, en la que se realiza palpación y sondaje de la zona para eva-luar el grosor de la mucosa. También es necesaria una evaluación radiográfica, a fin de observar la morfología del reborde (78,83). Molly (83), en una revisión sistemá-tica aclaró dialécticamente la diferencia entre densidad ósea y calidad ósea, ya que la calidad ósea implica, además de la densidad/firmeza, el recambio celular, mineralización, maduración, matriz intercelular, vascu-larización y otros factores importantes que influencian el resultado de supervivencia/éxito del implante. Por su parte, Misch (13,14), a partir de la sensación táctil del reborde y de su ubicación, realiza una clasificación de densidad ósea únicamente, donde reporta la prevalencia en distintas zonas de los maxilares en 200 pacientes. Lekholm y Zarb (80), en relación con la calidad ósea, también dividen los tipos óseos en cuatro grupos. Aunque Molly reporta que solamente el 1 % de las fallas puede ser detectado con la técnica radiográfica, concuerda con otros estudios acerca de que el hueso con densidad ósea tipo IV de Lekholm y Zarb y el tipo D4 de Misch, el cual está presente en zona posterior predominantemente en el maxilar superior, es des-favorable para colocación de implantes (83,84). Por ejemplo, Pietrokovsky y colaboradores reportaron que la parte posterior del maxilar superior se encuentra hueso trabeculado ubicado externamente a la cortical de la bóveda palatina (79). Por su parte, Jaffin y Berman (1991) encontraron que el 32 % de los fracasos totales en implantes se observaron en hueso tipo IV de Lekholm y Zarb, comparado con el 6,8 % en huesos tipos I, II y III; además, el 62 % de los fracasos en hueso tipo IV se encuentran en la zona posterior superior (85). Herr-mann y colaboradores (86) encontraron que el tipo del hueso con densidad IV mostró el mayor porcentaje de fracaso (24,5 %), así como la cantidad de hueso tipos D y E (20 %). Al combinar estas dos variables (calidad y cantidad de hueso) se halló que los porcentajes de fracaso del hueso con densidad ósea tipo IV y cantidad de hueso tipos D y E fueron mayores en relación con los otros grupos (p = 0,006 vs. p = 0,083). Todo lo anterior lleva a concluir que la baja cantidad y calidad de hueso disponible son características prevalentes en zona posterior del maxilar superior y, por lo tanto, requieren procedimientos quirúrgicos perimplantares adicionales para mejorar la integridad estructural de la parte posterior del maxilar posterior. Opciones quirúrgicas para tratamiento de zona posterior del maxilar superior distintas a la elevación de seno maxilar Se ha buscado evidenciar cuál es la técnica de aumento óseo más predecible en la zona posterior del maxilar superior, hasta el punto que varios autores reportan varios abordajes distintos a la elevación de seno maxi-lar; ellos se explican en la tabla 3 (4,13,81). Implantes angulados Esta opción trata de la colocación de implantes en posi-ción angulada para evitar perforar el seno maxilar. Apa-ricio y colaboradores (87), en un estudio retrospectivo, hallaron que el porcentaje de éxito un año después de colocar implantes axiales, según los criterios de Albretks-son e Isidor (1994), fue del 91,3 % en comparación con el 95,2 % para los implantes angulados, sin que las diferen-cias fueran estadísticamente significativas para el grado de angulación (p > 0,78). Encontraron fallas mecánicas en dieciséis prótesis al año de su colocación (55,1 %) por apretamiento de los pilares sin alteraciones después de este tiempo. En una revisión sistemática de literatura rea-lizada por Att y colaboradores (88) se encontraron ocho estudios en los cuales se evaluaron implantes angulados distalizados en la zona posterior del maxilar superior, y reportaron tasas de supervivencia del 92,8 % al 100 % en periodos de observación de uno a tres años; sin embargo,
  • 12. 38 Briceño JF, Estrada JH Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 aclaran que en siete de los ocho estudios no se muestran datos por separado de implantes angulados comparados con implantes axiales. Además de encontrarse escasa literatura sobre esta opción, no hay estudios a más de tres años, lo cual hace este procedimiento, hasta el día de hoy, impredecible a largo plazo. Implantes cortos Esposito y colaboradores (3,6) reportaron que la lite-ratura actual está enfocada en evaluar los implantes cortos colocados sin aumento de seno maxilar, ya que es un procedimiento menos complejo, más barato y rápido que la elevación de seno maxilar. Esposito y colaboradores (6) indicaron que implantes con longitu-des de 5-8 mm son considerados cortos, pero algunos autores creen que implantes de 7-10 mm son cortos. Ten Brukkenkate y colaboradores (89) encontraron seis fallas de las siete reportadas en esta zona (75 %), de las cuales cinco se debían a procesos infecciosos y una por presencia de movilidad. Ellos sugieren mejores resultados si se combinan estos implantes cortos con Tabla 3 Opciones quirúrgicas para tratamiento de zona posterior del maxilar superior distintas a la elevación de seno maxilar otros de mayor longitud (89). En un nivel de eviden-cia más alto, las revisiones encuentran otros factores de riesgo que deben tenerse en cuenta. Goodacre y colaboradores (90), en una revisión entre de trabajos publicados entre 1981 y 1997, encontraron una mayor pérdida de implantes de 7-10 mm (4,8 %) que mayores de 10 mm (1,1 %) con mayor prevalencia en hueso tipo IV (16 %) comparado con los tipos I-III (3 %). Das Neves y colaboradores (91) llevaron a cabo una revisión sistemática de publicaciones entre 1980 y 2004 y encontraron que en veintidós de treintaiún estudios (67 %) se atribuye como factor de riesgo la pobre calidad ósea y la poca longitud de reborde al-veolar. Los autores lo atribuyen a que la combinación implante-calidad ósea resulta en poca estabilidad mecánica cuando se coloca el implante y en su tiempo de cicatrización. Lo evidenciado en los estudios más rigurosos, aunque está de acuerdo en que la longi-tud corta no es por sí sola un factor de riesgo para pérdida del implante (6,91), sí clarifica que la suma Técnica Implantes angulados Implantes cortos Implantes que perforan el seno maxilar Técnicas de injertos óseos Autor/año Aparicio y cols. (2001) Att y cols. (2009) Ten Brukkenkate y cols. (1997) Goodacre y cols. (1999) Das Neves y cols. (2006) Branemark y cols. (1984) Jung y cols. (2007) Aghaloo y Moy (2007) Chiapasco y cols. (2006) Estudio ER RS EP RL RS EP EP RS RS Muestra (implantes) Axial = 59 Angulados = 42 Combinado = 1156 253 7 mm = 120 10 mm = 245 13 mm = 90 15/20 mm = 103 7 mm = 1974 8,5 mm = 91 10 mm = 2043 101 23 OVG = 986 COG = 3037 GBR = 1232 DO = 256 GBR = 2002 OVG = 4445 COG = 153 Efectividad (%)/ tiempo (meses) S1 = 91,3 (12) S2 = 95 (12) S = 98,8 (12) NR NR NR NR NR NR NR NR S = 88 (12) E = 77 (120) NR (10) 90,4 (12-72) 83,8 (12-72) 95,5 (12-72) 94,7 (12-72) S = 76,8-100 (9-84) E = 61,5-100 (6-133) S = 60-100 (6-144) E = 83-100 (12-120) S = 90-95 (24) E = 95 (12-84) Falla (%)/ tiempo (meses) NR NR 15,5 (24) 6,5 (60) 9,0 (60) 6,0 (60) 0,0 (60) 7,5-28,6 (NR) 0-13,3 (NR) 3,2-7,5 (NR) NR NR NR (10) NR NR NR NR NR NR NR NR NR NR RS: revisión sistemática; RL: revisión literatura; ES: estudio retrospectivo; EP: estudio prospectivo; S: supervivencia; E: éxito; OVG: injerto onlay; COG: injerto inlay interposicionado; GBR: regeneración ósea guiada; DO: distracción osteogénica.
