Jesús fue un líder ejemplar que resolvió problemas y desarrolló dones de liderazgo en sus discípulos. Un buen líder, según 1 Pedro 5:1-4, sirve de forma humilde a los demás y no por motivaciones egoístas, mientras que 1 Samuel 16:7 indica que Dios mira el corazón de una persona, no su apariencia, al elegir un líder.