  • 13. Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 39 Elevación piso seno maxilar de factores anatómicos y funcionales encontrados en zona posterior del maxilar superior son suficientes para disminuir considerablemente el pronóstico del implante colocado en esta zona (77). Implantes que perforen el seno maxilar Branemark y colaboradores (92) publicaron un estu-dio in vitro en tres perros, a los que se les colocaron implantes sin perforar completamente el grosor del reborde y se les realizó seguimiento mensual durante dos años. Además, reportaron el seguimiento a 101 pacientes a los que se les realizó terapia de implantes y seguimiento entre dos y diez años. En la fase in vitro, encontraron oseointegración en la zona del implante sin fibrointegración presente. En la fase clínica del mismo estudio observaron un éxito del 88 % al año y del 77 % a los diez años, muy inferior a los resultados con otras opciones terapéuticas. Por otro lado, dos estudios de Jung y colaboradores (93,94), en los que se colocaron implantes con perforación de la membrana ≥ 4 mm, presentaban radiográficamente engrosamien-to de la mucosa alrededor de los implantes (93,94). Cabe resaltar que ninguno de los dos estudios muestra resultados biomecánicos del implante (falla, super-vivencia/ éxito), ya que ninguno de los implantes fue cargado protésicamente. Por otro lado, los tiempos de seguimiento fueron insuficientes. Como se observa, hay ausencia de evidencia que lleve a pensar clínicamente en tener en cuenta esta opción como válida. Realización de osteotomía horizontal/vertical e injertos óseos Esta opción consiste en la colocación de injertos óseos que estimulen neoformación ósea en la zona donde se colocarán, y ha presentado resultados similares a los de elevación de piso de seno maxilar (13). Aghaloo y Moy (81) realizaron una extensa revisión sistemática de literatura que buscó determinar la evidencia disponible desde 1980 hasta el 2005 para conocer cuál técnica de aumento de reborde es la más exitosa para suministrar el suficiente soporte óseo en la zona posterior de maxilar superior para colocación de implantes sobre el tiempo. Para ello compararon, en primer lugar, técnicas de aumento de reborde alveolar (regeneración ósea guiada [GBR], injerto onlay/inlay, distracción osteo-génica [DO]) y, en segundo lugar, la elevación de seno maxilar con técnicas de aumento de reborde alveolar. De los 536 títulos identificados, seleccionaron exhaus-tivamente noventa artículos clínicos que hubieran sido realizados en humanos, el procedimiento se efectuara previo o al momento de la colocación de implantes, que estos fueran colocados en la zona aumentada, con al menos diez pacientes, con seguimiento a un año mínimo y que reportaran éxito y supervivencia de los implantes colocados de cinco años (80). Aghaloo y Moy (81) informaron que entre las técnicas de aumento de reborde, la tasa de supervivencia de 1232 implantes con GBR fue del 95,5 %, la cual fue levemente más alta en comparación con las tasas del 90,4 % y 94,7 % con injertos inlay/onlay y DO, respectivamente. Al comparar las técnicas de elevación de piso de seno con otras técnicas de aumento, la tasa de supervivencia de elevación de piso de seno fue del 92 % (n = 2904; IC = 87, 2-96, 8), cuyas variaciones dependieron del tipo de material de injerto utilizado; los resultados fueron similares a los de predictibilidad. Estos hallazgos con-cuerdan con los de Chiapasco y colaboradores (82), quienes encontraron en diecisiete artículos una tasa de supervivencia del 99,3 % (rango: 99-100 %) para GBR. Ellos la proponen como una opción tan válida como la elevación de piso de seno, para aumento horizontal y vertical de la zona posterior del maxilar superior, ya que esta técnica tiene en cuenta el volumen tridimensional del reborde. Este estudio no tiene considera la insu-ficiente altura de reborde residual por neumatización, como sí la elevación de seno maxilar (81), pero consi-dera otras variables a la hora de escoger cuál técni-ca es más adecuada (80). Por ejemplo, las revisiones sistemáticas realizadas por Esposito y colaboradores muestran que en cuarenta ensayos clínicos aleatori-zados con 455 pacientes de una revisión (3) y en trece ensayos clínicos aleatorizados de la otra revisión (6) afirman que la evidencia hasta hora no puede mostrar con certeza cuál es la técnica de aumento más efectiva por la heterogeneidad metodológica encontrada en los estudios y la capacidad operador-dependiente que distorsiona la predictibilidad de las técnicas, pero son claros en afirmar que procedimientos, como el aumento extenso del reborde con injertos presentan mayores complicaciones posquirúrgicas y protésicas, mayor do-lor posoperatorio, más días de hospitalización, mayores costos y mayor tiempo de tratamiento en relación con otros procedimientos como elevación de piso de seno o colocación de implantes cortos (3,6). Técnica de elevación de piso de seno maxilar reportadas Las técnicas de elevación de seno maxilar, a partir de su abordaje quirúrgico, han sido divididas en dos: abordaje lateral y abordaje transcrestal. A continuación se presenta con más detalle cada una de ellas. Ventana lateral (Caldwell-Luc) Esta técnica fue descrita originalmente en 1893 por George Caldwell (Estados Unidos) y un año más tarde por Guy Luc
  • 14. 40 Briceño JF, Estrada JH Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 (Francia). Consiste en el abordaje del seno maxilar por vía vestibular a través de la fosa canina. En los años ochenta y noventa fue remplazada ampliamente en este papel por la cirugía endoscópica funcional sinusal (CEFS). Este abordaje se limitó para otras indicaciones mucho menos frecuentes. En varios estudios en los cuales se ha comparado la CEFS con Caldwell-Luc se observa que la CEFS, al ser un proce-dimiento menos invasivo y presentar resultados similares, es actualmente la técnica de elección por otorrinolaringó-logos (95-97). Tatum, en 1977, propuso como alternativa el aumento quirúrgico del volumen óseo de la cavidad del seno maxilar con una técnica Caldwell-Luc modificada, a la que denominó elevación de piso de seno maxilar. Para ello fracturaba parcialmente el reborde de la cresta de arcada maxilar con el fin de elevar la membrana del seno maxilar, para luego colocar injerto autólogo y a los seis meses colocar el implante endóseo. Aunque no se observaron resultados predecibles por el tipo de implante y el tipo de injerto utilizados, el uso de otro tipo de materiales de relleno (aloinjerto, xenoinjerto o aloplástico) más el mejoramiento de las características de los implantes, convirtieron este abordaje en un procedimiento con resultados más prede-cibles (10). Técnica transcrestal La técnica transcrestal se caracteriza por un abordaje del seno maxilar desde la cresta corono-apicalmente, sin necesidad de realizar exposición de las paredes del seno maxilar, como se describe en la técnica lateral. Tatum (10) fue el primero en describir, a diferencia de la técnica la-teral, una técnica quirúrgica para colocación de implantes Omni R® (Omni International) en rebordes con insuficiente grosor vestibulopalatino, a partir de tres instrumentos de-nominados formadores de canales (channel formers) que ingresaban desde el reborde de la cresta alveolar, para establecer la profundidad y dirección del nuevo alveolo formado. No obstante, el primer reporte de la utilización del abordaje crestal para elevación de piso de seno lo realizó Robert Summers, en 1994 (98-103). Actualmente, ha habido reportes de caso con varias modificaciones al abordaje por uso de distintos instrumentos, pero las más sustentadas han sido la técnica descrita por Summers, y en menor grado, la técnica descrita por Cosci, que serán profundizadas a continuación. Técnica con osteótomos Como se acaba de mencionar, entre 1994 y 1995, Robert Summers publicó una serie de cuatro artículos (99-102) en los que planteaba una nueva técnica de aumento hori-zontal (100) y vertical (101) para colocación de implantes sin necesidad de perforación. Para esto indicaba el uso de instrumentos cónicos graduados en longitud y grosor que se denominan osteótomos. Al introducir estos instru-mentos progresivamente en el orden indicado por la casa comercial, expanden lateralmente el hueso vestibular y palatino, y lo compactan conforme se vaya realizando la penetración. El objetivo inicial reportado por Summers fue mejorar la densidad ósea y conservar la mayor canti-dad de hueso, proponiendo esta técnica específicamente para zonas posteriores del maxilar, las cuales presentan corticales delgadas o ausentes y un hueso trabeculado de consistencia blanda (99). La elevación de seno es una de las diversas aplicaciones que reporta (101), como la expansión vestibulolingual/palatina de rebordes (REO, por su sigla en inglés) de más de tres milímetros. El autor propone que la elevación de piso de seno maxilar se pue-de realizar, bien sean con osteótomos únicamente (OSFE, por su sigla en inglés) o con osteótomos más adición de hueso (BAOSFE, por su sigla en inglés). Summers plantea-ba que la OSFE se debe realizar cuando hay una distancia menor de diez milímetros entre la cresta del maxilar y el piso de seno, pero una altura de hueso remanente de cinco o seis milímetros. Esta técnica, a diferencia del desplazamiento lateral en la REO, empuja progresivamente el hueso remanente hacia arriba, al tiempo que van elevándose el seno maxilar, el periostio y la membrana gracias a la masa ósea desli-zada (100). Greenstein y Cavallaro (103) expusieron que subantralmente se encuentra hueso tanto blando como denso. Por otro lado, Summers reporta mejor fijación del implante y simplificación de la elevación de seno maxilar con osteótomos con la técnica BAOSFE, ya que al ser incrementado gradualmente el material de injerto, actúa como un tapón hidráulico que empuja los límites del seno hacia arriba (101). Técnica de Cosci Ferdinando Cosci y Marcello Luccioli, al observar el po-tencial invasivo de la técnica Caldwell-Luc modificada reportada por Boyne y James, en 1980, y el pobre control de la fractura en la técnica con osteótomos de Summers, reportaron una serie de 256 implantes colocados en 237 pacientes entre 1994 y 1999, con una nueva técnica de elevación de piso de seno denominada técnica de Cosci. Esta se caracteriza por la perforación (no fractura) de la cortical del piso de seno maxilar, realizada en rebordes alveolares de más de cuatro milímetros, con el uso de fresas de elevación (lifting drills) diseñadas por el autor. El estuche quirúrgico está compuesto por ocho fresas con el mismo diámetro (3,10 mm), ángulo de corte de 30° y longitudes de incremento sucesivo (5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 12 mm) para ser utilizadas secuencialmente (103,104), lo cual es similar al uso de los osteótomos reportados en la técnica de Summers (101). Esta técnica está indicada únicamente para colocación inmediata de implantes.
  • 15. Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 41 Elevación piso seno maxilar Técnica de elevación crestal de base (crestal core sinus augmentation) Summers (105) publicó una modificación de las técnicas OSFE y BAOSFE, originalmente denominada desplazamiento crestal del sitio futuro (crestal FSD), que está indicada en rebordes alveolares insuficientes en pacientes par-cialmente edéntulos, donde su longitud no permite la colocación inmediata de implantes. Greenstein y Cavallaro (106) reportaron que es innecesario remover el hueso remanente y, por lo tanto, es desplazado apicalmente con osteóto-mos especiales (FS osteotomes) que intruyen el hueso apicalmente. Summers explica que tanto la parte del hueso elevado como la otra parte del hueso dentro del sitio quirúrgico permanecen con suministro sanguíneo derivado de la membrana de Schneider, además del aporte de células osteogénicas y proteínas morfogenéticas de hueso (BMP, por su sigla en inglés), que brinda los materiales de injerto (102). Estas técnicas, al igual que la técnica de Cosci, son pobremente reportadas por su dificultad operativa y la alta probabilidad de perforación de la membrana. Efectividad de la elevación de piso de seno maxilar a partir de la evidencia La técnica de elevación de seno maxilar ha sido la técnica quirúrgica pre-implantar de aumento vertical en la zona posterior anterior más reportada en la literatura. Se encontraron cerca de sesenta artículos publicados en los años ochenta y comienzos de los noventa. Esposito y colaboradores (3) re-portaron que es la más estudiada y puede evitar complicaciones posteriores, mejorando calidad de vida del paciente, aunque aclaran que todo depende de la situación clínica específica. Wallace (15) propone que los tres objetivos del procedimiento de elevación del seno son: a) creación de hueso vital en el maxilar posterior, b) oseointegración de los implantes colocados en el hueso y c) supervivencia de aquellos implantes bajo carga oclusal. Jensen y cola-boradores (107) publicaron el primer consenso realizado por la Academia de Oseointegración en el Babson College, ubicado en Wesley (Massachusetts), en 1996, para unificar indicaciones y contraindicaciones sobre la elevación del piso de seno maxilar, como técnica previa a colocación de implantes. Este consenso reporta que esta técnica usada sola o en combinación fue exitosa en el 90 % de los casos en evaluaciones a tres y cinco años. Otras revisiones sistemáticas reportan alta variabilidad en el éxito de esta técnica, entre el 61 % y el 100 %, ya que estadísticamente hay alta heterogeneidad en las variables que se deben considerar (3,6-8,81,82,108-111). Las variables que se describen a continuación son la técnica, la selección o no de material de injerto y la cantidad de hueso disponible. Técnica Como se describió, las técnicas más utilizadas son las denominadas ventana lateral y transcrestal. Se ha comprobado que una de las indicaciones para realizar elevación de piso de seno es la cantidad de reborde alveolar dis-ponible, hecho que es de suma importancia a la hora de escoger la técnica ideal (6). Actualmente, los hallazgos encontrados en la evidencia sobre la efectividad de estas técnicas no son claros, en muchos casos por sesgos metodológicos. Fugazzotto y Vlassis (112) encontraron, en evaluaciones a seis años, el 100 % de éxito de la técnica transcrestal, y el 97,3 % en de la técnica lateral; pero su muestra no era homogénea, lo que pudo llevar a sesgos por selección. Por otro lado, no hay un criterio de selección sobre la medida mínima de altura de reborde residual, importante para escoger el tipo de técnica. Este último hecho lo intentan corroborar Urban y Lo-
  • 16. 42 Briceño JF, Estrada JH Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 zada (113), quienes encontraron que la tasa total de supervivencia del implante a cinco años es del 99,6 % y mostraron que, con mínimo reborde (> 3,5 mm), la tasa de supervivencia a seis años es del 94,1 % en contraste con el 100 % en rebordes moderados. Se observa cierto conflicto de interés por el uso del implante en ambos tipos de reborde, 106 implantes Brånemark System Mk IV, 100 implantes Brånemark System Mk III, 30 implan-tes NobelReplace y 9 implantes NobelSpeedy implants Nobel Biocare, casas comerciales de las cuales ambos autores son portavoces oficiales. Chao y colaboradores (114) encontraron que la tasa de supervivencia del implante con la técnica lateral aumenta proporcionalmente al incrementar el reborde disponible de uno a cinco milímetros (R2 ajustado: 0,83), cuando se mantienen estables los rebordes < 5 mm (R2 ajustado: 0,97), lo que sugiere que entre menos reborde haya, menor estabilidad primaria habrá del implante con esta técnica, y que en rebordes menores de cinco milíme-tros el pronóstico se va estabilizando. Con relación a la técnica de Summers, se encontró que no hay evidencia de una tendencia cuadrática (R2 ajustado: 0,51) o lineal (R2 ajustado: 0,56) de alguna relación entre la altura de reborde alveolar y tasa de supervivencia entre implantes colocados. Los autores explican este hecho, porque los estudios incluidos exponen arbitrariamente la altura dis-ponible como < 4 mm, lo sugiere que la cantidad mínima de reborde con esta técnica debe ser de cinco milímetros. Sin embargo, otros estudios son concluyentes al ase-gurar que el tamaño de reborde residual y la técnica sí se relacionan. Zitzmann y Schärer (115), al comparar las técnicas lateral (en un paso y dos pasos) y Summers, en 79 implantes colocados en treinta pacientes entre 1994 y 1996, obtuvieron un éxito en todos los procedimientos del 96 %, pero en la técnica lateral en un paso el reborde era < 5 mm (promedio = 2,3 mm), en la técnica lateral en dos pasos el reborde era de 4-6 mm (promedio = 5 mm) y en la técnica de Summers el reborde fue ≥ 6 mm (promedio = 8,8 mm). Rosen y colaboradores (116) realizaron un estudio mul-ticéntrico en el que colocaron 174 implantes en 101 pa-cientes con rebordes de 3-8 mm a los que se les realizó la técnica de Summers con adición de hueso (BAOSFE). Ellos hallaron que la tasa de éxito de la técnica en un reborde > 5 mm fue del 96 % a los seis meses, mientras que en rebordes de < 5 mm, la supervivencia bajó con-siderablemente al 85,7 %. Este estudio es importante, ya que Robert Summers, creador de la técnica, es uno de los coautores del estudio y aclara sus limitaciones. Con una evidencia mayor, varias revisiones sistemáticas apuntan a una predictibilidad alta de estas técnicas, pero se debe tener en cuenta la altura de reborde alveolar, al observarse buenos resultados en rebordes de < 5 mm con la técnica de ventana lateral, hasta el punto en que ensayos clínicos lo comprueban cate-góricamente en rebordes con alturas de entre 1-3 mm (117-119). Pero en rebordes de > 5 mm también se puede tener en cuenta la técnica transcrestal por ser menos invasiva (120), aunque cabe aclarar que todavía hace falta mayor investigación sobre esta variable, ya que no todos los estudios la tienen en cuenta (121). Con base en lo anterior, Chiapasco y colaboradores (122), en un seguimiento realizado a 692 pacientes por doce años (1992-2004), proponen una clasificación con base en el ancho/altura del reborde alveolar y la relación interarco vertical/horizontal, así como un tratamiento para cada tipo de defecto. Si bien subrayan la importancia de las dimensiones del reborde alveolar a la hora de planifi-car el tratamiento quirúrgico, no tienen presentes otras variables, como el tipo de material que se va a utilizar. Selección del material Desde los primeros estudios se ha propuesto como alternativa quirúrgica en la zona posterior la colo-cación de un injerto óseo que suministre adecuado hueso viable para la estabilidad inicial del implante y para fomentar oseointegración (123-125). Los ma-teriales de injerto se dividen según su sitio donante y propiedades de neoformación ósea en (82): a) auto-injertos, los cuales son extraídos del mismo pacien-te, con características aparentemente osteogénicas (formadoras de hueso a partir de células del injerto), osteoinductoras (formadoras de hueso a partir de re-ceptores que inducen al receptor) y osteoconductiva (injerto como matriz para que sobre ella se forme nuevo hueso); b) aloinjertos, los cuales son extraídos de cadáveres y procesados por métodos como con-gelamiento y desmineralización/congelamiento, cuyas propiedades son osteoinducción y osteoconducción; c) xenoinjertos, extraídos de seres vivos, como ovejas o corales, que presentan propiedades osteoconductivas, y d) aloplásticos, que son materiales sintéticos como fosfatos cálcicos, hidroxiapatita, y vidrios bioactivos, con propiedades osteoconductivas. Cabe aclarar que la evidencia disponible no es clara acerca de si todas las propiedades de los injertos se cumplen, hasta el punto de que las propiedades osteogénicas y osteo-conductivas de los injertos autógenos y aloplásticos se han puesto en duda en varios estudios (126-130). Por lo tanto, la única propiedad reportada en todos los tipos de injerto ha sido la capacidad osteoconductiva.
  • 17. Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 43 Elevación piso seno maxilar Aunque hay reportes donde se asegura que el injerto autólogo es el patrón de referencia de los materiales de injerto (82), en algunos casos sin ningún soporte científico (11,13,14), las revisiones sistemáticas que estudian el tema reportan que ninguno de los injertos presenta ventajas entre sí en relación con la formación de hueso (tabla 4). Autor Tong y cols. (108) Jensen y cols. (107) Wallace y cols. (110) Del Fabbro y cols. (109) Graziani y cols. (147) Chiapasco y cols. (82) Aghaloo y Moy (81) Tan y cols. (8) Pjetursson y cols. (7) Chen y cols. (76) Nkenke y cols. (131) Año 1998 1998 2003 2004 2004 2006 2007 2008 2008 2009 2009 Estudios incluidos 10 38 43 59 6 62 42 19 48 47 21 Técnica Lateral Lateral Lateral y transalveolar Lateral Lateral y transalveolar Lateral y transalveolar Lateral y transalveolar Transalveolar Lateral Lateral Lateral Seguimiento (meses) 60 84 NS 144 72 144 102 60 72 107 108 Tabla 4 Revisiones sistemáticas en humanos que comparen autoinjertos con otros materiales de relleno Supervivencia del implante (%) AB 87-93* 85-95 NS 84-97 NS 61-100 87-97* NS 49-100 61-100 94-100 NI NS NS NS NS NS NS NS NS NS 97-100 NS AB: injerto autólogo; NI: coágulo (no injerto); BS: sustitutos óseos; MX: combinación de injertos; NS: no especificado. *95 % IC. BS 68-95* 85-100 NS 90-96 NS 85-100 67-100* NS 76-100 85-100 94-100 MX 90-100* 76-100 NS 93-95 NS 75-100 83-93* NS 89-100 82-100 88-100 La premisa anterior debe tomarse con precaución, ya que la heterogeneidad metodológica y los diversos sesgos no permiten avalar completamente esta afirmación. Además, pocas revisiones incluyen la sola formación de coágulo (no injerto) dentro de sus variables, la cual es otra opción que puede tenerse en cuenta, pero que poco ha sido estudiada y solo se encuentran estu-dios con poco seguimiento (130-133), importante medida de control para comparar la efectividad de los materiales. Es más, se han divisado estudios que muestran que los autoinjertos presentan otras desventajas, además de lo mencionado. Ejemplo de ello es el estudio de Jensen y colaboradores (132), en el que comparan autoinjerto, plasma rico en plaquetas (PRP [fos-fato tricálcico]) y xenoinjerto en tres defectos óseos estandarizados. Los autores encontraron un 17,7 % de formación de hueso inmaduro a las dos semanas en el autoinjerto, lo cual fue estadísticamente significativo más alto con respecto al tejido de granulación formado alrededor del defecto con PRP y xenoinjerto (p < 0,05). A las cuatro semanas, el 39,4 % de las partículas de autoinjerto fueron embebidas en hueso nuevamente formado, lo que también fue estadísticamente significativo con relación al 24,6 % del xenoinjerto (p < 0,05), pero no en relación con el 36,4 % del PRP, con el que no hubo diferencia significativa. A las ocho semanas se observó un mayor porcentaje de nuevo hueso maduro con el PRP (57,4 %), el cual fue estadísti-camente significativo al compararlo con el xenoinjerto (41,6 %; p < 0,05) pero no comparado con el autoinjerto (54,5 %), demostrando con ello formación de hueso con los tres biomateriales a las ocho semanas. Cabe señalar que la proporción de injerto-nuevo hueso en boca fue distinto, al mostrar que el 71 % de dicha fracción se encontraba en el xenoinjerto a las ocho semanas, en relación con el 65 % del PRP y el 51 % del autoinjerto respectivamente, que
  • 18. 44 Briceño JF, Estrada JH Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 evidenciaba mayor reabsorción del autoinjerto a las ocho semanas. Incluso otros estudios, algunos referenciados por los autores de este estudio, ya reportaban una reabsorción mayor del 50 % del autoinjerto a los seis meses. Por ejemplo, la revisión sistemática realizada en estudios con animales de experimentación de Browaeys y colaboradores (133) muestra que el injerto autólogo se reabsorbe en promedio un 45 % a las doce semanas. Este hecho es importante, ya que al haber mayor neoformación ósea en el autoinjerto en las primeras semanas, la relación reabsorción/neoformación es mucho más agresiva que en otros materiales, y se pierde la integridad estructural del defecto. Este hecho es importante, ya que influye directamente con la estabilidad inicial del implante. En conclusión, Wallace (15) plantea que, al estudiar la efectividad de la elevación de piso de seno maxilar, resulta imprescindible tener en cuenta variables como la selección del material de injerto, la colocación o no de membrana y la selec-ción de la superficie del implante, pero cada caso clínico es particular y debe ser abordado con las características que cada indicación y cada estrategia conlle-va. La tecnología más la evidencia ha fortalecido el criterio y las herramientas clínicas, para disminuir la tasa morbilidad de implantes en esta zona, además de mejorar la calidad de vida de los pacientes estética y funcionalmente, pero el reto está en afianzar la documentación disponible y apuntar directamente a esas variables donde la evidencia es arbitraria y confusa. Complicaciones por elevación de piso de seno maxilar Generalidades La terapia con implantes involucra complicaciones producto de estos proce-dimientos (134). Debido a que todavía no existe una unificación en el diseño de los estudios clínicos, la notificación de complicaciones clínicas tiende a mostrar variaciones, lo que hace difícil determinar si una complicación no ha sido declarada, no ha sido tenida en cuenta a la hora de recolectar datos o no ocurrió (90). En un intento de unificar y sistematizar su presencia, frecuencia y manejo, diversos autores clasifican las diversas complicaciones según parámetros clave para su identificación y tratamiento. Clasificación El conocimiento sobre las posibles complicaciones es importante, bien sea para la planificación del tratamiento, la comunicación entre odontólogo y paciente o el cuidado posquirúrgico; pero esta técnica puede invadir la inte-gridad anatómica, interferir con los mecanismos fisiológicos del seno maxilar y crear complicaciones potenciales, que van a ser evaluadas a continuación (135-137). Pignataro y colaboradores (138) publicaron, en un artículo de opi-nión, las complicaciones por elevación de piso de seno maxilar a partir de su tiempo de aparición, clasificándolas en tempranas y tardías. Aunque los autores no aclaran en qué tiempo se puede considerar temprano y en cuál se puede considerar tardío, se puede suponer que “temprano” hace referencia a “durante el mismo procedimiento” y “tardío” a “después del procedimiento”. Por su parte, Katranji y colaboradores (139) clasifican más específicamente las complicaciones a partir de su etiología, las cuales son en su mayoría condiciones prevenibles antes del procedimiento:
  • 19. Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 45 Elevación piso seno maxilar • Enfermedades sistémicas y medicamentos. Son con-diciones específicas con las que el paciente acude a su consulta. Katranji y colaboradores (139) sugieren específicamente que las enfermedades sistémicas que son prevenidas en cirugías regulares también deben ser consideradas una contraindicación para realizar elevación de piso de seno. Como se advirtió, el diligenciamiento meticuloso de la historia clínica puede ser suficiente para prevenir complicaciones posteriores. • Anatómicas/por el procedimiento. Son condiciones desfavorables por la realización del procedimiento, como son la perforación de la membrana de Sch-neider, la presencia de tabiques sinusales que pro-vocan perforaciones de la membrana, el sangrado por perforación de la anastomosis formada por la arteria infraorbitaria y la arteria alveolar posterior superior, los implantes migrados dentro del seno maxilar y la obliteración del seno maxilar que afecte la permeabilidad del ostium nasal. • Patologías tumorales. Como se explicó, son condi-ciones preoperatorias que con un buen diagnóstico se pueden detectar antes del procedimiento de ele-vación de piso de seno maxilar. • Patologías infecciosas. En esta categoría se incluyen ciertas patologías que aparecen después de reali-zado el procedimiento, como fístulas oroantrales, sinusitis (aguda, crónica y alérgica), pérdida del im-plante o del injerto, hematomas, secuestros óseos y aperturas de la incisión, los cuales requieren como plan de tratamiento un régimen antibiótico. • Protésicos. Pueden atribuirse a mala planeación bio-mecánica de las prótesis, que pueden producir pér-dida de hueso crestal de la zona del(los) implante(s) bajo sobrecarga oclusal. Con la premisa de que hay presencia de complica-ciones dentro del procedimiento (intraoperatorias) y después de este (postoperatorias), Wallace y Rosen (136) aclaran que, dependiendo del abordaje/técnica, ciertas complicaciones son más comunes que otras. Observan que al realizar el procedimiento de elevación de seno maxilar con técnica lateral, hay complicaciones intraoperatorias y postoperatorias, mientras que no hacen esta distinción con la técnica crestal. La litera-tura reporta ciertas condiciones/patologías en común que aparecen como resultado del procedimiento de elevación de piso de seno maxilar: Complicaciones intraoperatorias Perforación de la membrana de Schneider. La eleva-ción de piso de seno maxilar implica la elevación de la membrana de Schneider para crear el espacio necesa-rio para la colocación del material de injerto escogido. Uno de los parámetros específicos de la técnica es dejar intacta la membrana de Schneider en pacientes con poca o ninguna altura de reborde residual. La perforación de la membrana de Schneider es la com-plicación intraoperatoria más reportada en la literatura. Algunas series de casos informan una prevalencia entre el 13,6 y el 34 % (140-146), que sigue siendo variable en estudios analíticos con mayor seguimiento. Schwartz- Arad y colaboradores (144) reportan una prevalencia del 44 % en 81 senos maxilares evaluados entre 1995 y 2000. Por otro lado, Barone y colaboradores (144) indi-can un 25 % de perforaciones en 124 senos maxilares. Otros investigadores, Cho Lee y colaboradores (145), en un seguimiento a doce años de 177 senos maxilares, reportaron una prevalencia del 9,6 % de perforación. Asimismo, Hernández-Alfaro y colaboradores (146) ad-vierten de un 25,15 % de perforaciones en 474 proce-dimientos de seno maxilar. Pjetursson y colaboradores (7), en su revisión sistemática sobre la efectividad de la técnica lateral, reportan una frecuencia del 19,5 % (n = 3252 senos maxilares) con una alta variabilidad (0-58,3 %). Por su parte, Tan y colaboradores (8) indican una tasa del 3,8 % (0-21,4 %) en la técnica crestal, muy baja al ser comparada con la técnica lateral. Esta complicación causa comunicación del medio ex-terno con el seno maxilar y, por consiguiente, con otros senos paranasales, lo que produce una infección en todas las estructuras anteriores. La principal razón por la cual una membrana es perforada es por exagerar la reflexión en un área específica sin adecuada elevación de la membrana adyacente (147). Becker y colaborado-res (140) atribuyen las perforaciones accidentales por elevación de piso de seno maxilar a un biotipo delgado de la membrana (17 %), presencia de tabiques (22 %), cirugía sinusal previa (17 %), adhesión al piso de seno (17 %), quistes (5 %) y cicatrices (11 %). Pero, en general, la literatura reporta que la probabilidad de perforación de membrana y su tratamiento pueden verse afectadas por tres factores: la presencia del tabique sinusal, el grosor de la membrana de Schneider y la ubicación/ extensión de la perforación. Presencia del tabique sinusal. Hay controversia so-bre declarar la presencia de tabique sinusal como una complicación anatómica o no (1,103). Mientras Boyne y James (1) sugirieron retirar los tabiques con cinceles para eliminarlos de forma radical, otros autores sugieren mantenerlos y más bien realizar variaciones a la técnica de abordaje. Ten Bruggenkate y van der Bergh (5) su-gieren una preparación de la ventana tipo trap door, el cual bloqueará la ventana de acceso y prevendrá que la
  • 20. 46 Briceño JF, Estrada JH Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 membrana sea enviada hacia adentro y afuera perforán-dola. Kaufman (148) sugiere realizar dos osteotomías, una anterior y otra posterior al tabique para evitarlo a toda costa. Malkinson e Irinakis (149) proponen una variación en la formación ovalada de la ventana a una formación en forma de “riñón” o en forma de “W” para evitar el tabique y separar la membrana a partir de esta forma. Garg (124) sugiere por su parte que la osteotomía se inicie hacia abajo 3-5 mm por encima del borde y actuar como un labio para contener el injerto. En lo que sí hay acuerdo es que se debe hacer un exa-men preoperativo meticuloso para evitar perforaciones indeseables por esta variación anatómica. Grosor de la membrana. Anatómicamente la membra-na permanece adherida a la cavidad del seno maxilar, caracterizada histológicamente por un periostio fibroso recubierto por una capa de epitelio respiratorio es-tratificado seudociliado (150-153), que se puede ver alterado por el procedimiento. Por otro lado, la calidad de la membrana varía desde una consistencia fina y delicada hasta una densa y gruesa (151). Como ya se ha descrito, algunos autores reportan una asociación entre el biotipo periodontal y el grosor de la membrana de Schneider (153), así como el grosor de la membrana y su mayor probabilidad de perforación (140). Ello da a entender que hay mayor probabilidad de perforación en membranas con poco grosor, las cuales son exclusivas de pacientes con biotipo periodontal delgado, aunque dicha asociación no es del todo clara. Aimetti y co-laboradores (152) encontraron veinte pacientes sanos (edad promedio = 43,55 ± 6,5 años; rango = 33-55), nueve con biotipo delgado y poco grosor de membra-na (0,7 mm y 0,61 mm) y once pacientes con biotipo grueso y alto grosor de membrana (1,6 mm y 1,26 mm). El análisis estadístico mostró una correlación entre el biotipo periodontal y el grosor de membrana (r = 0,801; p = 0,0001) y entre variables (α = 0,05); pero no es tan claro si esto es un marcador para mayor probabilidad de perforación. Becker y colaboradores (140) realizaron un estudio prospectivo, donde se realizó un seguimiento a 34 perforaciones accidentales por elevación de piso de seno maxilar, de las cuales el 28 % fueron atribuidas a membrana delgada. Yilmaz y colaboradores (151), en un artículo en proce-so de publicación, también observan una correlación alta entre biotipo periodontal y altura de reborde residual (r = 0,722; p = 0,001), entre biotipo periodontal y el grosor de la membrana de Schneider (r = 0,702; p = 0,001) y una correlación moderada entre biotipo periodontal y grosor de membrana (r = 0,596; p = 0,001) en 44 pacientes sanos (edad promedio = 51,4 ± 8,4 años; rango = 35-63; [número de senos = 64]), a los que se les realizó elevación de piso de seno maxilar. A la hora de compararlos con respecto a la existencia de una perforación de la membrana, se encontró una correlación moderada entre perforación de membra-na y su grosor (r = 0,477; p = 0,001), y leve entre la perforación y la altura del reborde residual (r = 0,290; p = 0,001) y la perforación y el biotipo (r = 0,248; p = 0,001), lo que disminuye su poder asociativo, hecho que no se ve sustentado en la literatura con estudios longitudinales ni ensayos clínicos. Ubicación/extensión de la perforación. Aunque no esté clara la asociación anterior, lo que sí se puede inferir de estos estudios es el cuidado con que se tiene que realizar la elevación de esta membrana, ya que la extensión y la ubicación de la perforación puede ser crucial para iniciar la diseminación de contaminantes a través del sistema res-piratorio, además de influir en la toma de decisiones (153). Por otro lado, no se sabe hasta qué punto una lace-ración/ perforación es nociva en la fisiología del seno maxilar. Aimetti y colaboradores (153) encontraron en 18 pacientes que el 82,6 % de la membrana estaba sana; entretanto, el 17,3 % refería seudoquistes retentivos, orificio nasal sano (87 %), y el 13 % ostium cerrado, ausencia de función ciliar y cuerpo extraño. Vlassis y Fugazzotto (154) clasificaron a partir de su posición en abordaje lateral, con cinco clases de perforación depen-diendo de su ubicación. Más tarde, Fugazzotto y Vlassis (155) publicaron una clasificación más simplificada con relación a la anterior, donde pasa de ser cinco tipos de perforación a ser tres: clase I (bordes apicales de la ventana), clase II (bordes laterales y crestales, que a su vez se pueden subdividir en mesial, distal o crestal, dependiendo de su posición en relación con su exten-sión al seno maxilar subyacente) y clase III (cualquier ubicación dentro del cuerpo de la ventana preparada). La perforación tipo II también se subdivide en dos cla-ses, que son distintas de abordar terapéuticamente: la perforación clase IIA, donde la osteotomía se extiende 4-5 mm más allá de la perforación, bien sea lateral o coronal. Por otro lado, la perforación clase IIB se observa cuando la perforación se encuentra a la altura del borde de la cavidad del seno. Tratamiento de perforaciones. A pesar de la cantidad de reportes sobre la efectividad de la elevación de piso de seno maxilar y la perforación de la membrana de Schneider, hay una sorprendente escasez de lite-ratura acerca de su manejo. Por otra parte, hay una gran cantidad de estudios que nombran la membrana colágena como opción terapéutica para cubrir dichas
  • 21. Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 47 Elevación piso seno maxilar perforaciones, pero pocos estudios hablan sobre su efectividad. Oh y Kraut (142) no observaron diferencias entre el grupo perforado y el no perforado (99 % y 97 %, respectivamente). Proussaefs y colaboradores publicaron dos estudios (156,157) donde evaluaron la reparación de membranas perforadas con la colocación de membrana reabsorbible. Observaron que el porcentaje de supervivencia del implante y la neoformación ósea fueron menores en los sitios perforados que en los no perforados. Becker y colaboradores (140) cubrieron defectos menores de 5 mm con una membrana reabsorbible (n = 28); en defectos mayores de 5-10 mm colocaron membrana más sutura en la perforación (n = 4) y en defectos mayores de un centímetro decidieron suspender el procedimiento (n = 4). No encontraron eventos adversos a los cinco o seis meses después de realizado el procedimiento. Por otra parte, Hernández-Alfaro y colaboradores (146) siguieron 104 perforaciones de membrana de Schneider y encontraron que las diferencias no eran significa-tivas estadísticamente entre el porcentaje de supervivencia de implante en sitios perforados en relación con su extensión. Dicho estudio corrobora los resultados descritos por Vlassis y Fugazzotto (154), quienes dan relevancia a la influencia de la extensión de la perforación en el resultado a largo plazo. Otros autores, Ardekian y colaboradores (158), evaluaron 110 elevaciones de seno maxilar entre 1997 y 2003, de las cuales 35 membranas fueron perfo-radas accidentalmente (Ga) y 75 no fueron perforadas (Gb). No encontraron diferencias significativas entre el porcentaje de éxito implantológico en el grupo de perforación (Ga = 94,4 %) y el grupo de no perforación (Gb = 93,9 %). Más específicamente, Proussaefs y Lozada (159) describieron una técnica muy utilizada actualmente, denominada Lomalinda Pouch. Este pouch o bolsa es la forma que se le da a la membrana reabsorbible, ya que esta, además de la función de recubrir el sitio con la perforación, también protege y aísla el material de injerto. Operativamente, la membrana sobrepasa los límites de la ventana sinusal, así que en la zona central es donde se coloca el injerto. Los bordes laterales de la membrana colágena son plegados de tal manera que permanezcan adheridos a la zona de la osteotomía. Luego, los autores sugieren suturar los colgajos vestibular y palatino, y con esto sellar la zona quirúrgica (159). Con lo anterior se observan varios abordajes terapéuticos para el manejo de perforaciones, los cuales llevan al clínico a escoger la opción que más le guste, la que mejor maneje y la más convenien-te, según las particularidades de cada caso. Específicamente, a la hora de tomar decisiones clínicas, Wallace (136) sugiere tener en cuenta, en primer lugar, las siguientes recomendaciones preventivas generales para realizar el abordaje sinusal, y así evitar, en lo posible, perforaciones: Con la premisa de que hay presencia de complicaciones dentro del proce-dimiento (intraoperatorias) y después de este (postoperatorias), Wallace y Rosen (136) aclaran que, dependiendo del abordaje/técnica, ciertas compli-caciones son más comunes que otras. Observan que al realizar el procedi-miento de elevación de seno maxilar con técnica lateral, hay complicaciones intraoperatorias y postoperatorias, mientras que no hacen esta distinción con la técnica crestal. La literatura reporta ciertas condiciones/patologías en común que aparecen como resultado del procedimiento de elevación de piso de seno maxilar: • Realizar un diagnóstico prequirúrgico con TAC para conocer las diversas variaciones anatómicas.
  • 22. 48 Briceño JF, Estrada JH Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 • Lograr que la ventana quede en una ubicación deter-minada (a tres milímetros del piso y la pared anterior). • Elevar la membrana de lateral a medial, manteniendo el instrumento sobre el hueso en todo momento. • El uso de una membrana de reparación que se man-tiene rígida cuando está mojado para lograr la repa-ración más estable. • Todas las reparaciones deben ser estables. Por otro lado, cuando se observan perforaciones en el procedimiento, independientemente de las recomen-daciones anteriores, Wallace (136) también propone los siguientes criterios: • Las perforaciones muy pequeñas pueden autorre-pararse por un pliegue de la membrana o por la formación del coágulo. • Las grandes perforaciones necesitan grandes repa-raciones que sobrepasen la perforación para brindar estabilidad. • Las reparaciones grandes tienden a desplazarse api-calmente cuando se colocan los injertos. • Las membranas de reparación que se colocan dema-siado cerca a la pared lateral tienden a desplazarse medialmente cuando se coloca el injerto. • Las membranas de reparación que sean suaves y sin forma no son ideales para grandes reparaciones cuando están mojadas. Sangrado intraoperatorio. El sangrado intraoperatorio resulta de lacerar o dañar las ramas vasculares de la pared lateral del seno y de los tejidos blandos circun-dantes. Anavi y colaboradores (160) reportaron un 4,5 % de incidencia de sangrado intraoperatorio en 153 senos maxilares; el sangrado es generalmente de corta duración pero en algunos casos puede ser profuso y difícil de controlar de forma oportuna. Solar y colaboradores (161) refieren que el aporte sanguíneo de la pared lateral del seno maxilar se compone de las ramas intraósea y ex-traósea de la arteria alveolar superior posterior que forma una anastomosis con la arteria infraorbitaria. El sangrado puede ocurrir, ya sea a partir de los tejidos blandos (rama extraóseo) durante la elevación del colgajo o directa-mente de la pared lateral ósea (rama intraósea) durante la preparación de la ventana lateral a través de instru-mental rotatorio, con posibilidad de hemorragia de la pared medial del seno si la arteria posterior lateral nasal se daña. Para evitar una laceración de esta anastomosis, se debe tener en cuenta su localización a partir de la efectividad del TAC para evitar complicaciones futuras. A pesar de la latencia de esta complicación, el daño no ocurre en todas las ocasiones y parece prudente utilizar un TAC para evitar, en lo posible, un encuentro con la arteria. Varios autores sugieren que, una vez se prevé la posibilidad de que una complicación hemorrágica exista, es prudente localizar la posición de la arteria en las imágenes de corte transversal CT y luego utilizar un abordaje que respete la integridad de los tejidos. Al mismo tiempo, sugieren la creación de una ventana en el lugar ideal para el acceso y la elevación de la membrana del seno (16,18,47-50,160-162). Wallace (136) sugiere las siguientes recomendaciones cuando se realicen acci-dentalmente perforaciones de la anastomosis: • Usar presión directa sobre el punto sangrante. • Preferible emplear un vasoconstrictor localizado en la zona. • Usar cera de hueso si es posible. • Presionar fuertemente el canal de hueso alrededor de los vasos. • Usar electrocauterio (especial cuidado con la cerca-nía de la membrana de Schneider). • Realizar sutura del vaso proximal al punto de sangrado. Complicaciones postoperatorias Infección postoperatoria. La prevalencia de infección postoperatoria es relativamente baja. Barone y cola-boradores (144) reportaron una prevalencia del 5,6 %; mientras Pjetursson y colaboradores (7) informaron de una frecuencia del 2,9 % (0-12 %), y Tan y colaborado-res (8) indicaron una prevalencia del 0,8 % (0-2,5 %) en la técnica crestal. Las infecciones después del proce-dimiento de elevación de seno pueden ocurrir en dos lugares. La ubicación más común de infección no es el seno maxilar como tal, sino en el injerto colocado. Debe tenerse en cuenta que el injerto del seno no es en realidad el seno, pero se encuentra por debajo de la membrana del seno elevado. Las infecciones de los senos maxilares como tal son menos comunes, pero pueden tener consecuencias más generalizadas, como una sinusitis que puede ocurrir como resultado de la interconexión de la red de seno. La etiología de las infecciones postoperatorias puede surgir de dos fuentes generales: la primera es una infección asinto-mática ya existente, como resultado de una sinusitis crónica exacerbada por los cambios inflamatorios postoperatorios que la exposición al medio produce; la segunda es por una comunicación a través de una perforación, gracias a las bacterias de la cavidad oral o bacterias procedentes de las infecciones periapi-cales o periodontales. Las enfermedades prexistentes del seno inflamado pueden, bajo condiciones menos que ideales, ser un factor etiológico postoperatorio de infección sinusal. Los pacientes con diagnóstico preoperatorio de sinusitis aguda o sinusitis aguda o
  • 23. Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 49 Elevación piso seno maxilar crónica deben ser referidos para el tratamiento ade-cuado y una autorización médica antes de la cirugía de elevación sinusal. Los síntomas pueden aparecer poco después de la terapia (dentro de dos semanas) o primero puede aparecer después de unos meses, a veces, pero no siempre, precedido de sintomato-logía aislada (152), aunque hay literatura que puede reportar formación de secuestros óseos que pueden deberse a restos óseos que se infecten (138), pero no se encuentran reportes de caso sino informaciones aisladas sin evidencia. Sinusitis postoperatoria. La sinusitis postoperatoria es la complicación posquirúrgica biológica más frecuente-mente reportada por otorrinolaringólogos (12,14,15,163- 176). La incidencia reportada de esta condición se encuentra entre el 3 y el 14 % (10,148,170,174). Las con-diciones más comunes que pueden conllevar una si-nusitis postoperatoria son la obstrucción del complejo osteomeatal, procesos inflamatorios como resultado de problemas dentales (endodoncia o periodontal) y alergias relacionadas con cambios inflamatorios. Los quistes de retención mucosa (seudoquistes) también pueden afectar el orificio; sin embargo, estas lesiones no parecen responder a antibióticos o medicamentos antinflamatorios. La presencia de seudoquistes se de-tecta fácilmente y pueden no necesariamente puede ser diagnosticados como un problema por su pequeño volumen, un problema que puede ser manejado en el momento de la cirugía de drenaje con una aguja de calibre grande, o un problema que deben ser tratados antes de la elevación de seno por medio de cirugía endoscópica (137). Los síntomas más comunes pueden incluir dolor, obs-trucción nasal, dolor, inflamación, fístulas, secreción purulenta, dehiscencia del colgajo y supuración. El au-mento de la presión intrasinusal puede ser un factor secundario que puede resultar en bloqueo del drenaje sinusal. Se propone que las teorías por las cuales apa-rece sinusitis después del procedimiento de aumento de piso de seno maxilar son sinusitis preoperatoria, perforación de la membrana de Schneider, obliteración posoperativa del ostium, producción deficiente de mu-cus y función ciliar deficiente. Manor y colaboradores (173) sugieren que la principal razón para observar casos impresionantes por sinusitis postoperatoria es la presencia de hematoma o seroma que llena el ostium, lo que reduce la permeabilidad del ostium maxilar y del complejo osteomeatal. Migración de implantes a través del seno maxilar. Esta complicación es más frecuente cuando los implantes que se utilizaron tenían forma cilíndrica en la parte posterior del maxilar (55). Se sigue viendo en implan-tes con forma de tornillo que las fronteras biológicas se empujan o más allá del límite. El problema se debe generalmente a una pérdida de estabilidad primaria o inicialmente inadecuada (177-179). También puede ser causada por la pérdida de soporte óseo, debido a procesos infecciosos. La mayoría de los médicos reserva la colocación simultánea de implantes para aquellos casos que tengan un mínimo de 4-5 mm de la cresta ósea. Mientras que Peleg y colaboradores (117) reportaron éxito tras la técnica simultánea en 1-2 mm de la cresta ósea, se debe considerar el riesgo. Si se coloca un implante de 1-3 mm de la cresta ósea y el cierre primario no se logra, la formación temprana de la anchura biológica eliminará más de la mitad del hueso de soporte antes de la maduración del injerto. No se observan estudios con seguimiento, pero el cuerpo de literatura se conforma de varios reportes y series de casos con diversos manejos, desde remoción del implante con cirugía endoscópica (178), artrostomía (136,179) hasta con succión (176). Chiapasco y colaboradores (176) proponen un proto-colo de manejo para implantes migrados a partir de su condición. En 27 pacientes con esta condición entre el 2002 y el 2006, utilizaron solo cirugía endoscópica cuando el desplazamiento no estaba acompañado de un proceso infeccioso. Un abordaje intraoral con la creación de una nueva ventana fue sugerido cuando el desplazamiento del implante viene acompañado con comunicaciones oroantrales. Finalmente, una cirugía endoscópica más abordaje intraoral son propuestas cuando la migración viene acompañada con obstruc-ción osteomeatal y síntomas de sinusitis (177). No se reporta porcentaje de éxito por esta técnica, lo que se considera evidencia casual. Vértigo paroxismal posicional benigno (VPPB). Es con-siderado el trastorno vestibular periférico más común y se caracteriza por la aparición de mareo de rotación provocado por movimientos de la cabeza o cambio de postura. El primer reporte de manifestación de VPPB en casos postraumáticos fue realizado por Adler, en 1897, y más tarde fue completamente descrito por Dix y Hallpike, en 1952 (180). Es benigno porque no es una condición progresiva y no permanece a lo largo de la vida; es paroxismal porque es repentino y su aparición impredecible; es posicional porque ocurre con ciertos cambios en la posición de la cabeza; es vértigo porque hay una sensación de movimiento o girar de la habi-tación (180-181). El VPPB no es progresivo, ocurre de forma repentina e impredecible y puede ser temporal-mente incapacitante. Se plantea en reportes de casos
  • 24. 50 Briceño JF, Estrada JH Univ Odontol. 2012 Jul-Dic; 31(67): 27-55. ISSN 0120-4319 que el trauma quirúrgico, sobre todo la presión ejercida por los osteótomos, puede causar el desprendimiento de los otolitos, disfunción que es conocida como oto-conía de la mácula utricular (181). Mientras que en la mayoría de los casos de VPPB se desconoce su origen, pueden seguir a una infección viral, trastornos vasculares y trauma en la cabeza. Se cree que el VPPB puede representar el 50 % de los mareos en per-sonas mayores. El VPPB es autolimitante y los síntomas disminuyen o desaparecen en el rango de seis meses de su inicio. Se encontraron varios reportes de caso en pacientes sometidos a elevación de seno maxilar con técnica crestal (180-181), donde hubo resolución de los síntomas entre cuatro semanas y seis meses. Los casos de dolor de cabeza, laberintitis y, más recientemente, VPPB se han reportado después del uso de la osteotomía en el abordaje crestal, tanto para la elevación interna del seno maxilar como en la ampliación de cresta, aunque son condiciones muy raramente reportadas en la litera-tura. Los síntomas de VPPB incluyen mareos o vértigo, desequilibrio, mareos y náuseas. Para buscar asociación entre esta condición y el uso mar-tillado de osteótomos, Peñarrocha y colaboradores (2008) reportan una prevalencia del 1,25 % de los casos que se realizan con osteótomos (181). Por otro lado, Sanmartino y colaboradores (2010) realizaron un ensayo clínico aleatori-zado triple ciego donde se comparó el uso de osteótomos martillados (G1 = 98) y osteótomos atornillados (G2 = 98) en 196 pacientes (107 hombres y 89 mujeres; edad promedio = 62,07 ± 7,10 años; rango = 49-79 años) por seis meses. Indican en sus resultados que tres pacientes del G1 (3,06 %) desarrollaron VPPB, mientras ningún paciente se reportó en G2 (179). Esta es también una prevalencia relativamente baja pero para tener en cuenta. Conclusiones Históricamente, la odontología ha buscado reconstruir es-tructuras dentales y de soporte, bien sea por pérdidas o alteraciones que resultan en un déficit estético o funcional. En un comienzo, la solución más manejada era la confección de prótesis fijas o removibles. Hoy en día se han creado nuevas alternativas de tratamiento más acordes con las características del paciente. Gracias al concepto de oseoin-tegración publicado por Brånemark en los años cincuenta, el uso de implantes con fines protésicos se ha convertido en otra opción real de tratamiento, ampliamente difundida. Aunque la terapia implantológica ha evolucionado, al ca-racterizar la presencia de factores sistémicos (presencia de diabetes, osteoporosis, etc.) o factores locales (anató-micos, biológicos, funcionales y estéticos) que influyen di-rectamente en su éxito a largo plazo, uno de los mayores retos clínicos del odontólogo ha sido realizar tratamien-tos específicamente en la zona posterior desdentada del maxilar superior, gracias a sus limitaciones anatómicas. La colocación de implantes puede verse limitada, en primer lugar, por el descenso del seno maxilar que resulta en pérdida posterior del hueso alveolar, y en segundo lugar, por las características cuantitativas y cualitativas óseas propias de esta zona. Numerosos tratamientos han emergido en los últimos cincuenta años para corregir par-cialmente esta dificultad, hasta que en los años ochenta surge la elevación de piso de seno maxilar como una alternativa quirúrgica válida que se ha ido afianzando en las últimas décadas como la más predecible. Por otro lado, la reconstrucción de tejidos blandos y duros de soporte surge como procedimiento casi obligatorio para la preparación quirúrgica de maxilares atróficos. En la literatura se ha evaluado la efectividad de esta opción terapéutica, hasta el punto de ser considerado un “pro-cedimiento eficaz” para pacientes edéntulos que buscan mejorar su función masticatoria, en el consenso sobre seno maxilar realizado por la academia de oseointegración en 1996 por Ole T. Jensen. Actualmente, este procedimiento se ha convertido en la elección preimplantar más solicitada por profesionales, a la hora de mejorar las condiciones de la zona receptora del implante en zona posterior superior. Con este texto se realiza una primera agrupación de este gran conglomerado temático, con evidencia de todos los ámbitos pero dispersa. Se propone, después de rea-lizar un primer acercamiento a la evidencia disponible, proponer futuras guías de manejo de las complicaciones producto de este procedimiento, ya que los estudios sobre este tema son escasos, por tratarse principalmente de series de casos/reportes de casos que necesitan ser fortalecidos con estudios más rigurosos. Referencias 1. Zitzmann NU, Krastl G, Hecker H, Walter C, Waltimo T, Weiger R. Strategic considerations in treatment planning: Deciding when to treat, extract, or replace a questionable tooth. J Prosthet Dent. 2010 Aug; 104(2): 80-91. 2. Cawood JI, Stoelinga PJ, Blackburn TK. The evolution of preimplant surgery from preprosthetic surgery. Int J Oral Maxillofac Surg. 2007 May; 36(5): 377-85. 3. Esposito M, Grusovin MG, Felice P, Karatzopoulos G, Wor-thington HV, Coulthard P. 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